ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS BREVE HISTORIA DE SU EXPANSIÓN POR EL MUNDO
AUTORES
Dr. Barousse, Amadeo P. Dr. Gilberto, Daniel O.
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Agradecimientos Al Padre Antonio P茅rez que revis贸 el original. A Martha Sastre quien no solo tipe贸 el trabajo, sino que sugiri贸 modificaciones inteligentes. A.P.B. D.O.G.
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Prólogo En el año 1584, Francisco de Castro publica la primera biografía de San Juan de Dios, en ella nos dibuja una escena donde Juan está encarcelado en el hospital de Granada, tenido por loco luego de su conversión, en esa circunstancia y lugar específico, alrededor del año 1539, “viendo castigar a los enfermos que estaban locos con él, decía: Jesucristo me traiga a tiempo y me de gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo”. El principal testimonio de este libro consiste en el relato de lo que sucedió después: por un lado el misterio y la fuerza de un carisma y por el otro la libertad de los hombres que la asumieron siguiendo el ejemplo y el testimonio de San Juan de Dios, la consecuencia de ello, la presencia de la Orden Hospitalaria como protagonista de la historia. Con esta lectura he viajado 500 años a través del tiempo en una hora y media. Las sensaciones y reflexiones han sido múltiples, me concentraré en dos de ellas: • la imaginación recrea diferentes situaciones históricas: martirio, revoluciones, guerras, intereses políticos, y transversalmente a ellas una obra que testimonia caridad, misericordia, adaptaciones, cambios continuos, y sobre to-
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PRÓLOGO
do de una presencia viva que brinda hospitalidad, con fidelidad a la visión original; • para los que trabajamos en la Orden, es también una toma de conciencia de la historia a la que también nosotros pertenecemos, y también lleva implícita la invitación a que cada uno sume su libertad para continuar haciendo presente la misión de San Juan de Dios en la circunstancia histórica en que nos encontremos. Junto a los hermanos hoy somos herederos y continuadores de la hospitalidad. Quiero agradecer especialmente al Dr. Amadeo Barousse y al Dr. Daniel Gilberto por este trabajo, considero que nos enriquece a toda la familia juandediana de la Casa Hospital San Juan de Dios y a la Orden misma. No debería extrañarnos esta obra, ya que desde su trabajo asistencial cotidiano, ambos nos brindan un testimonio de adhesión al Carisma de la Hospitalidad. Viéndolos a diario se entiende porque en la tradición de la Orden, a los laicos que trabajamos en los centros se nos llama “colaboradores”, ya que colaboramos desde la historia cotidiana para testimoniar también la misión original de la Orden. Termino con una frase de la introducción del libro: “Y ahora la historia continúa (…) Ser. Sin diferencias” Dr. Gustavo Cantero
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Mapa de expansión a través del mundo
Canadá
Francia España Portugal Méjico
Ghana
Colombia
Brasil
Chile
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Corea del Sur
Filipinas
Rodesia Australia
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PRESENTACIÓN
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El abordaje de la historia nos induce en una compleja trama de relaciones de personajes y hechos. ¿Por qué avanzar a través de la historia, a través de lo pasado? El principio filosófico “IGNOTI NULLA CUPIDO”, nos recuerda que amamos y queremos sólo aquello que conocemos (Aquello que se ignora jamás se ama). Para eso es la historia; para conocer y amar. También para encontrar pertenencia a través de un hombre y su obra. Sólo basta pensar, que hombres de otras nacionalidades, colaboradores de la Orden, en lugares remotos como Vietnam, China o Canadá entre tantos países donde asienta la Orden, conmemoran el mismo hecho, la vida y la obra de un hombre, Juan Ciudad, luego canonizado. No conocemos a aquellos; pero algo en común nos une; pertenecemos. También para esto es la historia. La historia de la Orden es la historia de una fidelidad a un pensamiento, a una idea, a una forma de hacer las cosas. ¿Qué atributos habrá tenido aquel hombre para sobrevivir a su tiempo y despertar vocaciones cinco siglos después? ¿Qué hechos históricos habrán permitido impulsar un movimiento que se proyecte al futuro y perdure ya 500 años?
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PRESENTACIÓN
La vida de Juan Ciudad transcurrió desde fines del siglo XV a mediados del XVI. Una época de transición de la Edad Media a los Tiempos Modernos. Un tiempo de cambios en la forma de pensar y de vivir. Pocos momentos de la historia del hombre son equiparables a aquella efervescencia. Tal vez similar al que nos toca vivir en la actualidad, viajes espaciales e Internet de por medio. Tiempos de un nuevo orden de ideas y hábitos. Si bien podemos considerar la caída de Constantinopla (1453) como hito de división entre la Edad Media y Moderna, no olvidamos dos hechos relevantes ocurridos en 1492, con peso propio para cambiar el carácter de los tiempos, la expulsión de los Moros de la península ibérica y el descubrimiento de América. Estos momentos históricos, junto al fin de la guerra de los Cien Años, constituyen hechos claros demarcatorios de una época de cambio. Diferentes factores contribuyeron por evolución al proceso de quiebre del mundo medieval. El momento de fin y resurgimiento fue dado, entre otros, por los siguientes hechos: la extinción del feudalismo y del per-
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fil monástico del medioevo; el surgimiento de los estados; el desarrollo de la clase media en los Burgos; las grandes invenciones (imprenta, brújula, pólvora, papel); la aplicación del método experimental en los estudios; los descubrimientos marítimos y el impulso de la economía mundial con las nuevas manufacturas y riquezas; el resurgir de obras clásicas; la difusión del saber; crisis religiosas, etc. Algunos hechos permiten ubicarnos en los tiempos de vida de Juan Ciudad: Miguel Ángel terminaba de esculpir La Piedad; Leonardo Da Vinci pintaba la eterna sonrisa de la Monalisa; Nicolás Maquiavello analizaba el arte de la política en El Príncipe; en el nuevo mundo, Hernán Cortés junto a un puñado de hombres conquistaba una civilización, la Azteca. Eran tiempos intensos, de sueños, de aventura, de ideales. Fueron los tiempos de Carlos V, el monarca de un reino donde no se ponía el sol, tiempos de Teresa de Jesús, de San Ignacio de Loyola y el nacimiento de una Orden, del humanista Desiderio Erasmo, “el hombre más cultivado de su tiempo”, de Martín Lutero y una Reforma que provocó el cisma de la Iglesia Católica y un reordenamiento posterior, tiempos de Papas guerreros como Alejandro VI, y de los conquistadores españoles en América.
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PRESENTACIÓN
Eran los tiempos del Renacimiento, de la Reforma, de los descubrimientos geográficos, del Siglo de Oro Español. Quien haya vivido aquella época habrá recibido el fuego de cambios trascendentes. ¿Pero basta esto para proyectarse cinco siglos? No alcanza. Tal vez, el valor agregado que lo diferenció, fue la fidelidad a su pensamiento y la coincidencia entre éste, su sentir y su acción por el prójimo. El motor fue la COHERENCIA de un hombre, viviendo un tiempo de cambio. Lo trascendente, el carisma vivido con intensidad en su momento y proyectado en el tiempo Y ahora la historia continúa. Ahora nosotros, con el desafío de continuar un proceso en el hacer cotidiano y la pertenencia a un lugar. Ser. Sin diferencias.
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LOS INICIOS
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Los inicios La vida pública de Juan Ciudad comienza con la apertura del Hospital de la calle Lucena en 1539, ocupando todas las horas del día entre la oración y la entrega al prójimo, especialmente el enfermo. Una vida caracterizada por la asistencia a los enfermos sin descanso; una comida frugal en dosis necesarias sólo para sobrevivir, la aspereza de su hábito y sus pies descalzos; su sumisión y obediencia al Arzobispo y al Maestro de Ávila. Una vida abnegada. Demuestra también su capacidad organizativa. Primero admite en la casa alquilada a los menesterosos, lisiados y enfermos recogidos de la calle para su cuidado. Dentro de su pequeña casa, cobijó a los enfermos, a quienes separó en las habitaciones según edad, sexo, naturaleza de la enfermedad y gravedad de la misma; realizó espontáneamente y con su razón e intuición una verdadera clasificación de pacientes, digno del más actual de los hospitales. La asistencia médica era realizada por médicos llamados por Juan. Juan Ciudad entendía que el cuidado de cuerpo del enfermo era el medio para salvar sus almas. Su solidaria acción en Granada, se fue conociendo y expandiendo, dando lugar al aumento de bienhechores de la
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LOS INICIOS
causa, llegando incluso a otras regiones como Andalucía y Castilla. En la Navidad de 1539, el Prelado de Granada, Obispo de Tuy, le impuso el nombre Juan de Dios, como así también el hábito que lo distinguiese en nombre de la Santísima Trinidad (un cossete, unos calzones de buriel y un capote de sayal).
