America Latina y sus movimientos sociales

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AMERICA LATINA

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año XXVI, II época

DISEÑO DE LA PORTADA: Fabián Ulloa ILUSTRACIÓN: Pavel Egüez (Ecuador) detalle de Minga de palabras (25 años ALAI) tinta y lápiz sobre papel, 2002

Publicación internacional de la Agencia Latinoamericana de Información ISSN No. 1390-1230 Registro SENACOM No. S.P.I. 437 Director: Osvaldo León

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ALAI: Dirección postal Casilla 17-12-877 Quito, Ecuador E-mail: info@alainet.org

Movimientos de futuro Irene León

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El ALCA: realidad y conflictos Héctor de la Cueva

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Las perspectivas del movimiento sindical Kjeld Jakobsen

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Las mujeres del futuro Irene León

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Pueblos Indígenas: Por un cambio real Blanca Chancoso

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Mujeres del campo: Semillas para la vida Francisca Rodríguez

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La Reforma Agraria Vive Emilio García Jiménez

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La Formación de los jóvenes y las organizaciones juveniles para Otro Mundo Posible Julio Fermín

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De regreso de otro mundo posible para ir hacia la construcción de un futuro diverso Ana Irma Rivera Lassén

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Un mundo diverso con diversidad sexual Phumi Mtetwa

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La lucha imprescindible por los Derechos Humanos María Luisa Mendonça

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De pobladores a ciudadanos Martín Longoria

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Los movimientos sociales en El Caribe Pedro Franco

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Emigración, mundialización y coyoteros Eduardo Tamayo G.

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¿En ruta de colisión? Leonardo Boff

M IEMBROS HONORARIOS DE

ALAI

Pedro Casaldáliga Pablo González Casanova Rigoberta Menchú Tum Federico Pagura Adolfo Pérez Esquivel Aníbal Quijano

MIEMBROS

CONSEJO

DE

DEL

ALAI

Frei Betto (Brasil) Juan Antonio Blanco (Cuba) Sally Burch (Inglaterra) Epsy Campbell (Costa Rica) Lucía de la Cruz (Ecuador) José Albino de Melo (Brasil) Julio Fermín (Venezuela) Irene León (Ecuador) Osvaldo León (Ecuador) Martín Longoria (México) Elsie Monge (Ecuador) Paulino Montejo (Guatemala) Emir Sader (Brasil) Joao Pedro Stedile (Brasil) Eduardo Tamayo (Ecuador) Oscar Ugarteche (Perú)

Suscripción (20 números anuales) Individual

A. Latina US$ 30 Otros países US$ 55

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Institucional

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Movimientos de futuro En un mapamundi rediseñado por las corporaciones transnacionales, cuya geografía transcribe las fuentes de recursos humanos, naturales y territorios explotables, colocando al comercio como el fin último y obviando la reciente definición de países, culturas y pueblos, surge indómita la fuerza de los movimientos de resistencia, creación y propuesta que, desde diversas visiones, se afanan en desconstruir viejos preceptos y reconstruir símbolos, discursos y prácticas, para trazar la pauta de una solidaridad globalizada. Es prolífica la historia que han escrito los movimientos en el pasado reciente, de la cual estas páginas, que son principalmente de ellos, han logrado anotar en buena parte el trayecto y las propuestas generadas en los últimos 25 años. Sus acciones y propuestas han servido para colocar en el escenario mundial los grandes temas de la humanidad: la justicia económica, la igualdad social, la distribución de recursos, la vida del planeta, la soberanía alimentaria, la libertad de pensamiento y expresión, la autonomía de los pueblos y las personas, las éticas de la diversidad, y muchos otros asuntos más, que están estrechamente relacionados con la aplicación universal de los derechos humanos integrales. Así, si ellos van ganando fuerza y presencia en el contexto de la globalización neoliberal, es justamente porque ésta al colocar al centro de sus prioridades la vitalidad del capital, potencia todo lo opuesto a las aspiraciones de dignidad humana, halo utópico que concita las energías de lucha, sin horario límite, de quienes hacen los movimientos. Por eso también, en el momento actual, se destaca el afán de coordinar acciones entre quienes tienen los ojos puestos en los desafíos nuevos y aquellos que se resisten a colocar en el pasado problemáticas de neta actualidad. Tal es el caso de la lucha por la reforma agraria, que además de la lucha por la tierra tiene que ver con una propuesta global de gestión de lo humano, entre cuyos elementos resalta el concepto de soberanía alimentaria, iniciativa inapelable para la erradicación del hambre y la pobreza. En esa misma línea de enlace entre la historia y el futuro, se ubica el movimiento indígena, que además AMERICA LATINA

de abogar por el reconocimiento de sus pueblos, y la potestad sobre sus territorios y cosmovisiones, reivindica el derecho a la propiedad intelectual, como un bien estratégico y de resistencia al actual acaparamiento de la producción de conocimiento por parte del mercado. Estos asuntos son también punto de convocatoria para el movimiento ecologísta y de manera concomitante de los movimientos urbanos, por el habitat. Las resistencias a la predominancia del capital como paradigma, son el motor que moviliza a millones e inspira la creación de espacios, sin precedentes, de concertación y acciones para una globalización solidaria. Cada vez más, las populares manifestaciones ante el Fondo Monetario, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, las negociaciones para la adopción de los Acuerdos de Libre Comercio de las Américas, y demás iconos del capitalismo, son cita obligada de una gama heterogénea de actores sociales, sabedores de que estas instituciones no se limitan a diseñar políticas comerciales, sino que sus decisiones tienen repercusión en todos los aspectos de la vida, de las personas y del planeta. La arremetida ideológica sobre la cual se sustenta la globalización neoliberal, tiende a modelar la manera de hacer política, la comunicación, las relaciones humanas y sociales, a un punto tal que ahora, asuntos como el derecho a la comunicación, la libertad de pensamiento, la ética en la política, la diversidad, son temas que los movimientos sociales levantan como ejes para la construcción del futuro. Así, estando de por medio nada menos que la disputa por las orientaciones de sociedad, el futuro de la humanidad y la vida del planeta, los movimientos son la savia de los pueblos, más aún, gracias a su conciencia crítica, se constituyen en autoridad moral y en espacios, muchas veces únicos, de generación de ideas y de movilización social. Y, como lo señala Pierre Bourdieu en Contre-feux 2 (Raison d’agir Editions, France, 2001), “La historia social enseña que no hay política social sin un movimiento social capaz de imponerla”. Irene León

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El ALCA: realidad y conflictos Héctor de la Cueva La llamada globalización es en realidad el marco en el que se desarrolla una competencia exacerbada entre potencias económicas y bloques comerciales. La llamada trasnacionalización de la economía, el debilitamiento del papel de los Estados y las fronteras nacionales (lo que es verdad para los países del llamado Tercer Mundo, pero no así para las potencias del G-7), la conducción por parte de las transnacionales del proceso de globalización, la asociación creciente entre muchas de ellas y su cada vez mayor libertad de movimiento, no deben ocultar el hecho de que la guerra comercial se da a partir de los Estados nacionales y/o de su asociación en bloques y de que, en última instancia, las propias transnacionales actúan a partir de los intereses de sus propios Estados y éstos de los de sus corporaciones. Por eso también es que la globalización, la integración económica o el “libre comercio” van avanzando sobre la base de acuerdos regionales, en los que se expresan tanto las dinámicas generales de la globalización como la competencia entre bloques. Al parecer, en los escenarios globales, en la competencia dentro de la liberalización comercial y de inversiones,

Héctor de la Cueva es coordinador del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (SILAS) de México y ocupó la Secretaría Ejecutiva de la Alianza Social Continental. 352, 30 abril 2002

es el Estado norteamericano quien va sacando las mayores ventajas. Sin embargo, las transnacionales y el Estado norteamericanos dan alta prioridad a consolidar la que consideran su área inmediata de influencia, su bloque inmediato. Bajo esa lógica, durante el gobierno de George Bush, padre, Washington lanzó la llamada Iniciativa de las Américas. El objetivo, más que evidente: en el marco de la agudización de la competencia con las potencias europeas y asiáticas por la hegemonía global, consolidar la hegemonía económica y política estadounidense en el continente americano, asegurarse para sí el control y el acceso privilegiado a ese pobre pero extenso mercado y a sus recursos naturales, usarlo como plataforma de mano de obra barata en la competencia mundial e, incluso en primer lugar, en la competencia por el propio mercado norteamericano y, desde luego, garantizar la seguridad política y militar en lo que considera su traspatio. El primer gran paso para concretar la Iniciativa de las Américas fue la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un tratado modelo de la globalización neoliberal en muchos sentidos. Un tratado que es un monumento a la desigualdad, signado con reglas “iguales” para países con tan desigual grado de desarrollo como México y Estados Unidos. Un tratado que no es sólo de comercio, pues destacadamente norma la apertura de inversiones y servicios. Un tratado cuyo capítu3

lo once, de hecho, fue el modelo para el Acuerdo Multilateral de Inversiones, rechazado por la comunidad internacional. El TLCAN, casi sobra decirlo, ha tenido sus peores efectos en México, en donde ha sido determinante para el gran desastre social que lo atraviesa, especialmente en el campo, pero también en el ámbito laboral, donde las promesas de más y mejores empleos se han trocado en menos y peores empleos, y la prometida elevación del nivel de vida en una incontenible caída salarial. Pero el TLCAN ha representado también una presión hacia la baja para los trabajadores de Estados Unidos y Canadá. De hecho, la pregunta que se hacía al inicio de las negociaciones sobre qué país ganaría y cuál perdería se ve ahora claramente equivocada. La pregunta correcta era: quién dentro de cada país ganaría y quién perdería. La respuesta hoy es evidente: han ganado las transnacionales y unas cuantas familias ricas locales, y han perdido los pueblos trabajadores de los tres países. La polarización social que acompaña a la integración regional es creciente y evidente. En un plano más amplio, la historia de las calamidades ligadas a este modelo de globalización la conocemos bien: en todas partes hemos visto privatizaciones indiscriminadas, con su secuela de despidos y rebajamiento de condiciones laborales, privatizaciones que ahora se dirigen a nichos altamente rentables como los de la salud y la educación, que van pasando de ser derechos sociales a jugosos negocios. En todas partes, se viene padeciendo una pérdida de conquistas y derechos laborales y un creciente desempleo. Se avanza en la homologación a nivel mundial de modelos productivos y normas laborales bajo la divisa de la flexibilización y la competencia productiva. AMERICA LATINA


En general, presenciamos lo que podríamos llamar un proceso de estandarización hacia abajo -literalmente de Norte a Sur- de las condiciones laborales. Las naciones y los trabajadores se han convertido en rehenes a merced de la libre movilidad de capital, inversiones, mercancías y servicios. Para los trabajadores y sus organizaciones sindicales, la globalización neoliberal viene significando un verdadero chantaje transnacional: se chantajea a los trabajadores del Primer Mundo con que si no aceptan rebajar sus condiciones laborales sus empleos se pueden ir a algún país del Tercer Mundo; se chantajea a los trabajadores del Tercer Mundo con que si no aceptan mantener o incluso rebajar sus de por sí miserables condiciones de existencia los empleos no llegarán. Y aun se chantajea a los trabajadores de distintas regiones del Tercer Mundo introduciendo una competencia SurSur para ver quien gana con peores condiciones de trabajo los mercados del norte. ¿Cuáles han sido en este contexto la experiencia y el proceso de respuesta social y sindical en la región norteamericana? Desde el inicio mismo de las negociaciones, en contrapartida, se desató un intenso e inédito proceso de acercamiento y respuesta social trinacional. En los tres países se crearon redes multisectoriales que dieron paso a un verdadero descubrimiento mutuo, pues a pesar de la cercanía geográfica y de que evidentemente existían relaciones, éstas nunca habían llegado a este nivel y mucho menos a sentar las bases de coincidencias de intereses entre países tan desiguales. La acción de estas redes comenzó entonces a darse en una dimensión trinacional, actuando de manera simultanea en las tres direcciones relacionadas con los tres niveles “perversos” del modelo señaladas más arriba: intentando

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revertir el carácter antidemocrático del proceso, intentando poner sobre la mesa la Agenda Social, y cues-

tionando de fondo el contenido del tratado y generando un modelo alternativo de desarrollo.

El proyecto ALCA y la Alianza Social Continental Toda esta problemática se ve ahora ampliada y multiplicada en la medida en que se ha inscrito en un nivel hemisférico. En efecto, no bien había entrado en vigor el TLCAN en 1994, cuando Estados Unidos siguió adelante con su estrategia y convocó en Miami a la primera Cumbre de las Américas para formalizar la búsqueda de un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que no haría sino extender el desastroso modelo del TLCAN a todo el hemisferio. En mayo del 97, con motivo de la Cumbre de Ministros de Comercio celebrada en Belo Horizonte, Brasil, serían claras también sus complicaciones, sobre todo por la resistencia del bloque subregional del Mercosur. No obstante, ahí se acordaría realizar la Segunda Cumbre de las Américas el año entrante en Santiago de Chile para dar el banderazo formal de salida a las negociaciones del ALCA. Sin embargo, ahí también, en Belo Horizonte arrancaría un proceso social que puede potencialmente entrañar otra dificultad para los planes norteamericanos. De manera inédita, se darían cita ahí algunos de los movimientos y organizaciones sociales más importantes del continente, y se plantearían convergencias impensables hasta hace poco tiempo, en el marco del Foro Nuestra América, organizado por la CUT, el Movimiento de los Sin Tierra y las ONGs brasileñas, y de una reunión paralela de la Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT), filial de la 4

CIOSL, por primera vez abierta a organizaciones sindicales y sociales no miembros de esa organización. Tal cosa era posible de entrada precisamente por el proceso de recomposición sindical que está ocurriendo a escalas nacionales e internacionales. Para empezar, la Confederación de Trabajadores de México, que había detentado por décadas la presidencia de la ORIT, imprimiéndole su sello corporativo y reaccionario, había sido desplazada -como lo está siendo también en el movimiento obrero mexicanopreviamente por el Congreso del Trabajo de Canadá. Detrás de ello se encontraba la influencia positiva de organizaciones como el propio CLC y la CUT-Brasil, pero también los cambios que vienen ocurriendo dentro de la AFL-CIO. La experiencia hecha bajo el TLCAN ha terminado influyendo sin duda. Por otra parte, la propia ORIT había venido elaborando un nuevo enfoque de abrirse a los movimientos sociales no sindicales. Mientras que el planteamiento de más alcance de la ORIT frente al ALCA había sido la exigencia de la inclusión de un Foro Laboral en las negociaciones, las discusiones en Belo Horizonte llevaron a establecer objetivos no sólo de mayor profundidad democrática y de mayor dimensión social, sino al planteamiento de un modelo de desarrollo alternativo. La coincidencia más relevante, sin embargo, fue el llegar a la conclusión común de que la base de cualquier estrategia se 352, 30 abril 2002


Entre las nuevas estrategias destaca la idea de realizar un plebiscito o referéndum continental para que sean los pueblos, excluidos hasta ahora, quiénes decidan si quieren ALCA o no.

encontraba en dar pasos concretos para cambiar la correlación de fuerzas y que esto sólo sería posible si se conseguía conjuntar al más amplio y representativo conjunto de fuerzas sociales del continente, bajo una agenda y un compromiso comunes de objetivos y acciones. De esta manera, se acordó avanzar en la construcción de una gran Alianza Social Continental como la única forma de levantar un contrapeso social efectivo al avance del “libre comercio” y la integración económica neoliberal. Para avanzar en términos prácticos en un propósito tan ambicioso, se convocó ahí mismo a la celebración de la Cumbre de los Pueblos de América en abril del ?98 en Santiago de Chile, de manera simultánea a la cumbre de los presidentes. La Cumbre de los Pueblos de América se llevó finalmente a cabo de manera exitosa, con más de mil participantes de casi todos los países del continente y de los más diversos sectores sociales divididos en diez foros sectoriales y temáticos, buscando, sin embargo, la intersectorialidad. La Cumbre colocó, entonces, la construcción de la Alianza Social Continental en una perspectiva viable, no exenta sin embargo de grandes complicaciones, dada la enorme diversidad de orígenes sociales, culturales, políticos e ideológicos. El proceso de negociaciones del ALCA, sin embargo, ha continuado e incluso existe una presión para

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adelantar su entrada en vigor. Al mismo tiempo, este proceso de “integración” regional bajo la hegemonía norteamericana no está esperando a que se consume el ALCA; avanza de muchas maneras: con el Plan Colombia, con los tratados de libre comercio bilaterales o subregionales como los firmados por México con Chile y el Triángulo del Norte de Centroamérica, con el “novedoso” Plan Puebla-Panamá del presidente mexicano Vicente Fox, que no busca sino extender la frontera del TLCAN hasta Centroamérica (lo que refleja el papel de agente de ventas norteamericano que ha venido jugando el gobierno mexicano, incluso el actual), todo lo cual pavimenta el camino del ALCA. El ALCA es, entonces, el marco global en el que Estados Unidos pretende armar el conjunto de las piezas del rompecabezas neoliberal que viene avanzando en la práctica en todo el continente. El ALCA viene siendo diseñado y negociado bajo el modelo del TLCAN y que en uno u otro grado vienen siguiendo los distintos acuerdos económicos regionales y mundiales: a) Bajo la conducción de los intereses de las transnacionales y las grandes potencias e ignorando las necesidades reales de desarrollo y complementariedad de las naciones b) Al margen de la consulta y la participación real de la sociedad, es decir, de manera completamente antidemocrática y c) Ignorando lo que hemos llamado la Di5

mensión Social, es decir, la inclusión de la protección o la satisfacción de las necesidades y reivindicaciones sociales bajo los efectos de la apertura y la integración. Frente a ello, la Alianza Social Continental ha continuado fortaleciéndose y ampliando sus trabajos. De manera simultánea a la Tercera Cumbre de las Américas realizada en Quebec, Canadá, la ASC organizó la Segunda Cumbre de los Pueblos de América el pasado mes de abril. La Cumbre de los Pueblos significó un salto y alcanzó una enorme representatividad social con la participación de miles de delegados de todos los países del continente. Las movilizaciones que se desarrollaron pusieron en jaque a la cumbre oficial. Unos meses después de Quebec, y como resultado de la presión social ejercida, los gobiernos finalmente hicieron público el texto del ALCA que está siendo negociado. A pesar de estar muy “encorchetado”, de su carácter críptico, de sus tecnicismos, es posible ya confirmar que se trata de una versión aún peor que el TLCAN y el AMI. Es por ello que la ASC, junto con nuevas fuerzas y actores sociales y políticos, se dispone a lanzar toda una nueva etapa de lucha y nuevas estrategias para derrotar la consecución de este modelo de integración que sólo puede profundizar las injusticias y las desigualdades en el continente. Entre las nuevas estrategias destaca la idea que gana cada vez más consenso, desde Quebec, de realizar un plebiscito o referéndum continental para que sean los pueblos, excluidos hasta ahora, quiénes decidan si quieren ALCA o no.

