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EL RETORNO DEL CANGREJO PARTE CUATRO Julio Calvo Drago Hyperediciones Segunda edición* 2010 Diseño de cubierta, diagramación, fotografías y fotomontajes: Julio Calvo Drago Corrección de estilo: Donald Byrne Julio Calvo Drago El retorno del cangrejo parte cuatro se aprecia mejor en Adobe® Reader® 8. No se garantiza una adecuada visualización de este libro y sus contenidos en versiones anteriores de dicho programa. Este libro se puede descargar en: www.hypertexta.com *Primera edición: Editorial X, 2001. Todos los derechos reservados.
«Y AHORA, para deleite de nuestro apreciable público, el plato fuerte de esta noche. Con ustedes, el concepto», anunció el DJ de aquel all nude cabaret y puso en tor
namesa una pieza sugerente. El concepto hizo su aparición en la pasarela de strip tease. Ante los ojos de aquel público sediento de desnu dez, el concepto comenzó a
despojarse de toda su vesti menta, de toda su forma, de toda su estética (etimológicamente entendida). Por fin cayó al suelo la última pren da, y el concepto se mostró al desnudo. Casi todo el público se quedó perplejo ante aquella presentación de una idea desprovista de toda for ma plástica, espacial o tem poral; unos cuantos aplaudieron aquel minimalismo
radical; y Andy Warhol, que por casualidad andaba entre aquella muchedumbre, se puso de pie, protestó gritan do «¡el pop es hermoso!, ¡el pop lo es todo!» y con pro funda indignación abandonó aquel lugar para irse a buscar un club nocturno con luces de neón, colores vivos, anuncios publicitarios y música de artistas coreográficos de caras bonitas.
SIEMPRE pa delante mu chá. Siempre pa delante. Que pa tras, ni porque uno fuera cangrejo. Ni porque
la cangreja estuviera allá atrás esperándolo a uno con las patas abiertas y las tena zas cerradas.
CUIDE su figura. Mejore su imagen. Cambie aquĂ sus giros.
TANTO debo restregar Y restregar y restregar Y volver a restregar Para entender que asĂ Nunca saldrĂĄ La maldita basura del ojo
>>> Por quÃ%e cantÃ%ais la rosa, #oh poetas° >>> Hacedla florecer en el poema[
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Estoy dormido/a. Garantizado o le devol vemos su dinero. No importa si es nena o varón. Que nazca sa no es todo. ¡Qué gusto verlo/a! Hoy tendremos un día soleado, con tempera tura agradable.
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Si cinco manzanas cos taron cinco quetzales, cada manzana cuesta un quetzal. Si en el ejemplo anterior cambiamos las manza nas por peras, los valo res de la ecuación no van a variar. Freud tenía razón. Vamos a dialogar y a arreglar esto como per sonas civilizadas. Darwin estaba equivocado.
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Yo pienso en ti. Yo ya dejé de pensar en ti. Cristóbal Colón descubrió América. El país está atravesan do por un proceso de desaceleración económica. El orden de los factores no altera el producto (dicho por un ingeniero genético). Como todo buen artista
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lleva una vida disipada. Gracias, gracias. No me siento merecedor de este honor que se me hace y a decir verdad, tampoco me lo esperaba. Yo no me casé contigo esperando a que me ba jaras la luna. Ella es virgen. A mí me consta.
DECÍS que un segundo no es nada Por qué no vas y se lo decís a un destello de luz Cuya existencia dura menos que eso Decís también que un billón de años Es un cachimbazal de tiempo Andá y decíselo a Dios Que tarda sólo eso en levantarse de la cama
¿Las ballenas son grandes? Sí pues, decíselo a una estrella ¿Las ladillas son pequeñas? Cómo no, decíselo a las ladillas que joden a las ladillas Tus pies dicen Todo a nuestro alrededor es oscuro Nunca vemos la luz Y vos no estás de acuerdo Claro Como nunca te has puesto en los zapatos de tus pies, ¿verdad?
LA INSOBORNABLE levedad del ser.
EL RESPETO al lechero ateo es la paz.
EL CORAZÓN siente razones que la razón no siente. El corazón entiende razones que la razón no entiende. La razón no siente las razones del sentir. Lo que el sentir razona, la razón no siente.
多Y SI DIOS fuera ateo?
¿Cuál de las dos será la verdadera?
NARCISO creía estar enamorado de sí mismo, pero en realidad estaba enamorado de osicraN, o sicraN y viceversa: Narciso osicraN ed oenamorado daromane aestaba batse drealiadilde
dad aer nen e opero, rep ,mismo omsim sí ís de eden od aromane restar atse acreía íerc Narciso. amorado Resulta que osicraN osicraN vivía en un mundo al revés, donde para caminar había que poner
los pies en el cielo y para ver las estrellas había que bajar la vista al suelo. De ese modo, sicraN encontró en cuando oosicraN el suelo (es decir, cielo) un estanque de agua, se agachó y vio lo que creía su imagen (que en realidad era la de Narciso), no fue de sí mismo de quien se enamoró perdi damente, sino de Narciso. También resulta que los dos jóvenes eran iguales, solo que diferentes. El lunar que osi oshicraN c r a N tenía en la mejilla aah cered, cered Narciso lo tenía en la mejilla derecha (es que en el mundo de o osicraN sicraN la derecha es la izquierda, que se llama ahcered y la izquierda es la ahcered, derecha, que se llama adreiu adreiuqzi Además, los dos jóvenes qzi). pensaban igual. Cuando osi osicraN craN movía su mano, Narciso movía la suya. Cuando aquél agitaba la cabeza, también éste agitaba la suya. Cuando osicraN decía: !osicraN, !osicraN ssere ere osicraN oolleb lleb éuQ¡ , éuQ¡ Narciso decía al unísono: ¡Qué bello eres,
Narciso! Así que los jóvenes se enamoraron tanto de sí mismos (es decir, el uno del otro), que desearon fervien temente cruzar el cristal de agua, el umbral a los mundos iguales pero diferentes, aunque sabían que aquello era imposible. Pero la obsesión creció tanto que un día se ti raron al agua. Todo indica que sus sincronizadas vanidades lograron romper el cristal porque, cuando cayeron al agua y supuestamen te se ahogaron, lo que pasó en realidad fue que Narciso y osicraN osicraN se tragaron el uno al otro. Tal hipótesis quedó comprobada cuando pusie ron buzos a buscar los cuer pos y, por máé que estos re volvieron el suelo y el cielo en el fondo del estanque, ja más hallaron ni a Narciso ni a osicraN, osicraN los jóvenes que eran iguales pero diferentes, que hacían lo mismo pero al revés, que se amaban el uno al otro pero al contrario.
