Lección VII
La Adoración en los Salmos “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!, Mi alma anhela y aun ardientemente desea, tus atrios; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo”, cual acólitos, Como satélites dependientes, que anhelan tus santuarios. Los salmos se cantaban, con acompañamiento instrumental, Eran parte integral, de la adoración del pueblo de Israel; De ellos tenemos las letras, pero no la música original; Cuan grato seria si la tuviéramos, para alabarlo a Él. Los salmos son ricos y profundos, y tienen gran variedad, Ellos cubren muchos temas y diferentes emociones; Cantan de la historia del pueblo de Israel, y su realidad, Dicen del dolor más íntimo y personal, en sus canciones. En un momento u otro, con los salmos nos identificamos, Pues hay agonías, problemas y luchas, que son universales; Es vital que encontremos esperanza en ellos, que la sintamos, Identifiquemos las bendiciones que fluyen, cual manantiales. El salmo de alabanza dice quién es Dios, y por qué se alaba, Declara Su Grandeza, e invita a una adoración gozosa; Y dice que para honrarlo el hombre, súbdito se declaraba, Reconociendo su Majestad, y que es Creador de toda cosa. El salmo noventa lo reconoce como “nuestro refugio”, Y lo declara Dios, porque es el único con eternidad; Lo presenta como Salvador, sin usar ningún subterfugio, Pues nos sacia de amor cada mañana, por su Bondad. El salmo diecinueve, lo declara como Divino Creador, Y su sublime gloria, por la obra de “sus manos”, es contada; Lo presenta como dador de la Santa Ley, como Legislador, Cuya Ley perfecta fue dada al hombre, para ser guardada. El mismo Dios Creador, dio leyes físicas, morales y sociales, Para que justamente, la raza humana fuera gobernada; Cristo la Palabra hecha carne, recibió todos los males, El Sustituto murió, para que la raza humana fuera salvada.
Por eso Cristo es digno de que reciba, toda divina adoración, Pues es Creador, y Redentor, de los que creen en su Nombre; Es el Verbo, que de sus labios salió poder para la creación, Y que con sus maravillosas manos moldeó, e hizo al hombre. Hay salmos para la adoración pública, otros son oraciones, Oraciones de angustia y sufrimiento, a nivel personal; Revelan el problema y la súplica por encontrar soluciones, Y presentan confianza en Dios, para ser de ayuda espiritual. El salmo setenta y tres, presenta al salmista enojado, Porque los malos prosperan, y les va siempre muy bien; Más entró en el Santuario de Dios, y ya no fue angustiado, Vio el final de ellos y entendió, que Dios es Justo también. El juicio en los Salmos es visto, como espada de dos filos, La defensa de los oprimidos y el castigo de los malvados; La justicia y la misericordia, son como dos auríferos hilos, Simbolizados por el Arca, refugio para los angustiados. Podemos confiar por la fe, que el juicio será, justo y recto, Y no como la justicia imperfecta y falible de los humanos; El crimen y la falta de equidad, hacen el juicio imperfecto, Buenas nuevas son que Dios, tendrá la justicia en sus manos. Todos hemos visto a diario, las injusticias que se cometen… Y hemos sido nosotros, víctimas inocentes, en algunos casos; Confiemos en Dios, y la justicia que las Escrituras prometen, “Se sentara el Juez”, y terminaran de la justicia, los fracasos. Un porcentaje pequeño del mundo, vive en puro lujo… Y una gran mayoría lucha, para apenas sobrevivir; De los alimentos se espera acabe, el abundante flujo, Y los ricos explotan a los pobres, para mantener su existir. Dios ha advertido a los ricos, contra esta cruel explotación Y un día ante el Juicio divino, tendrán que responder; “Serán como las bestias que perecen”, sin equivocación, Los que confían en sí mismos, sin duda, han de perecer. Si eres rico, es fácil enredarte en las cosas materiales Aunque todas ellas son, temporarias y pasajeras; De la noche a la mañana, se pierde todo, te llenas de males, Y llegas al precipicio y te hundes, de todas maneras.
