Universidad Aut贸noma de Zacatecas
Revista Humanitatis Revista de difusi贸n de la Unidad Acad茅mica de Estudios de las Humanidades
Unidad Acad茅mica de Estudios de las Humanidades EDIFICIOS DE POSGRADO, 2DO PISO, SEGUNDA ZONA UNIVERSITARIA. AVE. PREPARATORIA MO. 301, COL PROGRESO, ZACATECAS, ZAC., C.P. 98060. TEL (492) 9256690 EXTS 3550, 3551 Y 3552, EMAIL humanidadesdosctorado@gmail.com
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Número 1 Volumen 1 Diciembre 2014
CONSEJO EDITORIAL DR. MARCELINO CUESTA ALONSO DRA. VERONICA MURILLO GALLEGOS DRA. EMILIA RECÉNDEZ GUERRERO DRA. ELSA LETICIA GARCÍA ARGÜELLES MTE. JUAN JOSE GIRÓN SIFUENTES
SOPORTE TÉCNICO: MTE JUAN JOSÉ GIRÓN SIFUENTES
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Contenido H U M A N I T A T I S ...............................................................................................4 Notas sobre el Escotismo en América. ....................................................................7 A Propósito de la Confesión de los Indios................................................................7 Verónica Murillo Gallegos ........................................................................................7 Los libros de ciencia en Zacatecas: .......................................................................15 impulsores del pensamiento científico local durante el siglo XVIII .........................15 Martín Escobedo Delgado......................................................................................15 Alamán y su visión histórica de México..................................................................43 Marcelino Cuesta Alonso .......................................................................................43 Lo rural y lo urbano desde la estética fílmica en México ........................................59 Laura Gemma Flores García .................................................................................59 Educación y salud femenina: breve análisis desde la perspectiva de género........68 Mtra. Ma. Judit Durán Flores ..................................................................................68 Dra. Emilia Recéndez Guerrero .............................................................................68 La mosca y el hombre gentil: .................................................................................77 Figuras de la muerte en los poemas de Emily Dickinson .......................................77 Ximena Candia Castro ...........................................................................................77 Alberto Ortiz ...........................................................................................................77 Onirismo en once cuentos de Gabriel García Márquez .........................................84 Jazrael García Rodríguez ......................................................................................84 Alberto Ortiz ...........................................................................................................84 Curriculum de autores ............................................................................................90
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HUMANITATIS (PRESENTACIÓN)
os estudios clásicos, el pensamiento y la lengua, el cultivo integral del ser humano y el estudio de sus creaciones espirituales, la reflexión sobre aquello que es vital, sobre lo propiamente humano o, si se prefiere, el estudio del lenguaje, el arte, la historia, la filosofía y la religión son algunas de las muchas definiciones que tradicionalmente se han atribuido a la denominación “humanidades”, sin olvidar que todas ellas se orientan además hacia la realización de un ideal de hombre. Aunque en ocasiones estos asuntos han sido identificados con otros nombres – artes liberales, ciencias humanas, ciencias del espíritu, estudios clásicos–, hemos querido crear una revista volviendo al nombre original, quizá el más pertinente, de Humanidades pero en su forma clásica: HUMANITATIS, de las humanidades; una publicación que se propone presentar trabajos académicos que pertenezcan a este campo de estudio.
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La Unidad Académica de Estudios de las Humanidades de la Universidad Autónoma de Zacatecas cumple hoy con el proyecto de editar el primer número de la Revista HUMANITATIS, una
publicación digital que se propone divulgar artículos y avances de investigación de profesores y alumnos sobre el extenso y especial ámbito de las humanidades. El propósito es incluir en esta revista trabajos académicos que versen sobre historia, literatura, filosofía, arte, filología, antropología y temas afines sin restricciones espaciales o temporales, aunque se proyecta que algunos números de esta revista versen en torno a un tema o personaje particular. Este primer número de la revista HUMANITATIS contiene siete escritos que tratan, desde diferentes perspectivas humanísticas, algunos de los temas esenciales que atañen a las humanidades. Ofrecemos a continuación algunas líneas sobre cada una de las participaciones que conforman esta edición. Con los libros viajan las letras, las ideas, la cultura. El artículo titulado Los libros de ciencia en Zacatecas: impulsores del pensamiento científico local durante el siglo XVIII de Martín Escobedo, presenta, en palabras del autor, “un relato sobre la manera en que los libros científicos comenzaron a tomar carta de naturalización en la geografía 4
zacatecana” cuando apenas se iniciaba el siglo XVIII. La particularidad de esos libros era que, sin establecer una verdad absoluta, incitaban la investigación del entorno; con ello comienza a impulsarse un cambio de mentalidad en una sociedad acostumbrada a las verdades establecidas por las lecturas que hasta entonces predominaban en la sociedad novohispana, cuyo centro era la religión, en una historia paulatina pero efectiva donde se fue imponiendo un nuevo tipo de saber. De la mano de los libros vienen las ideas a través de las cuales, quienes los leen, tratan de resolver los asuntos que se presentan en su vida cotidiana. El siglo XVI es muy complejo, heredero de la escolástica medieval ve romper su armonía con diversos acontecimientos como las reformas eclesiásticas, el surgimiento de un nuevo humanismo y el descubrimiento de todo un continente por explorar. Opiniones van y vienen sobre los diversos asuntos, en las cuales podemos observar el nacimiento de un mundo moderno que tiene, sin embargo, mucho de medieval. En Notas sobre el Escotismo en América. A Propósito de la Confesión de los Indios, Verónica Murillo plantea cómo esas ideas se manifiestan en la Nueva España a propósito de una escuela de pensamiento, el escotismo, que prevalece pese a que las disposiciones tridentinas sobre la Iglesia en América iban en otro sentido, apuntando así a los orígenes medievales de la modernidad y su manifestación cotidiana en la obra de los evangelizadores novohispanos. Uno de los grandes problemas de la historia es, curiosamente, la de cómo contarla. Marcelino Cuesta en Lucas Alamán y su visión histórica de México, muestra cómo es que en los primeros
años del México independiente, cuando se escribían las primeras historias del conflicto bélico reciente, ya surgían las voces contrarias a la versión que poco a poco iría dominando el discurso de la historia de nuestro país. Es así como Lucas Alamán, importante personaje de la época, se pregunta por la objetividad en la historia y ofrece una narración alternativa sobre los acontecimientos que dieron origen a esta nación. Centrado en un tema de género, el artículo Educación y salud femenina: breve análisis desde la perspectiva de género de Ma. Judit Durán y Emilia Recéndez, nos ofrece una crítica a la concepción moderna que define las relaciones del yo (individuo) con el otro (otros individuos, las cosas del mundo, etc.) como una vinculación sujeto–objeto. Las autoras plantean las repercusiones de esta concepción en la convivencia entre géneros y proponen una reeducación que nos oriente hacia un trato sujeto–sujeto donde pueda impulsarse, en lugar de una instrumentalización, el reconocimiento del otro promoviendo así un nuevo modelo relacional. Muchos son los testigos de la historia, del entorno y de lo humano. Más allá de las letras escritas, Laura Gemma Flores, autora del artículo Lo rural y lo urbano desde la estética fílmica en México, nos hacer ver el valor documental de las películas realizadas desde 1930 y hasta los años 70 en nuestro país. Su estudio – señala la autora– puede contribuir al registro del patrimonio (natural, rural y urbano) retratado por la filmografía mexicana, así como a un análisis de la percepción de la modernidad en México y su papel en el sostenimiento y justificación de un discurso político nacional.
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Uno de los temas más enigmáticos de la humanidad es, sin duda, el de la muerte. En La mosca y el hombre gentil: Figuras de la muerte en los poemas de Emily Dickinson, Ximena Candia y Alberto Ortiz analizan dos poemas donde se aborda este tema. Los autores se detienen en las metáforas y expresiones de la obra para mostrarnos el vacilar del difunto entre el más allá y el más acá, entre lo que se queda de él y lo que termina, en el tránsito a la muerte que acontece cuando la vida “nos pasa”, en los disturbios y el descanso que sigue a la muerte sin dejar por eso de lado los silencios del poema, donde la poeta también imagina la muerte.
Entre la creación literaria y los sueños, el artículo Onirismo en once cuentos de Gabriel García Márquez de Jazrael García y Alberto Ortiz se cuestiona sobre la literatura “subjetiva abstracta, onírica, hermética” a propósito de la obra de García Márquez y la clasificación de Hugo Hiriart. Este trabajo analiza, argumenta y advierte sobre los estrechos vínculos que hay entre la fantasía onírica y la escritura dentro de una clasificación difícil, quizá inexacta, pero siempre fructífera para la literatura. Estos trabajos conforman el contenido de este número de la revista HUMANITATIS. Ahora dejamos al lector el primer acercamiento y la última palabra sobre este nuevo proyecto.
Dra. Verónica Murillo Gallegos
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Notas sobre el Escotismo en América. A Propósito de la Confesión de los Indios
Verónica Murillo Gallegos
Presentación
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os textos de evangelización compuestos en América ofrecen importante información sobre el influjo que alguna autoridad o escuela filosófico–teológica tuvo en el pensamiento de los misioneros y su labor evangelizadora. En esta ocasión hablaremos sobre la presencia de la escuela escotista en las Advertencias para los confesores de los naturales, del franciscano Juan Bautista de Viseo, editadas en México el año 16001, donde encontramos una oposición a algunas disposiciones del Concilio de Trento (1545–1565) y un franco acercamiento a ciertas tendencias reformadoras que éste combate; lo particular de este caso es que Bautista se opone al Concilio apelando al pensamiento de autores escotistas. Antecedentes El siglo XVI estuvo marcado por dos grandes eventos en el ámbito religioso: la reforma protestante y la contrarreforma católica. El primero constituye la radicalización de numerosos 1
Los datos completos de la portada son: ADVERTENCIAS/ PARA LOS CONFESORES/ de los Naturales./ COMPUESTAS POR EL PADRE/ Fray Ioan Baptista, de la Orden del Seraphico/ Padre Sanc Francisco; Lector de Theologia, y/ Guardian del Convento de Sanctiago Tla/tilulco de
movimientos que desde el siglo XIV clamaban por una reforma de la Iglesia, los cuales coincidían en buscar el retorno a la simplicidad del cristianismo primitivo, promovían que cualquier fiel pudiera leer los textos sagrados y otorgaban mayor importancia al aspecto interior de la religión (la fe, la oración mental, los rezos y la lectura de la Biblia en lenguas vernáculas, etc.) que al exterior (procesiones, limosnas, devoción a los santos, etc.). Las tendencias reformadoras se originaron hacia el siglo XIV y su desarrollo hasta el siglo XVI, presente también en las colonias americanas, dista bastante de ser una doctrina simple y homogénea, incluso si nos referimos a la formación académica que un misionero podía adquirir en esa época. Hacia el siglo XIV, en las universidades del viejo continente predominaban tres escuelas filosóficas: el tomismo, el nominalismo y el escotismo, entre cuyos partidarios acontecieron varias polémicas. Para comienzos del siglo XV, esta situación se la Provincia del Santo/ Evangelio./ Primera Parte./Con Privilegio,/ En México, En el Convento de Sanctiago/ Tlatilulco, Por M. Ocharte. Año 1600. Sigo la edición de la Colección Novahispanía. 7
acentuó, se definieron entonces dos tendencias filosófico–teológicas: la primera llamada via antiqua, de los realistas, donde se agrupa a pensadores como Alberto Magno, Tomás de Aquino, Duns Escoto, Buenaventura, Pedro Tarantasio y otros; y la segunda constituida por la via moderna de la escuela de los nominales, con Guillermo de Ockam, Buridano y Alberto de Sajonia como representantes2. Ambas vías, si bien enfrentadas en el ámbito de la metafísica, particularmente en el espinoso asunto de los universales, se muestran acordes en otros asuntos, como es el caso de las propuestas de Duns Scoto y de Ockam sobre la independencia de la teología con respecto a la filosofía y sobre ciertas cuestiones religiosas. El Doctor Sutil plantea que la razón natural, y con ella la filosofía, posee límites que sólo pueden ser traspasados mediante la ayuda del saber revelado “pues no puede negarse que sin la fe infusa se hallaría el hombre menos habilitado para dar asentimiento a ciertas verdades”3 por lo que desconfía de “una filosofía pura o separada de la teología”.4 Juan Duns reduce los ámbitos de la razón natural a lo que puede conocerse por vía de los sentidos; lo demás lo deja al ámbito divino: Dios nos ofrece el conocimiento o nos da la disposición para aceptar las verdades que no pueden obtenerse o probarse por la razón, entre ellas las que conducen a la salvación. La teología escotista es más práctica que teórica, por eso afirma que “ningún conocimiento especial se requiere para la salvación”, ya que, por ejemplo, un hombre no
bautizado –adulto y que no tiene quien le enseñe– “experimenta, a medida de su condición, mociones buenas conforme a la recta razón natural y evita cosas que, a la luz de su inteligencia, se le ofrecen como malas… ese hombre, antes de recibir la enseñanza, es ya justo y digno de la vida eterna, pues por las voliciones buenas previas a la enseñanza merece la gracia que le hace justo. Y sin embargo, ese hombre carece de teología aun acerca de las primeras verdades creíbles: tiene tan solo conocimiento natural. Luego para salvarse no es absolutamente necesario conocer nada de teología”5. El nominalismo de Guillermo de Ockam radicaliza algunas propuestas escotistas, por ejemplo formula una teología “autosuficiente sin recurrir a los buenos oficios de la filosofía”6, con lo cual “se resquebraja la perfecta coherencia y armonía que en el sistema tomista reinaba entre la fe y la razón, entre la gracia y la libertad, entre la Iglesia y el Estado”,7 pues al privilegiar el conocimiento adquirido por revelación – en una teología que no necesita de la filosofía para adquirir el conocimiento, ni para explicarlo ni para entenderlo–, la Iglesia pierde su preeminencia como intérprete de la palabra divina y, con ello, su papel como mediadora entre Dios y el hombre. Por ello ha sido considerado como un impulsor de las reformas8, pero observemos su coincidencia con el Doctor Sutil sobre este tópico particular y además la mezcla de escotismo y nominalismo en los pensadores que les sucedieron. Algunos estudiosos contemporáneos han advertido que los seguidores de la via moderna se
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Etiene Gilson, La filosofía en la Edad Media, p. 689. 3 Juan Duns Scoto, Obras del Doctor sutil, p. 44. 4 José Antonio Merino, Historia de la filosofía franciscana, p. 183. 5 Scoto, Ibíd., p. 42.
Gilson, Ibíd., p. 637. Llorca et. al, Historia de la Iglesia Católica, p. 644. 8 Hay estudios diversos sobre la influencia de Ockam en Lutero. Cfr. Aranguren, Ibíd.Y Gilson, Ibíd. 7
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autoproclaman como escuela independiente (schola non affectata), aunque la mayoría de ellos son eclécticos “con más escotismo que tomismo”;9 situación que podemos explicar tanto por el ambiente reformador como por la coincidencia de distintas escuelas en ciertos temas10 como el considerado antes. Puede seguirse la influencia de estas escuelas al interior del clero por la preferencia que cada orden religiosa daba a alguna de ellas o por la importancia que otorgaba a algún autor como imprescindible en la formación de sus religiosos11. Hacia el siglo XVI los franciscanos “intensificaron el estudio de Escoto” mientras los dominicos, sobre todo luego del concilio de Trento, estudiaban filosofía de acuerdo con los comentarios de santo Tomás; pero “en general, la renovación escolástica de los siglos XVI y XVII fue asociada a una restauración del tomismo frente al nominalismo o al desprestigio de la especulación filosófico–teológica que conllevaba cierto antiintelectualismo”12, todo lo cual se nota en la labor misional acontecida en América13.
Si bien muchos de estos reformadores no pensaron siquiera en romper con la Iglesia de Roma, a partir de la ruptura con Lutero algunas de estas propuestas se volvieron sospechosas14. Surgió así la reforma al interior de la Iglesia con el Concilio de Trento (1545– 1563). Entre otras disposiciones, este Concilio promueve las buenas costumbres entre los miembros del clero, reestructura la jerarquía eclesiástica y ordena que las órdenes religiosas se sujeten a la autoridad de los obispos. La reforma católica se propuso defender el elemento exterior de la religiosidad y poner límites a las “interiorizaciones” de tipo protestante o erasmista15, en este sentido su defensa de las procesiones y el culto a los santos, su insistencia en la fuerza y poder de los sacramentos y en la facultad exclusiva de la Iglesia para administrarlos. La tendencia reformadora, al dar mayor importancia al aspecto interno de la religión, promueve la traducción del adoctrina cristiana a la lengua del fiel, pues si la fe es un asunto de cada individuo debe facilitarse el contacto personal de éste con los libros sagrados,
Ibíd., p. 630-644: “tanto los nominalistas parisienses como los españoles de hacia 1500 no se declaraban occamistas ni seguidores de ningún magister” 10 Debemos advertir con Gilson, Ibíd., p. 640, que “cuando se clasifican ciertas obras en la línea de influencia de Guillermo de Ockam, se habla, en realidad, de escritos y doctrinas en las que, con frecuencia por lo menos, no es posible reconocer tal influencia, a no ser en cuanto sus autores dependían de movimientos intelectuales anteriores, cuya influencia había sufrido él mismo”. 11 Gilson advierte que, ante los conflictos entre el Papa y el rey de Francia naufragará la cristiandad misma, “en nombre de la cual acostumbraba hablar la Universidad de París”, la cual “tampoco ve claro qué doctrina podría enseñar al mundo cristiano” pues en 1309 los dominicos adoptan a Tomás de Aquino como doctor oficial de la orden;
desde 1287, los agustinos habían elegido a Gil de Roma en el mismo papel y aunque los franciscanos no hicieron en un principio nada semejante, se dividieron de hecho entre dos teologías adversas: la escotista y la ockamista. Duns Escoto fue proclamado doctor de su orden en 1593. 12 Joseph Ignasi Saranyana, La filosofía medieval, p. 485-486. 13 La diferencia entre dominicos y franciscanos – las primeras dos órdenes religiosas que arribaron a la Nueva España– es patente en las polémicas que protagonizaron sobre la instrucción de los naturales, la administración de sacramentos y su defensa del indio. 14 Marcel Bataillon, Erasmo y España, p. 545. 15 José Luis Aranguren, Catolicismo y protestantismo como formas de existencia, p. 144.
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además se afirma que la salvación depende principalmente de la fe personal, por lo que se promueve la oración privada y se debilita el papel de la Iglesia como mediadora entre Dios y el hombre. La ruptura luterana retoma esta tendencia cuando cuestiona el cobro de indulgencias, ataca a la autoridad eclesiástica y niega que la penitencia sea un sacramento, pues el perdón de los pecados no se paga con dinero, ni un acto externo como la confesión hecha a otro, quizá tan pecador como uno mismo, garantiza que seamos buenos cristianos ni mucho menos la salvación. Frente a esto, la Contrarreforma rescata el aspecto exterior de la fe y, en sus disposiciones sobre el sacramento de la penitencia, reafirma que éste es una segunda tabla de salvación después del bautismo, que consiste en tres partes –contrición, confesión y satisfacción–, que debe haber confesión explícita de todos los pecados y sus circunstancias sólo al sacerdote, quien requiere esa información para poder juzgar correctamente e imponer una satisfacción conveniente; esto es reafirma que la sola fe no alcanza para “perdón alguno de sus pecados sin la penitencia”16. Reforma y Contrarreforma en la Nueva España Algunos estudiosos han dado cuenta de que las primeras generaciones de misioneros provenían de las reformas españolas promovidas por los Reyes Católicos a través del Cardenal Jiménez de Cisneros. Ante la decadencia de las costumbres, el Cardenal promovió que las órdenes religiosas observaran su regla 16
Denzinger, Enchiridium symbolorum, Declarationum de rebus fidei et morum, p. 911925. En la Biblioteca Electrónica Cristiana, http://multimedios/docs/d000436/p000003.htm, puede encontrarse una versión en español de Documentos del Concilio de Trento, Los
originaria; esta reforma afectó principalmente a la propia congregación del Cardenal, la franciscana, cuyo convento de San Gabriel de Extremadura –de donde provinieron los Doce franciscanos que llegaron a Nueva España en 1524– vivió esta reforma de manera más radical. Asimismo, Jiménez de Cisneros impulsó la fundación de la Universidad de Alcalá, cuya particularidad consistió en que enseñaba teología según las tres veredas: tomista, nominalista y escotista. La primera generación de misioneros franciscanos en Nueva España está constituida por quienes llegaron en 1523 y en 1524: el grupo de los llamados tres flamencos y el grupo de los Doce, quienes procedían de las reformas del Cardenal Cisneros y fueron el modelo de sus sucesores en el trabajo evangélico. La segunda generación está formada por personajes como fray Juan de Zumárraga (primer Arzobispo) y fray Andrés de Olmos que llegaron a la Nueva España en 1528, Alonso de Herrera (letrado de Salamanca), Jacobo Daciano (de la familia real danesa) y los jóvenes estudiantes fray Bernardino de Sahagún y fray Juan de San Francisco venidos a estas tierras en 1529 y Juan de Gaona en 1538, Juan Focher en 1540 y fray Gerónimo de Mendieta, quienes arribaron en 155417. La importancia de esta generación de franciscanos radica en que tenían importantes estudios académicos por lo que, además de que fueron profesores de los jóvenes religiosos, compusieron obras para auxiliar las misiones y eran solicitados para solucionar los casos difíciles que surgían. sacramentos de la penitencia y de la extremaunción, Sesión XIV del 25 de noviembre de 1551. 17 Datos tomados del libro V de la Historia eclesiástica indiana de fray Gerónimo de Mendieta. 10
También estos misioneros procedían del ambiente reformista europeo. Juan Bautista de Viseo, nacido en México en 1555, fue educado por estas dos generaciones de misioneros.18 Frente a estos frailes reformados, las disposiciones del Concilio de Trento arribaron a América impulsadas por clérigos y oficiales. La cédula de Felipe II del 12 de julio de 1564 ordenó aplicar las disposiciones de Trento, aunque éstas son retomadas puntualmente hasta el III Concilio Provincial Mexicano (1585),19 antes de que Bautista escribiera sus Advertencias. Sin embargo, los problemas que se solucionaban en Europa no eran los que tenían las colonias americanas. Seguramente las disposiciones conciliares obligaron a los misioneros a poner mayor cuidado en la enseñanza de ciertos temas doctrinales y favoreció su labor; pero el Concilio de Trento no considera algunos problemas comunes en América: ¿qué hacer cuando el sacerdote desconoce el idioma del penitente? ¿Se puede absolver a alguien que está impedido del habla y no puede confesarse o a una persona que no sea capaz de dar cuenta de sus pecados? ¿Qué hacer cuando hay pocos confesores? El problema medular de América era la evangelización: extirpar la idolatría,
convertir a los indios y conducirlos a la salvación. Pero enseñar el evangelio a quienes jamás habían oído hablar de él y con quienes no se tiene un lenguaje común para entenderse requiere de mucho más que empeño: hacía falta determinar lo que era esencial enseñar y cuál era la mejor manera de hacerlo para cuidar la ortodoxia y poder administrar los sacramentos a millones de indígenas dispersos en un vasto territorio.
