Si nuestro Dios tiene alguna debilidad, ésta son los niños. Es incapaz de pasar ante un niño sin detenerse. Su corazón no se lo permite. Son siempre ellos (y los que sufren) los que le arrancan las más tiernas y delicadas caricias, las más conmovedoras palabras y gestos. Posee una capacidad extraordinaria de sintonizar de inmediato con esas almas casi sin estrenar. Y esto es una prueba de que realmente Dios tiene alma de niño. Los niños, “Son la sonrisa del cielo confiada a la tierra. Son las verdaderas joyas de la familia y de la sociedad. Son la delicia de la Iglesia. Son como los “lirios del campo”, de los que Jesús decía que “ni Salomón, con toda su gloria, se vestía como uno de ellos”. Sonrisa del cielo que tantas veces se apaga y sofoca en nuestra tierra cuando se maltrata, se corrompe, se utiliza o se pierde la vida de un niño. Joyas de la familia y de la sociedad que en no pocas ocasiones se ven tiradas y abandonadas por los senderos y calles de este mundo. Lirios del campo pero manchados, pisoteados y truncados sin escrúpulo en tantos lugares del planeta. También todo esto Dios lo ve, y lo siente en carne propia. Y lo ha denunciado por doquier a voz en grito. Porque le duelen esas sonrisas trocadas en llanto y desesperación, esas joyas depreciadas y esos lirios segados sin piedad. Porque le duelen a Dios cada vez que no se les trata de acuerdo a su dignidad humana. Dios ama entrañablemente a los niños. No hay duda de que Dios también ha empeñado y empeña su existencia, (como deberíamos hacer todos nosotros), en mantener encendidas todas esas sonrisas del cielo que se nos han confiado y que son los niños.
ABRIL 24 DE 2011
Nacidos para vivir Editorial
E
stamos celebrando el mejor de los días. Es tiempo de empezar a amar nuestra existencia. Hoy comienza la fiesta de la vida, celebración que se prolongará por cincuenta días. El tiempo indicado de meditar en el valor de la vida. Es la ocasión, de reavivar la esperanza en la llegada de una nueva existencia. La esencia del cristiano, no es morir. Es resurgir a un mundo mejor. El hombre que cree en Cristo, no esta llamado a morir, Dios lo llama a vivir para siempre.
Por Pacco Magaña
(Primera de dos partes)
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy comenzamos a vivir el tiempo de pascua. Pero hay que vivirlo, con el deseo de dar el paso. Pascua, es el paso de la muerte a la vida. Hay que dejar atrás todo lo que nos impide vivir. Y optar por dar el sí, a todo lo que da sentido a la existencia.
El deseo que expreso a todos es que las catacumbas de san Calixto, y la estatua de san Tarcisio, se conviertan en un punto de referencia para los monaguillos y para quienes desean seguir a Jesús más de cerca a través de la vida sacerdotal, religiosa y misionera. Todos podemos contemplar a este joven valiente y fuerte, y renovar el compromiso de amistad con el Señor mismo para aprender a vivir siempre con él, siguiendo el camino que nos señala con su Palabra y el testimonio de tantos santos y mártires, de los cuales, por medio del Bautismo, hemos llegado a ser hermanos y hermanas.
La muerte no está en los planes de Dios. El Señor no nos hizo para morir. Ni el dolor, ni la enfermedad, y menos la muerte, son obras de Dios. Las carencias humanas, son resultado de errores, cometidos por el hombre. Vivir en desamor, es perder la vida. Al estar apartados de Dios, nos aproximamos a la muerte. Porque vivir en Dios, es conservar la existencia. Separarse del Señor, es privarse de vivir. Los hombres tenemos una vocación, y eso comprende una llamado. Es la llamada a ser, lo que Dios tiene proyectado para nosotros. Es desarrollar lo que Dios ha hecho en germen, y a nosotros nos toca llevarlo a su realización. La vocación fundamental del cristiano, es el llamado a vivir. Hemos nacido para tener vida. Dios nos participa el ser, no para perderlo. El Señor nos ha hecho con mucho cuidado, nos ha creado con amor. Por esa razón, Él no nos quiere muertos, desea que vivamos eternamente con Él. Dios hace la vida, pero nosotros por el pecado, la deshacemos. Por lo que Dios envió a su hijo, para hacerse hombre. Y encontró con que el hombre no ama la vida, y por eso le dio la muerte. Sin embargo, Jesús al morir, se libera de la muerte. Y surge en Él, un hombre nuevo. Es el nuevo Adán, que ya no está expuesto a morir. Con la resurrección de Jesús, volvemos a vivir. Y se despierta la esperanza, de resucitar nosotros con Él. Si hay un llamado a la vida, nadie puede romperlo. Cuando Jesús resucitó a Lázaro, le dio la orden de salir del sepulcro. Esto es una clara señal, de que la muerte no es voluntad de Dios, y de que en todo momento Jesús nos llama a la existencia. Cuando Dios da la vida, la da para siempre, para la eternidad. Vivamos felices, esta fiesta de resurrección. Con la maravillosa noticia, y la alegre esperanza, que viviremos para siempre con Dios. ¡FELICES PASCUAS!
-
¿Quién era san Tarsicio? No tenemos muchas noticias de él. Estamos en los primeros siglos de la historia de la Iglesia; más exactamente en el siglo III. Se narra que era un joven que frecuentaba las catacumbas de san Calixto, aquí en Roma, y era muy fiel a sus compromisos cristianos. Amaba mucho la Eucaristía, y por varios elementos deducimos que probablemente era un acólito, es decir, un monaguillo. Eran años en los que el emperador Valeriano perseguía duramente a los cristianos, que se veían forzados a reunirse a escondidas en casas privadas o, a veces, también en las catacumbas, para escuchar la Palabra de Dios, orar y celebrar la Santa Misa. También la costumbre de llevar la Eucaristía a los presos y a los enfermos resultaba cada vez más peligrosa. Un día, cuando el sacerdote preguntó, como solía hacer, quién estaba dispuesto a llevar la Eucaristía a los demás hermanos y hermanas que la esperaban, se levantó el joven Tarsicio y dijo: «Envíame a mí». Ese muchacho parecía demasiado joven para un servicio tan arduo. «Mi juventud —dijo Tarsicio— será la mejor protección para la Eucaristía». El sacerdote, convencido, le confió aquel Pan precioso, diciéndole: «Tarsicio, recuerda que a tus débiles cuidados se encomienda un tesoro celestial. Evita los caminos frecuentados y no olvides que las cosas santas no deben ser arrojadas a los perros ni las perlas a los cerdos. ¿Guardarás con fidelidad y seguridad los Sagrados Misterios?». «Moriré —respondió decidido Tarsicio— antes que cederlos». A lo largo del camino se encontró con algunos amigos, que acercándose a él le pidieron que se uniera
a ellos. Al responder que no podía, ellos —que eran paganos— comenzaron a sospechar e insistieron, dándose cuenta de que apretaba algo contra su pecho y parecía defenderlo. Intentaron arrancárselo, pero no lo lograron; la lucha se hizo cada vez más furiosa, sobre todo cuando supieron que Tarsicio era cristiano; le dieron puntapiés, le arrojaron piedras, pero él no cedió. Ya moribundo, fue llevado al sacerdote por un oficial pretoriano llamado Cuadrado, que también se había convertido en cristiano a escondidas. Llegó ya sin vida, pero seguía apretando contra su pecho un pequeño lienzo con la Eucaristía. Fue sepultado inmediatamente en las catacumbas de san Calixto. El Papa san Dámaso hizo una inscripción para la tumba de san Tarsicio, según la cual el joven murió en el año 257. El Martirologio Romano fija la fecha el 15 de agosto y en el mismo Martirologio se recoge una hermosa tradición oral, según la cual no se encontró el Santísimo Sacramento en el cuerpo de san Tarsicio, ni en las manos ni entre sus vestidos. Se explicó que la partícula consagrada, defendida con la vida por el pequeño mártir, se había convertido en carne de su carne, formando así con su mismo cuerpo una única hostia inmaculada ofrecida a Dios.
ABRIL 24 DE 2011
CONFIGURADOS Y ENVIADOS
L
a persona de Jesús y la llamada que dirige a los que Él quiere, buscan suscitar en los discípulos una respuesta libre, una adhesión plena a su persona y a su Proyecto. Innumerables cristianos buscan configurarse con Cristo mediante: + la lectura y meditación de su Palabra, + la recepción de sus Sacramentos, especialmente la Reconciliación y la Eucaristía, + el servicio a los pobres y + la experiencia de pertenecer a una comunidad cristiana que goza por la presencia del Señor en medio de ella. Todos estos medios ofrecen a los que lo buscan sinceramente, diversos caminos de encuentro con el Señor. Cuando un discípulo toma la decisión de seguir a Jesucristo, debe asumir en su vida primeramente la centralidad del mandamiento del amor a Dios y al prójimo. El seguimiento al Señor incluye la decisión de vivir al estilo de Jesús, llevando a la práctica las Bienaventuranzas. Identificarse con Cristo significa aceptar compartir su destino, incluso hasta la Cruz. Los misioneros y mártires de América Latina y el Caribe, de ayer y de hoy, nos dejan un gran testimonio de fidelidad al Señor y de entrega total a la edificación del Reino de Dios. Encontramos en la Virgen María el mejor ejemplo de que el ser humano alcanza su plenitud y belleza en la medida en que se vincula con la Trinidad, en la obediencia al Padre, en la respuesta generosa al Hijo de Dios hecho hombre y en la docilidad al Espíritu Santo. Toda la vida y el actuar de Jesús es un testimonio de fidelidad y obediencia al Padre y al cumplimiento de su voluntad. De hecho, la pasión, muerte y resurrección de Cristo son expresión de obediencia y amor al Padre Dios y de entrega generosa a los hermanos, obteniendo para todos ellos la salvación. Todo discípulo está llamado a ser misionero. Más aún, por su misma identidad, todo discípulo es misionero. ¿Qué significa ser discípulo y misionero? Significa comprometer la vida toda, siendo signos visibles del amor misericordioso del Padre. ¿Qué es la misión? Es compartir la experiencia del feliz acontecimiento del encuentro con Cristo. El que ha vivido esta experiencia la comunica con la palabra y lo testimonia con la vida. Un discípulo enamorado de Cristo es inevitablemente ante el mundo un anunciador convencido de la experiencia de conocer íntimamente al Señor como Salvador. El discípulo está llamado a la santidad. Por su conciencia y su compromiso misionero, el discípulo vive la santidad en y desde el corazón del mundo. Nota: Puedes ampliar esta reflexión leyendo detenidamente los párrafos 136-148 del Documento de Aparecida.