Primeros juandedianos Con nombre y hábito, permaneció sólo en la realización de las arduas tareas. Siete años pasaron únicamente con la ayuda de los propios enfermos y algunos criados (1). Es a fines del año 1546 que recibe e incorpora al Ministerio Hospitalario a los dos primeros Hermanos, Antonio Martín y Pedro Velasco, dos personas separadas por la brecha de la venganza el primero y la culpa, el otro. Juan de Dios logra la unión de ambos y su acto convierte la vocación de ellos, constituyéndose en los primeros continuadores de la obra, después de la muerte del Santo. En 1547 se mudan al ex convento de la calle de los Gomeles; un lugar más amplio que admitió 150 camas que rápidamente fueron ocupadas por más enfermos. Esta expansión requirió nueva solicitud de fondos para
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afrontar los nuevos gastos, Juan salió a pedir ayuda por las ciudades de Andalucía y Extremadura. En esta búsqueda, que llega a Valladolid, asiento de la Corte, donde conoce personalmente al Príncipe Felipe (futuro Felipe II), hijo del Emperador Carlos V. Logró el apoyo del Príncipe, sus hermanas las Infantas y otros cortesanos logrando nuevas donaciones que comenzó a utilizar con los pobres de Valladolid. En su ausencia, el Hospital de Granada funcionó correctamente bajo la Dirección de Antón Martín. Episodios como el incendio del Hospital Real y el acto heroico en el Río Genil, no hicieron más que exaltar la vida singular y de entrega de Juan Ciudad cuya muerte ocurrió el 8 de Marzo de 1550 en Granada. Nuevos miembros perpetuaron la obra de Juan de Dios luego de su muerte arrastrados por su vida ejemplar, abnegada, desinteresada y con entrega absoluta al hombre enfermo. En los apuntes Fr. Luis García, a la muerte del Santo tomaron el hábito seis personas: Antón Martín, Pedro Velasco, Fernando Nuñez, Simón de Ávila, Dominico Piola y Juan García. Estos hombres se entregaron con fervor a las tareas de hospitalidad, constituyéndose en sus verdaderos apóstoles. Ellos elaboraron la primera Constitución de la Orden, basa-
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LOS INICIOS
dos en las Normas Prácticas que Juan de Dios dejó, teniendo como eje los actos de hospitalidad y ejercicios de la vida ascética. Este compendio fue sin duda, la base organizacional de la Orden dada por el fundador. Antón Martín fue nombrado Hermano Mayor por el Arzobispo Pedro Guerrero, siendo el responsable de esa comunidad hospitalaria. La fama ganada por el Santo y sus discípulos por la caridad prestada a los enfermos, fue de tal magnitud, que la casa de la calle de los Gomeles prontamente quedó pequeña, para recibir la masiva llegada de enfermos de otras regiones. Por esta razón Antón Martín tramitó la mudanza a otro predio más espacioso dependiente de los jerónimos. Los buenos auspicios del Arzobispado y del Maestro Juan de Ávila hicieron el resto en 1552. Este nuevo Hospital de Granada se fundó con el nombre de Juan Ciudad. Antón Martín viaja a Madrid a postular para el Hospital de Granada y no sólo logra ese objetivo sino también la ayuda y los auspicios del Príncipe Felipe y el Arzobispo de Toledo para edificar el Hospital de Madrid. Esto se concreta en 1552 inaugurándose un nuevo Hospital llamado de Nuestra Señora del Amor de Dios.
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La nueva generación de Hermanos impulsores de la Hermandad Hospitalaria en el Hospital de Granada fueron Rodrigo de Sigüenza, Sebastián Arias, Melchor de los Reyes, Pedro Soriano y Frutos de San Pedro. Sin duda fue Rodrigo de Sigüenza una figura relevante en la historia de la Orden por ser el gran organizador inicial de la misma. Logró formar una congregación religiosa, a punto de partida de los Hermanos de Juan de Dios, diseminados ya en varios hospitales. Sigüenza que en 1567 es nombrado Hermano Mayor asistió como soldado del Emperador Carlos I y como enfermero en la guerra de las Alpujarras. Esta rebelión morisca ocurrida en 1568 en Granada requirió la rápida intervención de Felipe II y de su hermano Don Juan de Austria para poner fin a la misma (1).
Sin duda fue Rodrigo de Sigüenza una figura relevante en la historia de la Orden por ser el gran organizador inicial de la misma.
Los Hermanos Hospitalarios Rodrigo de Sigüenza, Sebastián Arias y Pedro Soriano, se ofrecieron y actuaron en los trabajos sanitarios de la guerra.
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LOS INICIOS
Su magnífica labor fue premiada con el apoyo del Rey en sus obras. Episodio similar ocurrió en la Batalla naval de Lepanto colaborando luego en la fundación del Hospital de Nápoles. En 1568 Pío V emite la bula LUBRICUM VIATE GENUS, que propone a personas religiosas que viven en comunidad a la profesión solemne de los tres votos substanciales. Rodrigo de Sigüenza expresó al Arzobispo Pedro Guerrero la intención de la Hermandad Hospitalaria de erigirse en Congregación religiosa. Con las recomendaciones de Felipe II, Juan de Austria, el Marqués de Modejar y otros cortesanos de Granada envía a los Hermanos Sebastián Arias y Pedro Soriano a Roma para realizar la petición a su Santidad. En 1572 el Papa San Pío V firma la bula LICET EX DEVITO con la que se aprueba la Congregación Hospitalaria, esto es la erección canónica en Congregación Religiosa Hospitalaria y luego en Orden. En 1576 Gregorio XIII emite la bula IN SUPEREMINENTI y al año siguiente la bula PROVISIONES NOSTRAE declarando la autenticidad de bulas anteriores (LICET EX DEVITO) (1).
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Efervescencia religiosa y hospitalidad En el año 2002 publicamos en Historia y Vida un artículo que titulamos “San Juan de Dios, un pionero de la medicina científica”, donde atribuíamos a Juan Ciudad (1495–1550) el mérito de haber humanizado la medicina en una época precientífica. En el 2003 publicamos en Labor Hospitalaria de Ramos Mejía, un breve trabajo en el que pretendíamos demostrar que fue también un adelantado de la reforma hospitalaria. Fue necesario que transcurrieran 1500 años para que apareciera en occidente un hombre que entendiera el mensaje de Jesucristo y resolviera trabajar para vincular el amor al hombre con el arte de curar. “El arte de curar se inicia con el hombre porque el hombre encuentra fallas en su cuerpo”, pero el ejercicio de este arte fue en un principio mágico y aun religioso y fue humanitario cuando fue expresión del amor al prójimo, amor personalizado y desinteresado. La expansión de la Orden se produce a medida que la sociedad descubre el cambio de paradigma y entonces se genera en todo occidente una fuerte apetencia por gozar de sus servicios. De España a Italia y a Francia y de allí a Inglaterra, a Portugal y explosivamente a América. Retomando y reafirmando en parte lo expresado al comienzo de este trabajo: 1500 fue un siglo de grandes testimonios religiosos, tanto de católicos como de disidentes: Ignacio de
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EFERVESCENCIA RELIGIOSA Y HOSPITALIDAD
Loyola crea la Orden de los Jesuitas en 1540; Santa Teresa de Jesús en 1562 funda el Convento de San José y emprende la Reforma del Carmelo para preconizar el ascetismo religioso en coincidencia con la prédica simultánea de San Juan de la Cruz, su confesor, quien preso en Toledo redacta el “Cántico Espiritual”; Tomás Moro pública “Utopía” en 1516 que es una de las obras más importantes del humanismo inglés y muere decapitado en 1535 por negarse a traicionar su testimonio religioso. Pero simultáneamente Lutero publica en 1517 su “95 Tesis” en que critica a la Iglesia y se constituye en el padre del protestantismo; Erasmo de Rótterdam edita en 1511 su libro “Elogio de la Locura”, obra aplaudida por Lucero; Calvino desde Ginebra escribe “Institución de la religión cristiana” donde sostiene los preceptos de lo que sentarían las bases de una nueva Iglesia.
El mérito de haber humanizado la medicina en una época precientífica.
Toda esta efervescencia religiosa produce importantes cambios institucionales, pero Juan Ciudad permanece al margen de los debates porque para poner en acción su proyecto le basta con privilegiar el amor. Seguramente su confesor San Juan de Ávila lo ayudaría a ignorar los debates políticos que
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se derivaban en guerras supuestamente religiosas y de los debates teológicos que disimulaban el deseo de poder de los obispos y lo alentara a encontrar el camino de la hospitalidad. Pero en tiempo de efervescencia religiosa surgen vocaciones para una vida de entrega de amor a Dios y al prójimo.