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definidor de la Provincia del Santo Evangelio de México (1603–1605). Durante sus últimos años, fungió como Lector en el Colegio de Santiago Tlatelolco (1607). No se ha podido precisar el año de su muerte, que pudo acontecer entre 1607 y 1613. 19 Willy Henkel, “El impulso evangelizador de los Concilios Provinciales Hispanoamericanos”, p. 441. Ver mayor información en Saranyana, Teología en América Latina y en María del Pilar Martínez López–Cano y Francisco J. Cervantes Bello (coords.), Los concilios provinciales en Nueva España. Reflexiones e influencias. 20 Llorca, Ibíd., p. 654.
El propio Bautista en su Prólogo al Sermonario en Lengua Mexicana relata que fue discípulo de Mendieta cuando éste era guardián en el convento de Huexotzingo y recibió de su mano un “gran libro que intituló Historia Eclesiástica Indiana” para que lo publicara. Nuestro franciscano entregó dicho manuscrito a su discípulo Fr. Juan de Torquemada. Bautista profesó en 1571 en el Convento de San Francisco el Grande de México, donde después fue lector de teología (1591). Ocupó el cargo de guardián en los conventos de San Antonio de Padua de Texcoco (1595–1597), de Santiago Tlatelolco (1598–1603) y de San Gabriel Arcángel de Tacuba (1605); asimismo fue
Confesión sin confesor Contra las disposiciones tridentinas de que la confesión es necesaria para la salvación y sólo es válida cuando se hace a un sacerdote, Bautista retoma las palabras de Jean Charlier Gerson (1363– 1429). Este personaje vivió los difíciles momentos cuando dos papas se disputaban el mando del mundo cristiano y la Universidad de París era el escenario de las disputas entre el papa y el rey. Gerson “pertenece a la escuela occamista con influjos tomistas y escotistas”20: defendió la supremacía del concilio ecuménico sobre el papa (conciliarismo) en el concilio de Constanza (1415) ante el llamado “Gran cisma de occidente” (1378–1418). En el campo del pensamiento propuso que cada disciplina se ajustara a sus límites temáticos y metodológicos para evitar confusiones y errores en el conocimiento,
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por lo que promovió una teología simplificada: la verdadera sabiduría cristiana radica en creer en Dios como un acto de humildad ante lo que rebasa los límites de la razón humana. Gerson –en la cita que ofrece Bautista– recomienda que el penitente haga contrición privada pronunciando cada día tres verdades: “Señor yo he pecado contra vuestra divina bondad en tal y tal…”, “Señor yo tengo buen propósito y deseo mediante vuestra ayuda de me guardar y apartar de aquí en delante de pecar…” y “Señor yo tengo buena voluntad de hacer confesión verdadera y entera de todos mis pecados…”.21 Al pronunciar tales verdades “sinceramente desde el corazón, no con fingimiento o falsamente, [el penitente] esté seguro de merecer la vida eterna que descansa en el estado de salvación y gracia. Así aun cuando muriese sin otra confesión, durmiendo o en ausencia del sacerdote o de cualquier otro modo, habría sido salvado si hubiese prevenido de esta forma la muerte súbita”.22 A estas palabras, Bautista añade una cita de los Comentarios al maestro Orbelo23 de fray Miguel de Gornales:24 “sin duda que sería buen consejo decir
esto cotidianamente, cuando los hombres quieren entregarse al sueño o al levantarse del lecho, así como acostumbran algunos recitar oraciones en esos momentos. También en estas tierras donde no todos los indios se confiesan a causa de la escasez de sacerdotes, propongo que todos los predicadores aconsejen a los indios que digan estas verdades cotidianamente, para que por su poder cuiden de su salvación”. Al final, Bautista traduce las “tres verdades” a la lengua náhuatl “para que el prudente confesor las aconseje a sus devotos y penitentes y el predicador las pueda repetir y aconsejar muchas veces a sus oyentes”.25 Esta recomendación soslaya los decretos tridentinos y retoma varias tendencias reformadoras: relación directa con Dios mediante la oración en privado y en la lengua del penitente y la seguridad de que una contrición hecha de esta manera por provee la salvación sin la mediación del sacerdote y sin el cumplimiento íntegro del sacramento, pues se omiten la confesión de los pecados y la satisfacción, elementos imprescindibles según las disposiciones tridentinas.
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(Parum 1482, Basle 1494, Venice 1507) y Logicae Summula, con pasajes de Francis of Mayron, Antonio Andrea, Bonetus y Scotus (Venecia 1489 y 1500). Catholic Encyclopedia: http://www.nemadvent.org/cathen. 24 De este personaje sólo se sabe que nació en Mallorca, llegó a la Provincia del Santo Evangelio en 1555 a los veintiocho años de edad y murió muy joven. Nada refiere Mendieta de la formación académica previa de Gornales, que sin duda tenía pues fue lector de teología y artes en Xochimilco, sólo cuenta que “cada día daba a sus discípulos, por ser el texto de Orbello que leía, muy breve, los cuales comentarios o escolios, por estar llenos de mucha erudición e ingenio, los tienen muchos en gran estima y precio”. Mendieta, Ibíd., p. 440. 25 Bautista, Advertencias, fo. 79.
Fray Juan Bautista de Viseo, Advertencias para los confesores, fo. 78-79. Gerson influyó en casi todos los reformadores del siglo XVI. Compárese, por ejemplo, las tres verdades citadas de Gerson por Bautista con las recomendaciones de Erasmo en su Preparación y aparejo para bien morir, en Bataillon, Ibíd., p. 560–561. 22 Bautista, Advertencias para los confesores, fo. 78. 23 Nicolás de Orbelo (1400-1472), profesor en París y Potiers. Su obra principal consiste en un comentario a los cuatro libros de las Sentencias de acuerdo con las enseñanzas de Duns Scoto (1465). Los títulos de sus otras obras explicitan su filiación al escotismo: Expositio in XII Libros Metaphysicae Aristotelis secundum viam Scoti (Bologna 1485, París 1505), Expositio Logicae secundum doctrinam Doctoris Subtilis Scoti
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Conclusiones Los autores en quienes se apoya Bautista compusieron sus obras antes de la celebración del Concilio Tridentino, por lo que la cuestión no es si Gerson, Orbelo o Gornales promueven tendencias cercanas a la reforma, sino por qué Bautista –y con él los demás personajes que vivieron el ambiente de la contrarreforma– retoma esas propuestas hacia el año 1600, incluso en contra de las disposiciones de este Concilio. Bautista, lejos de seguir a los reformadores protestantes que impugnaron el sacramento de la penitencia, retoma las raíces de la Reforma en la persona de Gerson, en quien se conjuntan las posturas nominalista y escotista y las completa con su recurrencia a misioneros anteriores a Trento, como Gornales, y a la obra del escotista Orbelo. Si bien las tendencias reformadoras de Gerson y Bautista obedecen a circunstancias históricas diferentes, debemos destacar que una constante en ellas es la influencia del pensamiento del Doctor Sutil: la insistencia en una teología simplificada, más práctica que teórica porque acentúa los límites de la razón natural y está orientada a la salvación. De Gerson a Bautista podemos observar el desarrollo de las propuestas reformadoras, pero en ambos podemos advertir la presencia del pensamiento scotista, pues si bien en la obra de Gerson están presentes algunas tendencias desarrolladas después por diversos reformadores, consideramos, sin embargo, que el peso del escotismo es mayor si consideramos que Scoto propone algunas cuestiones como la exaltación del elemento interior de la religión, la oración privada en la propia lengua, reducción de la doctrina a lo mínimo indispensable, predominio de la intención o voluntad del fiel
independientemente del juicio del sacerdote y/o del cumplimiento cabal de la ceremonia sacramental; mismas que retoma Gerson y, a través de él, Bautista. Podemos decir, por lo tanto, que el escotismo fue una de las vías por las cuales la evangelización en América pudo evadir las ordenanzas del Concilio de Trento sin romper con la Iglesia pero heredando formas particulares de religiosidad en estas tierras.
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Bibliografía ARANGUREN, José Luis, 1963, Catolicismo y protestantismo como formas de existencia, 3ª ed. Madrid: Revista de Occidente. BATAILLON, Marcel, 1982, Erasmo y España, México: FCE. BAUTISTA DE VISEO, Fray Juan, 1600, Advertencias para los confesores de los naturales, Primera Parte, México: Convento de Santiago Tlatilulco, por M. Ocharte., Col. Novahispanía, 2010. ______________, 1982, Prólogo a su sermonario en lengua mexicana, en La educación de los marginados durante la época colonial, por Lino Gómez Canedo, 371–379, México: Biblioteca Porrúa no. 78. DENZINGER, Henricus, 1948, Enchiridium symbolorum, Declarationum de rebus fidei et morum, Barcelona: Herder. GILSON, Etiene, 1999, La filosofía en la Edad media. Desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV, Madrid: Gredos. GÓMEZ CANEDO, Lino, 1993, Evangelización cultura y promoción social, Ensayos y estudios críticos sobre la contribución franciscana a los orígenes cristianos
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Los libros de ciencia en Zacatecas: impulsores del pensamiento científico local durante el siglo XVIII Martín Escobedo Delgado
Las historias del libro y de la lectura
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partir de la última década del siglo XX, miradas penetrantes comenzaron a escudriñar el mundo de la cultura escrita. Historiadores como Roger Chartier y Robert Darnton descubrieron un terreno fascinante al analizar cómo la historia del libro —la imprenta, los formatos, las portadas— se entiende mejor si se articula con la historia de la lectura; es decir: la materialidad del libro no se explica sin las prácticas que en torno a él se desarrollan.1 Así nació una historia cultural de la lectura que fue ampliándose exponencialmente. Muy pronto, la historia de la lectura se robusteció en otras latitudes. En México los estudios sobre la cultura escrita se nuclearon en el COLMEX, pasando luego a la Escuela Nacional de Antropología e Historia y de 1
Roger Chartier, Las revoluciones de la cultura escrita. Del mismo autor, Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna. Robert Darnton, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. Del mismo autor, Edición y subversión: literatura clandestina en el Antiguo Régimen. 2 Isabel Terán, “Dos momentos en la recepción de una obra: el caso del Verdadero antídoto contra los malos libros… de Nicolás Jamin presente en la biblioteca zacatecana”, en Idalia García Aguilar y Pedro Rueda Ramírez (coords.), Leer en tiempos de la colonia: imprenta,
ahí al interior del país. Congresos y otros eventos análogos vieron crecer esta temática que se enriqueció porque nuevas preguntas incluyeron a nuevos sujetos, generándose metodologías novedosas. En la particularidad de Zacatecas, son varios autores los que han cultivado esta interesante rama.2 Los hallazgos muestran que durante el México de los virreyes, el septentrión conoció libros de todo tipo y por la traza urbana de la ciudad minera transitaron lectores piadosos y heterodoxos. Para el siglo XIX la alfabetización creció, generando nuevas prácticas y necesidades en la sociedad local. Lo que sigue es un relato sobre la manera en que los libros científicos comenzaron a tomar carta de naturalización en la geografía zacatecana. Como se verá más adelante, bibliotecas y lectores en la Nueva España. Marco Antonio Flores Zavala, “Leer y escribir en Zacatecas: redes sociales, prácticas de lectura y publicidad en la Sociedad Patriótica de Amigos del País”, en Genaro Zalpa y Mariana Terán (coords.), La trama y la urdimbre. Ensayos de historia cultural. Martín Escobedo Delgado, “Textos y lecturas en Zacatecas: Una historia de restricciones transgredidas y libertades restringidas”, en Estudios de Historia Novohispana.
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los textos científicos penetraron con dificultad; posteriormente, fueron aceptados con ciertas reticencias sin que al cierre del siglo de las luces se haya generalizado su uso.
La utilidad de los libros Su salud sufría serios quebrantos. Apenas despuntaba el siglo XVIII y su cuerpo resentía el paso del tiempo. Tal vez los frecuentes desasosiegos que vivía ocasionaron una considerable mella en su salud, motivo por el cual se vio en la necesidad de acudir con el escribano Manuel Gutiérrez de Ávila con el fin de hacer una lista de sus bienes. El enfermo respondía al nombre de Juan de Dueñas, tenía ocho años residiendo en Zacatecas, lapso en el cual sirvió a la población como sangrador barbero. Su labor consistía en afeitar con navaja o tijera a los hombres que así lo requerían; además hacía sangrías, sacaba muelas, curaba golpes contusos y aplicaba ventosas.3 Algunas veces, en la clandestinidad, efectuaba cirugías a personas pobres que recurrían a él por no contar con los recursos suficientes para pagar un cirujano. Pero esos tiempos habían pasado. El padecimiento que le aquejaba le había impedido seguir trabajando. Esta situación lo condujo a vivir estrecheces económicas, por tanto. Sintiendo que su precaria salud disminuía y pensando en su funeral y entierro, depositó algunas de sus pertenencias que consideró de más valor en manos del capitán Juan de Infante. Él se encargaría de venderlas 3
Noemí Quezada, Enfermedad y maleficio. Archivo Histórico del Estado de Zacatecas (en lo sucesivo AHEZ); fondo Notarías, escribano Manuel Gutiérrez de Ávila, año 1701, f. 163v.
para sufragar los gastos originados por las exequias. Dentro de los objetos pertenecientes a Juan de Dueñas, y que el escribano enumeró en el año de 1701, destacan los que le servían de herramienta para realizar su labor: “una caja de barbería con ocho navajas, un espejo de plata, unas tijeras finas, un peine de Carey, unas piedras de afilar, un estuche de cirugía de cara con sus cadenillas de plata, la herramienta de sacar muelas y dos cauterios de fuego para abrir apostemas”.4 La correcta utilización del instrumental necesitaba manos expertas, pero además, una mente instruida en el manejo, tanto de los enseres, como de los posibles tratamientos sugeridos a los pacientes. Por ello, Juan de Dueñas no sólo adquirió artefactos médicos, sino que también procuró hacerse de un pequeño acervo bibliográfico que le permitió abrevar diversos conocimientos útiles para su actividad. De los 16 libros registrados, sobresalen siete donde el tema principal es la medicina: “un libro nuevo llamado Hidalgo de cirugía, otro llamado Varios de medicina, otro llamado Tratado de apostemas, dos libros manuscritos de cirugía, otro grande de cirugía y medicina, y otro llamado Espejo de médicos”.5 Asimismo, en el inventario apareció otro texto impreso de Animales y plantas que seguramente abordaba cuestiones relacionadas con la zoología y la botánica.
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Doc. Cit., f. 164r.
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La infiltración Zacatecas
de
la
ciencia
en
¿Era una extraña casualidad encontrar libros científicos en Zacatecas apenas iniciando el siglo XVIII? A partir de esta centuria comenzaron a soplar vientos nuevos en la ciudad. Si bien la literatura piadosa seguía dominando el escenario bibliográfico local, textos de medicina, astronomía, geografía y mineralogía comenzaron a aparecer en los anaqueles de algunos letrados. Los sujetos que se aproximaban a esta clase de libros lo hacían pensando en la utilidad que podían sacar de ellos. En esta tesitura, los impresos eran apreciados no sólo por el valor económico que tenían, sino por las ideas que arropaban en su seno. Estos hombres pragmáticos y alfabetizados aquilataban los libros de ciencia porque ya no imponían una verdad absoluta e indiscutible. Más bien invitaban a explorar el entorno mediato e inmediato con el objeto de construir interpretaciones lógicas del universo. En sus páginas conocían nuevas maneras de tratar enfermedades, se enteraban de la composición de la bóveda celeste, descubrían la estructura de la tierra y aprendían nuevas maneras de beneficiar los minerales.
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Véase Martín Escobedo, Tres hombres escriben el mundo. Historia de la escritura en Zacatecas, 1700-1750, pp. 150-181. 7 Biblioteca Nacional. José de Rivera Bernárdez, Descripción breve de la muy noble y leal ciudad de Zacatecas. Su situación que la engrandece; Signos que la señorean; Planeta, que la domina; Vecinos, que la ilustran; Minas, que la enriquecen; Gastos, que la mayorizan; y lo demás memorable, con algunas noticias del Imán de los corazones, Cristo, Señor Nuestro, en su admirable, portentosa imagen, y algunos de sus maravillosos prodigios. Delineóla el señor conde de Santiago de la Laguna, coronel de infantería española D. José de Rivera Bernárdez: quien
Un lector acucioso de las novedades científicas fue José de Rivera Bernárdez, conde de Santiago de la Laguna. Avecindado en Zacatecas desde 1710 y poseedor de un capital considerable, este minero ennoblecido se enteró de los planteamientos de Kircher, Halley, Kepler y Sigüenza y Góngora. Su desahogada posición le permitió importar libros que, procedentes de Europa, poseían insólitas revelaciones. La disciplina que más impresionó al conde fue la astronomía. Ese fue el motivo para que encargara sofisticados aparatos con la intención de observar el firmamento.6 Seguramente sus coterráneos se sorprendieron cuando se enteraron sobre la actividad científica que el conde desarrollaba, misma que le dio material suficiente para escribir un capítulo entero de un libro que imprimió en 1732.7 Obsesionado por describir científicamente a Zacatecas, el conde dedicó el apartado dos de su libro para definir el clima, latitud, longitud y estrellas de la ciudad. En esta parte de su texto, escribió sobre la inclinación del sol respecto a la tierra, ubicó las constelaciones de estrellas y dio cuenta de sus acuciosas observaciones afectuoso la dedica, y rendido la consagra al señor don Juan Manuel de Oliván Rebolledo, colegial, que fue, del mayor de Santa María de todos los santos, y oidor de la Real Audiencia de Guadalajara en la Galicia, gobernador electo, y capitán general de la provincia de los Texas, sus países, y conquistas, del Consejo de S. M. Oidor de la Real Audiencia de México, auditor general de la guerra de esta Nueva España, y juez de hospitales, y colegios reales, &c. Con licencia de los superiores, impresa en México: por José Bernardo de Hogal, Ministro e impresor real, y apostólico tribunal de la Santa Cruzada en toda esta Nueva España, México, año de 1732. 17
astronómicas instrumentos:
utilizando
avanzados
La elevación del polo o latitud de esta ciudad es de veinte, y tres grados; pues tanto dista del círculo de la Equinoccial, observando con exactos instrumentos, como son astrolabios y cuadrantes geométricos de tres varas de diámetro, graduados con toda prolijidad, y a toda costa, por no haberme contentado con uno, no dos, sino es con varios, ni con un día de observación, por haberlo ejecutado en espacio de doce años en todos los tiempos de solsticios y equinoccios.8
Tomando como referencia a las grandes autoridades de su tiempo, el conde se distanció de la astrología judiciaria y se aproximó a la astronomía científica. No fue casual su marcada filiación por la teoría heliocéntrica, que tardíamente empezaba a generalizarse en el septentrión novohispano. Tampoco fue fortuita su declarada inclinación por un “método más racional”9 en la búsqueda de los misterios del universo, por eso se convenció de la fuerza que tenía la razón para comprender —de una manera más objetiva— al mundo.
científicos—, comenzaron a construir, a través de la razón, una nueva manera de concebir al universo. Por ejemplo, en 1727 el padre Cochet, religioso de la Compañía de Jesús, imponiéndose la autocensura acudió con el Comisario del Santo Oficio y declaró haber leído un libro sospechoso escrito en lengua francesa. Según Cochet, el libro "se había escrito con el fin, aunque disimulado, de apoyar varias herejías, que en tiempos antiguos y modernos turbaron los ánimos franceses en materia de religión, pues no sólo contiene expresamente tales herejías, sino también procura asentar y persuadir varios principios de ciencias naturales."10 El padre Cochet manifestó su inquietud por la circulación tan frecuente de libros que contenían ideas relacionadas con la ciencia. En su testimonio indicó que el tráfico de estas obras era constante en Zacatecas: Atento pues a todo lo referido, me pareció ser de mi obligación, como de fiel católico, denunciar ante Ud. el citado libro, como denuncio. Porque si bien se encuentra escrito en lengua extraña, y que por tanto pudiera considerarlo menos nocivo: con todo se entiende cada día mas entre la nación Española el estudio de la lengua Francesa y con el riesgo de beber incautamente el veneno de este libro, ya cuatro veces dado a la estampa. Y más sabiendo que una de estas cuatro impresiones se hizo en lengua latina y que en este Reino andan en muchas
El conde fue uno de los primeros individuos que introdujeron en Zacatecas un ideario científico centrado en la observación, el registro de datos, la experimentación y la elaboración de leyes universales. Sin embargo, hubo más sujetos que —seducidos por las ideas asentadas en los libros 8 9
Ibíd., p. 103. Ibíd., p. 11.