Apreciados lectores y lectoras:
¡HOY ES DOMINGO DE PASCUA! ¡Felices Pascuas de Resurrección! Llego hasta ustedes con mi fraterno saludo y con el deseo de que su corazón y su familia estén llenos de la alegría, gracia y paz de Cristo resucitado. Quiero comunicarles una palabra de aliento y de esperanza que brote de la primera Pascua y nos ayude también a nosotros a resucitar a una vida nueva. “Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”. Dejémonos empapar por el asombro y el gozo pascual de María Magdalena, de Pedro y Juan, de los discípulos de Emaús y de los Once. Pero, alguien puede preguntar ¿cómo entrar en esa alegría cuando nos encontramos en una situación de dolor, de temor, de crimen y de pobreza; en medio de tanto agobio y congojas? Aún así, hay que proclamar más alto: ¡Cristo ha resucitado!; “ni la muerte ni el mal son para el hombre su destino, su última verdad”. El Crucificado-Resucitado nos dice, una y otra vez, como a las mujeres del evangelio y a los Once: “No tengan, miedo”. “La paz esté con ustedes”. “¡Cristo ha resucitado”! ¡Aleluya! Este grito de fe nos presenta un radiante programa de vida. No muerte sino vida. No divisiones sino paz. No egoísmo sino caridad. No mentira sino verdad. No lo que deprime sino lo que es luz, optimismo, respeto, aliento. La resurrección es el triunfo del bien sobre el mal. Es la garantía de que, finalmente, la verdad acaba venciendo a la mentira, la justicia a la injusticia, el amor al odio, la inocencia a la maldad. Es la liberación de todas las esclavitudes que encadenan la vida humana, como decía yo en mi artículo de la semana pasada. Ante la maravilla de esta noticia y a la vista del negro panorama del mundo, puede surgir de nuevo la sombra de la duda y la pregunta: ¿Será verdad todo esto? ¿No será una ilusión y una vana esperanza? El creyente tiene la respuesta en las palabras de san Pablo a los Corintios: “¡Cristo ha resucitado de entre los muertos!” No olvidemos que san Pablo y los demás Apóstoles dieron su vida por este mensaje central de su predicación. Por tal motivo, la verdad de la resurrección de
Cristo no se entiende si no es a la luz de la fe. Aquí les dejo, ahora, con el profundo pensamiento del gran filósofo jesuita francés, P. Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), quien, de forma sencilla y familiar, nos ayuda a mantener vivo el espíritu de la Santa Pascua. “No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío. Quiere lo que Dios quiere. Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su providencia. Poco importa que te consideres un frustrado si Dios te considera plenamente realizado; a su gusto. Piérdete confiado ciegamente en ese Dios que te quiere para sí. Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas. Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente agarrado, cuanto más decaído y triste te encuentres. Vive feliz, te lo suplico. Vive en paz. Que nada te altere. Que nada sea capaz de quitarte la paz. Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales. Haz que brote, y conserve siempre sobre tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige. Y, en el fondo de tu alma loca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios. Recuerda: cuanto te reprima o inquiete es falso. Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios. Por eso, cuando te sientas apesadumbrado y triste, adora y confía”. A todos y a cada familia, una vez más, deseo: ¡Felices Pascuas de Resurrección! “Y , hasta que nos volvamos a encontrar, que el Señor los guarde en la palma de su mano”. +Luis, Arzobispo de S. Luis P.
Queremos conocer su opinión, escríbanos a: semanariolared@iglesiapotosina.org ó semanariolared@hotmail.com
Muchas gracias por haber publicado el artículo y la foto del Canónigo Juan Bañuelas. Él me bautizó y no lo conocía, ni sabía que pude haberlo conocido en persona, pues tenía la idea que se había muerto mucho antes. Gracias. Me permitieron darme una idea de quién fué. Ernestina Almazán Gloria
Nuestra historia
M. I. Mons. Moisés González Lino «Durante 25 años sirvió como Vicario General, hombre cabal de una sola palabra, General austero y sacrificado. Heroico hasta el final de su vida en la que se abrazó a la cruz de Cristo en una penosa y larga enfermedad» Por Pbro. Lic. Rubén Pérez Ortíz
H
ablar del P. Moisés era hablar de la autoridad –que, como Vicario General ejercía en nombre del Obispo-, de un sacerdote fiel a toda prueba, de sobrio traje clerical: siempre de negro, de caminar de plomo y austero semblante, de mirada de águila y mente brillante. Nace y vive tiempo en que arrecia la persecución religiosa, es la época sangrienta de los mártires de Cristo Rey, gloria de la Iglesia Católica Mexicana, y es en este ambiente, Moisés quiere ser sacerdote. Su cuna fue San Luis de la Paz, Gto., un 15 de agosto de 1922, tuvo por padres a Don Emiliano González y a Doña Ma. Dolores Lino, su bautizo, confirmación e instrucción primaria los recibió es su tierra natal. Ingresó al Seminario Conciliar potosino el 26 de febrero de 1936. Ya en el Seminario se encuentra con una Institución llena de carencias que no le ofrece ninguna comodidad salvo el buen ambiente para estudiar, ya que siendo tiempos difíciles el Seminario será itinerante y se encontrará adaptándose en varias casas, así nos lo platicó alguna vez que asistió al Seminario Menor en los tiempos del recordado P. Baudelio de la Torre: no había suficiente agua en toda la ciudad, el baño era una vez a la semana, la comida pobre y limitada, no tuvieron campos de juego y tenían una disciplina militar desde el levanto hasta las horas del descanso nocturno. Todo ello, formó un gran sacerdote de férrea voluntad y de numerosas virtudes. Desde el 3er. Año de latín y toda su instrucción levítica se la dieron los padres jesuitas en el Seminario de Montezuma, New Mexico, USA, allí mismo recibió las ordenes del subdiaconado, Diaconado y Presbiterado el 22 de septiembre de 1945 de manos de Mons. Edwin Vicent Byrne –obispo norteamericano al que le debemos importantes sacerdotes potosinos-, obispo de Santa Fe. Maestro y formador del Seminario Menor, Canciller del Gobierno Eclesiástico, Capellán de varios Te m p l o s : San José, las Mercedes, y de varias casas de Religiosas, Administrador Diocesano, Arcediano del V. Cabildo de la S.
I. Catedral, Vicario General de la Arquidiócesis, Protonotario Apostólico, etc. Inició el Ministerio estando primero como Formador en el Seminario, más tarde llega a las oficinas de la Curia en donde se distingue por su amor al trabajo, el orden, la seriedad y la asidua asistencia. Los Obispos con quienes colaboró admiraron su memoria tan lúcida y su capacidad para recordar casos, personas y soluciones. Llegó a tener problemas verdaderamente intricados en los que no perdió la calma e incluso buscó la conformidad con las partes que se sintieron ofendidas. Ordinariamente los párrocos y sacerdotes con cura de almas tienen un buen apoyo en sus feligreses como cuando se les oye decir: ¡Cómo trabaja ese sacerdote! ¡Cómo aguanta el señor Cura tantas horas de confesionario! En cambio, los sacerdotes del Seminario y los Curiales no tienen este tipo de aliento, pueden trabajar horas extras, pueden estar metidos en un difícil problema, pueden ser incomprendidos por su proceder, pero humanamente hablando pasará inadvertido, solo quedará el sagrario para buscar la comprensión de Jesús. Me recordó el P. Córdova –con quien trabajó con el P. Moisés en sus inicios sacerdotales- lo que en alguna ocasión le dijo a manera de reconocimiento Don Arturo A. Szymanski: «Usted es como el hombre de máquinas de un barco que atiende la buena marcha del buque y no es reconocido por los pasajeros del barco, como lo es el capitán y algunos tripulantes, pero que sin ese hombre de máquinas no funcionaría el barco». Algo así fue Monseñor Moisés porque se pasaba horas metido en su oficina, dando permisos, estudiando infinidad de casos y sirviendo de enlace entre sacerdotes y obispo; entre fieles y sacerdotes y obispo, pero allí estaba sin perder la calma. Era un General. Sin embargo, tarde o temprano el fin llegaría, Mons. González Lino se aferraba a la vida, pero bien sabia que el arribo a la Casa del Padre Celestial no estaba lejos, aunque se prolongó tanto que duró años esa larga enfermedad: cáncer de páncreas. Por los fuertes dolores que padecía, el sufrimiento agudo se reflejaba en su rostro. No cabe duda que ésta penosa enfermedad purificó toda su alma dándole oportunidad de ofrecerse en una inmolación incruenta al Padre en quien había tenido tanta fe que no tuvo empacho en consagrarle su vida entera. Murió el 24 de noviembre de 1998 a las 04:00 hrs. Casi a la hora en que se levantaba y en la que presuroso quiso emprender el caminar al encuentro del Señor Resucitado. Sus restos fueron sepultados en el Santuario de San José donde reposan para la Eternidad.
