ESTADO Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Las Causas o elementos determinantes de la sociedad política. De la mano de las causales aristotélicas nos aproximamos al análisis de los elementos del Estado con una mirada crítica. Daniel De Simone 2014.
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Ficha DOS
LAS CAUSAS DETERMINANTES DE LA SOCIEDAD POLÍTICA: LOS DENOMINADOS “ELEMENTOS” DEL ESTADO
En primer lugar corresponde aclarar que la búsqueda de elementos constitutivos en un concepto teórico todavía no definido, conlleva la dificultad de adjudicar como necesarios, elementos que solamente resultan contingentes.
El análisis tradicional del fenómeno estatal incorpora este modo de interpretar la realidad a través de su descomposición en unidades más pequeñas que la constituirían. Por eso, conviene comenzar preguntándose qué significa pensar en los “elementos” (partículas elementales) del Estado.
Hablar de elementos del Estado significa considerar que el fenómeno estatal se ofrece externamente no solamente por las vinculaciones de individuos, sino también por un encuadre geográfico y un orden concreto de jerarquía en el ejercicio de la autoridad.
De allí la distinción tradicional que involucra Población, Territorio y Poder.
También, algunos autores agregan el elemento Soberanía, mientras que otros lo consideran como una consecuencia del ejercicio del Poder.
Esta distinción tripartita se corresponde con los enunciados de lo que se conoce como doctrina clásica, cuya representación puede adjudicarse a Georg Jellinek.
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Daniel De Simone Otros autores, como Dabin, distinguen entre elementos anteriores al Estado, como la población y el territorio, los que al tiempo de agruparse producen la aparición del tercer elemento, poder o gobierno.
Es interesante esta concepción de elementos anteriores, porque permite explicar el concepto de causas del Estado.
En efecto, algunos autores hablan de causas y no de elementos a efectos de evitar el inconveniente de considerar al Estado como una sustancia integrada por ingredientes, al modo aristotélico.
Ello en virtud de que el propio Aristóteles considera que no se puede adjudicar estos ingredientes a un ente de naturaleza accidental, como el Estado, porque precisamente carece de sustancia.
En otras palabras, no existe algo en sustancia que se llame Estado y que como tal, posee ingredientes que son los elementos del Estado, por el contrario sin estos elementos es imposible pensar siquiera en la existencia del fenómeno estatal.
De allí que la escolástica haya teorizado sobre las causas del Estado utilizando aquellas categorías aristotélicas de causa material, causa formal, causa eficiente y causa final.
Así, la población ha sido pensada como causa material, pero con el agregado necesario de que esa población se encuentre asentada sobre un territorio.
La causa formal consistiría en el orden jurídico mediante el cual se distingue un particular tipo de sociedad, la sociedad política, en el sentido de agrupación que ha conseguido consolidar una estructura de interacción basada en relaciones de poder.
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Daniel De Simone La causa eficiente se encuentra en la naturaleza social y sociable del hombre, tomando en consideración la hipótesis que dice que el hombre es una criatura que se siente naturalmente inclinado a vivir en sociedad.
La causa final se ubica en la búsqueda del bien común, entendido como el bienestar de toda la sociedad, del conjunto de los hombres que se ha agrupado en ella.
Un breve recordatorio sobre las categorías causales aristotélicas:
Causa material: La composición. Aquello de lo que el ser está hecho. Causa formal: El modo. La forma en que se muestra el ser. Causa eficiente: El por qué. Lo que hace que el ser, sea. Causa final: El para qué. Hacia lo que el ser se dirige.
Un eventual problema a esta identificación de causas en lugar de elementos resulta precisamente de cierta estrechez de las categorías causales aristotélicas para comprender la realidad que se intenta abarcar.
Nótese que al quedar la población como causa material, lo cual es indudable ya que el Estado está compuesto por personas, el conjunto de individuos adquiere una característica pasiva que sólo es impulsada por la autoridad, a través de la causa formal.
