Serie Umbral Político - Num 5.

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1ssn 1659-1666 N潞 5, noviembre, 2008

valores de convivencia y seguridad: UNA mirada ciudadana

Norman Jos茅 Sol贸rzano Alfaro, coordinador Instituto de Estudios Sociales en Poblaci贸n (IDESPO-UNA)


Proyecto Umbral Político Equipo de investigación Norman José Solórzano Alfaro Anamaría Hernández Barrantes Yendry Vargas Trejos Equipo Técnico Profesional Martín Solís Salazar; estadístico Juan Pablo Delgado Orozco; informático Asistentes de investigación Ernesto Villalobos Orozco Jacqueline Centeno Morales Alcides López Cascante Diseño de portada Mónica Calderón Solano Diagramación Programa de Publicaciones de la Universidad Nacional Personal encuestador Estudiantes becados de los programas “Horas colaboración” y “Horas promoción” de la Universidad Nacional Un especial agradecimiento por su aporte y colaboración

364 S689v Solórzano Alfaro, Norman José Valores de convivencia y seguridad : una mirada ciudadana / Norman José Solórzano Alfaro. – Heredia, C.R. : UNA-IDESPO, 2009. 100 p. ; 28 cm. – (Umbral Político, Nº 5)

ISBN 1659-1666

1.costa rica. 2. opinión pública. 3. inseguridad. 4. seguridad social. 5. datos estadísticos. 6. vida cotidiana. 7. valores sociales.


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Índice

Índice de cuadros, gráficos y diagramas................................................................. vi Resumen................................................................................................................. xi Introducción.............................................................................................................. 1 Objetivo general....................................................................................................... 2 Objetivos específicos............................................................................................... 3 Objetivos metodológicos.......................................................................................... 3 I.

Datos y métodos.............................................................................................. 5 1.1. Fuentes de datos y población de estudio............................................... 5 1.2. Estrategia de análisis de los resultados................................................. 8

II.

Convivencia social, sociedad del riesgo y percepción de seguridad............. 13 2.1 Matrices culturales y convivencia pacífica........................................... 15 2.2 Seguridad y percepciones ciudadanas................................................ 21

III.

De una convivencia social pacífica y segura a la alarma social:

seguridad ciudadana y modelos sociales...................................................... 23 Excurso: De algunos gazapos y olvidos ¿intencionados?........................... 25 3.1 ¿Seguridad o inseguridad?.................................................................. 26 3.2 Modelos de convivencia social............................................................. 29

IV. Transformación cultural: cambio de valores y percepción de la

inseguridad.................................................................................................... 33 4.1 Percepciones sobre la situación actual................................................ 34 4.2 Percepciones sobre las causas de la situación actual......................... 48 4.3 Percepciones sobre los valores y acciones que fomentan la

V.

seguridad............................................................................................. 55

(In)conclusiones o elementos para continuar en la reflexión y el análisis..... 69

Fuentes de consulta............................................................................................... 73 Anexos................................................................................................................... 77

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Índice de cuadros, gráficos y diagramas Cuadros Cuadro Nº 1............................................................................................. 7 Distribución porcentual de la población entrevistada según grupos de edad y sexo Cuadro Nº 2........................................................................................... 37 Razones por las cuales la conducta y valores de la población costarricense han mejorado, siguen igual o han empeorado según sexo Cuadro Nº 3........................................................................................... 38 Datos porcentuales de las percepciones de la población entrevistada acerca de los significados de seguridad ciudadana, según sexo Cuadro Nº 4........................................................................................... 44 Distribución porcentual de las opiniones de la población entrevistada sobre el sexo de quienes participan más en actos delictivos según sexo Cuadro Nº 5........................................................................................... 46 Distribución porcentual de las opiniones sobre el grupo etáreo de las personas que participan más en actos delictivos según sexo Cuadro Nº 6........................................................................................... 47 Distribución porcentual del nivel de acuerdo sobre situaciones que afectan a las personas jóvenes según sexo Cuadro Nº 7........................................................................................... 49 Distribución porcentual de la población entrevistada según nivel de acuerdo con algunos aspectos que fomentan la inseguridad ciudadana


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Cuadro Nº 8........................................................................................... 56 Distribución porcentual de la población entrevistada con respecto a cuánto se deben fomentar algunos valores para promover la seguridad ciudadana según sexo Cuadro Nº 9........................................................................................... 61 Porcentajes en el nivel de acuerdo sobre acciones disciplinarias que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana según sexo Cuadro Nº 10......................................................................................... 62 Porcentajes en el nivel de acuerdo sobre acciones represivas que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana Cuadro Nº 11......................................................................................... 63 Porcentajes en el nivel de acuerdo sobre acciones preventivas que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana según sexo Cuadro Nº 12......................................................................................... 64 Porcentajes en el nivel de acuerdo sobre acciones de control que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana Cuadro Nº 13......................................................................................... 67 Puntajes medios con respecto al modelo de intervención que contribuye a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana según tipo de actitudes Gráficos Gráfico Nº 1........................................................................................... 35 Distribución porcentual de la población costarricense entrevistada acerca de la conducta y los valores en los últimos 5 años Gráfico Nº 2........................................................................................... 36 Distribución porcentual de la población costarricense entrevistada acerca de la conducta y los valores en los últimos 5 años según sexo*

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Gráfico Nº 3........................................................................................... 39 Distribución porcentual de la población entrevistada que en los últimos 5 años ha sido víctima de delincuentes Gráfico Nº 4........................................................................................... 40 Distribución porcentual de personas entrevistadas que mencionaron ser víctimas de la delincuencia por provincia Gráfico Nº 5........................................................................................... 40 Distribución porcentual de personas entrevistadas que han sido víctimas de delincuentes en los últimos 5 años según sexo Gráfico Nº 6........................................................................................... 41 Distribución porcentual de personas entrevistas que mencionaron ser víctimas de delincuencia según ubicación geográfica según sexo Gráfico Nº 7........................................................................................... 42 Distribución porcentual de la población entrevistada según percepción del barrio como un sitio seguro Gráfico Nº 8........................................................................................... 43 Distribución porcentual de la población entrevistada según percepción del barrio como un sitio seguro, según sexo Gráfico Nº 9........................................................................................... 45 Distribución porcentual de las opiniones de la población entrevistada sobre la condición económica de quienes participan más en actos delictivos según sexo Gráfico Nº 10......................................................................................... 46 Distribución porcentual de las opiniones de la población entrevistada sobre la escolaridad de quienes participan más en actos delictivos según sexo Gráfico Nº 11......................................................................................... 51 Puntajes medios del nivel de convencimiento con respecto a los aspectos que inseguridad ciudadana


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Gráfico Nº 12......................................................................................... 52 Distribución porcentual de la población entrevistada según nivel de convencimiento sobre los aspectos que fomentan la inseguridad ciudadana Gráfico Nº 13......................................................................................... 53 Percepción de las personas entrevistadas acerca de personas o entidades que ayudan mucho a fomentar una convivencia pacífica según sexo Gráfico Nº 14......................................................................................... 54 Distribución porcentual de las personas entrevistadas según nivel de influencia de los medios de comunicación en la sensación de inseguridad según sexo Gráfico Nº 15......................................................................................... 58 Puntajes medios del nivel de convencimiento con respecto al paradigma de sociedad que promueve la seguridad ciudadana Gráfico Nº 16......................................................................................... 59 Distribución porcentual de la población entrevistada, según nivel de convencimiento con respecto al paradigma que promueve la seguridad ciudadana Gráfico Nº 17......................................................................................... 68 Distribución porcentual de la población entrevistada según los modelos de intervención que contribuyen a resolver la inseguridad ciudadana Diagramas Diagrama Nº 1....................................................................................... 11 Elementos de una sociedad segura y pacífica Diagrama Nº 2....................................................................................... 14 Convivencia pacífica y sociedad segura Diagrama Nº 3....................................................................................... 17 Matrices culturales

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Diagrama Nยบ 4 Modelos de convivencia social .............................................................. 29 Diagrama Nยบ 5 Percepciones ciudadanas sobre la seguridad . ..................................... 34


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Resumen

Actualmente, la sociedad costarricense vive un episodio de enervamiento de la alarma social, provocada por la recurrencia de hechos criminosos cruentos de gran impacto mediático, como expresión de una criminalidad organizada y violenta, y por la ampliación de hechos de la denominada “criminalidad de bagatela”. Este “material” socialmente existente irrumpe en la vida cotidiana de las gentes, tanto porque es una alteración violenta de la cotidianidad como por la reiteración informativa de tales hechos, ya sea en las pantallas de los televisores o en las páginas de la prensa escrita. Para generar un nuevo clima de seguridad se impone, entonces, desactivar esa alarma social. Un primer camino para intentar esa desactivación pasa por conocer las percepciones de la población costarricense sobre los valores de una convivencia pacífica y seguridad ciudadana, así como sus ideas sobre los factores que generan inseguridad y disparan esa alarma social. Las percepciones “[s]on parte importante de la realidad, ya que terminan siendo decisivas para la definición de políticas públicas en esta materia, así como para evaluar sus resultados” (Basombrío Iglesias, 2007: 23). Para ello, el IDESPO se avocó a realizar un estudio de las percepciones de la ciudadanía respecto a los valores y la seguridad, para adentrarse en el imaginario social, como espacio y “caja de resonancia” de las actitudes y de la información que maneja la población costarricense, no siempre exenta de prejuicios y sometida a campañas de miedo y a una situación de creciente violencia y delincuencia.

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Este estudio está sustentado en el análisis de las percepciones de la ciudadanía recolectadas a través de una encuesta telefónica, la cual fue realizada en todo el territorio nacional. Se asumió como objetivo de la investigación determinar las percepciones de la población costarricense sobre los valores de una convivencia pacífica y seguridad ciudadana y acciones viables para enfrentar la situación de inseguridad ciudadana. El análisis se ha realizado teniendo como premisa que una sociedad ordenada conforme a derecho, con una cultura de convivencia pacífica y niveles de bienestar social homogéneo es una sociedad segura. El documento recoge el hecho de que la situación actual no responde a un diseño gratuito y espontáneo, sino que ella evidencia los elementos de una matriz cultural específica que se traduce en diversos modelos sociales contrapuestos, pero que en la vida cotidiana aparecen como órdenes pragmáticos entremezclados. Entonces, resulta evidente que la existencia de una sociedad pacífica y segura es un hecho contingente, por tanto, requiere el conocimiento y la decisión sobre la base de múltiples factores que interactúan creativamente y que se inscriben en el tramado de específicas matrices culturales. A partir de esas consideraciones se intenta evidenciar dos formas culturales: •

La cultura de la segurabilidad, la cual se asume como “[e]l conjunto de pensamientos, sensaciones y comportamientos que le permiten a una persona sentirse segura y retornar a su estado de seguridad tras experimentar cualquier tipo de situación de inseguridad” (PNUD, 2005: 46). Este modo cultural contiene elementos como la convivencia pacífica, la experiencia de bienestar social homogéneo y una institucionalidad que ceunta con legitimidad.

La cultura del miedo en la cual la sospecha adquiere un alcance más amplio, es más abstracta y generalizada, de forma que prácticamente todas las personas pasan a ser sospechosas. Este ambiente de sospecha, por un lado, y de miedo al delito, por otro lado, lleva a un progresivo encerramiento al que se ven avocadas las gentes, que despliegan “conductas de protección dentro y fuera del hogar, de tipo evitativo o activo” (Ruiz Pérez, 2007: 66). Esta cultura


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se caracteriza por la ruptura de los pactos sociales y las redes sociales de apoyo, el desmontaje del Estado de bienestar y la quiebra de la institucionalidad, todo lo cual propicia la impunidad. Asimismo, se evidencian dos modelos de convivencia social: •

La sociedad solidaria que tiene como criterio la reproducción de la vida, como valores la solidaridad, la ayuda mutua y la cooperación, la confianza y la reciprocidad y como finalidad la dignidad humana. Además,

La sociedad competitiva, cuyo criterio es la eficiencia, sus valores la competitividad, el crecimiento económico, el éxito y el cumplimiento de los contratos y tiene como finalidad el orden.

En la sociedad costarricense estos dos modelos de convivencia social aparecen entremezclados y en pugna. Entre otros factores, es esta pugna, vista en sus efectos pragmáticos, lo que abre el espacio para el malestar y la sensación de inseguridad. En este estudio se ha pretendido discernir en el imaginario social esos modelos de sociedad, con sus valores y el proceso de transformación o cambio social, como algunos de los factores que permiten explicar el comportamiento social y la emergencia de prácticas específicas impulsadas por la sensación de inseguridad y el aumento de la violencia. A la vez, esto podría facilitar que se vislumbren posibles acciones que enfrenten el aumento y prolongación del clima de alarma social y violencia que se vive en el país. Lo anterior se hace más necesario en la medida que la población no es un “sujeto pasivo”, ya que su percepción de la situación de violencia e inseguridad se tiende a traducir en juicios sobre las situaciones que fomentan este fenómeno y alteran el comportamiento personal y social. Asimismo, visualizan los espacios y actores participantes en esta situación y los responsables de enfrentarla o revertirla. En ese sentido, en el estudio se pudo detectar dos bloques de factores, uno de carácter individual, que remite a aspectos de control disciplinario androcrático, y otro de corte estructural, vinculado con la migración, el aumento de la desigualdad social y el desempleo. Es notoria la prevalen-

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cia o el peso de las opiniones acerca de que son los aspectos individuales los disparadores de la situación de violencia e inseguridad. Por otra parte, los resultados obtenidos muestran que un alto porcentaje de las personas entrevistadas consideran que los medios de comunicación influyen mucho en la sensación de inseguridad que se vive en el país y que tienen un papel significativo en la generación de un ambiente de alarma social. En el estudio también queda evidenciada una dualidad en la percepción de la población entrevistada respecto a los dos modelos o escala de valores que deberían fomentarse; la dualidad que surge en los patrones de respuesta se puede entender como reflejo de los dos modelos de sociedad que conviven conflictivamente. Por último, la población entrevistada valida acciones que considera pueden contribuir a resolver la situación de violencia e inseguridad ciudadana y que corresponden al menos a cuatro tipos de reacción frente a la situación de violencia e inseguridad: acciones de disciplinamiento, acciones represivas, acciones preventivas y acciones de control y las actitudes correspondientes a cada una de estas acciones: Actitudes proclives a una institucionalidad de dominio, actitudes proclives al Estado gendarme con elementos de bienestar y actitudes proclives a instrumentar la violencia. Palabras clave Convivencia social; matriz cultural; vida cotidiana; modelos de convivencia social; sociedad solidaria; sociedad competitiva; seguridad; alarma social; valores de convivencia; segurabilidad; inseguridad ciudadana.


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Introducción

Participar en los procesos de formación de una sociedad más justa y equitativa, mediante la generación de un “conocimiento científico social para contribuir a la construcción de modelos de desarrollo fundamentado en los principios de Humanismo, Excelencia, Conocimiento como patrimonio de la humanidad, Responsabilidad, Pertinencia e Integralidad” (Misión IDESPO) impulsa los objetivos estratégicos del IDESPO así como su quehacer investigativo. De ahí que la cuestión de la seguridad ciudadana se constituye en un aspecto que convoca los mejores esfuerzos y exige una mirada atenta, como cientistas sociales, que contribuyen con el “mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad en general y en particular hacia la promoción de los grupos sociales vulnerados” (Misión IDESPO), entre ellos los afectados más directos de esta situación de violencia e inseguridad. Pero se trata de una mirada crítica, que no se entregue a la demagogia facilona de “mano fuerte, cero delincuentes, cero tolerancia”, y que tampoco caiga en una tendencia proclive a la impunidad. Una mirada que intenta discernir, de manera integral, el proceso de violencia a partir de la aspiración y el derecho a una vida segura; por tanto, que intenta penetrar en las condiciones estructurales y personales que están en la base de una convivencia pacífica y cuya ausencia es lo que provoca la sensación de miedo e inseguridad. En ese sentido, este estudio, mediante la indagación de las percepciones, se propone adentrarse en el imaginario social, como espacio y “caja de resonancia” de las actitudes y de la información que maneja la población costarricense, no siempre exenta de prejuicios y sometida a campañas de miedo y a una situación de creciente violencia y delincuencia.

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Por consiguiente, los objetivos de este estudio son: Objetivo general Determinar las percepciones de la población costarricense sobre los valores de una convivencia pacífica y seguridad ciudadana y acciones viables para enfrentar la situación de inseguridad ciudadana. Objetivos específicos 1. Discernir cómo inciden en la percepción de seguridad los procesos de transformación cultural y cambio de valores en la sociedad costarricense. 2. Determinar algunos factores que disparan la alerta social por inseguridad ciudadana. 3. Precisar algunas acciones para enfrentar las situaciones disparadoras de la inseguridad ciudadana y la formación de una convivencia pacífica. Para adentrarse en ese mundo de las percepciones se siguen, como parte de la estrategia metodológica, los siguientes objetivos metodológicos: Objetivos metodológicos 1. Indagar, mediante una encuesta telefónica, la percepción de la población costarricense acerca de los valores de convivencia pacífica que fomentan la seguridad ciudadana. 2. Analizar los datos recopilados a la luz de las siguientes categorías: convivencia pacífica conforme a valores, niveles de bienestar social e institucionalidad. Por otra parte, la estructura del presente informe consta de cinco apartados. En el primero se describen algunas cuestiones metodológicas relevantes sobre la forma de recolección y análisis de la información. En el segundo se introducen, como punto de partida, algunas consideraciones sobre la convivencia pacífica, a la vez que se conflictua la idea de “sociedad del riesgo” y las tendencias peligrosistas que promueven las


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campañas de miedo. En el tercero se apuntan algunos factores que están detrás del surgimiento de la alarma social y de cómo es necesario tener en cuenta la idea de matriz cultural y modelos sociales para comprender la cuestión de la convivencia segura. En el cuarto apartado, desde la perspectiva de la transformación social, que es la clave para comprender los factores que promueven la violencia y la inseguridad ciudadanas y opera como un factor relevante para enfrentar los discursos moralistas y violentistas, se describen y discuten los resultados de la encuesta. Finalmente, con ese cuadro fáctico se elaboran algunas consideraciones o (in)conclusiones generales para continuar la reflexión y el análisis.