Pero en tiempo de efervescencia religiosa surgen vocaciones para una vida de entrega de amor a Dios y al prójimo
La efervescencia espiritual a la que hacíamos referencia se refleja en 2007 en las actas de la reunión de los Obispos de Hispanoamérica en Aparecida. Nos encontramos con los reclamos del clero por ocuparse del trabajo social y sus reclamos de más educación y más salud para sus pueblos y entonces añoramos un Juan de Dios que supo unir su amor por los enfermos a una gran capacidad de gestión innata en él y transmitida a los colaboradores. Veamos lo que hizo:
La misión: etapa fundacional Cuando Juan Ciudad funda su primer hospital en Granada en 1539 bajo el reinado de Carlos V (1) de España (1500-1558),
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el pueblo español sufría grandes penurias, porque su rey comprometido en continuas guerras en Francia, Alemania, Países Bajos y Turquía, invertía en esas guerras grandes sumas de dinero (incluido el oro que llegaba de América) y aunque una de sus motivaciones guerreras fuera la recuperación del cristianismo en Europa con su poder por ser el Emperador del Sacro Imperio Romano germánico, poca atención prestaba a los conflictos sociales españoles. Ausente de España por largo períodos, ignoraba los asuntos de su pueblo. También debió enfrentar la fragmentación doctrinaria del cristianismo y debate ideológico con Lutero en 1521 que terminó en un fracaso. Los Habsburgos supieron precozmente de la existencia de los Hermanos Hospitalarios y siempre expresaron afecto por la nueva Orden y no obstante Felipe II, heredero de Carlos V, cometió errores diplomáticos con los religiosos, pero al mismo tiempo permitió que se expandieran por toda España: en 1570 ya funcionaban más de 5 casas españolas. Claro está que en esos años habían ocurrido sucesos que prestigiaban mucho a la Orden. Uno muy importante fue que los Hermanos Hospitalarios ingresaran en calidad de enfermeros en los ejércitos de Felipe II y tuvieran una actuación muy reconocida en la Guerra de Alpujarras contra los Moros (1568-70). Luego en 1571 acrecentarían su prestigio en la
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batalla de Lepanto en la que Don Juan de Austria venció a los turcos. Tanto prestigió a los Hermanos Hospitalarios su participación en las fuerzas armadas que Juan de Austria les donó 5000 ducados para satisfacer el deseo del Hermano Pedro Soriano de fundar un hospital en Nápoles y así se hizo. También Felipe II los invitó a recomponer el hospital San Lázaro de Córdoba, de su propia donación.
Tal era la pujanza de esos religiosos que en ese mismo año en 1589 arribaron Hermanos Hospitalarios a Méjico, primera puerta en América.
Pero el verdadero gran suceso fue por entonces el viaje a Roma de Pedro Soriano y Sebastián Arias, quienes consiguieron que el Papa Pío V aprobara la Fraternidad el 1º de Enero de 1572 y autorizara su funcionamiento no sólo en Italia sino también en el resto del mundo. Sixto V ratificaría la constitución canónica el 1º de Octubre de 1586 y ya en 1587 se celebraría el Primer Capítulo integrado por 7 vocales de España y 5 de Italia. El 2º Capítulo tendría lugar en Roma en 1589. Tal era la pujanza de esos religiosos que en ese mismo año en 1589 arribaron Hermanos Hospitalarios a Méjico, primera puerta en América. (Ver Tabla 3. Hermanos Hospitalarios)
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No todo sería fácil para la “Hermandad Hospitalaria” en esos primeros tiempos. El empeño de los Obispos Ordinarios en conservar su influencia institucional, más el reclamo de los Jerónimos que reclamaban el poder de gobierno del Hospital de Granada influye sobre el ánimo de el voluble Felipe II, quien consigue que el Papa Clemente VIII limite la independencia de la Orden (1592). El Papa ordena a los Hermanos Hospitalarios volver a la disciplina de los ordinarios y retrotrae a la Orden a la calificación de “Fraternidad”, lo que significaba no poder acceder a los votos agustinianos de pobreza, obediencia y castidad. Era evidente que a Felipe II le molestaba que una Orden religiosa nacida en España fuera gobernada desde Roma. Por eso hasta 1608 no hubo General, ni Provinciales, ni nuevos Capítulos. Fue necesario que Felipe y su esposa Margarita escucharan a Pedro Egipciaco para que las normas fundacionales volvieran a su curso aunque sólo en Italia por rectificación del mismo Clemente VIII. En el Capítulo de 1596 las cosas se habían arreglado parcialmente, sobre todo en Italia. Vale la pena imaginar ese tiempo de lucha por la expansión, cuando pese a tener que respetar a las autoridades políticas y al papado consigue la Orden atraer tal cantidad de vocaciones entre jóvenes de todos los estratos sociales, incluso de la nobleza, que en setenta años de trabajo tiene presencia
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1955 Ghana (R)
1641 Guatemala
1662 Honduras
1650 Nicaragua
1951 Vietnam
1636 Brasil
DE CANADA:
1941 EE.UU
1613 Bolivia
1620 Panamá
Hungría
1606 Perú (Australia)
1603 Filipinas
1880 Inglaterra
1880 Irlanda
1955
Alemania
1604 Colombia (Cartagena)
1606 Portugal
Rumania
1627 Polonia
1603 Cuba (Habana)
1601 París
1716 Canadá
1619 Chile
1605 Austria
1587 Mejico
1590 Paises Bajos
FRANCIA 1601
GHANA
1601 Francia
AMERICA 1587
ESPAÑA 1539
ITALIA 1570
1539 GRANADA
1961 Rodesia
1959 Corea del Sur
1946
AUSTRALIA
1880 Irlanda ( R)
INGLATERRA 1880
1953 Brasil
1947 Africa
1928 Azores
1780 Asia
PORTUGAL 1606
Tabla 3. Hermanos Hospitalarios
CANADÁ
CUBA 1603
AMÉRICA
1619
CHILE
PERÚ 1606 1636 1953
1955
GHANA
1961
RODESIA
ÁFRICA 1947
1606
PORTUGAL
INGLATERRA 1880
1627 POLONIA IRLANDA 1880 PAISES BAJOS FRANCIA 1601 PARÍS AZORES 1590 1928 1605 ESPAÑA1570 AUSTRIA ITALIA
BRASIL
BOLIVIA 1606
1604
COLOMBIA
NICARAGUA 1650 GUATEMALA 1641 HONDURAS PANAMÁ 1620 1641
MÉJICO
1587
1716
ASIA 1780
1946
AUSTRALIA
1603
FILIPINAS
COREA DEL SUR 1959
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en España, Italia (1570), Francia (1601), Países Bajos (1590) y en la lejana América (1587). Del desarrollo en España, que es abrumador, no nos ocuparemos pero sabemos de las rápidas fundaciones en Sevilla, Málaga, Antequera, Palencia, Pontevedra, Segovia, Madrid y Barcelona la ciudad que tanta influencia tuvo en toda la historia de la Orden, y en tantas otras localidades españolas antes del año 1600. La vista a Roma de Pedro Soriano y su relación con Carlos Borromeo y con Don Juan de Austria, no solo provocó despertar el interés de esos personajes que como dijimos facilitaron a los Hermanos Hospitalarios la fundación del Hospital de Milán y de la atención hasta en los países bajos, donde se afianzaron luego en 1590, sino que también despertó la admiración de María de Médici, esposa del rey de Francia Enrique IV, quien solicitó de los Hermanos Hospitalarios que se instalaran en París y efectivamente, allí fueron desde Italia en 1601 a poner su impronta en un Hospital que aun existe, conocido hoy como Hospital de Cuidar o (la Charité/caridad) en pleno centro de la ciudad. La presencia en Italia desde 1572 produjo la expansión a Austria en 1605 y luego en 1672 a Polonia, Alemania, Hungría y Rumania. En Italia mientras tanto y por influencia también de Carlos Borromeo, Don Juan de Austria y del Papa Gregorio XIII, fundan el Hospital de Calibita en Roma en 1584, cuya historia
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merecería un artículo especial. En 1606 los Hermanos Hospitalarios retornan a Portugal en un intento de comprar la casa donde viviera Juan Ciudad. Por supuesto de inmediato instalaron una pequeña Iglesia y un pequeño Hospital. Luego se afianzarán allí en 1640. En esos años ocurrieron cosas insólitas para su tiempo, por ejemplo: Margarita de Austria esposa de Felipe III solicita al Padre Pedro Egipciaco, el mismo que introdujo la Orden en América y que tanto trabajó para mantener el carisma de la Orden, le pide a los Hermanos Hospitalarios que vayan a Filipinas. Era el año 1608 y allí van los Hermanos Hospitalarios por rutas marítimas e intrépidas, y pretenden instalarse pese a la agresión continua de grupos de indígenas, acciones que culminan con el martirio de tres religiosos (es mucho después, en 1750 que los Hermanos Hospitalarios volverán a Filipinas desde Méjico). Otro hecho insólito fue la llegada a Australia en 1605 (“Australia” en homenaje a la Casa de Austria). Llegaron en barcos que partieron del Callao (Perú) y allí volverían para instalarse definitivamente en 1946 con éxito. Un tercer hecho insólito ocurrió en 1636 cuando los Hermanos Hospitalarios que estaban cumpliendo funciones de enfermeros en una flota española, conocen las costas brasileras e intentan instalarse, pero también fueron resistidos y varios religiosos fueron muertos. Esa flota española com-
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batía a piratas holandeses e ingleses que asolaban la zona. Volverían a Brasil desde Portugal recién en 1953. 1630 año histórico: Juan de Dios es beatificado por Urbano VIII, y el 16 de Octubre de 1690 es canonizado por Alejandro VIII. La Iglesia ratifica así su admiración por la Orden, lo que en esos tiempos significaba un gran estímulo para las vocaciones y un gran respeto en el mundo de la salud. En 1780 desde Portugal llegaron Hermanos Hospitalarios a Asia. Mucho más tarde, 1928, desde Portugal fueron a las Azores; en 1947 al África y como dijimos en 1953 a Brasil. Francia que tuvo el privilegio como ya dijimos de instalar Hermanos en París en 1601, envió representantes a Canadá en 1716 y en 1877 y 1880 a Irlanda e Inglaterra, previendo las dificultades que surgían a partir de la Revolución Francesa.