Ello por cuanto la materia es por definición un elemento pasivo, indeterminado, que recibe su disposición estructura y dinamismo, de la forma.
El peligro entonces es grave, permitiendo arribar a concepciones totalitarias de lo social.
Por otro lado, las diferentes ideologías obstaculizan también la posibilidad de arribar a homogeneizar las causas mencionadas.
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Daniel De Simone Piénsese simplemente que para un cristiano será Dios la causa eficiente, creadora de la naturaleza humana.
En lo que sigue, intentaremos desplegar estos problemas que conlleva el tratamiento tradicional de la cuestión de los elementos del Estado, con el fin de identificar los objetivos de conocimiento a abordar para superarlos.
EL ELEMENTO PODER
Advertimos inmediatamente que es el elemento que caracteriza a la sociedad política el que condiciona los análisis y se encubre en la ideología.
En efecto, en todo el tratamiento de los elementos del Estado influye siempre la particular relación que prevalece y distingue la sociedad política, es decir, el elemento poder.
Como relación de mando y obediencia, se ha discutido el por qué hay gente que manda y gente que efectivamente obedece.
De dónde deriva que haya personas de la sociedad política que puedan mandar a otros y que otras personas tengan la obligación de obedecer.
Para dar respuesta a este interrogante se han formulado teorías que pueden agruparse del siguiente modo:
Inmanentistas: Se dividen a su vez en Teorías de la fuerza (Marx- Lenin) y Jurídicas (Kelsen). Se basan en la inmanencia del fenómeno del poder en la sociedad y entonces lo explican por su efectivo ejercicio.
Religiosas: Para este grupo de teorías el poder, aunque sea ejercido por los hombres, siempre tiene su primer fundamento en Dios.
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Daniel De Simone Se pueden distinguir dentro de este grupo a las siguientes:
1- Teoría de la Potestad Divina Sobrenatural: Sostiene la comunicación directa del poder desde Dios al monarca absoluto. Tiene su fundamento histórico en la lucha de los príncipes contra el papado. Con esta teoría, el monarca era más que el sacerdote ya que no era un representante de Dios, sino que ejercía el poder divino. 2- Teoría de la Designación: El poder de Dios no se comunica a ningún hombre ni grupo de hombres en particular. Es el pueblo el que designa su gobernante pero el poder que el gobernante ejerce es poder que Dios confiere a la naturaleza social y política del hombre. 3- Teoría de la Traslación: Con fundamento en Santo Tomás de Aquino y perfeccionamiento en Francisco Vitoria y Francisco Suárez, en esta teoría hay comunicación del poder de Dios al Pueblo y es éste el que luego lo traslada al gobernante. Esta última teoría fue ingeniosamente utilizada en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 para fundamentar científica y políticamente el movimiento revolucionario.
EL ELEMENTO TERRITORIO
Seguimos con el territorio, al que caracterizaremos, provisoriamente como el ámbito espacial o geográfico donde se asienta la población del Estado.
Con esta concepción del territorio se han formulado diferentes propuestas teóricas como por ejemplo, la teoría de los climas de Montesquieu. En “Del Espíritu de las Leyes”, Libro XIV, aclara que “los nórdicos, debido al clima frío, son más vigorosos, equilibrados y confiados en sí mismos, que los habitantes de los países cálidos, de carácter tímido y propensos a los vicios”. Ya Aristóteles en “La Política” había formulado un germen de esta teoría aunque con opiniones contrapuestas a las de Montesquieu. Daniel De Simone
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Daniel De Simone Decía Aristóteles que “los pueblos que habitan en climas fríos son en general muy valientes, pero inferiores en inteligencia y en industria, y si bien conservan su libertad, son sin embargo políticamente indisciplinados y jamás han podido conquistar a sus vecinos. En Asia, por el contrario, los pueblos tienen más inteligencia y aptitud para las artes, pero les falta corazón y permanecen sujetos al yugo de una esclavitud perpetua. La raza griega que topográficamente ocupa un lugar intermedio reúne las cualidades de ambos. Posee a la par inteligencia y valor, sabe al mismo tiempo guardar su independencia y constituir buenos gobiernos y sería capaz, si formara un solo Estado, de conquistar el universo.”