T
odos luchamos por la vida, ya que amamos la existencia. Aunque no es fácil vivir, hacemos el esfuerzo de sobrevivir. La vida es el más valioso regalo que se nos ha dado. A pesar de tantas penas, vale la pena existir. Porque es mejor haber vivido, que nunca haber tenido la oportunidad de vivir. Nunca faltan hombres que pierden el gusto por la vida. Y aunque parece que ya no quieren vivir, en el fondo aman la existencia, solo quieren, una forma distinta de vivirla. En estos tiempos es fácil caer en depresión. La vida y sus sinsabores hacen que se le pierda el gusto a la existencia. La depresión no es desencanto por la vida, es el miedo de vivirla. Quizá faltan fuerzas para seguir luchando, ya que la vida representa grandes retos y poca estabilidad. Nada es seguro y todo puede suceder. No olvidar que la vida es un don; pero también la posibilidad de realizar grandes empresas. El primer regalo, que hemos recibido, es el don de la existencia. Sin ese regalo, no habría nada de lo bueno que tenemos. Sin el don del existir, nos hubiéramos perdido la aventura del vivir. La vida es lo más valioso que tenemos, pero también es lo más frágil, y por eso necesita de cuidado. A nuestra vida le falta mantenimiento, para que no se pierda. Ya que siempre, esta en peligro de per-derse. Cuando el hombre se encuentra ante la amenaza de perder la vida, quisiera tener la oportunidad de volver a vivir. Sus seres queridos, anhelan que haya otra vida. Porque quieren imaginar su existencia en otro mundo, en un lugar feliz; para así tener consuelo. Todos queremos volver a vivir, deseamos continuar la aventura de la existencia. Aunque pocos anhelan una vida como ésta, llena de sinsabores y disgustos. Queremos una vida eterna, pero no esta vida, tan llena de incertidumbres y amenazas de sufrir. Ya que una vida eterna, pero dolorosa, no es atractiva para nadie. La verdadera vida, la que no duele, y es interminable alegría, solo se alcanza con la fe en Jesús. El nos ha devuelto una vida distinta, maravillosa, interminable. Cristo no revivió, él resucitó, para que también nosotros resucitemos con él, a una nueva vida. Resucitar, es resurgir en algo nuevo. Vamos a conservar nuestra identidad, pero transformada; con un cuerpo glorioso, que ya no está en peligro de enfermarse, ni corromperse. Vivamos la alegría que nos trae la fe, en la esperanza de una vida nueva. La feliz noticia del sepulcro vacío. PORQUE CRISTO ESTA VIVO.
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Los días de precepto (4ª parte)
Queridos lectores:
“Solteros codiciados”,
por vocación y por imposición
Por P. Kino
E
n el campo de la Iglesia encontramos infinidad de bibliografía que nos explica qué es la vocación al matrimonio y a la vida sacerdotal, pero ¿por qué no existe la misma cantidad de bibliografía cuando se habla de la vocación a la soltería? La soltería es una vocación, y como toda vocación existe la libertad para asumirla. Así como no es válido a un seminarista o a una aspirante a la vida religiosa decirle cuando quiere retirarse de la casa de formación: “si te vas le estas fallando a Dios, pues Él te había llamado a estar aquí para ser consagrado (a)”, así tampoco se vale que a muchas personas las obliguen por chantajes a permanecer sin casarse, es decir, solteras.
de 5º. de primaria, pues ya van tres veces que lo repites”. - “Mi hijita, no te cases, eres muy joven, apenas tienes 47 años. Piénsalo mejor”. Y por andar pensando ya se les pasó el tren. - Un caso en la historia es el de Pedro Abelardo (Francia 1079), el cual tuvo un hijo con una discípula suya, de nombre Eloísa, la cual era sobrina de un canónigo de la Catedral de Notre Dame de nombre Fulberto. Y aunque Pedro amaba a Eloísa y se casó con ella, el tío, el canónigo “metiche” lo mandó castrar, Eloisa y Pedrito…tuvieron que optar obligadamente por la vida monacal, esta historia podía ser llevada a la pantalla pero baste con eso.
¿Cuáles serían los principales chantajes que podemos escuchar para impedir que una persona asuma la vida matrimonial y se quede para vestir santos y encuerar borrachos?
El soltero por opción no busca evadir responsabilidades con alguien. Su vocación es con todos los que le rodean. Los solteros en las familias son personas que ofrecen su vida para la unidad familiar y son testimonio de caridad en la sociedad.
No faltarán los chantajes de los padres hacia algún hijo, o las situaciones especiales que hacen que la soltería se vuelva una cruz muy pesada. - “Si te casas, ¿quién me va a cuidar en mi vejez?; cásate cuando me muera (y nomás no se muere, quedándose la persona soltera por imposición). Y cuando por fin se muere, ya aquella persona no sale “ni en rifa y con boletos gratis”. - “Ese hombre no te conviene, ¿qué vida te espera? ¿Qué se puede esperar de un “rufián” que todo el tiempo se la pasó fuera de México estudiando en la Universidad de Harvard. Tu en cambio mi hijita, siempre estudiando, sacando tu especialidad de maestra
No hay que abusar de las personas que viven su soltería, pues no en pocas familias, la persona soltera es la única que está al pendiente de las necesidades de los padres, y los demás hermanos no son capaces de ayudarle, pues dicen “al fin que él no tiene familia”. No se vale “cargarles la mano”, sino ayudarlos acorde a lo que les hace falta, para que ellos también tengan recursos materiales, tiempos de descanso, de convivir, de sana distracción. Ser soltero no es estar solo, sino al contrario, es estar con tantas personas, familiares o no, pero haciendo la voluntad de Dios.
He oído comentarios que las leyes son esclavizantes y que todo hacemos por la ley como autómatas. Pero eso es un error. La ley es un medio o instrumento para lograr un fin. No se hacen las cosas en orden al cumplimiento de una norma, sino para que uno haga conciencia de lo que esa ley nos pide y luego hacerla propia. Por ejemplo: Tiene que existir una ley y por lo tanto una pena, si no te pones el cinturón de seguridad. Al principio, hay quienes se ponen el cinturón para que no los multen, después te lo pones, porque caes en la cuenta de que es indispensable para tu seguridad. En cuanto a la misa pasa exactamente lo mismo, de niños vas porque tus padres te llevan aunque no quieras, con el tiempo, cuando creces vas porque lo consideras necesario y no porque esté establecido en una norma. En la Iglesia, hay leyes porque somos una sociedad perfecta y están en orden al cumplimiento de un fin y el fin es hacer que el hombre participe de la naturaleza divina. Las leyes que existen en la Iglesia están dentro de una línea moral referida a la vida litúrgica y que se alimenta de ella. La obligatoriedad de estas leyes positivas promulgadas por la por la autoridad eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu de oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo (Cfr. Catecismo, 2041).
“El primer mandamiento (OÍR MISA ENTERA LOS DOMINGOS Y FIESTAS DE PRECEPTO) exige a los fieles participar en la celebración eucarística, en la que se reúne la comunidad cristiana, el día en que conmemora la Resurrección del Señor, y en aquellas principales fiestas litúrgicas que conmemoran los misterios del Señor, la Virgen María y los santos” (Catecismo, 2042).
La misa dominical tiene el fin de que al vivir la liturgia de la palabra y de la Eucaristía, el bautizado sea introducido a la intimidad divina y al participar por la Gracia de Cristo, despierte en él la caridad vivida, ame a Dios por encima de todas las cosas, lo alabe y lo bendiga por todo lo que le ha proporcionado en la semana que termina y le implore su ayuda para la semana que comienza.
Al amor a Dios va íntimamente unido el amor al prójimo. Esa relación filial con Dios exige amarlo en la persona de sus hijos. Por eso, cada domingo debes tener la actitud de cambiar y transformar tu vida, porque te has encontrado con Dios personalmente y lo debes vivir y manifestar en el trato con los demás. Ayudando a los necesitados, siendo más dócil, tolerante y paciente con los de tu casa o en tu trabajo, para poder alcanzar la perfección que Dios quiere en nosotros. ¿Ves cómo es necesario ir a misa el domingo? Y al no participar SÍ estás faltando a un precepto y es pecado grave. Hasta la próxima.
Las partes de la Eucaristía y su fundamento:
EL CREDO
Sol de los mortales
Por Pbro. José Antonio Martínez Ortiz.