1630 año histórico: Juan de Dios es beatificado por Urbano VIII, y el 16 de Octubre de 1690 es canonizado por Alejandro VIII.
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LA EXPANSIÓN
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La expansión La Etapa Fundacional iniciada en 1539 se extendió aproximadamente hasta 1794. Durante esta etapa definitoria la Orden consiguió instalar 206 casas en el mundo, contando con una abundancia de Hermanos Hospitalarios no igualada en etapas posteriores. Vale la pena mencionar datos, aunque estos no sean rigurosamente exactos: 1539-1974 PRIMERA ETAPA DE EXPANSIÓN ESPAÑA
60 Casas
Religiosos: 5 a 30 por Casa
AMÉRICA
62 Casas
Religiosos: 5 a 30 por Casa
FILIPINAS
5 Casas
Religiosos: 6 a 16 por Casa
PORTUGAL
11 Casas
Religiosos: 4 a 27 por Casa
• España: 60 casas, entre 5 y 60 religiosos por casa. • Portugal: 11 casas, entre 4 y 27 religiosos por casa. • América: 62 casas, entre 3 y 50 religiosos por casa. • Filipinas: 5 casas, entre 6 y 16 religiosos por casa. (Luego veremos que para 1880 en Italia llegaron a ser 559 los religiosos y para 1850 había en Asia y África 35 religiosos). Antes de continuar con la historia de la expansión de la Orden cabe una meditación sobre el despertar de las vo-
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LA EXPANSIÓN
caciones que permitió esta gesta gigantesca. La vocación no sólo significa hacer bien lo que se hace por placer, en este caso diríamos por amor al enfermo, sino también asumir los riesgos de los viajes por mares poco conocidos a tierras casi desconocidas. Un amor así expresado debe ser considerado doblemente heroico. Despertar vocaciones implica sustentarlas, sostenerlas, alimentarlas con la doctrina sin desviarla y orientarlas a los fines misioneros ya que se trataba de evangelizar por el servicio y desde el servicio a la apetencia religiosa. En la primera parte de este trabajo hemos intentado instalar la fundación de la Orden en su contexto histórico donde se dieron el despertar de las ideas y de los compromisos del hombre del Renacimiento, la fuerza de la Fe de los hombres en los nuevos mandatos de Dios. “Enseñad el Evangelio a todos los hombres”. Volviendo a la historia, nos atrevemos a afirmar que América fue una hija dilecta de la Orden (6).
Se trataba de evangelizar por el servicio y desde el servicio a la apetencia religiosa.
Como lo puntualizábamos en nuestro trabajo anterior (6) so-
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bre la gesta de la Orden en Argentina, Bolivia y Chile, la actuación española en América “fue conquista porque una cultura se impuso por la fuerza a otra cultura; fue colonización porque la nueva cultura impuso comportamientos propios del país de origen; y fue evangelización porque siendo España un país intrínsecamente católico envió a América junto con los soldados al clero…”. Pero diferenciábamos el clero oficial que portaba una cruz que las indígenas confundían con una espada, de los religiosos de las órdenes monacales que brindaron primero servicios, como salud y educación y a través de ese testimonio avanzaron en la evangelización. (7)
Que en menos de 60 años se expandieron por toda América.
Llegaron los Hermanos Hospitalarios con los barcos de la conquista, asistieron sanitariamente a conquistadores y conquistados sin distinción, regentearon hospitales de la corona y fundaron los propios donde fueran necesarios. Tan apreciados fueron sus servicios que en menos de 60 años se expandieron por toda América. Estuvieron en la Habana en 1603, en 1604 en Cartagena de Indias, en 1606 en El Callao, Perú, en 1613 en Potosí, en 1615 en Oruro, en 1619 en La Concepción de Chile, y ese mismo año en Santiago,
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LA EXPANSIÓN
Cuzco y Arica, en 1620 en Portobelo de Panamá, en 1625 en Cochabamba, en 1636 en Brasil, en 1642 en Guatemala, en 1650 en Nicaragua y en 1662 en Honduras. En Méjico habían recalado tres Hermanos en 1587 pero se instalaron oficialmente en 1611. A Argentina llegaron tarde y eso está explicado en el trabajo ya citado. Basta ahora recordar que el Virreinato del Río de La Plata se jerarquiza tarde en la historia de la ocupación española.
Tal vez no debiera hablarse de sincretismo en América, sino de una religión cristiana enriquecida con mitos y costumbres propios de una religiosidad aborigen.
Muchos más ejemplos podríamos consignar para demostrar la rapidez de la expansión en América, pero el recuerdo de esas radicaciones basta para apreciar el éxito juandediano en el nuevo continente y su contribución a los resultados más respetados de la Conquista, los cuales fueron una misma religión con sus sincretismos y una sola lengua. Tal vez no debiera hablarse de sincretismo en América, sino de una religión cristiana enriquecida con mitos y costumbres propios de una religiosidad aborigen.
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LA DECADENCIA
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Decadencia Un tiempo de grandes dificultades comienza para la Orden alrededor de 1775. Por un lado las vocaciones comienzan a escasear y la propia expansión explosiva afecta la disciplina en los próximos setenta años aproximadamente. Por otro lado los procesos históricos cambiaron el esquema geopolítico de occidente: el surgimiento de las nuevas ideas enciclopedistas con fuerte acento laicista que prepara la represión de las órdenes religiosas, entre ellas la expulsión de los Jesuitas de Portugal, España y Francia. La Revolución Francesa, 1789 que primero produce primordialmente un gran desorden social; la invasión napoleónica a España en 1809; la independencia de las Colonias de América y la consecuente interrupción de las comunicaciones y directivas desde Europa. Ya antes en España se asistía a la caída de la Casa de los Austria y el trono español pasaría a ser propiedad de los Borbones que nunca simpatizaron con los juandedianos. Respecto de este punto y como reconocimiento a los valores morales de los Hermanos Hospitalarios, recordemos que siguieron fundando hospitales, aunque en menor número. No es nuestra intención justificar la conveniencia de gozar del apoyo de los gobernantes y de los poderosos para crecer y afianzarse, pero sí afirmar que es deber de los que
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DECADENCIA
detentan poder ayudar en sus tareas a quienes más contribuyen al bien común que siempre beneficia al que recibe y al que da.
Napoleón ordenó luego directamente la extinción de las Ordenes Religiosas en su Imperio.