Que no te den celos, por los que ahora son ricos y prosperan, Entrega esos sentimientos a Dios, pon tu vista en los cielos; Esas emociones dañan tu vida espiritual, te enajenan, Concéntrate en Jesús, en su salvación y libértate de los celos. “Suba mi oración delante de ti como el incienso… El don de mis manos, como la ofrenda de la tarde”; Son evocaciones del Santuario, de un adorar intenso, Que señalaban al sacrificio de Cristo, que en holocausto arde. Muchos pervirtieron el simbolismo, matando sus hijos, Cuando ninguna obra humana, puede cubrir el pecado; Hay que al adorar, tener en el cielo los ojos fijos… Pues no hacemos nada para “calmar”, a un dios enojado. “Dios mío me deleito, en hacer tu voluntad… Y tu Ley, está en medio de mi corazón; Lo que implica, desear vivir en santidad… Y darle a Dios, la verdadera adoración. El sistema de sacrificios, era un anticipo de la salvación, Ya que por la muerte de animales, no hay vida espiritual; Apartemos la vista de los sacrificios, sin Redención, Y dejemos los símbolos, para concentrarnos en lo celestial. Si olvidamos cómo el Señor, nos ha conducido en el pasado, Corremos el riesgo de temer, de nuestro inminente futuro; Los salmos ayudan a recordar a Dios, que los había ayudado, Recordarían su historia para que fuera, como fuerte muro. Dios se revela en la historia, y el pueblo debe instruirse, Cada generación debe estudiarla, y ser fiel a lo conocido; La historia de la infidelidad de Israel, no debe repetirse, Pero contar a la generación nueva, cómo nos ha conducido. Contemos a otros de la potencia de Dios para guiarnos, Cantémosle salmos, y hablemos de sus maravillas; Que por las Escrituras Dios, pueda siempre enseñarnos… Para predicar con poder, sus verdades puras y sencillas. Mantén en tu vida fresca, los recuerdos hermosos… Cuando Cristo te guió y te dio, grandes bendiciones; Adóralo y entrégale tus dones más preciosos… Y que tu testimonio grite, tu gratitud en canciones.
En el centro de la Biblia están, los Salmos preciosos, Cumpliendo un papel singular, para la adoración; Este libro de oraciones lleva a sentirnos, gozosos, Pues es como una escalera al cielo, a la Redención. Los Salmos son, como una joya preciosa en las Escrituras, Revelan entre Dios y el hombre, un rico y vivo intercambio; Agonías, gozos, y sufrimientos, fruto de relaciones duras, Con cantos de gratitud y alabanza, al producirse un cambio. ¿Canta tu iglesia algún salmo, usan en el culto la canción? Cuando cantan, ¿lo hacen con gozo y con alegría? ¿Es Cristo elevado en todos los aspectos de la adoración? Es señalado Jesús, como el Creador, Salvador y Guía? Los Salmos han dado voz, a muchos clamores humanos, Han dado una clara voz, a los sentimientos del corazón; Han ayudado a fortalecer la comunión, a unir manos, Son instrumentos divinos, para mejorar la adoración. Con ellos dialogamos con Dios, en imágenes poéticas, Y nos hablan ellos de traiciones, injusticias y castigos; La música y la poesía son avenidas amplias, eclécticas, Que permiten nos comuniquemos con Dios, como amigos. En su comunión con el Padre, Jesús, alabanzas cantaba, Mientras se recreaba y extasiaba, en la naturaleza; Cuando estudiaba las Escrituras, cantaba y oraba, Ya que reconocía en su Padre, Majestad y Nobleza. Ayuda el mantener frescas las historias de la redención, Pues Dios ha sido misericordioso, a través de las edades; Cundo olvidamos cómo hemos sido conducidos, hay rebelión, Olvidamos las lecciones aprendidas, y caemos en vanidades. A los ángeles les gusta, proclamar de Dios, su santidad, Por eso cantan siempre: ¡Santo, Santo, Santo es el Señor!; Lo proclaman como Creador, y Dios de toda Bondad, Como Salvador, Sustentador y como Dios de Amor. Al llegar al cielo, ante el trono nos reuniremos para alabarlo, Y será esa una celebración en grande, con mucha alabanza; Por agradecimiento y por darle el honor, debemos adorarlo, Pues es digno de alabanza, por fe su pueblo a cantar se lanza.
Cantemos en nuestras congregaciones, para tener cohesión, Para consolidad nuestra adoración, que sea gozosa; Unámonos en la verdadera y deseada adoración, Nos proporcionará alegría, una experiencia maravillosa. ¿Tienes alguna experiencia de liberación espiritual? ¿Te da deseos ese recuerdo, de cantar a Dios una alabanza? ¿Quieres ser del pueblo, que no vive de manera ritual? Que canta un cántico nuevo, al ver su premio en lontananza. Jesús compró nuestra salvación, con su sangre en el Calvario, Por eso le cantamos, al que con su sacrificio nos salvó; Jesús venció la muerte e intercede en el celestial Santuario, Por eso le alabo y adoro, porque por su sangre, me perdonó. ¡Glorias sean dadas al Padre, al Espíritu Santo y al Hijo!; Porque trazaron un Plan de Salvación para la humanidad; ¡Gracias sean dadas, porque por la Palabra Santa se predijo… Que Cristo viene por nosotros, para darnos la eternidad.
Hiram Rivera Méndez
6 de agosto de 2011 Toa Alta, Puerto Rico