Las Rutas de la Tierra del Sol

Page 1





Universidad Tecnol贸gica de la Mixteca Huajuapan de Le贸n, Oaxaca.


Directorio Dr. Modesto Seara Vázquez Rector

M.C. Gerardo García Hernández Vice-Rector Académico

C.P. José Javier Ruiz Santiago Vice-Rector Administrativo

Mtra. María de los Ángeles Peralta Arias Vice-Rectora de Relaciones y Recursos


8 Venado, Garra de Jaguar. C贸dice Nutall


Primera edición: Mayo 2012 ISBN: D.R. © 2012 por UTM Universidad Tecnológica de la Mixteca Carretera a Acatlima km. 2.5, Huajuapan de León, Oaxaca, México. C.P. 69000. Tels. 01 (953) 53 20399 y 20214 http://www.utm.mx

J

Diseño: Víctor Manuel García Luna Directora Editorial: Reina Ortiz Escamilla Impreso y Hecho en México Printed and made in Mexico


Índice Prólogo

Dra. Eréndira D. Camarena Ortiz

Las Comunidades del Pleistoceno Tardío de la Mixteca Alta Oaxaqueña Dr. Eduardo Jiménez-Hidalgo

pág. 9

15

Mtra.Rosalía Guerrero-Arenas

Rescate Arqueológico en el Cerro del Jabón,Yucunama,Teposcolula, Oaxaca

29

Los Antiguos Habitantes de Yucunama, Mixteca Alta de Oaxaca. Datos Osteológicos

67

Kutiere, titia’a: Historia y Simbolismo en los Tejidos Mixtecos

89

Arqlgo. Raúl Matadamas Díaz

Dr. Sergio López Alonso

Dr. Alejandro de Ávila Blomberg


La Lengua como Símbolo de Identidad entre los Mixtecos de Santiago Jamiltepec, Oaxaca

173

Apuntes e Imágenes de la Escuela Rural en la Mixteca Oaxaqueña (1925-1959)

209

El Museo Comunitario: un Espacio para el Ejercicio del Poder Comunal

243

Mtro. Miguel Hernández Hernández

Dr. Salvador Sigüenza Orozco

Arqueólogo Cuauhtémoc Camarena Ocampo Arqueóloga Teresa Morales Lersch

Las Plantas en la Vida de los Mixtecos de Hoy. El Caso de Asunción Cuyotepeji

259

La Comarca de la Mixteca Oaxaqueña. Una Propuesta para su Regionalización Turística

309

Mtro. Lauro Solano Hernández

Dr. Luis Felipe Sigüenza Acevedo


Prólogo Es loable la labor que viene realizando la Universidad Tecnológica de la Mixteca (UTM) sede Huajuapan de León al llevar a cabo la Semana de la Cultura Mixteca, la cual alberga en su seno diferentes manifestaciones culturales. El propósito de los organizadores es dar cabida a creadores de diferentes especialidades haciendo énfasis en los rasgos culturales del pueblo Ñu savi, en este sentido conviene mencionar, que no sólo participan gente originaria de este pueblo sino aquellos que han hecho de esta cultura su objeto de estudio. Larga resulta ser la lista de personalidades que desde diferentes ámbitos, especialidades y profesiones han participado en ella. Antes de continuar con esta tarea, debo agradecer a la Lic. Reina Ortiz Escamilla y a las autoridades de esta insigne Universidad por la invitación para realizar el presente prólogo de la XI Semana de la Cultura Mixteca. La política de presentar diferentes autores de diversas actividades continúa y esta ocasión no es la excepción a la regla. De tal suerte que en la nueva edición se cuenta con un abanico de estudios tan amplios que abarca desde el pasado más remoto hasta el presente. Los campos que intervienen son: arqueología, antropología física y paleontología, así como estudios actuales que atañen a la lengua, la indumentaria, la herbolaria y otros que tienen que ver con el entramado social como es la escuela rural, el museo comunitario y los esfuerzos de gestión del patrimonio turístico. En el artículo Las Comunidades del Pleistoceno Tardío de la Mixteca Alta Oaxaqueña, el doctor Eduardo Jiménez-Hidalgo y la maestra Rosalía Gue9


rrero-Arenas presentan una instantánea del trabajo sistemático que vienen realizando en la Mixteca Alta, al colectar especímenes de fauna y vegetación que habitaron en esta región. Resulta ser un estudio novedoso por los datos que de él se desprenden como acotar la antigüedad de estos organismos (entre 60, 000 y 11,700 años). Debido a este trabajo sistemático han podido caracterizar una fauna típica del lugar y asignarle un nombre propio como: Fauna Local Viko Vijin, de igual manera les ha permitido realizar inferencias del entorno del medio ambiente en el que se desarrollaban. En el Rescate Arqueológico en el Cerro del Jabón, Yucunama, Teposcolula, Oaxaca, el arqueólogo Raúl Matadamas Díaz nos brinda una radiografía del rescate realizado en este predio. Debido a la cimentación para construir una casa se descubren dos pozos con evidencias arqueológicas y que al término del mismo resultan veintiocho los pozos explorados. La mayor parte de éstos que nos describe a detalle el arqueólogo son formaciones troncocónicas donde se encuentran evidencias de materiales como lítica, cerámica, asta y sobre todo huesos humanos. Pero también se halla otro elemento arquitectónico como es la cista, ambas construcciones, poseen evidencia de haber servido para funerales, aunque también hay entierros simples excavados directamente en la piedra caliza. Del trabajo que presenta en este volumen destaca los cortes realizados que plasma en una imagen para que el lector se dé una idea de cómo es una formación tronco-cónica. Al mismo tiempo informa de vestigios arqueológicos periféricos en torno a un kilómetro de distancia del punto del rescate, más la evidencia localizada hacen confirmar al autor la presencia de unidades domésticas para la zona de la Mixteca. El Dr. Sergio López Alonso en el artículo Los Antiguos Habitantes de Yucunama, Mixteca Alta de Oaxaca. Datos Osteológicos, recrea una imagen de los antiguos pobladores de la Mixteca Alta a través de evidencias óseas producto de un rescate arqueológico del pueblo de Yucunama. En este meticuloso estudio desmenuza importantes rasgos bioculturales en primera instancia y modificaciones culturales observadas en los restos óseos en segunda instancia. En el primer caso y por la evidencia estudiada menciona la morfología craneal, el índice orbitario y la estatura, en los tres casos expone los datos en sucesivos cuadros de concentración para que el lector o investigador disponga de ellos. En el segundo caso, es decir en las modificaciones culturales, comenta la práctica de la deformación craneana en dos modalidades tabular 10


y anular que practicaron los antiguos pobladores de esta región. Destaca la lesión supraniana, la práctica de la mutilación dentaria como mecanismo estético o de status. Menciona alteraciones óseas como “…la obliteración total de la sutura sagital” en un esqueleto de sexo femenino. Contados son los casos en que hallaron evidencia de carencias nutricionales; lo que más predominó fueron caries dentales y secuestros óseos, y también se halló la evidencia de fracturas. En Kutiere, titia’a: Historia y Simbolismo en los Tejidos Mixtecos, el doctor Alejandro de Ávila Blomberg nos presenta “hilos” de vívidos colores de historia y simbolismo de la Mixteca con la cual va construyendo una bella urdimbre, que es el texto. El artículo aborda de manera integral los componentes para elaborar un textil como son las fibras vegetales y de animales propios de la región así como, algunas que fueron introducidas a partir del contacto europeo. También hace mención de los colorantes utilizados para teñir los hilos, sean estos vegetales, de origen animal, mineral o sintéticos. Otro tema que toca y que tiene que ver con la técnica de la confección es la del tejido. En este espacio vierte todo el conocimiento sistemático aprehendido de los saberes de sus informantes, así mismo, aborda la historia y la simbología de los diseños presentes en los textiles de las mujeres mixtecas. En La Lengua como Símbolo de Identidad entre los Mixtecos de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, el maestro Miguel Hernández Hernández, nos adentra en los términos de identidad y etnicidad para poder establecer categorías que reflejen los grupos que integran la población de Santiago Jamiltepec. En otros estudios, tres son los grupos que integran esta comunidad: mixtecos de la costa, mestizos y afromexicanos pero, el maestro Hernández nos presenta un nuevo mosaico producto de sus investigaciones. De tal suerte que abstrae cuatro categorías con sus matices: 1).- Mixtecos, que ellos mismos se autodenomian como Sundo’o y, dependiendo del género ra chiñuu, para los hombres y ña chiñuu para las mujeres. Resulta interesante el hecho que comenta que: “No existe una conciencia para autodefinirse como mixtecos” y que gente de mediana edad suelen autodefinirse como indios. 2).- Mestizos, autodenominados como gente de razón. Los indígenas de Jamilpetec llaman a los mestizos por género, ra to’o, ña to’o, si es hombre y ra toon nuya’avi, si es mujer ña toon nuya’avi. Los mestizos que viven en las serranías reciben también otro nombre ra to’o yuku y ña to’o yuku. 11


3).- Negros, desde la óptica indígena los afromexicanos son llamados ra toon ndu’uva,si es hombre y ña toon ndu’uva,si es mujer. Así mismo, también son llamados por su lugar de residencia ra toon ñu’uma y ña toon ñu’uma. Ellos a la vez se autodenominan morenos. 4).- Por último, existe un pequeño grupo que son denominados por los indígenas como yangui, los mestizos los identifican como yanquis y ambos en la actualidad como “gringos”. Ahora bien, la lengua en uso que predomina es el español aunque hay indígenas que hablan su propia lengua y que identifican su lengua como xiñi savi. Aunque, el maestro Hernández matiza el uso de variantes dialectales del español como la que usan los mestizos de la costa al igual que los afromexicanos primero con omisiones de la “s” y segundo en lo que se refiere al tono. Por otra parte, el español que hablan los indígenas tiene sus más y sus menos en las construcciones sintácticas. En Apuntes e Imágenes de la Escuela Rural en la Mixteca Oaxaqueña (1925-1959), el doctor Salvador Sigüenza Orozco nos recrea una instantánea de la escuela rural en la región de la Mixteca oaxaqueña en su artículo. Nos lleva de la mano en los primeros pasos que se dieron en el rubro de educación así como el papel protagónico del maestro rural como un gestor de enlace entre su actividad y la comunidad. Es un artículo que emociona al recordar que se enseñaba aritmética, lengua nacional, además de los oficios. Destaca los inicios así como los logros en alfabetización. La labor de los infatigables inspectores al recorrer sus correspondientes e intrincadas zonas escolares. El artículo del doctor Sigüenza nos permite recordar la fecha de la creación de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos y el posterior impacto que tuvieron en la sociedad mexicana de ese entonces. También nos lleva a la reflexión de cómo se ha ido avanzando en lo que a educación se refiere y compararla con esas imágenes del pasado reciente. En El Museo Comunitario: Un Espacio Para El Ejercicio del Poder Comunal, el arqueólogo Cuauhtémoc Camarena Ocampo y la arqueóloga Teresa Morales Lersch, nos presentan un interesante artículo donde se establecen pautas para la creación de museos comunitarios. Desarrollan con claridad el concepto, así como los lineamientos que hay que tomar en cuenta para cuando se tiene la intención de crear un espacio de esta naturaleza en cualquier comunidad. Se hace énfasis en la gestión de estos espacios como un

12


acercamiento a la gente de la comunidad para conocer parte de su pasado y para evitar el exfolio de su acervo cultural. Proporcionan ejemplos de museos ya consolidados así como la importancia de pertenecer a una red de museos donde expongan sus experiencias. En Las Plantas en la Vida de los Mixtecos de Hoy. El Caso de Asunción Cuyotepeji, el Mtro. Lauro Solano Hernández nos adentra en el conocimiento y uso de las plantas en un caso específico: Asunción Cuyotepeji. Este trabajo sigue tres ejes, en el primero nos presenta los diferentes tipos de vegetación existente en la zona de estudio: bosque de Quercus, bosque de Juniperus, bosque tropical caducifolio, bosque de galería, matorral xerófilo y matorral subtropical. El segundo eje esta dedicado a la etnobotánica y nos va mostrando de manera sistemática sus observaciones hechas en campo del uso que los pobladores hacen del recurso vegetal, por ejemplo aquellas de uso medicinal, las comestibles, las que funcionan como ornamentales, las que se emplean como cercas y delimitan el terreno, las que funcionan de combustible, las que sirven para elementos constructivos, las que son fibras para confeccionar cuerdas, aquellas que proporcionan sombra, plantas destinadas para la obtención de bebidas alcohólicas, las que son usadas de forrajes, que funcionan como detergentes, las plantas que son utilizadas en ceremonias, aquellas que sirven para elaborar artesanías y algunas que incluso resultan ser tóxicas. El tercer eje de su artículo el maestro Solano nos presenta el uso de las plantas, la observación practicada entre los pobladores de Asunción Cuyotepeji, nos dice que hacen uso del recurso in situ como la recolecta, la tolerancia, la protección y la promoción, así mismo plantea un manejo ex situ el cual incluye el transplante, la siembra de semillas. En La Comarca de la Mixteca Oaxaqueña. Una propuesta para su Regionalización Turística, el doctor Luis Felipe Sigüenza Acevedo nos presenta un esbozo de cómo gestionar el territorio de la actual Mixteca bajo dos premisas: destino turístico y territorio receptor. Para poder gestionar un territorio el doctor Sigüenza nos dice que hay que tener en consideración cuatro perspectivas a saber: a) el medio físico y la secuencia de ocupación de la población, b) capacidad de atracción, c) capacidad de recepción y d) la infraestructura indispensable. En el artículo nos muestra los pasos a seguir para conformar una denominación propia como sería el caso de la: Comarca de la Mixteca Oaxaqueña, así

13


como las instancias necesarias que se requieren para potencializar la región. Esto permitiría dar a conocer desde una artesanía hasta un entorno natural. De esta manera invitamos al lector a recrearse con cada uno de los artículos de esta nueva, enriquecedora y exitosa edición de la XI Semana de la Cultura Mixteca. Dra. Eréndira D. Camarena Ortiz

14


J

Dr. Eduardo Jiménez-Hidalgo

Universidad del Mar • Campus Puerto Escondido

Mtra. Rosalía Guerrero-Arenas

Doctorado en Ciencias Biológicas en Biodiversidad y Conservación, Insituto de Ciencias Básicas e Ingenierías, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

Introducción El Pleistoceno es la época geológica más reciente, comenzó hace aproximadamente 2.58 millones de años y finalizó hace aproximadamente 11,700 años (Walker y Geissman, 2009). Se caracterizó por ser una época de marcados cambios climáticos, los cuales han influido en la distribución y biología de la biota actual. El Pleistoceno también fue la última época en la que existieron una gran diversidad de grandes mamíferos en Norteamérica, tales como mamutes, mastodontes, gliptodontes, perezosos terrestres, caballos, camellos, tigres dientes de sable o lobos de gran tamaño. Al final de la época se extinguieron cerca del 72 % de estos grandes mamíferos y aún no hay un consenso respecto a las causas de dicha extinción (Yule et al., 2009). En México los sedimentos pleistocénicos están ampliamente distribuidos y es común encontrar restos de megafauna (Arroyo-Cabrales et al., 2002); sin embargo, los descubrimientos no siempre se dan a conocer, la recuperación de los fósiles no siempre es adecuada y por tanto se pierde información valiosa. 15


La gran mayoría de las faunas pleistocénicas mejor estudiadas se localizan en el norte y el centro del país (Figura 1), por lo que al presente el conocimiento de la biota del Pleistoceno Mexicano está segado, debido a que se conoce poco del sur y sureste del país, donde actualmente se registra la mayor diversidad biológica.

Figura 1. Mapa hipsométrico con las faunas locales mejor estudiadas del Pleistoceno mexicano. 1. El Golfo, 2. La Brisca, 3. Terapa, Sonora; 4. San Josecito, Nuevo León; 5. El Cedazo, Aguascalientes; 6. Chapala, Jalisco; 7. Tequixquiac, Estado de México; 8. Valle de México; 9. Valsequillo, Puebla; 10. Loltún, Yucatán; 11. Viko vijin, Mixteca Alta de Oaxaca.

Por otro lado, los estudios paleontológicos realizados con fauna de esta época, se basan mayormente en la megafauna, y en menor medida, en formas de tamaño mediano o pequeño. El estudio de estos organismos permite tener información sobre las comunidades y biomas del pasado, ya que debido a su tamaño pequeño, muchos de ellos tienen una capacidad de dispersión menor, por lo que es posible inferir datos más precisos acerca de las condiciones ambientales en que se desarrollaban. En México, el estudio del paleoambiente del Pleistoceno tardío se ha concentrado también en localidades del centro y norte del país (Metcalfe et al., 2000). Hasta ahora, no hay estudios publicados formalmente en el sur de México. 16


Con el fin de realizar la primera investigación faunística integral en yacimientos del Pleistoceno tardío en Oaxaca, actualmente se lleva a cabo el estudio conjunto de mamíferos de gran y de mediano tamaño, así como de microfósiles de vertebrados e invertebrados en localidades de la Mixteca Alta Oaxaqueña, en la parte noroeste del estado. Este conjunto faunístico recibe el nombre de Fauna Local Viko Vijin (periodo de frío, en lengua mixteca) ( Jiménez-Hidalgo et al., 2011). El objetivo de este trabajo es dar a conocer el listado faunístico de las localidades fosilíferas, así como hacer algunos comentarios sobre la importancia de estos registros pleistocénicos para México y Oaxaca. Material y Métodos Área de estudio El área de estudio se encuentra en el noroeste de Oaxaca, en la provincia fisiográfica Sierra Madre del Sur, subprovincia de las Tierras Altas de Oaxaca. Las principales poblaciones del área son Concepción Buenavista, Distrito de Coixtlahuaca, Villa de Tamazulapam del Progreso y Villa Tejupam del Progreso, Distrito de Teposcolula, en la Mixteca Alta Oaxaqueña (Figura 2). Dentro de esta área se han detectado diversos yacimientos fosilíferos del Pleistoceno tardío; la presencia de Bison en todas las localidades indica una edad en la cronología de mamíferos de Norteamérica conocida como Rancholabreano (entre 240,000 a 11,700 años antes del presente). Los estratos portadores representan planicies de inundación, bordos naturales y barras laterales de riachuelos. Trabajo de campo y de gabinete El área de estudio se ha visitado en diversas temporadas por aproximadamente tres años. Ello con el fin de precisar los aspectos relacionados con la estratigrafía y ambientes de depósito, además de recolectar material adicional en nuevas localidades o en las localidades que ya se ubicaron en temporadas pasadas. En cada de una de las localidades se ha realizado la descripción litológica detallada del afloramiento y se ha ubicado estratigráficamente la procedencia de los fósiles. Cuando los fósiles de tamaño mediano están aislados y libres en el sedimento, se endurecen con consolidante y se guardan en bolsas plásticas que contienen los datos de campo. Si los fósiles están frágiles o son grandes 17


se recuperan con ayuda de férulas de yeso. Posteriormente se limpian y consolidan en el Laboratorio de Paleobiología, Campus Puerto Escondido, Universidad del Mar.

Figura 2. Mapa topográfico del área de estudio.

18


Para el caso de los microfósiles se recolectaron entre 10 y 40 kg de sedimento portador de fósiles. Éste se trasladó al laboratorio para su posterior procesamiento. En el laboratorio, el sedimento asociado a los fósiles se lavó con agua corriente, con el fin de eliminar los sedimentos finos, como las arcillas. El sedimento resultante se tamizó para separar las partículas de mayor tamaño, y se examinó bajo el microscopio estereoscópico para separar y resguardar el material fósil de acuerdo a las técnicas convencionales. Para la determinación taxonómica de los ejemplares se utilizó bibliografía especializada. En los casos necesarios, el material se comparó con organismos recientes y fósiles depositados en colecciones nacionales. A partir de la identificación taxonómica de los ejemplares fósiles y basándose en el concepto de actualismo biológico, los microfósiles se han comparado con organismos recientes para inferir su probable modo de vida y las condiciones ambientales en que se desarrollaban (sustrato, vegetación asociada, humedad, etc.). En el caso de algunos herbívoros de mediano y gran tamaño se realizaron análisis de mesodesgaste dental para inferir sus preferencias alimentarias. Resultados y Discusión Fauna Hasta el momento, se han recuperado alrededor de 1200 ejemplares de invertebrados, alrededor de 120 ejemplares de mamíferos de mediano y gran tamaño, así como 130 restos poscraneales y piezas dentales de microvertebrados. Los organismos identificados se enlistan a continuación: Plantae • Charophyta: Chara sp. Animalia • Ostracoda: Candona sp. 1, Candona sp. 2. • Mollusca. Bivalvia: Pisidium casertanum, Pisidium spp. • Gastropoda: Lymnaeidae, Planorbidae, Physidae, Succineidae, Polygyridae, Pupilla muscorum, cf. Orthalicus sp., Anisospira sp., Hendersonia occulta. • Pisces. Indet. • Amphibia: Ambystoma sp. • Reptilia: Squamata. • Aves: Indet. 19


• Mammalia: Pampatheriidae: Holmesina sp., Glyptodontidae: Glyptotherium sp., Megatheriidae: Nothrotheriops sp., Lagomorpha: Sylvilagus floridanus, Rodentia: Microtus mexicanus, Neotoma mexicana, Peromyscus difficilis, Reithrodontomys megalotis, Carnivora indet., Camelidae: Hemiauchenia macrocephala, Camelops sp., Cervidae: Odocoileus virginianus, Bovidae: Bison antiquus, Equidae: Equus conversidens, Equus mexicanus, Gomphotheriidae: Cuvieronius hyodon, Elephantidae: Mammuthus sp. Los registros de Chara, los ostrácodos, los peces, la salamandra Ambystoma, los reptiles y aves, así como el de los xenartros (mamíferos de origen sudamericano) Holmesina y Nothrotheriops, y el de la llama Hemiauchenia macrocephala en la Mixteca alta oaxaqueña, son los primeros para el Pleistoceno tardío del sur de México y permiten extender su distribución desde el centro de México hasta el sur del país. Por su parte, los registros de Glyptotherium, el de las especies de roedores, el conejo Sylvilagus, el carnívoro y el venado cola blanca (O. virginianus) son los primeros para el Pleistoceno de la Mixteca Oaxaqueña. Al igual que en otras faunas del Pleistoceno tardío del país, en la Fauna Local Viko vijin están presentes una especie de équido grande –Equus mexicanus- y otra de tamaño mediano –E. conversidens- que además representa el primer registro para esta especie en Oaxaca. La presencia de Bison antiquus en todas las localidades del área de estudio permite acotar la edad de la Fauna Local Viko vijin a una antigüedad máxima de 60,000 años y a una mínima de 11,700 años, ya que en estas edades se hallan los registros más antiguos y más recientes de esta especie de bisonte (Springer et al., 2009). La Fauna Local Viko vijin comparte una mayor cantidad de taxones de mamíferos con las faunas locales de Terapa, Sonora, Chapala en Jalisco, El Cedazo en Aguascalientes y Tequixquiac en el Estado de México (Figura 1). Con excepción de Terapa, estas faunas locales, incluyendo a Viko vijin, están en el rango altitudinal de los 1500-2500 msnm (Figura 1). Ello sugiere que probablemente, la Zona de Transición Mexicana de Montaña, donde se entremezclan taxa de origen Neártico y Neotropical (Morrone, 2010), posiblemente ya estaba presente durante el Pleistoceno tardío.

20


Figura 3. Algunos ejemplares de grandes mamíferos de la Fauna Local Viko vijin. A. Cráneo de Equus mexicanus, B. Cráneo de E. conversidens, C. Cráneo de Bison antiquus. La barra representa 30 cm.

21


Figura 4. Ejemplares de microfósiles de la zona de estudio. A. Neotoma mexicana, B. Mandíbula de serpiente, familia Colubridae, C., vértebra de serpiente, familia Colubridae, D. Maxila de lagartija. La escala equivale a un milímetro. E. Pupilla muscorum, X5.

22


Interpretación paleoambiental preliminar Desde hace varios años es bien conocido que las preferencias alimentarias de los ungulados reflejan el ambiente en el que se desarrollan, por lo que la evaluación de las preferencias de dieta de los herbívoros fósiles son parte integral de los estudios que tratan de dilucidar los ambientes del pasado (Stynder, 2009). Los análisis de mesodesgaste dental que se han realizado en varios de los ejemplares de bisontes y caballos indican que en el área de estudio existieron zonas con pastos, arbustos y árboles. Asimismo, los hábitos alimentarios inferidos previamente para otras de las especies de herbívoros de la zona, como los mamutes, el venado cola blanca o la llama, son congruentes con este hábitat heterogéneo ( Jiménez-Hidago et al., 2011). La presencia de gasterópodos dulceacuícolas (Lymnaeidae, Planorbidae, Physidae y Succineidae) y de bivalvos pisídidos en todas las localidades sugiere la presencia de cuerpos de agua someros semipermanentes o permanentes. Es probable que algunos moluscos hayan vivido en conjunto, ya que se ha reportado que gasterópodos planórbidos y bivalvos pisídidos pueden estivar juntos, a la orilla de estanques (Naranjo-García, 2003). En la zona cercana a Tejupam, además de estos moluscos, se han encontrado ejemplares de ostrácodos, carofitas y ambistómidos, lo cual sugiere que los cuerpos de agua de esta zona contenían mayor cantidad de materia orgánica y vegetación acuática que los restantes. Al noreste de la zona de estudio, en la localidad La Pedrera, Concepción Buenavista, se encontraron abundantes ejemplares de Pupilla muscorum, propios de zonas boscosas y húmedas con sustratos calcáreos. Esta especie sólo se encontró en esta localidad, asociada a niveles con concreciones de caliche. Es posible que su restricción esté relacionada con la humedad imperante, ya que los ejemplares de esta familia tienen una fisiología muy limitada para tolerar desecación en periodos largos (Arad et al., 1998). La localidad La Cañada del Misterio, San Antonio Acutla, Oaxaca, se caracteriza por una gran abundancia de fósiles, tanto gasterópodos terrestres, así como ejemplares de microvertebrados. Entre los gasterópodos se identificaron planórbidos, cf. Orthalicus, Anisospira sp. y Hendersonia occulta. Estos dos últimos se encuentran confinados a sustratos calizos (Thompson, 1968), por lo que es probable que el sustrato tuviera carbonato de calcio durante esta época, probablemente derivado de las rocas calizas cretácicas más antiguas que afloran en el área. La presencia de H. occulta también su23


giere esta zona era más boscosa que en el resto de las localidades (Van Der Schiele, 1939). Además de los invertebrados, se identificaron al ratón Peromyscus difficilis y al conejo Sylvillagus floridanus, propios de bosques y matorrales (Chapman y Litvaitis, 2003). Dos especies de roedores identificadas, Microtus mexicanus y Reithrodontomys megalotis, están asociadas a pastizales (Matamoros-Trejo y Cervantes, 1992). Lo anterior permite inferir la presencia de una vegetación heterogénea. Asimismo, se han encontrado restos de peces, lo que sugiere la presencia de depósitos de agua. Finalmente, en la zona cercana a Villa Tejupam de la Unión, aparte de los cuerpos de agua antes mencionados, también se han encontrado restos de Neotoma mexicana y Microtus mexicanus, propios de zonas boscosas y pastizales (Pugh et al., 2003; Monty y Emerson, 2003). Es probable que la vegetación en esta zona, como en la mayor parte de la zona de estudio, sea heterógenea, debido a la presencia de especies que viven en hábitats distintos pero que pueden coexistir en este tipo de ambientes. Perspectivas Actualmente, la fauna Viko vijin es la mejor estudiada del Pleistoceno tardío del sur de México. Los registros de peces, Ambystoma, los reptiles, aves, Holmesina, Nothrotheriops y Hemiauchenia macrocephala, son los primeros para este tiempo en esta zona de México. El estudio de esta fauna, no sólo contribuye al conocimiento de qué organismos vivían, sino que se pueden inferir las relaciones que estos organismos tenían con el ambiente y entre ellos mismos (paleoecología). Con esta información, es posible establecer si los ecosistemas actuales han cambiado desde su estado original y con ello, estimar los cambios sufridos. En los últimos años, los estudios de ecosistemas en el Pleistoceno permiten establecer un punto en el que el ambiente no está perturbado por intervención antropogénica y considerar así un ecosistema “saludable”. Los dos autores han explorado este campo de manera preliminar (Guerrero-Arenas et al., 2010) y establecieron que los ecosistemas actuales de la Mixteca Alta distan notablemente de los que existieron en el Pleistoceno tardío. Este cambio se agudizó con la conquista española, originando la degradación de los recursos naturales de esta zona. Los futuros estudios de la fauna pleistocénica de la Mixteca oaxaqueña permitirán detallar las condiciones ambientales de este tiempo, así como su 24


relación con otras faunas del país y de América del Norte. Es importante que las comunidades en donde se encuentren los yacimientos, valoren y protejan este patrimonio paleontológico, así como la sociedad en general. Agradecimientos Deseamos agradecer a la Lic. Reina Ortiz Escamilla por su atenta invitación para participar en la X Semana de la Cultura Mixteca y para publicar nuestro trabajo en este volumen. Agradecemos al Dr. Joaquín Arroyo Cabrales por su amabilidad y sus atenciones durante nuestra visita a la Colección Osteológica de Referencia del Laboratorio de Arqueozoología “M. en C. Ticúl Álvarez Solórzano” del INAH. Esta investigación está financiada por el proyecto CONACyT Ciencia Básica 2008 N° 101626 Caracterización ecomorfológica y patrones biogeográficos de los vertebrados del Rancholabreano de la Mixteca Alta Oaxaqueña. La segunda autora agradece el apoyo de la beca para estudios de posgrado de alta calidad otorgada por el Programa de Mejoramiento del Profesorado. Agradecemos también a las autoridades académicas y administrativas de la Universidad del Mar por el apoyo con la logística. Finalmente, a las autoridades municipales quienes amablemente permiten la prospección continua de sus tierras.

25


Bibliografía Arad, Z., S. Goldenberg y J. Heller. 1998 Short- and long-term resistance to desiccation in a minute litterdwelling land snail Lauria cylindracea (Pulmonata: Pupillidae). Journal of Zoology 246(1):75-81. Arroyo Cabrales, J., O.J. Polaco y E. Johnson, 2002 La mastofauna del Cuaternario tardío de México. p. 103-123. En: M. Montellano-Ballesteros y J. Arroyo-Cabrales (eds.). Avances en los estudios paleomastozoológicos en México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Colección Científica, Serie Arqueología. Chapman, J.A. y J.A. Litvaitis. 2003 Eastern cottontail. p. 101-125. En: Feldhamer, G.A., B.C. Thompson y J.A. Chapman (eds.). Wild mammals of North America: Biology, Management, and Conservation. The Johns Hopkins University Press, Baltimore. Guerrero-Arenas, R., E. Jiménez-Hidalgo y H. Santiago-Romero. 2010 La transformación de los ecosistemas de la Mixteca Alta oaxaqueña desde el Pleistoceno Tardío hasta el Holoceno. Ciencia y Mar 14(40): 61-68. Jiménez-Hidalgo, E., R. Guerrero-Arenas, B. MacFadden y L. Cabrera-Pérez. 2011 The late Pleistocene (Rancholabrean) Viko vijin Local Fauna from La Mixteca Alta, northwestern Oaxaca, southern Mexico. Revista Brasileira de Paleontología 14(1): 15-28. Matamoros-Trejo, G.J. y F.A. Cervantes. 1992 Alimentos de los roedores Microtus mexicanus, Reithrodontomys megalotis y Peromyscus maniculatus del ex lago de Texcoco, México. Anales del Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México 63(1): 135-144.

26


Metcalfe, S. E., S. L. O´Hara, M. Caballero y S. J. Davies. Records of Late Pleistocene-Holocene climatic change in Mexico -a 2000 review. Quaternary Science Reviews 19:699-721. Monty, A.M. y R. E. Emerson. 2003 Eastern Woodrat. p. 381-393. En: Feldhamer, G.A., B.C. Thompson y J.A. Chapman (eds.). Wild mammals of North America: Biology, Management, and Conservation. The Johns Hopkins University Press, Baltimore, Morrone, J. J. 2010 Fundamental biogeographic patterns across the Mexican Transition Zone: an evolutionary approach. Ecography 33:355-361. Naranjo García, E. 2003 Moluscos continentales de México: Terrestres. Revista de Biología Tropical 51(3): 483-493. Pugh, S.R., S. Johnson y R.H. Tamarin. 2003 Voles. p. 349-370. En: Feldhamer, G.A., B.C. Thompson y J.A. Chapman (eds.). Wild mammals of North America: Biology, Management, and Conservation. The Johns Hopkins University Press, Baltimore. Springer, K., E. Scott, J.C. Sagebiel, y L.K. Murray. 2009 The Diamond Valley Lake local fauna: late Pleistocene vertebrates from inland southern California. En: L.B. Albright III (ed.). Papers on Geology, Vertebrate Paleontology, and Biostratigraphy in Honor of Michael O. Woodburne, Museum of Northern Arizona Bulletin 65:217-235. Stynder, D. D. 2009 The diets of ungulates from the hominid fossil-bearing site of Elandsfontein, Western Cape, South Africa. Quaternary Research 71:62-70.

27


Thompson, F.G. Some Mexican Land Snails of the Family Urocoptidae. Bulletin 1968 of the Florida State Museum 12(3):125-183. Van Der Schiele, H. 1939 Hendersonia occulta (Say) in Michigan: its distribution, ecology, and ecological significance. Occasional Papers at the Museum of Zoology, University of Michigan 399:1-10. Walker, J.D. y J.W. Geissman, 2009 Geologic Time Scale. Geological Society of America. Yulea, J. V., C. X.J. Jensen, A. Joseph y J. Goode. 2009 The puzzle of North America’s Late Pleistocene megafaunal extinction patterns: Test of new explanation yields unexpected results. Ecological Modelling 220:533–544.

28


J

Arqlgo. Raúl Matadamas Díaz Centro INAH-Oaxaca

Ante una solicitud de inspección dirigida al Centro INAH de Oaxaca a principios de 1989 por la construcción de una casa habitación del Sr. Manuel San Pablo en la cual se encontraron dos pozos troncocónicos en las zanjas para la cimentación, se me comisionó para realizar el rescate arqueológico pensando en ese número de elementos a registrar, finalmente el rescate arqueológico continuó hasta 1990 de manera esporádica y la última etapa se realizó en el primer semestre de 1995 registrando 28 pozos troncocónicos de los cuales se presenta una muestra representativa de ellos. La población de San Pedro Yucunama (Cerro del Jabón), se localiza a los 17°33’46” de latitud norte y a los 97°29’00” de longitud oeste; dentro del nudo mixteco que se encuentra entre Nochixtlán, Coixtlahuaca, Tamazulapan y Teposcolula. Limita al norte con Santiago Tejupan, al sur con Teposcolula, al este con San Juan Teposcolula y al oeste con San Andrés Lagunas, se llega viajando a 7 Km. por camino de terrracería al este del cruce de las carreteras 190 y las que se dirige hacia su cabecera distrital, San Pedro Teposcolula, la población se encuentra a 2420 m.s.n.m, en una loma sobre la cual se aprecia una gran nivelación prehispánica que sirve de base al templo católico, casi frente a su entrada se encuentra la superficie de 12 por 15 m dentro de la cual se realizó el rescate arqueológico. (Fig. 1). 29


Fig. 1. Localización del poblado y del sitio.

Su nombre original es Yutacama que significa “manantial abundante de agua” dado que la población cuenta con cuatro lagunas, al norte a una distancia de 3 kilómetros, se encuentra la primera llamada Yodonunducha, a 4 kilómetros la segunda que se llama Yodoyua, al oeste a 4 kilómetros existe la tercera que se llama Yodonunducha y finalmente al este, a 4 kilómetros se encuentra la cuarta conocida como Yododuaina. Para la realización de los trabajos el apoyo de la comunidad fue importante, y es evidente el interés del propietario, las autoridades y muchos habitantes que se interesaron por ayudar en las actividades durante tanto tiempo. Uno de los alcances de dicha participación con la comunidad es haber consolidado el museo comunitario que muestra una parte del acervo cultural del pueblo y que en su momento fue un logro destacable del mismo pueblo con la asesoría de quien suscribe con el apoyo del INAH de Oaxaca. Los pozos tenían diferentes dimensiones, 4 de ellos se encuentran intercomunicados, uno contiene dos nichos y se encuentra en la parte central del conjunto. Se recuperaron los restos de varios individuos, algunos de ellos se encontraban en pozos troncocónicos, otros en cistas, en enterramientos simples y huesos de fauna menor en dos pozos troncocónicos. (Fig. 2). Descripción general Los pozos troncocónicos fueron excavados directamente sobre la roca caliza que abunda en la región, sus dimensiones van desde 30 a 80 cm de diámetro 30


superior o entrada y de 40 a 230 cm de diámetro inferior o fondo, en la mayoría de los casos este es plano, sólo en una ocasión es cóncavo. Sobre la roca madre, aproximadamente hasta 60 cm, se colocan lajas de piedra caliza para construir la entrada y también para nivelar las irregularidades naturales del terreno, colocando finalmente una gran laja a manera de cubierta.

Fig. 2. Planta. Trincheras para cimentación y elementos excavados.

Sobre esta construcción se observan gran cantidad de pequeñas piedras irregulares y cantos rodados que abarcan todo el contorno de la misma, estas características se observan en algunos de los cortes hechos por las trincheras de cimentación y permitieron identificar los indicadores de la presencia de los pozos mencionados y los entierros independientes, las cistas fueron identificadas por las cubiertas de grandes bloques de piedra que protegían a los entierros. De todos los pozos resaltan 3 de ellos con entrada individual, intercomunicados entre sí, el pozo central del conjunto tiene dos nichos también comunicados entre sí. 31


El proceso de excavación se llevó a cabo por medio de niveles métricos después de los primeros 30 cm ya que el terreno estuvo expuesto a constantes trabajos de cultivo, lo anterior para conocer el contexto exterior de los pozos y los entierros. Los pozos menores de 1 m de profundidad se encontraron completamente rellenos de escombro y los que exceden esta medida estaban cubiertos hasta dos terceras partes de su capacidad con tierra, piedras de diferentes medidas y fragmentos de cerámica que en algunos casos era muy abundante. Aparecieron también pequeños fragmentos de carbón dispersos por todo el relleno así como piedras y fragmentos de barro con huellas de haber estado en contacto intenso o prolongado al fuego. Fragmentos de metates y manos de metates aparecieron en todos los pozos, lascas de descortezamiento primario y algunos raspadores de una fabricación burda y/o un desgaste intenso, algunos fragmentos de núcleos poliédricos de un material impuro. Se localizaron sólo tres lascas de obsidiana gris veteada, una de las cuales se encontraba dentro de un pozo y las dos restantes en superficie, dos fragmentos de figurillas en un pozo. Aparecieron punzones de hueso de venado y humanos, algunos presentan cortes en sus flancos, del mismo material se encontraron agujas, una de las cuales se encontraba dentro de una gran olla cercana al conjunto de pozos intercomunicados. Por las características del rescate sólo se conoció una pequeña parte de los muros que rodeaban esta abundante evidencia, la altura desde su desplante es de 70 cm por 60 cm de ancho aproximadamente y se encuentran ubicados en el extremo oeste del área excavada; a mayor distancia del área de trabajo, 50 m hacia el sur se encuentran importantes concentraciones de lascas, navajas prismáticas y núcleos de obsidiana agotados. Un kilómetro al oeste sobre una montaña que se eleva a 2800 m.s.n.m se encuentra un sitio arqueológico monumental que cuenta con aproximadamente 10 estructuras y gran cantidad de terrazas, a casi 3 Km. hacia el este se encuentra otra montaña que alcanza los 2560 m.s.n.m sobre ella aparece arquitectura de menor tamaño pero con gran cantidad de terrazas, en un radio de 1 Km. del sitio sujeto al rescate existen abundantes evidencias de asentamientos prehispánicos ubicados en pequeños lomeríos sobre extensos valles de aluvión, este panorama general del área servirá para reforzar los comentarios finales, (Fig. 3).

32


Fig. 3. Dibujo en corte de las dimensiones de diferentes pozos.

Pozos troncocónicos Los pozos, llamados troncocónicos, son excavaciones en la roca que afectan una forma cónica truncada en la cúspide con el fin de contar con un acceso al interior del pozo, dichas excavaciones presentan diversidad de formas que se describirán gráficamente a continuación. Las características ya mencionadas son compartidas por varios de ellos, sólo se mencionarán los que hayan presentado características adicionales. 33


Pozo 1 Son 60 cm de diámetro superior por 1.50 cm de diámetro inferior, tiene un nicho que se encuentra en la pared sur, su entrada se encontraba cerrada por un muro de lajas, el diámetro de su entrada es de 60 cm por 70 cm de profundidad, no contenía ningún elemento en su interior. (Fig. 4).

Fig. 4. Entrada de Pozo 1.

34


Pozo 2 Huesos de fauna menor en su interior muy cercanos al fondo y a la pared oeste. Los pozos 3, 7, 11 y 12 se describirán al final ya que forman un conjunto. Pozo 4 Son 90 cm de diámetro superior, 1 m de diámetro inferior, 65 cm de profundidad; a 90 cm de profundidad desde la superficie del terreno, casi al centro, cerca del fondo, apareció un asta de venado. Pozo 5 Son 60 cm de diámetro superior, 1.70 de diámetro inferior, profundidad de 2.20 cm cercano al fondo y en el centro apareció un cráneo humano. Pozo 9 Son 60 cm de diámetro superior, 1.20 cm de diámetro inferior y 1.80 cm de profundidad, fue el pozo donde apareció la mayor cantidad de cerámica. Pozo 15 Pozo semiesférico con 30 cm de diámetro superior, 50 cm de profundidad, se encuentra a 1 m de la superficie. Pozo 16 De forma oval, dimensiones de la entrada, 70 cm por 1 m; dimensiones del fondo norte-sur 230 cm, este-oeste 170 cm, profundidad de 180 cm. Gran cantidad de cerámica y aparecen los dos únicos fragmentos de figurillas de toda el área excavada. Pozos A y B Dos pequeños pozos ubicados al sur-oeste, cerca del conjunto de los pozos 3, 7, 11 y 12. Sus diámetros superiores son de 22 y 24 cm respectivamente; los pozos pequeños no tienen acondicionada su entrada como los más grandes y ninguno se encontraba cubierto. Pozos 3, 7, 11 y 12 Los 4 forman un conjunto que tiene como centro al pozo 11 con sus dos nichos comunicados entre sí, el pozo 3 se encuentra hacia el este, el pozo 7 35


hacia el SE y los dos nichos hacia el oeste. El pozo 11 tiene un diámetro superior de 60 cm y sus dimensiones inferiores son 1.40 por 1.80 debido a su planta ovalada, en la parte norte del fondo aparece un pequeño pozo de 70 cm de la entrada en un mismo nivel horizontal se encuentran equidistantes 3 pequeñas cavidades de 15 cm de diámetro por 15 cm de profundidad y la entrada del primer nicho, orientados hacia el NE, SE, SO y NO respectivamente. Los dos nichos se encontraron cerrados con pequeños muros de lajas y no contenían algún elemento en su interior, el contorno de la entrada del primero fue cubierta con una capa de cal para darle una superficie completamente uniforme, el fondo de los dos es cóncavo, sus dimensiones son: el primero, comunicado con el pozo 11 tiene un diámetro de entrada de 70 cm y 110 cm de profundidad, el segundo, ubicado al sur del anterior con un diámetro de entrada de 50 cm y 60 cm de profundidad. La comunicación hacia el pozo 3 se encuentra cerca del fondo y la parte media del mismo, éste tiene un diámetro superior de 60 cm e inferior de 150 cm, el pequeño muro de piedras que cerraba el acceso tenía en su parte superior 3 grandes lajas a manera de base de un nicho abierto. El pozo 7, que es donde se encontró la mayor cantidad de información, tiene como diámetro superior 70 cm e inferior de 1.20 cm, la profundidad de 1.40, hacia el NO del mismo apareció un muro de piedra, estos elementos en ambos pozos orientados hacia un mismo punto motivaron a conocer la continuidad en ambos encontrando así el más complejo, el pozo 11, habiendo excavado apareció en su lado oeste un acceso abierto que corresponde a la entrada del pozo 12, su entrada tiene un diámetro de 50 cm y un diámetro inferior de 130 cm alcanzando aquí una profundidad de 4 m desde la superficie, la parte inferior de su acceso fue cubierta con cal para cubrir las irregularidades de la superficie de la roca donde fue excavado, el pozo se encuentra debajo del nivel de los nichos. Asociados a este conjunto aparecieron los pozos A y B ya descritos, al SO del pozo 11. En el pozo 7 se localizó un entierro colectivo con ofrendas, básicamente vasijas. (Fig. 5, 6, 7, 8).

36


Fig. 5. Entradas de los pozos intercomunicados.

Fig. 6. Restos 贸seos en los primeros niveles de un pozo interconectado.

37


Fig. 7. Nicho excavado y preparado con muro de piedra y estucado al interior de un pozo.

Entierros Los entierros individuales fueron depositados en espacios preparados para ello, en un caso el entierro secundario se encontraba rodeado por gran cantidad de pequeñas piedras que lo cubrían completamente, en otros casos fue delimitado el espacio para el entierro secundario con algunas piedras que por su mala colocación posiblemente cayeron sobre los restos presentando gran dificultad para su excavación. Se localizó un entierro primario dentro de una gran olla, los restos son de un infante al que se le colocó su ofrenda que consiste en un collar con un pendiente de valva de molusco marino y varias cuentas de hueso y piedra verde. Estos entierros individuales se encontraban orientados hacia el norte magnético observado éste por las líneas de piedras que delimitaban el entierro. (Fig. 9 y 9A). En el caso del entierro múltiple dentro del pozo 7 se pudieron identificar casi en un 95% cuatro individuos que tenían asociados otros entierros secundarios, existía una evidente separación entre el primer individuo (A) y los restos asociados, con el individuo (B) en las mismas circunstancias ya que se colocó una gran piedra entre estos dos conjuntos de entierros, sucede algo similar entre el individuo B y el C, entre éste y el último en profundidad (D) no existió alguna evidencia de separación, se encontró depositado a 10 cm 38


del fondo del pozo asociado con los restos de tres infantes. Durante el proceso de la excavaci贸n aparecieron vasijas en regular estado de conservaci贸n.

Fig. 8. Pozos interconectados con hoquedades en la entrada.

39


En las dos primeras cistas excavadas se localizaron entierros secundarios múltiples, la primera (cista 1) tiene aproximadamente 40 cm de ancho (este-oeste) y 318 cm de largo aunque sólo fueron usados 250 cm para depositar los huesos. Las ofrendas consisten en vasijas de barro, silbatos zoomorfos del mismo material y un anillo de piedra verde. Sin embargo no se pudo identificar la asociación de alguno de estos objetos con algún grupo de huesos articulados debido a la alteración presentada. El fondo de las dos cistas fue la roca caliza medianamente nivelada flanqueado éste por lajas del mismo material a una altura de 50 cm limitados por algunas lajas a manera de cubierta, en los dos casos algunas lajas laterales al moverse de su sitio destruyeron gran cantidad de huesos y vasijas. La segunda, cista 2, presenta las mismas características, con la diferencia que en su extremo norte apareció bajo un cráneo un pequeño pozo de 20 cm de diámetro y 40 cm de profundidad con huellas de haber estado en contacto intenso al fuego. Las dimensiones de esta cista son: 45 cm de ancho (este-oeste) y 210 de largo (N-S). Se localizó paralela a la anterior a 1 m de distancia. Entierro 7 Consiste en un entierro secundario múltiple dentro de la cista 2, formada por lajas de piedra caliza (endeque) que varían entre 20 y 70 cm de largo con un grosor entre 10 y 20 cm aproximadamente. La orientación aproximada de la cista es Norte-Sur (anteriormente se había tomado un rumbo de 25° NE). Las dimensiones de la cista son 40 cm Este-Oeste aproximadamente (el ancho va variando) por 318 cm Norte-Sur (aunque sólo unos 250 cm de éste largo contenían huesos). Los tamaños se tomaron en base al espacio entre las lajas que limitan la cista. Las lajas verticales que forman las paredes comienzan a 50 cm debajo de la superficie y el piso de la cista está a 104-106 cm de profundidad (los huesos comienzan a 52 cm y llegan hasta 100-102 cm por lo que se extiende en una profundidad de unos 50 cm. El entierro se calificó secundario debido a que la cista estaba llena de huesos sin arreglo que claramente ya habían sido removidos (probablemente al meter individuos subsecuentes). Un ejemplo del desacomodo intencional es un par de pelvis que encontramos en el lado Sur en que éstas se habían entrelazado. El material osteológico estaba en bastante mal estado por la humedad del terreno y a lo removido de los huesos, pero principalmente debido a que la pared Este de la cista había sufrido un derrumbe hacia adentro aplastando los huesos de la parte Este y superior. 40


Inicialmente se levantaron huesos de 2 adultos y un infante, enterrados dentro de una olla.

Fig. 9. Olla con restos humanos y materiales diversos.

41


Fig. 9A. Ofrenda asociada a un infante.

Además de estos, se habían enterrados por lo menos otros 9 individuos ya que se encontraron 9 cráneos y por lo menos otro niño, los huesos de infantes se encontraron esparcidos por la cista. (Fig. 10, 11, 12). Asociado al entierro había 9 objetos que enumero a continuación con el número que fueron designados: 1) florero, 2) caracol, 3) figurilla zoomorfa (pajarito), 4) 5) y 6) caracoles, 7) anillo de piedra verde, 8) silbato con forma de pájaro, 9) cajete de silueta compuesta con pedestal. Sin embargo no se pudo identificar la asociación de algunos de estos objetos con algún grupo de huesos articulados debido a la gran mezcolanza de huesos que había en la cista. La excavación se realizó por niveles artificiales de 10 cm a partir del nivel donde comenzaban los huesos (52 cm de profundidad de la superficie) llamados con letras secuenciales del alfabeto para facilitar la etiqueta del material. Las profundidades correspondientes son: A) 52-62 cm, B) 62-72 cm, C) 72-82 cm, D) 82-92 cm, E) 92-106 cm. Para el control del material de la cista también fue dividida horizontalmente. En un principio se denominó a un conjunto de huesos, al Sur de la cista con individuo 1 y a un segundo conjunto en el Norte, como individuo 42


2. Posteriormente se hizo evidente que había mucho más individuos muy mezclados y la nomenclatura se cambió al lado Sur y al lado Norte respectivamente. Sin embargo al realizar la excavación de los extremos el centro quedó más elevado, por lo que al excavar esta parte con materiales óseos se denominó como zona central. En el lado Sur, donde había sido más fuerte un derrumbe de piedras fue más complicado el registro de los huesos. Se inició entonces a limpiar esta parte llamándola Extensión Sur, aquí se encontró una pierna extendida de Norte a Sur totalmente articulada desde el pie a la pelvis. Hacia el Sur del pie ya no había más huesos, pero era necesario ver hasta dónde llegaba la cista por lo que se extendió la excavación el Sur siguiendo las piedras de las paredes Este y Oeste y llamando a esta nueva extensión como Extensión Sur B. La nueva extensión se abrió hasta llegar a una serie de piedras que tenían una laja que las cubría (horizontal) pero no había una laja vertical que cerrara la cista como en el lado Norte. A 50 cm aproximadamente al Sur de donde llegó la Extensión Sur B, pasa un muro por lo que la cista tal vez llegaba hasta ahí. Otro punto que hay que notar es que en los últimos 70 cm hacia el Sur que excavamos (Extensión Sur B) no había huesos ni lajas que fueran aparentes por lo que tal vez la cista sólo midiera unos 250 cm de largo y faltara la laja que quedara en el extremo Sur. Contra eso hay que mencionar que en toda la Extensión Sur B apareció la tierra café clara que en el resto de la cista antecedía al piso y en un lugar céntrico hicimos un pequeño pozo hasta que surgió el piso. La longitud final Norte-Sur que se abrió fue de 318 cm, entre 104-106 cm de profundidad. A continuación se menciona la longitud Norte-Sur de las áreas excavadas de las cistas: Lado Norte:

46 cm.

Parte Central:

36 cm.

Lado Sur:

60 cm.

Extensión Sur:

82 cm.

Extensión Sur B:

92 cm.

43


Fig. 10. Cista 1 con entierros secundarios.

Fig. 11. Cista 1 en proceso de excavación, llama la atención la manera de colocar los huesos.

El relleno de la cista consistía en una tierra café oscura con algo de arena, inclusiones de tierra roja, barro quemado y manchitas de carbón, además había algo de grava y pedazos de tierra caliza. A 104-106 cm de profundidad apareció el piso de la cista que estaba hecho de piedra caliza, piedra caliza molida y algo de grava. Sobre el piso había una tierra arcillosa café claro ya mencionada que se mezclaba ocasionalmente con el piso y que tenía un espesor variable (en su parte más gruesa era de unos 5 cm aproximadamente). 44


Fig. 12. Cista 2 con ofrenda de cerámica con soportes mamiformes.

Lista de fotografías del entierro 7: N° Foto Fecha Descripción 9 3 de Junio de 1989 Cráneo 4 (pared Norte) 10

3 de Junio de 1989

4

4 de Junio de 1989

7 a 11

15 de Junio de 1989

Acercamiento a objetos 4 a 7 (parte Central)

Piso de cista, cráneo 7, objeto 9 (Ext. Sur) Secuencia de toda la cista de Norte a Sur.

Muestra de algunos pozos registrados. (Fig. 13, 14, 15, 16, 17). Los elementos que destacan por sus propias características se pueden resumir en lo siguiente: Como ya se mencionó, los pozos 3, 7, 11 y 12 son los que presentaron la mayor cantidad de entierros, especialmente en el pozo 7, están intercomunicados y cuentan con nichos estucados, uno de ellos cerrado con un muro de piedras vacío como esperando recibir a futuro los restos humanos de alguna ceremonia funeraria. Cista 1. Entierros múltiples y un infante en una olla. Cista 2. En el proceso de excavación primero se localizó un pozo de un metro de profundidad que parecía otro más de los troncocónicos localiza45


dos pero al parecer no continuaron su excavación completa, posteriormente se usó como horno por las huellas de uso y paredes quemadas y finalmente se construyó una cista integrando todos estos espacios para depositar restos humanos múltiples. Cistas 3 y 5. Preparación en la tierra en contacto con la roca madre excavando una hoquedad de forma ovalada para depositar un entierro múltiple rodeado de piedras de diversos tamaños. Cista 4. De la misma forma que la anterior, sólo que en ésta es un entierro individual. En el pozo 7 los entierros estaban separados por lajas evidenciando el interés por separar una persona de otra, a pesar del peso que produce tal forma de depósito los huesos inferiores no se fracturaron, lo cual obliga a preguntarse si los entierros fueron al mismo tiempo o consecutivos. Hay que señalar el poco espacio al interior del pozo que dificultaría la maniobra de colocación de entierros múltiples. Algunas particularidades que adicionalmente pueden destacarse de las características de estos elementos son las siguientes: • En el pozo 4 sólo aparece una asta de venado en el centro del piso del mismo. • En el pozo 5 se localizó sólo un cráneo en el centro del piso. • En el pozo 10 sólo apareció escombro posiblemente de una construcción como relleno. Los estudios a los restos óseos que aparecieron en estos elementos serán tratados en este mismo volumen en el artículo correspondiente. Cerámica La cerámica obtenida presenta homogeneidad en cuanto a la pasta, acabado de superficie y decoración, de gran ayuda fue contar con las vasijas completas de los entierros ya que por asociación se han podido identificar muchos de los fragmentos. Predomina la pasta café, son vasijas que tienen paredes gruesas hasta las más delgadas. En menor proporción la pasta gris posiblemente alóctona pero que en ambas aparecen motivos a base de líneas incisas como las reportadas para la época de Monte Alban I según Alfonso Caso en su libro Cerámica de Monte Albán publicado en 1967 por el INAH. El rojo sobre crema que es característico por el valle de Nochixtlán y Coixtlahuaca, relacionado con cajetes cónicos de diferentes dimensiones. 46


Fig. 13. Pozo con dos cรกmaras.

47


Fig. 14. Pozo junto al cimiento de un muro de piedra.

48


Fig. 15. Pozos conectados en forma vertical.

49


Fig. 16. Muros y pisos de lajas asociados a un pozo.

50


Fig. 17. Distribuci贸n de dos individuos en pozo 7.

51


La cerámica que aparece con mayor intensidad es la que tiene engobe de color negro con motivo incisos preferentemente en el borde interior relacionados directamente con cajetes cónicos, semiesféricos y de silueta compuesta, el estudio preliminar de estos materiales ha arrojado más de 70 variantes de líneas incisas paralelas, en zig-zag, inclinadas, onduladas y en medios círculos concéntricos en ocasiones hechas sobre bordes con ondulaciones. Se cuenta con varios ejemplares de los llamados botellones propuesto como modelo para el posterior surgimiento de los floreros teotihuacanos. Frecuentemente aparecieron cajetes de silueta compuesta y con base pedestal, vasijas con forma arriñonada y entre todas sobresale el único ejemplar de un patojo pequeño. Las ollas encontradas son de diferentes dimensiones pero destaca la presencia de éstas con un diámetro de 30 a 40 cm decoradas en la parte superior con un baño de pintura roja. La lítica se reduce como ya se mencionó a fragmentos de metate y a manos, lascas de sílex y dos pequeños cuencos de piedra caliza. En la clasificación, la cerámica se separó primero en dos grandes grupos: • Pasta fina: Cuando no sea observable el desgrasante y presenta una fuerte compactación. • Pasta arenosa: Cuando se observa en un 60% el desgrasante. (Fig.18, 19, 20). Como segundo paso la división fue por tipos (acabados de superficie): • Crema y/o café. • Negro / café. • Rojo / crema naranja / crema natural. • No discernible. • Negro Interior-Rojo exterior. • Bruñido lineal / negro. • Bruñido café lineal / café. • Bruñido lineal negro / café. Tercero: • Subtipo: la decoración: de líneas, de punto, sellos, etc. Cuarto: • Variedad: Las formas (en este caso cerámica diagnóstica: bordes, soportes, asas, bases). Quinto: • Subvariedad: Tipos de bordes, labios, soportes, asas, cuellos, etc. 52


Fig. 18. Vasijas como ofrenda de entierros.

Fig. 19. Vasija en forma de matriz con dise単os esgrafiados.

53


Fig. 20. Vasija esgrafiada con pintura roja representando órganos sexuales masculinos en su contorno.

Dentro del proceso de trabajo consideramos lo siguiente: 1. Eliminar tipos para quedarnos con los subtipos y variedades. 2. Al separar diagnósticos y no diagnósticos hay que tomar en cuenta dentro del primer grupo una cerámica que se observa ha sido reutilizada (útiles), como pertenecientes a una actividad infantil. Hay evidencia de cerámica con un alto porcentaje de desgrasante. No diagnósticos son todos lo que no presentan estas características. Observaciones: Cerámica negra, bordes con esgrafiado en el lado exterior del labio. Ejemplo de borde estriado • Cerámica café bruñida • Muestra de cerámica negra decorada con esgrafiado en el borde: • Cerámica de pasta gris con pintura negra y esgrafiado • Cerámica de pasta gris con pintura negra, tiene decoración por esgrafiado. Se encuentran fragmentos de cerámica crema, gris, café, algunos tienen pintura naranja / crema; otros pintura gris y negra. La mayoría es de color 54


gris y presentan manchas negras, no tienen pulido, sino un alisado simple para su hechura: pertenecieron a ollas grandes; esto se sabe por el grosor de las paredes y las manchas oscuras hechas por la exposición al fuego, aunque algunas veces son decorativas. Hay cantidad enorme de cerámica de pasta gris, le sigue en escala de la pasta crema y luego la café. De entre los fragmentos grises se observan las características siguientes: • Tienen engobe interior y exterior. • Algunos están pulidos o mas correctamente dicho, bruñidos. • Otros sólo están alisados. • La mayoría de este grupo son cuerpos que pertenecen a ollas. • Hay cuellos rectos y bases de fondo plano. Del grupo de cerámica de pasta crema: • Presentan pintura naranja interior y exterior. • Hay tepalcates con engobe rojizo. • Bordes rectos y sólo uno curvo al exterior-doblado. • Un fragmento que presenta un orificio (cerámica matada, o que se uso para colgar, o también fue empatada para seguir conservando la vasija completa). • Están bruñidos interior y exterior. En el grupo de cerámica pasta café todos son cuerpos. Predomina la cerámica de pasta gris con engobe gris bruñida, hay fragmentos de cuerpos de olla. Los demás son cuerpos de cerámica pasta crema y café en minoría. Entre la pasta gris se observan bordes rectos, curvo-divergentes y curvoconvergentes, hay unos con el labio doblado hacia el exterior presentan la técnica de decoración por esgrafiado, aquí ilustro algunas muestras: • Bordes con el labio doblado al exterior • Bordes rectos, cerámica de pasta gris • Cerámica con decoración por esgrafiado • Borde curvo-conv. • Bordes curvo-divergentes borde curvo-conv. • Borde evertido borde esgrafiado • Ext. Labio redondeado con decoración al interior Son tepalcates de pasta café y crema, la mayoría son cuerpos, presentan bruñido interior y exterior algunos tienen engobe oscuro con manchas debido a la mala cocción. 55


Los bordes son rectos, curvo-convergentes; tienen pintura roja. Cerámica de pasta café con pintura roja y bruñida, son cuerpos, hay algunos bordes curvo-divergentes y rectos. Grupo de pasta café bruñida o con alisado sencillo, tienen manchas negras por la cocción, son cuerpos de ollas y bordes curvo-convergentes. Cerámica de pasta café con pintura roja y café, bruñida al exterior y con alisado interior. También cerámica de pasta gris con alisado interior y exterior (son cuerpos). Hay un solo borde gris curvo-divergente. Cuerpos de cerámica pasta café, están alisados. Cerámica de pasta café con engobe naranja, son cuerpos de ollas, uno que otro tiene manchas negras por la mala cocción. Solo una muestra de cuello curvo-divergente. Cuerpos de pasta café con pintura roja, bruñido interior y alisado exterior. Hay algunos tepalcates de pasta gris: uno es bruñido y con decoración por incisión: Monte Albán I / Pasta gris fina sonido metálico También aparecen bordes rectos, curvo-convergentes, curvo-divergentes y curvos con el labio doblado hacia el exterior. Es cerámica de pasta café, hay cuerpos, bordes y sólo un cuello, son de color negruzco (manchas negras por la cocción). Bruñido exterior, interior alisado (pudo haber sido con la manos modelando la vasija o por medio de un olote u otro tipo de ramas, pues hay huellas que así lo indican). Unos tepalcates tienen pintura naranja, bruñido interior y exterior. Otros con un baño oscuro o con pintura negra interior y exterior. Hay bordes con presencia decorativa por esgrafiado e incisión: • Cerámica con pintura negra pulido interior y exterior • Técnica decoración por esgrafiado • Técnica decoración por incisión y acanalado • Borde con estriado-cerámica con engobe café • Cuello de ollita globular-ceramica con engobe café Cerámica de pasta café con engobe naranja y unos cuantos con engobe negro. Algunos con bruñido interior y otros exterior. Otros tienen alisado; la mayoría son cuerpos, que quizás pertenezcan a cajetes u ollas. Los únicos cuellos son largos con bordes curvo-divergentes, hay un borde rectodivergente de labio doblado hacia el exterior con esgrafiado y es cerámica matada por un orificio que presenta. 56


Cerámica matada. Borde recto-divergente de labio doblado al exterior Cerámica pasta café, con engobe oscuro. Tiestos con pintura naranja, bruñidos interior y exterior. Bordes rectos, rectos-divergentes y curvo-convergentes. Un borde con el labio doblado hacia el exterior, tiene estriado. La mayoría son cuerpos, hay la presencia de manchas negras. La cerámica matada, son vasijas que de manera intencional son perforadas posiblemente para evitar un uso posterior a su colocación como ofrenda ritual. Decoración incisa Cerámica pasta café con pintura naranja, tiene manchas oscuras, presenta sólo un alisado exterior. Cerámica pasta café con engobe café, cerámica “jaspeada”-naranja exterior. Cuerpos la mayoría, bruñidos unos y alisados otros. Cerámica pasta café con engobe naranja exterior. Tiene bruñido unos y otros alisado. Cuerpos en mayoría, sólo un borde recto con labio doblado exterior. Cerámica pasta café. Un tepalcate con pintura naranja bruñido exterior y alisado interior. Tiene decoración por esgrafiado. Cerámica pasta café con engobe rojizo, hay unos tiestos quemados, mayoría de cuerpos, fragmentos que muestran ser fondos planos. Un borde de pasta gris con engobe gris, es curvo-divergente. Tiene esgrafiado (X1). Otro borde es de cerámica negra bruñida, también con esgrafiado, tiene el labio doblado exterior (X2). Los tepalcates tienen un alisado exterior, en el interior algunos están bruñidos, otros al exterior. Es sólo un tepalcate de pasta café con engobe café. Pulido exterior, alisado interior. Cerámica café, dos tiestos: 1. Con pintura naranja, interior pulido, exterior alisado y sin pintura. Es un borde curvo-divergente. 2. Está quemado, tienen alisado interior y exterior, es un cuerpo. Un tiesto de cerámica pasta café con pintura negra, bruñido, es un cuerpo. La cerámica se separó en 5 grupos, la mayor parte es de pasta café excepto un grupo de pasta gris (4 tiestos).