El enciclopedismo fue, con cierta razón, fuertemente crítico del poder temporal de la Iglesia, propuso el predominio de la razón sobre la Fe y desprestigió la figura del sacerdote y del monje. El luteranismo, el jansenismo y el volterianismo (Voltaire fue un gran enemigo de la religión) introducía dudas sobre la sinceridad de la Iglesia Católica. La Revolución Francesa tardó muchos años en conseguir que su lema “libertad, igualdad y fraternidad” produjera mejoras en cuanto a los derechos humanos y en ese intervalo destruyó muchos valores que mantenían la unidad del pensamiento europeo. Napoleón ordenó luego directamente la extinción de las Órdenes Religiosas en su Imperio, al punto de desbastar los hospitales juandedianos de España (sólo resistieron unos pocos de Andalucía y uno en Murcia). En 1834 fueron suprimidas todas las órdenes religiosas. Los Hermanos Hospitalarios de las casas de América quedaron a la deriva y se enrolaron algunos en los ejércitos españoles y otros en los
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libertadores. Se interrumpió el arribo de Hermanos Hospitalarios a América y por supuesto no surgieron nuevas vocaciones. El laicismo impregnó por un tiempo todas las mentes juveniles, incluso la de algunos jóvenes religiosos.
El laicismo impregnó por un tiempo todas las mentes juveniles, incluso la de algunos jóvenes religiosos.
En Italia también se sintieron los mismos efectos provocados por las mismas causas, pero la Orden pudo conservar allí 16 hospitales y 160 religiosos. En Asia y en África quedaron sólo 35 religiosos en total. 1775-1800 SEGUNDA ETAPA: DECADENCIA Y DESAPARICIÓN ITALIA ASIA AFRICA
68 Casas
Religiosos: 4 a 60 por Casa de 1700 a 559 Religiosos Religiosos: 35 en total
1820 - 1914 TERCERA ETAPA: RESTAURACIÓN
El resultado provisorio fue la casi desaparición de la Orden en el mundo, por lo menos su desarticulación. Fueron tiempos de sufrimiento y desazón, pero Dios no abandona al hombre y como prueba de ello recordemos por ejemplo desde 1732 crecía la orden de los Redentoristas
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DECADENCIA
fundada por Alfonso María de Ligorio y desde 1747 la de los Pasionistas hijos de Juan Pablo de la Cruz y que la actividad de los Hermanos Hospitalarios era añorada en todos los lugares en donde habían actuado. No todo era sórdido. La Iglesia toda examinaba su pasado y nuevos Papas con menos ansiedad de poder temporal y gran deseo de revitalización de la doctrina y de la conducta del clero facilitaron la Restauración.
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LA RESTAURACIÓN
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La restauración El Papa Pío VII después de cinco años de destierro retornó a su sede ante el júbilo de una Europa ávida de reunificación espiritual. En 1814 había sido vencido Napoleón y Fernando VII al recuperar el trono devolvió los conventos. Pero, no surgían vocaciones. Durante la posterior guerra de sucesión en tiempos de Felipe V los pocos Hermanos Hospitalarios que persistían se encontraron dispersos en ambos bandos. La restauración debió esperar en España a que se superara el duro golpe que recibiera la Iglesia en cuanto a la pérdida de sus bienes por obra de un movimiento de fuerte influencia masónica que dio en llamarse la “Amortización de Mendizábal”. El gobierno ordenó a la Orden cerrar aquellos hospitales en los que se desempeñaran menos de doce religiosos.
Fernando VII al recuperar el trono devolvió los conventos.
A partir de 1850, pese a las situaciones sociales externas que se desataron a partir de la Revolución Industrial iniciada en Inglaterra en 1830 y replicada en Francia en 1848, el hombre occidental más consciente de su dignidad comenzó a reclamar educación y salud. Una mínima educación bási-
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LA RESTAURACIÓN
ca para acceder al ahora trabajo mecanizado y a una salud más agredida por el trabajo industrial era el reclamo al que muchas órdenes religiosas podían dar respuesta en sus instituciones. Los Hermanos Hospitalarios de San Juan vuelven a ser apetecidos y dignificados.
El hombre occidental más consciente de su dignidad comenzó a reclamar educación y salud.
A partir de 1820 en Francia y 1867 en España comienza realmente la restauración de la Orden. Pero el mérito mayor de esa restauración es de un italiano Benito Menni, descubierto por otro grande en la historia de la Orden, Juan Alfieri. Benito Menni redefine la Orden, reagrupa la diáspora, reunifica la unidad de los Hermanos Hospitalarios Juandedianos, recompone la disciplina, reactiva el crecimiento, viaja por el mundo, incluso llega a América y aun visita brevemente la Argentina en 1892, funda la rama femenina de la Orden (las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús) y muere en 1914 dejando en marcha una auténtica restauración. En América nunca se perdió el ánimo de fundar nuevas casas, aunque a un ritmo más lento y nunca los Hermanos Hospitalarios perdieron su actitud misionera y su vocación
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sanitaria. Hay registros sobre la consolidaci贸n de las casas en 1914, previo a la primera guerra mundial, regidas por 1740 religiosos (con predominio de espa帽oles).
Los Hermanos Hospitalarios de San Juan vuelven a ser apetecidos y dignificados.
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NUEVOS PROBLEMAS. PERSECUCIÓN Y MARTIRIO
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Nuevos problemas. Persecución y martirio No podemos dejar de destacar entre las circunstancias propicias de la restauración no sólo en la Orden sino del catolicismo en general, la eclosión en el seno de la Iglesia de los grandes Papas que enarbolaron las banderas de la paz y de la justicia social, Pío IX (1846-78) y León XIII (1878-1903). De allí en adelante el Papado fue asumido por hombres imbuidos de una profunda espiritualidad y comprometidos con las causas justas, entre otras del sistema democrático basado en la libertad, no en el orden. Estos fueron los papas que alentaron las esperanzas de los hombres por un mundo mejor pese a los acontecimientos que luego sobrevendrían y que nuevamente se opusieron a la restauración juandediana. La guerra civil española (1936-39) dividió a España. Los Hermanos Hospitalarios que quedaron en la zona roja sufrieron persecución y martirio. En Toledo 4 Hermanos Hospitalarios fueron fusilados, 15 en Tarragona, 7 colombianos en Barcelona, 24 de la Comunidad de Ciempozuelos, (Madrid), 12 de la comunidad de Carabanchel (Madrid), 5 de Barcelona (Sant Boi), 13 de la Provincia de Castilla, todos ellos declarados Beatos, más 28 de distintas casas ya designados Siervos de Dios. Todos fueron fusilados al no querer abandonar las casas. Todos sufrieron graves vejaciones previas, como también las sufrieron muchos otros Hermanos Hospitalarios
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NUEVOS PROBLEMAS. PERSECUCIÓN Y MARTIRIO
españoles que salvaron a último momento sus vidas en circunstancias inenarrables. Bien dice la tradición que “sangre de mártires semilla de cristianos”. Quien visite hoy España será testigo de la vitalidad juandediana, de su ortodoxia, de su carisma y de la necesidad de su presencia en mundo de la salud. La segunda guerra mundial (1939-45) obligó a toda Europa a poner todo el esfuerzo sanitario en la asistencia de soldados y civiles, porque a diferencia de la guerra del 14 que fue una guerra de trincheras ésta fue una guerra de ciudades. Muchos Hermanos Hospitalarios tuvieron que prestar servicios en las fuerzas armadas, lo que a agravó el mantenimiento de las casas.
“Sangre de mártires semilla de cristianos”. Durante esos años en los países dominados por la Alemania de Hitler se suprimieron todos los hospitales religiosos y en la Italia de Mussolini pese a ser aliada fiel de Alemania, las casas pudieron seguir funcionando. Terminaba la guerra, mediante el tratado de Yalta los pueblos fueron cruelmente divididos quedando los húngaros, yugoslavos, rumanos y polacos sujetos al dominio comunista que suprimió toda expresión religiosa.
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Pero la Orden creció entonces en Irlanda, Canadá y en algunos países de América, sobre todo en Colombia y desde Portugal se expandió a África. Los Hermanos Hospitalarios estaban en Irlanda desde 1880 y al año de terminar la segunda guerra mundial fueron a Australia a reactivar las casas (1946) y en 1959 se fueron a Costa de Marfil y en 1961 a Rodesia. Los Hermanos Hospitalarios portugueses que ya habían estado en Asia en 1780 y en las Azores en 1928, se instalaron en 1947 también en África y en 1953 en Brasil (donde como ya lo consignamos habían tenido una experiencia anterior frustrante en 1636 viajando desde España).
La Orden retoma el impulso y otros países, aún la lejana China, apetecen su presencia. Los franceses también hicieron por entonces lo suyo desde Canadá donde estaban desde 1716. Irradiaron su obra a Estados Unidos en 1941, en plena guerra, y en 1955 se instalaron en Ghana. Lo que pudiera seguir ahora es historia reciente. La paz volvió a Occidente, que sin embargo se enreda en guerras lejanas sin sentido. El comunismo ha fracasado y los pueblos recuperan la libertad religiosa. La Orden retoma el impulso y otros países, aun la lejana China, apetecen su presencia.
