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Pipe Review
El Tabaco y sus ojos en mí
Christopher Sáez Ahumada
Tras unos meses de ausencia retomo estas líneas para llevarle las impresiones de otro tabaco: Stockton, de Mac Baren, que corresponde a una de las mezclas más antiguas elaboradas por esta casa, con hojas de Virginia, un poco de Cavendish y centro de Dark Fired Kentucky
Lo primero es aclarar el título de este Review. Para hacerlo debo explicar que llevo más de 20 años como fumador de tabaco de pipa, y dentro de todo lo que he ido degustando y entendiendo –aunque de principio suene obvio–, el tabaco es uno de los componentes principales de este arte.
Durante mucho tiempo pensé que su típico corte en hebras era el único existente, pues abunda en casi todas las casas productoras de tabaco. Sin embargo, el tiempo me llevó a conocer los Flakes, uno de mis cortes preferidos por su versatilidad, que permite intensificar los sabores.
Después tuve la grata experiencia de conocer los Crumble Cake y el primero de ellos fue Pirate Kake, que se convirtió mi preferido. También he fumado tabaco cortado en cubos pequeños, en hojas cortadas rústicamente, en medallones, e incluso tuve la valentía de fumar en cuerda: toda una experiencia porque los sabores y la nicotina se concentran de manera tal, que pueden hacer temblar al más avezado…
Y bueno, entre esos cortes misteriosos están los referidos medallones, conocidos como Spun Cut, que resultan del tabaco torcido en cuerda y posteriormente laminado de manera muy fina, formando unos ojos atrayentes y algo deformes. Aunque en realidad no aparentan expresión alguna, personalmente me atraen por su forma enigmática y aromas embriagantes.
Explicado el punto, vamos a los detalles de esta mezcla: el tabaco lleva en su centro oscuro el Dark Fired Kentucky, que impacta al abrir la lata. A su alrededor se entremezclan las hebras y puntos claros del Virginia, desarmados al contacto intenso con las manos, y del recipiente se desprende un aroma profundo de ciruelas con un leve fondo de miel, algo de uva pasa y un punto de madera añosa, dulce.
Compañera fiel de batalla, elegí nuevamente la Peterson Spigot, pues después de muchos intentos con distintas pipas he logrado definir que ésta logra sacar las mejores propiedades de este tabaco. Para el maridaje, tras pelear con los pocos licores que tengo para las catas, me decidí por el brandy francés St. Remy, cuyas notas florales y tonos amaderados y a vainilla juegan con los componentes de la mezcla.
Inicialmente seleccioné cinco medallones que froté entre mis manos para desmenuzarlos y ver cómo se desmarmaban, dejando de forma casi natural la parte del Virginia en los alrededores del Dark Fired Kentucky, ahora en copos pequeños. He aquí otra maña que me sucedió con esta mezcla: al separarla, el Virginia se fue al fondo y entre la brasa superior sólo quedaron unos puntos pequeños, dando vueltas.
Al encender, lo primero que trató de escapar de la cazoleta de la pipa fueron los copos de Dark Fired Kentucky, inflados como un globo de aire caliente impulsado por el humo. Fue notable la desaparición de esas notas de ciruelas con el calor de las primeras llamas, para transformarse en cacao, con clara presencia del Dark Fired Kentucky, que no fue amargo pero tenía una intensidad media similar a los Toscano Garibaldi, mis preferidos.
El primer retrogusto impactó todo el paladar, llenándolo de sabores dulces, y según lo que estuve revisando en los foros esto se debe a los toques casi mágicos del Cavendish oculto en la mezcla, realzado por el brandy.
De a poco comenzaron a caer las notas cítricas de un claro limón sutil, un fondo de heno y algo de pan seco, que jugaron con el humo que fue bajado lentamente su intensidad, pues alcanzó su mayor esplendor a los pocos minutos del encendido. Los sabores disminuyeron en el segundo tercio, y aunque el calor de pipa aumentó levemente, no se reflejó en un ardor en la lengua, manteniendo una frescura inesperada.
El ultimo tercio se apagó entregando leves notas ahumadas y aumentó mi salivación, como sucede típicamente con las mezclas más dulces. No siendo el caso, me pregunté –sin respuesta–, qué sucedió. Quizá fue la mezcla de calor y el brandy, o los misterios del tabaco cuando pone sus ojos en mí.
Si tiene la oportunidad de fumar Stockton, le recomiendo experimentar en otra época del año, quizá en otoño, para ver si encuentra otros matices que disfrute junto con una copa de su licor preferido.