Una nueva unción

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UNA NUEVA UNCIÓN Hebreos 13:8. La virtud de una institución religiosa no está en sus doctrinas ni en su organización, está en la persona que produce frutos dignos de arrepentimiento. La mayoría de los cristianos han estado luchando, sin saber lo que Dios quiere de ellos. Muchos han tenido épocas en que el Señor les ha revelado su necesidad de Cristo, y eso en formas dramáticas. El Señor Jesucristo ha estado cerca de los creyentes sinceros y sin embargo su cercanía no fue solo en forma de bendiciones externas, sino en la cruz de sus sufrimientos. Muchos han encontrado gozo y deleite en ello porque su cruz ha llegado a ser su forma de vida. La biblia dice: ​ “Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” (Mat 10:38)​ . En medio de esos cambios, la convicción va creciendo y la meta del creyente es poder ver el carácter de Cristo, su mansedumbre, su santidad y su amor manifestado en su vida. Usted ha descubierto que cualquier programa o actividad de la iglesia que no esté dando a conocer a Cristo es una “Obra muera” aunque sea bien intencionada. Esas obras muertas no tienen poder para transformar a la gente. Cuando el cristiano llega a comprender todo eso, es que el Espíritu Santo está preparándole para una nueva y fresca unción del Señor, y al final, Dios le usará para que le de cabida a la santidad de la iglesia y para que deseche las malas enseñanzas que están corrompiendo el ambiente donde vive y aún en la ciudad misma. Cristianismo vs Semejanza a Cristo Los cristianos han sido enseñados prácticamente en todo, menos a ser semejantes a Cristo, se ha llenado a la gente de doctrinas en lugar de llenarlas de la deidad Divina, se les ha dado manuales de conducta en lugar de darles a “Emmanuel, Dios con nosotros” (Mat 1:23). Casi todas las iglesias desarrollan una inclinación en particular o un sistema de tradiciones que al final de cuentas terminan por oscurecer la sencillez y la pureza de la devoción a Cristo. Si el creyente se somete a la forma de pensar de ellos, muy pronto se convertirá en uno de ellos. Tal vez se pregunten: ¿Es eso malo? No necesariamente. El verdadero cristiano nunca será suficiente. Se queremos ser como Cristo y no como los hombres, debemos anhelar el reino de Dios, y no el cristianismo de nuestra cultura. Es por eso que debemos procurar someternos únicamente al Espíritu Santo y a las palabras de Jesucristo y seguir las putas del Reino de Dios. Otra meta que no sera Cristo en “su plenitud”, se convertirá en una decepción en el futuro. Miremos lo que Cristo hizo con los hombres comunes y corrientes: En solo tres años y medio fueron transformados en discípulos valientes y llenos del Espíritu de Dios.


Ellos no se amedrentaron con el sufrimiento, no se retiraron por miedo a sufrir, ellos estaban equipados de autoridad sobre los demonios y ejercieron su poder sobre las enfermedades. Esos discípulos fueron la prueba viviente de que Cristo sí transforma a la gente. Así que tres años y medio de la doctrina de Cristo bien arraigada en nuestras vidas producirá en nosotros lo mismo que hizo en ellos. ¡El reino de Dios! Esos hombres eran tan comunes y tan humanos como nosotros. La diferencia entre ellos y nosotros, ​ ¡es Jesús! Esa es la única diferencia. Hay quienes digan: Bueno eso ocurrió hace más de dos mil años, y es cierto, pero la biblia dice: ​ “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y siempre por los siglos” (Heb 13:8). Ud puede decir que esos discíplos oyeron hablar realmente a Jesús, y por si fuera poco, ¡Ellos oyeron sus palabras y vieron sus milagros! El mismo espíritu que obró a través de Él. El Espíritu Santo no se ha hecho viejo ni débil, tampoco se ha hecho apóstata. El Espíritu Santo aún está ungiendo a los que siguen a Cristo. La misma palabra que Jesús pronunció en el primer siglo es y sigue siendo ​ “viva y eficaz” en los corazones de hoy ​ “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz; y es más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el Espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb 4:12). ¿No ha prometido Jesús estar con nosotros ​ “todos los días hasta el fin del mundo” (Mat 28:20)​ ? Jesucristo sigue siendo el mismo, el Espíritu Santo está siendo derramado y las palabras de Cristo todavía se aplican, ¡así que no tenemos excusa! Todo lo que necesitamos es afirmar a Jesús y no limitarlo: Todo lo que necesitamos son corazones que no estén satisfechos con algo o alguien que sea menos que él. Dios no está levantando “ministerios”, Él está levantando siervos. Cuando reconozcamos que la meta del cristianismo no es el ministerio sino el servicio, comenzaremos a ver el poder de Cristo restaurado en la iglesia. Los líderes cristianos deben ser personas cuya pasión sea el vivir conforme a la vida de Jesús. El asunto en las iglesias no es ser miembros activos. El asunto es ¿Llegaremos a ser personas que realmente están buscando a Cristo? Dios puede usar cualquier congregación si su gente está buscándole genuinamente. Antes de pentecostés, Cristo tenía una congregación de solo 120 personas en un aposento alto, pero ellas estaban buscando a Dios intensamente. En Antioquia, había profetas y maestros que estaban juntos buscando a Dios. (Hechos 13:1). Cuando Martín Lutero estaba vivo, todo lo que Dios tenía era un monje insatisfecho, pero que buscaba a Dios. Dios utilizó hombres y mujeres comunes en cada restauración, pero ante todo ellos estaban buscando a Dios individualmente. A Dios lo que realmente le importa es la actitud del corazón ante Él. La forma externa no es lo importante para el Señor. Podemos discutir a favor de gobierno y los procedimientos de la iglesia, pero la verdad es que el mover de Dios comienza en lo más “vacío y sin forma” y no en lo más “estructurado y bien organizado” por el hombre. Las personas ungidas que buscan a Dios con urgencia, reuniéndose en un sótano o en un aposento alto, son los que Dios usa, ellos son los que Dios usa. Ellos van a Dios con un propósito, dejando a un lado sus habilidades y experiencias, así como Cristo que ​ “Se despejó así mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Fil 2:7).


Ellos ven el conocimiento de su pobreza espiritual como un don de Dios y una preparación para su reino. Jesús dijo: ​ “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mat 5:3) ​ ¿No es cierto que mientras es nuestra sensación de vacío dentro de nosotros, mayor es nuestra sed de Dios? Debemos encontrar a Cristo, no una religión. Nuestra meta como líderes e intercesores de la iglesia, es permanecer en Cristo y no elevar una denominación sobre otra. La biblia dice: ​ “el que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo” (1 Jn 2:6) ¿No se ha dado cuenta hay muchas áreas en nosotros en las que Cristo se ha convertido más en una religión que una persona? Los santos de la iglesia primitiva tenían las palabras y el Espíritu de Jesús. En medio de esa simplicidad, la iglesia disfrutaba de una grandez y un poder insuperable: ​ “Jesús”​ . Andar como Cristo anduvo, es el requisito indispensable para edificar la casa de Dios. Así que debemos hacer que solo la imagen de Cristo se establezca en nosotros. Jesús enseñó: ​ “De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Jn 14:12)​ . Cuando en verdad estamos haciendo la voluntad de Dios, tendremos el respaldo del padre y la autoridad del hijo. La meta de Dios debe ser nuestra meta. Y es: que seamos como Cristo y si esto hacemos seremos enseñados por el Señor y conoceremos los caminos de Dios. OREMOS: Leonel Gerardo Parra A. Iglesia Triunfante, Medellín­Colombia.


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