Tanto la antropología como la sociología contemporáneas, dudarían mucho en formular teorías similares, de allí que resulta conveniente quedar al margen de una discusión poco fructífera y tratar de advertir la ideología subyacente en cada una de esas formulaciones.
Esto es interesante dado que muchas veces se ha justificado la necesidad de espacio vital y con ello la invasión y ocupación del territorio de otros estados, bajo estas banderas o con estos presupuestos. Sin embargo, ya Dabin enunciaba en la “Doctrina General del Estado” que “poco importa desde el punto de vista de la existencia del Estado, que el territorio sea grande o pequeño, protegido o no por fronteras naturales, dotado de acceso marítimo o puramente continental, rico o pobre en recursos. La extensión del territorio, las fronteras, el acceso al mar, los recursos, etc., son para los Estados cualidades generadoras de potencia…pero no son esenciales ya que el Estado es, ante todo, formación política y no expresión geográfica o unidad económica”.
Restaría debatir tal como lo hace Jellinek, el tipo jurídico de relación que el Estado guarda con su territorio.
Para este autor, el Estado no es titular de un derecho real de dominio que ejercita sobre una cosa propia. Daniel De Simone
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Daniel De Simone El derecho, entonces, sería de Imperium, es decir referido a los hombres, es decir, personal.
Ahora bien, sin embargo, independientemente del Imperium sobre los hombres es real que el Estado ejerce una función positiva sobre la cosa misma, un verdadero derecho sobre el territorio.
Para Dabin ese derecho es un derecho real de dominio.
Pero deberíamos aclarar que el territorio del Estado no se agota en el dominio privado ni el dominio público del Estado, sino que involucra también el conjunto del dominio privado de todas las personas que integran el Estado.
Como tal, ese derecho tan especial encuentra su razón de ser y su límite en el interés público.
Este modo de verlo permite explicar categorías jurídicas de Derecho Público como la Expropiación.
Definida por el Poder Legislativo como de utilidad pública, cualquier propiedad puede ser expropiada por el Estado y el particular, obligado a vender.
El concepto tradicional del territorio, si bien tentadoramente simple, presenta inconvenientes cuando se lo pretende utilizar para interpretar la realidad actual.
De modo que, ante la insuficiencia del concepto, los teóricos se ven obligados a recurrir a ficciones para poder seguir sosteniendo las consecuencias del despliegue del concepto tradicional.
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Daniel De Simone Piénsese, simplemente, en los inconvenientes que aparecen cuando el intérprete pretende analizar el concepto de espacio aéreo, de mar territorial, o de inmunidad de sedes diplomáticas.
Por ejemplo, el Acta Final de la III Convención del Mar se firmó en Diciembre de 1982.
Allí se estipula el reconocimiento de las 12 millas contadas desde la línea de la costa, o la de las más bajas mareas como la extensión del Mar Territorial de un Estado.
Se considera que todo lo que queda dentro, espacio aéreo, lecho, subsuelo y recursos naturales que contenga, forman parte del Estado ribereño.
Pero además, se agrega la Zona Contigua, en la que se puede ejercer cierta fiscalización.
La pregunta es, según el criterio tradicional, la Zona Contigua ¿forma parte del territorio del Estado?
En tal caso, ¿por qué no se considera mar territorial? Si no lo es, ¿en qué consiste la “fiscalización”?
¿Es lo mismo que puede practicarse en el mar libre?
Luego de la Zona Contigua se agrega el Mar Patrimonial o Zona Económica Exclusiva, que se extiende hasta las 200 millas desde la línea de la costa.
