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ESPIRITUALIDAD: HACER

COLUMNISTA INVITADO

ESPIRITUALIDAD: HACER VS SER

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Dios te creó para que te relacionaras con Él, los niveles de intimidad aumentan a través de los años. No permitas que un ministerio que va en aumento disminuya tu intimidad, y no permitas que tu servicio exceda tu adoración. Esto causa que falte la relación espiritual.

Doug Fields @DougFields

Doug es un orador, escritor, líder de pensamiento, y ha sido pastor de los adolescentes durante más de 30 años. Después de graduarse de la Universidad Vanguard, Doug recibió su Maestría en Divinidad del Seminario Teológico Fuller. Es el director ejecutivo del Centro Homeword para la juventud y familia en la Universidad Azusa Pacific. Autor de más de 50 libros Los líderes no son los únicos que dirigen en tener una relación correcta en el corazón. Las palabras más fuertes de Jesús se reservaron para los líderes de ministerios que han olvidado u obviado la primacía de su mundo interior. Jesús comunicó con claridad dónde buscar la espiritualidad: hacia adentro.

¡FARISEO CIEGO! LIMPIA PRIMERO POR DENTRO EL VASO Y EL PLATO, Y ASÍ QUEDARÁ LIMPIO TAMBIÉN POR FUERA. (MATEO 23:26)

Estos líderes tienen su espiritualidad al revés. Aprendieron cómo verse bien en el exterior, sin limpiar nada de lo feo en el interior de sus vidas. Estos maestros del exterior fracasaron en cuanto a los fundamentos de la espiritualidad.

LO QUE PIDO DE USTEDES ES AMOR Y NO SACRIFICIOS, CONOCIMIENTO DE DIOS Y NO HOLOCAUSTOS. (OSEAS 6:6)

Con cuanta frecuencia he caído en la trampa de pensar que Dios quiere mi sacrificio de tiempo y mi ofrenda de trabajo fuerte, más de lo que quiere mi conocimiento de alabanza y mi constancia de intimidad con él. Muy a menudo me he equivocado al igualar mi salud espiritual con lo que hago para Dios. ¿Tú también lo has hecho? Si durante un almuerzo yo te preguntara acerca de tu condición espiritual, ¿cómo me contestarías? ¿Qué pensamientos vendrían de inmediato a tu mente? Me avergüenza admitir esto, pero a menudo respondo con un foco externo. Como mis antepasados fariseos, tengo la tendencia de comunicar las relaciones espirituales con las acciones externas. Yo digo: «¡Estoy haciéndolo todo bien! Asisto a los servicios de la iglesia, participo en un grupo pequeño en el que nos hacemos responsables unos de otros y medito varias veces a la semana». Mientras que lo externo es fácil de medir, esto no determinan adecuadamente mi condición espiritual.

LAS COSAS MEJORES Reconozco que la verdadera espiritualidad se puede ver mediante las actividades visibles como ir a la iglesia, hablar francamente en un grupo pequeño, y tener meditaciones importantes. Pero la salud espiritual y la conducta cristiana no siempre existen en una relación recíproca. Dios no está buscando personas que actúen justamente en el exterior sin que lo hagan interiormente. Dios está mucho más preocupado por lo que tú eres que por lo que estás haciendo. Jesús explica con claridad la importancia de amar a Dios: —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? —»Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente» —le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» (Mateo 22:36-39) La diferencia entre estos dos mandamientos es que uno es el más grande y el otro es el segundo más grande. No comprender la diferencia puede tener efectos devastadores en tu vida espiritual porque servir en el ministerio y amar a los demás puede convertirse en una excusa por no estar profundamente enamorado de Dios.

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No ver la diferencia entre amar a Dios y amar a otros (hacer ministerio) puede resultar en una vida enfocada en el ministerio en lugar de ser una vida enfocada en Dios. ¿Esa distinción tiene sentido para ti? Tu servicio en el ministerio de jóvenes nunca debe hacerse a costa de tu espiritualidad personal. LA SEGUNDA COSA MÁS GRANDE Un mandamiento es más grande que el otro, sin embargo, no se pueden separar. La fidelidad al primer mandamiento (amar a Dios) da por resultado la obediencia al segundo (amar a los demás). Sin embargo, la fidelidad al segundo no nos guía necesariamente a la autenticidad del primero. Amar a Dios nos guía a amar a los demás, pero «amar» a los demás no siempre nos guía a amar a Dios. Sin amar a Dios, los líderes de jóvenes serían ineficientes.

¿UNO O EL OTRO? Otra implicación de la relación entre estos dos mandamientos es esta: el Dios que te ha llamado a estar cerca a él es el mismo Dios que te ha llamado a servirlo. Tu puedes hacer ambas cosas. Puedes vivir con tensión, pero no tienes que escoger entre una vida productiva, saludablemente espiritual y un ministerio productivo y saludable. No es uno o el otro. Son ambos. Manejar este asunto propiamente es un buen examen de acidez cuando te estás preguntando si debes permanecer en el ministerio. Si no puedes ministrar y al mismo tiempo permanecer espiritualmente saludable, tal vez necesites dejar el ministerio durante una temporada. Como un hijo de Dios en primer lugar y un líder juvenil en segundo lugar, debes ser capaz de contestar correctamente la pregunta: «¿Cómo puedo permanecer espiritualmente saludable mientras que estoy ministrando a los jóvenes?» ¿CÓMO PUEDO CONTINUAR MI CRECIMIENTO

ESPIRITUAL?