E
l símbolo o profesión de fe tiende a que todo el pueblo reunido dé su respuesta a la Palabra de Dios proclamada en las lecturas de la Sagrada Escritura y explicada en la Homilía y, pronunciando la regla de su fe, con la formula aprobada para el uso litúrgico, traiga a su memoria y confiese los grandes misterios de su fe, antes de empezar su celebración en la Eucaristía. La comunidad en el credo expresa como en un gran AMÉN su adhesión de fe a la Palabra proclamada y explicada.
¿Dónde está en la Escritura el AMÉN o CREO ante la Palabra proclamada? En Neh 8, 6 es un compromiso solemne, preciso e irrevocable. 1Crón 16, 36 es un hecho sagrado del comienzo de culto. Salmo 41, 14; 72, 19; 89, 53; 106, 48. Reiterado en los salmos como parte integrante del salterio. Jer 28, 6 No es un asentimiento débil Núm 5, 22 Supone una responsabilidad jurada. Dt 27, 15-26; Neh 5, 13 Es una renovación pública, comunitaria y litúrgica del compromiso a observar la Alianza y practicar la justicia social. 1 Crón 16, 36 Es una aclamación litúrgica. Rom 1, 25; Gál 1, 5; 2Pe 3, 18; Heb 1, 21; 1Cor 14, 16 Es adhesión a la oración y a la palabra de Cristo.
Por Canónigo José Ma. Ortega Robles.
L
a cruz es el sol de los mortales, porque irradia tantos rayos, cuantas cruces en los templos, capillas, ermitas, claustros y cementerios. Las usa la Iglesia con sus bendiciones en la Santa misa, en sus bendiciones, en los sacramentos. La llevan los Papas y los Obispos en su pectoral; los cristianos pedimos llevar sobre nuestro pecho una cruz o un crucifijo; las vemos también sobre los ataúdes; en lugar donde pasó un accidente y alguien murió ahí; en las cumbres de las montañas; las usan los papás al bendecir los alimentos o para bendecir a sus hijos cuando salen de casa. La cruz nos recuerda quien ahí al pie lloró y sufrió por el hijo de sus entrañas y por nosotros sus hijos que Cristo le dio; la Doncella del calvario, la llena de gracia y madre de dolores es una luna en la obscuridad de la noche de nuestra vida.
Por eso la cruz siempre nos predica el amor de Dios hacia nosotros y la misericordia de Cristo para todos los pecadores. La cruz es el sermón más elocuente y silencioso de todos los sermones y es el libro abierto en el que se lee la historia de nuestra Redención. La cruz es una reflexión, una meditación para muchas horas que nos acerca al crucificado y nos hace comprender la gravedad de nuestros pecados para que abramos los ojos y contemplemos la belleza del lirio que nunca se marchita, pues las bellezas de la tierra, mueren todas.
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Los libros y sus autores
Natasha: aprender a pensar con Vygotsky Una teoría narrada en clave de ficción Matthew Lipman Barcelona Gedisa 2004, 190 páginas
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Por Luis Marino Moreno
l padre de la filosofía para niños Matthew Lipman, famoso por su inagotable imaginación para aceptar para acercar a los lectores jóvenes y a los no tan jóvenes al pensamiento filosófico, nos sorprende en este libro con una historia de suspenso al mejor estilo de las novelas de espías de la guerra fría.
Natasha es una joven rusa, especialista en pedagogía vygotskiana. Quiere conocer los métodos didácticos de la escuela rusa inspirada en Vygotsky. De este modo, ambos protagonistas se desafían mutuamente con tácticas de argumentación que permiten al lector participar directamente de los pasos ideados por estos grandes pedagogos para entrenar en las aulas la observación, la reflexión, la construcción de conceptos y su formulación. Este libro, además de sus sorpresas y misterios, es sobre todo una herramienta indispensable para quienes desean ampliar y profundizar sus conocimientos de las teorías filosóficas, en que se basan los métodos de enseñanza constructivistas vygotskianos y su desarrollo posterior por parte de sus discípulos durante el último cuarto de siglo. Además de estas teorías, se analizan y discuten las contribuciones de G.H. Mead y M. Batjin. Es también, la revisión de la teoría social del aprendizaje, filosofía constructivista, psicología y educación. Pero al mismo tiempo, es una guía práctica para maestros y profesores que pueden y quieren animar su trabajo en el aula. Sobre el autor Mattew Lipman en 1969 redacta el primer libro del programa curricular de filosofía para niños. Director del Instutute for the Advancement of Philosophy for Children de la Moctclair State University (Nueva Jersey) fundado en 1974.Profesor de filosofía en la misma universidad. Es autor de una gran cantidad de libros casi todos traducidos al castellano.
Iglesia Universal CIUDAD DEL VATICANO.- En la Oficina de Prensa de la Santa Sede, se anunció el lanzamiento del nuevo proyecto “Centinelas digitales”, que busca seguir de cerca, a través de Internet en las redes sociales, la próxima beatificación del Papa Juan Pablo II. Walter Insero, encargado de la Oficina de Comunicaciones Sociales, tuvo a su cargo la presentación de este proyecto que recuerda las palabras que les dijo el Papa peregrino a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud de 2000 en Roma: “Veo en ustedes a los centinelas del mañana”. El proyecto busca promover a través del sitio web www.Pope2You.net del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, el envío de postales digitales con frases extraídas de los discursos de Juan Pablo II a los jóvenes en diferentes idiomas. ROMA.- El Vaticano participará en la XIV Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, en la que es país invitado de honor, con un pabellón propio, en el que expondrá numerosos libros católicos y ofrecerá conferencias, exposiciones y otros eventos, presididos por el cardenal Gianfranco Ravasi. Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, representante papal en el evento, presentó en el Vaticano las manifestaciones organizadas por la Santa Sede en esa feria que recibe cada año cerca de un millón de visitantes y se celebrará del 4 al 22 de mayo próximo. LISBOA.- Cinco santuarios marianos de diversas partes del mundo se unirán en vigilia este 30 de abril, para rezar el Santo Rosario en espera de la beatificación del Siervo de Dios Juan Pablo II el 1 de mayo en el Vaticano. Los santuarios que respondieron a la invitación son el de Nuestra Señora de Fátima (Portugal), Guadalupe (México), Kawekamo (Tanzania), Cracovia (Polonia) y de Nuestra Señora del Líbano. La vigilia se realizará bajo el lema “Totus Tuus - Vigilia de Oración en preparación de la beatificación de Juan Pablo II”. Según se explicó, desde cada santuario se rezará un misterio del Rosario. Las fuentes del santuario destacaron la importancia de esta iniciativa, en la que se rezará por el que “peregrinó entre los peregrinos” y para “agradecer por el don de Juan Pablo II para la Iglesia y la humanidad”. BOGOTÁ.- El Departamento de Cultura, realizará el Encuentro de Padres de familia y estudiantes de la Escuela Católica de Nicaragua, ante los desafíos de la nueva época en el marco de la Misión Continental. Éste Encuentro cierra el camino recorrido durante los últimos cuatro años de la Sección de Educación, que facilitó dar respuesta a la búsqueda de identidad de la escuela católica. El Encuentro se llevará a cabo del 2 al 4 de mayo de 2011, en Managua - Nicaragua.
Iglesia en México SAN LUIS POTOSÍ.- La Iglesia Potosina se congratula con su Pastor, Don Luis Morales Reyes por su próximo aniversario Episcopal este 4 de mayo, para recordar este bello acontecimiento, se celebrará la Eucaristía a las 12 de día, en la Iglesia Catedral. Don Luis fue Nombrado por Su Santidad Paulo VI Obispo Titular de Burca y Auxiliar del Excelentísimo Señor Obispo de Tacámbaro, el 8 de marzo de 1976, y consagrado el 4 de mayo de 1976. El 4 de agosto de 1979 toma posesión como Obispo Titular de la Diócesis de Tacámbaro. El 26 de febrero de 1985, Su Santidad Juan Pablo II lo nombra Obispo Coadjutor de Torreón, tomando posesión el 20 de abril de 1985. El 27 de junio de 1990 asume el cargo de Obispo Titular de Torreón. El 20 de enero de 1999 el Santo Padre Juan Pablo II lo nombra II Arzobispo de San Luis Potosí; y toma posesión el 18 de marzo del mismo año. Fue dos veces presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana. FELICIDADES DON LUIS MORALES REYES.
“¡Dios os guarde!” “De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella” (Mt 28,2).