57


1. La cerámica sin pulir, con manchas negras (quemada). Casi todos son cuerpos, 3 bordes rectos y 1 curvo-divergente. La pasta es arenosa, las paredes son gruesas. 2. Cerámica bruñida, que tal vez estuvo pulida exteriormente, en el interior sólo unos cuantos tepalcates. Tienen pintura naranja y de color rojizo, son cuerpos, hay un borde curvodivergente. 3. Después es un grupo de cerámica pasta café con pintura negra, aquí hay bordes con esgrafiado, acanalados e incisión: • Esgrafiado • Con pintura negra • Acanalado esgrafiado • Incisión • Tejo de pasta gris base anular pasta gris 4. Grupo de cerámica pasta gris con baño gris, pulido interior y exterior. Tiene sonido metálico. Contiene cerámica de pasta café, junto con cerámica de pasta gris (4 tiestos). Hay cerámica sin pulir, quemada, son cuerpos; sólo unos cuantos diagnósticos que son bordes y cuellos de posibles ollas. Recibieron todos un baño café o naranja. Enseguida unas muestras como ejemplos: • Cuellos curvo-cortos • Cuellos curvo-largos También se ve cerámica pasta café con pintura negra, aquí la mayor parte son diagnósticos: bordes con decoración por esgrafiado y acanalado. Los demás son cuerpos, tienen pulido interior y alisado exterior. Tipos de decoración: • Acanalado • Esgrafiado • Acanalado • Incisión • Borde doblado exterior Vemos también cerámica de pasta gris, pulida, baño gris, decoración por esgrafiado y un tiesto reutilizado pues tiene un orificio que nos indica fue una vasija “colgante” y además siendo un fragmento está casi cuadrado con lo que se piensa pudo ser un pulidor de vasijas. 58


Decoración por esgrafiado Otros tepalcates tienen pintura naranja, bruñidos unos y alisados otros. Vemos cerámica café con baño café, son cuerpos. Hay un diagnóstico: • Cuello curvo-largo • Labio redondeado Cerámica pasta café. Sin pulir, quemada, alguna con pintura naranja y rojiza, cuerpos. Uno diagnóstico: borde recto-divergente. Es cerámica café con pintura negra. Cuerpos, bordes, cuellos: bruñidos interior y exterior. • Borde recto-divergente esgrafiado • Labio doblado exterior • Cuello de olla curvo-corto cuello curvo-largo cuello curvocorto • Cuello de olla globular curvo-largo Hay cerámica “quemada”, son cuerpos, tiene bruñido exterior. Hay 2 fragmentos con pintura rojiza y naranja, pulidos. Otros fragmentos con pintura rojo / crema, pulidos interior y exterior. Aquí se encuentra cerámica “quemada” (cuerpos y un cuello curvo-largo, puede ser de olla), no está pulida. Se conserva el tipo de cerámica pintada rojo / crema pulida, hay bordes recto-divergentes. Aparecen tiestos de cerámica café con pintura negra pulida. Son cuerpos, hay uno en particular con incisión. De entre estos sobresale un cuerpo y un borde con incisión y esgrafiado respectivamente. Cerámica de pasta café con pintura roja sin pulir, cuerpos y bordes: recto-curvo. Cerámica con manchas negras, cerámica con pintura negra, algunos bordes esgrafiados: Pasta café Contiene inclusiones del tamaño de granos de arena con algunas partículas de color blanco lechoso y cristales transparentes, estos últimos en menor porcentaje. La textura es arenosa con una compactación que en algunos casos se vuelve deleznable. Las características de la cerámica por la cocción son: en reducción el núcleo va de color café oscuro a negro y en oxidación es incompleta presentando su núcleo colores que van del café oscuro al negro, en algunos casos 59


es negro intenso, esto se encuentra asociado a manchas negras en la pared interior de la vasija. Por el tratamiento de la superficie se obtuvieron los siguientes grupos. Baño o pintura roja Un gran porcentaje aparece con esta característica que se aplica sobre una superficie de color crema, café claro y en ocasiones sobre el color natural del barro, se asocia directamente con ollas y cajetes cónicos de diferentes dimensiones. Las paredes de las vasijas se encuentran alisadas mediante líneas horizontales, el color rojo en ocasiones es mate y en otras tiene una apariencia de bruñido en el interior y exterior. La cerámica tiene huellas muy intensas de haber sido expuesta al fuego, lo cual ha cambiado drásticamente su acabado original, aparecen manchas negras en la pared exterior debido a la oxidación incompleta y durante su exposición al fuego, el color negro cubre desde la base hasta poco arriba de la parte media de la vasija, en el caso de las ollas y los cajetes llega a cubrir la parte baja del borde exterior cubriendo un alto porcentaje de la pared externa. En muchas ocasiones el color rojo se derivó en varias tonalidades desde manchas de rojo tenue hasta café rojizo llegando a ser muy complicada en ocasiones su identificación porque su tonalidad es muy oscura. En este grupo fueron clasificados todos los fragmentos que presentan una gama de colores que van desde el naranja café rojizo debido a que se apreció en un mismo fragmento estas tonalidades posiblemente debido a la cocción. La decoración es simple, las mismas tonalidades sirven para decorar en el caso de las ollas con bandas en el borde interior y en el exterior llegan a cubrir hasta la parte media del cuerpo, no se puede saber si el baño rojo cubría hasta la base debido a que el color negro cubre hasta la parte media de la vasija. En los cajetes el rojo se encuentra al interior cubriendo el borde y/o en ocasiones la banda roja se asocia con líneas onduladas de ancho irregular (de 8 mm a 1.5 cm) horizontales que se dirigen hacia el fondo, en pocos casos aparece el rojo en el borde exterior. En menor proporción el cajete tiene el interior una banda de color negro bruñido que cubre una tercera parte desde el borde y en la parte restante hasta el fondo de la pintura roja. Formas Ollas Olla cuello curvo semiglobular Existen muestras de ollas de grandes dimensiones y también que su cuerpo en corte longitudinal presenta una forma de silueta compuesta, es 60


un cambio en la dirección de la pared que posiblemente se hizo para darle mayor resistencia a la parte media de la misma, siendo en este lugar donde el espesor aumenta considerablemente, la base es cóncava. Olla cuello recto Las mismas características anteriores sólo que aquí en algunos casos el cuello es apenas perceptible además de no aparecer. Variedades Ollas Ollas cuello curvo semiglobular Existen muestras de ollas de grandes dimensiones, con borde evertido, labio redondeado. Diámetro de la boca. Espesor de la pared. Dimensión del cuello. Su cuerpo en corte longitudinal presenta una forma de silueta compuesta, es un cambio en la dirección de la pared que posiblemente se hizo para darle mayor resistencia a la parte media de la misma, siendo en este lugar donde el espesor aumenta considerablemente, la base es cóncava. Olla cuello recto Las mismas características anteriores sólo que aquí en algunos casos el cuello es apenas perceptible y además de no aparecer la forma de silueta compuesta como las anteriores. De borde evertido labio redondeado. Diámetro de la boca. Espesor de la pared. Dimensión del cuello. En los bordes de vasijas registrados se identificaron 87 diferentes diseños esgrafiados lo cual habla de la importancia en la decoración de las vasijas las cuales evidencian el interés de recrear formas de órganos humanos como, estómago, matriz, etc., los diseños de una vasija con forma de matriz presentan dibujos fálicos en la parte alta del cuerpo globular. (Fig. 21, 22).

61


Fig. 21 Variedad de dise単os que se registraron en los bordes de las vasijas.

62


Fig. 22. En total se registraron 87 diseĂąos esgrafiados en los bordes de la cerĂĄmica.

63


Comentarios finales El empleo de una fuerza de trabajo para la construcción de los pozos troncocónicos y el cuidado que se tuvo en el acabado de algunos de ellos, la cantidad de entierros en un área tan reducida, la presencia de muros que posiblemente delimitaban la unidad habitacional entre otras cosas, confirman la descripción de unidades domésticas para la mixteca. Las características del sitio en cuestión reúnen los elementos necesarios para que se consideren como los componentes de una unidad doméstica, que entre otras cosas contempla hornos y basureros dentro de los cuales existe una amplia variedad de artefactos y desechos como cerámica. La cerámica recolectada corresponde a la Fase Ramos entre los 200 a. n. e., e inicios de ésta y que a su vez coincide con el momento de transición de Monte Albán I y Monte Albán II. Los asentamientos en este momento se localizan en lomas bajas y en los límites de cerros altos. Las comparaciones con la cerámica de Monte Albán no quieren decir que este sitio se haya desarrollado bajo lineamientos del primero, sólo es para hacer una analogía que permita visualizar desarrollos de sociedades en distintos lugares y en muchos casos contemporáneos. La construcción de los pozos con tal detalle posiblemente indica que su destino final era para guardar ahí eventos ceremoniales mortuorios con todo lo utilizado para dicha ceremonia o ceremonias por una familia de alto rango que estaba asentada en el lugar. Dado que en este momento son evidentes los estatus bien diferenciados y por consiguiente los individuos de alto rango contarían con una infraestructura similar en sus diferentes actividades. Los cambios tan importantes que se suceden en estos momentos en Yucuita no pueden pasar inadvertidos en esta región, relativamente cercana, el crecimiento acelerado de otras comunidades como ésta y la gran cantidad de entierros secundarios encontrados puede reforzar la idea que antepasados de familias de inmigrantes hayan sido traídos y redepositados en el área de entierro familiar. Las migraciones que se suceden en estos momentos posiblemente tienen que ver directamente con la fundación de Yucunama, tomando en cuenta que Monte Negro, Huamelulpan y otros asentamientos tempranos ya registran importantes movimientos de familias en búsqueda de espacios que les permitan desarrollar comunidades dedicadas a cubrir sus propias formas de subsistencia.

64


Algunas reflexiones respecto a los materiales encontrados y a la magnitud de la importancia que presenta dicho hallazgo: Los pozos presentaban la intención de nivelar su entrada de tal manera que no pudieran ser localizadas. Sobre los niveles de las entradas se colocaron lajas para construir un piso de piedra cubriendo los pozos. Los pozos intercomunicados al centro del conjunto presentaron 4 pequeñas oquedades orientadas una frente a otra en un eje noroeste en el círculo de la entrada, al interior del pozo 4 nichos excavados en la piedra caliza, estucados, dos cerrados por un muro de la misma piedra y dos abiertos posiblemente en espera de uso. En los pozos se encontraron piedras y barro para pegarlas con la ceniza de posibles fogones rituales. Se encontraron más de 50 fragmentos de cerámica con formas geométricas definidas elaboradas ex profeso como cuadrados, triángulos, rectángulos y círculos. Vasijas con orificios que parecen haber reparado grietas y para seguir usando la misma en más ocasiones, aparte que se encontró cerámica “matada” para no volverla a usar. Sólo se encontraron dos figurillas, una zoomorfa y una antropomorfa en superficie del sitio y tres fragmentos de obsidiana gris. Los entierros fueron consecutivos o depositados al mismo tiempo. La separación de los cuerpos por medio de piedras señala diferencias familiares o de qué tipo. La cronología relativa que se le puede asignar al sitio es entre Cruz Tardío y fase Ramos, posiblemente una casa de una familia de alto estatus pasa a una casa pública de alto estatus, esta misma familia proviene de otro lugar y deposita sus entierros secundarios en el lugar con una convocatoria de gran fuerza como para construir tantos pozos que existen aún en la comunidad actual. El paso de familias nucleares a conglomerados familiares por alianzas podría ser el carácter del sistema político de la mixteca en el período formativo fundamentado por un ceremonialismo profundo en este período. Posiblemente conflictos severos por desacuerdos interfamiliares son el resultado de encontrar áreas expuestas al fuego, hasta llegar a una lucha interna que incendió el resto del espacio.

65


Bibliografía Caso, Alfonso 1967 La Cerámica de Monte Albán. INAH. SEP. Fernandez, Rodolfo La Estructura de Yucuita, Arquitectura Residencial Urbana del 1981 Preclásico Superior en Oaxaca. Tesis, Guadalajara, Jal. Plunket, P. Y Gabriela Uruñuela. 1981 Recorrido Intensivo del Valle de Yucuita. Ponencia presentada en la XVII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología. San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Méx. Robles García, Nelly 1988 Las Unidades Domésticas del Preclásico Superior en la Mixteca Alta. BAR International Series 407. Winter, Marcus C. 1976 “Unidades Domésticas del Clásico en el Valle de Oaxaca y la Mixteca Alta.” Suplemento No. 6, Boletín No. 7. SEP-CROINAH. 1981

La Arqueología de la Mixteca Alta. Ponencia presentada en la XVII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Mex.

1989

Oaxaca, The Archaeological Record. Ed. Minutae Mexicana.

66


1

J

Dr. Sergio López Alonso Centro INAH, Oaxaca

Introducción Mediante el estudio de restos óseos humanos recuperados en el sitio arqueológico de Yucunama, Distrito de Teposcolula, Oaxaca, se indagan aspectos bioculturales de los grupos humanos antiguos que habitaron en esta sitio de la Mixteca Alta hacia la época conocida como Fase Ramos, entre 200 a.C. a 300 d. C. Se describen e interpretan rasgos físicos y modificaciones intencionales de carácter cultural que exhiben los restos allí exhumados, así como aspectos biológicos indicadores de condiciones de vida y salud. Con lo anterior y el contexto arqueológico de su hallazgo, se pretende ir sumando datos para avanzar en el conocimiento sobre los remotos creadores de la inmortal cultura mixteca. La información se obtiene mediante recursos teóricos y metodológicos de la Antropología Física, disciplina científica que se configuró hacia mediados del siglo XIX en Europa. Focaliza su atención en dos grandes vertientes del conocimiento sobre los seres humanos: a) sus orígenes y diversificación y b) su crecimiento y desarrollo físico. Actualmente se sabe que la estirpe humana se ha ido forjando a lo largo de nuestra historia evolutiva (filogenia) y este penoso recorrido 1

Se agradece al Arqlgo. Raúl Matadas las facilidades y apoyo brindados para la realización de este estudio. Una versión preliminar se presentó en el XV Coloquio Internacional Juan Comas (Matadamas et al., inédito).

67


en el tiempo y espacio terrestres, es responsable de la gran diversidad que se observa entre los grupos humanos, así como entre los individuos. Lo es también del complejo proceso de crecimiento y desarrollo sui generis que observan los individuos de nuestra especie (ontogenia) y que se patentiza a lo largo del trayecto del ciclo vital humano. El desarrollo histórico de la antropología física en México siguió a grandes rasgos el esquema brevemente descrito, para después ir labrando su propio camino e identidad en la enseñanza y práctica profesional de esta disciplina científica. Se distingue actualmente por su interés por aprehender y/o construir el saber sobre lo humano en tanto fenómeno histórico, complejo, multideterminado, sumamente dinámico y diverso en sus manifestaciones físico-biológicas, sicológicas y socioculturales. Esta visión holística de la antropología física busca evitar enfoques deterministas y reduccionistas en el estudio del ser humano. Con lo señalado se comprende la mirada caleidoscópica con que la antropología física observa y reflexiona su quehacer. Mirada que involucra lo biológico como recurso consustancial de la humanidad y que utiliza para crear y desarrollar los contextos socioculturales, lugar donde alcanza su mayor complejidad y opera la recursividad que lo dinamiza y lo transforma sin cesar. Esta perspectiva apunta a la antropología física de nuestros días, como puente necesario para salvar el abismo que se ha creado entre las investigaciones socioculturales y las biológicas del ser humano. Dicotomía, como bien se sabe, no deja de ser un recurso práctico que se aplica en la enseñanza de las distintas especializaciones, pero que no corresponde a la realidad del ser humano. Para terminar estas breves líneas acerca del campo de estudio de la Antropología Física, es preciso señalar el interés por impulsar el trabajo interdisciplinario como medio imprescindible para el mejor conocimiento del ser humano presente y pasado. Este es el caso al tratar sobre los antiguos pobladores de Yucunama a quienes sólo podemos acercarnos a través del análisis de sus restos óseos para formularles preguntas acerca de aspectos de su vida. Antecedentes sobre estudios osteológicos de la Mixteca El interés por estudiar los restos esqueléticos de los antiguos pobladores de Yucunama, derivó del escaso conocimiento que a la fecha se dispone acerca de los grupos humanos que habitaron la región de la Mixteca Alta 68


en la época prehispánica. Entre los estudios osteológicos a la fecha conocidos sobre restos óseos humanos antiguos procedentes de esta importante región debemos mencionar los siguientes: El primero se refiere a material recuperado durante las exploraciones arqueológicas llevadas al cabo entre 1937 a 1940 en Monte Negro (Romero, 1951). Este trabajo destaca por ser pionero de las investigaciones osteológicas del Preclásico de la región y sobre todo por las agudas y muy certeras observaciones realizadas por el distinguido antropólogo físico mexicano hoy extinto, quien refiere características físicas notables de los antiguos pobladores de este sitio como se mencionará más adelante. En fecha posterior se cuenta con el trabajo sobre restos humanos recuperados en Coixtlahuaca pertenecientes al Postclásico (Genovés, 1958). En la década de 1980 el maestro Arturo Romano realizó un estudio exhaustivo de osteología antropológica sobre material esquelético del Preclásico procedente del sitio arqueológico de Etlatongo (1987) y de fecha más reciente es el análisis de un enterramiento del Preclásico superior, compuesto por esqueletos de tres individuos localizado en Santa Teresa, municipio de Huajuapan de León (Arriola y López Alonso, 2009). Los restos esqueléticos que aquí se estudian fueron recuperados por el arqueólogo Raúl Matadamas en el trabajo de rescate arqueológico realizado entre 1989 a 1991 en Yucunama (Matadamas, 1992). Este material se encuentra resguardado en la osteoteca del Centro INAH Oaxaca, ubicado en el ex Convento de Cuilapam de Guerrero, Oax. De acuerdo con documentos que obran en el archivo de este local, los restos fueron revisados, limpiados y embalados en noviembre de 1993 por el antropólogo físico Guillermo Molina Villegas y su asistente Pedro Antonio Juárez, ambos en aquella época eran miembros del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Oaxaca. En Junio de 2009, de común acuerdo con el Arqlgo. Matadamas y toda vez que no había estudios publicados sobre dichos restos, nos dimos a la tarea de examinarlos para realizar el inventario óseo y estimar el número mínimo de individuos según edad y sexo aquí representados (Matadamas, et al. 2009). En el presente trabajo se ofrecen nuevos datos que esperamos coadyuven al conocimiento de los antiguos habitantes de este importante sitio arqueológico de la región de la Mixteca Alta. Síntesis sobre los enterramientos Los enterramientos en cuestión datan del Horizonte preclásico (Fase Ramos, 400 a.C.-300 d.C.), alrededor de dos mil años de antigüedad, unos 69


fueron depositados en tumbas o pozos troncocónicos, otros en cistas, algunos más en fosas sencillas excavadas en el suelo y dos colocados en vasija (Matadamas en este mismo volumen). En el Cuadro 1 se ofrece el número mínimo de individuos estimados en cada uno de los enterramientos, así como el total de sujetos representados por sus restos óseos en el conjunto de unidades exploradas. Cuadro 1. Total de individuos estimados por entierro y/o tumba. Yucunama, Oaxaca* Número y tipo de entierros

2 múltiple, cista 3

3 individual, cista 4

4 individual, directo en el piso

Individuos adultos** M F ?

4

1

3

5 múltiple, cista 5

6 individual, directo en el piso

7 múltiple, cista 1 y un infante en olla

3 1

8

5

10 Múltiple, cista 2 y tumba 2

1

3

1

Total

17

17

8

8 múltiple, pozo troncocónico 7 9 individual dentro de una olla

11 individual, directo en el piso

3

Infantiles

6

3

Total

7 1

1

1 3 1

3

19

1

1

2

2

1

10

11 7

1

52

*) Cuadro elaborado a partir del recuento de elementos óseos depositados en el Laboratorio de Osteología del Centro INAH Oaxaca. **) Sexo: M= masculino, F= femenino, ?= sexo no identificado

Se aprecia también que de las 10 unidades de enterramiento (entierros, cistas y tumbas), sólo cinco fueron individuales. Los demás estaban compuestos por restos de varios sujetos. El mayor número de individuos estimados por sus restos óseos en una sola unidad de enterramiento se observa en los entierros 7 con 19, 8 con 11 y 10 con 7. Los entierros múltiples estaban compuestos de manera indistinta por elementos óseos femeninos y masculinos, aunque es notable el predominio de mujeres en el entierro 8 localizado dentro de pozo troncocónico. Considerando a los individuos según grupos de edad, llama la atención que de las 8 unidades donde hubo restos infantiles, tres de ellos fueron individuales y 5 estaban junto con adultos. 70


Los pozos troncocónicos contenían restos de varios individuos, la mayoría de adultos de uno y otro sexo entremezclados. Parecen haber sufrido remociones provocadas por factores naturales que actuaron a lo largo del tiempo que estuvieron allí depositados, como son derrumbes e inundaciones; o bien ocasionadas por antiguas inhumaciones sucesivas realizadas en los mismos espacios de enterramiento. No se descartan posibles incursiones al interior de los pozos realizadas por los propios antiguos pobladores con fines rituales. Además, cabe recordar que durante los procesos migratorios, las familias solían portar en su viaje, restos de sus ancestros a manera de bultos mortuorios para venerarlos en su nuevo lugar de residencia. El hecho es que los materiales óseos que aquí se estudian, sufrieron afectaciones y la mayoría se encuentra en mal estado de conservación, por lo que no se dispone de esqueletos completos para el análisis propuesto; con todo y por ahora, son las únicas evidencias materiales que nos han legado los remotos pobladores de Yucunama para conocer algo sobre sus características bioculturales. Las conjeturas acerca de lo expuesto en esta breve síntesis sobre los enterramientos humanos, dependen en gran medida del contexto arqueológico de hallazgo y de la perspectiva teórica de análisis; es así que la amplia diversidad de maneras de disponer de los muertos cobra distintas dimensiones interpretativas según se trate de los espacios de enterramiento y objetos con ellos asociados, tales circunstancias orientan las interpretaciones al incidir sobre el carácter de los ritos funerarios. Es sabido que en áreas habitacionales coexisten distintas modalidades de efectuar los enterramientos, siendo factores determinantes de las diferenciaciones el rango social de los individuos y la capacidad económica de las unidades domésticas de origen del difunto. De ahí que la gente de escasos recursos o de bajo rango social al enfrentar el deceso de uno de sus miembros, éstos eran enterrados en simples hoyos excavados en el suelo (entierros directos) y con escasos o nulos objetos asociados; en tanto que los de mayor jerarquía y poder económico, solían inhumarlos en tumbas o construcciones que demandaban cierto despliegue de esfuerzos y capacidad económica para su elaboración (entierros en tumbas). A lo anterior se asocia la calidad y cantidad de objetos con que se hace acompañar al difunto (ofrenda mortuoria y objetos de uso), así como su propio atuendo funerario, como son la vestimenta y adornos corporales. Otro es el caso de entierros localizados en espacios públicos y/o sagrados, donde los rituales pudieron revestir características mucho más elaboradas y suntuosas. 71


Algunos rasgos bioculturales de los antiguos habitantes de Yucunama Morfología craneal Uno de los elementos óseos del cuerpo humano que más se ha utilizado para la caracterización física de individuos y grupos humanos es el cráneo (cráneo neural y facial). El estudio especializado de esta extremidad ósea dio origen a la craneología y en particular a la craneometría, conjunto de técnicas estandarizadas para efectuar el análisis métrico y morfológico del cráneo. El rasgo utilizado con mayor frecuencia para estudiar la diversidad morfométrica de este segmento corporal es el Índice Craneal Horizontal (ICH)2, el cual expresa la proporción existente entre la anchura y la longitud del cráneo visto desde su parte superior (Comas 1966:388-389). Para la serie de Yucunama, sólo en cinco cráneos del entierro 8 que mostraban mejor estado de conservación se pudo estimar el ICH y los datos se consignan en el Cuadro 2.

Ent. 8

Cuadro 2. Índice craneal Horizontal. Adultos prehispánicos de Yucunama, Oaxaca.

Sexo

Edad

Long. Mx.*

Anch. Mx.*

ICH

Clasificación

Cráneo 1

Fem.

Adulto

159

136

85.53

Braquicráneo

Cráneo 4

Masc.

Adulto

187

145

77.54

Mesocráneo

Cráneo 2 Cráneo 5 Cráneo 7

Masc. Fem. Fem.

Adulto Adulto Adulto

166 163 170

145 136 132

87.34 83.43. 77.64

Braquicráneo Mesocráneo

*Valores en milímetros

Como se puede observar, tres de éstos fueron braquicráneos, dos femeninos y uno masculino; es decir, son cráneos relativamente anchos respecto a su longitud (Foto 1). Los dos restantes uno femenino y el otro masculino, fueron mesocráneos, lo que significa que muestran cierta proporcionalidad entre su longitud y anchura (Foto 2). Llama la atención la ausencia aquí de dolicocráneos (cráneos alargados) mientras que en Monte Negro, sitio arqueológico de la Mixteca Alta de la misma temporalidad, había gente con cabeza dolicoide (Romero 1951:171-173). Lo anterior apoya la idea de 2

72

La fórmula es: diámetro transverso máximo x 100/ diámetro ánteroposterior máximo. Los valores se clasifican de la siguiente manera: dolicocráneo, hasta 74.9, Mesocráneo de 75 a 79.9 y Braquicráneo de 80 y más.


continuar indagando sobre el origen de los dolicoides de Montenegro como lo apuntan Serrano y Corona (2011), quienes se preguntan si los entierros preclásicos de Monte Negro, Oaxaca, ¿Tienen un origen sudamericano? Esta pregunta surge porque los grupos dolicoides de la época prehispánica se localizaban hacia el norte del actual territorio nacional, y no estaban integrados a los grupos denominados de altas culturas mesoamericanas ( Jaén y López Alonso 1974: 121-128), salvo casos que llaman la atención (Romano, 1975), los cuales han despertado interés de los investigadores justo para ahondar sobre el tema (Lagunas 1979, Serrano y Ramos 1984).

Foto 1. Caso de braquicráneo.

73


Foto 2. Caso de mesocráneo.

Índice orbitario El Índice Orbitario3 expresa la relación porcentual entre anchura y altura de las órbitas (Pospísil 1965: 76). De cuatro casos aquí estudiados, tres femeninos y uno masculino se caracterizaron por presentar órbitas altas (Cuadro 3, Foto 3). Cuadro 3. Índice orbitario. Adultos prehispánicos de yucunama, oaxaca Ent. 8

Edad

Sexo

anch.o.i.*.

alt.o.i.**

I.O. I.***

Clasificación

Cráneo 1

adulto

Fem.

38 mm

34 mm

89.47

Hipsiconco

Cráneo 4

adulto

Masc.

41 mm

38 mm

92.68

Hipsiconco

*) Anchura órbita izquierda **) Altura órbita izquierda ***) Índice Orbitario izquierdo

3

74

La fórmula es: altura de la órbita x 100/anchura de la órbita y se clasifica de la siguiente manera: cameconco, hasta 75.9, mesoconco de 76.0 a 84.9 e hipsiconco de 85.0 y más.


Cuadro 3. Índice orbitario. Adultos prehispánicos de yucunama, oaxaca Ent. 8

Edad

Sexo

anch.o.i.*.

alt.o.i.**

I.O. I.***

Clasificación

Cráneo 5

Adulto

Fem.

41 mm

38

92.68

Hipsiconco

Cráneo 7

Adulto

Fem.

38 mm

34 mm

89.47

Hipsiconco

*) Anchura órbita izquierda **) Altura órbita izquierda ***) Índice Orbitario izquierdo

Foto 3. Cráneos en vista frontal donde se observan las órbitas altas.

Estatura La estatura es muy variable entre los grupos humanos y de ahí la importancia antropológica de su estudio. Por su plasticidad, es decir su capacidad para ajustarse a las condiciones del entorno ecológico y sociocultural de los individuos, ha sido útil para revelar las circunstancias materiales de vida que el sujeto pudo haber tenido durante su infancia, que es el periodo de crecimiento lineal significativo. Se estima que alrededor del 80% de la talla está condicionada por factores hereditarios y el porcentaje restante puede deberse a las situaciones vividas durante el crecimiento. La estatura en poblaciones desaparecidas se calcula a partir de la longitud de los huesos largos del esqueleto y fórmulas ya establecidas4. Para el caso que aquí se trata, en los Cuadro 4 y 5 se enlistan las dimensiones de los elementos óseos utilizados y las estaturas estimadas para hombres y mujeres respectivamente. 4

Se utilizaron las fórmulas de Genovés (1966) corregidas por del Ángel y Cisneros (2004).

75


Cuadro 4. Longitud máxima de huesos largos y estatura en cm. Adultos prehispánicos de Yucunama, Oaxaca*. Sexo masculino

Entierro

2

2

Elemento óseo

fémur

fémur

8

fémur

8

fémur

8

fémur

8

fémur

8

fémur

7

tibia

7

tibia

7

tibia

7

tibia

7

tibia

7

peroné

7

húmero

7

húmero

3

radio

7

radio

7

radio

7

cúbito

7

cúbito

2

cúbito

2

cúbito

7

cúbito

Lado

derecho

derecho

derecho

derecho

derecho

izquierdo

izquierdo

izquierdo

izquierdo

izquierdo

derecha

derecha

izquierdo

derecho

izquierdo

izquierdo

derecho

derecho

derecho

izquierdo

derecho

derecho

izquierdo

Long. Máx.

40.2

42.2

42.6

38.8

38.2

39.2

40.9

36.7

30.1

32.6

35.8

36.8

35.8

30.7

30.5

20.0

24.3

23.3

26.4

25.8

24.0

24.1

22.3

Estatura

154.82

159.34

160.25

151.65

150.29

152.56

156.40

163.11

150.19

155.09

161.35

163.31

162.79

160.42

159.92

151.58

163.05

160.38

163.83

162.26

157.56

157.82

147.71

*) Estimaciones realizadas con las fórmulas de Genovés (1966) corregidas por del Ángel y Cisneros (2004).

Cuadro 5. Longitud máxima de huesos largos y estatura en cm. Adultos prehispánicos de Yucunama, Oaxaca*. Sexo Femenino.

Entierro 5

8

76

Elemento óseo fémur

fémur

Lado izquierdo

derecho

Long. Máx. 36.6

36.9

Estatura 141.97

142.74


Cuadro 5. Longitud máxima de huesos largos y estatura en cm. Adultos prehispánicos de Yucunama, Oaxaca*. Sexo Femenino.

Entierro 5

7

7

Elemento óseo húmero

húmero

húmero

7

húmero

7

7

Estatura 147.99

derecho

27.0

144.67

izquierdo

27.2

145.50

derecho

27.9

27.1

148.41

145.08

radio

derecho

20.8

148.54

radio

izquierdo

20.3

146.57

radio

7

Long. Máx. 27.8

izquierdo

húmero

7

Lado izquierdo

izquierdo

20.3

146.57

El número de casos que se maneja es muy pequeño como para atribuirle validez estadística a nivel poblacional, de ahí también el amplio rango de dispersión de los datos del Cuadro 6; no obstante, consideramos importante consignarlos y realizar con ellos algunos comentarios pertinentes, a reserva de contar en el futuro con más información sobre el tema. Cuadro 6. Estatura promedio estimada a partir de la longitud máxima de huesos largos. Yucunama, Oaxaca. Sexo

Masculino Femenino

n

22 11

Mínimo

150.19 141.97

Máximo

163.83 148.54

Media

158.08 145.97

Desv. típica

4.58 2.22

A partir de una revisión bibliográfica acerca de la estatura en grupos humanos prehispánicos de México y con datos disponibles en la década de 1970, decíamos que la región oaxaqueña considerando los distintos periodos arqueológicos, observa una tendencia hacia tallas pequeñas comparada con las del centro y norte del país, toda vez que los valores promedio entonces obtenidos eran para hombres de 159.0 cm y para mujeres de 148.0 cm ( Jaén Esquivel y López Alonso, 1974:130). En Yucunama la talla promedio comparada con estos valores resultó menor en un centímetro para hombres y dos centímetros para mujeres. En tanto que la talla estimada para los antiguos habitantes de Monte Negro fue de 164 cm en hombres5 y en Santa 5

Aún cuando la estimación de la talla en Monte Negro se estimó de manera directa de los enterramientos

77


Teresa, Huajuapan de León, se estimaron tallas de 146.36 cm y 152.50 cm en restos de dos mujeres (Arriola y López Alonso, 2009:20-21). Para el Horizonte Clásico de Monte Albán se reportan tallas de 159.4 cm en varones y 147.5 en mujeres. Del Postclásico de Coixtlahuaca 158.6 cm en varones y 147.0 cm en mujeres, en tanto que en Cerro Guacamaya, Yolox, se tienen valores de 157.2 cm en varones y 145.9 cm en mujeres ( Jaén y López Alonso 1974:19-134). Como se observa, a la fecha se han reportado tallas bajas para los diferentes grupos humanos prehispánicos del estado de Oaxaca, con excepción de los “misteriosos” pobladores de Monte Negro. Modificaciones culturales en el esqueleto De las alteraciones culturales más generalizada y antigua en el mundo destaca la deformación intencional o artificial de la cabeza, ésta se practicó de manera muy extendida en América desde épocas muy tempranas. La variedad de formas craneales logradas por la deformación intencional motivó a los investigadores a desarrollar una verdadera sistemática para su clasificación, siendo la más completa la propuesta por Imbelloni (Comas 1966:377380), quien distingue dos tipos principales de deformaciones intencionales realizadas en el cráneo, a saber: • Tabulares, logradas por compresión fronto-occipital y se dividen en: a) Erectos, por presión en la parte superior del occipital. b) Oblicuos, por presión en todo el occipital. • Anulares, se obtenían utilizando vendas o correas para comprimir circularmente la cabeza. La técnica más común para obtener el tipo de deformación conocida como tabular erecta, consistía en colocar en la frente y parte posterior de la cabeza del niño unas tablillas atadas con bandas para sujetarlas. La deformación del tipo tabular oblicua se obtenía colocando al niño en una cuna y se le aplicaba en la frente una tablilla atada y ajustada a la cuna. El tipo anular, por su parte, se producía enrollando con una banda el contorno circular de la cabeza, dejando libre la parte superior. Estos dispositivos eran aplicados durante un tiempo suficiente para garantizar la permanencia de la deformación durante la vida del individuo. Las deformaciones más frecuentes en Mesoamérica fueron la tabular erecta y la tabular oblicua. Los cráneos más o menos completos recuperados en Yucunama presentan ligera deformación intencional del tipo tabular en su variedad erecta (Foto 4). Sólo un caso se observó la variedad oblicua (Foto 5). 78


Foto 4. Cr谩neo con deformaci贸n tabular erecta, con aplanamiento frontal y notable huella de la banda compresora en el occipital

Foto 5. Cr谩neo con deformaci贸n tabular oblicua.

79


Lesión suprainiana Con este nombre se conoce una especie de excavación localizada justo en la parte superior de la prominencia occipital (inion); por su aspecto parece ser producto de un raspado en la tabla externa del hueso occipital cuando el individuo estaba vivo y quizá era de pequeña edad, a juzgar por la reacción del periostio observable a simple vista. Este tipo de huella fue descrita por primera vez y denominada así por Weiss en 1958, al revisar cráneos de la cultura Chancay de la Costa Peruana de entre 1100 a 1450 d.C. Acerca del origen de esta depresión se han emitido varias explicaciones, al parecer se trata de una intervención quirúrgica de tipo ritual (Weiss 1981:202-209, Lagunas 1974, Serrano 1972, Serrano y Ramos 1984:46-48). Hasta donde sabemos, en Mesoamérica la distribución temporal de esta huella sólo se ha reportado para el Postclásico (Serrano y Ramos 1984:47). Por lo anterior nos parece importante señalar que este rasgo se observó en un fragmento de occipital correspondiente al cráneo 1 de la tumba 2 de Yucunama (Foto 6). Cabe recordar que la ocupación prehispánica de Yucunama corresponde al Preclásico superior, lo cual colocaría el caso que aquí se menciona alrededor de mil años antes de los numerosos ejemplares peruanos y mesoamericanos reportados y descritos en la bibliografía sobre el tema.

Foto 6. Fragmento de occipital con lesión suprainiana.

80


Mutilaciones dentarias La mutilación dentaria (Romero, 1958), fue otro de los rasgos culturales practicado por diversos grupos humanos antiguos, y desde luego los habitantes del México Prehispánico gustaban arreglarse los dientes. Las formas más sencillas, por la relativa facilidad de su elaboración fueron las limaduras hechas en los bordes y superficie bucal de los dientes incisivos y caninos, aunque durante el Clásico esta labor alcanzó un verdadero valor artístico por las incrustaciones de minerales semipreciosos realizadas en las piezas dentarias para lucimiento de sus portadores. Del material esquelético de la tumba 2 de Yucunama se hallaron dos incisivos centrales superiores sueltos, uno del lado izquierdo y otro del derecho con mutilaciones del tipo C-2, de acuerdo con la tabla de clasificación de Romero (1958). (Foto 7).

Foto 7. Incisivos con mutilaciones dentarias.

Otras alteraciones óseas El cráneo 7, del entierro múltiple 8, de un individuo del sexo femenino presenta obliteración total de la sutura sagital (Foto 8). Interesa mencionar el caso porque parece pertenecer a una persona joven, no mayor de 25 años de edad a la muerte a juzgar por la abertura de las demás suturas y el excelente estado de conservación de los dientes superiores, los cuales carecen de desgaste o atrición así como de signos o huellas de otras afecciones dentales (Foto 9). Es posible que la obliteración haya ocurrido una vez concluido el crecimiento cefálico6, ya que no se observa escafocefalia propiamente dicho 6

El cierre de las suturas craneales inicia hacia los 17 años según Meindel y Lovejoy (1985:59).

81


aunque el cráneo muestra ligero alargamiento (Foto 10). La escafocefalia, como se sabe, es la craneosinostosis más frecuente y se produce precisamente por el cierre temprano de la sutura sagital, que une ambos huesos parietales y al no poder crecer la cabeza a lo ancho, ésta se alarga en el sentido anteroposterior y las regiones frontal y occipital se abomban como medio de compensación. La cabeza se alarga y el eje transversal se observa disminuido, dando lugar a una cabeza alargada (dolicocefalia), a su vez suele palparse una cresta ósea a lo largo de la sutura, lo que da a la cabeza aspecto de quilla de barco y de ahí su nombre escafocefalia.

Foto 8. Cráneo 7 con obliteración total de la sutura sagital.

Rasgos osteopatológicos Llama la atención que los materiales óseos humanos de Yucunama aquí revisados ofrecen la impresión de haber pertenecido a individuos que vivieron en adecuado equilibrio con su medio ambiente y condiciones de vida, ya que no presentaban afectaciones graves en su estado de salud observado en el material esquelético. Fueron escasos los ejemplares observados con huellas de carencias nutricionales, lo propio ocurre con padecimientos infecciosos; entre éstos se encuentran una tibia y su respectivo peroné del lado izquierdo, ambos incompletos, de un individuo adulto del sexo mascu82


lino, con marcadas evidencias de haber sufrido severa periostitis y posible osteomielitis (Foto 11). Las afecciones bucales fueron las más frecuentes, destacando las caries dentales así como secuestros óseos por infecciones de las encías. En lo que toca a padecimientos de tipo degenerativo, sólo se observaron casos de exostosis en vértebras. En cuanto a huellas de fracturas óseas consolidadas también hubo dos casos.

Foto 9. Estado de la dentición superior del cráneo 7.

Algunos comentarios La idea de presentar estos breves datos osteológicos lleva el propósito de aportar información para abonar al conocimiento sobre aspectos bioculturales de los antiguos habitantes de la región de la Mixteca. En este punto vale mencionar el comentario muy certero del maestro Arturo Romano al referirse al mal estado de conservación de los restos humanos del preclásico de San Mateo Etlatongo, Mixteca Alta oaxaqueña: “Aunque el material óseo humano de los enterramientos explorados se halló en muy mal estado de conservación, fue posible apreciar (…), un interesante conjunto de hechos biológicos y culturales, que los caracterizan y que pueden ir sumándose a otros, procedentes de sitios aledaños y así llegar a formar un corpus de conocimiento sobre las poblaciones prehispánicas 83


que habitaron en tiempos muy pretéritos la región que ahora nos ocupa (Romano, 1987:128).

Foto 10. Ligero alargamiento y frente abombado del cráneo 7.

Foto 11. Tibia y peroné con huellas de periostitis.

84


En efecto, el autor describe el material recuperado en Etlatongo y hace resaltar la ausencia de cráneos dolicoides, tal como se ha señalado para Yucunama, hecho que subraya la importancia de continuar indagando los posibles orígenes de los cráneos visiblemente dolicoides recuperados en los enterramientos humanos explorados en Monte Negro por Romero entre 1938 a 1940. En los materiales de Yucunama analizados, llama la atención la escasa o nula presencia de huellas que delaten carencias nutricionales en los restos óseos revisados; este hecho sugiere un adecuado ajuste de los individuos a su entorno y que sus condiciones de vida no fueron muy adversas. Quizá la manera cómo se llegó a este relativo ajuste o equilibrio fue a partir de la disminución de la talla, pues en efecto los datos acusan individuos de estatura baja tanto en hombres como mujeres. Otra interpretación conduce a pensar en la posibilidad de que los restos correspondan a un grupo selecto de individuos con predominio de gente en edad adulta media, pues sólo apareció una mandíbula de persona senil y 10 entierros infantiles.

85


Bibliografía Arriola Ma. V. y S. López Alonso. 2009 “El sitio Santa Teresa. Vestigios de una aldea temprana en el área de Huajuapan de León, Oaxaca”. El significado de los sueños y otros temas Mixtecos (Reina Ortiz, Editora) Universidad Tecnológica de la Mixteca. Pp.13-42. Huajuapan de León, Oaxaca. México. ISBN: 978-607-95222-0-9. Comas, J. 1966

Manual de Antropología Física. FCE. México.

Del Ángel, Andrés y Héctor B. Cisneros. 2004 “Technical note: Modification of regression equations used to estimate stature in Mesoamerican skeletal remains”, American Journal of Physical Anthropology 125:264-265. Genovés, S. 1958 “Estudio de los restos óseos de Coixtlahuaca, estado de Oaxaca, México”, en: Miscellanea Paul Rivet 1:455-484, Universidad Nacional Autónoma de México, México. 1966

La proporcionalidad entre los huesos largos y su relación con la estatura en restos mesoamericanos. Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, México.

Lagunas, Z. 1970 Nota sobre el hallazgo de cráneos con lesión suprainiana en Cholula, Pue. Boletín del INAH, 39:1-4. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México. 1974

Observaciones recientes sobre la lesión suprainiana. Boletín del INAH, época II (11):47-54. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México.

1979

“El dolicoidismo: clave de los intercambios biológicos entre las poblaciones mesoamericanas y del norte de México”. Revista Mexi-

86


cana de Estudios Antropológicos 25:13-28. Sociedad Mexicana de Antropología, México. Matadamas, R. “Rescate arqueológico en Yucunama, Mixteca Alta de Oaxaca”, 1992 Notas Mesoamericanas 13:163-15. Universidad de las Américas-Puebla. Matadamas, R., S. López Alonso, R. Higelín Ponce de León y H. López Calvo. Enterramientos humanos de Yucunama, Mixteca Alta, Oaxaca. Ponencia presentada en el XV Coloquio Internacional de Antropología Física “Juan Comas”, celebrado en la ciudad de Mérida, Yuc., del 18 al 23 de octubre de 2009. Meindel R.S. y O.C. Lovejoy 1985 Ectocranial suture closure: A revised method for determination of skeletal age at death based on the lateral_anterior sutures. American Journal of physical anthropology 68:57-66. Molina Villegas, G. y Pedro M. Antonio Juárez. 1996 Informe de actividades. Mecanuscrito del archivo de la osteoteca del Centro INAH Oaxaca. Romano 1975

“Dolicocráneos prehispánicos de Teotenango, México”, en Piña Chán (Coord.). Teotenango. El Antiguo Lugar de la Muralla 2:417-21. Memoria de las excavaciones arqueológicas. Dirección de Turismo. Gobierno del Estado de México. México.

Romano, A. 1987 “Análisis osteológico” (Apéndice A). En: Excavaciones de un sitio preclásico en San Mateo Etlatongo, Nochistlán, Oax. (R. Zárate ed.), BAR International Series, 322:116-130. British Archaeological Reports, Oxford.

87


Romero Molina, J. 1951 “Monte Negro (Oaxaca), centro de interés antropológico”, en: Homenaje al doctor Alfonso Caso, Imprenta Nuevo Mundo, pp.317-329, México. Reeditado en: Exploraciones en Monte Negro, Oaxaca: 1937-38 y 1939-40, ( J. L. Ramírez, comp. y L. Mirambell, coord.), pp.168-189, Instituto Nacional de Antropología e Historia, ISBN: 968-29-3773-6, 1992. México. Romero Molina, J. 1958 Mutilaciones Dentarias Prehispánicas de México y América en General, Serie Investigaciones 3, Instituto Nacional de Antropología e Historia. México. Serrano, C. y R.M. Ramos. 1984 Perfil bioantropológico de la población prehispánica de San Luis Potosí. UNAM. México. Serrano, C. y E. Corona. Los entierros preclásicos de Monte Negro, Oaxaca ¿Tienen un origen sudamericano? XVI coloquio Internacional de Antropología Física Juan Comas. IDEHUM UABJO, Oaxaca de Juárez, Oaxaca, 13 al 19 de noviembre 2011. Weiss, P. 1958 1981

88

Osteología Cultural I. Prácticas cefálicas. Anales de la Facultad de Medicina. Lima, Perú. La trepanación ritual suprainiana. Boletín de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, 5(36):193211. México.


J

Dr. Alejandro de Ávila Blomberg Director, Jardín Etnobotánico de Oaxaca Curador, Museo Textil de Oaxaca

Los textiles mixtecos merecen un capítulo entero en la historia del arte mexicano por su gran diversidad y calidad. La región montañosa que habita el pueblo Ñuu Savi, considerablemente compleja en términos ecológicos, ha proporcionado muchas especies de plantas y de animales para obtener fibras y tintes. Las estructuras del tejido muestran también una gran diversificación en esta zona, facilitada probablemente por la variedad de materiales. Sin embargo, muchas de las fibras, colorantes y técnicas textiles que fueron documentadas en el siglo pasado en la Mixteca han dejado de usarse en los últimos cincuenta años. Junto con ellas ha ido menguando lo que fue un repertorio muy rico de diseños. La mayoría de los tejidos y bordados mixtecos no se fabricaban para fines comerciales, sino para el uso de las familias que los producían. En los huipiles y en las faldas de enredo, entre otras prendas, se fue reuniendo a lo largo de muchas generaciones una iconografía ecléctica que podemos relacionar con distintas vivencias históricas del Pueblo de la Lluvia. En este trabajo ilustraremos algunos casos donde ha sido posible registrar una tradición narrativa que recrea el sentido de las figuras tejidas en las lenguas Tu’un Savi. El texto está organizado en tres secciones temáticas. La primera se relaciona con la historia natural de la Mixteca: las fibras y los tintes disponibles 89


para el tejido hacen palpable la diversidad biológica local, que refleja procesos evolutivos dinámicos moldeados por cambios geológicos intrincados durante decenas de millones de años. Reseñaremos el uso de varios de esos materiales derivados de plantas y animales nativos. La segunda sección del texto presenta un inventario de técnicas textiles documentadas en las comunidades Ñuu Savi, poniendo énfasis en las estructuras tejidas en el telar de cintura mesoamericano. No parece haberse conservado material alguno hecho con fibras orgánicas en los numerosos sitios arqueológicos de la Mixteca que han sido explorados, pero el tejido dejó su impronta en otros medios, como podemos apreciar fácilmente en la cerámica polícroma, la orfebrería e incluso la arquitectura del período postclásico. La sección final de este trabajo relaciona el simbolismo de los diseños textiles con la memoria oral de las comunidades contemporáneas más conservadoras. Algunas figuras tejidas y bordadas aparecen de manera recurrente en mitos que han sido transcritos recientemente en Tu’un Savi. Su estudio nos ofrece un nuevo camino para rastrear la historia de las ideas en la Mixteca. Las fibras vegetales El cuadro 1 muestra las especies cuyas fibras después de extraerse son torcidas para hacer hilo o mecate. Excluimos las plantas cuyas hojas o corteza son utilizadas sin procesar, como la palma de soyate (género Brahea) y la mayoría de las yacuas usadas en la Mixteca (cortezas fibrosas de Chiranthodendron, Guazuma, Tilia, Triumfetta, etc.). Los agaves dan inicio a la tabla. En nuestra región se han documentado ocho especies de maguey para extraer ixtle, la lista más extensa que conocemos en todo el continente. México es el centro de distribución tanto del género Agave como de los linajes aliados que conforman el grupo Agavaceae (ahora subsumido dentro de la familia de las asparagáceas). Al interior del país, Oaxaca es la región con la mayor diversidad de agaváceas (García Mendoza, 2004), y la Mixteca parece ser el área más rica en especies del género Agave (García Mendoza, 1989; García Mendoza, 2010). Las Relaciones Geográficas del siglo XVI describen el uso de ropa de ixtle en las zonas altas antes de la conquista. La élite mixteca de Mixtepeque (San Juan Mixtepec en el distrito de Juxtlahuaca), por ejemplo, se había distinguido por vestir mantas de nequén pintadas de almagre, mientras que los macehuales traían sus mantas de nequén blancas; unos y otros usaban bragueros de la misma fibra (Acuña, 1984, tomo I: 295). Podemos suponer que las mujeres vestían huipiles y faldas de enredo 90


tejidas con la misma fibra. La Relación de Nochixtlán habla de mantas y cacles (sandalias) de agave, que por lo visto seguían en uso hacia 1580. Fray Francisco de Alvarado (1593) anotó tres términos en mixteco para maguei la ebra que sacan del, designando probablemente a especies distintas: [n] daayavui, [n]daa cuiñe y [n]daa yata, donde ndaa designa al ixtle y yavui es el genérico para agaves. Cuadro 1: Fibras textiles y usos registrados en la Mixteca

Fibras vegetales nativas:

Agave angustiarum Trel., maguey de ixtle (Chávez Rendón et al., 1998-2011; García M., 2004): mecate

Agave applanata Lem. ex Jacobi, maguey de ixtle (Chávez R. et al., 1998-2011; Palma, 1991): mecate, redes Agave convallis Trel., nombre vernáculo no registrado (García M., 2004): uso de la fibra no especificado

Agave horrida Lem. ex Jacobi, nombre vernáculo no registrado (García M., 2004): uso de la fibra no especificado Agave kerchovei Lem., maguey jabalí (Palma, 1991): mecate, redes

Agave lurida Aiton, nombre vernáculo no registrado (Chávez R. et al., 1998-2011): mecate, redes Agave rhodacantha Trel., maguey mexicano (Palma, 1991): mecate, redes

Agave salmiana Otto ex Salm-Dyck var. salmiana, maguey manso (Palma, 1991): mecate, redes, antiguamente ropa Agave salmiana var. ferox (K. Koch) Gentry, maguey de Castilla (Palma, 1991): mecate, redes, antiguamente ropa

Cochlospermum vitifolium (Willd.) Sprengel, tundakua lamba ( Jicayán de Tovar; de Ávila, 1987-1989): cordel, redes (fibra de corteza)

91


Cuadro 1: Fibras textiles y usos registrados en la Mixteca

Chevaliera magdalenae (André) André, pita (Martínez Balderas, 2008): bordados sobre cuero Gossypium hirsutum L., algodón, incluyendo el coyuchi (Fryxell, 1988): ropa, cordel, redes

Pseudobombax ellipticum (Kunth) Dugand, tundakua yatia ( Jicayán de Tovar; de Ávila, 1987-1989): cordel, redes (fibra de corteza)

Fibras animales nativas:

Cairina moschata Linnaeus, 1758, pluma de pato (Acuña, 1984; Meneses, 2008): decoración de tejidos de algodón

Eutachyptera psidii Sallé, 1857, doko tachi (Santa Catarina Estetla; Morales, 1986): tejido de fajas Sylvilagus cunicularius Waterhouse, 1848, pelo de conejo (Acuña, 1984): decoración de tejidos de algodón

Fibras animales introducidas:

Bombyx mori Linnaeus, 1758, seda (Renaud, 1992): tejido de ceñidores y paños de cabeza, decoración de textiles de algodón Ovis aries Linnaeus, 1758, lana de oveja (de Ávila, 1985): tejido de ropa y sarapes, fieltro

Felipe Palma Cruz (1991) ha documentado el uso de varias especies de maguey como fuentes de fibra en la Mixteca Oaxaqueña, entre ellas el Agave applanata, llamado localmente maguey de ixtle, y el maguey jabalí, cuya fibra se distingue por su resistencia. El maguey “mexicano” crece silvestre en el distrito de Huajuapan, donde se aprovecha su ixtle. En la Mixteca Alta se extrae fibra de poblaciones silvestres de maguey “de Castilla”. César Chávez Rendón y sus colaboradores (1998-2011) registraron el uso de Agave angustiarum en el distrito de Nochixtlán como el ixtle preferido para fabricar mecates por su resistencia, no obstante que las fibras son cortas. Por su parte, García Mendoza (2004) documentó el uso de la fibra de Agave 92


lurida en el distrito de Huajuapan, especie cuya rareza actual parece deberse precisamente a una sobreexplotación para ixtle. La pita es la fibra de una planta de la familia de la piña (bromeliáceas) que crece en el sotobosque en selvas tropicales húmedas de la vertiente del Golfo de México. Es extraída en comunidades chinantecas y mixes del norte de Oaxaca, y distribuída por comerciantes intermediarios a los artesanos en el occidente y norte del país, quienes la utilizan para bordar sillas de montar, cinturones y botas de cuero. Aunque la mayor parte de la producción se realiza hoy día en Colotlán, Jalisco, el arte del piteado tuvo arraigo antiguamente en la Mixteca y se mantiene vivo en Juxtlahuaca, donde el señor Nabor Martínez Balderas (2008) y su familia bordan piezas muy finas. El inventario del comerciante indígena don Domingo de la Cruz, parte de un testamento de la Mixteca Alta de fines del siglo XVIII, incluía pita floja y torcida (Archivo Judicial de Teposcolula, sin fecha). Diversas cortezas proveían fibras para mecates, lazos y redes en las zonas bajas de la vertiente del Pacífico. Algunas comunidades mixtecas de la Sierra Sur en el extremo occidental de Oaxaca y el oriente de Guerrero emplean aún las fibras de los árboles llamados localmente tundakua yatia y tundakua lamba (de Ávila, 1987-1989). La corteza interna de ambas especies es procesada manualmente para extraer la fibra, que se tuerce con los dedos para formar un cordel de dos cabos. Con éste se elaboran pequeños morrales en ligamento enlazado, en los cuales llevan los hombres su almuerzo a la milpa. Esos textiles sencillos, no por ello menos hermosos, ejemplifican el uso tradicional de fibras locales exclusivamente para autoconsumo. El algodón mesoamericano (Gossypium hirsutum) fue domesticado a partir de plantas silvestres ampliamente distribuidas a lo largo de ambos litorales en México. Observaciones recientes sugieren que el algodón silvestre de la costa del Pacífico en Oaxaca y Chiapas es la población más semejante a las formas cultivadas (Wegier, 2011; Wegier et al., 2011). Algunas de las Relaciones Geográficas del siglo XVI hacen notar que el uso de ropa de algodón (cachi en el diccionario mixteco de Alvarado de 1593) era exclusivo de la élite antes de la conquista española; sin embargo, en los centros de producción de esta fibra, también los macehuales vestían de algodón, como lo indica la Relación de Ayutla, jurisdicción mixteca y tlapaneca en la Costa Chica de Guerrero (Acuña, 1984). Tanto en los años 1580 como dos siglos después, las Relaciones Geográficas hacen mención 93


frecuente del hilado y tejido de algodón, lo mismo en los bajos a lo largo del Pacífico, donde se cultivaba en gran volumen, como en comunidades tierra adentro que lo adquirían en greña a través del comercio interregional. La importación de tejidos de algodón para el mercado indígena en la Mixteca, en cambio, parece haber sido menos relevante que en otras zonas; una larga lista de mercancías en un expediente del Archivo Judicial de Teposcolula fechado en 1673, por ejemplo, menciona sólo una docena de naguas enteras de hilo de tepeque de colores y unas cuantas naguas azules de Tlaxcala (Romero Frizzi, sin fecha). La región que nos ocupa ha destacado desde la antigüedad por la finura de los hilados de algodón: al recoger observaciones hechas poco después de 1521, en la primera visita de los conquistadores españoles a la Mixteca por órdenes de Cortés, Antonio de Herrera y Tordesillas (1601-1615) escribió que los señores y principales mixtecos vestían maxtle y manta de algodón... cuanto más delgadas mejor. El Museo Nacional de Antropología guarda un huipil excepcional que parece datar del siglo XIX, atribuido a la Mixteca, hecho de hilo torcido a mano con malacate (el huso mesoamericano) asombrosamente delgado ( Johnson, 1996: 24-25; de Ávila, 1996: 41-42; de Ávila, 1998: 222). Ese huipil parece ser el tejido mesoamericano más fino que se conserva; el calibre de los hilos de algodón se compara favorablemente con los tejidos precolombinos más delicados de la costa del Perú, reconocidos como piezas maestras del arte textil de todos los tiempos. Desde el siglo XVI, los documentos notariales indican que el coyuchi (algodón de color canela) era altamente valorado por la élite indígena. En 1563, el testamento de don Felipe de Castilla, cacique de Teposcolula en la Mixteca Alta, enumeraba cerca de doscientas mantas leonadas: algunas de ellas labradas de tochomite, otras con rosas coloradas, y muchas listadas de leonado de indios (Archivo Judicial de Teposcolula, 1563). Hacia 1777, la Relación de Huazolotitlán menciona el algodón café (transcrito en este caso como collete, quizá un error por ‘coyote’) al referirse al atuendo de los hombres mixtecos de la costa: Los trajes de los indios son unos cotones blancos y calzones tejidos de algodón y algunos los listan de hilo de caracol, o algodón collete pero son raros, se ciñen también de un paño de hilo de algodón con sus barbas y suelen algunos echarles en la punta flores de seda… (Esparza, 1994: 145). El distrito de Jamiltepec, al que pertenece Huazolotitlán, sigue siendo hoy día el área donde más se cultiva el coyuchi en nuestro país; la indumentaria descrita en la Relación corresponde en todos sus detalles a prendas que tejen 94


aún las artistas mixtecas de esa zona. El aprecio por el coyuchi parece haber motivado el empleo de diversas plantas en distintas zonas ecológicas para imitar o reforzar el color café claro del algodón, como veremos en la sección dedicado a los tintes. Las fibras animales nativas Antes de la conquista, los textiles suntuarios combinaban algodón con fibras de origen animal. Como en otras áreas de México, las fuentes del siglo XVI registran el uso de pluma de pato y pelo de conejo para decorar la vestimenta de la aristocracia mixteca. El vocabulario de Alvarado (1593) cita dos glosas para manta guarnecida con pluma (dzoo indaa tnumi, dzoo caa tnumi), haciendo una distinción entre tnumi, que se refería a la pluma de ave pequeña, y yodzo, que designaba a la pluma grande. La Mixteca Alta siguió produciendo tejidos de lujo decorados con pluma y tochomite (pelo de conejo) bien entrada la colonia: el testamento de don Felipe de Castilla, citado previamente, detalla cerca de 240 mantas, huipiles y naguas muy ricas con su tochomite, agregando por lo general y pluma (Archivo Judicial de Teposcolula, 1563). Yanhuitlán se especializó en esta línea de tejido (Spores, 2007: 335); en 1591, seis mujeres y seis hombres de ese pueblo dirigieron una petición a la Real Audiencia para vender sus productos en los mercados de la región sin tener que pagar alcabala, argumentando que tal impuesto sólo debía aplicarse a artículos españoles (Archivo General de la Nación, 1591). Los doce yanhuitlenses, todos miembros de la nobleza mixteca, declararon que se dedicaban a teñir y vender tochomite. Además de venderse en los tianguis, el pelo de conejo era objeto de comercio a larga distancia, como consta en el testamento de Martín Cortés, mercader to’o (mixteco noble) quien cayó enfermo en camino a Guatemala en 1594. La mercancía que llevaba consigo incluía tochomite (suponemos que hilado o entretorcido con algodón), junto con docenas de huipiles y varias varas de tela azul (Archivo Judicial de Teposcolula, 1594). El uso de pelo de conejo parece haber desaparecido en toda Mesoamérica en el siglo XVII. A diferencia del tochomite, la pluma se siguió tejiendo en la Mixteca a lo largo del siglo XVII: un inventario de ropa enviada en recua de Teposcolula a Guatemala en 1628 incluía 665 huipiles de pluma entera (Romero Frizzi, sin fecha), entre otros testimonios de su uso. Todavía en 1677, las mujeres de los diez barrios de Yanhuitlán tejían prendas de algodón, pluma y seda 95


para diversas celebraciones, como las fiestas patronales y la Semana Santa, cuando se obsequiaban mantas y ayates al sacerdote, los frailes del convento, el alcalde mayor y su cabildo (Terraciano, 2001: 240). El famoso “huipil de la Malinche” que se conserva en el Museo Nacional de Antropología, nombrado así por Miguel Covarrubias en tono de broma ( Johnson, 1984), y el fragmento de un huipil decorado también con pluma que hemos designado “el tlamachtēntli de Madeline” en el Museo Textil de Oaxaca, pueden haber sido tejidos en la Mixteca. Héctor Meneses (2008) ha publicado un estudio acucioso sobre el tlamachtēntli y otros tejidos virreinales de plumaria. Un posible indicio de su procedencia es la presencia de coyuchi en ambas piezas. Otra línea de evidencia que permite postular un origen mixteco para ambas piezas es el comercio activo de huipiles de pluma desde Teposcolula, según los documentos ya citados del Archivo Judicial (Romero Frizzi, op cit) que datan del siglo XVII. Las pruebas de carbono 14 parecen indicar que las dos piezas referidas fueron tejidas a fines del s. XVII o principios del XVIII. Ya para fines del XVIII, ninguna de las Relaciones Geográficas que hemos revisado menciona el uso de textiles de pluma. Curiosamente, una de las Relaciones de 1777 menciona tejidos de pluma en un contexto arqueológico. Su autor, que había sido vicario de Teutitlán (refiriéndose probablemente a Teotitlán del Camino, hoy de Flores Magón, región colindante con la Mixteca), narra cómo fue profanada lo que debe haber sido una tumba prehispánica cuando un vecino de ese pueblo mandó escarbar un mogote: ...se descubrió una casa construida de piedras de labor y dentro se hallaron varios cadáveres... sacando varias piezas de ropa de algodón y seda silvestre entretejida con plumaje... (Esparza, 1994: 59). El hallazgo de seda, de ser veraz la identificación del material, es particularmente interesante dada la polémica en la literatura en torno al posible uso prehispánico de las fibras secretadas por algunos lepidópteros nativos. Borah (1943) argumentó que los tejedores indígenas comenzaron a usar seda silvestre sólo cuando la sericicultura de Bombyx mori, el gusano importado de Europa, comenzó a declinar. Otros autores sostienen que la seda introducida por los españoles vino a desplazar el uso de los gusanos nativos, que ya eran objeto de un manejo más o menos intensivo. En todo caso, la seda “silvestre” se usó hasta hace poco en por lo menos un área de la Mixteca. En la comunidad de Santa Catarina Estetla, en las montañas al poniente del Valle de Oaxaca, doña Dominga Morales recordaba en 1986 el uso de una seda denominada doko tachi, recolectada de los 96


encinos. La descripción de los insectos parece corresponder a la especie Eutachyptera psidii. La señora Morales consideraba más fina la fibra de doko tachi que la seda domesticada, pues tenía más brillo, se sentía más suave al tacto, y el hilo era más fuerte: Mi mamá hacía ceñidor de puro éste (Morales, 1986). La evidencia léxica del siglo XVI nos permite suponer que los pueblos de la Mixteca Alta estaban familiarizados con la seda silvestre, pues fray Francisco de Alvarado (1593) recogió el término ñama para capullo de seda y también para capullo de gusano que cría en los árboles. La seda El gusano de seda y las moreras para alimentarlo habían sido traídos a México en los años 1530, poco después de la conquista europea. Se atribuye a Hernán Cortés un interés por criar los gusanos en la Nueva España (Borah, 1943). Promovida su producción por los dominicos, ya en la década de 1540 la Mixteca Alta era el centro de producción más importante en el continente americano. Aunque la mayor parte de los gusanos se criaban para pagar de manera colectiva el tributo impuesto a las comunidades (Pastor, 1987: 91-92), el obispo de Antequera llegó a quejarse que había un pueblo en la Mixteca donde los españoles eran pobres y tenían que trabajar duramente, mientras que los indígenas vivían ricos y holgados gracias a la seda (de María y Castelló, 1990: 40). No reparaba el religioso en los encomenderos de Tlaxiaco y Jaltepec, que obligaban a los indígenas a criarles pingües gusanos (Suma de Visitas, 1541). Otros documentos de la época comparaban a la fibra criada en nuestra región con la mejor seda andaluza: En esta Mixteca hay muchas provincias y pueblos, y aunque es tierra de muchas montañas y sierras, va toda poblada... Es tierra muy poblada y rica, adonde hay minas de oro y plata, y muchos y muy buenos morales, por lo cual se comenzó a criar aquí primero la seda; y aunque en esta Nueva España no ha mucho que esta granjería se comenzó, se dice que se cogerán en este año más de quince mil libras de seda; y sale tan buena, que dicen los maestros que la tratan, que la tonotzi es mejor que la joyante de Granada; y la joyante de esta Nueva España es muy extremada de buena seda (Motolinía, 1541). El Códice Sierra, libro de gastos de la comunidad de Tejupan de 1551 a 1564, registra con todo detalle los costos de la producción de la fibra y 97


los fletes que se pagaban para transportarla a la ciudad de México. Era la época dorada de la economía mixteca, la de la construcción de los conventos, cuando las repúblicas [de indios] contrataban a los mejores artistas españoles para que decoraran sus iglesias (Pastor, op cit: 136). Su florecimiento duró poco: la caída trágica de la población indígena por las epidemias disminuyó la mano de obra disponible para la cría y beneficio de la fibra. Hacia 1580, la importación masiva de sedas orientales a bordo de la Nao de China comenzó a desplazar la producción local. Poco tiempo después, en 1596 el rey prohibiría la industria en sus dominios americanos, a fin de proteger a los productores y comerciantes peninsulares. Sin embargo, la seda se siguió criando en la región para el mercado indígena. En el siglo XVII, la Mixteca producía tejidos de seda para venta en Puebla y en Guatemala. Varios legajos del Archivo Judicial de Teposcolula (Romero Frizzi, sin fecha) los mencionan: un expediente de 1676 alude a la entrega a un arriero de un envoltorio de ropa mixteca... para que la vendiera en Puebla, y de dicha ropa volvió un huipil de seda. Otro documento, fechado en 1603, es un recibo por 500 pesos de oro común... para los emplear en esta misteca y la ropa que le pareciere y le llevar y vender a la provincia de Guatemala, trayendo de allá cacao. Un expediente de 1687 expresa quejas de los indígenas porque muchas personas salen a los caminos a resgatar ropa mixteca y otros géneros que traen los naturales a vender al tianguiz deste pueblo y que contra su voluntad se los quitan a menos precio; sin duda los ofensores eran comerciantes que revendían la ropa en otras plazas. El comercio extensivo de tejidos mixtecos en el centro de México y en Guatemala debe haber facilitado la difusión de técnicas y diseños textiles en un área muy amplia. Los archivos virreinales atestiguan también cómo la seda fue sustituyendo al pelo de conejo y la pluma en la ropa de la élite. A mediados del s. XVI, el largo testamento de don Felipe de Castilla, que hemos citado una y otra vez, incluía sólo dos mantas de seda, a diferencia de las numerosas mantas leonadas y mantas labradas de tochomite que eran parte de su ajuar (Archivo Judicial de Teposcolula, 1563). Hacia finales del s. XVII, los tejidos de seda parecen haber adquirido mayor estatus, como lo deja entrever un expediente de 1677. En ese año, las autoridades de Yanhuitlán enviaron a una embajada a la Real Audiencia en la ciudad de México con motivo de un conflicto con una comunidad vecina; los embajadores del cabildo mixteco portaban mantas y huipiles de seda como obsequios para los jueces 98


(Archivo Judicial de Teposcolula, 1677), si bien otros documentos indican que en esas fechas las mujeres del mismo pueblo seguían produciendo tejidos adornados con pluma. Las Relaciones Geográficas de los años 1770 citan todavía la cría de seda en algunas áreas de la Mixteca Alta, como Coixtlahuaca y San Miguel Huautla. Mencionan también la producción y comercio de tejidos de seda en Nochixtlán. Al finalizar el siglo XVIII, el inventario de bienes de don Domingo de la Cruz, comerciante indígena de la Mixteca Alta, incluía tanto seda floja como torcida, además de fajas de hiladillo y fajas oaxaqueñas de lana, de seda y de algodón (Archivo Judicial de Teposcolula, sin fecha). Ya bien entrado el siglo XIX, el testamento de Pedro Martel, ranchero español empobrecido, agregaba 70 pesos en seda floja local al valor de su ganado, sus tierras de sembradura y sus magueyes (Archivo Judicial de Teposcolula, 1831-1832). La mención reiterada de la seda floja, sugiere que en la Mixteca se devanaba la seda con torno, además de hilarla con malacate. El Códice Sierra parece confirmar esa posibilidad, puesto que ilustra ese implemento y lo nombra tepuztli tornos seda, donde el término náhuatl indica que se trataba de una herramienta metálica. La cría del gusano perduró en nuestra región en pequeña escala a lo largo del siglo XIX. El gobernador del estado informaba en 1861 que algunos pueblos del distrito de Huajuapan seguían produciendo seda (Memoria del Gobierno del Estado de Oaxaca, 1861). La sericicultura se mantuvo viva hasta la primera mitad del siglo XX en varias comunidades mixtecas a mayor altitud que Huajuapan, como Santa María Peñoles y los pueblos vecinos en el distrito de Etla (Cordry y Cordry, 1968), San Juan Tamazola en el distrito de Nochixtlán (Gabriel Hernández, 1987) y San Juan Mixtepec en el distrito de Juxtlahuaca (Sánchez Bautista, 1985). Las personas mayores en Santa María Peñoles recordaban que todavía a mediados del siglo XX llegaban al pueblo viajeros que caminaban desde San Pablo Tijaltepec, comunidad mixteca muy lejana, quienes buscaban hilo de seda para el ceñidor que debía vestir la novia en su boda. Por desgracia, entre los años 1960 y 1970 las fumigaciones de la Comisión Nacional de Erradicación del Paludismo acabaron con los gusanos de seda, como nos lo confirmaron las mujeres en Peñoles y en Estetla (Aquino, 1985). Solamente en San Mateo Peñasco, en el distrito de Tlaxiaco, algunas familias siguen criando, hilando y tiñendo seda hasta hoy.

