Cuaderno para comadrear2

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La idea de este cuaderno y la guía para conversar es una propuesta de las mujeres que estamos en el equipo Indignación. Todo lo que se dice de la biblia es de nuestro compañero Raúl, que además es cura, aunque no lo crean. Las fotos de las mujeres mayas son originales nuestras y el diseño de la portada es de Malena, que está con nosotras desde que nació. Como no nos gusta lo de la exclusividad ni los “derechos reservados”, esto se puede copiar y difundir a gusto y sin remordimientos, sólo échenos la culpa siempre. Este cuaderno lo imprimió el equipo de derechos humanos Indignación A.C. que recibe fondos de una organización de la iglesia luterana alemana que se llama el Día Mundial de la Oración (WDP). Estamos en el domicilio conocido como Uay Ja, Casa Comunitaria Calle 17A s/n Chablekal, Yucatán www.indignacion.org

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Índice Comadres y Obispas ……………..……………………………………………. 5 Instrucciones para comadrear la biblia ¿sin problemas?……………… 8

1.- ¿Santa Palabra? 1. - Eva, la culpable ...…………………………………………………………..13 2. - Nuestro lugar en la Iglesia …………………………………………………16 3. - Los deberes conyugales, según Pedro y Pablo ……………………….18 4. - Agar es La Otra ...…………………………………………………….……. 20 5. - Rebeca, la Mamich ...…………………………………………………….. 23 6. - Tamar o la insoportable idea de no ser madre .…………………….. 25 7. - La mujer Sin Nombre …………………………………...………………..… 27

2.– Mujeres diferentes antes de Jesús 8. - Rut, la Refugiada …………………………………………………………… 9. - La Comandanta Judith, estrategias de la resistencia ...…...……… 10.- Las parteras desobedientes de las leyes injustas …….…………….. 11.- Doña Macabea, Madre Coraje ………………………………………...

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3.- Las discípulas invisibles en el movimiento de Jesús 12. María, el terror de los poderosos ……………………………………………. 42 13. Marta, María y los platos …………………………………………………..… 44 14. La Samaritana, el pozo y los templos …………………………………….. 47 15. Susana, de las primeras 72 …………………………………………………… 51 16. Las mujeres no huyeron a la peor hora …………………………….……… 57 17. María la de Magdala, la endemoniada compañera, testiga de la resurrección ……………………………………………………...59 18. Las mujeres en las primeras comunidades …………...……………...….. 62 19. Tabita, la Ministra ………………………………………………………………. 64 20. La casa de María, mamá de Juan Marcos ……………………………… 66 21. Lidia, una casa de seguridad ………………………………………………. 68 22. Priscila, matriarca del Reino ………………………………………………… 71 23. Las hijas de Felipe, profetisas de Cesárea ……………………………….. 73

4.- Las mujeres de la tierra nueva 24. Guadalupe, el nombre de mujer de Dios en nuestra tierra …………. . 75 25. Las Madres Coraje ……………………………………………………………. 78 26. Las mujeres guatemaltecas, refugio de vida …………………...………… 81

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Comadres y Obispas Rufina, la rezadora de nuestro pueblo, también era la obispa de nuestra comunidad eclesial de base. Nadie como ella nos ponía el ritmo de las cosas de la vida. Nos regañaba si íbamos rápido y nos regresaba a la fila de la procesión porque estábamos dejando atrás a la gente. Se callaba cuando alguien cantaba más rápido en la novena y su silencio hacia obligado el silencio general, ella volvía a tomar la voz y potentísima mandaba almas al cielo y expulsaba demonios. Era un portento para convocar a los arcángeles Miguel y Rafael, en las letanías su velocidad de los kirieleisónorapronobis eran inalcanzables, era toda una sabia al revisar los cadáveres y ver si estaban mirando al poniente, para salir presurosos al encuentro del Dios del Cielo. Era la abuela de todo el pueblo y además la única que sabía todo lo importante sobre Dios y la Iglesia. Por eso la hicimos Obispa. Y en ese papel recibió a los guatemaltecos que

huían de la guerra, los consoló en su mesa y les regaló las dos monedas que le quedaban. Nos pidió llevarle al Sub Marcos cuando paseó por aquí y nos regañó a las que no éramos del pueblo en el tuup de su hamaca cuando no le consultábamos o le contábamos las cosas. Ella se enfrentó a los candidatos políticos para exigirles que hablaran bien pues estaban prometiendo cosas que no las iban a hacer con su dinero, que hablaran con la verdad a este pueblo que no es tonto, les dijo. Cada fiesta patronal estrenaba hipil y fustán, se ponía polvo en su nariz y colonia en el pelo, arriba, en la crisma, porque ―como ya estoy vieja, ahí me besan todos‖. Y calaba a los curas con un humor aristocrático. Como profeta y catequista nunca dejó de estar en donde los poderosos podían confundir al pueblo. Ella fue quien sostuvo la fe de todo el pueblo en las largas noches eclesiales,

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ella la que guardó y cuidó las ceremonias, las oraciones, las fiestas de este pueblo. Ella era la única sobreviviente después de haber visto a las ánimas saliendo del cementerio y ella la que enseñó a la siguiente camada de rezadoras. Hace un año murió. El novato curita no sabía ni siquiera quién era ella, no hizo más que una misa porque la pagamos. Una Santa-Súbita, sin ninguna memoria por parte de la iglesia institucional. Hoy Rufina nos obliga a escribir este segundo libro para comadrear. ¡Cómo rabiaba a las señoras que sólo pensaban como ―el padrecito‖ dice! Ella misma se asombraba de que con los curas había una línea invisible, era como una renuncia, como si fuera imposible llevarles la contraria. Al final la amenaza era la misma: si no te gusta te puedes ir, claro, ¡al infierno! Algunas veces la dignidad y su responsabilidad eran suficientes para contenerse, pero otras, le faltaban respuestas. Luego, en las reuniones de la comunidad o en su hamaca, nos decía lo que no pudo decirle al párroco en turno, con mucho coraje. Ella empezó a estudiar la biblia a los 60 años, en la CEB. Con ella conversamos mucho por qué seguimos en la iglesia si nos tratan tan mal a las mujeres. Cuando abría la biblia siempre se acomodaba las gafas y la leía de mediolado, para que entrara la luz, decía. Leía con una entonación de locutora de radio. Se interrumpía a si misma cuando tenía preguntas, como preguntándole a los personajes. Es memorable el reclamo al papá del hijo pródigo al preguntarle qué opinaba su mujer. - ¿Dónde está tu esposa? Yo creo que no le preguntaste ni siquiera lo de la herencia. Seguro que estaba furiosa

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porque eres un consentidor. Y la duda por el silencio y la ausencia de la esposa de Noe en la foto de la borrachera del arca. - Seguro que a ella le tocó pescar los mosquitos para meterlos en el arca. -¿Dónde están en el evangelio las esposas de esos apóstoles que dejaron todo y siguieron a Jesús? ¡Qué frescura! Seguro que ellos ni siquiera pensaron qué comerían sus hijos al día siguiente. ¡Total para que después ni siquiera salgan sus nombres como las que ayudaron en esos tiempos…! Nos hacía reír pero sobre todo pensar. Aquel evangelio donde les pagaban igual a todos provocó un alboroto entre los que pensaban que era una injusticia y los revolucionarios. Ella esperó oír a todos y al final sólo nos dijo: si yo estuviera en la cola al final me caería muy bien el patrón. Los que están molestos seguro son de los que están primero. Y creo que Jesús también está al final de la cola siempre. La mejor fue sin duda la protesta cuando leyó que la suegra de Pedro sólo se curó y se puso a servirles la cena. - ¡Caramba! ¿A nadie se le había ocurrido hacer la cena? En la memoria de la comunidad eclesial se guarda su último diálogo, cuando estaba ya casi agónica. Con tristeza, dijo bajito: -¿Ya viste? no pude terminar de leer la biblia, no me la explicaste toda. -Pronto vas a saber más que todos… -¿Hasta que el Papa? – sonrió de lado, ella siempre tratando de arreglar el dolor, unas veces consolando, otras con humor…


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-Él casi no sabe nada... -¡Pero es el Papa! - Por eso es Papa. Así las cosas. Hace unas horas nos avisaron que Doña María ―ya no existe‖. Así nos dijo Don Rosalío al avisarnos de la Pascua de una de las parteras guatemaltecas que también hoy nos obligan a escribir este cuaderno. Ella, junto con el Gran Rosalío salvó realmente a su pueblo de la muerte. Sus vidas nos abrazaron hasta hacernos llorar. Ella, también, era obispa en su pueblo. Ella también quería aprender la biblia así, con el corazón de la vida ―de verdad‖. Nos lo debíamos desde el primer cuaderno, que no se pueden imaginar la vida que ha dado. Desde que lo publicamos hace dos años nos dimos cuenta que teníamos que escribir para las mujeres más libres que hay: las que luchan contra el patriarcado en la política, en la escuela, en la familia, en las asambleas ejidales, en la fiesta, en los ritos antiguos… pero que en las iglesias claudicamos de nuestro corazón feminista porque ―así lo quiere Dios‖. El dios del patriarcado, macho, varón y violento, con minúscula, que ha estado tapándonos los ojos y la boca a tantas mujeres. A la comunidad eclesial de base en la que participamos las mujeres del equipo Indignación, nos sacaron de la Iglesia del pueblo. Es una larga historia, pero al

final es esto: desde hace casi un año nos reunimos bajo el farol de la entrada del atrio de la iglesia. Mujeres y hombres, abuelas y abuelos, jóvenes universitarios y campesinos, semanalmente, como hace 20 años, seguimos leyendo la biblia y nos preguntamos cómo juntarla con la vida y cómo le haría Jesús en estos días que estamos viviendo. Más o menos así se nos fue metiendo en el corazón este libro. Horas y horas de reírnos y llorar en las sacristías de las capillas, miradas cruzadas de rabia y silencios hasta las lágrimas preparando viacrucis y gremios, lavando floreros y manteles. Con todo esto nació este segundo cuaderno. Somos católicas las tres mujeres que parimos este cuaderno y diferente de como pasa aquí en el pueblo, este cuaderno tuvo Partero: el más feminista de los curas, Raúl. Casi parece mujer, y estamos seguras que eso lo llena de orgullo y no de vergüenza como a tantos que amenazan porque ―parecen viejas‖. Con el abrazo de las mujeres luteranas, por fin lo escribimos. Como Rufina y Doña María hemos ido despertando y la verdad es que hoy nos sentimos muy raras en las celebraciones, muchos curas nos hacen sentir equivocadas. Entonces este cuaderno es para comadrear y tomar nota, para agarrar las palabras y soltarlas en donde nos quieran oír. Y en donde no, también.

Las comadres Indignadas Bety, Martha y Cristina Chablekal, Yucatán 8 de marzo de 2011 Nuestro primer Katún

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Instrucciones para comadrear la biblia ¿sin problema?

Ya no sabemos qué fue primero: ―la palabra o la vida‖ y es que a nosotras la propia vida nos llevó a la biblia pero la verdad es que también Su palabra nos llevó a conocer y a caminar las luchas de los pueblos y así, con la biblia en el sabucán, comenzamos a reunirnos y a andar un camino lleno de preguntas. Tuvimos mucha suerte, porque encontramos a compañeras y compañeros generosos que nos compartieron sus búsquedas. Adriana, por ejemplo, es una gran comadre, religiosa y cubana y tabasqueña. A ella la encontramos entre los plantíos de ―Plátano y Cacao‖ metida

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en esa apuesta fraterna que han sido las comunidades eclesiales de base. Las CEBs proponían un modo de leer la biblia desde las vidas de los pueblos, desde la pobreza y la exclusión y eso lo hacía junto con Javier Saravia y otros religiosos y religiosas que tanto recorrieron los caminos en los que se une la biblia con el corazón de los pueblos de latinoamérica. Ver-pensar-actuar significaba, sobre todo, unir la biblia y la vida y compartir la alegría de saber que Dios camina junto con las luchas de los pueblos y con la fidelidad, como dice Elsa Tamez, de leer la biblia desde la opresión, porque es un libro de esclavos.


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Era el mismo tiempo en el que los pobres eran lo primero en la iglesia, cuando las mujeres y los hombres de las comunidades eclesiales de base cocinaban, construían, celebraban juntos. Era el tiempo cuando jTatic, Pepe Llaguno, Lona y todos los obispos que estaban haciendo el Reino con los pobres escucharon el clamor de los pueblos, lo llevaron a las reuniones grandes que la iglesia católica tuvo en Puebla y Medellín y animaron las CEBs y empezaron a defender los derechos humanos en sus diócesis. Era un tiempo en que toda la Iglesia se llenó de entusiasmo al reconocer la buena noticia encarnada en los pueblos indígenas, tiempo que animaba la igualdad fraterna y valiente. Aunque después han llegado otros padres y obispos que le tienen miedo al Espíritu de libertad y fraternidad y quisieran regresar al tiempo de la ―gran autoridad‖, a las comunidades se nos quedó este modo de juntar la vida y la biblia y escucharnos entre todas y todos para aprender. Entonces la verdad es que no tenemos instrucciones para comadrear la biblia sin problemas porque de por sí lo nuestro es ver los problemas para resolverlos. Y uno de los problemas más grandes que tenemos es el machismo y la desigualdad y la discriminación hacia nosotras las mujeres. Y de por sí estamos acostumbradas a encontrar luz en la Biblia… ¡y resulta que encontramos unas ideas como que no nos ayudan mucho sino que nos perjudican a las mujeres! Y entonces nos damos cuenta que puro hombre escribió la biblia y que las mujeres estamos jodidas… ni modo, así lo dicen las comadres cuando leen y leen y vuelven a leer… Y terminan diciendo: mejor no les creemos.

Y nosotras pensamos: mejor lo entendemos, para poder cambiar las cosas. La biblia para aquí y la biblia para allá… Entonces estas instrucciones para comadrear son muy simples: no tenemos que ―salvar a la biblia‖, que es palabra escrita por un pueblo que buscaba a Dios, sí, pero es palabra escrita por hombres. Ahí encontraremos mucha luz pero de repente también encontraremos una forma de pensar machista y ni modo de decir que está bien o de tratar de ocultarlo o de componerlo o decir que no eso quiso decir. Vamos a sentir, como dice Elsa Tamez, la humedad del misterio. Para que no tengan miedo de sentirse unas herejes aquí les dejamos lo que el mismo Concilio de obispos dijo: "Por medio de la revelación, Dios quiso manifestarse a sí mismo y sus planes de salvar al hombre, para que el hombre se haga partícipe de los bienes Divinos, que superan totalmente la inteligencia humana" (Dei Verbum N°. 6). Así, antes que un catálogo de verdades, la Biblia es la manifestación de la gracia, del amor y de la misericordia de Dios para con nosotros (ver Dei Verbum N°. 2). Y Elsa Tamez, una comadre que ya estudió mucho escribió: ¿Qué es la Biblia? Para muchos de nosotros en América Latina la Biblia es un libro misterioso. Bueno y cruel a la vez. Puede promover la paz tanto como la violencia. En ella encontramos inmensidad y ausencia, como en nuestras realidades. Y no puede ser de otro modo. Pues la Biblia narra diversos mundos con sus tiempos, realidades como las nuestras, aunque complejas a nuestro entender y antiguas. En esos mundos bíblicos encontramos bellas utopías, así como textos de horror y nos

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topamos con un Dios misericordioso y justo, y a veces no tanto. Y eso es lo fascinante de la Biblia. Que la vida nuestra, igual de compleja y ambigua, se vea reflejada en ese libro. … Porque no toda la Biblia es lámpara ni toda la Biblia es oscuridad. Ni las lámparas se mantienen siempre como lámparas y la oscuridad como oscuridad. En la Biblia hay textos que siempre permanecen como lámparas, como por ejemplo Dios es amor, Dios defiende al pobre, y hay textos, los de horror, que difícilmente podrán alumbrar algo. ¿Qué hacemos con estos?, es la pregunta que a menudo surge por parte de cristianos que reconocemos a la Biblia como canon de palabra escrita. A veces no se hace nada. Se dejan allí como testimonio de la negatividad. Porque no puede ser “voluntad de Dios” que se mate a mujeres y se desate la violencia entre las tribus, como en Jueces (19-21), ni pueden ser voluntad de Dios los genocidios, debido a la resistencia del otro a someterse al Dios abanderado por los conquistadores. Así lo dice el Concilio: ―Habiendo, pues,

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hablado Dios en la Sagrada Escritura por medio de hombres y a la manera humana… hay que atender a "los géneros literarios", porque la verdad se propone y se expresa de una manera o de otra en los textos de diverso modo: históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el escritor en cada circunstancia, según la condición de su tiempo y de su cultura… hay que atender cuidadosamente tanto a las acostumbradas formas nativas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del escritor bíblico, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo entre las personas. (D.V. 12)

¿Ven? No solo nosotras andamos releyendo la biblia. Y aunque nos da tentación dar un instructivo para leerla, eso será para otro día, hoy solo queríamos animarlas a leer sin miedo, Dios está de nuestra parte. Las ―Comadreadas‖ con libro o con cuaderno pueden parecer un poco raras, pero a las comadres que nos reunimos cada martes nos parecen cheverísimas. Nuestras biblias están ajadas de tanto leerlas y revisarlas e ir de ―aquí pa‘allá‖ entre el antiguo y el


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nuevo testamento. La de doña Tina además está gordísima porque se empapó cuando vino el huracán y después con muchísimo cuidado la secó y le quedó rebién. Este cuaderno es para poder llevarlo en la tarde en tu sabucán a la escarpa de la vecina y ponerse a conversar juntas. Claro, también lo puedes leer sola en tu casa, ya que hayas hecho toooooodo tu trabajo y te dejen en paz. Total que cuando te juntes puedes sacar el tema y empezar a comadrear. Entonces en eso del comadreo no hay un solo modo. Puede que lo hagamos como dice Cortázar, un escritor muy querido de nosotras, en Rayuela, su libro que tiene el nombre que en Argentina le dan a la chácara: todo de corrido o salteando… Nosotras ordenamos los capítulos pensando en el orden que puede servir si lo leemos constante de uno en uno, pero también sirve si lo lees cuando tengas que explicar algo parecido a lo que contamos. En el primer capítulo no se salva nadie, ¡ni nosotras! Escogimos lo que nos parece que está más metido en nuestro pensamiento y corazón. Es lo que tenemos del patriarcado en nuestras ideas y que nos sale automáticamente, sin pensar, que si ―las mujeres somos siempre las culpables‖, bueno, todas esas cosas. En el capítulo dos están algunas mujeres diferentes que vivieron antes de Jesús; algunas mujeres que a pesar del machismo patriarcal, a pesar de todo, sobresalieron por valientes y sobresalieron tanto que sus historias se recordaron y no pudieron borrarse de la biblia. En el capítulo 3 están las mujeres que se sumaron al movimiento de Jesús y las mujeres de las primeras comunidades antes de que se formara la iglesia. Son las que con todo en contra y en medio

de la persecución, creyeron y empezaron a reunirse y a poner todo en común. Y por último, en el capítulo cuatro, reunimos a algunas mujeres que en nuestro tiempo nos siguen mostrando el camino de la solidaridad y la ternura. Sus vidas y sus historias también nos inspiran a luchar por la igualdad y nos revelan a Dios, así como nos dijo Jesús que nos iba a seguir revelando mucho más cuando él ya no estuviera: Tengo mucho que decirles, pero ahora no podrían entenderlo. Cuando venga el Espíritu Santo, él les dirá lo que es la verdad y los guiará para que siempre vivan en la verdad. (Jn, 16, 12) ¡Ah! Pero no olviden, Rayuela o chácara circular, que algunas de estas historias de las mujeres de nuestros tiempos están también en el primer cuaderno para comadrear. Las preguntas después de las historias son una propuesta para buscar por qué pasan las cosas. Las personas somos como somos por todo lo que se vive alrededor, la historia, la educación, la vida y costumbre del pueblo, las ideas que nos meten en la iglesia, la tele y hasta las comadres… No es cosa de personas buenas y malas ni de vidas ejemplares. Raúl escribió las anotaciones bíblicas y nosotras escribimos, elegimos y compusimos otras que están en nuestra memoria. Las versiones de la biblia son en versión popular y otras las narró Raúl pues están en muchos capítulos. ¿Qué más? Les preguntamos a hermanas de sangre y de comunidad algunas cosas para probar, o sea, este cuaderno está probado, no aprobado. Ojalá y les guste porque a nosotras nos encantó hacerlo.

