¿ERES FELIZ O SOLO SONRíES?
IKRAM CHERFAOUI
25 de diciembre DÍa de Navidad para algunos, pero para él, solo era un dÍa más. Otro dÍa en que se había despertado pensando en su única meta en la vida. Se separó de su familia, de su pueblo y de su gente solo para seguir su sueño, y no quería desaprovechar ningún minuto. Su sueño se basaba solo en una cosa, el esquí. Entrenaba muy duro, con horarios muy estrictos, quería ganar el campeonato mundial. Todas las tardes quedaba con sus amigos delante de un supermercado. Ese dÍa, como de costumbre, estaban de pie charlando, todos vestidos con ropa muy sencilla y contandose lo que habían hecho durante el dÍa. Solo hablaban ellos, él sin duda estaba pensando en el 7 de enero, el dÍa del campeonato. El supermercado estaba cerrado, ya que era Navidad, pero aÚn asÍ habÍa gente comprando boletos en la loterÍa, pensando que podrÍan tener suerte. Él nunca creyó en la suerte, piensa que para lograr algo tienes que trabajar.
28 de diciembre Hoy había luna llena, hoy faltaban tres días para acabar el año, hoy era un día muy esperado para la gente bromista. Pero él no tenía tiempo para darle importancia a otro fin de año o simplemente levantar la cabeza para mirar a la luna, solo contaba los días que faltaban para el gran campeonato. Sin duda hoy se había superado, había entrenado mucho más duro de lo normal. Quedó con sus amigos por la tarde delante del mismo supermercado, que hoy se encontraba abierto. Pero hacía mucho frío, tanto que no hacía falta fumar para echar humo. Así que decidieron quedarse dentro del coche de Juan, el chico con más edad del grupo. Tenía una furgoneta azul metálico. Empezaron a contarse historias y demás, hasta que Miguel le preguntó por qué últimamente estaba tan raro. Él no les había explicado nada del campeonato, así que decidió contarselo.
29 de diciembre Al levantarse y mirar por la ventana se llevó una gran sorpresa, había nevado, y para él era una gran ventaja al esquiar en nieve de verdad, y no en artificial. Cogió su equipaje y se fue a las pistas a entrenar. Como cada día después de comer, quedó con sus amigos en el mismo lugar de siempre. Hoy se habían retrasado más de lo debido, y mientras esperaba, vio como una pareja de tercera edad cargaban con unas bolsas muy pesadas por lo parecido, así que se ofreció a ayudarles y les acompañó hasta su coche, le dieron las gracias y le dijeron que si sigue siendo así de bueno, el mundo lo será con él. Una frase simple pero se le quedó grabada en la memoria.
31 de diciembre Nochevieja, la calle representaba la soledad,la tristeza y el vacío que sentía. Sus amigos se fueron a pasar el último día con su familia, el supermercado y todas las tiendas estaban cerradas. Él sentía un gran vacío por dentro, sentía esa soledad que todo el mundo mencionaba en algún momento de la vida, pero él nunca había estado de esa forma. Estaba sentado en su coche negro, mirando al volante y pensando en su familia, extrañándola, y deseando poder ganar el campeonato para lograr su sueño, y demostrarse a sí mismo hasta dónde puede llegar.
3 de enero Después de pasarse todos los primeros días del año entrenando sin parar, sus amigos le llamaron para decirle que ya habían vuelto para quedar esa tarde. Se encontraron en el lugar de siempre, pero hoy decidieron entrar a comprar la merienda al supermercado. Todos se cogieron algo, menos él. Al montarse al coche, porque aunque eran las 7 de la tarde parecía ser de noche y hacía demasiado frío como para quedarse fuera. Le iban preguntando cómo le fueron las fiestas, y él solo respondía con una falsa sonrisa que bien. Ellos seguían hablando pero él ponía sus ojos en un punto fijo, y dejaba que su imaginación fluyera. De repente David que estaba sentado a su lado le pasó la mano por delante de la cara y le dijo: -¿Qué te paza illo? Él movió la cabeza de un lado a otro, con signo de descuida. Cuando llegó la hora para marcharse, Juan le preguntó: -¿Eres feliz? Él se paró y le dijó: -Qué? Juan le volvió a preguntar: -¿Eres feliz, o solo sonríes? Pero aun así no era una pregunta para responder sino para reflexionar.
4 de enero Se pasó toda la noche repitiendo una y otra vez la pregunta que le hizo su amigo. Empezó a pensar que quizás está demasiado obsesionado en ganar el campeonato que no se ha parado a pensar en todas las experiencias nuevas que está teniendo, o quizás no se ha planteado la opción de perder. Esa tarde no quedó con sus amigos, les dijo que quería estar solo. Miró esa calle, por la que tantas veces ha pasado, y la comparó con la del otro día, había más gente, más coches, el cielo estaba despejado y el sol le transmitía tranquilidad y felicidad, nada parecido a la soledad del otro dia. Entonces pensó que había estado todo este tiempo sumergido en sus pensamientos, que todo lo veía tan negro, pero ahora se dio cuenta que siempre hay algún agujero por donde puede entrar la luz.
6 de enero Hoy ha sido el día más difícil de la semana, ha entrenado tan duro que no tiene fuerzas ni para salir con sus amigos. Cuando decide echarse una siesta le llama David: - illo mueve tu culo pa’ ca si no quieres que vaya yo mizmo a tu caza picha! - Estoy rebentado tio, mañana es el campeonato y tengo que descansar. -Por ezo mizmo chiquillo, no sabemos si te volveremoh a ver dezpué del campeonato ese. -Joder, vale vale, ahora vengo, dame dos minutos. Ni un segundo más ni uno menos, y ya estaba dentro del coche hablando con sus amigos. Ese día el supermercado estaba cerrado, la temperatura marcaba -6º, y las nubes adornaban el cielo, pero aún así había una pareja paseando por esa calle, riendo y cogidos de la mano. Cuando llegó la hora para irse sus amigos le dieron muchos ánimos y le dijeron que no se preocupara si por alguna razón alguna cosa saliese mal.
7 de enero Finalmente, llegó el día tan esperado y la cuenta atrás había terminado. Fue una noche un poco movidita, había estado toda la noche lloviendo y tronando, y eso no le ayudaba mucho. A la mañana siguiente fue a darlo todo, a demostrar todo lo que había aprendido en este tiempo. Cuando llegó vio que sus amigos también estaban allí, se dieron un abrazo y le desearon mucha suerte. Llegó la hora, y realmente no pensó en nada puso su mente en blanco y se dejó llevar por todas la técnicas aprendidas. No ganó, pero no se sintió frustrado, enfadado o decepcionado. Para él era el ganador, y no necesitaba la aprobación de un jurado, solo le hacía falta la suya. Al terminar, David condujo hasta delante del supermercado que se había convertido en su sitio favorito. Sin duda ese día él no habló, miraba cómo la lluvia mojaba el suelo y como la calle estaba solitaria, pero esta vez llena de felicidad. Y rompió el silencio diciendo una frase que los hizo callar de nuevo a todos: Ahora sé que el camino es la meta también.