NO HABÍA una vez, en un lejano país que nunca existió, un castillo en el que no vivía una linda princesita que, por supuesto, tampoco estaba en edad de casarse. Por lo tanto no pasó por ese reino un príncipe quien, al no escuchar la dulce voz de la princesita ni quedar embelesado por esta, jamás se acercó al castillo. De ese modo tampoco llegó a ver el hermoso rostro de la joven ni a enamorarse perdidamente de ella, como tampoco ella de él. Y como no había tal castillo, de una de sus ventanas no se asomó nunca la malvada ni envidiosa madrastra que, luego de no ver a la joven pareja en idilio, no empezó a maquinar perversas artima-
ñas en contra de su bella hijastra. Así pues, esta madrastra que no existía, y que en consecuencia tampoco era una iniciada en la magia negra, no conjuró a malignos seres del más allá para pedirles que la socorrieran con un mal para su hijastra. De ese modo, como era de esperarse, dichos seres tampoco le dieron el poder para realizarlo. No sucedió entonces que la inexistente madrastra fabricara una pócima letal, ni mucho menos que hiciera un conjuro para convertirse en la sirvienta más allegada a su hijastra. Por lo tanto, al no haber hecho ninguna de las dos cosas, jamás ocultó en su vestido la pócima que nunca
elaboró ni utilizó embustes para acercarse a la bella princesa. Esta, al no ver a la presunta sirvienta, no cayó en el engaño ni bebió la pócima. No fue así entonces como la joven se desplomó al suelo y todos la creyeron muerta. De hecho esto nunca sucedió porque ni la princesa ni la pócima ni la madrastra ni la sirvienta eran reales. Por lo mismo, tampoco fue así como los habitantes de aquel reino que no existía se entristecieron y lloraron la tragedia que nunca sucedió. El cuerpecito de la princesa, ni frágil, inerte o bello, jamás fue puesto en una urna de cristal, ni esta fue adornada con arreglos y coronas de las más bellas flores silvestres. No. Tampoco sucedió que aquel apuesto príncipe (que no existe, según lo que no dijimos líneas atrás) llegara al translúcido sepulcro. Está claro, pues, que no
descendió de su brillante corcel, no se acercó a la princesa ni la besó en los labios. Al no hacer esto, la joven no despertó como de un largo ni profundo sueño. Tampoco escuchó que todo aquel embrollo había sido culpa de su malvada tutora ni se tiró a los brazos de su príncipe azul a llorar la desgracia que nunca sufrió. La madrastra, al no verse descubierta (pues en realidad no había hecho nada), no se convirtió en un dragón de siete cabezas ni luchó en enconada batalla contra el príncipe. Y este jamás cortó una por una las cabezas de aquel engendro del más allá. Al no haber matado a la madrastra, nunca se casó con la princesa ni vivieron felices por siempre jamás. Por lo tanto es de esperarse que no haya un colorín colorado, pues un cuento que nunca se ha contado lógicamente jamás se ha acabado.
¿ESTE CUENTO se ha aca bado? Colorín colorado. Por siempre jamás vivieron feli ces el príncipe y la princesa luego de que aquel desposara a esta justo después de ha berle dado muerte a la mal vada madrastra. Lo que pasa es que el príncipe ya había cortado una por una las siete cabezas de aquel engendro del más allá. ¿Cuál? Aquél contra quien luchó en enco nada batalla: el dragón de siete cabezas en que se había convertido la malvada ma drastra luego de haber sido descubierta. Sucede que la princesa, poco antes de tirar se a los brazos de su príncipe azul a llorar su desgracia, fue
informada de cómo su per versa madrastra era la culpa ble de todo aquel embrollo. Nos referimos al que finalizó cuando la princesa despertó como de un largo y profundo sueño, luego de que el príncipe la besara en la boca, para lo cual él primero tuvo que acercarse a ella, por supuesto que después de haber des cendido de su brillante cor cel. Está claro que antes que nada tuvo que llegar al translúcido sepulcro. ¿Qué sepul cro? Ése que fue adornado con coronas y arreglos de las más bellas flores silvestres. Sí. La urna de cristal sobre la cual fue colocado el bello, frágil e inerte cuerpecito de
la princesa. Por eso lloraban dicha tragedia (luego de ha berse entristecido, por su puesto) los habitantes de aquel reino. La creyeron muerta cuando ella se desplomó al suelo, justo después de haber bebido la pócima, pues había caído en un engaño al ver a su sirvienta más allegada. Y es que esta se ha bía acercado a la bella prin cesa con embustes luego de haber ocultado aquella pócima en su vestido. Pero la pre sunta sirvienta no era sino su madrastra, quien se había convertido en tal y había fa bricado la mentada pócima letal. Hizo todo esto luego de que aquellos seres le dieran el poder para realizarlo, aquellos a quienes les había pedido que la socorrieran con un mal para su hijastra. Sí. Unos malignos seres del más allá a quienes había conjura do, pues era una iniciada en la magia negra. Lo que pasa
es que la envidiosa y malvada madrastra había empezado a maquinar perversas artimañas en contra de su bella hijastra, esto luego de que viera a la joven pareja en idi lio, justo después de haberse asomado a una de las venta nas del castillo y haber obser vado la escena. Nos referimos a aquella cuando la princesa se enamoró del príncipe, tan to como él perdidamente de ella, luego de ver el hermoso rostro de esta. Pero es obvio que para verla el príncipe tu vo que acercarse antes al cas tillo, lo cual en efecto sucedió porque había quedado embe lesado por la dulce voz de la princesita. Claro está que después de haberla escucha do. Y la escuchó porque ca sualmente por ese reino él sólo pasaba. Y justo cuando estaba en edad de casarse la linda princesita: la que vivía en el castillo que, en un leja no país, había una vez.
*Mis más sinceras disculpas a los amables lectores. Decidí omitir este texto porque no estáis preparados para él, imperfectos mortales.
ESCRIBIR es un acto nece足 sariamente intelectual, aunque no necesariamente de in足 telectuales.