99


La lana La historia de la ovinocultura en la Mixteca ha sido poco estudiada. Los grupos mesoamericanos relacionaron a los borregos, recién llegados de Europa, con la fibra vegetal que les era más familiar, de tal forma que la glosa mixteca documentada en el siglo XVI para el carnero, ticachi, se compone de ‘algodón’ precedido por el clasificador para animales. El vocabulario de Alvarado de 1593 atestigua además un léxico muy amplio relacionado con su fibra: registra términos para lana burda, lana merina, lana retorcida como de perro lanudo, estambre de lana, xerga, tundir paño, torno para hilar, peine de cardador y cardón con que cardan. Éste último se refiere probablemente a los frutos de Dipsacus sp., planta introducida de Europa para ese fin, reemplazada posteriormente por cardas de púa metálica. La variedad y la especificidad de los términos reflejan el valor cultural que debe haber adquirido la lana muy pronto después de su introducción en las comunidades por encima de los 2000 metros sobre el nivel del mar. En las Mixteca Alta a fines del XVIII, el tejido de lana para autoconsumo, especialmente para faldas de enredo, parece haber sido tan importante como la producción local de textiles de algodón. Las Relaciones Geográficas de 1777-1778 mencionan el uso de mantas de enredo de lana en seis comunidades mixtecas, especificando en algunos casos que se trata de lana que ellas mismas tejen. Este número contrasta con sólo cinco pueblos en donde se detalla que las faldas de enredo eran tejidas localmente de algodón, y dos Relaciones donde se mencionan naguas de chapaneco producidas en la ciudad (Esparza, 1994). En algunas zonas de la Mixteca se siguieron usando hasta mediados del siglo XX faldas de lana como las que describen las Relaciones del XVIII. Varias comunidades del distrito de Tlaxiaco usaban enredos de lana oscura tejidos en Magdalena Peñasco. Tlazoyaltepec, Peñoles, Estetla, Huitepec y otros pueblos mixtecos de los distritos de Etla y Zaachila se distinguían también por sus faldas de lana. San Agustín Tlacotepec se especializó en la elaboración de tlacoyales (cordones para el cabello) y fajas de lana que se vendían a las mujeres de Pinotepa y otros pueblos del distrito de Jamiltepec. San Juan Ñumí, Santiago Nuyóo y otras comunidades de la Mixteca Alta producían fajas con urdimbre de lana para uso local. El tejido de gabanes, cobijas, jorongos y “lanillas” (rebozos de lana blanca que usan las mujeres) perduró también hasta el siglo XX en varios pueblos mixtecos y chocholtecos de los distritos de Coixtlahuaca, Teposcolula, Juxtlahuaca, Tlaxiaco, Nochixtlán y Etla. Ejemplos notables son los gabanes de Santa María Yu100


cunicoco, las tilmas y las cobijas de Santiago Tlazoyaltepec, Santa María Peñoles y Santa Catarina Estetla. Algunas de estas comunidades siguen produciendo tejidos en telar de cintura con lana hilada con malacate, si bien la tendencia general ha sido sustituir la fibra animal por estambre acrílico. En otros pueblos mixtecos se introdujo la redina para hilar y el telar europeo de pedales para tejer sarapes y tilmas, como en Yolomécatl, Tlaxiaco, San Miguel el Grande, Chalcatongo y Tezoatlán; el arte de la tapicería ha sido revivido recientemente en este último por Marisela Ramírez Espinosa y su familia. Los colorantes vegetales El cuadro 2 enumera los tintes textiles que han sido registrados en comunidades Ñuu Savi. Las tejedoras mixtecas de la costa usan todavía la corteza de nanche, la “caraca” y el mangle para teñir algodón en diversos tonos de café que asemejan el coyuchi. Irmgard Johnson documentó el empleo del “camote de rabo de iguana” para el mismo fin en esa área. En la misma zona se recuerda que el fieltro negro de los sombreros que se hacían en Jamiltepec se teñía con una especie que crece a la orilla del mar, aunque el nombre del árbol se le escapaba a la persona que nos ofreció la información (de Ávila, 1983). La Relación de Juxtlahuaca de 1580 menciona el uso tintóreo del árbol denominado tnunii, que corresponde al aile: con la corteza molida y cocida tiñen a manera de almagre (Acuña, 1984, tomo I: 303). El vocabulario de Alvarado (1593) registra el vocablo itacayu para ‘color leonado’; la etimología parece ser ita, ‘flor’, y ka’yu, ‘pintar, teñir’. Ita ka’yu designa en la zona de Coicoyán a Cosmos sulphureus, la planta conocida en náhuatl como xōchipalli. Fray Bernardino de Sahagún y el protomédico Francisco Hernández registraron a esa planta como colorante en el siglo XVI. En Estetla, algunos ancianos recordaban todavía en los años 1980 que una flor llamada ita kayu teñía la lana de amarillo, pero su descripción de la planta no concuerda con esa especie de Cosmos. De manera similar, una melastomatácea llamada yuva xiyo na’nu era utilizada en Coicoyán para darle a la lana un color amarillento. No conocemos la identidad de la flor morada y el camote de una “azucena del monte” que servían respectivamente para teñir lana color violeta y amarillo en Estetla. Puede parecer ocioso enumerar plantas de las que tenemos tan poca información, pero las citamos con la esperanza de que alguien profundice en su estudio a futuro. 101


Cuadro 2: Colorantes, fijadores y entonadores registrados en la Mixteca Plantas: Alnus sp., tnunii, aile (Acuña, 1984): fibra no especificada

Byrsonima crassifolia (L.) Kunth, nanche (de Ávila, 1983): tinte para algodón

Cosmos sulphureus Cav., ita ka’yu (de Alvarado, 1593; de Ávila, 1988): tinte para lana

Dioscorea remotiflora Kunth, camote de rabo de iguana ( Johnson, 1952): tinte para algodón Indigofera suffruticosa Mill., añil (Wallert, 1997): tinte para algodón y lana Justicia spicigera Schldl., kiwi (Ryesky, 1977): tinte para algodón

Miconia militus Wurdack, o Leandra subseriata (Naudin) Cogn., yuva xiyo na’nu (Oliveros Reyes, 1988): tinte para lana Rhizophora mangle L., mangle (de Ávila, 1983): tinte para algodón

Especies no identificadas:

ita azucena yuku (Aquino, 1985): tinte para lana ita kayu (Aquino, 1985): tinte para lana

tukua’a, palo de caraca ( Johnson, 1952): tinte para algodón árbol del litoral usado antiguamente para teñir fieltro en Jamiltepec (de Ávila, 1983) flor morada que teñía lana en Estetla (Aquino, 1985) Colorantes animales: Dactylopius coccus Costa, 1835, grana cochinilla (Wallert, 1997): tinte para lana y seda

102


Cuadro 2: Colorantes, fijadores y entonadores registrados en la Mixteca Purpura pansa Gould, 1853, caracol púrpura (Turok et al., 1988): tinte para algodón

El tinte llamado kiwi es empleado para teñir la trama de algodón de algunos posahuanques (faldas de enredo) de Pinotepa de Don Luis en la costa; la urdimbre, que cubre por completo a la trama, va teñida con añil, con franjas de otros colorantes. Los tintoreros de Don Luis recuerdan que el kiwi era parte de la antigua receta para preparar el índigo. El azul de la Indigofera domesticada parece haber sido siempre el colorante vegetal más importante en toda Mesoamérica desde la época precolombina. Además de su uso como tinte textil, el añil fue un ingrediente básico en la preparación del “azul maya”, que por lo visto conocieron los antiguos mixtecos: se cree que da el color brillante al colibrí de barro posado sobre la “copa” de la Tumba 2 de Zaachila (Reyes Valerio, 1993: 80), sobre la cual tendremos más que decir. El vocabulario de Alvarado incluye un término para este colorante que es un cognado del nombre de la Justicia spicigera en Don Luis: (yucu) quéhui. El añil se empleaba tradicionalmente en varias comunidades de la Mixteca para teñir algodón y lana. Ejemplos destacados son las faldas de enredo ceremoniales que se vestían anteriormente en Tututepec, Jamiltepec, Santa María Zacatepec y otros pueblos de la costa. En algunos casos es probable que el hilo no se haya teñido localmente, sino que se haya importado de otros centros de producción. Cuéllar (1977: 318), por ejemplo, menciona que se traía de Chilapa (Guerrero) el hilo de color azul marino para las fajas que se tejían en San Agustín Tlacotepec y usaban las mujeres de Jamiltepec, Ixtayutla y otros pueblos de la costa. El uso del añil ha disminuido drásticamente en la Mixteca en las últimas décadas; actualmente parece restringirse a Pinotepa de Don Luis. Los posahuanques producidos en esa localidad son por lo visto las últimas prendas tejidas para consumo comunitario que se tiñen todavía con índigo. Tintes de origen animal Más que las fibras y los tintes vegetales, son los colorantes animales los que han dado fama a la Mixteca. El caracol Púrpura panza de la costa del Pacífico ha sido comparado con el púrpura imperial de las civilizaciones del Mediterráneo por la belleza y permanencia de su tinte. Si bien la especie 103


se distribuye aproximadamente desde el trópico de cáncer hasta el ecuador, y la evidencia histórica del teñido con caracol abarca pueblos de Jalisco al Perú, en el siglo pasado su uso quedó confinado al distrito de Jamiltepec en Oaxaca. Sólo los tintoreros mixtecos siguieron llevando las madejas de algodón al mar después de 1950 (Turok et al., 1988). Zelia Nuttall propuso que con ese tinte se habían teñido las faldas de color púrpura vestidas por varias mujeres de alto linaje en el códice prehispánico de la Mixteca Alta que ahora lleva su nombre. Contó en el códice trece faldas, varias capas y más de cuarenta bragueros morados. En algunos casos, la cara o el cuerpo de un personaje aparecían pintados con el mismo color. Nuttall especuló que el tinte se había usado como pintura corporal, y propuso inclusive que había sido empleado para iluminar el códice mismo (Parmenter, 1989). Hasta mediados del siglo pasado, las tejedoras de varios pueblos mixtecos usaban el “hilo de caracol” para decorar enredos, servilletas y otras prendas, especialmente para uso festivo y ceremonial. Ejemplos notables son los posahuanques de gala de varios pueblos de los distritos de Jamiltepec y Juquila. Aunque ahora lo asociamos con tejidos indígenas de telar de cintura, el hilo de caracol también se usaba antiguamente en bordados de inspiración europea, como lo atestiguan algunos dechados mixtecos del distrito de Nochixtlán que datan del siglo XIX (de Ávila, 1997: 115). Los documentos históricos indican que la Mixteca fue el principal centro de producción de la grana cochinilla antes de la conquista y durante los siglos XVII y XVIII. Según la Matrícula de Tributos y el Códice Mendocino, dos de las tres provincias que tributaban grana al estado mexica se ubicaban en nuestra región: Coixtlahuaca, tasada con cuarenta talegas, y Tlaxiaco con cinco (Móhar Betancourt, 1987). Las 45 cargas anuales representaban cerca de 7,000 libras. Las Relaciones Geográficas de los años 1580 especifican que varios pueblos pagaban parte de su tributo en grana a los cacicazgos locales antes de la conquista española (Acuña, 1984). El diccionario de Alvarado especifica que ñoho designaba a la grana color afinada, mientras que el insecto en sí se nombraba [n]duq[un]. Hoy día, la cochinilla se conoce aún como ndukun en distintas variantes mixtecas (Caballero Morales, 2008; Dyk y Stoudt, 1973). Los dominicos estimularon la producción del tinte a partir de la década de 1540, ordenando a los indígenas que ampliaran las nopaleras: sabemos que en Coixtlahuaca, por ejemplo, fray Francisco Marín les mandó plantar nopales de grana, y morales para coger seda a sus feligreses chocholtecos (Dá104


vila Padilla, 1625). La riqueza que se derivaría del colorante fue probablemente una consideración para fundar casas conventuales en la Mixteca. Si bien las autoridades coloniales habían alentado en un principio la producción de grana en Tlaxcala y Puebla, Oaxaca es invariablemente citada en los archivos después de 1650 como la principal zona de producción y donde se coge la mejor. La grana más fina era designada “mixteca” en Europa: un compendio comercial multilingüe editado en Hamburgo a principios del siglo XIX registra los apelativos de la más alta calidad de grana en francés - cochenille mestéque, italiano - cocciniglia Misteccia, y español - cochinilla mesteca (Nemnich, 1821). La producción de grana oaxaqueña sobrepasó el millón de libras en diez ocasiones entre 1760 y 1782, para después decaer durante las guerras napoleónicas y el movimiento de independencia. Se recuperó lentamente hacia 1850, cediendo terreno a las nuevas fincas productoras del tinte en Guatemala. Para 1875, los colorantes sintéticos reemplazaban a la grana, y las nopaleras eran abandonadas (Velasco, 1891). Heroicamente, el gobierno del estado intent[ó] detener la adopción de la anilina, prohibiendo la importación de tejidos teñidos rojos con otra sustancia que la grana (Pastor, 1987: 466). Unas pocas comunidades siguieron criando la cochinilla en muy pequeña escala para la surtir demanda local, cada vez menor; cien años después, la producción había cesado por completo. A falta de grana fina, en algunas comunidades mixtecas se usó cochinilla silvestre para teñir lana (Aquino, 1985). Actualmente ya no se usa la grana de manera tradicional en nuestra región. La seda criada en San Mateo Peñasco ha sido teñida con fucsina (un colorante sintético) desde el siglo pasado. Los únicos tejidos mixtecos del siglo XX donde se ha verificado la presencia de ácido carmínico, el principio colorante obtenido del insecto, son los posahuanques usados antiguamente en Jamiltepec en ocasiones rituales (Wallert, 1997; de Ávila, 1998). La grana parece haber tenido una vinculación simbólica con la sangre como encarnación del calor y fuerza vital, designados ini en mixteco, una de las dimensiones de la compleja conceptualización del alma en el México antiguo (Furst, 1995). El nexo perdura aún en la memoria de una comunidad mixteca: en San Juan Mixtepec (distrito de Juxtlahuaca), cuando moría un hombre que debía una vida, sus deudos iban a los nopales a recolectar grana silvestre. Eso tenía que llevar, era la creencia, cuando el difunto iba a llegar como a la gloria, con el dios, [éste] le iba a pedir la sangre del que había matado, por eso llevaba la cochinilla, ésa era como la sangre, si llevaba eso iba a pasar, si no, no 105


pasa (Sánchez Bautista, 1985). Los niños de Mixtepec, para jugar, juntaban los nidos de unas orugas comestibles llamadas cha’ma y los pintaban con la plaga del nopal: [las bolsas] quedaban bien pintadas, bonitas (ídem). Colorantes minerales y sintéticos Además de los tintes orgánicos, se emplearon en la Mixteca algunos pigmentos y mordentes minerales para dar color a las fibras textiles, aunque la información que tenemos sobre ellos es escueta. El vocabulario de Alvarado (1593) incluye términos para alumbre piedra (por lo general alumbre potásico) y para caparosa (alcaparrosa), dos mordentes importantes que deben haberse usado en la tinción de los textiles desde antes de la conquista europea. La misma fuente aporta otros datos interesantes: las dos primeras glosas para teñir de negro se leen yocáyundi [n]dayu, yoquidza toondii. [N]dayu se traduce como barro; ndii se relaciona posiblemente con yutnu ndii, encina. Estas frases nos remiten al uso de lodos ferruginosos en combinación con taninos vegetales (abundantes en la corteza y agallas de los encinos) para teñir negro, procedimiento que aún practican algunas tejedoras indígenas en Chiapas y en el Perú (Roquero, 2006). El término [n]dáyucáyu, barro negro para teñir, confirma el antiguo uso tintóreo de ese material. En la Mixteca se usó otro mineral, el almagre (óxido férrico), para colorear textiles: la Relación de Juxtlahuaca (1580), que ya citamos, describe cómo los macehuales de San Juan Mixtepec usaban antes de la conquista mantas de nequén [ixtle] blancas, mientras que los caciques y principales traían mantas de nequén pintadas de almagre (Acuña, 1984, tomo I: 295). Durante la segunda mitad del siglo XIX, la fucsina (clorhidrato de rosalina) y otros derivados de la anilina fueron aceptados rápidamente por las tejedoras indígenas por su bajo costo y facilidad de uso. Ese nombre, popularizado en México como “fuchina” o “puchina”, vino a designar a varios colorantes sintéticos en la gama del rojo al morado y aun otras tonalidades, aunque no contuvieran la fucsina original. Los nuevos tintes desplazaron a la mayoría de los colorantes antes usados para teñir seda y lana. Huipiles y posahuanques mixtecos decorados con seda, citada en diversas publicaciones como “hiladillo” teñido con grana, en realidad era coloreada con anilinas: los análisis de Wallert (1997) mostraron que la seda de color solferino empleada en Pinotepa de Don Luis había sido teñida con fucsina y rodamina B, y sólo el hiladillo rojo de los viejos enredos ceremoniales usados en Jamiltepec, que creemos eran tejidos en Huaxpaltepec, había sido teñido con grana. 106


Evidentemente las tejedoras experimentaron con los nuevos tintes, combinándolos entre sí y mezclándolos para obtener los tonos deseados. Los incorporaron, al mismo tiempo, a la antigua ideología del teñido: una gran artista textil de Estetla nos comentó cómo ella sólo usaba las “puchinas” en luna llena, pues si se tiñe en luna tierna queda tierna la pintura, es decir que los colores no se saturan; ya tenemos nosotros eso que sabemos (García Nava, 1986). Las tejedoras mixtecas notaron pronto que los hilos de lana y de seda teñidos con concentraciones excedidas de “fuchina” manchaban el algodón en tonalidades agradables de rosa a violeta, y comenzaron a hacer uso intencional de esa propiedad, que no tenía el hiladillo de grana. Es así que las tejedoras de Santa María Peñoles comenzaron a mojar y plisar sus bolsas nuevas (destinadas a cubrir el alimento: itni dita, ‘bolsa tortilla’), para que el color guinda de las franjas de seda se estampara suavemente sobre el fondo blanco de algodón (Cordry y Cordry, 1968: 289). En forma similar, las tejedoras de Ixtayutla doblan con cuidado y dejan remojar en una jícara con agua de jabón, las prendas recién terminadas adornadas con diseños de trama suplementaria, para que la fucsina de la seda sangre los diseños sobre la tela blanca de fondo. Y para darle más vista a los huipiles, enjuagan una madeja nueva de hiladillo en un poco de agua para que suelte el tinte, y lo embarran con los dedos sobre el tejido (de Ávila, 1983). Las tejedoras que consultamos en Ixtayutla negaron que se hubiera empleado para ese fin el jugo del fruto de una cactácea, como habían reportado los Cordry (1968: 133), y posteriormente también Castelló Yturbide (1988: 73). A las mujeres de la costa, el hiladillo les sigue llegando desde San Mateo Peñasco en el distrito de Tlaxiaco, donde la seda es teñida de manera cada vez más concentrada con el colorante sintético, sin saber quizá que las tejedoras de Ixtayutla han de aprovechar el exceso. Los huipiles de boda (xiko ka’nu, ‘huipil grande’) de esa comunidad tejidos en la primera mitad del siglo XX eran decorados de manera relativamente sobria, mientras que las prendas recientes muestran mayor énfasis en la trama de seda, teñida en un tono solferino más oscuro. Los ejemplos de Peñoles e Ixtayutla ilustran la creatividad de las artistas indígenas ante la introducción de nuevos materiales. Por ello resulta irónico constatar que algunos comerciantes de arte popular revenden los textiles de Ixtayutla, propalando como una estrategia de mercadotecnia la versión que los tejidos han sido coloreados con cochinilla, falacia que ahora se transmite de manera ingenua en los medios electrónicos (Elwell, sin fecha). 107


108


Foto 1. Posahuanque de Santiago Jamiltepec, tejido probablemente en San Andrés Huaxpaltepec, primera mitad del siglo XX. Número de catálogo del Museo Textil de Oaxaca: ENR0097 Fotografía: Jorge López López

109


La producción masiva de hilo industrial de algodón teñido con alizarina sintética en la segunda mitad del siglo XIX transformó de manera radical la paleta textil en la Mixteca, como en otras zonas de México y Guatemala. El nuevo material era tan accesible en grandes volúmenes que las mujeres indígenas parecen haber comenzado por primera vez a diseñar prendas donde el rojo encendido opacaba por completo a los demás colores. Las tejedoras mixtecas y triquis de la zona alta lo combinaron con tramas de lana teñida con colorantes sintéticos brillantes en sus huipiles. A lo largo del siglo XX, podemos documentar con tejidos hechos en décadas sucesivas cómo el hilo rojo fue cubriendo áreas más y más grandes de los huipiles. En esa zona, las prendas antiguas eran predominantemente blancas, como podemos apreciar en los huipiles tempranos del pueblo mixteco de Yucunicoco y de la comunidad triqui de Chicahuaxtla. Los huipiles más recientes muestran cómo el fondo blanco ha desaparecido casi por completo entre las franjas rojas. La cronología de la introducción al mercado de los distintos colorantes sintéticos y la comercialización sucesiva de nuevas hilaturas industriales nos permiten muchas veces fechar con cierta aproximación cuándo fue elaborado un textil específico. En la Mixteca, como en otras zonas del sur de México, la proliferación de los estambres de lana parece ser posterior a la Revolución de 1910. Estos hilados industriales, de dos o más cabos, ya venían teñidos en una gama relativamente limitada de colores sintéticos muy saturados, y se usaron principalmente como trama suplementaria, especialmente en los pueblos del sur del distrito de Tlaxiaco, donde parecen haber sido antecedidos por tramas suplementarias de lana hilada a mano, teñida localmente. El uso generalizado de hilados industriales de algodón blanco, reemplazando urdimbres y tramas de hilo de malacate, es también posterior a la Revolución en la mayoría de las comunidades. Los hilos de seda artificial parecen haberse introducido después de los estambres; el rayón se adoptó en sustitución de los hilos de seda devanada que antes se producían localmente o se importaban de Europa y Asia, y su uso se ha limitado a unas cuantas localidades de la costa, como Huazolotitlán y Pinotepa Nacional. Los hilos de algodón mercerizado parecen haberse difundido en la década de 1950, ampliando mucho la gama de colores, tanto en los bordados como en los tejidos. Por último, los estambres acrílicos comenzaron a comercializarse en los años 1970, desplazando por completo a los estambres 110


de lana en los tejidos de trama suplementaria y en los bordados. Las fibras naturales no han podido competir en precio con las fibras sintéticas como el acrilán, producidas en forma masiva por la industria petroquímica. En algunos casos, los acrílicos han suplido también a la lana hilada a mano en la trama y urdimbre de los gabanes y otras prendas. Varias comunidades respondieron a la oferta de nuevos materiales como el algodón hilado industrialmente y los estambres acrílicos baratos, agrandando y haciendo más complejos los diseños de los textiles. El tiempo que antes se dedicaba a la preparación de las fibras, el hilado y el teñido, se invierte ahora en la ejecución de tejidos más elaborados. En varios casos, esta tendencia se ha visto reforzada por la demanda de textiles vistosos para el mercado turístico. La disponibilidad de nuevos colorantes y fibras parece haber inspirado también algunas innovaciones técnicas. Las técnicas de tejido El cuadro 3 muestra la distribución de las diferentes estructuras de tejido registradas en la Mixteca en comparación con otras zonas del sur de México y el norte de Centroamérica. Incluimos en la tabla todas las técnicas documentadas en el telar de cintura, así como algunos ligamentos que, sin ser hechos en telar (como los enlazados de urdimbre), caben en la definición del tejido como entrelazamiento de dos series perpendiculares de hilos. Excluimos del cuadro las estructuras tejidas en los telares de pedales introducidos después de 1521. La tabla muestra tanto datos etnográficos como registros arqueológicos o coloniales (marcados entre paréntesis), y tiene como base la literatura especializada que citamos en la bibliografía, complementada con nuestras investigaciones de campo en algunas áreas, y observaciones técnicas de varias piezas en el Museo Textil de Oaxaca y en otros museos y colecciones privadas. Seguimos la clasificación de tejidos propuesta por la Maestra Irmgard Weitlaner Johnson en sus numerosas publicaciones. La última hilera de la tabla, que muestra el total de técnicas conocidas en cada área, resalta la diversidad textil de la Mixteca. Sin tomar en cuenta el registro arqueológico, que es sumamente disparejo por las condiciones adversas de conservación, nuestra región y las zonas adyacentes de Oaxaca mantuvieron el inventario más variado de estructuras de tejido en el centro y sur de Mesoamérica. Además de presentar un número muy alto de técnicas (catorce, una de ellas sólo conocida de textiles coloniales), la Mixteca presenta una gran variación dentro de las estructuras básicas, con tres 111


tipos de tejido que consideramos especialmente diversificados. El número de variantes dentro de las principales técnicas de tejido nos parece un dato tan significativo como el número total de estructuras, en tanto que parece reflejar particularidades de la historia cultural del pueblo Ñuu Savi. Cuadro 3: Técnicas de tejido documentadas en el sur de México y el norte de Centroamérica

TÉCNICA

tejido sencillo tapicería

Mch

X

Gro

X

Mix

X

X*

Oax

X

Gol

X

sarga

X*

X

X*

tejido relevado

X

X

X

tejido labrado

labrado de urdimbre

X

X

(X)

X

X

urdimbre suplementaria

X*

confitillo

X

trama suplementaria tejido doble

tejido en curva

enlazado de urdimbre enlazado de trama

X

gasa sencilla

gasa compleja

tramas discontinuas trama envolvente Subtotal: s.XIX–XXI

Subtotal: antes de 1800 TOTAL

X

X

8 [1*]

8

X* X

(X)

X

X

X

urdimbres entrelazadas urdimbre agregada

X

(X)

3 (2) 5

X

X

X X

X* X

X

(X)

(X)

X

(X)

X

X

X

(X)

(X)

(X)

X

(X)

(X) X

X

X

X

X*

13 [3*]

13 [2*]

6 [1*]

14

16

6

X

(3)

Chi

X

X

(X)

Gua

X

X

X

X* X

X

(X)

X

(1)

Yuc

X

X* X

X

X

X

X*

(X)

3

6

(7)

(1)

10

7

X

10 [3*]

10

Los paréntesis indican que conocemos la técnica sólo en textiles arqueológicos o coloniales de esa zona. Los asteriscos señalan estructuras particularmente diversificadas (tres o más variantes) en esa área.

112


Mch: región purépecha y nahua de Michoacán • Gro: región nahua y tlapaneca de Guerrero • Mix: región Mixteca (occidente de Oaxaca, sur de Puebla y oriente de Guerrero) • Oax: Oaxaca (exceptuando la Mixteca) • Gol[fo]: centro y sur de Veracruz • Yuc: Península de Yucatán • Chi: Chiapas • Gua: Guatemala y El Salvador

———————————————————————————

Revisemos brevemente las técnicas representadas en la tabla. El tejido sencillo, con una secuencia de entrelazamiento 1/1 (es decir que cada trama pasa por encima de un hilo de urdimbre y por debajo del siguiente) es la más elemental de las estructuras. Puede presentar cara de urdimbre (trama oculta), cara de trama (urdimbre oculta), o una densidad equilibrada de una y otra. Combinando dos o más colores en la trama, la urdimbre, o ambas, pueden lograrse franjas, cuadrículas, líneas dentadas y otros diseños simples. Las tejedoras de lana de la Mixteca son dadas a alternar hilos claros y oscuros en tejido sencillo para lograr efectos visuales interesantes. Algunas cobijas de la zona de Peñoles logran un efecto de rayas dentadas en un tejido de cara de urdimbre; se nombran doo ndyikolo: cobija color lagartija, así tiene [su piel la] lagartija (Ruiz, 1985). El tejido de tapicería en telar de cintura parece ser un desarrollo reciente en las comunidades mixtecas más próximas al Valle de Oaxaca, inspirado por los sarapes de telar de pedales. La tapicería designa a un tejido sencillo (1/1) de cara de trama donde se utilizan hilos de dos o más colores para formar diseños. Las tejedoras mayores de 50 años que entrevistamos en Santiago Tlazoyaltepec (Ramírez López, 1985) y Santa María Peñoles (Hernández, 1985) recordaban que en su niñez las cobijas eran de tejido sencillo de cara de trama, sin diseños. Doña Martina Hernández afirmaba con satisfacción que ella y una compañera iniciaron el tejido de tapicería en Santa María. Doña Martina copió algunos de los dibujos de los libros de la escuela, otros los puso ella en su lugar (ídem, 1985). La fascinación por la escritura es evidente en los gabanes de Santiago, llenos de letras, ya sea aisladas, hiladas al azar o formando palabras que parecen brotar de los libros de texto gratuitos: TEPIC NAYARIT. Doña Paula Santiago en Peñoles nos contó cómo su marido la guió para tejer los diseños de un sarape que él había visto en la ciudad de Oaxaca: él fue el maestro, aunque no sabe tejer (Santiago, 1985). El florecimiento de esta técnica desde los años 1950 atestigua la vitalidad del arte textil en nuestra región y muestra, de nuevo, su tendencia a 113


diversificarse. Al enseñarse a tejer tapicería, las mujeres mixtecas han explorado las distintas opciones que ofrece la técnica para crear diseños. Algunas líneas de los motivos son logradas mediante tramas dentadas, mientras que otras representan tapicería con ranura sesgada. En una cobija de Tlazoyaltepec hemos encontrado también tramas entrelazadas, una variante del ligamento de tapicería que no parece estar presente en los sarapes mexicanos tejidos en telar de pedales. Las tilmas de Santiago sorprenden por sus semejanzas de diseño con algunos tapices navajos tejidos en Nuevo México y Arizona en el siglo XIX. Ambos juegan con formas geométricas simples, trazadas con fuerza, y se deleitan en acentuar los contrastes de color. La similitud se debe tal vez al hecho que ambos han sido influídos por las líneas complejas del sarape. Parecen afirmar la belleza del diseño primario, en respuesta al barroco popular mexicano. La sarga es otra técnica particularmente diversa en la Mixteca. La designación cubre una serie de estructuras donde el común denominador es la modificación de la secuencia de entrelazamiento: si en el tejido sencillo la secuencia es 1/1, en la sarga puede ser 2/1, 2/2, 3/1, etc., para lograr un efecto de surcos diagonales como en la mezclilla. Modificando la secuencia de entrelazamiento en tramas sucesivas, las líneas sesgadas se pueden convertir en zigzags o rombos de dimensiones variables. Las variantes de sarga que conocemos de esta región se tejen en telares de cintura con tres lizos más la vara de paso. Son usadas comúnmente para textiles de lana, pero hemos documentado también algunos tejidos de sarga en algodón, como las servilletas de Santiago Tilapa (municipio de Coicoyán de las Flores, distrito de Juxtlahuaca). Los tejidos mejor conocidos de esta técnica son los gabanes y las faldas de enredo de varias comunidades de los distritos de Etla, Nochixtlán y Tlaxiaco en Oaxaca. Antiguamente, también las fajas de mujer de San Esteban Atatlahuca eran de lana en sarga sesgada (Sandoval Morales, 2010). La zona de Peñoles es de nuevo la que presenta mayor variación en esta estructura. Se reconocen cuatro tipos para el tejido de gabanes: doo yuku (cobija de torcido), que designa la sarga en diagonal; doo ita (cobija de flor), la sarga de rombos, con dos formas, na’nu (grande[s]) y kuechi (chica); doo ita ndyuma (cobija de flor [de bromelia]) o doo punda (cobija de puntas), la sarga de zigzag; y doo ko’o (cobija de plato), una estructura que forma pequeños círculos, considerada la más difícil de urdir y tejer. Doña Pascuala García Nava nos mostró en Estetla una quinta variante, que ella llamaba 114


cadena. No hemos encontrado tal variedad de sargas en otra área de México o Guatemala. Es posible que los diferentes tipos de gabanes que se usaban en Xayacatlán y los pueblos mixtecos vecinos del sur de Puebla hayan sido decorados mediante distintas estructuras de sarga; desafortunadamente no conocemos ejemplo alguno de esos tejidos, salvo la referencia bibliográfica (Mendívil Salgado, 2008).

Foto 2. Gabán de Santiago Tlazoyaltepec, circa 1970. COB0036. Fotografía: Jorge López López

El tejido labrado está basado en el mismo principio que la sarga, en términos de su estructura: ambos se logran modificando el orden de entrelazamiento de los hilos de la urdimbre y la trama, que en el tejido sencillo 115


116


Foto 3. Tilma de Santa Catarina Estetla. ca. 1960; COB0001 Fotograf铆a: Jorge L贸pez L贸pez

117


es 1/1. Ambos son ejecutados en forma mecánica controlando la urdimbre mediante lizos que son maniobrados en secuencias predeterminadas. Convencionalmente, la sarga se distingue del tejido labrado en que éste hace variar de manera más compleja la secuencia de entrelazamiento para crear un patrón, que se percibe con nitidez gracias al uso de dos o más colores. Los tejidos labrados de telar de cintura son de cara de urdimbre, de manera que la trama no se ve por el anverso de la tela. A diferencia de las sargas, los hilos de urdimbre flotan sobre un número variable de tramas, en un orden que se va modificando de un grupo de hilos a otro, según lo requiera el diseño. Las figuras (pequeños círculos, culebrillas) se distinguen claramente por el haz del tejido, pero se opacan por el reverso. En cambio, las sargas tienden a ser estructuras más balanceadas donde se puede ver la trama, donde la secuencia de entrelazamiento es poco variable y donde ambas caras de la tela lucen el mismo patrón. El tejido labrado demanda un entendimiento sofisticado del telar para calcular correctamente el número de hilos en cada unidad de diseño al urdir la tela y preparar los lizos. La técnica es especialidad de las tejedoras de posahuanques de Pinotepa de Don Luis (Ryesky, 1975, 1977a y 1977b), y anteriormente también de Huaxpaltepec y Tetepelcingo (Cordry y Cordry, 1968: 101, 103, 303; Ryesky, 1975 y 1977b). El tejido relevado es resultado también de modificaciones regulares en el orden de entrelazamiento que son controladas por los lizos, asentando fuertemente la trama para darle al tejido una textura realzada. Por lo general se inserta una serie de tramas en tejido sencillo (secuencia 1/1) antes de variar la secuencia y ejercer más presión sobre las tramas con el zozopastle (el “machete” del telar de cintura, que asienta el tejido) para formar una franja en relieve. Posteriormente se inserta de nuevo un número determinado de tramas en tejido sencillo, antes de volver a variar el orden de entrelazamiento manipulando los lizos. Las mujeres triquis y sus vecinas mixtecas usan este procedimiento para realzar las franjas de trama de lana de color o de hilo rojo de algodón que distinguen a sus huipiles de manera inconfundible. El labrado de urdimbre se logra manipulando con los dedos algunos hilos de la urdimbre para que floten por encima o por debajo de tres o más tramas. El resultado se asemeja en algunos casos a un tejido labrado, pero la diferencia fundamental radica en el procedimiento: en este último la estructura es efecto automático de la operación de los lizos, mientras que en el labrado de urdimbre la flotación de los hilos requiere de una intervención manual 118


por medio de un pepenador (implemento delgado de madera para levantar individualmente los hilos de la urdimbre). Para hacer más evidente el diseño, las tejedoras generalmente alternan hilos de dos colores al urdir la tela. La técnica se presta para decorar fajas, que por lo común son prendas de cara de urdimbre hechas con hilos resistentes para que la prenda apriete bien el vientre. En la Mixteca, como en todo el sur de Mesoamérica, este ligamento parece estar reservado tradicionalmente a textiles usados por las mujeres; no conocemos ceñidores de hombre tejidos en esta técnica, a diferencia de las prendas análogas de los huicholes, tarahumaras y otros grupos del occidente y norte de México. Presenta por lo menos tres variantes en nuestra región; en todas ellas, los hilos se manipulan por pares para crear los diseños. En la variante más sencilla, empleada para decorar fajas de algodón y lana en la Mixteca Alta, los hilos de color flotan por encima del tejido para formar diseños geométricos simples. Una faja antigua de seda que se conserva en el templo de Santa María Chachoapan en el distrito de Nochixtlán ( Johnson, 2011) es el ejemplo mixteco más notable que conocemos de una segunda variante del labrado: los diseños van alternando de color, haciendo flotar por encima del tejido hilos pares de la urdimbre para formar una figura, y después hilos nones para lograr el mismo diseño en el segundo color. La tercera variante del labrado se empleaba antiguamente en Tututepec para tejer posahuanques de fiesta. En este caso, los hilos de ambos colores flotan unos junto a otros por encima del tejido: un color (no necesariamente el más oscuro) forma las figuras, y el segundo forma el fondo. Se acentúa de esa manera el contraste cromático en el tejido, haciendo que aparezcan más nítidos los diseños. Tristemente, se conservan muy pocos de estos maravillosos textiles (Cordry y Cordry, 1968: lámina IVd; Dahlgren-Jordán, 1975: 150; Mapelli Mozzi et al., 1987: 80), que nos parecen las faldas más espectaculares de toda Mesoamérica. La técnica de los posahuanques de Tututepec había caído en el olvido desde los primeros años del siglo XX, cuando las autoridades municipales mestizas prohibieron la vestimenta indígena y quemaron en la plaza del pueblo los tejidos que pudieron acopiar, según la versión de un tendero entrevistado sesenta años después (Cordry y Cordry, 1968: 16). La adquisición de un ejemplo antiguo para el Museo Textil de Oaxaca nos permitió analizar la estructura del tejido con miras a recrearlo. En octubre del 2010 le mostramos a la señora Bonfilia Bautista Tapia, talentosa artista de Pinotepa de Don Luis, cómo ejecutar los diseños del posahuanque del MTO, 119


pepenando ambas series de hilos. Gracias al apoyo del promotor de arte textil Remigio Mestas Revilla, la señora Bautista ha tejido desde entonces varios lienzos con urdimbre de algodón, teñido con añil y caracol púrpura, y seda teñida con grana, reproduciendo hilo por hilo el modelo de Tututepec.

Foto 4. Faja de Santa María Yucunicoco, ca. 1960. FAJ0178; fotografía: Jorge López López

El tejido de trama suplementaria, también conocido como brocado de trama, es la técnica de decoración más difundida y diversificada en la Mixteca, como en otras áreas del sur de México y Guatemala. Es empleada para adornar huipiles, servilletas, y algunas prendas masculinas. Una primera variante introduce la trama suplementaria en la misma secuencia de enlazamiento que la trama base, de manera que las figuras se aprecian con la misma nitidez por el haz y el envés de la tela. Los brocados más suntuosos, tejidos con hiladillo de seda o con algodón blanco sobre blanco, muestran esta técnica principalmente. Las tejedoras de la costa enriquecen la textura de algunos tejidos decorados con esta variante usando tramas suplementarias muy gruesas, dejándolas flotar por encima del tejido entre una trama de base y la siguiente; esto hace resaltar marcadamente los márgenes de los diseños. En una segunda variante de brocado, la trama suplementaria flota por encima y por debajo del tejido para formar los diseños; en este caso, el reverso de la tela muestra las figuras en negativo. Los huipiles de Zitlaltepec, Buenavista y otras comunidades de Guerrero que colindan con los pueblos me’phaa (tlapanecos) ejemplifican esta técnica. 120


En la tercera variante, la trama suplementaria se teje con la trama base en la secuencia 1/1 en la misma dirección, digamos que de derecha a izquierda, para después flotar por encima del tejido de izquierda a derecha, antes de reinsertarse con la siguiente trama de base en la secuencia 1/1 de derecha a izquierda; el resultado son figuras realzadas de alto contraste. Las mujeres triquis y sus vecinas mixtecas emplean esta técnica en sus huipiles y servilletas. Las tejedoras de la misma zona al sur de Tlaxiaco emplean una cuarta variante de brocado exclusivamente en la pechera de sus huipiles; en este caso, las tramas suplementarias adyacentes flotan de manera oblicua por encima de la urdimbre antes de insertarse en secuencia 1/1, para volver a saltar en forma sesgada. El resultado nos recuerda en su apariencia el ligamento de trama envolvente conocido como soumak en la literatura sobre los textiles del Asia occidental. Las tejedoras de varias comunidades en el distrito de Jamiltepec, en algunas localidades del sur del distrito de Tlaxiaco, en la zona de Metlatónoc y Cochoapa en la Montaña de Guerrero y en el área limítrofe de los distritos de Putla y Juxtlahuaca en Oaxaca, utilizan una quinta variante de brocado, insertando la trama suplementaria en una secuencia fija de flotación y entrelazamiento (por ejemplo, 5/3/5, donde la trama suplementaria flota por encima de 5 hilos de urdimbre, se entrelaza en secuencia 1/1 entre 3 hilos de urdimbre, y vuelve a flotar por encima de 5), secuencia controlada por un lizo y una vara de paso adicionales (Campbell et al., 1986: 188-189). Esta técnica se relaciona estructuralmente con el tejido relevado; en algunos casos se aprecia una textura realzada en los brocados. Se presta para tejer diseños geométricos con áreas sólidas de color, y le da un aspecto distintivo a las servilletas de San Juan Colorado y otras comunidades de la costa. Es una técnica menos laboriosa, puesto que el lizo adicional facilita la cuenta de los hilos de urdimbre para tejer los diseños. La sexta variante de brocado de trama que hemos registrado en la Mixteca es exclusiva, hasta donde sabemos, de Santiago Nuyóo en el distrito de Tlaxiaco; antiguamente parece haberse usado también en la comunidad vecina de Santa María Yucuhiti. Se relaciona de igual manera con el tejido relevado, pues su ejecución requiere modificar la secuencia de entrelazamiento agregando un segundo lizo al telar. El tejido de base es un ligamento sencillo (1/1) de cara de urdimbre. Para iniciar las franjas de brocado, las tejedoras cambian a la secuencia 3/3; a diferencia de la variante anterior, donde la trama suplementaria flota por encima de cinco hilos de urdimbre 121


122


Foto 5. Posahuanque de Tututepec, fines del siglo XIX o principios del XX ENR0182 Fotograf铆a: Jorge L贸pez L贸pez

123


para después entrelazarse con tres hilos en la misma secuencia que la trama estructural, en el tejido de Nuyóo la trama de color (antiguamente de lana, hoy día estambre acrílico) flota por encima de tres y por debajo de los siguientes tres hilos de la urdimbre, de tal forma que el diseño se aprecia con la misma nitidez por ambos lados de la tela. Las tejedoras insertan dos tramas suplementarias (ambas en secuencia complementaria 3/3) entre una y otra trama estructural (1/1), de manera que el diseño resalta por su densidad. La solidez de las figuras brocadas de dos vistas es engañosa: algunos observadores han interpretado esta estructura de manera equivocada como tapicería (Cordry y Cordry, 1968: 70; Elwell, sin fecha). El vocabulario de Alvarado (1593) registra un tipo de manta labrada de flores a dos hazes que parece referirse a un brocado de dos vistas; pensamos que es posible que haya representado una estructura análoga a la de los huipiles de Nuyóo, donde una sola trama suplementaria se aprecia por ambas caras. Los registros para otras áreas de México no muestran una diversidad tan alta de brocados como la Mixteca, y sólo los grupos mayas de Guatemala mantienen un repertorio comparable.

Foto 6. Bonfilia Bautista Tapia y Alejandro de Ávila Blomberg, octubre de 2010; fotografía de Manuel Soria

124


Foto 7. Indicaciones para pepenar los hilos de la urdimbre; fotografĂ­a de Manuel Soria.

Foto 8. DiseĂąo en proceso donde flotan ambas series de hilos de la urdimbre; fotografĂ­a de Manuel Soria.

125


Foto 9. Huipil de Santa María Yucunicoco, ca. 1960; HUI0444; fotografía de Jorge López López

El tejido de confitillo es empleado para tejer servilletas, principalmente. Las tejedoras usan una espina o lezna para levantar un pequeño rizo de la trama (suplementaria, por lo general) entre un hilo y otro de la urdimbre para formar así los diseños. Esta técnica es especialidad de las mujeres de Buenavista (municipio de San Luis Acatlán) y las comunidades vecinas en 126


la Montaña de Guerrero. Antiguamente, también la usaban las tejedoras “morenas” (afromestizas) de la costa [foto 10]. La técnica se relaciona de nuevo con el tejido relevado, puesto que las tramas suplementarias siguen una secuencia de entrelazamiento distinta a la trama de base, quedando levemente realzadas. El confitillo parece tener raíces antiguas en la Mixteca, pues el diccionario de Alvarado (1593) menciona una manta frisada. En la España medieval, la bayeta frisada se refería al tejido que tenía el pelo levantado y retorcido, y con él se formaban nudillos… o granillos… del tamaño de un garbanzo (González Mena, 1994: 71). Pensamos que una tilma de algodón tejida en la técnica de confitillo puede haberle recordado al lexicógrafo dominico las bayetas frisadas de lana. Un grupo importante de lienzos pictográficos tejidos a mano, procedentes de varias comunidades del norte y el occidente de Oaxaca, parecen ser los únicos textiles indígenas del período virreinal que se conservan de la Mixteca. Son de algodón hilado con malacate y tejido en telar de cintura en tejido sencillo. Algunos de ellos muestran un adorno discreto, una especie de margen acordonado que encuadra la sección pintada de la tela. Para lograrlo, se introducen al inicio del tejido tramas más gruesas a intervalos regulares; al llegar cerca del orillo lateral que formará el margen del lienzo completo (que consiste generalmente de tres piezas unidas), cada una de esas tramas gruesas se convierte en un hilo de urdimbre. Cuando el tejido se aproxima al final, los hilos gruesos se liberan del enjulio y vuelven a insertarse como tramas. El manejo de estos hilos es análogo al del tejido en curva que se conserva vigente en algunas comunidades de la Sierra Norte de Puebla; representa una solución ingeniosa y elegante. Ejemplos decorados con esta técnica son el Lienzo de Ocotepec ( Johnson, 1966), el Lienzo de Ihuitlán (Fane, 1996), y una pintura genealógica proveniente de la Mixteca Alta que se conserva en el Museo de las Culturas de Oaxaca del INAH (de Ávila, 1997: 103). El lienzo central de los huipiles de Santa Catarina Estetla, que se usaron hasta mediados del siglo pasado, era tejido con cuello de ranura, con un refuerzo en ambos extremos en la técnica de enlazado con trama de seda (Cordry y Cordry, 1968; de Ávila, 1985), un rasgo análogo a algunas prendas arqueológicas encontradas como ofrenda en la Cañada de Cuicatlán en el norte de Oaxaca ( Johnson, 1967b). El refuerzo enlazado, que asemeja una trencilla, se nombraba tikute en Estetla, al parecer un cognado del término para ‘redondo’ y ‘cuadrado’, aludiendo posiblemente a su antigua 127


vinculación con el diseño rectangular que aparece bajo la trencilla sobre el pecho de los huipiles ilustrados en varios códices coloniales que muestran glosas en mixteco o náhuatl. Además de la trencilla de los huipiles, el enlazado de trama aparece como refuerzo en la orilla de las tilmas, gabanes y bolsas de Peñoles y los pueblos vecinos. En la cueva de Coxcatlán, en el valle de Tehuacán, fueron hallados dos tejidos que envolvían restos humanos y que datan de la fase Palo Blanco (200 a 700 d. de C., que corresponde al período clásico). Se trata en ambos casos de cobijas de dos lienzos en tejido sencillo de cara de urdimbre con franjas de varios colores. Una de las cobijas muestra un refuerzo decorativo de los cabos de la urdimbre, en la técnica de enlazado de trama ( Johnson, 1967a:192-200, 215-216). Tanto la construcción de las prendas como la estructura del refuerzo encuentran paralelos estrechos en las tilmas que usaban los hombres de Santiago Tlazoyaltepec a mediados del siglo pasado (de Ávila, 1980: 35; de Ávila, 1997: 97). El enlazado de urdimbre está presente en algunos flecos que se tejían anteriormente para adornar servilletas, como lo muestra una pieza del American Museum of Natural History en Nueva York, adquirida en 1926 en Tlapa, Guerrero (número de catálogo 65/5209). Para tejer un fleco largo sobre un solo juego de hilos como éste se ocuparon posiblemente tablillas perforadas. El vocabulario de Alvarado (1593) cita varios términos mixtecos bajo las entradas flueco, flueco de borla, flocadura o flueco texido, que ponen [a] la manta, y manta con flueco alrededor. Es probable que algunos de esos adornos agregados a las tilmas en el siglo XVI hayan sido tejidos en la técnica de marras, toda vez que esta estructura parece ser la más frecuente en los flecos contemporáneos en varias regiones de Mesoamérica. En el tejido de gasa los hilos de urdimbre se entretuercen entre una trama y la siguiente, manipulación mecánica que se logra por medio de un lizo adicional en el telar. Antes de insertar la tercera trama, los hilos se tuercen de nuevo para volver a su posición original; este segundo tuerce resulta de manera automática al operar nuevamente el lizo y la vara de paso que controlan el tejido sencillo. El efecto de toda la operación es un tejido más abierto. La gasa que denominaremos aquí sencilla sigue una secuencia simple de entrelazamiento: un determinado hilo (o par de hilos) de urdimbre se entretuerce siempre con el mismo hilo (o par) adyacente (para ser más precisos, cuando se entretuercen por pares, el hilo 1 y 3 interactúan juntos con el 2 y 4). La gasa sencilla se usa en algunas comunidades de la Montaña de Guerrero para variar la textura de los lienzos para los huipiles; antigua128


mente las tejedoras de San Juan Coatzospan, enclave mixteco en la Sierra Mazateca del norte de Oaxaca, se valían de esa técnica para el mismo fin.

Foto 10. Servilleta afromestiza, ca. 1950; SER0141; fotografía de Jorge López López

En la gasa compleja o reticular, la secuencia de entrelazamiento varía: un hilo de urdimbre se entrecruza con el hilo adyacente; pasada la primera trama, ambos se entrecruzan con el par de hilos a la derecha. Después de la segunda trama, la secuencia se repite, pero antes de la cuarta trama los dos hilos se entrecruzan con el par a la izquierda. El resultado es un tejido que asemeja una red, más abierto que la gasa sencilla. Hemos documentado 129


esta estructura en algunos huipiles de Buenavista, Chilixtlahuaca y otras comunidades de la Montaña de Guerrero.

Foto 11. Huipil de San Juan Coatzospan, ca. 1960; HUI0491; fotografía de Jorge López López

El tejido de tramas discontinuas se relaciona estructuralmente con la técnica de tapicería; ésta última designa a los tejidos de cara de trama donde los hilos de diferente color forman diseños, mientras que en la primera se usan con frecuencia tramas de un solo color en tejido balanceado, y el diseño es entonces efecto de los cambios de textura y la tensión que ejercen las tramas sobre los hilos de la urdimbre, separándolos. Todos los ejemplos que conocemos del sur de México combinan el tejido de tramas discon130


tinuas con ligamento de gasa ( Johnson, 2004). Las tejedoras del pueblo amuzgo de Xochistlahuaca en la costa de Guerrero emplean esta técnica para decorar las camisas, calzones y ceñidores de fiesta de los hombres. Las mujeres negras de la costa de Oaxaca combinaban también la gasa con las tramas discontinuas para tejer lienzos admirables (quizá paños de altar) de algodón blanco hilado con malacate; Start (1948: 81-82) describió e ilustró la estructura de un ejemplar adquirido por Elsie McDougall, que provenía al parecer del área de Juquila y que atribuyó erróneamente, creemos, a manos mixtecas. El bordado

Foto 12. Enagua de San Juan Ñumí, ca. 1940; ENA0049; fotografía de Jorge López López

Los bordados son el conjunto de técnicas más utilizadas en la decoración de tejidos terminados. Se basan en la sobreposición de hilos a una estructura base, insertados mediante una aguja. Se conocen en la Mixteca una gran variedad de puntadas y estilos de bordado. Las enaguas y manteles de la comunidad mixteca de San Juan Ñumí en el distrito de Tlaxiaco, una tradición textil pobremente documentada que desapareció en la segunda mitad del siglo pasado, se relacionan cercanamente con el estilo de los diseños de origen europeo en punto de cruz de los dechados mexicanos del siglo 131


XIX. Otras técnicas de bordado registradas en los dechados anteriores al porfiriato son los hilvanados con diseños geométricos que reaparecen en las blusas de varias comunidades de los distritos de Juxtlahuaca y Silacayoapan. Los delicados diseños delineados con pequeños pespuntes en algunos de los dechados más antiguos parecen prefigurar los animalitos que las mujeres de Santa María Zacatepec bordan sobre calzones y camisas de hombre, combinados con franjas de deshilado, otra técnica frecuente en los dechados del s. XIX. Los bordados de los huipiles y ceñidores de las comunidades más cercanas a la costa muestran varias puntadas, incluyendo cadeneta, punto al pasado y pespuntes, pero es conspicua en ellos la ausencia del punto de cruz, que pareciera representar un desarrollo más reciente. El estilo de los gallos, los alacranes, los cocodrilos y las formas geométricas es notable por su espontaneidad; entre todos los bordados mexicanos contemporáneos, nos parecen los menos sometidos a las convenciones europeas de diseño. Las mujeres mestizas de Pinotepa Nacional en la misma zona bordaban antiguamente blusas de chaquira, ensartando con una aguja las diminutas cuentas de vidrio de colores. La tela se fruncía en pequeños pliegues entre cuenta y cuenta para dar volumen a la bata sobre el busto. Un bordado similar sin chaquira, formando diseños con hilo de color entre los pequeños pliegues de la tela, adorna las mangas y la pechera de las blusas mixtecas de San Pablo Tijaltepec en el distrito de Tlaxiaco. La técnica ha sido designada “pepenado fruncido” (Lechuga, 1982b) o “pepenado” a secas (smocking) en la literatura. Durante la primera mitad del siglo XX, las bordadoras de algunos pueblos de la Mixteca Baja y Alta adoptaron las máquinas de coser para adornar sus blusas, formando diseños geométricos a base de líneas finas de costura corrida. Conocemos ejemplos de San Sebastián del Monte en el distrito de Huajuapan, San Miguel Cuevas en el distrito de Juxtlahuaca, San Esteban Atatlahuca y San Bartolomé Yucuañe en el distrito de Tlaxiaco, y Santiago Tilantongo en el distrito de Nochixtlán, todas de manga corta con bordados en un solo color. Vemos en estas blusas un caso ilustrativo de la receptividad selectiva de las artistas textiles de la Mixteca hacia nuevas técnicas, y su habilidad para desarrollar rápidamente un estilo propio de diseño. La distribución intermitente del bordado a máquina introducido en el siglo XX, como la preferencia por la chaquira o los bordados en tela fruncida popularizados en el siglo XIX, asemejan en su dispersión la distribución relictual de algunas estructuras de tejido, que suponemos tuvieron mayor vigencia en el pasado. 132


Foto 13. Cuello de huipil de Pinotepa Nacional, ca. 1960; HUI0544; fotografía de Jorge López López

Foto 14. Blusa de San Pablo Tijaltepec, ca. 1970; BLU0004; fotografía de Jorge López López

En la zona limítrofe del distrito de Juxtlahuaca con el estado de Guerrero, en la Mixteca Baja, encontramos localidades como Coicoyán de las Flores y Santa Cruz Yucucani donde las mujeres retomaron la moda victoriana de fines del siglo XIX, vistiendo hasta la fecha blusas de cuello cerra133


do y mangas largas, confeccionadas con tela industrial de color. Yucucani se distingue por usar tonos encendidos, decorando las blusas y las enaguas con aplicaciones de colores contrastantes. Santos Reyes Zochiquilazala también adoptó blusas de manga larga, pero en ese caso se hacen de manta blanca y se bordan en punto de hilván con diseños que asociamos con los dechados del centro de México del siglo XIX. Pueblos vecinos como San Juan Piñas mantienen vivo un estilo aparentemente más temprano de blusas de manga corta, profusamente bordadas, mientras que Santiago Tilapa, El Jicaral y otras comunidades conservan el huipil tejido en telar de cintura con diseños brocados. En Tilapa, algunas mujeres bordan ahora sobre lienzo de fábrica las figuras que antes se tejían. Conviven así en esa zona prendas y estilos de diseño que evocan períodos históricos distintos. En la Mixteca Alta, las mujeres de San Esteban Atatlahuca adoptaron una blusa de manga corta, decorada en forma sencilla con alforzas y bordados de máquina de coser, con un pico al frente bajo el cuello redondo (Sandoval Morales, 2010), versión local de las blusas que parecen haberse producido en masa en el Valle de Oaxaca para el mercado indígena. Las mujeres de Atatlahuca retuvieron, sin embargo, el enredo de lana de sarga, probablemente tejido en Magdalena Peñasco, y la lanilla, el rebozo de lana blanca que usaban junto con un huipil las mujeres de varias comunidades mixtecas vecinas. Un poco más al norte, todavía dentro del distrito de Tlaxiaco, las fotos de Frederick Starr (1899) de San Bartolomé Yucuañe atestiguan el uso de un huipil, decorado al parecer con trama suplementaria, que fue reemplazado en el siglo XX por una blusa bordada a máquina. Otra foto de Starr documenta el antiguo uso de un huipil blanco en Santiago Tilantongo en el distrito de Nochixtlán, sustituido posteriormente por una blusa interior bordada a máquina y un “saco” de tela fabril estampada. En el distrito de Jamiltepec en la costa, las mujeres mixtecas conservaron el huipil, mientras que sus vecinas mestizas, negras y pastoras de habla náhuatl vestían blusas escotadas de manga corta (Mouat, 1980; de Ávila, 1983). A pesar de su hábito trashumante, las pastoras habían usado huipiles anteriormente, como lo atestigua una cuenta de mayordomo de 1778 (Dehouve, 2004: 91). Hemos reseñado estos ejemplos para ilustrar cómo ha cambiado rápidamente la indumentaria “tradicional” en el corto período para el cual tenemos información detallada. Las etnografías clásicas tienden a presentar una visión estática de la cultura material de los pueblos. Pocos estudios se han centrado en la modificación paulatina del tejido a lo largo del siglo 134


XX, describiendo una transformación estética sin ahondar en su contexto comunitario y sus relaciones con la historia económica regional, particularmente en Guatemala (Rowe, 1981; Altman y West, 1992). Creemos que en el sur de México los cambios en el textil han sido más acelerados, y quizá más drásticos. A primera vista, la geografía del atuendo en la Mixteca parece un rompecabezas, donde es difícil percibir los patrones de innovación. La simple enumeración de los “trajes regionales” carece de sentido sin una consideración de las relaciones sociales que les dan vida. Para muchos pueblos, la transición de un modo de vivir campesino a una economía industrial conllevó perder las tecnologías de la autosuficiencia, pero en algunos casos ha favorecido la sobrevivencia y diferenciación del tejido, al menos de manera temporal. La adopción constante de formas nuevas para distinguir a una colectividad de otra nos ayuda a explicar la distribución aparentemente errática de huipiles y blusas que hemos descrito. Creemos que la voluntad de marcar en la vestimenta la lealtad a una comunidad específica, más que la afiliación étnica o lingüística, ha motivado una rápida evolución de las artes textiles en Mesoamérica, tanto en las técnicas como en el diseño. Parece haber propiciado, también, una gran creatividad en la interpretación de las figuras tejidas. Antiguas resonancias del diseño textil Inspirados por los mosaicos de Mitla, los tejedores zapotecos del valle de Oaxaca idearon los tapetes de grecas para el mercado turístico en los años 1930-1940. El uso de motivos prehispánicos es en este caso una innovación reciente, que refleja la revaloración del diseño indígena en el medio urbano como expresión de nacionalismo después de la revolución de 1910. Mientras eso sucedía, se seguían tejiendo en la Mixteca otras grecas donde la semejanza estrecha con los mosaicos de Mitla no es resultado de una calca moderna sino que deriva de una antigua tradición de diseño textil que precede el desarrollo de la arquitectura suntuaria del postclásico. Los ejemplos más notorios son los huipiles brocados de Santiago Nuyóo y las comunidades vecinas en el distrito de Tlaxiaco. Vemos en ellos líneas serpenteantes, rombos escalonados y otros motivos que nos remiten a los frisos arquitectónicos representados en el Códice Vindobonensis, el Nuttall y otros manuscritos mixtecos precolombinos (de Ávila, 1998: 244). La similitud con las paredes de los palacios de Mitla es evidente también en los huipiles de fiesta brocados en blanco que se usaban en los pue135


blos mixtecos de la costa y que traen a la memoria la manta blanca con labores blancas citada en el vocabulario de Alvarado (1593), refiriéndose por lo visto a un tipo de tilma que vestían los aristócratas indígenas. No sabemos de dónde provenían esos maravillosos tejidos, que las mujeres de Pinotepa Nacional y otros pueblos del distrito de Jamiltepec compraban antiguamente en Igualapa, Guerrero, en la feria del tercer viernes de cuaresma (Cordry y Cordry, 1968: 306). Su técnica y estilo deben haber influido el diseño de textiles ceremoniales en la comunidad mixteca de San Antonio Huitepec en el distrito de Zaachila, que mostraban figuras similares brocadas en varios colores (Cordry y Cordry, ídem: 141). En décadas recientes, las hábiles tejedoras de Pinotepa de Don Luis han recreado los antiguos huipiles blancos de boda para los coleccionistas y las galerías.