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El ángel, como agente divino (“ángel del Señor que bajó del cielo”), realiza una acción con dos fines: remueve la piedra que tapaba el sepulcro, actuando como el brazo del Padre que libera a su Hijo de la muerte, como lo había librado recién nacido haciéndolo huir a Egipto; y, por otro lado, con esa misma acción, permite que las dos mujeres (María Magdalena y la otra María), y con ellas todos los discípulos, puedan ver el sepulcro vacío y así entiendan sus palabras: “sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba”. Como mensajero de Dios, como voz del mismo Dios, el ángel proclama que el crucificado ha resucitado y, al sentarse sobre la roca que tapaba el sepulcro, muestra el señorío de Dios que domina a la muerte. Su mensaje a las mujeres se vuelven indicaciones divinas: con prontitud deben divulgar la noticia entre sus discípulos. Las mujeres, con miedo y gran gozo, corrieron a dar la noticia a los discípulos y de pronto Jesús mismo les sale al encuentro y les dice: “¡Dios os guarde!” Hermosa traducción del saludo de Jesús que hace la Biblia de Jerusalén, la cual, a primera vista, parece una traducción demasiado libre del griego “χαιρετε”, que equivaldría literalmente a un “alégrense” bastante austero, pues ya
se había dicho que ellas iban con un gran gozo; por otro lado, el contexto de la hora y el uso de dicho saludo lo haría equivaler a un simple “buenos días”; mas el contexto solemne exige una traducción menos común y más densa, por eso me parece que: “¡Dios os guarde!” hace justicia a la solemnidad del momento. “Vayan a decir a MIS HERMANOS”. Mientras el ángel habló de discípulos, Jesús habla de “mis hermanos”. En todo este Evangelio sólo en dos ocasiones Jesús había hablado de manera parecida. La primera en 12,49-50, cuando señalando a sus discípulos dijo... He aquí mi madre y mis hermanos, porque todo el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los
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cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. Luego, en 25,40, cuando dice: “cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” Es significativo que la última referencia verbal de Jesús a sus discípulos los convierta de discípulos en hermanos. Esto, naturalmente, tiene una consecuencia capital, pues significa que los discípulos han sido llevados hasta la cima del discipulado, la cima del Padre; así, el camino del discipulado ha sido completado, ahora tienen como hermano a Jesús y son hijos del Padre. El resucitado los regenera haciéndolos hijos de su Padre. Ya su prima propuesta, en el sermón de la montaña, había anunciado su proyecto, enseñan-
omo mensajero de Dios, como voz del mismo Dios, el angel proclama que el crucificado ha resucitado y, al sentarse sobre la roca que tapaba el sepulcro, muestra el señorío de Dios que domina a la muerte.
do a sus discípulos a llamar Padre a Dios con su densa oración del Padre Nuestro. El mensaje del Resucitado es para citar a su discípulos en el lugar donde los encontró por primera vez. Hoy también nos cita a nosotros en el lugar del encuentro inicial para que lo amemos con la intensidad y el compromiso del primer momento, lo hace llamándonos hermanos, llevándonos a la posibilidad de hablarle a su Padre como: “Padre nuestro”.
El día 14 de abril el Señ el Sr. Obisp or Arzobisp o de Mateh o Don Luis u Morales Re a la Don Lucas Sacerdotes yes, Martínez La participaron ra y un grup la Consagra e n L a o de Bendición d ción del Alt el Templo y ar, en la co pertenecien munidad de te a la Parr EL REFUG oquia de S IO anta Maria d e Guadalupe Atotonilco. ,
articipar ¡Te invitamos a p inario! con nuestro Sem pano Josefino, A.R.
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para cuentro nsión n e r e im la Dime bo el pr vó a ca ado por ez Solis. e iz ll n e a s g r , dos, o e abril Sánch rtunido 10 d de casa l Pbro. Pedro n la opo gran El pasa de 1 a 5 años e o r e ie ig v ir u d t cual nios entes án de matrimo oral Familiar, la rimonios asist uda ser d in s t e t a u de Pas o los m ersos temas q onial. ncuentr e div e trim t s e En ar sobre ara su vida ma n io x e fl e p r a e d d ayu dad
Para celebrar siete años de practicar la Lectio Divina, el grupo de la parroquia de San José de Reyitos, acompañados por su párroco el Pbro. Apolonio Villa Garcés, se reunieron en una celebración Eucarística de acción de gracias, en la que estrecharon lazos de amistad y pidieron al Señor les permita seguir practicándola.
a resurrección de Jesús no es una vuelta a su vida anterior, para volver a morir de nuevo. Jesús entra en la vida definitiva de Dios; es “exaltado” por Dios (Hch 2,23); es una vida diferente a la nuestra. (Rm 6, 9-10)
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uesto que la vida plenamente cristiana no se puede pensar sin la participación en las acciones litúrgicas en la que los fieles congrega-
dos en uno celebran el Misterio Pascual, la iniciación religiosa de los niños no debe ser ajena a ese fin. La Iglesia, que bautiza a los niños, confiada en los dones que este Sacramento da, debe cuidar que los bautizos crezcan en la comunión con Cristo y los hermanos, de cuya comunión es signo y prenda la participación en la mesa eucarística, a la cual se preparan los niños o en cuya significación son introducidos más profundamente.
A decir verdad, los niños no siempre entienden en su vida cotidiana todas las cosas que experimentan con los adultos, por ello, invitar a los niños a participar en las actividades que su parroquia realiza, es de gran ayuda a que su experiencia religiosa sea más profunda,
por la singular capacidad de aprendizaje que poseen.
Los niños experimentan también -de acuerdo a su edad y a su progreso personal- los valores
humanos implícitos en la celebración eucarística, como
son las acción comunitaria, los saludos, la capacidad de escuchar, el pedir perdón y otorgarlo, la expresión de gratitud, experiencias de acciones simbólicas de una reunión amistosa, de una
La vida de la Iglesia tiene su centro impulsor en la persona y en el acontecimiento de Jesús: “Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado” (DA 18).
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Los j贸venes hacia la
pascua
Tercera parte
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n el interior de esta amplia y bella Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, (en la Capilla del Santísimo), se pueden apreciar los grandes cuadros pictóricos que relatan las escenas principales de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, las cuales conmueven al espectador en demasía, pues nos narran a través del arte pictórico el momento preciso y crucial en que Cristo está clavado en la Cruz, y a sus pies Su Santísima Madre, San Juan Evangelista y María Magdalena. En esta escena, el autor hace un perfecto retrato de la Magdalena llorando con profundo dolor la muerte del Redentor. Hay otro cuadro que nos narra la “Presentación de Jesús en el Templo” o “La Purificación de la Santísi-
ma Virgen María”, en el momento de la “Profecía de Simeón”, “La Huída a Egipto”, obra que nos muestra un atractivo paisaje muy al natural. “El Buen Samaritano”, es otra gran obra de arte digna de admirarse. También se puede apreciar en estos cuadros, la escena de la cuarta estación del Viacrucis: “Jesús encuentra a su Santísima Madre” cuando va camino al calvario; “El Descendimiento”, que es igualmente bellísima, “El Regreso del Sepulcro” en la que los personajes centrales son: María Santísima, el Apóstol del amor y María Magdalena, como en muchos otros momentos que conforman el Víacrucis, y que nos recuerdan que fueron sus fieles seguidores. Y otro cuadro no menos
hermoso aunque en pequeño formato es el que luce en la parte inferior del Sagrario, y es una bellísima representación de María con una mirada de dolor indescriptible, sosteniendo en sus brazos a Jesús inerte, ya muerto, a quien le llora; ciertamente es una fina estampa que nos exhorta al arrepentimiento. Todas las escenas son obra extraordinaria del talentoso pintor de talla internacional Felipe Blanco, quien sin duda, nos deja una gran herencia no sólo religiosa sino cultural también. La Capilla del Santísimo, la cual fuera el antiguo templo, goza de singular belleza. La Parroquia cuenta con un Víacrucis, igualmente bello en todas sus estaciones, aunque en pequeño formato como la de otros tem-
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e doy mi palabra». Cuando un hombre da su palabra, se compromete, formaliza un pacto, establece una alianza. Para los antiguos, dar la palabra era una cosa seria; hoy, sin embargo, las cosas han cambiado de tal manera que en lugar de dar la palabra firmamos letras. Cuenta Neil Postman en su libro Amousing Ourselves to Death (Divertirse hasta morir) que una vez un inteligente joven universitario incluyó a pie de página en su tesis de licenciatura, a manera de cita, la declaración verbal de un autor muy conocido. Como se sabe, en este tipo de trabajos sólo tienen carácter de fuente los libros, las revistas, los artículos de periódicos y, más recientemente (bajo ciertas condiciones), los artículos bajados de Internet: en una palabra, sólo fuentes escritas. Pues bien, contraviniendo esta elemental regla académica, el joven citó como si nada aquella declaración que ninguno de sus profesores estaba en grado de verificar. El jurado advirtió al joven que debía quitar inmediatamente de su tesis aquella referencia inoportuna. El muchacho protestó diciendo que tal petición le parecía injusta, pues no le quedaba claro por qué una fuente oral no podía tener la misma importancia que una fuente escrita. Los miembros del jurado deliberaron entre ellos durante unos minutos; por último, dictaminaron con toda la solemnidad que exigía su cargo: -A lo que se ve, para usted no hay ninguna diferencia ente un testimonio oral y un testimonio escrito. Siendo así las cosas, no creemos que haya ningún inconveniente en que reciba usted de nosotros un título puramente oral; porque, si lo quiere escrito, ya sabe lo que tiene que hacer.