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Frente a la globalización neoliberal

Las perspectivas del movimiento sindical Kjeld Jakobsen

La victoria entre dos partes en conflicto no es alcanzada solamente por el hecho de que una de ellas sea más poderosa. Los errores del adversario también ayudan mucho. La derrota del liberalismo económico al inició del siglo XX no se dio solamente por la oposición que sufría sino también por sus contradicciones internas, expresadas principalmente en la crisis de 1929, que fue tan profunda, en el entender del historiador Erik Hobsbawn, que eliminó el liberalismo por 50 años. De hecho, este modelo económico, que causó dos guerras mundiales, así como el advenimiento del fascismo y nazismo, fue substituido por otras experiencias de desarrollo como el socialismo real, la social democracia, la liberación colonial, los “Tigres Asiáticos”, la sustitución de importaciones, entre otras. Los límites que estas experiencias tuvieron a partir de determinado momento para garantizar el bienestar social para todos, unido a la acumulación de riquezas, resucitaron las viejas ideas liberales bajo nuevo ropaje y, apoyándose en el progreso de los medios de comunicación y transportes, pasaron a ser denominadas como neoliberalismo. Éste, por priorizar la acumula-

Kjeld Jakobsen es Secretario de Relaciones Internacionales de la Central Unitaria de los Trabajadores (CUT), Presidente del Observatorio Social de la CUT y miembro del Comité Organizador del Foro Social Mundial. AMERICA LATINA

ción de riqueza basada ya no en la producción sino en la especulación financiera, liberalización del comercio e inversiones y en la concentración de la renta, ha demostrado más rápidamente sus límites y contradicciones. Ya fueron alcanzadas victorias por intermedio de las movilizaciones de un movimiento social anti-globalización neoliberal vigoroso, combinado con las contradicciones internas del propio modelo. Dos ejemplos son el fracaso del inicio de una nueva ronda de negociaciones comerciales en Seattle y el abandono de las negociaciones del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), en el ámbito de la OCDE. Aunque la existencia de democracia formal haga parte de la estrategia de legitimación del modelo neoliberal, como ocurrió en el proceso de redemocratización de América Latina, las graves consecuencias sociales que vienen provocando han exigido cada vez más la aplicación de medidas autoritarias para asegurar la imposición de su pensamiento único, que por su naturaleza de “único” representa una postura autoritaria y anti-democrática en sí mismo. La represión a los opositores del modelo también ha ayudado a denunciarlo, pues, al final, lo que es bueno, no requiere ser impuesto. Un modelo tan concentrador y excluyente como ése, no consigue evitar sus cuestionamientos, incluso cuando se esconde tras la supuesta modernidad representada por la globalización. Ésta se expresa en acuerdos comerciales inter6

nacionales, coordinados por Instituciones Multilaterales Internacionales y su discusión deja de ser dominio exclusivo de especialistas para ser compartida también por varios sectores sociales. Principalmente después de la crisis asiática en 1998, cuando muchos de los dogmas del modelo neoliberal cayeran por tierra, un número cada vez mayor de personas viene percibiendo que las promesas de desarrollo y bienestar no son concedidos por el neoliberalismo y que, muy al contrario, la situación económica y social se ha deteriorado, sin perspectivas de solución en el corto plazo y que hay una relación de éso con la llamada globalización. Las recientes movilizaciones contra los efectos de la globalización neoliberal, en Seattle, Génova, Barcelona, entre otros, y el Foro Social Mundial de Porto Alegre, que consiguió unir el debate político con organización y movilización, son la respuesta más eficiente a la presente coyuntura que exige combinar las iniciativas nacionales con una reacción más global.

El sindicalismo en escena El movimiento sindical también se viene dando cuenta de esto y de que es necesario cambiar su estrategia. Los sindicatos conforman la parte más tradicional y estructurada del movimiento social, sin embargo, por lo general no atraen la misma atención de la prensa que otras organizaciones que actúan en el terreno de la actual movilización antineoliberal. Posiblemente esto ocurre porque los sindicatos representan básicamente sectores sociales incluidos, esto es, los trabajadores con relaciones de trabajo formales que ya conquistaron una cierta rutina de negociación colectiva y de relaciones institucionales. Los trabajadores construyen también su protagonismo en ese movimiento. La huelga general en Francia contra el Plan Juppé, en 352, 30 abril 2002


1975/76, adquirió un carácter de solidaridad en común, por defender intereses del conjunto de la población respecto a la seguridad social, y contribuyó a la introducción de cambios políticos en el país, cuyos resultados positivos se hacen presentes hasta hoy. La huelga de UPS en los Estados Unidos, que conquistó la formalización de 10.000 contratos precarios, fue también un golpe importante a uno de los conceptos neoliberales, la flexibilización de derechos, así como la huelga general en Corea del Sur, en 1997, que derrotó en aquel momento las intensiones gubernamentales de flexibilizar toda la legislación laboral. Las recientes movilizaciones de los sindicatos sudafricanos han dado otra dirección a los programas de privatización y nuevamente los compañeros sudcoreanos están en acción por el mismo motivo, ante la amenaza de privatización del transporte público y de la energía eléctrica. Y en días pasados, Italia fue totalmente paralizada por una huelga general contra cambios adversos en las leyes de protección al trabajo. Sin embargo, así como el mercado de trabajo se modificó profundamente en los países industrializados y en aquellos que buscaban la sustitución de importaciones a partir de la década del 30, lo mismo pasó con el modelo de organización sindical. El modelo tradicional era típicamente de organización de artesanos que tuvo que adaptarse al sindicalismo industrial con el advenimiento de las líneas de producción y del “Taylorismo”. Actualmente el sindicalismo industrial provee el modelo de organización para cualquier tipo de sindicato, sea del sector de servicios, servicios públicos y hasta de los trabajadores de la agricultura. Hoy estamos en transición hacia nuevos modelos productivos y se hace necesario que los sindicatos una vez más se adapten. No podemos dejar de organizar a los trabajadores 352, 30 abril 2002

informales, lo que puede inclusive ser facilitado con la construcción de alianzas con otros actores sociales que ya actúan en este medio. Esa política de alianzas, además de proporcionar un espacio político para los sindicatos junto a los trabajadores excluidos del mercado formal de trabajo, será fundamental también para impulsar la lucha contra la globalización neoliberal. Algunas organizaciones sindicales necesitan de más tiempo para que se conscienticen de esto, aunque muchas ya se dieron cuenta de la importancia de este paso.

También hay buenas noticias No hay dudas de que hay avances en esta lucha más general, principalmente si tratáramos de medir la reacción de la derecha, que no es pequeña, según nos demuestran los hechos como la formación de la coalición antiterrorista y las agresiones militares que vienen promoviendo; la suspensión de los derechos civiles básicos en varios países; la reocupación de Palestina por las tropas israelíes, la elección de gobernantes conservadores en Australia, Dinamarca y Nicaragua, con base en el discurso de la seguridad y la xenofobia; el golpe contra el presidente de Venezuela; la insistencia del FMI en presionar a Argentina para que siga con las políticas económicas neoliberales, a pesar de que éstas llevaron el país al abismo, entre otros. Estas son las malas noticias. Las buenas son, así mismo, que el movimiento social no se dejó subyugar. Una parte expresiva de la población venezolana reaccionó al golpe, así como parte importante de la comunidad internacional. Independientemente del mérito del gobierno de Chávez, lo que estaba en juego era la democracia. El movimiento antiglobalización neoliberal volvió a demostrar su vigor a partir del II FSM de Porto Alegre y la reciente movilización en Barcelona. 7

Incluso al interior de los Estados Unidos, donde la situación está más difícil por el trauma causado por los atentados terroristas, hay un retorno del movimiento. Y en el Oriente Medio, a pesar de toda la truculencia aplicada contra los palestinos y el estado de sitio existente en las áreas atacadas, centenas de militantes de varios países se dirigieron hace poco tiempo a Palestina para manifestar solidaridad a su pueblo agredido. La campaña contra el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) en América Latina viene también alcanzando proporciones importantes. El contenido extremadamente proteccionista del Trade Promotion Authority (TPA), aprobado en el congreso estadounidense, es la mayor prueba del carácter impositivo y unilateral de la política comercial norteamericana y nos ha dado una munición importante en el debate con nuestros gobiernos, que insisten en proseguir con estas negociaciones, revelando lo entreguistas que son. A partir de la resolución de Alianza Social Continental, aprobada en octubre del 2001, en Florianópolis -Brasil, de promover una amplia campaña continental contra el ALCA, por intermedio de debates, consultas y movilizaciones diversas, ha habido varias iniciativas importantes. En Brasil conseguimos reunir más de 500 personas por fin de semana, para debatir el tema y prepararnos para el plebiscito que realizaremos en septiembre. Lo fundamental ahora es proseguir. Tenemos toda una agenda que cumplir a nivel nacional, continental y mundial. Hay varias propuestas hasta el momento para realizar Foros Sociales regionalizados antes del tercero de carácter mundial, que se realizará en Porto Alegre en enero de 2003, globalizando aún más la lucha. Hay un crecimiento de ese proceso, cualitativamente y cuantitativamente, lo que nos permite visualizar una luz de mucha esperanza al final del túnel. AMERICA LATINA


Las mujeres del futuro Irene León

Una terrorista de unos diez años de edad, que lleva en sus brazos a otra/o terrorista de algunos meses, mira con ojos desorbitados el cadáver de sus también terroristas padres, caídos en la guerra anunciada, pretendidamente liberadora de las mujeres, cuyo nombre sería redundante colocar aquí. En otro escenario parecido, una anciana desconsolada escarba por los suyos, entre los escombros dejados por el segundo episodio de aquella cruzada de alcances imprevisibles, que olvidó la existencia de los derechos humanos para dar paso a la más machista de las visiones: la bélica. En esos escenarios, está por demás decir que los derechos de las mujeres afectadas quedarán postergados, y que el reto de la sobrevivencia suplantará irremediablemente a las aspiraciones de ciudadanía plena y universal, recientemente obtenida por el movimiento de mujeres. Por eso el próximo terreno de aplicación de la cruzada no puede ser, no debe ser Colombia, amenazada por la aplicación del bélico plan que ya está en marcha. Con menor dramatismo pero con igual dureza, se visualizan y a la vez se banalizan las imágenes de aque-

Irene León, socióloga ecuatoriana, es Directora del Área de Mujeres de ALAI. AMERICA LATINA

llas que, en cualquier parte del Sur, aún, y cada vez más, se ven obligadas a luchar por lo más elemental: agua, alimentos, tierra, alfabetización, remuneración, salud básica y otros bienes mínimos pero necesarios para la dignidad humana. Y es que, los gobiernos más preocupados por el bienestar del mercado que por aquel de las mujeres, han privatizado, y en casos hasta simplemente abandonando, la gestión de bienes estratégicos y su orientación hacia el bien común. Con ello, una vez más, en la era de todos los «post», millones de mujeres se ven abocadas a luchar apenas por la elemental sobrevivencia. Así, si el siglo XXI empezó en medio de una nueva situación histórica en las relaciones de género, proveniente de un proceso, sin precedentes, de cuestionamientos al poder por parte de las mujeres, que encaminó a la subsecuente formulación de derechos de corte universal y de marcos legales nacionales orientados a amenuisar las desigualdades. También lo hizo en medio de la agudización de situaciones estructurales que potencian la exclusión secular de las mujeres. Por eso, paralelamente al reconocimiento de derechos, es notable el estancamiento en la concreción real de éstos; la agudización de situaciones estructurales, especialmente económicas, pero también sociales, culturales y políticas, marcan sendos impedimentos a la apli8

cación de los derechos obtenidos. El incremento de la pobreza y la exclusión, perjudican de manera específica a las mujeres, en cuanto ellas enfrentan, además de las situaciones que atañen al conjunto, las responsabilidades sociales y comunitarias abandonadas por los gobiernos. En materia laboral, por ejemplo, la masificación del trabajo femenino en el caso de América Latina y el Caribe, está acompañada de una creciente precarización de las condiciones laborales: la subcontratación, la maquila, el trabajo informal, a domicilio, el tiempo parcial y otras modalidades, redundan en renovar las condiciones de discriminación y relegamiento, que evocan la remota era de la esclavitud. Sin olvidar que, además, el trabajo doméstico -no remuneradocontinúa siendo monopolio femenino. Los desplazamientos de mano de obra, de las periferias a los centros; la transnacionalización del agro; el desarrollo de la industria del entretenimiento; y otros fenómenos asociados al proceso mercantil de globalización, colocan a las mujeres en situaciones de desventaja comparativa y las aleja, en números mayores, de la posibilidad de ejercer sus derechos y por ende su ciudadanía. Así, en los tiempos que corren la resistencia a la aplicación del modelo neoliberal se ha vuelto cada vez más indisociable de la lucha por los derechos de las mujeres, pues ya quedaron atrás las rebatibles pretensiones de que por tan solo haber logrado el reconocimiento de los derechos básicos, que son universales, estos serían aplicables para las mujeres con independencia de las orientaciones de sociedad.

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Las propuestas de justicia económica que propone el movimiento de mujeres, está fundada en el desarrollo de la economía solidaria con un enfoque de género transversal, que permita un reordenamiento mundial en ese sentido.

