Canales que separan mundos

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Canales que separan mundos Un pueblo, distintas realidades. En Empuriabrava nada es lo que parece y nada es lo que una vez fue. En la localidad gerundense chocan a diario personajes de más de 70 nacionalidades, cada una ubicada en su propio mundo, con sus propias costumbres y creencias. Una “Torre de Babel” construida en una marina residencial que para muchos ha dejado de ser el paraíso otrora prometido.

Eran poco menos de las ocho de la mañana y en Empuriabrava parecía empezar un día de lo más normal. La Tramontana había dejado de soplar y el cálido sol primaveral se asomaba por detrás de las nubes. Luciano se encontraba en su chalet en la calle Cap Ras, cerca de uno de los canales navegables del municipio, disfrutando de su primer expresso del día, mientras que su esposa salía para sacar la basura. De pronto, un grito despertó al italiano de su tranquilidad. Era su mujer, nerviosa como nunca, que regresaba corriendo del contenedor, con la bolsa todavía en la mano, y pidiéndole que la acompañara. 1


Al entrar en la calle Medes, Luciano no podía creer lo que veía. Una gran mancha de sangre se expandía por debajo de aquél contenedor y, al abrir la tapa, vio que de entre las bolsas negras de plástico sobresalía algo que parecían unas piernas humanas. La pareja de jubilados italiana se encontraba en medio de un escenario de crimen. Un crimen que había ocurrido a tan solo a unos pasos de su casa. “En un primer momento llegamos a pensar que se trataba de una broma de mal gusto”, le dijo Luciano a la prensa un día después del incidente. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que lo que tenían ante sus ojos realmente era un cuerpo, una víctima de asesinato según investigaciones posteriores. “Lo primero que vimos fue que todavía iba vestido. Intentamos hablar con él, pero al ver que no contestaba llamamos a la policía”, explicó la mujer. La víctima era el joven Azeddine Gharbaoui, de 23 años y nacido en Marruecos. Su cuerpo presentaba diversas heridas de cuchillo además de un profundo corte en el cuello. Para la pareja italiana, que lleva más de diez años en Empuriabrava, ha sido sin duda la peor experiencia que han vivido en el municipio, a pesar de que ya eran conscientes de que la delincuencia, sobre todo a raíz de la inmigración extra-europea, había subido mucho en los últimos años. El joven marroquí era un conocido traficante de drogas, recién salido de prisión, de modo que, según investigaciones de la policía, podría haberse tratado de un acto de venganza relacionado con el narcotráfico. Para Luciano y su esposa, este hallazgo representa un choque directo con la realidad. La realidad de que su pueblo, dónde vinieron para jubilarse y que una vez vieron como un paraíso de oportunidades, se ha convertido en un lugar inseguro. Una pareja de jubilados italianos, frente a un asesinato de un joven marroquí. Un choque directo entre dos grupos de nacionalidades procedentes de diferentes olas de inmigración que han convertido Empuriabrava en lo que hoy en día es. Un lugar multicultural donde conviven más de setenta nacionalidades divididas en dos bandos: los extra-europeos e inmigrantes recientes, y los europeos, inmigrantes de los años setenta. El asesinato de Azeddine se inscribe en una larga lista de crímenes como robos, atracos y violencia de género, mayoritariamente relacionados con el tráfico y el 2


consumo de drogas, con los que ha tenido que lidiar el municipio en los últimos tiempos. La mayor parte de estos delitos, según informa la Policía Local, han sido cometidos por inmigrantes extra-europeos de un bajo nivel adquisitivo. Una realidad dura que representa un grave problema no tan sólo para los inmigrantes europeos y los autóctonos, sino también para la misma comunidad extra-europea residente en Empuriabrava. Como tesorero y responsable del Centro Cultural Islámico de Empuriabrava, Abdelilah Bakkar es consciente de este problema y lo lamenta gravemente. “Hay muchas personas malas, el problema es que la mala reputación de ellos recae automáticamente en todos, tan sólo por compartir nacionalidad”, explica. También Fatima Kichouhi, profesora de árabe del mismo centro, lamenta el creciente problema de drogadicción de muchos jóvenes de su nacionalidad y los problemas de delincuencia relacionados con ello. “Muchas veces se trata de un problema de la educación

La inmigración

que esos niños reciben en sus casas”, explica, “hay Castelló d’Empúries (Alt Empor-

padres que no les enseñan los valores que todo buen

dà) es actualmente el segundo

musulmán debería conocer. Para mí es una vergüenza

municipio

que hayamos tenido que llegar a extremos tan duros

porcentaje de inmigración de

como el asesinato de un chico de 23 años”.