Por demás está decir que el joven partió como de rayo a quitar de su tesis aquella nota maldita. Un título oral no se puede colgar de la pared ni presumir a los amigos. ¡Ay, y para esto precisamente es para lo que sirven los títulos! (¿O sirven para algo más?) Una vez que la escritura ha vencido a la oralidad, la letra escrita vale más que la palabra. Pero los antiguos daban la palabra. ¿De dónde nació
la costumbre de dar la palabra? Sabemos que dar la mano tuvo su origen en un ámbito estrictamente militar. Como era en la mano derecha donde se llevaban las armas para el combate, dar la mano implicaba desarmarse y establecer con el otro un acuerdo de paz. Era como decirle: «Puedes acercarte a mí con toda confianza, que no te haré daño. ¿Lo ves?, mi mano está libre. ¡Venga la tuya también libre!». Sólo pueden darse la mano aquellos
que han dejado en el suelo el arco y la lanza. (De hecho, la Iglesia conservó este signo bellísimo de desarme y lo utilizó después en la liturgia: hay un momento en la celebración de la Misa en la que todos los presentes se dan la mano en signo tácito de paz). ¡Qué hondo significado encierra un gesto tan aparentemente trivial como es el de estrechar una mano! Bien, pero ¿de dónde nació la expresión: Te doy mi palabra? Aquí me parece que las cosas no están tan claras. Y como no lo están, en vez de inventar cosas que no sé, contaré una historia que ya he contado otras veces pero que es demasiado significativa como para no contarla una vez más. Se trata de una historia verdadera. Hacia el siglo XII d.C., un poderoso emperador alemán, Federico II, quiso saber cuál era la primera lengua del mundo, o sea, la que hablaron Adán y Eva en los jardines del paraíso. Y porque creía que todas las demás lenguas se aprenden siempre por imitación (oyéndolas hablar a los demás), hizo que unas mujeres criaran aparte a varios niños recién nacidos (al parecer eran 12); de este modo, según el emperador, si nadie les hablaba, no podrían aprender la lengua de sus nodrizas y el idioma original brotaría de sus labios de manera espontánea y natural. Así se hizo. Las mujeres los amamantaban, los bañaban, pero no podían hablarles ni cantarles. El resultado fue que los niños se fueron muriendo de uno en uno. ¡Todos se murieron al final! Pero, ¿por qué razón? Por ésta, sólo por ésta: les había faltado lo esencial, les había faltado la palabra. La palabra es vida, amor, alimento. Sin la palabra nos
morimos. Dar la palabra es entrar en contacto, crear vínculos y regalar lo mejor de uno mismo. ¿No es verdad que cuando nos enojamos con alguien y queremos hacerle ver nuestro disgusto lo primero que ha-cemos es dejarle de hablar? ¡Ah, bien que sabemos lo que vale nuestra palabra, puesto que, cuando queremos herir, simplemente la negamos! Era necesario decir todas estas cosas para comprender mejor lo que escribió un día Sören Kierkegaard, el filósofo danés, en una de las páginas de su Diario: «Para que se pueda tener verdaderamente fe en alguien, es necesario que éste nos dé su palabra. Ahora bien, Dios nos ha dado su Palabra. Cristo es la Palabra». Dios nos ha dado a Jesucristo, su Hijo, su Palabra. Ha entrado en diálogo con nosotros (dialogar es dar la palabra), pero no sólo eso, sino que también ha querido comprometerse. «En darnos como nos dio a su Hijo –escribe San Juan de la Cruz (1542-1591), que es una Palabra suya –y no tiene otra- todo nos lo habló junto y de una vez en esta Palabra, y no tiene más que hablar» (Subida al Monte Carmelo II, 22, 3). Dios nos ha dado su Palabra. Esto quiere decir: Dios es de fiar, no nos ha mentido, se puede confiar en Él. Al darnos a Cristo nos ha dado su Palabra, prometiéndonos que ni la tristeza ni la muerte serán eternas; que todo lo que nos duele pasará, que un día recuperaremos cuanto habíamos perdido (rostros, voces, afectos) y que tendremos, ahora sí plenamente y para siempre, lo que este mundo no nos ha podido dar y anhelábamos de todo corazón.
Más vale pájaro en mano que cien volando Primera parte
Por Lic. Ricardo García
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stá por demás decir que el primordial interés de los padres de familia, en todas las épocas, es, ha sido y seguirá siendo el bienestar material y espiritual de los hijos. Por esta razón, a través de la historia encontramos una gran cantidad de hechos heroicos realizados por algunos padres a fin de cumplir cabalmente con esta natural inclinación. Esto nos parece una actitud normal y lo que debe ser; en cambio si encontramos progenitores indolentes, irresponsables y que de alguna manera perjudican con su actitud a sus propios hijos, inmediatamente comprendemos que se trata de seres anormales, carentes de moral y de sentido común y que con su proceder sobrepasan a los animales irracionales, pues con mucha frecuencia vemos a éstos proteger, alimentar y defender a sus hijos de las inclemencias del tiempo y de los naturales peligros a que están sujetos en su hábitat. La protección que los padres brindan a sus hijos trata de ser no sólo para el presente, sino que también buscan la manera de asegurar el futuro de aquellos a quienes dieron la vida. En los siglos pasados esta protección parece ser más afanosa cuando se trata de las hijas, en virtud,
tal vez, de que en esa época y hasta hace poco todavía, se calificaba al sexo femenino como el sexo débil, este criterio impedía que la mujer alcanzara un desarrollo in-telectual, psicológico y social más completo. Así encontramos que durante el virreinato muchos padres potosinos para proteger esa supuesta debilidad, decidían el destino de sus hijas imponiéndoles, muchas veces en contra de su voluntad, un marido que llenara las aspiraciones de los padres de la “débil” muchacha o bien la enviaban a algún monasterio ya fuera a la capital de virreinato, Querétaro, Guadalajara, Morelia o cualquier otro lugar de la Nueva España donde hubiera conventos de mojas o incluso a la Madre Patria u otros lugares de Europa, porque recordemos que San Luis Potosí, fue un real de minas y la ley prohibía los conventos de monjas en dichos reales. Fue hasta el siglo XIX que se establecieron los primeros conventos para mujeres. Otra solución que discurrieron los padres de familia, cuando se encontraban enfermos o muy pobres y que la hija podía quedar huérfana muy pequeña, ponerla bajo la protección y amparo de sus tíos o padrinos o se recurría al régimen dotal, es decir, se le dejaba una determinada suma de dinero (dote) suficiente para que al contraer matrimonio pudiera contribuir a las cargas del hogar. La dote no solamente era aportada por los propios padres de las jóvenes que iban a contraer matrimonio sino que hubo un gran número de personas acaudaladas o de buena voluntad que disponían en su testamento que una determinada cantidad de dinero o de sus bienes se entregara a manera de dote a una o varias jóvenes de escasos recursos una vez que hubieran contraído matrimonio. Las cantidades que constituían las dotes testamentarias eran entregadas, ordinariamente, por voluntad del testador a los conventos, a las cofradías o archicofradías para que
éstas fueran las encargadas de entregar dichas dotes, mediante sorteos que se realizaban entre las jóvenes casaderas de escasos recursos los días de las fiestas patronales de la parroquia (hoy catedral), de los conventos o de las cofradías y archicofradías. Las cofradías y archicofradías que realizaban con más frecuencia este tipo de sorteos eran las siguientes: Nuestra Señora del Rosario, del Santísimo Sacramento, la Orden Tercera de Penitencia de San Francisco y la Orden Tercera de Nuestra Señora de la Merced Redención de Cautivos. Cuando una joven había salido agraciada en el sorteo se decía que “había salido de huérfana” aunque en realidad vivieran aún sus padres.
La protección que los padres brindan a sus hijos trata de ser no sólo para el presente, sino que también buscan la manera de asegurar el futuro de aquellos a quienes dieron la vida. El escrito que vamos a transcribir en la próxima edición se refiere no a una dote sino a un arraigo, es decir que la madre de la novia que era doña Antonia Arduengo de Gorriño, madre también del primer rector del Colegio Guadalupano Josefino de San Luis Potosí Presbítero y Doctor don Manuel María de Gorriño y Arduengo, hace prometer por escrito y ante notario al novio que se casará con su hija pero que no se la llevará a vivir a Valladolid (hoy Morelia, Mich.) de donde era originario y dónde él tenía su negocio y que, antes bien, establecería su comercio en San Luis Potosí. La familia Gorriño y Arduengo era de las más adineradas de la ciudad. Lo que aquí tratamos de demostrar, como lo dijimos en el primer párrafo de este escrito, es que los padres siempre buscan la manera de asegurar el futuro de sus hijos independientemente de su situación económica o estatus social.