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Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Grupo documental Inquisición, volumen 933, exp. 2, año 1756, f. 24r. 18
manos los ejemplares en uno, y otro idioma, sin que conste que por alguno de ellos se haya dado cuenta a Ud. a cuyo recto juicio y de la Sta. Iglesia Católica someto el mío. Colegio de la Compañía de Jesús de Zacatecas, Marzo 7 de 1727. Yo Ignacio Cochet.11
El recelo que despertaban las ciencias naturales no era infundado. Los sustentos sobre los cuales se erigían eran la incertidumbre, la verdad parcial y la búsqueda constante de explicaciones racionales acerca del hombre y del mundo, elementos que ponían en entredicho el dogma religioso imperante en la sociedad novohispana que, dicho sea de paso, servía de soporte al régimen colonial. La desconfianza estribaba en que uno de los principales postulados de la ciencia era la división tajante del hombre. En esta perspectiva, el espíritu es negado y relegado; la razón es el aspecto fundamental de ser humano, pues ante todo —comentaban los científicos más temerarios— el hombre como ser racional se había instituido en la medida de todas las cosas. Este panorama de enfrentamiento y exclusión entre religión y ciencia fue notorio en Zacatecas durante el siglo XVIII. Razón y espíritu se materializaron en sujetos de carne y hueso que luchaban por subyugar al adversario. Mientras unos diseminaban con descaro 11
Doc. Cit., f. 87r. Biblioteca de Colecciones Especiales Elías Amador (BCEEA, en lo sucesivo), Tomás Vicente Tosca, Compendio matemático, en que se contienen todas las materias más principales de las ciencias, que tratan de la cantidad, que compuso el Doctor Tomás Vicente Tosca, 12
distintas ideas apoyadas en el método científico, otros seguían sosteniendo que la única verdad era aquella que provenía del Todopoderoso. Sin embargo, también hubo individuos mesurados que trataron de amistar ciencia y religión. Recordemos que en la mayoría de los casos el hombre piensa de acuerdo a su época, así, debido a las creencias que prevalecían en ese entonces, resultaba difícil para muchos aceptar algunos planteamientos científicos al margen de la tutela divina. Durante la primera mitad del siglo XVIII, fueron comunes los tratados que quisieron conciliar esas dos concepciones. En un libro que circuló en Zacatecas se afirmaba que “los cuerpos de los astros son, en cuanto a algunas partes suyas, corruptibles; y con esto, se da comúnmente cabal satisfacción a los Textos de la Escritura, que hablan de la corruptibilidad y mutación de los cuerpos celestes”.12 En otro impreso se puede apreciar la misma orientación, pues se seguía afirmando que absolutamente todo lo que existía en el universo había sido creado por Dios: De todos los espectáculos que el hombre está llamado a contemplar en la tierra ¿hay alguno que sea tan grandioso y sublime como el aspecto del cielo en una noche clara y serena?, ¿qué otro puede darle una idea más elevada del todopoderoso que ha sembrado en el espacio esos millares de astros brillantes y ha arreglado su carrera con presbítero de la congregación del oratorio de San Felipe Neri de Valencia, Segunda Impresión. Corregida y enmendada de muchos yerros de impresión, y láminas, como lo verá el curioso, dedicado al Exmo. Señor conde de Aranda. Tomo VII que contiene la Astronomía, con privilegio, Imprenta de Antonio Marín, Madrid, 1727. 19
leyes de una maravillosa sencillez? Hasta los hombres más bárbaros se han quedado, en todo tiempo, absortos de admiración ante espectáculo tan magnífico, y aún cuando estaban privados de sanas nociones sobre la divinidad, ofrecían sus homenajes y adoraciones a esos astros resplandecientes que no son más que los dóciles instrumentos del poder del Creador.13
Con el paso del tiempo, esta tendencia disminuyó, ya que los libros que se editaron después de la segunda mitad del siglo XVIII y que tuvieron cabida en acervos bibliográficos zacatecanos, confirman que la ciencia se apartó gradualmente del cobijo de la religión. Tal fue el caso de los repositorios privados de Alejandro Permartín,14 José de Peón Valdez15 y José Monter y Alarcón.16 Estos prominentes hombres poseyeron grandes librerías de carácter privado donde era común encontrar libros escritos en lengua vulgar. El gusto de esos letrados era versátil: en sus colecciones se podían localizar libros de comedias, novelas, tragedias y teatro; tratados de minería, historia, geografía, gramática, ortografía, astronomía y educación. Estas obras vehicularon la formación —en distintos habitantes de la ciudad— de una nueva actitud 13
Fondo Bibliográfico Conventual de Guadalupe (en lo sucesivo FBCG) Garrigues y Boutet de Monvel, Simples lecturas sobre las ciencias, las artes y la industria, Obra acompañada de 100 viñetas intercaladas en el texto, Novena edición, Librería Hachette y Ca. París, 79 boulevard SaintGermain, Propiedad de los editores, p. 1. Esta obra —consultada en la librería del Convento de Guadalupe— carece de fecha, pero por su
caracterizada por el pensamiento flexible y la crítica incesante.
Las librerías conventuales La muy Noble y Leal ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas desempeñó un rol muy importante en la evangelización tierra adentro, ya que su carácter de frontera propició la organización de expediciones hacia diferentes puntos del norte novohispano. Zacatecas contó con el Colegio Apostólico de Propaganda Fide como bastión impulsor de la fe en el norte de la Nueva España. Fundado en 1704 tuvo como tarea principal la formación de religiosos que serían la punta de lanza en la colonización de las provincias del norte indómito. La luz que irradió el Colegio de Guadalupe llegó muy lejos gracias al espíritu misionero de sus religiosos, ellos tras grandes vicisitudes, fundaron numerosas misiones y casas de noviciado en Durango, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, la Alta y la Baja California, Texas y Nuevo México. Los franciscanos emprendían largas caminatas armados de una fe profunda, pero también de conocimientos que les eran de enorme utilidad. Luego de cursar en el Colegio el Postulantado, Noviciado, Colegio Seráfico y Coristado, tenían que estudiar tipografía se trata de una impresión de mediados del siglo XVIII. 14
AHEZ, fondo Judicial, serie Civil, subserie Bienes de difuntos, caja 77, exp. 939, año 1786, fs. 24v-45r. 15 AGN, Grupo documental Inquisición, volumen 1310, año 1792, fs. 195r-197v. 16 AGN, Grupo documental Inquisición, volumen 1129, año 1796, fs. 47r-51r. 20
un curso optativo llamado de Letras, Artes o Ciencias. Los que se inclinaban por el último eran instruidos en alguna de las siguientes materias: geografía, medicina, astronomía o arquitectura. Estas disciplinas, de marcada orientación utilitarista, se estudiaban en textos que se encontraban en la librería conventual, y que los religiosos podían llevar a su celda en calidad de préstamo.17 Era importante que los religiosos se aplicaran en la geografía, ya que su conocimiento producía ventajosas utilidades que se reflejaban en el momento de “demarcar los terrenos que pisan, levantar planos exactos de las nuevas conquistas espirituales, y saber dirigirse por los paisajes incógnitos, que atraviesan, cómo informar al Ministerio de los climas, situaciones y costumbres de los indios según la diversidad de lo que van civilizando”.18 La medicina representaba una valiosa herramienta en las labores misionales, ya que las enfermedades atacaban a los religiosos de manera intempestiva. Por ello, era fundamental que los franciscanos poseyeran por lo 17
Rafael Cervantes Aguilar, Fray Simón del Hierro (1700-1765) y el norte de México, p. 268. 18 José María de Jesús Puelles, Informe que se dio al Excelentísimo Presidente de la República Mejicana, sobre los límites de la provincia de Tejas con la de la Luisiana, Introducción, notas y bibliografía por Armando González Quiñones, Edición privada, Zacatecas, 1998, p. 7. 19 FBCG, Guillermo Cullen, Elementos de medicina práctica, primer médico del rey de Inglaterra en Escocia, catedrático de medicina práctica de la Universidad de Edimburgo: Traducidos de la cuarta y última edición inglesa al francés, con notas, en las que se ha refundido la Nosología del mismo autor; descrito las diferentes especies de enfermedades, y añadido muchas observaciones, que pueden dar una idea de los progresos que la medicina ha hecho en
menos algunos rudimentos de medicina, mismos que podían asimilar al remitirse a la lectura de algunos libros. En ellos se podía encontrar la descripción, tratamiento y posible cura de diferentes padecimientos. Como muestra un botón. El libro de Guillermo Cullen aportaba distintos procedimientos para curar: El síncope o deliquio, la disepsia o indigestión, la hipocondría llamada por lo común vapores, las afecciones espasmódicas sin calentura, la epilepsia, la danza o baile de San Vito, la dispnea o dificultad de respirar, la asma, la tos ferina o romadizo maligno, el cólico, la cólera morbus, la diarrea o cursos, el histeisismo o la afección histérica, la rabia o hidrofobia, las vesanias o trastornos de las funciones intelectuales, la locura o manía, la melancolía y otros tipos de locura, los enflaquecimientos o extenuaciones, las hinchazones o tumores generales.19 La astronomía fue una actividad muy apreciada por los religiosos del Colegio de Guadalupe. La existencia de nuestros días, por Mr. Bosquilon, Escudero, doctor regente de la facultad de medicina de París: lector del rey, catedrático de lengua griega en el Colegio Real de Francia, censor real, y socio honorario de la sociedad de medicina de Edimburgo: Y del francés al castellano, añadiéndose varias notas, suplementos y modificaciones, acomodándolos a nuestros naturales por el doctor D. Bartolomé Piñera y Siles, académico de la real academia médica de Madrid, profesor real sustituto de anatomía, médico de la real familia de S.M.C., y uno de los del número de los reales hospitales general y de la pasión de esta corte. Tomo tercero. Segunda edición corregida y enmendada. En la imprenta de Benito Cano, Madrid, MDCCXCII. pp. 11-17.
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varios libros relacionados con esta materia y la erección de un observatorio astronómico en las instalaciones del Colegio20 muestran el profundo interés de los franciscanos por entender al cosmos y ubicarse dentro de él. Otra disciplina que cultivaban con especial interés fue la arquitectura. La labor misionera requería la presencia material de construcciones que dieran sustento al avance evangelizador de la orden seráfica. Una misión comenzaba incipientemente con la construcción de pequeños espacios que servían para el culto y albergue de los religiosos, no obstante, cuando se consideraba pertinente el establecimiento definitivo de la misión se tenía que levantar un edificio austero pero digno. Los saberes abrevados en el Colegio a través de textos que trataban temas relacionados con la arquitectura, representaron un elemento útil en la labor de los frailes. A través de sus prácticas, muchos franciscanos reflejaron lo que habían leído. La librería conventual, que llegó a salvaguardar 25 000 volúmenes dejó honda huella en distintos frailes, ya que las actividades que realizaban cotidianamente en las misiones del norte (predicar, rezar, construir templos, trazar mapas, curar padecimientos, etc.), estaban impregnadas por la cultura escrita. La Compañía de Jesús fue otra orden religiosa que llegó a albergar una extraordinaria cantidad de libros. En sus Mercedes de Vega, “Bibliografías básicas y cohesión cultural: la biblioteca del Colegio de Guadalupe en Zacatecas”, en La Independencia de México y el proceso autonomista novohispano 1808-1824, p. 414. 21 Inventario realizado a la librería jesuita por Pedro Antonio de la Pascua y José Francisco 20
anaqueles se podían localizar impresos de teología, gramática, filosofía, retórica, botánica, geografía, medicina y matemáticas.21 Por el carácter del repositorio, también existía un número considerable de textos relacionados con la orden ignaciana. Saltaban a la vista impresos que contenían diversos temas jesuitas: había libros de santos, reglas, versos e historia jesuita. Asimismo no podían faltar documentos donde se abordaban los ejercicios espirituales o la vida y prodigios de San Ignacio de Loyola. Es sorprendente que en el inventario levantado a la librería jesuita en 1822,22 el número de libros de ciencia sea mínimo. De un total de 2 839 impresos, sólo se conservaban 75 textos científicos. La razón la podemos inferir. Tras la expulsión de los jesuitas verificada en 1767, la librería quedó cerrada. Varios años después, quienes ocuparon las instalaciones de la Compañía fueron los dominicos. En octubre de 1805 su Prior y Vicario Provincial envió una misiva a los inquisidores de la ciudad de México denunciando la constante y sistemática sustracción de impresos de la librería que había pertenecido a los jesuitas. Vicente Pérez de Velasco, prior del convento de la Purísima Concepción, que se encontraba asentado en lo que antes había sido el colegio jesuita de San Luis Gonzaga, señaló que las obras acomodadas en los anaqueles de la librería “estaban incompletas,”23 además Sánchez, año: 1822, información obtenida en el archivo privado de Armando González Quiñones. 22 El inventario se hizo en esta fecha, debido a que tras la expulsión de los jesuitas efectuada en 1767, la librería estuvo cerrada por más de 40 años. 23 AGN, Grupo documental Inquisición, volumen 1427, exp. 8, año 1805, f. 45v. 22
escribió alarmado que “en dicha librería hay variedad de libros prohibidos de los que también se han extraído algunos.”24 Con lo anterior, sabemos que los jesuitas valoraban los libros de carácter profano— principalmente científico—, ya que las doctrinas anotadas en sus páginas proveían a los ignacianos de conocimientos objetivos tan apreciados por ellos, y tan útiles en las actividades que emprendían.
Más lectores de libros científicos A medida en que avanzó el siglo XVIII, los textos escritos en latín que trataban temas relacionados con la religión sufrieron un serio detrimento. Los zacatecanos se interesaban cada vez más por libros que difundieran ideas vanguardistas. En el último cuarto del siglo aludido encontramos una serie de expedientes inquisitoriales donde se involucraron vecinos de Zacatecas que gustaban leer obras europeas donde se exponía el ideario político-científico de la ilustración. Y es que la ciencia fue una política implementada por la burguesía, entre otras cosas, para eliminar los obstáculos que dificultaban el avance de ese incipiente grupo social. Los lectores ávidos de novedades implementaban distintas estrategias para
equiparse de materiales escritos. Quienes contaban con caudal suficiente, se daban el lujo de importar directamente diversos títulos provenientes de Europa. Los que carecían de un capital abundante, se conformaban con acudir a las pulperías y mercerías de la ciudad, como la de Manuel Asunsolo y Llantada —ubicada en la calle Tacuba—, o la de Juan Bautista Miqueo,25 donde se desarrollaba una constante operación de compra-venta de libros, que satisfacía a los individuos alfabetizados de aquel entonces. En Zacatecas la circulación del libro científico aumentó; más personas tuvieron acceso a materiales escritos donde la observación, el registro de datos y la experimentación se comenzaban a erigir en pilares de un nuevo campo emergente. Si el libro en general se constituyó en el medio de difusión del pensamiento con mayor alcance, los textos de ciencia en particular, se convirtieron en medios adecuados para esparcir la semilla que contenía el ideario científico en los fértiles terrenos civil, gubernamental y eclesiástico. Con ello, inició la consolidación de un paradigma que en tierras zacatecanas hunde sus raíces en el periodo colonial, y que se fortaleció en el siglo XVIII gracias a la lenta, pero profunda infiltración de textos científicos.
Archivos y fondos bibliográficos
AHEZ Archivo Histórico del Estado de Zacatecas, Zacatecas, Zac.
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ramo Bienes de difuntos, caja 136, exp. 2, año 1786, fs. 30v-31r.
Doc. Cit. f. 45r. Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, Archivo de la Real Audiencia de la Nueva Galicia, 25
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AGN Archivo General de la Nación, México, D. F. BPEJ-ARANG Biblioteca Pública del Estado de Jalisco-Archivo de la Real Audiencia de la Nueva Galicia, Guadalajara, Jal.
BCEEA Biblioteca de Colecciones Especiales Elías Amador, Zacatecas, Zac. FBCG Fondo Bibliográfico Conventual de Guadalupe, Guadalupe, Zac. BN F.
Biblioteca Nacional, México, D.
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días, por Mr. Bosquilon, Escudero, doctor regente de la facultad de medicina de París: lector del rey, catedrático de lengua griega en el Colegio Real de Francia, censor real, y socio honorario de la sociedad de medicina de Edimburgo: Y del francés al castellano, añadiéndose varias notas, suplementos y modificaciones, acomodándolos a nuestros naturales por el doctor D. Bartolomé Piñera y Siles, académico de la real academia médica de Madrid, profesor real sustituto de anatomía, médico de la real familia de S.M.C., y uno de los del número de los reales hospitales general y de la pasión de esta corte. Tomo tercero. Segunda edición corregida y enmendada. En la imprenta de Benito Cano, Madrid, MDCCXCII.
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que la enriquecen; Gastos, que la mayorizan; y lo demás memorable, con algunas noticias del Imán de los corazones, Cristo, Señor Nuestro, en su admirable, portentosa imagen, y algunos de sus maravillosos prodigios. Delineóla el señor conde de Santiago de la Laguna, coronel de infantería española D. José de Rivera Bernárdez: quien afectuoso la dedica, y rendido la consagra al señor don Juan Manuel de Oliván Rebolledo, colegial, que fue, del mayor de Santa María de todos los santos, y oidor de la Real Audiencia de Guadalajara en la Galicia, gobernador electo, y capitán general de la provincia de los Texas, sus países, y conquistas, del Consejo de S. M. Oidor de la Real Audiencia de México, auditor general de la guerra de esta Nueva España, y juez de hospitales, y colegios reales, &c. Con licencia de los superiores, impresa en México: por José Bernardo de Hogal, Ministro e impresor real, y apostólico tribunal de la Santa Cruzada en toda esta Nueva España, México, año de 1732. TERÁN, Isabel, “Dos momentos en la recepción de una obra: el caso del Verdadero antídoto contra los malos libros… de Nicolás Jamin presente en la biblioteca zacatecana”, en Idalia García Aguilar y Pedro Rueda Ramírez (coords.), Leer en tiempos de la colonia: imprenta, bibliotecas y lectores en la Nueva España, UNAM, México, 2010.
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TOSCA, Tomás Vicente, Compendio matemático, en que se contienen todas las materias más principales de las ciencias, que tratan de la cantidad, que compuso el Doctor Tomás Vicente Tosca, presbítero de la congregación del oratorio de San Felipe Neri de Valencia, Segunda Impresión. Corregida y enmendada de muchos yerros de impresión, y láminas, como lo verá el curioso, dedicado al Exmo. Señor conde de Aranda. Tomo VII
que contiene la Astronomía, con privilegio, Imprenta de Antonio Marín, Madrid, 1727. VEGA,
Mercedes de, “Bibliografías básicas y cohesión cultural: la biblioteca del Colegio de Guadalupe en Zacatecas”, en La Independencia de México y el proceso autonomista novohispano 1808-1824, Instituto Mora/UNAM, México, 2001.
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Alamán y su visión histórica de México Marcelino Cuesta Alonso Breve reseña biográfica ucas Alamán nació en Guanajuato el 18 de octubre de 1792, en el seno de una familia acaudalada y distinguida. Cuando contaba la edad de diecisiete años fue testigo del asesinato del intendente español Riaño, amigo de la familia, en manos de las hordas de Hidalgo. Tras este acontecimiento se trasladó, junto con su familia, a la ciudad de México.1 Su formación fue humanística y científica, efectuó parte de sus estudios en el Colegio de Minería de la capital, en donde estudió química y mineralogía y completó su formación con un viaje por Europa, en las universidades alemanas de Freyberg y Gotinga para aprender minería y en la de París para ampliar sus conocimientos de química y ciencias naturales.
L
En 1821 fue diputado en las Cortes españolas por el territorio mexicano de Guanajuato tras la victoria liberal de Riego. Durante esta etapa apoyó las pretensiones de Aranda con respecto a otorgar la independencia a las colonias americanas. Durante su permanencia en España escribió un Ensayo sobre las causas de la decadencia de la minería en la Nueva España y un Dictamen sobre el importante ramo de la minería. Este dictamen serviría para que posteriormente la Junta Provisional Gubernativa de México emitiera ese mismo año de 1821 un decreto para impulsar la actividad minera. De España 1 Charles
A. Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora, p. 23.
pasó a Inglaterra en donde constituyó la Compañía Unida de Minas, para iniciar la explotación del cerro del Mercado, en Durango.2 Al regresar a México, el congreso elegido en 1822 convocó un congreso constituyente que para salvaguardar la unidad territorial estableció un sistema federal en la nación. Una nueva constitución pasó a regir los destinos del pueblo mexicano y en ella se establecía entre otras cosas que los estados controlarían los permisos de colonización. Pero Lucas Alamán mostró su disconformidad con dicha ley, pues a su entender, esto podría suponer una amenaza para la naciente federación. Lamentablemente sus temores resultaron ciertos pues el tiempo le daría la razón en 1835 a raíz de la secesión de Texas. Desde 1823 a 1826 desempeñó el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores, durante la primera presidencia de Santa Anna, tras la caída de Iturbide. Sin embargo en un principio mostró cierta admiración hacia los Estados Unidos exponiendo sus logros como ejemplo a seguir por parte de la nación mexicana. Esa visión cambiaría a partir de 1830 al percatarse de las diferentes evoluciones históricas experimentadas por los dos países y resaltando que, mientras el federalismo en Estados Unidos se había desarrollado de forma natural, en México, había dado lugar a numerosos problemas. A partir de 1837, tras la pérdida de Texas, dio la voz de alarma con respecto al creciente poderío norteamericano. 2
José Rogelio Álvarez, (dir.), Enciclopedia de México, I, p. 253. 43
Entre junio y julio de 1843, percibiendo ya la proximidad de la guerra con Estados Unidos, pidió desde las páginas del Universal la formación de una gran alianza militar hispana que pudiese contrarrestar el poderío militar del vecino del norte.3 Desde su cargo propició la firma del Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua entre México y Colombia el 3 de octubre de 1823. Por dicho tratado, ambos países se comprometían a intervenir militarmente a favor del otro estado cuando uno de los dos se viera amenazado por España, que por aquel entonces aún no había reconocido la independencia de las naciones hispanoamericanas. Así mismo, México y Colombia establecieron un plan, que no llegó a llevarse a cabo, para enviar sendas expediciones para independizar de España a Cuba y Puerto Rico. El tratado también establecía la celebración de una cumbre entre ambos estados en Panamá. En dicho congreso, desarrollado en el verano de 1826, asistieron también representantes de Perú y Centroamérica. La idea del congreso había sido promovida por Bolívar, cuyo deseo no era otro que el de establecer una confederación que agrupase a todas las naciones hispanoamericanas con un ejército común con el cual preservar la independencia de todos los estados.
