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Fundación Hora de Obrar
La diaconía detrás de lo que se ve
La Iglesia Evangélica del Río de la Plata está fundada en la evangelización, la koinonía o comunión, la diaconía, el ecumenismo y la mayordomía o administración de los dones que Dios le ha dado a cada una de las comunidades. Cada una de estas áreas está relacionada con la otra de manera integral. Cada vez más comunidades que trabajan mano a mano con la Fundación Hora de Obrar en el testimonio público del evangelio agradecen a Dios por este testimonio conjunto porque les permite enriquecer su lectura de la Palabra de Dios y porque les permite dar a conocer públicamente el mensaje que anuncia la iglesia en la región. Sin embargo, es siempre la palabra de Dios la que actúa y es Dios mismo a través de su Espíritu quien se comunica entre nosotros en cada testimonio de justicia, de igualdad, de respeto, de integración, de solidaridad y de cuidado.
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Al visitar nuestra página web quizá mucha gente vea una foto de un grupo de personas plantando, alguien ayudando a otra persona, o alguien haciendo una comida, o bien una foto de una joven en la iglesia con una bandera de colores en la mano, y quien ve esto no puede imaginarse cuántos encuentros, cuántas horas de trabajo, cuánto tiempo de diálogos hay detrás de esa simple imagen, ni tampoco cuántas oraciones, reuniones y situaciones están presentes en esos colores, sin embargo, son muchas, y de un enorme y profundo compromiso con el evangelio.
La iglesia siempre tuvo sus momentos de cambios y hasta discusiones. En esas discusiones casi siempre está la diaconía. La palabra de Dios va a seguir poniendo luz en esas realidades y al hacerlo Dios va a seguir cuestionando nuestra fe, y nuestra vida como comunidades de fe, para vivir cada vez más afines a su espíritu y ser transformados de su mano en nuevas criaturas.
La diaconía que inspira la lectura de la palabra en Lutero
La reforma responde a una profunda necesidad espiritual que se fue acumulando durante siglos en la iglesia. Estos días cada vez más sectores claman, nuevamente, por la necesidad de una reforma de la iglesia. ¿Qué pasó esta vez? ¿Qué reclamos se fueron acumulando con el paso de los años? En este tiempo algunas personas piensan que la diaconía sirve para agregar miembros a la iglesia, gente que piensa que la diaconía tiene que ser rentable o no dejar pérdidas, gente que cree que la diaconía necesariamente se tiene que hacer con un montón de empleados, gente que cree que la diaconía necesita un esfuerzo enorme que se podría usar para hacer cosas más útiles para la iglesia. ¿Qué es lo que conmueve tan profundamente a Lutero para protestar en la iglesia? ¿Un texto bíblico? A ver… ¿qué quería iluminar Lutero con la Biblia? Lutero insiste en que la salvación sólo se alcanza con la fe, que las personas reciben la justicia de Dios por la sola gracia, y no por las buenas obras. ¿Pero esto es un problema para quiénes? Lutero dice que la justicia que viene de Dios se manifiesta de forma gratuita, y que esta gracia viene por la fe y cita: “El justo vivirá por la fe” (Rm 1,17). ¿La fe de quién o de quiénes le preocupan tanto a Lutero? ¿La suya? ¿La fe de quienes lleva a Lutero a enfrentar a las autoridades del imperio? ¿Qué está pasando con la fe de la gente? O mejor, ¿qué están haciendo con la fe de la gente? ¿Quiénes?
Estaba pasando algo muy grave para que un monje, sacerdote, y después pastor, se revele de semejante manera. Está bien, Lutero había estudiado leyes y se metió de monje cuando ya era abogado, ¿qué le estaba pasando, estaba tan convencido de que era necesario un cambio en la iglesia? Es interesante, Lutero está convencido de que con la ley no alcanza. Él sabe de memoria, y tantas otras y otros lo supieron tanto como él, que las leyes tienen sus límites, ni qué decir con los poderosos de siempre que no respetan la ley mientras que lo único que puede salvar la vida de la gente más humilde es poner en práctica la fe, vivir la fe con autenticidad, vivir con convicción. Frente a la espada, tan generosa con los poderosos y siempre tan detallista con los problemas de los pobres, no deja muchas opciones.