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Capítulo 1

¿Santa Palabra? 1.- Eva, la culpable

¿Y si empezamos cantando? ¡Nos encanta! Usted es la culpable De todas mis angustias, y todos mis quebrantos usted llenó mi vida de dulces inquietudes, y amargos desencantos Su amor es como un grito que llevo aquí en mi alma y aquí en mi corazón Y soy aunque no quiera esclavo de sus ojos, juguete de su amor No juegue con mis penas, ni con mis sentimientos que es lo único que tengo usted es mi esperanza, mi última esperanza comprenda de una vez Usted me desespera me mata, me enloquece y hasta la vida diera por vencer el miedo de besarla a usted

Comadreo: En el fondo él y también yo sentíamos que la culpa era mía. En la sala de espera del doctor, mientras la atendían, pensaba ¿qué hice mal?. Trabajar fuera de la casa era una necesidad, se necesitaba el sueldo; cuando iba a la iglesia a la Legión de María pensaba que todo eso serviría de aliento a nuestra familia. Ahora ya dejé de trabajar fuera de la casa. Él nunca me reclamó, pero ambos nos sentíamos mal. La comadre que viene a la iglesia me hizo notar que más culpa sentimos porque somos mujeres, que nadie pensaría que él es culpable por trabajar fue-

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ra de la casa y entonces me acordé de mi mamá: ¡cuánta culpa sentía por no ir a atender a su mamá! Y cuando iba a ver a su mamá ¡Cómo se sentía culpable por no haberse quedado en la casa a servirle la comida a mi papá! ¡Aunque llegara bien borracho! Sus únicas salidas eran a la iglesia, le gustaba ir a ayudar ¡pero esas dos horas que estaba en la iglesia se sentía mal por no estar en la casa! ¿Pasa así entre nosotras? Y si pasa ¿por qué?

Santa Palabra Gn. 3, 1-24 La serpiente era la más abusada de todos los animales creados por Dios. Ella habló a Eva y le dijo: "¿Te dijo Dios que no comas de ningún árbol del jardín?‖ La mujer le contestó: "Podemos tomar y comer los frutos de todos los árboles del jardín. Sólo del árbol que está en medio nos ha dicho Dios: ¡No toquen ni coman sus frutos pues sin lo hacen se mueren!‖ Entonces la serpiente dijo a la mujer: "De ningún modo; no se van a morir si comen de él. Dios sabe perfectamente que apenas se los coman, se les abrirán los ojos y van a saber todo. Serán como dioses capaces de distinguir entre el bien y el mal‖. Entonces a Eva le dieron muchas ganas de comer del árbol. Era hermoso y le atraía la posibilidad de alcanzar el conocimiento. Por eso alargó la mano hacia los frutos, tomó uno y comió; y después dio al hombre y él también comió. Entonces se les abrieron los ojos, y se asustaron pues se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces to-

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maron unas hojas de higuera y tejieron con ellas unos vestidos, y se los pusieron. Al atardecer oyeron la voz de Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del día. El hombre y la mujer se escondieron entre los árboles pues tenían miedo de encontrarse con Dios. Entonces Dios llamó al hombre y le dijo. "Adán, ¿dónde estás?" Adán respondió: "Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí." Pero Dios le respondió: "¿Quién te ha hecho ver que estás desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te prohibí comer?" Adán comenzó a excusarse diciendo: "La mujer que me diste por compañera me ofreció de los frutos y comí‖. Entonces dijo Dios a la mujer: "¿Por qué has hecho esto?‖ La mujer respondió: "La serpiente me sedujo, y comí". Y entonces Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto serás maldita entre todos los animales de la tierra. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás tierra toda tu vida. La mujer y tú seréis enemigas". Y a la mujer Dios le dijo: "Traerás a los hijos al mundo con dolor y siempre estarás unida a tu marido". Y al hombre le dijo: "Por haber hecho caso de las palabras de tu mujer y haber comido del árbol que te prohibí comer, por tu causa será maldita la tierra. Te alimentarás de ella toda tu vida, sufriendo fatiga y dificultades. Cuando comas tu pan, has de saber que deberás trabajar con preocupación y sudores para conseguirlo, hasta que tú mismo vuelvas a la tierra. Pues tú eres tierra y hecho de tierra, y volverás a ser tierra". Y Dios, el Señor, les hizo vestidos de pieles y los vistió. Luego dijo: "¿No es ya el hombre como Dios? Él sabe


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ahora lo que es el bien y el mal. ¡Que no vuelva a hacer el mal, ni alargue su mano al árbol de la Vida para comer de sus frutos!" Entonces Dios, lo arrojó del jardín de Edén y mandó a ángeles con espadas de fuego a la parte oriental del jardín, para que lo custodiasen y cerrasen el paso hacia el árbol de la vida.

Fíjate en esto: Los pueblos comunican sus ideas y valores fundamentales a través de relatos mitológicos. Estos relatos, en su lenguaje primitivo, nos transmiten los valores o contravalores que alimentan una cultura. Así, por ejemplo, el relato del Popol Vuj que representa el cielo como un descanso fresco debajo de una Ceiba, dice mucho de quiénes son los mayas de hoy y su anhelo de armonía y tranquilidad. En la Biblia, como en todas las culturas, los relatos del origen del mundo no son relatos históricos, sino simbólicos. Son narraciones inventadas por los autores, no registro de acontecimientos realmente sucedidos. No cuentan cómo sucedieron las cosas, sino que muestran cómo deberían ser. Son más proyectos de futuro que recuerdos del pasado. La manera como se cuentan estos relatos, sin embargo, está fuertemente arraigada en el sistema patriarcal, que ve a las mujeres como inferiores o dependientes del varón. Hay dos relatos relatos de la creación en la Biblia. Sin embargo, la imagen de Eva saliendo de la costilla de Adán es tan poderosa, que ha quedado grabada en la conciencia de muchas generaciones. La imagen de la costilla deja una impresión de dependencia de la mujer hacia el varón que ha teni-

do muchas consecuencias en la consolidación de la desigualdad de género. Muchos textos de la Biblia reproducen un sistema de pensamiento que culpabiliza a la mujer. Como sucede hasta nuestros días, la mujer resulta la responsable de todos los males, incluso aquellos de los que ella misma es víctima. Si la violan, es que ella se vestía provocativamente; si su marido le pega, es que ella no cumplía con sus deberes de esposa; si los hijos tuercen el camino, es que ella no supo educarlos ni darles ejemplos. La culpable resulta ser siempre la mujer. Hay muchos textos de la Biblia que siguen este esquema de pensamiento y hay que leerlos críticamente, porque a veces no es tan sencillo descubrir en medio de estas palabras machistas, la Palabra liberadora de Dios. Este relato, conocido como el relato de la caída, presenta el drama del buen o mal uso de la libertad por parte de los seres humanos. Las responsabilidades, sin embargo, son desiguales, porque Adán aparece sin reconocer culpa ninguna y echándole toda la responsabilidad a la mujer. Este relato repite el estereotipo que aparece también en otras partes de la Biblia: la mujer suele tener malas iniciativas, la influencia que ejerce sobre el varón casi siempre es para su mal, al final siempre podremos cargarla con la culpa de todo. El relato explica el origen divino de la dependencia de la mujer hacia el varón: es resultado de la culpa de la mujer y del castigo de Dios. De esta manera, se justifica y se sacraliza el dominio masculino sobre las mujeres.

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2.– Nuestro lugar en la Iglesia

El cura de mi pueblo me molesta mucho. ¡No quiere que las niñas sean acólitas! ¡No quiere que las mujeres leamos! Sólo lo acepta cuando no hay hombres y entonces, pues ni remedio, que sea una mujer. ¡Y no aceptó que el jueves santo participáramos las mujeres en el lavatorio de pies! ¡Que no, que puro hombre! Maare, ya ni le hablo de mi amiga monja que quiere ser ordenada. ¡Pero bien que quiere que lavemos los manteles de la iglesia y la limpiemos! Lo peor fue cuando en una homilía que estaba diciendo que a las mujeres nos pegan porque no nos comportamos, vio los ojos desorbitados de las feministas de la banca No. 3 y trató de componerlo diciendo que todas las mujeres éramos muy bienvenidas y teníamos un lugar en la iglesia. ¿Bienvenidas? Le salió peor, ahora resulta que no somos la Iglesia sino unas pobres invitadas. ¡Cuántas barbaridades dichas de ge-

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neración en generación! Porque cosas como éstas también se encuentran en la Biblia, y no sólo en el Antiguo Testamento, sino hasta en las cartas de san Pablo. ¡Y eso es lo que los curas usan más para humillar y hacer de lado a las mujeres de las iglesias! Lo hemos oído de curas, de obispos, de papas y por desgracia también de monjas, de rezadoras, sacristanas y catequistas. ¿Pasa así? Y si pasa ¿por qué?

Santa Palabra 1 Corintios 14, 34 Como es costumbre en nuestras iglesias, no se debe permitir que las mujeres hablen en las reuniones. La ley de Moisés dice que las mujeres deben aprender en silencio. Si quieren saber algo, que les pregunten a sus esposos cuando ya estén


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en su casa. Se ve mal que la mujer hable en la iglesia. 1Tim, 2,7 Dios me envió a dar esta buena noticia a los que no son judíos. Debo enseñarles la verdad y lo que significa confiar en Dios. ¡Les aseguro que no estoy mintiendo, sino que digo la verdad! Deseo que en todas partes la gente deje de discutir y de enojarse, y que en vez de eso sean buenos cristianos y oren. También deseo que las mujeres se vistan con decencia, sencillez y modestia. Que no llamen la atención con peinados exagerados ni poniéndose ropa muy cara, ni que usen costosas joyas de oro o adornos de perlas. Al contrario, la gente debe admirarlas por las buenas cosas que hagan, como se espera de las mujeres que aman y respetan a Dios. Quiero que las mujeres escuchen con respeto y en silencio lo que se les enseñe. Y no permito que las mujeres enseñen en las reuniones de la iglesia, ni que les den órdenes a los hombres. Porque Dios creó primero a Adán, y después a Eva. Además, Adán no fue el engañado por Satanás, sino Eva. Y cuando Eva fue engañada, pecó. Sin embargo, las mujeres se salvarán si tienen hijos, si confían en Jesucristo, y si aman a los demás y viven con modestia y santidad.

Fíjate en esto: La actitud de Jesús, tan libre y tan igualitario en su trato con las mujeres, escandalizó en su tiempo. Pero no sólo

escandalizó a los escribas y fariseos, sino también a sus propios discípulos. Cuando Jesús murió, sus discípulos comenzaron a echar marcha atrás en la igualdad de las mujeres conforme pasaba el tiempo. Y eso puede notarse en el mismo texto de 1Cor que acabamos de leer: san Pablo dice que las mujeres no deben hablar en las reuniones de la iglesia, pero lo dice, curiosamente, después de que acaba de afirmar en su misma carta, apenas unos capítulos antes, al recomendar el uso del velo para las mujeres: ―Todo hombre que ore o profetice con la cabeza cubierta, hace un deshonor a su cabeza. Al revés, toda mujer que ore o profetice con la cabeza cubierta, le hace una afrenta a su cabeza…‖ ¡Luego entonces, las mujeres sí oraban en voz alta, profetizaban, instruían, decían palabras de sabiduría en las asambleas! Es san Pablo quien, en su afán de corregir desórdenes en las asambleas, retrocede al pensamiento machista de los judíos. Al hacerlo, san Pablo se olvida del mensaje de igualdad que queda bien expresado en otro texto suyo: ―Ya no hay judío ni griego, libre ni esclavo, hombre ni mujer: todos ustedes son lo mismo en Cristo Jesús‖ (Gal 3,28) Las cartas del Nuevo Testamento son testimonio de que en el movimiento de Jesús después de su muerte hubo grandes discusiones acerca del papel de la mujer. Para consolidar la institución que venía naciendo, y para hacer que las iglesias fueran más aceptadas por sus contemporáneos, se fue abandonando paulatinamente la memoria de que Jesús, con su palabra y su ejemplo, había proclamado la igualdad entre mujeres y varones.

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3. Los deberes conyugales… según Pedro y Pablo

Comadreo: El deber conyugal. Hasta hace poco tiempo una mujer no podía acusar a su marido de haberla violado. Mi abuelita decía que si el marido quiere, tienes que cumplir con tu deber conyugal, así que aunque no quieras, tienes que aceptarlo. Hoy ya cambió esa ley, porque una relación sexual tiene que tener siempre el consentimiento de las personas, no la obligación del matrimonio, pero todavía hay leyes en este país que permiten a los esposos salir de la cárcel si la mujer lo perdona después de haber sido golpeada y violada, lo que no puede pasar si lo hace con otra persona. ¿Ves la trampa? Si eres la esposa tiene un poco de derecho de hacerlo… Y claro que mi abuelita también me decía que una buena mujer tiene que hacerse indispensable para el marido, atenderlo, no llevarle la contra y todos nos dicen: calladita te ves más bonita. Y lo peor fue leer aquella noticia del periódico: marido le pega a su mujer ―sin motivo aparente‖.

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Como don Inocencio que nos dijo después de un taller de derechos humanos ―ya aprendí que no le debo de pegar a mi mujer… sin motivo‖. Y la mujer que en el Ministerio Público, llorando al poner su denuncia, decía: sí, me pegó, pero si no hice nada… ¿Pasa así? ¿A quién le ha pasado algo así? ¿Por qué pasa así?

Santa Palabra 1 Corintios 11 2 Los felicito, porque ustedes siempre se acuerdan de mí y obedecen mis enseñanzas. Ahora quiero que sepan esto: Cristo tiene autoridad sobre todo hombre, el hombre tiene autoridad sobre su esposa, y Dios tiene autoridad sobre Cristo. Si el hombre ora a Dios o habla en su nombre con la cabeza cubierta, no le da a Cristo la honra que merece. Y si la mujer ora a Dios o habla en su nombre sin cubrirse la cabeza, le falta el respeto a su esposo. Es lo mismo que si se afeitara la cabeza. Si la mujer no


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quiere cubrirse la cabeza, entonces que se la afeite. Pero si le da vergüenza afeitársela, entonces que se la cubra. El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues fue hecho parecido a Dios y refleja su grandeza. La mujer, por su parte, refleja la grandeza del hombre. Porque Dios no sacó de la mujer al hombre, sino que del hombre sacó a la mujer. Y no creó Dios al hombre para la mujer, sino a la mujer para el hombre. Por eso la mujer debe cubrirse la cabeza: para mostrar su respeto por la autoridad del hombre, y también su respeto por los ángeles. 1 Pedro, 3, 1 Ustedes, las esposas, deben obedecer a sus esposos en todo. De esa manera, si ellos no creen en el mensaje de la buena noticia, el comportamiento de ustedes podrá convencerlos. No tendrán que decirles nada, porque ellos verán que ustedes son honestas y que honran a Dios. No piensen ustedes que los peinados exagerados, las joyas de oro y los vestidos lujosos las hacen más bellas. Su belleza no depende de las apariencias, sino de lo que hay en su corazón. Así que sean ustedes personas tranquilas y amables. Esta belleza nunca desaparece, y es muy valiosa delante de Dios. Así eran algunas mujeres en el pasado, que confiaban en Dios y obedecían a sus esposos. Así fue Sara, pues obedecía a Abraham y lo llamaba "señor". Si ustedes hacen el bien y no tienen miedo de nada, serán como ella. En cuanto a ustedes, los esposos, sean comprensivos con sus esposas, reconociendo que ellas no tienen la fuerza de ustedes, y que también a ellas Dios les ha prometido la vida eterna. Si ustedes lo hacen así, Dios escuchará sus oraciones.

Fíjate en esto: Estos textos son otro testimonio del retroceso que se fue dando con el tiempo. Derechos que la mujer ejercitaba en un inicio, derivados de la igualdad anunciada en el evangelio, fueron cayendo en desuso conforme las iglesias cristianas fueron institucionalizándose y se comenzó a repetir el esquema de organización propia del judaísmo: ya no las iglesias domésticas e igualitarias, sino organizaciones cada vez más estructuradas, con una distribución de funciones que excluía a las mujeres. Ante estos casos muchas mujeres han aplicado lo que se llama ‗deconstruir‘ o ‗disentir‘ del texto. La igualdad del varón y la mujer, tan abiertamente proclamada en otros textos del mismo san Pablo y en el conjunto del evangelio, debe servir de criterio para juzgar estas deformaciones que el tiempo fue introduciendo en la práctica de las comunidades. Como se empezó a sentir la necesidad de mantener unidas a las comunidades en torno a una autoridad fortalecida, se tomó como modelo la familia patriarcal y jerarquizada y se trasladó al interior de la comunidad cristiana los deberes recíprocos de los miembros de una familia jerárquicamente establecida. Así, se fue imponiendo en las comunidades una lista de deberes de cada miembro, en un orden que privilegia la obediencia de las mujeres a los maridos, de los esclavos a los amos, de los jóvenes a los ancianos. Se va estableciendo así una subordinación de algunos miembros de las comunidades a otros que tienen mayor jerarquía y a quienes se debe respeto y obediencia. De iglesias domésticas, igualitarias y fraternas, se fue pasando a una estructura jerarquizada que privilegia el orden y la unidad.

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4.- Agar es La Otra Comadreo: ¡Qué escándalo fue en el pueblo cuando Carolina, la coordinadora de la catequesis, un cascabel de muchacha alegre y muy querida, salió embarazada! ¡Cómo hablaron mal de ella! ¡Cómo la desbarataron! ¡Cómo la abandonaron sus amigas y cómo la condenaron todos! Pero nadie sabía que el hijo era del sacerdote. Al poco tiempo al padre lo cambiaron de parroquia. Las autoridades de la iglesia tenían que salvar al padre de las habladurías, salvarlo de ―esa mujer‖… aunque a ella la condenaran a cargar sola con la responsabilidad. Ella se quedó en el pueblo, en casa de sus papás, pero sola. Trabaja para mantener al niño. Dicen que el padre a veces, pero sólo a veces, le manda algún regalo para el niño. Esta historia también nos recuerda que muchas creaturas han quedado abandonadas por la irresponsabilidad de los papás. Algunas mujeres quedan embarazadas de hombres casados que después de la aventura se van sin

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ninguna responsabilidad y nosotras nos convertimos en La Otra. Y ¡qué dura es la vida así! Y lo peor es que muchas veces por salvar a ―una familia‖ condenan a ―otra‖ familia. Y las niñas o los niños de ―La Otra‖ cargan siempre condenas: ―hijos naturales‖, ―bastardos‖, ―Hijos de puta‖, ―malnacidos‖ Y lo peor: para esa mujer ¡qué difícil tener una relación de amor con otro hombre! Muchas veces quedan solas y otros hombres las buscan sólo como objetos. ¿Pasa así? ¿Qué historias como ésta conocemos? ¿Por qué pasa así?

Santa Palabra Historia de Agar según los capítulos 16 al 21 del Génesis Abrahán ha recibido de Dios una doble promesa: Dios hará de él un gran pueblo, dándole numerosa descendencia, y le dará una tierra donde ese


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pueblo pueda vivir. Pero Abrahán y su esposa Sara son ya bastante mayores de edad y Sara es estéril. Abrahán espera que la promesa de Dios se cumpla cuando tenga un hijo varón, pero eso parece casi imposible. Para poder tener descendencia, Sara entrega a Abrahán una esclava que tenía, de nombre Agar, pidiéndole a Abrahán que tuviera con ella un hijo, de manera que Sara pudiera adoptarlo según las costumbres del tiempo. Cuando Agar queda embarazada, comenzó a burlarse de su ama. Sara, después de acusarla con Abrahán, comenzó a castigarla, de manera que Agar huyó de la casa. Sólo un ángel que se le apareció logró que Agar regresara a casa de Sara, donde finalmente dio a luz a su hijo Ismael. Pero Dios no hará su pacto con Ismael,

sino que concederá a Sara, ya en su vejez, tener un hijo. Un día, Dios visita a Abrahán, le renueva su promesa y le advierte que en menos de un año Sara tendría un hijo. Es así como Sara dio a luz a Isaac, el hijo de la promesa. Un día que los dos niños estaban juntos, Ismael se burló de Isaac. Sara entonces pidió a Abrahán que echara a la calle a Agar, junto con su hijo. Y aunque Abrahán no quería, porque Ismael era su hijo, Dios también se lo ordenó, y Abrahán echó a la calle a Agar y a su hijo, quienes después de gastar los víveres que les dieron, estaban ya listos para morir. Pero Dios escuchó desde el cielo el llanto del niño y lo rescató junto con su mamá, regalándole a él también la bendición de ser padre de un gran pueblo. Agar e Ismael no volvieron nunca a la casa paterna.