Iguales reparos metodológicos pueden hacerse a esta última creación jurídica.
Desde otro punto de vista, ¿quién puede asegurar que se cumplan estos compromisos y delimitaciones, cuando la comunidad internacional sostiene casos de reivindicaciones territoriales pendientes sin respuesta, como el caso de Malvinas? Daniel De Simone
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Daniel De Simone Desafortunadamente, parece más racional la línea demarcatoria de las tres millas que encontraba su justificación en el alcance de la bala de un cañón, lo que permitía repeler a los invasores y esa línea de defensa resguardaba el mar territorial del Estado.
La propuesta de la cátedra es la de superar estos inconvenientes a partir de la problematización de la noción tradicional del territorio como elemento del Estado.
Veremos más adelante cómo pueden lograrse conceptos superadores para ser puestos en correlación con los problemas que presenta la realidad política actual y ser juzgados de ese modo en su eficacia explicativa.
EL ELEMENTO POBLACIÓN:
Habíamos considerado previamente al conjunto de habitantes como formando parte, junto con el territorio, de la causa material de la sociedad política.
Como correlato de la primera definición de territorio podemos considerar el elemento población como el conjunto de habitantes que se asientan sobre el territorio de un Estado.
La vinculación entre estos dos elementos produjo que desde temprano se analizaran las posibles consecuencias que tienen los aumentos de la población mundial pensando en la posibilidad de que los recursos escasos con que se cuenta puedan dejar de poder atender las necesidades de esta creciente masa. En 1798, Thomas Malthus, produce su obra “Ensayo sobre el principio de población” donde sostuvo que mientras los alimentos crecen aritméticamente, la población lo hace geométricamente. Este fenómeno sobre el que Malthus quería llamar la atención podría resumirse en lo siguiente: si la población continuaba aumentando sin que pudiera obtenerse un correlativo aumento de los alimentos, en poco tiempo la humanidad carecería de lo necesario para una vida mínimamente decorosa. Daniel De Simone
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Daniel De Simone Las limitaciones surgidas de los presupuestos tomados en consideración para la afirmación expresada fueron aclaradas por el propio Malthus, a saber:
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Supuesto de que cada mujer tiene un número medio de seis hijos de los cuales cuatro, se reproducen siguiendo la misma medida.
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Supuesto de que en las circunstancias más favorables imaginables para la industria, el aumento de los alimentos no iba a poder incrementarse en la magnitud necesaria.
Como consecuencia de ello, Malthus preconizaba el control de natalidad por la continencia.
Pero lamentablemente, instalada la cuestión del control de natalidad, tuvo consecuencias imprevisibles, incluso para el propio Malthus.
Si bien a él podría criticársele que no había advertido que la mayor población no es la causa de la pobreza, los desarrollos posteriores fueron los más crueles intentos de controlar la natalidad.
Casos como el método de asfixia del recién nacido (Rossi, Inglaterra) o el procedimiento de esterilización-castración del recién nacido (Weinhold, Alemania) son solamente muestras de las consecuencias que se desataron en torno a la defensa del porvenir de la humanidad mediante el control de natalidad. En 1877, dos británicos, Annie Bessant y Charles Braudlaugh, fundan la “Malthusian League” con lo que comienza una campaña de control de natalidad que se propaga por el mundo entero. Frente a este estado de cosas, la Iglesia Católica produce la Encíclica “Humanae Vitae”, pero tal vez lo más notable es la contradicción que la ciencia y el avance tecnológico han demostrado respecto de las teorías de Malthus.
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Daniel De Simone Tanto el desarrollo cultural, el progreso técnico y un mejor aprovechamiento de los recursos han hecho que se hiciera realidad lo que para Malthus en el momento histórico en que escribía, parecía improbable.
De todos modos las estrechas relaciones entre territorio y población fueron abordadas por profundos estudios de una disciplina que comenzó llamándose Geografía Política y luego Geopolítica.