Asuntos de hoy y del futuro Es cosa vieja afincarse únicamente en los avances realizados en el siglo pasado. Hacia adelante los contenidos de la justicia de género, tienen que ver con la posibilidad de que los derechos sean viables y en jugárselas para que lo sean. Las imágenes de las mujeres del futuro gestadas por el movimiento de mujeres, en su potente lucha contra la violencia de género, es una de sujetos con poder, muy distinta del actual resurgimiento de la figura de la víctima y el macho uniformado de soldado, que aparece como un contrasentido histórico y una regresión. Las mujeres de hoy y del futuro tienen los ojos puestos en la aplicación integral de los derechos y la vigencia de su ciudadanía, y tan sólo miran hacia atrás para constatar cómo a través de la historia, las guerras han marcado la pauta de mayores índices de discriminación para ellas. Más bien, sus movimientos apuestan por el desarrollo de los derechos humanos, la creación de mecanismos de dialogo, y la resolución de conflictos a través de los canales de justicia internacional existentes. Las propuestas de democracia avanzadas por el movimiento de mujeres, se levantan sobre criterios de igualdad y participación horizontal, y por lo tanto conjuran contra la gran masa de imposiciones mate352, 30 abril 2002

riales y simbólicas, que contradicen los más elementales principios democráticos, como lo son las ideas totalitarias, que con toda desfachatez se expresan ahora, tal es el caso de aquella de que «quienes no están con nosotros están en contra», que limitan las libertades de pensamiento y opinión, y abrigan el mensaje de que quienes no están por el modelo están contra el país del Norte y por extensión contra sus ciudadanos/as. El movimiento de mujeres de este siglo está colocando al centro de sus preocupaciones y análisis de la globalización neoliberal, sabiendo de antemano que su aplicación no es, como se pretende, producto de la evolución natural y del tiempo, sino que proviene de una visión política concreta y de personas de carne y hueso que la imponen. Y que, sin embargo, mientras más se politiza e ideologisa, lo hace abogando por la despolitización y abusando de la palabra liberación, referida principalmente al mercado, con la presunción de que de rebote éste último liberara a la humanidad, lo que incluye a las mujeres. Desde hace decenios, consiente de que son las organizaciones mundiales las que toman las grandes decisiones, este movimiento identificó el espacio internacional como un terreno de acción, propuesta y disputa, por eso la mayoría de derechos obtenidos por las mujeres se diseñaron primero a esa

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escala y tuvieron aplicación local luego. Así, figura entre los retos de ahora, el entendimiento y la toma de posición en curso sobre las cuestiones de alta política. Pues, profundamente politizadas, las Instituciones Financieras Internacionales y la Organización Mundial de Comercio, muchas veces omitiendo a las mujeres, diseñan la suerte del mundo, los países, la gente, e inciden hasta en decisiones del carácter local más estricto. Las propuestas de justicia económica que propone el movimiento de mujeres, esta fundada en el desarrollo de la economía solidaria con un enfoque de género transversal, que permita un reordenamiento mundial en ese sentido, no en aquel delineado por las corporaciones transnacionales, lejanas a los derechos de las mujeres, apegadas a la competencia y al acaparamiento de recursos. Es un movimiento humanista, que cree en la diversidad y la autonomía de las personas, en sus opciones, en el derecho a decidir sobre sus cuerpos y sus vidas. Por eso figura en la agenda de ahora el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos. Redes internacionales como el Comité Latinoamericano por la Defensa de los Derechos de la Mujer y una veintena de organizaciones más, están abogando por la adopción de una Convención Interamericana en ese sentido. En suma, los tiempos de futuro para el movimiento de mujeres son de creatividad y resistencia, lo primero para encarar el reto de posicionarse frente a los orientaciones generales de la sociedad global que, conjuntamente con otros movimientos, está planteado germinar; y de resistencia para no dejar que la aplicación del modelo neoliberal lleve de vuelta a la mayoría de mujeres a tiempos superados, que más bien queremos olvidar. AMERICA LATINA


Pueblos Indígenas: Por un cambio real Blanca Chancoso Después de más de cinco siglos de vivir enfrentando una situación de discrimen, explotación y opresión, y después de una etapa de quejas, llantos y de pedir respuestas a nuestras necesidades, los pueblos indígenas estamos en una nueva etapa que se caracteriza ya no por el reclamo sino por las propuestas concretas y directas, no solo a nivel local sino también nacional e internacional. Ya no nos limitamos a pedir sino que proponemos, y ya no lo hacemos a través de terceras personas sino como interlocutores directos de los gobiernos y con nuestros propios líderes, salidos de nuestras propias comunidades. La sociedad ha tenido que reconocer la vocería directa del movimiento indígena. Si hasta hace unas décadas nuestro movimiento hacía pedidos en base a necesidades básicas y a temas relacionados con educación y cultura, hoy hemos extendido nuestras propuestas y demandas a diferentes niveles. Ya no estamos concentrados únicamente en la sobrevivencia.

Blanca Chancoso, kichwa ecuatoriana, es integrante del Consejo Político de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador, ECUARUNARI y ha sido dirigente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). AMERICA LATINA

Hoy el movimiento indígena está haciendo propuestas a nivel político, porque reclamamos un cambio real de las estructuras económicas y políticas de los Estados. Al término del siglo XX se han presentado demandas vinculadas al reconocimiento como Nacionalidades, como Pueblos, por los derechos a la territorialidad, a un medio ambiente sano, por la libre determinación, por la autogestión y por el reconocimiento de un Estado Plurinacional, Pluricultural, Multilingüe. Es así que los Pueblos Indígenas exigimos ahora el reconocimiento como Nacionalidades y Pueblos y no sólo como agrupación de individuos. Igualmente, nuestros planteamientos en relación a la tierra y los derechos a la territorialidad superan con creces la estrecha concepción de «tierras indígenas», que se refiere exclusivamente a la propiedad y dominio de terrenos de carácter económico productivo. Este sentimiento de identidad con un territorio determinado tiene raíz en el conocimiento y el patrimonio cultural, y también en el control, el manejo y cuidado de esas tierras. No hablamos del derecho de propiedad basado en leyes y reglas escritas, sino sobre una forma de identidad que se puede heredar, pero nunca venderse ni hipotecarse. Estas demandas políticas, así como la lucha por derechos específicos para los pueblos indígenas, como el derecho a la educación 10

intercultural y bilingüe, las hemos venido haciendo a través de dos estrategias: por un lado hemos promovido el diálogo directo con los gobiernos, y por otro lado hemos emprendido acciones concretas para exigir nuestros derechos. Si el movimiento indígena ha avanzado mucho en estos últimos años, se debe al esfuerzo que hemos hecho por consolidar alianzas con otros sectores sociales, indígenas y no indígenas, sectores que viven situaciones similares de pobreza y exclusión. Así hemos avanzado, poco a poco, subiendo un peldaño tras otro, y con gran esfuerzo y trabajo. Sin pretender desconocer la diversidad de luchas y los avances de cada una de las organizaciones indígenas del continente, creo que es importante resaltar el aporte del movimiento indígena de Ecuador, que es quizás uno de los más organizados. Desde 1988, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, ha mantenido como una de sus principales demandas la necesidad de que se reconozca el Estado Plurinacional, una propuesta que requiere llevar a debate, junto con toda la sociedad nacional, el sistema, estructura y administración del Estado «democrático», que en realidad es bastante dictatorial. Esta demanda significa la construcción de una nueva estructura política-administrativa descentralizada, culturalmente heterogénea y abierta a la representación propia y participativa de todas las Nacionalidades Indígenas y sectores sociales, de aquellos que han sido marginados y excluidos de la estructura estatal y del esquema de desarrollo socio-económico imperante. En definitiva, es una demanda en que se exige un país de todos y para todos y todas, lo que implica repensar los conceptos de Estado, Desarrollo y Ciudadanía. 352, 30 abril 2002


En el caso de los Derechos de los Pueblos indígenas en el marco de los Derechos Humanos Universales, llevamos cerca de 20 años en esta discusión y todavía no se reconoce que los Pueblos Indígenas somos Pueblos Sin embargo, no siempre se ha entendido nuestra lucha y nuestros planteamientos. Por ello, todavía tenemos una serie de desafíos a futuro.

Todavía invisibilizados De hecho, los pueblos indígenas todavía estamos invisibilizados en el mundo global en el que vivimos. Hoy en día nos encontramos más empobrecidos, con un alto nivel de migración hacia las ciudades e incluso fuera de nuestros países de origen, lo que en muchos casos ha llevado a una desintegración comunal y por ende familiar. Por otro lado, vivimos enfrentando una situación de violencia y persecución. El permanente acoso por terminar de expropiar los pocos espacios territoriales que aún nos quedan, a pretexto de explotar las minas, olvidándose que nosotros somos parte de esa tierra y que también tenemos derechos. En el caso de los Derechos de los Pueblos indígenas en el marco de los Derechos Humanos Universales, llevamos cerca de 20 años en esta discusión y todavía no se reconoce que los Pueblos Indígenas somos Pueblos, en el sentido que este término tiene en el marco de los derechos Internacionales: libre determinación, derecho a tierras y territorios, respeto a nuestra cultura e idioma. Mucho menos se reconoce los temas correspondientes a los derechos colectivos. A veces tengo la impresión de que somos «presas deseadas», pero no para incluirnos sino para eliminarnos. Por esta razón, estamos 352, 30 abril 2002

dispuestos a seguir avanzando en nuestra lucha por el reconocimiento de nuestra identidad y derechos, y porque estamos opuestos a lo que nos plantea la globalización. Consideramos que el mundo globalizante está llevando un proyecto de integración, que se da a través de propuestas como la del Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, es decir, la integración a través del libre comercio. Esto nos plantea una amenaza al derecho a la diferencia, a la diversidad, a la pluralidad. El movimiento indígena ha centrado sus planteamientos justamente en la necesidad de que los gobiernos reconozcan y reivindiquen la pluralidad porque ésta es la única forma de convivir en conjunto bajo la marca del respeto mutuo. Reconocer la diversidad que caracteriza a nuestras sociedades es la única manera de promover la participación directa de todos los sectores y, por ende, de llegar a una verdadera democracia. Buscamos la unidad en la diversidad, aunque nuestros planteamientos no siempre han sido entendidos.

Algunos sueños y desafíos Como parte de nuestros desafíos en esta sociedad global, los pueblos indígenas tenemos metas que quizás puedan ser consideradas utópicas, porque buscamos construir una sociedad humanista, solidaria, comunitaria, verdaderamente democrática, reconociendo la pluralidad. Para conseguir todo esto te11

nemos frente a nosotros un camino largo. Para alcanzar estas metas creemos que es importante ser más solidarios, intercambiar experiencias de lucha, aprovechar los espacios internacionales para presentar nuestras propuestas y, sobre todo, unificar esfuerzos con otros grupos sociales, como la población afroamericana, campesinos, mujeres, microempresarios y otros sectores que sin ser necesariamente pobres están conscientes de la necesidad del cambio. Así, por ejemplo, creemos que uno de los grandes desafíos que tenemos al frente tiene relación con el Plan Colombia, que no solo es un asunto de Colombia ni tiene que ver únicamente con la guerrilla y el narcotráfico. El Plan Colombia, al menos en Sudamérica, tiene que ver con la defensa de la soberanía de nuestros países, la dignidad de los pueblos y la vida de todos nosotros, y todo esto pensando a futuro y no solo en el presente. Otro desafío es unir esfuerzos contra el ALCA, y para ello debemos y ya estamos preparando una propuesta conjunta a futuro. La lucha contra el ALCA se centra en la necesidad de velar por la vida de nuestros pueblos, defendiendo los mercados locales y las formas de vida de los pequeños productores, defender el medio ambiente, los recursos naturales. En definitiva, la lucha contra el ALCA es un llamado al derecho a la diferencia, a la diversidad y la pluralidad. Insisto en que esta lucha no la podemos hacer solos. El movimiento indígena, y ningún movimiento social contemporáneo, puede ser exclusivo sino que tiene que fortalecer alianzas y establecer consensos con otros sectores sociales, para que quienes hemos sido excluidos finalmente nos convirtamos en una mayoría y así enfrentemos el abuso. AMERICA LATINA


Mujeres del campo: Semillas para la vida Francisca Rodríguez Cuando los y las campesinas empezamos a discutir el concepto de la soberanía alimentaria, acuñado por la Vía Campesina, el proceso no fue nada fácil, pues pesaba mucho sobre nosotras/os el concepto de Seguridad Alimentaria, propuesto por la FAO, cuyas diferencias de enfoque nos sumergieron en un proceso de discusión e incluso en contradicciones entre nuestras organizaciones, las mismas que nos propusimos encararlas en nuestros espacios colectivos. El primer ataque en contra del concepto de la soberanía alimentaria señalaba que se trata de una propuesta peligrosa y poco solidaria, porque, se decía, dejaba desamparados a los países que no tenían condiciones para producir sus alimentos y auto abastecerse, lo que contradecía nuestros propios propósitos, pues la/os campesina/os no queríamos que existiera falta de alimentos en ninguna parte del mundo. Entonces empezamos a hablar ya no solo de Soberanía Alimentaria sino también de “seguridad”, porque éramos conscientes de que los países que no tenían condiciones productivas también tenían derecho a los alimentos.

Francisca Rodríguez es dirigente de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI) de Chile e integrante de la coordinación de Vía Campesina. AMERICA LATINA

Con el transcurso del tiempo logramos dar contenidos a nuestro concepto, el de soberanía alimentaria, hoy tan popular, pero cuyo proceso de desarrollo nos costó mucho, pues lanzar una propuesta innovadora significó ir aclarando nuestras propias diferencias. Por ello, considero que el tema de la soberanía alimentaria produjo una revolución en los diferentes actores, y que su parto implicó encuentros y desencuentros, reflexiones muy profundas y esfuerzos de racionalización sobre la situación del campo en el contexto mundial. En la Cumbre de la Alimentación (Roma: 1996) de Naciones Unidas, ya habíamos advertido que si el tema de la seguridad y soberanía alimentaria no era abordado, el problema de la producción de alimentos no se resolvería. Algo parecido sucedió en el seminario de Medio Ambiente, Género y Sustentabilidad (Chile 2000), en la II Asamblea de Mujeres del Campo en México (2001), y en el Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo -CLOC- (México, 2001), donde el tema de la soberanía alimentaria seguía generando un debate bastante rico y profundo, y no sólo dentro de los grupos de campesinos, sino también en la sociedad en su conjunto. Es parte de la ideología del modelo llenarnos de conceptos que no tienen contenido o que no tienen razón para la gente. Por ello, hoy en día y más que nunca nos corres12

ponde analizar el concepto de soberanía alimentaria, y entenderlo como el derecho de los pueblos a decidir qué producir y hacerlo según sus propios criterios, lo que incluye la decisión sobre el destino de los excedentes. Estando muy conscientes, además, de que para decidir qué producir, los pueblos tienen que tener derechos integrales, lo que engloba los derechos ciudadanos de las personas, el respeto a la dignidad y el derecho a la vida.

Hemos avanzado El tema de la soberanía alimentaria es, en definitiva, un tema de vida, en toda la extensión de la palabra: la vida del planeta, la de quienes lo poblamos ahora y aquella de las futuras generaciones. Es también un tema de calidad de vida, porque aquí vivimos a medio morir, cuando deberíamos pensar que la vida de la que estamos hablando debe ser una vida digna y de calidad, y para ello tienen que conjugarse elementos humanos y medio ambientales en una concepción de sociedad distinta a la actual. Para nosotras, la soberanía alimentaria significa el derecho a decidir. Y poder decidir qué vamos a producir y cómo nos vamos a alimentar significa el derecho a tener derechos, asunto que incluye tanto el tema de la tierra y reforma agraria, como el de las políticas globales y locales, que deben enmarcar la gestión de los gobiernos. Además, para las mujeres, este proceso de reflexión pasa por el hecho de que nos miremos a nosotras mismas, y analicemos todo lo que hemos avanzado y construido. Sin embargo, todavía nos cuesta otorgarnos esa mirada y, sobre todo, mirar por nosotras mismas. Tengo la impresión de que todavía nos seguimos echando toda la carga del mundo. Nos hacemos responsables de todo y por todo, y aún nos cuesta valorar las definiciones estraté352, 30 abril 2002


En la II Asamblea de Mujeres del Campo definimos ser promotoras activas de la Campaña Mundial de las Semillas, que es una propuesta para volver a nuestras raíces

gicas que hemos levantado y hasta dudamos a veces de cuan bien paradas vamos a salir de este proceso. No obstante, tenemos que reconocer que hemos dado ya algunos pasos estratégicos. En la II Asamblea de Mujeres del Campo (México 2001), por ejemplo, definimos ser promotoras activas de la Campaña Mundial de las Semillas, que es una propuesta para volver a nuestras raíces. En ella las mujeres tenemos un papel importantísimo, porque hemos sido nosotras las descubridoras, conservadoras y propagadoras de las semillas. Así, si nos proponemos recuperar especies que ya están extinguidas, este proceso y poder está, en gran medida, en manos de las mujeres. Pero, debemos evitar pensar que tenemos que ser nuevamente las cuidadoras y propagadoras de las semillas, sino que más bien nuestra responsabilidad y trabajo está en ir estructurando iniciativas para llevar a cabo estas propuestas. Esta campaña implica un reforzamiento bastante grande en el terreno de las alianzas. Tenemos que involucrarnos y hacer alianzas con los sectores populares y la sociedad civil, y relacionarnos también con universidades y la gente que trabaja en el campo científico. Con un trabajo adecuado, podemos hacer alianzas importantes entre mujeres de la ciudad y del campo, o sea, fortalecer incluso el movimiento y las alianzas entre mujeres. Todo esto nos permite ir recuperando un espacio y un grupo de gente que, por la aplicación de cier-

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tas políticas, están hoy en día despojados de su carácter de campesinos o campesinas, es decir, gente que ha sido despojada de sus tierras. Nosotras hemos definido a estos grupos como los sectores urbanizados. Se trata de gente que hoy se asienta básicamente en las grandes ciudades y que, irónicamente y a diferencia de mucha gente rica de la ciudad, ya no tiene ni siquiera una huerta. Mientras la gente de la ciudad que tiene dinero puede disponer de una casa fuera de las áreas urbanas contaminadas, en donde descansan los fines de semana, sembrando hortalizas en sus huertas, quienes antes eran campesinas/os hoy están metidas/os en invernaderos y relacionados con el cultivo intensivo, donde quizás pueden obtener algunas ganancias.