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Fíjate en esto: En los capítulos del 12 al 50 del libro del Génesis, se han guardado algunos de los más antiguos orígenes legendarios del pueblo de Israel. Se cuenta en ellos la historia de Abrahán, el fundador del pueblo judío, y de sus hijos Isaac, Jacob y José. Las historias están relatadas para que los judíos de todos los tiempos descubran la elección que Dios hizo de Israel como su pueblo y sepan cómo fue que la bendición que Dios dio a Abrahán pasó, a través de sus descendientes, hasta alcanzar a todo el pueblo. Las historias relatadas en esta sección y conocidas como ―historia patriarcal‖, siguen el esquema de pensamiento semítico antiguo: las mujeres son siempre secundarias, la bendición se transmite solamente a través de los varones, la gloria mayor de una mujer es dar a luz un hijo varón y su deshonra mayor es ser estéril. Es vano tratar de encontrar en estos relatos legendarios modelos de conducta que se adapten a nuestros tiempos; encontraremos en ellos poligamia (29,1531), incestos (19,30-38), violaciones (34 1-31) uso del engaño (27,1-40) venganzas familiares (27,41-46), todo ello en el marco de una bendición de Dios que debe traspasarse de generación en generación. En los relatos bíblicos, la honra mayor de la mujer era tener hijos varones. Era casi la única cosa por la cual era valorada positivamente. El varón primogénito era el continuador de la línea paterna y heredero universal de los bienes. La esterilidad era, pues,

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una maldición que avergonzaba a las mujeres que la sufrían y las sometía a la burla pública. ―Agar es una mujer doblemente oprimida. Oprimida, como Sara su ama, por ser mujer; y oprimida por Sara en una situación típica de los oprimidos que a su vez tienen poder sobre otras personas. Tanto Abrahán como Sara disponen libremente de Agar como reproductora. Los sentimientos de Agar no cuentan. Cuando Agar huye de una situación que se le hace intolerable, el ángel de Dios la hace volver (una especie de inversión de la temática del Éxodo). Es más importante el hijo (varón) en su seno que su sufrimiento. Dios también parece ver a Agar meramente como reproductora para Abrahán, sujeta a los caprichos de sus opresores. Sin embargo, parir un primogénito para Abrahán no le otorga a ella ningún derecho: al final de su historia la abandona, expulsada al desierto, rechazada ella y su linaje de la bendición que vendrá por la revelación de Dios a la descendencia de Sara, que Dios ha escogido para sus propósitos‖ BYLER Dionisio, Patriarcado y feminismo en perspectiva cristiana.


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5. Rebeca la Mamich Comadreo: ¡Y todavía hay quien dice que en realidad las mujeres mandamos! Sí, mandamos ¡pero en la cocina! Dicen de nosotras que mandamos porque manejamos a los políticos o porque en la casa finalmente se hace lo que nosotras decimos. A lo largo de la historia nos han acusado de brujas, de embaucadoras, de enredadoras cuando buscamos maneras para intervenir en la realidad. La cosa es que cuando intentamos hacerlo, aunque se supone que nosotras no debemos decidir nada, a veces lo hacemos para mantener las cosas como están, para sostener el patriarcado, y pocas veces para transformarlo, superarlo o detenerlo. Pienso en nuestra amiga que, al saber que su hijo estaba en graves problemas de drogas y de deudas conseguía dinero para dárselo al hijo ―para que no se entere el papá, pues se pondría furioso y creo que lo mataría‖. ¿Cómo enfrentar al hijo y al papá? Sí, también las mujeres sostenemos el patriarcado, pero no como tratan de decir algunos que ―nos tenemos la cul-

pa hasta del machismo‖. No. Para nosotras lo importante es ver la realidad y cómo, hombres y mujeres, la sostenemos o la transformamos y no ocultar la realidad diciendo que las mujeres mandamos, sí, pero en la cocina… ¿Pasa así? ¿Por qué? ¿Conoces alguna historia parecida?

Santa Palabra: Relato de Esaú, Jacob y las lentejas tomado de los capítulos 25 al 27 del Génesis, en versión popular Isaac y Rebeca tuvieron dos hijos gemelos, a los que llamaron Esaú y Jacob. Isaac tenía predilección por Esaú, porque era un buen cazador y se encargaba de llevar el alimento. Jacob era el preferido de Rebeca, pues era tranquilo y amante del hogar. Un día, mientras Esaú estaba cazando, Jacob preparó unas deliciosas lentejas. Esaú volvió muerto de hambre y le dijo a su hermano: "Dame un poco de esas lentejas". Jacob le contestó:

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"Puedes comer un poco de mi plato si me dejas que yo sea el primogénito en tu lugar". Esaú accedió y así vendió su primogenitura a su hermano por un plato de lentejas . Esaú se casó con dos mujeres de la tierra de Canaán, lo que puso muy tristes a Isaac y Rebeca. Cuando Isaac se hizo viejo y sus ojos ya no podían ver, llamó a Esaú y le dijo que fuera a buscar algo de caza, y lo guisara como a él le gustaba. Después le daría la bendición. Rebeca oyó la conversación y corrió a preparar todo para que la bendición se la diera a Jacob. Así, Jacob engañó a Isaac y recibió la bendición de su padre.

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Fíjate en esto: En los textos patriarcales se refleja una sociedad en la que las mujeres existían solamente en función de los hombres. Cuando ellas transgreden su papel, lo hacen para fortalecer a uno de los varones en pugna. Rebeca es considerada por los judíos como una gran mujer porque favoreció a la estirpe de Jacob, de la que viene el pueblo judío. Este relato también nos muestra que en ese tiempo la mujer no era libre de escoger a su pareja, sino que era seleccionada para ser entregada a un varón. Su voluntad no contaba para nada en los asuntos del matrimonio. Aunque hay en la Biblia algunos relatos en los que el que se va a casar se enamora de la muchacha, como en el caso de Jacob y Raquel, la decisión recae siempre en los varones, sobre todo en el papá, nunca en la muchacha.


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6. Tamar o la insoportable idea de no ser madre

Comadreo: ―Una mujer no está completa sin hijos. No está realizada plenamente si no es madre‖. Así nos ven a las mujeres y la verdad es que hasta nosotras llegamos a creérnoslo. Y es sublime la maternidad, dicen. ¿Y la paternidad? ¿Por qué la paternidad no es sublime ni romántica ni se idealiza de la misma manera? Hace unos pocos años, cuando el Papa Juan Pablo II publicó un documento ―sobre la colaboración de los hombres y las mujeres en la iglesia y en el mundo‖, lo leí con mucho cuidado. Al final me puse muy triste porque las mujeres éramos valiosas, sí, muy valiosas, pero sólo como madres. Eso no me importaría si también hablara de lo importante que son los hombres como papás, pero no. No así dijo el Papa. No así dicen los abuelos ni las abuelas. No así dicen las ideas que nos han hecho

pensar que nuestra mayor y quizá única realización está en ser mamás y las que no son mamás tienen que sentirse siempre avergonzadas, incompletas como si no se hubiesen realizado plenamente. ―Para el Papa sólo soy un útero‖ le dije a mi papá. Ninguna mención a nuestros trabajos, a nuestras ideas.

Santa Palabra: Historia de Tamar como se cuenta en el capítulo 38 del Génesis Judá era uno de los doce hijos que tuvo Jacob. Cuando Judá creció, se casó con Sué y tuvo tres hijos varones: Er, Onán y Sela. Judá le escogió a su primogénito Er una muchacha llamada Tamar para que se casara con ella. Er se casó con Tamar, pero murió muy joven, antes de que pudiera tener hijos con ella. Siguiendo la ley del levirato,

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Judá le dijo a su segundo hijo, Onán: ―Toma a la esposa de tu hermano y cumple con ella tu deber de cuñado‖. Pero como Onán sabía que el hijo que engendraría con Tamar no sería considerado de él, sino de su hermano difunto, tuvo relaciones con Tamar pero antes de terminar se salía y eyaculaba en tierra, para no embarazarla. Después que Onán murió, Judá le dijo a Tamar que se fuera como viuda a casa de sus papás, hasta que Sela fuera lo suficientemente mayor. Pero éste era sólo un pretexto: lo que pasaba, era que Judá tenía miedo de que Sela terminara muerto como sus hermanos. Así que nunca cumplió su promesa ni volvió a interesarse en su nuera viuda. Tamar se dio cuenta de que Judá no quería cumplir con su promesa, porque Sela creció y no le mandó que se acostase con su cuñada. Cuando la esposa de Judá murió, éste salió un día a visitar los campos. Alguien se lo comentó a Tamar que, enseguida, se quitó las ropas de viuda y se vistió cubriéndose todo el rostro con un velo, como lo hacían las prostitutas en aquella región. Se sentó en el entronque del camino por el que Judá tenía que pasar. Cuando Judá llegó a ese lugar le solicitó a Tamar sus servicios sexuales, pensando que era prostituta. Tamar aceptó la oferta pero le pidió un pago. Judá le ofreció un cabrito, pero como no lo tenía a mano, Tamar aprovechó y le pidió en prenda su anillo y su bastón. Judá aceptó y tuvo relaciones son su nuera, sin saber que era ella. Cuando al día siguiente Judá envió a

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un siervo para pagar la deuda, no encontraron a ninguna prostituta. Judá hizo constar públicamente su intención de saldar su deuda y ya no le dio mayor importancia al asunto. Tres meses después, le avisaron a Judá que su nuera Tamar se había prostituido y que estaba embarazada. Furioso, Judá ordenó que se cumpliera la ley y que Tamar fuera quemada viva. Pero mientras era conducida al castigo, Tamar reveló quién había sido el que la dejó embarazada: mostró el anillo y el bastón que Judá le dejó en prenda. Judá tuvo que reconocer que había querido aplicarle a Tamar una ley, la pena de muerte a las infieles, sin haber él estado dispuesto a cumplir con otra ley, la de ordenar a su último hijo que se acostara con su cuñada. Judá terminó reconociendo: ―Tamar ha sido mejor que yo, puesto que yo no le había dado a mi hijo Sela‖. Y ya no tuvieron más relaciones. Tamar tuvo dos hijos gemelos: Fares y Zaraj. Fíjate en esto: En el antiguo Israel, la honra mayor de un varón era dejar descendencia. Cuando un hombre moría sin haber tenido hijos, era considerado una desgracia. Por eso se había establecido una costumbre que se llamaba ―levirato‖ (la palabra ‗levir‘, en hebreo, quiere decir ‗cuñado‘). Esta costumbre funcionaba así: si un varón se casaba y se moría antes de que hubiera tenido hijos, el hermano debía tomar a la viuda como su esposa para tratar de engendrar con ella algún hijo. El hijo que naciera de esa unión era considerado hijo del difunto. De esta manera, se libraba al muerto de la deshonra.


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7. La mujer Sin Nombre Comadreo: Si trabajo muy duro, llegaré a ser alguien, mamá. Así me decía a cada rato, por eso estudiaba tanto. De la escuela se venía a la casa, apenas se almorzaba algo y se iba otra vez de vuelta al centro, porque trabajaba en una zapatería, allá en el centro. Todo lo que ganaba allí me lo daba. Los domingos me pedía dinero para irse a dar la vuelta y comprarse una soda o un elote en vaso nomás. A veces le gustaba ir a fiestas o los bailes, como a todas las muchachas de su edad: divertirse pues. También le gustaba poner las canciones de Selena en su grabadora y allí estaba ella, cante y cante esas canciones. Me acuerdo qué triste se puso cuando vio en las noticias que habían matado a Selena. Natalia regresaba diario a las ocho de la noche. El día que se perdió, el día que ya no regre-

só a la casa, cuando dieron las diez, le dije a mi esposo que ya estaba preocupada por m‘hija, porque ella nunca se dilataba tanto. Ya más tarde me entró la angustia, una desesperación enorme. ¿Qué le habrá pasado, Dios mío? ¿Dónde andará? Fuimos a la policía, pero nos dijeron que, para levantar una denuncia por desaparición, tienen que haber pasado 48 horas. Así que luego luego nos pusimos a buscarla por todas partes, su papá, sus hermanos y yo. Fuimos a la zapatería para preguntarle a la gente que trabajaba allí si sabían algo de Natalia. Pos nada. Fuimos a los hospitales, a la Cruz Roja; y nada. Con sus amigas de la escuela, con los maestros, y nada. Nadie había visto nada; nadie sabía nada. Nada de nada. Hasta organizamos caminatas por el desierto para buscar su cuerpo. Y nada. Yo no podía dormir nomás pensando dónde andaría m‘hija, si estaría enferma, si se la habrían llevado, qué le habría pasado, por

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Cuaderno para Comadrear 2 qué no me llamaba aunque fuera. Todo terminó un día a finales de octubre, cuando encontraron varios cadáveres en el Lote Bravo. Estaba allí, en el anfiteatro. Cuando la vi, la verdad no supe si era mi hija o no. Ahí estaba su ropa: sus pantalones de mezclilla, su blusa blanca, sus zapatos… pero no era su cara, no era ella. Los que la reconocieron fueron mi esposo y mi hijo, el más grande. ―Es Natalia, mamá.‖ … Te buscamos siempre. Repartimos volantes con tu foto, en los camiones, en las calles, en las tiendas, en todas partes. Se busca. Tus papás fueron a levantar la denuncia a la policía y yo fui con ellos. Y ahí, cuando estuvimos con los agentes, me di cuenta que la policía no le daba importancia, que no iban a hacer nada. No investigaron, no nos dieron ninguna pista, no. Al contrario, los expedientes están mal hechos, son una porquería. Inventan cosas, puras mentiras. Se contradecían a cada rato: según ellos que eras de lo peor. Eso pusieron en los expedientes: que eras drogadicta, que salías con muchos muchachos, que ibas a salones de baile. Y entonces yo pensé, ―Bueno, ¿y si sí? Supongamos que tú hubieras sido así, ¿qué tendría de malo? Tanto vale la vida de una mujer así como la tuya, como la de cualquiera‖. ... Según los datos reportados, desde 1993 a la fecha, ya son más de mil mujeres las que han sido asesinadas y más de 600 las desaparecidas en Ciudad Juárez, Chihuahua . El clima de violencia e impunidad sigue creciendo sin que hasta el momento se hayan tomado acciones concretas para terminar con este feminicidio… Han sido mujeres jóvenes, empleadas de maquiladoras, migrantes… Las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez son más que una estadística. Tienen nombres, caras e historias que muchas veces

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no son tomadas en cuenta… Fragmentos de Mujeres de Arena - Testimonios de Mujeres en Ciudad Juárez ¿Conoces lo que está pasando en Ciudad Juárez? ¿Por qué no hemos podido detener ese horror?

Santa Palabra Historia terrible de una mujer sin nombre como se cuenta en el capítulo 19 del libro de los Jueces En el antiguo Israel hubo un levita que vivía en un pueblo montañoso y tenía una concubina que era de Belén. El levita era un hombre de respetada posición social y religiosa, mientras que la mujer era solamente concubina, es decir, que no tenía los derechos de esposa. La concubina le fue infiel al levita y se marchó a la casa de su padre. El levita se dirigió a la casa del padre de la muchacha para reencontrarse con ella y convencerla de que regresara con él. El suegro, contento de recibir la visita del levita, lo invitó a cenar y se enfrascaron en una francachela que duró días enteros. Cada vez que el levita quería marcharse con la muchacha, el papá de ella lo retenía. Así fue durante cinco días, hasta que el suegro ya no pudo retenerlo más. El viaje de regreso fue largo. Por seguridad, para no viajar de noche por caminos peligrosos, el levita decidió que pasarían la noche en una ciudad llamada Guibeá. No tenían allá a ningún conocido, así que se fueron a la plaza pública. Un anciano se compadeció de ellos y los invitó a ir a su casa, para que no durmieran a la intemperie. Ya después de haber cenado oyeron que llamaban a la puerta. Eran unos hombres que, borrachos y


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pervertidos, aporrearon la puerta gritando: Saca al hombre que has metido a tu casa, y abusaremos de él. El dueño de la casa salió a convencerlos de que se fueran y hasta les ofreció a su propia hija para que abusaran de ella, con tal que el huésped no fuera tocado, porque el deber de hospitalidad era considerado sagrado en aquellas épocas. Pero ante la insistencia de los malvados, el levita les entregó a su concubina. Ellos se la llevaron, la golpearon y violaron durante toda la noche y la soltaron al amanecer. La mujer, a duras penas, llegó a las puertas de la casa donde estaba su marido y se desplomó. Por la mañana, el marido despertó para seguir su camino, sólo que al abrir la puerta se encontró con su mujer tendida en la puerta, con las manos en el umbral. Le dijo: levántate y vamos, pero la mujer no respondió. El la tomó, la subió en su burro y la llevó a su casa. Al llegar, tomó el cadáver de la mujer y lo descuartizó en doce pedazos y los envió por todo Israel. A raíz de este hecho comenzó una guerra entre las distintas tribus que formaban el pueblo.

Fíjate en esto: ―Las violaciones por parte de una multitud de hombres en este relato se suceden a lo largo de toda la noche en un episodio lleno de un horror indescriptible, que culmina por la madrugada con la chica tendida en el suelo ante la puerta, con las manos sobre el umbral pero sin fuerzas para llamar. El texto no dice claramente que haya muerto por los abusos sufridos. Viva o muerta, el levita cuando llega a casa la descuartiza. Después de lo sucedido es ya inservible como concubina de un levita: sólo sirven los trozos de su carne como reclamo para ejecutar la venganza del honor faltado al levita y la inhospitalidad de Guibeá. Los reproches del texto se dirigen siempre a los de Guibeá: el derecho del levita para disponer de su concubina, sea entregándola para la diversión sádica de los de Guibeá, sea descuartizándola (quizá matándola), nunca se cuestiona‖. BYLER Dionisio, Patriarcado y feminismo en perspectiva cristiana.

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Capítulo 2:

Mujeres Diferentes antes de Jesús

8.- Rut la Refugiada Comadreo: Así es que mi mamá dijo que teníamos que salir a la frontera de México. Salió mucha gente, los que no salieron eran los que estaban de parte del Ejército. Nosotros como estábamos de parte de la guerrilla sí salimos. Así es que salimos a la frontera como a las 4 ó 6 de la tarde, dejamos todo: pollos, cochinos y la milpa con elotes, todo se quedó tirado, ni una cosa trajimos, perdimos todo. Teníamos mucho miedo, mi mamá temblando. Caso 8391, San Miguel Acatán, Huehuetenango, 1982.

Entonces ya estábamos en Las Palmas cuando llegó una noticia que ya estaban matando gente los soldados en San Francisco, dijeron, entonces antes que ellos llegaran nos vamos, entonces salimos otra vez de las Palmas. Entonces ya entramos en México, cruzamos la frontera, llegamos a un lugar que se llama Ciscao aquí en la frontera, allí estábamos sentados trabajando con los mexicanos, pero tristes no tenemos nada familiar, no tenemos nada, ni chamarras. Entonces empezamos a explicar con los mexicanos: „Nosotros somos pobres, mataron a nuestra familia, mataron todo, nuestras mujeres, ¿ahora qué vamos hacer?‟.

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Como los mexicanos son conscientes, entonces ellos nos dijeron: „No, miren compañeros nosotros somos hijos de Dios, los vamos apoyar, no tengan pena, aquí los vamos a ayudar‟. Entonces ellos nos apoyaron con un poquito de ropa, un poco de dinero. Caso 6070, Petanac, Huehuetenango, 1982.

Cuando sucedió el hecho, lo que hicimos fue dividirnos, al menos yo que era la mayor, fui a trabajar para darles el sustento diario de mis hermanos, mientras crecían, ya cuando ellos crecieron y se pudieron ganar la vida, pues nos volvimos a unir, aunque sea con dolor, pero volvimos a ser la misma familia unida, hasta el momento estamos enfrentándonos, todos juntos haciendo comentarios porque, la realidad tenemos miedo, teníamos en ese tiempo y tenemos hasta la fecha, porque la verdad es que a cualquiera le hacen daño y todo se queda igual. Caso 6456, Morales, Izabal, 1968.

¿Conoces historias de mujeres que migraron? ¿Por qué migraron?