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I. datos y métodos

La indagación en las percepciones supone el reto de captarlas en el acto de habla de las personas. Esto implica la utilización de técnicas en las cuales se privilegia la acción de contar, de expresar opinión por parte de las personas involucradas en el estudio. Por eso se hace una descripción sucinta de las fuentes de datos y la población de estudio, así como del procedimiento seguido para el análisis de los resultados. 1.1. Fuentes de datos y población de estudio Los datos de este estudio provienen de una encuesta telefónica, efectuada por el Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) entre el 16 y el 20 de abril del 2008. La población de estudio consiste en una submuestra de 360 personas costarricenses, de 18 y más años de edad, seleccionada de un estudio previamente realizado en el IDESPO.1 La submuestra se estableció considerando factores de costo y tiempo. Cuestionario El cuestionario que se utilizó para aplicar la Encuesta de percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad ciudadana consta de dos apartados: el primer apartado permite caracterizar la población de estudio según variables sociodemográficas como el sexo, la edad y la condición económica. El segundo apartado contribuye a identificar la 1

La muestra que sirvió de base para la presente encuesta fue la de la Encuesta de percepciones de la población costarricense sobre educación, aplicada del 6 al 22 de enero del 2008 y cuyos resultados están publicados en el Nº 55 de la Serie Pulso Nacional (IDESPO, 2008). En esta encuesta, la muestra estuvo conformada por un total de 500 personas seleccionadas de manera aleatoria del directorio telefónico.

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percepción de la población entrevistada sobre los valores de convivencia pacífica que fomentan la seguridad ciudadana. Este segundo módulo de información está conformado por cinco subapartados, subdivididos de la siguiente manera: a.

Aspectos principales de seguridad ciudadana.

b.

Valores y aspectos que contribuyen a promover la seguridad ciudadana. • Percepción sobre el cambio de conductas y valores de la población costarricense. • Aspectos que se deben fomentar para promover la seguridad ciudadana.

c.

Aspectos que fomentan una convivencia pacífica y resuelven la situación de inseguridad. • Lugares y personas que podrían ayudar a fomentar una convivencia pacífica. • Acciones que contribuyen a resolver la situación de violencia e inseguridad en el país.

d.

Aspectos que fomentan la inseguridad ciudadana • Influencia de los medios de comunicación en la sensación de inseguridad.

e.

Comportamientos y situaciones de poblaciones específicas en relación a la seguridad. • Quiénes son las personas que más delinquen. • Seguridad en el barrio en el que se vive.

El formulario de este instrumento puede ser consultado en el Anexo 1 del presente documento. Muestra de personas En el Cuadro Nº 1 se muestra la distribución porcentual de las personas entrevistadas según grupos de edad y sexo.


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Cuadro Nº 1 Distribución porcentual de la población entrevistada según grupos de edad y sexo

Edad De 18 a 24 años De 25 a 34 años De 35 a 44 años De 45 a 54 años De 55 a más años Total

Porcentaje Hombres Mujeres 21,3 19,9 21,9 21,5 20,7 23,0 17,2 16,2 18,9 19,4 100,0 100,0

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Es relevante ir visualizando la especificidad de las percepciones según el sexo de las personas informantes, porque en razón de los roles de género, estas pueden ejercer, en algunos casos, una influencia significativa. Y, si bien, no es la intención ahora hacer un estudio de género, no se puede obviar este factor, por lo cual al menos se reporta en los resultados de la encuesta. Nivel socioeconómico También es relevante considerar la situación socioeconómica de las personas entrevistadas, ya que –como se verá más adelante– este factor podría incidir en la percepción de sus barrios como lugares poco seguros. A estos efectos se construyó un índice de nivel socioeconómico a partir de nueve variables asociadas con la tenencia de artefactos en el hogar. A cada una de esas variables se les asignó un peso, con el fin de que los artefactos que más se tienden a poseer, ejerzan menor influencia en el indicador. En el siguiente listado se indican los artefactos utilizados, con sus respectivos pesos.

Artefactos Refrigeradora Lavadora Microondas Celular DVD Ducha para agua caliente Tanque para agua caliente Computadora Carro (no de trabajo)

Peso 0.5 0.5 1.0 1.0 1.5 2.0 2.5 2.5 2.5


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Una vez asignados los pesos, se multiplicó el peso de cada artefacto por 1 en caso de que el hogar tuviese el artefacto y 0 en caso de que no lo tuviese. Por último, se construyó el índice sumando los resultados de las multiplicaciones. La lógica del índice es que a mayor puntaje, mayor es la tenencia de artefactos. La fórmula para la construcción del índice es la siguiente: 9

pi • fi

i=1

donde pi es el peso asignado a cada artefacto y fi es la variable que indica si el hogar posee el artefacto; esta variable toma el valor de 1 cuando el hogar posee el artefacto y 0 cuando no lo tiene. Por último, se transforma el índice para que varíe de 0 a 10, siendo 10 el nivel más alto de tenencia de artefactos. Para efectos del análisis se consideran los hogares con puntajes mayores a 5, como hogares de nivel económico medio o mayor, y puntajes menores o iguales a 5, como hogares de nivel medio bajo o menor. 1.2. Estrategia de análisis de los resultados La estrategia de análisis de los resultados de la encuesta ha considerado una serie de premisas teóricas, la utilización de un programa estadístico y varias pruebas de análisis multivariado. Premisas Para el análisis de los resultados se partió de la premisa de que una sociedad ordenada conforme a derecho, con una cultura de convivencia pacífica y niveles de bienestar social homogéneo, es una sociedad segura. Desde tal premisa teórica, se buscó analizar si la población costarricense: •

¿Asume los valores que privilegian la cooperación, el reconocimiento, el respeto mutuo, la solidaridad y la equidad como aspectos fundamentales para hacer posible una convivencia con dosis de seguridad ciudadana o, por el contrario, prevalece ahora una cultura que privilegia el


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éxito a toda costa y la competitividad extrema, sobre la base del individualismo egoísta y la imposición de un ambiente de impunidad? •

¿Asume como necesidad el disfrute de niveles de bienestar social homogéneos, que desplacen o impidan la entronización de asimetrías intolerables, como factor indispensable para lograr un ambiente seguro? En tal caso, ¿cómo afecta y excluye a los hogares económica y socialmente deprimidos el desmontaje del Estado de bienestar y la red de apoyos sociales impulsado por los procesos de privatización, con la consecuente transferencia de responsabilidades sociales a actores y agentes particulares (empresas, familias, otros)?

¿Valora como requerimiento para la generación de un ambiente socialmente seguro la existencia de una institucionalidad legitimada socialmente? En tal caso, ¿qué papel juega la quiebra o el debilitamiento de la institucionalidad que está viviendo nuestra sociedad?

Técnicas de análisis En el análisis de los datos, hay una primera parte, de tipo descriptiva, en la que se incluyen algunas variables demográficas y, sobre todo, se intenta cartografiar, aunque sea de manera parcial, el imaginario social mediante la fijación de las percepciones estadísticamente regulares. La presentación de datos cubre los diversos aspectos sustanciales del cuestionario referido arriba. Para el procesamiento de los datos se ha utilizado, como programa estadístico, el paquete informático Statistical Package for the Social Sciences (SPSS). En una segunda parte, se utilizan técnicas de análisis multivariado de datos, para hacer relaciones entre las variables que permiten el abordaje del fenómeno. Entre esas técnicas están: •

El análisis de factores: Esta es una técnica que ayuda a proporcionar la estructura interna de un conjunto de variables, elaborando una estructura más simple que la totalidad de las variables y que permite, a su vez, globalizar mejor el entendimiento de un fenómeno. Esta técnica se aplicó al conjunto de respuestas acerca de los valores que deberían fomentarse en la sociedad costarricense, así como al conjunto de aspectos que promueven la seguridad

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ciudadana y al de las acciones que contribuyen a resolver la inseguridad y la violencia. En cada uno de los análisis de factores se usó la rotación varimax y el método de componentes principales como medio de extracción. De esta manera, en los tres casos se logró establecer la presencia de factores y dimensiones claramente distinguibles, que responden a diversos modelos de sociedad a que se hace referencia más adelante. •

El análisis de cluster: Este análisis permite conformar grupos de sujetos según el valor asignado por estos en una o más variables. El procedimiento busca que a lo interno del grupo los sujetos sean lo más similares entre sí y entre grupos lo más los disímiles. El análisis de cluster utilizado fue el de K medias.

La prueba chi cuadrado: Esta técnica permite determinar si existe una relación entre dos variables categóricas. Es necesario resaltar que esta prueba indica si existe o no existe una relación entre las variables, pero no señala el grado o el tipo de relación; es decir, no indica el porcentaje de influencia de una variable sobre la otra o la variable que causa la influencia.

El análisis de regresión logística: Se trata de una técnica que permite explicar el comportamiento de una variable dicotómica (variable que puede adquirir dos condiciones: Sí o No; Presencia o Ausencia, etc.) a través de una o varias variables a la vez. El modelo de regresión logística utilizado fue el “Logit”. En este estudio se desea conocer la relación del sexo (hombre o mujer), el nivel socioeconómico (indicador de 0-10, donde 10 es el más alto nivel), edad y victimización (ha sido víctima o no ha sido víctima) sobre la percepción de inseguridad del barrio (barrio muy seguro; barrio poco o nada seguro) en el que viven las personas.

De esta manera, se pretende ver con claridad y criticidad la forma en que el imaginario social está siendo conformado y la manera en que se va instalando en este el nuevo “coco” de la inseguridad ciudadana, que justifica e impulsa “cruzadas políticas”, ya que de hecho “la cruzada política para «endurecer» el sistema de justicia penal puede entenderse como una gran evasión: una forma de evitar la cuestión más profunda y problemática de las relaciones sociales y económicas” (William Greider en Burton-Rose, ed., 2002).


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Diagrama Nº 1 Elementos de una sociedad segura y pacífica

Ruptura de los pactos sociales y las redes sociales de apoyo

Cultura del miedo

Desmontaje del Estado de bienestar

Matices culturales

Cultura de convivencia política

Cultura de seguridad

Bienestar social homogéneo

Quiebra de la institucionalidad/impunidad

Institucionalidad/legitimidad

Percepciones (interfase) Cirterio: eficiencia Competitividad Crecimiento económico

Valores

Criterio: reproducción de la vida

Sociedad competitiva

Éxito

Modelos de convivencia social

Sociedad solidaria

Solidaridad Valores

Confianza/reprocidad

Cumplimiento de los contratos

Finalidad: dignidad humana

Finalidad: orden

Percepciones (interfase)

Existencia de espacios públicos Democratización

criminalidad de bagatela Inseguridad ciudadana

criminalidad organizada (bandas narcotráfico, etc.)

Ayuda mutua/cooperación

criminalidad de cuello blanco

Alarma social

Cultura de diálogo y negociación Existencia de estancias políticas decisorias

Convivencia pacífica y sociedad segura

Vida cotidiana

Callejera

“ambiente que se presenta a cada cual como algo ya dado, espontánea y pragmáticamente apropiable..., que es representado mediante lugares comunes u opiniones (Gallardo, 2007: 16, nota 8)

Doméstica Estructural

Violencia

Vial

Fuente: Elaboración propia con base en la revisión bibliográfica realizada. IDESPO – UNA. Octubre del 2008.

Segurabilidad

“El conjunto de pensamientos, sensaciones y comportamientos que le permiten a una persona sentirse segura y retornar a su estado de seguridad tras experimentar cualquier tipo de situación de inseguridad” (PNUD, 2006: 46)

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II. Convivencia social, sociedad del riesgo y percepción de seguridad

Actualmente, la sociedad costarricense vive un episodio de enervamiento de la alarma social por inseguridad, que es provocada por la recurrencia de hechos criminosos cruentos de gran impacto mediático, como expresión de una criminalidad organizada y violenta, y por la ampliación estadística de hechos de la denominada “criminalidad de bagatela”. Este “material” socialmente existente irrumpe en la vida cotidiana de las gentes, tanto porque es una alteración violenta de la cotidianidad como por la reiteración informativa de tales hechos ya sea en las pantallas de los televisores o en las páginas de la prensa escrita. En ese sentido, la existencia real de unos determinados comportamientos infractores (v.g., delitos, violencia) normalmente aparecen desligados del contexto en que se producen (descontextualización), pero, a la vez, son proyectados y reproducidos como la totalidad de la vida social al punto de generar una visión de asfixiante peligrosidad y temor (“lugares comunes”), todo lo cual genera una serie de actitudes, comportamientos y discursos propios de un clima de inseguridad ciudadana que se vive como normalidad anormal o anormalidad normal (por ejemplo, cuando el gasto en seguridad pasa a formar parte de la canasta básica de los hogares o resulta parte de los costos fijos de las empresas). De esta forma, por un lado, emerge la demanda de respuestas oficiales contundentes contra lo (y los) que se considera(n) que disturba(n) la paz social o infringe(n) el “buen orden” social. Esas respuestas, en no pocos casos, se despliegan como una forma de legitimación de los sectores oficiales, lo cual revela la poca capacidad de maniobra, en contextos de baja democratización, para generar proyectos sociales compartidos con suficiente respaldo social.


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Diagrama Nº 2 Convivencia pacífica y sociedad segura Existencia de espacios públicos

Cultura de diálogo y negociación

Democratización

Existencia de instancias políticas decisorias

“ambiente que se presenta a cada cual como algo ya dado, espontáneamente y pragmáticamente apropiable..., que es representado mediante lugares u opiniones (Gallardo, 2007 16, nota 8)

“El conjunto de pensamientos, sensaciones y comportamientos que le permiten a una persona sentirse segura y retomar a su estado de seguridad tras experimentar cualquier tipo de situación de inseguridad” (PNUD, 2006. 46)

Inseguridad ciudadana

Convivencia pacífica y sociedad segura

Criminalidad de bageta Criminalidad organizada (bandas, narcotráfico, etc.) Criminalidad de cuello blanco

Alarma social

callejera

Vida cotidiana

Violencia

doméstica estructural

Segurabilidad

Fuente: Elaboración propia con base en la revisión bibliográfica realizada. IDESPO – UNA. Octubre del 2008.

Esta baja democratización está determinada por la concurrencia de varios factores: •

La escasa o nula existencia de espacios públicos en los que los diversos grupos puedan hacer presentes sus demandas, reivindicaciones, concepciones, modos de vida, etc.

La ausencia o debilidad de una cultura del diálogo y la negociación democrática, que lastra las posibilidades de llegar a acuerdos sociales.

La frágil disposición de las instancias del poder político para negociar los disensos y fomentar los acuerdos, que lleva a soluciones de fuerza bajo el discurso de la tan apreciada (por ellos) gobernabilidad.2

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En entrevista de Mercedes Agüero, reportera de La Nación (4 de agosto del 2008, 5A), el presidente Óscar Arias señaló: “… cuando a mí se me pregunta cuál es el mayor problema de Costa Rica yo digo la ingobernabilidad, la incapacidad de llegar a acuerdos y para que coincidan los diferentes partidos.” Lo que parece que no se dice es que esa gobernabilidad está entendida como la posibilidad de imponer decisiones que afectan a los grupos concernidos sin que estos respondan o contesten tales acciones, por tanto, que las asimilen sin resistencia. Obviamente para eso es que se tiende a restringir los espacios públicos de deliberación (ágora), se impone una escala de valores (individualista) y se excluye el diálogo como práctica cotidiana.

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Por otra parte, en el conglomerado social se instalan discursos alarmistas y catastrofistas, no pocas veces ligados a sectores conservadores, que fomentan, impulsan o refuerzan una serie de comportamientos que tienden a primar respuestas inmediatas de tipo violento, de acción directa, por parte de la misma población, lo cual puede, como generalmente ocurre, escalar los conflictos y el nivel de violencia y conflictividad real que se vive. Al respecto, en el informe Estado de la Región en Desarrollo Humano Sostenible 2008, ya se advierte: … el escenario inercial más probable es aquel en el que coexistirían democracias con niveles ampliados de violencia. Los focos de mayor violencia social y delictiva estarían concentrados en “bolsones” urbanos de pobreza. En varias regiones de los países [se refiere a Costa Rica como prototipo de esta situación] ocurrirían episodios, todavía poco frecuentes, de violencia extralegal (“limpieza social”) que contarían con la connivencia de la población y algunas autoridades policiales. (Programa Estado de la Nación, 2008: 30).

Al parecer, esa previsión ya ha sido una realidad en nuestro medio. Ahora bien, uno de los focos problemáticos para enfrentar esta situación corresponde a la matriz cultural3 en la que se inscriben tanto los problemas como sus posibles soluciones. En el caso de nuestra sociedad, esta se encuentra anclada en una matriz cultural de tipo patriarcal, violentista, instrumental, clasista y excluyente; por tanto, es esperable que, desde esa matriz cultural, el problema de la convivencia social y la seguridad se tienda a ver de forma negativa. 2.1

Matrices culturales y convivencia pacífica

Por “matriz cultural” entendemos aquí: una red de coordinaciones de emociones y acciones en el lenguaje que configura un modo particular de entrelazamiento del actuar y el emocionar de las personas que la viven. (…) [E]n un sentido estricto, las culturas como modos de convivir humano en lo que hace humano que es el entrelazamiento del lenguajear y el emocio3

Concepto complejo y todavía en construcción, pero que en este caso remite a la capacidad de un conjunto de objetos materiales (signos, instrumentos, prácticas) e inmateriales (símbolos, conceptos, ideas, valores, normas, instituciones) articulados de tal forma que permiten generar un mundo de vida, con su propia cosmovisión, orden social, política, sistema de producción y reproducción, y que condiciona las actitudes, conocimiento y prácticas de los sujetos.

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nar, son redes de conversaciones. Y es también … que las distintas culturas como distintos modos de convivencia humana, son distintas redes de conversaciones, y que una cultura se transforma en otra cuando cambia la red de conversaciones que la constituye y define. (Maturana en Eisler, 1993: XI).