Foto 15. Huipil de Santiago Nuyoó, ca. 1960; HUI0540; fotografía de Jorge López López

136


Desde los años 1920, Hermann Beyer publicó en su revista El México Antiguo un largo ensayo en torno a la relación que guardan los diseños de Mitla con los textiles; caracterizó la greca escalonada, llamada xīcalcōliuhqui en náhuatl, como la más exacta... representación en tejido de la línea ondulada (Beyer, 1924-27: 61). Dos observaciones resaltan la influencia del diseño textil en los mosaicos y relieves: en primer lugar, la preponderancia de líneas rectas y ángulos de 90 grados que impone el entrelazado perpendicular de trama y urdimbre, cuando en piedra no hay impedimento para tallar líneas curvas. En segundo lugar, los elementos básicos de diseño pueden analizarse como pequeños cuadrados y barras de grosor uniforme, como las unidades indivisibles que forman los hilos en el tejido. Antes de Beyer, Strebel (1899) ya había sugerido que la greca se originó al transferir la espiral al tejido. Preuss (1901), visualizando la forma original del xīcalcōliuhqui en el corte de un caracol marino, interpretó la greca como símbolo del seno de la Madre Tierra. Seler (19041909), al notar la relación del ornamento con la figura de Quetzalcóatl, propuso que la greca calificaba a ese dios como “el que remolinea”. Zelia Nuttall (1901), cuyo interés por los textiles ya hemos citado, veía al cielo representado en las grecas con gancho redondo, y en las derivaciones rectilíneas de ellas; los meandros angulares, en cambio, los leía como íconos de la tierra y la oscuridad. Beyer expresó escepticismo respecto a esas lecturas simbólicas. Él notó que el nombre náhuatl del diseño, cuya etimología es ‘voluta [de] jícara’, no revela nada sobre su esencia; sólo indica que a los mexicanos el ornamento les era más familiar como ornato de vasijas (Beyer, 1924-27: 63). De hecho, la greca escalonada fue un adorno frecuente en la pintura sobre cerámica, como lo ilustran algunas vasijas polícromas del estilo Mixteca Puebla, sorprendentes por las dimensiones y la fuerza de su diseño (Spores, 1997: 60). El xīcalcōliuhqui rectilíneo, claramente relacionado con el tejido, era tema favorito en el arte plumario precolombino (donde, de nuevo, no había limitación para ejecutar líneas curvas), como lo atestiguan dos chīmaltin (escudos) mexicas que se conservan en el Landesmuseum Württemberg en Stuttgart (Castelló Yturbide et al, 1993: 66-67), y como lo reitera el espléndido pectoral mixteco de Yanhuitlán, hecho de oro con mosaico de turquesa, en figura de escudo (Spores, 1997: 72). Advertimos en todos estos ejemplos la influencia del diseño textil en otros medios: arquitectura, pintura, cerámica, orfebrería. 137


Foto 16. Huipil de Pinotepa Nacional, ca. 1940; HUI0421; fotografía de Jorge López López

La presencia vigorosa de la línea tejida en otros materiales del arte precolombino sugiere que el telar denotaba la ascendencia del poder femenino, en especial durante la época postclásica. Fue durante ese período que las estructuras políticas regionales llegaron a un extremo de segmentación, orientándose fuertemente hacia el comercio. En las ciudades, el énfasis gravitó hacia la construcción de grandes palacios con numerosos patios rodeados de cuartos, ideales para las celebraciones que cimentaban las alianzas entre los pequeños estados, y también para albergar el alto nivel de produc138


ción artística que caracterizó la vida económica de la Mixteca durante los quinientos años previos a la conquista española. El tejido fue parte fundamental de esa “economía explosiva” (Pohl, 1994). Enormes cantidades de textiles eran producidos en pago de tributos, se distribuían entre la aristocracia y se intercambiaban masivamente durante los festejos matrimoniales que vinculaban diferentes ciudades-estado. Ciertas prendas marcaban el rango, el estatus y las actividades rituales de quien las vestía. Un xicōlli (prenda masculina similar a un chaleco) blanco y negro sirve en el Códice Nuttall para identificar a sus portadores como oficiantes en ceremonias vinculadas con el culto de bultos sagrados, los cuales a su vez incorporaban tejidos. En el Códice Bodley, cada promoción sucesiva del Señor 5 Cocodrilo de Tilantongo es marcada mediante un xicōlli de diferente color. La biografía de la famosa Señora 6 Mono de Jaltepec en el Códice Selden la muestra capturando y sacrificando a dos gobernantes enemigos. En honor a su proeza, recibe el título de “Quechquémitl de Guerra”, decorado con una franja de sardinetas (Pohl, ídem), una curiosa analogía de símbolos ente los textiles prehispánicos y los uniformes militares hoy día. El arte funerario de Monte Albán y Zaachila reitera el papel privilegiado del tejido en las representaciones de género y poder durante el postclásico. Buena parte de los objetos suntuarios de la famosa Tumba 7, descubierta por Alfonso Caso en 1932, se relacionan con la tecnología textil. Destacan entre ellos los huesos de jaguar y águila labrados en figura de machete con dos puntas, grabados minuciosamente con glifos calendáricos y las semblanzas de divinidades y personajes históricos. Han sido descritos como “plegaderas”, pero corresponden a la forma del tzōtzopāztli, palo ancho como cuchilla con que tupen y aprietan la tela que se teje (de Molina, 1571), el implemento más importante del telar de cintura en términos simbólicos. El tamaño reducido y la delicadeza de los ejemplares de la Tumba 7 indican que se trata de zozopastles rituales, no objetos utilitarios. Tanto en los códices mixtecos como en los manuscritos tempranos del centro de México, zozopaztle y malacate son emblemas del grupo más importante entre las divinidades femeninas. No parece fortuito que en la Tumba 7 hayan aparecido también seis malacates y cinco copas bicónicas, cuatro de ellas talladas en tecali y la quinta en cristal de roca. En el Códice Mendocino y en el Florentino podemos constatar el uso a que estaban destinadas las copas de esa forma y tamaño: servían para contener las revoluciones del malacate al hilar algodón. Se conocen numerosos ejemplares arqueológicos de barro, 139


que deben haber servido como modelo para las copas de materiales preciosos depositadas en la tumba como ofrenda. Los zozopaztles, los malacates y las copas de hilar no son los únicos objetos de la Tumba 7 relacionados con el tejido: aparecieron también aleznas y “punzones” de hueso, que nos recuerdan los pepenadores para labrar diseños, y un pequeño peine, similar a los que se usan para rematar un lienzo de cuatro orillos en el telar de cintura, cuando ya no es posible insertar el zozopaztle. La mayoría de estos enseres preciosos fueron hallados en proximidad con el Esqueleto A, el individuo más importante del entierro. La osamenta fue identificada originalmente como la de un hombre maduro; un reexamen crítico de los rasgos anatómicos, tal y como fueron descritos en el reporte de la excavación, sugiere que el Esqueleto A representa en realidad los restos de una mujer notable (McCafferty y McCafferty, 1994). Desafortunadamente, no ha sido posible someter a un nuevo peritaje los materiales óseos de la Tumba 7 porque los esqueletos exhumados por Alfonso Caso fueron extraviados. Cualquiera que haya sido su sexo biológico, otras evidencias refuerzan la hipótesis de que el personaje central enterrado allí era, en términos culturales, de género femenino: en la tumba aparecieron como parte de la ofrenda cinco mandíbulas perforadas, probablemente usadas como máscaras bucales. Los códices mixtecos muestran con frecuencia deidades femeninas con la quijada descarnada. El famoso pectoral de “Mictlantecuhtli” de la Tumba 7, donde el orfebre se esmeró en delinear una mandíbula ósea sobrepuesta a la boca, bien puede representar a una mujer divina. Las dos grandes flores que rematan su tocado, que se asocian también con las diosas en los códices, refuerzan esa interpretación, que se contrapone a la identificación convencional del personaje: representa al Señor 5 Lagarto - Sol Comido, padre de 8 Venado, Garra de Jaguar, fundador de la segunda dinastía de Tilantongo (Matos Moctezuma, 1997: 30). Monte Albán no es el único sitio donde se han encontrado herramientas textiles en un entierro prehispánico con ofrendas de tipo Mixteca Puebla. Numerosos malacates y zozopaztles salieron a la luz en las tumbas reales de Zaachila y Lambityeco. Los zozopaztles de hueso grabado de las tumbas 1 y 2 de Zaachila muestran diseños calendáricos y mitológicos en el estilo de los códices, como sus contrapartes de Monte Albán. La Tumba 1 produjo además una maravillosa copa de barro pintado y bruñido, con un colibrí azul turquesa sentado en el borde (Gallegos Ruiz, 1997: 174). La forma bicónica y el tamaño reducido indican de nuevo que se trata de 140


una representación ritual de la copa para hilar. La presencia del colibrí no parece casual, pues las ilustraciones precolombinas del hilado y el tejido incorporan frecuentemente aves pequeñas. En el Códice Nuttall, un colibrí fusionado con un malacate se asocia con la Señora 9 Mono, una manifestación de la diosa madre. El collar que porta la divinidad representada en el “pectoral de Mictlantecuhtli” muestra también un pájaro pequeño. En la página 6 del Códice Laúd, una chuparrosa insemina a una mujer. El colibrí azul de la copa de Zaachila, como el ave pequeña que cuelga al cuello del pectoral de la quijada descarnada de la Tumba 7, parece encarnar en su fragilidad el misterio de la concepción. Las delicadas “plegaderas” y copas mixtecas, una vez que son identificadas correctamente como implementos rituales del tejido, y por lo tanto metáforas de la procreación, han conducido a los especialistas a reinterpretar de manera radical uno de los períodos más carismáticos del arte mesoamericano (McCafferty, McCafferty y Hamann, 1994; McCafferty y McCafferty, 1994 y 1996). Las nuevas lecturas se relacionan de manera estrecha con la historia de las ideologías de género en la Mixteca. La ceiba y el águila Una escena que se repite en los huesos grabados de Monte Albán muestra el nacimiento de una persona de las entrañas de un árbol, tema representado detalladamente en el Códice Vindobonensis (López García, 1997: 274), y también en el Selden y en el Bodley. Uno de los zozopaztles de la Tumba 7 muestra picos gruesos sobre la corteza del árbol madre; las espinas indican que se trata de una ceiba, llamada también pochota en México. Alejandra Cruz Ortiz (1998: 30-31), investigadora mixteca, recogió la siguiente narración de la Sra. Francisca Ruiz L. de Pinotepa Nacional: Sutu xi’na kuii ñi ñuu, ni kaku ñi tichi iin yutu vati, nani tuñu’un kuichi, che’e kuñuchi ta inichi kuichi xaanchi. Nuu inda yutu vati ya io kua’a nduta, viko nu’un, yoko nduta, yuti, tati ta tacha. Kati tu’un vati yutuya ma’ñu ñu’un indachi. Ña ña’an, nuu xi’na kuii, ni kaku ña ma’ñu yutu vati ya, tava iin tu’undu, ri’a ni kicha’ari cha’nuri ndava chani ketari, ni kuuri iin tindaku ka’nu, ni nuuri nuu maa yutu vati ya, tani ketari nuu ñu’un, tani kicha’a iin tiati, ta ri’a ni ndori, ma’ñu tiati ya 141


chiko kutari, ri’a kua’anka cha’nuri, ta iin kua’ani, ni na nduiri iin ña’an, tani kuuri ñivi tiati ni naachi. Ta maara kuu sutu xi’na kuiira ñuu ni kakura nuu nda’a yutu. Los primeros padres de los mixtecos nacieron de un árbol espinoso llamado Ceiba Blanca. Es un árbol muy especial; algunos lo llaman Árbol Sagrado, otros le decían mágico. En donde estaba este árbol había mucha agua, arena muy blanca, había neblina, vapor de agua, aire, relámpagos. Se dice que el árbol estaba en medio de la tierra. La primera mujer mixteca nació del árbol, brotó de su centro en forma de capullo. Fue creciendo hasta ser un gusano grande y luego bajó del árbol; cuando ya estaba en el suelo empezó un remolino y el gusano quedó a la mitad del remolino, dando vueltas. Conforme iba girando iba creciendo y, de repente, como por arte de magia, se transformó en una hermosa mujer. Siendo ya humana, el remolino desapareció. El hombre nació en las hojas del mismo árbol. La narración prosigue para detallar cómo se formó el primer hombre de un capullo de hojas, quiénes fueron las cinco deidades que presenciaron la procreación de la ceiba y qué poderes le confirieron a la pareja primordial. Encontramos diseños bordados que representan al árbol madre en los huipiles chinantecos del norte de Oaxaca, donde la etnolingüista y artista textil Bartola Morales García (1996: 59) ha documentado una versión paralela de este mito Ñuu Savi. Sin embargo, no parece haberse registrado hasta ahora en los tejidos mixtecos figura alguna que se relacione con la ceiba. La evocación de un árbol aparece vinculada con otro tema narrativo en los huipiles de Jamiltepec en la costa, que ha estudiado Julieta Romero León (2006). El mito fundacional de ese pueblo, transcrito por Veronique Flanet (1977), involucra a un águila o gavilán de dos o tres cabezas que devora al hijo pequeño del héroe que encabeza el asentamiento de la comunidad. La sangre del niño mancha las hojas y las flores de un árbol en el sitio donde se ha de construir la iglesia del pueblo, árbol relacionado con los “pinos” bordados en el huipil y con una planta ornamental que se lleva en procesión durante la Semana Santa. Otras mujeres entrevistadas por Ro142


mero León identificaron las mismas figuras triangulares designadas como “pinos” con el pico o las plumas del ave infanticida. Flanet había señalado previamente que las ancianas de Jamiltepec usaban el huipil de tal manera que uno de los vértices del triángulo cayera hacia adelante como símbolo del pico del águila que devoró a Xamilli [nombre del hijo del héroe fundador y motivación para el topónimo Xamiltepec según la leyenda, relacionado con xāmitl, ‘adobe’ en náhuatl].

Foto 17. Huipil de Santiago Jamiltepec, ca. 1960; HUI0545; fotografía de Jorge López López

Las líneas zigzagueantes a los lados del cuello, entre otros elementos de diseño en los huipiles y ceñidores de Jamiltepec, se vinculan con las serpientes porque el gavilán, después de que se comió a Xamilli, ya otro día empezó a comer cascabel, la víbora, la negra y el mazacualco (Romero León, ídem: 60). Una de las interpretaciones del “pino” bordado sugiere de hecho que el 143


niño devorado es visualizado como una serpiente: El Pino o Copita chiquita [es] la cola de Xamilli, uno va poniendo su pinito y la atada, ya es la cola, pues al final es la cola de la culebra el pino... Aquí se llama Jamiltepec por ese animal que se subió arriba de la iglesia, ese animal, no sé cómo se llamó, su mamá de ese animal Xamilli, por eso así se quedó ese nombre aquí (Romero León, ídem: 59). Si bien las aves antropófagas son un tema recurrente en la narrativa mesoamericana, particularmente en Oaxaca y las regiones vecinas, los textiles de Jamiltepec son el único caso que conocemos donde unidades sencillas de diseño, como triángulos y zigzags, dan pie a una exégesis mitológica. Las águilas de dos, cuatro y hasta seis cabezas aparecen como figura protagónica en los huipiles de varias comunidades mixtecas de la montaña de Guerrero. No se trata en esos casos de diseños geométricos abstractos como los que bordan las mujeres de Jamiltepec, sino de semblanzas complejas brocadas con precisión, detallando sus alas, sus colas, sus garras y sus copetes. Las aves bicéfalas tienen una distribución muy amplia en el mundo: aparecen de manera independiente en el arte de Occidente, Mesoamérica y los Andes. En el Medio Oriente y en Europa, el águila de dos cabezas se hizo notable cuando fue elegida como emblema de la dinastía Palaiologos, emperadores de Bizancio de 1261 a 1453. Si bien el diseño ya adornaba textiles manufacturados en España y en otras áreas del Islam antes de aparecer en el arte bizantino, fue a partir de los Palaiologos que adquirió denotaciones hegemónicas (Evans y Wixom, 1997). Algunas generaciones más tarde, la casa de Habsburgo, que reinaba en España al momento de la conquista de México, la había adoptado como blasón. En la literatura sobre los textiles guatemaltecos (Osborne, 1965; Delgado Pang, 1977; Schevill, 1985), se ha debatido mucho si el águila bicéfala actual representa la continuidad de un motivo prehispánico, o si fue copiada del escudo real que circulaba en monedas, documentos sellados, estandartes y otros medios gráficos en la época colonial, y que habría de resucitar brevemente como símbolo imperial bajo Maximiliano de Austria en México. Se conservan algunos ejemplos precolombinos de aves bicéfalas grabadas en cerámica. En la Mixteca, el Códice Nuttall muestra a distintos personajes, diferenciados por sus nombres calendáricos, ataviados como águilas con cabeza de Jano. Sin embargo, no se trata de un tema muy frecuente en el arte prehispánico, y su rol simbólico parece haber sido secundario. En los textiles contemporáneos de algunas áreas de México y Guatemala, en cambio, el águila bicéfala es el motivo dominante. Aparece por lo general 144


en los registros superiores de los huipiles, quesquémeles e incluso algunas blusas; muchas veces ocupa el lugar de honor sobre el pecho, y domina con frecuencia la composición de los diseños en otras prendas, como paños de cabeza y morrales. En algunos casos muestra sobre las cabezas picos o vírgulas que parecen derivar de la corona del águila de Habsburgo. Aunque no haya sido una figura del todo nueva para las tejedoras indígenas, el escudo imperial debe haber llamado fuertemente su atención después de la conquista europea.

Foto 18. Huipil, probablemente de Buena Vista, San Luis Acatlán, ca. 1970; HUI0528; fotografía de Manuel Soria

Las alas desplegadas pueden haber facilitado que el águila regia se identificara con las figuras aladas reales o imaginarias que cubrían el pecho, que son representadas en algunas esculturas prehispánicas del postclásico, como el pectoral bicéfalo que porta el emperador guerrero en la Piedra de Tízoc, y como las aves o mariposas estilizadas que parecen proteger el corazón de los atlantes de Tula. Jill Furst (1995) interpreta esos diseños alados como 145


representaciones de la fuerza vital, relacionándolos con la mancha lívida en forma de mariposa que se dibuja frecuentemente en la piel de la espalda de un cadáver tendido boca arriba. El fenómeno, que se debe a la gravitación diferencial de la sangre, pareciera indicar que el alma ha dejado huella de su forma al abandonar el cuerpo. Podemos imaginar que al tejerse sobre el pecho del huipil, el emblema imperial se asimilaba a las representaciones indígenas del principio vital. Si bien el águila bicéfala tiene en algunas áreas de México un papel mitológico protagónico que se relaciona de manera explícita con los diseños textiles, el motivo se teje también al centro de las prendas ceremoniales en comunidades donde el mismo rol cosmogónico corresponde a una serpiente. La interpretación de Furst de los diseños alados como imagen y escudo del alma (o por lo menos de uno de los componentes de esa compleja entidad en el pensamiento indígena) puede ayudar a explicar la ubicuidad del águila de Habsburgo en los textiles mesoamericanos a partir de la invasión europea.

Foto 19. Ticha’a, dechado (fragmento de huipil antiguo) de Buena Vista, San Luis Acatlán, ca. 1930; DEC0153; fotografía de Jorge López López

146


En Zitlaltepec, Chilixtlahuaca, Buenavista y otras comunidades Ñuu Savi de la Montaña de Guerero, las mujeres conservan un repertorio muy rico de diseños brocados, que designan de manera genérica ita, ‘flor’. Algunas tejedoras conocen ciertas figuras específicas mediante nombres que otras no reconocen, o que aplican a diseños distintos; tal es el caso de ita nda ina (‘flor mano perro’, es decir, diseño en forma de la huella de un can), ita se’e (‘flor de Tigridia pavonia’), y otros. Sin embargo, todas ellas reconocen a las criaturas policefálicas como titia’a o ticha’a (de Ávila, 1997: 130) [foto 19]. Este nombre es un cognado del término para ‘águila’, registrado por fray Francisco de Alvarado (1593) en Tamazulapan como ya’a (en la ortografía original, yaha), precedido por el clasificador ti- reduplicado. El marcador semántico ti- (derivado de kiti, ‘animal’) parece haberse fusionado con la raíz ya’a, y posteriormente se palatalizaría: tiya’a > tya’a > cha’a, de manera análoga como tiyaka se transformó en chaka, ‘pez’, y tiyukun en chukun, ‘mosca’, en algunas variantes. El clasificador ti- se habrá agregado en dos momentos distintos para diferenciar al animal monstruoso de las águilas comunes. Conclusión: titia’a versus kutiere Titia’a no sólo se refiere a las figuras tejidas, sino que juega un papel central en la cosmología mixteca de la Montaña. En 1983 escuchamos la siguiente versión en Chilixtlahuaca, que nos fue narrada gentilmente por dos mujeres mayores y traducida por don Ireneo García: en el pasado remoto, el monstruo devoraba a la gente. Diariamente, recaía en alguna persona la obligación de entregarse al titia’a como alimento. Un día aparecen en escena unos gemelos, quienes ofrecen sacrificarse a la bestia y excavan siete hoyos. En cada agujero prenden una hoguera; cuando el monstruo intenta capturarlos, ellos saltan para evadirlo y el titia’a va cayendo así en el fuego, hoyo tras hoyo, hasta morir quemado en el séptimo. Los gemelos le sacan los ojos, que brillan mucho. Una mosca le había picado un ojo al monstruo, que brilla menos. El gemelo que sacó el ojo opacado codicia el ojo más brillante, pero su hermano no quiere intercambiarlo. Sin embargo, cada vez que éste intenta beber, el agua se le seca. Hostigado por la sed, acepta cambalachear los ojos con tal de que su hermano le dé agua. Los gemelos se encuentran después en el camino a una mujer que viste un hermoso tejido. Le preguntan a dónde va, y ella responde que se dirige al concurso donde se ha de elegir a la persona que gobernará al mundo. Ellos le dicen que quieren ir con ella. Sin que la mujer lo oiga, uno de los gemelos reta al otro, “¿no le vas 147


a hacer algo?” Le dan a comer una fruta que causa sueño [al parecer, zapote blanco]. Cuando se queda dormida, el gemelo desafiado intenta penetrarla, pero encuentra que su vagina tiene dientes. Le quiebra entonces los dientes con una piedra y la viola. Acto seguido, los gemelos huyen y se convierten en el sol y la luna. Cuando la mujer despierta y se da cuenta de lo que le han hecho, arroja enfurecida su tejido ensangrentado sobre la tierra; por causa de esa maldición, las mujeres deben menstruar. En el ámbito Ñuu Savi, el águila bicéfala no es exclusiva de los textiles de la región de Metlatónoc: aparece bordada o brocada en los huipiles de Zacatepec, Huazolotitlán [foto 20] y Pinotepa Nacional en la costa, en un antiguo “rebozo de boda” de Huitepec en el distrito de Zaachila, y en blusas de procedencia desconocida, atribuidas a la Mixteca Alta. La narración de Chilixtlahuaca tampoco es excepcional: conocemos versiones paralelas, aunque fragmentarias, de San Agustín Chayuco en la costa, de San Miguel Huautla en el distrito de Nochixtlán, y de San Miguel el Grande en el distrito de Tlaxiaco. Otras versiones, más extensas y detalladas, han sido transcritas en el pueblo mixteco de San Juan Coatzospan en la Sierra Mazateca (Small, 1997) y en la comunidad triqui de San Juan Copala (Hollenbach, 1977). Más allá de la Mixteca, la trama básica aparece una y otra vez en el ciclo complejo de sagas de monstruos y gemelos sol y luna registrados en varias zonas de Oaxaca (Bartolomé, 1984), el sur de Puebla y el oriente de Guerrero. Varios de los temas en ese ciclo encuentran paralelos en los mitos de otras regiones de Mesoamérica, notablemente en la Leyenda de los Soles transcrita en náhuatl en el siglo XVI, y en el Popol Vuh de los mayas quichés de Guatemala; e incluso en otras áreas del continente, verbigracia, la vagina dentada en los mitos de la costa del Pacífico en Canadá y Alaska. La identificación explícita del ave de dos o más cabezas en los tejidos con el monstruo mitológico tampoco es una exclusividad mixteca, pues el mismo vínculo es patente en los huipiles chinantecos de Usila (García Isidro, 1996) y Ojitlán (Morales García, 1987) en el norte de Oaxaca. Es probable que las tejedoras de otras comunidades mesoamericanas hayan compartido antiguamente esa lectura simbólica. Nos parece significativo, sin embargo, que las artistas de la Montaña de Guerrero, la región más pobre de México, mantengan viva una interpretación tan reveladora del águila bicéfala, que condensa quinientos años de historia social. Al observar el escudo de los Habsburgo, las tejedoras deben haber equiparado al emblema imperial con el monstruo mítico como símbolo de opresión. En otras versiones de la epopeya de los dos herma148


nos, el enemigo es una gran serpiente de una, dos o hasta siete cabezas. El Códice Baranda, por ejemplo, manuscrito colonial procedente del distrito de Coixtlahuaca en el norte de la Mixteca Alta (Hermann Lejarazu, 2012), ilustra la lucha del futuro sol contra la gigantesca víbora, arrojándole piedras calientes que nos recuerdan la versión de los siete hornos (Vázquez, 1983). En años recientes, las bordadoras de Santa María Zacatepec han incorporado un águila con las alas extendidas al centro de sus huipiles y cotones. No debe ser casual que en muchos casos se omita a la serpiente. De manera inversa, algunos huipiles de Huazolotitlán agregan una víbora a cada cabeza del águila bicéfala (Lechuga, 1996: 20-21; Cordry y Cordry, 1968: 187). Ambos ejemplos parecen atestiguar la fusión simbólica del escudo nacional con el emblema imperial. Podemos preguntarnos si las tejedoras y bordadoras sienten los mismos resabios amargos de violencia cultural al copiar la bandera después de 1821.

Foto 19. Huipil de Santa María Huazolotitlán, ca. 1950; HUI0192; fotografía de Jorge López López

149


Hemos abordado hasta aquí diseños con una carga simbólica fuerte, pero la mayoría de las figuras tejidas no parecen tener más que una función decorativa. Sus nombres, cuando los tienen, son términos meramente descriptivos, y reflejan en muchos casos un saludable sentido del humor. Las mujeres de Santiago Ixtayutla, una de las comunidades más conservadoras en el sentido cultural en la Mixteca, cultivan una tradición vibrante de tejido. Los huipiles y la ropa de los hombres son adornados con diseños brocados con seda de San Mateo Peñasco teñida con fucsina, como ya mencionamos. Hemos registrado cómo designan las tejedoras a los elementos geométricos, a los animalitos y las figuras humanas (de Ávila, 1983). Los nombres son imaginativos y elocuentes, pero no parecen encerrar explicaciones más profundas, ni referencias evidentes a la mitología o la historia oral del pueblo. Los zigzags escalonados, por ejemplo, se nombran iti kuayo, ‘camino del caballo’, pues las bestias de carga no pueden subir por las veredas empinadas que usan las personas y se ven obligadas a ascender por el camino real, que culebrea por la cuesta. Los rombos concéntricos se llaman xa’ya ndixi, ‘gorda de elote’, porque recuerdan su forma esquinada. Las hileras de cocolitos, de cuyas puntas se proyectan líneas horizontales, se denominan kutiere, un nombre que parece onomatopéyico para una especie de pájaro amarillo y negro. Las figuritas humanas geometrizadas son simplemente raraton, ‘hombres’, y los elementos más pequeños, apenas discernibles, son xlo’o, ‘renacuajos’. Nuestra caracterización de kutiere como un nombre onomatopéyico, es decir, un término que imita las vocalizaciones de un ave, tiene como referente las investigaciones que muestran que un alto porcentaje de la nomenclatura etnozoológica en las lenguas indígenas del Neotrópico (tecnicismo que agrupa a los ecosistemas tropicales de América) se basa en los sonidos que distinguen a una especie de otra (Berlin, 1992: 241). Además de remedar los trinos y los gorjeos de las aves, muchos de los nombres para animales codifican información sobre su tamaño relativo mediante simbolismo fonético: los términos que denotan pequeñez tienden a exhibir una incidencia mayor de vocales y consonantes de alta frecuencia acústica (Ohala, 1984: 9). Las vocales /i/ y /u/, que se articulan en una posición superior de la lengua en relación con la bóveda del paladar y la apertura de la quijada, tienen frecuencias más altas. Tanto la impronta onomatopéyica como el simbolismo fonético, implícito en una designación como kutiere, reflejan un conocimiento íntimo del organismo en cuestión. 150


Foto 21. Huipil de Santiago Ixtayutla, ca. 1940; HUI0124; fotografía de Jorge López López

En ningún vocabulario mixteco, entre los que hemos podido consultar, hemos identificado un cognado de kutiere (de Alvarado, 1593; Caballero Morales, 2008; Campbell et al., 1986 [San Juan Colorado]; Casiano Franco, 2008 [Cuatzoquitengo]; Dyk y Stoudt, 1973 [San Miguel el Grande]; Pensinger, 1974 [Chayuco]). Tampoco encontramos evidencia que sea un préstamo del chatino (Pride y Pride, 2004). El nombre de ese pájaro parece ser ejemplo, más bien, de un conocimiento refinado de la biodiversidad local, un saber circunscrito a Ixtayutla, aunque la especie en sí probablemente tenga una distribución más amplia en la Mixteca. La terminología etnobiológica es precisamente uno de los campos semánticos donde esperamos observar mayor variación léxica de una variante a otra de Tu’un 151


Savi, como en otras agrupaciones lingüísticas estrechamente emparentadas (de Ávila, 2008). Titia’a y kutiere dibujan entonces un contrapunto: ambos términos designan diseños brocados y ambos se refieren a aves, pero nos remiten a connotaciones distintas. El primero invoca la historia de las ideas en la Mixteca y concita nuestra respuesta emotiva ante la infamia del colonialismo, y la inequidad que perdura hasta hoy. El segundo evoca con frescura el entorno natural del pueblo Ñuu Savi, su conocimiento inteligente de la tierra, las plantas y los animales, en el cual se arraiga su arte textil, como hemos visto. Ambas líneas de reflexión nos parecen igualmente valiosas y dignas de mayor estudio. Tenemos mucho qué aprender de los tejidos mixtecos.

Foto 22. Kutiere, huipil de Santiago Ixtayutla, ca. 1940; HUI0124; fotografía de Jorge López López

Agradecimientos Numerosas personas en varias comunidades de la Mixteca me han proporcionado información con generosidad y paciencia; agradezco en especial a Josefa Gómez en Jicayán de Tovar, Ireneo García en Chilixtlahuaca, Trinidad Oliveros Reyes en Coicoyán, Lucila Franco Villafañe y Bonfilia Bautista Tapia de Pinotepa de Don Luis, Federico Jiménez Caballero de Tututepec, Pascuala García Nava en Estetla, Marisela Ramírez Espinosa y Rubén Luengas Pérez en Tezoatlán. Irmgard Weitlaner Johnson me enseñó a analizar las estructuras tejidas y me transmitió su amor por las artes indígenas. María Isabel Grañén Porrúa, Alfredo Harp Harp Helú y Francisco Toledo han hecho posible nuestro trabajo en el Museo Textil de Oaxaca; es un honor para mí colaborar con ellos. Ana Paula Fuentes Quintana y Héctor Meneses Lozano, mis colegas en el MTO, me han brindado apoyo logístico y moral en mi investigación. Remigio Mestas Revilla ha hecho suyos nuestros proyectos, emprendiendo viajes de campo para re152


cabar información y facilitándonos hilos, tintes y tejidos con prodigalidad. Ángeles Romero Frizzi ha compartido conmigo sus transcripciones inéditas de documentos virreinales del Archivo Judicial de Teposcolula. René Bustamante Villanueva ha donado muchas piezas al MTO, incluyendo un huipil que ilustramos aquí. Jorge López López y Manuel Soria se esmeraron al tomar las fotografías para este trabajo.

153


Bibliografía Acuña, René (ed.) 1984 Relaciones geográficas del siglo XVI, Antequera, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México, D.F. Aguirre Beltrán, Gonzalo Cuijla, esbozo etnográfico de un pueblo negro, Fondo de Cultura 1958 Económica, México. Agustín Aquino, Octavio 2005 Perspectivas matemáticas del calendario prehispánico y las grecas de Mitla en la cultura ñuu savi. En: Ortiz Escamilla, Reina, e Ignacio Ortiz Castro (eds.) Pasado y presente de la cultura mixteca. Universidad Tecnológica de la Mixteca, Huajuapan de León, Oaxaca: 117-149. Altman, Patricia B., y Caroline D. West 1992 Threads of identity; Maya costume of the 1960s in Highland Guatemala. Fowler Museum of Cultural History, University of California, Los Angeles. Aquino, Irene 1985 American Museum of Natural History sin fecha Catálogo de la colección de textiles.<anthro.amnh.org/anthropology/ databases/common/public_access.cfm?database=textile> Comunicación personal, Río Hondo, Santa Catarina Estetla. Archivo General de la Nación 1591 Ramo de Indios, 3:540, f. 127. Citado por Terraciano, K., 2001: 249. Archivo Judicial de Teposcolula 1563 Ramo Civil, legajo 32, expediente 22. Citado por Spores, R., 2007: 289-294. Archivo Judicial de Teposcolula 1594 Ramo Civil, 1:161 bis. Citado por Terraciano, K., 2001: 244. 154


Archivo Judicial de Teposcolula Ramo Criminal, 6:644, f. 64v. Citado por Terraciano, K., 1677 2001: 241. Archivo Judicial de Teposcolula 1831-1832 Legajo 80, expedientes 1831 y 1832. Citados por Pastor, R., 1987: 517. Archivo Judicial de Teposcolula sin fecha Legajo 74, expediente 61. Citado por Pastor, R., 1987: 277-278. Arriola de Geng, Olga 1991 Los tejedores en Guatemala y la influencia española en el traje indígena, Litografías Modernas, Guatemala. Bartolomé, Miguel A. 1984 El ciclo mítico de los hermanos gemelos sol y luna en las tradiciones de las culturas oaxaqueñas, Centro de las Culturas Oaxaqueñas, Centro Regional de Oaxaca, INAH. Berdan, Frances F., y Patricia R. Anawalt 1992 Codex Mendoza, University of California Press, Berkeley. Berlin, Brent 1992 Ethnobiological classification; principles of categorization of plants and animals in traditional societies, Princeton University Press. Berlo, Janet C. 1996 Beyond bricolage: women and aesthetic strategies in Latin American textiles. En: Schevill, Margot B., J.C. Berlo y Edward B. Dwyer (eds.) Textile traditions of Mesoamerica and the Andes: an anthology, University of Texas Press, Austin: 437-482. Beyer, Hermann 1924-27 El origen, desarrollo y significado de la greca escalonada, El México Antiguo, Tomo II: 61-121. 155


Borah, Woodrow Silk raising in colonial Mexico. Ibero-Americana, 20. Univer1943 sity of California Press, Berkeley. Caballero Morales, Gabriel 2008 Diccionario mixteco; tutu tu’un ñuu savi. Universidad Tecnológica de la Mixteca, Huajuapan de León, Oaxaca. Campbell, Sara S., Andrea J. Peterson, Filiberto Lorenzo C., Catalina López de G. y Daniel F. García A. 1986 Diccionario mixteco de San Juan Colorado. Serie de Vocabularios y Diccionarios Indígenas “Mariano Silva y Aceves” no. 29, ILV, México, D.F. Casiano Franco, Vicente Paulino 2008 Diccionario básico de la lengua mixteca; variante de Cuatzoquitengo, Gro. Edición del autor, Acapulco. Castelló Yturbide, Teresa 1988 Colorantes naturales de México. Industrias Resistol, México, D.F. Castelló Y., T., y Carlotta Mapelli Mozzi 1965 y 1968 El traje indígena en México. 2 volúmenes, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, D.F. Castelló Y., T., et al. 1993 El arte plumaria en México. Fomento Cultural Banamex, México, D.F. Cordry, D.B., y D. Cordry 1968 Mexican Indian costumes, University of Texas Press, Austin. Cortés Nicolás, Luciano 1985 Comunicación personal, Zaragoza Chalcatongo.

156


Cruz Ortiz, Alejandra Yakua kuia, el nudo del tiempo, CIESAS, México, D.F. 1998 Cuéllar, Elizabeth S. 1977 San Agustín Tlacotepec, Mixteca Alta belt-weaving village. En: Emery, I., y P. Fiske (eds.) Ethnographic textiles of the Western Hemisphere. Chávez Rendón, César, Óscar Mingüer Vargas et al. 1998-2011 Base de datos florísticos y etnobotánicos de especies nativas del estado. Jardín Etnobotánico de Oaxaca, Centro Cultural Santo Domingo, Oaxaca. Dahlgren-Jordán, Bárbara 1975 Las artes textiles. En: Martínez Peñaloza, Porfirio, et al. Arte popular mexicano. Editorial Herrero, México, D.F. Dávila Padilla, Agustín 1625 Historia de la fundación y discurso de la provincia de Santiago de México, de la Orden de Predicadores. En casa de Juan de Meerbeque, Bruselas. Citado en: Donkin, R.A., 1977: 24. de Alvarado, Francisco 1593 Vocabulario en lengua misteca. Casa de Pedro Balli, México. de Ávila Blomberg, Alejandro 1980 Catalog for an exhibit of Mexican textiles. Miscellaneous Series, 14. Middle American Research Institute, Tulane University, Nueva Orleans. de Ávila B., A. 1983 Notas de campo: Pinotepa de Don Luis, Santiago Ixtayutla, Chilixtlahuaca, Manuscrito. de Ávila B., A. 1985 Notas de campo: Estetla, Peñoles y Tlazoyaltepec, Manuscrito.

157


de Ávila B., A. 1987-1989 Notas de campo: Coicoyán de las Flores y Jicayán de Tovar, Manuscrito. de Ávila B., A. 1996 Tejidos que cuidan el alma. En: Lechuga, Ruth (coord.) Textiles de Oaxaca: 38-53. de Ávila B., A. 1997 Threads of diversity: Oaxacan textiles in context. En: Klein, Kathryn (ed.) The unbroken thread: conserving the textile traditions of Oaxaca. Getty Conservation Institute, Malibú: 86-151. de Ávila B., A. 1998 Un huipil colorado: tiempos del textil oaxaqueño. En: Dalton Palomo, Margarita, y Verónica Loera y Chávez (eds.) Historia del Arte de Oaxaca, vol. III. Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Oaxaca: 216-261. de Ávila B., A. 2008 La diversidad lingüística y el conocimiento etnobiológico. En: Sarukhán Kermez, José (coordinador general) Capital natural de México. Volumen I: Conocimiento actual de la biodiversidad. Compiladores: Jorge Soberón, Gonzalo Halffter y Jorge Llorente Bousquets. CONABIO, México, D.F., capítulo 16: 497556. de Herrera y Tordesillas, Antonio 1601-1615 Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano, Citado en:, Pastor, R., 1987: 60, y Donkin, R.A., 1977: 23. de María y Campos, Teresa, y Teresa Castelló Yturbide 1990 Historia y arte de la seda en México: siglos XVI-XX. Fomento Cultural Banamex, México, D.F.

158


de Molina, Alonso Vocabulario en lengua mexicana y castellana. Casa de Antonio 1571 de Spinosa, México. Reedición de 1970, Editorial Porrúa, México, D.F. Dehouve, Danièle 2004 Las haciendas volantes de la Sierra de Tlapa; origen e historia. En: Dehouve, D., Roberto Cervantes Delgado & Ulrik Hvilshøj, La vida volante; pastoreo trashumante en la Sierra Madre del Sur, ayer y hoy, Universidad Autónoma de Guerrero y Jorale Editores, México, D.F.: 81-99. Delgado Pang, Hilda 1977 Similarities between certain early Spanish, contemporary Spanish folk, and Mesoamerican Indian textile design motifs. En: Emery, Irene, y Patricia Fiske (eds.) Ethnographic textiles of the Western Hemisphere. Dibble, Charles E., y Arthur J.O. Anderson (editores y traductores) 1950-1982 Florentine Codex. General history of the things of New Spain. Edición comentada de la obra de Bernardino de Sahagún de ca. 1540-1585. School of American Research, Santa Fe, y University of Utah Press, Salt Lake City. Donkin, R.A. 1977 Spanish red: an ethnogeographical study of cochineal and the Opuntia cactus. Transactions of the American Philosophical Society, 67(5). Philadelphia. Drucker, Susana 1963 Cambio de indumentaria; la estructura social y el abandono de la vestimenta indígena en la villa de Santiago Jamiltepec, Instituto Nacional Indigenista, México, D.F.

159


Dyk, Anne, y Betty Stoudt Vocabulario mixteco de San Miguel el Grande. Serie de Voca1973 bularios Indígenas “Mariano Silva y Aceves” no. 12, Instituto Lingüístico de Verano, México, D.F. Elwell, Karen [alias Teyacapan] sin fecha Fotografías y comentarios de textiles de Santiago Ixtayutla y Santiago Nuyóo. <www.flickr.com/photos/citlali/4480211456> <flickr.com/photos/citlali/300112733> <flickr.com/photos/60047372@N00/2316769452> <www.flickr. com/photos/60047372@N00/2397995649> Emery, Irene 1966 The primary structures of fabrics. The Textile Museum, Washington, D.C. Emery, Irene, y Patricia Fiske (eds.) 1977 Ethnographic textiles of the Western Hemisphere. Irene Emery Roundtable on Museum Textiles 1976 Proceedings, The Textile Museum, Washington, D.C. Esparza, Manuel 1994 Relaciones geográficas de Oaxaca, 1777-1778. CIESAS e Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Oaxaca. Evans, Helen C., y William D. Wixom (eds.) 1997 The glory of Byzantium; art and culture of the Middle Byzantine Era, A.D. 843-1261. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York. Flanet, Veronique 1977 Viviré si Dios quiere; un estudio de la violencia en la Mixteca de la costa. Serie Antropología Social No. 55, Instituto Nacional Indigenista/SEP, México, D.F.

160


Freund, Robert E. en curso Proyecto de documentación fotográfica de la indumentaria y los textiles de los pueblos indígenas de México. <www.mexicantextiles.com> Fryxell, Paul A. 1988 Malvaceae of Mexico. Systematic Botany Monographs, 25. The American Society of Plant Taxonomists. Furst, Jill L. McKeever 1995 The natural history of the soul in ancient Mexico, Yale University Press, New Haven. Gabriel Hernández, Franco 1987 Comunicación personal, San Juan Tamazola, Oaxaca. Gallegos Ruiz, Roberto 1997 Tumbas de Zaachila en la historia y el arte de Oaxaca. En: Dalton Palomo, Margarita, y Verónica Loera y Chávez (eds.) Historia del Arte de Oaxaca, vol. I. Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Oaxaca: 175-199. García Isidro, Irma 1996 Comunicación personal,Tuxtepec, Oaxaca. García Mendoza, Abisaí J. 1989 La familia Agavaceae en Oaxaca, México. Cactáceas y Suculentas Mexicanas, 34: 16-22. García M., A.J. 2004 Agaváceas. En: García M., A.J., María de Jesús Ordóñez D. y Miguel A. Briones S. (eds.) Biodiversidad de Oaxaca. Instituto de Biología UNAM, Fondo Oaxaqueño para la Conservación de la Naturaleza y WWF, México, D.F.: 159-169.

161


García M., A.J. Revisión taxonómica del complejo Agave potatorum Zucc. 2010 (Agavaceae): nuevos taxa y neotipificación. Acta Botanica Mexicana, 91. <www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S018771512010000200008&script=sci_arttext> García Nava, Pascuala 1985 y 1986 Comunicación personal. Santa Catarina Estetla. Hermann Lejarazu, Manuel A. 2012 Códice Baranda. En: Sepúlveda y Herrera, María Teresa, et al., La colección de códices de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Arqueología Mexicana, edición especial no. 42: 26-29. Hernández, Martina 1985 Comunicación personal. Santa María Peñoles. Hollenbach, Barbara 1977 El origen del sol y de la luna; cuatro versiones en el trique de Copala. Tlalocan, 7: 123-170. Johnson, Irmgard Weitlaner 1952 Notas de campo, manuscrito inédito, Universidad de Leiden. <www.rmv.nl/publicaties/22Mixteeks_textiel/n/veldwerk_johnson.pdf> Johnson, I.W. 1966 Análisis textil del lienzo de Ocotepec. En: Summa Anthropologica en homenaje a Roberto J. Weitlaner, INAH, México, D.F. Johnson, I.W. 1967a Textiles. En: MacNeish, R.S., A. Nelken-Terner & I.W. Johnson, Nonceramic Artifacts. Douglas S. Buyers (ed.): The Prehistory of the Tehuacán Valley, Vol.2. University of Texas Press, Austin.

162


Johnson, I.W. Miniature garments found in Mixteca Alta caves, Mexico. Folk, 1967b 8-9: 179-190. Copenaguen. Johnson, I.W. 1984 Comunicación personal. Coyoacán, México, D.F. Johnson, I.W. 1996 Anatomía de una tradición textil. En: Lechuga, R.D. (coord.) Textiles de Oaxaca: 2437. Johnson, I.W. 2004 A rare type of Mexican gauze. Tetl, Leiden, Países Bajos. Johnson, Nicholas Comunicación personal y fotografías tomadas en Santa María 2011 Chachoapan, distrito de Nochixtlán, Oaxaca. Jones, Anita 1957-1969 Archivo fotográfico inédito, Museo Textil de Oaxaca. Josserand, Judy Kathryn 1983 Mixtec dialect history. Tesis doctoral, Departamento de Antropología, Universidad de Tulane, Nueva Orleans. Karttunen, Frances 1983 An analytical dictionary of Nahuatl. University of Texas Press, Austin. Lechuga, Ruth D. 1982a El traje indígena de México: su evolución desde la época prehispánica hasta la actualidad. Panorama Editorial, México, D.F. Lechuga, R.D. 1982b Las técnicas textiles en el México indígena. FONART, México, D.F.

163


Lechuga, R.D. (coord.) Textiles de Oaxaca. Artes de México, 35. México, D.F. 1996 López García, Ubaldo 1997 La presencia de Apoala en los códices mixtecos. En: Dalton Palomo, Margarita, y Verónica Loera y Chávez (eds.) Historia del Arte de Oaxaca, vol. I. Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Oaxaca: 269-285. Mabberley, D.J. 2008 Mabberley’s plant book; a portable dictionary of plants, their classification and uses. Tercera edición, Cambridge University Press. Mapelli Mozzi, Carlota, Teresa Castelló Yturbide et al. 1987 La tejedora de vida; colección de trajes mexicanos de Banca Serfín. Banca Serfín, México, D.F. Martínez Balderas, Nabor 2008 Comunicación personal. Museo Textil de Oaxaca. Matos Moctezuma, Eduardo 1997 Arte prehispánico de Oaxaca: donde el firmamento envuelve. En: Dalton Palomo, Margarita, y Verónica Loera y Chávez (eds.) Historia del Arte de Oaxaca, vol. I. Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Oaxaca: 22-33. McCafferty, Geoffrey G., Sharisse D. McCafferty y Byron Hamann 1994 Powerful women of pre-Columbian Oaxaca. Ponencia presentada en la American Anthropological Association Meeting, Atlanta. McCafferty, Sharisse D., y Geoffrey G. McCafferty 1994 Engendering Tomb 7 at Monte Albán: respinning an old yarn. Current Anthropology, 35(2): 143-166.

164


McCafferty, S.D., y G.G. McCafferty Spinning and weaving as female gender identity in Post-Classic 1996 Mexico. En: Schevill, M.B., J.C. Berlo y E.B. Dwyer (eds.) Textile traditions of Mesoamerica and the Andes: 19-44. Memoria del Gobierno del Estado de Oaxaca, 1861 Citada en: Pastor, Rodolfo 1987 Campesinos y reformas: la Mixteca, 1700-1856. El Colegio de México, México, D.F.: 488. Mendívil Salgado, Rodolfo 2008 Con mi voz y mi palabra; memorias de un luchador social del siglo XX. Un mixteco en el camino. Producción Gráfica y Audiovisual Artificios García Diseño e Impresión, Puebla. Mendoza García, J. Édgar 2011 Municipios, cofradías y tierras comunales; los pueblos chocholtecos de Oaxaca en el siglo XIX. UABJO, CIESAS y UAM Azcapotzalco, Oaxaca. Meneses Lozano, Héctor M. 2008 Un paño novohispano, tesoro del arte plumaria. Apoyo al Desarrollo de Bibliotecas y Archivos de México, A.C., México, D.F. Móhar Betancourt, Luz María 1987 El tributo mexica en el siglo XVI: análisis de dos fuentes pictográficas. Cuadernos de la Casa Chata 187, CIESAS, México, D.F. Morales, Dominga 1986 Comunicación personal. Santa Catarina Estetla. Motolinía, Toribio de Benavente 1541 Epístola proemial... Publicada en: Historia de los Indios de la Nueva España, Editorial Porrúa, México, D.F., 1979.

165


Mouat, Andrew C. Los chiveros de la Mixteca Baja. Tesis de maestría en antropo1980 logía social, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México, D.F. Nemnich, P.A. 1821 Neues Waaren-Lexikon in Zwölf Sprachen. Im Verlag der Nemnischen Buchhandlung, gedruckt bei Conrad Müller. Hamburg. Nuttall, Zelia 1901 The fundamental principles of Old and New World civilizations. Cambridge, Massachussetts. Nuttall, Z. 1909 A curious survival in Mexico of the use of the Purpura shell-fish for dyeing. Putnam Anniversary Volume, The Torch Press, Cedar Rapids, Iowa: 366-384. Ohala, John 1984 An ethological perspective on common cross-language utilization of FO of voice. Phonology Laboratory, Department of Linguistics, University of California at Berkeley. Manuscrito inédito, citado por Berlin, 1992. Oliveros Reyes, Trinidad 1988 Comunicación personal. Coicoyán de las Flores. Osborne, Lilly de Jongh 1965 Indian crafts of Guatemala and El Salvador. University of Oklahoma Press, Norman. Palma Cruz, Felipe de Jesús 1991 El género Agave L. y su distribución en el estado de Oaxaca. Tesis profesional, ENEP Iztacala, UNAM.

166


Parmenter, Ross El viaje a Tehuantepec de Zelia Nuttall. Guchachi’ reza, 29: 2-5. 1989 Oaxaca. Pastor, Rodolfo 1987 Campesinos y reformas: la Mixteca, 1700-1856. El Colegio de México, México, D.F. Peigler, Richard S. 1993 Wild silks of the world. American Entomologist, 39(3): 151161. Peigler, R.S., Taeko Narumi y Masahiko Kobayashi 1993 Fiber identification of Eucheira socialis (Pieridae), a wild silkworm from Mexico. En: Akai, H., et al. (eds.) Wild Silmoths ‘92. International Society for Wild Silkmoths, Japón. Pensinger, Brenda J. (compiladora) 1974 Diccionario mixteco del este de Jamiltepec, pueblo de Chayuco. Serie de Vocabularios y Diccionarios Indígenas “Mariano Silva y Aceves”, No. 18. Instituto Lingüístico de Verano, México, D.F. Pohl, John D. 1994 Weaving and gift exchange in the Mixtec codices. En: Johnson, Grace, y Douglas Sharon (eds.) Cloth and curing; continuity and change in Oaxaca. San Diego Museum Papers No. 32, San Diego Museum of Man. Preuss, Konrad T. Kosmische Hieroglyphen der Mexikaner. Zeitschrift für Ethno1901 logie, 33. Pride, Kitty, y Leslie Pride (recopiladores) 2004 Diccionario chatino de la zona alta; Panixtlahuaca, Oaxaca, y otros pueblos. Serie de Vocabularios y Diccionarios Indígenas “Mariano Silva y Aceves”, No. 47. Instituto Lingüístico de Verano, México, D.F. 167


Ramírez Espinosa, Marisela Comunicación personal. Tezoatlán de Segura y Luna. 2011 Ramírez López, Guadalupe 1985 Comunicación personal. Santiago Tlazoyaltepec. Reyes Valerio, Constantino 1993 De Bonampak al Templo Mayor; el azul maya en Mesoamérica. Siglo Veintiuno Editores, México, D.F. Romero Frizzi, María de los Ángeles sin fecha Transcripciones de documentos del Archivo Judicial de Teposcolula, siglos XVI- XVIII. Manuscrito. Romero León, Julieta 2006 Textiles tradicionales de Santiago Jamiltepec, Oaxaca: el simbolismo de sus diseños. En: Gómez Martínez, Arturo (coord.) El arte popular mexicano; memoria del coloquio nacional. Consejo Veracruzano de Arte Popular, Xalapa. Roquero, Ana 2006 Tintes y tintoreros de América; catálogo de materias primas y registro etnográfico de México, Centro América, Andes Centrales y Selva Amazónica. Instituto del Patrimonio Histórico Español, Ministerio de Cultura, Madrid. Rowe, Ann Pollard 1981 A century of change in Guatemalan textiles. The Center for InterAmerican Relations, Nueva York. Ruiz, Paula 1985 Comunicación personal. Santa María Peñoles. Ryesky, Diana 1975 Aspectos de la producción de textiles en telar de cintura en la Costa Chica de Oaxaca. Boletín del Departamento de Investigación de las Tradiciones Populares, 2; Dirección General de 168


Arte Popular, Secretaría de Educación Pública México, D.F.: 101-114. Ryesky, D. World of the weaver: an ethnographic study of textile production 1977a in a Mexican village. Tesis doctoral, New School for Social Research, Nueva York. Ryesky, D. 1977b Wrap-around skirts from Pinotepa de Don Luis, Oaxaca. En: Emery, Irene, y Patricia Fiske (eds.) Ethnographic textiles of the Western Hemisphere. Sánchez Bautista, Carlos Macedonio 1985 Comunicación personal. San Juan Mixtepec, Juxtlahuaca. Sandoval Cruz, Fausto 2003 Telar y cultura triqui. En: Bartolomé, Miguel, Alicia Barabas y Benjamín Maldonado (eds.) Atlas etnográfico de Oaxaca. INAH, México, D.F. Sandoval Morales, Elizabeth 2010 Comunicación personal. Oaxaca. Santiago, Paula 1985 Comunicación personal. Santa María Peñoles. Schevill, Margot Blum 1985 Evolution in textile design from the highlands of Guatemala; seventeen male tzutes, or headdresses, from Chichicastenango in the collections of the Lowie Museum of Antropology. The Occasional Papers, No. 1. Universidad de California, Berkeley. Schevill, M.B., Janet C. Berlo y Edward B. Dwyer 1996 Textile traditions of Mesoamerica and the Andes: an anthology. University of Texas Press, Austin.

169


Seiler-Baldinger, A. Textiles, a classification of techniques. Smithsonian Institution 1994 Press, Washington, D.C. Seler, Eduard 1904-1909 Codex Borgia. Eine almexikanische Bilderschrift der Bibliothec der Congregatio de Propaganda Fide. Berlín. Small, Priscilla C. 1997 Transcripción de narraciones tradicionales de San Juan Coatzospan. Manuscrito inédito. Spores, Ronald 1997 Arte antiguo en la Mixteca. En: Dalton Palomo, Margarita, y Verónica Loera y Chávez (eds.) Historia del Arte de Oaxaca, vol. I. Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Oaxaca: 60-77. Spores, R. 2007 Ñuu Ñudzahui, la Mixteca de Oaxaca: la evolución de la cultura mixteca desde los primeros pueblos preclásicos hasta la independencia. Colección Voces del Fondo, Serie Etnohistoria, Fondo Editorial del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. Oaxaca. Starr, Frederick 1899 Indians of southern Mexico: an ethnographic album. Lakeside Press, Chicago. Starr, F. 1900

Notes upon the ethnography of Southern Mexico. Proceedings of the Davenport Academy of Natural Sciences, Vol. 8. Putnam Memorial Publication Fund. Davenport, Iowa.

Start, Laura E. 1948 The McDougall collection of Indian textiles from Guatemala and Mexico. Occasional Papers on Technology, 2. Pitt Rivers Museum, University of Oxford. 170


Strebel, Hermann Über Tierornamente auf Tongefässen aus Alt-Mexiko. Verö1899 ffentlichungen aus dem Königlichen Museum für Völkerkunde, 6. Berlín. Stresser-Péan, Claude 2011 Des vêtements et des hommes, une perspective historique du vêtement indigène au Mexique. Le vêtement précortésien. Riveneuve, París. Suma de Visitas 1541 Documentos publicados en: del Paso y Troncoso, Francisco (comp.) 1905-1906 Papeles de la Nueva España. Establecimiento Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, Madrid. Terraciano, Kevin The Mixtecs of colonial Oaxaca; Ñudzahui history, sixteenth 2001 through eighteenth centuries. Sanford University Press. Turok, Marta, A.M. Sigler, E. Hernández, J. Acevedo, R. Lara y V. Turcott 1988 El caracol púrpura, una tradición milenaria en Oaxaca. Dirección General de Culturas Populares, SEP, México, D.F. Vázquez, Juan Adolfo 1983 The cosmic serpent in the Codex Baranda. Journal of Latin American Lore, 9(1): 3-15. Ve’e Tu’un Savi / Academia de la Lengua Mixteca 2007 Bases para la escritura de tu’un savi. Colección Diálogos, Pueblos Originarios de Oaxaca. Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado de Oaxaca, y Dirección General de Culturas Populares e Indígenas, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Oaxaca.

171


Velasco, Alfonso Luis Geografía y estadística de Oaxaca. En: García León, Lorenzo 1891 (ed.) Geografía y estadística de la República Mexicana. México, D.F. Wallert, Arie 1997 The analysis of dyestuffs on historical textiles from Mexico. En: Klein, Kathryn (ed.) The unbroken thread: conserving the textile traditions of Oaxaca. Getty Conservation Institute, Malibú: 56-85. Wegier, Ana 2011 Comunicación personal, Jardín Etnobotánico de Oaxaca. Wegier, Ana, A. Piñeyro Nelson, J. Alarcón, A. Gálvez Mariscal, Elena R. Álvarez Buylla & Daniel Piñero 2011 Recent long-distance transgene flow into wild populations conforms to historical patterns of gene flow in cotton (Gossypium hirsutum) at its centre of origin. Molecular Ecology. <onlinelibrary. wiley.com/doi/10.1111/j.1365-294X.2011.05258.x/suppinfo>

172


J

Mtro. Miguel Hernández Hernández

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Unidad Distrito Federal

I Algunas ideas para entender el concepto de identidad étnica En este trabajo se propone como hipótesis central que las relaciones interétnicas en Santiago Jamiltepec y la intervención institucional son los principales elementos que han propiciado un cambio lingüístico entre los indígenas. Partiendo de ciertas definiciones centrales, se establecerán algunas categorías étnicas que utilizaremos a lo largo de este documento. México es un país multicultural, conformado históricamente por diversos grupos étnicos que han reinventado su identidad a lo largo de una serie de procesos históricos. Hablar de la identidad y la etnicidad de estos grupos suele ser un tema muy complejo entre quienes se dedican a estudiar estos pueblos. Los antropólogos que han realizado etnografías y estudios acerca de las tradiciones y relaciones sociales al interior y entre cada grupo, estableciendo categorías étnicas que, considero, se han aplicado sin considerar la especificidad de los distintos grupos étnicos del país. Tradicionalmente las consideraciones del otro, sin tomar en cuenta las especificidades y características que se presentan al interior de un mismo grupo étnico, tienden a crear, basados en apariencias inmediatas, estereotipos y generalizaciones que dejan de lado la diversidad que puede existir al interior de una comunidad. Al respecto, Susana B.C De Valle, al igual 173


que otros académicos, ha planteado una crítica hacia las formas en las que tradicionalmente se han realizado estudios sobre los otros, estudios que en gran medida se han desarrollado en centros académicos por parte de científicos sociales que ubican a los estudiados como actores pasivos frente a un mundo que está en permanente cambio, y no toman en cuenta que éstos están directamente involucrados en la conformación de su identidad y en su distinción con respecto a otros grupos1. La manera en la que los grupos humanos, ya sea de manera individual o colectiva, definen lo que son y establecen una distinción con aquellos que son diferentes a ellos es un primer nivel de identidad. De esta manera se conforma no sólo una identidad, sino muchas2 en las que personas o grupos humanos están definidos por su condición social, económica o su pertenencia a algún grupo religioso, por citar algunos ejemplos3. Por lo general, la identidad involucra aspectos ligados a la subjetividad y experiencias emocionales que de manera individual o colectiva van estableciendo lazos más fuertes a nivel afectivo o de compromiso con un grupo en particular. Pero hay un aspecto fundamental en la construcción de las identidades, a saber, que la identidad o identidades son parte de relaciones sociales y se conforman como el “resultado de un proceso de identificación en el seno de una situación relacional”4, es decir, que se conforman con el fin de la diferenciación con respecto a otros grupos humanos. Gilberto Giménez plantea al respecto que “la voluntad de distintividad, demarcación y autonomía, inherente a la afirmación de identidad, requiere ser reconocida por los demás actores para poder existir socialmente”5, es decir, para ser percibido como distinto. 1

Susana Devalle, B.C., Concepciones de la etnicidad, usos, deformaciones y realidades, en Los retos de la etnicidad en los estados-nación del siglo XXI, Leticia Reina, coordinadora, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Instituto Nacional Indigenista, Miguel Ángel Porrúa, 2000, p. 36,37. 2 Miguel Bartolomé, Gente de costumbre y gente de razón. Las identidades étnicas en México, México, Siglo XXI – Instituto Nacional Indigenista, 1997, p 42-43. 3 Federico Navarrete Linares, Las relaciones Inter–étnicas, México, Universidad Nacional Autónoma de México – Coordinación de Humanidades – Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades – México Nación Multicultural, 2004, (Colección la Pluralidad Cultural en México # 3), p. 24. 4 Gilberto Giménez, “Identidades étnicas: estado de la cuestión”, en Los retos de la etnicidad en los estadosnación del siglo XXI, Leticia Reina, coordinadora, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Instituto Nacional Indigenista, Miguel Ángel Porrúa, 2000, p. 54. 5 Idem, p. 56.

174


Cuando las características que identifican y unen a los grupos humanos rebasan el plano individual, y se crean identidades colectivas más estables, el concepto de identidad adquiere otra connotación. De esta manera Federico Navarrete plantea que “cuando una identidad colectiva sirva para definir una comunidad política se le llama “identidad étnica”6. Cada individuo o grupo étnico define lo que es en función de algunos rasgos culturales que comparte, como por ejemplo, lengua, indumentaria, prácticas religiosas, organización social y política, así como una historia común7. La identidad puede ser maleable, y al respecto es interesante el planteamiento hecho por Miguel Bartolomé sobre la identidad instrumental, la cual se “invoca en un momento determinado para la obtención de algún fin y concluida la interacción vuelven a un estado de latencia”8. Algunos grupos étnicos o personas han utilizado alguno de estos rasgos culturales para obtener algún beneficio, y así lo demuestra el siguiente testimonio: Pues haber si no me lo pongo en estos días [su indumentaria tradicional]. Tengo nuevo traje que apenas lo hice. Sí. Esos hombres con cotón ya no se ven mucho, y esos son los que valen más. Eso es lo que debo de hacer yo, cargar cotón y saber leer. Ese es mi pensamiento que se ve bonito así: una gente de cotón que habla bien castellano y sabe leer. Eso vale mucho yendo con la autoridad. Como la vez pasada, dice, que los señores mestizos cuando querían ser comisariado, ello se pusieron cotón y calzón y fueron con el presidente de la república, dice; pero cuando le hablaron con el presidente, pue’, estuvo bien porque ellos hablan castellano, dice. Pero después ellos, dice, estaban oyendo que ellos estaban platicando puro castellano, que no platicaban la idioma, no platicaban idioma y dicen, pues éstos no son indios. Fue cuando quería ser comisariado el difundo Monchi Reyes, pue’. Se vistieron dice. Los mestizos se vistieron de indio y 6 7 8

Navarrete, op, cit., p. 25. Algunos grupos étnicos comparten elementos que ayudan a conformar una historia y origen común. Un ejemplo de esta situación son los mitos de origen o de fundación, en los cuales se narran las historias sobre cómo se formaron sus comunidades. Miguel Bartolomé ejemplifica de la siguiente manera: “También ilustrativo es el caso de los indígenas que cambian su indumentaria tradicional al llegar a los pueblos mestizos o, a la inversa, el caso del vendedor de artesanías que recurre a la indumentaria étnica para vender su diferencia. La manipulación o negociación de la identidad que se produce en las fronteras de interacción es instrumentalmente orientada hacia la satisfacción de fines inmediatos. Esta práctica da cuenta tanto de la rigidez social como de la ambigüedad ideológica que tipifican dichas fronteras.” Bartolomé, op, cit., p. 71.

175


fueron, dice. Así dicen unos señores que tal vez se dieron cuenta, pue’. No ves que cuando van a hablar con lo grande, lo toman foto, lo toman así, y por eso sabe la gente9. Por otro lado, también es necesario hacer una distinción entre identidad étnica y etnicidad. La primera se conforma, como ya se ha planteado, a partir del cúmulo de características o rasgos culturales que comparten de manera colectiva un grupo de personas. En cambio, la etnicidad, es la “identidad en acción”10 y es una manifestación política de lo étnico que permite la visualización de contrastes entre los distintos grupos sociales que interactúan en las sociedades. Esta condición se puede observar con mejor claridad en las sociedades que se han caracterizado por su configuración multiétnica, en la que ellas mismas van delimitando los rasgos que las diferencian entre sí11. La etnicidad, como se verá líneas adelante, “debe verse como un proceso cuyos significados sólo pueden comprenderse en contexto, evolucionando en el curso de la historia en circunstancias sociales específicas de un pueblo dado”12. Este complejo proceso da origen a lo que los estudiosos sobre el tema han denominado relaciones interétnicas. Estas relaciones se han constituido a lo largo de la historia de las sociedades multiétnicas, y prácticamente ningún pueblo escapa a la experiencia. Como lo ha planteado Federico Navarrete, las relaciones interétnicas son “relaciones de poder, es decir, que son relaciones de dominación política, de control social y de explotación económica”13. Las diferencias en el ámbito económico o político adquieren una mayor relevancia en el contexto de las relaciones interétnicas precisamente a partir de que un grupo en una sociedad multiétnica es el que mantiene el control político o económico, presentándose así una compleja interacción que lleva a cada grupo a reafirmar su identidad étnica, adaptarse a la realidad que esté viviendo, o redefinir su rasgos identitarios y culturales14. Las relaciones interétnicas han sido una manifestación de las sociedades humanas a lo largo de la historia, y se han caracterizado por un constante 9 Entrevista con el Sr. Antonio, Santiago Jamiltepec, Municipio de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, julio de 2006. 10 Bartolomé op. cit., p. 76. 11 Ibidem. 12 De Valle, B.C. op. cit., p. 38. 13 Navarrete, op. cit., p. 31. 14 Idem, p. 32.

176


cambio. En México, estas relaciones existen desde antes de la llegada de los españoles y han dado origen a complejos fenómenos entre las sociedades que han coexistido a través de la historia. Bajo este planeamiento, es importante destacar, como lo hace Federico Navarrete, que El carácter histórico de las relaciones interétnicas nunca debe olvidarse, pues sólo se les puede entender dentro de su contexto temporal y geográfico. Por ello, para comprender cuáles son las relaciones interétnicas entre indígenas y mestizos, y el significado mismo de estas categorías étnicas en el México contemporáneo, no tiene sentido analizar la historia de los indígenas por separado de la de otros grupos de la población nacional, sino que antes que nada, analizar las relaciones de dominación política, diferenciación y segregación social, y explotación económica que definen y separan hoy a ambos grupos15. En el contexto de las relaciones interétnicas no existe una identidad étnica autentica o única, y es, sobre todo, en los Estados multiculturales donde los distintos grupos étnicos se han adaptado a sus nuevas circunstancias; se han redefinido en función de sus nuevas necesidades bajo la lógica, en algunos casos, de que para “poder seguir siendo hay que dejar de ser lo que se era”16. Lo que los investigadores sociales han llamado etnogénesis son precisamente esos procesos de actualizaciones identitarias o procesos de reetnización “expresados como movimientos de recuperación cultural que protagonizan colectividades étnicas preexistentes, pero cuya presencia social había estado un tanto oculta por la ausencia de manifestaciones explícitas”17. Son distintos los niveles y los grados de adaptación que han impulsado los diferentes grupos étnicos de nuestro país, y los casos están determinados por los contextos históricos y las dinámicas que se presentan en el marco de las relaciones interétnicas. Gilberto Giménez plantea que, por ejemplo, “una modalidad extrema de estrategia de identificación consiste en ocultar la propia identidad para escapar a la discriminación, al exilio e incluso a la masacre”. Es común que en comunidades donde 15 Idem, p. 33. 16 Bartolomé, op. cit., p. 72. 17 Miguel Alberto Bartolomé, “Los rostros étnicos de México; relaciones interétnicas, identidades y autonomías,” en Visiones de la diversidad. Relaciones interétnicas e identidades indígenas en el México actual, Vol. 1, Miguel Alberto Bartolomé (coord.), México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2004, p. 52.

