La reencarnación de la tragedia

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La reencarnaci贸n de la

tragedia Ignacio Ch谩vez T.

Instituto Profesional de Arte y Comunicaci贸n Arcos Fotograf铆a Profesional



La reencarnaci贸n de la

tragedia Ignacio Ch谩vez T.


La reencarnación de la tragedia Ignacio Chávez T.

Intituto Profesional de Arte y Comunicación ARCOS Opta al título de Fotógrafo Profesional Diciembre 2013 Profesor Guía: Carlos Monsalve




<<En el abismo de la toma – sólo Una extensión de la perspectiva – la pose El enésimo calco del esquema. De este monumento en forma rectangular Manchas de sepia en un campo devastado Pasaron a la posteridad, envejecidas. El recuerdo que no puede llegar A su término: lágrimas prehistóricas Captadas en el lente de la cámara oscura.>> (Entrar en Materia o álbum de familia - Ronald Kay) <<¿Qué esfinge de cemento y aluminio reventó sus cráneos y devoró sus cerebros y su imaginación? ¡Moloch! ¡Soledad! Inmundicia! ¡Fealdad! ¡Latas de basura e inalcanzables dólares! ¡Niños chillando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en los ejércitos! ¡Ancianos llorando quedadamente en los parques! ¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor! ¡Moloch mental! ¡Moloch el inmisericorde juez de los hombres!>> (Aullido - Allan Ginsgberg,)

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Aferrarse a la Memoria En torno a la práctica de leer un álbum familiar, de recuperarlo y disponer tras su condición de recuerdo el carácter figurativo o simbólico de sus fotografías, marcha una lectura en donde la mirada se inmuscuye entre gestos y rostros, entre efectos circunstanciales de estados de ánimo y la moda de época según la situación generacional; se maquina una estructura memorial donde retratos tras retratos los cuerpos se armonizan por la modulación social forjada delante del sostenedor de cuello totalmente imparcial, en los que la quietud, raigambre de la piel y el ropaje en que la luz la cual se refleja y solidifica, se retiene. Ronald Kay lo dice una y otra vez, ahora en ‘Imitaciones de la vida’: <<La proximidad ha sido sinónimo/A menudo litigio/Los efectos de iluminación/Van traspasando las barreras/Se dice lo que se quiere/La transmisión de las infecciones/Adquiridas por contacto venéreo/Es la demostración cabal de la verdadera naturaleza./ Sólo nos cabe lamentar la falta de información.>> Entonces, es claro como las imágenes en algún momento ya pasado se volvieron un hábito cotidiano, ahora por lo pronto sólo recordamos mediante este soporte fotográfico, a la vez como sentimos cada día más frágil que el anterior, como se concibe un mal común. Por el contrario, es imposible negar las narraciones incrustadas o ver la continuidad de gestos tras su carácter venéreo, a modo de sacrificio en el cual la figura impúdica y sobrehumana de un dios fenicio (Moloch) que desde su creación material presenta una condición de oscuridad la cual busca redimir la misma condición trágica que se origina desde el preciso instante de la creación de la materia, así el hombre y los actos se vuelven un sacrificio de luz. Por lo pronto, pensar el álbum familiar o álbum de fotografías dentro de su configuración y sus proyecciones, es una tarea en que los sin número de trazos posibles y lineaturas vivenciales se alejan de una práctica cuantitativa. De la manera en que indagar por un álbum de propiedad personal, específicamente

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en el de mi abuela: María Delina Espinosa Rojas, resalta no sólo la posibilidad material sustentada en la política quimérica del registro fotográfico más común a nivel social, sino que se inmiscuye en las canaletas y pasillos de lo vivenciado, lo que se vuelve políticamente no registrable y a la vez pasa continuamente, una y otra vez, a conformar el cúmulo de los recuerdos pasajeros. Ahora, formular una crítica de lo olvidado o de la misma práctica de olvidar, es un asunto en el que no me entrometo, más bien las pretensiones totales se inquietan en devolver una libre condición a estos álbumes-contenedores; sólo puedo asumir, otra vez, que tras la formalización socializada de una producción de fotografías tales para un álbum hipotéticamente dispuesto como una formulada representación de ‘la vida’, las imágenes vuelven a situarse en la categoría de muerte. Y así es, volviendo a la parte representativa de lo vivido, al acto de la recuperación/registro/desmaterialización (analogía destinada a figurar la quema de los libros como la pérdida del lenguaje y la comunicación descrita por el escritor norteamericano Ray Bradbury en su novela ‘Farenheit 451’, tras la cual la quema de fotografías consistiría en la pérdida de lo denominado ‘recuerdos’) de las imágenes de la familia Toledo-Espinosa, enmarcadas en el proceso de cáncer terminal diagnosticado a mi abuela en diciembre del año 2010 y que nos trasiega como núcleo familiar a padecer y a sentir, a querer decir: ¡Maldita morfina! ¡Maldito tratamiento! ¡Maldito ventilador mecánico! Sucede así como una tragedia, no una ‘salud de los enfermos’, sino una tragedia que siempre leímos como una condición de resistir ante la muerte y en el que ella, mi abuela, se aferraba a los recuerdos y a las nuevas vivencias, a los nuevos nacimientos y nuevos eventos, pero que en su debido momento dio término y de todas maneras, este proceso/tragedia se volvió parte de nuestro álbum familiar.

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I. OSCURIDAD - MATERIA

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II. FUEGO

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III. TRAGEDIA


















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