Alianzas necesarias Frente a esta realidad, creo que en nuestra campaña también tenemos que recuperar valores, cultura, tradiciones, pero, eso sí, debemos estar alertas sobre qué tradiciones vamos a recuperar, porque muchas veces las tradiciones pueden volverse en contra de nosotras. Por ello, es muy importante hablar del concepto de “comunidades campesinas de resistencia”, pero teniendo muy en cuenta nuestro rol dentro de este proceso de resistencia. Y es que, existe un peligro latente, y es el hecho de olvidar la posición y la situación precaria que las mujeres han tenido tradicionalmente en las comunidades campesinas, pues éramos las personas que trabajábamos y nadie nos reconocía, ni siquiera nosotras mismas. Había un 13

sistema de dominación tan fuerte que nos mantenía casi invisibles. La mayoría de las mujeres, muchas analfabetas, teníamos que tener una reverencia muy fuerte frente al hombre e incluso nosotras mismas transmitíamos estas ideas a nuestras hijas. Entonces, lo que queremos plantear es que en esta Campaña de las Semillas es posible hacer alianzas fuertes con las mujeres de la ciudad y hacer un trabajo efectivo con las mujeres que ayer eran campesinas y hoy ya no tienen acceso a la tierra, y cuya realidad no se toma en cuenta en los planes de urbanización. Miremos con mucha atención lo que fue la experiencia de Cuba frente a la agricultura urbana. Nosotras/os tenemos que proclamar y recrear una agricultura urbana que permita mejorar la calidad de vida de los sectores más pobres, para poder buscar esta resistencia que nos permita generar un banco de semillas propio y recuperar nuestro sistema productivo, pero dentro del marco de la agricultura solidaria, que es la única forma en la que podremos decir que, efectivamente, las semillas son un patrimonio de la humanidad. Un reto de esta campaña es recuperar las semillas originales y recuperar las formas tradicionales de tratarlas, la forma de guardarlas y conservarlas, la forma misma de producir y, como consecuencia, la forma tradicional de procesar alimentos sanos. Tenemos, además, que buscar un sistema para compartir nuestras experiencias, establecer cómo se llevarán a cabo nuestras alianzas, y cómo vamos a ir evaluando todo este proceso. Recordemos que para hablar de soberanía alimentaria tenemos que tener la materia prima y la materia prima son, justamente, nuestras semillas.

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La Reforma Agraria Vive Emilio García Jiménez En diferentes foros internacionales que se han realizado en los últimos diez años, el tema de la reforma agraria es tan recurrente como sus variadas expresiones y adecuaciones a las realidades y coyunturas nacionales, tanto en los países de nuestro continente como en Asia, Europa y África. Durante la Campaña Continental 500 años de Resistencia Indígena, Negra y Popular, que culminó el 12 de octubre de 1992, el tema central de los pueblos indios en los diferentes países de América Latina y el Caribe fue el del respeto a sus territorios, la restitución de las tierras de que fueron despojadas las comunidades indígenas y la lucha por una reforma agraria que garantice los derechos y el bienestar de los campesinos. El levantamiento indígena zapatista de los Altos de Chiapas, en enero de 1994, puso en evidencia que en el estado mexicano del sureste nunca hubo la reforma agra-

Emilio García Jiménez es miembro de la dirección colectiva de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA) de México, organización fundadora de la CLOC y miembro de La Vía Campesina. El autor también es miembro de la Red Interamericana de Agriculturas y Democracia (RIAD). AMERICA LATINA

ria que se desarrolló en el resto del país y que los terratenientes mantenían a las comunidades indígenas sometidas a una guerra permanente, por medio de ejércitos privados (guardias blancas) que con frecuencia cometían masacres de decenas de indígenas y campesinos. A iniciativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se llevaron a cabo foros nacionales como el de la Reforma del Estado, que contribuyó a los trabajos de la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA) y un proyecto de Ley de Derechos y Cultura Indígena, que entre otras cosas reconocía a los pueblos y comunidades indígenas como sujetos de derecho público, así como el ejercicio de la libre determinación de los pueblos indígenas en cada uno de los ámbitos y niveles en que hicieran valer su autonomía.

La Reforma Agraria y la CLOC En el Primer Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), realizado en Lima, Perú, en febrero de 1994, el tema agrario fue uno de los más importantes en la agenda y las mesas de trabajo. En su Declaración Final, el Congreso señaló que “El derecho de los campesinos a la tierra y de los indígenas a su territorio es irrenunciable e irrevocable y forma parte de los derechos huma14

nos. Que una verdadera reforma agraria supone profundos cambios en las estructuras sociales y productivas, un reordenamiento de la legislación anticampesina que garantice las formas de propiedad social y la producción directa de la tierra. No más tierras en pocas manos, ni muchas manos sin tierra”. El II Congreso de la CLOC (Brasilia, noviembre de 1997), se realizó en medio de grandes movilizaciones por la tierra en Brasil. En la Declaración de Brasilia se establece que “La reforma agraria es una solución que no se reduce a la distribución de la tierra, sino que abarca los aspectos económicos, políticos y sociales, y por tanto constituye una premisa básica para asegurar un desarrollo sustentable, que preserve el medio ambiente, proteja la biodiversidad y los conocimientos tradicionales; condiciones indispensables para garantizar la soberanía y seguridad alimentaria de nuestros pueblos.” El III Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), llevado a cabo del 6 al 11 de agosto pasado, en la ciudad de México, se caracterizó por la participación fuerte y activa de mujeres y jóvenes, quienes previamente realizaron sendas asambleas a nivel latinoamericano. El tema de Reforma Agraria y Movimiento Campesino fue abordado inicialmente por el especialista Armando Bartra, de México, quien señaló que ante la convicción de los neoliberales de que los campesinos sobran y que ya no son funcionales, es necesario persistir en la multifuncionalidad de la tierra para la producción de alimentos básicos, no sólo para revertir las importaciones de éstos, sino para sustentar la soberanía alimentaria. Como un segundo componente de 352, 30 abril 2002


la nueva reforma agraria, propone la lucha por la soberanía laboral, como la posibilidad de fortalecer el empleo agrícola, mediante una mayor inversión social. Bartra propone la apropiación campesina del proceso productivo y la utilización de las ventajas comparativas frente a los mercados interno y externo. La sobreproducción mundial puede regularse si se impone la racionalidad de los productores, la cooperación internacional y la economía moral.

Seminarios internacionales sobre Reforma Agraria Es prácticamente imposible registrar aquí decenas de foros internacionales y probablemente cientos al interior de nuestros países, donde se ha tratado el tema de reforma agraria. Por ejemplo, en mayo de 1998, la Red Interamericana de Agriculturas y Democracia (RIAD) y el Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (IBASE), convocaron en Río de Janeiro, Brasil, al Seminario Internacional Reforma Agraria y Democracia, una Perspectiva desde la Sociedad Civil. En el seminario se abordó el proceso de la Reforma Agraria en el contexto de la globalización, el libre mercado y el desenvolvimiento de la agricultura. Los asistentes demostraron que en prácticamente todos los procesos de reforma agraria ha sido negativo el impacto de la liberalización comercial, el adelgazamiento de los Estados, la privatización de la economía y el papel de la transnacionales agroalimentarias. En un manifiesto aprobado por organizaciones campesinas asistentes de América Latina, Asia, África y Europa, se afirma: “Que la reforma agraria es un tema de plena actualidad en gran parte del mundo; que la globalización y las políticas neoliberales son el prin352, 30 abril 2002

Hoy, la lucha por la tierra está ligada a los cambios culturales, a los cambios en las formas de producción y de los procesos tecnológicos. Frente a la idea de las semillas transgénicas, se reivindica la validez del conocimiento generado y acumulado a través de los siglos

cipal obstáculo para su realización, imponen el retroceso donde ya se ha llevado a cabo y constituyen una amenaza para la agricultura campesina y para la soberanía alimentaria.” La Vía Campesina y organizaciones campesinas, indígenas y negras de Colombia convocaron en junio del 2001, en Bogotá, al Seminario Internacional Reforma Agraria para la Democracia. En su declaración final, los más de 300 delegados denunciaron ante los pueblos del mundo que «El prolongado conflicto armado en Colombia tiene sus raíces en la miseria, el hambre, la exclusión política, la ausencia de una verdadera reforma agraria y la falta de una real democracia. La raíz de la violencia y el conflicto está en la estructura del latifundio especulativo. Los grandes propietarios, que son sólo el 0.33% del total, es decir, cinco mil personas, pasaron de tener el 32% de la tierra en 1984, a tener ahora el 48%. Esta concentración se realiza mediante la expulsión violenta de las poblaciones rurales en beneficio de los megaproyectos multinacionales, viales, petroleros, mineros y del control de la biodiversidad. Utilizan la violencia para sacar a campesinos y afrocolombianos mediante tales proyectos y explotaciones que destruyen las culturas y pueblos indígenas y el medio ambiente.» 15

La Reforma Agraria en el Foro Social Mundial En el I Foro Social Mundial que se llevó a cabo en Porto Alegre, Brasil, del 25 al 30 de enero del 2001, hubo paneles, conferencias y talleres que se ocuparon amplia y profundamente del tema. Hoy, se dijo con insistencia, la tierra no se entiende solamente como un medio de producción para la agricultura; la tierra es recipiente de recursos naturales, es un espacio colectivo que contiene aire, suelo, agua, minerales, flora y fauna; es pues un bien social para la vida de todos, por eso no puede ser una mercancía. La multifuncionalidad de la tierra y de la agricultura, la sustentabilidad del desarrollo rural, el cuidado del medio ambiente, la seguridad y soberanía alimentarias, son aspectos que enriquecen y hacen más integral el concepto moderno de reforma agraria. Para Jacques Chonchol, quien fuera Ministro de Agricultura durante el gobierno de Salvador Allende en Chile, la globalización ha impuesto cambios en la estructura productiva y en los sistemas de producción, los cuales han conducido al abandono de cultivos tradicionales, han acabado con los recursos naturales y degradado el medio ambiente. La pobreza y la marginación social se han incrementado y de los 111 millones de latinoamericanos en la extrema pobreza, la mayor parte se localiza AMERICA LATINA


en las zonas rurales de Brasil, Colombia, Venezuela, Chile y México. El ex ministro chileno propone revalorizar el rol de las políticas públicas para el campo, recomienda orientarnos a la multifuncionalidad de la tierra, sugiere apoyar la organización de los pequeños productores, adaptar tecnologías para la pequeña agricultura, dar prioridad a la seguridad alimentaria y a la creación de empleos; revalorizar el espacio rural con actividades extra agrícolas que conlleven al rejuvenecimiento de la agricultura familiar, implantando estímulos y compensaciones para quienes produzcan con cuidado de la naturaleza y el medio ambiente y creando programas y apoyos especiales para jóvenes que se incorporen a la producción rural. El investigador francés, Michel Merle, reseñando las conclusiones de uno de los talleres del FSM, señala que las causas por las que la tierra sigue siendo fuente de conflictos, son su desigual y antidemocrática distribución, el desconocimiento y falta de respeto de los derechos consuetudinarios y las reivindicaciones de los grupos sociales y grupos étnicos. Merlet recuerda que desde 1944, Karl Polanyi calificó la tierra como una mercancía ficticia, porque lo que se venden son los derechos sobre ella. «Lo que llamamos la tierra ?sostiene Polany- es un elemento de la naturaleza que está inextricablemente enlazado con las instituciones humanas. Entre todas la obras de nuestros antepasados, la más extraña habrá sido quizás aislarla y constituirla en mercadería.» Mas allá de consideraciones religiosas y étnicas que le dan un carácter sagrado a la Madre Tierra, las comunidades indígenas y las naciones originarias tienen derechos históricos sobre la posesión de la tierra, de la que en muchos casos AMERICA LATINA

han sido despojadas. Estas reivindicaciones y el derecho humano de solicitar tierra para trabajar y mantener a su familia, que tienen todos los campesinos de una nación, deben ser reconocidos y respetados por los Estados nacionales y la sociedad.

Reforma Agraria en la globalización La reforma agraria en el siglo XXI es un movimiento mundial vigente y activo. Asistimos sin duda a un nuevo ciclo de reformas agrarias en América Latina y en el mundo. En esta gran corriente de movimientos sociales se inscribe la CLOC, La Vía Campesina, APM de África y otras redes campesinas en Asia y Europa que están globalizando la lucha y la esperanza. Hoy, la lucha por la tierra está ligada a los cambios culturales, a los cambios en las formas de producción y de los procesos tecnológicos. Frente a la idea de las semillas transgénicas, se reivindica la validez del conocimiento generado y acumulado a través de los siglos; de los mercados solidarios, el comercio justo, el consumo responsable, la democracia participativa; la mundialización de todos los derechos para todos, los individuales y los colectivos; los derechos de las mujeres, los jóvenes y los niños y, en general, el reconocimiento de los derechos de todas las futuras generaciones, para potenciar todas las capacidades humanas frente a la idea del capital de concentrar los recursos, el conocimiento y el poder. La reforma agraria de nuestro tiempo, además de combatir la pobreza desde sus raíces, se propone fortalecer la soberanía alimentaria, diversificar la producción y combatir los objetivos y prácticas especulativas y de rapiña de las transnacionales agroalimentarias. 16

Las nefastas políticas de los organismos internacionales basadas en la ideología neoliberal son los principales obstáculos para lograr reformas agrarias con justicia social. Por ello, la lucha actual de los campesinos en todo el mundo se dirige especialmente en contra de la OMC, el FMI, el BM, los acuerdos comerciales como el ALCA y las transnacionales agroalimentarias. La experiencia del MST en Brasil, muestra que en la lucha por la reforma agraria es necesario incorporar a la sociedad rural y urbana, buscando una transformación social, económica, política y cultural: ¿Los campesinos solos, no conquistaremos la reforma agraria y los cambios en el campo?. Por ello, para el MST la lucha por la tierra es parte de la lucha contra la desigualdad social, contra el modelo neoliberal y la omnipresencia del mercado. También se entiende como uno de los derechos humanos fundamentales y como garantía de la seguridad y la soberanía alimentaria. La reforma agraria en Brasil y en muchos otros países se entiende como una medida indispensable para garantizar el derecho de los campesinos al trabajo y la alimentación. En el II Foro Social Mundial de Porto Alegre, Brasil, quedó claro que el problema alimentario no lo resolverán los mercados, ni las transnacionales, ni las políticas neoliberales; y la reforma agraria al concentrar todos los elementos del desarrollo o de los derechos culturales, sociales y políticos, obliga a pensar en otro modelo de desarrollo, en otra búsqueda, que nos une más allá de las diferencias, y que nos permite luchar por construir un proyecto para el futuro, es decir, otro mundo posible.

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La Formación de los jóvenes y las organizaciones juveniles para Otro Mundo Posible Julio Fermín

Pensar en que otro mundo es posible, como bien lo asumen los movimientos sociales de todo el planeta en el Foro Social Mundial, supone también trabajar desde ahora con los ciudadanos que harán posible la ciudadanía y la sociedad civil del siglo XXI, es decir, los jóvenes de hoy. ¿Qué información se transmite hoy y cómo se transmite a los jóvenes? ¿Qué contenidos deben prevalecer o tener prioridad en cualquier proceso de formación integral y organización juvenil? ¿Qué valores compartir con ellos para que puedan abordar la tarea de transformar su entorno como ciudadanos sujetos de derecho?