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NUEVOS PROBLEMAS. PERSECUCIÓN Y MARTIRIO
El progreso científico, la rápida transferencia a la tecnología de esos logros de la ciencia, el reclamo del derecho a la salud y el gerenciamiento de la medicina necesitan más y más recursos económicos para ofrecer asistencia y prevención pero también necesitan agentes sanitarios que trabajen por amor al hombre.
Cincuenta mil colaboradores tratan de ayudar a 1500 religiosos a mantener 264 casas Esos agentes deben asumir dos lealtades, una al enfermo y otra al financiador de las prestaciones, lo que expone al trabajador de la salud a perder el placer de ejercer su profesión. Mucho más que en otros tiempos el carisma de los Hermanos Hospitalarios, tendrá que transferirse a laicos colaboradores que puedan dar respuesta a todos quienes ven en la Orden juandediana una garantía de medicina humanizada. Cincuenta mil colaboradores tratan de ayudar a 1300 religiosos a mantener 264 casas. Esta historia de la expansión con sus períodos de prosperidad y decadencia alternándose en el tiempo finaliza con una invitación a releer el Sermón de la Montaña y a creer en las Bienaventuranzas.
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Tabla 6. La expansión Cronología de la orden 1570
Aprobación
Pío V
1592
Reducción
Felipe II Clemente VIII
1608
Restauración
Austrias Felipe III
1702-1775
Detención
Borbones 206 hermanos
1789
Reducción
Rev. Francesa Napoleón Indep. América
1814
Restauración
Vuelta de Fernando VII
1835
Reducción
Mendizabal
1850
Restauración
Menni
1914
Consolidación
1936
Mártires
1940
Resurgimiento
1962
Crecimiento
Pío VII
1570
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Felipe II Clemente VIII Felipe III
1592
1608
Guerra Española
3600 Religiosos
Fernando VII Mendizabal
1814
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1835
Menni
1850
1962
EXPANSIÓN CON MENOS RELIGIOSOS
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Expansión con menos religiosos El fin de la segunda guerra mundial y de la guerra fría, la caída del comunismo, la incorporación de China y la India al comercio internacional facilitaron la recuperación económica en Europa y Estados Unidos y el consiguiente interés de sus habitantes por la producción, el lucro y el bienestar social. La preocupación por el dinero comenzó a reemplazar el interés por los valores espirituales. El hombre occidental comenzó a elegir diversas interpretaciones de la doctrina católica según criterios individualistas, poco respetuosos de las normas religiosas establecidas desde antaño por la Iglesia Católica. Si bien se siguen observando los ritos de pasaje (bautismo, primera comunión, matrimonio, grandes festividades), las conductas morales privadas y públicas testimonian un alarmante desinterés religioso y concomitantemente una gran crisis de las vocaciones religiosas. Las instituciones religiosas dedicadas a la educación y a la salud quedan involucradas en este problema y deben preparar a laicos comprometidos con sus fines para mantener sus casas. Han de ser laicos a quienes Dios les regale una gran Fe, una firme esperanza en permanecer en una actitud testimonial y con capacidad de ejercer la caridad sin dejar de formar una familia con cónyuge e hijos con quienes compartan un gran deseo de servir. Fray Donatus Forkan, Prior General de la Orden publica re-
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EXPANSIÓN CON MENOS RELIGIOSOS
cientemente un documento titulado “El rostro de la Orden cambia”, Roma 2009, en el que expresa su reflexión sobre el futuro de la Orden. Forkan prevé una renovación que no es otra cosa que la metanoia, transformación de la mente, que nos permita aceptar un cambio radical en nuestra manera de pensar y de actuar en el camino que nos señalan las Bienaventuranzas: 1. Mayor comprensión de la misión de Hospitalidad en la aldea global que tiene de nuevo la gran variedad de maneras de expresarse; 2. Hermanos y Colaboradores miembros de una misma familia; 3. Redescubrimiento de San Juan de Dios. Efectivamente, el mundo actual reclama asistencia humanitaria para un sector de la población no privilegiado por los sistemas de salud y si privilegiado históricamente por San Juan de Dios desde su misión: los pobres, los crónicos, los minusválidos, los terminales, los necesitados de cuidados paliativos, “aquellos a quien nadie ama”. Ese reclamo fuerza aun en el 2009 la continua expansión de la Orden para cubrir un trabajo médico que la Orden viene realizando desde hace más de 500 años. (Ver Tabla 1. Expansión de la Orden - Página 59) (Ver Tabla 2. Expansión de la Orden - Página 60) Forkan quiere correr el riesgo de responder a ese reclamo
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con sólo 1232 religiosos acompañados por 40.000 laicos colaboradores en el seno de una “familia hospitalaria”. En La Paz, Bolivia, ya funciona el nuevo hospital que se venía gestando desde hace varios años. En Paraguay no tiene la Orden ninguna institución y sin embargo, de Paraguay surgieron dos vocaciones. Allí se está gestando lentamente un centro asistencial en la Diócesis de San Lorenzo, con base en una capilla nominada San Juan de Dios, que da asistencia espiritual a una vasta población y que proveerá periódicamente atención primaria de salud. En Honduras desde el 2002 se trabaja con la ayuda de los gobiernos de Valencia, Vasco y Balera, en la construcción de un centro comunitario para la salud mental que ya funciona con la expectativa de asistir cada año a 6000 pacientes. Desde 1982 la Orden deseaba entrar a China desde Corea. En 1999 el Director del Departamento de Salud local de Yanji pidió a la Orden que estudiara la posibilidad real de fundar una unidad de cuidados paliativos en Yanji que está funcionando desde el 2005, y actualmente las autoridades chinas continúan animando a la Orden a abrir más centros como el de Yanji. Es la primera vez que una Orden Religiosa Católica es demandada por las autoridades chinas para construir y gestionar un centro de salud.
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EXPANSIÓN CON MENOS RELIGIOSOS
Desde el 2006 el Superior General pide colaboración para la construcción de un centro en Camerún para la comunidad de Donala y desde el 2008 avanza el proyecto de un centro de rehabilitación en Bien Hoa, Vietnam. Al fin de la guerra en 1975 el régimen comunista unificó el país y nacionalizó las escuelas y hospitales. Los hermanos misioneros provenientes de Canadá y junto con algunos jóvenes hermanos vietnamitas tuvieron que abandonar sus casas y refugiarse en el sur. Ahí en 1954 construyeron un hospital en Tan Bien, Bien Hoa, Dong Nai a 40 km de la ciudad de Raigón (luego Hochiming), dando prueba de que amaban a Dios y a su vocación más que a sus propias vidas. Hoy la Orden cuenta en Vietnam con cinco comunidades con casi 100 miembros entre hermanos, novicios y postulantes: una verdadera refundación y el Gobierno reconoce a los hermanos como expertos en ese sector de la medicina. En el 2009 Forkan llama con insistencia y convicción para instalar un Hogar Clínica San Juan de Dios en Iquitos, Perú, donde están los hermanos instalados precariamente desde el 2000: pero Forkan quiere allí un hospital con estructuras para realizar operaciones quirúrgicas y rehabilitación. Estos emprendimientos esperanzados enfrentados con un
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número de religiosos relativamente escaso, testimonian la valentía de la Orden de no detener la expansión. El testimonio está dado por la calidad de las prestaciones en un área deficitaria. Nuevamente en la historia de la Orden se suceden las acciones de manera adecuada: primero el servicio y por el servicio a la evangelización. Así ocurrió en América y así se repite en Asia, del testimonio cristiano a la predicación evangelizadora. En América el testimonio fue ofrecido y en Asia ahora el testimonio es apetecido. Si Asia apetece la presencia de los hermanos para asistir a crónicos y discapacitados en el seno de una sociedad evangelizada, Occidente también los apetece por las mismas razones vigentes en una sociedad evangelizada pero descristianizada. Dios proveerá nuevas formas de incorporarse a la Orden y de mantener su organización. El catolicismo no es una religión europea. Nació en Oriente, se afianzó en Europa, se expandió en América y penetra en África y Asia predicando una doctrina y brindando servicios sociales a grupos humanos necesitados de asistencia personalizada.