Al respecto es relevante hacer varias consideraciones: •

En “el lenguajear y el emocionar” que tejen la “red de conversaciones” están impregnados por (y ellos mismos, a la vez, preforman) un conjunto o escala de valores que son correlativos al tramado de relaciones sociales prácticas, al orden existente. Así, cuando se dice que hay un choque entre escalas de valores, en realidad, lo que se manifiesta, es un choque entre modelos de relaciones y prácticas sociales.

Asimismo, todo orden social elabora y despliega un tramado de valores, de modo que la idea o la sensación de vacío o “pérdida de valores” es sólo aparente, pues el “lugar” del valor (y el valorar) nunca está vacío. Lo que sucede es que tal sensación de vacío se genera en momentos de cambio, de transformación del orden de relaciones sociales, por tanto, del orden axiológico o escala de valores, de modo que no hay una tal “pérdida de valores”, en el sentido de ausencia de valores, sino que lo que ocurre es un cambio o sustitución de unos valores por otros. No obstante, este es un lugar común reiterado insistentemente para (seudo)explicar la realidad social.

Esta transformación (transvalorización) se expresa en la red de conversaciones (v.g., discursos, mensajes, etc.) y en las prácticas efectivas, que en el momento de transición no pueden aparecer sino como contradictorias y paradójicas, entremezcladas unas con otras, hasta que haya un asentamiento o normalización (hegemonía) de un orden sobre el otro.

En el orden epistémico y axiológico, por tanto, se puede (y se debe) distinguir las diversas matrices culturales en pugna, pero en el orden de la praxis social, aun más, de la vida cotidiana, estas aparecen como órdenes pragmáticos entremezclados. Esto genera la posibilidad de mezclas sincréticas (tales como la idea de “capitalismo con rostro humano” o “socialismo liberal” que era la aspiración de la socialdemocracia), pero estas siempre se revelarán como inviables


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o falsas. Y ello no por el determinismo de un dualismo oposicionalista, sino porque cada modo social tiene un principio innegociable (para mantener tal modo social) a partir de lo cual todo lo demás se funcionaliza. Diagrama Nº 3 Matrices culturales Ruptura de los pactos sociales y las redes sociales de apoyo Desmontaje del estado de bienestar Quiebra de la institucionalidad / impunidad

Cultura de convivencia pacífica Cultura del miedo

Matrices culturales

Cultura de segurabilidad

Bienestar social homogéneo Institucionalidad / legitimidad

Fuente: Elaboración propia con base en la revisión bibliográfica realizada. IDESPO – UNA. Octubre del 2008.

A partir de esas consideraciones resulta que la existencia de una sociedad pacífica y segura es un hecho contingente, por tanto, requiere el conocimiento y la decisión sobre la base de múltiples factores que interactúan creativamente y que se inscriben en el tramado de específicas matrices culturales. Entre esos elementos podemos mencionar, de manera sintética, los siguientes: a.

La presencia de una cultura de convivencia pacífica, basada en valores socialmente asumidos y desplegados, que privilegian la cooperación y el reconocimiento mutuo, por tanto, se potencia la convivencia conforme a valores como, por ejemplo, la solidaridad, el respeto mutuo y la equidad.

b.

La existencia de niveles de bienestar social homogéneos, que desplaza o impide la entronización de asimetrías intolerables; por tanto, un bienestar social sobre la base de servicios sociales mínimos, con calidad, y la potenciación de redes de apoyo social, entre otros factores.

c.

La existencia de una institucionalidad que se percibe y a la que se otorga legitimidad, como juicio de una participación ciudadana activa y democrática. En lo específico, una institucionalidad socialmente legitimada influirá en la generación de un ambiente socialmente

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seguro, mediante la adopción, por parte de la esferas oficiales, de una política criminal clara y proporcionada, garantista y respetuosa de derechos humanos; un Poder Judicial eficiente, capaz de proporcionar justicia pronta y cumplida y de evitar la impunidad, y una policía civil y civilista, que excluya tendencias militarizantes. Por el contrario, cuando hay falencia de uno o de varios de estos aspectos, o de su debilidad e inefectividad, se entronizan una serie de factores4 que, más bien, generan inseguridad, entre ellos se pueden mencionar: a.

La ruptura de los pactos sociales y la convivencia social, como una de las amenazas globales para la humanidad, que tiene una expresión local. Esta ruptura no se da de forma gratuita, ni siquiera es por efecto de una “pérdida de valores”5 –como se suele decir–, sino que se debe a la imposición de nuevos valores, que privilegian el éxito a toda costa y la competitividad extrema, sobre la base de una cultura de individualismo egoísta y la imposición de un ambiente de impunidad (v.g., “porta a mí”, “soy choricerito”).

b.

El desmontaje del Estado bienestar y la red de apoyos sociales por la vía de los procesos de privatización en sectores sociales y estratégicos y la transferencia de responsabilidades sociales a hogares económica y socialmente deprimidos. Además, la emergente polarización social generada, fundamentalmente, por una creciente desigualdad socioeconómica y por rezagos regionales y sectoriales que tienden a generar exclusión.

c.

La quiebra o debilitamiento de la institucionalidad que tiene una expresión polimorfa: de un lado, de manera específica, se manifiesta en la saturación del Poder Judicial y su consecuente ineficiencia, con la generación de una sensación de real impunidad, pero, a la vez, con una “judicialización” de otras esferas de la actividad institucional y la vida social. Por otro lado, la ausencia de una política criminal garantista y la promoción de políticas represivas secretistas y autoritarias, así como la ausencia de una policía civilista, que es suplantada por la presencia de rasgos militarizantes en la policía y

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Para una exposición más extensa sobre estos factores, véase PNUD, 2005. Los discursos alarmistas sobre una presunta “pérdida de valores” son deudores de una vieja escisión burguesa entre la moral y la vida práctica, muy funcional para el control y la hegemonía de una forma de vida social.


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una dispersión de los órganos de seguridad que impide la acción interinstitucional coordinada y efectiva. Estos elementos no gratuitamente corresponden al predominio de un modelo de desarrollo, basado en la competitividad y el eficientismo economicista, como el que se ha impulsado en los últimos lustros en los diversos países de América Latina y, en general, en el mundo, como parte de la estrategia neoliberal de globalización (Hinkelammert, 2003; Santos, 2003). Tales factores facilitan la presencia de grupos criminales organizados, que incurren en hechos de una criminalidad cruenta y violenta, pero también en la ampliación de eventos de la denominada “criminalidad de bagatela”, todo lo cual genera un clima de inseguridad ciudadana que dispara la alarma social.

“El riesgo siempre ha sido una construcción social como también las instituciones y capacidades de gestión creadas para enfrentarlo. No podemos enfrentar los riesgos de las sociedades globales y del conocimiento con las construcciones y capacidades de la sociedad industrial. Ésta respondió a nivel privado con las instituciones de la responsabilidad por daños y el seguro, y a nivel público con la acción preventiva de las administraciones públicas en varios frentes (sanitario, de seguridad ciudadana, de seguridad social, disuasión militar, de aseguramiento de mínimos de calidad en la industria...) integrantes de la acción reguladora, inspectora y sancionadora características de la tradicional función de policía.” Sin embargo, “la verdadera naturaleza de la regulación del riesgo no es evitarlo -lo que sería una ilusión o hasta delirio- sino permitir la asunción colectiva de riesgos tolerables derivados de actividades beneficiosas que localmente los justifican”. (Prats, 2004)

Todavía más, en la medida que la dinámica hegemónica es de tipo mecanicista, en nuestras sociedades se generan procesos de generalización y fijación de las conductas y los hechos de forma muy rígida, con lo cual se tiende a olvidar que la convivencia social, igual que la violencia misma, se trata de “un cambiante conjunto de conductas y actitudes, no de un esquema comportamental permanente y bien definido” (Lubek cit. por Martín-Baró, 1992: 370). Esto es lo que tiende a producir la idea de que existe una “raíz del mal” que se activa en los (presuntos) sujetos criminales, la cual se requiere

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controlar y, eventualmente, destruir; mas esto sólo es posible “destruyendo” a los sujetos portadores de ese “mal”. Es así como se instaura una sociedad que vive del miedo y de la constante construcción de “enemigos” (razón fóbica –Mora, 2008), como forma de concitar la cohesión social. Esto se hace en el marco de lo que actualmente algunos tienden a llamar “sociedad del riesgo”,6 pero sin revelar este contenido implícito. Por el contrario, si se quiere enfrentar de manera proactiva y efectiva la situación de violencia e inseguridad, habría que incidir en la “desactivación” de los conflictos, de forma que se pueda generar una convivencia pacífica y segura, por tanto, habrá que insertar, tanto el análisis como las acciones concretas y específicas en una matriz cultural diversa. Una matriz en la que no se tema enfrentar los “propios demonios” de nuestra sociedad, sino que facilite asumir con responsabilidad ética el hecho de vivir y convivir, que es el hecho político por excelencia, pues este se refiere al ámbito de la sociabilidad fundamental que: está dada por las relaciones o de mera cooperación o de reconocimiento mutuo y acompañamiento (gestión de comunidad) que establecen los seres humanos tanto para producir su existencia material, que incluye una o varias espiritualidades, como las condiciones de su sostenibilidad como grupo humano/biológico (reproducción y sensibilidad ambiental). (Gallardo, 2007: 15, las cursivas son del original).

Por tanto, se trata de impulsar una perspectiva que sabe que no puede no decidir políticamente por/en su presente, pero que, por lo mismo, cualquier decisión afecta su futuro. Una posición de tal calibre parte de la premisa de que una sociedad ordenada conforme a derecho, con una cultura de convivencia pacífica y niveles de bienestar social homogéneo, es una sociedad segura. Una sociedad de este tipo es la que puede garantizar con mayor efectividad niveles de segurabilidad para las personas, entendida esta en los términos del PNUD, como: El conjunto de pensamientos, sensaciones y comportamientos que le permiten a una persona sentirse segura y retornar a su estado de seguridad tras experimentar cualquier tipo de situación de inseguridad. (2005: 46).

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La idea de sociedad del riesgo ha sido analizada por Ulrich Bech en su libro La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad (1986).


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Pero la sensación de contar con diversos recursos, ya sean personales o colectivos, públicos o privados, materiales e institucionales para prevenir las amenazas de agresión y protegerse de ellas, así como la capacidad de activar esos recursos, que aumenta la sensación de segurabilidad no es un hecho del mero azar, tampoco de una fuerza compulsiva o de una romántica ingenuidad, sino de la conciencia de que: La seguridad es un bien público que debe ser tratado a nivel político, integrado estrechamente a la sociedad política y a su funcionamiento. En situaciones donde haya un alto grado de inseguridad también habrá, casi inevitablemente, una carencia de participación. La ausencia de ágora deja a los individuos aislados y con miedo, a merced de los peligros y riesgos a su alrededor. (Padovan, s.a).

2.2 Seguridad y percepciones ciudadanas Desde una perspectiva democrática y de convivencia civilista conforme a derecho, es necesario desactivar los ambientes de alarma social, con la finalidad de contrarrestar una equívoca y tendenciosa presión sobre las esferas oficiales, a las que se le hacen demandas de “mano dura”. Estas estrategias de endurecimiento y represivas (“tolerancia cero”), muchas veces encuentran una actitud connivente en los medios de comunicación los cuales, en definitiva, en tanto empresas, miden su éxito por la rentabilidad, la cual está dada por el consumo de “noticias”.7 Un primer camino para intentar esa desactivación pasa por conocer las percepciones de la población costarricense sobre los valores de una convivencia pacífica y seguridad ciudadana, así como sus ideas sobre los factores que generan inseguridad y disparan esa alarma social, toda vez que tales percepciones “[s]on parte importante de la realidad, ya que terminan siendo decisivas para la definición de políticas públicas en esta materia, así como para evaluar sus resultados” (Basombrío Iglesias, 2007: 23). En ese sentido, es plenamente pertinente una investigación social sobre las percepciones que la gente tiene sobre los fenómenos de su vida cotidiana, las cuales, en gran medida, orientan su conducta. Estas percepciones de la vida cotidiana no responden, necesariamente ni en la generalidad de los casos, a un proceso reflexivo científico, pero para las 7

Lo mismo ocurre con las empresas de seguridad privada, cuyo éxito financiero depende de la existencia de ese clima de miedo e inseguridad, que es propicio para que haya una gran demanda de sus productos y servicios. Con esto no se quiere inculpar a tales empresas, sólo se llama la atención sobre el hecho de que estas son parte de un sistema socioeconómico y político institucional inserto en una determinada matriz cultural.

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personas que las enuncian tienen “el significado subjetivo de un mundo coherente” (Berger & Luckmann, 1998: 36). Las percepciones que tienen las personas sobre los fenómenos de su vida cotidiana se hacen sobre la base de lo que les afecta “directamente”, es decir, en estas aparece implicada su corporalidad, que las ubica en un lugar y momento históricamente determinado, respecto de la cual organizan “su mundo” y generan los sentidos que les permiten instalarse y actuar “cómodamente” en él. Estas percepciones disponen y organizan la vida cotidiana de las gentes, entendiendo vida cotidiana como el: ambiente que se presenta a cada cual como algo ya dado, espontánea y pragmáticamente apropiable por “cada quien”, y que es representado mediante lugares comunes u opiniones y cuya particularización práctica (heterogeneidad) opaca los referentes de totalidad… La vida cotidiana es el medio en el que la reproducción más o menos ordenada de cada cual potencia y facilita la reproducción global. (Gallardo, 2007: 16, nota 8).

Por consiguiente, la relevancia de conocer estas percepciones sobre la cotidianidad se asienta en el hecho de que ellas orientan e impulsan en gran medida la acción de las personas y, a la vez, permite conocer cuáles son los elementos que articulan “su” realidad, en cuanto realidad vivida y que perciben como real (Berger y Luckmann, 1998). Sobre esa cotidianidad percibida como realidad las personas generan un sentido común (Bourdieu, 1999), el cual es proyectado en el ámbito de las instituciones, los valores, las normas y demás concreciones sociohistóricas. Asimismo, en cuanto contenidos del proceso social que busca atender a la satisfacción de necesidades y demandas específicas de las personas y los colectivos, estas percepciones tienden a generar un sentido común legitimador o cuerpo ideológico que, a la vez, les otorga una carga de coherencia (Hinkelammert, 1990; Capella, 1999). De ahí que conocer estas percepciones permitiría orientar acciones específicas, comunicacionales y educativas, entre otras, que facilitarían desactivar el clima de violencia y de miedo. Esta es una información estratégica relevante que las instituciones deben tomar en cuenta en la elaboración de sus planes y proyectos, y que tiene un peso significativamente alto en lo que se refiere a las acciones para generar un clima de convivencia pacífica y seguridad ciudadana. Además, hacerla de conocimiento de la ciudadanía, le permitiría a ésta entrar en procesos de formación, elucidación y afinación de criterios sobre su propia cotidianidad, máxime en momentos en que vive un proceso de transformación cultural y cambio de valores, que está en la base de las sensaciones de inseguridad ciudadana.


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II. De una convivencia social pacífica y segura a la alarma social: seguridad ciudadana y modelos sociales

En un ambiente cargado de ansiedades y temores es muy fácil tomar los efectos o resultados por sus causas, pues aquellos son los que tienen una mayor cercanía en la cotidianidad de las personas y los colectivos. Esto es lo que parece que sucede también en materia de seguridad ciudadana. En un ambiente de alarma social se asume que los eventos que se denuncian son causa de sí mismos; así, se sostiene fácilmente que la delincuencia es causa de más delincuencia y que esta deja vulnerable a la sociedad, por tanto, hay que reprimirla a toda costa, con lo cual las acciones colectivas y oficiales se apartan de la aspiración de introducir “sensatez en la política pública de seguridad ciudadana” (Programa Estado de la Nación, 2008: 30).

La construcción de una “racionalidad fóbica”, tiene como trasfondo intereses políticos ligados al control social, y busca (frente a situaciones de evidente desigualdad y contradicción, así como manejo deficitario de los procesos de administración pública y privada y no-superación de las contradicciones reales, incluida la no-consecución del bienestar social), desviar la atención hacia falsos disruptores de la seguridad y canalizar formas de culpabilización hacia sectores socialmente señalados como “peligrosos” (jóvenes, pobres, indígenas, campesinos, manifestantes, indigentes, narcotraficantes, guerrilleros, criminales, etc.) sean éstos origen o no de formas de violencia real, y sujetos luego a procesos de normalización o control social (casi siempre desde un punto de vista penal o militar donde existen los respectivos ejércitos). (Mora, 2008: 9).

Y, como los rostros de esa delincuencia que se denuncia son los de la gente común, o al menos muy parecidos a esta, entonces se tiende a criminalizar a las personas y los colectivos populares en virtud de una presunta peligrosidad, que hace de todos sospechosos y potenciales delincuentes.

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Esa criminalización8 se realiza por diversas vías, ya sea por la imposición de una serie de medidas objetivas y explícitas (las disposiciones legales, el internamiento en prisión, etc.), o mediante el señalamiento y segregación de las personas imputadas, procesadas o simplemente sospechosas, es decir, que no encajan en los estereotipos de las personas “de bien”, en sus ambientes laborales, familiares, sociales, etcétera. Sin embargo, en sociedades interconectadas y mediatizadas como las occidentales actuales, la sospecha adquiere un alcance más amplio, es más abstracta y generalizada, de forma que prácticamente todas las personas pueden ser sospechosas. Este ambiente de sospecha, por un lado, y de miedo al delito, por otro lado, lleva a un progresivo encerramiento al que se ven avocadas las gentes, que despliegan “conductas de protección dentro y fuera del hogar, de tipo evitativo o activo” (Ruiz Pérez, 2007: 66) y terminan custodiándose entre rejas y con cuanto artilugio y producto de seguridad se pueda consumir. Esto tiene el efecto, entre otros, de que puede llevar a formas de colectivas de autodefensa, mecanismos de justicia privada, y, sobre todo a dejar el espacio público vacío, habida cuenta de la “inhibición de la comunicación, la desvinculación del proceso organizativo, el aislamiento social, el cuestionamiento de valores y la desconfianza comunitaria (Ruiz Pérez, 2007: 66). Todo esto crea un ambiente de hostilidad y peligrosidad el cual no deja ver que es que el propio estilo de vida de nuestra sociedad, con sus valores, discursos, normas e instituciones (cultura), y particularmente con el modelo de desarrollo, el que propicia y facilita tanto la emergencia de una criminalidad cada vez más cruenta y organizada, como la ampliación de aquella criminalidad que se conoce como “de bagatela”, así como una cantidad de acciones que se salen de la mirada pública y se escapan del sentido común que define lo que es delito y que conlleva la actuación de los grupos de poder y sus representantes (criminalidad de cuello blanco). Por consiguiente, el punto de partida en esta investigación es la seguridad ciudadana, en sus determinaciones y posibilidades, así como en sus perversiones y obstrucciones. El punto de partida no puede ser la 8

Se habla de una “criminalización primaria” en referencia a las medidas legislativas que tipifican el delito (las leyes penales), mientras que se considera como “criminalización secundaria” la que lleva a cabo la policía y los tribunales.