Julio Fermín, ingeniero de sistemas, es directivo del Equipo de Formación, Información y Publicaciones (EFIP) de Venezuela. 352, 30 abril 2002

Una realidad signada por las desigualdades y lo mediático Es un hecho que en la sociedad actual, la principal fuente de información de los jóvenes son los medios de comunicación masiva, a los cuales se someten para efectos del consumo de “bienes y servicios informativos y culturales”. Su propia existencia parece estar ligada a las imposiciones del reciclaje cultural de finales del siglo pasado o a la venta de las ventajas de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Los jóvenes, la mayoría de la población de América Latina y del resto del planeta, tienen que enfrentar las consecuencias de la desigualdad que produce el modelo económico imperante. El tiempo libre ahora es cada vez mayor, debido a la temprana deserción escolar y el desempleo que duplica las tasas de desocupación de la población general. 17

En diversas investigaciones realizadas en algunos países, se constata que estas desigualdades económicas y sociales también implican el desigual acceso a los “bienes culturales”. Apenas un 0,3% puede acceder a espectáculos de “cultura clásica” (ballet, danza contemporánea, música académica, cine de arte y ensayo, etc.) Asimismo, el acceso a los “templos de la cultura” es mínimo: visitas a bibliotecas y librerías (6.2%), visitas a museos y galerías (4.5%), ir al teatro (2.5%). Mientras que 92% manifiestan estar frente al televisor todos los días, 71% escuchan radio, 62% oyen música popular en CD o cassette, 49% leen periódicos y/o revistas, o están ante un computador un 15%, todos los días o casi todos los días, durante todo el año (1). En fin, la realidad de los jóvenes está “mediada” fundamentalmente por los medios. Las imágenes e impresos van construyendo realidades distantes, pero altamente efectivas y afectivas. Ahora no sólo se informa sobre lo que acontece, sino que además se interviene en el desarrollo de los hechos. Los medios narran, interpretan e impulsan salidas y soluciones, sustituyendo a instituciones tradicionales como la iglesia, el gobierno, el partido político,

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etc.; los medios son de hecho un actor que provee más que servicios informativos y multimediáticos que integran plenamente las nuevas tecnologías de información, informática y telecomunicaciones. En contraposición, los jóvenes, como la mayoría de la población, padecen de “analfabetismo mediático”. Se puede captar los mensajes y entenderlos, pero no se sabe por qué”. La información se ha convertido en un “bien” de consumo que hace parte del sistema de producción, de un “mercado de la información”. Más allá de los medios, el modelo de sociedad Han sido muy debatidos los efectos del modelo neoliberal que viven la mayoría de las sociedades del mundo, pero es necesario insistir en los efectos perversos que han tenido en el deterioro de las redes sociales tradicionales que tenían incidencia en la formación e inserción social de los jóvenes: redes familiares, escolares, comunitarias, religiosas, políticas, etc. Son estas instituciones las que han sido sustituidas por los mensajes de los massmedia, reduciendo las posibilidades del contacto humano, de la vida comunitaria, del intercambio de ideas y afectos. El empleo o el trabajo, el ocio, pierden el sentido de un espacio para la convivencia, la afectividad, el crecimiento personal y el desarrollo de valores comunitarios. Hay un repliegue total a intereses y valores particulares y privados. Estas realidades tienen sus efectos de corto y mediano plazo en los jóvenes. Sectores masivos de jóvenes, con poca o nula calificación,

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se ven en la necesidad de procurar rápidamente algún tipo de sustento que le obliga a buscar cualquier tipo de trabajo y abandonar tempranamente el sistema educativo. El efecto del desempleo en el joven, cuando se trata de un largo período, es devastador, puesto que el desánimo y el descrédito en el sistema educativo juegan un efecto perverso que crece con el tiempo, deteriora la autoestima, dificultando su inserción social y laboral futura. En no pocas ocasiones, termina presa del vicio y la delincuencia. El fracaso educativo y laboral de los jóvenes es el fracaso de las sociedades y de los Estados en la preparación de los jóvenes para el mundo del trabajo, para sobrevivir en medio de la incertidumbre que genera la globalización. Por otra parte, las propias instituciones políticas, sociales y religiosas, entre otras, se van haciendo cada vez más “viejas”. No es casual la debilidad o ausencia de movimientos juveniles de peso en nuestras sociedades. El liderazgo político y social empieza a hacer aguas debido a generaciones condenadas a la exclusión social.

La formación de los jóvenes y de sus organizaciones La primera noción de formación en el caso de los jóvenes está ligada a que debe considerarse al mismo tiempo un proceso personal, aunque se realice en forma colectiva junto a otros, emprender un itinerario para su inserción social y ciudadana. Para tal fin, es necesario promover la apropiación de in18

formación rigurosa y de calidad, la implicación consciente y la aplicación en la práctica de lo aprendido (2) 1. La información. Más allá de contar con herramientas de información y comunicación como nunca antes, tal como se observa en el incremento de los centros de navegación de Internet en las principales ciudades, la información de calidad supone “aprender a informar e informarse”. Los jóvenes requieren, después de obtener la información, poder opinar sobre ella. Verificar por sí mismos los datos, contrastar las interpretaciones, investigar de dónde sale la información, por qué y cuál es el contexto. Cambiar el sentido de la información, privilegiando lo que ocurre cotidianamente, lo que está ligado a los intereses de los jóvenes, combatiendo el sensacionalismo y la novedad que se apoya fundamentalmente en pautas publicitarias. El estar informado es clave para funcionar en la vida y no perder el horizonte, pero hay que seleccionar y trabajar con la información, para no atiborrarnos de noticias y datos que ocupan toda nuestra capacidad y no nos dejan espacio para lo fundamental.

(1) Serrano, Manuel Martín (1995): “Las transformaciones sociales vinculadas a la era audiovisual”, en Comunicación Social 1995/Tendencias. Informes Anuales de Fundesco. Fundación para el Desarrollo de la Función Social de las Comunicaciones (Fundesco). España, p. 217 y ss. (2) Del Río, Enrique (1998): La Economía Social y Solidaria. 352, 30 abril 2002


2. La implicación. La información a la que accedan los jóvenes no tendrá utilidad si no supone una reacción práctica que lo ponga en movimiento, una toma de conciencia para asumir posiciones, fortaleciendo su visión de la realidad. Se requiere incorporar el análisis que impida ser manejado por intereses ajenos a su realidad e intereses propios, para asumir su responsabilidad y actuación positiva. 3. La acción. El ciclo formativo se cierra y retroalimenta con la acción. Es decir, con la reacción frente a lo que se ha comprendido y según los principios de cada uno. Es el punto de partida para la generación de soluciones reales. De ahí que los jóvenes requieran en todo el proceso fortalecer su nivel de conciencia y compromiso consigo mismo y con su entorno. Es necesario proporcionar herramientas para observar e investigar, escuchar y analizar, sacar conclusiones y actuar de manera organizada junto a otros, pero siempre de manera consciente y con capacidad autónoma para decidir lo que quiere hacer. Sin obviar que la participación juvenil estará sujeta a estructuras ya viciadas o contaminadas por la corriente cultural dominante en la sociedad.

Formación para la ciudadanía local y global Las organizaciones de jóvenes y aquellas que trabajan con jóvenes son las candidatas a impulsar un proceso formativo que tiene como ejes la participación ciudada352, 30 abril 2002

na y comunitaria, fundamentalmente, para lo cual será preciso tomar en cuenta algunos criterios: El privilegiado espacio local. Los jóvenes enfrentan cotidianamente muchos frentes para los cuales es necesario definir objetivos concretos y buscar aliados. Lo importante es que tengan una perspectiva global y local al mismo tiempo. Es necesario tomar en cuenta las características particulares del medio, las raíces culturales, etc., es decir, los ritmos y las formas de ser del joven, respetando su propio desarrollo como personas. En este sentido, los jóvenes necesitarán combinar sus actividades para promover espacios de participación, dondequiera que se encuentre: en los centros de estudio y capacitación laboral, en la calle, mientras practica deportes o se recrea, para el proceso de búsqueda de empleo, etc., partiendo de sus propios intereses y motivaciones, intentando superar el corto plazo, lo coyuntural y el ansia por lo inmediato que le es característico. Una visión globalizadora. ¿Cómo cambiar la visión inmediata y coyuntural por otra que invita a la reflexión sobre los problemas estructurales y las visiones de largo plazo? ¿Cómo dar a conocer el funcionamiento de las relaciones económicas, políticas, sociales y culturales, al mismo tiempo que evaluamos nuestro desarrollo como personas, grupos y población? Comencemos por promover la cultura de la solidaridad como el valor fundamental que sustente la participación y la visión ciudadana local y global. En todos los ámbitos de vida de los

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jóvenes conviene promover la tolerancia, la pluralidad, el respeto a la opinión, la multidisciplinariedad. En estos tiempos requerimos una actitud universalista, respetuosa con uno mismo y con los demás. Esta actitud puede ayudarnos a enfrentar el dogmatismo y el totalitarismo que nos amenaza constantemente. Ejercer el poder juvenil. ¿Pueden los jóvenes ejercer su propio poder de decidir, de pensar, de investigar, de compartir, de optar por otras formas de vida más satisfactorias...? El primer paso en este sentido es que los jóvenes, al igual que ocurrió con los niños/as y adolescentes, se asuman como sujetos de derecho y asuman la labor ciudadana de impulsar la legislación y las políticas públicas para jóvenes, cuestiones que ya han sido trabajadas en la Carta iberoamericana de los derechos de los jóvenes. Por otra parte, en correspondencia con su naturaleza, los jóvenes están requiriendo de organizaciones horizontales funcionales donde sea posible realmente la participación, donde se pueda armonizar el interés colectivo como sector, sin que se limiten sus necesidades y situaciones particulares. Que no se pierda la frescura y el potencial de la organización juvenil. Finalmente, los jóvenes deben volcar su mirada a una participación ciudadana que exige, también, trabajar en la demanda y construcción de políticas públicas para jóvenes de la manera más integral posible, asumiendo como un todo sus ámbitos de vida: la educación, la recreación, el trabajo y el barrio.

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De regreso de otro mundo posible para ir hacia la construcción de un futuro diverso Ana Irma Rivera Lassén Cuando en la década de los setenta del siglo XX, las mujeres en Puerto Rico decidimos organizarnos en lo que se conoció nacional y mundialmente como la segunda ola o época del movimiento feminista, muchas creíamos que debíamos defender la idea de que las mujeres éramos todas iguales. Resultó que el mundo de las igualitas no existía, que sí podíamos creer igualmente en la búsqueda de justicia, pero esa búsqueda se construía primero desde el reconocimiento a la diversidad. El lema “otro mundo es posible” del pasado Foro Social Mundial (FSM), de febrero de 2002, plasma elocuentemente la persistencia en la búsqueda de utopías sociales de justicia social. Personalmente me recuerda los versos más conocidos del poema Meditación en el umbral, de la mexicana Rosario Castellanos, cuando dice “Otro modo de ser humano y libre. Otro modo de ser”, versos que han sido usados por muchas feministas. No voy analizar el poema completo aquí, ni

Ana Irma Rivera Lassén, abogada puertorriqueña, es vocera en su país del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos Humanos de la Mujer (CLADEM). AMERICA LATINA

su contenido, aunque invito a una lectura del mismo, creo que pocas(os) lo conocen completo. Ese poema y el de la puertorriqueña Julia de Burgos llamado A Julia de Burgos, también usado mucho por las feministas de Puerto Rico, tienen imágenes interesantes de profunda ruptura de lo esperado de las mujeres, pero también reproducen frases o imágenes de otros estereotipos. Entonces, de lo que hablo es de que los discursos de las utopías son tan contradictorios como las personas que los impulsamos. Por eso deben ser flexibles, capaces de crecer, de soltar en el camino y de unir otras voces. En el momento en que nos estancamos la(s) utopía(s) que impulsamos se convierte(n) en dogma y fuerza de resistencia a otros cambios. Porto Alegre fue durante los días del Foro una especie de ciudad virtual para ?ensayar? la construcción de otro mundo posible. Y eso hicimos, soñar, hablar, oír, no oír, discutir, compartir, organizar, reorganizar, desorganizar, y estar solas(os) entre tanta gente. Pero ?cuál es el futuro que queremos? José Saramago dice que “una aldea tiene el tamaño exacto del mundo para quien siempre ha vivido en ella”. Creo que esa aldea puede ser también nuestro país, o puede ser nuestra organización o puede ser nuestra ideología social, 20

política o económica. Para poder ver y apreciar la diversidad de otras voces no podemos aferrarnos a las posiciones más estáticas y conservadoras como verdades únicas. Necesitamos eventos, foros, encuentros, publicaciones, que nos permitan tener espacios de discusión, de rompimientos y de amaneceres. Las reuniones de la sociedad civil que se organizan en diversas partes del mundo cada día convocan una diversidad mayor de personas, identidades y reclamos. Las mujeres que tenemos conciencia de género, por un lado reclamamos el derecho a estar, a ser visibles y a participar. Pero también queremos participar con nuestras voces y con nuestras múltiples identidades, con nuestra raza y etnicidad, con la orientación sexual que tengamos, con la nacionalidad y con la posición económica. Al hablar de visiones futuras en un mundo cada vez más aceptado y entendido como plural y diverso muchas personas nos planteamos la necesidad de asumir discursos y acciones incluyentes de esa diversidad, de forma y de contenido. Atrevernos a hablar del futuro que queremos como si supiéramos lo que sucederá mañana es realmente un ejercicio más que de adivinanzas, de sincera y profunda reflexión interna. De mirar lo que somos hoy, lo que creemos y cómo actuamos. Los movimientos sociales y políticos también debemos hacer ese ejercicio. ?A quiénes les decimos que sus reclamos no son importantes? No es difícil saber entonces que el proyecto de futuro no incluirá mañana las voces de las personas que estemos excluidas hoy en los reclamos de justicia. Para las voces excluidas hoy, el futuro siempre será después de la gente a quien se le permite hablar ahora. 352, 30 abril 2002


Para ilustrar esto, Cándido Grzybowski, expresa que “las mujeres son “minoría” creada por nosotros mismos, en el seno de la sociedad civil. No sirve culpar al capitalismo, al neoliberalismo, a la globalización, a los Estados excluyentes, etc., etc. Este es uno de los grandes problemas que se gestan, desarrollan y mantienen en la cultura civil. En fin, se trata de reconocer que las estructuras sociales son fruto de múltiples determinaciones, donde las relaciones de género, sin duda, tienen un papel constitutivo hasta ahora poco admitido?. Otro ejemplo importante es el no reconocimiento a la diversidad sexual. La defensa de los privilegios heterosexistas en los distintos países, hace posible la existencia de categorías distintas de derechos humanos sobre la base de la orientación sexual. Los grupos paramilitares, comandos de muerte o grupos de odio actuarán impunemente atacando y/o matando personas por ser pobres, deambulantes, trabajadores(as) sexuales, homosexuales o lesbianas. En ocasiones anteriores he expresado que creo que la dinámica de las discriminaciones son horizontales, verticales, transversales e internas. Entiendo que colectivamente e individualmente tenemos puntos de partida diferentes. Así que el desafío personal o individual es igualmente importante que la respuesta institucional, colectiva o del Estado. Al esbozar posibles visiones de futuro para un mundo de humanidad, justo y pacífico necesitamos una metodología que nos permita hacer intersecciones, una metodología transversal que tenga una perspectiva de género y una visión pluralista y diversa. 352, 30 abril 2002

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Un mundo diverso con diversidad sexual Phumi Mtetwa

En los últimos 20 años la lucha por el derecho a la orientación sexual, ha llegado a colocarse como uno de los nuevos temas de los derechos humanos y el movimiento social que la impulsa se está constituyendo en una fuerza cada vez mayor entre los movimientos sociales. Gracias a ello, esta reivindicación que históricamente fue apadrinada por algunos movimientos sociales empeñados en el cambio social: el movimiento feminista, el de derechos humanos, en algunos casos sindical, va ganando matices de universalidad al colocar la problemática de la diversidad sexual, que en el caso de culturas autoritarias como lo son la mayoría de las actuales, concierne a todas las personas, independientemente de su orientación sexual. En varios países y regiones, el movimiento gay -LGBT-, impensable hasta hace algunos años, se ha organizado e influenciado exitosamente en la opinión pública,

Phumi Mtetwa es Coordinadora del Dialogo Sur/Sur GLBT y ex Secretaria General de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas -ILGA-. AMERICA LATINA

ha sensibilizado y logrado la adhesión de una amplia gama de movimientos y el delineamiento de algunas políticas nacionales. Pero esto no ha sucedido en todos los rincones del mundo, en muchos movimientos, sectores y países, el respeto a la diversidad es uno de los grandes retos de futuro. Como lo es también el de procurar un mayor entendimiento del vínculo entre el reconocimiento del derecho a decidir libremente sobre la orientación sexual, con la defensa de los derechos humanos integrales, los asuntos económicos, políticos o los temas de la globalización. A inicios de este siglo, el movimiento gay está compuesto por personas provenientes de los más diversos sectores de la sociedad, que delinean sus propuestas y prioridades de lucha según las especificidades de cada región o país. Así, si en el Norte las tendencias han apuntado hacia la obtención de significativos reconocimientos de los derechos civiles: reconocimiento de leyes que reconocen a las parejas del mismo sexo; beneficios sociales para cónyuges y otros. En el Sur, los luchas principales se han orientado a la obtención de derechos colectivos o universalizables. Un ejemplo de ello son las Constituciones adoptadas 22

por Sudáfrica (por el gobierno de Mandela en 1996) y Ecuador (1998), que incluyen principios de no-discriminación por orientación sexual y en el caso de Ecuador reconoce los derechos sexuales. En el primer caso la adopción de este principio dejó sentado que la sociedad sudafricana, luego de muchos años de apartheid, no aceptaría en adelante ninguna forma de discriminación ni exclusión. En el caso de Ecuador esta hace patentes los avances de los movimientos sociales y de la sociedad en el reconocimiento de la diversidad como un principio ético. Es en medio de ese ambiente político que surgió el Dialogo Sur/ Sur LGBT (Gay, lésbico, bisexual y transgénero) que es una propuesta africana, latinoamericana y asiática, orientada a levantar la lucha contra la exclusión social que genera la globalización neoliberal. Entre cuyas metas está la participación directa a las iniciativas sociales por un mundo inclusivo y solidario. Finalmente, el movimiento GLBT es heterogéneo y sus diferentes prioridades reflejan las situaciones de contexto y socio-económicas de cada región. En eso, no cabe duda que las disparidades que se viven en el Sur, marcan las agendas reivindicatorias de esta zona del mundo, que en la mayoría de los casos están relacionadas con la lucha contra la pobreza y la vigencia de los derechos básicos de todas y todos. Así es un reto futuro para el movimiento, colocar sus propuestas en las agendas generales y es un reto para los otros movimientos incluir en las suyas el derecho a la libre orientación sexual y por los derechos sexuales.