177


las relaciones interétnicas han generado climas de confrontación violenta o en las que un grupo haya mostrado intolerancia frente a los rasgos culturales de algún grupo étnico, los procesos de reconfiguración étnica tienen diferentes manifestaciones. Mientras hay algunos grupos étnicos que cambian radicalmente y hacen a un lado algunos aspectos culturales como la lengua o la indumentaria, otros conforman un discurso y prácticas que reafirman todo aquello que se estaba perdiendo, como la lengua. Por otro lado, puede presentarse un tránsito étnico (como lo llama Miguel Bartolomé) en el que, por ejemplo, un indígena, si los medios materiales se lo permiten, renuncie a su cultura tradicional y se incorpore al sector mestizo; sin embargo, no sucede lo mismo entre los mestizos, ya que es difícil que los mestizos quieran asumir un estilo de vida indígena, a menos que reivindiquen su pasado indígena bajo la idea de conformar una nueva identidad que, como se ha visto en la historia de México, los coloque en una posición de herederos de una cultura ancestral y formadores de la moderna nación mexicana18. Ahora bien, es interesante ver que aunque hay personas que se autoadscriben como mestizos, sus prácticas cotidianas tienen muchos aspectos relacionados con lo que comúnmente se denomina lo indígena. En algunas comunidades de la Costa Chica de Oaxaca, por mencionar algunos ejemplos, hay pueblos que tienen estilos de vida y prácticas similares19 a las de los pueblos indígenas. Los procesos de etnogénesis y redefinición de las identidades étnicas están enmarcados en un contexto de relaciones interétnicas y se presentan en momentos específicos a lo largo de la historia. La situación se hace más compleja cuando aparecen políticas implementadas desde el Estado hacia los distintos grupos étnicos, cargados de un interés ideológico para construir una nueva identidad o incorporar a estos grupos a la nación. En México, después de la Revolución mexicana, las políticas para “mexicanizar a los indios” fueron parte de un proyecto ideológico-político para conformar una nueva identidad nacional que legitimaría el mestizaje cultural. De esta forma, como lo señala Bartolomé, “aculturación y cambio fueron considerados 18 Al respecto se pueden revisar los planteamientos que ha hecho Federico Navarrete en el sentido del papel que han tenido las configuraciones de nuevas identidades a lo largo de la historia de México. Al igual que Miguel Bartolomé coinciden en el peso histórico y simbólico de cada uno de los grupos étnicos, sobre todo el de indígenas, usualmente vistos como arcaicos frente a la modernidad, vinculada con los mestizos. 19 Los aspectos mágicos-religiosos, de organización social y política, así como las prácticas de subsistencia son algunas de las más notables. Esto se puede ver en poblados que pertenecen a municipios como Santiago Tetepec, Santa Cruz Tututepec y dentro del mismo municipio de Santiago Jamiltepec.

178


dos sinónimos de evolución y desarrollo”20. Estas políticas al ser implementadas generaron notables cambios en el seno de muchas comunidades indígenas. Uno de los más visibles es, sin duda, el proceso de castellanización, que en muchas comunidades ya ha generado un paulatino desplazamiento de la lengua materna para utilizar el español como la lengua de uso cotidiano y de mayor prestigio. Un aspecto importante de tomar en cuenta en la reconfiguración de las identidades étnicas a lo largo de la historia es la situación socioeconómica que se presenta a nivel mundial. Lo que se ha denominado como globalización21 es un proceso histórico que ha generado un dinamismo en las configuraciones étnicas. Al respecto, Díaz Polanco plantea que …durante un tiempo se pensó que, en el marco de la globalización, los brotes de particularismo, de nacionalismo, de afianzamiento de identidades étnicas, etcétera, eran precisamente los últimos estertores de la diversidad moribunda que, puesto que iban a contracorriente de la globalización, debían considerarse como “anomalías” pasajeras. Muy pronto se ha debido aceptar que no se trata de rarezas anacrónicas; e incluso que la proliferación de localismos y el renacimiento de las identidades a principios del siglo XXI no sólo no son ajenos a las tendencias centrales que estimula la globalización, si no que son consecuencia de ésta, aunque ciertamente inesperada para ciertos enfoques22. Aunque se ha pensado que la globalización tiende a generar la homogeneidad cultural, en los hechos hay un “renacimiento de identidades” en muchas regiones del mundo. Este florecimiento identitario, plantea Díaz Polanco, “se manifiesta a menudo bajo la forma de luchas culturales – nacionales, étnicas, religiosas, regionales –, con intensidad y escala variables”. En algunos casos, algunos grupos étnicos han recurrido a radicalismos que han llevado a la confrontación entre etnias o contra los Estados. A partir de los elementos que se han expuesto, concluimos que: 20 Miguel Bartolomé, Gente de costumbre y gente de razón. Las identidades étnicas en México, México, Siglo XXI – Instituto Nacional Indigenista, 1997, p. 28. 21 La globalización es un proceso que se presenta precisamente a partir de los procesos de expansión y se inaugura con la era moderna, a partir del siglo XVI. 22 Héctor Díaz Polanco, Elogio de la diversidad. Globalización, multiculturalismo y etnofagia, México, Siglo XXI– El Colegio de Sinaloa, 2006, p. 133.

179


1. La identidad, en un primer nivel, se conforma a partir de una serie de rasgos culturales que en un plano individual o grupal definen a las personas. No hay una identidad única, sino muchas que se conforman, cambian y se reinventan a lo largo de la historia. 2. Es una construcción social, en la que los grupos buscan diferenciarse de los otros para reforzar sus lazos en el nivel afectivo y de compromiso con el grupo. Para esto se pueden resaltar condiciones subjetivas u objetivas, las cuales forman un cuerpo de aspectos culturales que hacen posible la identidad y crean un sentido de pertenencia. Bajo estas premisas se conforma la identidad étnica. 3. La interacción de los distintos grupos que han conformado su propia identidad étnica, se da en un proceso mucho más amplio y se establecen relaciones interétnicas entre los grupos definidos; éstas son relaciones de poder que se han ido desarrollando a lo largo de la historia y se manifiestan de diferentes formas, dependiendo de la historia y el contexto en el que interactúan los diferentes grupos que han conformado su identidad étnica. Las relaciones interétnicas son relaciones de poder, que están directamente relacionadas con los ámbitos económicos y políticos, en los que alguno de los grupos étnicos que coexisten se impone sobre otro, generando momentos de fricción o negociación. 4. El complejo sistema de relaciones interétnicas ha hecho posible la formación de complejos procesos de redefinición identitaria, cambio, o adaptación de los grupos étnicos. Estos procesos no son aislados y obedecen a las condiciones históricas de cada grupo. 5. Los cambios y redefiniciones étnicas han sido una constante, desde el momento en que entran en contacto dos o más grupos étnicos, pero estos cambios son originados por las propias relaciones de poder. Un grupo se puede ir adaptando a las nuevas circunstancias que le toque vivir, pero también puede reafirmar su identidad y entrar en el escenario de las luchas y reivindicaciones por su derecho a ser diferente. La etnogénesis es un elemento a considerar en el análisis que vamos a hacer 180


ya que se parte de la idea de que un grupo puede configurar una nueva identidad al reafirmar sus orígenes, retomar sólo algunos aspectos de su cultura y también absorber y apropiarse de elementos de la cultura de otros grupos. Hasta aquí se han esbozado algunos conceptos en torno a la identidad étnica con la finalidad de conformar las categorías étnicas que existen en Santiago Jamiltepec. Las relaciones que ahí se han presentado a lo largo de la historia son complejas y han tenido importantes repercusiones en la conformación de la identidad étnica de los grupos indígenas. Los cambios se han presentado en distintos ámbitos: lengua, indumentaria, situación laboral, económica y de prestigio social. II ¿Quiénes conforman el mosaico étnico de Santiago Jamiltepec? Santiago Jamiltepec es una comunidad multiétnica, y los estudios realizados por distintos investigadores sociales han propuesto que se conforma por mixtecos de la costa, mestizos y población afromexicana, sin embargo, nosotros plantearemos algunas categorías étnicas más precisas y que son producto de una investigación de campo realizada a lo largo de los años 2006 y 2007, además de poner especial atención en las relaciones que se han dado entre los grupos que forman parte de este amplio mosaico étnico. En el año de 1954, Julio de la Fuente en su trabajo Investigaciones en Jamiltepec planteaba que en la región de la Costa Chica coexistían los siguientes grupos étnicos: 1. Los naturales, son indígenas propios de la región general, que constituyen la mayoría de la población. Habitantes de pueblos y comunidades más pequeñas, se encuentra también residiendo permanente en ciudades (Pinotepa Nacional, Jamiltepec, Putla). Distínguense entre ellos: a) los mixtecos; b) los tacuates, grupo particular de los anteriores; c) los amuzgos; y d) los triques. 2. La gente de razón. Menos numerosos que los anteriores, son mexicanos o mestizos, habitantes generalmente de ciudades y villas 3. Los morenos o negros. El primer término es el favorecido por el propio grupo. Habitantes de pequeñas comunidades costeras, son los afro-mexicanos, de cultura semejante a la gente de razón y de habla nacional. Menos numerosos que los anteriores. 181


Debemos mencionar todavía a los siguientes: Los mixtequitos. Son los indígenas de la Mixteca Alta, a quienes se encuentra más bien como visitantes que como residentes, que llegan en viajes de comercio. Constituyen un tipo especial de indígena. Los yanquis. Son un tipo particular de gentes de razón mexicanas o extranjeras, habitantes de regiones lejanas, representados regionalmente por pocas gentes23. Estas son las categorías étnicas que, por lo general, utilizan quienes han realizado distintos estudios en Santiago Jamiltepec, dejando de lado la manera en que cada uno de estos grupos las utilizan para autodefinirse y para definir a los demás. Al tratarse de una sociedad multiétnica, los parámetros para la definición son complejos ya que ésta varía de acuerdo con una serie de características muy específicas entre los habitantes: pertenencia a un grupo étnico determinado, edad y, en muchas ocasiones, situación económica y política. Mixtecos, Sundo’o, ra chiñuu, ña chiñuu e indios Los mixtecos, a quienes genéricamente se les llama Ñuu savi 24 (pueblo de lluvia), son el cuarto grupo étnico más numeroso en nuestro país y se encuentran asentados en el noroeste del estado de Oaxaca, el extremo sur del estado de Puebla y en una franja en el oriente del estado de Guerrero25. Esta categoría étnica se ha aplicado a dicho grupo sin distinguir sus peculiaridades y la forma en la que se autodenominan. En Santiago Jamiltepec los indígenas tienen formas muy específicas de autodefinirse. La gente de mayor edad suele autodefinirse como Sundo’o haciendo alusión al personaje mítico que fundó Jamiltepec: Casando’o. También se autodefinen como ra chiñuu (para el caso de los hombres) y ña chiñuu (para el caso de las mujeres). Para referirse a un hombre se emplea la palabra ra, y para una mujer, ña. El término ñuu traducido al español significa pueblo, lo cual haría alusión a que alguien es del pueblo. No existe una conciencia para autodefinirse como mixtecos, incluso, muchos jóvenes 23 Julio de la Fuente, Investigaciones en Jamiltepec, Texto mecanografiado, México, Instituto Nacional Indigenista, 1955, p. 5. 24 Es preciso aclarar que en cada uno de los pueblos mixtecos existen formas distintas de autodenominarse. 25 Dubravka Mindek, Mixtecos, México, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas - Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2003, (Pueblos Indígenas del México Contemporáneo) p. 5. www.cdi.gob.mx

182


o personas cuyas edades oscilan entre los cuarenta o cincuenta años suelen definirse como indios y no como mixtecos. De esta manera se puede apreciar que, para el caso de los indígenas de Jamiltepec, existen dos niveles de distinción: la que se da entre los indígenas originarios de Santiago Jamiltepec, y la que se da con relación a los indígenas de otros poblados. Al interior son dos las categorías étnicas: En la primera están los ra chiñuu (para los hombres) y ña chiñuu (para las mujeres). Estos términos están planteados bajo la lógica del idioma, que genéricamente ha sido designado por los lingüistas y antropólogos como mixtecos, al igual que el grupo étnico que lo habla. Sin embargo, aquí también valdría la pena detenernos para decir que los ra chiñuu y ña chiñuu llaman al idioma que hablan xiñi savi: xiñi significa cabeza, mientras que savi, significa lluvia, es decir, que los ra chiñuu y ña chiñuu hablan el idioma cabeza de lluvia, término que definitivamente tiene poco que ver con lo que han planteado los lingüistas. Estas categorías son las que se utilizan entre la gente mayor de cincuenta años, quienes por lo general siguen hablando el xiñi savi como lengua de comunicación cotidiana. Son sobre todo las personas monolingües las que todavía recurren al uso de este tipo de distinción. La segunda categoría está definida en función de las generaciones más jóvenes, sobre todo entre las personas que tienen menos de cincuenta años. Aunque en su idioma se autodefinen como ña chiñuu o ra chiñuu, al ser el español la lengua de uso cotidiano, se plantea otro nivel de adscripción, utilizando el término indio. Cuando uno habla con algún indígena bilingüe de Jamiltepec, generalmente más joven, y se le pregunta cómo se autodefine, éste responde que es indio o indígena. No recurre al término mixteco, ni a los de ra chiñuu o ña chiñuu, expresados en el idioma xiñi savi. Por otro lado, los mestizos se refieren a los ra chiñuu y ña chiñuu como indios; para referirse a ellos no usan los términos indígenas o mixtecos. Es de llamar la atención que los ra chiñuu más jóvenes recurren a la misma distinción generada por los mestizos, es decir, indio. Esto, considero, puede deberse fundamentalmente a dos factores: a un proceso en el cual los indígenas más jóvenes han retomado la definición creada por el grupo mestizo respecto a sus antepasados y a ellos mismos, y a que los indígenas prefieren que les llamen indios porque el concepto de mixteco esta asociado a la inferioridad. El segundo nivel de distinción se da entre los indígenas de la región que viven en distintos poblados cercanos a Jamiltepec. El término mixteco se ha convertido en un concepto asociado a la inferioridad, por ejemplo, los ra 183


chiñuu, ña chiñuu o indios de Santiago Jamiltepec al referirse a los mixtecos de la Mixteca Alta o de la Mixteca Baja, emplean el término mixtecos o mixtequitos26 o, en el idioma xiñi savi, to’o teku (to’o es un término peyorativo que identifica al que viene de afuera, y teku es equivalente a decir mixteco en xiñi savi). Por lo tanto, los to’o teku serían los que vienen o viven en la montaña, situación que es verdadera ya que estas personas provienen de las serranías, conocidas como la región de la mixteca alta. La interacción con los miembros de este grupo era más dinámica décadas atrás, ya que estos to’o yuku o mixtequitos solían llegar a Santiago Jamiltepec para establecer relaciones de comercio y de intercambio de productos. En la actualidad siguen llegando, pero las relaciones ya no son tan intensas. Por otro lado, a quienes viven en Ixtayutla también suelen decirles mixtequitos o tacuates27, en idioma español, pero en xiñi savi se emplea el término ra nvaa o ña nvaa, palabra de la que no pude obtener un significado. Para referirse a los pobladores de otros pueblos suele utilizarse el término o nombre del lugar. Por ejemplo, Dooyu’u es el nombre en mixteco que se emplea para designar al poblado de Pinotepa de Don Luis. Si alguien de Jamiltepec se refiere a un hombre de Pinotepa de Don Luis lo hará de la siguiente forma: ra Dooyu’u; y si es mujer: ña Dooyu’u. Lo mismo sucede con alguien de Comaltepec: ra Yukutyiyo, o ña Yukutyiyo. Santiago Pinotepa Nacional es otro poblado cercano a Santiago Jamiltepec y con el que se mantienen importantes relaciones comerciales. El nombre de Pinotepa es Ñuu Oko, o Ñioko. El significado es complejo, ya que Ñuu significa pueblo y Oko es la palabra para designar el número veinte; lo cual equivaldría a decir Pueblo Veinte. A quienes viven ahí se les dice ra Ñuu Oko o ña Ñuu Oko. San Andrés Huaxpaltepec es otra comunidad cercana, a 20 kilómetros de Jamiltepec. El nombre que se le asigna a esta comunidad es Xiñi Tikyi: xiñi es cabeza, mientras que tikyi es iguana, es decir, Cabeza de Iguana. A quienes viven en este lugar se les denomina como ra xiñi tikyi 26 Este término lo pude observar durante una estancia de trabajo de campo en el año 2006. Por otro lado, Julio de la Fuente, desde la década de los años cincuenta, refiere que “Los mixtequitos –cuyo número es pequeño, de dos o tres gentes en una comunidad, en un momento dado- son vistos con menosprecio por todos los grupos anteriores, por su desaseo y miserable vestir, pero se les identifica como mixtecos de habla”. De la Fuente, op. cit., p. 2. 27 Aquí hay que hacer la siguiente aclaración: durante muchos años a los indígenas que viven en Santiago Ixtayutla se les había identificado como mixtecos, sin embargo, en las últimas décadas se han realizado algunos estudios en los cuales se indica que los pobladores de ese pueblo se autodefinen como tacuates y no como mixtecos, aunque pertenezcan al mismo grupo lingüístico.

184


o ña xiñi tikyi. Pero también existe una palabra con la que se designa a los indígenas que no son de Jamiltepec: ra shee o ña shee. Este término es usado de manera despectiva a todo aquel indígena de la región. Aunque en el trabajo de campo no se pudo obtener una definición de la palabra shee, la única definición indicó que significa buche de iguana.

Foto 1. Pareja de ancianos indígenas de Santiago Jamiltepec Foto: Miguel Hernández Hernández, 2006.

Los emblemas identidarios están basados en el lugar de residencia, en el pueblo y no tanto en la denominación del grupo étnico en la cual antropólogos, lingüistas e historiadores los han clasificado. La conciencia de identidad, entonces, está muy apegada a la localidad. Esto no descarta la posibilidad de que exista empatía con miembros de otras comunidades, como la relación que hoy en día hay entre los tata mandones28 de Santiago Jamiltepec y los de Santa Elena Comaltepec, quienes durante las fiestas de sus respectivos pueblos establecen un intercambio basado en la visita y ofrendas a los santos de cada comunidad: Y es cierto que así fue la gente grande; nuestros viejos abuelos, nuestros padres, abuelas; y así anduvieron haciendo promesas, en cada 28 Los tatamandones, o tatamandoñi (en xiñi savi) son un grupo de ancianos y personas en edad adulta que son parte del sistema de cargos religiosos. Entre los indígenas tienen reconocimiento y prestigio social. Es un grupo que está organizado jerárquicamente y es el responsable de organizar las diversas fiestas patronales a lo largo del año, completando así un ciclo religioso.

185


pueblo, en cada silla [se refiere a otros pueblos]; donde están los hermanos; pero con qué alegría van con todos sus hermanos y todos sus compañeros! Y en ese momento y en esa hora esa es la ley y esa es la costumbre; y se quedó con nosotros los pobres, aquí en la tierra. Y así que nos quedamos en la tierra para que estemos juntos con nuestros hermanos; eso es lo que nos dejaron los viejos que se murieron. Y es cierto que ya no están aquí y ya no viven: todos se perdieron, todos se apagaron. Ya están en las manos de Dios; están dando cuentas, se acabaron sus problemas, se acabaron sus tristezas de lo que les pasó en este mundo29. Finalmente, la gente que vive en los poblados que acabamos de mencionar designan a quienes viven en Santiago Jamiltepec como ra Sundo’o o ña Sundo’o. El significado de esta palabra es complejo, ya que hace alusión al personaje mítico, fundador de Santiago Jamiltepec, llamado Casando’o. Mestizos, gente de razón, ra to’o, ña to’o, ra toon nuya’avi, ña toon nuya’avi , ra to’o yuku y ña to’o yuku. Muchos mestizos de Santiago Jamiltepec tienen un origen indígena, sin embargo, en muchas ocasiones este origen es negado. Por lo general hay también dos maneras en las que se autoadscriben los mestizos: la mayor parte de las personas cuyas edades rebasan los 50 años se definen como gente de razón, definición que antes de la llegada del Centro Coordinador de la Costa Chica del Instituto Nacional Indigenista era muy frecuente entre quienes no eran parte del grupo indígena. Pero las generaciones más jóvenes no tienen una forma en particular para definirse. Por lo general se autoadscriben como mestizos y algunos han llegado a decir que “en el pueblo no hay diferencias porque todos somos iguales”30. Los indígenas definen, en su lengua, al mestizo de Jamiltepec como ra toon nuya’avi, si es hombre, y ña toon nuya’avi si es mujer. Tanto las palabras ra y ña, se refieren al género (hombre y mujer), mientras que la palabra toon designa a alguien que no es indígena y nuya’avi significa plaza o centro del pueblo. Esta categoría étnica se basa principalmente en el lugar de resi29 Discursos pronunciados en xiñi savi por tata mandones de Jamiltepec y tata mandones de Comaltepec. 4 de mayo de 2006. Traducción Miguel Hernández Velasco y María Hernández Serrano. Miguel Hernández, Informe de trabajo de campo, mayo de 2006, CIESAS-Golfo, Manuscrito, 2006. 30 Entrevista el Sr. Francisco, Santiago Jamiltepec, Municipio de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, junio de 2006.

186


dencia de los mestizos de Jamiltepec, ya que desde la llegada de los españoles éstos han vivido en el centro del pueblo, mientras que los indígenas establecieron sus barrios en las periferias. En la actualidad ya hay algunas familias de mestizos que viven dentro de los barrios indígenas, pero antes de la llegada del Centro Coordinador Indigenista la separación a nivel de barrios era más delimitada. Hay otras dos categorías que se aplica a los mestizos que no viven en Jamiltepec. Los ra to’o yuku o ña to’o yuku son los mestizos que viven en las serranías de la región: to’o es otra palabra con la que se designa a alguien que no es de la comunidad, y yuku significa cerro, es decir, la gente que viene del cerro. Por lo general, los mestizos que viven en Jamiltepec se refieren a los mestizos que viven en las serranías como serranos, pero también a los mestizos que son de otros lugares, principalmente de ciudades, se les dice ra to’o o ña to’o. Los indígenas cuando se refieren a los mestizos en la lengua española, suelen denominarlos como los de razón. Ser mestizo implica una situación de estatus social muy distinta a la que pudiera tener algún indígena, aunque en términos de estatus y prácticas culturales el estilo de vida sea muy parecido al de los indígenas. Las diferencias y la diversidad al interior de cada uno de los grupos étnicos son un hecho. No se podría encasillar a todos los indígenas, afromexicanos y mestizos como grupos homogéneos. Existen diferencias en términos económicos, culturales, e históricos al interior de cada grupo31. Aunque un mestizo no posea los medios económicos que le permitan un estilo de vida holgado, en términos de la jerarquía social se ubica en una escala mayor frente a un indígena, aunque éste último tenga un mejor nivel de vida. Negros, morenos, ra toon ndu’uva, ña toon ndu’uva, ra toon ñu’uma, ña toon ñu’uma y toon nengu A los afromexicanos32, los indígenas les llaman ra toon ñu’uma, o ña toon ñu’uma. El término ra (el) y ña (ella) determinan el género, mientras que 31 “Al igual que los mestizos, los indios tampoco constituyen un grupo único y homogéneo. Las sociedades indígenas que viven en México han sido siempre muchas y muy distintas entre sí.” Navarrete, op., cit, p. 35. 32 En este documento hemos recurrido al uso de la categoría de afromexicano, sin embargo, durante el trabajo de campo para desarrollar esta investigación se hizo evidente que los afromexicanos de esta región tienen sus propias maneras de autoadscribirse. Una categoría podría ser la de afrocosteño de Oaxaca, sin embargo, ese es un tema de investigación a desarrollar en futuros trabajos.

187


toon hace alusión a quien no es parte del grupo étnico o es de otro pueblo y, finalmente, ñu’uma significa humo, lo cual nos indica que se trata de una persona que no es del pueblo y que además es de tez oscura, como el humo, haciendo alusión a las características físicas de la población afromexicana. Esta es una de las formas despectivas de dirigirse a los afromexicanos, sin embargo, existe también una forma de designarlos tomando en cuenta su lugar de residencia: ra toon ndu’uva o ña toon ndu’uva. La palabra ndu’uva es el nombre de un lugar cercano al mar, conocido como el bajo, es decir, la gente que vive en el bajo. La mayor parte de la población afromexicana vive en esa región, la cual se encuentra dentro del municipio de Jamiltepec; ahí el clima es mucho más caluroso, pero se encuentran las mejores tierras. Aunque la mayor parte de los afromexicanos viven en otros poblados cercanos a Santiago Jamiltepec, hay que señalar que también hay afromexicanos que radican en la cabecera municipal por diferentes razones: por su trabajo, porque asisten a algunos centros educativos o porque se han casado con alguien de Jamiltepec. Los afromexicanos se definen como morenos33 y descienden de esclavos africanos que durante el siglo XVI y XVII fueron traídos a la Nueva España para satisfacer las demandas de mano de obra. Para mediados del siglo XVI, en Santiago Jamiltepec abundaban negros y mulatos, quienes habían llegado para trabajar en el laboreo de las minas, las cuales se abandonaron por la inconsistencia de los metales. Muchos negros obtuvieron su libertad y se establecieron en el municipio de Santiago Jamiltepec34 y en la comunidad del mismo nombre. En la actualidad, la región de la Costa Chica alberga aproximadamente a 50,000 mexicanos de ascendencia africana35. Algunos afromexicanos también se autodefinen como gente de razón, y llaman a los ra chiñuu o ña chiñuu indios. A los mestizos suelen llamarles los de razón o mestizos. Socialmente a los morenos, si bien no se les ha discriminado como a los indígenas, en la pirámide social son considerados como inferiores frente a los mestizos, sobre todo porque en el plano económico existe una importante diferencia, aunque también han 33 Los afromestizos se llaman a sí mismos morenos, término que según Laura Lewis condensa la negritud con la indianización. 34 José Antonio Gay, Historia de Oaxaca, prólogo, Pedro Velásquez Colmenares, México, Editorial Porrúa, 2000, p. 383. 35 Vaughn Bobby, “Los negros, los indígenas y la diáspora. Una perspectiva etnográfica de la Costa Chica” en Afroméxico. El pulso de la población negra en México: una historia recordada, olvidada y vuelta a recordar, CIDE-FCE, México, 2004.pp. 75-96.

188


establecido relaciones de trabajo en las labores agrícolas. Una buena parte de morenos venden su mano de obra a mestizos prominentes de Santiago Jamiltepec y van a trabajar en los periodos de cosecha de limón y papaya o se contratan como vaqueros; además, existe un fuerte estigma social en el sentido de que suelen ser de un temperamento más fuerte36. Yanquis, yangui, gringos Esta es otra de las categorías étnicas aplicadas entre los pobladores de Jamiltepec con respecto a los extranjeros. Jamiltepec se encuentra en medio de un importante corredor turístico que corre desde Acapulco hasta Puerto Escondido, y es sobre todo con el establecimiento de la carretera federal número 200, conocida como la costera, que después de los años sesenta se hizo más visible la presencia de extranjeros en la región. En otro plano, la presencia directa de extranjeros en la comunidad estuvo acompañada con la llegada del Instituto Nacional Indigenista37 y el Instituto Lingüístico de Verano. Entre finales de los años cincuenta y finales de los años ochenta hubo una importante presencia de antropólogas como Susan Druker, Veronique Flanet o Eleonora Muntañola38, quienes realizaron interesantes etnografías de la comunidad. Durante los años sesenta, también se hizo evidente la presencia de lingüistas norteamericanos que aprendieron el xiñi savi y realizaron algunas cartillas para enseñar el castellano a niños y adultos, aunque también comenzaron la traducción de la Biblia al idioma xiñi savi, y posteriormente fundaron una iglesia evangélica en la comunidad. Sin ninguna distinción acerca de la nacionalidad, todo aquel que se sabía no era de este país y reunía una serie de características físicas (generalmente asociadas al color de la piel y del cabello), era llamado por los ra chiñuu como yangui, y por los mestizos como yanquis. En la actualidad, tanto mestizos como indígenas se refieren a ellos como gringos. 36 En la literatura que existe sobre Jamiltepec, a este grupo se le vincula con prácticas delictivas y se les asocia como guaruras y sicarios. Aunque esta es una generalización, es verdad que en la actualidad los mestizos prominentes sí recurren a los servicios de algunos morenos para utilizarlos como su cuerpo de seguridad personal. 37 Al respecto Julio de la Fuente, en los años cincuenta plantea que: “Los yanquis, según las pocas referencias sobre ellos, son vistos por los mixtecos como un grupo temible –un tanto mítico- . Considérase a los yanquis como gentes que comen mixtecos y utilizan la grasa de éstos para mover los aviones. El temor hacia los yanquis es explotado por los de razón, para obstruccionar al Centro, ya que identifican a empleados del Centro [Centro Coordinador Indigenista] como yanquis.” De la Fuente, op. cit., p. 2. 38 La primera es de origen Inglés, Veronique es de Francia y Eleonora Muntañola de España.

189


Hasta aquí se han hecho algunas caracterizaciones con respecto a los grupos que viven en Santiago Jamiltepec, las cuales se generaron a partir de la autoadscripción de los propios actores. Por tal razón, en este trabajo nos referiremos a la parte indígena como indios, indígenas o ra chiñuu o ña chiñuu; dependiendo de las generaciones a las cuales nos estemos refiriendo. Aunque emplearemos el término mestizo, se hace la aclaración de que este grupo tampoco es homogéneo y las diferencias al interior son un hecho. Finalmente, nos referiremos a los afromexicanos como morenos. III Lenguas que se hablan en Santiago Jamiltepec y su interacción Santiago Jamiltepec es una comunidad en donde confluyen principalmente tres grupos étnicos: los denominados mestizos, los afromexicanos y los indígenas o ra chiñu. Los indígenas llaman a su lengua xiñi savi, que significa cabeza de lluvia (xiñi=cabeza, savi=lluvia). Aunque el xiñi savi tiene características propias que lo distinguen de otras lenguas llamadas mixtecas, los lingüistas han agrupado a éstas en el grupo de la familia de lenguas otomangues, que abarcan aproximadamente veinticinco lenguas vivas. Según Eleonora Muntañola, el mixteco está entre las diez lenguas oaxaqueñas que pertenecen al grupo otomangue, entre las que se encuentran también el amuzgo, el chatino, el chinanteco, el cuicateco, el mazahua, mazateco, otomí, popoloca y zapoteco39. En la actualidad prácticamente toda la población indígena habla el español, y son pocos los que todavía usan el xiñi savi como lengua de uso cotidiano. Es muy raro encontrar personas jóvenes hablando el xiñi savi en las calles. Más adelante expondremos el empleo del xiñi savi sólo en algunos espacios específicos en los cuales los jóvenes también se llegan a integrar a algunas conversaciones a pesar de no hablar el xiñi savi. Por otro lado, el español que se habla en la comunidad tiene sus características, dependiendo del grupo que lo hable. Los mestizos, por ejemplo, suelen hablar el español con acento costeño, cuya característica principal es el corte las palabras o la omisión de la “s” final. En algunos casos la “s” se sustituye por una “j”, sobre todo cuando está entre una consonante y una vocal. Algunas palabras que comienzan con la letra “f ” son, por lo general, 39 Eleonora Muntañola Thornberg, La narrativa oral de Jamiltepec, Oaxaca: análisis en contexto, México, INAH-SEP, 1992, p. 37.

190


sustituidas por el sonido de la letra “j”. Las siguientes palabras son un ejemplo de esta forma de hablar: Cuadro 1 Variaciones de la lengua española en Santiago Jamiltepec40 Pues

Vámonos Estamos Somos

Sacamos

Cantamos Fuimos

Palabras

Español de Jamiltepec

Pue

Vámo

Ejtamo Somo

Sacamo

Cantamo Juimo

Fuente: Trabajo de campo en Santiago Jamiltepec, mayo - septiembre de 2006

Entre la población afromexicana se observa el mismo patrón en la forma de hablar, sin embargo, es común el empleo de palabras o frases que pueden diferenciarse notablemente de la forma en la que hablan los mestizos. El tono costeño lo tienen más acentuado y en la mayor parte de los casos cuando hay una conversación entre personas de este grupo la entonación de su voz es muy alta. Tanto indígenas como mestizos los ven como “escandalosos”, y en sus conversaciones suelen ser muy bromistas, además de recurrir al empleo de frases en doble sentido que frecuentemente involucran aspectos de tipo sexual. Por otro lado, el español que hablan los indígenas es diferente del que hablan los mestizos y afromexicanos. Aquí tendríamos que hacer una distinción generacional así como de oportunidades de estudio, ya que por lo general los ancianos y personas mayores de cincuenta años que aprendieron a hablar el español en edades adultas no suelen tener un dominio de la gramática del español: el empleo de artículos y tiempos verbales no corresponden a las normas sintácticas y además la pronunciación de las palabras es distinta. Esta situación no les impide darse a entender y comunicarse con quienes hablan el español, pero en algunas ocasiones (sobre todo antes de la llegada del INI) eran objeto de burla por parte de los mestizos y de los propios indígenas que han preferido no hablar español. El español que utilizan 40 Trabajo de campo en Santiago Jamiltepec, mayo - septiembre de 2007.

191


es parecido al que usan los mestizos, pero con algunas particularidades: hay falta de concordancia entre el sujeto y el verbo, y entre sustantivo y adjetivo, además, se emplean arbitrariamente los tiempos y modos del verbo. Los fenómenos de interferencia lingüística también son una constante entre los indígenas mayores de setenta años. Algunos ejemplos de la forma de hablar de los indígenas de estas edades son: Cuadro 2 Ejemplos de frases en español que utilizan indígenas mayores de sesenta años41 Frases

Español de los indígenas de Jamiltepec

Me duele el estómago

Le duele la panza

Fuimos a la fiesta

Juimo a la fiesta

Hoy fui al doctor La gente mestiza El perro sarnoso Una gallina

Fue hoy al doctor

La gente mestizo El perro sarnosa Uno gallina

Fuente: Trabajo de campo en Santiago Jamiltepec, mayo - septiembre de 2006

Los indígenas más jóvenes (menores de 18 años) hablan un español muy similar al que hablan los mestizos de Jamiltepec. La interacción entre los miembros de este grupo, que suelen ser de edades similares, es más dinámica, sobre todo porque asisten a las mismas escuelas del nivel básico y medio superior. Aunque hay escuelas primarias bilingües a las que sólo asisten hijos de indígenas, durante la instrucción secundaria y media superior hay una integración tanto de indígenas como mestizos, razón que hace más fuerte la convivencia y, por lo tanto, la manera en que se comunican y expresan puede estar mucho más estandarizada. Muy pocos de estos jóvenes si hablan su lengua materna, o por lo menos la entienden. Finalmente, aunque en menor cantidad, los indígenas que salieron desde muy jóvenes de Jamiltepec a vivir en la Ciudad de México o Oaxaca, han adoptado el estilo de hablar español que se usa en esas ciudades. Muchas de estas personas también son fuertemente criticadas por quienes viven en la comunidad, y la manera en la que hablan puede ser considerada por algunos como una forma de “progreso” o como una actitud altiva de parte de estos migrantes. 41 Trabajo de campo en Santiago Jamiltepec, mayo - septiembre de 2007

192


La interacción del español y del xiñi savi ha sido muy compleja, ya que al hablar de ello están involucradas las relaciones que se han dado entre mestizos e indígenas. Como se ha explicado, éstas han sido muy complejas y han pasado por momentos de tensión muy fuertes. En el terreno del idioma, la interrelación ha provocado algunos fenómenos sociales vinculados al uso de la lengua. Uno de los más notables es aquel que tiene que ver con la situación del prestigio de la lengua. Antes de la llegada del Instituto Nacional Indigenista a la región, la mayor parte de la población indígena era monolingüe, además, la situación económica en la que éstos vivían era de mayor desventaja frente a algunas familias mestizas. Aunque había un importante número de mestizos pobres, su filiación étnica les daba un estatus por arriba de los indígenas monolingües. El poco bilingüismo que había en Jamiltepec era una necesidad para establecer la comunicación con el grupo mestizo, sobre todo para los asuntos de intercambio comercial y laboral, y eran sólo algunos indígenas los que aprendían español. No se tiene conocimiento de algún caso de mestizos que aprendieran a hablar xiñi savi, aunque suponemos que el contacto cotidiano con el grupo hace que se lleguen a entender algunas palabras o frases específicas. Por los testimonios que se pudieron recopilar, la mayor parte de los indígenas que aprendieron a hablar español hace alusión a que eran objeto de constantes burlas de los mestizos, sobre todo, porque no sabían hablar el español o porque, quienes lo hablaban, no lo hacían correctamente. Por esa razón, las relaciones interétnicas en Jamiltepec han generado actitudes hacia las dos lenguas que se hablan: el español fue considerado por mucho tiempo como el idioma de la gente de razón y mucho mejor que el xiñi savi, de los indígenas. Al xiñi savi y al español, a lo largo de la historia, se le han asignado distintos valores, aunque la lengua que ha alcanzado un mayor prestigio y que ha desplazado paulatinamente el uso del xiñi savi es el español. Así es como las personas que todavía hablan el xiñi savi lo hacen en esferas y espacios específicos. A pesar de que existen diferentes valores entre las lenguas que se hablan en Jamiltepec, las relaciones comerciales, laborales y aquellas como el compadrazgo entre indígenas y mestizos, no han impedido que la comunicación deje de fluir. Quizá esta separación existía antes de la llegada del INI, ya que las diferencias entre ambos grupos eran más evidentes y ambos grupos se mantenían separados. En la actualidad, la interacción existe, y, por citar un ejemplo, las mujeres indígenas que venden tortillas en el centro de la comunidad ofrecen sus productos sin ningún 193


problema a mestizos e indígenas; lo mismo sucede con los mestizos dueños de tiendas, que entienden a sus clientes indígenas que llegan hablando xiñi savi. Esto no deja de lado las desigualdades económicas y sociales que existen al interior de cada uno de los grupos y entre ellos mismos. Antes de la llegada del INI, las expectativas de educación para los indígenas, e incluso, para los mestizos eran muy limitadas. IV Política lingüística del INI a partir de los años 50 En el contexto de la implementación de políticas de integración de comunidades indígenas a los estados nacionales modernos, la política hacía la lengua ha sido una de las principales prioridades, y en muchos casos, eje medular de la integración. Salomón Nahmad plantea que: …el pluralismo ha planteado a pensadores sociales, pedagogos y maestros, el problema de formar una nación que tenga un idioma en común, por medio de métodos apropiados para hacer llegar a cerca de cuatro millones de indígenas divididos en más de cincuenta idiomas, la utilización del idioma oficial con el fin de lograr una de las metas más ansiadas de la nación, que es la unidad nacional a través del idioma42. Tras la formación del INI en 1948, se impulsa la idea de la creación del Centro Coordinador Indigenista, cuyo propósito fue la ejecución de los proyectos impulsados por el INI en las diversas regiones indígenas. Como se ha señalado líneas arriba, la política lingüística hacia las comunidades indígenas ha sido uno de los principales intereses de la nación moderna de inicios del siglo XX, pero es a partir de la década de los años cincuenta cuando se configuran los preceptos básicos que hoy en día todavía prevalecen como una política lingüística del Estado hacia las comunidades indígenas. Frente a una importante corriente que pretendía la asimilación e incorporación de los indígenas mediante métodos coercitivos y directos que permitirían paulatinamente la homogenización y uniformidad de la sociedad, se impone una corriente de pensamiento que postulaba la necesidad de utilizar en la educación de los indígenas sus propias lenguas, con el fin de implementar una educación bicultural en la que se incluyan en los programas educativos elementos de la cultura indígena y de la cultura 42 Salomón Nahmad, “Educación bilingüe y bicultural” en Indigenismo y lingüística. Documentos del foro “La política del lenguaje en México”, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1980, (Etnología/Lingüística. Serie Antropológica No. 35), p. 15

194


nacional43. Por esta razón, la enseñanza bilingüe es una de las principales prioridades a incluir en los programas educativos, pero también se incorpora un cuerpo docente conformado principalmente por jóvenes originarios de las comunidades indígenas. Los programas educativos impulsados por el Instituto Nacional Indigenista respondían básicamente a una necesidad de llevar a las comunidades indígenas alternativas de educación. En el medio rural mexicano, la escuela rural implementada desde tiempos de José Vasconcelos a inicios del siglo XX, era una de las únicas opciones para que los niños y jóvenes accedieran a los niveles de instrucción básica, sin embargo, como lo indica Salomón Nahmad: “Las zonas indígenas permanecían sin los medios educativos adecuados a su cultura, y por lo tanto los indígenas se resistían a que sus hijos asistieran a la escuela rural”44. Por esa razón, los planificadores de la lengua de aquel tiempo consideraron que los indígenas necesitaban la implementación de un proyecto integral que no sólo tomara en cuenta la formulación de proyectos en el terreno de la educación, sino que planteaba la necesidad de atender a otro tipo de problemas que hacían que buena parte de las comunidades indígenas vivieran en condiciones de pobreza muy altas. Por esa razón, a la par de los programas educativos, se implementaron programas de desarrollo económico, sanitario, agrícola, pecuario y forestal45. La política del Centro Coordinador Indigenista de Santiago Jamiltepec El objetivo principal de los Centros Coordinadores Indigenistas era la adecuada ejecución de los diversos programas impulsados por el Instituto Nacional Indigenista. El criterio más importante para el establecimiento de estos centros fue la ubicación de las principales “metrópolis” que, en la mayor parte de los casos, concentraban el poder político y económico de las distintas regiones en donde había población indígena. Santiago Jamiltepec, para inicios de la década de los cincuenta, era una de las poblaciones con una mayor densidad poblacional en la región de la Costa Chica de Oaxaca, 43 Idem, p. 19 44 Idem, p. 18. 45 Los miembros del Instituto, además de emitir recomendaciones para elaborar algunos programas para los indígenas, podían ser partícipes de ellos en la ejecución y orientación. Para la efectiva ejecución de los distintos programas, el Instituto mantuvo una importante relación con distintas secretarías de gobierno: Educación, Salubridad, Agricultura, Obras Públicas, Comunicaciones y Transportes y Asuntos Agrarios.

195


además de ser cabecera municipal, esto aún y cuando las vías de comunicación prácticamente eran inexistentes. En 1954 se inaugura en Jamiltepec el Centro Coordinador Indigenista de la Costa Chica del Estado de Oaxaca, el cual tendría el objetivo de llevar a las comunidades de la región todos los programas generados desde la Ciudad de México. Una de las acciones más importantes desarrolladas fue, sin duda, la construcción de caminos que comunicaran Jamiltepec con otros poblados importantes. Otra de las prioridades fue la implementación de numerosas campañas de salud que comprendían la fumigación con DDT de prácticamente todos los poblados por la existencia de mosquitos que generaban altos problemas de dengue y paludismo. Se realizaron campañas en contra del vitiligo y del bocio, enfermedades también muy comunes en aquellos tiempos. Se contrató a algunos indígenas, se les capacitó en primeros auxilios y se les enseñó aspectos básicos de higiene y prevención de enfermedades con el fin de que fungieran como difusores de medidas de higiene. Pero uno de los principales objetivos del Centro Coordinador de Jamiltepec fue la implementación de la escuela bilingüe. Antes de la llegada del Centro, había sólo una primaria en donde se atendía mayoritariamente a mestizos y sólo a algunos indígenas; éstos últimos aprendían ahí el castellano basados en el llamado método directo. Eran muy pocas las familias indígenas que estaban en condiciones de ofrecer instrucción escolar a sus hijos, y quienes asistían no lo hacían de manera constante, ya que la participación de los niños en el trabajo agrícola y doméstico les impedía asistir periódicamente a clases, situación que propiciaba un alto índice de deserción escolar. Susana Druker plantea las características de estas escuelas: Las facilidades físicas de la escuela federal son mínimas. Las aulas son chicas y el problema de alojamiento de los niños es grave, sobre todo en el primer año, donde se reúnen hasta 75 niños en un aula con una sola maestra. Los cuadernos, libros de texto, lápices, tinta y demás útiles escolares deben ser comprados por las familias de los niños, que contribuyen también con dinero para comprar otros materiales didácticos y para adquirir objetos que se necesitan en la escuela (escobas, cántaros, sillas, etc.). Los maestros no reciben sus sueldos puntualmente, y el municipio paga a una muchacha del pueblo, que ha cursado los seis años de primaria, para que dé algunas clases. Es común también que se utilicen los alumnos de sexto año para enseñar en los años anteriores, cuando el maestro falta. A 196


pesar de que la mayor parte de la población es indígena, la mayoría de los alumnos de la escuela son mestizos. Según el director de la escuela, y según los censos escolares, la deserción escolar es mucho más alta entre indígenas que entre mestizos46. Aunque el Centro Coordinador Indigenista ofrecía la posibilidad de brindar estudios a los niños indígenas, una parte considerable de familias se mostraba renuente a llevar a sus hijos a la escuela ya que, más que la educación, los problemas que los aquejaban eran fundamentalmente económicos y de salud. En un informe del INI, se plantea que La alfabetización de la población adulta y la enseñanza de algunos conocimientos indispensables, es una tarea difícil en las comunidades rurales. Las causas son idénticas a las de la deserción escolar de los niños: inaplazables necesidades económicas. Si a estas agregamos la falta de estímulo para mejorar su trabajo individual, la conservación de su cultura por el aislamiento en que viven y su poca relación con la vida nacional, convendremos en que aprender castellano, saber aritmética y algunas nociones elementales, carece de interés para ellos47. En el marco de la enseñanza bilingüe, una de las primeras acciones del Centro Coordinador Indigenista de Jamiltepec fue la instauración de una primera escuela bilingüe llamada escuela de educación preparatoria, en la cual se enseñaba a los niños indígenas a leer y escribir en su propio idioma y posteriormente en español. La elaboración de la primera cartilla de mixteco-español, realizada por la lingüista Evangelina Arana Hosannilla fue una de las primeras herramientas para la enseñanza del español. El esquema de educación fue mediante la capacitación de jóvenes indígenas como promotores culturales y bilingües, quienes en sus comunidades de origen o en otras cercanas a su pueblo realizaban labores docentes en las escuelas del nivel preparatorio. Estos promotores realizaban algunos informes de actividades como el que a continuación se reproduce: Me permito informar a usted sobre el trabajo realizado durante el mes del año en curso. 46 Susana Druker, Cambio de indumentaria. La estructura social y el abandono de la vestimenta indígena en la villa de Santiago Jamiltepec, México, Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes – Instituto Nacional Indigenista, 1990, (Colección Presencias # 21), p. 64. 47 Acción Indigenista, México, 1956, p. 2.

197


Los niños ya saben distintos nombres de las partes del cuerpo, los niños ya saben el ejercicio de contar y llevar un compás, haciendo las letras. Les enseñé las palabras en español, y les repetí varias veces. Los niños ya saben los números del 1 al 20 y los saben escribir bien. Ya saben saludar a cualquier persona. Ya saben escribir al dictado palabras sencillas. Les digo a los niños que cuando lleguen a su casa saluden a su mamá, y algunos dicen que su mamá no les hace caso, y otros dicen que su mamá les pregunta que es lo que dicen y los niños les dicen que la saludan. La madre, ¡qué bien¡ mi hijo ya sabe saludar de otra manera. Mi hijo ya sabe saludarme en español. Las madres de los niños están muy contentas48. Los promotores, además de la enseñanza de una segunda lengua entre los niños indígenas, promovieron su uso en el seno familiar y en distintas esferas de la comunicación. Durante el primer año se les enseñaba a los niños a leer y escribir en su lengua materna, y a partir del segundo año quedaban prácticamente incorporados a los grupos de la única primaria que había en Jamiltepec hasta concluir sus estudios con el 6º grado. Fue muy común que en la educación preparatoria hubiera inscritos niños mayores de nueve o hasta once años, y los que lograron culminar sus estudios de primaria lo hacían entre los 17 y 18 años. Muchos de estos jóvenes fueron capacitados para fungir como promotores culturales y bilingües. A partir de los años ochenta, mediante el apoyo de instituciones gubernamentales como la SEP, se obtuvieron recursos económicos para la creación de escuelas bilingües, dándose así la separación entre lo que ahora llaman los maestros de Jamiltepec escuela formal y escuela bilingüe. A éstas últimas se inscribieron (y todavía lo hacen) los hijos de indígenas. Los programas de estudio para estas escuelas son similares a los de la escuela formal, con la única variación de que se integra el estudio del xiñi savi. Después de la década de los años noventa, las primarias bilingües quedaron constituidas plenamente en Jamiltepec, y muchos de los jóvenes que habían sido formados como promotores comunitarios, se habían convertido en profesores titulares en las primarias bilingües. Sin embargo, en estas primarias se comenzó a privilegiar el estudio y cumplimiento de los programas escolares utilizando la lengua española. Esto, sin duda, fue generando un paulatino desplazamiento del xiñi savi entre los niños indígenas, quienes 48 INI, Acción Indigenista, Febrero de 1956, número 32.

198


ya habían nacido en un contexto totalmente diferente al de sus padres. En Jamiltepec, la enseñanza bilingüe generó el desplazamiento del xiñi savi entre las nuevas generaciones. En un primer momento, a principios de los años cincuenta, la educación bilingüe promovió el aprendizaje del español entre una población mayoritariamente monolingüe, después, con el afianzamiento de la escuela bilingüe en la comunidad, y con el apoyo que recibió ésta de la política a nivel nacional, el aprendizaje del español se convirtió en el principal objetivo de las escuelas, generando el desplazamiento y el cambio lingüístico entre la población indígena. En la actualidad, la educación bilingüe en Jamiltepec no es más que un membrete, puesto que en términos reales los profesores bilingües no enseñan a los niños hablar xiñi savi. Únicamente se limitan a cumplir con los programas de aprendizaje desarrollados por la SEP. Sólo algunos maestros enseñan xiñi savi a los niños, sobre todo cuando se realizan concursos de declamación de poesía a nivel regional. Ahí se capacita a algunos niños para aprender algún poema en xiñi savi, pero esta actividad es sólo coyuntural y para cubrir un requisito. En teoría, estos eventos son realizados para promover el uso de la lengua indígena, pero en términos reales se ha convertido en un requisito con el que los maestros deben de cumplir. Por otro lado, entre los niños tampoco hay intención de hablar el idioma de sus abuelos o padres, ya que la mayor parte de ellos ya no habla el xiñi savi, aunque sí lo pueden entender. Además de la escuela, los padres de familia han sido un importante elemento en el cambio de los usos de la lengua indígena. Muchos padres ya no quieren que sus hijos aprendan xiñi savi, pensando que el español les es de mayor utilidad. La intervención de instituciones como el INI a través de sus Centros Coordinadores, como ya lo hemos mencionado anteriormente, modificó de manera importante las costumbres de los indígenas y sentó las bases para que se diera un paulatino abandono de la lengua materna. Las escuelas bilingües privilegiaron el aprendizaje del español, pero dejaron de lado la implementación de un plan que también reforzara el uso de la lengua materna entre los indígenas. V ¿Por qué dejar de hablar xiñi savi? Al interior de muchas familias indígenas es una realidad que los valores que existen en torno a la lengua han cambiado, y repercuten directamente en el uso de la lengua indígena. Durante el trabajo de campo en Jamiltepec y 199


la observación directa de las situaciones lingüísticas, podemos plantear que uno de los primeros elementos que iniciaron este cambio lingüístico fueron las complejas relaciones que históricamente han existido entre indígenas y mestizos. La discriminación de la que fueron objeto, además de la desigualdad en términos económicos, fue un factor que ha marcado hasta la fecha al grupo indígena como “inferior”. Esta discriminación se daba en distintas esferas de la vida cotidiana, pero, en el ámbito de la lengua, para algunos mestizos la lengua “de los indios” tenía menos valor frente a la de “los de razón”. Hoy en día todavía existen testimonios de que esta discriminación hacia la lengua indígena se sigue dando, y es uno de los factores a los que se atribuye que los más jóvenes dejen de hablar la lengua que sus padres aprendieron antes que el español: Dejan de hablar el dialecto porque la gente de razón los hace de menos, pero ellos (los indígenas) quieren estar al nivel de ellos (los mestizos), con el hecho de que dejen de hablar el dialecto. Ellos quieren mejor aprender el castellano para que no digan que ellos son de raza indígena, pero creo que están muy equivocados porque el dialecto es lo más bonito en este pueblo y sobre todo no lo sabemos valorar: otras gentes que no son de aquí lo valoran más que nosotros, y han aprendido gentes que no son de aquí. Ha llegado gente de México a vivir aquí y han aprendido el dialecto. La discriminación todavía se da. Por ejemplo, para no ir muy lejos, con los de aquí en el centro, siempre nos hacen de menos. A veces cuando vas a jugar o vas a una fiesta siempre dicen “ahí viene ese indio”, siempre te hacen de menos, pues. Yo con uno de ellos tuve la oportunidad de discutir el por qué, si todos somos iguales: “no pero es que ustedes”, dice, y le digo: “no es cierto, al contrario, nosotros somos más que ustedes, ¿porqué?, porque ustedes nomás dominan el castellano y nosotros no, dominamos el castellano y dominamos el dialecto, cosa que ustedes no lo pueden hacer a la vez49. En contraparte, algunos mestizos piensan que los indígenas han dejado de hablar su lengua por vergüenza, sin embargo, por las conversaciones que se tuvo con algunos, es muy común que se molesten cuando uno les comenta sobre las diferencias entre ambos grupos, y más aún, cuando se habla de todos los aspectos de discriminación de los que todavía son objeto 49 Entrevista el Sr. Rafael, Santiago Jamiltepec, Municipio de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, julio de 2006.

200


la población indígena. Uno de los testimonios que pudimos recopilar sobre este aspecto fue el siguiente: Uno tiene que tener identidad, y la identidad de una persona es su origen. En caso de las personas que hablan mixteco y se avergüenzan de hablar mixteco, y que no quieren que les señalen de que algo que tenga que hablar mixteco porque se avergüenzan. Pienso que las raíces no se deben de esconder, porque de ahí vengo. Es como unos muchachos que les da vergüenza de andar con sus papás, porque ya la moda, porque ya muchas cosas ya lo hicieron cambiar a él; va bien peinado, lleva su gel, y su papá anda sencillo. El chamaco piensa que ya no es parte del papá y la mamá y que él es parte de otra cosa más grande y se está avergonzando de su origen. Ahora, los que no quieren hablar mixteco, no se quieren identificar porque les da vergüenza. ¡No!, yo si fuera indígena y hablara mixteco, vamos a echar mixteco mientras se pueda, siempre y cuando no se de margen a que otras personas que no saben se molesten, porque a mí así me pasa. Me molesta que hablen así, y me doy cuenta cuando están diciendo alguna idea que no me gusta. A veces los he tomado, los he agarrado en la trampa de que están hablando de las personas y alguien no entiende. Pero eso del origen a donde yo vaya tenemos que llevarlo donde sea. Máxime cuando tenemos un ejemplo tan grande como Benito Juárez50. Aunque en Jamiltepec aparentemente las relaciones entre los grupos han cambiado, la discriminación hacia el grupo indígena se manifiesta en la forma en la que son tratados por algunos comerciantes, como lo indica el siguiente testimonio: Me ha tocado ir a comprar algo a una tienda, a una farmacia o a un establecimiento, y llego y el que vende me trata normal, pero en el momento en el que estoy comprando llega un mixteco, un mixteco o un niño mixteco, como que les hacen caras para vender, les contestan mal, les avientan el producto, o les avientan el cambio o no les dicen bien el cambio. Una vez me tocó ver un señor que le decía a otro, “¡allá, más allá!”, no lo dejaba que entrara bien a la tienda, y desde lejos le despachó y el señor quería saber cuánto costaba una pasta 50 Entrevista con el Sr. Francisco, Santiago Jamiltepec, Municipio de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, julio de 2006.

201


dental Colgate, y sí le dijo y sí le cobró y sí le vendió pero no lo dejó entrar a la tienda. Veo un poco eso como la discriminación. Puedo asegurar para que la gente que viene de las comunidades o las de aquí se disfrazan y disfrazan su hablar, dejan de hablar su lengua y comienzan hablar español aunque no se les entienda bien y a partir de ahí es que hay una especie de conflicto interno en la gente que habla mixteco, y dicen: si lo hablo me discriminan, y si lo dejo de hablar me dan una atención diferente. Eso tiene que ver el hecho de que se hable o no por lo menos aquí en la Villa de Jamiltepec51. Otro de los factores que influyen en el cambio de la situación lingüística, y que está vinculado con las relaciones interétnicas, es que los padres ya no enseñan a sus hijos su lengua materna con la idea de que el aprendizaje del español les garantizaría una mejor forma de vida. Muchos indígenas en la actualidad tienen acceso a servicios educativos, situación que los ha involucrado en otros ámbitos de trabajo en los que el xiñi savi no se utiliza. Pero esta situación modifica al interior del grupo y dentro de las familias la situación del estatus social. Se piensa que quien sabe español, tiene acceso al estudio, y que el estudio les dará la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida y estar en la misma condición que muchas familias mestizas. Aunque es verdad que algunos indígenas han tenido importantes logros, en términos sociales se sigue viendo al indígena como miembro de un estrato inferior. Por esa razón, los padres de cuarenta o cincuenta años que tienen hijos menores de 15 años tratan de privilegiar el uso del español con el fin de que sus hijos no vivan toda esa larga historia de discriminación de la que fueron objeto. Pues yo creo que ahorita lo del mixteco se está acabando porque los hijos ya tienen vergüenza de hablarlo. Y otra cosa es que los papás ya no les aplican la forma de hablar en mixteco, ya les hablan puro español y no en mixteco. Es que su forma de pensar es de que si ya están preparados, no les conviene hablar el mixteco. Se sienten más avergonzados si hay una persona que está hablando mixteco, por que las personas de razón o una persona de dinero que los encuentre y los humille. La van de dejar de hablar, de aquí en diez años ya nadie va a hablar52. 51 Entrevista al Director de la Radio XEJAM, la Voz de la Costa Chica, Santiago Jamiltepec, Municipio de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, agosto de 2006. 52 Entrevista la Sra. Rosario, Santiago Jamiltepec, Municipio de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, agosto de 2006.

202


La relación entre el acceso a mejores oportunidades de desarrollo, tanto en el ámbito académico como en el laboral, es un factor determinante en el paulatino abandono del xiñi savi como lengua de uso cotidiano, situación que puede provocar para el futuro un abandono total, como ha sucedido en comunidades como Tututepec, en donde sólo un número muy reducido de ancianos habla su lengua materna. Algunas personas piensan que el xiñi savi se dejará de hablar en Jamiltepec. Por eso yo digo que un día se va a perder. Sí, se va a perder porque ahorita es rara la persona. Es como acabamos de platicar, los inditos de aquí del pueblo todos están preparados ya. Sus hijos hay unos que son licenciados, unos que son arquitectos, y esos ya no quieren que sus hijos hablen mixteco y por eso se va a acabar algún día53. Finalmente, como ya se ha explicado líneas arriba, la intervención institucional a través de los Centros Coordinadores Indigenistas promovió una política hacia las lenguas indígenas que, como ya se está experimentando, lejos de promover y reforzar el uso de la lengua materna, dio los elementos para que el español se impusiera como la lengua de uso común. El “bilingüismo” practicado en las escuelas primarias de Santiago Jamiltepec sólo es un membrete, ya en términos reales no se enseña a los niños xiñi savi, mucho menos se dan las clases en lengua indígena. Leopoldo Valiñas sintetiza muy bien el objetivo y las causas de la educación bilingüe y bicultural aplicadas en México: Es necesario mencionar aquí que una parte significativa de este lado duro está constituido por las políticas culturales y lingüísticas dominantes. Y aquí no sólo se incluyen las que el estado crea, transmite y reproduce, sino las que los diferentes grupos sociales en su rol dominante (o en su lucha por tener ese rol) crean, transmiten y reproducen. Limitándome por ahora a las políticas lingüísticas dominantes, considero que son tres sus objetivos principales: La discursiva homogeneización lingüística propuesta a partir del español hablado en ciertos sectores del centro de la República Mexicana.

53 Entrevista el Sr. Zigifredo, Santiago Jamiltepec, Municipio de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, agosto de 2006.

203


La marcación de formas lingüísticas del español que permitan la segregación o la estigmatización de los hablantes. La eliminación de la diversidad lingüística que incluye la desaparición de las lenguas indígenas. Y para ir logrando estos objetivos generales, las diferentes políticas lingüísticas han instrumentado un conjunto de nociones que aparecen como incuestionables e intocables: 1. El español es uno, único e indivisible: el español es igual desde Mérida hasta Ensenada. 2. El español es la lengua nacional, la lengua DE la identidad nacional: defender el español es defender la soberanía nacional. 3. La forma escrita del español es la rectora o patrona de medición de correctitud. La manera de hablar es normalmente accidental, prescindible, obviable. Lo que importa es el cómo se escribe porque éste es el que nos dice, entre otras cosas, “cómo debe ser dicho”. 4. El español es una lengua universal, que ha existido desde siempre y que existirá para siempre54. Con este planteamiento, se refuerzan nuestros argumentos en el sentido de que las políticas lingüísticas implementadas verticalmente, sin tomar en cuenta la opinión de las comunidades, en este caso los indígenas, privilegian en esencia el aprendizaje y dominio de una sola lengua. Como se ha visto en este artículo, la situación del cambio lingüístico y el valor que los indígenas de Jamiltepec le asignan a su lengua está determinada por una serie de factores sociales y culturales. No podemos pensar que una lengua debe de preservarse o que deba de permanecer siempre sin cambios, ni es posible pensar que hay una lengua única. Así como existe una diversidad cultural étnica, la diversidad lingüística es una situación real en las sociedades humanas. Las lenguas están en constante cambio. Los grupos que las hablan, influenciados por situaciones sociales y culturales determinadas, pueden decidir dejar de hablarla, preservarla o, si ya la han perdido, revalorarla. En Santiago Jamiltepec la lengua ha dejado de ser un símbolo que identifique en su totalidad a un grupo, sin embargo, a pesar de que muchos jóvenes ya no hablen el xiñi savi, se siguen autodefiniendo como indios. 54 Leopoldo Valiñas, La escuela en el medio indígena debería ser monolingüe y universal, México, http:// interbilingue.ajusco.upn.mx/modules.php?name=News&file=article&sid=61

204


Bibliografía Arana Swadesh, Evangelina 1972 Cartilla mixteca: Jamiltepec, México, Secretaría de Educación Pública – Instituto Nacional Indigenista. Arana Swadesh, Evangelina “La lingüística aplicada a la educación indígena”, en Lenguas 1975 Indígenas de México: Panorama histórico y cultural, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia – Secretaría de Educación Pública. Barabas, Alicia y Miguel Bartolomé (eds) 1986 Etnicidad y pluralismo cultural. La dinámica étnica en Oaxaca, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia. Barabas, Alicia y Miguel Bartolomé (eds) “Los rostros étnicos de México; relaciones interétnicas, identidades 2004 y autonomías”, en: Visiones de la diversidad. Relaciones interétnicas e identidades indígenas en el México actual, Vol. 1, Miguel Alberto Bartolomé, coordinador, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia. Barabas, Alicia y Miguel Bartolomé (eds) 1997 Gente de costumbre y gente de razón. Las identidades étnicas en México, México, Siglo XXI – INI. Bonfil, Guillermo, 1980 “Programa de formación profesional de etnolingüistas” en Indigenismo y lingüística. Documentos del foro “La política del lenguaje en México”, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Antropológicas, (Etnología/Lingüística.Serie Antropológica No. 35), Brice Hheat, Shirley 1986 La política del lenguaje en México: de la colonia a la nación, 2ª reimpresión, México, Instituto Nacional Indigenista,(Antropología Social, 11). 205


Caso, Alfonso La comunidad indígena, México, Secretaría de Educación Pú1971 blica, (Colección SEP Setentas). De la Peña, Moisés T. 1950 Problemas sociales y económicos de las mixtecas, México, Instituto Nacional Indigenista. Devalle, B.C. Susana, 2000 “Concepciones de la etnicidad, usos, deformaciones y realidades", en Leticia Reina, (coord.), Los retos de la etnicidad en los estadosnación del siglo XXI, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social - Instituto Nacional Indigenista - Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, p. 30-40. Díaz Polanco, Héctor 2006 Elogio de la diversidad. Globalización, multiculturalismo y etnofagia, México, Siglo XXI – El Colegio de Sinaloa. Druker, Susana 1990 Cambio de indumentaria. La estructura social y el abandono de la vestimenta indígena en la villa de Santiago Jamiltepec, México, Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la cultura y las Artes – Instituto Nacional Indigenista,(Colección Presencias # 21). Flanet, Veronique 1985 La madre muerte. Violencia en México, trad. Aurelio Garzón de Camino, México, Fondo de Cultura Económica, (Colección Popular N° 281) Flanet, Veronique 1989 Viviré si Dios quiere. Un estudio de la violencia en la Mixteca de la Costa, trad. Tununa Mercado, México, Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes – Instituto Nacional Indigenista, 1989.(Colección Presencias # 16). 206


Giménez, Gilberto “Identidades étnicas: estado de la cuestión”, en Los retos de la 2000 etnicidad en los estados-nación del siglo XXI, Leticia Reina (coord.), México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Instituto Nacional Indigenista, Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa. Johnson P., Andrea 1972 Cartilla Cuenda Letra Xiñi Savi. Cartilla de las Letras Mixtecas, México,Instituto Lingüístico de Verano. Johnson P., Andrea 1974 Cartilla cuenta letra xiñi savi. Cartilla de Letras Mixtecas. Mixteco del este de Jamiltepec Oaxaca, México, Instituto Lingüístico de Verano Secretaría de Educación Pública. Mindek, Dubravka 2003 Mixtecos, México, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas - Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, (Pueblos Indígenas del México Contemporáneo) http://www.cdi.gob.mx Muntañola Thornberg, Eleonora 1992 La narrativa oral de Jamiltepec, Oaxaca: análisis en contexto, México,Tesis de licenciatura, Escuela Nacional de Antropología e Historia SEP. Nahmad Sittón, Salomón 1980 “Educación bilingüe y bicultural” en Indigenismo y lingüística. Documentos del foro “La política del lenguaje en México, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Antropológicas, (Etnología/Lingüística. Serie Antropológica No. 35) Navarrete Linares, Federico 2004 Las relaciones Inter–étnicas, México, Universidad Nacional Autónoma de México – Coordinación de Humanidades – 207


Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades – México Nación Multicultural, (Colección la Pluralidad Cultural en México # 3). Prince Clemenceau, Simón, Informe Sanitario sobre el Servicio Social realizado en Jamilte1954 pec, Oaxaca y Estudio acerca de Parasitosis intestinal de la Región, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Tesis para obtener grado de Médico-Cirujano. Steck Baños, Daniela 2004 Jamiltepec y sus alrededores, Historia, geografía y cultura regional, México, Palabra en Vuelo S.A de C.V. Tibon, Gutierre 1961 Pinotepa Nacional: mixtecos, negros y triquis, México, Universidad Nacional Autónoma de México.