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inseguridad ciudadana, que sólo emerge como producto de una serie de factores normalmente invisibilizados y que, lo más grave, forman parte del mundo de la licitud. De esta forma, interesa rescatar del imaginario social las percepciones que se tienen acerca de una sociedad segura y pacífica, como derecho para todos y todas y un bien público; además, es una forma de no derivar hacia criminalizaciones indiscriminadas tan en boga actualmente. Excurso: De algunos gazapos y olvidos… ¿intencionados? No se pueden concebir las formas y expresiones de la criminalidad organizada, cuyos actos están marcados por una gran brutalidad y uso de armamento pesado, sin una industria “legítima” de armamento, que representa uno de los principales rubros de la economía mundial. Sin embargo, en la mayoría de los análisis se suele obviar esta correlación entre los mecanismos de producción y reproducción social lícitos y las expresiones ilícitas o delincuenciales. Por otra parte, la existencia de tanto “raterillo”, “carterista” y múltiples denominaciones más, en el marco de la denominada “criminalidad de bagatela”, no es un factor espontáneo, ni siquiera se puede achacar simplemente a una cuestión de “mala fe” o “vagancia” de sus agentes. Sin descartar los componentes de responsabilidad personal de esa población que vive de la sustracción ilícita de bienes, no se puede obviar el hecho de que el aumento de tales eventos está vinculado tanto al crecimiento poblacional y la alta concentración de esta población en las ciudades, generalmente poco o nada planificadas ni gestionadas, como al hecho de que el modelo de desarrollo implementado en nuestras sociedades genera una ampliación del consumo y un reforzamiento de los discursos y valores que privilegian tal consumo, pero en un sistema de distribución perversamente asimétrico. Es decir, no parece probable que este tipo de delincuencia se diera con tal recurrencia ya sea en sociedades austeras y frugales, o bien, en aquellas con un sistema de distribución más equitativo, que atendiera a la satisfacción de las necesidades de todos y todas. Asimismo, si bien actualmente hay una mayor sensibilidad en términos de visualizar, denunciar y enfrentar las formas criminosas propias de situaciones de poder, particularmente del poder económico y político –lo que se denomina “criminalidad de cuello blanco”–, es lo cierto que se dejan por fuera de los análisis y de la mirada del común los hechos normalizados

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de una sociedad altamente jerarquizada, discriminadora, androcéntrica y violentista; es decir, no se asumen como delito hechos considerados “naturales”, pero que están en la base de la situación de pérdida de seguridad, tales como la impunidad de una gran empresa que se deslocaliza en búsqueda de mayor rentabilidad dejando a contingentes de trabajadores “en la calle”, o la ostentación obscena de los centros del consumo que hacen alarde de segregación para todos aquellos que no pueden acceder a este. 3.1 ¿Seguridad o inseguridad? Históricamente, en Occidente, la idea de seguridad no nace vinculada al problema de la violencia y la criminalidad, como se la percibe actualmente. Para llegar a este punto, se pasó por un proceso que fue producto de las transformaciones que generó el surgimiento de las grandes ciudades y el industrialismo, con el cual se instaló en estas el peligro y el miedo (Naredo, 2001). La seguridad tenía que ver con el cuidado de sí y con la defensa comunitaria frente a los embates de la naturaleza. Asimismo, jurídicamente estaba hermanada con las libertades individuales, la solidaridad, la confianza y la ayuda mutua, como valores socialmente compartidos (Naredo, 2001). Por consiguiente, la seguridad era, a la vez, condición y resultado de la vida en sociedad; de ahí que se la viera como un bien público (Padovan, s.a.). No obstante, en tiempos del predominio del modo de producción y reproducción de la vida social capitalista burgués, los diversos bienes se convierten en “recursos “disponibles” y apropiables (privativamente); esto, aunado al proceso de industrialización y la prevalencia de las grandes concentraciones de población en la ciudad, hace que esos bienes, convertidos en recursos, se tornen mercancías (“fetichismo de la mercancía”). De ahí que, en adelante, el acceso a los bienes y recursos queda sometido a las reglas del intercambio mercantil capitalista, por tanto, la discusión acerca de su forma y disposición es desplazada del espacio público. En ese sentido, la seguridad deja de ser un asunto que incumbe directamente al ágora, sino que se vuelve una mercancía que se adquiere (cuando se puede) en el Mercado, según las reglas que este impone. A la vez, instalado el miedo en las ciudades, que rompe los tramados de relaciones sociales basados en la colaboración, la solidaridad y la ayuda mutua, y “escaseada” la seguridad, se impone un ambiente de inseguridad como situación visible en los conglomerados sociales contemporáneos. De ahí


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que, actualmente, como parte del nuevo escenario social, el énfasis se coloque en la situación de inseguridad, la cual muchas veces es sobredimensionada mediáticamente. Asimismo, de manera contradictoria, se generan iniciativas institucionales y privadas tendientes a disminuir o extirpar la inseguridad, pero hacen poco o nada por incentivar los factores que generan seguridad. Es decir, se trata de una acción meramente reactiva frente a la evidencia y efecto de una situación que no se problematiza. En ese sentido, frente a la situación de inseguridad y en nombre de la demanda ciudadana de protegerse del miedo al crimen y la violencia, se tiende a exigir un endurecimiento de los mecanismos reactivos y represivos, que pueden terminar conculcando las libertades ciudadanas; así, en la lucha contra la delincuencia y la violencia, los mecanismos que se aplican para tal fin son, por decir lo menos, igualmente violentos y desestructurantes de una trama de convivencia pacífica y civilista. Sin embargo, esto solo puede generar una escalada de tal situación.9 Por el contrario, el derecho es reivindicación o demanda de una situación positiva, por tanto, de lo que se trata es del derecho a la seguridad, pero esta no se sostiene sobre la base de la lucha contra la delincuencia, o al menos no tan sólo por esta. La seguridad se lograría al desbloquear el acceso a los recursos y los bienes para todos, al generar y ampliar cada vez más los espacios públicos en que se puedan dirimir las diferencias, llegar a acuerdos y decidir sobre la vida pública (democratización), que es la vida en convivencia, al generar instituciones abiertas y eficientes, con clara conciencia de servicio público, entre ellas, un judicial conciente de su mandato mediador, cuyos compromisos políticos e institucionales excluyan la impunidad. Esta idea de seguridad se acerca al concepto de “seguridad humana” adoptado en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD de 1994 (Nuevas Dimensiones de la Seguridad Humana), en el cual se reconocen siete dimensiones dependiendo de las amenazas enfrentadas por las personas. En el Informe Nacional de Desarrollo Humano (PNUD, 2005), 9

Si se lograra el presunto objetivo de eliminar la delincuencia, la fuerza social organizada para contrarrestarla (v.g., fuerzas policiales) podrían derivar en la delirante pendiente del control de un “mundo feliz” huxleyriano, haciendo realidad la pesadilla del “hermano mayor” de Orwell, convirtiéndose, además, en fuerzas de ocupación de los espacios públicos.

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dedicado al tema de la seguridad ciudadana (Venciendo el temor. (In)seguridad ciudadana y desarrollo humano en Costa Rica), se despliega un vasto y sugerente análisis de la dimensión de seguridad ciudadana y se la define como “… la condición personal, objetiva y subjetiva, de encontrarse libre de violencia o amenaza de violencia o despojo intencional por parte de otros” (PNUD, 2005). Si bien puede ser útil, a los efectos expositivos, hacer una desagregación de dimensiones como se hace en los informes del PNUD, desde una perspectiva hologramática y compleja (Morin, 2003; Wilber, 2001), para abordar cualquiera de esas dimensiones se debería dar cuenta de las otras que estarían mutuamente implicadas; por consiguiente, al estudiar la cuestión de la seguridad necesariamente se deben alumbrar los aspectos contextuales integrales en que tal situación se puede generar. Esto es lo que permitiría avizorar un camino alternativo; de lo contrario, se podrían repetir los errores del pasado y las ingentes campañas de lucha contra la delincuencia solo servirían para deteriorar más la convivencia social. En todo caso, asumir esta perspectiva va de la mano con una visión realista del carácter paradójico del Estado de derecho, de la bondad y la perversidad del dominio de la ley, con clara conciencia de que con la alarma social por inseguridad ciudadana se tiende a crear un clima de inestabilidad social que en unos casos provoca parálisis social y política y, en otros, impulsa una movilización social proclive a privilegiar y legitimar acciones violentas, autoritarias y represivas (en el mismo sentido Ruiz Pérez, 2007), antes que aquellas otras de carácter preventivo. Con esto, en el fondo, se revela una disposición a no querer encarar los problemas de fondo, sino privilegiar las respuestas inmediatas y de proyección espectacular, muy propia de “regímenes clientelares”. En un estado de alarma social por inseguridad ciudadana se facilita la imposición de una cultura represiva y del miedo, que genera actitudes con evidentes rasgos de xenofobia, autoritarismo e intolerancia. A la vez, se impulsan comportamientos como el armamentismo en el colectivo; el sicariato, que es parte de un proceso de “mafiacización” de la vida cotidiana en general; los encerramientos en los recintos privados (cercas, rejas, alarmas, etc., que alimentan una potente y rentable industria de seguridad privada) y la competencia desenfrenada, en todos los ámbitos.


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Estos comportamientos generan y se ven reforzados por discursos alarmistas y de miedo personal y colectivo, que es un factor de gravedad, pues impide el diálogo, la concertación, la búsqueda de alternativas viables, y facilita procesos de control social y de dominación; inclusive, en algunos casos, son la vía para alcanzar niveles de “gobernabilidad” por la imposición de la fuerza (policial, militar) tan “necesaria” para la libertad de las inversiones, particularmente de carácter transnacional. Estos comportamientos responden, en gran medida, a la adopción de modelos sociales específicos, cuyos productos culturales impregnan los imaginarios sociales y se revelan en estos, por lo cual es relevante discernir tales modelos y en el caso de la sociedad costarricense parece que al menos conviven dos grandes modelos sociales, los cuales se analizan a continuación. 3.2 Modelos de convivencia social Como telón de fondo de la situación actual es posible discernir, al menos, dos modos de articular las relaciones sociales, los cuales están impulsados y legitimados por diversas matrices culturales y, en particular, por dos paradigmas valóricos o axiológicos que se contraponen. Por eso, para intentar comprender la situación que vive la población costarricense, se torna necesario visualizar esos dos modelos (de valores, de actitudes y de prácticas) que están en pugna en el imaginario de la sociedad costarricense, y por esa vía también en el espacio práctico de la vida cotidiana de la población. Diagrama Nº 4 Modelos de convivencia social Criterio: reproducción de vida

Criterio: eficiencia Competitividad Crecimiento económico Éxito Cumplimiento de contratos

Finalidad: orden

Solidaridad Valores

Sociedad competitiva

Modelos de convivencia social

Sociedad solidaria

Valores

Ayuda mutua / cooperación Confianza / reprocidad

Finalidad: dignidad humana

Fuente: Elaboración propia con base en la revisión bibliográfica realizada. IDESPO – UNA. Octubre del 2008.

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Al respecto, se pueden discernir al menos dos modelos de convivencia social: Sociedad solidaria •

La sociedad solidaria tiene como criterio la reproducción de la vida para todos y todas, por tanto excluye un “cálculo de vidas” como racionalidad económica, que es propia del otro modelo, y sus principios rectores son la solidaridad, la cooperación/ayuda mutua, que se basan en la confianza mutua y el reconocimiento (reciprocidad). La finalidad de este modelo es la ampliación y despliegue de las capacidades humanas, para la plena realización de los sujetos y sus colectivos, desde sus particulares concepciones de dignidad humana.

Sociedad competitiva •

La sociedad competitiva está presidida por el criterio de eficiencia y tiene como principios rectores la competitividad y la búsqueda del crecimiento. Su finalidad es el éxito, como éxito económico principalmente. Valores tradicionales como honradez y respeto son funcionalizados a los fines de preservar las condiciones para hacer negocios exitosos, el cumplimiento de los contratos y la manutención del orden.

En la sociedad costarricense estas dos modelos aparecen entremezclados y en pugna. Es esta pugna, vista en sus efectos pragmáticos, lo que abre el espacio para el malestar y la sensación de inseguridad, entre otras cosas. Así, por ejemplo, en el modelo de desarrollo que se ha venido impulsando desde los años 80, centrado en el objetivo del crecimiento y aumento de la competitividad, este último aparece como un valor. Pero para hacer una entrada social legitimante, que despierte la afección social, se reviste su carácter de “cálculo de vidas” con las consignas del mejoramiento de las técnicas, la modernización y actualización tecnológica, la apertura y liberalización y un discurso de la educación como exclusivo motor del desarrollo. Ahora bien, en este estudio se pretende discernir en el imaginario social esos modelos de sociedad, con sus valores, y el proceso de transforma-


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ción o cambio social, como algunos de los factores que permiten explicar el comportamiento social y la emergencia de prácticas específicas impulsadas por la sensación de inseguridad y el aumento de la violencia. A la vez, esto podría facilitar que se vislumbren posibles acciones que enfrenten el aumento y prolongación del clima de alarma social y violencia que se vive en el país.

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IV. Transformación cultural: cambio de valores y percepción de la inseguridad

En este estudio se pretende penetrar en el espacio de elaboración de las ideas y las actitudes que orientan la conducta de las personas, pues en este ámbito se refleja y se preforman, a la vez, el o los modelos sociales a los que adscribe la población; asimismo, esta prospección puede dar cuenta del proceso de transformación cultural que vive una determinada población. De esta forma, en lo que sigue, se esboza un mapeo de las percepciones explicitadas por las personas entrevistadas sobre la situación actual que, entre otros elementos, incluye la opinión sobre el cambio de valores y conductas en el último quinquenio, la incidencia de la victimización, la sensación de seguridad en los barrios y la consideración sobre cuanto inciden algunos grupos poblacionales en la sensación de violencia e inseguridad. Esto permite, a la vez, discutir tanto algunas de las posibles causas que la población entrevistada está percibiendo como detonadores de esa situación y el papel de los medios de comunicación, así como los aspectos y las acciones que perciben como insumos que contribuyen a enfrentar la delincuencia y la violencia y generan un clima de mayor seguridad.

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Diagrama Nº 5 Percepciones ciudadana sobre la seguridad Cambio en las conductas y valores

Víctimas en los últimos 5 años La situación actual Seguridad del propio barrio ¿Quiénes participan más en delitos y violencia?

Percepciones sobre...

Las causas

Situaciones que fomentan la violencia e inseguridad

Influencia de los medios de comunicación Aspectos principales sobre seguridad Algunas propuestas Acciones que contribuyen con la seguridad

Acciones disciplinarias Acciones represivas Acciones preventivas Acciones de control

Fuente: Elaboración propia con base en la revisión bibliográfica realizada. IDESPO – UNA. Octubre del 2008.

Se advierte que en estudios de esta naturaleza, en los que se pretende establecer inferencias sobre la generalidad de la población, lo ideal sería contar con una muestra de sujetos mayor que la utilizada en la presente investigación, por lo que se recomienda tener esta consideración al interpretar los resultados que se presentan, así como para estudios posteriores. 4.1 Percepciones sobre la situación actual En este apartado se intenta establecer un cuadro fáctico del estado cultural de la población, visto principalmente en términos de la dinámica de la estructura de valores, que surge y, a la vez, alienta prácticas específicas en las personas y los colectivos; la influencia del factor de victimización, que puede estar influenciando la percepción acerca de la seguridad en el propio barrio y el señalamiento de los actores que se considera que más participan en actos de violencia y delincuenciales.


Umbral político

Dinámica de la estructura de valores Al consultarle a la población entrevistada acerca de si la conducta de las personas costarricenses y los valores que éstas ostentan han variado en los últimos cinco años, 76,1% afirma que tales rubros han empeorado, 14,7% sostiene que siguen igual y 9,2% considera que han mejorado (Gráfico Nº 1). Gráfico Nº 1 Distribución porcentual de las opiniones de la población entrevistada acerca del cambio en la conducta y los valores en los últimos 5 años 9,2 14,7 76,1

Han empeorado Siguen igual Han mejorado

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Al parecer las mujeres presentan una mayor tendencia a considerar que en los últimos años los valores y la conducta han empeorado. En el Gráfico Nº 2 se observa que 81,7% de las mujeres percibe que los valores y la conducta han empeorado, mientras que en los hombres dicho porcentaje representa un 69,8%.

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Gráfico Nº 2 Distribución porcentual de la opinión de la población entrevistada acerca del cambio en la conducta y los valores en los últimos 5 años según sexo*

81,7

Han empeorado 69,8

9,4

Sigue igual

20,7 8,9

Han mejorado

9,5

0

20

40

Hombres

60

80

100

Mujeres

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008. * Existen diferencias significativas por sexo (al 95% de confianza) en la percepción de si los valores y la conducta han mejorado en los últimos 5 años.

Ahora bien, como se muestra en el Cuadro Nº 2, entre las razones que esgrimen las personas entrevistadas para sostener su respuesta, se encuentra que la mayor educación o instrucción en la población, la mejoría de su situación económica, así como los valores familiares tradicionales, entre otros, son los motivos que dicen quienes sostienen que la situación ha mejorado. Por su parte, quienes sostienen que la situación sigue igual, apuntan a la pervivencia de la tradición, la existencia de conflictos, a que no se vive con valores y a la apatía, como algunos de los motivos para que esto sea así. Por su parte, quienes dicen que la situación ha empeorado, argumentan que esto es así por la pérdida de valores, el aumento de la delincuencia y el aumento de la violencia y los conflictos.