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La lucha imprescindible por los Derechos Humanos María Luisa Mendonça Después de la Segunda Guerra Mundial, hubo avances significativos en relación a los mecanismos internacionales de protección a los derechos humanos, con la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de pactos y protocolos internacionales en defensa de esos derechos. A pesar de eso, continuamos presenciando serias violaciones, como en el caso de las dictaduras militares en América Latina. Incluso después del período de democratización en los países latinoamericanos, constatamos la permanencia de todo tipo de violaciones a los derechos políticos, civiles, económicos, sociales y culturales. Esas violaciones tienen origen en el proceso de colonización de nuestros pueblos, y se mantienen hasta hoy a través de las desigualdades económicas y, cuando necesario, de la intervención militar. Las políticas neoliberales implementadas en los países del Hemisferio Sur han generado desempleo, exclusión social y violencia. Hoy, 36% de los latinoamericanos, o 220 millones de personas, viven abajo del nivel de la pobreza. María Luisa Mendonça, periodista brasileña, es directora de la Red Social de Justicia y Derechos Humanos y miembro del Comité Organizador del Foro Social Mundial. 352, 30 abril 2002

La política de intereses altos y salarios congelados profundiza la desigualdad social. En Brasil, el 50% de la población más pobre tiene el 14% de la renta y el 1% de los más ricos posee el 13% de la renta del país. Se estima que 32 millones de personas pasan hambre y 300 mil niños mueren de desnutrición por año en Brasil. Actualmente, una de las principales preocupaciones de los movimientos sociales latinoamericanos es la lucha contra el ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas). Ese acuerdo comercial es un proyecto estratégico para el gobierno estadounidense, que pretende ganar acceso a un enorme mercado. Las principales críticas al ALCA se refieren justamente al poder de dominación de los Estados Unidos en América Latina, comenzando por su Producto Interno Bruto (PIB), que representa el 71% de todo el continente. Además de la dimensión económica, las disparidades entre Estados Unidos y los países latinoamericanos engloban las escalas de producción, las diferencias tecnológicas, de infraestructura y el poder militar. Los efectos del ALCA pueden ser proyectados si imaginamos la profundización del modelo neoliberal, de la dependencia del crédito externo, del endeudamiento, de la especulación cambiaria, de la quiebra de la industria nacional, de 23

las pérdidas en la balanza comercial y, consecuentemente, de la exclusión social. En verdad, acuerdos comerciales como el ALCA y el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) hieren diversos Pactos y Convenciones internacionales de derechos humanos, referentes, por ejemplo, a los derechos de los trabajadores, de los niños y de los pueblos indígenas. Después del período de las dictaduras militares en América Latina, el concepto de derechos humanos pasó a incluir derechos económicos, sociales y culturales. Las actuales Constituciones de la mayoría de los países latinoamericanos contienen principios que subordinan actividades económicas privadas a los derechos sociales. Además de eso, muchos de los países ratificaron el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Sin embargo, la realidad de los pueblos latinoamericanos es muy diferente. El deterioro económico ha generado mayor represión a los movimientos sociales. En Brasil, esa represión ha alcanzado principalmente al movimiento indígena, a los trabajadores del sector público, a los estudiantes y a los campesinos -en particular al Movimiento Sin Tierra (MST). Los trabajadores sin tierra han sido blanco de diferentes formas de represión, como prisiones arbitrarias, amenazas de muerte y asesinatos. La Comisión Pastoral de la Tierra documentó 23 casos de asesinatos de trabajadores rurales, de enero a septiembre de 2001. Además de eso, se registraron ocho asesinatos en el Sur del estado de Pará, de septiembre a noviembre. De abril a julio, 126 agricultores sufrieron prisiones arbitrarias -el mayor promedio histórico. Los conflictos de tierra también son comunes en territorios indígeAMERICA LATINA


nas. De acuerdo con el Consejo Indigenista Misionero (CIMI), hasta el 31 de julio de 2001, 442 áreas indígenas permanecían sin demarcación. De enero a septiembre de 2001, el CIMI registró nueve casos de asesinatos de indígenas en el país, de los cuales por lo menos tres fueron atribuidos a policías militares. La actual crisis energética, causada por la privatización del sector, agravó los conflictos en áreas indígenas. El año pasado, el gobierno brasileño aprobó la Medida Provisoria 2147, que establece un plazo de apenas seis meses para la autorización de la construcción de represas. La mayoría de esos proyectos está localizada en la región amazónica y cuenta con el financiamiento del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Solamente en el río Xingu está prevista la construcción de seis represas, inclusive en territorios indígenas. Una de ellas, la Belo Monte, puede llegar a ser la segunda mayor represa del mundo. Además de eso, existen 14 obras previstas en los ríos Tocantins y Araguaia. La remoción forzada amenaza también comunidades rurales de los quilombos en Alcântara, en el estado de Maranhão, como consecuencia de la instalación de una base de lanzamiento de cohetes. Organizaciones locales, como el Sindicato de Trabajadores rurales de Alcântara, el centro de Cultura Negra de Maranhão y la Sociedad Maranhense de Derechos Humanos alertan sobre la destrucción del territorio étnico de Alcântara, en caso de que el gobierno brasileño establezca un acuerdo de utilización de la base por el gobierno de los Estados Unidos. Ese acuerdo prevé el desplazamiento de decenas de poblados remanentes de quilombos. La ocupación de la base de Alcântara hace parte de la estrategia de militarización impuesta por

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los Estados Unidos en América Latina, a través del Plan Colombia. La implementación del Plan Colombia, con un presupuesto de 1.300 millones de dólares, fue justificada por el gobierno y por el Congreso de los Estados Unidos como una forma de combatir el narcotráfico. Pero el presidente George W. Bush y sus representantes ya hablaban abiertamente de la necesidad de combatir la guerrilla y el terrorismo. Ese discurso estimuló el fin del proceso de paz y, a partir del día 20 de febrero, el ejército colombiano pasó a bombardear la zona controlada por las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Con esa ofensiva, el gobierno colombiano llevó a la guerrilla a actuar en otras áreas del país. Al mismo tiempo, la suspensión de las negociaciones de paz abrió camino para la intensificación de las acciones de grupos paramilitares, que han sido responsables de cerca del 80% de las masacres y asesinatos contra civiles. Solamente el año pasado se registraron más de 400 masacres en Colombia. Durante la última década, fueron asesinados cerca de 3.100 líderes sindicales y más de 2.400 representantes de organizaciones campesinas. El Plan Colombia ha causado el aumento de la represión contra trabajadores rurales y urbanos y contra organizaciones de derechos humanos, además de la creciente destrucción de la selva amazónica y de la migración masiva de la población campesina e indígena. Hoy, el número de refugiados internos en Colombia llega a aproximadamente dos millones de personas. El aparato militar patrocinado por el Plan Colombia facilita la implementación de megaproyectos hidroeléctricos, petrolíferos y de minería, causando la destrucción de la selva y de comunidades indígenas. Además de eso, más de un 24

millón de hectáreas de la selva colombiana ya fueron contaminadas por agentes químicos, bajo el pretexto de combatir el cultivo de coca. Esa contaminación también ha llegado a países vecinos, con serias consecuencias para toda la región. Otros aspectos del diagnóstico sobre violaciones de los derechos humanos se refieren a la masificación de la cultura y a la diseminación del llamado “pensamiento único”, según el cual no existen alternativas para el modelo económico neoliberal. Por esa razón, uno de los principales desafíos de los movimientos sociales es la construcción de alternativas y de espacios de participación popular. El neoliberalismo creó nuevas instituciones violadoras de los derechos humanos. Por lo tanto, la articulación de las luchas a nivel internacional es fundamental en el combate a la opresión y a la desigualdad. Es en ese sentido, que diversas redes internacionales presentes en el Foro Social Mundial establecieron algunos principios básicos, como la defensa de la autodeterminación de los pueblos; la lucha contra el terrorismo económico y la dominación de organizaciones financieras internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, y la cancelación de la deuda externa. A pesar del fin de las dictaduras militares en América Latina, muchas organizaciones entienden que la verdadera democracia no es solamente el derecho al voto. Es preciso rescatar los valores universales de la primacía de los derechos humanos y de la dignidad. En una sociedad democrática, es preciso universalizar el derecho a la salud, al trabajo, a la educación, a la vivienda, y a todos los elementos necesarios para la construcción del futuro. Los movimientos sociales deben ser protagonistas y constructores de su propia historia. 352, 30 abril 2002


La larga marcha de los pobres urbanos por una ciudad justa y democrática

De pobladores a ciudadanos Martín Longoria

En un mundo en el que más de la mitad de sus habitantes vive en pueblos y ciudades, en los últimos 25 años, se ha extendido y consolidado la urbanización excluyente a lo largo del continente. En este continente globalizado y urbanizado, los pobladores nos estamos convirtiendo cada vez más en objetos de decisiones internacionales, en lugar de sujetos que deberíamos ser. Como consecuencia social territorial de un patrón de políticas de desarrollo que priorizó la expansión de la industrialización en el nivel internacional, el progreso tecnológico polarizado y nuevas formas de especialización regional, se han formado ciudades con expresiones extremas entre una gran riqueza acumulada en unas cuantas y derrochadoras manos al lado de una inmensa reserva de mano de obra no calificada, subempleada y amontonada en los cinturones de pobreza urbanos.

Martín Longoria, trabajador social mexicano, ha sido integrante de la coordinación del Frente Continental de Organizaciones Comunales (FCOC). 352, 30 abril 2002

En estas ciudades, más ricas y desiguales, más similares entre más comparten roles en la red mundial, más diferentes entre más lejos están de los nodos del poder global, la distribución desigual de la renta, determinada internacionalmente, es responsable de la desigualdad socio-económica, de la discriminación por razones de diferencia étnica, de género, de raza, de edad, contra migrantes y contra portadores de deficiencias. Consecuentemente, también está en el origen del aumento de la pobreza, de la violencia y de la degradación ambiental. Este modelo capitalista neoliberal, injusto y excluyente, impide el acceso de la población a los derechos básicos y aumenta la escasez de recursos públicos. En las frágiles democracias latinoamericanas, el avance de las políticas neoliberales ha debilitado la acción política en lo social, cambiando los conceptos de “Estado” y “ciudadanos” por los de “sociedad de mercado” y “consumidores”. Los derechos a la vivienda, al trabajo, a la educación, a la salud, al desarrollo, a la movilidad urbana, conquistados en una larga historia de lucha social junto con otros derechos económicos, sociales y polí25

ticos han estado perdiéndose. En el plano de las políticas urbanas esta situación se refleja en el cambio de la planeación urbana y las políticas públicas por acciones puntuales y fragmentadas que contribuyen a consolidar un mercado inmobiliario restrictivo y especulativo, a estimular procesos de privatización de los servicios públicos, y a establecer políticas de seguridad pública que priorizan la protección de bienes de los sectores enriquecidos y dejan inermes a los ciudadanos ante la violencia y el crimen organizado, priorizando el lucro y la selectividad individual en detrimento de la universalización de derechos. Los gobiernos nacionales han implementado en el último decenio diversas estrategias de descentralización, que se adoptaron como una innovación institucional pero no significaron un avance en la democratización de formas y espacios de toma de decisiones de las políticas ni posibilitaron una distribución del poder; asimismo, la corresponsabilidad que logró desarrollarse entre sectores públicos y privados siempre descartó a los grupos más vulnerables, profundizando la exclusión social y la segregación territorial. La exclusión social es resultado tanto de la pobreza urbana como de la discriminación y de la pérdida de derechos fundamentales, no permite que gran parte de la población participe en la vida diaria, en las actividades económicas, sociales y culturales urbanas ni en las decisiones gubernamentales. La democratización en las sociedades latinoamericanas ha sido frágil, superficial e incapaz de solucionar las profundas desigualdades que lastiman los derechos y la dig-

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nidad de millones de niños, niñas, hombres y mujeres que han tenido que recurrir a la acción colectiva para defender sus derechos y hacer realidad sus aspiraciones de vida digna.

Dinámica organizativa Los movimientos populares urbanos en nuestro continente han dado una respuesta de gran alcance a la situación dibujada. El punto de partida ha sido colocar a los seres humanos, con o sin derechos reconocidos, como centro de la acción colectiva, objetivo de las políticas planteadas y sujeto insustituible de las relaciones con el gobierno y con la sociedad. Es una experiencia compleja y múltiple, que parte de la convergencia grupal comunitaria a partir de necesidades concretas, se desarrolla en movilizaciones locales por barrios o colonias frente a las autoridades urbanas, hasta alcanzar dimensiones asociativas nacionales e incluso internacionales. Las formas de asociación son también diversas y van desde los grupos solidarios informales, a las asociaciones vecinales o barriales reconocidas institucionalmente, las organizaciones civiles autónomas, los movimientos, los frentes y las centrales nacionales. Generalmente una mujer pobladora o un poblador comenzarán su experiencia de organización en un tema concreto como puede ser la vivienda, el abasto o la producción, pero no será raro que se involucre con otros temas sociales de su territorio (servicios, gestión local) hasta llegar a temas alternativos socialmente como la lucha por cuestiones de género, raciales o de medio ambiente. A despecho de las teorías políticas, que solo contemplaban partidos y sindicatos, los movimientos

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populares enriquecieron las luchas políticas nacionales, revolucionarias y democráticas de los últimos decenios, aportando una nueva militancia social, formando dirigentes sociales y políticos con aportes propios en las luchas de masa y haciendo de la cuestión urbana un asunto de la izquierda continental. A lo largo de los 25 años de ALAI conocimos que de los setentas a los ochenta el florecimiento de movilizaciones populares hizo posible la existencia de liderazgos y de organizaciones capaces de alcanzar dimensiones nacionales, en diversos países del Caribe y del continente (los CAP en Colombia, la CONAM en Brasil, la COPUJO de Perú, el COPADEBA de Santo Domingo, la CONAMUP en México). La maduración de procesos revolucionarios en Centroamérica le dio mayor presencia a las luchas comunales y barriales (CDS en Nicaragua, MCN en El Salvador) Ya desde 1987, la fundación del Frente Continental de Organizaciones Comunales visualizaba que la lucha de este nuevo sujeto popular incluye la disputa por un desarrollo económico y social distinto al dominante, un desarrollo solidario que incorpora la cooperación, el compartir y la acción colectivas y proclama la necesidad de una alianza popular permanente estable en el continente. En 1992 durante la Conferencia de Río, memorable por sus actividades paralelas, antecedente indudable del Foro Social Mundial, los movimientos populares y los actores civiles lograron sintetizar las aspiraciones populares en las ciudades en la consigna: “por ciudades y poblados justos democráticos y sustentables”. La dinámica de los movimientos populares urbanos de la década de los noventas ha dado resultados menos optimistas. Las oleadas de pobreza y exclusión neoliberal colocaron a las masas populares en la 26

resistencia y en la lucha por la sobrevivencia, mientras de manera dispersa la gente lucha por sobrevivir, se han organizado nuevas formas de organización frente a la exclusión, y se han diversificado aún más los temas y motivos de la organización y la lucha popular. Las organizaciones más experimentadas se fueron replegando o aislando y algunas se reconvirtieron en la nueva situación; los liderazgos formados en la década anterior tomaron mayores responsabilidades en la política institucional, tanto de los partidos de izquierda como de representaciones populares y gobiernos locales. El reflujo de los movimientos populares compartió el destino de los movimientos políticos nacionales. La democracia representativa fue un nuevo campo de acción popular, transformándose los anteriores portadores sociales de derechos en ciudadanos con derechos limitados, luchando por una democracia participativa que profundice la frágil transición a la democracia.

