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Cuidarnos y cuidar a los demas
Mensaje del Pastor Presidente
Queridas comunidades de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata: ¡Gracia y bien!
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Así dice el apóstol Pablo a los gálatas: “Ayúdense mutuamente a llevar las cargas y así cumplirán la ley de Cristo” (Gálatas 6,2).
La pandemia originada por la propagación a nivel global del COVID 19 está generando secuelas de enfermedad y muerte que son realmente estremecedoras y abrumadoras. ¡Que el Señor tenga piedad de su creación!
Pero más allá de las consecuencias duras e irremediables de la pandemia, la misma tiene además otros impactos sobre diferentes aspectos de la vida. Podemos decir sin temor a equivocarnos que la pandemia ha modificado temporalmente el modo de vivir y socializarnos. Las medidas de cuidado y protección nos exigen mantenernos lejos unos de otros y solo podemos estar cerca de aquellos y aquellas con quienes convivimos. Pero eso no alcanza. La necesidad de socialización, algo que nos identifica como seres humanos, nos reclama mucho más que eso: necesitamos reunirnos, saludarnos con un abrazo o un beso, conversar de cerca si hace falta; bailar, saltar, amontonarnos en un estadio de fútbol o en un recital de rock para alentar, cantar. Necesitamos celebrar nuestra fe en comunidad, orar juntos y juntas, celebrar la santa cena.
Otro de los aspectos sobre los cuales la pandemia está golpeando es el trabajo y la economía.
Hay actividades que sin lugar a dudas resultan poco esenciales en tiempos de pandemia (turismo, entretenimiento, esparcimiento, etc.). Sin embargo, las mismas son esenciales para quienes obtienen de ellas el sustento de de cada día. Quizás un gimnasio no sea esencial en tiempos de pandemia, pero sí lo es para quienes trabajan en él. Lo mismo ha sucedido con muchos comercios y/o emprendimientos ligados a la producción.
En nuestra iglesia, obras ligadas a la educación y el cuidado de personas mayores se han visto seriamente afectadas, y están sobrellevando los embates con la ayuda de Dios y también con mucho compromiso, especialmente de las congregaciones y distritos que tienen a su cargo el acompañamiento y la gestión de tales obras. A todos estos hermanos y hermanas: ¡Muchas gracias!
Que el Señor cuide a quienes hoy tienen la responsabilidad de cuidar.
Trabajar en casa y cuidar de los hijos e hijas a la vez se ha vuelto una verdadera dificultad en muchos hogares. La paciencia de todos, todas, parece agotarse...
Estimados hermanos y estimadas hermanas: Por todo esto y por tantas otras situaciones que no están mencionadas es que la pandemia se ha convertido para la humanidad, para nosotros y nosotras, en una verdadera carga que se suma a otras ya presentes: falta de trabajo, salarios que no alcanzan, inseguridad, violencia, discriminación, conflictos sociales.
Es por ello que hoy, en medio del dolor y el desamparo, la incertidumbre o el cansancio, busquemos la ayuda del Altísimo y esforcémonos por cumplir la ley de Cristo ayudándonos mutuamente a sobrellevar estas cargas. Oremos cada día. El apóstol Santiago dice: “Si alguno de ustedes sufre, que ore… ¡Mucho puede la oración fervorosa del justo!” Y hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para cuidarnos y cuidar a los demás. Hoy no podemos circular por las calles sin barbijo, especialmente cuando estamos cerca de otras personas. Tampoco podemos juntarnos en grupos grandes. Ni hablar de ir a una fiesta clandestina por más ganas que tengamos de salir a bailar y divertirnos. No, por ahora no. Todo aquello que nos exponga al contagio debe ser evitado, incluso nuestros cultos y actividades por más importantes y valiosas que sean. La posibilidad de contagio no debe ser minimizada y los cuidados deben ser intensificados. Como dice el libro de Eclesiastés: “Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el sol” (Eclesiastés 3,1). Ya vendrá el tiempo de salir, ir a la escuela, reunirnos en los templos, disfrutar. Ya vendrá.
Mientras tanto, sigamos buscando maneras alternativas (aunque no sean las mejores) de mantenernos en contacto, de ayudarnos mutuamente, mostrando nuestra preocupación por el hermano o la hermana sin exponer a nadie al contagio.
Por otro lado no dejemos de insistir ante los Estados para que cumplan con sus tareas y responsabilidades. Son las autoridades quienes deben encargarse de gestionar el acceso a las vacunas y la aplicación de las mismas, por más difícil y desigual que sea acceder a ellas- lamentablemente el dinero aún está por encima de las necesidades y los países ricos consiguen las vacunas que los países pobres esperan-. Son los Estados los encargados de generar medidas de alivio económico para los sectores sociales, comerciales y productivos que se han visto más golpeados por esta crisis, como así también de promover ayudas a los sectores más vulnerables, especialmente en favor de quienes se encuentran en la total informalidad. Son los Estados quienes deben tomar medidas fiscales que impulsen una mayor contribución por parte de quienes más tienen y pueden aportar. Son los Estados quienes deben tomar medidas sanitarias y públicas que restrinjan la circulación que por ahora no sea necesaria. Para ello es necesario que quienes hoy tienen responsabilidades en el gobierno y también en la oposición trabajen en conjunto, sin agitar disputas ni buscar ventajas electorales. Estos son tiempos que exigen unidad, sentido común y compromiso político y de gestión para con la sociedad.
Por nuestra parte, hagamos todo aquello que esté a nuestro alcance para cumplir con las medidas de cuidado y protección a fin de cuidarnos y cuidar a los demás.
Señor, ayúdanos para que así sea. Amén.
Pastor Leonardo Schindler