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Cuadro Nº 2 Razones por las cuales la conducta y valores de la población costarricense han mejorado, siguen igual o han empeorado según sexo RAZONES DE HAN MEJORADO

HOMBRE

MUJER

Mayor educación, más estudios, personas mas preparadas

50,0

43,8

Mejoría de las condiciones socioeconómicas y laborales

18,8

6,3

Valores tradicionales (familia)

12,5

18,8

Hay un cambio en las personas, viven con mas valores

12,5

6,3

6,3

12,5

-

12,3

Mayores oportunidades e igualdad condiciones Otros de ha mejorado Total RAZONES DE SIGUE IGUAL

100,0

100,0

HOMBRE

MUJER

Si continua la costumbre, tradición

50,0

62,5

Hay violencia, conflictos

17,6

18,8

No se vive con valores

17,6

12,5

Apatía, indiferencia frente a los problemas

11,8

-

2,9

6,3

Otros de sigue igual Total RAZONES DE HAN EMPEORADO

100,0

100,0

HOMBRE

MUJER

Perdida de valores

26,3

27,6

Aumento de la delincuencia

19,5

19,9

Aumento de violencia y conflictos

16,9

24,4

Aumento de la inseguridad

7,6

7,1

Desintegración familiar

6,8

7,7

Aumento de presencia de drogas

5,9

1,9

Problemas, falta y deterioro de la educación

4,2

4,5

Aumento del individualismo / egoísmo

2,5

-

Aumento de la corrupción

2,5

1,3

Problemas socioeconómicos / desigualdad social

2,5

3,8

Indiferencia frente a los problemas

1,7

1,3

Otros de han empeorado Total

3,4

0,6

100,0

100,0

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.


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Aparecen, de esta forma, los tres elementos (subjetivos y objetivos) que de manera más recurrente (“tópicos”) son considerados como generadores de la inseguridad ciudadana y disparadores de la alarma social, tal como se había señalado en nuestro modelo conceptual. De ahí que la forma en que la población se imagina con una condición de seguridad, que se expresa como vivir tranquilo, libremente y sin temores (40,6% hombres y 33,1% mujeres), tiene que ver, en un alto grado, con la presencia de lo que se considera que serían las situaciones contrarias a aquellos tópicos. Es decir, tal como se muestra en el Cuadro Nº 3, las personas entrevistadas perciben que la mayor presencia de policías (28,0% hombres y 35,6% mujeres) y de organización comunitaria para la seguridad /21,0% hombres y 10,6% mujeres), así como una vida guiada por aspectos relacionados con valores (14,7% hombres y 14,4% mujeres) presumiblemente contrarrestarían la delincuencia y la violencia. Cuadro Nº 3 Datos porcentuales de las percepciones de la población entrevistada acerca de los significados de seguridad ciudadana, según sexo

Aspectos Vivir tranquilo, libremente y sin temores Mayor presencia de policías Organización de comunidades para velar por seguridad Una policía mas capacitada Aspectos relacionados con valores Aspectos vinculados con leyes Las autoridades cumplen con sus funciones Aspectos relacionados con educación Ayuda mutua entre vecinos Convivencia pacífica entre vecinos Sistemas de seguridad personal Tener / vivir con la sensación de seguridad Mayor comunicación e información Medidas coercitivas mas fuertes Aspectos vinculados con el poder judicial

Hombres (%) 40,6 28,0 21,0 14,7 14,7 9,1 7,7 7,7 7,0 6,3 3,5 2,8 2,8 2,1 2,1

Mujeres (%) 33,1 35,6 10,6 15,0 14,4 15,6 4,4 10,6 14,4 5,0 1,9 5,0 1,9 5,0 1,3

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.


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Factor de victimización y percepción de las causas del clima de inseguridad Es posible que la opinión negativa sobre la situación actual esté influenciada por el hecho de haber sufrido algún grado de victimización. La victimización, de acuerdo con el Informe Nacional de Desarrollo Humano, es considerada como “el acaecimiento real de hechos de violencia y despojo (amenaza objetiva)” (PNUD, 2005). De este modo, es posible que la percepción de inseguridad, concebida como la posibilidad de que ocurran hechos de violencia y ser sujeto de despojo (amenaza subjetiva) (Idem), también esté permeada por el hecho de haber sido víctima de algún acto delincuencial o violento. En relación a los datos obtenidos, en el Gráfico Nº 3 se observa que del total de personas entrevistadas, sólo 39,5% manifestó haber sido víctima de actos delincuenciales en los últimos 5 años, mientras que la mayoría (60,5%) indicó no haber experimentado situaciones de violencia delictiva. Gráfico Nº 3 Distribución porcentual de la población entrevistada que en los últimos 5 años ha sido víctima de delincuentes 39,5

60,5

No Sí

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Las personas entrevistadas que mencionaron ser víctimas de la delincuencia se ubican, mayoritariamente en la provincia de San José (40%) y Alajuela (21%) (Gráfico Nº 4). Este dato se corresponde con las mismas

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estadísticas policiales que reportan los casos entrados en las oficinas policiales del Organismo de Investigación Judiciales.10 Gráfico Nº 4 Distribución porcentual de personas entrevistadas que mencionaron ser víctimas de la delincuencia por provincia (n=141) Puntarenas 10%

Alajuela 21%

Cartago 9%

Heredia 11% Limón 8%

San José 40%

Guanacaste 1%

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Por otra parte, como se evidencia en el Gráfico Nº 5, el porcentaje de hombres que han sido victimas de la delincuencia en los últimos 5 años es de un 44.6%, mientras que el porcentaje de mujeres que han sido víctimas es menor por 10 puntos porcentuales aproximadamente. Gráfico Nº 5 Distribución porcentual de personas entrevistadas que han sido víctimas de delincuentes en los últimos 5 años según sexo 65,1

NO

55,4

Mujeres

34,9

Hombres 44,6

SÍ 0

20

40

60

80

%

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008. 10 Si bien no se tuvo acceso directo a las estadísticas correspondientes al mismo periodo en que se realizó la encuesta, la correspondencia entre el factor de victimización que reportan las personas entrevistadas y las estadísticas policiales es bastante alta, así aparece, por ejemplo, en el reporte de casos vistos por el OIJ en un periodo reciente como el 2006, que puede ser consultado en http://www.poder-judicial.go.cr/ planificacion/estadistica/anuariopoliciales2006/principal.htm.


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Estas personas victimizadas están distribuidas geográficamente en dos grandes secciones, la Gran Área Metropolitana y la Periferia, en las cuales se agruparon los distritos de habitación de las personas entrevistadas. De esta forma, resulta que las mujeres fueron mayormente victimizadas en el GAM (65,2%) que en la Periferia (34,8%); lo mismo sucedió a los varones que fueron victimizados en mayor medida en el GAM (60%) que en la Periferia (40%) (Gráfico Nº 6). Gráfico Nº 6 Distribución porcentual de personas entrevistadas que mencionaron haber sido víctimas de delincuencia según ubicación geográfica por sexo (n=141) 65,2 GAM 60,0

Mujeres Hombres

34,8 40,0

Periferia

0

10

20

30

40

50

60

70

%

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

En todo caso, aunque la cuestión de género no ha sido un tema abordado directamente en el estudio, los resultados obtenidos permiten preguntarse hasta qué punto esta mayor incidencia en la victimización en el caso de los hombres podría estar vinculada con el hecho de que son estos los que mayormente están en los espacios públicos, ya sea por cuestiones laborales o de diversión; son los que tradicionalmente portan más dinero y, además, en una sociedad patriarcal como la costarricense, son más proclives a participar en actos de violencia como forma de reafirmar su masculinidad.


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Barrios seguros También los espacios en los que la población se desenvuelve cotidianamente son elementos que deben considerarse en un análisis de la seguridad (y la inseguridad) ciudadana (PNUD, 2005). Espacios físicos y sociales deprimidos, abandonados y carentes de servicios, tienden a reforzar la percepción de inseguridad en las personas. Pero, a la vez, la relación de cercanía espacial (vecindad), así como los lazos de amistad, solidaridad y ayuda mutua (redes de apoyo social) que se establecen entre personas vecinas, puede influir en la percepción que las personas tienen del lugar donde residen. Al respecto, se consultó a la población entrevistada sobre la manera en que percibe su propio barrio; de acuerdo con los datos obtenidos, 48,2% de las personas encuestadas respondió que su barrio es poco seguro, mientras que 42,1% dijo que es muy seguro, en tanto un porcentaje menor al 10% señaló que su barrio es nada seguro (9,7%), como se indica en el Gráfico Nº 7. Gráfico Nº 7 Distribución porcentual de la población entrevistada según percepción del barrio como un sitio seguro 9,7 48,2 42,1

Mucho Poco Nada

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

El porcentaje de hombres que considera su barrio como un sitio muy seguro es de 40,8%, mientras que el porcentaje de mujeres que tiene una percepción igual es de 43,2%, lo cual contrasta fuertemente con el porcentaje de hombres que considera su barrio como un sitio poco seguro


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(48,5%) y del porcentaje de mujeres (47,9%) que tiene la misma percepción sobre su barrio (Gráfico Nº 8). Gráfico Nº 8 Distribución porcentual de la población entrevistada según percepción del barrio como un sitio seguro, según sexo

43,2

Mucho

40,8 47,9

Poco

48,5

Mujeres

8,9

Nada

Hombres

10,7 0

10

20

30

40

50

%

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Entre uno y otro sexo no resulta ninguna diferencia estadísticamente significativa, por lo cual se descarta, por ahora, que esta variable influya en la percepción de inseguridad del propio barrio. Todavía más, mediante un análisis de regresión logística, se analizó la relación del sexo, la edad, el nivel socioeconómico y la victimización sobre la percepción de inseguridad en el barrio. De dicho análisis resulta que la probabilidad11 de percibir el barrio como un lugar poco o nada seguro se incrementa un 136% cuando la persona ha sido víctima de algún acto delictivo, manteniendo constante la edad, el sexo y el nivel socioeconómico. Esto significa que la persona que ha sido víctima de delincuencia tiende a percibir su barrio como un sitio poco o nada seguro, aún cuando no haya sido víctima en los alrededores de su propio barrio. (Anexo 2). Por el contrario, la probabilidad de percibir el barrio como un lugar poco o nada seguro disminuye un 10% conforme se incrementa en una unidad el indicador de nivel socioeconómico, manteniendo constante la edad, el 11 El modelo de regresión logística responde a una razón de probabilidad entre que ocurra el evento o que no ocurra; en el texto simplemente se interpreta con el término “probabilidad”.

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sexo y el haber sido víctima. Es decir, al incrementarse el nivel socioeconómico disminuye la sensación de inseguridad del barrio. Características de las personas que participan en la actividad delictiva En términos de quienes se considera que participan más en hechos violentos y delincuenciales, resalta la opinión de que son los hombres los que participan más en delitos, pues 84,5% de los varones y 76,6% de las mujeres entrevistadas así lo consideran; mientras que 12,5% de los varones y 21,3% de las mujeres de la muestra considera que tanto hombres como mujeres se involucran en actos delictivos y, en porcentajes bastante menores (2,1% de varones y 3,0% de mujeres), la población entrevistada considera que es la población femenina la que participa más en actos de este tipo (Cuadro Nº 4). Cuadro Nº 4 Distribución porcentual de las opiniones de la población entrevistada sobre el sexo de quienes participan más en actos delictivos según sexo

Grupo

Hombres

Mujeres

Mujeres

3,0

2,1

Hombres

84,5

76,6

Ambos

12,5

21,3

100,0

100,0

Total

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Si bien hay una diferencia visual en las opiniones de hombres y mujeres, esta no es estadísticamente significativa, por lo que se descarta por ahora que el sexo de las personas influya en la opinión acerca de quién delinque más entre hombres y mujeres. Cuando se consulta por el nivel socioeconómico de las personas que presuntamente participan más en delitos, 70,3% de los varones y 64,1% de las mujeres entrevistadas tienden a ver a las personas pobres como las principales responsables de delitos; por el contrario, sólo 7,9% de los va-


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rones y 7,6% de las mujeres entrevistadas considera que las personas ricas son las que participan más en delitos, mientras que 28,3% de los varones y 21,8% de las mujeres de la muestra sostuvieron que tanto personas ricas como pobres participan en el mismo grado en la comisión de delitos (Gráfico Nº 9). Gráfico Nº 9 Distribución porcentual de las opiniones de la población entrevistada sobre la condición económica de quienes participan más en actos delictivos según sexo

64,1 70,3

Pobres

Hombres

7,6 7,9

Ricos

Mujeres 28,3 21,8

Ambos 0

20

40

60

% 80

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Al hacer la consulta respecto de los niveles de escolaridad de las personas que presuntamente tienden más a participar en delitos, 68,9% de los varones y 67,9% de las mujeres encuestadas sostuvo que las personas sin estudio son las que participan más en delitos, mientras que 10,2% de los varones y 7,5% de las mujeres entrevistadas se inclinó por considerar que las personas con estudios son las responsables de más delitos. En general, 22,9% de la población entrevistada sostuvo que tanto las personas con estudio como las que no los poseían participan de igual manera en la comisión de delitos (Gráfico Nº 10).

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Gráfico Nº 10 Distribución porcentual de las opiniones de la población entrevistada sobre la escolaridad de quienes participan más en actos delictivos según sexo 67,9

Sin estudio

68,8 Mujeres

7,5

Con estudio

10,2

Hombres 24,6

Ambos

21 0

20

40

60

80

%

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Por otra parte, cuando la consulta se hizo en relación con el grupo etáreo de las personas que participan en acciones delictivas, resulta que 82,0% de los varones y 70,4% de las mujeres entrevistadas considera que las personas jóvenes son quienes participan más en delitos, y sólo 8,4% de los varones y 12,7% de las mujeres se inclinó por considerar que son las personas adultas, tal como se muestra en el Cuadro Nº 5. Cuadro Nº 5 Distribución porcentual de las opiniones de la población entrevistada sobre el grupo etáreo que participa más en actos delictivos según sexo

Grupo

Hombres

Mujeres

Jóvenes

82,0

70,4

Adultos

8,4

12,7

Ambos

9,6

16,9

100,0

100,0

Total

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.


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Situación de la población joven En relación específicamente con la población joven, parece que se tiene la percepción de que se trata de personas violentas y cuyos actos pueden contener altos grados de crudeza. En varios rubros las personas entrevistadas expresaron sus niveles de acuerdo; así, 84,5% de los varones y 93,1% de las mujeres entrevistadas se expresaron muy de acuerdo y de acuerdo con la consideración de que las personas jóvenes de hoy son más violentas que las de antes, y 73,2% de los varones y 70,1% de las mujeres de la muestra consideran que la violencia entre personas jóvenes es más grave que entre personas adultas. Por su parte, 55,7% de los varones y 59,6% de las mujeres entrevistadas considera que el personal docente constituye un modelo para el aprendizaje de formas de vida sin violencia. Y, definitivamente, la población entrevistada tiende a achacar a la juventud actual comportamientos agresivos y violentos, ya que 84,5% de los varones y 93,1% de las mujeres de la muestra está de acuerdo y muy de acuerdo que con las personas jóvenes de hoy son más violentas que las de antes. Esto tiene como contrapartida un promedio de 82% de la población entrevistada que está en desacuerdo con la idea de que las personas jóvenes de hoy se tratan mejor que las de antes (Cuadro Nº 6). Cuadro Nº 6 Distribución porcentual del nivel de acuerdo sobre situaciones que afectan a las personas jóvenes según sexo

Situaciones que afectan a las personas jóvenes

Muy de acuerdo y de acuerdo

En desacuerdo y muy en desacuerdo

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Los jóvenes de hoy se tratan mejor entre si que los de antes

20,1

16,2

79,9

83,7

Las personas jóvenes de hoy son más violentas que las de antes

84,5

93,1

15,5

6,9

Los docentes son modelos para el aprendizaje de formas de vida sin violencia

55,7

59,6

44,3

40,4

La violencia entre personas jóvenes es más grave que entre personas adultas

73,2

70,1

26,8

29,8

La idea de que las personas jóvenes son violentas está influenciada por las noticias de los medios de comunicación

63,1

53,1

37,0

46,9

Hoy es más grave la violencia de las personas adultas contra las personas jóvenes

51,2

50,8

48,8

49,3

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.


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Resulta evidente, entonces, que la población entrevistada vive el malestar de un proceso de cambio en los patrones de conducta y es permeable a los sentimientos que despierta la alarma social, lo cual tiene como correlato el proceso de estigmatización que se hace respecto de ciertas zonas geográficas y barrios y de sectores de la población, como el de las personas jóvenes, que son consideradas responsables de la situación de violencia y el aumento de la delincuencia. Frente a esto es necesario visualizar cuales son las percepciones sobre las causas de esa situación, para tener elementos que permitan, en un trabajo más proyectivo –que obviamente excede las pretensiones de este– desactivar esa alarma social. 4.2 Percepciones sobre las causas de la situación actual En la medida que la población no es un “sujeto pasivo”, su percepción de la situación de violencia e inseguridad se tiende a traducir en juicios sobre las situaciones que fomentan este fenómeno y del modo en que alteran el comportamiento personal y social. Asimismo, visualizan los espacios y actores participantes en esta situación y los responsables de enfrentarla o revertirla. Conocer estas percepciones permite, en alguna medida, discernir el nivel de crítica y autocrítica colectiva, presente en la población entrevistada, frente a la situación actual y su permeabilidad a los lugares comunes (tópicos) sobre la inseguridad o su capacidad de separarse de estos. Aspectos que fomentan la inseguridad ciudadana A las personas entrevistadas se les ofreció un conjunto diverso de opciones sobre aspectos que presumiblemente fomentan la inseguridad, respecto de los cuales debían manifestar su nivel de acuerdo. A esto contestaron, en porcentajes superiores al 50%, que estaban muy de acuerdo con que el consumo de drogas (64,2%), la pérdida de valores (57,2%) y el consumo de alcohol (54,6) fomentan la inseguridad (Cuadro Nº 7).