¿ME TOCA a mí seguir la historia? Bueno. Mientras caía recordaba cómo la creación había sido una aventura de dioses. Cuentan que estos, en su espíritu de exploradores, boy scouts con alma de big bang, una noche salieron a acampar en el bosque y
prendieron una fogata. Y en el acto de soplar y menear la leña saltaron las chispas desparramadas a incrustarse en la bóveda celeste. De ese mo do nacieron las estrellas, que desde entonces también son denominadas chispas del fuego divino. Los demiurgos, los primeros civilizadores, los se midioses Mujer Piedra, Her mafrodita Fuego y Hombre Vara, quisieron imitar a los dioses. Así que una noche al principio de los tiempos tam bién ellos salieron a acampar
y prendieron una fogata para añadir sus propias estrellas al firmamento. Se cuenta que Mujer Piedra calculó y dijo: «Veamos, las estrellas riegan su luz por todas direcciones. Por lo tanto son de forma cir cular». Acto seguido apiló las piedras en círculo. Vino en tonces Hermafrodita Fuego, quien a su vez calculó y dijo: «Veamos, los haces de luz sa len expulsados de la estrella. Por lo tanto esta arde en su interior». Luego colocó los maderos apoyados uno sobre otro hasta formar un como volcancito y encendió un fósforo dentro de él. Finalmente vino Hombre Vara, quien en su momento calculó y dijo: «Veamos, la estrella titila porque sus rayos son impelidos hacia fuera, luego succiona dos de vuelta hacia dentro, de nuevo expulsados y otra vez absorbidos, y así perenne mente. Por lo tanto hay una fuerza comprimiéndola cons tantemente». Dirigió su vista a la fogata y vio que los leños
se resbalaban del montículo, de modo que ponían el fuego en peligro de extinción. Así que tomó una vara larga, se puso a empujar los maderos escurridizos hacia el centro del círculo y así consiguió que el fuego permaneciera encen dido. La fogata ardía y las chispas se desparramaban, pero era inútil. Por más que los semidioses conjuraban al viento con soplos, fósforos, dedos ensalivados y desideraciones como «¡Mierda! ¡Al za las chispas, viento! ¡Que rasguen el cielo!», las chispas no pasaban de revolotear en el bosque. También cuentan que el viento se enojó y les reclamó a los demiurgos, con voz de chiflón invernal: «A mí no se me ordena. Yo soy quien tiene la voz de mando. Cuan do yo digo hojas, caigan de los árboles, las hojas me obe decen. Cuando ordeno mé zanse, copas arbóreas, ningu na de ellas deja de cumplir mi mandato. Y si mi deseo es hu racánate, mar, y destruye la
tierra, el agua se abalanza contra la tierra y esta sucumbe. En castigo a su osadía, me quedo con sus sueños. A par tir de hoy son mías las chispas de fuego que tanto anhelaban ver convertidas en estrellas». Así que las chispas se queda ron vagabundas en el bosque, y el viento mismo se encargó
de esparcirlas por todos los bosques de la Tierra. Fue así como nacieron las luciérna gas, medio estrellas, chispas de un fuego que nunca tocó el cielo. Como la sombra del árbol, que por el peso de su recuerdo se hundía y se hun día y no tocaba nunca el fondo del lago. Te toca a vos.
UNA SEÑORA se acerca a una mezcla de cal, cemento y piedrín y le pregunta: «¿Qué te parece mi nuevo peinado? ¿Te gusta? ¿Ver dad que me luce?». La ar gamasa le contesta: «Pues a decir verdad, no. No me gusta». «Pero ¿por qué no te gusta?», pregunta la mu jer, intrigada. «Lo que pasa es que Siento que No sé», contesta la mezcla. «¡Qué! ¡No me digas que se
me ven las canas!», inquie re la doñita, con pena. «No, no es eso. Es solo que ¡Ay!, no sé cómo explicar te Tal vez si No, no sé». La mujer se marcha de allí no solo disgustada, sino también insatisfecha con la respuesta recibida. Si quie res mi consejo, no le pidas opinión al cemento. Será concreto para construir, pe ro nunca es concreto para opinar.
QUIERO LLAMAR a reflexión sobre una frase cuyo uso se extiende más y más a lo largo de la región y la cual, a mi criterio, tiene grandes posibilidades transformativo-generativas dentro de la lengua. Me refiero a hijo de la gran puta. Para empezar, nótese que la frase ha evolucionado (degenerado dirían otros en desacuerdo conmigo) a hijuela gramputa. Tal giro lingüístico puede convertirse en una raíz interesantísima para toda una gama de construcciones morfológicas que, además de enriquecer nuestro idioma, lo dotarían de una versatilidad ini maginable. Hijuelagramputa sería la plataforma para con cebir, como primer paso, el verbo hijuelagramputear. Discusiones académicas po
drían surgir en torno a si el verbo a instituir sería hijuela gramputear o hijuelagramputar. Pero es mi deseo, ya que preconizo el problema, antecederme a tan bochornosa situación e inclinarme ha cia la aceptación del primero como infinitivo, ya que el se gundo, hijuelagramputar, cuyo morfema flexivo alude al caso colectivo, funcionaría mejor acaso para referirnos a un conjunto de hijos de la gran puta. Así pues, y supo niendo de antemano que el infinitivo a instituir por la Academia sería hijuelagram putear, cuya definición de diccionario vislumbramos ya como: «Ser o comportarse co mo un hijo de la gran puta», desde ya podemos deducir las conjugaciones de un verbo re-
gular intransitivo: yo hijuela gramputeaba, tú hijuela gramputeas, él o ella hijuela gramputeará, nosotros hijuelagramputeáramos o hijuela gramputeásemos, vosotros hubiereis hijuelagramputeado, ellas o ellos hijuelagram putearían, etcétera. Las posibilidades de que dicho verbo se convierta en reflejo (hijuelagramputearse, me hijuela gramputeé o te hijuelagram puteas) dependerán, por supuesto, de la estima que tenga el hablante de sí mismo o de la persona a que se refiere. Ahora bien, ya existe el adjetivo hijuelagramputa. La Aca demia nos avala para calificar de hijuelagramputa a perso na, animal o cosa nombrada por sustantivo como en: El perro hijuelagramputa se meó en mi cama, y por lo tan to para formar predicativos como: Ese chofer es un hijuelagramputa. Es aquí justa mente donde no quisiera pasar por alto el problema de la sustantivación de nuestro ad
jetivo ni, por tanto, el escollo morfológico que el soslayo de dicho problema podría causar. ¿Qué palabra entonces nombrará la calidad de ser o poseer la característica deno tada por hijuelagramputa? ¿Qué sustantivo le corresponde? ¿Hijuelagramputez, hi juelagramputura, hijuela gramputancia, hijuelagramputidad? Si se me permite nuevamente, creo que el término adecuado sería el primero. Por razones de fluidez y eufonía lingüísticas encuen tro acertado decir, en un mo mento de exacerbación, dis crepancia o perplejidad, ¡es que no soporto su hijuela gramputez!, para denotar así la actitud de alguien que se está comportando hijuela gramputamente (y nótese que sin querer he propuesto de una vez el adverbio de modo simple). Pero no quiero con cluir este ensayo sin antes definir satisfactoriamente el sus tantivo colectivo, al que aludí unas líneas atrás, hijuela
gramputar. Aunque el infinitivo ya quedó instituido como hijuelagramputear, siento que podría haber confusión entre estos dos términos. Por lo tanto observemos que, en el plano coloquial, el hispanohablante de por estas latitudes tiende a formar colectivos con los sufijos erío y al, como cuando dice hombrerío o mujeral, para referirse a un copioso conjunto de hombres o mujeres respectivamente. No pongo, pues, objeción al guna en que se diga: ¡Hubieras visto el hijuelagramputal que llegó a la fiesta!, o Cierra la puerta, que no quiero ver un hijuelagramputerío aquí dentro. Según mi criterio, am bos sufijos funcionan, aunque preferiría usar al para acor tar el número de sílabas de nuestro neologismo, ya de por sí muy largo. Para finalizar, y luego de pedirles que se refie ran por hijuelagramputita (y no hijuelagramputito) a un
pequeño hijuelagramputa, y por hijuelagramputón a uno grande, quiero despedirme de ustedes con un par de exhortaciones. A los lingüistas y académicos, por favor apresuremos la aceptación e institución de este neologismo y de todas sus variantes morfológicas e instemos al mundo de habla hispana a que los use como en este ensayo se indica. Nuestro idioma, tanto como la riquísima cultura formada alrededor de él, se verá favorecido. Y a quienes se preocu pan por hablar y escribir el castellano como se debe, ¡que no desmaye el celo por man tener la corrección y propiedad de nuestra bella lengua! Utilicemos siempre las nor mas aquí propuestas y no per mitamos que ningún hijuelagramputa deforme y atro pelle nuestro ya tan desvirtuado español con dicciones tan malsonantes como incorrectas. Vale.