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Santa Palabra Historia de Ruth inspirada en el libro que lleva su nombre

Mi esposo se llamaba Majlón y era de Belén. Cuando era jovencito llegó a estos campos de Moab junto con sus papás, que vinieron a buscar trabajo en las parcelas. Mi suegro murió bastante joven. Ni siquiera alcanzó a ver que nos casáramos. Yo me casé muy enamorada de mi esposo y me fui a vivir con él y con su mamá, Noemí, a quien quiero como si fuera mi propia madre. Desgraciadamente, la dicha nos duró poco: tanto mi esposo Majlón como su hermano Kilión murieron jóvenes. Ninguna de las dos viudas, mi cuñada Orfá y yo, logramos tener hijos antes de que nuestros esposos murieran. Así que mi suegra decidió regresarse a su tierra: sin esposo, sin hijos ni nietos, no le quedaba más que volver al

pueblo en el que nació. Al menos ahí tenía un terrenito que podía cultivar. Por eso nos dijo que se iba y que nosotras podríamos regresar a casa de nuestros padres, que seguramente encontraríamos pronto algún otro hombre que quisiera casarse con nosotras. Cuando Orfá se fue a su casa, yo no quise irme. Uno se casa tan joven, que mi suegra me había enseñado muchas más cosas de las que había yo aprendido en mi propia casa, y yo me encariñé mucho con ella. Así que decidí irme junto con ella a Belén. No hay nada más triste que un emigrante que regresa a su pueblo sin haber tenido el éxito que creía. Más todavía cuando una es mujer. Así que apenas llegamos, a pesar de las críticas de la gente, yo me empeñé en trabajar para que mi suegra Noemí y yo viviéramos bien. Según nuestras costumbres, comencé a ir a recoger grano de cebada en una parcela cercana para tener con qué hacer el pan. Resultó que la parcela era de un pariente de mi esposo, Boaz, al que le caí muy bien desde que me conoció. Cuando se lo conté a Noemí ella se alegró mucho y me dijo: ese hombre es pariente nuestro, uno de los que tienen que responder por nosotras, según las costumbres del lugar. Un día mi suegra, que ya que ella era mayor y comenzaba a pensar qué pasaría conmigo después que ella muriera, preocupada por mi futuro me recomendó visitar a Boaz en su tienda cuando la jornada de trabajo terminara. Así lo hice. Boaz entendió muy bien la insinuación cuando me vio echada a sus pies en la madrugada, en un momento en que despertó por el frío. Me dijo que quería responder por mí y por mi suegra, y que estaba interesado en tomarme por esposa. Pero había un problema: había un pariente más cercano que tenía más derecho que él. Así que me prometió que

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trataría de convencerlo para poder casarse conmigo. Noemí se puso muy contenta cuando llegué a la mañana siguiente, con una carga de cebada extra que Boaz le había regalado. Boaz fue muy astuto. Cuando llamó al pariente cercano, le propuso comprar la parcela de mi suegro, donde vivíamos Noemí y yo. El pariente no quiso: le interesaba tener más tierra. Así que cuando dijo que, según la costumbre, él estaba en primer lugar para comprar la parcela, Boaz le dijo que sí, sólo que la parcela no estaba sola, que ahí vivíamos nosotras dos, y que si compraba el terreno también tendría que tomarnos a nosotras y cumplir con el deber de tomarme por esposa y darme un hijo, que sería el heredero del terreno. Entonces aquel hombre se echó para atrás: estaba casado y con hijos; ¿de qué le serviría un terreno si no podría pasárselo después a sus hijos propios, sino solamente al hijo del difunto?. Fue así como, después que aquel hombre renunciara a su derecho legal, Boaz se casó conmigo. No sé quién fue la que se puso más feliz: si mi suegra o yo. Para ella, mi matrimonio con Boaz venía a cumplir varios sueños: el nombre de su hijo no desaparecería, el terreno se conservaba dentro de la familia, y yo no me quedaría desamparada cuando ella faltara, porque había encontrado un marido que me quería y me respetaba. Así que cuando, tiempo más tarde, Noemí tuvo entre sus brazos a mi hijo Obed, se dibujó en su cara la sonrisa más hermosa del mundo. Nada me hizo más feliz a mí que escuchar, de boca de la misma gente que nos había compadecido al principio, el grito de gozo: ¡Noemí ha tenido un niño! Seguramente ustedes conocerán a mi hijo Obed: quien iba a pensar que sería el abuelo del rey David.

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Fíjate en esto: Hay muchas historias que se cuentan en la Biblia. Los narradores bíblicos son tan buenos, que a través de historias nos transmiten mensajes. Por eso, no es suficiente leer los relatos fijándonos solamente en los personajes concretos, sino en su significado simbólico. La historia de Rut no es solamente la historia de una mujer extranjera que decidió acompañar a su suegra en el regreso a su tierra: es un símbolo de todas las migrantes que regresan, de todos los retornos en los que las mujeres pobres, superando las barreras sociales y las inercias de la costumbre, se apoyan las unas a las otras y luchan juntas por hacer una historia distinta. La emigración es tan antigua como la humanidad misma. Incluso aquellos países que aprecian su identidad y remarcan sus diferencias con otros pueblos tienen que reconocer que, al menos en sus inicios, fueron pueblos compuestos de emigrados de otras partes. Las razones del fenómeno migratorio son diversas: razones de superación económica, de supervivencia, por motivaciones laborales, por espíritu aventurero, por catástrofes naturales, por persecuciones políticas, etc. Hoy, la migración está ligada al actual sistema económico que ha terminado por dividir el mundo en países expulsores de migrantes y países receptores. El fenómeno quizá más relevante de esta realidad en nuestra época es la falta de tolerancia y el mal trato a los inmigrantes y la desatención a las personas, sobre todo mujeres y niñas, que sufren de manera más grave las consecuencias de la migración.


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Doña María, Partera y Obispa guatemalteca. Campeche 2010

El nacimiento de bebés y la atención a mamás durante los doce años (1982-1994) bajo la montaña en Ixcán fueron muy difíciles por la persecución del Ejército y por culpa del Gobierno. Sin medicinas ni lugares adecuados, las mamás se acostaron encima de hojas para dar a luz a sus niños. A veces tuvieron que huir con dolor y sangrando. Las comadronas utilizaron hilo de monte para amarrar el cordón umbilical y se quemó el ombligo con cuchillo. A veces la mamá descansó dentro de la raíz de un árbol. Ellas comieron frutas y monte crudo en tiempos de bombardeos. A veces comieron raíz de palo molido y cocido. Caso 888 (Comadrona) CPR Ixcán, 1982. 33


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9.- La Comandanta Judith, estrategias de la resistencia

Comadreo: Pedro Valtierra tomó la foto que dio la vuelta al mundo: una joven indígena armada con sus manos empujaba a un militar para impedir que entrara en la colonia de desplazados de la sociedad civil Las Abejas, de X'oyep. El arma castrense era más larga que la extensión del talle y el brazo alzado de la joven. La cámara sólo registró su espalda, la negra cabellera sobre el huipil rayado y parte de un rebozo enredado en el cuello. Se llama Rosalía. Tiene 18 años y en su rebozo, que es azul celeste, carga siempre a su pequeño Francisco. Rosalía se sonroja al reconocerse en el periódico. Un hombre alza el ejemplar sobre su cabeza y explica en tzotzil el impacto

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que tuvo la fotografía. Decenas de mujeres se arremolinan en su torno y exclaman suavemente: ``¡Ooooh!''. La foto se tomó en el tercer día consecutivo en que una valla de mujeres y niños impidió el avance del Ejército federal hacia la toma de agua que usan los mil 100 habitantes de X'oyep, municipio autónomo de Polhó, el segundo campamento de refugiados internos más grande de Chiapas. Finalmente, el Ejército se estableció en un valle cercano al cerro de X'oyep y drena el agua que alimentaba su manantial y sus pozos, ahora secos. Una cubeta es lanzada al pozo más profundo y queda casi enterrada en el fango. Rosalía está sucia, sedienta. Llegarán 300 bi-


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dones de agua pero la ayuda tarda porque X'oyep está a una hora de la carretera, por un camino agreste, escarpado, donde el único ruido que se escucha es el de la bomba de agua del campamento militar. El texto es de Laura Castellanos y forma parte de su “Viaje al centro de la ira”. Nosotras lo tomamos de: http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/documentos/ castellanos.htm

¿Conoces historias de mujeres que defienden a su pueblo? ¿Cómo se educa para ―ser valiente‖?

Santa Palabra Historia de Judith inspirada en el libro que lleva su nombre Desde que quedé viuda, mi vida ha sido muy tranquila y sosegada. Mi marido Manasés, me dejó dinero, propiedades y criados. Yo me refugié en Dios para compensar mi pérdida y soy una viuda muy devota. Siempre he vivido en esta ciudad de Betulia y amo mucho a mi pueblo. Por eso, cuando me enteré que las autoridades de Betulia estaban a punto de rendirse ante el general Holofernes, jefe de los ejércitos del tirano Nabucodonosor, me indigné. Reclamé a los varones que sin luchar, quisieran entregar la plaza. Les dije que no confiaban en Dios, y que el miedo les ha-

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bía ganado. Que era un error que se rindieran sin buscar otras posibilidades de resistir y vencer son dignidad. Así que les prometí que haría lo que fuera con tal de no entregar la ciudad al saqueo de las tropas de Holofernes. Esa noche me la pasé rezando sola en mi cuarto. Le pedí mucho a Dios que me diera valentía e inteligencia para encontrar una estrategia que le permitiera a mi pueblo vivir con justicia y dignidad. Entonces realicé mi plan. Vestida con mis atuendos mejores, y alhajada con las joyas que me regalara mi marido cuando vivía, para sacarle jugo a mi belleza, me fui con mi ama de llaves a entrevistarme con Holofernes. Me presenté ante él haciéndome pasar por espía, que quería ofrecerle noticias frescas de la ciudad sitiada que estaba a punto de entregarse. Impactado por mi belleza, Holofernes me escuchó. Mi plan era sencillo: yo me quedaría en el campamento de Holofernes, pero tendría permiso para salir a hacer mis oraciones. Lo hice así durante tres días para no despertar las sospechas del general y de sus hombres. Como sabía que a los cinco días de resistencia, las autoridades de Betulia se entregarían, me urgía que mi plan se llevara a cabo con toda precisión. Yo sabía que Holofernes me deseaba. Macho como era, no iba a permitir que una mujer bella como yo regresara a su pueblo sin haberse aprovechado de mí. Así que tomé ventaja de eso. Cuando Holofernes me invitó a una fiesta en su palacio, acepté. Me puse mis mejores galas y mis joyas más vistosas. Aproveché la afición de Holofernes por la bebida y cené con él, cuidando de que tomara todo el vino posible. Holofernes terminó aquella cena completamente borracho. Ya era tarde cuando los siervos se retiraron y quedamos solos Holofernes y yo. Entonces aproveché su borrachera y le asesté dos golpes en la garganta con el machete y le corté la cabeza. Entregué a mi ama de llaves la

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cabeza, quien la escondió en la canasta que solía llevar consigo. Las dos salimos juntas a la madrugada. Nadie se extrañó porque esa era la hora en que solía yo salir a hacer mis oraciones. Cuando llegué a Betulia no había amanecido todavía. Convoqué de urgencia a las autoridades y les mostré la cabeza de Holofernes. Les dije que había que aprovechar que el ejército de Holofernes no estaba todavía enterado, así que habría que preparar las tropas para el asalto. Y así se hizo. Cuando el alba despuntaba, los israelitas se dirigieron al campamento. Cuando los soldados despertaron y se dieron cuenta, fueron corriendo a avisarle al general Holofernes. Como no contestaba a sus llamados, irrumpieron en la tienda esperando encontrarlo en el lecho con Judit. Lo que encontraron, en cambio, fue el cuerpo sin cabeza de su general. Las tropas, cuando lo supieron, se desbandaron. Se oyó el grito aterrorizado: ¡una sola mujer ha deshonrado al rey Nabuconodonosor y ha dado muerte a su general! Los israelitas cayeron sobre el campamento y lo saquearon. Yo les hice prometerme que todo la riqueza de la tienda de Holofernes, sería consagrada a Dios y entregada al templo. Y así fue. Después de las fiestas de la victoria en Jerusalén, regresé a Betulia. Muchos quisieron casarse conmigo, pero yo he preferido llegar a vieja aquí en Betulia y sin marido.

Fíjate de esto: El nombre Judit quiere decir ―la judía‖; ya desde el nombre se nota la intención del autor de que las mujeres se vean reflejadas en la historia que se cuenta. En la figura de Judith, tal como aparece en el relato de la Biblia, encontramos el coraje de las mujeres de todos los tiempos. Ella es el símbolo de las mujeres que levantan la bandera y empujan el cambio, a pesar –y a veces en contra– de la cobardía de muchos varones.


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10. Las parteras desobedientes de las leyes injustas

Comadreo: ¡Cuántas veces nos han dicho que obedecer agrada a Dios! ¡Obedecer! Pues nosotras decimos ―depende‖, porque depende a qué o a quién obedezcas. ¡Cuántos males han entrado por obedecer leyes injustas! Una mujer nos contaba su historia. Hace ya varios años su hijo le confesó que era homosexual. Ella nos contaba que, la verdad la verdad, sí se sacó de onda. Como que buscaba dentro de sí y sentía raro pero no sabía muy bien qué era lo que sentía, así que decidió ir a hablar con el cura. Y cuando escuchó al padre, entonces sí supo lo que sintió: una rabia, una indignación tremenda, pues el padre le dijo que lo que vivía su hijo no estaba bien, que era contra la ley de Dios y contra la naturaleza, que era una perversión. Ella al principio sólo se asustó. Su hijo era un buen hijo, buen hermano, buen

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compañero, así que no podía imaginar a alguien llamándole perverso. Pero lo que la llenó de indignación fue que el padre le dijo que ella no podía tolerar que viviera en su casa con su compañero, que tenía que sacarlo porque si no lo hacía estaría pecando de escándalo y estaría dándole permiso al pecado. Entonces supo que la respuesta tenía que encontrarla adentro de sí misma, en el amor. Por esos días supo que se estaban reuniendo firmas para cambiar la ley, para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. En muchas iglesias y en los colegios religiosos se llamó a los católicos a firmar para lo contrario: para poner una ley más dura que prohibiera cualquier posibilidad de reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo e incluso que prohibiera que personas solteras pudiesen adoptar. Firmar por la ley que permitiría el matrimonio entre personas del mismo sexo era una prohibición, dijo el padre. Una prohibición que venía del mismo Papa. Esta mujer no sólo no sacó a su hijo de su casa, sino que firmó a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y formó una organización de mamás y papás de personas homosexuales que pudiera informarse mejor, informar a otras personas y apoyar así a sus hijos e hijas. A veces hay que desobedecer a los hombres para obedecer a Dios, nos decía. ¿Has desobedecido alguna ley o costumbre injusta? ¿Qué sentiste? ¿Prefieres obedecer que equivocarte?

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Santa Palabra Historia de las parteras que en Egipto desobedecieron al Faraón, inspirada en el libro del Éxodo Yo soy Séfora y ésta es mi amiga Fuá. Nacimos en Egipto y desde jóvenes aprendimos el oficio de parteras. Nos gusta mucho el trabajo que hacemos, no solamente por la paga, sino porque tenemos la oportunidad de ayudar a los niños y niñas a nacer. Nada hay que nos recompense más que ver la sonrisa de una madre cuando le entregamos a su niño recién nacido. Desde hace algunos años atendemos, no solamente a mamás egipcias cuando van a tener a sus hijos, sino también a las mamás de los emigrantes. Y es que Egipto, teniendo ciudades tan grandes, es un polo de atracción para los que andan buscando trabajo. Así que todos los años llegan muchas familias para trabajar. Han llegado a ser tantos, que el Faraón que nos gobierna ha ordenado que los emigrantes, a los que llaman hebreos, sean sometidos a la esclavitud. En realidad lo que pasa es que el Faraón sabe que los emigrantes son peligrosos, porque son muchos y tienen muchos hijos. Seguramente el Faraón ha tenido algunas pesadillas en que la gente se subleva en su contra. ¿De qué lado se pondrán los emigrantes si eso sucede? Pues del lado contrario del Faraón seguramente, porque los trata con la punta del pie. En fin, que te cuento todo esto porque hace unos días nos llegó una orden de parte del Faraón: quiere que cuando nos llamen a atender el parto de las mujeres hebreas, matemos a la cría si es varón y solamente dejemos vivas a


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las mujeres. Pero nosotras no aprendimos este oficio de nuestras abuelas para convertirnos en asesinas. No señor. Así que decidimos que ninguna de nosotras, sin que nadie se raje, mataría a ninguno de esos pobres niños recién nacidos solamente para satisfacer los caprichos del gobernante. Teníamos, claro, que cuidarnos mucho, porque como buen gobernante el Faraón tiene muchas ‗orejas‘, es decir, mucha gente que le informa de lo que pasa en las ciudades. La mañana más peligrosa para nosotras dos ha sido un día que llegaron los policías del Faraón. Nos reclamaron que los niños del barrio hebreo donde atendemos los partos no habían disminuido. Nos acusaron de que nosotras dejábamos con vida a los varoncitos desobedeciendo la ley del Faraón. ¡Y claro que era cierto! Pero nuestra desobediencia estaba justificada porque nosotras no somos asesinas. Gracias a los dioses pudimos salir bien en esa ocasión y ya no volvieron a molestarnos. Y es que les inventamos una muy buena excusa. Les dijimos que las mujeres hebreas, acostumbradas al trabajo duro, no son débiles como las mujeres egipcias, que son robustas, y que antes de que lleguemos a atender el parto, ellas ya dieron a luz, porque no le tienen miedo al dolor. Los policías se creyeron el cuento y nosotras hemos podido seguir con nuestro trabajo sin molestias. Yo creo que cuando se hacen cosas buenas, vienen siempre más cosas buenas. Así ha sido con nosotras. No están ustedes para saberlo, pero esta compañera que está a mi lado, Fuá, no podía tener hijos. Imagínate el dolor que sentía: siendo partera, trayendo a la vida a tantos niños, ella no podía tener los suyos. Y aquí es donde digo que el bien con bien se paga. Desde que nos negamos a matar a los niños de las hebreas, nos ha ido mejor que antes. Y Fuá, que no había podido tener hijos, ya hasta tuvo una niña preciosa y

me llamó de madrina. Así que ahora somos comadres, además de comadronas. Ya estamos planeando cómo le enseñaremos el oficio a la niña…

Fíjate en esto: En los textos bíblicos, pese a la mentalidad machista y patriarcal de los autores, aparecen también mujeres que anuncian buenas noticias, mujeres que en medio de las dificultades en las que vivían, realizaron acciones que fueron determinantes para cambiar las cosas. Aunque los relatos fueron seguramente escritos por varones, si uno hila fino, puede descubrir el trasfondo de la memoria de las mujeres detrás de estos relatos.

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11. Doña Macabea, Madre Coraje Comadreo: Carta de Emilia Contreras, quien desde la clandestinidad le escribe a sus hijos, algunos de ellos en la cárcel, y a su hija. Enero de 2008 (Fragmento) Mis hijos, espero que en el nuevo año que comienza, sus más caros anhelos se realicen, que a pesar de las vicisitudes su ánimo no decaiga y que los lazos afectivos que nos unen salgan fortalecidos de las duras pruebas a las que están siendo sometidos. Emi, recibe nuestro inconmensurable e indestructible cariño hija, que aunque intangible puedes transformar en una coraza que te proteja y fortalezca para continuar tu vida, no desmayes corazón, que la vida está llena de retos y lo importante es salir fortalecidos al enfrentarlos aunque a veces cueste mucho trabajo vencerlos. ¡Pero qué te digo, doctora!, si

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tú sabes mejor que yo cómo salir adelante, va un abrazo del tamaño del cielo y nuestra confianza. Francisco y Ale, reciban un abrazo y la confianza en que persistirán en su lucha por la libertad de Toño, Héctor y quienes están injustamente presos. Héctor, no te confíes hijo, no bajes la guardia, que aunque las condiciones en que hoy te encuentras han de ser menos rígidas no por eso dejan de ser riesgosas, recibe un abrazote y nuestro cariño. Toño, como tus hermanos recibe nuestro cariño y abrazo con motivo del año nuevo, que de nuevo, creo, sólo tiene el número porque persiste la injusticia y la miseria. Tuve la oportunidad de leer tus cartas y las de Héctor que para mí son mágicas, pues alivia mis dolencias y reconfortan mi espíritu, no dejes de escribir siempre que puedas y te lo permitan. Para todos los integrantes del Comité Cerezo y todas las personas generosas que acompañan y ayudan a mis hijos brindándoles su solidaridad a pesar de los riesgos que implica la


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lucha por la justicia y la libertad de todos los presos políticos y de conciencia, les envío un fuerte abrazo, mis mejores deseos en este año que comienza y mi gratitud infinita. (…) Emilia Contreras Rodríguez ¿Conoces a mamás que empujan a sus hijos e hijas a luchar aunque sea peligroso?