Replanteamientos en curso En cada región del continente asistimos a experiencias populares que plantean nuevos aprendizajes en materia de organización de los poderes populares. En el Caribe, por ejemplo, la lucha en Santo Domingo por una tenencia de la tierra segura para quienes habitan en los barrios populares ha tenido complejidades legales particulares por la historia de la isla, de manera que las grandes movilizaciones sociales que exigen al gobierno la escrituración de los asentamientos populares ha planteado también proyectos más especializados. En Cuba, pese al bloqueo que arremete económica y políticamente al pueblo entero, los CDR y numerosos grupos civiles, ecologistas y barriales enriquecen el tejido social 352, 30 abril 2002


y la lucha por una vida digna a escala local, como defensa del proyecto revolucionario nacional. En Centroamérica el intenso intercambio entre los países de la región ha permitido un continuo intercambio de experiencias y de proyectos que, en el caso de los daños causados por el Huracán Mitch, logró levantar una organización civil y social importante a escala regional, que ha encauzado particularmente en Honduras necesidades de alimentación y salvamento de damnificados y a continuación una resistencia organizada por recuperar la tierra sepultada y exigir reubicaciones en terrenos con servicios. Mientras tanto en Nicaragua una de las luchas mas significativas consiste en impedir que las leyes continúen los desalojos en los asentamientos populares surgidos durante la guerra y mantener estructuras de organización comunal capaces de luchar autogestivamente por servicios, educación y salud. En El Salvador, a partir de los acuerdos de paz se han construido fuerzas populares autónomas que luchan por tierra, servicios, vivienda, salud alimentación y contra la dolarización de la economía. En América del Sur las organizaciones vecinales y las cooperativas de vivienda se han visto fortalecidas por el retorno a la democracia en Uruguay y en Chile, convirtiéndose en factores clave en los procesos de desarrollo social. En Bolivia lucharon y derrotaron al imperialismo, obligando a dar marcha atrás al gobierno que privatizó el agua y sus fuentes; en Perú la caída del régimen fujimorista ha abierto nuevas posibilidades de organización popular y novedosas búsquedas en el campo de la microeconomía popular y la economía solidaria. En Argentina las masas populares tuvieron que salvarse solas y salvar al país,

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radicalizando la lucha por su sobrevivencia, derrocando al gobierno que privatizó todo y estableció el “corralito” bancario para despojar a sectores medios y pobres de sus ahorros. Estas luchas, que vistas integralmente, más allá de las manifestaciones específicas en cada barrio o comunidad, son por el mejoramiento del Hábitat y el Derecho a la Ciudad, tienen espacios de desarrollo privilegiados en las ciudades que conquistan gobiernos de izquierda atentos a los nuevos retos de la vida urbana. Numerosos movimientos populares han participado en elecciones locales y a un buen número de militantes sociales urbanos los encontramos formando parte de los gobiernos de Sao Paulo, Porto Alegre, Santo André, Caracas, Bogotá, Buenos Aires, Montevideo, San Salvador, Managua y Ciudad de México, comprometidos en la profundización de la democracia, la participación ciudadana, los presupuestos participativos y las políticas públicas de atención a las mayorías urbanas.

Las páginas por escribir En los próximos años la reorganización y la articulación de los movimientos populares en los diversos países de Latinoamérica será fundamental para revertir la privatización del agua y de los servicios, garantizar la regularización de la tenencia de la tierra urbana, asegurar el mejoramiento del hábitat, permitir el uso y disfrute del patrimonio urbano a todos y todas sus habitantes, consolidar gobiernos populares y democráticos. En reuniones internacionales como la Asamblea Mundial de Pobladores (México, octubre del 2000) y el Encuentro Internacional por el Derecho a la Ciudad en el marco del Foro Social Mundial del 2002, 27

cuyos debates y acuerdos todo militante social debiera conocer, es cada vez más clara esta transición de las luchas sociales de los pobladores hacia formas de construcción de una nueva ciudadanía, reconociéndose no solo como portadores de los derechos sino también como defensores de sus principios: ciudadanía y justicia para todos, acceso común a los bienes, a la cultura, al conocimiento y a los servicios sin ninguna discriminación; el total respeto a las funciones sociales de la ciudad y de la propiedad; participación amplia y gestión democrática en la toma de decisiones y el control de los recursos. En los próximos años vendrán muchos episodios de lucha en nuestras ciudades, desde núcleos solidarios de producción y autoempleo, a cooperativas y organizaciones solidarias de desempleados y consumidores; desde grupos de gente sin techo al establecimiento de asentamientos autoorganizados y gestionados; desde grupos de apoyo mutuo entre mujeres y jóvenes hasta movimientos de solidaridad y lucha contra el neoliberalismo, como el Grito de los Excluidos; de la lucha social a la lucha política; de la participación ciudadana al poder ciudadano; desde la diversidad temática al derecho a la Ciudad; de la reivindicación de los derechos a una cultura democrática incluyente; de la violencia a la justicia y la paz; de la utopía a la realidad y de la realidad a la esperanza a través de la acción colectiva. A la ciudad neoliberal, excluyente, injusta, autoritaria y violenta millones de latinoamericanos le confrontaremos cotidianamente con un proyecto de ciudad incluyente, habitable, saludable, sustentable, democrática y justa. En nuestro continente en movimiento están por escribirse muchas páginas. Las redes, los movimientos y las organizaciones de los actores sociales urbanos escribirán. AMERICA LATINA


Los movimientos sociales en El Caribe Pedro Franco

En el despunte del tercer milenio, el tema de los movimientos sociales ha mantenido y recobrado gran interés en América Latina, el Caribe y el mundo, pese a la llamada crisis de paradigmas suscitada bajo los augurios de un supuesto fin de la historia y de las ideologías. Los más trascendentes acontecimientos que siguieron la postguerra (1945) legitimaron la afirmación de los movimientos sociales como nuevos sujetos del acontecer político-social. La lucha por la completa descolonización y la liberación nacional entró en auge incontenible, mientras la emancipación y los derechos de la mujer, contra la segregación racial, por los derechos civiles, laborales y por la tierra encontraron unos nuevos parámetros de redimensión.

Pedro Franco es dirigente del Consejo de Unidad Popular de República Dominicana, organización integrante del Frente Continental de Organizaciones Comunales. AMERICA LATINA

Hacia una comprensión del Caribe Desde fuera de nuestra zona geográfica, generalmente cuando se habla del Caribe se obvia que somos un gran número de islas, de las cuales algunos países son independientes mientras otros son todavía posesiones coloniales. Y es que se ignoran muchas cosas sobre nuestra tierra, en virtud de las fronteras que nos han mantenido separados a nosotros mismos y las que nos distancian de los demás países. Esta situación ha sido aprovechada por las potencias coloniales y neocoloniales para mantener su dominación, lo que se expresa en las formas en que se producen los procesos autonómicos, a casi 200 años de la revolución haitiana: a inicios y mediados del siglo XIX Haití y República Dominicana conquistan su independencia, Puerto Rico lo intenta en Lares y junto con él Cuba, pero, más afortunada, espera hasta la despedida de ese siglo para culminar exitoso este proceso que deshace las ataduras de la opresión nacional en 1959. El ejemplo de Haití lleva a Fran28

cia a reformular su política colonial en el Caribe al extremo que hasta el presente ha impedido que los movimientos emancipadores se coronen con la victoria. Inglaterra, por su parte, ha jugado con la llamada Comunidad de Naciones, conforme a la cual unos 12 países se han declarado independientes, pero reconocen a la Reina Isabel II como jefa de dicha comunidad, mientras otros permanecen con su viejo estatus colonial. Holanda mantiene una presencia colonial cada vez más buscando el acercamiento a la visión inglesa, aunque limitada a una supuesta autonomía, como sucede actualmente con Aruba, a la cual han querido separar de sus islas hermanas de Curazao y Bonaire que en conjunto conforman una nación que lucha por recuperar su dignidad, su idioma (el papiamentu) e identidad nacional, en la lucha resuelta y creciente en pro de la independencia total. Solo en este contexto se pueden analizar los movimientos sociales que en el presente se desarrollan en el Caribe, donde la lucha por la independencia y la soberanía se mancomuna con las demandas económicas, sociales y culturales de los pueblos. Algunas precisiones 1. Varias islas son todavía posesiones coloniales. Ello pone en el tapete la vigencia de la lucha política por la independencia y la autodeterminación de las naciones caribeñas, esfuerzo que, como lo ha demostrado la lucha de Vieques y la Telefónica en

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Puerto Rico, debe ser abordado desde una perspectiva de movimiento político-social. Es decir, la lucha económico-social o reivindicativa, si se desarrolla consecuentemente, no puede estar desvinculada de la lucha política por la autodeterminación nacional. La problemática de la deuda externa, la continuidad de ese endeudamiento y cómo limita la situación de la soberanía de las naciones, en el marco del esquema neoliberal, se convierte en una bandera del movimiento político avanzado y del movimiento social, particularmente en los países “independientes”. Uno de los movimientos más extendido en el Caribe es el ambientalista, el cual tiene varias vertientes. Las costas sufren todo tipo de contaminación, mientras las aguas del Caribe son un zafacón sin fondo de los desechos de todas clases y puente para el tránsito de basuras y residuos, incluyendo material atómico, lo que coloca la situación y el movimiento ambiental en lugares prioritarios. Es necesario tomar en cuenta también las catastróficas consecuencias que para las islas representa el efecto invernadero y la gran deuda social y ecológica acumulada por las potencias imperialistas en la región. La situación de la población urbana, las deficiencias del sistema urbano en cumplir su rol de organizar la vida urbana y resolver a favor de los pobladores, situación de los servicios, la profundización de la pobreza que en los países, particularmente en Haití y en la República Dominicana, pone en el escenario los movimientos sociales urbanos. La no realización de una reforma agraria y la persistencia de

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una importante población rural subraya la importancia del movimiento campesino. 6. El movimiento sindical, muy maleado por las políticas estatales y del empresariado, ha descuidado su rol en toda la región, pero todavía persiste su espacio natural. Particularmente en los países coloniales el movimiento sindical acusa un carácter progresista e independentista, como se puede observar en Puerto Rico, Martinica, Curazao, entre otros. 7. Es necesario reseñar la importancia del movimiento juvenil en el Caribe, especialmente del movimiento estudiantil, del cual no solamente surgieron los principales líderes de avanzada, sino que como tal ha protagonizado importantísimos movimientos. En la lucha actual por la independencia de Puerto Rico encontramos a la juventud estudiantil desempeñando un papel protagónico, habiendo sido muchos de ellos encarcelados y expulsados de la universidad por escenificar acciones de desobediencia civil. La mujer caribeña ha jugado, igualmente, un rol muy importante en las luchas libertarias, especialmente en la República Dominicana, desde la lucha independentista (1844) hasta la lucha contra la intervención norteamericana de 1965, en Puerto Rico, Nicaragua, El Salvador y otros países.

Los movimientos sociales Al igual que en otras regiones, en el Caribe nos encontramos con movimientos sociales clasistas y policlasistas; políticos y reivindicativos; sectoriales y territoriales (locales, regionales, nacionales, rurales y urbanos). 29

Como hemos visto, en el Caribe desde hace más de 500 años se ha venido sosteniendo una lucha y resistencia titánicas contra la opresión social y política. La comunicación interna fue obstaculizada conforme los intereses de las potencias coloniales, estableciendo unas fronteras a veces imperceptibles pero que efectivamente nos han separado impidiendo nuestra acción conjunta. Las luchas protagonizadas por los movimientos sociales de hoy tienen su referencia en la resistencia del pasado, “como el fruto en la flor”. Existen muchos ejemplos solidarios: Juan Pablo Duarte, organizador de la lucha independentista dominicana buscó solidaridad en Curazao y Saint Thomas. Patriotas puertorriqueños, cubanos y dominicanos lucharon por constituir la Confederación Antillana, basándose en el ejemplo legendario que encabezaron Bolívar y San Martín. Betances, Hostos, Luperón y Martí sobresalen en estos empeños libertarios caribeños, continuados desde el istmo por la titánica lucha de Sandino y Farabundo Martí. El Caribe nunca ha dejado de luchar. Los movimientos sociales contemporáneos en el Caribe, al inicio del tercer milenio, no olvidan ni relegan las banderas pendientes de las luchas pasadas pero llenan su accionar de porvenir. En la República Dominicana, tras el ajusticiamiento del tirano Rafael L. Trujillo en 1961 la lucha política y social encuentra un importante espacio, en virtud de los largos años carentes de todo tipo de libertades. Se escribieron epopeyas de luchas políticas, desde las guerrillas hasta las de resistencia a la intervención norteamericana, como también las luchas sociales protagonizadas por los trabajadores y la juventud urbana, fundamentalmente. AMERICA LATINA


Movimientos en los años 80 y 90 Los efectos de las políticas neoliberales implementadas desde inicios de los años 80 bajo el patrocinio de los EEUU y los países industrializados se sintieron inmediatamente en los países caribeños, especialmente en República Dominicana, en Haití y otras islas. El endeudamiento del Caribe llegó en los 80 al 5% del de América Latina. Importantes acontecimientos políticos se producen en Haití donde las masas enfrentan y hacen huir a los Duvalier; Grenada es intervenida por los Yanquis; Cuba sigue resistiendo al imperialismo, mientras Puerto Rico sigue su titánica lucha en pro de la independencia, al igual que otras islas y territorios bajo la opresión imperiales de Inglaterra, Francia y Holanda. Los ajustes económicos y el peso de la deuda externa pasaron a jugar un papel clave. Profundizaron la pobreza y la marginalidad en una situación donde la mayoría de la población había sido empujada a concentrarse en las ciudades. En estas circunstancias emergen todopoderosos los movimientos sociales urbanos, lo que se evidencia con los movimientos en Haití, Jamaica, República Dominicana (1983-84), Venezuela (1989), los cuales trascienden las demandas del movimiento reivindicativo precedente (sindical y campesino) de corte netamente economicista, y adquiere una connotación de corte política y antiimperialista, en ocasiones. Movimientos contemporáneos En el presente vivimos en el Caribe inmersos en un cúmulo de problemas, y éstos a su vez dan pie a una gran variedad de movimientos. En los 60 y 70 los movimientos sociales, como ya hemos visto, fueAMERICA LATINA

ron fundamentalmente de corte político. Desde los 80 hasta la contemporaneidad que nos impone el tercer milenio tenemos que afirmar que la lucha de los movimientos sociales en nuestros países caribeños, sin desconocer las luchas laborales y sociales, en lo fundamental ha sido una lucha política por la independencia y la autodeterminación, en virtud de ser pisoteados en nuestra dignidad por el imperialismo yanqui y el neocolonialismo de las viejas potencias europeas. Vista esta particularidad en la historicidad, es preciso analizar el marco en que accionan los movimientos sociales de hoy. Las políticas neoliberales impuestas en nuestros países, los modelos de economías de servicios que prácticamente obligan a descartar la posibilidad de desarrollo industrial autónomo, adhiriendo nuevos hilos de la dependencia a través del turismo y las zonas francas. En este teatro neocolonial de la dominación debe analizarse el papel que juega la política de libre comercio, la cual procura derrumbar las fronteras y permitir el libre acceso de los productos extranjeros, conforme a la visión de proclamar en el 2005 la llamada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La política de los bloques comerciales representa una nueva reedistribución del mundo entre las potencias colonialistas: Asia para Japón, mientras EE.UU y la Unión Europea luchan por repartirse a nuestro continente. Es ahí donde se explica la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN ), el Mercado Común Centroamericano, el MERCOSUR y los afanes por imponer esta lógica al CARICOM, mientras se avanzan otros niveles de coordinación, que reintroducen la lógica imperial de la “coordina30

ción” de planes militares. No obstante todos los niveles de integración desde arriba, subsiste la misma situación de desconocimiento del derecho a la autodeterminación de las naciones por las potencias, la polarización, la explotación, la opresión y las desigualdades sociales que conllevan a la profundización de la pobreza, mientras que el libre tránsito de las personas en el Caribe es obstaculizado por las mismas potencias que promueven la globalización como un supuesto estadio donde se verifique el tránsito “sin necesidad de fronteras nacionales”, tránsito concebido de norte a sur y reducido a las mercancías .