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Charles A. Hale, El liberalismo mexicano..., pp. 217-219. 4 Josefina Zoraida Vázquez (coord.), El nacimiento de México, 1750-1856, pp.205-206. 5 El general Guadalupe Victoria nació en Tamazula, Durango, a fines de 1786, distinguiéndose en la Guerra de Independencia al lado del gran Morelos. Tomó posesión el 10 de octubre de 1824 y entregó la presidencia a las once de la mañana del 31 de marzo de 1829. Durante su gobierno capituló la guarnición
Una segunda cumbre entre México y Colombia, celebrada en Tacubaya en 1827, demostró que no se había alcanzado ningún acuerdo e incluso las relaciones entre Colombia y México se enfriaron como consecuencia de las negociaciones que Colombia estaba manteniendo con España para firmar un armisticio.4 El 10 de octubre de 1824 tomó posesión de la presidencia del gobierno Guadalupe Victoria,5 quien constituyó un gobierno de coalición y precisamente uno de los llamados a formar parte de dicho gobierno fue Alamán.6 Dentro de dicho gobierno, en 1825 a Alamán le correspondió recibir a Joel R. Poinsett embajador norteamericano en México, quien planteó la intención de su gobierno de modificar las fronteras existentes entre los dos países, pero Alamán se acogió al Tratado Transcontinental firmado por Estados Unidos y España en 1819 y rechazó las pretensiones de Poinsett.7 Alamán alternó en su trabajo la política con los negocios. Durante dos décadas fue agente del siciliano Duque de Terranova y Monteleone, heredero del patrimonio de Cortés. De hecho en 1828 defendió las posesiones de éste en México ante las presiones de los liberales para que se expropiasen dichas tierras.8 Esta cuestión sirvió para que Alamán defendiera al mismo por la vía jurídica e española que aún conservaba en su poder el castillo de San Juan de Ulúa, frente a Veracruz, el 18 de noviembre de 1825. Murió en el fuerte de Perote, víctima de ataques epilépticos, el 21 de marzo de 1843. 6 Charles A. Hale, El liberalismo mexicano..., p. 101. 7 Josefina Zoraida Vázquez, (coord.), El nacimiento de México..., p. 228. 8 Charles A. Hale, El liberalismo mexicano..., p. 21. 45
histórica, como ya dijimos, los intereses de los españoles en México. En 1830, Anastasio Bustamante se hizo cargo del ejecutivo y nombró de nuevo a Lucas Alamán secretario de relaciones. Como por aquel entonces las noticias procedentes de Texas eran cada vez más preocupantes, promovió una ley de colonización el 6 de abril de 1830 que favorecería el establecimiento en Texas de colonos mexicanos a fin de contrarrestar la fuerza que estaban adquiriendo en dicho territorio los colonos anglosajones. Sin embargo fueron pocos los mexicanos que se acogieron a dicha ley, mientras que el número de emigrantes norteamericanos se incrementó. De hecho, en 1831 se produjeron los primeros incidentes armados entre las tropas mexicanas y los tejanos. La posterior intervención de Santa Anna a partir de 1835, tampoco sirvió para evitar la secesión de Texas. Fue diputado y ministro de Relaciones Exteriores en algunos periodos de los gobiernos del general Antonio López de Santa Anna. Desde dicho cargo se opuso a la colonización de Texas y fijó los límites entre México y Estados Unidos de América conforme el tratado Adams-Onís.9 Para hacer frente a la amenaza expansionista de los Estados Unidos desarrolló una política de acercamiento hacia las naciones hispanoamericanas. De este modo estableció una relación pacífica con Guatemala. Para ello envió a Manuel 9
Este convenio definía claramente por primera vez el límite occidental de Luisiana (la región comprada por Estados Unidos a Francia en 1803). Según el mismo, partiendo de la desembocadura del río Sabine, que recorre la zona central meridional de Estados Unidos, la frontera atravesaría el país en dirección noroeste hasta el paralelo 42 (actualmente el límite septentrional de California) y después
Díez de Bonilla, con el objetivo de lograr un tratado de amistad y comercio con Guatemala, sin embargo en vez de ello se centró en la resolución de los conflictos fronterizos. Así mismo, envió a Juan de Dios Cañedo a Perú, Ecuador y Chile. Éste se estableció Lima, en donde permaneció por espacio de siete años, y desde allí pudo elaborar y concluir la firma de tres tratados comerciales con los tres países respectivamente. Alamán también trató de normalizar las relaciones diplomáticas con España para ello trató de negociar la paz con la antigua metrópoli, e incluso animó a otros países latinoamericanos a proceder de igual manera. De todos modos el establecimiento de relaciones diplomáticas no se alcanzó hasta 1836, una vez que hubo fallecido Fernando VII, cuando su hija Isabel accedió al trono bajo la regencia de su madre María Cristina.10 Otro de sus grandes objetivos fue buscar el reconocimiento de Francia, así como establecer un concordato con la Santa Sede. En este sentido despachó embajadores hacia París y Roma con el objetivo de solicitar el intercambio de embajadores. Desde este cargo de ministro de Relaciones Exteriores fundó también el Archivo General de la Nación, el Museo de Antigüedades y el de Historia Natural. Siempre se manifestó como político continuaría hacia el oeste hasta el océano Pacífico. En efecto, España transfirió a Estados Unidos todas sus reclamaciones sobre Oregón. Por su parte, Estados Unidos cedió todos los derechos sobre Texas que había adquirido en virtud de los términos de la compra de Luisiana. 10 Josefina Zoraida Vázquez, (coord.), El nacimiento de México..., pp. 210-211. 46
conservador y monárquico. Muchos historiadores denominan el periodo de gobierno entre 1830 y 1832 como la “administración Alamán”, pues este personaje se distinguió especialmente, durante esos años, gracias al plan Jalapa, un programa político y económico mediante el cual Alamán propuso una serie de medidas encaminadas a potenciar el desarrollo de un sistema federal centralista y al mismo tiempo incrementar la explotación minera mediante la atracción de inversionistas extranjeros.11 Pero su dominio sobre la política mexicana no fue total, pues la rebelión de Vicente Guerrero en el sur del país y su posterior detención y ejecución, empañaron la carrera política de Alamán, y pese a su destacada actuación tuvo que enfrentar un proceso por la muerte de Guerrero del que finalmente salió absuelto. Así mismo, intentó reorganizar la hacienda pública con el objeto de poder hacer frente al pago de los intereses que la deuda inglesa generaba, pues era requisito indispensable para la obtención de nuevos créditos, como consecuencia de que la revolución de 1832 había mermado aún más las finanzas estatales.12 Fue una de las bases de la reforma científica educativa emprendida por el Presidente Valentín Gómez Farías en 1833. En este sentido creó la Dirección General de Instrucción Pública y así mismo estableció las bases para la creación de una enseñanza laica en México. De hecho la litografía se estableció en México gracias a él, y
11
Ibídem, pp. 169-170.
también se le debe la creación de la escuela de San Jacinto.
La polémica sobre la historia Se le ha considerado a Alamán como una de las figuras literarias más importantes de México, tanto por la calidad de su prosa como por la seriedad en sus métodos de investigación histórica; sin embargo, también es uno de los escritores mexicanos más discutidos. En su obra Disertaciones sobre la historia de la República Mexicana desde la Conquista a la Independencia (1844) polemizó con la obra de Mora, México y sus revoluciones, a propósito de la importancia del pasado colonial mexicano, defendiendo la herencia hispana en la configuración de la nación mexicana. También tuvo especial relevancia su obra Historia de México desde los primeros movimientos que prepararon su Independencia en el año de 1808 hasta la época presente. En la introducción de dicha obra recoge los motivos que le llevaron a tomar la pluma para elaborarla: Veo por otra parte que todos aquellos de mis contemporáneos que hubieran podido tratar con acierto esta materia, van desapareciendo sin dejar nada escrito: que todo cuanto hasta ahora se ha publicado sobre los acontecimientos de esta época tan importante, está plagado de errores, hijos unos de la ignorancia, otros de la mala fé y de las miras siniestras de los escritores, que todos se han dejado llevar del espíritu de partido, como sucede casi 12 Ibídem,
p. 289. 47
siempre en los que escriben, recientes todavía los odios de las facciones a que han pertenecido.13
Alamán fue consciente que la polémica acerca de la historia mexicana había contribuido a la deformación de la misma de ahí su queja sobre la falta de objetividad de los historiadores de la época que contribuían a la deformación de dicha historia. Mi intención no era sin embargo que esta obra viese la luz pública en mis días. No llevando en ella más objeto que presentar los acontecimientos que refiero conforme a la verdad, me parecía que era menester esperar a que el tiempo hiciese prevalecer la buena razón, ofuscada frecuentemente entre los contemporáneos por la efervescencia de las pasiones, y que una generación nueva en la que no obrasen los intereses que se agitan en el momento en que se pasan los sucesos, viniese a fallar con severa imparcialidad sobre los hechos que se le presentasen, despojados de los disfraces y atavíos con que los desfiguran los escritores en el calor de la polémica, según el partido que cada uno pretende hacer prevalecer; pero algunos amigos a quienes comuniqué lo que llevaba escrito y mi intención de no publicarlo durante mi vida, han pensado de diverso modo y han creído que ya era tiempo de 13
Lucas Alamán, Historia de México desde los primeros movimientos que prepararon su
hacerlo, a lo menos en cuanto al periodo que comprende desde el año de 1808 hasta al muerte de D. Agustín de Iturbide. El público se muestra deseoso de saber la verdadera historia de unos sucesos que han sido presentados con tanta infidelidad, y las desgracias que la nación ha sufrido, han acelerado los desengaños que suelen ser efecto del transcurso del tiempo.14
Para Alamán la objetividad histórica descansaba en el diligente cuidado, y en la consulta de todos los escritos sobre la materia, al tiempo que interrogaba a todos los que vivieron los acontecimientos. No se olvidaba tampoco de examinar todos los documentos fidedignos de la época, y a esta información añadía sus propios recuerdos, pero omitiendo sus observaciones propias que a su entender podrían deformar la realidad de los acontecimientos narrados. Su metodología histórica suponía la participación activa del lector en quien caía la responsabilidad de juzgar la historia para alcanzar sus propias conclusiones sobre la misma. Omitiré en cuanto lo permita la materia, toda observación propia, dejando que el lector ejerciendo su juicio, califique por sí mismo el mérito de cada acción, cuando esté instruido a fondo de su esencia. Acaso caerán algunas reputaciones mal adquiridas mentirosamente formadas: muchos juicios pronunciados el independencia en el año de 1808 hasta la época presente, I, p. III. 14 Ibídem, p. IV. 48
espíritu de partido, parecerán injustos o infundados, pero esto no será el resultado de mis raciocinios, sino de los que el lector imparcial haga, en vista de los hechos que se le presenten.15
Consideraba igualmente que otro factor el cual le permitía escribir sin faltar a la veracidad histórica era la circunstancia de que el tiempo había hecho desaparecer los partidos políticos en los que había militado, así como aquellos que habían sido sus oponentes. Además recordaba que él escribía preocupándose por ofrecer una visión global de la historia. Para ello procuraba no detenerse demasiado en los acontecimientos, para que de este modo no se perdiera la visión de conjunto. Dejaré pues aparta todos los incidentes que no tengan una conexión precisa con el asunto principal, o los consignaré en notas al pie de los folios si su extensión lo permitiere, o en el apéndice, si hubieren de ocupar demasiado espacio y su importancia así lo pidiere. No obstante esto, trataré con alguna extensión aquellos puntos que me pereciere requerirlo, por ser más importantes o poco conocidos entre los extranjeros, tales como la forma de gobierno que tuvo este país desde la conquista y el estado de prosperidad a que llegó, para que con presencia de lo que hubo y de los felices resultados que produjo, se procure, en cuanto la variación que necesariamente producen los 15 Ídem, 16
p. V. Ídem, p. VII.
tiempos lo permita, obtener iguales ventajas, sirviéndose de los medios ya conocidos y comprobados por la 16 experiencia.
Pensaba que la utilidad de la historia no se encontraba en el conocimiento de todos los hechos sino en comprender la influencia que unos tuvieron sobre los otros de tal manera que ligados entre sí nos permitan descubrir como unos influyen sobre los otros al tiempo que descubren las verdaderas causas que mueven la historia.17 Uno de los aspectos que más resaltaría en la historia mexicana fue la circunstancia de que lo que muchos interpretaron en la rebelión de Hidalgo y de Morelos como la independencia no fue una lucha entre dos naciones, ni tampoco una lucha por la libertad de un pueblo respecto a otro. Vio la independencia como el levantamiento popular contra las clases dominantes. Un intento de cambiar el orden social establecido y una lucha por el control de la tierra. Fue precisamente este hecho el que motivó la reacción de los grupos poderosos quienes se opusieron tajantemente a ese cambio social y se inclinaron decididamente hacia la causa realista. Gracias a su apoyo, sobre todo económico, la revuelta pudo ser sofocada, pese a que algunos de los miembros de esas élites añoraban la independencia de la metrópoli, pero no a tan alto precio. En este sentido aclara en las páginas de su Historia de México: Pero antes de entrar en la complicada relación de los sucesos que tienen que 17 Ídem,
p. XI. 49
ocuparnos, es indispensable fijar los nombres con que han de ser designados estos partidos, que vamos a ver chocar uno contra otro; designación que en las guerras civiles es una parte de la guerra misma, porque ella envuelve la calificación de los mutuos derechos y pretensiones. La que frecuentemente se ha usado por varios escritores posteriores a la independencia, de “españoles y americanos”, no sólo es falsa, sino que induce en un error histórico de grave trascendencia, siendo así que eran americanas las tropas que por uno y otro lado combatían sin más diferencias que en las del gobierno, mucho de los jefes y algunos oficiales eran europeos, pero los más de estos eran españoles americanos, y todos los soldados, cabos y sargentos pertenecían a la clase de mestizos o a las otras castas, particularmente a la de los mulatos.18
Su interpretación de los hechos tendía hacia la desmitificación, presentando los sucesos acaecidos en torno a Hidalgo como una revuelta que en sus inicios respondía a una motivación de fuerte carácter social, frente a la interpretación política que le otorgaban otros autores. Alamán veía en Hidalgo a un revolucionario, pero no a un padre de la independencia. El motivo de tal argumentación se encuentra en que Alamán no podía aprobar la actitud de Hidalgo porque su comportamiento había ido contra la tradición y el orden Lucas Alamán, Historia de México…, I, pp. 400-401. 18
establecido, que para este autor constituían los cimientos del futuro estado mexicano. En este sentido, afirmó: Si pues el desorden y la anarquía habían sido un medio fácil de propagar la revolución, lisonjeando las más ruines propensiones de la muchedumbre, este depravado medio era un obstáculo para consolidar y dar una forma regular a lo que se había hecho. Se habían puesto en insurrección a la verdad en brevísimo tiempo, las más pobladas y florecientes provincias del reino: a la voz de “viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines”, la multitud había corrido a echarse sobre los bienes y personas de estos, y sin haber indicado un objeto político, un fin racional para tan gran movimiento, puesto se empezó a hablar de independencia hasta después de ocupada Guadalajara, cuyo resultado sólo lo entreveían los más advertidos, la revolución parecía consumada, sin saber todavía para que se había hecho.19
Más adelante insistirá, a propósito de la Independencia, en la idea de que fueron los mismos realistas, es decir los miembros de las clases acomodadas, quienes realmente buscaron y consumaron la Independencia. Él mismo era consciente de las polémicas que iba a suscitar con dicha afirmación; sin embargo, sostenía que la verdad 19
Ídem, p. 218. 50
prevalecería con el tiempo, al margen de los intereses partidistas, pues esos mismos intereses habían tergiversado la historia. El partido realista que combatió contra los insurgentes y que fue el que más adelante hizo la independencia, ha querido reivindicar sus derechos a esta; pero habiéndolo hecho de una manera tímida y disimulada, ha resultado para ella un doble origen y una doble festividad, tomando cada uno según el bando a que perteneció, su parte en la función que le corresponde y execrando la del bando contrario: con lo que en esta nación, a la que se ha hecho dudar de su origen, de los elementos que la componen, y de los derechos que estos representan, es también materia de cuestión, que cada año se debate de nuevo, quien es a quién debe su independencia y desde qué época debe contarse esta; mas no puede dudarse que llegará el tiempo en que prevaleciendo el buen sentido sobre las preocupaciones e intereses del momento, se juzgarán los hechos con imparcialidad, y se acabará por reconocer y confesar, que Hidalgo, Allende y sus compañeros, se lanzaron indiscretamente en una revolución que eran enteramente incapaces de dirigir: que no hicieron otra cosa que llenar de males y desventuras incalculables a su patria, y que 20
Ídem, p. 226. Michael C. Meyer, William L. Sherman, The Course of Mexican History, p. 368. 21
habiendo sido desgraciado el resultado de su empresa, no pudieron cubrirlos y hacerlos olvidar con el triunfo, que muchas veces hace perder de vista los medios inicuos que han servido para obtenerlo.20
En su papel de historiador, se destacó por ser uno de los pocos que defendieron la herencia cultural española como uno de los pilares de la entidad nacional mexicana.21 Una muestra clara de su aprecio por lo hispano lo encontramos en el traslado, que realizó el día de la Independencia en 1823, de los restos de Hernán Cortés desde su tumba de una parte del Hospital de Jesús Nazareno a otra, para evitar que dichos restos fueran profanados.22 El autor que nos ocupa usó la historia como un instrumento para interpretar la revolución independentista. Basó sus argumentos no en la polémica sino en la documentación y la aportación de detalles. Su Historia de México sigue siendo el manual fundamental para estudiar el periodo comprendido entre 1810 y 1821. Alamán sostiene que no hubo una, sino dos revoluciones independentistas. La primera fue la de Miguel Hidalgo en 1810, que perduró a lo largo de diez años hasta 1820. La segunda sería la de Agustín de Iturbide, que tuvo lugar en 1821. La primera de estas revoluciones consistió en el levantamiento de la clase desfavorecida contra los ricos y poderosos, que fracasó como consecuencia de que fue conducida por hombres de escasa virtud. La segunda, la de Iturbide fue, en 22
Charles A. Hale, El liberalismo mexicano..., p. 102. 51
cambio, un movimiento conservador dirigido contra los principios anticlericales y democráticos de las cortes españolas y de la constitución de 1812.23
Las fuentes históricas de Lucas Alamán Uno de los autores a los que Alamán tributa un mayor reconocimiento fue a la colección de folletos impresos y relaciones manuscritas de José María Andrade, en la que se basó para reproducir los acontecimientos acaecidos entre 1814 y 1820 años en los que Alamán se encontraba ausente del país. Así mismo citó los Apuntes históricos de la revolución del reino de la Nueva España de Juan Bautista Arechederreta, autor que le inspiraba una especial confianza para la narración de los hechos históricos ocurridos durante su estancia en Europa. Destaca luego la importancia que tuvieron en su investigación los papeles de la secretaría del virreinato que en aquel tiempo se encontraban en el Archivo general.24 A su vez, la obra de Humboldt, Ensayo político sobre la Nueva España, le sirvió a Alamán para comprender y analizar la idiosincrasia de la Nueva España.25 Otra obra citada por este autor fue el Libro primero de la nación americana septentrional, formado para la celebración del congreso nacional gubernativo, y para asentar las actas que
23
Ibídem, pp. 22-23. Ídem, pp. VIII-X. 25 Ídem, p. 3; 141-142. 24
celebre en lo sucesivo S. M. año de 1811 de Ignacio López de Rayón. Cuando el gobierno liberal de Valentín Gómez Frías atacó los privilegios del clero y el ejército, Alamán consideró que la causa de los males que aquejaban a la nación mexicana se encontraba en las medidas legislativas adoptadas, pues éstas eran contrarias a las costumbres y usos de la nación. En su opinión, el problema de los políticos mexicanos era el de ir contra el modo de ser de los mexicanos al tratar de imponerles costumbres o sistemas de trabajo propios del pueblo estadounidense. Inspirándose en Edmund Burke a través de su obra Reflections on the Revolution in France (1792), afirmó que la solución pasaba por adaptar las nuevas instituciones e ideas políticas a las costumbres nacionales. Por ello rechazó el sistema federal y republicano por considerarlos inviables para México. En 1846 Lucas Alamán, desde su diario El Tiempo, salió en defensa del monarquismo propugnado por José María Gutiérrez Estrada en una carta dirigida el 25 de agosto de 1840 al presidente Anastasio Bustamante, motivo por el cual fue exiliado de México. Gutiérrez sostenía que la monarquía garantizaría mayor libertad y paz en México que el régimen republicano.26 La misma opinión sustentaba Alamán, recordando, tal vez los tres siglos en los que el territorio había evolucionado y progresado bajo el régimen virreinal y por lo tanto monárquico. Durante el periodo comprendido entre 1848 y su muerte sabemos que 26
Charles A. Hale, El liberalismo mexicano..., p. 32. 52
editó algunos artículos en los periódicos El Universal y El Tiempo, por aquel entonces órganos de difusión de los conservadores. Sin embargo, muchos de esos artículos permanecieron en el anonimato, pues, según la costumbre de la época, los editoriales no se solían firmar por lo cual hoy en día nos resulta difícil establecer la autoría de los mismos.27 En 1845, tras la anexión de Texas a los Estados Unidos, Lucas Alamán dio su visto bueno a un proyecto del ministro español Salvador Bermúdez de Castro para que un príncipe español se convirtiera en monarca mexicano, sin embargo, la falta de apoyos y la preparación de la guerra contra Estados Unidos impidieron que dicho proyecto se llevara a cabo.28
europeo sentado en el trono. Para ello se inició una serie de contactos con las casas reales europeas con el objeto de buscar el candidato idóneo que ocupase el trono de México. Uno de los candidatos, en quien se pensó, fue el Infante Don Juan de la casa Real española, pero finalmente la crisis del partido moderado en España y su desplazamiento del poder por el partido progresista, impidió que estas gestiones siguieran adelante. La muerte de Lucas Alamán en el 2 de junio de 1853 frenó el interés por la monarquía en México.30
El partido conservador dirigido por Lucas Alamán hizo su debut el 15 de julio de 1849 ganando las elecciones al ayuntamiento de la ciudad de México. Pero no pudo ejercer el poder durante mucho tiempo dado que la contundente oposición del gobierno liberal en el país tuvo como consecuencia que Alamán dimitiera en diciembre de ese mismo año.29 Cuando el 20 de abril de 1853 Santa Anna volvió a ocupar la presidencia de la República, Lucas Alamán fue designado de nuevo a formar parte de su gabinete de gobierno como primer ministro del general. Desde este cargo convenció a Santa Anna para que restableciera los postulados del plan de Iguala. Buscaba así transformar al país en una monarquía con un príncipe 27 Ídem,
p. 15. Michael C. Meyer, William L. Sherman, The course of Mexican History…, p. 258. 29 Charles A.Hale, El liberalismo mexicano..., p. 18. 28
José Manuel Villalpando César, “Puente entre dos épocas, 1848-1856”, en Josefina Zoraida Vázquez, (coord.), El nacimiento..., p. 392.; Charles A. Hale, El liberalismo mexicano..., pp. 34-35. 30
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Lo rural y lo urbano desde la estética fílmica en México Laura Gemma Flores García
Introducción ajo la premisa de que el cine de la Revolución buscó estar lo más apegado a la realidad de los mexicanos de guerrilla, vista primordialmente desde la lente de los norteamericanos; sostenemos que hacia los años 50 y 60 proliferó el propósito de mostrar la imagen de un México distinto al de la Revolución: pujante, moderno, flamante, progesista y civilizado a través de la muestra de sus más grandes ejemplares urbanos y monumentales. Es difícil hablar de fuentes que hayan estudiado el binomio cinearquitectura en México. Sin embargo las que han abordado el cine mexicano de la época de la Revolución, tangencialmente han tocado esta temática. En La Mirada Circular, Margarita de Orellana1 realiza un trabajo de corte histórico sobre el imaginario de la Revolución Mexicana a través del cine de esa época. Su estudio nos sirve para contextualizar las condiciones en que nació el cine de la Revolución cuando desde un enfoque periodístico y documental la prensa norteamericana se concentró en registrar los eventos revolucionarios en los que la participación del vecino país fue de carácter decisiva. Otra obra que estudia dicho periodo y con un enfoque cercano al de nuestra
investigación es el trabajo de Zuzana Pick, M.: Constructing the Image of the Mexican Revolution: Cinema and the Archive, Austin TX, University of Texas Press, 2010.2 En ella la autora demuestra el importante papel desempeñado por los mexicanos y documentalistas de la Revolución Mexicana en la primera década del siglo XX. Investigando la convergencia de la iconografía, el cine, la fotografía, la pintura y otras artes gráficas, Zuzana Pick ilustra cómo la época de la Revolución Mexicana (1910–1917) corresponde con la emergente cultura media y la modernidad. El resto de las fuentes empleadas para esta investigación tienen una delimitación muy clara: por un lado aquellas que abordan la historia de las haciendas en México, información que pocas veces se puede cruzar con los filmes que tomaron como espacio protagónico una hacienda; y las que tienen que ver con la historia de la arquitectura en México. Y aunque, si bien estas últimas no pueden articularse de manera homogénea con las producciones filmográficas, sí que aportan elementos relevantes para el análisis de discurso de la imagen en ciertas obras fílmicas ubicadas entre los años 50 y 60. Finalmente, los estudios sobre cine en México son la columna vertebral para explorar de forma sistemática la producción cinematográfica de la primera mitad del siglo XX permitiendo seleccionar las
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Margarita de Orellana, La mirada circular, el cine norteamericano de la Revolución Mexicana 19111917. Agradezco al Mtro. Jorge Pantoja Merino, especialista en cine de la Universidad de Guanajuato, quien desinteresadamente puso esta obra en mis manos.