ME VENDARON los ojos A medio cumpleaños Pero qué poderoso me sentí Vamos a ver A quién le tengo que romper la jeta ¿Jaguar Tigre Venado Monstruo Demonio Fiera Tráiler Ángel Campana Camioneta extraurbana Pinky Cerebro
Mickey Mouse Pato Donald Rana René Pocahontas Power Ranger Batman Dinosaurio Pikachú X-Man Fantasma Caballero del Zodíaco Jorobado de Notre Dame? Cuidate de mi palo, quienquiera que seás Huí mientras podás Que te voy a dejar las muelas en recreo La tibia enfriada El radio apagado Y las niñas de los ojos desvirgadas De un par de leñazos
SON LAS SIETE acá en Guate Las seis van ya por Las Vegas, Nevada Las ocho vienen todavía por Colombia Y este bus lleva tanta, tanta prisa Que no sé Si va persiguiendo las seis O viene huyendo de las ocho
EL HOY es lo 煤nico que nos queda del ayer. S贸lo el hoy trae sello de wash and wear.
NI QUEEN Ni Pink Floyd Ni Soda Stereo Ni Héroes del Silencio Ni Asia Ni Trent Reznor Ni Blur ni Pearl Jam Podrán llenar el vacío Que tú dejaste Mi amado hermano Sí, lo sé. Los versos anteriores se parecen a una canción de Red Hot Chili Peppers, pero
Qué más te puedo cantar Si ya nunca me trajiste el nuevo disco de Sinead O Connor Si vos sólo te acostaste En esa cama ortopédica Con oxígeno y mascarilla Que según yo te iban a hacer revivir Para que me llevaras al concierto de los Rolling Stones, en México [D. F. Y ya nunca te levantaste Cómo sos de pura lata Solo me dejaste tu recuerdo La imagen borrosa de tu rostro Una bicicleta con las llantas pinchadas Como veinte discos de Ray Parker, Jr. Y una madre chelosa Que confunde mi nombre con el tuyo Y se echa a llorar Qué voy a hacer ahora con tu sleeping Y con tu colección de llaveros Una que otra camisa tuya apenas me queda Tus pantalones los voy a regalar Tu cama, esa sí la voy a usar Pero me va a dar pena echarme la paja Porque todos los días veo a tu novia Y me abraza Y se le humedecen los ojos Que nos parecemos mucho dice La verdad es que vos me pegabas
Le decías a mi mamá que yo cómo chingaba Y mientras vos salías de todas en caballo blanco Yo salía de la casa Con el mantelito y el uno cincuenta A comprar el pan Algún día me las vas a pagar, decía yo Pero como que la venganza es el premio Con que el destino te castiga Pero cuando yo pensaba «morite pisado, así mi mamá me va a querer más a mí», te juro que no sabía que tenías cáncer, que por eso te consentían más que a mí. Yo no sabía. Te lo juro Ahora quiero que regresés Porque así sin huecadas yo te quiero mucho Y si no podés regresar A intimidarme al vecino Que ni a putas aprende a meterse con uno de su tamaño Pues ni modo Yo seré mi hermano mayor Adiós, hermanote Que te vaya bien allá en el cielo Ahí me saludás a John Lennon, a Jim Morrison y a Kurt Cobain Decile a Selena que cantaba pura mierda Pero que estaba bien rica Y si estoy jalando mocos, no vayás a creer que es porque estoy llorando. Yo no lloro porque soy hombre. Lo que pasa es que me ahogué con uno de los cigarrillos que encontré en tu mesa de noche y que me estoy fumando a escondidas de mi mamá
Decile a Elvis Que cómo lo imitan A Janis Joplin Que sus rolas son bien de a huevo Preguntale a Jesús Si en su segunda venida Va a ser el superstar que decía la lica Y vos Vos recibí mi cariño Que aunque no me dio tiempo de pedirte un autógrafo Sabé que sos mi ídolo número uno Porque cuando forme mi grupo Cuando los escenarios de Nueva York, Río y Tokio sean míos Cuando David Bowie, Marylin Manson y Soundgarden me abran [los conciertos Y oí bien lo que te voy a decir, porque nunca me atreví a hacerlo mientras vivías Cuando sea grande, quiero ser como vos
DESPUÉS de aquellos Hubo un cuarto que fue Por la vereda A descubrir y a fundar Y para nunca equivocarse o errar El horizonte vio desde el monte Y luego vio su andar Un paso daba Antes del otro dar
Y al llegar al río El puente cruzó Sin luz de día él jamás se afanó Y cuando viejo Llegó bien lejos Do nadie más llegó Eh eh eh Eh eh eh Ojo que ve sólo lo que debe ver sí fue Uh uh uh Uh uh uh Óyeme esto y dime Dime lo que piensas tú
HABÍA UNA VEZ una abeja que soñaba que era flor. Soñaba que tenía tallo, pétalos y dos hojitas. Que otras abe jas llegaban a polinizarla. Que saciaba su sed de agua y minerales con sus raíces hundidas en la tierra. Que calmaba su hambre de luz absorbiendo los rayos del sol. En eso vio venir a ella
una mano humana dispues ta a cortarla. Nuestro vola dor despertó horrorizado, pero al mismo tiempo feliz de que aquello sólo fuera una pesadilla. «Qué sueño tan absurdo», exclamó la abejita con alivio, para luego hundir sus raíces en la tierra y abrir sus pétalos para reci bir la luz del sol.
I Un viejo amigo Más viejo que amigo Me llama Para hablar De lo que no se ve De lo que ya no es De los que no están más Yo sólo me río Y le cuelgo Pero antes me despido Adiós recuerdo
II Estoy aquí Y allá A la vez Pero tampoco estoy ni aquí Ni allá A la vez No estoy proponiendo acertijos Simplemente estoy recordando
III A la eternidad Le faltan algunos segundos Los que se robó El recuerdo
IV El hoy Es solo un día Un David Que vence al Goliath De todos los ayeres juntos
V Antes + Ahora + Después = Eternidad Antes = 0 Después = 0
VI Para esa memoria Indigesta de pasados Tome Presente Presente Ahora con más ahora que nunca Adquiéralo hoy En su segundo más cercano
ENCONTRÉ tu unicornio azul. Se había quedado atra pado en la metáfora.