Santa Palabra Historia de una madre coraje inspirada en el libro de los Macabeos Cuando una es pobre, no tiene mucha herencia que dejar a los hijos. Lo único que quedará después de nuestra muerte son los sentimientos y las convicciones que logramos sembrar en el corazón de nuestros hijos y que los guiarán cuando nosotras ya no estemos. Mi historia es la historia de cualquier madre, que daría cualquier cosa porque sus hijos crecieran felices y vivieran en un mundo mejor. Pero me tocaron vivir malos tiempos. Nuestro país estaba ocupado por un imperio extranjero. Habíamos perdido la libertad y estábamos a punto de perder nuestra misma identidad, porque muchos jóvenes se iban detrás de los invasores y querían ser y vivir como ellos. Ya no apreciaban su cultura ni su identidad. Yo, en cambio, formé a mis hijos orgullosos de su origen. Por eso, cuando el rey quiso obligarnos a los judíos a abandonar nuestra religión y nuestras costumbres, mis hijos se opusieron con la misma fuerza con que me opuse yo. Uno por uno los fueron llevando presos. Al primero lo torturó la policía del rey extranjero cortándole la lengua y arrancándole la piel enfrente de mí y de sus hermanitos. Como no traicionó sus convicciones ni se rindió, el rey tomó al segundo al que sometió a la misma tortura y muerte. Cuando agarraron al tercero, él mismo ofreció su lengua al verdugo. Y así hicieron con mis seis primeros hijos. Con cada miembro que les arrancaban, se me

arrancaba a mí el corazón. Cuando iban a matar a mi último hijo, al más chico, el rey habló conmigo. En medio de mi llanto pude entender su propuesta: si yo convencía a mi hijo de que abandonase sus costumbres y su religión, entonces él no solamente no lo mataría, sino que lo haría rico y me lo entregaría para que fuera mi compañía en la vejez. Yo accedí a tratar de convencer a mi hijo, solamente para que me permitieran estar cerca de él. Pero en cuanto estuvo a mi alcance, aprovechando que el invasor no conocía nuestra lengua, le dije a mi hijo: ―Compadécete de mí: nueve meses te llevé en el vientre y tres años te amamanté. No le tengas miedo a ese verdugo e imita el ejemplo de tus seis hermanos‖. El rey pensaba que estaba yo convenciéndolo de que traicionara a su conciencia y se rindiera ante el rey. Por eso se extrañó mucho de que, al terminar de conversar con mi hijo, éste le dijera: ―¿Qué esperas verdugo? No traicionaré nunca mi cultura ni mi religión… y a ti, tirano malvado, Dios te castigará por esto que estás haciendo‖. El rey enloqueció de furia al escucharlo y no sólo lo mató, sino que decretó también mi muerte. Y aquí estoy, preparada para los peores tormentos. Si ofrecí mis hijos a esta causa, ¿por qué habría de tener miedo de morir como ellos?

Fíjate en esto: En los libros antiguos de la Biblia se cuentan muchas historias de héroes, hombres valientes y desinteresados que se sacrificaban por el bien de sus pueblos. Pero casi todos son varones. Muy pocas historias tienen participación de mujeres. Esto se debe, sí, a que en los tiempos antiguos las mujeres no tenían casi ningún valor fuera de sus cocinas. Pero se debe también a que las historias de la Biblia han sido escritas por varones. Cuando alguna mujer sobresale en alguna participación pública en algún relato antiguo, eso quiere decir que la historia se conservó porque fue más fuerte la memoria del pueblo que el machismo de los escritores.

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Capítulo 3

Las discípulas invisibles en el movimiento de Jesús 12. María, el terror de los poderosos

Comadreo: Tremenda discusión para ver qué parte de María mostrábamos aquí. Y es que en nuestros pueblos cuando se habla de la virgen María siempre nos la ponen silenciosa, con los ojos mirando al suelo, a lo más, aparece tejiendo chambritas o gritando desesperada al pie de la cruz con un cadáver. Nosotras pensamos que era una comadre feminista. Como muchas en nuestras comunidades, como tantas que tienen un compromiso irrenunciable con el cambio de las cosas. Pero las estampitas nos han perjudicado demasiado. En muchos de los movimientos centroamericanos los guerrilleros jóvenes metieron a sus papás a la lucha, y en casi todos los casos la primera en comprometerse era la mamá. Claro que ellas traían lo suyo, con esas inquietudes habían educado a los hijos. En muchos pueblos, las familias de las comunidades eclesiales de base viven mucha más igualdad que las que están en movimientos que solo rezan y hacen devociones, pues esas mujeres que algunos llaman revoltosas han empezado a cambiar desde adentro el modo de pensar de los hombres, al exigir sus derechos han detenido, pero también cambiando las cosas. Nosotras en las iglesias hemos empezado a no colaborar con las cosas que no están bien. Falta mucho todavía, pero más le faltaba a esta muchacha embarazada que retó a los poderosos.

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¿Cuál es nuestra imagen de Virgen María? ¿Cómo nos imaginamos a una mujer feminista?

Santa Palabra A los pocos días, María fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo, el niño saltó de alegría dentro de ella. Isabel, llena del Espíritu Santo, dijo en voz alta a María: ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres! Y también ha bendecido al hijo que tendrás. ¿Por qué has venido a visitarme, tú que eres la madre de mi Señor? Tan pronto como oí tu saludo, el bebé saltó de alegría dentro de mí. ¡Dios te ha bendecido porque confiaste en sus promesas! María respondió: ¡Le doy gracias a Dios con todo mi corazón, y estoy alegre porque él es mi Salvador! Dios tiene especial cuidado de mí, su humilde esclava. Desde ahora todos me dirán: "¡María, Dios te ha bendecido!" El Dios todopoderoso ha hecho grandes cosas conmigo. ¡Su nombre es santo! Él nunca deja de amar a todos los que lo adoran. Dios actúa con poder y hace huir a los orgullosos. Quita a los poderosos de sus tronos, y da poder a los pobres. Da cosas buenas a los hambrientos, pero despide a los ricos con las manos vacías. Ayuda a los israelitas, sus servidores, y nunca deja de ser bondadoso con ellos. Así lo prometió a nuestros antepasados, a Abraham y a sus descendientes, para siempre". Lc 1, 39

Y María se quedó tres meses con Isabel. Después, regresó a su casa.

Fíjate en esto: Este cántico de María es conocido universalmente como el cántico del ‗Magnificat‘, debido a la primera palabra con que inicia el texto en latín. Inspirado en el cántico de Ana (1Sam 2,1-10), esta oración de María ha sido también llamada ‗plegaria del Reino‘, porque contiene los principales contenidos que conformarán la predicación de Jesús el Mesías. El núcleo esencial del cántico de María proclama que Dios, el que es santo por excelencia, transforma el orden establecido y viene a favorecer a aquellos a quienes la sociedad humana ha desfavorecido. El poder de Dios se pone al servicio de los débiles y de una nueva manera de organizar la convivencia humana. El canto de María refleja un tipo de piedad propio de aquellos que no podían confiar en sus propias fuerzas, sino sólo en Dios: los humildes, los pobres, los enfermos, los oprimidos, las viudas y los huérfanos. El cántico de María es el canto de los pobres que reconocen la venida de Dios para liberarlos a través de Jesús. Cumpliendo sus promesas, Dios asume el partido de los pobres, y realiza una transformación en la historia, invirtiendo el orden social: los ricos y poderosos son depuestos y despojados, y los pobres y oprimidos son liberados y asumen la conducción de la nueva historia. La iglesia está llamada, como María, a cantar un cántico de alabanza al Dios que toma partido por los pobres. Enfrentando el aparente orden establecido, la comunidad de los seguidores de Jesús está llamada a subvertirlo.

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13. Marta, María y los platos

Comadreo: “Que me lave la ropa y la cosa… pero que también me la sepa planchar. ¿Dónde está, dónde está esa mujercita que me ha de cuidar?” Dice una canción de ritmo pegajoso y letra horrorosa. ¡Ah! Pero una no imaginaría que los propios compañeros de lucha tengan ese pensamiento Cuando metieron a las y los compañeros a la cárcel vino gente de derechos humanos y personas de organizaciones obreras que llegaron a solidarizarse. Tuvimos una reunión pequeña pero muy importante pues había muchas cosas qué decidir. Un compañero tomaba la palabra y casi no dejaba hablar

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a nadie más. Se nos fue haciendo tarde y no habíamos comido. Entonces Sara propuso comer enchiladas de mole y, diciendo y haciendo, se fue a comprar huevo y Bety fue a conseguir tortillas. Cuando Sara y Bety volvieron Cristina se levantó de la reunión y comenzaron a hervir los huevos y a picar la cebolla. Cuando nos dimos cuenta, los cinco hombres del equipo coordinador seguían sentados en la sala y seguían tomando decisiones mientras tres mujeres, también del equipo coordinador, ya no podían participar pues, atareadas, resolvían la comida. Yo quería decir mi palabra pues se estaba decidiendo precisamente cómo le íbamos a hacer para sacar a los compañeros de la


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cárcel y además porque ese compañero que hablaba mucho quería aceptar una negociación que proponía el gobierno y yo no estaba de acuerdo, pero es difícil quedarse sentada mientras las compañeras están en chinga y, la verdad, aunque no digan nada una siente el reclamo en la mirada de las compañeras pues ellas están llevándose la peor parte. —¡Basta! —Dijo la otra compañera e interrumpió a los hombres. —Aquí lo que se come es igualdad así que ustedes levántense a picar la cebolla y a hacer los tacos y tú, le dijo al otro compañero, ve por el hielo. Aquí todas y todos cocinamos, todas y todos nos servimos unos a otros y después todas y todos decimos nuestra palabra ¡faltaba más! ¿Conoces historias como ésta? ¿Por qué pasa así?

Santa Palabra Lc 10 En su viaje hacia Jerusalén, Jesús y sus discípulos pasaron por un pueblo. Allí, una mujer llamada Marta recibió a Jesús en su casa.39 En la casa también estaba María, que era hermana de Marta. María se sentó junto a Jesús y escuchaba atentamente lo que él decía.40 Marta, en cambio, estaba ocupada en preparar la comida y en los quehaceres de la casa. Por eso, se acercó a Jesús y le dijo: --Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola haciendo todo el trabajo de la casa? Dile que me ayude. 41-42 Pero Jesús le contestó: --Marta, Marta, ¿por qué te preocupas por tantas cosas? Hay algo más importante. María lo ha elegido, y nadie se lo va a quitar.

Fíjate en esto: Una interpretación que se repite mucho ha subrayado la oposición entre estas dos hermanas. Se ha dicho que Marta es la representación de la vida ‗activa‘, es decir, símbolo de aquellos cristianos y cristianas que viven en el mundo, mientras que María sería la representación de la vida ‗contemplativa‘, o sea la de aquellos creyentes que se apartan del mundo y viven en continua oración. En esta interpretación todos pierden: María aparece como una desobligada y Marta como alguien que no profundiza su seguimiento de Jesús por andar metida en las cosas de ―este mundo‖. Hay una oposición entre las dos hermanas, pero debe ser leída desde otra óptica. Una expresión de Filón, un gran sabio contemporáneo de Jesús, muestra cuál era la situación de la mujer en el hogar: „Mercados, consejos, tribunales, procesiones festivas, reuniones de grandes multitudes, en una palabra: toda la vida pública, con sus discusiones y sus negocios, tanto en la paz como en la guerra, está hecha para los hombres. A las mujeres les conviene quedarse en casa y vivir retiradas. Las jóvenes deben estarse en aposentos retirados, poniéndose como límite la puerta de comunicación con los aposentos de los varones, y las mujeres casadas, la puerta del patio como límite‟. La confinación de las mujeres en el hogar quedaba simbolizada en su ocupación en las tareas domésticas. La situación de la mujer en casa correspondía a su exclusión de la vida pública. Las hijas, en la casa paterna, debían pasar después de los muchachos; su formación se limitaba al aprendizaje de los trabajos domésticos, coser y tejer particularmente; cuidaban también de los hermanos y hermanas pequeños. Respecto al padre, debían alimentarlo y darle de

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beber, vestirlo y cubrirlo, sacarlo y meterlo cuando era viejo, lavarle la cara, las manos y los pies. Pero no tenían los mismos derechos que sus hermanos; respecto a la herencia, por ejemplo, los hijos y sus descendientes iban antes que las hijas. Sobre la mujer pesaban los trabajos más duros de la casa, la mujer guardaba los rebaños y trabajaba en el campo, hacía el pan, hilaba la ropa, etc. Esta situación se extendía también al ámbito religioso. La mujer, al igual que el esclavo no judío y el niño menor, tenía sobre ella a un hombre como dueño, lo cual limitaba su libertad en el servicio divino. Es por ello que, desde un punto de vista religioso, se halla en inferioridad ante el hombre. Por eso en tiempo de Jesús uno encuentra palabras como las del Rabí Eliézer, que decía: ‗Quien enseña a su hija la Biblia, le enseña necedades. Mejor fuera que desapareciera en las llamas la Biblia antes de que les fuera entregada a las mujeres‘.

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El reconocimiento que hace Jesús de la actitud de María, pues, debe ser visto bajo este trasfondo. María aparece desafiando las prohibiciones religiosas de la Ley judía. Ella ejemplifica la manera correcta de ser discípulo: sentada, escuchando la palabra de Jesús. El regaño de Jesús a Marta no es un desprecio para su trabajo de servicio doméstico, sino una invitación a no encerrar sus posibilidades a esa exclusiva tarea. La mujer, parece decir Jesús, no está solamente en orden a los trabajos domésticos. Esa es una división cultural, no una división que Dios manda, como algunos sostienen para perpetuar la marginación de la mujer de la vida pública. La mujer tiene derecho a ser discípula tanto como el varón. Está llamada también a la escucha y a la puesta en práctica de la palabra. Las preocupaciones domésticas no tienen por qué ser el único horizonte de la vida femenina.


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14. La Samaritana, el pozo y los templos

Comadreo: Dice muchos insultos mientras fuma uno detrás de otro y nunca va a misa… se llama Tere, es guapísima y a pesar de ser chavita es muy experimentada en lo sexual… Es fascinante cómo tiene claras las ideas sociales, con su mirada de fuego, con su pelo enredado en las marchas… Esa noche, esperando el amanecer, nos conmovió diciéndonos que aunque no existía Dios para ella, ella creería en el Dios de los Pobres que en las comunidades se invoca para luchar. Que nunca iría al Vaticano a rezar, ni daría un quinto para construir iglesias ni dar becas a seminaristas, pero eso de tomar la sonaja y la velita en las montañas y acariciar la tierra con la danza le recordaba que la esperanza es la más peligrosa de las virtudes. Las beatas de la ciudad le dicen comunista y hereje, los curas la ven como tentadora, nosotras sabemos que ella ya lo entendió todo.

¿Conoces a ―mujeres ateas‖ tiernas y solidarias, buenas y luchadoras, junto o separado? ¿Cómo sería la religión sin templos ni iglesias?

Santa Palabra: Jn 4 6-42 Eran como las doce del día, y Jesús estaba cansado del viaje. Por eso se sentó a la orilla del pozo, mientras los discípulos iban al pueblo a comprar comida. En eso, una mujer de Samaria llegó a sacar agua del pozo. Jesús le dijo a la mujer: --Dame un poco de agua. Como los judíos no se llevaban bien con los de Samaria, la mujer le preguntó: --¡Pero si usted es judío! ¿Cómo es que me pide agua a mí, que soy samaritana? Jesús le respondió: --Tú no sabes lo que Dios quiere darte, y tampoco sabes quién soy yo. Si lo

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supieras, tú me pedirías agua, y yo te daría el agua que da vida. La mujer le dijo: --Señor, ni siquiera tiene usted con qué sacar agua de este pozo profundo. ¿Cómo va a darme esa agua? Hace mucho tiempo nuestro antepasado Jacob nos dejó este pozo. Él, sus hijos y sus rebaños bebían agua de aquí. ¿Acaso es usted más importante que Jacob? Jesús le contestó: --Cualquiera que beba del agua de este pozo volverá a tener sed,14 pero el que beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como un manantial del que brota vida eterna. Entonces la mujer le dijo: --Señor, deme usted de esa agua, para que yo no vuelva a tener sed, ni tenga que venir aquí a sacarla. Jesús le dijo: --Ve a llamar a tu esposo y regresa aquí con él. --No tengo esposo --respondió la mujer--. Jesús le dijo: --Es cierto, porque has tenido cinco, y el hombre con el que ahora vives no es tu esposo. Al oír esto, la mujer le dijo: --Señor, me parece que usted es un profeta. Desde hace mucho tiempo mis antepasados han adorado a Dios en este cerro, pero ustedes los judíos dicen que se debe adorar a Dios en Jerusalén. Jesús le contestó: --Créeme, mujer, pronto llegará el tiempo cuando nadie tendrá que venir a este cerro ni ir a Jerusalén para adorar a Dios. Ustedes los samaritanos no saben a quién adoran. Pero nosotros los judíos sí sabemos a quién adoramos. Porque el salvador saldrá de los judíos. Dios es espíritu, y los que le adoran deben ser guiados por el Espíritu para que lo adoren como se debe. Se acerca el tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el Espíritu, porque el Padre quiere ser adorado así. ¡Y ese tiempo ya ha llegado! La mujer le dijo:

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--Yo sé que va a venir el Mesías, a quien también llamamos el Cristo. Cuando él venga, nos explicará todas las cosas. Jesús le dijo: --Yo soy el Mesías. Yo soy, el que habla contigo. En ese momento llegaron los discípulos de Jesús, y se extrañaron de verlo hablando con una mujer. Pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería, o de qué conversaba con ella. La mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y le dijo a la gente: "Vengan a ver a un hombre que sabe todo lo que he hecho en la vida. ¡Podría ser el Mesías!" Entonces la gente salió del pueblo y fue a buscar a Jesús. Mientras esto sucedía, los discípulos le rogaban a Jesús: --Maestro, por favor, come algo. Pero él les dijo: --Yo tengo una comida que ustedes no conocen. Los discípulos se preguntaban: "¿Será que alguien le trajo comida?"34 Pero Jesús les dijo: "Mi comida es obedecer a Dios, y completar el trabajo que él me envió a hacer. "Después de sembrar el trigo, ustedes dicen: "Dentro de cuatro meses recogeremos la cosecha". Fíjense bien: toda esa gente que viene es como un campo de trigo que ya está listo para la cosecha. Dios premiará a los que trabajan recogiendo toda esta cosecha de gente, pues todos tendrán vida eterna. Así, el que sembró el campo y los que recogen la cosecha se alegrarán juntos. Es cierto lo que dice el refrán: "Uno es el que siembra y otro el que cosecha".38 Yo los envío a cosechar lo que a ustedes no les costó ningún trabajo sembrar. Otros invitaron a toda esta gente a venir, y ustedes se han beneficiado del trabajo de ellos". Mucha gente que vivía en ese pueblo de Samaria creyó en Jesús porque la mujer les había dicho: "Él sabe todo lo que he hecho en la vida". Por eso, cuando la gente del pueblo llegó a donde estaba Jesús, le


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rogó que se quedara con ellos. Él se quedó allí dos días, y muchas otras personas creyeron al oír lo que él decía. La gente le dijo a la mujer: "Ahora creemos, no por lo que tú nos dijiste, sino porque nosotros mismos le hemos oído; y sabemos que en verdad él es el Salvador del mundo".

Fíjate de esto: ¿Quiénes eran los samaritanos? ¿Por qué dice el relato que los judíos no se llevaban bien con ellos? Los judíos consideraban impuros a los samaritanos y los despreciaban como enemigos debido a que eran un grupo que se había formado de una mezcla de israelitas y de grupos asirios y babilonios. Esta mezcla de razas resultaba intolerable desde el punto de vista religioso para los judíos, que sólo se casaban

entre ellos. Los samaritanos, por su parte, respondían a ese desprecio negándose a reconocer a Jerusalén como legítimo lugar de culto. Ellos tenían su propio templo situado en el Monte Garizim y no se tentaron el corazón para cambiar en los textos bíblicos el nombre de Jerusalén y sustituirlo por el de Garizim. Pero, además, había pleitos políticos que separaban a los judíos de los samaritanos. Cuando Ciro, rey de Persia, derrotó a los babilonios, ordenó que los judíos retornasen a su tierra a reconstruir su templo y su religión. Uno de los grupos que puso obstáculos al retorno de los judíos y trató de boicotear la reconstrucción de Jerusalén fueron, precisamente, los samaritanos. Para colmo de males, Jesús no se encuentra con un samaritano, sino con una samaritana, es decir, que además de sa-

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maritana era mujer. La sorpresa de los apóstoles (4,17), no era para menos. Una costumbre extendida entre los judíos era que no se debía hablar con las mujeres en público. Yosé ben Yojanán de Jerusalén (que vivió hacia el año 150 a.C.), decía: „No hables mucho con una mujer‟ y después se añadía, „esto vale de tu propia mujer, pero mucho más de la mujer de tu prójimo‟. Las reglas de la buena educación prohibían encontrarse a solas con una mujer, mirar a una mujer casada e incluso saludarla; era un deshonor para un alumno de los escribas hablar con una mujer en la calle. Se prefería que la mujer, especialmente la joven antes de su matrimonio, no saliese de su casa. El evangelio presenta a la samaritana como ejemplo de la fe perfecta, por encima de dos modelos masculinos que han sido presentados con anterioridad. Los capítulos 2, 3 y 4 están ligados unos con otros en el evangelio de Juan. Es como si el autor estuviera tratando de explicar las etapas de la fe: desde una fe insuficiente (la de los judíos del capítulo 2), pasando por una fe un poco más satisfactoria, pero aún imperfecta (Nicodemo en el capítulo 3), hasta llegar al modelo de fe madura y perfecta, la de la samaritana (capítulo 4). Sólo la samaritana manifiesta una fe perfecta, lo que la hace merecedora de la revelación de Jesús como Mesías (Jn 4,25-26) y la convierte en la primera transmisora de este mensaje a sus paisanos. Hay una frase poco subrayada en el texto de la samaritana: cuando Juan señala que “muchos samaritanos creyeron en Jesús por la palabra de aque-

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lla mujer” (4,39). La expresión „creer por la palabra de otro‟ solamente aparece dos veces en el evangelio de Juan: en este caso de la samaritana y en el capítulo 17 de Juan, conocido como la oración sacerdotal de Jesús. En ese discurso el Maestro pide en su oración por los apóstoles al decir: “No te pido solamente por éstos, te pido también por aquellos que van a creer en mí por la palabra de ellos” (Jn 17,20). La samaritana es colocada así a la misma altura de los Doce y de los otros misioneros varones. Jesús escoge como vehículo de su revelación a la mujer samaritana. Ya antes había acogido a mujeres por el hecho mismo de su marginación y las había curado, reintegrándolas a la convivencia social. Ahora lo hace con una mujer despreciada por varias razones: por su pertenencia a una minoría étnica despreciada, los samaritanos, pero también despreciada por su manera de vivir: ha tenido seis maridos y sus relaciones múltiples debían haberle ocasionado críticas y maledicencias. Al diálogo de Jesús con la samaritana le debemos una enseñanza fundamental del Maestro. Cuando discuten dónde se debe adorar a Dios, si en Jerusalén o en Garizim, Jesús dice: ―Ha llegado la hora en que los que adoran de veras, adorarán en espíritu y en verdad‖, es decir, sin necesidad de templos. La elección de Jesús de una mujer samaritana desafía la actitud negativa de los judíos ante la fe de las mujeres. Jesús valora a tal grado la fe de esta mujer, que se le va revelando progresivamente hasta que muestra su rostro de Mesías, revelación negada hasta este momento a los varones.