Catalunya,

con

con

mayor

un

50,11%

según datos de Idescat (2012).

Desde la primera ola de inmigración europea a

Del

total

de

los

11.755

finales de los años sesenta, hasta la llegada sucesiva de

habitantes, 5.768 son de otras

las comunidades extra-europeas a partir de los

nacionalidades,

noventa, Empuriabrava se ha convertido en una

mente de Marruecos (1.339),

población multicultural única a nivel europeo. En total,

mayoritaria-

Francia (1.126) y Alemania (857).

un 50,11% de los 11.755 habitantes que tiene Castelló d’Empúries hoy en día provienen de otros países, especialmente de Marruecos, Alemania y Francia. Hoy, la inseguridad y la violencia crean recelos entre los inmigrantes de Europa y los de Asia y África. El caso de Azeddine es tan sólo la punta del iceberg.

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Yassin Majidi es otro inmigrante marroquí que llegó al municipio gracias a un reagrupamiento familiar en 1994. Él tiene 23 años, igual que Azeddine, pero sin embargo ha conseguido lo que para la víctima de asesinato había sido un reto imposible: la integración. “Una gran parte de estos problemas provienen de la autoexclusión de los nuevos grupos de inmigrantes”, explica Yassin. “La inmigración ha crecido tanto en los últimos años que por comodidad y facilidad los que llegan se relacionan con los de sus países de origen. Esto fue lo que hizo Azeddine y lo que le llevó a agruparse con la gente equivocada”.

Dos realidades en una Empuriabrava nació como un lugar para todos, pero la convivencia entre los grupos inmigrantes no siempre ha sido fácil. Unos buscan cambiar de vida, jubilarse, ganar dinero; y otros abandonaron sus países en busca de trabajo y nuevas oportunidades. Europeos y extra-europeos a menudo se ven enfrentados por sus diferentes mentalidades y maneras de vivir. Un choque entre culturas, pensamientos y objetivos que no todos admiten, pero que cada uno conoce a la perfección. Las realidades en Empuriabrava son muchas. La mayor parte del tiempo, todavía abunda la tranquilidad y la armonía. Así, mientras que aquél día de finales de abril en la calle Medes se investigaba la muerte de Azeddine, la zona comercial Alberes se empezaba a llenar de personas. Como cada día, Betty Korb iba a comprar el pan en su panadería alemana habitual. El letrero del comercio reza “Original Deutsche Bäckerei” (‘panadería original alemana’), y le da la bienvenida a una pequeña parte del mundo que ella y su colectivo se han creado dentro de este municipio. Guten morgen!- exclama la mujer, saludando a la panadera y a los demás clientes que, como ella, son alemanes y habituales en este negocio. Allí se encuentra bien, segura, no se siente sola. Junto a los demás, conforma un núcleo estable de población alemana que no necesitan el español o el catalán para poder comunicarse. Tras hacer su pedido, la panadera, como cada mañana, le ofrece uno de los ejemplares gratuitos de la revista Arena, publicación alemana que traduce las 4


principales noticias del país y de la provincia. Así Betty puede hacerse una idea de la actualidad en España, a pesar de que la integración lingüística ya quede lejos de su alcance. Mientras tanto, la francesa Brigitte Anquetil se prepara para recibir nuevos turistas en su Club de

El origen

Tenis y Julia Spiridonova, inmigrante de Rusia, se

El primer documento acerca de

pone en contacto con su nuevo cliente para concertar

la creación de Empuriabrava data

una visita a un apartamento.

del 30 de diciembre de 1964. Se trata

Tan sólo unas calles separan a esta realidad de otra

del

primer

paso

de

planificación, en nombre de la

muy distinta. Unas horas antes, en la mezquita de

sociedad

Empuriabrava, en la zona Puigmal, Abdelilah Bakkar

urbanizar la zona del municipio

empezaba el wuzu, la purificación para su primera

de

oración del día, el al fajr (‘alba’), mientras que el ex-

Eurobrava

Castelló

S.A.,

de

d’Empúries

comprendida entre los ríos Muga y Salins, la carretera de Figueres

top manta Gora Diagne se recuperaba de una larga

a Roses y el mar. Una zona de

noche de venta ambulante de relojes y cinturones.