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Cuadro Nº 7 * Distribución porcentual de la población entrevistada según nivel de acuerdo con aspectos que fomentan la inseguridad ciudadana Muy de acuerdo

De acuerdo

En desacuerdo

Muy en desacuerdo

Total

Aumento en el consumo de alcohol

54,6

34,3

9,2

1,9

100

Consumo de drogas

64,2

27,5

6,7

1,7

100

Pérdida de valores

57,2

34,7

6,7

1,4

100

Poca presencia policial

51,3

38,7

8,4

1,7

100

Aumento en la tenencia de armas

48,3

39,9

9,2

2,5

100

Los padres no ponen disciplina a los hijos Las madres ya no están en la casa cuidando la familia Mayor presencia de personas migrantes Aumento de la desigualdad entre personas ricas y pobres Aumento del desempleo

47,4

39,0

12,0

1,7

100

33,1

38,6

24,2

4,2

100

41,7

36,1

18,6

3,6

100

38,3

38,1

17,2

6,4

100

Aspectos que fomentan la inseguridad ciudadana

Factor individual

Factor estructural

48,7

35,1

12,5

3,6

100

** Las noticias en los medios de comunicación

32,7

45,0

20,4

2,0

100

** Los docentes no promueven la convivencia pacífica

18,5

39,6

35,4

6,5

100

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008. * Ver en el Anexo 3, el análisis de factores utilizado para el ordenamiento de las variables del presente cuadro. ** Para la prueba de análisis factorial se eliminaron dos ítemes (“Las noticias en los medios de comunicación” y “Los docentes no promueven la convivencia pacífica”) porque no se ubican claramente en ninguno de los dos factores.

A partir de las respuestas de las personas entrevistadas a esta pregunta se visualizaron dos dimensiones o factores, lo cual se obtuvo mediante un análisis de factores. Una dimensión tiene un carácter individual, que remite a aspectos de control disciplinario androcrático (“Los padres no ponen disciplina a los hijos”), al consumo de drogas y la pérdida de valores; mientras que la otra dimensión es más de corte estructural, cuyos aspectos están vinculados con la migración, el aumento de la desigualdad social y el desempleo, por ejemplo (Anexo 3). Para cada una de las dimensiones mencionadas con anterioridad se creó un indicador sobre la percepción de los aspectos que las personas entrevistadas consideran que fomentan la inseguridad ciudadana. El primer indicador muestra, en un puntaje de 0 a 10 (donde 0 remite a un total


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desacuerdo en promover la inseguridad ciudadana mediante aspectos personales), cuán importante son percibidos los aspectos individuales en el fomento de la inseguridad ciudadana. Y el otro indicador apunta cuán importantes son los aspectos estructurales en fomentar la inseguridad ciudadana. Estos indicadores fueron incluidos en un análisis de cluster12 con la finalidad de agrupar o clasificar a los sujetos según sus puntajes obtenidos en ambos indicadores. Al hacerlo se logró conformar cuatro grupos de sujetos, a saber: • Las personas que tienen un alto nivel de convencimiento en ambos aspectos (individuales y estructurales), que bien pueden estar mostrando la ambigüedad que se percibe en la posición de las personas entrevistadas también respecto de otras cuestiones. • Las personas que se inclinan por achacar a los aspectos individuales el fomento de la situación de inseguridad respecto de lo cual manifiestan un alto nivel de convencimiento. • Las personas cuya percepción manifiesta un nivel de convencimiento respecto de ambos factores ni muy alto, pero tampoco muy bajo, sino que constituyen un nivel medio-alto de convencimiento en ambos aspectos. • Finalmente, las personas que tienen un bajo nivel de convencimiento respecto de ambos aspectos. Al respecto, parece que en los diversos grupos hay una tendencia en la que prevalecen los aspectos que se han identificado como “individuales”, salvo en el grupo de nivel medio-alto de convencimiento en el que el puntaje medio del factor estructural es levemente mayor (Gráfico Nº 11).

12 El análisis de cluster utilizado fue el de K medias. Este análisis permite conformar grupos de sujetos buscando que a lo interno del grupo los sujetos sean lo más similares entre sí y entre grupos lo más los disímiles.


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Umbral político

Gráfico Nº 11 Puntajes medios del nivel de convencimiento respecto a los aspectos que fomentan la inseguridad ciudadana 9,07

Alto nivel de convencimiento en ambos aspectos

9,26 Individuales

4,24

Alto nivel de convencimiento sobre el aspecto individual

8,93

Estructurales

6,98

nivel medio-alto de convencimiento en ambos aspectos

6,95

Bajo nivel de convencimiento en ambos aspectos

3,76 4,93 0

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

%

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

En consecuencia, según la percepción de la población entrevistada, parece que la tendencia entre los factores que promueven la inseguridad ciudadana está marcada por una tensión entre el individualismo y una visión más estructural sobre las situaciones que afectan la cotidianidad de la población. Considérese, además, que: [e]l individualismo va ligado a otro valor característico de la sociedad capitalista: la competencia. El medio primordial para lograr la satisfacción individual es la competencia, es decir, aquel tipo de actividad donde el éxito de uno requiere la derrota de los demás. El planteamiento de la competencia como arena para la mayor parte de las actividades propias de la vida social desemboca casi connaturalmente en la utilización de la fuerza, en la violencia estratégica y la agresión táctica contra los rivales, reales o posibles. (Martín-Baró, 1992: 409).

Al observar la distribución porcentual de la población entrevistada según el grupo en el que fue clasificada (clasificación del nivel de convencimiento sobre los aspectos que promueven inseguridad ciudadana), se encuentra que la mayor parte de los sujetos pertenecen a los grupos de nivel medio alto (42%) y nivel alto (39%) de convencimiento en ambos aspectos; asimismo, 9% de sujetos pertenece al grupo que tiene un alto nivel de convencimiento sobre el aspecto individual (Gráfico Nº 12).


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Gráfico Nº 12 Distribución porcentual de la población entrevistada según nivel de convencimiento sobre los aspectos que fomentan la inseguridad ciudadana 9%

10% 42%

Nivel medio-alto de convencimiento en ambos aspectos Alto nivel de convencimiento en ambos aspectos Bajo nivel de convencimiento en ambos aspectos Alto nivel de convencimiento sobre el aspecto subjetivo

39% Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Estos resultados indican que hay una fuerte tendencia a considerar los factores individuales como los promotores de la inseguridad ciudadana. Este hecho puede pesar a la hora de buscar soluciones que involucren a la comunidad, pues por más que se diga que la «seguridad es cosa de todos», en la medida que la situación de inseguridad se achaca a factores y actuaciones individuales, las respuestas tenderán a orientarse por intervenciones en la esfera individual de los sujetos. Espacios seguros y actores sociales En cuanto a los espacios y actores sociales que fomentan una convivencia pacífica, en el Gráfico Nº 13 se muestra que para la población entrevistada la familia (71,2% mujeres y 81,7% varones), las iglesias (63,4% mujeres y 58% hombres), el personal docente (51,9% mujeres y 53,6% varones) y los centros educativos (42,9% mujeres y 53,3% varones), entre otros, son las instancias que ayudan mucho a fomentar una atmósfera de convivencia pacífica entre las personas.13 13 La distribución porcentual de la población entrevistada con respecto a si consideran que ciertos lugares y personas ayudan mucho, poco o nada a fomentar una convivencia pacífica se puede ver en el Anexo 6.


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Umbral político

Gráfico Nº 13 Percepción de las personas entrevistadas acerca de personas o entidades que ayudan mucho a fomentar una convivencia pacífica según sexo El barrio

27,2 33

Lugar de trabajo

El gobierno

21,2

Los periodistas

30,4 44

Las amistades

“La familia”

51,9 63,4 71,2

Mujeres

53,3

18,9

Las empresas

Las iglesias

41,9

42,9

Centros Educativos

Los maestros

22,6

Hombres

17,8 22,8 24,3 50,9 53,6 58 81,7 %

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008. * En la variable “familia” existen diferencias significativas por sexo (al 95% de confianza) en la percepción acerca de que estas ayudan mucho a fomentar la convivencia pacífica.

El resultado de los datos indica, por tanto, que según la percepción de las personas entrevistadas, el espacio privado del hogar, y en segunda instancia el nivel público de la religión, la educación y las amistades, son pilares fundamentales en el fomento de relaciones de convivencia pacífica, lo cual resulta igualmente consecuente con la prevalencia de los factores de carácter individual como los disparadores de la situación de inseguridad. En un segundo plano, con porcentajes menores, se ubican el lugar de trabajo (41,9% hombres y 33% mujeres), el barrio (22,6% hombres y 27,2 mujeres), así como los periodistas, las empresas y el gobierno entre otros de los actores sociales y lugares que igualmente se considera que fomentan una convivencia pacífica (véase Gráfico Nº 13). Influencia de los Medios de comunicación Por otra parte, una característica de las sociedades modernas es que son sociedades mediáticas, es decir, en ellas la elaboración y la “producción”


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de realidades está permeada por la participación de los medios de comunicación. Estos instalan, de diferentes formas, contenidos en el imaginario colectivo y se constituyen en un factor preponderante en la formación de las opiniones de la población sobre los diversos temas que le atañen. Por este motivo, de forma específica se consultó a la población entrevistada sobre cuánto considera que influyen los medios de comunicación en la sensación de inseguridad que se vive en el país. Los resultados obtenidos muestran, como se ve en el Gráfico Nº 14, que un alto porcentaje de las personas entrevistadas consideran que los medios de comunicación influyen mucho en la sensación de inseguridad que se vive en el país, así lo sostuvo 81% de los varones y 66,1% de las mujeres de la muestra. En porcentajes menores, 30,2% de las mujeres y 17,3% de los varones piensa que los medios influyen poco y sólo un 3,7% de las mujeres y 1,8% de los varones entrevistados opinan que los medios de comunicación no tienen ninguna influencia en cuán segura o insegura se siente la población costarricense. Gráfico Nº 14 Distribución porcentual de las personas entrevistadas según nivel de influencia de los medios de comunicación en la sensación de inseguridad según sexo*

66,1

Mucho

81

Mujeres

30,2

Poco

Hombres

17,3 3,7

Nada

1,8

0

20

40

60

80

% 100

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008. * Existen diferencias significativas por sexo (al 95% de confianza) en la percepción de la influencia de los medios de comunicación en la sensación de inseguridad.


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Si bien tampoco fue objeto directo del presente estudio el análisis del papel de los medios en la generación de un ambiente de alarma social, con los resultados obtenidos se nota la alta influencia en que estos tienen en la formación del imaginario social. Esto hace pertinente el trabajo de los diversos observatorios de medios de comunicación y distintas iniciativas al respecto que intentan medir el impacto de estos en la elaboración social de la realidad. En síntesis, estas son algunas de las causas y los actores que, según la percepción de la población entrevistada, inciden más o menos en la formación del ambiente de alarma social, así como de aquellos que pueden fomentar una convivencia pacífica y sensación de seguridad en la ciudadanía. A partir de esa suerte de diagnóstico preliminar se pueden observar los valores y las acciones que son consideradas idóneas para lograr ese fin. 4.3 Percepciones sobre los valores y acciones que fomentan la seguridad Del juicio que la población entrevistada hace sobre la serie de situaciones que perciben como provocadoras de la violencia y la inseguridad y de los actores que están vinculados con esta, se debe pasar a discernir su opinión acerca de los valores que podrían revertirla y producir una situación de mayor seguridad y convivencia pacífica, así como de las acciones que se perciben como idóneas para alcanzar tal fin. Valores que promueven la seguridad ciudadana Respecto de los valores que se deben fomentar para promover la seguridad ciudadana, se reporta una mayor tendencia a mencionar valores como, por ejemplo, el de honradez que es mencionado por 91,7% de los varones y 91,1% de las mujeres; el de solidaridad señalado por 89,3% de los varones y 89,5% de las mujeres; el respeto lo mencionan 89,9% de los varones y 88,5% de las mujeres, mientras que la confianza interpersonal es reportada por 74,6% de los varones y por 69,6% de las mujeres de la muestra, como valores necesarios de fomentar mucho a nivel de la sociedad costarricense para promover la seguridad. Por su parte, el valor de “búsqueda del éxito” obtiene los más altos porcentajes entre los de su grupo, ya que 69,2% de los varones y 75,8% de las mujeres mencionan que debe fomentarse mucho (Cuadro Nº 8).

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Cuadro Nº 8 Distribución porcentual de la población entrevistada con respecto a cuánto se deben fomentar algunos valores para promover la seguridad ciudadana según sexo

Modelo social Solidaria

Competitiva

Valores Honradez Respeto Solidaridad Confianza entre las personas Búsqueda del éxito Defensa propia Competitividad *Búsqueda del crecimiento material

Mucho Hombres

Mujeres

91,7 89,9 89,3 74,6 69,2 51,5 48,5 33,7

91,1 88,5 89,5 69,6 75,8 64,9 47,9 45,0

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008. * En la variable “búsqueda del crecimiento material” existen diferencias significativas por sexo (al 95% de confianza) en la percepción de si es un valor que se debe fomentar para promover la seguridad ciudadana.

Nótese que la búsqueda del crecimiento material fue reportado por 33,7% de los varones y 45% de las mujeres como un valor que habría que fomentar para promover la seguridad, lo cual establece una diferencia estadísticamente significativa en las respuestas de hombres y mujeres, por lo que el sexo sí resulta una variable determinante en la apreciación de la búsqueda del crecimiento material como valor a fomentar. Como se ve, en la percepción de la población entrevistada, la seguridad ciudadana está íntimamente relacionada con una convivencia pacífica, respetuosa, solidaria y de reciprocidad. Estos valores se potencian cuando existen mecanismos que permiten la discusión de los disensos, la asunción de acuerdos y la solución de conflictos sin acudir a la violencia. No obstante, queda evidenciada una dualidad en la percepción de la población entrevistada respecto a dos modelos o escala de valores que deberían fomentarse. Desde la perspectiva de la transformación cultural (Eisler, 1993), la dualidad que surge en los patrones de respuesta se puede entender como reflejo de dos modelos de sociedad que conviven conflictivamente. Por una parte, aquellos valores de solidaridad, honradez y respeto son representativos de un modelo de sociedad solidaria en el cual:


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…las personas establecen lazos de cooperación entre sí, independientemente de las relaciones que se dan entre los grupos a los que pertenecen. Sin embargo, la cooperación entre diferentes grupos puede estimular la cooperación entre sus miembros, aunque no sea más que abriendo el marco institucional y la oportunidad material de cooperar. (Martín-Baró, 1992: 330).

Por otra parte, valores como competitividad, búsqueda del éxito, defensa propia y búsqueda del crecimiento material son reflejos de un modelo de sociedad competitiva, la cual está regida por el valor/criterio del individualismo, que consiste en “la idea de que el individuo constituye el criterio último del bien y del mal, que son las necesidades e intereses de cada individuo y no de la totalidad social el fundamento y objetivos últimos de la convivencia en sociedad. Al privilegiar el bien individual sobre el bien colectivo (simple suma de los bienes individuales), se estimula la violencia y la agresión como medios para lograr la satisfacción individual. El hombre se vuelve lobo contra su prójimo. (Martín-Baró, 1992: 408-409).

La determinación empírica de los dos modelos sociales prefigurados conceptualmente se apoya en la prueba de análisis factorial, mediante el cual se muestra la presencia de esas dos dimensiones en las respuestas a los ítemes que preguntan sobre los valores que deberían fomentarse en la sociedad costarricense. El primer factor o dimensión responde a lo que se ha denominado modelo de sociedad solidaria, ya que valores asociados con este modelo tienen pesos elevados con el factor (se considera un peso elevado cuando la variable presenta una carga mayor a 0,50 en un factor determinado). El segundo factor se le llama modelo de sociedad competitiva, debido a que valores relacionados con este modelo de sociedad son los que acaparan el factor con cargas elevadas (Anexo 4). Al respecto, se creó un indicador para cada factor obtenido del análisis de factores, con lo cual se tiene un indicador del apoyo al modelo de sociedad competitiva y un indicador de apoyo al modelo de sociedad solidaria. Estos indicadores varían de 0-10 donde 10 corresponde a total apoyo y 0 corresponde a ningún apoyo. Luego, según el puntaje obtenido por las personas entrevistadas en cada indicador se conformaron grupos de sujetos mediante un análisis de cluster.14 14 El análisis de cluster utilizado fue el de K medias. Este análisis permite conformar grupos de sujetos buscando que a lo interno del grupo los sujetos sean lo más similares entre sí y entre grupos lo más los disímiles.

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Al hacerlo también se conformaron cuatro grupos de sujetos en relación con el nivel de convencimiento sobre cuál factor o modelo de sociedad promueve la seguridad, a saber: •

Las personas que tienen un bajo nivel de convencimiento en ambos modelos.

Las personas que presentan un alto nivel de convencimiento en el modelo solidario.

Las personas que se ubican en un nivel medio-alto de convencimiento en ambos modelos.

Las personas que expresan un alto nivel de convencimiento en ambos modelo.

Evidentemente, el modelo de sociedad solidaria es el que obtiene un puntaje medio más alto como el que promueve la seguridad ciudadana (Gráfico Nº 15). Gráfico Nº 15 Puntajes medios del nivel de convencimiento respecto al modelo de sociedad que promueve la seguridad ciudadana 8,4

Alto nivel de convencimiento en ambos aspectos

9,67

Nivel medio-alto de convencimiento en ambos modelos

6,55 6,96

Alto nivel de convencimiento en el modelo soidario

Individuales Estructurales

3,86 9,68

Bajo nivel de convencimiento en ambos modelos

4,38 4,06 0

2

4

6

8

10

12

%

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.