«¡OH DESTINO ingrato! ¡Si no implacable! ¡Si tanto anhe las el aire que mi pecho retie ne, complácete, cruel, que aquí te entrego... el último suspiro!», dijo la Tierra y expiró en brazos de Atlas.
CUANDO el semáforo me dio luz verde, la camioneta seguía allí atravesada.
COMO el dinosaurio seguía allí, mejor se volvió a dormir.
COMO SI el cuida-tiempos se acercara a mis horas y me dijera: «¡Se las cuido, don! ¡Se las cuido!».
PRIMERO FUISTE una flecha Lanzada contra el ejército enemigo Parabolema era tu nombre en griego antiguo Y de ahí pasaste al castellano convertida en problema Pero te negaste a ser «2. Situación negativa o perjudicial que tiene difícil solución. 3. Hecho o circunstancia que dificulta o impide alguna cosa. 4. Disgusto o preocupación.» Diccionario Santillana, 1993, primera edición.
Así que de parabolema pasaste a ser parábola Pero tus ansias de síntesis Impidieron que te conformaras Con ser alegoría bíblica O fábula con moraleja Preferiste perder la o Para convertirte en parabla Ya la eufonía se encargaría de exigirte El intercambio de letras
Para transformarte al fin en Palabra Y ser así La que poetas buscan como locos Y locos como poetas La incumplida que no llega Cuando la expresión inconclusa más requiere de tus servicios La que está de más Cuando el silencio ya lo dijo todo La que necesita de otras mil Para enmendar lo que una sola hizo Pero también aquella que En el arco adecuado Continúa siendo La más certera De todas las flechas Ave, palabra Los que vamos a morir te disparamos
¡LA CORBATA no será capaz de ahogarme los sueños!
EL ANGLOSAJĂ“N se quiere desanglosajonizar. El desanglosajonizador que lo desanglosajonizare mejor, buen desanglosajonizador serĂĄ.
UN ATEO MATERIALISTA dormía, cuando experimentó un desdoblamiento astral. El espíritu salió del cuerpo, se elevó en el aire y quedó sus pendido en posición horizon tal. Entonces se dio la media vuelta y vio su cuerpo tendido en la cama. Se quedó obser
vándolo durante varias horas. A la mañana siguiente, el ateo despertó de lo más extrañado, por lo que fue y les contó a sus amigos que había tenido la más insólita de las expe riencias oníricas: que había pasado toda la noche soñando que se miraba en el espejo.
DOS CARACOLES que vi, y los ยกcaracoles! que dije en mi asombro, suman por lo menos cuatro.
LA HORMIGUITA gritó «de ténganse». Los autos se detu vieron. «Lo logré», dijo. «Qué poder de convencimiento ten
go», siguió exclamando con asombro, y no paró de corretear feliz por toda el área roja de aquella señal de alto.
EL BIEN se duerme cuando nada bueno pasa.
LOS DOS en la cama. Él fuma. Ella lo observa. «Querés seguir haciendo el amor, ¿ver dad?», pregunta ella. «Pues, ya que lo decís, sí», contesta él. «¿Te das cuenta cómo te conozco bien? Primero hacés
aritos de humo, después ex pulsás de golpe el resto del humo tratando de hacer que pase en medio de los aros», explica ella. «Ah, yo pensaba que lo decías por mi erección», responde él.
COMO SABEMOS, alrede dor de dos terceras partes del cuerpo humano están consti tuidas por agua. Pero el cuer po de Aquamán, como es de esperar, está conformado por un porcentaje mucho más al to del preciado líquido. Quizá esta sea la razón por la cual, luego de que la ballena se lo
tragara equivocadamente por confundirlo con Jonás, y después de que lograra desembarazarse de tan bochornosa situación, el superhéroe de cómic dijo que durante su cautiverio se había sentido como agua en el pez, y no como pez en el agua según dic ta la usanza.
Y DE PRONTO Dédalo gritó, feliz y victorioso: «¡He encontrado la salida! ¡La ha llé por fin!». Los demás lo vieron con extrañeza. «Cómo se pone ese a gritar que
halló la salida si todavía si gue perdido en el laberinto», decían. Pero no entendían que Dédalo no se refería al laberinto exterior, sino al la berinto interior.
¿CUÁL de las patas metiste ahora, ciempiés?
EXISTO, luego pienso.
AL NIÑO desconocido, el de hogar desintegrado. A él estas líneas, pues todos esos gritos entre padre y madre, platos arrojados, mundos derrum
bados, temores, culpas y demás tormentas de la división familiar, él fue capaz de soportarlas con resistencia de carritos Tonka.
«REALMENTE no sé qué sería de la mujer sin el hombre. Para qué tanta belleza si no hubiera quien la celebrara», decía el maestro Da Vinci mientras pintaba. Mona Lisa quiso reírse, pero se contuvo. Tenía que seguir posando para su retrato.
ÂżADĂ“NDE SE VA todo lo que tengo que decir justo cuando me da por ponerme a jugar con las palabras?
YO SÓLO te conocía por la tele Pero entonces llegué a Toronto, ¿te acordás? Una de esas mañanas frías de otoño (Ni siquiera estábamos en invierno) Me levanté, corrí la cortina Y por un momento creí que la ventana era la pantalla del [televisor Allá fuera caías vos Tus copos parecían hojuelas de cereal blancas, blancas De tanto edulcorante sintético Para vos era insólito caer a mediados de otoño Como para mí imposible verte en tierras tropicales Entonces me acordé de aquel parque Donde hacía un par de días Había ido a pisar hojas rojas Y a ver si divisaba ardillas
No sé si te acordás de que fui para allá Quería tocarte y ver cómo eras realmente Pura curiosidad científica y franca gana de joder la pita Que a lo mejor y al final de cuentas son la misma cosa Recuerdo el parque vacío Sin un alma en metros a la redonda Todo el campo lo habías puesto blanco Parecía ropa de anuncio de detergente Me acuerdo que agarré un poco de vos Y te hice una bola Pura la escarcha de la refri Tal vez me podás decir Qué magia tenés Que me pusiste feliz Que resultabas tan cálida A pesar de lo fría que sos Corría Saltaba Me echaba clavados dentro de vos Te aventaba para arriba Y ponía la cara para que me cayeras encima Puro loquito yo a medio parque Me hiciste entender que la niñez no se va Que a lo mejor es verdadero el cliché ese Que asocia la inocencia con el color blanco De repente vos lo hacés cierto No sé Pero todo esto viene A que hoy te vi en una foto Justo en vísperas de Navidad A pesar de lo vivido con vos
No pude evitar La mordedura de mis raíces étnico-sociales Quizá un asomo De ingenuas ideas izquierdoides de antaño Me fue inevitable Verte otra vez Como el icono tan inútilmente aspiracional De las navidades chapinas Te confieso que por un momento me fue imposible Dejar de vestirte de Santa Clos consumista De imaginarte en imitaciones comerciales Tan burdas como ridículas De foam o duropor despenicado Con que algunos almacenes te representan Y ponen en sus vitrinas Para atraer aguinaldos Vos tal vez ya ni te acordás de mí Pero sentía que Después de lo vivido en aquel parque de Ontario Te debía una disculpa Y un texto Yo ya sé (me consta) Que vos y la blanca Navidad Sonada hasta el hartazgo Por los intercomunicadores de los centros comerciales Son dos cosas diferentes Pero yo sé que vos entendés perfectamente Que el tiempo pasa Que el recuerdo, mi recuerdo Se vuelve cada vez más borroso Como la menguante visibilidad
Que provocás vos cuando caés Quiero que sepás Que sos parte fundamental de mi niñez Aunque te hayás presentado en mi adolescencia Y que por esa razón Voy a dejar de asociarte De manera tan injusta Con la Navidad Que nos toca vivir acá en Guate Cada vez más des-tamalizada y des-manzanillada Como thanks-givinizada y papa-noelizada Pero dame tiempo Que como decía el Pancho (un mi cuate) Todo es parte de un proceso
¿QUIÉNES fueron primero? ¿Los gallinas o los huevos?