600 hectáreas que en aquellos instantes no comprendía más que tierras fértiles, propiedad de

Un sueño hecho realidad Brigitte, Betty y Julia pertenecen a las primeras olas

Antoni de Moxó, marqués de Sant Mori. La planificación de este proyecto

fue

una

clara

de inmigración que llegaron a la localidad. Tras más de

oportunidad para el municipio de

treinta años, la Empuriabrava que ellas recuerdan es

Castelló para engancharse al tren

muy distinta a la de hoy. Calles sin pavimentar, 16

de la euforia turística que ya

quilómetros de canales acabados de crear, casas con

había invadido gran parte de la

fosas sépticas y sin red de alcantarillado, muchos

costa catalana. Nadie llegaba a imaginarse en aquellos instantes

terrenos vacíos, y tan sólo un restaurante, el Mas

que se había dado el primer paso

Moxó, era lo que existía en aquél lugar de grandísimo

en la creación de lo que un día

potencial que se creó de la nada a mediados de los

sería

años sesenta.

residenciales más importantes

una

de

las

marinas

del mundo.

Los inmigrantes europeos llegaron a partir de las primeras acciones de promoción que se hicieron 5


alrededor de aquél lugar que el poeta Carles Fages de Climent (Figueres, 1902-1968) habría querido nombrar Empurianàpolis. Atraídos por el buen tiempo, la situación de Empuriabrava y las grandes campañas de promoción, fueron principalmente los alemanes que, a raíz del boom de construcción, compraban casas y terrenos en esta zona, ya sea para una segunda residencia, un cambio de vida o para disfrutar de los años de jubilación. Tras los alemanes, llegaron también franceses, holandeses e ingleses, seguidos de más inmigrantes mayoritariamente europeos que vieron en

Primeras obras

Empuriabrava la posibilidad de cambiar de vida y, al mismo tiempo, una gran oportunidad de ganar dinero.

La primera propuesta que tomó forma fue la creación de una

pista

de

aterrizaje,

un

posterior aeroclub que persiste hasta hoy en día y que, gracias a su utilidad deportiva encarada al paracaidismo, es uno de los principales

atractivos

de

la

urbanización. En 1967 se inició la construcción de edificios, de los 16

quilómetros

de

canales

navegables, los 44 muros de contención y los 4.600 amarres particulares. Finalmente, en 1980 la urbanización fue cedida al ayuntamiento

por

parte

del

promotor inicial. Una zona de Empuriabrava, junto al río Salins, durante la primera fase de construcción. Foto: Empuriabrava, 25 anys.

Brigitte Anquetil se adentró de lleno y desde el principio en las campañas promocionales llevadas a cabo por la agencia de viajes alemana hoy en día conocida como TUI. Era el año 1971 cuando la mujer de origen francés llegó por primera vez a Empuriabrava, y desde el principio vio claro que había llegado a una zona, todavía virgen, pero de grandes oportunidades para generar riqueza. “Había mucho potencial, aunque éste no se percibía a primera vista porque todavía estaba todo en fase de 6


construcción”, explica, “Mucha gente estaba en desacuerdo conmigo, pero desde el punto de vista turístico vi grandes posibilidades para Empuriabrava”. Y eso resultó ser acertado. Inicialmente, realizó su trabajo por temporadas hasta que, en 1975, a raíz de la muerte de Franco, vio que la situación se estabilizaba y era posible una mudanza permanente. Brigitte, que ahora es dueña del Club de Tenis de Empuriabrava en la calle Tordera, recuerda que la mayoría de compradores eran alemanes, interesados en adquirir y construir casas tanto para uso propio, como para alquilarlas durante la temporada.

“La Venecia catalana” Uno

de

los

principales

encantos de Empuriabrava son sus 16 Km de canales navegables. La mayoría de chalets fueron construidos

con

amarres

privados, de modo que tenían un acceso por la calle, y otro por el canal. La gestión de canales corría a cargo del concesionario Empuriabrava S.A., pero a partir del 2014 está previsto que el Ayuntamiento pase a ser el encargado de su limpieza, gestión y mantenimiento. Canal entre las calles Tordera y Fluvià, visto desde un puente peatonal. Foto: J. Olbrich

Aunque Betty llegó alrededor de los años ochenta y, por tanto, un poco más tarde que los primeros alemanes, vivió de lleno lo que para ella era “la época dorada” del municipio. Abrió un bar en la zona comercial Los Arcos, dónde todo alemán, ya fuera residente o turista, soltero o casado, iba para reunirse con gente de su misma nacionalidad. De mientras, en el escenario en la planta baja del centro, se desarrollaban espectáculos y música en directo para atraer clientes. “Los Arcos era el centro de vida nocturna y gastronómica de la Empuriabrava de antes”, recuerda Betty, nostálgica, “hoy en día hay demasiados negocios cerrados y han habido problemas de delincuencia. Los turistas ahora prefieren otras zonas”. 7


