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Trabajemos juntos con esperanza

Mariza, la cantante en la JMJ que con su fado estremeció a todos

El Papa Francisco, en su participación en la JMJ, propone tres laboratorios de esperanza en los que “todos podemos trabajar juntos”: el medio ambiente, el futuro y la fraternidad.

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“Se han unido muchos esfuerzos ejemplares para la protección de la creación. Pero el problema global sigue siendo extremadamente grave: los océanos se están calentando y sus profundidades sacan a la superficie la fealdad con la que hemos contaminado nuestra casa común” y “estamos convirtiendo las grandes reservas de vida en vertederos de plástico”. “Cuidemos nuestro entorno con esmero, pensando en las generaciones más jóvenes”.

El segundo laboratorio que propone el Papa es el futuro. “Y el futuro son los jóvenes” puntualiza. El Papa recuerda los números factores que actualmente desaniman a los jóvenes “como la falta de trabajo, los ritmos frenéticos en los que están inmersos, el aumento del coste de la vida, la dificultad para encontrar vivienda y, lo que es aún más preocupante, el miedo a formar una familia y traer hijos al mundo”. “En Occidente, asistimos a una triste fase descendente de la curva demográfica. El progreso parece ser una cuestión de avances técnicos y de comodidades individuales, mientras que el futuro exige contrarrestar la disminución de la natalidad y el declive de las ganas de vivir”.

Por último, el tercer laboratorio de esperanza para el Papa es la fraternidad. Francisco habla “en el contexto general de una globalización que nos acerca, pero sin darnos proximidad fraterna, todos estamos llamados a cultivar el sentido de comunidad, empezando por la búsqueda de quienes viven a nuestro lado”.

M ariza, una de las más populares cantantes de fado, el popular género musical portugués, nacida en 1973, estremeció a la multitud el jueves 3 de agosto, logrando acallar las voces de medio millón de jóvenes en el Parque Eduardo VII de Lisboa, reunidos con el Papa en la ceremonia inicial de la JMJ 2023.

Cantó «Foi Deus» (Fue Dios), un tema de 1952 de la gran figura del fado Amália Rodrigues (1920-1999).

En varias ocasiones, Mariza ha hablado de su fe católica y su devoción por la Virgen de Fátima, a la que atribuye la salud de su hijo prematuro.

En 2017, lo contó en la revista cultural del santuario de Fátima (Fátima XXI). Se declaró creyente y católica aunque admitía que no iba a la Iglesia todos los domingos. Habla con Dios a través de la oración con frecuencia: «Lo hago por la mañana, para agradecer el día que me da, en la noche también, cuando estoy preparándome para ir a dormir: ‘gracias por el día que me diste: pudo no haber sido bueno, pero lo acepto’».

Aunque siempre fue creyente, en otra ocasión, declaró que durante toda su juventud tuvo mala imagen del santuario de Fátima, pensaba que era «un montaje para sacar dinero».

Pero la salud de su bebé prematuro le llevó al santuario, como explicó en la revista «El nacimiento prematuro de mi hijo me deparó una situación muy grave: Martim tenía un problema pulmonar; si no evolucionaba favorablemente en el plazo de dos semanas, me decían, tendrían que desconectar la máquina que lo ayudaba a respirar. En ese momento, no sé por qué razón, llamé a mi mamá y le dije: ‘vámonos a Fátima’», recuerda Mariza.

En apenas una semana, «contra todo pronóstico», el bebé prematuro mejoró e incluso pudo ir a casa. «Cuando cumplió un año, Martim estaba completamente fuera de peligro. Yo agarré a mi hijo y, al día siguiente, fuimos a Fátima. Él es tan mi hijo como de Nuestra Señora de Fátima».

La relación con María «se volvió completamente diferente». «En ese episodio que se llevó a cabo a causa de mi hijo, en el Santuario de Fátima, sentí que estaba hablando con una madre, y de mamá a mamá. Yo le decía: «tú, que eres madre, entiendes lo que me está sucediendo».

En la revista Mariza reflexiona sobre cómo le cambió eso. «¡Descubrí que no sabía amar! Tenía todo como garantizado: yo no sabía amar. Pero, después, descubrí la importancia del amor; yo podía querer mucho y podía tener todo el dinero del mundo, podía tener todos los médicos del mundo, pero no estaba en mis manos. Pienso que ¡nunca en la vida he querido tanto a una persona como he querido a mi hijo! Y Nuestra Señora de Fátima me escuchó. Fátima me enseñó a amar».

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