La única manera que encuentro para responder esta pregunta es contarte mi propia experiencia. Así que puedo pasarte algunas señales de advertencia que he llegado a reconocer y que indican que estoy en peligro de desconectarme espiritualmente. Si paso por alto estas señales, pronto seré un bombillo al que le falta la electricidad. ¿Qué de las señales de advertencia por la calidad de nuestras vidas espirituales? Basadas en la evaluación de mi propia vida y en los comentarios con los líderes de jóvenes he identificado algunas señales que indican una ausencia de pasión, un endurecimiento de corazón, una pérdida de crecimiento espiritual y un movimiento que me lleva a desconectarme espiritualmente: Pérdida de pasión: Dejaste de sentir entusiasmo acerca de Dios, su Palabra, o tu ministerio. Ya nada parece motivarte. La vida dejó de sorprenderte. • Fatiga física: Durante el día está exhausto y todas las noches te quedas dormido tan pronto como la cabeza cae en la almohada. Estás tan cansado que no logras permanecer despierto durante unos minutos para reflexionar en tu día mientras permaneces acostado en silencio. • Falta de oración: Ha pasado un buen tiempo desde que experimentaste una oración de importancia. Te avergüenza pasar todo el día sin hablar con Dios. Y cuando oras, te sientes extraño, incómodo o forzado.

• La vida es demasiado fácil: Nuestro peregrinaje espiritual incluye tensión y tentación. La lucha es un componente necesario de la vida espiritual saludable, pero si la vida es demasiado fácil, tal vez sea una evidencia de que estás obviando la convicción o descansando en tus fortalezas y dones, en lugar de volverte a Dios para que Él te supla con el poder que tú necesitas. • La vida es muy difícil: Sin el ánimo, la dirección y la sabiduría de Dios, te verás solo manejando los problemas de la vida, algo para lo cual no fuiste diseñado. • Uso de la nata espiritual: Cuando tu espiritualidad personal y la enseñanza de tu ministerio de jóvenes tiene la misma profundidad, es probable que estés usando la nata que está encima de tu experiencia espiritual. Cuando tu enseñanza es más profunda que tu profundidad espiritual, estás nadando en aguas farisaicas. • Conflicto en las relaciones: Tienes tensiones en tus re-

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gura hace raíces. Estás enfocado en las personas en lugar de estarlo en Dios.

• Pérdida del temor de Dios: Todo en tu vida tiene ex-

plicación y se entiende. Las manos de Dios en tu vida casi se pueden envolver en una cajita, y todo tiene un sentido perfecto para ti. ¿Es esto conocido? ¿Has experimentado otras señales de advertencia? Una vez que identifiques tus señales de advertencia, tienes una elección que hacer: negarlas o lidiar con ellas. Negar es la respuesta más conveniente, con facilidad se justifica la señal de advertencia como «no es tan malo». Si a esto le agregas la ecuación de compararte con otros («no soy tan malo como esa persona»), esto añade más combustible a la negación. Responder a las señales espirituales de advertencia tal vez requiera sacrificio y con seguridad requerirá confesión. Contarle tu dolor a otro creyente te puede ayudar a dirigirte en la dirección correcta. Pero no te escaparás con facilidad de esta condición. Durante mis primeros años de ministerio yo era un perdedor espiritual. Conocía la Biblia porque había asistido a una universidad y a un seminario cristiano, pero trataba la Palabra de Dios como un libro de texto, no como una carta de amor divino. Me forzaba para orar. Enseñé acerca de la dependencia en el poder de Dios en lugar de experimentarla. No tuve la intensión de vivir mi vida separado de Dios. Esto era el resultado de realizar el ministerio y obviar lo que estaba pasando en mi corazón. Por suerte, no hice nada que me descalificara del ministerio, pero no estaba calificado para ser un líder espiritual, sin mencionar al líder principal de un creciente equipo. Yo era el niño modelo por hacer el ministerio a expensas de ser una persona de Dios. El punto decisivo llegó cuando reconocí que estaba perdiendo el control del ministerio y que mi corazón era duro y frio para las cosas de Dios. En lugar de pretender que todo está bien, temerosamente le dije a una amigo que necesitaba arreglarme con Dios y que me estaba sintiendo solo. Temía admitir mi fracaso espiritual, pero fue el ímpetu para la reconciliación que necesitaba con desesperación.

POR SOBRE TODAS LAS COSAS CUIDA TU CORAZÓN, PORQUE DE ÉL MANA LA VIDA. (PROVERBIOS 4:23)

No tomes esta amonestación a la ligera. No la tomes superficial. No creas que te sobrepondrás, eso es una mentira. ¡Haz algo pronto! Es imperativo que con frecuencia revises tu condición espiritual y lidies con los problemas a la primera señal. Si la espiritualidad del líder no es una prioridad principal, tu ministerio de jóvenes nunca será genuinamente saludable.

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