208


J

Dr. Salvador Sigüenza Orozco

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Unidad Pacífico Sur

El territorio La Mixteca es una amplia región histórica y cultural que se extiende por los estados de Guerrero, Puebla y Oaxaca; en este último se divide en tres áreas: Baja, Alta y de la Costa. En este trabajo la región considerada con el nombre de Mixteca comprende las partes Alta y Baja, la tercera mencionada se integra a la región de la Costa. Así, los límites de la región son: al norte el estado de Puebla, al oeste el estado de Guerrero, al este las regiones de la Cañada y los Valles Centrales, en la parte austral la Sierra Sur. La Mixteca está integrada por los distritos de Coixtlahuaca, Huajuapan, Juxtlahuaca, Nochixtlán, Silacayoapam, Teposcolula y Tlaxiaco; en total abarca 155 municipios en una superficie de 16,333 km2. Se considera como Mixteca Baja el territorio que comprende la cuenca del río Mixteco, la cual incluye los distritos de Huajuapan, Juxtlahuaca y Silacayoapam; la integran los ríos Chazumba, Huajuapan, Yosocuta, Juxtlahuaca y Tejupan, entre otros; este complejo forma la cuenca superior del río Balsas. La Mixteca Alta corresponde a la cuenca del río Cuanana-Verde, que abarca Coixtlahuaca, Nochixtlán, Teposcolula y Tlaxiaco; dicha cuenca se une al río Atoyac en el distrito de Sola de Vega, cerca de Amoltepec, punto a partir del cual recibe el nombre de río Verde. El clima de la región varía según la altura y es co209


mún encontrar sitios con temperaturas extremas, muy cálidos durante el día e intensamente fríos durante las noches y madrugadas. La mayoría de los habitantes de la región son mixtecos, aunque el territorio también ha estado habitado por triquis, chocholtecos e ixcatecos. La orografía está determinada por la Sierra Madre del Sur, que penetra por el oeste y genera valles intermontanos en Huajuapan, Coixtlahuaca, Achiutla y Nochixtlán; junto a éstos hay montañas con alturas que rebasan los dos mil metros. En Coixtlahuaca los cerros Tequelite (2,850), La Monjita (2,840), Aire Grande (2,750) y Cerro Colorado (2,650); en el distrito de Huajuapan, Cerro Yucuiña (3,250), Cerro Grande de Yosocuño (2,920) y Cerro La Mano (2,550). En Juxtlahuaca los cerros de San Miguel Peras (2,850) y de San Miguel Cuevas (2,750); en Nochixtlán las elevaciones de Cerro Negro (3,250), Cerro de Nejapilla (2,950) y Cerro de Tilantongo o Monte Negro; en Teposcolula el Yucudaa (2,870) y en Tlaxiaco los cerros Piedra de Olla (3,350), Yucuiña (3,250) y Pico de Santo Domingo Ixcatlán (2,950)1. Maestros y escuelas en el campo mixteco En 1927 los alumnos de la Escuela Normal Rural establecida en San Antonio de la Cal elaboraron un mapa para ubicar el lugar de origen de quienes asistían a la misma; entre los pueblos mixtecos señalados estaban Coixtlahuaca, Tlacotepec, Xochixtlahuaca, Huajuapan, Nochistlán, Teposcolula, Yolomecatl y Tlaxiaco2. Dicha Normal fue establecida el 3 de noviembre de 1925 en el edificio que ocupó la hacienda La Experimental, al sur de la capital del estado; la formación que ahí recibían los futuros maestros rurales se basaba en conocimientos escolares (aritmética, dibujo geométrico, lengua nacional, educación), tareas de acción social, actividades recreativas (música, educación física) y una serie de trabajos prácticos (herrería, plomería, carpintería, albañilería, agricultura, pequeñas industrias, zapatería, curtiduría, cerámica)3. El 5 de febrero de 1927, para celebrar el décimo aniversario de la Constitución Federal, los alumnos iniciaron la publicación de 1 2 3

Luis Rodrigo Álvarez, Geografía General del Estado de Oaxaca. AHSEP. Misiones Culturales. Caja 39, exp. 8. Se respetó la ortografía original. Anselmo Arellanes, et al., Oaxaca en el siglo XX. Testimonios de historia oral. Especialmente los capítulos “Educador por sesenta años”, del profesor Taurino Tapia Cervantes (pp. 53-70) y “La escuela rural: una experiencia”, de la profesora Elodia Miranda Santiago (pp. 171-179), que hablan de la enseñanza en dicha escuela.

210


El Indito, periódico que divulgó la certeza de que la escuela iba a regenerar y emancipar al indio: “El Indito saluda, humilde y sencillo, a sus genitores los alumnos de la Escuela Normal Rural de Oaxaca, a sus maestros, a los estudiantes de las Normales similares de la República, a las autoridades escolares federales y a todas aquellas personas que se interesan por la civilización de los indígenas que existen en nuestra patria. Sale desnudo y desaliñado, mas con un muy firme propósito, como todo indio, de luchar constante, enérgica y lealmente, por su mejoramiento en todos sentidos”4. Las tareas que se realizaban en la Normal posteriormente fueron repetidas por los maestros en las comunidades. El mecanismo era sencillo, se basaba en la reproducción de los esquemas aprendidos realizando ajustes locales, también se adoptaron formas de vestir, hábitos (deportivos, culturales) y actitudes como la de considerar a lo indígena como sinónimo de atrasado. La labor de convencimiento de la escuela fue de tal proporción que los inditos retornaban a sus pueblos convertidos en maestros para trabajar convencidos del papel redentor de la escuela, que veía en lo indígena un grave obstáculo para el progreso de los pueblos. En dicha Normal estudiaron cientos de profesores que literalmente educaron a muchas comunidades rurales en las décadas de 1930 y 1940, formados con los aciertos y los errores de una institución que buscaba lo mejor para el medio indígena. Debido a que la cantidad de maestros era insuficiente para atender la demanda escolar y el perfil de muchos de ellos no era el adecuado, se establecieron mecanismos para su mejoramiento profesional: la creación de bibliotecas, la publicación de revistas pedagógicas, la realización de cursos y reuniones regionales, que incluían conferencias impartidas por los inspectores escolares5. Así, en el Archivo Histórico de la SEP se conservan informes y fotografías de la realización de encuentros de profesores en la región durante 1928, los cuales eran conocidos como Instituto Educativo Social Mixteco; como los efectuados en Tlaxiaco, Yolomécatl, Yanhuitlán y Teposcolula. En estos sitios hubo actividades como la celebración del Día del Libro, para estimular la lectura se entregaron libros y cartillas; también se entregó el 4 5

AHSEP. Misiones Culturales. Caja 39, exp. 8. Informe que rinde el C. Lic. Anastasio García Toledo, Gobernador Constitucional del Estado, 16 de septiembre de 1934.

211


parque infantil al presidente municipal y se realizó una exposición de trabajos manuales cuya leyenda principal, instalada por los organizadores, decía: “Al indio hay que darle la razón aunque no la tenga”. Estas palabras reflejan el paternalismo y la condescendencia hacia la población indígena, criterios imperantes durante la época en muchos lugares del país. En el particular caso de Yolomécatl, hubo autoridades municipales que asistieron para solicitar la instalación de una escuela en su pueblo, como las de San Juan Teita, o para presentar sus bailes y música, como los indígenas triques que asistieron invitados por el profesor Pedro Juárez6. Los programas culturales que los profesores organizaban para concluir sus tareas, incluían el Jarabe Tapatío, el Himno Socialista Regional, canciones regionales y corridos7. El coro del Himno Socialista Regional es el siguiente8: CORO ¡Camaradas! El alma ofrendemos de la Patria en el cívico altar y con servidor afán levantemos de la raza la enseña triunfal. En los campos, talleres y aldeas se acabaron oprobio y baldón; paso libre a las nuevas ideas, gloria, gloria a la Revolución. Los programas combinaban folklore regional y nacional, cantos e himnos con una fuerte carga ideológica. Estas actividades se encaminaron a moldear una idea de lo auténticamente nacional, su difusión era la posibilidad de conocer la música considerada representativa de México y la ropa que la acompañaba: en sí, la figura del charro y de la china poblana. Sin embargo, como los pueblos tenían expresiones culturales propias, algunas de larga tradición como las danzas y las bandas filarmónicas, comenzó un proceso de convivencia entre la cultura nacional y las culturas locales. En el impulso y difusión de estas últimas la intervención de los maestros fue sustancial. Por otra parte el programa de Misiones Culturales, creado por José Vasconcelos, buscaba actualizar a los maestros en diferentes actividades y conocimientos (sociales y productivos) para que, a su vez, los multiplicaran 6 AHSEP. Misiones Culturales. Caja 44, exp. 7. Caja 50, exp. 29. 7 AHSEP. Misiones Culturales. Caja 50, exp. 29. 8 Los autores del himno fueron el profesor Heriberto Sánchez y el doctor Alberto Vargas. Tomado de: Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, Pensamiento político y social oaxaqueño, p. 138.

212


en los pueblos con beneficios comunitarios; se esperaba que con la movilidad de las Misiones, su acción llegara a una amplia población, adecuando sus proyectos de trabajo a las condiciones locales. Había dos criterios que regían la distribución territorial de las mismas: comprender áreas donde hubiera gran necesidad de incrementar la formación de los maestros y la exigencia de atender a pueblos indígenas, que en el caso de los oaxaqueños eran considerados “los más menesterosos de civilización”. Una de estas misiones trabajó en Yolomécatl, desarrollando diversas actividades del 16 abril al 12 de mayo de 1928. Los cursos impartidos a los maestros, dirigidos por instructores llamados misioneros culturales, versaron sobre educación agrícola, educación física, técnica de la enseñanza, pequeñas industrias y trabajo social; la misión tenía un director general que coordinaba todo el trabajo. En las actividades de esta misión participaron 87 maestros, quienes también realizaron tareas de capacitación y actualización magisterial9. A principios de la década de 1930 el sistema educativo se dividía en dos sistemas: el federal, dirigido por la SEP, y el estatal, administrado por el Departamento de Educación Pública del gobierno del Estado y por los municipios, a estos últimos correspondía mantener sus escuelas. La Ley de Educación Primaria del Estado de 1926 apuntaba el carácter obligatorio y gratuito de la educación primaria y su finalidad, en las zonas rurales, de “definir el alma de la raza”. En 1926 se decretó que los ayuntamientos cobraran 24 centavos de impuesto mensual a los ciudadanos varones hasta de 60 años para gastos educativos, aunque dicha contribución no aminoró la insuficiencia de recursos para las escuelas; la pobreza de la gente y cierta indiferencia hacia la enseñanza oficial obstaculizaron su cobro10. Además, las condiciones geográficas dificultaban una adecuada supervisión de la labor escolar por parte de los inspectores; los efectos eran escuelas con matrícula reducida, desinterés de los padres de familia y hasta abandono laboral por parte de varios maestros. Pero también había comunidades que ofrecían gratuitamente a los maestros hospedaje, alimentación y lavado de ropa para que no abandonaran sus tareas. En muchas de las escuelas rudimentarias que se crearon en pequeñas comunidades rurales la principal labor era castellanizar a los alumnos. Una 9 AHSEP. Misiones Culturales. Caja 44, Exp. 7. 10 Francisco José Ruiz, Comp., La educación oaxaqueña en sus leyes, pp. 217-254. Víctor Raúl Martínez, Historia de la educación en Oaxaca, 1825/1940, p. 121. Javier Sánchez, Historia de la educación en Oaxaca, 1926/1936, p. 59.

213


vez lograda, las tareas se enfocaban a la lectura oral y en silencio, ejercicios ortográficos y de composición, escritura caligráfica y rapidez en la escritura; posteriormente se enseñaban elementos básicos de matemáticas, historia, geografía y civismo. Los maestros también realizaban campañas para lograr cambios sociales (salud, urbanización, arborización, educación física, cultura estética, antialcohólica). El Departamento de Educación del Estado programaba actividades para impulsar hábitos y establecer una base cultural común entre la población; para ello se realizaban días o semanas dedicadas a prácticas cívicas y sociales. Por ejemplo, del 28 de julio al 2 de agosto de 1930 en todas las escuelas se realizó la Semana de educación: lunes, día de aseo y ornato; martes, día pro-salud; miércoles, día de civismo; jueves, día de la cultura intelectual; viernes, día de la cultura estética; sábado, día del deporte. Había campañas que recibían un impulso especial, como las dirigidas a modificar hábitos o estimular la formación cívica; para ello se seleccionaban fechas significativas como el aniversario de la Revolución Mexicana. En la conmemoración de 1930 se desarrollaron manifestaciones antialcohólicas en todos los lugares donde había escuelas11. En los años treinta las escuelas estatales estaban distribuidas en seis zonas escolares, el jefe del Departamento de Educación Pública era el profesor Policarpo T. Sánchez12. Cada zona comprendía un área tan extensa, que los inspectores escolares13 realizaban largas travesías para cumplir con su trabajo. Las escuelas de la Mixteca estaban comprendidas en la segunda zona escolar, cuyo inspector era el profesor Alfonso Sánchez Ortega, con un salario diario de diez pesos14. Las escuelas rurales generalmente eran atendidas por un solo maestro, las escasas escuelas urbanas y semiurbanas eran las únicas que contaban con varios docentes; casi todas las escuelas estatales eran para varones o mixtas, aunque también había planteles exclusivamente femeninos. Todos los centros se clasificaban en cuatro tipos, en 1933 se distribuían como señala el cuadro 115. 11 Informe correspondiente al Departamento de Estado, Periodo del 30 de abril al 31 de agosto de 1930, pp. 48-49, 140. 12 Policarpo T. Sánchez (Tejupam, Teposcolula; 1887-1978). En los años veinte y treinta fungió en Oaxaca como Jefe del Departamento de Educación, Director de la Escuela Normal, Presidente de la Confederación de Partidos Socialistas de Oaxaca y diputado local. 13 Los inspectores escolares solían publicar estudios y artículos educativos y sociales en periódicos y revistas pedagógicas de la época. 14 Informe Sintético del Departamento de Estado, 1930, pp. 130-131. 15 AGEPEO. Fondo: Educación. Sección: Estadística. 1933. Cajas 202 y 203.

214


Cuadro 1. Escuelas en Oaxaca, 1933 Tipo de escuela

Número

Masculinas

Femeninas

Mixtas

Escuelas rudimentarias

766

317

75

374

Primaria elemental

35

10

10

15

Elemental y superior

50

20

16

14

Centro cultural nocturno

249

231

7

11

Totales

1100

578

108

414

En las escuelas rudimentarias se enseñaba a leer, escribir y las cuatro operaciones aritméticas básicas, la primaria superior ofrecía amplios conocimientos de gramática, lingüística, matemáticas, geografía, biología, física, química e historia; las escuelas elementales estaban en un punto intermedio entre ambas. Los centros culturales nocturnos tenían la encomienda de alfabetizar a los adultos. La distribución de las escuelas estatales en los siete distritos de la Mixteca se aprecia en el cuadro 216. Cuadro 2. Mixteca, escuelas estatales por distritos, 1933 Distrito

Total de Escuelas escuelas rudimentarias

Primaria elemental

Elemental y superior

Centro nocturno

Coixtlahuaca

5

5

0

0

0

Huajuapan

70

63

2

3

2

Juxtlahuaca

19

16

2

0

1

Nochixtlán

55

38

0

1

16

Silacayoapam

28

28

0

0

0

Teposcolula

31

19

2

0

10

Tlaxiaco

72

50

0

2

20

Totales

280

219

6

6

49

La Mixteca concentraba la cuarta parte de las escuelas estatales; prácticamente el 80% eran rudimentarias, el 17% eran centros nocturnos y sólo existían seis primarias elementales y seis del tipo elemental/superior. Sobresalía Coixtlahuaca por tener únicamente cinco escuelas rudimentarias; 16 Ídem.

215


este distrito y el de Silacayoapam carecían de Centros nocturnos, las cifras reflejan una dura realidad. Por ello el establecimiento de la sep y su política de fundar escuelas en los sitios más aislados del país, “los espacios más necesitados de civilización”, provocó que durante medio siglo se crearan en la región 707 escuelas rurales federales, lo que aumentó la oferta escolar sobre todo en Huajuapan, Nochixtlán y Tlaxiaco, como se anota en el cuadro 317. Cuadro 3. Escuelas rurales federales establecidas en la Mixteca (1925-1979) Distrito

Total

Coixtlahuaca

56

Huajuapan

177

Juxtlahuaca

64

Nochixtlán

117

Silacayoapam

70

Teposcolula

90

Tlaxiaco

133

Totales

707

Los libros de texto y los materiales de apoyo al alcance de la escuela eran un capital cultural, un acervo utilizado como fuente de información para enriquecer métodos de enseñanza o plantear innovaciones a fin de estimular la atención de los alumnos. En 1934 el Gobierno del Estado repartió material educativo (libros, cuadernos de escritura, pizarrones, cartas geográficas y pequeñas bibliotecas) a 195 pueblos18. En la Mixteca fueron beneficiados setenta pueblos: Huajuapam (23 pueblos), Nochixtlán (16), Teposcolula (14), Coixtlahuaca (13) y Silacayoapam (4). Si bien el uso de los textos no era obligatorio, su insuficiencia los volvía información primordial para la labor docente; al año siguiente se distribuyeron veinticinco mil libros de texto, se establecieron cien bibliotecas y se entregó material de enseñanza19. 17 Elaboración propia a partir de los expedientes de la Sección Escuela Rural Federal del AHSEP. 18 Informe que rinde el C. Lic. Anastasio García Toledo, Gobernador Constitucional del Estado, 16 de septiembre de 1934, pp. 99-105. 19 Informe que rinde el C. Lic. Anastasio García Toledo, Gobernador Constitucional del Estado, 1935.

216


A mediados de los años treinta el gobierno del Estado incrementó el número de zonas escolares, para hacer más frecuentes las visitas de inspección escolar. En la nueva distribución, que incluyó diez zonas, los distritos mixtecos quedaron en cuatro de ellas:20 2ª zona: Etla, Nochixtlán y Sola de Vega; 7ª zona: Tlaxiaco, Teposcolula y Juxtlahuaca; 8ª zona: Huajuapam y Silacayoapam; 9ª zona: Teotitlán, Cuicatlán y Coixtlahuaca. De esta manera cada inspector supervisaba, en promedio, la labor educativa que se desarrollaba en setenta escuelas; aún así, la superficie por recorrer era vasta. La articulación del sistema educativo nacional En 1937 hubo un acuerdo muy importante para la educación en Oaxaca: la enseñanza se federalizó, es decir, los gobiernos federal y estatal acordaron sostener de manera compartida el servicio educativo en el Estado21. Mediante este convenio el gobierno federal asumió más control sobre los objetivos, formas de trabajo y contenido de la enseñanza, aunque varios métodos y procedimientos de trabajo utilizados en las escuelas estatales eran similares a los de los planteles federales. Adicionalmente la federalización propició un aumento sustancial en el salario de los maestros, eliminó los gravámenes municipales destinados a la educación, unificó los sistemas de enseñanza y permitió desarrollar con más empuje la acción social y revolucionaria de la Escuela Mexicana. La administración escolar se reorganizó, con las escuelas federales y estatales –ahora federalizadas- se crearon 34 zonas escolares, bajo criterios étnicos, geográficos y de comunicación22. En 1938 inició sus trabajos el Comité Estatal de la Campaña Pro-Educación Popular, para respaldar las acciones encaminadas a reducir la ignorancia; el Comité, integrado por maestros, realizó un análisis del escenario educativo estatal, el cual fue presentado durante la Primera Conferencia de Educación Popular23. El estudio arrojó un panorama con fuertes retos: había 700 mil analfabetos mayores de diez años y el 95% de la población total (poco más de un millón de 20 El Oaxaqueño, 27 de septiembre de 1936, p. 36. 21 Informe que rinde el C. Gobernador Constitucional del Estado, Coronel Constantino Chapital, 1º de abril de 1938. Memoria que presenta el C. Coronel Constantino Chapital, Gobernador Constitucional del Estado, 1936-1940. Jorge Fernando Iturribarría, Oaxaca en la historia, p. 430. El acuerdo fue que el gobierno federal absorbiera el 60% del gasto educativo y el estatal el resto. 22 AGEPEO, Informe del 19 de marzo de 1938 rendido por el Director Federal de Educación Primaria, Luis G. Ramírez. 23 Alborada Roja, julio y agosto de 1938, p. 8.

217


habitantes) era indígena, de ésta casi la mitad en situación monolingüe; se consideró que la fragmentación administrativa (cerca de 2,500 localidades) y la diversidad étnica favorecían el rezago cultural. La labor que la Escuela Rural Mexicana desarrolló en Oaxaca desde la década de 1920 y hasta bien entrados los años sesenta se caracterizó por la vocación de servicio de los profesores, su compromiso social con las comunidades –muchas de ellas en lamentables condiciones de vida-, la esperanza de muchos pueblos en una escuela protectora y libertadora, la paulatina e incompleta construcción del sentimiento nacional y del sentido de ciudadanía. En los años treinta la educación tuvo una orientación doctrinaria y pedagógica, acorde con el nuevo artículo 3º (educación socialista y mejoramiento de la clase proletaria) impulsó la creación de diversos comités para modificar hábitos locales: Comité contra los vicios (alcoholismo, tabaquismo, juego y mendicidad), Comité en pro del hogar obrero y campesino (efectuar mejoras en el hogar mexicano, cambiar hábitos de higiene y alimentación), Comité en favor del niño proletario (otorgar desayunos, establecer parques y bibliotecas, constituir dispensarios), Comité desfanatizante, con actividades dirigidas a explicar los efectos negativos de la enseñanza religiosa. Los maestros también integraron Centros Culturales Nocturnos para alfabetizar a los adultos, divulgar los ideales de progreso y desterrar supersticiones y fanatismos24. Asimismo, se recurrió a mecanismos para transmitir la ideología oficial: el uso del teatro como instrumento de divulgación del socialismo, la realización de concursos de la canción oaxaqueña con temas revolucionarios, obreros, campesinos y regionales. Poco después, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el carácter socialista de la enseñanza fue sustituido por el criterio nacionalista. En las escuelas se realizaron acciones para fortalecer el nacionalismo, mismas que se apoyaron en las fiestas y ceremonias públicas(cívicas o sociales); los profesores prepararon diversos programas y llevaron a cabo actividades en las que fueron recurrentes los mensajes alusivos al fortalecimiento de la identidad nacional: aniversarios luctuosos de héroes históricos, elaboración de sencillos altares cívicos, designación de Juntas Patrióticas para organizar las Fiestas Patrias, realización de desfiles, ceremonias y homenajes; además de numerosas celebraciones cívicas y sociales (el día del niño, del árbol, 24 Informe que rinde el C. Lic. Anastasio García Toledo..... Op. Cit., 1935.

218


del maíz, del indio, de las madres, del maestro) en las que los símbolos nacionales estaban presentes; acorde con la situación bélica que se vivía, los maestros brindaron instrucción militar a los niños y las profesoras enseñaron primeros auxilios a las niñas. Durante todos estos años los profesores desarrollaron una amplia y diversa labor social: fueron incipientes urbanistas, médicos y enfermeras, fungían como negociadores en casos de conflictos entre pueblos, realizaban gestiones y labores de intermediación ante el gobierno; constituían comités, asociaciones, cooperativas y ligas. En las principales fechas conmemorativas especificaban la ayuda que el gobierno prestaba a las demandas de los pueblos (hubo un pueblo que inauguró una lámpara de gasolina durante el aniversario del natalicio de Benito Juárez); los programas sociales y culturales, a los que asistía todo el pueblo, eran el espacio ideal para recalcar dicha atención mediante discursos y en el marco de representaciones artísticas. Normalmente los profesores mostraban disposición y compromiso de trabajo hacia la comunidad en la que trabajaban, casi siempre en condiciones precarias, sin agua potable, energía eléctrica o caminos. Sin embargo, a pesar de su aspecto físico –con frecuencia deplorable- las escuelas habitualmente estaban abiertas, se estimaban como la vía al saber, al mejoramiento y la prosperidad; esto explica el nombre de muchas de ellas: Alma Campesina, Unión y Progreso, Camino de Luz, Liberación, Renovación…, aunque los nombres de los héroes nacionales, con Benito Juárez en primer sitio, también aparecían comúnmente. Es oficial: la alfabetización avanza Las cifras oficiales sobre el analfabetismo y los procesos de alfabetización entre la población mayor de seis años, en el período de 1930 a 1950, en los siete municipios que son cabecera de distrito en la Mixteca, se pueden apreciar en los cuadros 4, 5 y 6. Dichas cifras se presentan de manera indicativa, sobre todo para reflexionar que, si esa era la situación en municipios con ciertos servicios púbicos y comunicaciones, ¿cuál sería la realidad en municipalidades que carecían de los mismos? Por cierto, en esos años era frecuente que los profesores también realizaran el registro censal. A partir de la información contenida en el Censo de 1930 (cuadro 4), se pueden señalar los siguientes aspectos relevantes: en los siete municipios, más de la mitad de la población mayor de diez años era analfabeta; destacan Coixtlahuaca, Juxtlahuaca y Silacayoapam por los índices que rondaban el 219


80 por ciento, es decir, sólo dos de cada diez personas sabían leer y escribir; la alfabetización había avanzado más en Huajuapam y Teposcolula, en ambos sitios cuatro de cada diez leían y escribían.

Sólo leen

No saben leer ni escribir

Saben leer y escribir %

Sólo leen %

No saben leer ni escribir %

1,368

2,130

98

239

2,529

34.24

2.45

63.31

6,015

1,878

257

3,880

31.22

4.27

64.51

2,731

603

87

2,041

22.08

3.19

74.73

San Pedro y San Pablo Teposcolula

2,796

1,127

54

1,615

40.31

1.93

57.76

Silacayoapam

3,326

4,963

727

10

2,589

21.86

0.30

77.84

Municipio

Total +10 años

Saben leer y escribir

Cuadro 4. Alfabetismo de la población de diez años y más (Censo de 1930)

Asunción Nochixtlán

3,995

Santa María Asunción Tlaxiaco

Huajuapam de León

San Juan Bautista Coixtlahuaca

Santiago Juxtlahuaca

5,279

969

201

2,910

3,793

40.35

19.52

4.53

4.05

55.12

76.43

El Censo levantado diez años después, en 1940, registró a la población alfabetizada considerando a los mayores de seis años, como se puede apreciar en el cuadro 5; los porcentajes de analfabetismo eran especialmente altos en Tlaxiaco, Coixtlahuaca, Juxtlahuaca y Silacayoapan, donde rebasaban el setenta por ciento; lo que era sinónimo de “atraso y falta de cultura”, como se consideraba en la época. Aun así, los municipios más “ilustrados” eran Huajuapan y Teposcolula, en donde la población analfabeta era poco más de la mitad. En 1944 inició la Campaña Nacional contra el Analfabetismo, para reducir el alto porcentaje de población que en el país no sabía leer ni escribir. Si bien los avances no fueron alentadores, en algunos sitios la alfabetización dio mejores resultados, particularmente donde existieron escuelas municipales (Tlaxiaco, Suchixtlahuaca y Concepción Buenavista). En ese año también se estableció el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM), para que los profesores en servicio que no habían tenido estudios pedagógicos, tuvieran acceso a los mismos. En el IFCM mejoraron su pre220


paración muchos docentes, acción que fue reforzada en los años cincuenta cuando se fundó la normal femenil “Vanguardia” en Tamazulapan del Progreso; las profesoras que egresaron de la misma trabajaron en escuelas de todo el estado25.

San Juan Bautista Coixtlahuaca

San Pedro y San Pablo Teposcolula

Santiago Juxtlahuaca

Silacayoapan

Sólo leen

No saben leer ni escribir (%)

Huajuapan de León

Santa María Asunción Tlaxiaco

Saben leer y escribir

Asunción Nochixtlán

Mayor 6 años

Municipio

Población total

Cuadro 5. Alfabetización: población de seis años y más (Censo de 1940)

6,079

5,052

1,527

100

3,425 (67.7)

7,808

6,566

2,467

322

3,777 (57.5)

10,455

8,812

1,871

202

6,739 (76.4)

6,336

5,104

985

396

3,723 (72.9)

3,812

3,173

1,266

150

1,757 (55.3)

4,898

4,186

835

49

3,302 (78.8)

7,519

6,225

1,009

293

4,923 (79)

Hacia 1950 se habían cumplido casi tres décadas de la fundación de la sep, el convenio de federalización tenía trece años de haberse firmado. Tomando en cuenta los siete municipios señalados anteriormente, el Censo de dicho año registró que en cuatro de ellos el analfabetismo era menor a la mitad, en Teposcolula se había reducido casi a una cuarta parte de la población mayor de seis años. En el otro extremo se encontraba Juxtlahuaca, con cerca de 80 por ciento de analfabetismo, seguido por Silacayoapam y Tlaxiaco (cuadro 6). Al realizar una rápida comparación entre los Censos de 1930 y 1950 y con la observación de que el universo de población alfabetizada en cada uno de ellos varía (en el de 1930 son mayores de diez años, en el de 1950 mayores de seis años), llama la atención la reducción porcentual en Coixtlahuaca (pasó de 74 a 34 por ciento), en Teposcolula (de 57 a 27 por ciento) y en Nochixtlán (de 63 a 43 por ciento); caso contrario al 25 Víctor Raúl Martínez, “La educación en Oaxaca después de la federalización”, pp. 39-44. El edificio fue inaugurado en 1958.

221


de Juxtlahuaca que, según los datos oficiales, prácticamente se quedó en la misma proporción: 77 por ciento. Cuadro 6. Alfabetización: población de seis años y más (Censo de 1950) Población total

Total mayores 6 años

Alfabetos

7,934

6,404

3,346

12,885

10,640

6,153

4,394 (41.2)

93

13,277

11,011

3,796

6,860 (62.3)

355

5,314

4,312

2,750

1,469 (34)

93

4,514

3,609

2,517

984 (27.2)

108

Santiago Juxtlahuaca

9,308

7,795

1,741

6,024 (77.2)

30

Silacayoapam

7,978

6,662

2,072

Municipio Asunción Nochixtlán

Huajuapam de León

Santa María Asunción Tlaxiaco

San Juan Bautista Coixtlahuaca

San Pedro y San Pablo Teposcolula

Analfabetos No indicado (total y %) 2,799 (43.7)

4,351 (65.3)

259

239

Como parte de la política social del gobierno federal, el Instituto Nacional Indigenista (INI) estableció un Centro Coordinador en Tlaxiaco (1954), el cual también apoyó la labor educativa mediante la creación de albergues escolares que concentraban a la niñez para brindarles alimentación y hospedaje con el compromiso de asistir a la escuela. Para concluir el texto se hará referencia al valor de los libros como un acervo cultural, estimulado de manera enfática desde la creación de la SEP y que con el tiempo se fue consolidando a través de publicaciones financiadas y distribuidas tanto por el gobierno de la república como los de los Estados. Sin embargo, fue a finales de los años cincuenta cuando surgieron dos grandes acciones de alcance nacional: el Plan para el Mejoramiento y la Expansión de la Educación Primaria, mejor conocido como Plan de Once Años y la creación de la Comisión Nacional de los Libros de Texto 222


Gratuitos (CONALITEG, 1959). El Plan buscaba multiplicar las escuelas y preparar maestros en forma masiva, en tanto la CONALITEG estimuló el carácter gratuito de la educación elemental y buscó apuntalar el perfil democrático de la escuela primaria, al entregar sin costo libros de texto a los sectores marginados -campesinos, obreros, indígenas- lo que también redujo el lucro provocado por las ediciones privadas. Los libros gratuitos, únicos y obligatorios, y la construcción de escuelas primarias, impulsarían un solo criterio cívico y un sentimiento único del deber hacia la patria, enfocados a apuntalar la unidad nacional26. La escuela rural fue un mecanismo utilizado para construir el sentimiento de pertenencia nacional, los contenidos de la enseñanza se encaminaron a crear el ciudadano mexicano, tarea que era resultado del pasado inmediato y proceso de construcción de algo nuevo. La idea de nación del proyecto posrevolucionario contemplaba trasformar al indígena en “nuevo habitante” del país, para lograrlo se emplearon determinadas prácticas escolares en lengua, geografía e historia: implantar el castellano, incrementar el vocabulario, conocer la comunidad y la región, sus costumbres, la vida social, el clima y los productos, realizar festivales cívicos en las conmemoraciones y utilizar biografías de personajes destacados en la historia nacional. Dicha labor ideológica se asociaba con tareas sociales y obras materiales realizadas por iniciativa de los maestros. El magisterio rural tenía voluntad de servicio, era vocero del mensaje de igualdad y justicia social de la Revolución, las acciones que promovía eran de beneficio colectivo para cambiar las condiciones de vida de la población; aunque simultáneamente comprobó la miseria en la que mucha gente vivía. Si bien la escuela contribuyó a mejorar la educación y las condiciones de vida en los pueblos mixtecos, también debilitó sus lenguas al prohibir su uso; aún así, existen sectores de la población que añoran la etapa de la escuela rural porque cubrió una etapa crucial en la vida de las poblaciones indígenas de México.

26 Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos, 35 años de historia, México, CONALITEG, 1994.

223



J

Fotos del Archivo Hist贸rico de la Secretar铆a de Educaci贸n P煤blica Fondo: Escuelas Rurales Federales Oaxaca



Alumnos en el último día de la limpia, mostrando sus herramientas de trabajo. San Antonio Abad, Ihuitlán Plumas, Coixtlahuaca. 1931.

Dos alumnas mostrando sus trabajos manuales. San Antonio Abad, Ihuitlán Plumas, Coixtlahuaca. 1931.

227


Ofrenda floral ante la tumba de Hidalgo. 30 de julio de 1931. San Antonio Abad, Ihuitlรกn Plumas, Coixtlahuaca.

Tumba de Hidalgo. 30 de julio de 1931. San Antonio Abad, Ihuitlรกn Plumas, Coixtlahuaca.

228


Teatro al aire libre Revolución. San Bartolo Yucuañe, Tlaxiaco. 1936.

Padres y niños en la construcción de la escuela. San Bartolo Yucuañe, Tlaxiaco. 1937.

229


230


Construcci贸n de la cooperativa escolar. San Bartolo Yucua帽e, Tlaxiaco. 1937.

231


Autoridades de la agencia municipal. Santa MarĂ­a Yucunicoco, Juxtlahuaca. 1938.

Desfile del 16 de septiembre. Santo Domingo IxcatlĂĄn, Tlaxiaco. 1938.

232


Nueva Enseña Nacional. Santo Domingo Ixcatlán, Tlaxiaco. 1938.

Teatro al aire libre, bandera y lámpara de 500 bujías. San Sebastián del Monte, Santo Domingo Tonalá, Huajuapam. 1939.

233


La escuela Alma Mixteca terminรกndose de pintar. San Sebastiรกn del Monte, Santo Domingo Tonalรก, Huajuapam. 1939.

Inauguraciรณn del nuevo edificio escolar. Cuadrilla de Ndoyonoyuji, San Esteban Atatlahuca, Tlaxiaco. 1946.

234


Inauguración de lámpara de gasolina. Barrio de Santo Domingo, Juxtlahuaca. 1950.

Ceremonia cívica 18 de julio. Aniversario de la muerte del Benemérito Benito Juárez. San Andrés Lagunas, Teposcolula. 1951.

235


Los analfabetos reciben clases y una colección de libros. Monteverde, Santa María Nativitas, Coixtlahuaca. 1955.

Madres de familia asisten al banquete por el Día de la Madre. San Juan Diquiyu, Tezoatlán, Huajuapam. 1960.

236


Reparto de libros a alumnos de tercer año. San Juan Diquiyu, Tezoatlán, Huajuapam. 1960.

Grupo de alumnos de la Escuela Rural Federal, San Mateo Nejapan, Silacayoapam. S/f.

237


238


Maestro, autoridad municipal y ComitĂŠ escolar. San Mateo Nejapan, Silacayoapam. S/f.

239


Fuentes: • AHSEP Archivo Histórico de la SEP. • AGEPEO Archivo General del Poder Ejecutivo de Oaxaca. Documentos: • Informe Sintético del Departamento de Estado, 1930. • Informe Correspondiente al Departamento de Estado. Periodo del 30 de Abril al 31 de Agosto de 1930. • Informe que rinde el C. Lic. Anastasio García Toledo, Gobernador Constitucional del Estado. Talleres Tipográficos del Gobierno, Oaxaca de Juárez, 16 de septiembre de 1934. • Informe que rinde el C. Lic. Anastasio García Toledo, Gobernador Constitucional del Estado. Oaxaca, 1° de abril de 1935. • Informe que rinde el C. Gobernador Constitucional del Estado, Coronel Constantino Chapital, Oaxaca de Juárez, 1º de abril de 1938. • Memoria que presenta el C. Coronel Constantino Chapital, Gobernador Constitucional del Estado, 1936-1940, Oaxaca de Juárez. S.f., s.e. • AGEPEO, Informe del 19 de marzo de 1938 rendido por el Director Federal de Educación Primaria, profesor Luis G. Ramírez. • Censos de Población: 1930, 1940, 1950. Publicaciones periódicas: • Alborada Roja. • El Oaxaqueño.

240


Bibliografía general: Álvarez, Luis Rodrigo 1994 Geografía general del Estado de Oaxaca, Oaxaca, Carteles Editores. Arellanes, Anselmo, et al., 1988 Oaxaca en el siglo XX. Testimonios de historia oral, Oaxaca, ediciones Meridiano 100 2000

Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Oaxaca, Oaxaca, La Balanza Editores.

1994

Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos, 35 años de historia, México, CONALITEG, 1994.

2000

Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, Pensamiento político y social oaxaqueño, Oaxaca, IEEPO.

Iturribarría, Jorge Fernando 1955 Oaxaca en la historia, México, editorial Stylo Martínez, Víctor Raúl 1994 Historia de la educación en Oaxaca, 1825/1940, Oaxaca, UABJO, IEEPO ----2004

“La educación en Oaxaca después de la federalización de 1937”, en: Acervos, Boletín de Archivos y Bibliotecas de Oaxaca, vol. 7, pp. 38-46.

Ruiz, Francisco José, (Comp.) 2001 La educación oaxaqueña en sus leyes, Oaxaca, IEEPO. Sánchez, Javier 1995 Historia de la educación en Oaxaca, 1926/1936, Oaxaca, IEEPO

241



1

J

Arqlgo. Cuauhtémoc Camarena Ocampo Arqlga. Teresa Morales Lersch

Instituto Nacional de Antropología e Historia, Centro Oaxaca, México

Este texto comprende dos elementos fundamentales; un resumen del concepto del museo comunitario por un lado, y por otro, una propuesta de cómo dicho concepto se desarrolla en la práctica, especialmente al inicio del proceso de creación del museo, cuando se sientan las bases para su desarrollo posterior. Señalaremos cómo el museo comunitario combina e integra procesos complejos de fortalecimiento del sujeto colectivo de la comunidad, de afirmación identitaria, de mejoramiento de la calidad de vida y de construcción de alianzas entre comunidades. En las consideraciones metodológicas, discutiremos la manera que el nacimiento del museo responde a aspiraciones para fortalecer la identidad y la integridad comunitarias, el vínculo que se establece con instancias de decisión, los papeles de diversos actores internos y externos a la comunidad, y algunas condiciones que favorecen u obstaculizan la apropiación comunitaria. Para concluir, señalaremos la importancia del desarrollo de redes de museos comunitarios, como una estrategia para generar un campo de acción más amplio y de mayor autonomía, extendiendo la apropiación comunitaria a proyectos de alcances regionales y hasta internacionales. 1

Publicado en Activaciones patrimoniales e iniciativas museísticas: ¿por quién? ¿para qué?, Iñaki Arrieta Uritzberea (ed.), Universidad del País Vasco, 2009.

243


Para iniciar nuestra reflexión acerca del concepto del museo comunitario, presentamos un contraste con la idea de “museo de historia viviente”, que se ha difundido en algunos medios como una propuesta similar al museo comunitario. Este punto de partida nos permitirá evitar confusiones y resaltar la especificidad de la propuesta. Una primera consideración es que el museo nunca es una expresión directa de la vida, como un pedazo de vida arrancada de la realidad y expuesta en un recinto. El museo es siempre una interpretación de la vida, una selección específica y significativa de la realidad. Cuando no colocamos esta apreciación en primer término, existe el peligro de ocultar la interpretación y el autor de la interpretación. Es necesario preguntar, ¿el museo es la historia vivida por quién? ¿De acuerdo a quién? La palabra “viviente” nos refiere, por un lado, a lo auténtico, a lo que constituye parte de la experiencia viva de culturas y sociedades diversas. Pero debemos recordar, como lo afirmó Tony Bennett, “el visitante a un museo nunca está en una relación de contacto directo, sin mediaciones, con la ‘realidad del artefacto’, y por tanto, con la realidad del pasado. De hecho, esta ilusión, este fetichismo del pasado, es en sí misma un efecto del discurso. Porque la concreción aparente del artefacto de museo es consecuencia de la familiaridad que resulta de su colocación en un contexto interpretativo que se conforma a una tradición, y que tiene resonancia con representaciones del pasado que tienen una amplia circulación social”2. De tal forma que las representaciones históricas nos pueden parecer “vivas” o auténticas, sencillamente porque dan concreción a interpretaciones que hemos visto repetidamente, y que han cobrado una legitimidad por su asociación con imágenes ampliamente difundidas acerca de una comunidad o una cultura. Actualmente, el aspecto de ser “viviente” puede referirse a otro aspecto de las representaciones culturales, es decir, el grado al cual captan movimiento y animación, y son capaces de involucrar a todos los sentidos en una experiencia de gran impacto y espectacularidad. Puede considerarse como “historia viviente” una simulación de la vida en épocas anteriores, que utilice todos los recursos de la tecnología moderna para recrear sonidos, olores y movimiento. 2

Tony Bennett, The Birth of the Museum: History, Theory, Politics, New York, Routledge, 2004, pp. 146147.

244


Pine y Gilmore proponen que los cambios propiciados por los procesos de globalización han permitido la creación de una nueva forma de la economía, la “economía de la experiencia”. En esta nueva economía, casi todas las grandes empresas de entretenimiento trasnacionales han iniciado proyectos para desarrollar “destinos de entretenimiento urbano”, fundados en guiones temáticos, un mercadeo agresivo, la operación durante las veinticuatro horas, el aislamiento de los habitantes del lugar, y la dependencia sobre la espectacularidad3. Por ejemplo, en Japón, hay una multitud de parques temáticos tales como “la aldea de cultura turca”, “aldea Yamaguchi de Nueva Zelanda”, y “mundo canadiense”. Dice Hannigan, “en estos enclaves de etnicidad simulada, se obtiene un riesgo sin riesgos: los parques eliminan las molestias de viajar tales como el papeleo, los vuelos sobrevendidos, los idiomas extranjeros y sobre todo, el crimen”4. Para nosotros es importante aclarar: el museo comunitario no es un museo de “historia viviente” entendido como un enclave de etnicidad simulada, un escenario que recrea la historia, el mito y el folclor en un espacio antiséptico y seguro para los visitantes, un espacio que trivializa los significados profundos, que descontextualiza la cultura de la realidad de pobreza y exclusión que viven los pueblos. Pero sobre todo no es un espacio donde la animación de la presentación oculte la voz de quienes hablan, y el derecho que tienen los pueblos para hablar sobre sí mismos, por sí mismos. No se busca que el objeto cobre vida en el museo, sino que los sujetos sociales, las comunidades y pueblos, proyecten su vida como interpretadores y autores de su historia. Paolo Freire señala que el hombre es sujeto porque es un ser de relaciones, capaz de reflexionar, de hacer crítica, de ser consciente de su historicidad, de optar, de crear y transformar la realidad. Ser sujeto es la vocación ontológica del hombre, a la cual no puede renunciar sin convertirse en un mero espectador de los hechos, un receptor de recetas ajenas, un objeto5. Para nosotros, el museo comunitario es una herramienta para la construc3

Joseph B. Pine y James H. Gilmore, The Experience Economy: Work Is Theatre and Every Business a Stage, Boston, Harvard Business School Press, 1999, pp. 11-12, citado por Martin Hall, “The Reappearance of the Authentic” in Museum Frictions, Ivan Karp y Corinne A. Kratz, eds., Durham and London, Duke University Press, 2006, pp. 70-101. 4 John Hannigan, Fantasy City: Pleasure and Profit in the Postmodern Metropolis, London, Routledge, 1998, p. 101. 5 Paolo Freire, La educación como práctica de la libertad, México, Siglo XXI Editores, 1975, pp. 28-45.

245


ción de sujetos colectivos, en cuanto las comunidades se apropian de él para enriquecer las relaciones a su interior, desarrollar la conciencia de la historia propia, propiciar la reflexión y la crítica, y organizarse para la acción colectiva transformadora. Ser sujeto implica autoconocimiento, y el museo comunitario es una herramienta para que la comunidad construya un autoconocimiento colectivo. Cada persona que participa seleccionando los temas a estudiar, capacitándose, realizando una entrevista o siendo entrevistado, reuniendo objetos, tomando fotografías, haciendo dibujos, está conociéndose más a sí mismo, y a la vez está conociendo la comunidad a la que pertenece. Está elaborando una interpretación colectiva de su realidad y de su historia. Ser sujeto igualmente implica creatividad, y el museo comunitario propicia la creación colectiva toda vez que ofrece una oportunidad a las personas que participen en procesos colectivos para expresar sus historias de su propia manera. La persona creativa no acepta soluciones dadas, busca inventar nuevas formas de abordar su realidad, y el museo comunitario es un espacio de organización para impulsar nuevas propuestas y proyectos comunitarios. Así, el museo comunitario es una opción distinta al “mainstream museum” o museo tradicional. La institución del museo surgió con base en una historia de concentración del poder y riqueza, que se reflejaba en la capacidad de concentrar tesoros y trofeos arrancados a otros pueblos. Por ejemplo, para Napoleón, París era el lugar donde las obras de arte tenían “su verdadero lugar, para honor y progreso de las artes, bajo el cuidado en la mano de los hombres libres”, y alimentó el Louvre de trofeos de guerra de los lugares que caían bajo su imperio6. El museo comunitario tiene una genealogía diferente: sus colecciones no provienen de despojos sino de un acto de voluntad. El museo comunitario nace de la iniciativa de un colectivo, no para exhibir la realidad del otro sino para defender lo propio. Es una instancia en donde los miembros de la comunidad libremente donan objetos patrimoniales y crean un espacio de memoria. En el museo comunitario el objeto no es el valor predominante, sino la memoria que se fortalece al recrear y reinterpretar las historias significativas. Ansaldi nos señala, “nadie puede vivir con una brutal amputación de la 6

El texto citado proviene del Decreto de la Convención, en messidor del año II, citado por Germain Bazin, en “El museo del Louvre”, Museos: Comunicación y Educación, Antología Comentada, ed. Graciela Schmilchuk, México, INBA, 1987, p. 41.

246


memoria”, es decir, no podemos acordarnos de quiénes somos, no podemos ser sujetos, sin recrear y elaborar nuestra memoria7. Así, los miembros de la comunidad utilizan el museo comunitario para recrear cómo eran las cosas antes, para revivir eventos y prácticas que los marcaron. Pero el museo también es un instrumento para analizar la memoria, para re-interpretar el pasado y discernir los aprendizajes de experiencias anteriores. En el museo comunitario las personas inventan una forma de contar sus historias, y de esta manera participan definiendo su propia identidad en vez de consumir identidades impuestas. Crean nuevo conocimiento en vez de conformarse a una visión central, a la interpretación dominante de la historia nacional, que siempre los excluye y borra del registro. Luchan contra una larga historia de desvalorización, al valorar sus historias y los hechos cotidianos de la vida comunitaria. Así, se apropian de una institución creada para la élite para afirmarse y legitimar sus propios valores. El museo comunitario se convierte en una herramienta para manejar el patrimonio bajo las formas del poder comunal. Por un lado, sirve para mantener o recuperar la posesión de su patrimonio cultural material, y por otro, permite lograr una re-apropiación simbólica de lo que es suyo, al elaborar lo que significa en sus propios términos. A través del museo, la comunidad busca ejercer poder sobre lo que es suyo, y lucha contra la expropiación. Esta lucha la desarrolla por medio de sus propias formas de organización, la asamblea comunal, u otras, donde las personas de la comunidad toman decisiones sobre qué mostrar en el museo, cómo dirigirlo, y qué prioridades tiene. Así, el museo comunitario no responde a decisiones de autoridades centrales, ni en su contenido ni en su operación. Se vincula a las instancias de gobierno local que representan más directamente a la comunidad, pero no depende de instituciones estatales o federales. El grupo que dirige el museo es una instancia organizada de la comunidad, ya sea vinculada al gobierno local o constituido como organización no-gubernamental. A través del tiempo permite generar habilidades, experiencia y recursos sociales que fortalecen la capacidad para la autonomía. La forma en la que construye fuerzas es en relaciones horizontales, al interior de la comunidad y hacia fuera de ella también. 7

Waldo Ansaldi, “La memoria, el olvido y el poder”, Seminario das Mercocidades: Cidade e Memoria na Globalizacao, Porto Alegre, Brasil, 2000, p.23.

247


Al ser un instrumento para generar conciencia, el museo comunitario es necesariamente un instrumento para convocar a la acción. Es un espacio de organización donde la reflexión sobre la historia desemboca en iniciativas para intervenir en esa historia y transformarla. Surgen proyectos para fortalecer la cultura tradicional, para desarrollar nuevas formas de expresión, para impulsar la valorización del arte popular, para generar turismo controlado por la comunidad. Hay múltiples iniciativas de capacitación para abordar las necesidades sentidas por los diferentes sectores de la población. Desarrolla intercambios con una gran variedad de otras comunidades, descubriendo intereses comunes y forjando alianzas que permiten realizar proyectos conjuntos. Waldo Ansaldi nos recuerda las palabras de George Orwell: “Quien controla el pasado, controla el futuro: quien controla el presente, controla el pasado”, y cita asimismo a Milan Kundera, quien afirma: “los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografías y se rescriben las biografías y la historia”8. El museo comunitario es una opción que contribuye a controlar el futuro de las comunidades por medio del control de su pasado. Es un instrumento para que las instancias de decisión comunitaria ejerzan poder sobre la memoria que alimenta sus aspiraciones de futuro. El museo comunitario es un proceso, más que un producto. Combina e integra procesos complejos de constitución del sujeto colectivo de la comunidad, a través de la reflexión, autoconocimiento y creatividad; procesos de fortalecimiento de la identidad, a través de legitimar las historias y valores propios; procesos de mejoramiento de la calidad de vida, al desarrollar múltiples proyectos a futuro; y procesos de construcción de fuerzas a través de la creación de redes con comunidades afines. Es un proceso colectivo que toma vida al interior de la comunidad, por lo que podemos afirmar que es un museo “de” la comunidad, no elaborado a su exterior “para” la comunidad. El museo comunitario es una herramienta para avanzar en la autodeterminación, fortaleciendo las comunidades como sujetos colectivos que crean, re-crean y deciden sobre su realidad. Por otro lado, los métodos de trabajo puestos en práctica para la creación y desarrollo de museos comunitarios reflejan sus elementos definitorios, 8

Waldo Ansaldi, “La memoria, el olvido y el poder”, Seminario das Mercocidades: Cidade e Memoria na Globalizacao, Porto Alegre, Brasil, 2000, p.1 y p.3.

248


toda vez que los procesos que estimulan y fortalecen son más relevantes que el producto mismo de sus exposiciones. En el desarrollo de un museo comunitario existen tres etapas fundamentales: una primera etapa en la que surge la iniciativa y se establecen los primeros consensos para fundar el museo; una segunda etapa en la que diversos actores comunitarios realizan las actividades sustantivas para crear el museo; y una tercera etapa en la que el museo lleva a cabo sus actividades cotidianas. En esta presentación discutiremos únicamente la primera etapa, porque consideramos que en él se desarrollan procesos que permiten imprimir un carácter comunitario al museo. En esta etapa es posible observar la manera que el nacimiento del museo responde a necesidades comunitarias, el vínculo que se establece con instancias de decisión, los papeles de diversos actores internos y externos a la comunidad, y algunas condiciones que favorecerán o obstaculizarán la apropiación comunitaria. El proyecto para crear un museo se alimenta de intereses y preocupaciones comunitarias profundas, que están relacionadas a su posición de desventaja ante procesos globales y la necesidad de legitimar sus valores y experiencias. Estas preocupaciones se gestan durante mucho tiempo, van creciendo como una corriente subterránea, y se llegan a manifestar en momentos críticos, o cuando hay ciertos factores que catalizan o propician su manifestación. Podemos señalar ejemplos muy diversos de este fenómeno, especialmente los museos comunitarios del estado de Oaxaca, que conocemos más de cerca. En ellos hallazgos arqueológicos fortuitos y excavaciones arqueológicas formales despertaron el interés en la creación de museos comunitarios en Santa Ana del Valle, San José el Mogote, Santiago Suchilquitongo, San Martín Huamelulpan y Cerro Marín. El presidente municipal de Santa Ana del Valle en 1986 lo expresó de la siguiente manera: “Cuando se hizo la remodelación de la plaza cívica, fue cuando salieron esas piezas arqueológicas. Cuando vi esas piezas dije, estas sí, éstas no se van a ir. Estas piezas no se van a otro lado, aquí se quedan. Dije yo, porque no fundamos un museo aquí y aquí mismo se exhiben estas obras, para que también Santa Ana tenga lo de sus antepasados que fueron artesanos totalmente también”9.

9

Entrevista a Othón Martínez por Teresa Morales Lersch, Santa Ana del Valle, Tlacolula, Oaxaca, junio 2000, p. 4.

249


En este testimonio podemos destacar dos elementos: el suceso catalizador del descubrimiento fortuito de objetos patrimoniales, y la preocupación profunda despertada, de evitar la pérdida del patrimonio cultural, de afirmar la posesión de objetos ancestrales resguardándolos en la misma comunidad. Muchos de los museos comunitarios tienen historias similares. Los eventos detonadores incluyen hallazgos y excavaciones arqueológicas, la pérdida de documentos relativos a la tenencia de la tierra (San Miguel del Progreso), el robo de joyas de un santo de la iglesia (San Juan Mixtepec), o en ocasiones la conservación de un objeto extraordinario (el códice de San Miguel Tequixtepec), o la integración paulatina de colecciones arqueológicas (San Pedro y San Pablo Tequixtepec, San Pedro Tututepec, Santa María Cuquila, San José Chichihualtepec). En el caso de San Miguel Tequixtepec, una autoridad municipal explicó porque la población se decidió a difundir su extraordinario códice en un edificio histórico donado para el museo: “Nuestros vecinos han participado porque esto ha sido, más que nada, un deseo no de apenas sino de varios años, y el pueblo, de alguna manera, quería darle el lugar que se merece”10. Así, los eventos detonadores surten efecto cuando existe un deseo generalizado, una consciencia que comienza a movilizarse, del valor de objetos y también prácticas que son una herencia común de un pasado ancestral. “Para el pueblo, (el museo) es un recuerdo de nuestros antepasados. Un recuerdo, como una herencia. Como cosas de mi mamá, mis abuelos, bisabuelos, lo conservamos, nunca queremos venderlo. Son cosas que sirvieron para nuestros abuelos, bisabuelos”11. Así, una de las necesidades sentidas a las que responde el museo es el deseo de reafirmar el vínculo con sus ancestros, rendirles tributo, darles el lugar que se merecen. A la vez, la posesión de su patrimonio cultural material reafirma su capacidad de perpetuarse en el futuro, porque es percibido como una herencia que fundamenta su capacidad de mantenerse como comunidad. Así como se heredan los derechos colectivos sobre la tierra, sobre el agua, sobre las obras comunitarias, también a través del patrimonio cultural se recibe un legado, “un tesoro”, de las generaciones anteriores, que 10 Entrevista a Alberto López Córdoba por Teresa Morales Lersch,, San Miguel Tequixtepec, Coixtlahuaca, Oaxaca, diciembre 1996, p. 2. 11 Entrevista a Mateo García por Teresa Morales Lersch, Santa Ana del Valle, Tlacolula, Oaxaca, junio 2000, p.6.

250


debe ser defendido como una base de la integridad y la autoridad del pueblo. El museo es una forma de proteger este legado y entregarlo a los niños y los jóvenes de la comunidad. En este sentido, en la percepción comunitaria, no hay una separación entre el patrimonio tangible y el intangible, porque la herencia de bienes materiales y la transmisión de costumbres forman parte de un mismo legado ancestral. Los pobladores aspiran tanto a la conservación de “las cosas de mis abuelos” como de los recuerdos de los abuelos; buscan resguardar tanto al objeto como a la memoria. “El museo lo necesitábamos para recuperar nuestra historia, trabajar nuestra propia identidad. Cómo hacer para fortalecer la identidad cultural, que con el problema de la emigración se va deteriorando. Hay gente que dice, -yo no soy zapoteco. Yo no soy indígena.- La identidad cultural es un elemento que no debemos descuidar”12. Es importante señalar que estas necesidades son articuladas desde el interior de la comunidad, de actores sociales que forman parte de la comunidad. Son las personas del mismo pueblo que dan voz a las necesidades que muchos han sentido, e inician un proceso que involucra a muchos miembros comunitarios, colectivizando la iniciativa. La respuesta de otros miembros comunitarios afirma que las necesidades que articulan son intereses comunes. En este proceso, tanto los actores iniciales como las personas que se van sumando toman responsabilidad por el desarrollo del proyecto. La vinculación con necesidades propias, su origen en la misma comunidad, y la colectivización del proyecto son algunos de los procesos principales que imprimen un carácter comunitario al museo. Los actores que toman la iniciativa son líderes comunitarios, tales como autoridades locales, maestros o jóvenes identificados con la promoción cultural13. También hemos observado muchos casos en los que una artesana, un agricultor o un emigrado que retorna a su pueblo se convierten en líderes a través de su labor apasionada para celebrar su cultura y su historia. Las acciones que desarrollan para arrancar la iniciativa son extremadamente variadas, y en ocasiones paulatinamente generan más interés en el proyecto 12 Entrevista a Narciso Aquino Juan, por Teresa Morales Lersch, Oaxaca, Oaxaca, noviembre, 2007, p.3. 13 De los diecisiete museos comunitarios abiertos en Oaxaca, en trece casos los que comenzaron el proyecto fueron autoridades municipales, y en dos casos las autoridades fueron también maestros. En otros tres casos maestros tuvieron la visión inicial, mientras en un caso fue un estudiante junto con una artesana.

251


a través de pláticas, pequeñas exposiciones, acciones para revitalizar expresiones culturales tradicionales y talleres de todo tipo. Sin embargo, si estos actores iniciales permanecen como los únicos que dirigen y deciden sobre la iniciativa, el museo no tendrá un carácter comunitario, sino que quedará como proyecto privado de un grupo particular. Es indispensable que dichos actores lleven la propuesta de creación del museo a la discusión y aprobación de una instancia más amplia, que involucre varios sectores y que represente a la comunidad. ¿Cuál es la instancia de representación que permite generar consensos en la comunidad? La respuesta es diferente de acuerdo a la historia, la cultura y los mecanismos de toma de decisiones de cada localidad. En muchas poblaciones indígenas de las Américas, existen órganos comunales con una amplia participación de base que tienen la función de debatir y acordar los proyectos comunitarios. Es el caso de muchas poblaciones de Oaxaca, en donde la asamblea general del pueblo es la máxima instancia de decisión. La asamblea general agrupa todos adultos de la población, y tiene la función de nombrar autoridades, discutir y aprobar proyectos comunitarios, y resolver conflictos. Sucede algo similar en la Comarca Kuna en Panamá, donde los pueblos kunas resuelven sobre todos los asuntos colectivos de la población en las asambleas comunitarias o congresos. En poblaciones de carácter indígena encontramos diversas y complejas tradiciones que resuelven conflictos cotidianos y practican formas colectivas para organizar iniciativas. Otra manera de construir el consenso es a través de la consulta a una amplia gama de asociaciones, grupos organizados y sectores de la población. Un ejemplo ilustrativo es Santiago Matatlán, en Oaxaca. Aquí el grupo impulsor se coordinó con las autoridades municipales para convocar a una reunión de varios sectores: los comuneros, los ejidatarios, grupos coordinados por el comité de agua potable, y asociaciones de padres de familia de las escuelas. La asamblea de sectores reunió a 184 ciudadanos, quienes aprobaron la creación del museo. Otro ejemplo significativo es la población de Rabinal en Guatemala. El grupo impulsor del museo comunitario fue la Asociación para el Desarrollo Integral de las Víctimas de las Verapaces Maya-Achi de Rabinal (ADIVIMA). Este a su vez convocó a una serie de organizaciones no-gubernamentales, incluyendo la Escuela Maya Jun Tok, la Academia de la Lengua Maya, la Defensoría de la Mujer y de Asesoría Legal de Derechos Humanos. A través de la realización de exposiciones temporales, estos representantes se vincularon con las autoridades muni252


cipales de la alcaldía y las escuelas primarias y secundarias de la población. Actualmente dirige el museo una junta directiva de representantes de varias organizaciones, realizando diversos proyectos con adultos y jóvenes de la población en un local otorgado por la alcaldía. En esta ponencia no es posible analizar más a fondo las condiciones que hacen posible llegar a acuerdos en cada caso, pero mencionamos estos dos ejemplos para constatar que es posible construir consensos en diversos escenarios. En este proceso, los grupos impulsores no quedan como los únicos actores involucrados, sino que integran una red a través del cual es posible vincularse con voces y actores diversos. En una intensa labor de vinculación con múltiples grupos, los iniciadores del proyecto del museo deben plantear las decisiones fundamentales: ¿es importante crear un museo comunitario o no? ¿Qué temáticas debería abordar? ¿Quiénes deben integrar el comité del museo? La red de organizaciones comunitarias se integra al proceso de emprender una iniciativa ante su patrimonio cultural. En la toma de decisiones inicial que otorga rumbo y sentido al proceso, es muy importante que se integre un grupo de representantes comunitarios, al que se le delega la responsabilidad de coordinar el esfuerzo comunitario de crear y desarrollar el museo. Así, la apropiación comunitaria se fortalece tanto por procesos amplios de consulta y toma de decisiones como por la integración de instancias operativas propias que llevan a cabo los proyectos aprobados. La coordinación del proceso queda en manos de representantes comunitarios, que pueden recibir asesoría de todo tipo de especialistas e instituciones, pero no ser sustituidos por ellos en sus funciones de dirección y administración. Estos representantes comunitarios, que llamaremos el comité del museo, tendrán la ventaja de gozar de poder de convocatoria en su comunidad, puesto que fueron nombrados para organizar tareas de interés general según los mismos acuerdos internos. El comité tiene la responsabilidad de planear, gestionar, nuevamente involucrar grupos comunitarios, y periódicamente consultar e informar a la población acerca del desarrollo del museo. Tanto los mecanismos tradicionales de toma de decisiones y organización comunal como los mecanismos nuevos de construcción de consensos a través de redes de organizaciones dentro de la comunidad, nos pueden llevar a la creación de un espacio colectivo de expresión cultural y fortalecimiento de la memoria. Los cimientos de tales espacios son la construcción de una base social a través de consensos, pero las formas concretas de 253


generar los consensos son múltiples y variadas. En los contextos donde no operan mecanismos establecidos de participación en la toma de decisiones para proyectos de esta naturaleza, el proyecto del museo (como muchos otros) puede contribuir a inventar nuevas relaciones y enlaces que fortalecen o re-crean el sentido mismo de comunidad. Al construir los primeros consensos para iniciar el proyecto del museo, es importante también incluir una consulta acerca de los temas que se deberán investigar y representar en sus exposiciones. Este paso es fundamental para que el museo se constituya en un espacio de auto-reflexión y desarrollo de una visión propia de la comunidad. Así, los integrantes de la población exploran su experiencia histórica, su vivencia cotidiana y su forma de vivir. Los temas que escogen no se entienden como una manifestación folclórica o exótica de lo “otro”, ni se convierten en temas etnográficos, que pretenden representar al otro a través de objetos curiosos, productos de lo primitivo y atrasado, susceptibles de ser convertidos en bienes de consumo por la cultura occidental. Aquí los miembros de la comunidad intentan presentar el significado de manifestaciones culturales desde su interior, haciendo escuchar la voz y la interpretación de ellos que son portadores, reproductores y creadores de su cultura, que tienen una presencia dinámica en la sociedad actual. Muchas veces los impulsores iniciales del museo o los mismos comités elegidos solicitan apoyo y asesoría de especialistas e instituciones. En este momento, consideramos que los que participamos como especialistas en el proceso tenemos la responsabilidad de reflexionar sobre los rumbos, límites y condiciones de nuestro papel. En primer lugar, nuestra acción debe responder a los intereses comunitarios manifestados en vez de proponer su integración a planes institucionales, orientando e impulsando los actores comunitarios que articularon la iniciativa. Pueden confluir intereses comunitarios con los intereses de diversas instituciones, pero cuando se subordinan a ellos el proyecto pierde su carácter comunitario. Nuestro papel debe consistir en escuchar detenidamente a los intereses planteados y asesorar a los grupos comunitarios en función de ellos, sin encasillarlos en programas rígidos ya establecidos. Por otro lado, la orientación que ofrecemos debe tener como uno de sus objetivos centrales la colectivización de la propuesta. Con los actores iniciales, trabajamos para elaborar un plan para involucrar a una amplia gama de sectores y organizaciones comunitarias en el desarrollo del museo. De descuidar este enfoque, los iniciadores pueden quedar como las únicas 254


personas efectivamente involucradas, y el museo se convertirá en su proyecto particular. La colectivización de la propuesta es un proceso complejo, en el que no es suficiente la participación comunitaria en algunas acciones específicas. Como ya mencionamos, atraviesa por la generación de consenso al interior de la comunidad, involucrando las instancias de decisión y la estructura de poder existentes. El especialista externo no puede asesorar a los iniciadores del proyecto en este proceso sin conocer la cultura y las condiciones actuales de la comunidad. Además de conocerlos, debe respetar las normas comunitarias y su cultura particular, que se expresan en tradiciones de organización propias. El asesor externo también debe colectivizar su propio conocimiento. Su conocimiento especializado se pone a disposición de la comunidad, para que sus miembros puedan adquirir las herramientas necesarias para que ellos mismos planeen, investiguen, manejen colecciones y diseñen su museo. En la relación del poder que necesariamente se establece, el poder del asesor esta basado en mayor conocimiento del campo y vínculos con fuentes de apoyo. El poder de la comunidad está basado en su capacidad de acción colectiva, la capacidad de defender lo que considera suyo. Representantes comunitarios y asesores externos pueden colaborar a través del respeto mutuo y el interés común en realizar un proyecto concreto. En esta relación de colaboración, el asesor no se aferra a su poder sino que comparte sus conocimientos y emprende un proceso para transferir a la comunidad las habilidades y relaciones que tiene, en la perspectiva de fortalecer sus capacidades internas. No se busca realizar esta transferencia de capacidades a un solo sector de la comunidad, sino ampliamente a sus diversos integrantes, contribuyendo a procesos de democratización y al fortalecimiento o creación de dinámicas de participación amplia en los procesos de organización. Asimismo, la transferencia de habilidades se realiza a partir de una posición de compromiso del asesor, quien se solidariza con la comunidad, su esfuerzo de enfrentar las condiciones de explotación y subordinación, y sus aspiraciones para una mejor calidad de vida bajo sus propios valores. La creación del consenso comunitario establece la base social del museo comunitario. Permite fundar una nueva iniciativa con la aprobación explícita del proyecto, con la integración de instancias comunitarias para dirigir el proyecto, con una consulta y decisión colectiva acerca de los temas a abordar en el museo e inclusive con una determinación sobre dónde ubicar el museo. 255


La toma de decisiones implica una toma de poder. Es en estas decisiones concretas que el museo se convierte en un espacio de expresión del poder comunal. Aprobar la creación del museo implica que la comunidad reconoció la importancia de actuar ante su patrimonio y su memoria. Escoger temas implica un proceso de reflexión sobre la diversidad de sus historias y cuál los identifica más. Nombrar un comité significa la creación de las condiciones de organización para mantener vigente el control comunitario del museo. Al tomar estas decisiones la comunidad actúa como un sujeto colectivo que expresa su capacidad de autodeterminación. Así, el museo se constituye como una plataforma para movilizar la capacidad de la comunidad para actuar ante su propia memoria colectiva y patrimonio material. Para concluir esta reflexión sobre los métodos de creación de museos comunitarios quisiéramos comentar la labor de establecer redes de museos. Así como el vínculo del museo con una red de grupos y organizaciones al interior de la comunidad le permite mantener su raíz en la base comunitaria, la posibilidad de crear redes entre diferentes comunidades a través de sus museos abre una perspectiva de gran importancia para fortalecer proyectos tanto particulares como colectivos. En 1991 fue fundada la Unión de Museos Comunitarios de Oaxaca, que actualmente agrupa 14 comunidades. Esta organización participó en la creación de la Unión Nacional de Museos Comunitarios y Ecomuseos en 1994, y en el año 2000 impulsó la formación de la Red de Museos Comunitarios de América, que actualmente reúne representantes de base de comunidades y organizaciones de Brasil, Bolivia, Chile, Perú, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México. La creación de estas redes de museos comunitarios ha fortalecido a cada comunidad integrante. Al reunirse periódicamente los representantes comunitarios han podido compartir experiencias, analizar las situaciones particulares y generales y lograr una mayor claridad en cuanto a sus objetivos y su propia visión. Cada participante aprende de los demás, se inspira con los mejores ejemplos y desarrolla lazos de apoyo mutuo y solidaridad. La red permite expandir las relaciones, estableciendo colaboraciones y alianzas con otras organizaciones e instituciones, de carácter regional, nacional e inclusive internacional. La gestión se desarrolla en términos más favorables, y es posible transitar de la petición por apoyos al planteamiento de proyectos propios, cada vez más sofisticados y sostenibles. Estos proyectos permiten responder a necesidades sentidas por todas las comunidades en su conjunto, 256


las cuales desarrollan una capacidad para abordar estas necesidades desde sus propios recursos como organización. Generan un campo de acción más amplio y mayor autonomía. En conclusión, la red permite romper relaciones de subordinación y percepciones de inferioridad que subsisten en comunidades no-hegemónicas. Permite transformar estallidos de descontento en procesos de organización que avanzan con propuestas propias. Proyecta la capacidad de autogobierno comunitario a niveles superiores, expandiendo los alcances de la acción organizada. En este sentido es una herramienta que las comunidades locales pueden apropiar para enfrentar el futuro.