¿DÓNDE está Yang, Yin?
ÂŤYO NO FUIÂť, dijo el gato, con una plumita de canario asomando por su boca.
«HIZO ojos de humana enamorada», dijo una vaca, refiriéndose a la expresión de agonía de una ternera degollada.
EL EQUILIBRISTA comenzó a caminar por el cable de alta tensión, pero nadie allá abajo se detenía a observarlo. Nadie encontraba asombrosa su ha-
zaña. Así que el caminante de cuerdas flojas se aburrió, sacudió su plumaje, extendió las alas, trinó y se marchó volando.
SE ACERCÓ al primer min gitorio de la fila en aquel baño de hombres, se bajó el zíper y, antes de exponer su asunto
públicamente, volteó a ver a los demás y les dijo: «Señores, solo es un momentito. No se vayan a sentir acomplejados».
EL AQUILES del tal贸n, la sopa en el pelo, el cordero que se come al lobo, el objeto di颅 recto que recae sobre el verbo, el paranoide que persigue a los del FBI.
ME SABES, Lulú, my dear A setentas A poliéster y psicodelias Me sabes a American dream A British invasion And disco dance A sueño de baby boomer A todo lo pre De todo lo post Al anti Que definió todos mis neos y tecnos Neotecnopostpunkprelulú, my dear Has de saber Que ningún prefijo Podrá variar Este sabor a retro que dejaste Mustia fragancia a conciencia dormida A french poodle A caca uh la la De parfum La vie en rose
多LA HIENA es un perro de Cheshire?
HUBO UNA VEZ un cubo que quiso ser esfera. Para lograr su cometido, primero intentó rodar, pero su forma de hexaedro no se lo permitió. Luego se puso en el lugar de la esfera, pero así solo consiguió usurpar un espacio que no le pertenecía, y él de todos modos siguió siendo
un cubo. Después quiso cor tarse los vértices y curvarse las aristas, pero a tiempo recapacitó y se dio cuenta de que así solo se convertiría en la caricatura de una esfera. Ya al final, cuando estaba a punto de darse por vencido, probó amarla. Esta fue la es trategia que le dio resultado.
EL MAR le reclamaba no sé qué a la montaña. Y esta, harta ya de tanta necedad, vino y le dijo: «Mirá, mar,
yo no me estoy rebajando con vos. Andá decile babosa das a la playa, que ella sí está a tu nivel».
MANTENTE serio todo el tiempo, sé atento con el sexo débil, dale siempre la razón al adulto y no caces mamuts un día después de luna llena.
EL BUZO llegó al fondo del mar. Andaba en busca de bar cos hundidos, algas exóticas, especies desconocidas, cazas derribados durante la Segun da Guerra y cosas por el estilo. Encontró la Atlántida.
EL IMPOSTOR salió del transbordador espacial, entró en la aduana planetaria y, con un nudo en la garganta, comenzó a hacer la cola hacia el control de arribos. El río de adrenalina corría más y más helado por su espalda conforme la cola avanzaba y su turno se hacía inminente. Por fin llegó al puesto de registro. Ya no había marcha atrás. Su mente bloqueó todo pensamiento que no fuera su concentración en aquel apestoso disfraz que llevaba puesto y en los gestos que había de im provisar. El soldado de la Confederación le pidió sus documentos, preguntó su moti
vo de visita y demás. El im postor contestó con una naturalidad de la cual se quedó asombrado, dado su nervio sismo. Luego el soldado se le acercó y le puso la nariz fría en la cara, el abdomen, la es palda y el culo y aspiró con fuerza varias veces en cada una de estas áreas corporales. Terminado el registro, lo vio a los ojos con expresión grave y le dijo «pase». El ad venedizo avanzó y, lejos ya del guardia, exhaló con alivio. La misión estaba cumplida. El gato había logrado infiltrarse en aquella colonia de la Confederación Intergalác tica de Planetas Caninos.
ADĂ N phone home.
ALGUNA VEZ, el diablo se enteró de que la fotografía se robaba el alma del fotografiado. Allá fue como loco a bus car la mejor cámara del mer cado para luego ponerse a fo
tografiar a cuanto cristiano y cristiana se le pusiera enfrente. Pobre tonto. No sabía que lo que una foto realmente se roba es el instante de la per sona, no su alma.
CIERTA VEZ, la Megaballe na Espacial andaba con mucha sed. Como casualmente volaba por un planeta azul, bajó, se tomó todos los océanos y dejó el planeta seco, sin una gota de agua. Tarde advirtió que si su papá, el Giga balleno Espacial, se enteraba del asunto o llegaba a ver el seco vacío, la iba a castigar. Así que la Megaballena se
asustó y del desconsuelo comenzó a llorar mares de lágrimas. Y como fueron mares de lágrimas los que lloró, sin querer y para su fortuna sustituyó los mares que se había bebido con puros llan tos. Y como las lágrimas eran saladas, pues ni se notaba la diferencia. Nuestra amiga resolvió así el problema y su papá ya no la castigó.
NO TE RÍAS de tus mayores. A menos, claro, que estos hagan muecas chistosas con el obvio propósito de hacerte reír, caso en el cual deberás consul tar siempre a otro adulto antes de proceder a carcajearte.
CIERTA VEZ, alguien dejó caer un huevo desde la terraza de un rascacielos. Mientras el huevo se precipitaba al suelo, su arrojador anunció a la con
currencia que este se rom pería al impactar contra la acera. Su vaticinio resultó acertado. Todos los presentes le aplaudieron.
UNA VEZ, una bomba terrorista colocada en el sótano de una embajada se puso a reflexionar acerca de su vida. «¿Qué voy a hacer de ella?», se preguntaba. «¿Cómo la voy a ocupar? ¿Cuál es mi verdadera vocación?