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15. Susana, de las primeras 72

Comadreo: Todavía ahorita el obispo dice que no se puede ordenar mujeres porque en la biblia dice que Jesús escogió sólo hombres para formar su primer círculo… ¡qué barbaridad! Con la biblia se han dicho un montón de barbaridades pero de plano esta es una gran mentira. ¿Qué pasaría un día en la iglesia sin mujeres? Silvia Canto, una comadre de los primeros años, escribió este cuento muy bueno: Un semana sin Mujeres Lunes Lo advertimos con tiempo. Va en serio lo de la igualdad y equidad de las mujeres. Cuando en la madrugada toma-

mos los templos y catedrales del país nadie imaginó la organización que teníamos. Ni aún nosotras mismas. Hasta las legionarias quisieron participar. Están hartas de sostener con sus oraciones y con su trabajo de limpieza una Iglesia que no las toma en cuenta, ni siquiera para las homilías. Si hacemos cuentas, ¿quién es la Iglesia? Los obispos hablan siempre en nombre de ―la Iglesia‖ pero en realidad hablan en nombre suyo, de sus propios intereses, desde la visión de su género, ¿o a quiénes consultan para hacer declaraciones en los periódicos?, ¿a quiénes consultan para prohibir tal o cual cosa? Como dijo Cristina ―en el momento que dejemos de limpiar y construir los tem-

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plos con nuestro sudor y esfuerzo, en el momento que dejemos de participar en las misas, nomás una semanita, en ese momento se darán cuenta que tratan con mujeres no con niñas‖. La gente de los grupos que fuimos visitando, primero nos veía con asombro. Preguntaban: ¿Acaso enloquecieron? ¿Quieren cambiar algo imposible de cambiar? – pero ya les habíamos sembrado el entusiasmo de por lo menos ver una vez la cara desencajada de los curas. Un disgustito por tantos que les han causado a ellas. Por eso estamos aquí, a las puertas de la catedral, invitando a la gente a que no entre durante esta semana a las misas, ni que de limosna en esta semana del diezmo. Martes Ayer por la tarde llegaron los jóvenes de la pastoral juvenil de la comisión episcopal. Muchachas y muchachos que pretendían disuadirnos. Decían: - ¿Qué va a pensar la gente de las otras religiones? Van a aprovechar este problema para llevarse a muchos católicos a sus iglesias. - Que piensen que esto que inició en la

iglesia católica va a pasar en todas las iglesias cristianas y en la judía y en la musulmana, si siguen manteniendo a la mujer en el rango de subordinación – exclamó con firmeza Cristina. Los periodistas anotaron todo. Y hoy vemos la fotografía en las primeras planas. ―¡Dios, qué buena foto les tomaron!‖ comentó Augusto uno de los sacerdotes de la red de apoyo. La juventud católica no fue la única que nos visitó, casi a media noche llegaron los jóvenes en resistencia alternativa, juventud posmo que creen en Jesucristo pero ―nos da hueva la Iglesia‖. Sabemos que en muchas diócesis están apoyándonos. Han organizado brigadas de defensa porque temen que la mayoría de los obispos pidan a los gobiernos estatales la fuerza pública para desalojarnos de los atrios. Acaban de llegar dos camionetas, escoltadas por patrullas, ¿quiénes son? Miércoles Una delegación de monjitas, enviadas del arzobispo primado, llegó a ―dialogar‖ con nosotras. Los amigos sacerdotes que estaban por aquí participaron en la paraliturgia de la tarde, la que hemos organizado en todas las iglesias y capillas del país. Aunque algunos de ellos son parte de la organización nuclear les pedimos estar fuera de los diálogos. Así que al diálogo con las ―enviadas‖ estuvimos las religiosas y las laicas mitoteras. - Lo que ustedes piden, que los consejos parroquiales sean presididos por laicas y laicos es difícil de modificar, eso sólo Roma lo puede hacer – expresó con cara hipócritamente compungida la monja naranjita. Edel tomó la palabra: – Mire, hermana, usted y yo sabemos que cuando se quieren modificar las cosas se modifican, no hay tradición eterna.

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Cuaderno para Comadrear 2 Con el rostro molesto la monja verdecita dijo: – La propuesta que las congregaciones religiosas femeninas tengan a su cargo parroquias es inadmisible dado que no son sacerdotes – volvió la mirada hacia mí y amenazó – recuerden que las mujeres no podemos ser sacerdotes porque Jesús fue hombre y sólo los hombres pueden ser sacerdotes. “¿Esto lo dices por cuenta tuya o alguien te lo ha dictado?‖ terció Isabel. La monja rojita dio un puñetazo en la mesa y gritando le dijo a sus once compañeras: - ¡Se acabó el diálogo, estamos hablando con el mismísimo demonio, ya lo decía el arzobispo primado, están enfermas de poder!

de todo el mundo, en apoyo al movimiento, y tratamos de distribuirlos lo mejor que podemos hasta la última capilla de la última ranchería del país. Así mantenemos el ánimo de las que ya van teniendo miedo. Curiosamente las comunidades indígenas son las más entusiastas de esta nueva manera de construir la iglesia, tal vez porque la evangelización les fue impuesta. Por la noche llegarán algunos obispos amigos. Edel sigue en la computadora y yo quisiera darme un baño. Jueves

- Todas tenemos poder. Sólo que oficialmente sólo los varones pueden ejercerlo – dijo Cristina serenamente cuando salían precipitadamente de la casa de campaña improvisada para la ocasión.

Algunos empresarios católicos han acordado no pagar el diezmo este año pues lo que hemos compartido con su delegación les ha parecido sensato. Hay otros que han pagado desplegados y anuncios para difamarnos, por ahí se ha ido el diezmo.

La monja rojita volvió sobre sus pasos con los puños cerrados e inquirió con ojos morados de la rabia – ¡Tu, y todas ustedes, y todos los que les apoyen con sólo el pensamiento, van a ser excomulgados!

Lo cierto es que a los obispos y arzobispos ya les estamos ―tocando la conciencia‖. Y los laicos que están asesorándolos les dicen que es necesario mantener la mano firme.

Los policías corrieron tras las monjas, que cerraban las puertas de las camionetas con un estruendo que animó a los que estaban por ahí a despedirlas con aplausos.

Las mujeres se acercan a contar sus penas ocurridas en el servicio a la Iglesia. Algunas de las jóvenes mujeres que llegaron el lunes, para persuadirnos de desistir en esta aventura, son las que están documentando casos.

Hoy todavía seguimos reflexionando sobre la amenaza de la excomunión. En realidad es una amenaza psicológica fuerte, que atenta contra una necesidad básica como lo es la pertenencia. A mí me preocupa poco, pero mujeres de la edad de mi abuela ya están pensando volver al redil. Está por concluir el tercer día y siento que son siglos. Nos llegan correos electrónicos

Por la tarde llegarán, en peregrinación, grupos parroquiales que piden que también las congregaciones religiosas femeninas dirijan parroquias. De los pueblos más remotos salieron desde el lunes para llegar a la catedral y a la basílica. Las comunidades más pobres son las que piden esta locura. Claro, hay pocos sacerdotes ya, pero la curia vaticana sigue con la terquedad de que los hombres sean los

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únicos ordenados y sean la piedra fundamental en la que está organizada todo el conjunto de la iglesia. Cristina me ha dicho que lo que más le agrada de todo esto es la fiesta que se suscita cada noche. A cada parroquia o capilla llega gente a cantar, a bailar, se comparte la comida y la bebida. Vecinos que no se hablaban entre sí se han encontrado por primera vez. Dios Madre, Ruah, Jesús, María, son personas que van adquiriendo otra consistencia, se van volviendo más cercanos para la gente que es parte del movimiento. A los individuos que pasan y se solidarizan con nosotras les da curiosidad saber en lo que creemos. Viernes El consejo de ancianas nos ha llamado a una junta urgente. Ellas se reunieron con políticos y algunos gobernadores esta semana, incluso con miembros del ejército. De cada diócesis se tuvo que desplazar gente para venir aquí. Hoy habrá una gran asamblea. El equipo de liturgia ha preparado esa asamblea como una gran eucaristía presidida por mujeres. Hemos acordado con los varones que esta es nuestra semana. Y para la siguiente es necesario hacer más visible la equidad, que es el objetivo que queremos. Sacerdotes casados también se han unido, ellos también desean plantear sus sueños. Isabel está preocupada. Me he acercado para platicar con ella y prefiere no hablar sino hasta la asamblea. Los obispos amigos también están inquietos, sólo uno ha permanecido con nosotras desde hace varios días. Después de esto, tal vez lo ―reduzcan‖ a algo peor que a laica.

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Sábado Fue una asamblea eucarística larga. Llena de flores y cantos. Se gritaron consignas de alegría y esperanza. El ambiente se sentía como si las comunidades eclesiales de base estuvieran revitalizándose. Aunque hubo siete obispos, por primera vez ellos no presidieron sino que fuimos nosotras las mujeres. Ejercimos el sacerdocio real y consagramos realmente de manera comunitaria: laicas, laicos, religiosas, religiosos, sacerdotes casados, sacerdotes y obispos. La homilía fue iniciada por Isabel con palabras de esperanza. Después vino el reporte del consejo de ancianas sobre la amenaza que se cernía sobre el movimiento: no sólo seríamos excomulgadas, si no abandonamos los atrios de las iglesias y las capillas y dejamos la libre circulación de la gente, hoy sábado seríamos desalojadas por la policía y el ejército a garrotazos y balas. Cierto que no en todos los estados sería igual, pero corríamos el riesgo que en la mayoría el movimiento sería tratado brutalmente. Hubo consulta por pequeños grupos. Y se concluyó la homilía con las resoluciones de los mismos. Este día ha habido una tensa calma. Las liderezas de algunos partidos políticos se han dedicado a circular por las parroquias para amedrentarnos. Hoy es día de oración permanente y estamos en espera de la llegada del nuncio con información del vaticano. Él accedió a ser un interlocutor entre la jerarquía romana y esta feligresía rebelde. El nuncio y los obispos quieren que todo esté restablecido el domingo, ―Día del Señor‖, como recordó el Papa, así que tienen la consigna de que todo esté purificado para la fiesta del diezmo. En los periódicos sólo han aparecido notas


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pequeñas de esto que vivimos, sólo los periódicos más críticos anuncian la amenaza de desalojo por invasión de ―edificios públicos‖. Radio y televisión nada han reportado hoy. Cristina me dice: - Tensa calma, el huracán se avecina. Domingo A todas las iglesias pudieron entrar los curas y obispos y arzobispos y arzobispo primado. Oficiaron la misa solemne del día del diezmo con sus sacristanes y acólitos. La feligresía estuvo completada por los políticos varones, miembros del ejército y alguno que otro borrachito despistado. Nosotras y nosotros estamos aquí en los estadios, curándonos las heridas y esperando la cárcel a la que cada quien será asignada. El ejército llegó anoche a los campamentos improvisados, lanzaron gas lacrimógeno a través de helicópteros. Luego la policía estatal nos remataba a garrotazos, para que no opusiéramos resisten-

cia. Nos fueron lanzando como bultos a los camiones militares para depositarnos desmayadas y desmayados en los estadios deportivos. Un tercio de la población del país está detenida. A Cristina, a Augusto y a mí nos enviaron al mismo estadio, el de baseball; el resto de las compañeras del núcleo organizador están en otros lugares. No sabemos dónde quedaron ni Edel ni Isabel. Estamos organizando junto con todas las personas de este estadio la celebración dominical. La juventud prepara cantos para animarnos. Es lo que hemos hecho esta semana en los atrios de cada capilla, de cada parroquia, de cada catedral, de cada basílica. El día después El Papa está consternado por lo que sucedió en nuestro país, ya que nuestro ejemplo se va multiplicando en otras naciones. Han decretado una semana sin mujeres en otras latitudes católicas. El Papa ha desechado su idea de la exco-

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munión: ―¿Cómo excomulgar a las tres cuartas partes de la feligresía de Cristo?‖, se lamentaba. ―En realidad, los miembros de la jerarquía son los excomulgados‖, comentó Cristina sobre el lamento papal, mientras vamos organizando los nuevos ministerios en nuestro cautiverio. ¿Qué hubieras hecho tú?

Santa Palabra: Lc 8 Jesús fue por muchos pueblos y ciudades anunciando las buenas noticias del reino de Dios. Con Jesús andaban también sus doce discípulos2-3 y muchas mujeres. Estas mujeres ayudaban con dinero a Jesús y a sus discípulos. A algunas de ellas, Jesús las había sanado de diferentes enfermedades y de los espíritus malos. Entre esas mujeres estaba María, a la que llamaban Magdalena, que antes había tenido siete demonios. También estaban Juana y Susana. Juana era la esposa de Cuza, el administrador del rey Herodes Antipas.

Fíjate en esto: Uno de los principios para leer la Biblia con ojos y corazón de mujer es no tragarnos los textos tal como están, sino sospechar. Esta sospecha tiene fundamentos: La Biblia fue escrita, casi toda ella, por varones. Sospechamos que los textos bíblicos defienden el sistema de dominación de los varones por encima de las mujeres, dado que los escritores pensaban y vivían según ese modo de pensar. Casi todas las lenguas, incluyendo las lenguas bíblicas, tienen generalizaciones en masculino. Así, se dice ―hombres‖ para hablar de los seres humanos. Cuando se dice, por ejemplo, que Cristo murió por todos los hombres, entende-

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mos que murió por todos los seres humanos, o sea, por los hombres y las mujeres. Este mismo criterio hay que aplicarlo sobre los textos bíblicos. Cuando el texto dice que Jesús mandó a ―los discípulos‖ de dos en dos… ¿por qué pensamos que fueron solamente varones? ¡Seguramente que entre esos ―discípulos‖ también había discípulas! Los textos del Nuevo Testamento son muy ricos para denominar a aquellos que, habiendo recibido la llamada de Jesús, decidieron seguirlo, abandonaron a sus familias y se integraron junto con su Maestro en la tarea de la proclamación e inauguración del Reino de Dios. Tradicionalmente, cuando leemos en el Nuevo Testamento las palabras ‗elegidos‘, ‗santos‘, ‗hermanos‘, etc., casi de manera automática pensamos que son expresiones genéricas, es decir, que aluden tanto a varones como a mujeres. Sin embargo, cuando encontramos términos que indican funciones, particularmente los títulos con que eran llamados los dirigentes, tendemos a aplicar el significado solamente al género masculino. Así, por ejemplo, pensamos que las palabras ‗apóstol‘, ‗discípulo‘, ‗diácono‘, ‗profeta‘, ‗instructor‘, que denotan funciones que tienen que ver con la conducción comunitaria, y por tanto con el poder, deban ser referidos solamente a los varones. No basta con que haya mujeres nombradas en los textos bíblicos. La mujer sigue ausente del texto porque hace falta una perspectiva femenina sobre la vida y la religión en los textos. O sea que la Biblia habla bastante de mujeres, cuya actividad puede llegar a ser importante; pero en la Biblia nunca son las mujeres quienes hablan. En ese sentido se puede decir que la mujer está ausente de la Biblia. Sería inútil pedir esa perspectiva femenina a los autores de los textos bíblicos: se la tiene que dar los ojos y el corazón de la mujer que lee.


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16. Las mujeres no huyeron a la peor hora

Comadreo: Esa película de Mel Gibson donde la virgen sale dando un grito tremendo cuando abraza el cadáver de su hijo está requetebién hecha, igualito hemos visto a muchas mamás cuando les entregan los cadáveres en esta guerra que estamos viviendo. Pero no se vale que con ese sentimiento quieran decirnos a las mujeres que lo mejor es que las mujeres solas atendamos a los enfermos, soportemos el dolor de la muerte, cambiemos la vida por atender los problemas, porque Dios nos hizo fuertes para eso. ¿Cuántas de las que estamos aquí no hemos sentido la injusta soledad de enfrentar el dolor y la enfermedad, porque ellos, ―así lo quiso Dios‖, son débiles y por lo tanto irresponsables, ausentes, insensibles y

sobretodo tremendamente injustos. Las mujeres cerca de la cruz hoy son mucho más que eso, no están esperando la muerte, están siguiendo con todos los riesgos, al torturado por el gobierno. Ellas eran del grupo, los hombres se escondieron porque los iban a matar, ¿y a ellas no? Esa imagen llorosa junto a la cruz ha hecho muy injusta la relación con la muerte y ha dejado impune a los que por miedo a caer, se esconden. No es cosa de actitudes individuales, es todo un modo de vivir el movimiento social que se vivía en ese momento y en este, claro. ¿Pasa así? ¿Por qué pasa así?

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Santa Palabra Lc 22 54 Los que arrestaron a Jesús lo llevaron al palacio del jefe de los sacerdotes. Pedro los siguió desde lejos. Allí en medio del patio del palacio, habían encendido una fogata y se sentaron alrededor de ella. Pedro también se sentó con ellos.56 En eso, una sirvienta vio a Pedro sentado junto al fuego, se quedó viéndolo bien y dijo: --Este también andaba con Jesús. Pedro lo negó: --¡Mujer, yo ni siquiera lo conozco! Al poco rato, un hombre lo vio y dijo: --¡Tú también eres uno de los seguidores de Jesús! Pedro contestó: --¡No, hombre! ¡No lo soy! Como una hora después, otro hombre insistió y dijo: --Estoy seguro de que este era uno de sus seguidores, pues también es de Galilea. Pedro contestó: --¡Hombre, ni siquiera sé de qué me hablas! No había terminado Pedro de hablar cuando de inmediato el gallo cantó. Mc 15, 40-41 Había allí muchas mujeres mirando desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, Salomé y María la madre de José y de Santiago el menor. Ellas habían seguido y ayudado a Jesús en Galilea. Además, estaban allí muchas otras mujeres que habían acompañado a Jesús en su viaje a Jerusalén.

Fíjate en esto: El texto de Mc 15,40 nos muestra a un grupo de mujeres con las cualidades de un verdadero discípulo. Llamadas por sus nombres, debemos suponer que María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, eran tres

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mujeres conocidas por los lectores y reconocidas por su liderazgo en las iglesias cristianas nacientes. De ellas dice el texto, que cuando estaban con Jesús en Galilea, le ‗seguían y le servían‘, usando el evangelista dos términos técnicos que caracterizan el discipulado: seguimiento y servicio. El texto refiere, por último, que estas mujeres habían seguido a Jesús desde Galilea hasta Jerusalén, es decir, desde su predicación inicial hasta su muerte en la cruz. Justamente estas fueron las cualidades que menciona Hech 1,21-22 cuando tuvieron que elegir al sucesor de Judas Iscariote. ¿Por qué la aparición de las mujeres se da hasta este momento? Los evangelistas, antes de esta escena y siguiendo la costumbre de su época, solamente muestran encuentros de Jesús con mujeres dentro de las casas, y manteniéndolas a ellas en el anonimato (Mc 1,28-31; 5,2534; 5,21-24.35-43; 7,24-30; 14,3-9). Y es que no era común que un maestro judío, ni siquiera un hombre judío común, abordara a mujeres en público y conversara con ellas. Que Marcos haya dejado la mención de las discípulas mujeres hasta el final del ministerio de Jesús es muy significativo: sólo en el momento de la cruz puede comprenderse el auténtico sentido del discipulado y del seguimiento de Jesús. Ya lo dice el refrán popular: „en la cama y en la cárcel se conocen los amigos‟, es decir, en los momentos de dificultad se prueban las verdaderas amistades. Esta fortaleza de las mujeres, siendo positiva, ha servido para que los varones le carguen a la mujer el sufrimiento como si fuera una obligación. Así ha pasado con el dicho de Jesús: ―que cargue con su cruz y que me siga‖ que, curiosamente, casi todos los predicadores lo refieren solamente a la mujer, y con ello justifican muchas veces la violencia que se ejerce contra ellas.