257



J

Mtro. Lauro Solano Hernández

Maestría en Ciencias en Conservación y Aprovechamiento de Recursos Naturales (CIIDIR-IPN) • Docente COBAO

Introducción “Fue, pues, la entraña de aquellos corpulentos árboles, plenos de vida y lozanía, la que concibió a los padres del linaje ñusabi. Y lo fue por unánime designio de los dioses que no quisieron hacer partícipes a los seres por ellos engendrados, de la naturaleza del hierro, ni de la piedra, porque uno y otro son fuerza, dureza, reciedumbre, pero también materia fría e inerte, e insensible; ni tampoco de la selvática condición de las fieras, porque la fiera es brava, pero también sanguinaria y cruel….por eso el árbol. Porque el árbol adquiere casi un sentido humano… Y porque el árbol es todo anhelo espiritual…..Y porque el árbol representa también el sentido primario de la vida……” Este fragmento sobre el origen mítico de los mixtecos tomado de Bradomín (2004), encierra una concepción profunda sobre el lugar primario que ocupan las plantas en la trama de la vida y de los hombres. De manera similar, en el Popol Vuh se encuentra que los dioses, después de varios intentos con otras sustancias, crearon a los hombres mayas de masa de maíz. La comunión entre las plantas y el hombre fue muy acentuada en las culturas prehispánicas. En los murales de Teotihuacán aparecen flores ha259


ciendo alusión a un lugar paradisíaco o asociadas al canto y a las palabras; en diversos códices aparecen dioses como Xochipilli, Xochiquetzal y Macuixóchitl, así como figuras de maíz, cempaxúchitl y arboles sagrados. Hacia 1521 eran de llamar la atención los majestuosos jardines que los aztecas tenían en Oaxtepec, en Texcoco, en Chapultepec y en Iztapalapa. Y de igual trascendencia y admiración fueron los sistemas de cultivo en chinampas de los mexicas y de terrazas de mayas, zapotecos y mixtecos. Esta compleja interacción entre los humanos y las plantas es estudiada principalmente por la etnobotánica, ciencia que busca integrar porciones básicas de la botánica como por ejemplo los estudios taxonómicos, florísticos o ecológicos, con la realidad del país (Toledo, 1982). Para ello, la etnobotánica ha estado desarrollando y adecuando una metodología con la finalidad de lograr sus objetivos de estudio. Caballero et al. (2004) reportan para el Estado de Oaxaca un registro de 490 especies vegetales útiles aunque una estimación de estos autores arroja un resultado de 1600 a 2800 especies para el estado. Para la Mixteca no hay un registro preciso. Casas et al. (1994) reportan para el municipio de Alcozauca, Guerrero, 431 especies de plantas útiles de las cuales 95 son cultivadas y poco más de 350 especies crecen de manera natural en las comunidades vegetales primarias y secundarias. Paredes-Flores et al. (2007) reportan para Zapotitlán Salinas, Puebla, información etnobotánica de 288 especies, de las cuales 164 prosperan en distintas comunidades vegetales naturales y en algunas de las áreas transformadas y 124 se encuentran de manera exclusiva en huertos familiares. López-Moreno (2008) presenta información etnobotánica de Santo Domingo Yodohino, Huajuapan, donde cita 324 especies útiles. Solano (2009) registra para Asunción Cuyotepeji, Huajuapan, 269 especies de plantas útiles, de las cuales 172 especies crecen de manera silvestre y 97 son cultivadas. Algunos otros trabajos con información etnobotánica son el de Casas, et al. (1997) sobre el xoconochtle, (Stenocereus stellatus) en el Valle de Tehuacán y La Mixteca Baja; el de Blanckaert et al. (2004) sobre los huertos familiares de San Rafael Coxcatlán, Puebla y el trabajo sobre aclareo de la pitaya (S. griceus) en la Mixteca Baja Oaxaqueña (Sánchez, 2006). Igualmente importantes son los estudios químicos sobre la composición nutrimental del fruto de Cyrtocarpa procera (Villanueva, 2006), de Parmentiera edulis (Angón, 2006) y de la pitaya (S. stellatus) de FigueroaSumano et al., 2010. 260


La paleobotánica, por otra parte, ha contribuido a esclarecer las época remotas desde que el hombre ha venido interactuando (y en la medida de lo posible el grado de interacción) con las plantas. De suma relevancia son los trabajos realizados en Tehuacán, Puebla por Mac Neish en 1967 y en los Valles Centrales de Oaxaca por Flannery en 1973. Estos trabajos demostraron que la interacción del hombre con las plantas ha venido sosteniéndose desde hace unos 12000 años. En este aspecto, estas regiones alcanzaron gran relevancia al ser consideradas por varios autores como el escenario más probable para la domesticación de plantas cultivadas importantes como maíz, frijol y calabaza en México y Mesoamérica (Caballero et al., 2004). En esta última, se domesticaron por lo menos 65 especies de plantas y otras miles especies silvestres fueron incorporadas por las culturas nativas para resolver sus diferentes problemas de subsistencia (Casas et al., 1994; Caballero et al., 1998; Casas, 2007). De esta forma, con el objetivo de conocer y valorar este preciado legado cultural así como de estimular la investigación en dicho campo de la ciencia, en el presente trabajo se muestra parte de la información sobre el conocimiento, uso y manejo del recurso vegetal depositado en el seno de la población de Asunción Cuyotepeji, Huajuapan, Oaxaca. Condiciones físicas del medio El municipio de Asunción Cuyotepeji,con una superficie de 91 km2, se localiza en el extremo noroeste del estado de Oaxaca entre los 97º 35´ y 97º 45´ longitud oeste y los 17º 54´ y 17º 57´ latitud norte (Solano, 2009). Pertenece al distrito político de Huajuapan y se ubica en la región cultural Mixteca Oaxaqueña, subregión Mixteca Baja (figura 1). Presenta una fisiografía muy accidentada con un gran número de cerros y cañadas; los cerros tienen laderas con pendientes de 45º o más de inclinación existiendo pocas lomas de declives moderados. El intervalo altitudinal va de los 1720 m a los 2680 m (Solano, 2009). Hidrográficamente, Asunción Cuyotepeji se localiza en el extremo SE de la cuenca del río Balsas, en la línea de parteaguas con la cuenca del río Papaloapan, ubicándose en una subregión hidrográfica que Blanco y Martínez (2001) denominan la cuenca alta del río Mixteco. Los suelos someros y pedregosos son característicos en el área y la roca madre, consistente en conglomerados rojizos, aflora de manera frecuente. Existen también, en proporción menor, suelos profundos y con hojarasca, 261


además de suelos aluviales en la vega del cauce principal y en algunas cañadas (Solano, 1997).

Figura 1. Mapa de localización del municipio de Asunción Cuyotepeji.

La fórmula climática, referida a la estación meteorológica de Huajuapan de León, es (A) C (“w”o) (w) a (i´) g, la cual se traduce como clima semicálido, con tendencia a condiciones climáticas templadas y sequía intraestival o canícula bien definida. El promedio anual de precipitación pluvial es de 729.3 mm, la temperatura media anual de 20.1 oC, la temperatura máxima de 23 oC, el mes más caliente es mayo y los meses más lluviosos son junio y septiembre. Solano (1997) reporta para Asunción Cuyotepeji una flora vascular de 527 especies silvestres, 318 géneros y 95 familias botánicas, 20 especies endémicas a la Mixteca y a zonas aledañas y cita a Asteraceae, Leguminosae 262


y Poaceae como las familias con mayor riqueza específica. Reconoce para Asunción Cuyotepeji seis tipos de vegetación: bosque de Quercus, bosque de Juniperus, bosque tropical caducifolio, bosque de galería, matorral xerófilo y matorral subtropical. Dados los elementos florísticos y de vegetación que presenta esta zona, es considerada como una ecotonía entre la flora xerofítica del Valle de Tehuacán-Cuicatlán, la vegetación caducifolia de la Cuenca del Río Balsas y la vegetación templada de la Mixteca Alta (Solano, 1997). Blanco y Martínez (2001) reconocen para Asunción Cuyotepeji una vegetación de arbolado denso y otra de arbolado claro. La primera corresponde al bosque de Quercus, bosque de Juniperus y matorral xerófilo y la segunda corresponde al matorral subtropical descritos por Solano (1997). Culturalmente, Asunción Cuyotepeji es una comunidad mestiza, de ocupación principal campesina, regida por una tenencia de la tierra por bienes comunales. En 2005 el municipio contaba con una población de 753 habitantes, de los cuales 407 correspondían al sexo femenino y 346 al sexo masculino. De 669 individuos mayores de 5 años, sólo dos hablaban además de español el idioma mixteco. En su territorio, se practica una ganadería extensiva de ganado bovino, caprino y equino. El número de cabezas por tipo de ganado reportado para 2008 era de 1780 cabezas para el ganado vacuno, 742 para el caprino, 118 para el ovino, 59 para el equino, 28 para el asnal y 05 para el mular (Solano, 200). Flora útil Solano (2009) reporta para Asunción Cuyotepeji un registro de 269 especies de plantas útiles de las cuales 201 son nativas y 68 son introducidas. Consideramos como especies nativas de México y Mesoamérica aquellas originadas (o llegadas) por mecanismos naturales en esta región del continente. Estas especies crecen en su mayoría de manera silvestre, es decir sin la ayuda del hombre, tanto en la vegetación primaria (bosques y matorrales) como en la vegetación secundaria, inclusive surgen espontáneamente en campos agrícolas, en huertas, en solares y en jardines (tabla 1). Sin embargo, como resultado de una interacción milenaria del hombre con las especies vegetales nativas, algunas de éstas han sido trasladadas de su medio natural a un medio creado y controlado por el hombre (campos agrícolas, huertos familiares) donde son cultivadas bajo un estricto cuidado humano. Como ejemplo de estas especies se tiene al maíz, al frijol, a la calabaza, al tomate, al aguacate, a la guayaba y a la pitaya de mayo. 263


Tabla 1. Ejemplos de especies nativas silvestres Nombre (s) común (es)

Nombre científico

Cazahuate

Ipomoea murucoides

Encino chaparro

Quercus glaucoides

Epazote

Chenopodium ambrosioides

Espino, huizache

Chenopodium ambrosioides

Jarilla de monte

Dodonaea viscosa

Palo blanco

Ficus petiolaris

Papalomé

Agave potatorum

Quelite

Amaranthus hibridus

Sabino

Taxodium mucronatum

Tempesquistle, chinao

Sideroxylon palmeri

Tepeguaje

Lysiloma acapulcense

Las especies introducidas, también llamadas especies exóticas, han llegado a México de varias partes del mundo por acción consciente o inconsciente del hombre. Estas especies sólo sobreviven bajo cuidado estricto en campos agrícolas, huertas y jardines (tabla 2, figura 2). Tabla 2. Ejemplos de especies introducidas Nombre (s) común (es)

264

Nombre científico

Albahácar

Ocimum basilicum

Durazno

Prunus persica

Hierba buena

Mentha piperita

Lima, limón, naranja

Citrus spp.

Níspero

Eriobotrya japonica

Orégano de huerta

Origanum vulgare

Romero

Rosmarinus officinalis

Rosa de Castilla

Rosa gallicavar. centifolia

Ruda

Ruta chalepensis

Tomillo

Thymus vulgaris


Algunas especies introducidas, sin embargo, tienen la capacidad de crecer sin la ayuda del hombre como si fueran especies silvestres. Estas especies colonizadoras, también llamadas naturalizadas, crecen principalmente como ruderales a orilla de campos agrícolas, en huertos y en solares. Tal es el caso de: Anona cherimola (chirmolla), Schinus molle (pirúl), Ricinus comunis (grilla), Arundo donax (carrizo), Nicotiana glauca (mostaza), Marrubium vulgare (marrubio) y Mentha suaveolnes (mastranso).

Figura 2. Atrio de la iglesia de la virgen de la Asunción. El seto lo forman plantas de Ligustrum lucidum (trueno), las plantas arbóreas incluidas aquellas con las que se han modelado figuras en forma de animales corresponden a Cupressus sp. (Pino).

Vegetación De acuerdo a Rzedowski (1978), Solano (2009) reconoce seis tipos de vegetación para el municipio de Asunción Cuyotepeji: bosque de Quercus, bosque de Juniperus, bosque tropical caducifolio, vegetación riparia, matorral xerófilo y vegetación secundaria. Sin embargo, de acuerdo a la nomenclatura local se reconocen alrededor de 20 asociaciones vegetales (Tabla 3). 265


Tabla 3. Tipos de vegetación de Asunción Cuyotepeji En base a Rzedowski, 1979 Bosque tropical caducifolio Bosque de Juniperus

Nomenclatura local “Tepeguajera”, “Copalera”, “Cuajiotal”, “Organal”, “Tlazquera”, bosque de “enebros”

Bosque de Quercus

“Encinera”

Matorral xerófilo

“Nopalera”, “Sotolinera”, “Lechuguillera”, “Garabatera”

Vegetación riparia: Bosque de Galería y matorral ripario

“Sabinera”, “Elitera”, “Chirmollera”, “Chilaquera”, “Jarillera”

Vegetación secundaria

“Casahuatera”, “Jarillera”, “Espinera”, “Jiotillera”, “Oreganera”, “guajera”.

Bosque de Quercus (“encinera”) Este bosque se encuentra hacia los 1800 y 2100 m de altitud, preferentemente en lugares poco expuestos y en laderas con exposición general norte. Las especies características de este bosque son: Quercus castanea (encino tinta) y Q. glaucoides (encino chaparro) acompañados porotras especies arbóreas como Arbutus xalapensis (madroño), Juniperus flaccida (tlazca) y Lysiloma acapulcense (tepeguaje). Entre las especies arbustivas están Comarostaphylis polifolia (guayabillo), Rhus standleyi (nichi de perro), Acacia pennatula (espino ancho) y Amelanchier denticulata (tlaxistle). Y entre las herbáceas se encuentra Gnaphaliumsp. (gordolobo), Brickellia veronicifolia (estrellita), Valeriana ceratophylla (valeriana) y epifitas como Tillandsia usneoides (pastle) (figura 3). La importancia utilitaria de las “encineras” es que constituyen una fuente de madera, de combustible y de forraje proporcionado principalmente por las especies de encino, tepeguaje y espinos. En esta vegetación también se encuentran plantas medicinales como la estrellita y la valeriana y ornamentales como orquídeas epífitas y el patsle o heno. Bosque tropical caducifolio Se presenta como pequeños parches establecidos entre los 1700 y 1800 m de altitud. En ocasiones el dominante fisonómico es Lysiloma acapulcense (tepeguaje), en otras son diferentes especies de Bursera (copales, copalillos y cuajiotes) o inclusive Isolatocereus dumortieri (órgano). En estas asociaciones también están presentes Pseudosmodingium multifolium (pirulillo), Pistacia 266


mexicana (capulincillo), Thevetia thevetioides (venenillo), Ceiba aesculifolia (pochote), Conzattia multiflora (palo blanco), Plumeria rubra (cacaloxuchitl) y Celtis caudata (chitoto). Existen también manchones reducidos de Lippia graveolens llamados “oreganeras” (figura 4).

Figura 3. Vista parcial de un encinar en el que predominan ejemplares de Quercus glaucoides (encino chaparro).

Figura 4. Bosque tropical caducifolio al sur del poblado. En primer plano, de izquierda a derecha, Bursera galeottiana (cuajiote rojo), Opuntia velutina (nopal pachón), Isolatocereus dumortieri (órgano) y Lysiloma acapulcense (tepeguaje).

267


La distribución original de este tipo de vegetación coincide con el área de influencia del asentamiento humano por lo que esta vegetación prácticamente ha sido eliminada para establecer el asentamiento mismo, los campos agrícolas y para desarrollar la ganadería extensiva. De los cada vez más escasos individuos de tepeguaje que sobreviven es utilizada su madera como postes y horcones en la construcción de cercas y corrales. Bosque de Juniperus Es un bosque que presenta grandes espacios abiertos y pocas especies arbóreas, además de Juniperus flaccida (tlazca) se distinguen al tepeguaje y al cazahuate blanco (Ipomoea murucoides). Entre las especies arbustivas crece Harpalyce Formosa var. formosa (machetito), Acacia pennatula, (espino ancho), Mimosa benthami (espino herrero), Dodonaea viscosa (jarilla de monte) y Dalea sp. De acuerdo a Rzedowski (1978), este bosque es de origen secundario establecido por la destrucción del bosque de Quercus y del bosque tropical caducifolio (figura 5).

Figura 5. Bosque de Juniperus (tlazca) en el paraje “el hormiguero”, al sur del poblado. Se observan también Lysiloma acapulcense (tepeguaje) y Dasylirion lucidum (cucharilla).

Este bosque ha sido una fuente importante de madera para construcción. Sus tallos rectos llamados “morillos” han sido utilizados para armar el entramado de los techos de las casas y también como postes en la construcción de cercas, trancas y corrales. 268


Matorral xerófilo Bajo esta denominación se agrupan asociaciones de especies arbustivas de ramas tortuosas, arbustos espinosos y especies con formas atípicas como los agaves, cactáceas y crasuláceas, entre otras. Las “garabateras” corresponden a poblaciones de Mimosasp., especie arbustiva con ramas espinosas conocida como “uña de gato” o “garabato”. La “sotolinera” es una asociación de Nolina longifolia (sotole) y Beaucarnea stricta (sotole barrigón). La “nopalera” es una asociación de Opuntia streptacantha (nopal de monte) y las “lechuguilleras” son asociaciones de Agave kerchovei (lechuguilla) y Hechtia podantha (lechuguilla). En las asociaciones antes mencionadas es común encontrar individuos de Escontria chiotilla(jiotilla), Pittocaulon praecox (consuelda), Agave potatorum (papalomé), Dasylirion lucidum (cucharilla), Ferocactus recurvus (biznaga), Euphorbia calyculata, Polaskia chichipe (dichituni), Furcraea longaeva (pescadillo) y especies de Bursera (copales, copalillos y cuajiotes). Figura 6.

Figura 6. Matorral xerófilo en el “cerro bendito” al sureste del poblado. En primer plano se observa Polaskia chichipe (dichitun), atrás a la izquierda Opuntia streptacantha (nopal) y a la derecha Escontria chiotilla (jiotilla).

269


En las especies vegetales del matorral xerófilo los habitantes de Asunción Cuyotepeji han encontrado alimentos como los nopales de monte, tunas, jiotillas y pitayas; fibras para fabricar cuerdas y cordeles; material para el techado de casas como las hojas de sotole; materia prima para la producción de mezcal; forraje para el ganado y combustibles como la leña. Vegetación riparia Corresponde a la vegetación que crece en los ríos y cañadas como el bosque de galería (sabineras y eliteras) y los matorrales riparios (jarilleras). Esta vegetación se haya establecida entre los 1720 y 1740 metros de altitud. El bosque de galería más frecuente es el de Taxodium mucronatum (sabinera) acompañado de Populus mexicana (álamo), Salix bonplandiana (sauce) y Alnus acuminata (elite). En los espacios abiertos del bosque de Taxodium se instalan especies arbustivas de Baccharis salicifolia (jarilla de río) formando “jarilleras” donde participan además Ipomoea murucoides (cazahuate blanco), Barkleyanthus salicifolius (somiate), Heliocarpus terebinthaceus (cuetla), Dodonaea viscosa (jarilla de monte) y Ricinus comunis (grilla). En otras barrancas existen matorrales de Montanoa leucantha llamadas “chilaqueras” y bosques bajos de Annona cherimola conocidos como “chirmolleras” (figura 7). La madera de sabino ha sido utilizada para la construcción de muebles, puertas, portones y vigas y de la madera del sauce y del álamo se hacían los yugos que junto con el arado se utilizaban en las labores de cultivo. La gente recolecta en el río plantas medicinales como el somiate y el chilaco, alimenticias como el epazote y también junta ramas de jarilla de río para hacer escobas. Vegetación secundaria Este tipo de vegetación se observa principalmente en las partes bajas del municipio. De acuerdo al dominante fisonómico se reconocen a la asociación de Ipomoea murucoides (cazahuatera), asociación de Dodonaea viscosa (jarillera), asociación de Acacia farnesiana (espinera), asociación de Lippia graveolens (oreganera), asociación de Escontria chiotilla (jiotillera) y asociación de Leucaena esculenta (guajera). En estas asociaciones están presentes especies acompañantes como Ipomoea pauciflora (cazahuate negro), Gymnosperma glutinosum (escobilla), Cordia curassavica (San Pablito), Stenocereus stellatus (xoconostle), Agave angustifolia (espadilla), Agave potatorum 270


(papalomé), Ferocactus recurvus (biznaga), Tecoma stans (tronadora), Cnidoscolus tubulosus (chichicastle), Crotonciliato-glanduliferus (solimán) y Montanoa leucantha subsp. Arborescens (chilaco blanco). Existen escasos individuos de Ficussp (higo de monte) y de Ficus petiolaris (palo blanco).

Figura 7. Bosque de galería con Taxodium (sabino) en el paraje “el carbón”, al sur del poblado. Este lugar es utilizado para descanso y recreación, pero sobre todo constituye una fuente de agua para riego para el pueblo vecino de Santa María Camotlán.

El pastoreo de ganado caprino y bovino es una de las prácticas más notorias realizadas en la vegetación secundaria. También ahí se recolecta la jiotilla, plantas medicinales como el solimán, tapacola y leña delgada de varias especies. La acción antropogénica, sin embargo, ha impactado de manera negativa a la vegetación primaria. Solano (1993) ya había advertido la dificultad para reconocer y delimitar las comunidades vegetales debido al deterioro causado por la fuerte presión humana. Individuos aislados de Lysiloma (tepeguaje), Bursera (copal) y Ceiba (pochote), entre otras especies, son vestigios de una vegetación caducifolia preexistente en áreas donde ahora se ubican el asentamiento humano y los campos agrícolas. De igual forma, la presencia de individuos de Prosopis laevigata (mezquite) en áreas antropogénicas, no sólo en Asunción Cuyotepeji sino en otras regiones del distrito de Huajuapan, hacen imaginar la presencia de extensas “mezquiteras” en tales lugares. 271


El impacto negativo del hombre sobre los recursos vegetales está en estrecha relación con la tenencia de la tierra, la cual es por bienes comunales. Los habitantes de Asunción Cuyotepeji no han sabido valorar este preciado legado cultural puesto que, sólo de esta forma, todos los habitantes tienen la oportunidad de gozar en plena libertad del usufructo de la tierra. Desafortunadamente, el usufructo se ha entendido meramente como un beneficio estrictamente material dejando a un lado el bien biológico, ecológico, estético y espiritual. Bajo este concepto, la tierra ha sido de todos y de nadie, dependiendo si se trata de extraer o conservar el recurso natural. Etnobotánica Categorías de uso Una categoría antropocéntrica de uso representa a un grupo de plantas de especies diferentes que el hombre utiliza con un fin particular. El estafiate y la oaxaqueña, por ejemplo, son plantas amargas que el hombre utiliza para aliviar un padecimiento estomacal por lo que son agrupadas en la categoría de plantas medicinales. Solano (2009) identifica para Asunción Cuyotepeji 15 categorías de uso las cuales son: medicinales, comestibles, cercas vivas, combustibles, madera y construcción, bebidas alcohólicas, ornamentales, sombra, fibras, detergentes, forrajeras, ceremoniales, artesanías, tóxicas y otras. Esto significa que el humano de estas tierras ha explorado el recurso vegetal y ha llevado una práctica de ensayo y error para conocer los múltiples beneficios que le aportan las plantas (anexo 1). Las categorías en cantidad de especies son: medicinales (104), comestibles (83), ornamentales (48), cercas vivas (31), combustibles (30) y sombra (30). Medicinales Son especies empleadas para prevenir, aliviar o curar cualquier enfermedad o malestar físico, fisiológico, emocional o espiritual. Los principales malestares y enfermedades que la comunidad ha tratado con las plantas son: tos, dolor de garganta, calentura, dolor de estómago, diarrea, mal de orines, mollera caída, alergias, reumas, espanto, chipi o berrinche, mal aire, mal de ojo, latido (estérico o presión alta), pasmo, atención al parto, infecciones de la piel, cortaduras, torceduras y quebraduras. Para el chipi se ata una biznaga (de Ferocactus recurvus, Mammillaria spp., o Coryphanta spp.) al pie del niño berrinchudo. La diarrea se controla 272


con un té preparado con la raíz de tapacola y los dolores de estómago se curan con infusiones de plantas amargas como la estrellita, el estafiate y la oaxaqueña (Asteraceae no identificada). El insomnio y los nervios (¿presión alta?) en adultos se controlan con la infusión de las hojas de zapote blanco. Las anginas inflamadas se curan frotándolas directamente con la pulpa y cáscara de tomates asados y calientes, frotando además el pecho y cuello. El mal de orines e infección de riñones se curan bebiendo el agua que resulta del cocimiento de los elotes o bien preparando una infusión con bello de elote, doradilla y cola de caballo. Las molestias de la tos se aminoran con un té preparado con flores de pitaya de mayo y cogollos de guayabo. Las hojas de saúco son útiles para aliviar una comezón en los ojos parecida a la conjuntivitis a lo cual se llama subir el pasmo a la cabeza. Para reanimar músculos paralizados y dolores de reumas se frota la parte afectada o dormida con hojas de chichicastle de ratón. Los dolores musculares ocasionados por golpes son curados con cataplasmas de hojas asadas de maguey de cochino o pichumel y los golpes internos son tratados con infusiones de árnica. La fractura de huesos son tratados con una cataplasma de cañaveral (orquídea no identificada) o con ramas de escobilla vendando con lienzos la parte afectada. Los granos en la piel llamados mezquinos son eliminados con látex del tallo de solimán y para sacar espinas enterradas en pies, manos u otra parte del cuerpo se agregan gotas de látex de la hierba de la golondrina o de cazahuate blanco al sitio donde entró la espina. Para los dientes aflojados se recomienda masticar de manera constante corteza de encino tinta, para hacer fuerte la dentadura. Entre las especies introducidas están las usadas para tratar el mal aire como el pirul ruda, albahacar, Santa María y romero. Para el dolor de estómago se preparan infusiones de hierbabuena, marrubio e hinojo. Contra la tos se preparan infusiones de hojas de eucalipto y flores de bugambilia morada. Contra los nervios e insomnio se toman tés de flor de azahar. Ciertas partes útiles de especies vegetales nativas e introducidas han sido combinadas por los pobladores con el resultado de fórmulas herboláreas con mejores resultados o beneficios. Un ejemplo es el tratamiento del parto en la mujer, el agua de cocimiento y el baño de temascal. Al momento del parto, la partera da a la parturienta un té de chilaco de cruz y una bebida de chocolate y ruda con la finalidad de ayudar la salida del bebé del útero. A los tres días del parto, la mujer se baña en el llamado “baño de cocimiento” el cual se prepara con las hojas de sauco, sabino, carrizo, naranjo, cardasanta 273


(especie no identificada), salverrial, catachó (especie no identificada) y flores de cempaxúchitl. En el “baño de temascal” la partera usa ramas de pirúl para quemar el cuerpo de la recién aliviada y con un lienzo de lana jala el vapor para quemarle la cabeza. En este baño, ambas mujeres toman un jarro de atole de maíz con chile, parecido al chileatole. Comestibles Plantas cuyas partes se usan crudas o cocinadas como alimento, condimento o bebidas como té o agua. Las especies más importantes en la dieta de los habitantes de Asunción Cuyotepeji son el maíz, frijol, calabaza y chile. Con el maíz se hacen las tortillas, el atole, los shatos o shatus (tortillas de elote), el chileatole (atole con chile), el pinole, los tamales, el pozole y las tortillas de cacaya (flores de maguey papalomé). Las flores de calabaza junto con calabacitas tiernas picadas, chile, masa, y pipisa forman una sopa llamada flor de calabaza o guaya. Las calabazas maduras se consumen hervidas u horneadas y las semillas se comen después de tostarse en el comal. Los frijoles se consumen hervidos con epazote o fritos en manteca; la pasta de frijol, epazote y chile se unta en el interior de una bola de masa a la que se le da forma de tetela (triangulo, en otras comunidades). Con el chile se prepara la salsa verde con tomate, la salsa roja de chile seco y ajo, el guacamole con aguacate y la salsa de guaje. Las semillas molidas del chile forman una masa llamada vena o pipian al cual se le añaden frutos de tempesquistle y nopalitos cocidos y partidos. Algunas malezas también son comestibles como es el caso de los quelites, los alaches, las verdolagas, la pipisa, el papaloquelite y el chepil. Las cactáceas han estado muy presentes en la dieta de los habitantes de Asunción Cuyotepeji. Se consumen los nopales de monte, así como los frutos del xoconostle, de la jiotilla, del garambullo, del dichituni y los chilitos de biznagas. El orégano de monte, el laurel de monte y la hierba santa son utilizadas como condimento, por ejemplo en el pozole. Con el anís de monte y el pericón se preparan tés para calmar los nervios y para aliviar dolores de estómago. Otras especies silvestres recolectadas en menor frecuencia son los frutos del nanche rojo y las manzanitas de San Pablito; las semillas de pochote, de chichicastle, de torondiqui de chitimas y de borreguitos; también se re274


colectan los pseudobulbos de la monja de tierra (orquídea) y los quiotes (escapos) de maguey papalomé. Entre las especies cultivadas en huertos familiares están las siguientes: pitaya de mayo, guayaba, nopal de huerta, zapote negro, tejocote y capulín. Otras especies son toleradas en los solares como el guaje rojo, la chupandía, el zapote blanco, el cuajilote y el guamúchil. El tempesquistle, también llamado chinao o chinado en la población, es uno de los árboles representativos de Asunción Cuyotepeji. Su follaje perennifolio brinda color al poblado aún en la época seca del año y su fruto es muy apreciado por habitantes del mismo pueblo y de pueblos vecinos. Con los frutos del tempesquistle se prepara un platillo típico conocido como mole de camarón el cual lleva también nopalitos y tortas preparadas con harina de maíz y camarones molidos para dar sabor. El fruto maduro del tempesquistle es conocido como chinacuchi y es consumido como golosina de vez en cuando. Otra fruta muy apreciada, y comercializada en el mercado de Huajuapan, es la pitaya (Stenocereus pruinosus) o también llamada pitaya de mayo, para diferenciarla del xoconostle (S. stellatus) que produce sus frutos maduros en agosto y septiembre. El pitayo de mayo es cultivado en huertos y solares mientras que el xoconostle es cultivado, tolerado y también se recolectan sus frutos de los árboles silvestres (figura 8). Las especies introducidas arbóreas son mantenidas en las huertas. Son frecuentes los cítricos como la lima, el limón agrio, la naranja agria, el limón dulce, la mandarina y la naranja dulce. También están presentes el plátano, el nogal, el mango, el níspero, la granada, el durazno, el membrillo y la chirimolla. En los jardines son mantenidas especies herbáceas como el chayote, la hierba buena, el orégano de huerta, el tomillo, la cebolla y el ajo. Otras especies son cultivadas de manera masiva en campos agrícolas como el cilantro y el rábano y de manera esporádica también se cultivan la sandía y el melón. Ornamentales Especies con uso actual o potencial en la decoración de espacios en casas, iglesias, atrios, calles, así como en fiestas y en celebraciones tradicionales. Las especies ornamentales son principalmente especies introducidas cuya característica principal son sus flores vistosas. La mayoría son herbáceas o arbustivas como la rosa, el geranio, el plumbago, la habanera, la regi275


na, la bugambilia y otras son arbóreas como la jacaranda, el tulipán africano, el tabachín y el pino (Thuja occidentalis). Pocas especies nativas presentan flores vistosas como el cacalosúchitl o el venenillo puesto que la mayoría presenta flores inconspicuas como diferentes especies de biznagas, siempre vivas y monjas (de tierra y de encino). Inclusive, algunas especies son mantenidas en jardines más bien por su forma o porque son resistentes al trasplante como la jarilla de monte, el garambullo, el jiotillo, el quequexque, el palo de leche y diferentes magueyes. La amapola (Cosmos bipinnatus) es cultivada por semilla y la flor de muerto silvestre y la maravilla son herbáceas toleradas en los huertos y solares.

Figura 8. Frutos de Escontria chiotilla (jiotilla) y Stenocereus stellatus (xoconostle) recolectados con el tradicional chicole. Se observan además semillas de Cnidoscolus tubulosus (chichicastle).

Cercas vivas Especies cultivadas o toleradas en el perímetro de predios, huertos o terrenos de cultivo con la finalidad de delimitar y proteger contra acciones negativas de animales, el hombre y fuerzas naturales. 276


A orilla de río se observan, protegiendo a los terrenos contra las fuertes avenidas, especies arbóreas como el sabino, el álamo, el sauz, el fresno y el carrizo (introducida). A orilla de huertas y campos agrícolas de riego están presentes también especies arbóreas como el tempesquixtle, el aguacate, la guayaba, el pipi, el mezquite y el sauco. En predios y terrenos de temporal ubicados en lomas se observan, como cercas vivas, especies tolerantes a la sequía como el guaje, el copal, el nopal pachón, la jiotilla, el cazahuate y la sangre de grado (figura 9).

Figura 9. Opuntia streptacantha (nopal) y Marginatocereus marginatus (órgano) tolerados o trasplantados como cercas vivas.

Entre las especies introducidas en esta categoría de uso son básicamente especies naturalizadas arbóreas como el chirimollo, el pirúl y la grilla y herbáceas como la sábila, las cuales son comunes a orillas de campos de cultivo y de solares. Las especies cultivadas que cumplen con esta finalidad de manera secundaria son el nogal y el trueno, aunque esta última especie se siembra como seto en las jardineras del atrio de la iglesia. 277


Combustibles Plantas utilizadas para leña. La leña más apreciada por las amas de casa es la que se obtiene del arbusto conocido como jarilla de monte ya que es delgada y arde muy bien (Solano, 2009). Sin embargo, la gente utiliza también leña de especies arbóreas como el encino chaparro, el encino tinta, el tepeguaje, el venenillo, el capulincillo y el sauz. Leña de especies arbustivas como el orégano de monte, el chilaco amarillo, el jiotillo (todichi), el limoncillo, así como las hojas de cucharilla, el olote del maíz y cualquier rama seca que el hombre encuentre en su camino. En las fiestas familiares, de barrios y en la fiesta patronal se utiliza leña gruesa (troncos) de encino chaparro para el cocimiento del pozole. Las especies que resultan más afectadas por la extracción de leña son las que corresponden a la jarilla de monte y al encino chaparro. Sin embargo, la jarilla es una especie arbustiva invasora, de rápido crecimiento y poco perseguida como forraje por el ganado caprino y vacuno por lo que sus poblaciones son abundantes. El encino chaparro, en cambio, es una especie arbórea con dificultades en su crecimiento dado que el ganado caprino consume bellotas y el ganado vacuno ramonea al encino desde el estado de plántula. Sólo dos especies naturalizadas se utilizan de manera esporádica como combustible, es el caso del chirimollo y del carrizo, aunque la grilla también es usada para encandilar una hoguera. Madera y construcción Especies usadas en la edificación de viviendas como horcones, vigas, morillos, techos, amarres y cercas. Los horcones de álamo y sauce se utilizan para construir represas y muros de contención a orillas de río o de barrancas. Las ramas de pirul, de chirimollo y de grilla se utilizan para formar cercas o corrales alrededor de terrenos de cultivo. Del pino (Casuarina equisetifolia) y el eucalipto se utiliza la madera como vigas o bancos pero su uso es ocasional. La especie introducida de mayor importancia en esta categoría de uso es el carrizo cuyos tallos se utilizan como cercos de jardines y solares, así como en la construcción de paredes y techos de casas y de gallineros. Los fustes rectos de tepeguaje y encino han sido utilizados como horcones en la construcción de casas y cercos. De igual forma, los tallos de tlazca conocidos como morillos también se han utilizado para construir el 278


soporte de paredes y techos de las casas. Del sabino se han hecho vigas así como puertas, portones y muebles. Las hojas del sotole (Beaucarnea stricta) y la palma (Brahea dulcis) fueron muy utilizadas para techar casas. En la actualidad, estas especies son menos utilizadas debido a que las casas se construyen de cemento, los cercos de tubos y malla ciclónica y los muebles ya casi no se producen de manera artesanal sino que se compran o se mandan hacer (normalmente con madera de ocote, Pinus sp.). Fibras Plantas de hojas o pencas con ixtle apropiado para la producción artesanal de cuerdas y arriatas. Las fibras fueron muy importantes porque con ellas la gente hacía cordeles para tejer ayates o costales o hacía cuerdas de mayor grosor para realizar ataduras o amarres en la construcción de casas o cercas. Las hojas de maguey eran cortadas en tiras las cuales eran unidas por sus extremos para hacer tiras más largas con las que se amarraban manojos de milpa o zacate (Solano, 2009). El maguey espadilla y el maguey de ixtle (Agave kerchovei) fueron muy importantes en la obtención de fibras. Las fibras de espadilla se obtienen de las hojas frescas y con ellas se hacen cuerdas o cordeles. Las hojas del maguey de ixtle deben primero cocerse en un horno para después extraer las fibras con las cuales se hacen cuerdas más grandes llamadas arriatas. En Asunción Cuyotepeji se hacían cordeles delgados mientras que en el pueblo vecino de Santa María Camotlán existió a mediados del siglo pasado una industria de arriatas usando fibras del maguey de ixtle (A. kerchovei). Como caso anecdótico, la arriata producida en Camotlán le llamaban la “camoteca” así que cuando a un campesino le preguntaban ¿te gusta la camoteca? La respuesta debería ser muy inteligente. Sombra Especies cultivadas o toleradas en el perímetro de predios, huertos o terrenos de cultivo con la finalidad de proteger de la insolación al hombre, sus animales, sus plantas o bienes materiales como vehículos. Son especies principalmente arbóreas como el tempesquistle, el sabino, el álamo, el fresno, el sauz, el mezquite, la cuetla, el chitoto y el cazahuate (figura 10). Estas especies brindan sombra a los campesinos a la hora de la comida durante las labores agrícolas o durante la pizca de maíz. Antigua279


mente, era muy común que a la sombra de estos árboles las mujeres colocaran la hamaca donde dormía el bebé mientras ellas ayudaban al esposo en el trabajo de campo.

Figura 10. Sideroxylon palmeri (tempesquistle o chinao), árbol típico de Asunción Cuyotepeji. Sus frutos son comestibles y el árbol es utilizado como cerca viva y para sombra.

Las especies introducidas proporcionan una sombra principalmente en la casa, en el parque, en el atrio de la iglesia y en las escuelas. Las especies principales son el eucalipto, el pino (Casuarina equisetifolia), el trueno, el paraíso, el nogal, la araucaria, el ficus (Ficus benjamina), el laurel de la india (Ficus microcarpa), la jacaranda y el pirul. Bebidas alcohólicas Especies cuyas partes son utilizadas en la producción de bebidas alcohólicas como mezcal y pulque. Asunción Cuyotepeji fue un pueblo mezcalero por excelencia durante casi los tres primeros cuartos del siglo XX, utilizando principalmente maguey papalomé (Agave potatorum) y poco menos maguey espadilla (Agave angustifolia). El mezcal producido, en los llamados palenques, era alma280


cenado en castañas y transportado en burros a diferentes pueblos, incluido Huajuapan de León y pueblos del distrito de Coixtlahuaca (Solano, 2009). Las poblaciones actuales de las especies de maguey utilizadas en la producción de mezcal están sumamente disminuidas, sin embargo, se debe, según los habitantes de Cuyotepeji, más que por su extracción para producir mezcal, a la depredación intensa del ganado vacuno sobre estas plantas (Solano, 2009). Antiguamente, algunos habitantes contaban con escasas matas de maguey pulquero, sembradas cerca de sus viviendas, de donde producían pulque para autoconsumo. Forrajeras Plantas que sirven de alimento a animales domésticos (vacas, burros, chivos, borregos, puercos, caballos y aves de corral). El ganado vacuno es conocido como ganado de pasto porque se alimenta preferentemente de especies de gramíneas como Bouteloua repens, Bouteloua hirsuta, Bouteloua triaena e Hilaria cenchroides. Este ganado también consume hojas del maguey papalomé, de lechuguilla de tejón y de sotole (Nolina longifolia), así como hijuelos de izote y los pseudobulbos de una orquídea conocida como cañaveral. En situaciones extremas también consumen biznagas ganchudas (Ferocactus recurvus) y pencas de nopal (Opuntia streptacantha). El ganado caprino es conocido como ganado de rama debido a que se alimenta preferentemente del follaje de arbustos y árboles como el canelillo (leguminosa no identificada), el tlaxistle, el barredor, el venenillo, el pochote, el orégano de monte, la cubata, el espino, el espino ancho, el encino chaparro, el tepeguaje, la doradilla, el tempesquixtle y aún plantas tóxicas como el solimán, el cazahuate y diversas especies de Bursera (copales y cuajiotes). El ganado equino o caballar consume pastos de las especies Bouteloua repens, Bouteloua hirsuta, Bouteloua triaena e Hilaria cenchroides. El ganado en general consume también malezas como cahual, cahualillo, quelite y alaches, así como el rastrojo de maíz. Las malezas también son recolectadas para alimentar animales de granja y aves de corral. La alfalfa (Medicago sativa) y el sorgo (Sorghum sp.) son especies introducidas cultivadas para forraje. La alfalfa se cultiva de manera frecuente mientras que el sorgo sólo de manera esporádica. 281


Asunción Cuyotepeji (y la Mixteca en general) se caracteriza por la práctica de una ganadería extensiva sedentaria de ganado bovino, caprino y caballar, principalmente (figura 11). Este ganado no podría sostenerse si no fuera por el gran número de especies vegetales forrajeras, la mayoría de ellas silvestres (alrededor de 100 especies para Zapotitlán Salinas y Santo Domingo Yodohino y 178 especies para Alcozauca, Guerrero). Por supuesto que esta práctica ha ejercido una presión negativa sobre la vegetación nativa, máxime si en la Mixteca, los pueblos empezaron a explotar la ganadería menor desde 1560 (García, 1996). El sobrepastoreo ha conducido a una pérdida de cobertura vegetal con el resultado concomitante de una continua erosión del suelo y una disminución de la filtración de agua de lluvia (Blanco y Martínez, 2001). Detergentes Especies con propiedades adecuadas para eliminar impurezas físicas, químicas o biológicas en la ropa durante su lavado. La única especie que se sabe con esta propiedad es el pescadillo cuyas hojas combinadas con sal fueron utilizadas como jabón para lavar la ropa. En la actualidad esta categoría está en desuso. Ceremoniales Especies utilizadas en actos religiosos. Burseracopallifera produce un látex (copal) el cual se quema para producir un incienso con la finalidad de alejar las malas vibraciones del hogar o en el día de los Santos Difuntos. La base de las hojas de la cucharilla es utilizada para formar adornos en forma de roseta, los cuales se colocan en el atrio y entrada de la iglesia durante la Semana Santa. En el día de los Santos Difuntos también se utilizan ramas u hojas de sabino, carrizo y zapote blanco para adornar las ofrendas. Artesanías Incluye especies cuyos tallos son utilizados para cestería o para utensilios. El quiote (escapo) de maguey espadilla es utilizado en la casa para colgar jarros, ropa o ayates y como postes y travesaños en porterías de fútbol. Las varas o meneadores de tlaxistle son utilizados para agitar comidas calientes como atole, nixtamal o pozole. Las escobas hechas de ramas de jarilla de río (Baccharis salicifolia) y de barredor (Forestiera phillyreoides) son útiles para barrer áreas grandes como calles y plazas con piso de tierra o pavimento. 282


La base de las hojas de cucharilla se utiliza de vez en cuando como cuchara para comer pozole durante un bautizo, cumpleaños, casamiento o fiesta de barrio o del pueblo. A la persona que va al monte a traer estas hojas se le reconoce, en son de broma, como “padrino de cucharilla”. Con el carrizo se elaboran los chicoles (herramientas para cortar pitayas) y también es utilizado como varas con horqueta para cortar guajes, guayabas o para apalear las ramas de tempesquistle. Sirve como meneadores en el cocimiento del pozole, es utilizado para sujetar tendederos de ropa, se usa como tutor para el crecimiento de plantas enredaderas como el pepino y frijol, sirve para sujetar hilos de los cultivos de tomate y jitomate y como canuto para servir un trago de mezcal o aguardiente. En el pueblo de Santiago Miltepec la gente elabora canastas y canastos (chiquihuites) de carrizo para comercializar a pequeña escala.

Figura 11. Ganado vacuno durante la “fierra” o marcado de animales en el paraje “el palo blanco”, al sur del poblado.

Tóxicas Especies empleadas como venenos o que se reconocen como nocivas para el hombre o sus animales. El cazahuate blanco es una planta tóxica para el ganado caprino, se dice que el ganado se “emborracha” al comer las hojas de esta planta. De ahí que una persona que no rinde durante el trabajo se le ridiculiza diciéndole que está “cazahuatiento”. También son tóxicos el látex de solimán y de chicalote, 283


así como los huesos de venenillo y las semillas de toloache. Las hojas del pescadillo machacadas y arrojadas en las pozas de agua sirven para emborrachar a los peces y así atraparlos de manera más fácil. El chichicastle blanco y el chichicastle negro son especies fuertemente urticantes mientras que el chichicastle de ratón lo es en grado menor. Otras Especies vegetales que no coinciden en alguna de las categorías anteriores. Individuos de especies arbóreas como el sabino, el jiotillo, el mezquite y el espino son utilizados para guardar pastura (zacate) y herramientas en sus ramas altas, e inclusive llegan a adaptar las ramas como gallinero. Los niños de antaño utilizaban la resina (goma) de mezquite y de cordobán como pegamento en sus trabajos escolares. Antiguamente, durante los casamientos, se construía la tradicional “ramada o enramada” con postes de tlazca y ramas de sabino. En esta enramada los novios celebraban con sus familiares, padrinos e invitados de honor desde la hora de la comida hasta que decidían irse a su luna de miel. Manejo de recursos vegetales El manejo del recurso vegetal puede entenderse como un conjunto de acciones o prácticas llevadas a cabo por el hombre, de manera directa o indirecta, con la finalidad de disponer de poblaciones, o fenotipos individuales dentro de poblaciones, de especies vegetales útiles (González-Insuasti y Caballero, 2007). Los habitantes de Asunción Cuyotepeji llevan a cabo diferentes formas de manejo de los recursos vegetales silvestres, tanto manejo in situ como manejo ex situ (Solano, 2009). El manejo in situ implica actividades que se llevan a cabo en los mismos espacios ocupados por las plantas silvestres, incluye la recolecta, tolerancia, protección y promoción. El manejo ex situ incluye interacciones como el trasplante, la siembra de semillas o de otros propágulos en hábitats creados y controlados por el hombre (Paredes-Flores et al., 2007). El manejo ex situ, sin embargo, no es aplicado en gran escala. Recolecta La recolecta consiste en cosechar directamente en la vegetación natural, pero la explotación del recurso involucra algún grado de modificación del 284


hábitat el cual puede afectar a las poblaciones de plantas involucradas, aumentando o disminuyendo su disponibilidad (Caballero et al., 1998). En Asunción Cuyotepeji son recolectadas por sus propiedades medicinales especies como la doradilla, la cola de caballo, el coatillo, la tapacola, el sanalotodo y la valeriana; las especies utilizadas como leña como la jarilla de monte, el encino chaparro, el capulincillo y el limoncillo; y especies comestibles como el laurel de monte, el orégano de monte, el epazote, los quelites y verdolagas, entre otras. Tomando en cuenta lo descrito en las categorías antropocéntricas de uso se observa que la recolecta de leña, de medicinas y de alimentos en la vegetación nativa, es una práctica cotidiana de los habitantes de Asunción Cuyotepeji. Tolerancia La tolerancia normalmente se aplica a individuos arborescentes, ocurre cuando las plantas de interés son dejadas en pie, es decir, no son removidas durante la apertura de terrenos a la agricultura y a otras actividades productivas (Caballero et al., 1998; Gonzáles-Insuasti et al., 2008). Entre las especies toleradas están especies comestibles como el jiotillo, el chirmollo, el tempesquistle y el guaje; medicinales como el pirul, el somiate y el estafiate; cercas vivas y de sombra como la cuetla, el pochote, el mezquite, el sabino, el álamo, el sauz y el zapote blanco; y ornamentales como el cacalosúchitl y el venenillo. Cuando la gente limpia sus solares o predios y las orillas de sus campos agrícolas normalmente deja en pie a las plantas antes mencionadas debido al beneficio que obtiene de ellas. Por ejemplo, llama la atención la presencia en la vegetación secundaria de un gran número de individuos de especies vegetales típicas del matorral xerófilo o del bosque tropical caducifolio como la jiotilla y el xoconostle. Una explicación es que mientras el humano elimina individuos de especies que no le son útiles tolera a estas cactáceas debido a que de ellas recolecta frutos para autoconsumo e inclusive para venta en el mercado local. Este es un caso en que las especies útiles son beneficiadas por el manejo vegetal incrementando el tamaño y distribución de sus poblaciones. Protección La protección involucra acciones como la eliminación de competidores, la exclusión de depredadores o la protección de las plantas contra las heladas (Caballero et al., 1998; Gonzáles-Insuasti et al., 2008). 285


En Asunción Cuyotepeji, las especies protegidas crecen como malezas en campos agrícolas o corresponden a especies arbóreas en huertos familiares. Tal es el caso del quelite, el pápalo, los alaches, la guayaba, el guaje, la jarilla de monte, el tempesquistle, el pochote y el sabino. Promoción La promoción incluye prácticas que permiten un incremento en la densidad de la población vegetal, como la poda o escarda, preparación del suelo, aplicación de fertilizantes o la dispersión intencional de semillas (Caballero et al., 1998; Gonzáles-Insuasti et al., 2008). Estas especies resultan beneficiadas con la aplicación de riego y fertilización al cultivo principal ya sea en campos agrícolas o en huertos familiares. Se tiene en este tipo de manejo vegetal a los quelites, los alaches, la verdolaga, el pápalo, la jarilla de monte, la guayaba y el tempesquistle (figura 12).

Figura 12. Una familia de Asunción Cuyotepeji recolectando quelites (Amaranthus hybridus) en un campo de maíz, antes de labrar la milpa.

Trasplante Las especies trasplantadas son principalmente suculentas capaces de resistir la desecación durante un tiempo mínimo comprendido entre la recolecta en campo y el trasplante en huertas y jardines. Son trasplantadas como plantas ornamentales el cacalosúchitl, diversas especies de biznaga, la consuelda, el quequeshque (o tequeshque), la monja de tierra, el jazmín de monte, el 286


cuajiote blanco, el palo de leche, distintas especies de maguey y siempre vivas, el jiotillo y el garambullo. Son trasplantadas como cercas vivas el nopal pachón, el nopal de tuna roja, la sangre de grado, el tempesquistle, el carrizo y la jarilla de monte (figura 13).

Figura 13. Especies silvestres recolectadas para su trasplante en huertos o en solares. De izquierda a derecha Ficus petiolaris (palo blanco), Ficus sp. (higo de monte), Taxodium mucronatum (sabino) y Vitis sp. (parra o uva silvestre).

Diseminación ocasional de semillas En ocasiones, los pobladores recolectan semillas de la vegetación silvestre para diseminarlas en huertas, solares y jardines con fines de propagación. Tal es el caso del pápalo, la pipisa, el tlachinole, la jarilla de monte y el tempesquistle. De lo anterior se observa que algunas plantas son sometidas a más de un tipo de manejo a la vez. Se puede considerar que ciertas malezas como el quelite, el pápalo y los alaches están en un proceso de domesticación por lo que en el futuro pueden ser cultivadas de manera masiva como especies comestibles. Cultivo El cultivo, por su parte, involucra la total modificación de las condiciones ambientales con el fin de promover la máxima productividad y reproducción de las plantas involucradas (Caballero et al., 1998). 287


En Asunción Cuyotepeji se aprecia una tendencia de disminución del cultivo mixto maíz-frijol-calabaza. En los últimos años se ha incrementado la práctica de monocultivos como la calabacita, maíz híbrido, tomate, frijol ejotero y jitomate a cielo abierto o en invernaderos (figura 14). Los monocultivos, sin embargo, se caracterizan por la escasa diversidad de alimentos, por ejemplo en el monocultivo de maíz no crecen calabacitas ni ejotes, máxime si se aplican herbicidas o se cubre el suelo con plástico porque entonces dejan de crecer malezas comestibles como quelites, verdolagas y alaches. Un fenómeno observado es la venta al mayoreo del maíz producido aunque después el campesino termina comprando maíz de mala calidad y origen dudoso.

Figura 14. Cultivo de Lycopersicon esculentum (jitomate) en condiciones de invernadero.

Las especies introducidas son principalmente medicinales, alimenticias y ornamentales. No se cultivan de manera masiva sino a pequeña escala en huertas y jardines en la zona núcleo de la población donde son mantenidas en condiciones de riego. Sin embargo, en las partes altas del poblado los habitantes siguen manteniendo plantas nativas resistentes a la sequía como 288


la pitaya, el guaje, la pitajaya, el nopal, el mezquite y el pochote (Solano, 2009). Por tanto, se aprecia entonces, que las plantas introducidas favorecen a los habitantes pero no a todos por igual. Algunas especies nativas, sobre todo las medicinales, fueron desplazas por ciertas especies introducidas. La ruda, el albahacar, la hierba buena, el pirul y el romero sustituyeron casi por completo al “chepito” y al “itamorreal” (especies no identificadas) y han desplazado en cierto grado al “estafiate” y a la “oaxaqueña” (plantas amargas). Un motivo es la comodidad ya que las plantas introducidas son mantenidas cerca de la casa mientras que las nativas se encuentran en el monte, a cientos de metros del hogar. Mitos y leyendas Las aportaciones de antropólogos han venido a mostrar cómo las cosmologías constituyen mecanismos de autorregulación social frente a ciertos componentes o fenómenos de la naturaleza que permiten prevenir, por ejemplo, la sobreexplotación de un recurso, es decir, que operan como reacciones colectivas de carácter subjetivo (Toledo, 1990). Y es que los mitos no están apartados del conjunto de conocimientos que llevan a la praxis los habitantes de una comunidad rural o grupos étnicos determinados, sino que son parte de un todo. Precisamente, para realizar una correcta apropiación de los ecosistemas durante el proceso productivo, se considera una aplicación de un conjunto de creencias, percepciones y conocimientos sobre la naturaleza, conjunto conocido como corpus (Toledo, 1990). De acuerdo a Ruiz-Ortiz (2006) fue la percepción que el hombre prehispánico tenía de la naturaleza lo que permitió desarrollar su mitología y su cosmogonía lo cual fue la base de su gran desarrollo cultural. De esta forma, dice Ruiz-Ortiz, los mitos de las culturas mesoamericanas y las leyendas antiguas de los viejos pueblos, hablan de culturas con cualidades intelectuales y morales que corresponden a un estado de equilibrio anímico reflejando la dignidad y la virtud más alta del ser humano. Por otra parte, el antropólogo Levi-Strauss se refiere de los mitos existentes en las comunidades rurales y grupos étnicos, como sistemas con un enorme valor ecológico (Toledo, 1990). Los campesinos de Asunción Cuyotepeji, sobre todo los de edad avanzada, siguen una serie de rituales durante la preparación de la tierra, siembra y trasplante de sus plantas. Por ejemplo, no realizan labores en sus terrenos (barbecho, surcada, labranza) cuando el suelo está muy húmedo (pesado) porque dicen que se agusana, refiriéndose con ello a que se reproducen 289


muchas larvas de coleópteros (escarabajos) conocidas como “gallinas ciega”. Colocan en los cultivos de milpa y frijol una vara o garrocha con un trapo rojo en la punta con la intención de protegerlos de los efectos negativos de granizadas, eclipses, terremotos y otras fuerzas naturales que pudieran “espantar” al cultivo. El trasplante de árboles frutales, las podas estéticas y el corte de postes para cercas debe realizarse en luna llena o antes de luna nueva (antes de que se vaya la luna). De esa manera los árboles frutales darán buenos frutos (de lo contrario crecerá mucho follaje), las plantas podadas retoñarán con vigor y los postes no se apolillarán ni pudrirán pronto. En el caso de árboles frutales, hay plantas que deben ser sembradas o trasplantadas por el hombre como el aguacate, mientras que la papaya debe ser trasplantada por la mujer. Cuando la papaya no quiere dar frutos se colocan en su follaje prendas íntimas femeninas para que la planta se “avergüence” y entonces dé buenos frutos. Cuando alguna planta no quiere crecer bonito o dar buenos frutos se le regaña advirtiéndole que si no produce va a ser sustituida (cortada, arrancada), entonces la planta se “espanta” y da mejores frutos. En otros casos, se le habla bonito pidiéndole o implorándole se apiade del hombre y tenga un buen crecimiento y/o producción. Una persona entrevistada mencionó que su abuelito, allá por los años cuarentas del siglo XX colocaba en el fondo de su troje las mazorcas que salían podridas en la cosecha, porque decía su abuelito que esas mazorcas estaban cieguitas y tenían que curarse, por lo que el maíz duraría y rendiría en tanto las mazorcas enfermas no sanaran. El itamorreal (¿Turnera difusa?) es una planta de la que se dicen versiones que van de lo milagroso a la fantasía. Se menciona que el itamorreal es una planta excelente para curar heridas externas e internas en el humano. Se dice que cuando un venado es herido por un cazador el venado acude a donde está el itamorreal para consumir la planta y así sanar sus heridas. También se menciona que los toros que viven en el monte y comen itamorreal se vuelven más agresivos. Otra versión es que cuando los abuelos se enfermaban iban a donde están los nidos del zopilote a robar los huevos que la hembra de esta ave empollaba, después los huevos eran hervidos en casa y luego eran regresados al nido. La hembra del zopilote se daba cuenta que los huevos ya no eran fértiles y entonces se alejaba del nido en busca de hierbas para volver a la vida los huevos hervidos. Un día después el nido 290


estaba lleno de hierbas que la gente iba a recolectar para curarse. Utilizaban esa práctica porque es más fácil para el zopilote recorrer grandes distancias hasta donde están las hierbas medicinales, lugares muchas veces desconocidos por los pobladores. Entre las hierbas que se dice habían alrededor del nido del zopilote estaba el chepito y el itamorreal (especies no identificadas). Lo sorprendente dicen los pobladores es que “los huevos de zopilote partían aún después de hervidos”. Otros mitos, leyendas y narraciones de Asunción Cuyotepeji, entre ellos los que hacen referencia a las plantas, son mencionados por Peralta (2000). Conclusiones La población de Asunción Cuyotepeji, aunque ha diversificado sus ocupaciones, mantiene aún su esencia campesina. Sus habitantes sostienen una interacción cotidiana con el recurso vegetal del medio donde viven. Las plantas constituyen en su vida una fuente constante de alimento, medicinas, madera y combustible, así como un elemento de valor estético, mítico y espiritual. Resultado de este proceso, el habitante de esta comunidad ha aprendido a identificar las plantas útiles, la disponibilidad espacial y temporal de éstas, la parte útil de la planta, la forma de consumo y aplicación y si las poblaciones de estas especies vegetales son pequeñas, grandes, escasas o abundantes. Además, los pobladores no sólo extraen los recursos vegetales del medio natural, sino que, a menudo, realizan prácticas que favorecen la permanencia de estos fenotipos útiles al tolerar, proteger y propagar plantas de interés. El cultivo de las plantas (selección de semillas, técnicas, herramientas y materiales) atraviesa por un claro proceso de transformación. Las nuevas prácticas de cultivo aunado al abandono y deterioro de las huertas y solares conllevan a una disminución de la flora útil, lo que se traduce en pérdida de autosuficiencia alimentaria. La acción humana, sin embargo, ha impactado de manera negativa a la vegetación, por lo que es conveniente replantear las actividades humanas con la finalidad de evitar daños irreparables de la vegetación entendiéndose que la buena salud de los ecosistemas redunda en la buena salud física, fisiológica, mental y espiritual del hombre. Se percibe, finalmente, que en Asunción Cuyotepeji, tal como consideran Caballero et al. (1998) para las comunidades rurales y campesinas originarias de México y Mesoamérica, “las plantas constituyen el universo más finamente percibido por los grupos culturales”. 291


Bibliografía Angón, P. 2006 Caracterización parcial del fruto de Parmentiera edulis, Tesis de licenciatura. UTM. Oaxaca. Blanckaert I., R. L.Swennen, M. Paredes Flores, R. Rosas-López y R. Lira-Saade 2004 Floristic composition, plant uses and management practices in homegardens of San Rafael Coxcatlán, Valley of Tehuacán-Cuicatlán, México, Journal of Arid Environments. Blanco A. y S. Martínez 2001 Aplicación de un modelo de balances hídricos en la cuenca alta del Río Mixteco (Oaxaca): determinación del binomio infiltración/ escurrimiento con vistas a la reconstrucción de sus ecosistemas forestales. Universidad Tecnológica de la Mixteca, Huajuapan de León, Oax., México. 250 p. Caballero, J., A. Casas, L. Cortes y C. Mapes. 1998 Patrones en el conocimiento, uso y manejo de plantas en pueblos indígenas de México, Estudios Atacameños, N° 16, pp. 181-195. Caballero, J., L. Cortes, M. A. Martínez-Alfaro y R. Lira Saade. 2004 Uso y manejo tradicional de la diversidad vegetal. En: A. J. García-Mendoza, M. J. Ordoñez y M. Briones-Salas (eds). Biodiversidad de Oaxaca. Instituto de Biología, UNAM-Fondo Oaxaqueño para la Conservación de la Naturaleza-WorldWildlifeFund, México, pp. 541-564. Casas, A., J. L. Viveros y J. Caballero. 1994 Etnobotánica Mixteca. Sociedad, cultura y recursos naturales en la montaña de Guerrero. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Instituto Nacional indigenista, México, D. F. 366 p. Casas, A., B. Pickersgill, J. Caballero y A. Valiente-Banuet. 1997 Ethnobotany and domestication in xoconochtli, Stenocereu sstellatus (Cactaceae), in the Tehuacán Valley and La Mixteca Baja, 292


México. Economic Botany 51(3) pp 279-292. The New York Botanical Garden, Bronx, NY, USA. Casas, A., A. Otero-Arnaiz, E. Pérez-Negrón y A. Valiente-Banuet. In situ Management and Domestication of Plants in Mesoaméri2007 ca. Oxford Journals. Annals of Botany 100: 1101-1115, Oxfor University Press, USA. Figueroa-Sumano A., O. Sánchez-López y M. P. Santiago-Gómez. 2010 La pitaya (Stenocereus pruinosus) como alimento funcional. Memorias del VII congreso del noroeste y III nacional de ciencias alimentarias y biotecnología. Universidad de Sonora, Hermosillo, Sonora. García, L. 1996 La caprinocultura en la mixteca oaxaqueña. Orígenes. Ciencias. 44: 28-31. UNAM. México. González-Insuasti, M. y J. Caballero. 2007 Managing Plant Resources: How Intensive Can it be? Hum Ecol, 35:303-314 González-Insuasti, M., C. Martorell y J. Caballero. 2008 Factors that influence the intensity of non-agricultural manegement of plant resources. Agroforest Syst, 74: 1-15. López-Moreno. 2008 Estudio etnobotánico en el municipio de Santo Domingo Yodohíno, distrito de Huajuapan de León, Oaxaca. Universidad Autónoma Chapingo, Tesis de licenciatura. 220 p. Paredes-Flores M., R. Lira y P. Dávila. 2007 Estudio etnobotánico de Zapotitlán Salinas, Puebla, Acta Botánica Mexicana 79: 13-61.