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Los laicos,
el “gigante adormecido” de la Iglesia Por Profesor Luis Navarro
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l futuro de la Iglesia depende del despertar de su “gigante adormecido”, los laicos, ha constatado un congreso organizado entre el 7 y el 8 de abril, en la ciudad de Roma, por la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, con el título “El fiel laico: realidad y perspectiva”. Desde muchas partes se hace evidente el empuje del Concilio Vaticano II sobre el papel de los laicos, como fieles comprometidos en la realidad secular, llamados a la santidad y partícipes en primera persona en la misión de la Iglesia, para revitalizar un mundo que está en un callejón sin salida. Vuelve a actualizarse la expresión de un padre sinodal, en el Sínodo sobre la vocación y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, que definía al conjunto de los laicos como un “gigante adormecido”. Se trata, sin ir más lejos, de más del 95% del pueblo de Dios, innumerables personas bautizadas que viven en diversos grados de pertenencia y adhesión, de participación y corresponsabilidad, en la vida de la Iglesia. Son, hoy, más de mil cien millones, el 17% de población mundial. Es una cifra impresionante y no obstante esto, es evidente que hay un largo camino que recorrer para llevar a su cumplimiento la propia vocación de cristianos en medio a sus conciudadanos en todo el mundo. En algunos momentos podría complicarse el papel del laico en la Iglesia, porque presupone que alguien (no laico) pide responsabilidades a otros. Alguien, que es el “verdadero responsable”, que confía a los laicos cierta tarea. No es
ésta la perspectiva del Concilio. En los cambios en la teología de los laicos, que se han examinado en nuestro Congreso, ciertamente les ha costado superar esquemas de este tipo, con el resultado de que se ha suavizado el sentido de la misión de los laicos. El Concilio Vaticano II no hizo una elección política o sociológica, afirmó una percepción teológica de lo que es laico y a lo que está llamado: un bautizado que sigue a Cristo desde su vocación humana, llena de responsabilidades y desafíos seculares que constituyen el lugar donde se imita al Señor y donde se invita a otros a seguirlo. El interés de esta reflexión también se ha centrado en escuchar a los representantes de algunas de estas realidades, porque su carisma de origen hace referencia a la condición bautismal como tal. La riqueza que estas realidades han llevado a la Iglesia a ser retomada desde su raíz, es decir, el dato puro y simple de que estar bautizado conlleva una gran alegría y al mismo tiempo una gran responsabilidad. Además, añadiría desde el punto de vista jurídico, que estas realidades han traído expresiones de creatividad también a nivel organizativo, que deben ser estudiadas ya que han distorsionado algunos patrones que parecían inmutables. El laico tiene como interés primario, y precisamente por la fuerza de su vocación que debe al mismo tiempo encontrar y llevar a Cristo en la vida cotidiana y en las aspiraciones de un mundo más justo. Sería equivocado suponer que esto se puede asumir al margen de la Revelación cristiana y por tanto de su expresión en el magisterio, especialmente en el social: el gran reto es que los laicos lo hagan en primera persona, desde la propia responsabilidad entre los hombres, ciudadanos como ellos. Por esto, estamos seguros de que del Congreso surgirá la idea de que, para “conformar” el mundo según la verdad cristiana, el laico debe, ante todo, “formar” su propia conciencia, para actuar en plena libertad y con plena iniciativa. Un laico bien formado y consciente de sus propios deberes con la sociedad es “luz
¡Cristo ha resucitado!
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Por P. Sergio Córdova
e cuenta que, durante la revolución francesa –época amante de las novedades y de los cambios arbitrarios, como la mayoría de las revoluciones– un filósofo llamado Reveillère trazó las pautas para fundar una nueva religión, pues él consideraba que esto beneficiaría grandemente a la humanidad. Acudió a Barras, entonces miembro del Gobierno, y le pidió un consejo sobre la mejor manera de extender esta nueva religión. “Bueno, –le dijo Barras– mi consejo es que te dejes asesinar un viernes y resucites de la muerte al domingo siguiente”. ¡Le dio en toda la torre con su respuesta! San Pablo, en la primera carta a los Corintios, dedica un capítulo entero a disertar sobre la resurrección de Jesús para convencer a aquellos cristianos helenistas sobre la importancia capital de esta verdad del cristianismo. “Si Cristo no ha resucitado –llega a decir con gran energía– vana es nuestra predicación, vana es nuestra fe. Y somos falsos testigos de Dios porque testificamos contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó” (I Cor 15,14s). La resurrección de Jesucristo es la piedra fundamental sobre la que se asienta todo el edificio de nuestra fe y del cristianismo. El que no acepta la resurrección no puede llamarse cristiano. Hace unos días estaba leyendo un libro del padre Raniero Cantalamessa –un sacerdote capuchino que es actualmente el predicador del Papa y de la Casa Pontificia– y me encontré unas reflexiones muy interesantes que me voy a permitir compartir hoy con mis lectores. Él decía que “no se trata sólo de creer que Cristo resucitó de entre los muertos, sino que tenemos que conocer y experimentar el poder de la resurrección del Señor” en nuestra vida. La resurrección de Cristo es la “nueva creación” de la que tanto hablan los profetas y el Apocalipsis. Y, para ayudarnos a comprender mejor la dimensión profunda de la Pascua, hacía enseguida un hermoso paralelismo de la Iglesia católica con la Iglesia ortodoxa. Los ortodoxos – como bien se sabe– son cristianos, pero “separados” de Roma. Tienen la misma fe que los católicos con la única excepción de que no aceptan la autoridad del Papa. Para nuestros hermanos ortodoxos –explica el P. Cantalamessa– “la resurrección de Cristo es todo. El carisma propio de la Iglesia ortodoxa es el sentimiento fuertísimo que tiene de la resurrección. El puesto central que ocupa el Crucifijo en las iglesias y basílicas católicas, lo ocupa en las iglesias ortodoxas la imagen del Cristo Resucitado, a quien ellos llaman –desde tiempos bizantinos– el Pantocrátor, es decir, el Señor Todopoderoso. Du-
rante el tiempo de Pascua –continúa explicando el padre– si alguien encuentra a otro amigo por la calle, lo saluda diciendo: “¡Cristo ha resucitado!”, y el otro responde: “¡En verdad ha resucitado!”. Y está tan arraigada esta costumbre en el pueblo, que se cuenta esta simpática historia que sucedió a los inicios de la revolución bolchevique: «Se organizó en una ocasión un debate público sobre la resurrección de Cristo. Habló primero el comunista ateo y con su discurso había demolido para siempre –según él– la fe de los cristianos en la resurrección. Cuando éste bajó, le tocó el turno al sacerdote ortodoxo, que debía defender el dogma de la resurrección. El humilde sacerdote miró a la muchedumbre que, a su vez, lo veía con gran expectación. Y comenzó su discurso con el habitual saludo, diciendo: “¡Cristo ha resucitado!”. Y todos respondieron en coro, instintivamente: “¡En verdad ha resucitado!”. Al escuchar esta respuesta, el sacerdote bajó del podio en silencio». Allí estaba la respuesta. No había necesidad de añadir ya nada más. El mismo P. Cantalamessa cuenta que en una ocasión tuvo la oportunidad de celebrar la Pascua ortodoxa en Iasi, una ciudad de Rumania, no mucho tiempo después de la caída del régimen comunista, y se quedó maravillado. La Pascua es algo que la gente lleva en la sangre. Toda la ciudad, por la tarde, corre a reunirse en torno a la catedral para escuchar al obispo que da el anuncio solemne de la resurrección. Y cuando el obispo ha hecho la proclamación, cada uno de los fieles enciende una vela y comienza a cantar una melodía que se saben de memoria, hasta los más pequeños, y que se repetirá al infinito durante todo el tiempo pascual: «Cristo ha resucitado de entre los muertos, con su muerte ha destruido la muerte y ha dado la vida a los muertos en los sepulcros». La resurrección del Señor ha dejado su impronta indeleble no sólo en la liturgia, sino también en la literatura, en la música, en el arte y en el folklore de los pueblos ortodoxos. En una palabra, no basta con “creer” sólo en la resurrección del Señor –diríamos con una fe teórica y nominal–, sino de vivirla en la práctica y de hacer una profunda experiencia de ella en nuestra vida de todos los días: en la oración, en la caridad, en nuestro trato con las demás personas. Cristo ha vencido a la muerte para siempre y con su resurrección nos ha traído la paz, la alegría, el gozo, la vida eterna. Éste es el mensaje del Evangelio de hoy y de todo el período pascual: ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!
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El esplendor de la mamá y el fulgor de los hijos de Dios
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os diamantes brillan. Lucen. Es cierto que las cosas brillantes nos atraen. Nos hacen una fascinación a los sentidos grandiosamente irresistible. Y como no ha de fascinarnos, pues lo brillante es lo primero que hizo el creador: la Luz. Pero, lo mismo que ocurre con otras cosas pasa con el brillo, la luz; que hasta que existe la carencia se nota la ausencia del bien, del valor, de lo bello. Vamos a ver: El sol aparece todos los días muy temprano; y este mismo sol se oculta también cada tarde. Y todos los días lo vemos aparecer y desaparecer. Es muy normal. Siempre está allí arriba. Parece lo más común. Y casi lo es. Es un hecho cotidiano; tan cotidiano que hay quienes nunca o casi nunca levantan la mirada para verlo. Pero, si una mañana el cielo aparece totalmente cubierto de nubes oscuras, mas de uno se siente triste, aquel le parece un día lúgubre; ¡oh si! Nos damos cuenta que no hay sol. Pero no sólo eso: ¡lo llegamos a extrañar tanto! Lo mismo pasa con la luz eléctrica. Todos los días la tenemos. Si una noche ocurre un apagón, cómo protestamos. Cómo sentimos que algo nos ha sido arrebatado. Algo que estaba allí, pero que ha sido desaparecido. La mamá todos los días funciona de igual manera. Ella se levanta temprano, prepara el desayuno, lo mismo el refrigerio para los chicos en la escuela que para el marido en el trabajo. Hace las camas, lava los trastos, lava la ropa, la plancha también. Barre la casa, sacude la alfombra, trapea los pisos. Va al mercado, prepara la comida, la cena también. Peina a los niños los lleva a la escuela, luego regresa por ellos. Sale a hacer los pagos de servicios: luz, agua, teléfono, impuestos. En fin, la mamá sirve de tiempo completo; y parece que es lo normal. Que sólo cumple con sus obligaciones. Pareciera que la mamá vino al mundo a trabajar. A tener todo bajo control. A ser quien lleva las riendas de la casa, contra todo. Parece que ella está capacitada y creada para trabajar, trabajar y trabajar. Pero no sólo para eso. Las mamás también corrigen, regañan, gritan. Y lo mejor: ellas consuelan, abrazan, besan, curan, bendicen; ellas dan amor. Un mal día o una mala noche, la mamá se
enferma. La mamá también se enferma. También sufre. También es frágil. Y, cuando esto ocurre, en la casa hay un verdadero caos. Antes, todo estaba en su lugar, todo tenía brillo, luz. Hoy la reina reposa, la reina de la casa esta teniendo un mal día; o quizás tendrá una mala semana. Ahora todo es gris. No hay ropa limpia, ni agua caliente. Las camas no se hacen. Al pisar la alfombra, se levanta el polvo como lo levantan los camellos en el desierto. La comida instantánea que ha comprado el papá sacia, pero no agrada. En el fregadero hay una colección de trastos apilados de tal manera que nos recuerdan las creaciones “artísticas” de los escultores actuales que exponen en el museo de arte contemporáneo: sin ton ni son; seguro que aquellos artistas evocan alguna etapa de su mamita enferma, cuando desarrollan su arte. Hoy todo parece sin color. La mamá está enferma. La mamá guarda reposo. La mamá esta hospitalizada. La reina no ríe; la casa tampoco.