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Este patrón de respuesta se podría achacar o a la pervivencia de un sentimiento nostálgico por una Costa Rica bucólica, rural, que se habría ido perdiendo, ya que se ha reportado una percepción de que la conducta y los valores de la sociedad costarricense en los últimos cinco años se han deteriorado, o bien, pueden estar pesando discursos tradicionalistas que afianzan el mito de la excepcionalidad costarricense el cual se vincula con la idea de que “todos somos igualiticos”, “pacíficos” y “pobres pero honrados”. Ahora bien, en el Gráfico Nº 16 se observa la distribución porcentual de la población entrevistada según el grupo en el que fue clasificada (clasificación del nivel de convencimiento sobre el modelo social que promueve la seguridad ciudadana). Al respecto, se encuentra que la mayor parte de los sujetos pertenece al grupo de nivel alto (69%) de convencimiento en ambos aspectos; pero 16% de los sujetos pertenece al grupo que tiene un alto nivel de convencimiento sobre el modelo de sociedad solidaria. Gráfico Nº 16 Distribución porcentual de la población entrevistada según nivel de convencimiento con respecto al modelo social que promueve la seguridad ciudadana 3% 12% 69%

16%

Alto nivel de convencimiento en ambos paradigmas Nivel medio-alto de convencimiento en ambos paradigmas Bajo nivel de convencimiento en ambos paradigmas Alto nivel de convencimiento en el paradigma solidario

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

No obstante, como todavía se nota una fuerte presencia de los valores de una sociedad competitiva que se disputan con los del otro modelo social, se podría pensar que en uno y otro caso, desde la perspectiva de las personas entrevistadas, la vivencia de valores está confiada más a una situación individual, sin que las personas profundicen en la dimensión estructural de estos, lo cual ya había quedado evidenciado en las

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respuestas a la consulta sobre los factores que fomentan la inseguridad (véase Cuadro Nº 7). Esto último puede estar aún más evidenciado en el caso de la búsqueda del éxito, que igualmente tiene un alto porcentaje de respuestas en el sentido de que promueve mucho la seguridad, pues lo que puede estar detrás de esa respuesta es una escisión entre el valor y el modelo de sociedad que las personas entrevistadas se prefiguran imaginariamente y las condiciones prácticas requeridas para alcanzarlo. Acciones para enfrentar la delincuencia y la violencia También resulta relevante conocer las actitudes de la ciudadanía en lo concerniente a asumir o validar acciones que se considera que pueden contribuir a resolver la situación de violencia e inseguridad ciudadana. A estos efectos, respecto de una lista extensa de acciones las personas entrevistadas debían expresar sus niveles de acuerdo y/o desacuerdo. En la lista se incluyeron acciones que conforme al análisis de factores realizado se pueden agrupar en cuatro tipos de reacción frente a la situación de violencia e inseguridad; se trata de: •

Acciones de disciplinamiento o disciplinarias: responden a un esquema moralizante de la vida social y suponen intervenciones proclives a la abstinencia en la actividad individual y colectiva.

Acciones represivas: significan una quiebra del Estado de derecho; sobre la base de una relación amigo-enemigo, permiten intervenciones lesivas contra la integridad corporal y la anuencia a acciones directas de “ajusticiamiento”.

Acciones preventivas: asumen el carácter sintomático de la inseguridad y su impronta estructural, por lo que privilegia intervenciones de carácter socioeconómico y cultural.

Acciones de control: son de carácter meramente reactivo, no cuestionan las causas y se limitan a intervenciones de contención. No obstante, en términos mediáticos y de discursos electoreros, tienen gran peso por su carácter persuasivo frente a la opinión pública.


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Acciones disciplinarias Entre las acciones de disciplinamiento con las que las personas entrevistadas están muy de acuerdo y de acuerdo en que ayudan a resolver la violencia y la inseguridad, se encuentran: educar para la convivencia pacífica, mencionado por 98,8% de los varones y 99,5% de las mujeres; que los vecinos se organicen contra la delincuencia es considerado por 95,2% de los varones y 96,8% de las mujeres; capacitar más a la policía lo sostiene 98,8% de los varones y 97,3% de las mujeres, así como que los centros educativos fomenten la ayuda mutua, es reportado por 97,7% de los varones y 97,8% de las mujeres, o bien, una mayor disciplina de los padres sobre sus hijos e hijas como manifestó 96,5% de los varones y 98,4% de las mujeres entrevistadas, entre otras (Cuadro Nº 9). Cuadro Nº 9 Porcentajes en el nivel de acuerdo sobre acciones disciplinarias que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana según sexo

Acciones

Muy de acuerdo y de acuerdo

En desacuerdo y muy en desacuerdo

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Exigir a los extranjeros un contrato de buena conducta

88,8

93,7

11,2

6,3

Que los centros educativos fomenten la ayuda mutua Utilizar los bienes decomisados al narcotráfico para programas sociales Educar para la convivencia pacífica

97,7

97,8

2,4

2,1

96,5

94,8

3,6

5,2

98,8

99,5

1,2

0,5

Mayor disciplina de los padres sobre sus hijos e hijas

96,5

98,4

3,6

1,6

Disminuir los permisos para cantinas y bares Que los medios de comunicación hagan campañas para la convivencia pacífica Que lo vecinos se organicen contra las delincuencia

87,6

90,5

12,4

9,4

94,7

95,2

5,3

4,7

95,2

96,8

4,7

3,1

Aumentar el control de ingreso a las personas extranjeras

82,6

88,5

17,2

11,5

Que la policía realice redadas

92,4

96,9

7,7

3,1

Capacitar mejor a la policía

98,8

97,3

1,2

2,6

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.


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Acciones represivas El carácter más autoritario de la población entrevistada se ve reflejado en el grado de acuerdo con que acciones represivas son las que contribuyen a resolver el problema de la violencia y la inseguridad. Este tipo de acciones supone una renuncia a las garantías del Estado de derecho y tiende a generar una escalada en los niveles de violencia de parte de los cuerpos policiales estatales. Las personas entrevistadas mayoritariamente manifestaron estar en desacuerdo y muy en desacuerdo con medidas de este tipo, tales como que la policía pueda usar la tortura contra los delincuentes (65,6%); que la población tenga armas de fuego para defenderse (81,7%) o que se imponga la pena de muerte (74,1%). Sin embargo, hay un 34,5% de las personas entrevistadas que dice estar muy de acuerdo y de acuerdo con que la policía pueda usar la tortura contra los delincuentes, y un 29,2% que afirma lo mismo respecto de que las personas afectadas por la delincuencia tomen la justicia en sus propias manos. (Cuadro Nº 10). Cuadro Nº 10 Porcentajes en el nivel de acuerdo sobre acciones represivas que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana

Acciones

Muy de acuerdo o de acuerdo

Desacuerdo o Muy en desacuerdo

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Que la policía pueda usar la tortura contra los delincuentes

33,1

35,6

66,9

64,4

Que las personas afectadas por la delincuencia tomen la justicia en sus manos

27,8

30,4

72,2

69,1

Permitir a la población tener armas de fuego para defenderse

18,3

18,3

81,7

81,7

Imponer la pena de muerte

23,7

27,7

76,3

72,3

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.


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Acciones preventivas En la medida que parece existir una relación entre el modelo de desarrollo y los niveles y formas de la delincuencia y la violencia, que son los disparadores de la sensación de inseguridad, se considera coherente impulsar intervenciones estructurales, de corte socioeconómico para tratar de aminorar el impacto o recurrencia de aquellos fenómenos. En ese sentido, las personas entrevistadas manifiestan estar muy de acuerdo y de acuerdo con que aumentar los programas sociales (94,6% de los varones 91,6% de las mujeres), poner más policías en las calles (91,8% de los varones y 89,5% de las mujeres) y disminuir la desigualdad entre personas pobres y ricas (90,6% de los hombres y 84,8% de las mujeres) son acciones que contribuyen a resolver el problema de la violencia y la inseguridad (Cuadro Nº 11). Cuadro Nº 11 Porcentajes en el nivel de acuerdo sobre acciones preventivas que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana según sexo

Acciones

Muy de acuerdo y de acuerdo Hombres Mujeres

En desacuerdo y muy en desacuerdo Hombres Mujeres

Aumentar los programas sociales Poner más policías en las calles Disminuir la desigualdad entre personas pobres y ricas

94,6 91,8

91,6 89,5

5,3 8,3

8,4 10,5

90,6

84,8

9,5

15,2

Disminuir el desempleo

85,8

84,3

14,2

15,7

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Acciones de control Las tendencias por establecer un control en la movilidad de las personas se ven agudizadas en tiempos de alarma social por inseguridad. De ahí que las personas entrevistadas se hayan manifestado muy de acuerdo y de acuerdo con las acciones de control. Así, 82,8% de los varones y 82,7% de las mujeres, están muy de acuerdo y de acuerdo con aumentar las penas; también autorizar el control de entradas a barrios y urbanizaciones con agujas está avalado por 80,4% de los varones y 90% de las


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mujeres de la muestra, quienes manifiestan su acuerdo con que es una acción que contribuye a resolver el problema de la violencia y la inseguridad (Cuadro Nº 12). Cuadro Nº 12 Porcentajes en el nivel de acuerdo sobre acciones de control que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana Muy de acuerdo y de acuerdo

En desacuerdo y muy en desacuerdo

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Aumentar las penas

82,8

82,7

17,2

17,3

Aumentar el número de cárceles Autorizar el control de entradas a barrios y urbanizaciones con agujas Permitir la extradición de costarricenses

70,5

65,0

29,6

35,1

80,4

90,0

19,5

9,9

68,5

69,6

31,4

30,4

Acciones

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Al repasar ese conjunto de acciones que las personas entrevistadas perciben como idóneas a los fines de resolver la violencia y la inseguridad ciudadana queda la sensación de que, si “la seguridad es cosa de todos”, entonces los patrones de conducta y el imaginario que lo acompaña se deberían reconducir sinérgicamente hacia patrones de comportamiento solidario y no competitivo, en la medida que “la solidaridad plantea el problema de la responsabilidad social como actitud personal y colectiva” (Martín-Baró, 1992: 332), de ahí que sea: entendida como el apoyo que alguien da a las causas defendidas por otros individuos o a las mismas personas. Al solidarizarse, las personas comparten la responsabilidad respecto a algo o alguien, cargan con las consecuencias de lo decidido o realizado por otros. (Ídem).

No obstante que hay un mayor peso respecto al convencimiento que se tiene acerca del modelo solidario como el que puede dotar de más seguridad a la sociedad costarricense (véanse Gráficos Nº 15 y Nº 16), la coexistencia de los dos modelos sociales puede estar revelando también una situación de fractura interna, quizá como parte de la polarización creciente


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que vive el país, que se da entre grupos, pero también al interior de las mismas personas, y que es producto de la misma dinámica del miedo y la violencia que se ha venido imponiendo como una forma de pretender asegurar los intereses de grupos de clase hegemónicos, por un parte, pero también, por la acción de grupos subalternos, marginales (v.g., criminalidad organizada; carteles de la droga, mafias, etc.), los cuales también son funcionales dentro de un mismo sistema de producción y reproducción de la vida social como es el sistema de mercado capitalista. La tensión establecida entre tales grupos genera, entre otras cosas, procesos de legitimación de la violencia y de formas de agresión, pues “[l]a estrecha vinculación entre justificación de la violencia e intereses sociales dominantes muestra que, en definitiva, la violencia no es medida por sí misma, sino por sus productos” (Martín-Baró, 1992: 377). Esta ambigüedad, unida al carácter individualista que está en el modelo de sociedad competitiva puede dar cuenta del 69% de la población que tiene un alto nivel de convencimiento con respecto a ambos modelos. Por lo demás, definir: qué actos de violencia serán justificados en cada sociedad, muestra que la justificación legitimadora de la violencia no depende tanto de su racionalidad en abstracto cuanto de su racionalidad de cara a los intereses del poder establecido, es decir, de la medida en que un determinado acto de violencia contribuya a mantener y propiciar esos intereses. (Martín-Baró, 1992: 376).

Las palabras de Martín-Baró son más que atendibles cuando se repara en las acciones que para las personas entrevistadas contribuyen a resolver la violencia e inseguridad ciudadana. Al respecto, al aplicar la prueba de análisis factorial (Anexo 5) a las respuestas de las personas entrevistadas respecto del conjunto de acciones que pueden contribuir a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana,15 aparecen delimitados cuatro modelos de intervención los cuales podemos denominar como: •

Disciplinario: se refuerzan las conductas sociales de vigilancia y de restricción en los ámbitos privados.

15 Se debe advertir que del menú de opciones ofrecido a las personas entrevistadas, para este análisis se eliminaron las opciones de “capacitar mejor a la policía” y “disminuir el desempleo”, debido a que estos ítems no se identificaban exclusivamente con algunas de las dimensiones o factores obtenidos en el análisis.

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Represivo: se usa la agresión como modo de control de las “conductas desviadas”, privilegiando medidas como la posesión de armas, la pena de muerte y el uso de la tortura.

Preventivo: es el que se hace responsable de la vida social, que ve la inseguridad ciudadana como resultado de las opciones y las omisiones estructurales que generan desigualdad y violencia toda vez que se asume que “la violencia es construida socialmente, en el sentido de que cada orden social establece las condiciones en que se puede producir la violencia de forma justificada” (Martín-Baró, 1992: 376) y también la violencia injustificada, por tanto privilegia acciones estructurales contra la desigualdad social y la acción policial, entre otras.

Controlador: supone las medidas de internamiento y despliegue de dispositivos policiales, al estilo de la sociedad orwuelliana del “hermano mayor”, por tanto se privilegia la ampliación del sistema carcelario y el aumento de las penas.

Cada uno de esos modelos tiene el respaldo de un indicador que varía de 0 a 10 donde 10 indica total apoyo al modelo de intervención y 0 ningún apoyo. Luego, mediante un análisis de cluster se conformaron tres grupos de sujetos según el apoyo de estos a cada uno de los modelos de intervención. Cada uno de esos grupos se identificó con un modelo actitudinal, a saber: •

Actitudes proclives a una institucionalidad de dominio: En este grupo, el mayor puntaje lo obtienen las acciones de disciplinamiento, que junto con las del modelo controlador forman una sensibilidad propia de una institucionalidad de dominio. El énfasis está en el control social, propicio para el establecimiento de hegemonías.16

Actitudes proclives al Estado gendarme con elementos de bienestar: Las acciones preventivas, que corresponden con actitudes favorables al accionar típico del Estado de bienestar, en este grupo obtiene el mayor puntaje, pero aparecen combinadas con las acciones disciplinarias y de control, con puntajes similares, e incluso se admite el uso de la violencia represiva, entonces, realmente parece

16 Este modelo está muchas veces vinculado con el despliegue de la industria de seguridad y los grupos económicos que la impulsan –tal parece ser la propuesta del grupo Seguridad Hoy, Proyecto Siglo XXI (2008).


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configurar una actitud más cercana al Estado gendarme, aunque tenga elementos de bienestar.17 •

Actitudes proclives a instrumentar la violencia (utilitaria): El modelo represivo conjunta acciones en las que la violencia, en la forma de agresión, adquiere justificación y se la concibe como útil para combatir la inseguridad ciudadana (violencia utilitaria); en el tercer grupo, este tipo de acciones supera la media (5,91 puntos) lo cual produce una fuerte gravitación aun cuando sea el puntaje menor, porque aparece reforzado con los altos puntajes respecto a las acciones disciplinarias y de control.

En el Cuadro Nº 13 se observa el puntaje medio de cada grupo en los cuatro indicadores de apoyo hacia cada modelo de intervención. Cuadro Nº 13 Puntajes medios con respecto al modelo de intervención que contribuye a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana según tipo de actitudes Tipo de actitud proclive a Estado gendarme Preventivo Controlador Represivo Disciplinario

6,50 5,90 3,93 6,94

Institucionalidad de dominio 8,78 6,91 1,65 8,97

Violencia utilitaria (pragmática) 9,01 8,27 5,91 8,81

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

De esta forma, según se ve en el Gráfico Nº 17, si se valora la distribución porcentual de las respuestas de las personas entrevistadas resulta que 43% tiende actitudes proclives al Estado gendarme, mientras que 32% 17 Este modelo resulta funcional desde la óptica de la estrategia neoliberal para la acumulación capitalista, que ha generado procesos de privatización de la justicia y del sistema penal, tal ha sido el caso de la privatización de las cárceles en lugares como Estados Unidos, lo cual ha sido denunciado por Loïc Wacquant, quien ha afirmado: “En las últimas tres décadas, los Estados Unidos se han dedicado a un experimento sociohistórico único: la sustitución de la regulación de la pobreza desde el bienestar social por su tratamiento a través del aparato de justicia penal. Este cambio del Estado del bienestar al Estado penal, hay que destacarlo, no afecta a todos los norteamericanos. Está destinado a los indeseables, los inútiles, los abandonados y a todos aquellos que se niegan a someterse al nuevo orden económico y étnico construido sobre las ruinas del difunto pacto fordista-keynesiano…” (en Burton-Rose ed., 2002: 9).

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se inclina por una institucionalidad de dominio o control social y 25% se inclina en mayor medida hacia un modelo de intervención que instrumente la violencia como forma de resolver la inseguridad ciudadana. Gráfico Nº 17 Distribución porcentual de la población entrevistada según los modelos de intervención que contribuyen a resolver la inseguridad ciudadana

25%

43%

Institucionalidad de domicilio Estado de bienestar Violencia utilitaria (pragmática) 32%

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”. IDESPO-UNA. Abril del 2008.

Si bien las personas que se ubican en el grupo de sujetos que se inclinan por justificar en mayor medida las acciones violentas y agresivas como la pena de muerte y el uso de la tortura, representan un menor porcentaje (25%), esto resulta preocupante, porque podría estar mostrando un déficit en el proceso de democratización y el avance de actitudes autoritarias entre la población costarricense. En todo caso, esta actitud autoritaria, si bien no se explica exclusivamente y requiere un análisis pormenorizado y específico, puede estar altamente influida por el proceso de victimización el cual puede tender a aumentar la percepción de inseguridad.


