La Crisis N° 115

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Domingo 21 de noviembre de 2021

Contracolumna

Los chuchos y el asesinato del PRD; Morena, el drenaje de la política

E

n los próximos días los mexicanos asistiremos a un deprimente espectáculo en el que contemplaremos un auténtico caso de eutanasia política ante la opinión pública. Desde los tiempos remotos de nuestra historia, en la Biblia se hablaba de inmolaciones, como la que pretendía hacer Abraham al disponerse a sacrificar a su hijo Isaac y la cual fue impedida por un ángel. Nuestros antepasados precolombinos solían cometer crímenes como parte de sus rituales. Los sacrificios humanos se realizaban sobre los altares de los templos ante la muchedumbre. En la edad media la Santa Iglesia Católica desató la cacería de brujas. Ya en otros tiempos se recurrió al uso de la guillotina. En Francia se utilizó durante 200 años para cumplir las sentencias de muerte. En el Lejano Oriente los samuráis practicaban el ritual del seppuku que tiempos después en la Segunda Guerra Mundial derivó en el harakiri como un asunto de honor. En los tiempos del salvaje oeste la horca era un espectáculo público. Mediante ese procedimiento fueron ahorcadas más de 19 mil personas desde el siglo XVII, y aún en los estados de Delaware y Washington se mantiene vigente la aplicación de la horca. En tiempos más recientes en muchas partes del mundo se pasó a los fusilamientos en el paredón. Lo que veremos los primeros días de diciembre será un espectáculo vulgar que ya se ha convertido en un ritual político. Se trata de un caso de eutanasia política. Asistiremos a la muerte del único partido de izquierda que pudo haber llegado algún día al poder. El Partido de la Revolución Democrática. Por el contrario, Morena, ya sabemos, no es un partido de izquierda. Morena es un galimatías que tiene más identificación con una organización fascista. Morena reúne los principales rasgos que caracterizan a las agrupaciones fascistas. Morena más que un partido es un movimiento político con una ideología totalitaria, antidemocrática y nacionalista. Por tanto, el PRD es un barco que se hunde agitando la bandera de la izquierda. El PRD un partido que terminó devorado por la corrupción, y cuyos protagonistas de la corrupción pasaron a formar la columna vertebral de Morena. Cuando se fundó, el PRD era visto como un partido grande y majestuoso.

El partido con el que siempre había soñado la izquierda. En sus primeros años mantuvo una influencia en la sociedad pero terminó, para su desgracia, en medio del rechazo social. El PRD vive sus últimos días como el otrora partido de izquierda. Sus actuales líderes decidieron anunciar aplicar la eutanasia a esta organización para dar paso un “nuevo” partido político. Según sus líderes a partir de las discusiones del próximo Congreso Nacional (4 y 5 de diciembre) pasará a convertirse en un partido “socialdemócrata”. Un partido moribundo que renacerá lamentablemente muerto. El nuevo partido utilizará el registro del PRD otorgado por las autoridades electorales, cambiará de membrete, declaración de principios y estatutos, pero irremediablemente lo seguirán dirigiendo los mismos políticos de siempre. El PRD nació de la fusión de la Corriente Democrática del PRI al que se sumó el Partido Mexicano Socialista, cuya simiente fue el Partido Comunista Mexicano. El PMS, a su vez había nacido de la unión de seis fuerzas políticas de la izquierda: Partido Mexicano de los Trabajadores, Partido Socialista Unificado de México, Partido Patriótico Revolucionario, Movimiento Revolucionario del Pueblo, Unión de la Izquierda Comunista y la estructura principal del Partido Socialista de los Trabajadores. Los primeros años fueron cruciales para el PRD, que aún con los conflictos internos, gracias a las coaliciones con otros partidos llegó a representar la segunda fuerza electoral en las elecciones presidenciales de 2006 y 2012. Técnicamente el PRD debería de haber perdido su registro en las pasadas elecciones presidenciales de 2018.

Por José Martínez M.

El partido obtuvo el 2.83% por ciento de la votación. Es decir, no consiguió el 3 por ciento de la votación válida establecida en el artículo 94 de la Ley General de Partidos. Ni siquiera el PRD pudo contar un candidato presidencial propio. Los perredistas apoyaron al candidato de la derecha Ricardo Anaya, en la alianza “Por México al Frente”. Desde entonces el PRD entró en un proceso de inanición. Condenado a su desaparición por la falta de respaldo electoral, el PRD tiene los días contados. Las elecciones de 2024 serán un volado, a cara o cruz, en las que se determinará el futuro de la organización. En las pasadas elecciones de junio de 2021 el partido perdió su registro en la mitad de los estados del país. Obtuvo 4 por ciento de la votación total, ese resultado le permitió su sobrevivencia a “nivel nacional”. Es claro que el PRD es un navío que se va a pique y que sus dirigentes están dispuestos a hundirse con el resto de la tripulación. Los próximos 4 y 5 de diciembre tendrá lugar el XVIII Congreso que definirá su nuevo rumbo. La idea es que el PRD transite de un partido de ideología de izquierda a un partido socialdemócrata. Aunque hasta ahora no hay una definición sobre su futuro inmediato, sus principales líderes están planteando un “relanzamiento”, aunque evitan hablar de una “refundación”, que incluye el debate sobre la viabilidad de continuar con los mismos colores y el logotipo del partido, e incluido el lema ¡Democracia ya, Patria para todos”. Según la Dirección Nacional Ejecutiva, encabezada por Jesús Zambrano los congresistas tendrán a su cargo “la transformación profunda del partido”. El objetivo es “afianzar al PRD como un partido socialdemócrata”, para


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