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17. María la de Magdala, la endemoniada compañera , testiga de la resurrección

Comadreo: Cuando llegamos a Kimbilá era imposible no asombrarse del movimiento: ¡todo hecho por las mujeres! Así de imposible resultó porque apenas hubo un hombre en el caso de defensa de la democracia, las autoridades ya sólo empezaron a hablar con él. Los periódicos mostraban con curiosidad a las mujeres, será porque el hipil de Irene siempre se veía rechulo en las fotos, será porque les parecía extraño, pero lo verdaderamente asombroso fue el asombro… Como si eso de ser mujer en la política siempre fuera sospechoso, algún hombre estará atrás… manejándola pues. Y es que esconder a las mujeres o presentarlas igualitas a los hombres cuando tienen éxito pasa seguido. ¿Cómo lo hacemos las mujeres? ¡Quién sabe! Falta todavía que resca-

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temos a las que lo hicieron y aprendamos de esa sospechosa desaparición de la historia. ¿Conoces historias donde no se reconoce lo que las mujeres hacen? ¿Por qué nos desaparecen?

Santa Palabra: Mc 16,9 El domingo muy temprano, después de que Jesús resucitó, se le apareció a María Magdalena. Tiempo atrás, Jesús había expulsado de ella a siete demonios. Mientras los discípulos estaban tristes y llorando por la muerte de Jesús, ella llegó y les contó que Jesús estaba vivo. Pero ellos no creyeron que Jesús estuviera vivo ni que María lo había visto.

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Fíjate en esto: Con María Magdalena ocurre una cosa muy curiosa: ya desde sus representaciones más antiguas aparece ante nosotros como la prostituta arrepentida y convertida, modelo de cambio de vida y de penitencia. Sin embargo, esta imagen tiene muy poco qué ver con lo que los evangelios nos dicen de esta mujer que tan importante resulta para la historia de la iglesia primitiva. ¿Cómo hay que interpretar que Jesús expulsó siete demonios de Magdalena? Cuando Jesús libera a personas poseídas por espíritus inmundos quiere, en todos los casos, manifestar que el poder de Dios vence sobre los poderes del mal y que Él, Jesús, viene a inaugurar el Reino de Dios con estas solemnes proclamaciones de derrota del mal. Los exorcismos de Jesús tienen que ver con un estado de opresión experimentado


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por las víctimas. No hay en los evangelios alusión alguna a que los curados de posesión hubieran hecho algo para merecer tal posesión. Los endemoniados son víctimas, no pecadores: María es alguien que experimentó en su vida el poder liberador de Jesucristo. El número siete, que en lenguaje bíblico significa plenitud, puede querer señalar, sea la grandeza de la opresión que sufría la mujer, o el estado de plenitud de salud corporal y espiritual en el que fue devuelta por la acción de Jesús. La curación dejó a María Magdalena totalmente sana e integrada a la sociedad. ¿Por qué la imagen más popular de María Magdalena es la de una prostituta convertida? ¿Por qué no se exalta su papel de discípula y apóstol y, en cambio sí, la imagen de una pecadora arrepentida? La primera razón es tan antigua como los mismos evangelios. El hecho de que María Magdalena, curada y convertida en un ser humano de dignidad completa, se convirtiera en seguidora y servidora de Jesús que lo acompañaba en sus correrías y que haya sido citada por los cuatro evangelistas como la primera testigo de la resurrección y la que recibió el mandato apostólico de anunciar a los otros discípulos que Jesús estaba vivo, no es más que una prueba clara del papel privilegiado de liderazgo que María Magdalena debió jugar en la iglesia primitiva. Para la mentalidad patriarcal vigente debió haber sido muy difícil reconocer el lugar privilegiado que la revelación evangélica primitiva concedió a María Magdalena. Una cultura que centraba todas las cosas positivas y todo el poder en los varones, debió haber recibido como un desafío inaudito el hecho de que una mujer hubiera sido la primera testigo del sepulcro vacío, de la resurrección y la primera enviada del resucitado. No nos explicamos de otra manera que, a pesar de tantos testimonios unánimes de los cua-

tro evangelios, san Pablo, en su lista de personas a quienes Jesús resucitado se apareció, no coloque a María Magdalena ni a ninguna mujer (1Cor 15,3-8). Una segunda razón puede ser la confusión que se creó entre tres mujeres distintas de las que nos hablan los evangelios. Por un lado está María Magdalena (Lc 8,2), descrita ampliamente en el texto que hemos leído. Por otro lado está la anónima pecadora perdonada de la que nos habla Lc 7,36-50 y que, muy probablemente era prostituta. Por último, está María de Betania, la hermana de Marta y de Lázaro, que derrama a los pies de Jesús aceite perfumado como adelanto de su sepultura (Jn 12,110). La confusión de estas tres mujeres se remonta hasta san Agustín, en el siglo V, pero queda fija en la memoria popular cristiana a partir de unas famosas homilías pronunciadas por el Papa Gregorio Magno alrededor del año 600. En estas homilías quedan asociadas, como si fueran un mismo y solo personaje, la pecadora arrepentida, María de Betania y María Magdalena. Esta confusión, producto de la ignorancia o de la mala fe, deformó la imagen de María Magdalena hasta convertirla en lo que ahora es: una pecadora convertida cuyo mensaje principal es el arrepentimiento al que deben aspirar los pecadores. Casi nada ha quedado de la mujer apóstol, de la valiente testigo de la muerte y resurrección de Cristo. Confusión bastante conveniente para quienes querían seguir manteniendo a las mujeres fuera del ámbito de las decisiones en la iglesia. Pero los esfuerzos seculares por minimizar el destacado papel apostólico de María Magdalena van quedando atrás gracias a muchas mujeres, teólogas y estudiosas de la Biblia, que han rescatado la más genuina tradición de esta apóstol de los apóstoles.

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18. Las mujeres en las primeras comunidades* Comadreo: Madrugada. De todos los pueblos de Yucatán, de los cuatro rumbos, mujeres en hipil no preparan el pozole que llevará el esposo a la milpa, sino el que llevarán para sí mismas, para aguantar el viaje y para pasar el día, los días, los cuatro días que estarán en Jo‘, como le llaman desde siempre a Mérida, para discutir sobre los derechos de las mujeres, sobre la posibilidad de ocupar cargos públicos, sobre el divorcio, sobre el aborto. Es 1917. Todo sigue revuelto. No se han aquietado las aguas desde que pasó la revolución. Es muy famoso Salvador Alvarado, pero ellas quieren ver a Elvia y a Consuelo, las que las invitaron, las que retaban el modo de pensar de esos días. Ninguna de las que llegó pensó en la remota posibilidad que sus nombres estuvieran en libros, paredes, discursos. Eran transgresoras, como todas las mujeres que se suman a los movimientos que cambian la historia. Da ternura mirar a estas ―ingenuas‖ soñando con el derecho a votar y la libertad de expresión.

Siempre las que inician el cambio son incomprendidas en ese momento, y cuando son mujeres, muchas veces olvidadas en la historia. Ellas lo sabían. ¿ Cuantas historias así sabemos? … Y las que no sabemos!

Santa Palabra A partir de la pascua de Jesús comenzó la aventura de la comunidad cristiana. Reunidos en torno a la memoria de Jesús, los discípulos y discípulas iniciaron un camino nuevo intentando ser fieles a su Maestro en la construcción de una nueva familia de hermanos y hermanas. Los primeros pasos de la comunidad cristiana surgida en Jerusalén son narrados por san Lucas en el segundo tomo de su evangelio, el libro de los Hechos de los Apóstoles. El autor de los Hechos reconoce que en muchas comunidades, las mujeres ejercitaban un papel de liderazgo y que tenían funciones de servicio y de profecía, de catequesis y de conducción. La participación de las mujeres en la conformación de la iglesia primitiva, su presencia en las estruc-

* Raúl Lugo Rodríguez en Las mujeres en la primitiva comunidad cristiana (Hechos de los Apóstoles) del libro Mujeres de la Biblia, mujeres para hoy en colaboración con Carlos Maciel. Ed. Qol/UPM Colección Estudios Bíblicos Mexicanos vol. 3, México 2004.

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turas de organización y de incipiente gobierno dentro de las primeras iglesias, es un dato que sobresale en una lectura atenta y detallada del libro de los Hechos y es un acontecimiento que no puede ser soslayado en la construcción de un nuevo tipo de relaciones entre varones y mujeres dentro de nuestras iglesias. Lucas es, afirman los especialistas, muy delicado en la selección de los acontecimientos que incluyó en su libro. Tiene una visión teológica muy precisa y pone al servicio de esta visión toda su tarea de historiador. Si decidió incluir con tanta fuerza el papel de las mujeres en la estructura y organización de las primeras comunidades, es porque este detalle le pareció importante de ser transmitido en el contexto de la misión y expan-

sión de la iglesia. Si, a pesar de la mentalidad judía sobre la que fueron moldeadas las primeras iglesias y en la cual los varones jugaban los roles fundamentales, Lucas decide mencionar tanto la participación de las mujeres, es porque se trata de un dato constitutivo de la vida de las comunidades, de su animación, del origen y el destino de la misión y la catequesis en la iglesia. Es difícil comprender cómo, a pesar de este testimonio tan vigoroso, las mujeres han visto, con el pasar del tiempo, negado su derecho a participar de las tareas y decisiones en la iglesia y su palabra ha sido silenciada. La casi absoluta masculinización de la estructura eclesial y del gobierno de la iglesia actual no tiene fundamento en la experiencia de la comunidad primitiva.

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19. Tabita, la Ministra Comadreo: Hora del alumbramiento Dos horas por carretera desde San Cristóbal de las Casas conducen al municipio autónomo de Polhó (nombre oficial: Chenalhó), en Los Altos de Chiapas, donde han sido instalados 18 campamentos militares en idéntico número de parajes y poblados. Esta región boscosa, fría, con magníficas montañas y el suelo más erosionado del estado, acoge cuatro colonias de desplazadas/os. Kilómetros arriba de X'oyep, en la cabecera municipal rebelde, está el más grande: hay 6 mil integrantes de las bases zapatistas, más del 60 por ciento mujeres e infantes. Tres mil 900 zapatistas llegaron a Polhó tras caminar la noche lluviosa del 26 de diciembre de 1997. Huían de los grupos de paramilitares priístas que una semana antes asesinaron a 45 personas en Acteal. Aquí, bajo improvisados techitos de lámina y de plásticos coloridos, estarán indefinidamente. Se atienden médicamente en sus dos precarios consultorios y desconfían del puesto de la Cruz Roja Mexicana tras su envío de 10 toneladas de medicina caduca. Pero los partos son de Micaela. Tiene 24 años y es la única partera de la zona. Las viejas se jubilaron al no poder caminar de arriba a abajo, de día o noche, en Polhó o en X'oyep. Micaela lo hace. Con la sonrisa labrada en su rostro recibió en sus manos a 15 bebés las dos primeras semanas de enero. Ella se preocu-

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pa porque las mujeres están desnutridas, presentan hemorragias y no hay medicinas. En un caso de gravedad ``voy a darles las plantas cuando tienen mucha hemorragia y mucho dolor''. Va a la montaña y busca la de San Martín, Liquidámbar, Tajalguamón, y prepara tés para atenuarles el sufrimiento. Sus pacientes ``tienen pena'' porque ``no tienen cama, medicinas, duermen en el suelo. Dicen que les falta más de su pañal, colcha de su bebé, de su agua que les queda lejos para traer''. Ella también tiene pena: ``falta herramienta para escuchar su pulso del niño, falta termómetro''. Comúnmente a las mamás se les va la leche y no hay más alimento para el recién nacido que el té de manzanilla. Hasta ahora no ha muerto ningún bebé recibido por Micaela, pero recuerda que dos murieron de neumonía. En la última quincena habrá atendido una docena de partos. Tiene registrados 12 para este mes, 14 en abril y 19 en mayo. Después desconoce la cuenta: ``es un chingo'', dice. El texto es de Laura Castellanos y forma parte de su “Viaje al centro de la ira”. Nosotras lo tomamos de: http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/ documentos/castellanos.htm

¿Conoces mujeres indispensables para sus comunidades? ¿Qué trabajo hacen?


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Santa Palabra (Hech 9,32-43) Esta mujer que aparece en el libro de los Hechos, aunque aparentemente no tenga un papel de primer plano, es descrita con algunos rasgos que pueden ser muy significativos. Se trata de una discípula que vive en Jafa y cuyo nombre, Dorcas en griego, y Tabita en arameo, significa gacela. El pasaje del libro de los Hechos nos relata su muerte. Sabemos por el texto que Tabita era reconocida en la comunidad porque “hacía infinidad de obras buenas y de limosnas” (Hech 9,36). Sabemos también que las destinatarias de tales obras de misericordia eran las viudas, porque fueron ellas las más dolidas por la muerte de Tabita. No es casual que estas dos acciones, encargarse de la administración de los bienes (limosnas) y del cuidado de las viudas, fueran las funciones encomendadas a los diáconos. Así lo cuenta el relato que nos narra la institución de este nuevo ministerio. Que esta mujer cristiana de origen judío sea presentada con estas características, quiere de-

cir que el autor del libro ha organizado su presentación de acuerdo al modelo del servicio o diaconía. Era por estos rasgos que Tabita era apreciada grandemente en la comunidad, a tal punto que el relato nos muestra a las viudas de la comunidad llorando mientras muestran los vestidos y mantos que hacía Tabita mientras vivía (Hech 9,39). A Tabita no le faltaron oportunidades para, desprendiéndose de sus propios bienes, hacer “infinidad de obras buenas” (Hech 9,36). El aprecio comunitario se puede constatar, finalmente, en dos gestos sencillos: son los discípulos y discípulas de Jafa quienes avisan a Pedro que está en Lida para que venga sin demora a Jafa. Pedro deja todo para trasladarse a los funerales de aquella discípula. El segundo gesto es que, después de que Pedro resucita a Tabita, llama inmediatamente a “los fieles y a las viudas” (Hech 9,41) para presentar a la discípula ejemplar viva ante ellos. El aprecio por Tabita muestra un cálido cuadro de la comunión fraterna que ella, con su vida y su trabajo, contribuyó a animar.

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20.- La casa de María, mamá de Juan Marcos Comadreo: Camino a la selva El camino de terracería conduce al cuartel militar de San Quintín, el más grande de la Selva Lacandona. Pero antes hay cinco retenes militares que aplican la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos. El viaje desde Ocosingo dura cinco horas durante las cuales los árboles se van haciendo enormes y el paisaje se tupe de verdes intensos. La precariedad de la principal región zapatista contrasta con la comunidad priísta de San Quintín: Progresa construye casas de cemento, se introduce drenaje, hay celdas solares para uso doméstico. Aquí, en la zona limítrofe con la reserva de Los Montes Azules, se construye una zona habitacional para 200 familias de militares. Unida a San Quintín está la comunidad Emiliano Zapata, que hace honor a su nombre por ser zapatista, y en donde las mujeres tzeltales y choles, como las del resto de la zona de conflicto, han dejado de ir por leña y agua, y ya no van a trabajar a la milpa por miedo a ``los ejércitos''. La familia de Francisca está perdiendo

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sus cosechas de maíz, frijol, café, y ya no puede recoger camote, yuca, cebollín, chile. Se queja de que ―los ejércitos'' ofrecen 50 pesos a las muchachas ―para que sean sus mujeres, y traen prostitutas''. Abajo de su casa se unen los exuberan-


Cuaderno para Comadrear 2 tes ríos Jataté y La Perla, de donde ella se abastece de agua cuando no hay en cuaresma. Ahora no sabe qué hará pues en el río ―ellos se bañan con las prostitutas, tiran sus condones, truzas, basura''. A plena luz del día un camión militar transporta soldados y sexoservidoras a San Quintín. Pasa a un costado de la recaudería: hay mangos, piñas, aguacates, cebolla, jitomate, sandía; y de la mercería, que exhibe corsetería de encaje. En las tiendas del resto de la selva sólo hay galletas, jabón, latas de sardina. Oscurece. En la negrura suena el motor de una avioneta que sobrevuela con las luces apagadas: ―Son de las que bombardearon en el 94'', reconoce Francisca. La nave no se ve pero por su ruidito se sabe que va, regresa, y que vuela por una hora en círculos sobre el Aguascalientes de La Garrucha. ``Queremos que se vayan'', expresa Francisca. Sus palabras se pierden en la noche.

El texto es de Laura Castellanos y forma parte de su “Viaje al centro de la ira”. Nosotras lo tomamos de: http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/ documentos/castellanos.htm

¿Conoces mujeres que ofrecen su casa para reuniones cuando hay problemas? ¿Anima a las familias de esas mujeres la hospitalidad?

Santa Palabra (Hech 12, 1-17) Las comunidades cristianas se reunían en las casas, por eso se les llamaban iglesias ―domésticas‖ (que viene de „domus‟, que quiere decir casa). En este contexto aparece María, la madre de Juan Marcos. Después de que Pedro sale milagrosamente de la cárcel (Hech 12,6-11) se dirige “a la casa de María, la madre de Juan Marcos, donde había numerosas personas reunidas orando” (Hech 12,12). Se trata, por tanto, de una dueña de casa, propie-

taria de una vivienda familiar en un barrio de Jerusalén. En su casa se reunían algunos discípulos y discípulas. Pedro conocía la casa. Es de suponerse cierto vínculo entre Pedro y la madre de Juan Marcos, por dos factores: en primer lugar, la comunidad es descrita en oración: “mientras custodiaban a Pedro en la cárcel, la comunidad rezaba a Dios por él insistentemente” (Hech 12,5). Podemos deducir que las personas reunidas en la casa de María estarían orando con esa misma finalidad. Lucas parece atribuir a la fuerza de la oración de la comunidad reunida en la casa de María la milagrosa liberación de Pedro. Pero, además, la persona de Pedro parece familiar a María y a la comunidad porque el texto nos indica que la voz de Pedro es reconocida por la muchacha llamada Roda o Rosa, aun antes de haber abierto la puerta para que él entrara. La casa de María aparece así como un lugar de referencia para la comunidad de Jerusalén. Es una iglesia doméstica que, muy probablemente, era conocida de la manera en que es mencionada por el pasaje del libro de los Hechos: ‗la casa de María‘. Esta mujer es madre de Juan Marcos, aquel que, junto con Bernabé, formará parte de la primera aventura evangelizadora de Pablo fuera de las fronteras de Palestina (Hech 12,24-25). El papel de María dentro de la comunidad que se reunía en su casa es difícil de precisar, pero no deja de ser llamativo que esta iglesia doméstica se conozca refiriendo el nombre de la mujer: ‗la casa de María‘. ¿Indica esto que María, la madre de Juan Marcos, tendría la responsabilidad principal dentro de la comunidad, como coordinadora o animadora de la misma? No podemos ir mucho más allá en la respuesta a esta pregunta. No obstante, algunas especialistas sostienen que el texto parece apuntar a que las reuniones litúrgicas y catequéticas que tenían lugar en la ‗casa de María‘, se celebraban bajo su responsabilidad.