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V. (In)conclusiones o elementos para continuar en la reflexión y el análisis

Las realidades sociales son dinámicas. Por consiguiente, una discusión sobre la convivencia pacífica y la seguridad debe ser un asunto que constantemente se esté revisando, tanto para reformular críticamente las categorías de análisis cuanto para reorientar y repensar las estrategias y las acciones con las cuales se pretende fomentar. Los estudios de percepciones son un buen medio para ir tomando el pulso de lo que vive, siente y opina la población; por lo mismo se constituyen en un instrumento que oportunamente utilizado aportan elementos ricos para el análisis y la reflexión sobre como impulsar prácticas sociales que fortalezcan los lazos sociales de solidaridad y paz. Este ha sido el propósito de este estudio, y para continuar con ese proceso, a partir de los datos y la discusión teórica efectuada, se sintetizan algunas consideraciones generales. •

El estudio confirma la existencia de una tensión entre la cultura de la segurabilidad y la cultura del miedo, lo cual concuerda con el modelo conceptual propuesto y con la evidencia que muestra el análisis de las percepciones. En la percepción de la población entrevistada aparecen reportados los factores de ambas matrices culturales, siendo que la preeminencia de una u otra marca la sensación de seguridad o inseguridad que se vive y percibe.

En las percepciones de la población entrevistada también se reflejan dos modelos de convivencia social: sociedad solidaria y sociedad competitiva. Según la propuesta conceptual, estos modelos aparecen como contrapuestos, lo cual se evidencia en el análisis de los datos. Esto se muestra especialmente respecto a lo que la

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población percibe como el conjunto de valores que deberían privilegiarse para fomentar una convivencia pacífica; las posibles causas o situaciones que generan la inseguridad y las acciones idóneas para enfrentarla. •

Los modelos de sociedad encarnan una serie de valores. Si bien son mayoritarias las percepciones que consideran los valores del modelo de sociedad solidaria como favorecedores de la convivencia pacífica, también está presente, aunque en menor grado, la consideración de que son los valores del modelo de sociedad competitiva los que inciden en el logro de ese objetivo, lo cual reafirma la tensión entre los modelos de convivencia social que subyacen en el imaginario de la población entrevistada.

En ese sentido, no hay “pérdida de valores”, como se suele decir, sino valores propios de cada modelo, por ejemplo, aparece una contraposición entre valores como solidaridad, honradez y confianza interpersonal, con aquellos otros como eficiencia, búsqueda del éxito y del crecimiento material; por tanto, lo que se detecta en los resultados obtenidos es la presencia de valores contrapuestos, como resonancia de la contraposición de los modelos de sociedad.

Diversos estudios han demostrado la existencia de un hiato entre el proceso de victimización y el grado en que se da la sensación de inseguridad entre la población. El resultado obtenido en este estudio refuerza esa conclusión, pues aunque no se niega el problema social existente, como lo ha vivenciado al menos un porcentaje significativo de la población entrevistada, lo cierto es que hay una separación entre “lo real vivido” y “lo sentido” o percibido, que más allá del hecho objetivo de la victimización, genera una sensación de miedo, según la cual “todo el mundo” está sometido a la violencia y a la delincuencia.

No obstante, en relación con la percepción de seguridad en el barrio, las personas que han sido víctima de un acto delictivo tienden a percibir el barrio como un sitio poco seguro, aún cuando no hayan sido victimizadas en su propio barrio. La percepción de seguridad en el propio barrio aumenta conforme aumenta el nivel socioeconómico de las personas.


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Fenoménicamente, la violencia y las acciones delictivas son del mismo tipo que las acciones impulsadas desde un modelo social de competencia, que incluye acciones como la justicia por propia mano; la acumulación; la búsqueda del éxito por el crecimiento material, entre otras.

La situación de inseguridad y violencia adquiere una normalidad dentro del modelo de convivencia social, lo cual se traduce en una sensación de vulnerabilidad. Esta sensación de vulnerabilidad generalizada al delito y la violencia parece reforzada por la manera de elaborar los hechos noticiosos por parte de los medios de comunicación. La práctica periodística tiende a impulsar un tipo de periodismo en el que se acosa a las personas (ya sea responsables de hechos presuntamente delictivos, como a víctimas de siniestros, catástrofes, etc.).

Hay una tendencia en los medios de prensa de invisibilizar la condición humana de los presuntos delincuentes y de las personas declaradas responsables de delitos, inclusive, desde una creciente y renovada tensión amigo-enemigo, que tiene sus versiones en diversos discursos como el del “derecho penal del enemigo”, se los tiende a visualizar como “bestias”, mientras que las víctimas siempre se conciben como desvalidas, que es otra forma de despojarlas. Esto tiende a aumentar la rabia e incentiva la violencia, al punto que se felicita a quien actúa para “defender sus cosas”.

En esto no se repara que los medios de comunicación pertenecen a grupos económicos fuertes, que son los que más reclaman seguridad. Asimismo, en la forma de elaborar la información y generar las “noticias” por parte de los medios de comunicación se puede tender a fomentar la violencia, por consiguiente, la saturación noticiosa no contribuye a desactivar ese ánimo violento entre las personas que, además, se sienten cada vez más vulnerables.

Dado que en el imaginario social existe esa contraposición o confusión de valores correspondientes a modelos diversos de convivencia social, habría que incentivar y fomentar la inclinación que se tiene por aquellos valores de la sociedad solidaria, como una vía para desactivar la alarma social, disminuir la violencia y enfrentar la criminalidad.

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Pero, en la medida que los valores socialmente hablando no existen por sí mismos sino que tienen carácter “parasitario”, es decir, ellos surgen y son expresivos de órdenes de relaciones sociales y prácticas específicos, impulsar un modelo de convivencia social determinado no está ajeno a, entre otros aspectos, el modelo de desarrollo y la imaginación social mediante la que se elabora la realidad. Por tanto, si se quiere impulsar un modelo de convivencia solidaria, esto no es sólo un asunto de declaraciones (incluida la declaración de guerra contra la delincuencia), sino que requiere condiciones específicas, entre ellas, un cambio en los patrones de producción y reproducción de la vida social, en el modelo de desarrollo implementado, para que sea coherente con aquel diseño de sociedad.

Epílogo Lo anterior deja algunas interrogantes: ¿Qué tanto se cuestiona y se estaría dispuesto a cambiar el estilo de vida social, el modelo de producción de la riqueza y las formas de reproducción sociocultural a cambio de convivir pacíficamente? ¿Acaso las declaraciones de guerra contra la delincuencia no esconden el velado anhelo de evitar esos cuestionamientos? ¿Qué tanta coherencia pragmática se exige de los diversos actores sociales? ¿Qué impide ver la violencia y la inseguridad ciudadana como efectos antes que como causa, y así poder intervenir en lo que serían estas últimas, aunque significara un cuestionamiento al orden de relaciones sociales hegemónico? ¿El problema está en la “subcultura de la criminalidad” o esta es sólo una producción más de un modelo que celebra “vicios privados, públicas virtudes”?


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Umbral polĂ­tico

Anexos

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Anexo 1 Cuestionario Cuestionario anterior:

Nº de teléfono:

Cuestionario Nº:

UNIVERSIDAD NACIONAL IDESPO–ABRIL 2008 Teléfono: 2 562 4130 – 2 562 4139 PERCEPCIONES DE LA POBLACION COSTARRICENSE SOBRE VALORES Y SEGURIDAD CIUDADANA 1 Entrevistador/a: Hora: Buenos días/tardes/noches. Mi nombre es ________________________. Llamo de parte del Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional. Quisiera conversar con ___________________________, si se encuentra en casa, a quien habíamos entrevistado en una ocasión anterior, para conversar sobre algunos aspectos relacionados con valores de convivencia social y seguridad ciudadana. Por lo tanto, le agradecería me dedicara algunos minutos de su tiempo para estos efectos. La información que me brinde es confidencial. 2 Sexo: Hombre.............. 1 Mujer….......2 3 Edad: I. VALORES ÉTICOS Y SEGURIDAD CIUDADANA 4 a b c d e f g h i j 5

De los siguientes lugares y personas que le voy a mencionar, cuánto consiMucho Poco Nada dera ud. que ayudan a fomentar una convivencia pacífica: 1 2 3 La familia 1 2 3 Los centros educativos 1 2 3 Las iglesias 1 2 3 El barrio 1 2 3 El lugar de trabajo 1 2 3 Las amistades 1 2 3 Los maestros(as) 1 2 3 Los periodistas 1 2 3 El gobierno 1 2 3 Las empresas Considera ud. que en los últimos 5 años la conducta y valores de la po- Han me- S i g u e n Han empeorado jorado igual blación costarricense han mejorado, siguen igual o han empeorado 1 2 3

6

¿Por qué?

7 a

Según su opinión, señale dos aspectos principales sobre seguridad ciudadana:

b


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8 a b c d e f g h 9 10 11 a b c d e f g h i j k l 12 a b c d 13

Según su opinión, ¿cuánto considera que los siguientes aspectos se deben fomentar entre la población para promover la seguridad ciudadana? Solidaridad Competitividad Honradez Búsqueda del éxito Defensa propia Confianza entre las personas Búsqueda del crecimiento material Respeto A su juicio ¿cuánto influyen los medios de comunicación en la sensación de inseguridad?

Mucho 1 1 1 1 1 1 1 1 Mucho 1

Poco 2 2 2 2 2 2 2 2 Poco 2 SÍ……1 En desacuerdo 3 3 3 3 3 3 3 3 3 3 3 3

¿En los últimos 5 años ud. ha sido víctima de delincuentes? Muy de De acuerSegún su opinión, ¿cuán de acuerdo está con que los siguienacuerdo do tes aspectos fomentan la inseguridad ciudadana? 1 2 Aumento de la desigualdad entre personas ricas y pobres 1 2 Mayor presencia de personas migrantes 1 2 Aumento del desempleo 1 2 Los padres no ponen disciplina a los hijos 1 2 Pérdida de valores 1 2 Aumento en el consumo de alcohol 1 2 Aumento en la tenencia de armas 1 2 Consumo de drogas 1 2 Las madres ya no están en la casa cuidando la familia 1 2 Poca presencia policial 1 2 Las noticias en los medios de comunicación 1 2 Los docentes no promueven la convivencia pacífica Según su opinión, ¿quiénes considera ud. que participan más en delitos? Mujeres.................................... 1 Hombres...............................2 Jóvenes......................................1 Adultos.................................2 Pobres……………….……….. 1 Ricos ....................................2 Personas con estudio.................1 Personas sin estudio..............2 ¿Cuán seguro considera que es su barrio?

Nada 3 3 3 3 3 3 3 3 Nada 3 NO…..2 Muy en desacuerdo 4 4 4 4 4 4 4 4 4 4 4 4

Mucho

Poco

Nada

1

2

3

a b c d e f g h i j k

¿Cuán de acuerdo está ud. con que las siguientes acciones contribuyen a resolver la situación de violencia e inseguridad en el país? Poner más policías en las calles Aumentar los programas sociales Permitir a la población tener armas de fuego para defenderse Capacitar mejor a la policía Mayor disciplina de los padres sobre los hijos Disminuir la desigualdad entre personas pobres y ricas Que la policía pueda usar la tortura contra los delincuentes Disminuir el desempleo Aumentar el número de cárceles Educar para la convivencia pacífica Aumentar las penas

l

Que los vecinos se organicen contra la delincuencia

1

2

3

4

m

Permitir la extradición (a otros países) de costarricenses

1

2

3

4

14

Muy de acuerdo

De acuerdo

En desacuerdo

Muy en desacuerdo

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2

3 3 3 3 3 3 3 3 3 3 3

4 4 4 4 4 4 4 4 4 4 4


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n ñ o p q r s t u v 15 a b

Que en los centros educativos se fomente la ayuda mutua Que las personas afectadas por la delincuencia tomen la justicia en sus manos Que los medios de comunicación hagan campañas para la convivencia pacífica Autorizar el control de entrada a barrios y urbanizaciones con agujas (puestos de vigilancia) Utilizar los bienes decomisados al narcotráfico para programas sociales Que la policía realice redadas Disminuir los permisos para cantinas y bares Aumentar el control de ingreso a las personas extranjeras Imponer la pena de muerte Exigir a las personas extranjeras un contrato de buena conducta ¿Cuán de acuerdo está ud. con las siguientes frases?

1

2

3

4

1

2

3

4

1

2

3

4

1

2

3

4

1 1 1 1 1 1

2 2 2 2 2 2

3 3 3 3 3 3

4 4 4 4 4 4

Muy de acuerdo 1 1

De acuerdo 2 2

En desacuerdo 3 3

Muy en desacuerdo 4 4

2

3

4

2

3

4

2

3

4

2

3

4

Si 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

No 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2

Los jóvenes de hoy se tratan mejor entre si que los de antes Las personas jóvenes de hoy son más violentas que las de antes 1 Los docentes son modelos para el aprendizaje de formas de c vida sin violencia 1 d La violencia entre personas jóvenes es más grave que entre personas adultas 1 e La idea de que las personas jóvenes son violentas está influenciada por las noticias de los medios de comunicación 1 f Hoy es más grave la violencia de las personas adultas contra las personas jóvenes VI. DATOS PERSONALES 16 ¿Cuál es su edad en años cumplidos? (Anote) 17 Tienen en esta vivienda: a Horno de microondas b Teléfono celular c Refrigeradora d Horno de microondas e Ducha para agua caliente f Tanque para agua caliente g Lavadora h Computadora i DVD (no de computadora) j Carro (no de trabajo) 18 ¿En cuál distrito reside usted? 19 Nombre codificador (a): 20 Nombre digitador (a): MUCHAS GRACIAS


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Anexo 2 Regresión logística para determinar la percepción del barrio como un lugar seguro B Lower

Variables Sexo (mujer vrs hombre) Ha sido víctima (si vrs no) Indicador nivel económico Edad Constant

S.E. Upper

Wald Lower

df Upper

Sig. Lower

Exp(B) Upper

95,0% C.I.for EXP(B) Lower Upper

-,123

,228

,291

1

,590

,884

,566

1,383

,859

,239

12,959

1

,000

2,360

1,479

3,768

-,102

,046

4,966

1

,026

,903

,826

,988

-,012

,007

2,792

1

,095

,988

,975

1,002

1,018

,440

5,341

1

,021

2,767

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”, IDESPO-UNA, Abril, 2008

Anexo 3 Análisis factorial de los aspectos que promueven la inseguridad ciudadana

Aspectos que promueven la seguridad ciudadana Aumento en el consumo de alcohol

Individuales

Estructurales

,759

,196

Consumo de drogas

,746

,207

Pérdida de valores

,697

,324

Poca presencia policial

,676

,088

Aumento en la tenencia de armas

,669

,249

Los padres no ponen disciplina a los hijos Las madres ya no están en la casa cuidando la familia Mayor presencia de personas migrantes Aumento de la desigualdad entre personas ricas y pobres Aumento del desempleo

,641

,235

,596

-,013

,132

,772

,076

,714

,343

,665

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”, IDESPO-UNA, Abril, 2008


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Anexo 4 Análisis factorial de los valores que promueven la seguridad ciudadana

Valores Respeto

Paradigma social Sociedad solidaria Sociedad competitiva ,813 ,036

Honradez

,803

,044

Confianza entre las personas

,691

-,015

Solidaridad

,577

,211

Búsqueda del crecimiento material

-,200

,728

Competitividad

,039

,704

Defensa propia

,176

,650

Búsqueda del éxito

,393

,649

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”, IDESPO-UNA, Abril, 2008

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Anexo 5 Análisis factorial de las acciones que contribuyen a resolver la violencia y la inseguridad ciudadana

Acciones Exigir a los extranjeros un contrato de buena conducta Fomentar en los centros educativos la ayuda mutua Utilizar los bienes decomisados al narcotráfico para programas sociales Educar para la convivencia pacífica Mayor disciplina de los padres sobre los hijos Disminuir los permisos para cantinas y bares Que los medios de comunicación hagan campañas para la convivencia pacífica Que lo vecinos se organicen contra las delincuencia Aumentar el control de ingreso a las personas extranjeras Que la policía realice redadas Que la policía pueda usar la tortura contra los delincuentes Que las personas afectadas por la delincuencia tomen la justicia en sus manos Permitir a la población tener armas de fuego para defenderse Imponer la pena de muerte Aumentar los programas sociales Poner más policías en las calles Disminuir la desigualdad entre personas pobres y ricas Aumentar las penas Aumentar el número de cárceles Autorizar el control de entradas a barrios y urbanizaciones con agujas Permitir la extradición de costarricenses

Modelos de intervención Disciplinario

Represivo

Preventivo

Controlador

,644

-,228

,310

,067

,633 ,627 ,602

-,163 ,068 -,027

,469 ,210 ,186

,120 ,230 ,031

,582

-,169

,338

,061

,581 ,535 ,506 ,052

-,120 ,033 -,040 ,764

,079 -,009 ,294 ,019

,389 ,160 ,364 ,169

,004

,762

-,095

,027

-,160

,706

,016

-,101

-,067 ,228 ,080 ,306 ,117 -,069

,648 -,081 ,189 -,058 ,095 ,202

,022 ,727 ,699 ,628 ,212 ,211

,198 ,172 ,241 -,037 ,695 ,642

,398

,077

-,146

,508

,239

,002

,027

,481

,702 ,689

,101 -,175

-,057 ,331

,007 ,074

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”, IDESPO-UNA, Abril, 2008


85

Umbral político

Anexo 6 Distribución porcentual de la población entrevistada con respecto a cuánto consideran que ciertos lugares y personas ayudan a fomentar una convivencia pacífica Ayudan a fomentar una convivencia pacífica La familia Las iglesias Los maestros(as) Entidades Las amistades Los periodistas Las Empresas El gobierno Los centros educativos Lugares El lugar de trabajo El barrio

Mucho

Poco

Nada

Total

76,1 60,8 52,7 47,2 27,5 21,9 18,4 47,8 37,2 25,1

22 33,3 43,1 45,3 50,0 61,8 55,4 48,9 53,2 56,8

1,9 5,9 4,2 7,5 22,5 16,3 26,2 3,3 9,6 18,1

100 100 100 100 100 100 100 100 100 100

Fuente: Elaboración propia con base en el Cuestionario “Percepciones de la población costarricense sobre valores y seguridad Ciudadana”, IDESPO-UNA, Abril, 2008


Impreso por el Programa de Publicaciones e Impresiones de la Universidad Nacional, en el mes de febrero del 2009. La edición consta de 500 ejemplares, en papel bond y cartulina barnizable. 1384-8—P.UNA



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