293


Peralta, F. Revoltijo de palabras, más de lo que la memoria alcanza. Fondo 2000 Estatal para la Cultura y las Artes (FOESCA), Oaxaca, México. 136 p. Ruiz-Ortíz, V. 2006 Corazón y duelo del último sol, nacimiento del arte mexicano. Influencia en la Mixteca. En: R. Ortiz y I. Ortiz (eds). Ñuusavi, la patria Mixteca. Universidad Tecnológica de la Mixteca, Oaxaca, México. pp 21-36. Rzedowski, J. 1978 Vegetación de México. Limusa, México. 432 p. Sánchez, J. Aclareo de frutos de pitaya (Stenocereus griseus) en la región Mix2006 teca Baja Oaxaqueña. Tesis de Maestría, UAM. México. Solano, L. 1993 Estudio florístico y descripción de la vegetación del municipio de Asunción Cuyotepeji, distrito de Huajuapan de León, Oaxaca, México. Tesis de licenciatura, ENCB, 1PN, México. Solano, L. 1997 Estudio florístico y descripción de la vegetación del municipio de Asunción Cuyotepeji, distrito de Huajuapan de León, Oaxaca, México. Polibotánica. 5:37-75. Solano, L. 2009 Importancia ecológica y cultural de los recursos vegetales de Asunción Cuyotepeji. Tesis de Maestría. CIIDIR, unidad Oaxaca. IPN. Toledo, V. 1982 La etnobotánica hoy: reversión del conocimiento, lucha indígena y proyecto nacional. Biótica. Vol 7, 2: 141-149.

294


Toledo, V. La perspectiva etnoecológica: cinco reflexiones acerca de las “ciencias 1990 campesinas” sobre la naturaleza con especial referencia a México. Ciencias. 4: 22-29. Villanueva, C. 2006 Caracterización parcial y evaluación de estabilidad de la pulpa del fruto de Cyrtocarpa procera, Tesis de licenciatura. UTM. Oaxaca.

295


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Agavaceae

Agave angustifolia Haw.

Espadilla

Agave kerchovei Lem.

Maguey de ixtle, lechuguilla, tondi (flor)

Agave marmorata Roezl

Maguey de cochino

Agave potatorum Zucc.

Papalomé, cacaya (fruto)

Agave salmiana Otto ex Salm-Dyck

Maguey de pulque

Furcraea longaeva Karw.et Zucc.

Pescadillo

Yucca periculosa Becker

Izote

Amaranthaceae

Amaranthus hybridus L.

Quelite

Anacardiaceae

Cyrtocarpa procera Kunth

Chupandía

Mangifera indica L.

Mango

Pistacia mexicana Kunth

Capulincillo

Pseudosmodingium multifolium Rose

Pirulillo

Schinus molle L.

Pirul

Rhus standleyi Barkley

Nichi de perro

Annonaceae

Annona cherimola Miller

Chirimoyo

Apiaceae

Coriandrum sativum L.

Cilandro

Foeniculum vulgare Miller

Hinojo, henojo

Apocynaceae

296


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Nerium oleander L.

Habanera

Plumeria rubra L. f. acutifolia (Poiret) Woodson

Cacalosúchil, cacalosúchitl

Thevetia thevetioides (Kunth) Schumann

Venenillo

Araceae

Xanthosoma robustum Schott.

Quequexque, tequexque

Araucariaceae

Araucaria araucana (Molina) K. Koch

Pino

Asclepiadaceae

Gonolobus grandiflorus (Cav.) R. Br. ex Roem. et Schult.

Chitima

Matelea trachyantha (Greenm.) W. D. Stevens

Borreguito, chitima de peña

Asphodelaceae

Aloe barbadensis Mill.

Sábila

Asteraceae

Artemisia ludoviciana subsp. mexicana (Willd.) Keck Estafiate Baccharis salicifolia (Ruíz et Pavón) Pers.

Jarilla de río

Barkleyanthus salicifolius (Kunth) H. Rob. et Brettell

Somiate, asomiate

Brickellia veronicifolia var.petrophila (B. L. Rob) B. L. Rob

Estrella, estrellita

Cosmos bipinnatus Cav.

Amapola

Dahlia coccinea Cav.

Dalia

Gnaphalium sp.

Gordolobo

Gymnosperma glutinosum (Spreng.) Less.

Escobilla

297


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Montanoa leucantha (Lagasca et Segura) S. F. Blake subsp. arborescens (DC.) V. A. Funk

Chilaco blanco, chilaco

Montanoa tomentosa Cerv.

Chilaco de cruz, chilaco

Pittocaulon praecox (Cav.) H. Rob. et Brettell

Consuelda

Porophyllum ruderale ( Jacq.) Cass. subsp. macrocephalum (DC.) R. Johnson

Pápalo, papaloquelite

Porophyllum tagetoides (Kunth) DC.

Pipisa

Tagetes erecta L.

Cempasúchil, flor amarilla, flor de muerto

Tagetes lucida Cav.

Pericón

Tagetes micrantha Cav.

Anís de monte

Tagetes tenuifolia Cav.

Flor de muerto

Tanacetum parthenium (L.) Schultz-Bip.

Altamisa, Santa María

Tithonia tubiformis ( Jacq.) Cass.

Cahual, cahuale

Viguiera eriophora Greenman

Chilaco amarillo

Betulaceae

Alnus acuminata subsp. glabrata (Fern.) Furlow

Elite

Bignoniaceae

Jacaranda mimosifolia D. Don

Jacaranda

Parmentiera edulis DC.

Cuajilote

Podranea ricasoliana Sprague

Regina

Spathodea campanulata P. Beauv.

Tulipán africano

Tecoma stans (L.) Juss. ex Kunth

Tronadora

Bombacaceae

Ceiba aesculifolia (Kunth) Britton et Baker

Pochote

298


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Boraginaceae

Cordia curassavica ( Jacq.) Roemer et Schultes

San Pablito

Tournefortia densiflora Mart. et Gal.

Tlachinole, tosaní

Brassicaceae

Raphanus sativus L.

Rábano

Bromeliaceae

Hechtia sp.

Lechugilla, lechuguilla de tejón

Tillandsia usneoides L.

Pasle, pastle, heno

Burseraceae

Bursera bipinnata (D.C.) Engl.

Copalillo

Bursera copallifera (DC.) Bullock

Copal

Bursera galeottiana Englem.

Cuajiote colorado

Bursera glabrifolia (Kunth) Englem.

Copalillo

Bursera simaruba (L.) Sarg.

Palo mulato

Bursera sp.

Cuajiote blanco

Cactaceae

Escontria chiotilla (F.A.C. Weber ex K. Schum.) Rose Jiotilla, todichi (tejido leñoso) Coryphanta sp.

Biznaga, biznaguita

Ferocactus sp.

Biznaga, biznaga ganchuda

Mammillaria sp.

Biznaga, biznaga de chilitos

Marginatocereus marginatus (DC.) Backeberg

Órgano

Myrtillocactus geometrizans (C. Martius) Console

Garambullo

Opuntia ficus-indica (L.) Mill.

Nopal de huerta

299


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Opuntia velutina F.A.C. Weber

Nopal pachón

Opuntia streptacantha Lem.

Nopal de tuna roja, nopal de monte

Polaskia chichipe (Gosselin) Backeb.

Dichituni, dichitun

Stenocereus pruinosus (Otto) F. Buxb.

Pitaya, pitaya de mayo

Stenocereus stellatus (Pfeiffer) Riccob.

Xoconostle, choconostle

Caesalpiniaceae

Conzattia multiflora (Robinson) Standley

Palo blanco

Delonix regia (Boj.) Raf.

Tabachín

Capparaceae

Polanisia uniglandulosa (Cav.) DC.

Hierba del zorrillo

Caprifoliaceae

Sambucus sp.

Sauco, saúco

Caricaceae

Carica papaya L.

Papaya

Casuarinaceae

Casuarina equisetifolia J. R. Forst.

Pino

Chenopodiaceae

Chenopodium album L.

Quelite de manteca

Chenopodium aff. murale L.

Quelite de zopilote, quelite de coni

Teloxys ambrosioides (L.) W.A. Weber

Epazote

Teloxys graveolens (Willd.) W.A. Weber

Epazote de zorrillo

Convolvulaceae

Ipomoea murucoides Roemer et Schultes

Cazahuate blanco

Ipomoea pauciflora Mart. et Gal.

Cazahuate negro

300


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Crassulaceae

Sedum sp.

Siempre viva

Cucurbitaceae

Citrullus lunatus L. (Thunb.) Matsumura et Nakai

Sandía

Cucumis melo L.

Melón

Cucurbita pepo L.

Calabaza

Sechium edule Sw.

Chayote

Cupressaceae

Cupressus lindleyi Klotsch.

Pino, cedro rojo

Juniperus flaccida Schldl. var.flaccida

Tlazca

Thuja occidentalis

Pino

Ebenaceae

Diospyros digyna Jacq.

Zapote negro

Equisetaceae

Equisetum hyemale L.

Cola de caballo

Ericaceae

Arbutus xalapensis Kunth

Madroño

Comarostaphylis polifolia (Kunth) Zucc. ex Klotz

Guayabillo

Euphorbiaceae

Cnidoscolus tubulosus (Muell. Arg.) I. M. Johnston

Chichicastle, chichicastle blanco

Cnidoscolus chayamansa McVaugh

Chaya

Croton ciliato-glanduliferus Ortega

Solimán

Euphorbia calyculata Kunth

Palo de leche

Euphorbia pulcherrima Willd. ex Klotzsch

Noche buena

301


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Euphorbia rossiana Pax.

Cordobán, gordobán

Euphorbia sp.

Hierba de la golondrina

Jatropha ciliata Sessé ex Cerv.

Sangre de grado

Jatropha sp.

Sangre de grado

Ricinus communis L.

Grilla

Fabaceae

Crotalaria pumila Ortega

Chepil

Erythrina americana Mill.

Pipi

Harpalyce formosa Mociño et Sessé ex DC. var. formosa

Machetito

Medicago sativa L.

Alfalfa

Phaseolus vulgaris L.

Frijol

Fagaceae

Quercus glaucoides Mart. et Gal.

Encino chaparro, encino cuchara

Quercus castanea Née

Encino tinta, encino prieto

Geraniaceae

Pelargonium hortorum L.

Geranio

Juglandaceae

Juglans sp.

Nuez, nogal

Lamiaceae

Marrubium vulgare L.

Marrubio

Mentha piperita L.

Hierba buena

Mentha suaveolens Ehrh.

Mastranso, mistranso

Ocimum basilicum L.

Albacar, albaca, albáhacar

302


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Rosmarinus officinalis L.

Romero

Lauraceae

Persea americana Mill.

Aguacate

Litsea glaucescens Kunth

Laurel de monte

Liliaceae

Allium cepa L.

Cebolla

Allium sativum L.

Ajo

Milla biflora Cav.

Azucena

Malpighiaceae

Malpighia mexicana A. Juss.

Nanche rojo

Malvaceae

Anoda cristata (L.) Schltdl.

Alaches

Malva parviflora L.

Malva

Meliaceae

Melia azedarach L.

Paraíso

Mimosaceae

Acacia cochliacantha Humb. et Bonp. ex Willd.

Cubata

Acacia farnesiana (L.) Willd.

Espino, espino huizache

Acacia pennatula (Schldl. et Cham.) Benth.

Espino ancho, espino herrero

Eysenhardtia polystachya (Ortega) Sarg.

Coatillo, cuatillo

Leucaena esculenta (Mociño et Sessé ex DC.) Benth.

Guaje

Lysiloma acapulcense (Kunth) Benth.

Tepeguaje

Lysiloma divaricata ( Jacq.) Macbr.

Tepeguaje blanco

303


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Mimosa benthamii Macbr.

Espino herrero, uña de gato

Prosopis laevigata (Humb. et Bonpl. ex Willd.) M. C. Johnston

Mezquite

Moraceae

Ficus benjamina L.

Ficus

Ficus microcarpa L.f.

Laurel de la India

Ficus sp.

Higo de monte

Ficus petiolaris Kunth

Palo blanco

Musaceae

Musa paradisiaca L.

Plátano

Myrtaceae

Eucalyptus globulus Labill.

Eucalipto

Psidium guajava L.

Guayabo

Nolinaceae

Beaucarnea stricta Lem.

Sotole o sotolín barrigón

Dasylirion lucidum Rose

Cucharilla

Nolina longifolia (Schultes) Hemsley

Sotole, sotolín

Nyctaginaceae

Bougainvillea glabra Choisy

Bugambilia roja

Bougainvillaea spectabilis Willd.

Bugambilia morada

Mirabilis jalapa L.

Maravilla

Oleaceae

Fraxinus uhdei (Wenzing) Lingelsh.

Fresno

Ligustrum lucidum Ait.

Trueno

304


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Orchidaceae

Laelia sp.

Monja de tierra

Papaveraceae

Argemone mexicana L.

Chicalote

Pedaliaceae

Proboscidea louisianica (Mill.) Thell. subsp.fragrans (Lindl.) Bretting

Torondiqui

Piperaceae

Piper auritum Kunth

Hierba santa, hoja santa

Poaceae

Arundo donax L.

Carrizo

Zea mays L.

Maíz

Polemoniaceae

Loeselia coerulea G. Don

Espinosilla de tierra

Loeselia purpusii Brandegee

Espinosilla de peña

Portulacaceae

Portulaca oleracea L.

Verdolaga

Punicaceae

Punica granatum L.

Granada

Rosaceae

Amelanchier denticulata (Kunth) Koch

Tlaxisle, tlaxistle

Crataegus mexicana Moc. et Sess.

Tejocote

Eriobotrya japonica (Thunb.) Lindl.

Níspero, míspero

Prunus persica L.

Durazno, prisco

305


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Prunus serotina subsp. capuli (Cav.) McVaugh

Capulín

Randia sp.

Limoncillo

Rosa gallica var. centifolia (L.) Regel

Rosa de castillo o de Castilla

Rutaceae

Casimiroa edulis La Llave et Lex.

Zapote blanco

Citrus aurantifolia Swingle

Limón, limón agrio

Citrus aurantium L.

Naranjo, naranja agria

Citrus limetta Risso

Lima

Citrus limon (L.) Burm. f.

Limón dulce

Citrus nobilis Lour. var. deliciosa Swingle

Mandarina

Citrus sinensis Osbeeck

Naranja dulce

Ruta chalepensis L.

Ruda

Salicaceae

Populus mexicana Wesm. subsp. mexicana

Álamo

Salix bonplandiana Kunth

Sáuz, sauce

Sapindaceae

Dodonaea viscosa (L.) Jacq.

Jarilla de monte

Sapotaceae

Sideroxylon palmeri (Rose) Pennington

Tempesquistle, chinao, chinacuchi (fruto maduro)

Saxifragaceae

Philadelphus karwinskyanus Koehne

Jazmín de monte

Selaginellaceae

Selaginella pallescens (C.Presl.) Spring

Doradilla

306


Anexo 1. Lista de especies vegetales útiles de Asunción Cuyotepeji citadas en este trabajo. Adaptado de Solano (2009) Familia y nombre científico

Nombres locales

Solanaceae

Capsicum sp.

Chile tepín

Datura candida (Pers.) Pascuale

Toloache

Datura stramonium L.

Toloache

Lycopersicon esculentum Miller

Jitomate

Nicotiana glauca Graham

Mostaza

Physalis philadelphica Lam.

Tomate

Solanum verbascifolium L.

Sacamanteca

Sterculiaceae

Waltheria americana L.

Tapacola, raíz tapacola

Taxodiaceae

Taxodium mucronatum Ten.

Sabino

Tiliaceae

Heliocarpus terebinthaceus (DC.) Hochr.

Cuetla

Ulmaceae

Celtis caudata Planchon

Chitoto

Valerianaceae

Valeriana ceratophylla MacMillan

Valeriana

Verbenaceae

Lippia graveolens Kunth

Orégano de monte

Vitaceae

Cissus sp.

Sanalotodo

307



J

Dr. Luis Felipe Sigüenza Acevedo

Licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM, con maestría en Administración Turística y doctorante en Turismo por la Universidad Antonio de Nebrija. Miembro de la Academia Mexicana de Investigación Turística.

Introducción Una de las características fundamentales a tomar en cuenta en cualquier proceso de planificación turística es la gestión del territorio, que implica la determinación física del espacio que el viajero concibe como “destino turístico” y que los planificadores denominamos “territorio receptor”. Es importante tomar en cuenta que la diferencia crucial entre destino turístico y territorio receptor es que el primero tiene un alto componente de ambigüedad, pues el viajero percibe como “destino” tanto un lugar específico como una amplia zona geográfica, en donde se encuentre la motivación detonante de su viaje, ya sea un sitio específico o una comarca entera; mientras que el territorio receptor cuenta con una definición política – administrativa que permite su manejo sistemático, de tal manera que pueda distinguirse de los territorios emisores y los territorios de tránsito, implícitos en cualquier modelo de dinámica del turismo. Por esta misma razón, en los planes y programas de gestión turística no debe hablarse de destinos sino de territorios receptores. Del mismo modo, en los procesos de mercadeo del producto turístico lo correcto es hablar de destinos, a la manera en que lo percibe el posible viajero. 309


Cuadro 1. El sistema turístico. Marco territorial

Territorio emisor

Localidad receptora nuclear

Territorio de tránsito Localidad receptora nuclear

Localidad de visita diurna

Localidad receptora complementaria

Territorio receptor Fuente: Elaboración Propia. Agosto 2011

Dentro del sistema turístico encontramos como uno de los componentes esenciales el territorio o marco territorial, un espacio definido de acuerdo con un marco jurídico específico, mientras más preciso, mejor. En el caso de México, el marco territorial de referencia, de acuerdo con las leyes federales, es el municipio libre. En este espacio se localizan los tres componentes básicos del sistema turístico: la infraestructura, la estructura y la superestructura, que en su interrelación permiten la construcción del escenario turístico. Dado que en Oaxaca la división municipal es intrincada se utilizan las agrupaciones distritales, éstas a su vez se agrupan en regiones económico administrativas bien definidas y de amplia difusión en los círculos administrativos y académicos del estado. De ahí que en el caso específico de Oaxaca se consideren en las agrupaciones territoriales del turismo, además de los municipios libres, a los distritos que la integran. La propuesta de trabajar en torno al concepto de “comarca” para definir los espacios territoriales a partir de los cuales elaborar los planes de gestión turística, se debe a que dicho concepto tiene la posibilidad de hacer referencia tanto al espacio concebido como destino, por sus características geográficas y humanas, como al espacio definido como territorio receptor, 310


por sus características político administrativas1. Esta particularidad de la comarca permite que tanto los actores del turismo como los viajeros comprendan la dimensión territorial, aunque cada uno con sus intereses particulares: por un lado los económicos y por otro los recreativos2. Algunos espacios geográficos de México han sido concebidos históricamente como comarcas, como la Comarca Lagunera o El Bajío, pero en el caso del estado de Oaxaca el concepto se diluyó posteriormente, cuando la complejidad de sus componentes étnicos y la complicada división territorial impulsó la creación de los distritos antes mencionados y sus agrupaciones en siete regiones tradicionales y, más recientemente en ocho regiones económico administrativas. Sin embargo, para fines turísticos resulta de mucha utilidad concebir los espacios geográficos en torno a los acontecimientos históricos, al asentamiento y movilidad de los pueblos originarios, a la identidad cultural de sus habitantes, a la composición y distribución de la sociedad, a las particularidades del relieve y al uso de la tierra, las vías de comunicación y la estructura de servicios, condiciones a partir de las cuales se definen las comarcas turísticas3. Regionalización turística De acuerdo con una visión sistémica, la regionalización turística parte de cuatro perspectivas vinculadas. La primera, son los elementos de continuidad conceptual en la percepción del destino, entre los que destacan las condiciones del medio físico y de la ocupación humana. Entre las condiciones del medio sobresalen las características del relieve y la fisiografía; en la ocupación humana se considera la antigüedad de los poblamientos, su distribución y volumen y sus esfuerzos por trascender, entre otras características. 1

2

3

Para Antonio Torrejón, de la Universidad Nacional de la Patagonia, la Comarca turística es la Unidad Menor del Planeamiento Turístico. Unidad turística homogénea de extensión generalmente reducida y enclavada en una región natural, que por tener alguna o algunas peculiaridades (ríos, flora, cultivos, etc.) se diferencia de los territorios colindantes. El concepto comarcal tuvo un uso cotidiano en momento previos a la consolidación de las divisiones político administrativas propias del estado moderno; su debilitamiento es parte de un proceso de institucionalización de la entidad territorial, que de diversos modos afecta la interpretación humana del entorno. Como una referencia puede consultarse lo que al respecto analiza Andrés Rodríguez González en su documento “La pérdida del concepto comarcal” en el caso concreto de la Serranía de Ronda, en España, donde el uso del término y su conceptualización es mucho más común que en México. Este texto fue incluido previamente en el documento elaborado por el autor denominado: Regionalización Turística de Oaxaca: La Comarca de la Sierra Sur y las Costas de Pochutla. Universidad de la Sierra Sur. México, 2011.

311


Cuadro 2. El territorio turístico desde la teoría de sistemas

Marco jurídico y ético Territorio Superestructura Estructura Infraestructura

Fuente: elaboración propia a partir de Jiménez A. (2005) Una Aproximación a la Conceptualización del Turismo a partir de la Teoría General de Sistemas. México, y Gigch J. (2008) Teoría General de Sistemas. México. Julio de 2011. Cuadro 3. Proceso de definición de la territorialización turística a partir del concepto de destino

Identificación de localidades turísticas

Territorio receptor

Municipios de referencia

Comarca turística

Fuente: elaboración propia. Agosto de 2011

La segunda se refiere a la capacidad de atracción, que se define en tanto se registran, documentan y jerarquizan los atractivos turísticos disponibles. La tercera perspectiva que se requiere vincular es la capacidad de recepción, referida a la disponibilidad de equipamientos e instalaciones turísticas disponibles y la cuarta se refiere a la infraestructura capaz de garantizar la accesibilidad indispensable para el arribo de viajeros y el disfrute de su experiencia. 312


Cuadro 4. Criterios de regionalización turística

Elementos de continuidad conceptual en la percepción del destino: • Geografía física • Geografía humana • Acontecer histórico-cultural Capacidad de atracción • Atractivos turísticos • Servicios turísticos Capacidad de recepción • Equipamiento • Instalaciones Garantía de accesabilidad multidimensional

Fuente: elaboración propia. Agosto de 2011

La definición de la región turística implica mucho más que facilitar los consumos o referir con criterios mercadológicos al territorio, ya que las regionalizaciones típicas comúnmente usadas en México no son elaboradas con rigor metodológico, por lo que resultan ocurrentes, ligeras y ciertamente confusas, con el agravante de que su repetición constante termina por imponer denominaciones confrontadas con la costumbre, el gusto, la tradición o la dignidad local4. Para avanzar en la construcción de una metodología que permita una definición responsable del espacio turístico, hemos optado por considerar no sólo los criterios de regionalización turística ya descritos, sino sumar a ellos mediante la sobre posición en mapa, diversas regionalizaciones aplicables al destino. Entre las indispensables se encuentran las regiones naturales, las histórico culturales y las sociales, las cuales se ajustan en correspondencia con los límites político administrativos del área de estudio. Posteriormente, se vuelve a la regionalización turística tradicional o vigente, precisa o aproximada, según sea el caso, y se contrasta con los resultados del estudio, para finalmente definir de manera equilibrada, accesible y comprensible la regionalización turística técnicamente correcta. 4

Como ejemplo de ello se tiene la denominación de Riviera Maya o Riviera Nayarit para porciones de playa de uso turístico en México, en referencia a la Riviera Francesa que es internacionalmente conocida con dicho apelativo con fines turísticos, pero cuyo origen se remonta a la denominación italiana de la costa de Liguria durante la Edad Media. “Riviera” es una palabra que no aparece en el Diccionario de la Lengua Española.

313


Cuadro 5. Regionalizaciones a considerar en la territorialización turística Regionalización por relieve

(regiones naturales)

Regionalización económica

Regionalización histórica

Regionalización étnica

Regionalización político administrativa

Regionalización cultural

Regionalización por destinos turísticos Fuente: elaboración propia. Enero de 2012

Regionalización turística de la Mixteca oaxaqueña Históricamente, la Mixteca comprende una unidad geográfica, política y humana desde tiempos prehispánicos. De hecho, numerosos estudios precisan que su grupo representativo, los mixtecos históricos, constituían hacia inicios del siglo XVI, en los años previos a la conquista española, no sólo una unidad cultural con rasgos específicos sino que eran en esos momentos una fuerza cultural y militar aglutinadora que se expandía con solidez por diversas regiones de México. En esos años, la presencia mixteca compartía espacio en los Valles Centrales de Oaxaca con los zapotecos, quienes a su vez habían optado por trasladarse hacia el sur, precisamente al Istmo de Tehuantepec, desplazando a su vez a otros grupos menos poderosos. Los mixtecos llegaron inclusive a esta región, en donde dejaron pequeñas huellas de su presencia, tras el colapso que sufrió Mesoamérica tras el arribo violento e inesperado de los europeos y la total y profunda transformación de las relaciones de poder, de la dinámica social, política, cultural e histórica y de los cambios revolucionarios propios de una conquista rápida, mortífera y colosal. Así, encontramos que la expansión mixteca se suscribió tras la conquista a los territorios que hoy día habitan los grupos hablantes de mixteco o herederos de su identidad. En términos político administrativos, existen hoy día cuatro regiones mixtecas, dos de las cuales se ubican en el estado de Oaxaca: la Mixteca Alta y la Mixteca Baja, así como las Mixteca de Gue314


rrero y la Mixteca poblana, cuyas colindancias físicas marcan una continuidad apenas disimulada por los límites político administrativos que dividen una entidad federativa de otra, físicamente imperceptibles. Dentro de los elementos de atracción distintivos de la mixteca oaxaqueña sobresale un conjunto monumental de monasterios dominicos de los siglos XVI y XVII, distribuidos en la región, algunos de los cuales constituyen verdaderos tesoros históricos y artísticos por su singularidad estética y magnitud. A estos atractivos se unen paisajes calificados como espectaculares, en donde la conjunción de valles intermontanos, ríos cristalinos con cerradas arboladas de ahuehuetes y los efectos geológicos y meteóricos reflejados en sus suelos y relieves, le dan la singularidad necesaria para identificarse como una comarca turística propiamente dicha. Existen además diversas huellas de la grandeza del pueblo mixteco histórico y algunas manifestaciones culturales y cosmogónicas actuales, de alto valor en la esfera de la pluralidad cultural y la multietnicidad de los grupos que habitan hoy día la región, combinadas desafortunadamente con escenarios constantes de marginación, pobreza extrema, desigualdades e injusticias que laceran a una parte significativa de su población, la más pobre y olvidada en el país. Criterios para la integración de la comarca El estudio territorial con fines turísticos demanda conocer no sólo las características de geografía física de un espacio determinado, sino también sus componentes históricos y sociales, la continuidad de la ocupación humana y las características que le identifican como destino turístico. La abstracción del destino turístico como concepto de evidente relatividad puede encontrar una adecuada concreción a partir del estudio de los componentes espaciales que construyen un escenario geográfico. Nuestro país ha sido regionalizado a partir de diversos criterios, que sin embargo encuentran un punto de convergencia en la determinación de los grandes componentes del espacio mexicano, que determinan aquellas extensiones territoriales que aglutinan de acuerdo con la naturaleza física las continuidades y las áreas de transición entre una objetividad territorial y la que le continúa5. 5

El planteamiento ha sido concretado por Bernardo García Marta, y por Ignacio Bernal, ambos del Colegio de México.

315


Dentro de los grandes componentes del espacio mexicano se encuentra la Vertiente del Pacífico. Dicho componente abarca desde la región de Tepic, en el estado de Nayarit, hasta la Sierra de Miahuatlán, en Oaxaca6. En lo que corresponde a las comarcas turísticas oaxaqueñas, quedan comprendidas en esta vertiente la Comarca de la Sierra Sur y las Costas de Pochutla, la Comarca de la Costa Chica y la Sierra de Juquila y una porción de la Comarca de la Mixteca Oaxaqueña, la comúnmente denominada “Mixteca Baja”, comprendida por los distritos de Huajuapan de León, Silacayoapan y Juxtlahuaca. Mapa 1. Grandes componentes del espacio mexicano

6

1. México Central 2. Vertiente del Golfo 3. Vertiente del Pacífico Vertiente del Norte 4. Sector Central 5. Noroeste 6. Baja California 7. Noroeste 8. Cadena Cabireña 9. Cadena Centroamericana

5 4 7

1 Región Mixteca Cd. de México Áreas a más de 1,000 msnm

2 8

3 9

Fuente: García Martínez. Las regiones de México. El Colegio de México, México. 2008.

Una segunda porción, que se integra a la misma Comarca de la Mixteca Oaxaqueña, y conocida con el denominativo local de “Mixteca Alta”, corresponde al México Central, espacio que se extiende desde los llanos del centro de Jalisco abarcando la zona lacustre de Michoacán, el Eje Volcánico en su porción central con sus cuencas y valles, la mencionada Mixteca Alta y los Valles centrales de Oaxaca, hasta las inmediaciones de la Sierra de Miahuatlán7. 6 7

García, B. Las regiones de México. Breviario geográfico e histórico. El Colegio de México. García, B. Op. Cit.

316


La Comarca Mixteca Oaxaqueña Como quedó dicho, esta comarca turística comprende porciones de dos grandes componentes del espacio mexicano: la Vertiente del Pacífico y el México Central, identificados respectivamente como Mixteca Baja y Mixteca Alta. Existe una tercera región mixteca, denominada Mixteca de la Costa, que comprende los distritos de Putla y Jamiltepec y que en sentido estricto pertenecen por igual a la Mixteca Baja, pero que no son considerados dentro de la Comarca turística de la Mixteca, sino en la denominada Comarca de la Costa Chica y la Sierra de Juquila, junto con el distrito de Juquila, con base en su accesibilidad física a partir de la región de la Costa y su escasa dependencia social y comercial con el resto de la Mixteca. Mapa 2. La comarca turística de la Mixteca Oaxaqueña Distritos que integran la Comarca Vertiente del Pacífico Límites regionales Veracruz

Guerrero Chiapas

Oceano Pacífico

Golfo de Tehuantepec

Fuente: elaboración propia. Enero de 2012

Cabe mencionar que en la regionalización institucional del estado de Oaxaca, el Distrito de Putla se ubica en la región de la Sierra Sur y el de Jamiltepec en el de la Costa. La Comarca de la Mixteca Oaxaqueña queda comprendida por siete distritos: Huajuapan, Silacayoapam, Juxtlahuaca, Coixtlahuaca, Teposcolula, Tlaxiaco y Nochixtlán, los tres primeros identificados como la Mixteca Baja y los cuatro restantes como Mixteca Alta. La razón por la cual no se constituyen dos comarcas en lugar de una, se debe a la baja representati317


vidad turística de la Mixteca Baja, carente de los recursos turísticos que le permitan actualmente operarse con independencia y competitividad en los mercados turísticos, lo que no implica la posibilidad a futuro de poder tomar su propia dinámica y por tanto identidad turística. No obstante, es necesario subrayar que Huajuapan de León, ciudad enclavada en la Mixteca Baja, constituye el principal centro urbano de todas las mixtecas y su relevancia es indiscutible, lo que no impide que el papel propiamente turístico de esta subregión sea el más modesto de Oaxaca, sólo superado por la marginalidad turística de los distritos de Choapam y Mixe.

Puebla

,

cán

hua A Te . Pue

Autopista a Tehuacán

Mapa 3. Infraestructura de transporte de la comarca turística de la Mixteca Oaxaqueña

e.

, Pu

cán

hua A Te

A Puebla, Pue. San Juan Bautista Coixtlahuaca

Huajuapan de León Villa de Silacayoapan

Guerrero

Stgo. Juxtlahuaca

San Pedro y San Pablo Teposcolula Sta. Ma. Asunción Tlaxiaco

Asunción Nochixtlán

Oaxaca, Oax.

Fuente: elaboración propia a partir de Oaxaca. Distritos. Límites, caminos, municipios y localidades. Ángel García García y Asociados, S.C. Oaxaca de Júarez, México, 2011.

La infraestructura de transporte de la comarca la componen tres ejes principales: el de mayor significado evidente para el turismo es la super carretera Cuacnopalan – Oaxaca, que cruza en su totalidad el distrito de Coixtlahuaca y la porción norte del distrito de Nochixtlán; el de mayor utilidad interregional y mayor uso local lo integra la carretera federal 190 o Carretera Panamericana y sus ramales, que cruza los distritos de Huajua318


pan, Teposcolula y Nochixtlán. Completa la red la carretera federal 125 que en dos vertientes corre de norte a sur desde Huajuapan y Teposcolula a la Costa, donde entronca con la federal 200, en el distrito de Jamiltepec. Finalmente, es necesario considerar una importante red de caminos locales, estatales, municipales y comunales, los cuales presentan problemas constantes de mantenimiento y que, por lo mismo, son intransitables durante largos periodos, lo que los hace impropios para la actividad turística y sobre todo un reto para los requerimientos esenciales de los habitantes locales. Del total de municipios existentes en la región, sólo un 24% tiene como referencia directa la red de carreteras federales. Cuadro 6. Participación municipal en la red de carreteras federales de la Región Mixteca de Oaxaca 20

24

Municipios con localidades turísticas sobre carreteras federales. Municipios de tránsito turístico atravesados por carreteras federales.

145

Municipios de la región ajenos a la red carretera federal.

Fuente: elaboración propia a partir de información de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la colección de mapas de Oaxaca, distritos, límites, caminos y localidades de Ángel García y Asociados, SC. Enero de 2012.

La Comarca de la Mixteca Oaxaqueña se encuentra identificada por los siguientes elementos: • Comparte un espacio físico en torno a la porción septentrional de la Sierra Madre Occidental, denominada en Oaxaca Sierra Madre del Sur. En torno a dicha Sierra se encuentran, en el extremo noroeste, los lomeríos que dan origen a la extensa Cuenca del Balsas, identificada con la Mixteca Baja; por el extremo nororiental, se conecta por esos mismo lomeríos con el México Central, hasta la reserva de la biósfera de Tehuacán Cuicatlán, en donde el río Salado abre el espectacular Cañón de Jiquila, que divide física y políticamente a Oaxaca del 319


vecino estado de Puebla. En el centro de la región se ubican los valles de Tamazulapam, Yanhuitlán y Nochixtlán, rodeados de montañas erosionadas de grandes contrastes en su flora, unas veces abundante y otras extremadamente pobre. • Se encuentra habitada desde tiempos remotos por los mixtecos, grupo que conserva una fuerte identidad histórica que trasladan a los lugares a donde han emigrado por la dureza de la vida marginal y pobre de sus pueblos. Comparten el territorio con otros grupos culturales con los que mantienen ciertas identidades, entre ellos los triques y los tacuates. La región presenta homogeneidad cultural y una relativa adaptación de los mestizos que en ocasiones asumen una parte de la identidad mixteca y en otras asumen una actitud ladina que abona a la pérdida de la identidad y prefieren los usos, costumbres, prácticas y gustos occidentales, fenómeno que se observa entre los mestizos nacidos fuera de la región y que ahora viven en ella y entre los migrantes que con el tiempo vuelven a sus comunidades y encuentran difícil adaptarse a las condiciones culturales previas a su migración. • Los componentes sociales, los usos y costumbres, las fiestas y demás tradiciones presentan pocas variaciones dentro de la comarca, si bien existen contrastes notables conforme se baja hacia la Costa, donde la influencia de los pueblos negros y mestizos imprime un sello característico a los pueblos que habitan esas latitudes, en donde algunos especialistas han identificado especificaciones de cultura afro mixteca. Entre las comarcas que dan vecindad a la zona en estudio se encuentran: al sur, la Comarca de la Costa Chica y la Sierra de Juquila; al oriente, la Comarca de Monte Albán y los Valles Centrales y al nororiente la Comarca de la Cañada y la Sierra Mazateca. La uniformidad de la Región Mixteca, reconocida prácticamente en todas las regionalizaciones académicas, institucionales, económicas y culturales, hacen relativamente sencilla su identificación como comarca turística; sin embargo, resulta un tanto lamentable la ruptura de la Nación Mixteca en las tres porciones que hoy día posee por una división político administrativa étnicamente arbitraria entre Oaxaca, Puebla y Guerrero. 320


Categorización de los municipios comarcales vinculados al turismo Se cuenta con múltiples criterios para el estudio de las tipologías municipales8, pero hasta tiempos muy recientes han sido escasos los estudios académicos con respecto a la categorización de los municipios de México a partir de su situación turística, de tal manera que permitan proveer de información adicional, no fundamental pero sí valiosa, para determinar políticas de desarrollo y establecer prioridades programáticas9. No existe un criterio uniforme que permita distinguir los municipios probadamente turísticos, caracterizados por la factibilidad para el diseño y la comercialización de productos turísticos, de aquellos que son potencialmente turísticos, pero que son promocionados por estrategia política o presión empresarial. Por esta situación resulta fundamental utilizar parámetros uniformes que permitan, de manera orientativa, identificar y caracterizar, en sus diversas naturalezas, a los municipios según su participación en la planificación, organización, promoción, comercialización y operación de los productos turísticos. Para el estudio proponemos una tipología a partir de la composición sistemática del turismo, conceptualizada del tal forma que garantice poca flexibilidad y por lo tanto gane en elementos distintivos. A partir de estos criterios de interpretación hipotética hemos definido cuatro categorías de municipios: primarios, secundarios, terciarios y los no turísticos, que se explican a continuación. Estas categorías reconocen el dinamismo de la realidad y sus limitaciones, aún y cuando conceptualizan de manera precisa las dimensiones diferenciadas de cada una de ellas. En este sentido, para la Comarca de la Mixteca Oaxaqueña el estudio arroja lo siguiente:

8 Al respecto puede consultarse los elementos para la elaboración de tipologías municipales publicadas en la Gaceta Mexicana de Administración Pública Estatal y Municipal. Número 42-43-44, año 1993. 9 Parte de los contenidos de este texto fueron utilizados previamente por el autor para precisar el marco metodológico de la Comarca de la Sierra Sur y las Costas de Pochutla, publicado por la Universidad Tecnológica del Sur, en octubre de 2011.

321


Cuadro 7. Caracterización turística municipal de la Mixteca Oaxaqueña 3% 6%

Municipios no turísticos Municipios terciarios Municipios secundarios 91%

Datos a diciembre de 2011. Fuente: elaboración propia a partir de trabajo de campo y datos del Sistema Nacional de Información Municipal/ Secretaría de Gobernación del Gobierno Federal.

Municipios turísticos primarios Son los que poseen tanto localidades emisoras como localidades receptoras nucleares. Generalmente cuentan con localidades receptoras complementarias y de atracción diurna, así como vías de tránsito turístico y proveeduría de insumos para el consumo de las empresas turísticas o de los viajeros. Tiene definidos y coordinados en gobernanza a sus actores turísticos gubernamentales, empresariales, sociales y académicos; cuenta con los insumos de servicios y atractivos permanentes, inventariados jerárquicamente y documentados profesionalmente. Presenta condiciones de accesibilidad adecuados. Ningún municipio de la comarca presenta estas características. Municipios turísticos secundarios Aquellos que poseen destinos receptores complementarios y de atracción diurna. Generalmente cuentan con vía de tránsito turístico y proveeduría de insumos para el consumo de las empresas turísticas o de los viajeros. Su radio de atracción turística no traspasa las fronteras del país en el que se ubica. En esta categoría se encuentran los municipios de Huajuapan de León, Santa María Asunción Tlaxiaco, Tamazulapam del Progreso, San Pedro y San Pablo Teposcolula, Asunción Nochixtlán y Santiago Apoala, aún y cuando todos ellos, sobre todo los tres últimos, presentan una participación marginal en el turismo y presentan deficiencias notables en sus componentes sistémicos turísticos, amén de múltiples retos organizacionales por la escasa disponibilidad de diagnósticos, estudios de mercado, planes y programas. 322


Municipios turísticos terciarios Aquellos que cuentan con localidades de atracción diurna, vías de tránsito turístico y eventualmente provee de insumos para el consumo de las empresas turísticas o de los viajeros. Su radio de atracción turística es local. En esta categoría se encuentran el resto de los municipios mixtecos con localidades turísticas: Ixpantepec Nieves, Santo Domingo Tonalá, San Juan Bautista Coixtlahuaca, San Sebastián Tecomaxtlahuaca, Santiago Tejupam (Villa Tejupam de la Unión), San Pedro Yucunama, Santiago Teotongo, San Pedro Topiltepec, San Martín Huamelulpan, Santo Domingo Yanhuitlán y San Juan Yucuita. Municipios no turísticos Aquellos que no cuentan con estructura de servicios y atractivos con los cuales integrar productos turísticos, si bien pueden vincularse al turismo como territorio de tránsito o como proveedor de insumos para el turismo. A esta caracterización corresponden 169 de los 189 municipios de la comarca, equivalentes al 91% del total. Caracterización de las localidades vinculadas al turismo Dentro de cada municipio es necesario determinar aquellas localidades que caracterizan al conjunto del municipio como turístico, ya sea primario, secundario o terciario. Describir las localidades nos permite mayor asertividad al momento de concebir al territorio turístico no como un todo que representa al conjunto de la unidad territorial, sino en las particularidades que exigen la acción de los programas de gestión, a partir de los planes concebidos para toda la comarca. En este sentido, es posible determinar la categorización de las localidades a partir de los siguientes criterios: 1. Localidades emisoras de turismo: Aquellas que cuentan con una organización económico-social que permite a un segmento significativo de la población el disfrute programado de vacaciones y los recursos para emprender un viaje. El indicador de referencia es la existencia de agencias de viajes y servicios regulares, permanentes, constantes y programados de transporte público, terrestre y aéreo. Se trata en la mayoría de los casos de localidades urbanas e industrializadas.

323


2. Localidades receptoras de turismo: 2.1 Localidades turísticas nucleares: Aquellas que cuentan con una población estable y organización económico-social que permite a un segmento significativo de la economía local atender los requerimientos permanentes de los viajeros. Los indicadores de referencia son: • La existencia de servicios regulares, permanentes y programados de transporte público, terrestre y aéreo, afiliadas a organismos empresariales formales. • Servicio regulares, permanentes, dentro de la localidad y con opción de reserva y pago por medios electrónicos de los siguientes servicios: • Hospedaje en diversas categorías, incluidas los servicios de hospedaje juvenil, clase económica y los de mayor rango de calidad y servicio de acuerdo con los parámetros internacionales, afiliados a sus respectivas cámaras o asociaciones empresariales. • Guías turísticos regulados por las normas en vigor y tour operadores con oferta de recorridos locales y regionales, vinculados a sus respectivas organizaciones empresariales; • Servicios bancarios, cajeros automáticos y casas de cambio, permanentes y con horarios de servicio fijos y contantes. • Servicios especializados y con dominio de lengua extranjera de atención médica, oferta deportiva y de mecánica automotriz y grúa. • Una oficina con dependencia directa de la máxima autoridad local que se encargue expresamente de la gestión turística; • Una representación institucionalizada de los ciudadanos vinculada a la toma de decisiones turísticas mediante la consulta formal y documentada; • Por lo menos una instancia académica que respalde formalmente los procesos de planificación, gestión y evaluación de la actividad turística, mediante la elaboración de diagnósticos, estudios e investigaciones. • La existencia de atractivos turísticos accesibles, regulados y preservados, inventariados, jerarquizados y referidos a las tipologías motivacionales que atraen a viajeros nacionales e internacionales. 2.2 Localidades turísticas complementarias: 324


2.2.1 Consolidadas: Aquellas que cuentan con una población estable y organización económico-social que permite a un segmento evidente de la economía local atender los requerimientos constantes de los viajeros. Los indicadores de referencia son: • La existencia de servicios regulares y permanentes de transporte público de pasaje terrestre y acceso a un aeropuerto con servicio regular y permanente, a no más de 60 kilómetros o una hora de distancia. • Servicio regulares y permanentes de hospedaje, de guías turísticos y de tour operadores, vinculados por lo menos a una organización empresarial; • Servicios bancarios, cajeros automáticos y casas de cambio, permanentes y con horarios de servicio fijos y contantes. • Servicios médicos generales en alguna lengua extranjera. • Servicios deportivos con atención personalizada y horarios fijos. • Servicios de mecánica automotriz y grúa. • Una autoridad local responsable de la actividad turística. • Un cuerpo social vinculado a la toma de decisiones turísticas. • Una instancia académica que respalde los procesos de planificación, gestión y evaluación de la actividad turística. • La existencia de atractivos turísticos accesibles, regulados, registrados y preservados, que atraen a viajeros locales, regionales e interestatales. 2.2.2 En desarrollo. Aquellas que cuentan con una población estable y organización económico-social que permite a por lo menos un segmento reducido de la economía local atender los requerimientos eventuales de los viajeros. Los indicadores de referencia son: • La existencia de servicios regulares y permanentes de transporte público. • Servicio regular y permanente de hospedaje. • Una autoridad local responsable de la actividad económica. • Un cuerpo social vinculado a la toma de decisiones económicas y culturales. • Una instancia académica de referencia.

325


• La existencia de atractivos turísticos puestos en valor y físicamente accesibles. 2.3 Localidades de atracción diurna. Aquellas que cuentan con una población estable y organización económico-social que permite a un segmento evidente de la economía local atender los requerimientos eventuales de excursionistas. Los indicadores de referencia son: • La ubicación de una localidad nuclear o complementaria consolidada a no más de 60 kilómetros o una hora de distancia en transporte terrestre. • La existencia de servicios regulares y permanentes de transporte público local que comunique con destinos complementarios o nucleares. • Servicio de guías turísticos y de tour operadores, vinculados por lo menos a una organización empresarial. • Servicios auxiliares de hospedaje. La existencia de dos o más servicios formales de hospedaje de categoría superior o de cadena no permite que la localidad ocupe esta categoría, pues en tal caso tendría que considerarse complementaria. • Una autoridad local responsable de la actividad turística. • Un cuerpo social vinculado a la toma de decisiones turísticas. • Una instancia académica que respalde los procesos de planificación, gestión y evaluación de la actividad turística. • La existencia de atractivos turísticos accesibles, regulados, registrados y preservados, que atraen a viajeros que pernoctan en las localidades complementarias o nucleares. 3. Localidades involucradas: 3.1 Territorios de tránsito turístico: Aquellos que cruzan las carreteras o las vías férreas que comunican de manera directa los municipios emisores con los receptores, o que cuentan con aeropuertos o puertos marinos de uso turístico, sin ser territorios de recepción turística. Los indicadores para esta caracterización son los siguientes: Carreteras que unen emisores con receptores. En el caso de México hace referencia a las carreteras federales libres y de cuota. Carreteras que unen destinos turísticos. En el caso de México hace referencia a las carreteras estatales y municipales. 326


• Aeropuertos. • Puertos marítimos. • Puertos fluviales. 3.2 Localidades de proveeduría: Aquellas que, independientemente de su papel como emisores o receptores turísticos, y sobre todo cuando no participan de esta caracterización, están en condiciones de producir, almacenar, distribuir y comercializar en condiciones adecuadas, constantes y responsables los siguientes insumos: • Ganaderos en pequeña escala. • Avícolas de pequeña escala. • Apícolas artesanales. • Piscícolas artesanales. • Agrícolas orgánicos de pluricultivos. • Frutícolas orgánicos de pequeña escala. • Silvícolas y la preservación de bosques y selvas. • Maderas certificadas medioambientalmente y sus productos. • Materiales para la construcción certificados medioambientalmente. • Generación y transmisión de energía eléctrica certificada medioambientalmente. • Generación y distribución de agua potable certificada medioambientalmente. • Artículos de la industria popular. • Artículos artesanales utilitarios. • Artículos artesanales suntuarios. • Alimentos y bebidas industrializados en procesos sustentables. • Insumos no alimenticios industrializados en procesos sustentables. • Alimentos tradicionales. • Elaboración y/o distribución de vestimenta tradicional. • Elaboración y/o distribución de hilos, hilados y telas tradicionales. • Medicinas y otros productos para el bienestar corporal y anímico. • Mano de obra calificada para el turismo. • Artículos deportivos, de juego y de entretenimiento. • Arte popular. • Arte formal. • Paisaje.

327


Caracterización de localidades en la Comarca de la Mixteca Oaxaqueña De acuerdo con nuestro estudio, la caracterización de las localidades para la comarca, hasta enero de 2012, es la siguiente: Distrito de Silacayoapam: Municipios con localidades emisoras de turismo: Ninguno. Municipios receptores de turismo con: Localidades turísticas nucleares: Ninguno. Localidades turísticas complementarias: Ninguno. Localidades de atracción diurna: Ixpantepec Nieves. Municipios involucrados con: Localidades de tránsito turístico: Ninguno. Localidades de proveeduría: San Francisco Tlapalcingo, San Miguel Ahuehuetitlán. Distrito de Huajuapan: Municipios con localidades emisoras de turismo: Huajuapan de León. Municipios receptores de turismo con: Localidades turísticas nucleares: Ninguno. Localidades turísticas complementarias: Huajuapan de León. Localidades de atracción diurna: Santo Domingo Tonalá. Municipios involucrados con: Localidades de tránsito turístico: Zapotitlán Palmas, San Andrés Dinicuiti, Santiago Chazumba, San Pablo Tequixtepec, Santiago Miltepec, Asunción Cuyotepeji, Santa María Camotlán, Santiago Huajolotitlán, San Marcos Arteaga. Localidades de proveeduría: San Simón Zahuatlán, Santos Reyes Yucuná. Distrito de Coixtlahuaca: Municipios con localidades emisoras de turismo: Ninguno. Municipios receptores de turismo con: Localidades turísticas nucleares: Ninguno. Localidades turísticas complementarias: Ninguno. Localidades de atracción diurna: San Juan Bautista Coixtlahuaca. Municipios involucrados con:

328


Localidades de tránsito turístico: Tepelmeme Villa de Morelos, Santiago Ihuitlán Plumas, San Miguel Tequixtepec, San Cristóbal Suchixtlahuaca, Santa María Nativitas. Localidades de proveeduría: Ninguno. Distrito de Juxtlahuaca: Municipios emisores de turismo: Ninguno. Municipios receptores de turismo con: Localidades turísticas nucleares: Ninguno. Localidades turísticas complementarias: Ninguno. Localidades de atracción diurna: San Sebastián Tecomaxtlahuaca (Ojo de Agua). Municipios involucrados con: Localidades de tránsito turístico: San Miguel Tlacotepec. Localidades de proveeduría: Coicoyán de las Flores, San Martín Peras. Distrito de Teposcolula: Municipios emisores de turismo: Ninguno. Municipios receptores de turismo con: Localidades turísticas nucleares: Ninguno. Localidades turísticas complementarias: San Pedro y San Pablo Teposcolula, Villa de Tamazulapam del Progreso. Localidades de atracción diurna: Santiago Tejupan (Villa Tejupam de la Unión), San Pedro Yucunama, Santiago Teotongo, San Pedro Topiltepec (Santa María Tiltepec). Municipios involucrados con: Localidades de tránsito turístico: San Juan Teposcolula, San Bartolo Soyaltepec. Localidades de proveeduría: Ninguno. Distrito de Tlaxiaco: Municipios con localidades emisoras de turismo: Santa María Asunción Tlaxiaco. Municipios receptores de turismo con: Localidades turísticas nucleares: Ninguno. Localidades turísticas complementarias: Santa María Asunción Tlaxiaco. 329


Localidades de atracción diurna: San Martín Huamelulpan. Municipios involucrados con: Localidades de tránsito turístico: Santa María del Rosario, San Pedro Mártir Yucuxaco. Localidades de proveeduría: Santa María Asunción Tlaxiaco, Magdalena Peñasco, San Antonio Sinicahua, San Martín Itunyoso. Distrito de Nochixtlán: Municipios con localidades emisoras de turismo: Asunción Nochixtlán. Municipios receptores de turismo con: Localidades turísticas nucleares: Ninguno. Localidades turísticas complementarias: Asunción Nochixtlán, Santiago Apoala. Localidades de atracción diurna: Santo Domingo Yanhuitlán, San Juan Yucuita. Municipios involucrados con: Localidades de tránsito turístico: Santa María Chachoapan, San Andrés Sinaxtla, Santiago Tillo, Magdalena Jaltepec, San Miguel Chicagua. Localidades de proveeduría: Asunción Nochixtlán. Tabla 1. Comarca de la Mixteca Oaxaqueña Caracterización territorial

Cantidad

Total de municipios por comarca:

189

Localidades emisoras de turismo:

3 en 3 municipios.

Localidades receptoras nucleares:

Ninguna.

Localidades receptoras complementarias:

6 en 6 municipios.

Localidades de atracción diurna:

11 en 11 municipios.

Territorios de tránsito turístico:

24 municipios.

Localidades de proveeduría:

11 en 11 municipios.

Fuente: Elaboración propia a partir de estudios de campo y referencias institucionales municipales. Datos a diciembre de 2011. Sistema Nacional de Información Municipal. Secretaría de Gobernación.

330


Conclusión El futuro turístico del estado de Oaxaca depende en gran medida de la gestión responsable del turismo en la región Mixteca. Las vías de acceso al corazón del estado y por ende a sus diferentes regiones, en razón de sus principales mercados turísticos emisores localizados en los valles de Puebla, Cuernavaca y México, hacen indispensable pensar en la Mixteca como el punto territorial clave de Oaxaca. A eso tendremos que agregar la fortaleza de sus diversos atractivos, algunos de ellos con una fuerza de atracción internacional, que esperan ser transformados en insumos para el diseño de productos turísticos competitivos. Una parte importante del problema ha sido la falta de claridad de qué hacer, cómo hacerlo y en dónde hacerlo. Este esfuerzo de territorialización tiene como objetivo facilitar la toma de decisiones sensatas y, sobre todo, concientizar a los actores turísticos del grave descuido que se ha tenido al no considerar prioritaria y estratégica a esta región tan valiosa en el ámbito turístico. Este descuido se alimenta de prejuicios diversos, entre los que vale la pena subrayar la creencia entre determinados actores del turismo de que ésta no es una actividad compatible con espacios preponderantemente indígenas y marginados, porque se piensa en él como una actividad suntuaria exclusiva para el confort de quienes tiene ingresos generosos y, en el caso específico de Oaxaca, la creencia entre algunos empresarios y autoridades que actúan desde los mercados receptores primarios (Oaxaca, Puerto Escondido y Huatulco) de que todo aquel turismo que no se genere a través de las líneas aéreas es de poca valía: es preocupante que en una entidad que se asume turística se siga pensado primitivamente que la fórmula para acrecentar las pernoctas depende del incremento de vuelos y no de la oferta turística en sí. Afortunadamente para Oaxaca es claro que resulta mucho más útil y benéfico mejorar las vías carreteras y diseñar novedosos productos turísticos para incrementar de inmediato y de manera constante el flujo turístico al interior del estado. Por otra parte, es importante señalar que, si bien la espectacularidad de los monasterios de mayor monumentalidad de la Mixteca son objeto de la curiosidad institucional por hacer algo, se debe cuestionar seriamente las incursiones ocurrentes de los últimos años que pretenden darle algún uso turístico a la zona, a partir de la implementación de infraestructuras parciales, de instalaciones inútiles y de servicios deficientes que abonan a la falta de confianza en el turismo como gestor de bienestar. Existe, de manera 331


paralela, un programa sobresaliente de restauración y preservación de los bienes culturales patrimoniales, que enfatizan la atractividad cultural de la región y que deben ser aprovechados de manera responsable, a partir de planes y programas incluyentes y solidarios que empoderen a los propios mixtecos en el futuro turístico inminente de su territorio. En la Mixteca existe una continuidad geográfica, histórica, social y cultural que en muy pocas regiones del país es posible observar, y que resulta especialmente notable en un estado tan intrincado y complejo como Oaxaca. Si bien son ciertos sus contrastes fisiográficos, la homogeneidad de sus componentes de atracción y la fuerza de su identidad hacen más que propicia su presencia coherente y novedosa en los aparadores turísticos. Una revisión inteligente y documentada de sus localidades turísticas actuales puede dar la clave de dónde buscar las futuras declaratorias de protección histórica, artística y cultural y, por ende, la localización geográfica de los lugares en donde se ubicarán los destinos clave que logren consolidar al primer municipio primario y a la primera localidad nuclear. El mayor reto, sin embargo, radica en lograr que los municipios más olvidados, los que por su alta marginación tienen hoy día un futuro incierto, encuentren cobijo en la gestión turística como parte del territorio receptor. Es necesario entonces repensar el turismo ya no como la manera de encontrar nuevos espacios para el comercio voraz y sí, en cambio, como una herramienta para darle al mundo un futuro y para abrir caminos para el reencuentro de la gente con su propia humanidad.

332


Bibliografía Bote, V. 1999 Planificación Económica del turismo. De una estrategia masiva a una artesanal. Editorial Trillas, México. García, B. “Las regiones de México, Breviario Geográfico e Histórico”. El 2008 Colegio de México, México. Hernández, L. y Trujillo, J. 2008 Un acercamiento a la política turística de México, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca. INAFED 2011

“Estadísticas del perfil sociodemográfico de Oaxaca” en Enciclopedia de los municipios y delegaciones de México, estado de Oaxaca, revisado el 3 de febrero de 2012, dirección electrónica: http://www.inafed.gob.mx/work/templates/enciclo/EMM20oaxaca/AE06ps-02.html

Moreno, A. 1993 “Tierra firme y lagunas en el conocimiento sobre el municipio en México para… una tipología municipal”, en: Gaceta Mexicana de Administración Pública Estatal y Municipal, Instituto Nacional de Administración Pública, A.C. números 42, 43 y 44, pp.60 – 62 en http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/ rev/gac/cont/42/pr/pr11.pdf Noelle, L. 1998 Patrimonio y turismo. UNAM, México. Ángel García García y Asociados, S.C. Oaxaca, Distritos, Límites, caminos, municipios y localidades, Oaxaca de Juárez, México.

333


Orozco, J. “Tipología de los municipios de México”, en: Gaceta Mexicana 1993 de Administración Pública Estatal y Municipal, Instituto Nacional de Administración Pública, A.C. números 42, 43 y 44, pp.41 – 46 en http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/ rev/gac/cont/42/pr/pr8.pdf Pérez, J. 1993

“Las trístemente célebres tipologías municipales y su fracaso como instrumento para la toma de decisiones”, en: Gaceta Mexicana de Administración Pública Estatal y Municipal, Instituto Nacional de Administración Pública, A.C. números 42, 43 y 44, pp.63 – 66 en http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/ rev/gac/cont/42/pr/pr12.pdf

Sánchez, L. 1993 “Apuntes para el estudio de las tipologías municipales”, en: Gaceta Mexicana de Administración Pública Estatal y Municipal, Instituto Nacional de Administración Pública, A.C. números 42, 43 y 44, pp.15 – 17 en http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/gac/cont/42/pr/pr4.pdf Sánchez, M. y Pulido, J. 2008 Medida de la sostenibilidad turística. Propuesta de un índice sintético. Editorial Universitaria Ramón Aceres / FITUR, Madrid. Secretaría de Comunicaciones y Transportes 2007 Oaxaca. Carta con simbología de la infraestructura del sector comunicaciones y transportes, Dirección General de Planeación. Subdirección de Cartografía de la Dirección de Estadística y Cartografía. México. Serie de Documentos Técnicos 2002 Cómo desarrollar productos turísticos competitivos, Secretaría de Turismo. México.

334


Suárez L., Ramos D. Historia general de España y América. Volumen 9 parte 2. Ediciones Rialp. Madrid, España. P.11 Valls, Josep Francesc 2004 Gestión de destinos turísticos sostenibles. Ediciones Gestión 2000/Planeta De Agostini. Madrid.

335



Publicaciones del SUNEO J

Universidad Tecnológica de la Mixteca Miradas al Mundo Mixteco Ortiz Escamilla, Reina (compiladora) 2011. 245 págs. Diccionario del Idioma Mixteco Caballero Morales, Gabriel 2a. Edición, 2011. 899 págs. La investigación científica en el Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca Seara Vázquez, Modesto (Director de la obra) 2010. 230 págs. A new Model of University Seara Vázquez, Modesto 2010. 280 págs. Un nuevo Modelo de Universidad Seara Vázquez, Modesto 2a. Edición, 2010. 316 págs. Tres mixtecas. Una sola alma Ortiz Escamilla, Reina (compiladora) 2010. 199 págs. El significado de los sueños y otros Temas Mixtecos Ortiz Escamilla, Reina (editor) 2009. 190 págs.

337


Caminos de la Historia Mixteca Ortiz Escamilla, Reina (editor) 2008. 190 págs. Agua el Líquido de la Vida Cuaderno de divulgación técnica y científica No. 2 Alvarez Olguín, Gabriela et al. 2008. 54 págs. El Secreto del Espectro Cuaderno de divulgación técnica y científica No. 1 Vázquez de la Cerda, Alberto Mariano (editor) 2008. 62 págs. Presencias de la Cultura Mixteca López García, Ubaldo et al. 3a. impresión, 2008. 111 págs. Raíces Mixtecas Gallegos Ruiz, Roberto et al. 2007. 285 págs. Ñuu Savi. La Patria Mixteca Ruiz Ortiz, Víctor Hugo et al. 2006. 227 págs. Pasado y Presente de la Cultura Mixteca Ojeda Díaz, Ma. de los Ángeles et al. 2005. 321 págs. Personajes e Instituciones del Pueblo Mixteco Rivera Guzmán, Angel Iván et al. 2004. 126 págs

338


A new charter for the United Nations Seara Vázquez, Modesto 2003. 357 págs. La Tierra del Sol y de la Lluvia Galindo Trejo, Jesús et al. 2002. 211 págs. Aplicación de un modelo de Balances Hídricos en la Cuenca del Río Mixteco Blanco Andray, Alfredo y Martínez Ramírez, Saúl 2001. 250 págs. La Vivienda Tradicional en la Mixteca Oaxaqueña Fuentes Ibarra, Luis Guillermo 2000. 95 págs. El Agua Recurso Vital Arias Chávez, José et al. 1993. 147 págs. Una Nueva Carta de las Naciones Unidas Seara Vázquez, Modesto 1993. 196 págs. Cuaderno Estadístico Municipal INEGI-UTM 1993. 113 págs. Inteligencia Artificial Galindo Soria, Fernando et al. 1992. 178 págs. Electrónica y Computación en México Gil Mendieta, Jorge (comp.) 1991. 118 págs.

339


Revista: Temas de Ciencia y Tecnología Publicación cuatrimestral. 1997 a la fecha. 36 números. 88 págs. cada una

Universidad del Mar La Sociedad Internacional Amorfa Soluciones inadecuadas para problemas complejos Modesto Seara Vázquez (coordinador) 2011. 654 págs. La iguana negra. Fundamentos de reproducción, nutrición y su manejo en cautiverio Arcos García, José Luis y López Pozos, Roberto 2009, 70 págs. Diagnóstico de los Recursos Naturales de la Bahía y Micro-cuenca de Cacaluta Domínguez Licona, Juan Manuel (editor) 2008, 453 págs. Rusia hacia la Cuenca del Pacífico Roldán, Eduardo (editor) 2008. 355 págs. Estudio de Ordenamiento Ecológico para la Zona Costera del Istmo de Tehuantepec Serrano Guzmán, Saúl J. 2004. 159 págs. Mujeres Empresarias y Turismo en la Costa Oaxaqueña Informe Diagnóstico y Directorio Fernández Aldecua, María et al. 2001. 81 págs.

340


Biología y Aprovechamiento del Camarón Duende Castrejón Ocampo, Laura et al. 1993. 72 págs. Diagramas Prácticos para la Acuacultura Porras Díaz, Demetrio y Castrejón Ocampo, Laura 1993. 111 págs. Revista: Ciencia y Mar Publicación cuatrimestral. 1997 a la fecha 34 números. 86 págs. cada una.

Universidad del Istmo Cosmovisión y Literatura de los Binnigula'Sa' Ramírez Gasga, Eva (editor) 2011, 234 págs La Cultura Zapoteca. Una cultura viva Acevedo Conde, María Luisa et al. 2009. 248 págs. Secretos del Mundo Zapoteca Méndez Martínez, Enrique et al. 2008. 321 págs. Un recorrido por el Istmo Ramírez Gasga, Eva (editor) 2006. 224 págs. Etnobiología Zapoteca Smith Stark, Tomas C. et al. 2005. 293 págs. Palabras de luz, palabras floridas Winter, Marcus et al. 2004. 139 págs. 341


342


Venta en las librerías del SUNEO y principales librerías del país Informes:

Vicerectorías de Relaciones y Recursos Pino Suarez No. 509. Centro. C.P. 68000, Oaxaca, Oax. Tel. 01 951 13 269 58 y 13 253 30

J Sacramento No. 347 Col. Del Valle. C.P. 3100, México. D.F. 01 55 55 75 13 65 01 55 55 75 15 89

J Universidad Tecnológica de la Mixteca www.utm.mx

Universidad del Mar www.umar.mx

Universidad del Istmo www.unistmo.edu.mx

Universidad del Papaloapan www.unpa.edu.mx

Universidad de la Sierra Juárez www.unsij.edu.mx

Universidad de la Sierra Sur www.unsis.edu.mx

Universidad de la Cañada www.unca.edu.mx

NovaUniversitas

www.novauniversitas.edu.mx

343


se termin贸 de imprimir en Mayo de 2011 en: (datos impresor) el tiraje fue de 1, 000 ejemplares




Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.