Con quién estamos cuando estamos solos

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Instituto Argentino de Qi Gong

Con quién estamos, cuando estamos solos Por Horacio Di Renzo

Estábamos practicando kung fu, allá por 1979. Éramos un grupo de alrededor de 20 alumnos, en el instituto del Maestro Chen Chin Wen. Las clases solían ser bastante duras, pero esta tarde, lo eran más aún. Era la típica clase de Shaolin y estábamos entrenando la posición Ma Pu, una postura básica, en forma estática. Habían pasado varios minutos y muchos de nosotros andábamos temblando, esperando el milagro, que era que nuestro profesor dijera “bueno, arriba”…pero ese milagro no llegaba. Pasaron algunos minutos más, y como todo lo que comienza, tiene su fin… también finalizó nuestra tortura de ese día. Como pudimos, nos levantamos de la postura, sintiendo el dolor “hasta en el pelo”. De más está decir que todo eso era vivido por nosotros con alegría, más allá del dolor…porque estábamos haciendo lo que nos gustaba y sabíamos que sin dolor no había posibilidad de traspasar algunas barreras técnicas, así que sufríamos pero con gusto – algo que solamente puede comprender quien tiene una pasión. El Maestro Chen nos miró, bien quieto, en silencio, y esperó su momento para esbozar una sonrisa y comprender que todos estábamos pensando lo mismo. Nos miró de nuevo y nos dijo:

- ¿Para qué practicamos kon fu? (así lo pronunciaba, el maestro Taiwanés).


Surgieron muchas respuestas. Sifu Chen nos escuchó y después nos dijo: - En el Kon Fu Shaolin, como en el budismo, es importante saber quién sos vos. Cuando estás en Ma Pu, y no das más, en ese momento pregúntate “quién sos vos”, siempre que no des más, pregúntate “quién sos vos”. Es muy importante, no para pelear, para aprender.

A mis 19 años de edad, un mensaje así contribuyó muchísimo a mi formación. Fue una lección que quizá haya aprendido cabalmente, o quizá no…pero que no olvidé jamás.

Se sale, entrando.

“Conócete a ti mismo”…”la primera batalla es contra uno mismo”…son numerosos los lemas y frases construidos a partir de este postulado, que es el autoconocimiento. Oriente nos deja como un legado fundamental, el mirar hacia adentro, encontrarnos con el Ser que acaso no conozcamos demasiado. En el mejor de los casos una cosa es segura: no sabemos de nosotros mismos, todo lo que creemos saber. El viaje más impresionante no está esperando en una estación de ferrocarril o micro, ni en un aeropuerto. El viaje más interesante, apasionante, desafiante…ese viaje es sin lugar a dudas, hacia adentro. Todo desafío auto impuesto da como resultado una conquista íntima. Cuando el desafío, la consigna, el objetivo nace de nuestro propio deseo o nuestra propia motivación, la ganancia más significativa será a partir de un mejor conocimiento de nosotros mismos. Ya sea que logremos o no lo que nos proponíamos, habremos aprendido algo. Practicando Qi Gong, ya desde los comienzos, somos inducidos a ponernos en contacto con nosotros mismos. Algo que pareciera ser elemental, cuando queremos hacerlo conscientemente, descubrimos que no nos sale, o nos cuesta bastante. Las consignas iniciales se suelen referir a la consciencia de nuestro propio cuerpo. Se nos pide, se nos aconseja que nos comuniquemos, que nos registremos íntimamente, que pongamos el pensamiento en los movimientos que estamos haciendo. Otra vez, descubrimos que no es algo habitual en nosotros. Con la repetición – esa maravillosa herramienta – y con voluntad y paciencia, logramos hacerlo. Aprendemos de a poco, a dirigir nuestro pensamiento y enfocarnos donde deseamos.


El Qi Gong nos enseña a valorar y buscar el Silencio interior, la calma, la quietud. Desde distintos ejercicios y posturas, recibimos la consigna de “alejar los pensamientos que nos preocupan”…”entrar en la calma”…”aquietar la mente”…durante esas posiciones o movimientos, el ejercicio combina la forma, la respiración y una meditación, actuando en unidad, buscando un estado meditativo, elevado. Con frecuencia, el silencio nos ayuda a descubrir otros elementos. Cuando de repente nos quedamos quietos y en silencio, surge otra percepción. Surge otro panorama, otro escenario. En ese escenario estamos ubicados nosotros, quietos, calmos y silenciosos. En ese silencio podemos encontrar desde una comodidad saludable, hasta la esencia de nuestro ser. Vivimos en un mundo caótico. Según sea nuestro estilo de vida, deberemos lidiar con ese caos, con el vértigo y el descontrol. No podremos cambiar el entorno, pero podremos cambiar nuestra mirada y nuestra presencia dentro de ese entorno. Difícilmente podamos estar tranquilos, quietos y silenciosos todo el tiempo. Para eso tenemos nuestra práctica, nuestro momento con nosotros mismos. La repetición regular y sostenida, de pequeños lapsos de tiempo, en contacto con vos mismo, será sin duda una de las mejores decisiones que puedas tomar para mejorar tu salud, para mejorar tu calidad de vida, para conocerte también a vos mismo. Se sale, entrando…se busca reducir significativamente el stress, manejar la ansiedad, y los factores que nos suelen colocar en un estado de caos emocional que cuando se perpetúa en el tiempo, provoca el desequilibrio y produce el desgaste de nuestro estado de salud.

Reverancia y Respeto Cuando empezamos una rutina muy importante de nuestro método de Qi Gong, realizamos un saludo ritual- Lo llamamos “Saludar al Buda” aunque es un nombre que se refiere más a adoptar una actitud de Reverencia, de mucho Respeto. No importa cuál sea tu credo, porque ese respeto, esta actitud reverente, la debés ofrendar a ese momento en el que estás practicando. En realidad, se refiere a tomar consciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno.


Se refiere a crear ese momento, abriendo la consciencia y siendo receptivos a la realidad que hemos ayudado a crear. Desde el momento en que nos quedamos quietos, respiramos profundamente, juntamos nuestras manos y cerramos los ojos, en actitud reverente…nosotros habremos terminado de enlazar esa realidad que existe entre el Ser Quieto que respeta, su Tierra que Habita, y su Cielo que lo circunda y lo contiene.

…El Ser Quieto que respeta, su Tierra que Habita, y su Cielo que lo circunda y lo contiene...

Ese movimiento que yo me atrevo a llamar “un momento perfecto”, es una construcción sanadora. Es un lapso perfecto, no porque nosotros lo seamos, sino porque en ese momento nos estamos alineando con la perfección del Cielo, la Tierra…y el misterio. Nos alineamos, reitero, con lo perfecto, por lo tanto no interferimos; facilitamos los procesos de esa perfección que nos fue dada. En ese momento perfecto, respetuoso y reverente, es cuando acaso descubramos de a poco, a la persona que está meditando. Te invito a que lo practiques.

Horacio Di Renzo

Si desea informarse sobre Qi Gong, o saber cómo practicarlo, escribanos a inaqigong@gmail.com El Profesor Horacio Di Renzo gustosamente responderá a sus inquietudes. Muchas gracias por su atención en leer este apunte.



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