Y no sólo para Betty, que a día de hoy ya está jubilada, Los Arcos se ha convertido en una zona a evitar. Con el paso de los años, muchos negocios han cerrado y algunos otros se han convertido en zona frecuentada por traficantes de droga. Esto, a su vez, se ha acentuado con el crecimiento y la evolución del municipio, así como la llegada de nuevas olas de inmigración. Esta vez, personas procedentes de países extra-europeos y con un nivel adquisitivo bajo que buscaban un trabajo y una mejor vida que la que se les ofrecía en sus países de origen. Las olas de inmigración extra-europea tuvieron su gran crecimiento alrededor de los años noventa, a raíz de un nuevo boom de construcción que requería mano de obra. Atraídos por esta posibilidad, especialmente los marroquís, que hoy en día representan un 23,21% de la población inmigrante en el municipio de Castelló d’Empúries, lo vieron como una gran oportunidad para mejorar su vida, encontrar trabajo y conseguir unos estudios dignos para sus hijos. Muchos de ellos, como Abdelilah Bakkar, Fatima Kichouhi y Yassin Majidi han conseguido integrarse, pero otros han decidido tomar caminos distintos, que pasan por la delincuencia y el narcotráfico.

El “Gueto” Cercano a Los Arcos, entre la desembocadura del río Muga y el mar, se encuentra el complejo de edificios Delta Muga. Un lugar que todos conocen pero que muchos evitan. Es el “Gueto de Empuriabrava”, y es la zona más peligrosa del municipio, según datos de la Policía Local. Se compone de edificios de entre 13 y 20 pisos de altura, con apartamentos de unos treinta metros cuadrados donde, en algunos casos, se alojan familias enteras, muchas veces de manera ilegal u ocupando pisos cuyos propietarios se encuentran en otros países fuera de la temporada. Según la época, en este complejo pueden llegar a vivir unas 3.000 personas. El agente José Antonio Herrera, tras 18 años de servicio, conoce bien esta zona del municipio y sabe que arrastra más de treinta años de problemática social y urbanística. Al situarse detrás de una importante zona de ocio nocturno, allí “se han acentuado el 8


tráfico de drogas y los crímenes”, explica el agente, “es como si tuvieran el mercado de droga delante de casa. Muy práctico”.

El complejo de edificios Delta Muga. Foto: J. Olbrich

También Julia Spiridonova, propietaria de la agencia inmobiliaria Ideal Immo y procedente de Moscú, advierte a sus clientes frente a esta zona. “Intentamos no coger pisos allí. Hay gente muy mala y conflictiva, cada dos por tres hay robos y quejas”, explica Julia quien también está decepcionada con el cambio que ha hecho Empuriabrava. “Y como son pisos cuyos propietarios sólo vienen en verano, me toca controlar mucho y poner denuncias cuando se dan estos casos”. Julia se hizo cargo de la agencia en el 2011, a pesar de residir en Empuriabrava desde el 1999. Como licenciada en Turismo y habiendo trabajado de guía turística durante más de diez años en distintas zonas de España, la rusa conoce el sector y está descontenta con la situación de su municipio. “Con el tiempo, y la llegada de determinados grupos de inmigrantes, como romanos o marroquís, esta zona se ha deteriorado mucho. Los turistas empiezan a interesarse más por pueblos vecinos como Santa Margarita, Platja d’Aro o Roses, donde parece que haya más calidad de turismo que aquí”, se lamenta. Por este motivo, también los inmigrantes que más tiempo llevan en Empuriabrava se están empezando a trasladar a otras zonas, ya sea de Catalunya, España o de Europa. 9


Un Top Manta licenciado “En cualquier lugar donde haya inmigración, siempre habrá racismo. Quien lo niegue, miente”. Gora Diagne, de 45 años y procedente de Senegal sabe de qué habla. Como vendedor ambulante de relojes y cinturones, muchas veces se ha encontrado con clientes irrespetuosos hacia su nacionalidad. Betty Korb, como ex -dueña de un bar lo reconoce. “Cenar o salir de copas en Empuriabrava significa tener que contar con las interrupciones de vendedores ambulantes”, explica la alemana. “Hay clientes que los ven como una molestia y entonces son irrespetuosos. Sin embargo, hay algunos vendedores que son muy bienvenidos. Es un tema de integración”. Y Gora sin duda ha sabido integrarse. Cuando él entra en un bar, con su maleta de relojes bajo el brazo, los demás clientes le saludan y le reciben con una

Los Top Manta

sonrisa y amables palabras. Él los conoce por sus

El fenómeno Top Manta sigue

nombres, habla sus idiomas y escucha sus historias. El

siendo un problema en la Costa

senegalés ya no tiene necesidad de promocionarse,

Brava. Sin embargo, Empuria-

pues los clientes le tienen confianza y vienen a él.

brava a partir del 2008 empezó a solucionarlo creando un mercado

Sin embargo, el sueño de Gora era otro muy distinto.

nocturno durante los meses de

Al finalizar la carrera de Economía y Dirección de

verano y asignando un lugar

Empresas y no encontrar trabajo en su país, se trasladó

propio a los manteros a cambio

a Catalunya en el año 1992, atraído por las oportunidades

que

la

Costa

Brava

de una cuota anual.

presentaba.

“Entonces no tenía ataduras y mucha prisa por moverme, trabajar y vivir algo nuevo. No supe aprovechar las oportunidades que me esperaban en mi país. Ahora me arrepiento”, confiesa. Durante los primeros años trabajó ilegalmente con su primo como Top Manta en las playas de L’Escala y Santa Margarita, hasta que descubrieron Empuriabrava, a donde se trasladaron un año más tarde, y dónde Gora obtuvo los papeles. “Mis primeros días como vendedor ambulante fueron muy duros. No hablaba el idioma y la gente me miraba mal”, explica el senegalés, que hoy en día habla cinco

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idiomas de manera fluida. “La integración es importante. Tienes que hacerte entender. Sólo así te respetan y puedes hacer bien tu trabajo”.

Gora Diagne, un sábado en su parada del mercado semanal. Foto: J. Olbrich

A pesar de que hoy en día Gora cuente con clientes fieles y el rechazo hacia él haya disminuido, el senegalés sigue sufriendo graves insultos relacionados con su nacionalidad, además de robos y atracos. “Me he peleado muchas veces porque la gente no respeta lo que hago. No respeta mis productos y no me respeta a mí como persona”, admite. Y aunque estos incidentes ya no se den tanto como antes, la crisis agravia su situación. “Hay noches en que no vendo nada… Entonces, ¿de qué vivo y cómo alimento a mi familia?” Su esposa y sus tres hijos están en Senegal, y tan sólo se ven dos veces al año. En verano pueden venir a Empuriabrava gracias a un reagrupamiento familiar, tiempo que su esposa aprovecha para ofrecer hacer trenzas en la calle. “Se podrían quedar todo el año pero prefiero que mis hijos acaben sus estudios allí”. Para él es muy duro tener que aguantar esta distancia, “hay veces que lloro… Lloro porque en cualquier momento les puede pasar algo sin que yo esté a su lado”. Aunque se arrepienta de haber escogido 11


este tipo de vida, sabe que es lo que le toca ahora mismo y, sin embargo, se siente afortunado por las buenas relaciones que ha encontrado en Empuriabrava. Gora Diagne, que hoy en día es el presidente de la Asociación de Senegaleses del Alt Empordà, también ha visto cómo ha cambiado Empuriabrava delante de sus ojos y cómo las zonas otrora frecuentadas y vivas, se han convertido en escenarios de crímenes, narcotráfico y problemas. “Es algo que ha empeorado mucho y es una pena”. No obstante, entre la comunidad senegalesa de Empuriabrava hay la norma interna de no tocar las drogas. “A quién cojamos con drogas, lo echamos. Si no, nos pueden llegar a responsabilizar a todos y por mi familia no me puedo arriesgar a perder mi buena reputación”.

Un paraíso peligroso “Los moros han traído los problemas. Son los culpables de que Empuriabrava se esté hundiendo”. Un tópico que se escucha entre los vecinos del municipio, tanto de inmigrantes europeos como de residentes autóctonos, y que ha conseguido otro impulso a raíz del asesinato del joven Azeddine Gharbaoui. Y realmente, según calcula la Policía Local, aproximadamente un 80% de los crímenes que ocurren en Empuriabrava son obra de inmigrantes extra-europeos, con mayor representación de la comunidad marroquí. Una realidad dura, y un grave prejuicio generalizado que afecta a personas de esta nacionalidad, muchas de las cuales, a pesar de haberse integrado como cualquier otro inmigrante, padecen a diario el rechazo de los demás. Yassin Majidi pertenece a la generación de marroquís que ha sabido integrarse a la sociedad que le rodea, a pesar de que conoce personalmente muchos casos de rechazo y discriminación de gente de su comunidad. Con tan sólo 23 años, Yassin es agente de acogida y mediador intercultural del Consejo Comarcal del Alt Empordà, y las historias que le llegan son muchas. “Para cualquier cosa te ponen la etiqueta de moro”, explica. “Hay padres que advierten a sus hijos de no relacionarse con marroquís… Como si tuviéramos una enfermedad contagiosa o algo así. La gente juzga sin saber qué hay detrás”. 12


Yassin llegó al municipio en 1994 mediante un reagrupamiento familiar, cuando él tenía cuatro años. La inmigración magrebí de entonces estaba todavía creciendo gracias al boom de construcción en la zona y la necesidad de mano de obra. “En mi clase era el único marroquí, de modo que tampoco tuve otra opción que integrarme. Ser de fuera entonces era algo más exótico que no rechazable. He tenido mucha suerte”. Y aunque ya desde pequeño Yassin sabía que su casa era un mundo, y el colegio y la calle otros distintos, no tuvo los problemas que muchos jóvenes de su nacionalidad tienen hoy en día. “Con el crecimiento de la inmigración, se han ido

El Centro Cultural

creando núcleos de inmigrantes según su nacionalidad. Esta auto-exclusión es mala”, explica, refiriéndose en parte a lo ocurrido con Azeddine. Fatima Kichouhi está de acuerdo. Por su clase de árabe que imparte cada sábado y domingo en el Centro

El Centro Cultural Islámico de Empuriabrava se fundó en el año 2002 junto a la primera mezquita de la urbanización. Cumple la función

cultural,

religiosa

y

educativa para la comunidad

Cultural Islámico de Empuriabrava han pasado niños

magrebí.

que “han acabado yendo por mal camino”. Los alumnos en las clases de Fatima son difíciles de controlar, pues chocan grupos muy diferentes de edades. Entre semana, estudian en alguno de los colegios del municipio, pero aprovechan los días no lectivos para aprender a leer y escribir en árabe. La mayoría de ellos, a pesar de que lean y escriban en su lengua materna durante la clase, hablan catalán entre ellos, idioma con el que tienen más facilidad gracias al colegio. “Lo que intento es enseñar mucho más que sólo leer y escribir”, explica Fatima. “También intento enseñar el respeto y la educación que muchos no reciben en sus casas”. Para la mujer, que lleva siete años en Empuriabrava, el principal problema es el desinterés de muchos padres hacia sus hijos, cosa que según ella los lleva “a la calle” y a “meterse en problemas”. La profesora lamenta que se relacione su nacionalidad con delincuencia, pues para ella “el Islam es mucho más de lo que la gente se imagina. El Islam es construir, no destruir como hacen muchos de aquí. Es respeto, colaboración y comprensión…”. 13


Una clase de árabe en el Centro Cultural Islámico. Foto: J. Olbrich

Fatima deja su alma en sus clases, tal y como ella cuenta, “para evitar que los jóvenes acaben tan mal como por ejemplo Azeddine”, cuyo caso conoce muy bien. “Hay que respetar a la cultura con la que convives. Si hay respeto, no tiene por qué haber problemas”. La mujer ha conocido algunos casos de delincuentes que, a pesar de causar problemas, siguen viniendo a la mezquita a rezar. “No lo entiendo”, se queja, “si causas destrucción, como hacen ellos, estás fallando a Dios. Es inútil que vengas a rezar si vas a seguir igual. Me da vergüenza ajena”. Si se puede hablar de un sentimiento de discriminación, éste sin duda ha aumentado a raíz de la crisis, “pues las personas estan más tensas, nerviosas y frías”, observa Yassin Majidi. “La gente empieza a preguntarse ‘¿por qué aquél que se llama Mohamed tiene trabajo en la empresa municipal de limpieza y yo estoy en el paro?’ Pues unos años antes, sólo Mohamed quería hacer este trabajo”. Tal y como apunta Yassin, cuando la tensión económica se transforma en tensión social empiezan los problemas y, de hecho, la crisis también ha tenido su papel en cuanto a los cambios en Empuriabrava. “Los que han sufrido más la crisis son los inmigrantes”, explica el director de la Cátedra de Inmigración de la Universitat de Girona, Ferran Camas. Y es que por un 14


lado han desaparecido o disminuido los sectores en los que trabajaban, como la construcción, y por otro, según comenta el profesor “muchos empresarios siguen prefiriendo contratar personas autóctonas que no inmigrantes extra-europeos, lo cual es una clara violación de los derechos de igualdad”. Según resalta el profesor, los problemas de convivencia surgen mayoritariamente a raíz de las diferencias en el nivel adquisitivo, más que en la nacionalidad, y eso refleja el caso de Empuriabrava y de la población de Salt (Girona), que tiene un 42,47% de población inmigrante, según Idescat (2012). “Guissona, otra población gerundense, tiene el porcentaje de inmigración más elevado de Catalunya. ¿Y por qué de allí no se oyen problemas? Porque tienen casi plena ocupación”.

Negocios que unen Aunque a Empuriabrava también haya llegado la crisis y no exista plena ocupación, los inmigrantes no necesariamente son los últimos en encontrar trabajo. Eso es así porque hay restaurantes italianos, franceses, alemanes, tailandeses, chinos y muchos más que se adecuan a un público determinado y, por tanto, buscan personal que, o bien sea de la misma nacionalidad, o bien domine el idioma requerido. Sin embargo, este no es el caso por ejemplo del Restaurante Capitán, propiedad de Jürgen Jepsen, uno de los primeros alemanes que llegó a Empuriabrava, también por motivos inmobiliarios. Para Jürgen la multiculturalidad del municipio es muy buena, y él mismo ha dado trabajo a personas procedentes de Marruecos, Rumanía y Rusia, entre otros. “Es un tema de respeto y comportamiento, no de nacionalidad”, explica, “hay empresarios que no quieren personal inmigrante, esto es discriminación y está mal”. Mientras que la camarera, procedente de Holanda, les sirve un café a una pareja alemana con un simpático “Bitte sehr”, desde la terraza del restaurante se oye a Rabia, de Marruecos, explicando el menú del día a una familia francesa. Vasile, de Rumanía, llama a gritos a la marroquí Faïza para que acabe de lavar los platos que iba a utilizar para su nueva creación y, Cele Moreno, encargado del restaurante, repasa la lista de reservas del día. Visitar el Restaurante Capitán es como entrar en una pequeña representación de Empuriabrava. Un pequeño mundo multicultural dónde inmigrantes 15


de distintas procedencias se coordinan para hacer funcionar un negocio otrora alemán y que ahora es dirigido por españoles. “Aquí no hay discriminación”, explica Rabia, que se trasladó de Marruecos a Empuriabrava en busca de trabajo. “Todos somos iguales, como una familia”. Una percepción generalizada por los trabajadores y un gran enriquecimiento para el restaurante, según Cele Moreno, el encargado. “Para mí la relación con inmigrantes es normal. Yo crecí en Empuriabrava, así que durante toda mi vida he convivido con ellos”, explica. “Claro que el carácter y las costumbres son diferentes según la nacionalidad. Pero trabajar así te enriquece muchísimo culturalmente”. Cele empezó a encargarse del restaurante hace más de 12 años, después de que su padre, quién lo llevaba antes, se jubilara. Desde entonces dice haber trabajado con gente de prácticamente todo el mundo.

El Restaurante Capitán, recibiendo los primeros clientes del día. Foto: J.Olbrich

El Capitán es un pequeño lugar en que, los mundos de estas dos culturas de inmigrantes, normalmente tan distantes e independientes, se unen para un fin común. Inmigrantes primeros e inmigrantes segundos no existen para ellos durante su trabajo. Sin embargo, la realidad que viven en la calle es otra muy distinta, pues tras salir del restaurante, cada uno vuelve a su núcleo y mundo personal, escogido y desarrollado en función de su nacionalidad. 16


Mucho hecho y mucho por hacer Sus nacionalidades son distintas. Sus mundos no se tocan. Las historias que han vivido son largas, y las experiencias son muchas. Inmigrantes europeos y extraeuropeos han tenido y tienen problemas que resolver. Para unos, Empuriabrava representaba un lugar dónde invertir o dónde jubilarse, para los otros, una oportunidad de conseguir el trabajo que en sus países les faltaba. El municipio que ellos ven es distinto, pero ambos grupos están de acuerdo en que el futuro debe empezar por un cambio. Luciano, Brigitte, Betty, Jürgen y Julia, como primeros inmigrantes, han ido conociendo una Empuriabrava nacida como un proyecto incompleto. Un proyecto que ha ido arrastrando fallos hasta hoy en día. “El paseo marítimo, por ejemplo, está muy deteriorado. Hay zonas de la playa donde crecen hierbas…”, se queja Julia, que sabe que por ello muchos clientes se empiezan a trasladar a otras zonas de “mayor calidad turística”, como Platja d’Aro o Roses. El alcalde del municipio, Xavier Sanllehí, es consciente de este problema y le está poniendo remedio. “Empuriabrava es muy grande y necesita muchas intervenciones. También nosotros hemos sufrido recortes y tenemos que ir poco a poco”, explica Sanllehí. Y es que el Ayuntamiento de Castelló d’Empúries ha tenido que asumir las obras que dejaron pendientes los promotores iniciales, en el momento en que Empuriabrava empezaba a transformarse de un lugar turístico, a una zona de primeras residencias. Así, el Ayuntamiento tuvo que encargarse de la pavimentación de las calles, la sustitución de fosas sépticas de los chalets por una red estable de alcantarillado – proceso que finalizó hace tan sólo unas semanas-, la remodelación del paseo marítimo, la gestión y mantenimiento de los canales y mucho más. El alcalde Sanllehí piensa que Empuriabrava todavía ofrece muchísimas posibilidades. Uno de los nuevos proyectos con los que se espera obtener ingresos es la creación de una zona azul durante las temporadas de verano. Una decisión que ha creado rechazo en los vecinos y comerciantes pero que según Sanllehí está muy justificada. “Empuriabrava necesita reformas, y de algún sitio tiene que salir el dinero”.

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Una buena noticia para el municipio es que un grupo de inversores de Dubai ha comprado la zona del aeródromo, un espacio que se espera poder convertir “en nueva zona de ocio principal de Empuriabrava” y donde se planean grandes construcciones y cambios. “La creación del segundo túnel de viento más importante de Europa fue el primer paso hacia la modernización de esta zona”, dice el alcalde. “Esperémoslo”. Para Betty y Brigitte lo que falta en Empuriabrava es sin duda la colaboración de los demás empresarios. “En vez de comportarse como competencia, deberían unirse y crear proyectos juntos”, opina Brigitte. “Tal vez de este modo podríamos crear actividades interesantes y atraeríamos nuevos públicos”. Las zonas de ocio necesitarían más vigilancia, según Betty, ya que “la gente, tanto autóctonos como turistas, necesitamos volver a sentirnos seguros”. También Fatima desearía que los problemas se resolvieran. Ella está contenta con su trabajo, y para ella, los problemas que Empuriabrava tiene son pequeños en comparación con los que tiene su grupo de inmigrantes. “Para muchos yo ya no veo solución”, se lamenta, y, de hecho, ella misma confiesa tener actualmente problemas con personas de su propia nacionalidad, que hace que tome forma la idea de irse pronto. “No quiero volver a mi país. Aquí tengo trabajo y Catalunya me gusta. Pero sí quiero salir de aquí, hay gente muy problemática y no quiero que me metan en según qué asuntos, ni que me relacionen con personas malas tan sólo por compartir país de origen”. Jürgen Jepsen, en cambio, lo ve muy distinto. Para él, la nueva época dorada se encuentra muy próxima. “Hay nuevos inversores y últimamente están llegando muchos franceses”, explica. “La multiculturalidad es buena, y es eso lo que nos hace ser un lugar tan especial en Europa”. Luciano y su esposa no descartan volver a su país tras el grave acontecimiento que vivieron y que todavía les provoca pesadillas. Brigitte Anquetil desearía más flexibilidad y colaboración entre los empresarios y el Ayuntamiento; Abdelilah Bakkar, Yassin Majidi y Fatima esperan limpiar la reputación de la gente de su nacionalidad y evitar problemas futuros; Gora espera volver con su familia algún día, ver cómo crecen sus hijos y dejar de ir de bar en bar esperando que alguien le compre un reloj. 18


Los núcleos de población creados y repartidos según nacionalidades forman parte de Empuriabrava y probablemente la situación nunca llegue a cambiar. La integración de las nuevas nacionalidades dependerá de su voluntad y de la aceptación que reciban. “Lo que sí que espero”, dice Yassin Majidi, “es que con las nuevas generaciones por lo menos disminuya este sentimiento de rechazo y racismo. El velo de una mujer musulmana, por ejemplo, no le corta sus valores ni su dignidad”. “La gente debería aprender a juzgar menos por el aspecto o la nacionalidad”, dice Betty. “Al fin y al cabo, Empuriabrava nació para ser de todos. Y todos juntos deberíamos lograr que así sea”.

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