Los estudios nacen en pleno auge de las teorías organicistas del Estado, encabezados por un alemán, Federico Ratzel, en el siglo XIX.
Dos presupuestos de estos desarrollos tanto de Ratzel como de Rudolf Kjellen eran entonces los siguientes:
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el estado es un organismo vivo
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como tal necesita un espacio vital para desarrollarse
Estas tesis fueron aprovechadas por un militar y geógrafo alemán, Karl Haushofer, quien las inclinó al servicio de la acción política.
Nace así la escuela de Munich en la que el espacio vital es mostrado como el primero de los derechos del Estado.
Posteriormente los estudios derivaron hacia la determinación de densidad de población, estableciendo más realistamente la relación existente entre cantidad de habitantes por kilómetro cuadrado.
Pero aún así, el análisis no resulta pertinente para hacer girar sobre él, la mayor o menor riqueza de los Estados y su efectividad en cumplir con las finalidades que la población que los integra acepta como válidas para prestar su consenso y participación.
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Daniel De Simone Por ello, mucho más recientemente, el concepto torna hacia identificar la capacidad demográfica entendida como la posibilidad que tiene un Estado de atender las necesidades básicas de la población.
En efecto, lo que va a pasar a ser central es la capacidad de la formación política para cubrir lo que necesita la población en niveles arbitrarios, pero que pueden considerarse básicos.
Ya no tendrá tanta relevancia la cantidad de territorio disponible, lo que evidentemente vela el hecho de que grandes porciones de la población se encuentren en estado de desprotección por parte del propio Estado que los contiene.
Decimos que es arbitrario porque dependerá de lo que se considera básico en cada situación, pero es entonces cuando aparecen las definiciones de organismos internacionales con el fin de estandarizar lo mínimo aceptable para la condición humana.
Esta forma de interpretar las relaciones entre la población y el territorio del Estado recoge las evidencias que en el mundo actual destruyen las hipótesis neomalthusianas, ya que, lo cierto es que los alimentos en el mundo se tiran a la basura por alarmantes incapacidades de administración.
Países que tienen enormes extensiones de territorio sin explotar, sin embargo ven morir a sus habitantes por hambre.
Esto es general, por lo que puede decirse que el estado actual en torno a los denominados elementos del Estado puede considerarse anacrónico con relación a los más recientes avances en otras ciencias.
Así, por ejemplo, la Biología Celular ha descubierto que las cadenas de ácido desoxirribonucleico contienen toda la información que se va a traspasar de una generación a otra. Daniel De Simone
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Daniel De Simone Los avatares de esa transmisión están muy lejos de aquella concepción ordenada del cosmos que se corresponde con el proyecto científico del siglo XVIII.
La mutación al azar cromosómica compromete la interpretación que se le había dado desde la biología a la teoría darwiniana de la evolución de las especies.
La selección natural y la supervivencia del más apto podrían haber encerrado un contenido de valor hasta el momento en el que se descubre que las porciones de información genética se rearman azarosamente y entonces el que resulta más adaptado no lo es en función de un valor especial, sino simplemente por su acuerdo con el medio en el que le toca desenvolverse.
Nace así un concepto del valor ecológico por encima de las condiciones de cada especie para sobrevivir.
No es que se conmueva la teoría de la evolución tal como fue planteada, pero lo que sí es evidente, es que es imposible sostener las consecuencias que le habían sido adjudicadas incorrectamente y que justificaron las más atroces injusticias en la historia de la humanidad. La supervivencia va a estar garantizada por una interacción.
Por un lado, una condición cualquiera en el ser vivo, a la que accede por una casualidad, la mutación al azar de los cromosomas, y, por otro lado, en forma determinante, por la situación, el entorno, en el que ese organismo vivo se desarrollará.
Será este concepto de ecosistema el que permitirá echar luz sobre muchas cuestiones que quedaban ocultas con la noción tradicional.
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