Cuando oramos en soledad, o incluso en comunidad, ¿no nos “revuelven las tripas” (Mt 9,36) saber que, al salir a la calle, de casa, del trabajo o la iglesia, esas situaciones van a seguir ahí sin que la justicia jamás les dé ni importancia? ¿Quiénes son esas personas que en el día viven de su fe y nada más que de su fe... como los cientos de personas que atendían los monjes y pastores, en tiempos de Lutero?
La realidad del pueblo y la vida de la gente parece que a Lutero le preocupaban mucho más de lo que se dice. ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir diciendo que descubrió la justificación por la fe leyendo solo la Biblia en su habitación mirando al mundo por la ventana? ¿No será que descubrió esto en la Biblia al volver del mundo a su habitación a orar y reflexionar sobre la palabra de Dios preocupado por la fe de la gente? Los monjes estaban a cargo de la atención de las personas que estaban viviendo en necesidad en las afueras de los pueblos, donde están siempre quienes más necesitan, desde siempre.
Si la diaconía no enriquece la comunión en la ecúmene, la mayordomía empobrece la evangelización en el mundo.
Muchas veces se menciona que Lutero era profesor y doctor en teología como si eso solo justificara algo, pero pocas veces se dice que él continúa haciendo su trabajo como pastor con la gente del pueblo en su parroquia en Wittenberg, que trabaja con la municipalidad de su pueblo para erradicar la pobreza como hizo desde sus tiempos como monje. ¡Lutero no inventó la Reforma, ni la hizo él solo, ni se le ocurrió esto sentado en su escritorio, ni leyendo la Biblia, ni viendo qué hacer con la iglesia para que funcione mejor! ¿Por qué se deja a tanta gente afuera en esta historia? ¡La propia comunidad de fe de Lutero!
Lutero llegó a decir: “Ahora bien, no hay mejor culto que el amor cristiano, que ayuda y sirve a los necesitados...” La congregación tiene que ser un lugar donde Dios “crea un mundo nuevo...” porque la fe les permite a los cristianos vivir una vida nueva. Dios equipa a la comunidad con el culto y la predicación de la palabra, los sacramentos del bautismo y la Santa Cena, para vivir como una comunidad diacónica de nuevas criaturas.
¿Entonces qué nos fue pasando con los años? Esto se ha conversado mucho. Un aspecto que se menciona es el cambio en la formación evangélica de la nueva generación de pastoras y pastores, hijas e hijos de estas tierras, pero poco se menciona que la educación teológica solamente se va a dirigir a ministras y ministros y se va a dejar afuera a laicas y laicos de las comunidades. Así la teología se transformó en un trabajo teórico científico de un grupo de especialistas. Las comunidades dejaron de hacer teología y de formarse en teología mientras estaban trabajando en la misión de la iglesia. Se empezó a predicar y a construir un nuevo tipo de congregaciones: Las congregaciones autosuficientes o autosustentables, como aprendimos a llamarlas más tarde.
Hace 50 años, Jürgen Moltmann, un teólogo alemán protestante, sumamente querido en distintas iglesias del mundo, empezó a advertir que estaba notando con preocupación un tipo muy particular de iglesia: el de la de las congregaciones autosuficientes, en las que cada una considera que la iglesia es un asunto propio.
¿Por qué dijo esto? Él explica: “hemos delegado la diaconía en asociaciones, igual que hemos delegado el evangelio en pastores y la teología en profesores. Este principio de delegación empobrece y enferma a las iglesias. Cuando llegan los profesionales, se les deja hacer el trabajo, y cuanto más personal a tiempo completo se contrata, más pasivos se vuelven los laicos.
La diaconía nos transforma para gloria de Dios
Una de esas tantas formas de definir la diaconía dice: “La diaconía es el servicio humanitario al prójimo que se fundamenta en el amor de Dios por la humanidad y el consiguiente mandamiento de amar al prójimo.” Esto nos lleva a: la diaconía responde a la necesidad de ayuda de una persona. La diaconía va a seguir siendo necesaria mientras siga habiendo una sola persona necesitada. De la misma manera, esto no significa solamente la ayuda de una persona a otra, sino también la lucha por todas las justicias en todos los niveles, sobre todo a nivel ambiental y social en diálogo con otras organizaciones sociales y el mismo Estado. La diaconía transforma la misión de la iglesia porque Dios transforma la vida de las personas cuando reúne a la comunidad para trabajar entre todos juntos.
Jorge Weishein