Los movimientos dominicanos Queremos terminar estas líneas, significando que los movimientos sociales tienen una historia en República Dominicana. Inicialmente motorizado por el movimiento sindical el cual, en sus inicios en los años 40 y en los 60, estuvo alejado de las orientaciones economicistas, en su núcleo más combativo, fue capaz de mancomunar lo político y lo económico. Para comprender el desarrollo de los movimientos sociales dominicanos es preciso tener presente una serie de situaciones, como son las siguientes: El surgimiento de las primeras organizaciones clasistas durante y en oposición al régimen de Trujillo, la multiplicidad de éstas al ser ajusticiado el sátrapa (1961); la intervención yanqui (1965) y la activa participación de las masas en esa guerra patria; la organización de los Comandos Constitucionalistas; la resistencia organizada a la dictadura de los 12 años de Joaquín Balaguer (1966 a 1978); el papel jugado por los Clubes Culturales, las organizaciones 352, 30 abril 2002


estudiantiles, los Comités de Amas de Casa y el movimiento sindical y gremial; la articulación del movimiento campesino, así como los cambios en la orientación de estos últimos, que se produce a partir de 1978 con el arribo del PRD al gobierno; la multidivisión que se registra; la nueva modalidad en la orientación económica, que se produce introduciendo una economía de servicios donde el sector financiero desplaza a los sectores que sustentaron el anterior modelo basado en la sustitución importaciones, con lo cual se sientan las bases para la implementación del neoliberalismo. Es así como, desde 1983, los pobladores de las ciudades de República Dominicana pasan a constituirse en el sujeto popular de mayor presencia, desplazando al protagonismo que anteriormente tuvieron los movimientos obrero y campesino, cuyas bases fueron severamente estremecidas en lo estructural y ético-moral, demostrándose sus debilidades para resistir el modelo político neoliberal. Algunos datos nos muestran cómo se produce esta emergencia del movimiento de los pobladores dominicanos. En el período 1982 a 1983, el 72 por ciento de las luchas que fueron desarrolladas eran protagonizadas por obreros y campesinos, mientras que ya en 1987 el 68 por ciento de las mismas pasaron a ser desarrolladas por los pobladores de las ciudades, según estudios realizados por el Centro de Estudios de la Educación. Los movimientos urbanos no constituyen un fenómeno extraño Al observar la emergencia de los pobladores urbanos en República Dominicana cometeríamos un grave error si no observamos que éste

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no es un fenómeno particular, sino que se verifica en toda nuestra América Latina en la misma medida en que la mayoría de la población se ha ido concentrando en las ciudades, a tales niveles que el sistema urbano no es capaz de cumplir su rol de facilitar la vida y los servicios urbanos, lo que da pie a la denominada crisis urbana y a la participación de los movimientos sociales urbanos. Esto se agrava en América Latina y el Caribe en virtud de que, como resultado de las políticas neoliberales, se ha agravado la situación para los sectores populares, al extremo que más de 200 millones de personas viven en la pobreza, 20 millones carecen absolutamente de vivienda, mientras predomina la urbanización informal, según los propios organismos del sistema. Los gobiernos siguen endeudando a los países, pagando unos altos servicios por concepto de la deuda, adhiriéndose a un proceso de “integración” imperial impuesto por la OMC, y en nuestro caso particular tratando de crear un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que terminará anexando totalmente a los países a EE.UU., para lo cual, ya de manera anticipada, se está planteando también la sustitución de las monedas nacionales por la norteamericana, lo que conducirá mañana, seguramente, al cambio de las banderas de los países por la de las estrellas del Tío Sam, logrando por la rendición y el cansancio de muchos latinoamericanos y caribeños lo que no fue posible lograr por medio de la guerra. Pero los movimientos sociales, al igual que los que luchan desde los territorios y posesiones coloniales como Puerto Rico, Curazao, Bonaire, Aruba, Martinica, Guadalupe y tantas más, continúan la lucha heroica, no solo por las rei31

vindicaciones cotidianas, sino también por la soberanía, la autodeterminación de los pueblos y naciones, contra el neocolonialismo y el neoliberalismo ubicados al servicio de las causas antipopulares en el presente.

El porvenir de nuestros pueblos Los movimientos sociales contemporáneos señalan un lugar para cada actor dentro del campo popular. Junto a los movimientos sociales urbanos encontramos espacio al reposicionamiento del movimiento sindical clasista, campesino, indígena, estudiantil, feminista, ecologista, trabajadores de la cultura, ciudadanos, municipalistas, de liberación nacional, lo que permite percibir en perspectiva verdaderos movimientos político-sociales capaces de mancomunar las luchas inmediatas económico-sociales con las tareas de abrir espacios de participación política alternativa, en perspectiva de cristalizar las aspiraciones de contribuir a edificar una sociedad verdaderamente humana, de justicia y participación. El porvenir caribeño y latinoamericano se prefigura con la participación decisiva de las mayorías excluidas de la toma de decisiones en el ejercicio del poder político, exclusión que se extiende en lo social y nacional. Estos espacios van siendo conquistados día a día por los movimientos sociales, amén de sus errores y limitaciones, de los flujos y reflujos de la acción cotidiana, y de los retrocesos que nos enseñan los procesos históricos.

AMERICA LATINA


Emigración, mundialización y coyoteros Eduardo Tamayo G. Varios países de América Latina se han convertido en países exportadores de personas e importadores de remesas. En el año 2001, los aportes de los emigrantes superaron los 23.000 millones de dólares, según el Banco Interamericano de Desarrollo, BID. Entre los países que mayores remesas recibieron están México (U$ 9.273 millones), Brasil (U$ 2.600 millones), El Salvador (U$ 1.972 millones), República Dominicana (U$ 1.807 millones) y Ecuador (U$ 1.400 millones). Las remesas ocupan ya los primeros rangos de los ingresos nacionales (El Salvador y Ecuador). En su mayor parte, provienen de jóvenes pobres con bajos niveles de educación. En este contexto se da la paradoja, de que son los pobres (a quienes se deniegan sus derechos fundamentales forzándolos a la emigración) quienes dan un respiro a las endebles economías latinoamericanas y caribeñas, en tanto que las élites ricas, no desde ahora sino desde siempre, mantienen sus fortunas a buen recaudo en los paraísos fiscales o en los bancos de Estados Unidos o Europa. La crisis que atraviesa América Latina (se prevé que su economía crecerá en el 2002 en menos del 2%; el desempleo pasó de 8.1 por ciento en 2000 al 8.4 por ciento en 2001, mientras la pobreza afecta a más 220 millones de personas) hace prever que las oleadas de emigrantes dirigidas hacia las regiones más prósperas (EsEduardo Tamayo G., periodista ecuatoriano, es corresponsal de ALAI en Ginebra. AMERICA LATINA

tados Unidos, Canadá y Europa) van a seguir creciendo. De Ecuador y últimamente de Argentina la gente huye como en estampida. El éxodo de ecuatorianos que se inició en 1999 no ha cesado pese a que el gobierno señala que los indicadores macroeconómicos del país han mejorado: entre los años 2000 y 2001, más de 290.000 personas salieron con rumbo a Europa, Estados Unidos y otros países latinoamericanos. Se estima que desde la crisis argentina de diciembre, han partido al exterior alrededor de 50.000 argentinos/as. En los dos casos mencionados, se ha aplicado el modelo fondomonetarista que conjuga medidas de ajuste, expropiación del ahorro de los ciudadanos por las mafias bancarias, corrupción, desempleo y empobrecimiento generalizado. Todo esto ha contribuido a desmantelar los Estados nacionales y a colocarlos en una situación de no-desarrollo y de no-futuro. La imposibilidad de satisfacer necesidades básicas y de llevar una vida digna y la enorme diferencia entre los magros ingresos (para los pocos que tienen trabajo) y el elevado costo de la canasta básica, lleva, ya no solo a los sectores populares sino a las clases medias, a buscar desesperadamente la solución en las emigraciones. Abandonar el país de origen no es una decisión fácil. “Toda emigración constituye un traumatismo que supone rupturas múltiples y penosas con el medio afectivo, la familia, los amigos, los amores, los paisajes, las fiestas, las tradiciones, los sabores, y en algunos casos, evidentemente, con 32

la lengua y la religión”, escribe Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatic.

Las redes de traficantes El emigrante se enfrenta a un mundo desconocido, que entraña nuevos riesgos, retos y desafíos -otro idioma, otra cultura- que cuestan trabajo superar. En cualquier caso, las cosas se facilitan para quienes pueden acogerse a la migración legal, con papeles en regla y, a veces, con contratos de trabajo. Pero este no es el caso de millones de personas pobres que no pueden cumplir las exigencias de los países receptores, que, para conceder visas, a menudo exigen poseer bienes, tarjetas de crédito, etc. Tampoco es el caso de las personas que huyen de la violencia, las guerras y las catástrofes. Numerosos pobres y refugiados, por lo general, escogen las vías de la emigración ilegal para llegar a las regiones prósperas. Se calcula que en Estados Unidos hay unos tres millones y medio de mexicanos “sin papeles”, en España superan los 150.000 y en Suiza se estima que son entre 150.000 y 300.000. A menudo los migrantes caen en manos de las redes de traficantes que incluyen a prestamistas inescrupulosos, falsificadores de documentos, coyoteros, etc. con vinculaciones con el poder económico, político y frecuentemente con las autoridades. En Europa, en 1993, se calculaba que entre un 15 y un 30% de los inmigrantes indocumentados habían utilizado los servicios de traficantes y en el caso de los solicitantes de asilo, la proporción era todavía mayor: entre un 20 y un 40%. Cientos de personas pierden la vida en su empeño por buscar días mejores. Según la Relatora especial sobre trabajadores migrantes de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de Naciones Unidas, la costarricense Gabriel Rodríguez, en el año 2001 murieron 80 personas en el golfo de Adén y 365 personas de una embarcación sobrecargada que se hundió cerca de las costas de 352, 30 abril 2002


Indonesia. A ellos habría que agregar los latinoamericanos que se ahogaron en el Río Bravo en la frontera mexicana- estadounidense y los africanos que corrieron la misma suerte tratando de alcanzar las costas españolas. Muchos Estados criminalizan a las víctimas del tráfico y dejan en la impunidad a las redes mafiosas. Estados Unidos, con la colaboración de varios gobiernos latinoamericanos y caribeños, ha formado una barrera de contención para interceptar, detener y expulsar a los “sin papeles”, barrera que abarca México y los países centroamericanos. En forma permanente el FBI, el Servicio de Inmigración y Naturalización y la Armada estadounidense realizan operativos por mar y tierra con este propósito. En el año 2000, interceptaron a 1 millón 500 mil personas que se dirigían a Estados Unidos. La situación de varios emigrantes (entre ellos, algunos ecuatorianos) detenidos en cárceles mexicanas es dramática pues son juzgados y sentenciados, bajo nombres y nacionalidades distintos de los suyos, lo que impide su ubicación por parte de sus familiares. Capítulo aparte merecen las mujeres y las niñas. La Relatora Gabriela Rodríguez, en un informe presentado este mes a la CDH, se muestra especialmente preocupada por las empleadas domésticas que se convierten en esclavas de sus empleadores y por “las mujeres que son esclavizadas en la industria del sexo en numerosos países desarrollados y que son además penalizadas cuando son encontradas en situación de irregularidad a pesar de los vejámenes sufridos por las mafias internacionales”. Un número elevado de esas mujeres son menores de edad.

Emigración y mundialización ¿Cuáles son las causas que obligan a emigrar? La relatora especial sobre trabajadores migrantes 352, 30 abril 2002

identifica cinco elementos que causan la migración en el mundo: la exclusión social y económica, los efectos de la guerra generalizada, los desastres naturales y la atracción y demanda de trabajadores que ejercen los países de acogida. La Organización Internacional del Trabajo, OIT, considera que en la década de los 90 la emigración involucró a 120 millones de personas, de las cuales 17 millones huían de la persecución de sus países, 20 millones escapaban de la violencia, las sequías o la destrucción ecológica y 63 millones se desplazaban a causa de las crisis económicas y para buscar una vida mejor. Otros analistas van más allá enmarcando el fenómeno de las emigraciones -que no es nuevo- en el contexto de la mundialización y más precisamente en las relaciones desiguales entre el Norte y el Sur. Saskia Sassen, sociólogo de la Universidad de Chicago, señala entre los actores principales de las emigraciones, pero raramente identificados como tales, a los siguientes: - Algunas sociedades transnacionales, que, dado su rol en la internacionalización de la producción, suplantan a los pequeños productores locales, lo que limita las perspectivas de supervivencia de estos últimos en la economía tradicional y crea así una mano de obra móvil. Es más, la instalación de polos de producción dirigidos hacia el extranjero contribuye al establecimiento de lazos entre países que demandan capitales y países exportadores de capitales. - Los gobiernos que, por las acciones militares que desatan, provocan los desplazamientos de poblaciones y flujos de refugiados y emigrantes. - Las medidas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional que obligan a los pobres a considerar a la emigración (local o internacional) como 33

estrategia de sobrevivencia. - Y finalmente los acuerdos de libre comercio que incrementan los flujos de capitales, servicios e informaciones transfronterizas, incluyendo la circulación transfronteriza de trabajadores especializados. (“Les migrations ne surgissent pas du néant”, Maniére de Voir 62, Le Monde Diplomatic, marzo-abril 2002). De este análisis se desprende que los países ricos tienen mucho que ver con la aceleración de los flujos migratorios que “amenazan sus fronteras”, pero hasta ahora no hemos escuchado que reconozcan que éstos tengan algo que ver con los planes de ajuste, con la acción de sus transnacionales que surperexplotan la fuerza de trabajo del Sur y depredan los recursos naturales, con sus exportadores de armas que atizan y alimentan los conflictos y con sus prestamistas que desangran a los países pobres. Las potencias del mundo occidental no solo imponen las reglas del juego en el proceso de mundialización neoliberal sino que también lo hacen con relación a la emigración. En primer lugar, como se ha señalado en forma reiterada, exigen libertad total para la circulación de capitales y mercancías pero imponen cada vez más regulaciones, controles y restricciones para la fuerza de trabajo. En segundo lugar, imponen políticas migratorias pragmáticas que tienden a mirar al trabajador como factor de la producción y no como seres humanos con derechos. Y en tercer lugar, algunos países ricos han establecidos políticas migratorias abiertamente discriminatorias y oportunistas: de los países del Sur solo admiten a quienes tienen un alto nivel educativo o fuertes sumas de dinero, en tanto que tienden a rechazar a los pobres, a los trabajadores no calificados de bajos ingresos, a los refugiados y familias dependientes.

AMERICA LATINA


¿En ruta de colisión? Leonardo Boff

La humanidad se encuentra en una encrucijada: debe decidir si quiere continuar viviendo en este Planeta o acepta caminar al encuentro de lo peor. Ella se parece a un avión en la pista de despegue. Sabemos que hay un momento crítico de no retorno en el cual el piloto no puede frenar más. O levanta el vuelo y sigue su curso o se estrella al final de la pista. Hay analistas que dicen: pasamos del punto crítico, no levantamos del vuelo y vamos al encuentro de una catástrofe. O damos espacio a un nuevo paradigma civilizatorio que nos pueda salvar o enfrentaremos la obscuridad como nos advierte en su reciente libro El futuro de la vida el gran biólogo de la biodiversidad Edward Wilson. Frente a tan dramática situación, se presentan hoy tres escenarios principales, cada cual con previsiones propias y diferentes. El primer escenario -conservador- es dominante. Intenta globalizar el modelo actual que es consumista y depredador. Tal es el caso del neoliberalismo mundializado que siempre mostró poca sensibilidad ecológica y social, tolerando el agravamiento de las contradicciones internas. Frente a los fantasmas surgidos después del triste 11 de septiembre, los ricos y poderosos tienden a levantar un muro de control y de restricciones

Leonardo Boff, teólogo y filósofo brasileño, es integrante de la Comisión de la Tierra. AMERICA LATINA

en sus fronteras. Buscan aplicar las tecnologías más avanzadas para garantizar para sí las mejores condiciones de vida posibles. Más allá de haber sido históricamente etnocida, el sistema hegemónico puede revelarse ahora ecocida y biocida. Pero esa opción es suicida, pues va contra el sentido del proceso evolutivo que siempre buscó relaciones y cadenas de cooperación para garantizar la subsistencia, lo más posible, de todos. El segundo escenario reformista- tiene conciencia del déficit de la Tierra. Pero confía aún en su capacidad de regeneración. Por eso se mantiene dentro del paradigma vigente, consumista y depredador. No ofrece una alternativa, apenas minimiza los efectos no deseados. Inventó el desarrollo sustentable, falacia del sistema del capital, para incorporar el discurso ecológico dentro de un tipo de desarrollo lineal, depredador y creador de desigualdades. Éste contradice y anula el sentido originario de sustentabilidad que mira siempre el equilibrio de todos los factores. Pero por lo menos introduce técnicas menos contaminantes, evita la excesiva quimicalización de los alimentos y se preocupa no solo con la ecología ambiental sino también con la ecología social, buscando disminuir la pobreza, aunque con políticas pobres para con los pobres. Esa solución representa solamente un paliativo, no una alternativa a la situación actual. El tercer escenario -liberadorpresenta una real alternativa salvadora. Parte del carácter global de la crisis. El nivel de 34

interdependencia es tal que o nos salvamos todos o todos pereceremos. Los diversos documentos de la ONU sobre el asunto revelan esa nueva consciencia: “hay una Tierra solamente”; “la preservación de un pequeño Planeta” (Estocolmo 1972); “nuestro futuro común” (Comisión Brundland 1987) y por fin la declaración de Río de Janeiro: “entendemos que la salvación del Planeta y de sus pueblos, de hoy y de mañana, requiere la elaboración de un nuevo proyecto civilizatorio” (1992). Ese proyecto debe ser construido sinérgicamente por todos. De ahí la urgencia de la creación de organismos globales que respondan por los intereses globales. Importa tejer un nuevo pacto social mundial, en el cual los sujetos de derechos no sean solamente los humanos sino también los seres de la naturaleza. He aquí la base para una democracia ecológico-social-planetaria. En este tipo de democracia, son tan ciudadanos los humanos como los demás representantes de la naturaleza, en permanente interdependencia con los humanos. La democracia se abre así hacia una biocracia y cosmocracia. El día en que predomine esta democracia ecológico-socialplanetaria se habrán creado las condiciones para una alianza de fraternidad/solidaridad con la naturaleza. El ser humano se sentirá parte y partícula del todo y su guardián responsable. Por miedo y como autodefensa no requerirá agredir más a los otros ni a la naturaleza. No obstante las contradicciones de la condition humaine, siempre demente y sapiente, podrá vivir sencillamente feliz en comunión con todos los seres, como hermanos y hermanas, en casa. Solo entonces comenzará el ansiado nuevo milenio con otro tipo de historia, de paz perenne con la Madre Tierra.

352, 30 abril 2002


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