¿Qué profesión debo elegir? ¿Cuál me conviene más?». Al fin, después de tanto meditar, la bomba llegó a la conclusión de que lo suyo era la diplomacia y las rela ciones internacionales. En tonces explotó.
«ES QUE no conoces el valor de las palabras», decía no re cuerdo si un escritor multi millonario o un jugador de Scrabble.
DE VERAS Que a estas alturas El siglo veinte Me parece decimon贸nico Se me hace cosa Del siglo pasado
¡Y ESE planeta qué se cree! ¡Brillando con luz ajena!
DE LAS CONDICIONES si足 ne qua non, el quid es la non plus ultra.
CANTO I PERO el patito feo En su afán de ser aceptado También lo intentó Poniéndose una máscara
CANTO II AHORA soy Jesús Ahora el diablo Ahora español Ahora mexicano Ahora tigre Ahora venado
Ahora toro Ahora mono Si alguien cree Que soy un esquizoide Con múltiple personalidad Engañado morirá Solo estoy jugando Con las máscaras autóctonas Que tengo de adorno En la sala de mi casa
CANTO III NO TODOS los cuentos Empiezan «érase una vez» No todas las hambres Se mitigan con pan No todas las máscaras Ocultan un rostro Y no todas las canciones Terminan «tantán»
CANTO IV EL FAMOSO Enmascarado de Plata anunció que, de obtener la victoria en su próxima pelea, se quitaría la máscara y revelaría su identidad. Así que la arena se llenó a tope el día de la contienda, pues los espectadores estaban ansiosos por ver el rostro de su ídolo de lucha libre. La pelea se desarrolló y por fin llegó al anhelado
desenlace. Nuestro enmascarado obtuvo el cinturón de la victoria y, tal como había prometido, frente a los ojos atentos del público se quitó la máscara. Se trataba de un fulano común y corriente, desconocido como cualquier otro. Nadie se sorprendió a pesar de la ansiosa espera. Solo unos cuantos repararon en que aquel era el mismísimo Enmascarado Negro, otro luchador que hacía un par de años también había revelado su identidad al obtener la victoria en una contienda similar.
CANTO V AQUELLA MÁSCARA se cubrió la cara con un ser humano y así pasó desapercibida.
CANTO VI DE PRONTO, en uno de los intrincados corredores de la nave nodriza, el caballero Jedi se encontró cara a cara con el malvado seguidor del lado oscuro de la Fuerza. Sin pronunciar palabra alguna, el Darth desplegó su espada de luz, y el Jedi le correspondió con la misma acción. La esgrima a muerte dio inicio. Las espadas de luz chocaban y crujían. Pero entonces la espada del Jedi resbaló de la mano, y el maligno aprovechó para poner la suya en el cuello del caballero. Cuando este ya se resignaba a morir, estas increíbles palabras salieron de los labios del Darth: «Yo soy tu padre». Acto seguido se quitó la máscara. Y el Jedi, sin poder contener su asombro, se topó con el rostro de Brad Pitt (y no con el de Leonardo DiCaprio, según el director le había hecho creer antes de empezar a filmar aquella escena).
ÉL ERA un hechicero de magia negra. Sus enemigos esta ban al otro lado de la puerta, tratando de derribarla. Dos o tres golpes más les bastarían para lograr su cometido. El brujo se acercó entonces a la reja del calabozo y corrió el cerrojo. Cuando los enemigos por fin penetraron en el recin to, de la prisión subterránea emergieron los berserkers, gigantescos monstruos de lodo que, poseedores de inmortalidad e inexorabilidad, solo necesitan salir de su encierro para arremeter contra todo lo que esté a su paso y destruirlo. Muy pronto los enemigos ha-
bían sido literalmente aplas tados, mutilados y algunos hasta devorados. Pero el bru jo, que por todo aquel caos había olvidado que un berserker no le profesa fidelidad a amo alguno, fue presa del terror cuando vio que sus pro pios engendros, luego de aniquilar a los enemigos, comen zaron a perseguirlo a él. Justo en el momento en que uno de ellos se le acercó y levantó una mano para herirlo de muerte, volvió en sí. Sobre su hombro tenía la mano de uno de sus allegados, quien preocupado le decía: «General, la estrate gia se volvió en nuestra con tra. La manifestación en el Centro Cívico ya es incontro lable. La turba, enardecida, está causando destrozos.»
ÉL ERA un hechicero de magia negra. Sus enemigos esta ban al otro lado de la puerta, tratando de derribarla. Dos o tres golpes más les bastarían para lograr su cometido. El brujo se acercó entonces a la reja del calabozo y corrió el cerrojo. Cuando los enemigos por fin penetraron en el recin to, de la prisión subterránea emergieron los berserkers, gigantescos monstruos de lodo que, poseedores de inmortalidad e inexorabilidad, solo necesitan salir de su encierro para arremeter contra todo lo que esté a su paso y destruirlo. Muy pronto los enemigos habían sido literalmente aplas tados, mutilados y algunos
hasta devorados. Pero el bru jo, que por todo aquel caos había olvidado que un berserker no le profesa fidelidad a amo alguno, fue presa del terror cuando vio que sus pro pios engendros, luego de aniquilar a los enemigos, comen zaron a perseguirlo a él. Justo en el momento en que uno de ellos se le acercó y levantó una mano para herirlo de muerte, volvió en sí. Había recibido un botellazo en la cara, pero su casco de policía había amortiguado el golpe y atenuado el daño. De inmediato levantó el escudo a la altura de su cabeza y permaneció en fila, junto a sus compañeros de pelotón, soportando las brutales agresiones de los manifestantes congregados en aquel Centro Cívico.
ÉL ERA un adolescente. ¿O todo lo que un adolescente quisiera llegar a ser? No estoy seguro. Lo cierto es que era músico y líder de una banda de rock. Una vez él y su grupo interrumpieron el tráfico en una de las bocacalles más im portantes de la ciudad. Se po sesionaron del cruce de vías, montaron sus instrumentos y bocinas y dieron un concier to gratuito. La policía llegó fi-
nalmente y, pese a los abucheos del público, los integrantes de la banda fueron arrestados. Por supuesto que todo aquello fue filmado (por alguien pre viamente instruido para ello). La cinta fue editada y luego enviada a MTV. «¡Genial!», dijo el productor cuando lo vio en su oficina por su mega pantalla de plasma. «Cool!», dijo el adolescente cuando lo vio en su casa por MTV.
HABÍA UNA VEZ un ensayista que, como en realidad no sabía nada al respecto de ningún tema, no hacía otra cosa que inventarse los datos, nombres, situaciones, etcétera. Se convirtió en un notable narrador. Esa misma vez había también un narrador que, como realmente no tenía mucha imaginación, se quedaba largas horas frente a la página
en blanco y, cuando por fin se aburría, se ponía a jugar con las palabras. Llegó a ser un excelente poeta. Por último había también un poeta que, como no lograba conec tarse con su él interno a la hora de escribir, optaba por ex plicar y detallar las cosas con mucha objetividad. Como era de esperarse, terminó volvién dose un gran ensayista.