Este trabajo me fue recomendado por el especialista en filmografía Jorge Pantoja Merino de la Universidad de Guanajuato, a quien debo su invaluable asesoría en este proyecto.
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tendencias teóricas y metodológicas para su adecuado tratamiento. Sobre este último aspecto nos detendremos brevemente antes de entrar al tema de la estética fílmica en México (1920-1960). El estado de la cuestión en estudios sobre cine en México Puede decirse que para la historiografía del cine mexicano existen dos figuras principales a considerar: uno de los máximos exponentes es el escritor, actor e historiador español Emilio García Riera (1931-2002)3 cuyas obras han sido parteaguas para observar el fenómeno de la filmografía en México como un objeto específico de estudio y análisis. Su Guía del cine mexicano: De la pantalla grande a la televisión4 es un compendio de más de 1500 películas mexicanas producidas entre 1919 y 1984. Sin embargo la primera obra de García Riera como autor único es: Historia del cine mexicano (1986),5 que incluye al cine silente y se extiende hasta el año de 1984. En 1998, el autor actualizó esta publicación con el título: Breve historia del cine mexicano6 primer siglo: 1987-1997 (1998). Su trabajo: México visto por el cine extranjero,7 constituye un compedido filmográfico exhaustivo en cuatro volúmenes, de las cintas filmadas por extranjeros. El primer volumen abarca de 1894-1940; el segundo de 1906-1940; el tercero de 1941-1969 y el cuarto de 19413
Parte de este apartado lo constituye un resumen de la monografía de Maximiliano Maza, cinemexicano.mty.itesm.mx, fecha de consulta: 15 de febrero 2013. 4 Emilio García Riera, y Fernando Macotela, La guía del cine mexicano: De la pantalla grande a la televisión. 5 Emilio García Riera, Historia del cine mexicano. 6 Emilio García Riera, Breve historia del cine mexicano, primer siglo: 1897-1997. 7 Emilio García Riera, México visto por el cine extranjero.
1969. Pero la obra más relevante es: Historia documental del cine mexicano (1992-1997) de 18 tomos8 que revisa la producción filmografía 1929 y 1976. Otro autor infaltable es Aurelio de los Reyes, historiador, escritor y guionista nacido en Aguascalientes (1942) y cuyas obras dedicadas a la industria del cine son de vital importancia para este proyecto. En Los orígenes del cine mexicano 9 realiza un análisis histórico del período 1896-1900. En Cine y Sociedad en México10 analiza los nexos entre lo cinematográfico y lo social en México, durante el período comprendido entre 1896 y 1930. En otra obra denominada Filmografía del cine mudo mexicano,11 documenta la producción cinematográfica silente mexicana. El primer volumen cubre el período 1896-1920, el segundo los años de 1920 a 1924 y el tercero, el período 1924-1931. El primer período es el que parece cautivarle más. La investigación le llevó al autor más de quince años de trabajo pero su filmografía es la más completa que se haya publicado sobre el fascinante período del cine mudo mexicano. La última obra titulada A cien años del cine en México12 presenta dos ensayos: “El cine en México: 1896-1930” del propio autor y “El asueto en la época del cine mudo en México, 1896-1931” de los demás coautores.
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Emilio García Riera, Historia documental del cine mexicano. Cinemexicano.mty.itesm.mx, consultado 4 de febrero de 2013. 9 Aurelio de los Reyes, Los orígenes del cine en México (1896-1900). 10 En Aurelio de los Reyes, Cine y sociedad en México 1896-1930: Vivir de sueños/Bajo el cielo de México. 11 Aurelio de los Reyes, Filmografía del cine mudo mexicano: 1896-1931. 12 Aurelio de los Reyes, María de los Ángeles Colunga Hernández, María Hernández Ramírez y Rosalino Martínez Chiñas, A cien años del cine en México. 60
Otro de los historiadores del cine en México es Federico Dávalos Orozco, quien en Crónica ilustrada del cine mexicano,13 estudia desde 1896 hasta los años previos a la época de oro. Abundantes fotografías y reproducciones de documentos originales completan la obra. Seguida por Época de oro del cine mexicano (1997) y Nuevo cine mexicano (1997) continúa la tarea de sus antecesores. Rogelio Agrasánchez Jr. y Charles Ramírez publican la obra: Reproducciones de carteles14 de la época de oro del cine mexicano. La edición de 1997 incluye una selección de 200 carteles y una sección biográfica de los cartelistas. La edición de 2001 una selección de 150 carteles y una versión abreviada del texto de Ramírez Berg. La Crónica detallada de los años del cine mudo mexicano (1896-1929)15 consta de un compendio de fotografías, filmografía de medio y largometrajes de ficción producidos entre 1916 y 1929. Una investigación acerca del cine mexicano producido en la región fronteriza con los Estados Unidos es la obra de Norma Iglesias.16 Asimismo, la Crónica ilustrada de la época de oro del cine mexicano de Gustavo García y Rafael Aviña17 consta de importantes fotografías y reproducciones de documentos originales. Precedida por
Albores del cine mexicano (1996) y seguida por Nuevo cine mexicano (1997). El Índice cronológico de la producción cinematográfica y videográfica mexicana de 1896 a 1992 de Moisés Viñas18 incluye una lista de películas en episodios y una lista de series. La Compilación de ensayos y monografías sobre cine mexicano,19 escritos por investigadores de la talla de Aurelio de los Reyes, Carlos Monsiváis y Emilio García Riera constituye una versión revisada y extendida del original, Le cinéma mexicain, publicado en Francia por Editions du Centre Pompidou en 1992. La obra Mexican Cinema: Reflections of a Society, 1896-2004 es una monografía histórica sobre el cine mexicano20 constituye uno de los pocos trabajos académicos escritos en lengua inglesa sobre este tema. El Estudio sobre los arquetipos femeninos del cine mexicano21 analiza a la madre y la prostituta como dos paradigmas de nuestra cultura mexicana. La Recopilación de notas periodísticas sobre cine,22 publicadas en la ciudad de México entre 1896 y 1925 constan de un primer volumen que incluye los años de 1896 a 1918 y el volumen 2, de 1919 a 1925. La Crónica de los inicios del cine en nuestro país,23 enfatiza el periódo constitucionalista (1915-1920). La Monografía sobre la más antigua producción fílmica mexicana24 recopila la mayoría de las películas mexicanas
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Federico Dávalos Orozco, Albores del cine mexicano. 14 Rogelio Agrasánchez Jr. y Charles Ramírez Berg, Carteles de la época de oro del cine mexicano 19361956. 15 Gabriel Ramírez, Crónica del cine mudo mexicano. 16 Norma Iglesias, Entre yerba, polvo y plomo: Lo fronterizo visto por el cine mexicano. 17 Gustavo García y Rafael Aviña, Época de oro del cine mexicano. 18 Moisés Viñas, Índice cronológico del cine mexicano (1896-1992). 19 Paulo Antonio Paranaguá, Mexican Cinema.
Carl J. Mora, Mexican Cinema: Reflections of a Society, 1896-2004, Estados Unidos, University of California Press (segunda edición); McFarland & Company, Inc., Publishers (tercera edición), 1989 (segunda edición); 2005 (tercera edición). 21 Joanne Hershfield, Mexican Cinema, Mexican Woman (1940-1950). 22 Helena Almoina, Notas para la historia del cine en México. 23 Manuel González Casanova, Las vistas: Una época del cine en México. 24 Juan Felipe Leal, Eduardo Barraza y Alejandra Jablonza, Vistas que no se ven: Filmografía mexicana 1896-1910. 61
anteriores a la Revolución. La Síntesis histórica del centenario del cine mexicano 25 de Maximiliano Maza constituye una breve monografía de internet. Desarrollo A principios del siglo XX, México se encontraba en una época de apertura con respecto al exterior, lo cual se manifestaba en el afán por colocarse a la altura de las naciones cultas del mundo.26 La avalancha de arquitectos extranjeros a nuestro país, tuvo sus antecedentes en la última década del siglo XIX cuando el gobierno de Porfirio Díaz, propició la llegada de capital extranjero para incrementar el nuevo proyecto de la ciudad porfirista. Europa fue la importadora principal de los nuevos estilos, llegando una serie de arquitectos como: Emilio Benard, Adamo Boari, Silvio Contri, quienes permitieron que en los primeros años del siglo XX se vieran registradas propuestas tanto de arquitectos franceses como italianos; los cuales educaron a una generación de pasantes de arquitectura. Aunada a la moda extranjera de los estilos y materiales de construcción, estuvo la llegada de la cinematografía con los hermanos Lumière que en aquel tiempo se reducía a significativas tomas de breves minutos que fueron conocidas como “vistas”. El mismo Porfirio Díaz fue uno de los primeros modelos-actores de este genial invento introducido desde el sesgo de la modernidad. Tras la famosa “vista” titulada “El presidente de la República paseando a caballo por el castillo de Chapultepec” (6 de agosto de 1896), incursionaron incipientes guionistas como Bernard y Vyere que en 1896 filmaron cerca de 25 películas en México y Guadalajara. Posteriormente hubo otros interesados en registrar el movimiento de Revolución, el primer movimiento
registrado ampliamente por este medio visual. Así, las batallas de Francisco Villa dónde él mismo se convirtió practicamente en productor y actor de los cortometrajes al decidir cuándo y cómo se darían los movimientos militares a fin de lograr ser filmado se convirtieron en el centro de interés de una serie de productores norteamericanos ansiosos de testimoniar el movimiento armado de su vecino país. La primera película donde puede decirse que hubo un guión preparado independiente de los cortometrajes sobre las guerrillas de la Revolución fue El automóvil gris o La banda del Automóvil gris, entre cuyo reparto y productores se encontraban: Juan Canals de Homs, Joaquín Coss y Juan Manuel Cabrera. Fue una película producida en 1919 pero sonorizada y musicalizada hasta 1933. Era un film cuyo género era drama policíaco con un metraje original de 24 rollos y un serial de 12 episodios. Las escenas predominantemente de interior mostraban close up de pequeñas y apretadas habitaciones desde donde operaban los bandoleros del automovil gris y unas cuantas tomas de exterior donde se podía ver el movimiento del automóvil a la orilla de las desiertas calles de la ciudad de México o estancionado al lado de un jardín. La película propiamente sonora que México lanzó al mundo fue la realizada en 1931 y sacada a la luz en 1932: Santa. Esta película mostró un poco más de exteriores, ya que fue filmada en Chimalistac y la segunda parte corría dentro de un salón a donde se fue a refugiar Santa después de haber sido burlada por un militar. Después vendrían “El compadre Mendoza” (1933) cuyas tomas serían localizadas prioritariamente en la casa hacienda de un importante terrateniente en el sur del país y que, de acuerdo al vaivén político de los
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Maximiliano Maza Pérez, 100 años de cine mexicano.
Jorge Alberto Manrique Castañeda (Coord.), Historia del arte mexicano. 62
tiempos, cambiaba de bando a fin de proteger su patrimonio. “Vamonos con Pancho Villa” (1936) ponderó el paisaje desértico en un pueblo norteño y ficticio llamado San Pablo donde habitaba Tiburcio Maya, protagonista de la película adherido a las fuerzas de Villa. Las tomas van pasando del paisaje rural de la casa de Tiburcio, al camino en tren y a caballo de las huestes de Villa y a medida que se van acercando a Torreón los escenarios los componen ruinas de haciendas abandonadas, pueblos deshabitados y un fuerte de los federales hasta su entrada triunfal a la ciudad de Torreón que muestra una gran calle ancha, con casas de dos niveles por donde asoman los civiles desde sus balcones y una cantina antigua que se convierte en el centro del clímax de la película. La emblemática “Allá en el rancho grande”, también estrenada en 1936, se vistió del escenario requerido; era un melodrama ranchero con fotografía de Gabriel Figueroa y mostraba la vida alegre y despreocupada de los habitantes ajenos al movimiento de Revolución por lo cual pudo recrear un ambiente de animosidad a través de patios amplios plenos de bullicio y cantinas atestadas de rancheros. Cabe decir que hubo una segunda versión de este filme en 1949 con el cantante de moda: Jorge Negrete. Con esta película sin duda quedaba marcada la estética de la obra fílmica de México: la Revolución mexicana y su paisaje semi-rural. Fuera de estos testimonios revolucionarios y realistas del México de los 20-30, hubo una corriente impulsada por extranjeros. Uno de ellos y el más representativo Sergei M. Eisenstein quien con su filme: “¡Que viva México!” -aunque inconcluso y montado hasta 1979- abordó los rasgos más nacionalistas de la época que pudieran retratarse: el discurso prehispánico con una boda indígena en Tehuantepec; el ritual de la fiesta brava; las
tensiones del campesinado con la clase dominante de la época y el relato de un "Día de muertos" testimoniando el sincretismo religioso de la identidad mexicana. El proyecto fue comenzado en 1930 y terminado en 1932 y se considera una producción de la Unión Soviética/México reconocido como documental, pero en aquel momento, México no parece haber estado preparado para esos esquemas de postura de izquierda pese a que en la plástica muralista sí pudieron gestarse; sin duda el cine aparecía como un producto para venderse al mundo y había que aporvechar los escaparates de la industria moderna. Más tarde, producciónes como: “Cuando los hijos se van” (1941) ya retratan a la sociedad de clase media mexicana en el marco urbano de la ciudad de México. Este fue uno de los primeros melodramas familiares que inauguró una larga lista de escenas de la paz cotidiana solo salpicada de uno que otro conflicto amoroso o situación embarazosa entre padres e hijos, algunos enmarcados en la vida nocturna de los grandes salones erguidos para deleite de las diversas clases urbanas que ya poblaban la ciudad. No obstante, hacia los años 40 los dramas románticos y la pujante demanda del público norteamericano colocaba al cine mexicano en lo que se ha dado en llamar “La época de oro del cine mexicano”. “Flor silvestre” (1943) del género del drama rural, bajo la dirección de Emilio Fernández y fotografía de Gabriel Figueroa se colocaban como una de las más aptas muestras para llevar al cine mexicano al lugar que se había ganado: una industria internacional decantando los valores de la clase media y siguiendo francamente el ritmo de los éxitos de Hollywood. “Una carta de amor” (1943); “María Candelaria” (1943), “Bugambilia” (1944) y “Salón México” (1948) de Emilio Fernández aprovechaban los nostálgicos escenarios 63
de las grandes haciendas y casonas citadinas sobrevivientes de la Revolución, así como los pujantes salones de baile visitados por capitalinos y provincianos ansiosos de triunfar en el mundo del espectáculo y la radio. En el formato de estas producciones no podemos dejar de mencionar la meritoria labor artística de su producción, si bien gran parte de ellos basados en guiones relevantes. Entre estas soberbias muestras estéticas se encuentra el excepcional fotógrafo Gabriel Figueroa, quien desde 1932 había contribuido a la historia del cine mexicano con fotos fijas como en: “La sombra de Pancho Villa” (1932); “Almas encontradas” (1933); “La caída del imperio” (1933); “La mujer del puerto” (1933); luego como iluminador en: “El escándalo” (1934) y “El primo Basilio” (1934), convirtiéndose ya en operador de cámara en: “Vámonos con Pancho Villa” (1935) y en “Allá en el Rancho Grande” (1936), llegando a ubicarse como uno de los más grandes fotógrafos en: “Historia de un gran amor” (1942), “Flor silvestre” (1943), “Bugambilia” (1945) y “Los olvidados” (1950) de Luis Buñuel entre dos centenares de películas salidas de su lente. No hace falta mencionar los impecables claroscuros de “La mujer del puerto” o la soberbia escena de la escalera en “Bugambilia”, los paneos y las angulaciones de “Los olvidados” así como todos los encuadres y movimientos sorprendentes y novedosos con que impregnó todas y cada una de sus producciones. La época de oro del cine mexicano, sin duda retrató la evolución que el país experimentó desde los años de la Revolución hasta el Milagro Mexicano ocurrido en la década de los años 1950-
1960. Fue aquí donde la ciudad de México presentó una urbanización sin precedentes que quedaría testimoniada a través del cine de oro. Durante las décadas de los cuarentas y sesentas México había percibido un fuerte auge demográfico debido a la nueva política económica que se estaba gestando y que consistió en el desarrollo económico y productivo del país mediante la enérgica inversión extranjera, lo cual provocó una intensa centralización en las grandes ciudades, sobre todo con la emigración campo-ciudad en la ciudad de México.27 Una década más tarde nos encontramos con la época del cine de transición, como ha sido llamada, e incluye directores como Ismael Rodríguez, Rogelio A. González, Luis Buñuel, Julio Bracho, Luis Alcoriza, Arturo Ripstein y Juan Ibañez entre otros. Con películas como: “La Cucaracha” (1958) de Ismael Rodríguez; “El esqueleto de la señora Morales” (1959) de Rogelio A. González; “Macario” (1959) de Roberto Gavaldón; “La sombra del caudillo” (1960) de Julio Bracho; “Viridiana” (1961) y “El ángel exterminador” (1962) de Luis Buñuel; “El gallo de oro” (1964) de Roberto Gavaldón; “Tiempo de morir” (1965) de Arturo Ripstein; “Los caifanes” (1966) de Juan Ibáñez; “Hasta el viento tiene miedo” (1967) de Carlos Enrique Taboada; “El libro de piedra” (1968) de Carlos Enrique Taboada. A partir de esta nueva oleada de cineastas los escenarios cambian y se presentan más citadinos. Las grandes construcciones gestadas en la ciudad de México fueron la Ciudad Universitaria y la Unidad Profesional del Instituto Politécnico Nacional. Los mercados comerciales fueron desplazados por las tiendas comerciales de firmas transnacionales y nacionales. Para la
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Salvador Pinocelly, Apuntes para la historia y crítica de la arquitectura mexicana del siglo XX: 1900-1980. 64
creciente población de escasos recursos expuestos a los avatares urbanos se diseñaron casas de taza y plato, se llenaron las vecindades como signo de la habitación colectiva pero individualizada de la clase con ingresos bajos. Los géneros de oficinas, fábricas, museos, laboratorios y conjuntos deportivos fueron el resultado del desarrollo económico del país y fueron segregando a otros tipos de edificios en los mejores terrenos de las ciudades y las más amplias avenidas. Todo esto se vio reflejado en estas películas que mostraban como escenarios la ciudad universitaria, las grandes avenidas del centro histórico de la ciudad de México, las oficinas plantadas en altos rascacielos y departamentos multifamiliares a donde llegaban habitantes del medio semirural que no lograban adaptarse a la vida moderna. Conclusión El fin ulterior de esta investigación ha sido por principio de cuentas la puesta en valor y preservación del patrimonio: por un lado el estudio sistematizado, difusión y divulgación del patrimonio filmográfico de México de 1930 a 1960; y en segundo lugar el registro y puesta en valor del patrimonio construido registrado en esas películas; así sea el patrimonio natural y rural que captó escenas del México bucólico de los años 20 y 30; como de aquel que magnificó la labor política centrada en la vestidura de las grandes urbes emergentes del México Alamanista. Con este estudio se contribuye al análisis y estudio de la percepción de modernidad registrada en México desde principios del siglo XX y cómo ha contribuido a sostener un discurso político que se manejó muy probablemente hasta los años 70 en que cambiaron las circunstancias económicas y políticas del país.
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Educación y salud femenina: breve análisis desde la perspectiva de género Mtra. Ma. Judit Durán Flores Dra. Emilia Recéndez Guerrero Introducción istóricamente se ha sostenido la idea de que las representaciones y prácticas asociadas con lo femenino y lo masculino son naturales; sin embargo, desde fines del siglo XIX, con el surgimiento y desarrollo del feminismo, se ha comprobado que los estereotipos de género son resultado de un proceso construido culturalmente durante siglos, pero no por ello inamovibles, de modo que han tenido cambios y hoy en día se siguen modificando aunque de una manera muy lenta. Hacer un breve recorrido por diversas épocas y regiones del mundo acerca de las formas y los mandatos culturales sobre ser hombre o mujer, nos lleva a reconocer que aún permanecen: ideas, creencias, valores y prácticas culturales sobre feminidad y masculinidad que parecen inamovibles, naturales, lógicas, adheridas a cuerpos y mentes, ejerciendo un poder que todo lo controla, y que al parecer ha sido disfuncional, ya que ha propiciado la creación de relaciones antagónicas entre los géneros, las cuales imposibilitan el desarrollo de identidades y vínculos saludables, cuyas consecuencias son determinantes en la salud mental, física y relacional de los seres humanos. En ese contexto, el objetivo del presente trabajo es hacer un análisis desde la perspectiva de género sobre el desarrollo de los roles femenino/masculino que se generan en la primera infancia; su impacto en la
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educación de mujeres y hombres, así como las repercusiones que tienen en la salud de ellas, ya que históricamente son quienes han estado subordinadas, viéndose afectadas por las relaciones desiguales de género; pero también porque son ellas quienes desde el hogar han reproducido estereotipos tradicionales, los que mediante la educación se han ido modificando; sin embargo, aún falta mucho para que dichas relaciones asimétricas se vallan estableciendo dentro de otras tendencias. Aunque hoy en día ha habido cambios en la vida de las mujeres, sobre todo entre las que tienen una educación que les permite ver más allá de las fronteras del hogar, aún hay un alto porcentaje de quienes siguen reproduciendo estereotipos tradicionales. En este breve análisis se tomarán las aportaciones de Joan Scott y las propuestas desde el feminismo psicoanalítico de Nancy Chodorow y Jessica Benjamín. Percepción socio-cultural tradicional, sobre los géneros Revisando la distinción básica entre sexo y género, se puede decir que, en términos biológicos, el sexo se define como una “variante biológica que diferencia a miembros de una misma especie en machos y hembras. En el caso de la especie humana, en varones
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y mujeres.”1 El término género, en cambio, se refiere a la fabricación cultural e histórica de lo femenino y lo masculino, la cual determina el tipo de características y comportamientos considerados socialmente como masculinos (adjudicados a los hombres) y como femeninos (adjudicados a las mujeres).2 El problema es que estas características y comportamientos han involucrado relaciones disfuncionales de dominación y subordinación y, por consecuencia, de desigualdad. Dichas características y formas de ser, que varían en el tiempo y según la cultura, dividen lo femenino y lo masculino en mundos opuestos, antagónicos; de ahí que es necesario e importante, poder reconocer las capacidades de niñas y niños, mujeres y hombres independientemente de su sexo, y con esto la posibilidad de una educación diferente. Pues aunque en las últimas décadas el siglo XX y lo que va del XXI han existido cambios culturales, es de llamar la atención la inmensa dificultad que todas y todos tenemos para separar el cuerpo biológico y anatómico de su deber ser como femenino o masculino. Es precisamente esta dificultad la que ha generado, en un periodo de muy larga duración histórica, variedad de estudios, debates, revistas, libros, cursos, talleres, diplomados, entre otras modalidades, que abordan particularmente la diferencia entre el sexo y el género y, de manera más general, la diferencia sexual.3 Estas desigualdades y disfuncionalidades entre los géneros se han expresado de manera concreta en
todos los aspectos de la vida social. Están presentes en los espacios político, histórico, económico, artístico, científico, así como en las empresas, organizaciones, trabajo, educación, salud, familia, sexualidad, vida en pareja, abarcan todos los ámbitos. Por ello desde el siglo XIX las feministas se dieron a la tarea de estudiar, entender y profundizar sobre esas desigualdades. La historia del feminismo es la historia del rechazo de la construcción jerárquica de las relaciones entre hombres y mujeres en sus contextos específicos, y el intento de invertir o desplazar las operaciones de ésta. Las feministas que investigan sobre estos temas, se encuentran ahora en la postura de teorizar de su práctica y desarrollar el género como categoría analítica.4 Pionera en el siglo XX en la investigación profunda sobre estas desigualdades, es sin duda, Simone de Beauvoir, quién en su libro, El segundo sexo, fundamenta cómo “la mujer funciona como el otro primario del hombre, como su opuesto, representando la naturaleza ante la razón de ellos, la inmanencia para su trascendencia, la unidad primordial para su separación individuada y el objeto para su sujeto.”5 La cuestión fundamental que se debe considerar es ¿por qué estas posiciones continúan dando forma a la relación entre los sexos?, a pesar del compromiso formal de nuestra sociedad con la igualdad. ¿Qué es lo que explica su persistencia y continúa su trascendencia? Una posible respuesta será la que nos permita analizar, el contexto
1
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Martha Leñero Llaca, Tercera llamada: orientaciones de género para la vida cotidiana, p. 16. 2 Ibíd., p. 22.
Ibíd., p. 17. Joan Scott, Género e Historia, pp. 60-64. 5 Simone de Beauvoir, El segundo sexo, pp. 1415. 4
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relacional en el que cada sujeto se encuentra inmerso, la forma como operan las oposiciones binarias: invirtiendo y desplazando su construcción jerárquica, en lugar de aceptarla como real o evidente, como la misma “naturaleza”6 de las cosas. Una aportación destacada desde la perspectiva de género es la de Joan Scott; para ella el género consta de dos partes y algunos subconjuntos que están interrelacionados pero que deben analizarse de forma distinta: conexión integral entre dos propuestas “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, las cuales se basan en las diferencias percibidas entre los sexos, y el género es una forma primaria de las relaciones simbólicas de poder”.7 Scott esclarece lo fundamental de las partes constituyentes donde este proceso se lleva a cabo, para lo cual agrega que un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias percibidas entre los sexos, el género, implica cuatro elementos interrelacionados: los símbolos de lo femenino/masculino disponible en una cultura determinada; las normativas de género; las relaciones de parentesco junto con las económicas; y las identidades subjetivas.8 Lo hasta aquí expuesto indica que es necesario pugnar por una nueva educación donde los conceptos de
género tradicionales se vallan transformado, incluyendo diversas perspectivas que favorezcan la flexibilización de la polaridad genérica. Estas modificaciones en el desarrollo de los seres humanos, implicaran sin duda transformaciones subjetivas en el contexto familiar y educacional dentro de los cuales este proceso se lleva a cabo.
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investidura oral (alimentación). Produjo una amplia investigación de la que surgió que la separación respecto de los padres y la falta de contacto con otros adultos socavaba de modo catastrófico el desarrollo emocional y social del infante. Véase su obra, El vínculo afectivo. 11 La teoría de las relaciones objetales; los infantes tienen que pasar por una fase de individuación y separación de lo que una vez fue uno. Su psique es formada por las relaciones de objeto (el no yo), la madre que internaliza. Vease, Winnicott, Realidad y juego, y Mhaler, Simbiosis humana.
Marta Lamas, Cuerpo: Diferencia Sexual y Género, p. 77 7 Ídem, p. 65. 8 Ídem, p. 67. 9 Nancy Chodorow, El poder de los sentimientos, Paidós, Buenos Aires, 2003, p. 112. 10 J. Bowlby: basando en gran medida su trabajo sobre la observación de infantes, sostiene que la sociabilidad es un fenómeno primario, y no secundario. A fines de la década de 1950, cuestionó explícitamente la anterior concepción psicoanalítica, según la cual el infante se ligaba con la madre sólo en los términos de la
Nuevas propuestas educativas de socialización para los géneros Nancy Chodorow y Jessica Benjamín han investigado sobre la propuesta de una educación diferente en lo que a relaciones de género se refiere, las autoras sugieren que dicha educación debería iniciarse desde los primeros meses de vida del infante. Chodorow considera que las condiciones más adecuadas para la crianza consisten en un pequeño grupo estable de personas.9 Benjamín coincide con este punto de vista y manifiesta que los estudios de J. Bolwy acerca de los cuidados maternos y la salud mental nunca sostuvieron la necesidad de un único vínculo excluyente.10 En sus investigaciones, Chodorow se centra en la relación temprana del bebé con la madre como el hecho fundamental que estructura la personalidad humana. Toma como base la teoría de las relaciones objetales11 en el desarrollo de la identidad
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femenina/masculino, menciona que las significaciones de género de los miembros de la familia van mucho más allá de los mensajes explícitos o implícitos que en cualquier situación se transmiten.12 Para ella el género deriva de la creación mutua de los mundos exterior e interior y de la escisión defensiva y creativa que se produce en el desarrollo y la identidad. Los afectos tiñen significativamente la relación con uno de los padres y el imaginario de género que se crea en relación con él o ella.13 Continúa diciendo que los sentidos de la feminidad o la masculinidad no proceden directamente del padre o de la madre que son un hombre y una mujer respectivamente. Las hijas y los hijos pueden también experimentar la “femineidad” del padre o la “masculinidad” de la madre,14 y la experiencia misma puede adoptar muchas formas diferentes: cualquier categoría relacionada con el género (hombre, mujer, madre, padre, hermana, hermano, femineidad, masculinidad) obtiene su significación no sólo del lenguaje sino también de la emoción y la fantasía experimentada personalmente en relación con una persona conectada con esa designación. Siguiendo a Chodorow, tenemos que: los niños observan primero las conductas específicas de los géneros, después, la anatomía sexuada y la diferencia genital en las rutinas cotidianas. La autora clarifica que a cada observación o experiencia, así como a las situaciones en las cuales se desarrolla el lenguaje, se les atribuye una significación a través de la fantasía y
cada una de ellas tiene una resonancia emocional. Al integrar y coordinar estas percepciones se obtienen las categorizaciones primarias de género.15 Los conceptos de género y genitalidad sufren por lo tanto la influencia de las interpretaciones conscientes de género y las identidades de los padres y las personas que cuidan del niño, así como del modo en que los interpreta y los comprenda ese niño. Cualquiera de las categorizaciones lingüísticas que tenga que ver con aquellos conceptos estará cargada de significaciones emocionales personales que varían ampliamente de un individuo a otro, y a través del tiempo.16 Dentro de la misma línea, Benjamín identifica en su análisis sobre las relaciones mujeres/hombres el problema de la dominación, o el antagonismo entre los géneros, centra su atención en el estudio de la intersubjetividad. Para esta autora “la dominación y la sumisión resultan de una ruptura de la tensión necesaria entre la autoafirmación y el mutuo reconocimiento, una tensión que permite que el “sí-mismo” y el otro (madre/padre) se encuentren como iguales 17 “soberanos.” La autora se basa en el discurso hegeliano para plantear la paradoja del reconocimiento pues, al mismo tiempo que aparece la respuesta proveniente del otro, y da significado a los sentimientos y acciones del sí-mismo, existe una tendencia a desconocerlo e instrumentalizarlo, de prevalecer este proceso, provoca una vuelta nuevamente a la soledad, por ausencia de interlocutor, y la consecuente reciprocidad relacional.18 Benjamín
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Nancy Chodorow, The Reproduction of Mothering, pp. 77-91 13 Ídem, p. 135. 14 Ídem, p. 136.
Ídem, p. 137. Ídem, p. 139. 17 Jessica Benjamín, Los lazos de amor, p. 24. 18 Ibid. p. 25. 16
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considera el reconocimiento mutuo como un proceso incluyente de sintonía emocional, influencia mutua y estados de ánimo compartidos. Al igual que Chodorow, discrepa respecto de una perspectiva predominantemente instintiva-pasional. Concibe al infante no sólo como un buscador de satisfacción, sino como un buscador de estímulos sociales. La concepción intersubjetiva sostiene que el individuo crece en las relaciones con otros sujetos y a través de ellas. Plantea en lugar de la relación de un sujeto con su objeto. La relación de un sujeto con otro sujeto.19 Ante estas propuestas resulta evidente la pertinencia política de tal modelo educativo de desarrollo hacia las mujeres, quienes han sostenido subjetivamente la posición de objetos para el sujeto hegemónico tradicional. En este proceso, existe siempre una tensión paradojal entre el anhelo de asimilar el otro, al sí-mismo y la necesidad de conectarse con él, como un sujeto exterior. El bebé trata de objetivar a su madre debido a su profunda dependencia pero debe fracasar en este intento, y encontrarse con la existencia de una subjetividad materna exterior e irreductible. Para Benjamín, el reconocimiento mutuo, la capacidad de reconocer al otro, es una meta del desarrollo tan importante como la separación.20 En los últimos años investigaciones como las de Chodorow y Benjamín revisadas en este estudio sobre el aprendizaje del ser: femenino/masculino en la infancia, han desarrollado la inclusión de un nuevo modelo inter-relacional de las experiencias tempranas dentro del
crecimiento del ser humano, comprendiendo de manera diferente; la intensidad y el intercambio emocional, y social, un modelo que subraya la reciprocidad como opuesta a la gratificación instintiva-pulsional o a la separación. Lo cual se puede ejemplificar de la siguiente manera: desde los tres o cuatro meses, el infante tiene capacidad para interactuar en un juego facial refinado cuyo principal motivo es el interés social. A esa edad, el bebé puede ya iniciar el juego. Puede suscitar la respuesta parental riendo y sonriendo; puede transformar un cambio de pañales en una sesión de juego. En este juego es crucial la reciprocidad que los dos sujetos pueden crear u subvertir. Por lo que se puede inferir que de la reciprocidad que cada ser humano haya sentido o aprendido, a través de su desarrollo dentro de una interacción temprana, con los gestos y actitudes de otros seres, con los que debió de haber interactuado, dependerán a futuro las respuestas que cada ser humano tenderá a desarrollar en cualquier relación adulta. También es importante subrayar que al parecer se ha dejado de lado un proceso básico, esencial, en la generación del desarrollo humano: interacción lúdica como fuente de sentimientos de unidad,21 pues ahí se manifiesta la capacidad incipiente de socializar que tiene el infante, actividad que es al igual que la lactancia, primaria y fundamental. De modo que la gratificación de estar en sintonía con otra persona no puede enmarcarse en términos sólo de satisfacción instintiva (con una co-dependencia a que otro la resuelva), sino que supone también cooperación y reconocimiento.
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Ibid. p. 33. Ibid. p. 38.
Las cursivas son nuestras. 72
Parafraseando a Foucault, es descubrir que el cuidado de sí implica también la relación con el otro, ya que el riesgo de dominar a los otros y de ejercer sobre ellos un poder tiránico proviene del hecho de que uno mismo no ha cuidado de sí, y ha llegado a ser el esclavo de sus deseos.22 Es por eso que el enfoque feminista-psicoanalítico intersubjetivo, desarrollado por Chodorow, y Benjamín, abre las puertas para la superación de la monótona relación entre el sujeto masculino hegemónico y su objeto de deseo. La propuesta consiste en superar la tradición intelectual que focalizaba el estudio de la subjetividad en la observación de procesos intrasubjetivos, o sea en un individuo artificialmente aislado. Se nace en un contexto relacional sin el cual no se puede subsistir ni humanizarse. Es tiempo entonces de prestar más atención a un enfoque teórico que dé cuenta de este, ser en relación23 característico de nuestra especie. El otro, el semejante el objeto, se halla siempre presente, y no sólo como imago fantaseada,24 es decir, como construcción subjetiva acerca del mismo, sino como alguien con existencia real, cuyas conductas nos afectan, ya sea para ampararnos o traumatizarnos. Se trata de inaugurar un diálogo entre sujetos y ese diálogo implica una transformación que abarca desde las subjetividades de las que se ha estado hablando hasta el orden: social, económico, político, y de salud. Subjetividad femenina y salud mental 22
Michel Foucault, Estética, hermenéutica, Vol. III, p. 401. 23 Las cursivas son nuestras.
ética
y
Una consecuencia importante que se debe analizar, en lo que respecta a las teorías anteriormente revisadas es: ¿cómo afecta a la salud de las mujeres la persistencia y cronicidad de estar dentro de una relación intergenérica antagónica, dentro de la cual ellas ejercen el rol de subordinadas? El deber ser con el que las mujeres sostienen la dinámica: familiar, de pareja, laboral, entre otras, les exige una fuerte carga emocional, esta disponibilidad es el faro que todo lo orienta hacia una mejor utilización de las actividades, dentro de cualquier área de la cual ellas sean responsables. Sin embargo, el ejercicio de ese rol, utilizado de manera incondicional, ha manifestado modos específicos de enfermar y de expresar su malestar. Se puede decir que muchos de los trastornos que llevan a las mujeres a las consultas médicas y/o psicológicas están vinculados con un proceso de “angustia crónica”25 (caldo de cultivo, para que germine cualquier enfermedad física o mental, por todos los cambios que ejerce dentro del sistema neuro-endócrino) debido al sostenimiento de un deber ser, genérico que la cultura familiar, y social les ha impuesto, como madres y esposas, roles que se extienden a cualquier actividad que desarrollan en otros ámbitos de la vida. En nuestro país el problema de relaciones antagónicas de poder entre los géneros, y la inexistencia de una educación diferente genera como consecuencia principal violencia doméstica, esto ha sido formulado como un problema de “salud pública”,26 24
Imagen idealizada de una persona o un proceso, que no es fácil bajar a la realidad. Véase Margaret Mhaler, D. W. Winnicott, Op. cit. 25 Las comillas son nuestras. 26 Las comillas son nuestras. 73
además se encuentra como pocos en un sitio de intersección, como objeto de estudio, de propuesta de análisis de diversas disciplinas: salud, medicina, moral, familia, derecho, género, distinción entre público/privado, conductas de riesgo social, seguridad pública, entre los más importantes.27 Conclusiones En esta propuesta ha sido nuestro objetivo analizar las teorías de la construcción de la subjetividad sexuada en la infancia de: percepciones y roles de interacción diferentes dentro de un contexto relacional. Estas teorías postulan que los sistemas de jerarquías y desigualdades entre los géneros se mantienen principalmente por la transmisión de rasgos de género que se incorporan temprana y profundamente a la subjetividad de mujeres y hombres que afectan sus modos de desear, de pensar, y sus conductas y elecciones a lo largo de toda su vida. Por medio de una re-educación de los roles femenino/masculino, es posible. Por lo que se puede concluir de manera implícita o explícita que si esos procesos cambian, otros aspectos del sistema de sexo-género cambiarán como consecuencia, incluyendo los roles y status de las mujeres en el campo: familiar, educativo, social, económico, y de salud. Y esto dará lugar a cambios en la constitución temprana de la subjetividad sexuada. Fenómeno que en este momento es necesario y determinante. Las subjetividades femeninas son la clave para la des-articulación de relaciones antagónicas, para lo cual se requiere que las mujeres reconozcan que
son sujetos de interrelación y no objetos de deseos sobre los que otros proyectan sus necesidades. Entra de lleno en este punto el interés de que las mujeres investiguen las relaciones de dominación a las que han estado sujetas: familia, escuela, trabajo, y en cualquier otro lugar. Junto a ello está también el análisis crítico que los varones debieran hacer al rol genérico con el que se han identificado, y que en este momento es al igual que el de la mujer, totalmente disfuncional. En las instituciones educativas entra de lleno la labor diaria de los docentes, hacia una nueva educación genérica funcional, ya que ellos están presentes, en los períodos críticos del crecimiento y desarrollo humano: infancia y adolescencia. Es por lo tanto necesario subrayar que la figura del maestra/maestro es una presencia que se idealiza y es un prototipo de personalidad a seguir; de esta manera sus funciones son básicas en la construcción de personalidades genéricas diferentes. Cuando se propone la necesidad de educar para construir un modelo de desarrollo genérico equitativo promotor de relacione interpersonales estables: se está tratando de reforzar la dimensión ética y funcional de una educación diferente que abra a otras posibilidades. Educar desde la perspectiva de género es encaminarse a evitar la participación de las mujeres como víctimas pasivas, o como sobrevivientes que se adaptan a un proceso relacional que la familia y la cultura les heredo. Por lo que se hace necesario desde una nueva visión educativa: promover un nuevo proceso de enseñanza-aprendizaje-acción en
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Herrera, Cristina, Invisible al ojo clínico, violencia de pareja y políticas de salud en México, p. 20. 74
donde ellas con una conciencia y propiedad de lo que son y pueden desarrollar; sean protagonistas y agentes fundamentales del manejo y control de sus recursos: educativos, relacionales, emocionales, económicos, y políticos. El aprendizaje y toma de conciencia de la desigualdad de género es algo más que familiarizarse con algunos textos o integrar conceptos teóricos, y técnicos sobre este tema. Exige sobre todo que tanto mujeres como hombres se den cuenta de cómo los problemas de justicia social, relaciones de poder y discriminación por razón de sexo, están afectando la calidad de su vida diaria y su entorno inmediato. Sólo de esta manera se podrá tener conciencia del compromiso que incluye la transformación de las estructuras: sociales, académicas, económicas, y políticas que limitan un modelo de desarrollo democrático, equitativo, que comprenda el bienestar de toda la sociedad. Para lograr esto, las personas facilitadoras del proyecto educativo han de estar formadas, no sólo en técnicas pedagógicas, sino también en análisis crítico de la desigualdad entre mujeres y hombres, es decir, deben de tener los conocimientos para abordar la perspectiva de género. De esta manera educar será integrar a las alumnas/alumnos, sin estereotipos de género, desarrollando sus capacidades como seres humanos, independientemente de su sexo, preparando a mujeres y hombres dentro de: corresponsabilidad, respeto, autonomía, la capacidad de tomar decisiones sobre su futuro, para convertirse en personas adultas competentes tanto en su vida
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profesional, como en la personal y privada. El profesional de la educación enfrenta la división dicotómica entre los roles tradicionales de lo femenino/masculino. En consecuencia, plantea el impulso de valores humanos universales para todas las personas y no en función del sexo al que se pertenece; por tanto, educa a “personas, sin desconocer su pluralidad y diversidad, y no a, géneros masculinos o femeninos”.28 En estos momentos, los seres humanos debemos ser conscientes de que el principal objetivo de una nueva educación es desmontar las estructuras sexistas y androcéntricas del sistema familiar-social, y crear un nuevo modelo relacional entre las personas, libre de toda discriminación y desigualdad. Sólo de esta manera se puede acceder a un proceso de justicia social. Se requiere una perspectiva inter y multidisciplinaria, que permita el aporte de herramientas propias a este campo de trabajo, y de esta manera desarrollar nuevas propuestas educativas dentro de las ciencias sociales, humanas, y de salud. La complejidad de lo que somos y de todo lo que nos rodea, nos sitúa en un replanteamiento de nuestras percepciones y conocimientos de manera constante, un repensar lo existente para comprenderlo a la luz de las nuevas propuestas científicas. La necesidad primordial de reformar el pensamiento humano, y por consecuencia de reformar el entorno que le rodea.
