3 minute read

Tabaco, cultura

Tabaco, cultura

César Salinas Chávez

Es una noche cualquiera en El Patriarca Cigar Lounge, en Santo Domingo Este, en la capital de la República Dominicana. Andrea Alcántara, CEO de Tutti Cigars y creadora de la iniciativa Humos Solidarios, Cigarros por Mochilas, me invita a pasar un rato y hacer tiempo antes de una cita de trabajo. La noche era agradable, y a pesar del calor húmedo dominicano corría el viento sobre la gran terraza del salón donde se congregaron productores, aficionados, amigos, familia... a fumar.

Durante una gira de trabajo de dos semanas que incluyó la presentación de la liga dominicana de Corazón de Lobo, la marca del mexicano Carlos Lozano, portada de Humo Latino Magazine de agosto pasado, en Bhuké. Patio, Humidor, Bar (quedó registro en nuestra cuenta de Instagram), durante mis días en Santo Domingo, Santiago, Tamboril y La Romana, la escena se repetía.

El dominicano vive, disfruta la noche, sin duda, o esa impresión me llevé; hay algo de bohemia, de fiesta y camaradería, carnaval de unas horas, verbena interior que cada dominicano y dominicana lleva consigo. Y el cigar se ha alzado como nuevo punto de reunión postpandemia, el ágora que tras caer la noche abriga a todo aquel que se deja seducir por los humos de un cigarro premium, en un ambiente que sólo el Mundo del Tabaco puede ofrecer.

En los países productores de Latinoamérica, la cultura de fumar tabacos premium no se encuentra arraigada, pero República Dominicana es cosa aparte. Me parece que se ha subestimado al país como mercado local y sólo se le ve y aprecia como productor de las marcas más reconocidas y vendidas en el nivel mundial. Durante mi visita a

Tabacalera De García me dieron un dato que tira por bruces esta visión: ellos venden un millón de cigarros tan solo en el país. Un millón de cigarros.

Como nación producen y exportan más de 200 millones de puros al año, y su potencial, como dijo Francisco Matos durante la conferencia de prensa para presentar la nueva edición del Dominican Cigar Fest, es inmenso; diez veces más que eso, con actuales divisas por más de mil 400 millones de dólares y más de 100 mil empleos directos e indirectos.

Por cierto, que durante la presentación oficial del evento, el presidente de la Adocitab y del festival, Radhamés Rodríguez, dijo que este año habrá más de 80 módulos que albergarán a empresas ligadas a toda la cadena de producción del cigarro premium, en Tamboril, Capital Mundial del Cigarro, del 10 al 12 de noviembre.

Y allí estaremos, cubriendo este evento que está viendo al futuro; allí, donde nadie ha visto una oportunidad, los miembros de la Asociación Dominicana de Cigarros y Tabaco están trabajando para consolidar, en lo local, un festival único en su tipo, de gran potencial y proyección internacional. Lo saben y no quitarán el dedo del renglón hasta lograrlo.

Conforme pasan los años y me relaciono con más productores y personas ligadas al Mundo del Tabaco, siempre vuelvo a Dominicana. Los caminos nos llevan a este país que hace un año declaró al tabaco y cigarro dominicanos Patrimonio Cultural; que produce las mejores marcas boutique, y cuya cultura tabaquera, de seguir el rumbo, será una economía interna robusta.

This article is from: