Lecci贸n 10 para el 3 de septiembre de 2011
Durante el reinado del rey Josías, Jeremías recibe el llamado profético en el año 627 a.C. y predice el castigo divino por los pecados de Judá. Este castigo infligido por los babilonios, provocaría un exilio de setenta años. 605 a.C.
Nabucodonosor toma Jerusalén y lleva cautivos príncipes de Judá a la corte de Babilonia. Entre ellos se encuentran Daniel, Mesac, Sadrac y Abed-nego.
597 a.C.
Al rebelarse Joaquín, Nabucodonosor toma de nuevo Jerusalén y lleva nuevos cautivos a la provincia de Babilonia. Entre ellos se encuentra el sacerdote Ezequiel.
586 a.C.
Ante la rebelión de Sedequías, Nabucodonosor vuelve a tomar Jerusalén y la destruye por completo, incluido el templo. Perdona la vida a Jeremías.
537 a.C.
Ciro permite a Zorobabel que, junto a un importante grupo de exiliados vuelva a Jerusalén y reedifique el templo, a los setenta años del primer cautiverio.
515 a.C.
Se termina de edificar el templo, con el apoyo de los profetas Hageo y Zacarías.
444 a.C.
Nehemías es nombrado gobernador de Judea y reconstruye Jerusalén y sus muros.
LA ADORACIÓN EN JERUSALÉN (EZEQUIEL 8) Ezequiel fue llevado en visión a Jerusalén para que contemplase la forma de adoración que los sacerdotes y ancianos realizaban en el templo de Dios.
Tenían una imagen idolátrica junto al altar. En las habitaciones anexas al templo, habían dibujado toda forma de reptiles y bestias abominables y las adoraban, ofreciéndoles incienso. Sus mujeres endechaban a Tamuz, un rito en el cual se lloraba la muerte del dios. Adoraban al sol, dando la espalda al altar de los holocaustos. Lentamente el pueblo de Israel había abandonado la verdad de la salvación y había adquirido las costumbres de los pueblos que le rodeaban. Sus prácticas secretas de idolatría les llevaron a la falsa seguridad de creer que Dios no veía lo que ellos hacían.
¿Estamos adquiriendo, como iglesia o como individuos, costumbres “paganas” que nos están apartando de la verdad?
LA ADORACIÓN EN BABILONIA (DANIEL 3) Sadrac, Mesac y Abed-nego, se negaron a adorar la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado en la llanura de Dura.
Ni siquiera la amenaza de muerte pudo conseguir que estos jóvenes cambiasen la adoración al verdadero Dios por la adoración a los ídolos.
LA ADORACIÓN EN EL TIEMPO DEL FIN (APOCALIPSIS 13-14) Los cuatro primeros mandamientos de la ley de Dios y la adoración están íntimamente unidos. En Jerusalén, los sacerdotes y los ancianos corrompieron la adoración al trasgredir los dos primeros mandamientos. En Babilonia, los jóvenes hebreos adoraron a Dios correctamente, negándose a trasgredir el segundo mandamiento.
En Apocalipsis 13 se nos plantea la última prueba que vivirá el pueblo de Dios.
En esos momentos, el problema de adoración estará basado en la obediencia o transgresión del cuarto mandamiento.
“Se le permitió infundir vida a la imagen de la primera bestia, para que hablara y mandara matar a quienes no adoraran la imagen. Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente” (Apocalipsis 13:15-16)
“La vanagloria y la opresión demostrada por Nabucodonosor, el rey pagano, también se puede ver en nuestros días; la historia se repetirá, pero ahora tendrá que ver con la observancia del sábado. El universo celestial contempla a los seres humanos traspasando la ley de Jehová y haciendo caso omiso del monumento conmemorativo de la creación, despreciándolo, y exaltando un día de reposo rival, como era exaltada la imagen de oro en la llanura de Dura. Algunos que se llaman cristianos ordenan al mundo a observar el día de reposo espúreo que ellos mismos han creado, y aquellos que no lo hagan serán juzgados por leyes humanas opresivas. Es el misterio de la iniquidad, el hombre de pecado, obrando mediante las agencias satánicas” Elena G. de White, The Youth's Instructor, 12 de julio, 1904
Cuando volvieron de Babilonia, Dios envió a los profetas Hageo y Zacarías para señalar al pueblo qué errores estaba cometiendo, y alentarle a reconstruir el templo.
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa” (Hageo, 1: 7-9)
Si hacemos de la obra de Dios nuestra prioridad, Él nos bendecirá.
“[Hageo y Zacarías] Declararon que la falta de prosperidad temporal se debía a que no se había dado el primer lugar a los intereses de Dios. Si los israelitas hubiesen honrado a Dios, si le hubiesen manifestado el respeto y la cortesía que le debían, haciendo de la edificación de su casa su primer trabajo, le habrían invitado a estar presente y a bendecirlos” Elena G. de White, Profetas y reyes, p. 420
“No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová” (Zacarías 1:4)
Zacarías nos invita a arrepentirnos, volvernos de nuestros malos caminos, aprender del pasado, y poner nuestra esperanza en Dios y en sus promesas para el futuro. La actitud con la que tenemos que ir a adorar sería una actitud de fe, arrepentimiento y obediencia.
La obra de reforma comenzada por Zorobabel decayó pronto a causa de la oposición y el desánimo. En esos momentos, Dios llamó a su obra a Esdras y Nehemías.
Mientras Nehemías estaba en la corte de Artajerjes como copero del rey, su hermano le comunicó el estado deplorable en el que se encontraba Jerusalén. Conmovido por el Espíritu Santo, Nehemías elevó una oración intercesora por su pueblo, y se puso en las manos de Dios para que lo usara en su obra.
En esta oración intercesora, se destacan especialmente tres puntos: 1.Nehemías se hace personalmente culpable de los pecados del pueblo. 2.Le recuerda a Dios las promesas hechas a Moisés y le pide su cumplimiento. 3.Él mismo se ofrece para llevar a cabo la obra de reforma.
“…confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado” (Nehemías 1:6) “Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo…” (Nehemías 1:8)
“Te ruego, oh Jehová… concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón Porque yo servía de copero al rey” (Nehemías 1:11)
LA ORACIÓN INTERCESORA
“La obra de restauración y reforma que hicieron los desterrados al regresar bajo la dirección de Zorobabel, Esdras y Nehemías, nos presenta un cuadro de la restauración espiritual que debe realizarse en los días finales de la historia de esta tierra. . . El pueblo remanente de Dios, los que se destacan delante del mundo como reformadores, deben demostrar que la ley de Dios es el fundamento de toda reforma permanente, y que el sábado del cuarto mandamiento debe subsistir como monumento de la creación y recuerdo constante del poder de Dios. Con argumentos claros deben presentar la necesidad de obedecer todos los preceptos del Decálogo. Constreñidos por el amor de Cristo, cooperarán con él para la edificación de los lugares desiertos. Serán reparadores de portillos, restauradores de calzadas para habitar” Elena G. de White, Conflicto y valor, 20 de septiembre