Las comillas son nuestras. 75
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La mosca y el hombre gentil: Figuras de la muerte en los poemas de Emily Dickinson Ximena Candia Castro
a muerte ha sido objeto de inspiración para muchos poetas a lo largo de los años, representándola de muy distintas y diversas maneras. Emily Dickinson fue quizás una de las autoras más prolíficas en este tema, dedicó a la muerte muchos de sus poemas, haciéndolo de distinta manera en cada uno de ellos. En este ensayo se analizarán dos de estos, “I Heard a Fly buzz- when I died-,” y “Because I could not stop for Death”, comparando la forma en que la poeta maneja este suceso, estudiando tanto las igualdades y paralelismos como los puntos de divergencia entre ellos. El primer poema en cuestión es ‘I Heard a fly buzz -when I died’. En él, Dickinson escribe desde el punto de vista de alguien que ya murió, y describe la escena previa a su muerte, rodeada por sus seres queridos. La voz poética es la de alguien que ya murió, un fantasma que nos habla desde la tumba. Aunque es una situación un tanto extraña, con ella Dickinson nos da a entender que lo relevante del poema
L
1
Todos los fragmentos de los dos poemas trabajados en este ensayo son tomados de la
Alberto Ortiz
no es la muerte del ‘yo’ poético, sino lo que sucedió antes de ésta. En los siguientes tres versos (The Stillness in the Room / Was like the Stillness in the Air / Between the Heaves of Storm)1 se comienza a describir la escena que rodea el momento de la muerte. Nos encontramos en una habitación llena de una quietud que se asemeja a aquella que existe entre embestidas de tormenta. Hubo pues perturbaciones antes de llegar a este momento, tal vez la de la una enfermedad que asolaba a la voz poética y que la llevó a la muerte, o quizá la tristeza sufrida por los seres queridos del moribundo ante su pérdida; y también las habrá después de dicho suceso, ya que si la tranquilidad es igual a la que se presenta “Between the Heaves of Storm” es porque hubo turbaciones tanto antes como después de ese momento. La siguiente estrofa (“The Eyes around –had wrung them dry– / And Breaths were gathering firm / For that last Onset –when the King / Be witnessed– in the Room”) permanece en la misma temática de descripción de la escena, aunque ahora enfocado en las personas presentes y su actitud hacia el antología “Poemas a la Muerte”, elaborada por Rubén Martín. 77
acontecimiento. Los ‘Ojos’ están secos ya, lo que según Anna Priddy significa que “They know that the death is imminent. They have steeled themselves to this.”2, lo que demuestra cierta resignación, una aceptación hacia la muerte. Los presentes contienen el aliento esperando la llegada del ‘Rey’, esto es, Dios; la calma presente en la habitación descrita en la primera estrofa está también llena de anticipación, de expectación por algo divino, más grande y fuerte que ellos. La poeta da ahora un giro, pues después de hablarnos de un tormentoso ‘más allá’ y la esperada llegada de Dios, alude ahora a los bienes materiales que poseyó en vida y que antes de morir legó a varias personas, refiriéndose a ellos como ‘las porciones de mí que se pudieran transferir’. Si bien tiene cierto tono de burla, este verso nos dice algo más: hay partes del individuo que no se pueden ceder a otros. Presumiblemente, son las partes intransferibles pertenecientes a la poeta, su alma, las que nos hablan desde la tumba. Luego dejamos de lado las porciones transferibles e intransferibles del ser para regresar a la mosca y su confuso y vacilante zumbido azul. El poema finaliza con la narración de los momentos finales de la voz poética, cuando el pequeño insecto volador se interpone entre ésta y la luz. Hay un cambio aquí con respecto a la primera línea de la primer estrofa, pues al principio la presencia de la mosca estaba manifestada solamente por el sonido que emitía, y ahora su papel radica en el haberse colocado en el plano visual de la poeta. Queda entonces ensombrecida su vista por culpa de la mosca, luego se
cierran las ventanas y finalmente deja de poder ‘ver para ver’. Es importante señalar aquí que Dickinson a menudo usa el sentido de la vista como metáfora de la comprensión y el saber, siendo su pérdida generalmente asociada con la muerte (por ejemplo, en su poema 327, también conocido por su primera línea “Before I got my eye put out”, es también acerca de la muerte)3, algo que también se puede percibir en la segunda estrofa, cuando ‘reduce’ a meros ojos a las personas presentes en la escena, así como en la mención de ventanas que se cierran, lo que puede simbolizar el cerrar de sus ojos, seguido por su muerte. Es la mosca, pues, lo último que ve. No el grandioso Rey Dios que todos esperaban, ni nada que se le parezca. En su lugar está sólo una pequeña mosca, pero incluso este insecto puede ser de gran importancia. En palabras de Michael Ryan: The assertion buried here is that this great occasion is available to us only while we have physical eyes— only while we’re alive for the sacramental act of seeing, only when we’re not distracted by doctrine that calls for the appearence of a grandiose God instead of moment-by-moment attention to the humble things of earth.4
Anna Priddy, Bloom’s How to Write about Emily Dickinson, p.163.
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La mosca se convierte en la representante de la muerte que viene a hacer notar con su zumbido las cosas pequeñas del mundo a quien está por morir, y al mismo tiempo siendo ella misma quien ‘ciega’ al moribundo, evitándole el poder observar la vida misma. John Green, Before I Got My Eye Put Out – The Poetry of Emily Dickinson [Archivo de video] 4 Michael Ryan, How to use a fly, p.16. 78
Más aún, al presentarse en lugar del esperado Dios, también podría representar la incapacidad de la poeta de conectarse con lo espiritual, de aferrarse a la fe ante la llegada de la muerte. Si bien queda entendido que para la voz poética existe una realidad más allá de la vida terrenal, también está claro que el ‘mundo’ en el que se encuentra ahora no es nada cercano al paraíso. Como ya se había mencionado, al inicio del poema Dickinson compara la calma de la habitación con la calma entre tormentas. La voz poética nos habla desde un punto en el futuro con respecto a la escena que describe, por lo que sabe con certeza que la calma no durará mucho, que la tormenta volverá. El lugar en el que se encuentra ahora no es tranquilo, no es la paz a la que se supone debe llevarnos la muerte, al acercarnos con Dios. No es ninguna sorpresa que la poeta muestre este rechazo a este tipo de creencias típicas de su tiempo, pues, aunque era creyente, es bien sabido que mantenía cierto escepticismo hacia la religión. Ignacio Fernández Portero nos dice respecto a esto: “Sus crisis de fe fueron constantes hasta el momento de su muerte. […] nunca hizo una declaración formal de fe y tampoco asistía a los servicios religiosos de manera regular”5. Incluso señala como ejemplo de su desinterés por lo religioso otro de sus poemas, que empieza con los versos “Some keep the Sabbath going to Church- / I keep it, staying at Home”, con lo que nos queda claro que Dickinson no era fiel creyente de un mundo más allá de la muerte en el que las almas se encuentran con algo más grande que ellas.
Dickinson nos deja entonces con la imagen de una muerte que es solamente eso, muerte. Incluso cuando declara la existencia de una vida después de ésta, es una en la que estamos solos. Citando de nuevo a Ryan: Death is something that happens to her, that happens to people. We feel how it feels. We are helpless, on a battlefield or in a bedroom. And this particular death then produces a particular incapacity in this particular person who, up to that last nanosecond, could see to see.6
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6
Ignacio Fernández Portero, La singularidad de las imágenes de la muerte en Emily Dickinson y Carolina Coronado, p.67 del n°15 de la revista Tejuelo.
Ahora podemos entender por qué Dickinson escogió a la mosca: porque, igual que ésta, la muerte es indiferente a nosotros. Pero nosotros no somos completamente indiferentes a ella. Vivimos ignorando, hasta cierto punto, la existencia de la mosca. La notamos sólo hasta que su zumbido nos retumba en las orejas, hasta que nos tapa la luz y nos impide ver para ver. Después tenemos “Because I could not stop for Dead”, cuya voz poética, al igual que “I Heard a Fly buzzwhen I died”, es la de alguien que ya murió. También aquí se personifica a la muerte, ya no como una mosca sino como un hombre gentil que lleva a la poeta en un viaje a través de las etapas de la vida y hacia la muerte. La primer estrofa (“Because I could not stop for Dead- / He kindly stopped for me-/ The Carriage held but just Ourselves-/ And Immortality.”) nos coloca en un carruaje en el que se encuentran la poeta, la muerte y la inmortalidad. Desde aquí comenzamos a Michael Ryan, How to use a fly, p.16.
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notar una diferencia con respecto a “I Heard a Fly buzz- when I died,”, pues la muerte ya no es un insecto indiferente a la vida de quien muere. Ahora se toma el tiempo de ‘detenerse amablemente’ por ella, quien era incapaz de hacer lo mismo. La muerte no lleva prisa (“We slowly drove- He knew no Haste”), y la poeta decide dejar su ‘ocio y labores’ debido a la ‘civilidad’ mostrada por su guía, apartándose con ello de la vida misma. Esto podría compararse con la tercera estrofa de “I Heard a Fly buzzwhen I died,”, donde Dickinson describe el haberse deshecho de sus bienes materiales, legándolos a otras personas y quedándose solamente con las partes que no son asignables; se despoja de aquellas cosas que la atan a este mundo, de la misma forma en que aquí deja de lado las actividades concernientes a esta vida. El resto del poema está dedicado a describir el viaje que hacen en el carruaje, siendo los lugares que visitan una representación de las etapas de la vida. Primero llegan a una escuela en la que los niños están en receso, lo que claramente representa la infancia. Luego pasan por ‘trigales de intensas miradas’, es decir, la edad adulta, en la que se trabaja y cosechan los frutos dados por ese trabajo. Después pasan ‘por el Sol que se ponía’, marcando el fin del día, y también el de la vida. Es interesante también el que haga uso tres veces de la oración we passed, pasamos, por su parecido con el termino passed away, usado para referirse a personas que murieron, y también por la connotación de movimiento de quienes van en el carruaje a través de estas escenas, igual que una persona “pasa” por cada una de
estas etapas de la vida7. Pero en la siguiente línea, al comienzo de la tercera estrofa, Dickinson se corrige a sí misma y dice: “Or rather- He passed Us”, insinuando que el ‘fin del día’ no es algo por lo que se pasa, sino que te pasa, es decir, que llega a ti inevitablemente. Esto se torna aún más significativo con los siguientes versos del poema, en los que la poeta nota un gélido rocío que cae sobre ella, y es entonces consciente de la escasez de su vestimenta, que no la protegen del frío, simbolizando su entrada al estado de muerte, así como su falta de preparación para ello. En la estrofa número cuatro, el carruaje se detiene frente a una tumba, referida aquí como una casa (“A House that seemed/ A Swelling of the Ground”), cuyo tejado es apenas visible. El sepulcro es una casa porque, obviamente, este será el sitio en el que yacerá el cuerpo de la muerta por el resto de la eternidad, y además representa el lugar en el que habitará el espíritu de la voz poética. Nótese la diferencia entre la forma en que Dickinson imagina la vida después de la muerte en este poema y como lo hace en “I Heard a Fly buzzwhen I died-”: en el último se insinúa la existencia de disturbios posteriores a la muerte, cuando aquí, por el contrario, se alude a un sitio de descanso. El poema termina con la estrofa “Since then – 'tis Centuries – and yet / Feels shorter than the Day / I first surmised the Horses' Heads/ Were toward Eternity”, donde nos damos cuenta de que han pasado siglos desde que el viaje se llevó a cabo. Ruth Miller y Richard Sewall ofrecen esta explicación a que haya pasado tanto tiempo: [This] was the day quite early in her life on which it struck her that
Parafraseando a Anna Priddy, en Bloom’s How to Write about Emily Dickinson, p.215. 7
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her mission was to devote her life to writing poems about death and immortality. She had not realized this before, but one day Death and Immortality gave her a ride in their carriage and leisurely and politely brought her to understand that the subject for her poems was the truth that all the events of life should be seen in the light of Death and Immortality.8 Miller y Sewall sostienen que el viaje no fue hacia la muerte, sino hacia el entendimiento sobre cuál debía ser el tema de sus poemas y bajo qué luz se debe apreciar la vida, lo que también explicaría porque la muerte e inmortalidad la acompañan en su viaje, a modo de guías a lo largo de éste, y puesto que esta revelación sucedió en una etapa temprana de su vida, ahora (es decir, el momento en el que se escribe el poema) parecen haber pasado ‘siglos’. Este argumento parece poco probable, pues es más acorde a la temática de Dickinson un recorrido hacia el término de la vida, en lugar de hacia algún tipo de epifanía. Resulta más convincente la opinión de David Preest9, quien dice que el día que comprendió que los caballos se enfilaban hacia la eternidad fue el día en que la poeta se dio cuenta de que toda vida terminará en un ‘bulto en el suelo’, y pasó el día pensando en sus diferentes fases y cómo éstas culminarán inevitablemente en muerte e inmortalidad. Ambas interpretaciones tienen algo en común: la voz poética no habla desde un mundo posterior a la muerte, sino que sigue viva. La explicaciones anteriores son alternativas a la lectura convencional de 8
Citado por David Preest en Emily Dickinson: Notes on all her poems, p. 241.
este poema, como un viaje hacia la muerte, que es la trabajada en este ensayo, y que da la explicación más simple a que hayan pasado siglos desde dicho viaje: la voz poética ha estado muerta todo ese tiempo. Esta interpretación hace que este poema sea similar a otros de Dickinson, en los que el hablante es alguien muerto, igual que en “I Heard a Fly buzz- when I died”. Otro punto de comparación entre “I Heard a Fly buzz- when I died-,” y “Because I could not stop for Death” es la presencia de Dios. Si bien en el primero el ‘Rey’ no hace la aparición esperada, es al menos mencionado. Por el contrario, en el segundo nunca se hace referencia a él. Ambos poemas coinciden en la falta de un encuentro con Dios en el evento de la muerte, pero difieren en que en uno este encuentro es objeto de expectación mientras que en el otro no es siquiera un pensamiento. Tal vez esto se deba a que en este último la poeta no se da cuenta de que se encamina a su muerte hasta el final del poema, aunque de cualquier forma resulta interesante que sí se haga cierta alusión a rituales cristianos. En las palabras de Fernández Portero: Las imágenes que conceptualizan los conceptos ‘carriage’ o ‘Immortality’, en la primera estrofa; o ‘a mound’ en la quinta; y las que encierran sintagmas y frases del tipo de ‘A swelling of the ground’ y ‘the horses´ heads/ Were toward eternity’, está todo ello muy vinculado a la idea y el ritual de la muerte en nuestra cultura occidental cristiana ambientado
9
Davis Preest, Emily Dickinson: Notes on all her poems, p.242. 81
en la época en la que vivió la escritora.10 En ambos poemas hay un reflejo de las tradiciones relacionadas con a la muerte: en uno se describe una escena típica de personas rodeando el lecho de muerte de su ser querido, esperando por el fallecimiento de éste, y el otro toma prestadas las imágenes propias de un funeral para hacer una alegoría que represente el tránsito hacia la otra vida. Dickinson utiliza estas escenas para remitirnos a la idea que ya poseemos acerca de la muerte, creando un aire de familiaridad con la situación que luego rompe al usar esas mismas imágenes para representar lo que ya conocemos de una forma completamente distinta. Emily Dickinson encontró muchas formas de imaginar a la muerte, como lo muestran la gran lista de poemas que escribió con este tema, resultando a veces en contradicciones. Particularmente en los poemas “I Heard a Fly buzz- when I died-,” y “Because I could not stop for Death” se pueden observar tanto similitudes como diferencias, desde en la forma bajo la que aparece la muerte, en uno un pequeño insecto que se interpone entre la poeta y la luz, en el otro un caballero gentil que la lleva de paseo a través de las distintas etapas de la vida que termina en la muerte misma; y en la actitud tomada frente al suceso, en el primero de preparación y expectativa, pues la poeta incluso ha asignado ya sus bienes materiales a otras personas, separándose de la vida terrenal, y en el segundo dándose cuenta sólo hasta el último momento que se encamina hacia ‘la eternidad’. Al comparar y contrastar 10
Ignacio Fernández Portero, La singularidad de las imágenes de la muerte en Emily Dickinson y
estos dos poemas nos podemos dar cuenta con facilidad que Dickinson mantenía una relación especial con la muerte, y que no fallaba al intentar expresar, por medio de su obra, sus sentimientos hacia ella.
Carolina Coronado, p.73 del n°15 de la revista Tejuelo. 82
Bibliografía FERNÁNDEZ PORTERO, I. (2012), “La singularidad de las imágenes de la muerte en Emily Dickinson y Carolina Coronado”, en Tejuelo. N°15, Pág. 63-85. Recuperado de http://iesgtballester.juntaextremad ura.net/web/profesores/tejuelo/ vinculos/articulos/r15/06.pdf GREEN, J. (2013). Before I Got My Eye Put Out – The Poetry of Emily Dickinson [Video] Disponible en http://www.youtube.com/watch?v =R4WwhOdk_Eg MARTÍN, R. (2010). Poemas a la muerte. Emily Dickinson. España: Bartleby Editores. PREEST, D. (2012). Emily Dickinson: Notes on all her poems. Tomado de
http://www.emilydickinsonpoems. org/ PRIDDY, A. (2008). Bloom’s How to Write about Emily Dickinson. Estados Unidos, Chelsea House Publications. RYAN, M. (2004), “How to Use a Fly” en The American Poetry Review, Mar/Apr 2004. pp. 15-17. Tomado de http://cc.usst.edu.cn/Download/7b d60e13-894e-40ef-aade9140c47d73c3.pdf
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Onirismo en once cuentos de Gabriel García Márquez Jazrael García Rodríguez Alberto Ortiz
n el prólogo a su libro de poesía escogida, Ernesto Cardenal comenta lo siguiente respecto a la naturaleza de la poesía contemporánea: “La poesía actual en nuestra lengua puede decirse que está dividida en dos tendencias. Una que es subjetiva, abstracta, onírica, hermética. Y la otra, objetiva, concreta, realista, comprensible.”1 ¿A qué se refiere cuando utiliza, entre otros, el adjetivo “onírica” para describir a la primera tendencia? Para que un tipo de poesía sea de carácter onírico, es necesario que cumpla con ciertas características. La poesía, al ser la forma de expresión literaria más libre y moldeable, se puede decir que llega en ocasiones a dar esta impresión. Pero para ello debe de reunir los rasgos característicos de un sueño, es decir, debe producir una sensación parecida a la que se tiene cuando se está soñando, de manera que es mucho más difícil afirmar (por las razones que se explicarán más adelante) que a una ficción literaria se la pueda calificar con el mismo adjetivo que se le ha adjudicado a este tipo de poesía. ¿Cómo podemos determinar de manera objetiva si una narración –o narraciones en conjunto –de cualquier tipo, ha cumplido con lo necesario para ser considerado como onírico? ¿Sobre qué criterios tendríamos qué basarnos para demostrarlo?