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EXPANSIÓN CON MENOS RELIGIOSOS
Tabla 1. Expansión de la Orden Romana (8)
Aragón (barcelona) (14)
Vietnam (4)
Roma Curia general
Lombardo Véneta (14)
Castilla (15)
Sudam. Septentrional (9)
Com. Interprov
Francesa (7)
Irlanda (17)
America Central (6)
Centros de formación
Austríaca (10)
EE.UU (2)
Sudamerica Merid (8)
Esc. de enfermería (27)
Bávara (13)
Africa central (1)
Africana (9)
Boletin-revista (36)
Silesia (6)
Holanda(1)
Africa Pampuri (5)
Hungría (3)
Canadiense (3)
Africa Menni (6)
Andaluza (15)
Colombia (7)
India (4)
Bohemia Moravia (7)
Inglesa (7)
Corea del Sur (4)
Polaca (13)
Australiana (6) otros (9)
China (1)
Portuguesa (12)
Eslovaca (3) Estados Unidos California (3) Renana (Alemania) (3)
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64 6
De lo cuales están en Deleg.Prov. De Hungría y Eslovaquia
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PORTUGUESA
De los cuales están en la Deleg. Prov. De Brasil
10
ARGONESA
11
POLACA
9
11
60
BOHEMO - MORAVA
8
95
61
6
88
ANDALUZA
7
7
5
De los cuales estan en la Deleg. Prov. de Japón
SILESIANA
38
BAVARESA
6
5
26
AUSTRÍACA
4
37
FRANCESA
3
50
9
De lo cuales están en la Deleg. Prov. De Filipinas
LOMBARDO - VÉNETA
29
ROMANA
Profesos Solemnes
2
1
PROVINCIA
2
3
5
12
0
1
5
0
3
0
12
0
1
3
3
Profesos Temporales
1
1
1
4
0
0
1
0
1
0
3
0
0
3
3
Novicios
0
0
2
1
0
0
1
0
0
0
2
2
0
1
1
Oblatos
Tabla 2. Expansión de la Orden
41 10
CANADIENSE
COLOMBIANA
INGLESA
AUSTRALIANA
De los cuales están en la Deleg. Prov. De Papúa N.G.
14
15
16
17
65
COREANA
AFRICANA - SAN AGUSTÍN
24
25
TOTAL
INDIANA
23
De los cuales están en la Deleg. Prov. De Cuba
SUDAMERICANA MERIDIONAL
10
MÉXICO Y CENTRO AMÉRICA
21
22
27
SUDAMERICANA SEPTENTRIONAL
20
1072
75
20
34
33
29
55
VIETNAMITA
19
21
ETADOUNIDENSE
18
12
32
9
28
IRLANDESA
13
108
CASTELLANA
12
163
33
5
10
8
1
3
9
20
0
9
9
1
4
0
0
1
62
13
1
5
2
2
2
3
3
0
3
3
0
2
0
5
0
12
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
1
EXPANSIÓN CON MENOS RELIGIOSOS
CRONOLOGÍA
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Cronología de hechos contemporáneos a la vida de San Juan de Dios • 1495: Nacimiento de San Juan de Dios. • 1500: Nacimiento de Carlos V, Hijo de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla. • 1502: 4º viaje de Colón a las Antillas. • 1517: Lutero presenta las 95 Tesis de Wittemberg contra las indulgencias. • 1521: Primera edición de la traducción del Nuevo testamento. • 1521: Lutero es declarado hereje por el Papa. • 1522: Sebastián Elcano circunnavega el globo. • 1524: Hernán Cortez conquista Méjico. • 1530: Dieta de Habsburgo. Intento de conciliar a los protestantes y a los católicos. • 1532: Paz de Nuremberg. Conquista del Perú por Pizarro. • 1542: Leyes Nuevas de Indias. • 1545: Nace Don Juan de Austria. Concilio de Trento. • 1546: Muerte de Lutero. • 1550: Muerte de San Juan de Dios. • 1556: Abdicación de Carlos V. • 1558: Muerte de Carlos V.
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ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS
EXPANSIÓN CON MENOS RELIGIOSOS
BIBLIOGRAFÍA
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Bibliografía 1. Compendio de Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Padre Juan Ciudad Gómez. Archivo Interprovincial. Granada (1963). 2. Carlos V, Emperador de dos Mundos. Jean – Pierre Soisson. Editorial El Ateneo 2005. 3. El reto de una aventura Planetaria: El Laberinto Imperial. La Aventura de la Historia, año 2, Nº 15, Enero 2000. 4. Baja Edad Media y Renacimiento: “El Renacimiento Italiano en el S XV”. “Plataforma social del Renacimiento, el Humanismo y la definición de la Modernidad”. Historia Universal. Ed. Salvat. Tomo 11 (2005). 5. Las Luchas de Religión. La Reforma. Erasmo y Lutero. “Contrarreforma. Fundación de la Compañía de Jesús y Concilio de Trento”. Historia Universal Ed. Salvat. Tomo 13 (2005). 6. Breve historia de la Saga Juandediana en Argentina, Bolivia y Chile. A.P. Barousse (2001). 7. La Medicina en los Hospitales Juandedianos de Hispanoamérica en los Siglos XVI y XVII, A. P. Barousse. Historia y Vida. Año 23 Nº 128 (2004).
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ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS
Addenda
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Addenda Detenido este trabajo en el que hemos pretendido volver a la memoria tantos esfuerzos de la Orden para cumplir los objetivos iniciales de San Juan de Dios, nos queda una incertidumbre: ¿por qué tardó tantos años en concretarse su instalación en la Argentina? Sólo en 1940 arriban a Buenos Aires los Hermanos, que primero trabajaron en la localidad de Ramallón, vecino a Luján y luego, a partir de 1941 en Ramos Mejía ¿qué fue de los cuatro frailes que el gobernador José Martínez Salazar en 1664 propuso como probables fundadores del primer hospital de Buenos Aires? Hay una referencia muy concreta: “en 1635 un vicario provincial de la Orden de San Juan de Dios, Fray Alonso de la Cadena, hizo gestiones para ocupar y poblar el nosocomio” Es evidente que la Orden se expandió inicialmente y rápidamente en América siguiendo la ruta de los conquistadores. No hay documentación de la llegada al Río de la Plata de Hermanos Hospitalarios con la tripulación de Juan de Garay, el auténtico fundador de Buenos Aires. ¿Pudieron influir en esta demora las sucesivas decisiones de gobernantes de turno de prohibir el ingreso de nuevas órde-
72
ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS
ADDENDA
nes religiosas, ni aun bajo el pretexto de fundar hospicios y hospitales? En 1654 una cédula real del 1º de agosto así lo certifica y pasado el tiempo, la Constitución Argentina de 1853 establece “la autorización de ingreso al país de nuevas órdenes religiosas, a más de las existentes, requerirá una ley del Congreso en cada caso” y por el artículo 108 se prohibió a las provincias tal autorización. ¿Qué sucedió con los religiosos que partiendo de Chile intentaron instalarse en Córdoba donde se sostuvieron de 1635 a 1637 y en San Juan de Cuyo, por influencia del General San Martín, trabajaron de 1815 a 1820? ¿Qué intimidades no divulgadas nos impiden conocer qué pretendía San Benito Menni en su paso por Buenos Aires en 1892? Es intención nuestra retomar las tareas de investigación revisando los documentos que seguramente encontraremos en los archivos de la Orden. Mientras tanto y como adelanto a tal inquietud, incluimos en esta publicación que será entregada a los Hermanos de la Orden coincidiendo en fecha con los actos de homenaje al Bicentenario, una editorial del Dr. Samuel Finkielman
73
publicado en la revista Medicina (Buenos Aires) en su Nº6/1, noviembre – diciembre de 1980, sugerido entonces por el Comité de Redacción de la revista cuando se conmemoraba el Cuarto Centenario de la fundación de la Ciudad de Buenos Aires, 1980, y que se tituló “La Historia del Primer Hospital de Buenos Aires. Homenaje al Cuarto Centenario de la Ciudad”. …“Por eso, y como homenaje al cuarto centenario de la fundación de Buenos Aires, contaremos brevemente la historia del hospital San Martin, el primero que se estableció en el Río de la Plata, sin juicios ni adjetivos. Se parece a muchas otras historias que terminaron por ser paradigmas de nuestra conducta social. Un hospital lo mismo que un hospicio, cárcel, presidio o basílica, solía ser, en las ciudades europeas, un recinto grande de tres naves con gente en las laterales, un paso por la central y un sitial en el ábside; si se agregan a este arreglo arcos de medio punto que padecen la verticalidad tendremos el llamado estilo gótico, cuya estructura tripartita simboliza la Santísima Trinidad. Nada de esto se verá en América, tierra nueva de paupérrimas aldeas donde los edificios serán endebles y rústicos montones de adobe y cuyos habitantes preferirán morirse en sus camas. Pero las leyes de indias preveían que toda fundación debía destinar un sitio de la planta urbana, contiguo a un convento, para una casa de asistencia de enfermos indi-
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ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS
ADDENDA