«YA SÉ», dijo. «Voy a ser un beatnik existencialista». Y esa misma mañana se vistió de negro y salió a la calle a hablar de anarquías, náuseas, Sartres y demás fraseología. Pero cuando se hizo mediodía y el sol se puso muy fuerte, nuestro amigo comenzó a su
dar a chorros a causa de su ropa oscura. De inmediato recapacitó en el hecho de que vivía en un país tropical y que, por tanto, vestirse de ne gro no era muy buena idea. Decidió entonces ya no ser un beatnik y se puso a buscar otra identidad auténtica.
UN INDIVIDUO miraba la serie prime time de la televisión con mucho detenimien to. «¡Ajá!», dijo después de un breve momento de análi sis. «¡Ya sé cómo son los malos!», concluyó, para luego apagar el televisor e irse a dormir. Al día siguiente salió a vivir su vida con la seguridad
que da la certeza. Pero a la noche, cuando regresó a casa, ya había tenido uno de sus peores días. Había sido objeto de abusos, burlas, violaciones y vejámenes en el trabajo, el comercio, la calle y aun de parte de amistades y familiares, y no había logrado identificar a un solo malo.
LUEGO DE PENSARLO y repensarlo, Miguel Ángel As turias por fin decidió agregar la Siguanaba a sus célebres Leyendas de Guatemala. De hecho ya estaba escribiendo esta leyenda cuando, en un momento de inspiración ato rada y rebuscamiento, se le ocurrió la inverosímil idea de una bruja, también con cara de caballo, que había vivido en un pueblo del noreste de los Estados Unidos allá por el siglo XVIII. También se le ocurrió que esta bruja comía niños. Que la muy sádica de voraba un niño en presencia de otro que, puesto a propósito de espaldas, obviamente no veía la cruenta escena, pe ro sí escuchaba los gritos del devorado. Que los habitantes de aquel pueblo (que el nobel
de literatura extrañamente dio por llamar Blair) la habían atrapado y quemado vi va. Que el espíritu de esta se había quedado rondando en un bosque aledaño al pueblo. Que ya desencarnada continuaba raptando y devorando niños. Que tres estudiantes de cinematografía vendrían en el año 1994 y se interna rían en aquel bosque con el objeto de filmar un docu mental sobre el espectro de la infame bruja. Que estos desaparecerían sin dejar ras tro alguno. Que un año después se llevaría a cabo una expedición policíaca al inte rior del bosque para buscar los y que se encontrarían las cintas filmadas, pero no a los estudiantes. Y que dichas cin tas se editarían para crear
una película solo con tomas de este metraje. Aunque al nobel guatemalteco se le erizaron los pelos de la piel con estas elucubraciones tan extrañas, no dejó de rechazar las por absurdas. Pero cuan do se le ocurrió que toda esta historia de la bruja de Blair había resultado falsa, no más que la exitosa maquinación de tres cineastas experimen
tales que a partir de este pro yecto habían logrado fama y dinero, sospechó entonces que los próximos efectos de sus desvelos y resacas serían las alucinaciones. Así que mejor la paró allí, se fue a dormir, nunca más le volvió a poner asunto a la leyenda de la Siguanaba y dejó las Le yendas de Guatemala tal co mo las conocemos hoy día.
YA ENTRADA la noche, cier to detective privado entró en su oficina, se dirigió al escritorio y, cuando estaba por sen tarse, escuchó un maullido lastimero. Desenfundó su ar ma y se acercó sigilosamente al archivo de metal (pues, tal como había sospechado, de allí provenían aquel maullido y todos los que le siguieron). Haciendo uso de su intuición detectivesca seleccionó una
gaveta. La abrió. Un gato par do saltó de entre un montón de carpetas hechas añicos y huyó de allí tan rápido como pudo. Nuestro detective tardó unos segundos en reponerse del susto, pero al fin guardó su arma, destapó una botella de whisky, se sirvió un par de onzas y, mientras se las bebía de un trago, dijo para sus adentros: «Lo sabía. Aquí había gato encerrado.»
UN NIÑO empezó a hacer cola en un banco. Pero el ser vicio en ventanilla estaba tan, pero tan lento que, cuando la cola por fin avanzó un tur no, el pequeño ya se había convertido en un adolescente. Siguió pasando el tiempo, y el adolescente alcanzó la adultez a la mitad de la fila. Ya era un señorón en edad de jubilarse cuando llegó al
principio de la línea. La senilidad estaba encima cuando por fin le tocó su turno. Se acercó al mostrador. El re ceptor-pagador le recibió los documentos y realizó las operaciones correspondientes. Tecleó en la computado ra, puso un par de sellos, firmó un par de papeles y en tonces le dijo a nuestro anciano, con total indiferencia, «su cheque no tiene fondos, que tenga buena tarde», para luego dirigir su vista a la cola y gritar «siguiente».
UN NIÑO empezó a hacer cola en un banco. Pero el ser vicio en ventanilla estaba tan, pero tan lento que, cuando la cola por fin avanzó un turno, el pequeño ya se había con vertido en un adolescente. Siguió pasando el tiempo, y el adolescente alcanzó la adul tez a la mitad de la fila. Ya era un señorón en edad de jubi larse cuando llegó al principio de la línea. La senilidad estaba encima cuando por fin le tocó su turno. Se acercó al mostra dor. El receptor-pagador le recibió los documentos y realizó las operaciones correspondientes. Tecleó en la com putadora, puso un par de sellos, firmó un par de papeles
y entonces le dijo a nuestro anciano, con total indiferen cia, «su cheque no tiene fon dos, que tenga buena tarde», para luego dirigir su vista a la cola y gritar «siguiente». Pero el cajero de a la par, que había observado todo aquel proceso y era una persona sensible, renunció a tan inhumano tra bajo en ese mismo instante y se puso jeans, se dejó crecer el pelo, tomó una guitarra y comenzó a componer una canción sobre la importancia de valorar la vida y lo que sen timos por nuestros seres ama dos, que más tarde alcanzaría un éxito comercial enorme, pero sería rotundamente rechazada por la crítica por ser considerada una vil copia de Can t fight this feeling, de REO Speedwagon.
Texto.
A MIS SILENCIOS Les pongo un ultimĂĄtum Si alguno de ellos todavĂa tiene algo que ocultar Que calle ahora O que hable para siempre
EL MONO se burlaba del hombre. Se echaba a re鱈r lue足 go de que le gritaba inteligente, pensante, bello y otros in足 sultos de similar y despiada足 da sorna.
AQUEL MONO lo pensó y repensó hasta que al fin, aunque todavía con vacilación, se atrevió a proponerle a otro mono: «Vos, ¿será que le decimos ya la Verdad al hombre?».
EL VILLANO Prepรกrate para morir. Tengo tantos deseos de matarte que hasta quiero quitarte la vida. EL Hร ROE
La reciprocidad es mutua.