E
1Ernesto
Cardenal, Poesía escogida, p. 7.
En un ensayo titulado Sobre la naturaleza de los sueños, el escritor Hugo Hiriart expone su punto de vista, elaborando teorías que sirven para analizar una experiencia que todos conocemos: soñar. El ensayo no habla acerca los sueños desde una perspectiva psicoanalítica, sino que los explora de una forma más relacionada con la sensación misma que uno experimenta cuando está soñando. El autor se hace estas preguntas casi al inicio: “¿cómo identificamos algo como perteneciente a un sueño? ¿en qué consiste ese sabor?”2 Asimismo, alterna teoría con algunos ejemplos, textos en prosa de carácter poético, diseñados para que quien los lea viva estos tipos de sensaciones y así ejemplificar sus argumentos. Quien apoye las teorías de Hiriart sobre el tema, responderá negativamente a la pregunta central de este ensayo, la de si es posible considerar que alguna ficción reúna lo necesario para afirmar que es onírica. Sin embargo, mediante este trabajo se argumentará que pueden existir libros narrativos que, aunque no cumplan con algunos rasgos fundamentales según Hiriart, son capaces de llegar a producir una sensación íntima, parecida a la que experimentamos todos cuando estamos soñando, basándonos en algunos de los rasgos que atribuye a los sueños. El libro que utilizaremos como ejemplo para ayudar a argumentar este punto es Ojos
2Hugo
Hiriart, Sobre la naturaleza de los sueños,
p. 12. 84
de perro azul, primera antología de cuentos de Gabriel García Márquez. ¿Por qué dijimos antes que la respuesta a la pregunta de si un libro narrativo tiene la capacidad de reunir las características necesarias para ser considerado como onírico según las teorías elaboradas por Hugo Hiriart, será negativa para aquel que se haya adentrado un poco en su ensayo antes referido? En su primera hipótesis planteada, Hiriart dice que los sueños no son inventados por aquel que está soñando, “los sueños no son narraciones que podamos inventar”, es decir, una narración no podría ser jamás considerada como un sueño ya que “nosotros dejamos caer sobre cuentos, anécdotas y chistes una mirada sinóptica. La llamo sinóptica porque une principio y fin, es decir, porque desde el arranque ordena en dirección al final buscando un final posible y confiriendo para ello provisionalidad a los 3 episodios”. Entonces el problema que se intenta resolver, desde este mismo punto podría darse por perdido: ¿Por qué escogimos hablar de esta antología de Gabriel García Márquez para argumentar que un libro de relatos puede ser considerado como onírico a pesar de lo explicado anteriormente? ¿Con qué rasgos elementales cuenta, a diferencia de otros textos literarios? Ojos de perro azul Primero analicemos la estructura y los rasgos relacionados con la unidad narrativa de Ojos de perro azul, para después enfocarnos en algunas concordancias con las posturas adoptadas por Hiriart y concluir, así, que a un libro narrativo, bajo ciertas
circunstancias, podría dársele aquel adjetivo que Ernesto Cardenal usó para describir a parte de la poesía moderna. Ojos de perro azul está compuesto por once cuentos, relativamente cortos, escritos entre 1947 y 1955. “Cada uno de estos libros es un microcosmos en sí mismo”,4 dice el editor en el prólogo a los cuentos completos de García Márquez. Esta antología goza de unidad gracias a la similitud que abunda entre sus narraciones; unidad que tiene un sentido diferente a la de las otras antologías del autor. El ejemplo más importante de estas similitudes –y del que se desprenden todas las demás– puede verse en el tipo de situaciones a que son sometidos los protagonistas de las historias. Dichas situaciones suelen tener un carácter enigmáticamente similar; los problemas de estos protagonistas se desarrollan en un ambiente generalmente cerrado, casi hermético, historias inmersas la mayoría de las veces en una muy profunda intimidad personal, dejando a la realidad exterior en un segundo plano, las características sociales de los cuentos pasan a ser ya no tan conspicuas, lo cual es significativo, puesto que ayuda a producir el efecto personal e íntimo que suelen tener los sueños. El libro, además, contiene reiteradas alusiones a los sueños o al acto de dormir, hecho que juega un papel importante y es algo que se repite constantemente. Así nos damos cuenta de que García Márquez ha incluido este tema de forma deliberada a lo largo de las páginas. Otra característica importante es el orden que llevan los textos, cómo es fundamental que estos se lean llevando el orden que
3Hugo
4Gabriel
Hiriart, ídem, pp. 14-15.
García Márquez, Todos los cuentos, p.
7. 85
su autor les ha otorgado. El impacto estético que el lector pueda experimentar depende en gran medida de esto ya que bien se podría leer uno de los once cuentos al azar, pero esta lectura puede ser más significativa cuando se lleva a cabo por orden. Esto lo explicaremos más adelante. En el primer cuento, La tercera resignación5, un hombre, desde pequeño, sufre una rara enfermedad que le da la apariencia de un muerto, por lo que su familia le ha construido un ataúd a su medida para que se mantenga ahí. No se mueve, no respira, no come: es un cadáver en vida, pero es capaz de percibir todo lo que pasa a su alrededor y todas las cosas que hacen sus familiares para mantenerlo en buen estado ya que él no puede moverse. La historia de su vida es recordada desde el ataúd en la habitación que el hombre habita en soledad. La tercera resignación se parece, en gran medida, a La otra costilla de la muerte,6 Eva está dentro de su gato,7 y a Diálogo del espejo8 (segundo, tercero y quinto relatos, respectivamente) En el presente narrativo de estos, sólo hay un personaje y con él se desarrolla la historia. Si alguien más es mencionado, pasa a segundo plano, como recuerdo. Lo importante es enfatizar la soledad en que ellos viven como si estuvieran encerrados consigo mismos. A partir del sexto cuento, Ojos de perro azul,9 el ambiente solitario y hermético en donde están los personajes se atenúa. La trama se desarrolla en una habitación oscura, lugar de una misteriosa conversación entre un hombre y una mujer. A medida que avanza en la
lectura, el lector irá descubriendo que los personajes están inmersos en un sueño compartido; este hombre y esta mujer no se conocen en la vida real y desde hace algún tiempo se han estado reencontrando mientras los dos duermen. Por lo que dicen en su diálogo, la mujer intenta buscar al hombre en la vida real y los dos han acordado una clave para encontrarse fuera de los sueños: “ojos de perro azul”. El problema es que el hombre no recuerda nada de esos sueños al despertar, y por lo tanto no es capaz de buscarla en la vigilia. Este relato y el siguiente, La mujer que llegaba a las seis,10 son muy parecidos –en este último también se narra una conversación entre un hombre y una mujer, esta vez dentro de un pequeño restaurante donde se encuentran solos. Quien los lea llevando el orden que el autor les otorgó, podrá decir que los rasgos comunes entre los relatos se van desarrollando gradualmente; estas similitudes se hacen evidentes y se repiten a medida que se pasa de un cuento a otro. Puede decirse que el libro da la impresión de que dichos personajes son análogos y que las identidades de todos son distintas encarnaciones de una sola personalidad, atravesando diversas situaciones. Características y detalles narrados en un cuento se repiten en otros, de forma misteriosa, y así, bajo este juego, el lector se siente atrapado entre estas distintas realidades entretejidas. Este quizá sea el rasgo más importante para distinguir al libro como “onírico”. Rasgo que nos encargaremos de identificar con los sueños a continuación.
5Gabriel
9Gabriel
García Márquez, ídem, pp.13-22. García Márquez, ídem, pp. 23-32. 7Gabriel García Márquez, ídem, pp. 33-45. 8Gabriel García Márquez, ídem, pp. 51-58. 6Gabriel
García Márquez, op, cit., pp. 59-66.
10Gabriel
García Márquez, op, cit., pp. 67-80.
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Sobre la naturaleza de los sueños Como se mencionó antes, Hugo Hiriart dice que un sueño no es una historia que se pueda contar dado que esta posee un inicio, un clímax y un desenlace, característica inexistente dentro en los sueños. Enseguida relaciona los sueños con la escritura automática: “aquella en la que todas sus frases o conjunto de frases son como la primera y la primera es la que obedece la orden di lo que sea o lo primero que te venga a la cabeza. Esta escritura obsesionó a Yeats y a los surrealistas”.11 Así mismo dice que la práctica de esta escritura “es el mejor camino para llegar a entender y disfrutar buena parte de la poesía moderna.”12 Enseguida aclara que de un escrito así puede decirse que es de quien lo escribe, pero no que esa persona fue quien lo hizo, “[…] porque la secuencia de frases es por definición azarosa, caótica, y yo no la goberné ni la dirigí […] para que se pueda decir de un relato que yo lo hice, tengo que dejar caer sobre él la mirada sinóptica.”13 Aquellos textos de carácter poético que mencionamos antes, usados por el autor para ejemplificar los sueños mantienen esta característica relacionada con las descripciones azarosas de los detalles, dando cierta impresión surrealista (en los sueños, las características azarosas que los conforman y sobre las que no tenemos control ni dominio, serían los recuerdos de percepciones en nuestra vigilia). Con lo anterior entendemos, como ya habíamos visto, que ninguna clase de cuento o relato puede ser onírico en este estricto sentido; su estructura se encontrará siempre bajo nuestro control y dominio. Estas dos son las principales
tesis de Hiriart para refutar el onirismo en la antología que seleccionamos. Sin embargo, existen otros dos puntos importantes expresados en Sobre la naturaleza de los sueños que nos podrían dar la clave para suplir la carencia de los anteriores. El primero es relativo a la sensación provocada por la manera de identificarnos dentro de los sueños y de saltar de uno a otro. En ellos se encuentra implícita una especie de orientación por medio de la cual uno sabe todo lo que está ocurriendo alrededor. Uno los conoce a medida que los experimenta, “[…] eso que sé en el sueño, consiste en una especie de orientación.”14 Los sueños no son necesariamente un ligado de imágenes o de historias, sino un conjunto de situaciones, es decir, instantes cortos, impresiones de momentos sencillos que no conllevan ningún tipo de trama. “Por eso digo que la materia de los sueños es el situarme […] ahí es donde está la inventiva, la extraña inventiva de los sueños.”15 Entendiéndolo así, una “situación” no conlleva necesariamente una “historia”, pero una pequeña “historia”, ambientada en solamente unos instantes, se asemeja mucho a una “situación”. De manera que la mayoría de los cuentos de Ojos de perro azul cumple con esta característica fundamental, al situar a los personajes en un presente de unos cuantos momentos en los que reflexionan acerca de sus propias vidas por medio de recuerdos, o en el que se desarrollan pequeñas acciones o diálogos. Algunos cuentos como Eva está dentro de su gato o La noche de los alcaravanes se enfocan en ciertas dificultades que experimentan los
11Hugo
14Hugo
Hiriart, ídem, pp. 16-17.
12Ibídem.
15Hugo
Hiriart, ídem, p.27. Hiriart, ídem, p. 38.
13Ibíd.
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protagonistas para orientarse en su entorno a partir del tipo de condición en que se encuentran, de manera que el tema de la orientación en una situación determinada y tan importante en el ensayo de Hiriart, también es esencial en Ojos de perro azul. En pocos relatos, hay que mencionarlo, el tiempo ambientado en que se desarrollan es más largo, pero aun así presentan otras características que todos comparten: las de la soledad en las vidas de los personajes, las ambigüedades dentro de las historias, una especie de limbo emocional, un letargo, una somnolencia provocada, quizá, por la manera en que los personajes se van adentrando poco a poco en dichas situaciones, con lo cual, como habíamos señalado, las diversas características psicológicas de los protagonistas las podemos identificar como parte de una misma identidad, saltando de una situación a otra. Algunos temas de importancia como el de la orientación, la soledad, o el sueño, son deliberadamente incluidos por García Márquez. Ahora bien, comparemos los cuentos con aquellos textos de índole poética, surreal y abstracta con que Hiriart pretende proyectar la experiencia onírica. Provocan la percepción de detalles, situaciones, cosas, lugares. Y esto se transmite directamente al lector, ya que como vimos, no hay trama ni personajes. Pero en los cuentos sí los hay, por lo que, para llegar al mismo fin, esta vez el lector tendrá que pasar a través de las experiencias ajenas –las de los personajes –en las cuales ya se hallan implícitos dichos temas de importancia. Entonces, el onirismo se da con una especie de rodeo; podría decirse que García Márquez llega a él de una forma
más artificial, aunque, por esto mismo es evidentemente más atenuado. Ahora analicemos el segundo punto, el más importante. Más adelante, Hiriart afirma lo siguiente: “Los sueños no empiezan ni acaban.”16 Dando a entender que en los sueños no existe el tiempo. “La actividad de soñar es remisa al discurso articulado, a su puesta en palabras. El discurso es lento, secuencial, tardado, gordo y pesado. El sueño es relampagueante, un músculo de luz moviendo recuerdos […] Microconjeturas tejiéndose en la simultaneidad onírica.”17 Con lo anterior, intenta aclararnos que este conjunto de situaciones en las que no puede existir el tiempo narrativo, se entrelazan unas con otras, pero formando parte de la misma sustancia. En los sueños no existe el antes ni el después. Así, como vimos antes, la poesía puede llegar a suprimir la narración y ser más abstracta, pero una sola historia no llega a suprimir la narración: de ahí que hayamos escogido hablar de una serie de cuentos y no de uno solo; porque cada uno de ellos debe seguir inherentemente una trama, un tiempo, pero en conjunto, nos hace experimentar una sensación muy similar a la que es entendida leyendo Sobre la naturaleza de los sueños. Habíamos dicho que la mayoría de las historias son cortas, unos cuantos instantes para sus protagonistas, es decir, se asemejan mucho a las “situaciones” de las que habla Hiriart. También es importante cómo están distribuidos los cuentos. Alguien que se adentre en su lectura debe reconocer las diferentes historias como parte del mismo “microcosmos” que ya habíamos mencionado. Todas ellas tienen
16Hugo
17Ibídem.
Hiriart, ídem, p. 165.
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temáticas estilos, personajes similares, y, en efecto, parecen formar parte del mismo tejido, a medida que avanza la lectura y se desarrolla el libro. Así, aunque no cumpla con el elemento principal –el relacionado con el tiempo secuencial, inherente a toda narración– es capaz de suplirlo, como si estos cuentos, al estar hechos de la misma sustancia todos ellos, no pudieran existir los unos sin los otros; sólo en conjunto. Este rasgo se cumple ya que, como lo hemos mencionado, para Hiriart los sueños funcionan así. Quizá esta sea la única manera de provocar este tipo de efecto en los lectores por medio de las narraciones literarias, sin caer en el uso del surrealismo o en el de la poesía. Ojos de perro azul –con la diversidad y unidad descritas de cada una de sus situaciones–, como un largo sueño legible. A lo largo de este ensayo se dio a conocer un punto de vista que habla acerca de las posibles relaciones entre las experiencias de los sueños y de la literatura. El tema tiene gran repercusión; muchos escritores admiten haber sido influidos por él en sus obras, y gran cantidad de veces lo han incluido en ellas. Lo que pretendimos fue dilucidar un poco los momentos en los que la literatura es capaz de producir
impresiones oníricas, utilizando un libro que, según hemos expuesto, contiene gran cantidad de ellas: Ojos de perro azul, y para saber en qué consisten estas impresiones, nos hemos guiado por medio del ensayo de Hugo Hiriart; pero hay que recordar que lo que ahí se explica se trata únicamente de la opinión de un escritor, por lo que habrá quien no concuerde con todo lo que se ha expresado en dicho ensayo, y por ende, en el presente. En el tema de los sueños no se puede ser absolutamente objetivo ya que, como dice Hiriart, no podemos adentrarnos en ellos conscientemente y así darnos cuenta cabalmente de cómo son. Sin embargo, ateniéndonos a sus hipótesis, hemos sido capaces de señalar diversos puntos de contacto entre sueños y literatura, de cómo los percibimos cuando se combinan. Bibliografía CARDENAL, Ernesto, Poesía escogida, Xalapa, Veracruz, Universidad Veracruzana, 2009. GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, Todos los cuentos, México, D.F, Editorial Diana, 2012. HIRIART, Hugo, Sobre la naturaleza de los sueños, México, D.F., Ediciones Era, 1999.
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Curriculum de autores Martín Escobedo Delgado Pinos, Zac. 1968. Doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel II. Es coautor de 13 libros colectivos. Coordinador, con Thomas Calvo, del libro Sierra de Pinos en sus horizontes. Historia, espacio y sociedad, siglos XVI-XX. Coordinador del libro De monarquía a república. Claves sobre la transición política en Zacatecas, 1808-1832. Autor de tres libros, entre los que destaca El debate de las ideas. Propaganda política en la Nueva España, 1792-1814. Se ha desempeñado como profesor e investigador en diversas instituciones de educación superior. Actualmente ejerce funciones de docente e investigador en el Doctorado en Ciencias Humanísticas y Educativas de la UAZ y cultiva la línea de investigación «Los conceptos políticos de la transición. De Nueva a México, 1808-1835».
Verónica del Carmen Gallegos Doctora en filosofía por la UNAM (2006). Docente-investigador en la Universidad Autónoma de Zacatecas desde 1996. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 2008 y Perfil PROMEP desde 2009. Autora de los libros Cultura, lenguaje y evangelización. Nueva España, siglo XVI (Porrúa, 2012) Palabras de evangelización, problemas de traducción (UAZ, 2009) y de Fray Juan Bautista de Viseo, Advertencias para los confesores de los naturales (Novahispanía, 2010). Ha participado en varios congresos sobre el Pensamiento Novohispano y sus líneas de investigación se encuentran dentro del ámbito de la filosofía de la cultura y la filosofía novohispana. Marcelino Cuesta Alonso Nacido en Oviedo España, Licenciado en Historia de América por la Universidad de Valladolid en Junio 1990. Doctor en Historia de la Iglesia por la Universidad de Navarra en junio de 1999 y también doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Navarra en noviembre de 2001. Profesor ayudante de la Universidad de Navarra entre 1996 y 1999. Actualmente docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas (desde septiembre de 2002). Reconocimiento del Perfil Deseable por Promep (México) desde febrero de 2006.y Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de Conacyt (México) desde el 13 de diciembre de 2004. Autor de los siguientes libros 1. Cultura Novohispana, Estudios sobre Arte Educación e Historia; 2. La Polémica entre Lucas Alamán y José María Luis Mora;3. Polémicas dieciochescas; 4. Las relaciones Estado-Iglesia en la polémica Vigil-Gual y 5. Discursos pedagógicos en el siglo XVIII novohispano.6. Diálogos interdisciplinarios sobre las mujeres: historia, arte, literatura. 7 Imágenes y discursos de la modernidad I y II
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Ma. Judit Durán Flores Alumna del Doctorado en Ciencias Humanísticas y Educativas en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Recibió sus grados de Médico y Maestría en Psicoterapia Familiar y de pareja por la misma institución. Recibió el premio A-H. Robins, otorgado al recibir el grado de Médico Cirujano y por ser el promedio más alto en su generación. Actualmente cursa también la Maestría en Medicina Natural Holointegrativa impartida por la Universidad de Valencia. Su trabajo actual es en la atención de la problemática relacional familiar y de pareja. Sus intereses de investigación incluyen la lucha de poder entre los géneros dentro de las relaciones de pareja y los estilos de vida saludables en el ser humano. Emilia Recéndez Guerrero. Lic. en Historia - Maestra en Filosofía e Historia de la Ideas - Doctora en Historia por la UAZ. Diplomados en Historia y estudios de las mujeres y perspectiva de género. Docente investigadora en la UAZ desde 1975, actualmente en el Doctorado en Humanidades. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores nivel I. Perfil PROMEP. Conferencista y ponente, en congresos locales, nacionales e internacionales, con temas relacionados con sus líneas de investigación. Estancias en Archivos locales, el AGN, Archivo de Indias en Sevilla y AN de Madrid. Fundadora y coord.. Cinco Encuentros Nacionales de Investigaciones sobre mujeres y perspectiva de género, en Zacatecas. Ha publicado cuatro libros individuales y seis colectivos, así como 45 artículos, o capítulos de libros. En 2009 fue galardonada por el gobierno del Estado de Zacatecas con el reconocimiento “Mujeres que abrieron camino”. Laura Gemma Flores García Originaria de Salamanca, Gto. es Licenciada en Historia por la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato; Maestra en Historia de México por El Colegio de Michoacán; Doctora en Historia Colonial por el INAH-UAZ y Maestra en Arquitectura por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guanajuato. Cuenta con un Diplomado de Arte Colonial por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y una Estancia Posdoctoral en Estudios de Religiones por la Universidad Católica de Louvain, Bélgica, así como una estancia como profesora invitada en la Universidad de Valencia, España. Actualmente es docente del Doctorado en Humanidades y Artes de la Universidad Autónoma de Zacatecas y tiene a su cargo diversos proyectos de investigación relacionados con historia novohispana, historia del arte y arte y patrimonio cultural. Dr. Alberto Ortiz. Docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, ha publicado libros como: Feijoo y la tradición discursiva en contra de las supersticiones, México, UAZ, 2006; Magia y Siglo de Oro. La relación entre la tradición discursiva antisupersticiosa y la literatura en español de los siglos XVI y XVII, Zacatecas, UAZ/SPAUAZ, 2007; Tratado de la superstición occidental, México, UAZ, 2009; Hermenéutica literaria. Prolegómenos hacia la propuesta exegética 91
como método de interpretación de textos literarios, (Coord.), Guadalajara, U de G/UAZ, 2011; Diablo novohispano. Discursos contra la superstición y la idolatría en el Nuevo Mundo, Valencia, PUV, 2012; Espejo de brujas. Mujeres transgresoras a través de la historia, (Coed.), Madrid, Abada, 2012. Actualmente desarrolla el proyecto Demonología literaria. Propuesta teórica y estudios de caso para la interpretación de la figura del mal en la literatura.
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