Y todo parecía normal. Cuando ella funcionaba, todo estaba ordenado, todo tan limpio, todo tan relampagueante. Todo tan cotidiano. Y no era así. La verdad es que la mamá era quien resplan-
decía en el hogar. Es que lo que hace ella tan natural no es su obligación; ella sazona con amor cada cosa que hace. Todas sus tareas son una muestra de amor a los suyos. ¿Por qué trabaja tanto? Porque ama tanto. Así es la vida de un verdadero cristiano. Cumple su deber. Y lo hace con amor; y, aunque parezca que lo que hace sea lo que sea, tiene la impresión de ser lo normal, el cristiano se distingue por hacerlo todo bien. Porque cuando deja de hacerlo, es notorio que algo falta ahí. Algo que antes estaba y que ahora no se ve. Si algo es ahora notorio que no luce, y antes pasaba desapercibido, significa que antes brillaba. Y es que todo brilla cuando está en su lugar. Y es que brillar no es destacar, sino mantener el verdadero orden y perfección. Los hijos de Dios brillan por sus obras. ¡Brilla! Cumple tu deber. Hazlo bien. Porque, cuando lo dejes de hacer, se va a notar; te volverás oscuro; te opacarás. Recordemos las palabras de Jesús: “brille la luz de ustedes ante los hombres, para que, viendo las buenas obras que ustedes hacen den gloria a su Padre, que está en el cielo” (Mt 5, 16).
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Palabra de Dios
Youcat, un subsidio que responde a las preguntas de los jóvenes Por Chiara Santomiero
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¿Por qué este subsidio? “La urgencia – afirmó en rueda de prensa el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena – nace del hecho de que los jóvenes protagonistas de este texto pertenecen ya a una generación para la que ser cristianos es una elección consciente”. Viven, de hecho, “en un contexto en el que representan una minoría y tienen por ello una aproximación a la fe muy distinta de nuestras generaciones, para las que era normal participar en la Misa dominical”. “Esta generación sabe que necesita responder a las preguntas de sus propios coetáneos”, promoviendo esa “razonabilidad de la fe a la que se refiere Benedicto XVI”. Youcat está estructurado en 527 preguntas y respuestas; como conclusión de cada respuesta, los números remiten a exposiciones más en profundidad del Catecismo de la Iglesia Católica. “Una decisión inteligente, ante todo porque pedagógi-
Evangelio según San Juan 20, 1-9 El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
na especie de “abrecamino” al Catecismo de la Iglesia Católica y a su Compendio, y un eficaz instrumento para la nueva evangelización: así definió el cardenal Stanisław Ryłko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, el Youcat, el subsidio para los jóvenes del que se distribuirán a los participantes en la XXVI Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. El texto, pretende exponer la fe católica en su conjunto, tal y como está contenida en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1997, con un lenguaje adaptado a los jóvenes.
“Se han llevado del sepulcro al Señor...”
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
camente permite componer mejor la síntesis necesaria para conservar los contenidos de forma breve y sintética”. Por otra parte, “la historia de las profesiones de fe muestra con claridad que esto sucedió en los albores del cristianismo, y estas fórmulas permanecen inalteradas en los textos sagrados”. Las ediciones de Youcat tienen en cuenta factores relativos a cada uno de los contextos nacionales, por lo que en las partes centrales del volumen los jóvenes encontrarán el mismo texto en los diversos idiomas, mientras que las citas en las columnas al margen – tomadas de la Sagrada Escritura, de escritores, santos y doctores de la fe – así como las imágenes podrán reflejar las distintas culturas. En la elaboración del texto ha colaborado un grupo de 50 jóvenes, elegido de forma que fuese lo más representativo posible de las realidades juveniles. “El texto – explicó Nikolaus Magnis, seminarista de la diócesis de Limburgo, uno de los jóvenes que ha colaborado en Youcat – no está escrito en un lenguaje exclusivamente teológico,
comprensible solo a quien ha estudiado teología, pero tampoco en un dialecto juvenil”. La primera contribución de los jóvenes está en el propio nombre del texto: “todos, por abreviar, llamábamos Ju-Kat al proyecto, por las iniciales de jugend, juventud en alemán, y catecismo. Después a alguno se le ocurrió escribirlo como es ahora, y el Santo Padre adoptó el nombre”. Los jóvenes colaboraron en las discusiones y en la formulación de las preguntas: “creí que me aburriría – afirmó Isabel Meuser, estudiante de violín en la Royal Academy de Londres, y que transcribió el resultado de las discusiones –, en cambio ha sido muy interesante: cada uno ha contribuido según su especialización, y el resultado es sorprendente”. “El responsable del diseño – añadió Magnis – nos pidió que le dejásemos hacer un libro de color amarillo, porque el amarillo es el color de la Iglesia católica. En el centro ponemos una Y formada por las cruces pintadas por cada uno de los chicos que ha participado en el proyecto: Y está por young, youth o incluso you. Así nació la cubierta de Youcat”.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra de Dios
La gran noticia Cuanta paz produce en el corazón de los familiares de un paciente enfermo de gravedad, escuchar de la voz de su médico que el peligro pasó; cuanta alegría da saber que el parto fue exitoso, sin complicaciones; cuanta tranquilidad produce el saber que aquella situación laboral, que aquella situación legal, que aquel descontento ya tiene una excelente solución…Estas y otras muchas buenas noticias colman nuestro corazón de hombres de este mundo, pero este domingo la gran noticia no sólo colma al corazón para esta vida, sino que nos abre a la trascendencia y a la eternidad. El evangelio de hoy nos ofrece la gran noticia de la Resurrección del Señor Jesús; no se quedó en la cruz, no se quedó en el dolor, el sepulcro está vacío. Así nos enseña a vencer la muerte para ser portadores de esta buena noticia al mundo entero. La pascua es la gran noticia de la vida eterna y de la vida en plenitud; cuando llegaron los apóstoles al sepulcro y fueron testigos de la resurrección del Señor, dice el evangelio: “vieron y creyeron”. Esta noticia trastornó los aconteceres del mundo, porque muchos pensaban que a Jesús lo habían quitado, lo habían borrado del mundo al dejarlo sepultado, pero se equivocaron porque Jesús el hijo de Dios está vivo, y jamás morirá. Hoy al igual que entonces algunos pretenden borrar de nuestras vidas a Dios, quieren quitarlo de nuestras convivencias, lo quieren borrar de nuestras costumbres y tradiciones, pero se equivocan porque Dios saldrá victorioso, ya que no puede renunciar a ser el Dios de la Vida. Con la gran alegría por la Resurrección de Jesús, demos testimonio con nuestra vida, como lo hicieron los primeros cristianos de esta gran noticia; así como María Magdalena, que fue a llorar su pena al sepulcro, pero recibió la gran noticia y el encargo de ser misionera, de ser portadora de la noticia de la vida; así como entonces a cada uno de nosotros se nos invita a ser portadores de buenas noticias, a iluminar al mundo de esperanza, a gritar que la muerte no es el fin, si no el principio de la eternidad. ¡Felices pascuas de Resurrección! Por José de Jesús Cruz Rodríguez
ABRIL 24 DE 2011
Para la Catedral, ha sido la remodelación y redecoración: Sus cúpulas, sus bóvedas, sus altares y el ciprés hoy lucen su belleza original.
Durante su ministerio espiscopal en San Luis Potosí, 4 sacerdotes han sido nombrados obispos: Don Lucas, Don Juan Manuel, Don Jesús Carlos y Don Andrés.
En su quehacer de Pastor se realizaron dos visitas pastorales a todas las parroquias, así como la realización de dos planes de Pastoral.
Obras significativas, entre otras, ha sido la construcción del Seminario Menor como la colocación del Carillón en Catedral.
En repetidas ocasiones, hemos tenido la presencia del Nuncio Apostólico Christopher Pierre, en nuestra Arquidiócesis.
En cuanto a la evangelización, nuestro Semanario La Red, es un logro como medio de comunicación para tal fin.
Decreta la construcción de la Casa “Pablo de Tarso” y coloca la primera piedra el 24 de octubre de 2008.
ABRIL 24 DE 2011
Encuentras las siguientes palabras en la sopita de letras PASCUA ALELUYA MANIFESTACIÓN RESURRECCIÓN MAGDALENA GLORIA SEPULCRO VICTORIA PEDRO AMOR TRIUNFO CUMPLIMIENTO
¡¡Aleluya!!, si has encontrado la luz. Felices Pascuas
ABRIL 24 DE 2011
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