gentes. También se había establecido que los hospitales estarían dotados de un noveno y medio de los diezmos para su sostenimiento. De esta manera al fundar la ciudad la manzana 36, limitada por las actuales calles Sarmiento, Corrientes, Reconquista y 25 de Mayo e inmediata a la Merced, fue adjudicada al hospital. Se acordó también ponerlo bajo la advocación de San Martin, el santo francés, y que dos regidores fueran diputados de su patronato y administración. Se han perdido las actas del Cabildo de los primeros años de la fundación, pero en las que se conservan hay varias entradas entre junio de 1605 y enero de 1607 de las que puede establecerse que en el sitio indicado habría funcionado la hermita correspondiente al hospital pero no el hospital mismo. Esto pareciera confirmarse por el acuerdo de febrero de 1611 en el que se decidió su edificación. Pero existía con anterioridad una mayordomía de hospital que había sido ocupada en 1607 por Domingo Gribeo con una miserable remuneración. No se puede excluir por lo tanto que haya existido un Hospital San Martin antes de 1611 que se hubiese venido abajo en ocasión de alguna inundación o tormenta, como pasó con la iglesia Catedral. Poco después, en marzo de 1611, en vista de las dificultades resultantes de su ubicación anterior, pues la ciudad se pobló más al sur en torno del camino al Riachuelo, se decidió el traslado a la manzana limitada por las actuales calles Balcarce, Chile, Defensa y México, probablemente al mismo solar que ocupa la antigua
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casa de Moneda- que esperamos ningún próximo intendente haga demoler – casi sobre el borde de la barranca desde donde ésta descendía hacia el zanjón de la calle Chile o tercio de Matorras. El hospital se construyó rápidamente nombrándose nuevo mayordomo al sargento mayor Sebastian de Orduña; constaba de un rancho, el hospital propiamente dicho, y una capilla adosada al rancho, que fue consagrada a nuestra Señora de Copa Cabana. En los siguientes diez años es posible que nadie se haya asistido en el hospital que no tuvo, por otra parte, ninguna dotación médica. El primer cirujano que llegó a la ciudad fue Manuel Alvarez que en 1605 concertó un contrato formal con el Cabildo que no incluía la asistencia hospitalaria, mantuvo su cargo o más bien fue mantenido en él contra su voluntad por disposición del Cabildo - pues no se le pagaba su estipendio ni se lo autorizaba a renunciar- por unos tres años, según una versión. Un día desapareció, había huido Dios sabe dónde. Según otra versión, fue despedido al cabo de un año por los regidores cansados de sus reclamaciones de que se le hiciesen efectivos sus haberes oficiales y privados. Pero la historia de los médicos de Buenos Aires es otra historia; no pudieron ser satisfechas sus modestas aspiraciones ni retenidos en la ciudad y poco o nada tuvieron que ver con el hospital San Martin. Simétricamente, el hospital no asistiría enfermos; era sin embargo un ítem para la recaudación fiscal y una fuente de trabajo para su guardián.
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En 1623 el Mayordomo Martín de Rodrigo pidió oficialmente autorización para embarcar 1500 cueros que había obtenido como limosna de moradores y vecinos “por no tener renta dicho hospital”. Por esa época parece que algún pobre infeliz o indio tonto buscaba cobijo ocasional en el rancho. En 1635 un vicario provincial de la Orden de San Juan de Dios, Fray Alonso de la Cadena, hizo gestiones para ocupar y poblar convenientemente el nosocomio y llegó a capitular con el Cabildo contraviniendo expresas disposiciones reales. Sin embargo, hacia fines de ese año se autorizó a otro mayordomo, Gaspar Azebedo, ni médico ni cirujano sino barbero como consta en acta, “a curandear, sangrar, echar ventosas” y a hacer alguna “surujía”. Un año después otro mayordomo, llamado Pedro Gomez, requirió al Cabildo que se vendieran los esclavos negros que tenía a su disposición por ser “malos, de peores costumbres y mal servicio y se compren otros”. A Gómez siguió cierto Alonso de Garro que pretendía ser “zurujano”. En 1639 se ordenó que todo el que curara en el éjido de la ciudad exhibiera su título de “médico, cirujano barbero” lo que fue reiterado al año siguiente a raíz de las protestas de quien puede haber sido verdaderamente médico, Andrés Gedeón, que se había marchado a Córdoba descontento de Buenos Aires y de su gente. Alguien propuso en 1642 suplicarle por su retorno con agasajes pero Gedeón no regresó. Por ese entonces un temporal derribó el rancho del hospital; quedó en pie uno con-
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tiguo donde habitaban los esclavos del mayordomo que muy pronto sufrió la misma suerte. ¿Qué sucedió con el “nueve y medio del diezmo” destinado a la salud de los pobres”? La suma quizás no fuera despreciable- y se siguió recaudando y algunas órdenes religiosas comenzaron a disputarse la canonjía pero una Real Cédula del 1º de agosto 1654 prohibió que se fundasen nuevos conventos sin autorización real ni aun bajo el pretexto de hospicios y hospitales, por ser tantos los religiosos que en algunas ciudades hay tres partes más que vecinos”. En 1664 el gobernador José Martínez Salazar notificó al rey que del hospital sólo quedaba la hermita de nuestra Señora de Copa Cabana y propuso fundar uno nuevo con cuatro frailes de San Juan de Dios. El rey denegó el pedido y recomendó rehabilitar el hospital San Martin. Pero en 1667 el obispo de Buenos Aires y el Cabildo insistieron en la solicitud y el gobernador Salazar la despachó a España con su visto bueno. Hubo después algunas disputas entre sectores del Cabildo que querían conservar el patronato del hospital y los partidarios de trasladarlo a la jurisdicción religiosa. Se produjo entonces el robo del libro de actas del hospital por un ex alcalde anticlerical, su encarcelamiento, la excomunión de carceleros y del alcalde ordinario por el obispo, reuniones apresuradas –pero no tanto-del cabildo y el envío de un auto de apelación a la real audiencia de Charcas, “gastándose más palabras que las que estarían escritas en el
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libro del hospital”. La autoridad civil ganó el juicio y, en 1670, el hospital fue reconstruido para albergar veinte camas. Hubo así hospital pero no recursos para su funcionamiento y diez años después de estos episodios el obispo informaba al rey que no había médicos ni se asistían enfermos y que los bienes asignados no alcanzaban para las reparaciones periódicas del edificio y la celebración de la fiesta anual consagrada a Nuestra Señora de Copa Cabana. Solicitaba naturalmente un aumento de las asignaciones que no fue concedido. En 1690 el gobernador Herrera y Sotomayor propuso que las rentas del “inútil hospital” fueran destinadas a las curas doctrineros. Luego se produjo el intento de transformar el hospital en convento a guisa de “un recogimiento de doncellas pobres y huérfanas”. Esto de recogimiento- es decir, asilo u hospicio- confundió al fiscal del consejo de Indias. Quizás por la superposición semántica y funcional que existe entre hospital y hospicio; se asintió finalmente a que “se recogiesen las huérfanas en la casa del hospital” pero como seglares, antes de tomar sus votos, y que esto no se entendiera como fundación de un convento ni casa religiosa. Y mientras el obispo y el gobernador Robles ampliaban con un beaterio el carácter religioso del nuevo establecimiento se gestionaba, al mismo tiempo, una autorización para transformar el hospital en monasterio. Pero el rey dispuso en 1701 que el hospital volviera a serlo. Un nuevo gobernador de Buenos Aires, Juan de
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Valdez, promovió un ruidoso escándalo al descubrir en 1702 que el beaterio no autorizado funcionaba en el hospital e hizo ordenar su desalojo. Así salieron las monjas y el hospital volvió a ser habilitado. A partir de 1713 y durante los siguientes 30 años puede seguirse su actividad cotidiana; quedó a cargo de un mayordomo-enfermero que residía en el hospital con algunos esclavos y que administraba la asignación destinada a comida para internados y a cera para la capilla. A partir de 1740 se hizo cargo de la asistencia el Cirujano del Presidio- es decir, se transformó en un hospital militar- aunque siguió asistiendo a la población. En 1748, de acuerdo a la transferencia ordenada por el gobernador Andonaegui con autorización del Consejo de Indias, seis monjes betlemitas se hicieron cargo del hospital que pasó a llamarse de Santa Catalina, de los Betlemitas o, vulgarmente, de los Barbones. Detalles de esta historia podrán ser hallados por el lector curioso en la Locura en la Argentina, de José Ingenieros, Tor, Buenos Aires, 1955, libro difícil de obtener, que trae una completa bibliografía, y en El primitivo Buenos Aires, de Héctor Adolfo Cordero, Plus Ultra, Buenos Aires, 1978.” Samuel Finkielman
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