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21.- Lidia, una “casa de seguridad” Comadreo: En la puerta se lee clarito: Territorio Neutral. Está escrito en letras rojas sobre el pavimento. Está frente al portón enorme del convento de las Clarisas de Planes de Renderos, en El Salvador, en esa curva llena de puestos de pupusas y bordeada de árboles. Mingo, nuestro hermano franciscano, nos invitó sospechosamente a visitarlas, como que quería darles un recado, antes de llevarnos al lugar del martirio de Rutilio. Él era el confesor de esas monjas que parecerían fuera de este siglo: en clausura monacal, detrás de una celosía y metidas en un hábito de la cabeza a los pies. ¡Qué cosa! Sólo llegar y empezar las sorpresas. Carcajadas hasta la entrada, una capilla provocadoramente actualizada, monjas jovencísimas con las mangas arremangadas. Todas salieron a saludar a las ―yucatecas indignadas‖. Y de ahí hasta que después de dos horas de mutuo interrogatorio nos rendimos a la evidencia, esta era como una casa de seguridad para Mons. Romero, para los muchachos de la montaña, para Ellacuría y los jesuitas… aquellos tiempos en los que la iglesia de San Salvador, profeta y mártir, se hizo pueblo. Casa de seguridad le llaman los que están en

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la clandestinidad a algunos de sus lugares de reunión. Y la de Planes de Renderos era más que eso: era una casa de confianza plena. Dos horas de anécdotas y actualidades. Aquí se construyeron los acuerdos de paz que se firmaron en su país, nos dijeron. Nosotras pensamos darles una noticia al contarles que en el avión que nos trajo viajaba también Joaquín Villalobos; se miraron, eso no lo sabían, raro pues en laudes oyen el noticiero en la ―lectura breve‖. Joaquín es un traidor… dijeron varias. Está de asesor de este gobierno de derecha, dijo una. Él es el que mató a Roque Dalton, nos dijo otra religiosa, recordando al poeta al que mataron sus propios compañeros, crimen que sigue impune. Así hasta que Mingo nos separó. Ellas le anunciaron: —Nos vemos en la misa grande de Monseñor. —¿Van a ir? No me han perdido permiso —dijo Mingo, burlándose, citando la vieja regla canónica. Todas se rieron. Las buscamos con la mirada en el mar de gente, no las encontramos. Al final de la misa tan cargada de significados, los padres agradecieron a los miles de extranjeros, y la presencia de amigos sacerdotes y obispos. Ningún nombre de nadie, ni siquiera de países, ni siquiera de Mejía Godoy que estaba ahí cantando la misa salvadoreña en


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público por primera vez. Solamente pronunciaron un agradecimiento, una presencia: —Aquí están las Clarisas de Planes de Renderos, presentes siempre, ellas bordaron todos los manteles y las estolas de esta misa. Ahí estaban ellas, sí, en la misa, escuchándola a través de la radio, desde su casa, una casa de seguridad. ¿Conoces mujeres que hayan ayudado a sacar acuerdos en medio de los problemas?

Santa Palabra (Hech 16, 11-15) El libro de los Hechos nos muestra a Pablo, en su segundo viaje apostólico, visitando la ciudad de Filipos (Hech 16,12). Según su costumbre, Pablo pretende visitar la sinagoga, pero encuentra que no existe en la ciudad un edificio que sirva

para las reuniones de los judíos. Pablo acude entonces a las orillas del río, para ver si algunos de los judíos de Filipos acudían a ese sitio para hacer oración. Se encuentra allá con un grupo de mujeres que se habían reunido. Ya el historiador antiguo, Flavio Josefo, nos informa que había muchas mujeres, con frecuencia mujeres de alta sociedad, que aprovechaban su posición económica desahogada para permitirse cierta independencia de sus maridos y, en ocasiones, se convertían a algún culto religioso distinto del de la casa paterna o de la del marido. Algunas de ellas se habían convertido al judaísmo y eran reconocidas en los círculos judíos. De estos mismos círculos parecen haber surgido algunas convertidas a la fe cristiana. Lidia es descrita como “natural de Tiatira, vendedora de púrpura, devota de Dios” (Hech 16,14). Este último adjetivo se interpreta comúnmente como signo de

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su conversión al judaísmo. La Biblia Española, por ejemplo, traduce ‗adicta al judaísmo‘. Lidia es una comerciante, mujer de negocios, dedicada al comercio de tinte para teñir telas. Llamada ‗vendedora de púrpura‘, debemos imaginarla en el comercio de tejidos bordados o telas teñidas de este color. Esta pagana de nacimiento se habría convertido, como ya hemos mencionado, al judaísmo. Por eso se le encuentra en el lugar de oración que suplía la falta de sinagoga, en un día sábado. Habiendo escuchado la predicación de Pablo, Lidia acepta la fe cristiana y es bautizada ella y toda su familia. No sabemos quiénes ni cuántos formaban parte de su familia o de ‗su casa‘. Hay quienes han sugerido que Lidia habría sido una viuda. Lo que sí es seguro es que el hecho de que su persona no esté directamente relacionada con algún varón, muestra una fuerte independencia no muy común en aquellos tiempos. Dado que la región de Lidia era una especie de puerta de comunicación entre oriente y occidente, no es aventurado pensar que Lidia estaba en contacto con culturas variadas y que, probablemente, tenía

experiencia en viajes y no estaba circunscrita a una visión cultural cerrada. Llama la atención la delicada insistencia con la que Lidia ofrece hospitalidad a los apóstoles: “si están convencidos de que soy fiel al Señor, vengan a hospedarse en mi casa”. El pasaje termina rematando con las palabras del autor del libro de los Hechos: “Y nos obligó a aceptar” (Hech 16,15). La casa de Lidia parece haberse convertido en la primera iglesia doméstica en Europa, centro de animación y encuentro para los cristianos y cristianas. Después de que Pablo y Silas son encarcelados y puestos

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en libertad, vuelven a la casa de Lidia y allí es donde se encuentran con los hermanos, los animan y se despiden de ellos antes de seguir su camino (Hech 16,40). Aunque Lidia no es mencionada en otras ocasiones, podemos descubrir su influencia en otros pasajes. Pablo, celoso de su condición de apóstol que trabaja gratuitamente, no aceptó ayuda económica de ninguna comunidad para su sustento personal, salvo de la comunidad de Filipos (Fil 4,15-18). La comunidad que nació en la casa de Lidia socorrió al apóstol de los gentiles en diversas ocasiones. No está fuera de lugar suponer que las colectas para Pablo debían ser organizadas y encabezadas por Lidia, que por la descripción de su oficio, debemos suponer de buena posición económica, dado que hay testimonios de que el comercio de telas teñidas requería una inversión no despreciable de capital económico. La participación activa e influyente de Lidia en Filipos, puede compararse con la de María, la madre de Marcos, en Jerusalén. A partir de estas dos experiencias podemos reconstruir cuán importante era la participación de las mujeres en las iglesias nacientes y cómo fueron indispensables en la infraestructura de las primeras comunidades. Las casas de estas dos mujeres se convirtieron en puntos de referencia estables para las respectivas iglesias. La ausencia de mención de los maridos de ambas muestra que estas iglesias domésticas dependían de manera directa de estas dos mujeres y no de sus maridos.


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22. Priscila, matriarca del Reino

Comadreo: Marzo de 2011 Una breve carta nos llega desde la Casa del Migrante: Los pasados, han sido días muy intensos, medios de comunicación, autoridades migratorias, estatales, municipales, la casa rodeada por muchas personas. Y en medio de todo esto, las víctimas, nosotros con la rabia por un lado, intentando protegerlos, cual perrita cuando sus críos están en peligro, incluso de algunos agentes de pastoral de la parroquia. Por otro, haciendo un esfuerzo sobrehumano para que nuestras actitudes estén atravesadas por la ternura y la esperanza. De los tres que llegaron a nuestra casa el pasado 19 de febrero y quienes fueron los que nos comunicaron lo de las violaciones del Instituto Nacional de Migración y del secuestro de sus compañeros de camino, los dos hombres, aunque pusieron la denuncia, uno se regresó a su país, otro, siguió "para adelante". La única que decidió continuar fue la mujer, ¡¡qué mujer, qué ganas de vivir, qué pasión por la vida!! ¿No es Dios mismo, hecho mujer y migrante? Ayer la trasladaron de Tenosique a la Cd. de México donde se iniciará su regularización y su atención integral. Cuando me despedí de ella, me abrazó por un largo rato, lloró abundantemente frente a todos, aunque no es católica y aunque al decir de ella, desde niña no pisa un templo, le pedí que me diera una bendición... Hasta los AFI´s se conmovieron. Nunca como ahora estoy entendiendo que el Reino es una Causa, y que hay que dar mil batallas de las cuales no vamos a salir siempre victoriosos, casi nunca, pero la victoria final está asegurada. Tomás ofm

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¿Conoces mujeres que antes de salvarse a si mismas se arriesgan por los demás?

Santa Palabra (Hech 9,18, 1-3. 8) Junto con su marido Áquila aparece Priscila, una mujer también judía que había tenido que huir de Italia cuando el emperador Claudio decretó que todos los judíos abandonasen la capital del imperio. Priscila y su marido eran cristianos, y después de salir de Italia, se dirigieron a Corinto donde se establecieron y se

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dedicaron a su oficio, construir tiendas. Pablo se alojó en casa de estos desplazados, refugiados fuera de su tierra, cuando visitó Corinto. Hizo con ellos una excelente amistad y conservó siempre una buena opinión de su trabajo evangelizador. Por más de año y medio (Hech 18,11.18) Pablo convivió con ellos como si fuera parte de la familia. Pero el papel de Priscila no se limitó a hospedar a Pablo y compartir con él trabajo y casa, sino que tomó parte en la vigorosa tarea de evangelización emprendida por Pablo. Junto con su esposo se embarcó con el apóstol y tomó parte de sus viajes apostólicos (Hech 18,18-19). Además, habiéndose encontrado con Apolo, un predicador entusiasta, pero que había recibido solamente el bautismo de Juan, lo instruyó y le explicó con más exactitud el camino de Dios (Hech 18,27). A ella y a su marido se le debe, pues, la formación de Apolo, que se convirtió en un destacado predicador, a la altura de Pedro y Pablo (1Cor 1,12). En varias ocasiones Pablo agradece a esta mujer y a su esposo las tareas realizadas y les envía saludos (Rom 16,3; 1Tim 4,19). Anfitriona de Pablo, misionera junto con él, Priscila tuvo estrecha relación con la comunidad de Corinto y ejercitó, en relación con Apolo, el oficio de maestra. Aquella refugiada, tejedora de tiendas, se reveló como un factor decisivo en la construcción de la comunidad cristiana de Corinto.


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23. Las hijas de Felipe, profetisas de Cesarea

Comadreo: 1979 Granada Las comandantes

A la espalda, un abismo. Por delante y a los costados, el pueblo armado acometiendo. El cuartel La Pólvora, en la ciudad de Granada, último reducto de la dictadura, está al caer. Cuando el coronel se entera de la fuga de Somoza, manda callar las ametralladoras. Los sandinistas también dejan de disparar. Al rato se abre el portón de hierro del cuartel y aparece el coronel agitando un trapo blanco. - ¡No disparen! El coronel atraviesa la calle. - Quiero hablar con el comandante. Cae el pañuelo que cubre la cara: - La comandante soy yo -dice Mónica Baltodano, una de las muje-

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res sandinistas con mando de tropa. - ¿Que qué? Por boca del coronel, macho altivo, habla la institución militar, vencida pera digna, hombría del pantalón, honor del uniforme: - ¡Yo no me rindo ante una mujer! -ruge el coronel. Y se rinde. Eduardo Galeano Las Venas Abiertas de América Latina

¿Conoces mujeres que sorprenden por hacer cosas que se supone que solo los hombres hacen? ¿Conoces hombres que les molestan las mujeres ―liberadas‖?

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Santa Palabra (Hech 21, 8-14) Durante su viaje hacia Jerusalén, Pablo pasó por Cesarea y visitó a Felipe, un misionero ambulante, uno de los siete diáconos de los que habla Hech 6,1-7. De él se dice que tenía cuatro hijas solteras que tenían la función de profetizar, un papel que, aquí queda claro, no estaba reservado a los varones, y cuya importancia queda de manifiesto en el mismo pasaje, cuando Ágabo, un profeta visitante, anunció los sufrimientos que le sobrevendrían a Pablo. Algunas otras mujeres son mencionadas en el libro de los Hechos, como Damaris, creyente de la comunidad de Atenas, que es recordada en Hech 17,34, y que tiene la valentía de adherirse al camino de Jesús en medio de un ambiente hostil y adverso.


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Capitulo 4

La mujeres de la tierra nueva 24. Guadalupe, el nombre de Dios en el pueblo Los habitantes (de Guadalupe Tepeyac) decidieron… salir del pueblo y salieron caminando montaña arriba llevando sólo lo que traían puesto. En el pueblo quedaron todas sus pertenencias, entre ellas, dos imágenes de la Virgen de Guadalupe ("bien alegres", cuentan los guadalupanos). A escondidas, metida bajo su camisa, un hombre logró sacar una gran manta con la imagen misma que cubría el cielo raso de la iglesia. Siguió el andar. Algunas mujeres iban con un avanzado estado de embarazo y una de ellas parió esa misma noche, en medio de la montaña, un varoncito. ¿Su nombre? Lino. Así que Lino nació en la montaña, en medio de una persecución militar, en el exilio. Mientras los soldados lo perseguían para matarlo, Lino nació y nació vivo, como para contradecir a quienes habían decretado su muerte, o más bien para decir que la

respuesta zapatista a la traición era la vida, la resistencia a morir, la resistencia a ser vencido, la resistencia a rendirse, la resistencia. Febrero, marzo, abril y parte de mayo la pasaron los guadalupanos de un lado a otro, comiendo lo poco que podían darles los pueblos zapatistas por los que cruzaban, bebiendo el agua de los arroyos que encontraban a su paso, durmiendo por decenas bajo un mismo techo y perseguidos a su paso por helicópteros y aviones militares. Entre los hombres, mujeres, niños y ancianos, iban también en el éxodo una niña llamada la Eva (gran cinéfila -aunque su repertorio se limita a "Escuela de Vagabundos" con Pedro Infante y Miroslava y "Bambi"), y un niño llamado el Heriberto (adicto a los dulces y chocolates y alérgico a las escuelas y maestros). Iba también el Lino, aunque apenas tenía unas horas. Muchos niños y niñas cami-

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naron esos días y esas noches, algunos recuerdan la entrada de los soldados a su pueblo. Otros, los que entonces estaban muy pequeños, sólo recuerdan la angustia de sus madres. Después de meses de caminar, estos zapatistas se asentaron en una montaña y fundaron lo que hoy se llama Guadalupe Tepeyac en el exilio. Poco a poco el pueblo fue tomando forma como de por sí toman forma acá los poblados: en torno al templo. Ahí, en medio de un desordenado número de techos de nylon y cartón, un largo galerón la hacía de templo y, en una de las cabeceras, las veladoras arrancaban destellos a la imagen de la Virgen de Guadalupe. … El12 de diciembre de 1999, los guadalupanos planeaban traer las dos imágenes que habían quedado en el templo del ahora Viejo Guadalupe Tepeyac. Fueron y esto pasó: Me cuentan los habitantes del Guadalupe Tepeyac en el Exilio que fueron al Viejo Guadalupe Tepeyac a tratar de rescatar del viejo templo las dos imágenes de la guadalupana para la celebración del

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Cuaderno para Comadrear 2 12 de diciembre. No las encontraron. Bueno si las encontraron, pero destruidas. Los guadalupanos me lo cuentan con una mezcla de dolor y de rabia. Investigando supieron que fueron los militares quienes destruyeron las dos imágenes. Desde el mes de febrero de 1995, hace ya casi 5 años, que el ejército del gobierno se encuentran ocupando ilegalmente las tierras de estos mexicanos que tienen 3 delitos: son indígenas, son rebeldes y son zapatistas. Los guadalupanos me cuentan muchos detalles de las dos imágenes de la Virgen, de cómo los dejaron, de cómo las encontraron. Narran con indignación que los militares convirtieron el templo primero en un burdel y luego en un basurero, que los badajos de las dos campanas de bronce que tenía el templo fueron robados, que en la destrucción de las imágenes se ve que los que lo hicieron querían lastimar, lastimar la imagen, lastimar lo que representaba y, sobre todo, lastimar a quienes de ella habían tomado nombre e identidad. Enojados estaban los guadalupanos, enojados y tristes. Pero, como antes en su éxodo, otra vez les llegó la imagen de la Virgen de Guadalupe y esta vez en dos figuras de yeso con muchos colores (una de ellas hasta tiene un foquito). Con una gran fiesta y un baile, (y, claro tamales) celebraron los zapatistas de Guadalupe Tepeyac este 12 de diciembre. Unos días antes hubo bautizo y aprovecharon para bendecir las dos imágenes. Con ellas presidiendo comieron, cantaron y bailaron. Ahí están los guadalupanos zapatistas, resistiendo aun cuando su resistencia sea invisible para quienes ayer se pasearon por sus callejuelas. Resisten como de por sí resistimos los zapatistas, es decir, sin que nadie nos lleve la cuenta. Sín que nadie, como no sea nosotros mismos, vaya sumando indignación y memoria. Ahí están los habitantes de Guadalupe Tepeyac en el Exilio, nadie los ve. ¿Nadie? Bueno, don Javier, ¿Recuerda uste la manta con la imagen de la guadalupana que lo-

graron sacar del templo del Viejo Guadalupe Tepeyac? Bueno, pues la pusieron en lo alto de una loma. Muy grande y llena de colores es esa imagen. Pero nadie la ve, quiero decir, nadie aparte de los guadalupanos y de quienes por ahí pasamos a veces, Y es que el nuevo poblado está alejado de la carretera y desde ahí no se alcanza a ver nada. Además, la imagen está mirando hacia arriba, hacia el cielo. Nadie la ve. ¿Nadie? Bueno, si la ven los helicópteros y aviones del ejército que diariamente sobrevuelan el poblado de Guadalupe Tepeyac en el Exilio. Sí, sólo los aviones y los helicópteros ven la gigantesca imagen de la Virgen de Guadalupe. Como si los habitantes de este pueblo tojolabal quisieran gritarle al gobierno: "¡Aquí estamos! ¡No nos rendimos! ¡Resistimos!". Así que esta es la historia, la historia de una imagen que sólo la ven los helicópteros y los aviones del gobierno. ¿Cómo? ¿Qué dice usted? ¡Ah sí!, tiene usted razón; la ven los helicópteros y los aviones del gobierno...y, claro, quien esté más arriba de ellos, hasta allá bien alto...

Subcomandante Insurgente Marcos. México, diciembre de 1999.

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25. Las Madres Coraje Estela de Carlotto “30.000 mártires. Y qué decir de aquellas jóvenes secuestradas embarazadas que defendieron el retoño que llevaban en su vientre, pese a la tortura, la vejación, y ellos nacieron, y ellos están entre nosotros, ellos son los que buscamos las „Abuelas de Plaza de Mayo‟, son los desaparecidos con vida. Y ellos sí nos esperan, y esas madres que dieron la vida, son la que nos dicen qué es lo que tenemos que hacer. Hoy hay sentido en nuestras vidas, no hay odio, no hay rencor, no hay necesidad de revancha: hay una cruz que la trasformamos en leña para que nos dé fuego, fuerza y calor para la lucha”. “Cuando cuento mi historia me pongo una coraza, porque si me traslado al momento en que ocurrieron los hechos, me quiebro. Lo relato casi como una docente, para que la gente aprenda y entienda”.

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“Durante todos estos años, mi fuerza para luchar viene del amor. El amor de cada abuela por su hijo y por su nieto. Es un amor más profundo y entrañable también fruto del gran orgullo que sentimos por nuestros hijos que dieron su vida por amor al prójimo. Ellos han querido cambiar la Argentina... En todo este tiempo he ganado tanto. He crecido, me he trasformado, tenía muchas cosas guardadas que no sabía que podía ponerlas en práctica. He conocido tanta gente maravillosa de todo el mundo que a veces me pregunto: ¿Yo qué hago acá? Si soy una abuela nada más, una maestra...”. “Vivo el milagro de compartir este cuarto de siglo con tantas abuelas. Es un milagro que estemos todavía juntas, con los objetivos claros y con una conducta política inclaudicable. Acá no hay cansancios. Cada abuela es irremplazable, no se puede fabricar otra abuela que busque para ese chi-


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co... Sin duda que cada abuela no es la misma después de estos años de transitar juntas. Hemos formado una férrea y eficaz alianza más allá de las diferencias y de la individualidad. Hemos sabido sostener el amor a los ausentes por sobre tantas y permanentes dificultades, y hemos construido, abriendo rutas, todas las garantías posibles para preservar a todas las futuras generaciones de la repetición del despojo. ¿Cómo responder al secuestro de bebés por razones políticas? Hace 32 años le arrebataron su nieta a Chicha y además de sentarse a llorar, con otras 11 mujeres decidieron fundar la asociación Abuelas de Plaza de Mayo. La Iglesia Católica Argentina apoyó al gobierno militar y a la preparación del golpe de estado, y en algunos casos sacerdotes participaron directamente en los crímenes de ese tiempo. En 2002 la Iglesia Católica pidió perdón por los pecados cometidos durante la dictadura militar. Sin embargo hasta 2006 la Iglesia Católica Argentina se negó a abrir sus archivos, entre los que se encuentran los informes de los capellanes militares que podrían brindar información sobre las personas desaparecidas. Chicha desde entonces busca a Clara Anahí. Recuerda que en la catedral de La Plata "el sacerdote José Montes me dijo que no entorpeciera ni buscara más, que ella estaba muy bien atendida y muy bien cuidada. Luego me recomendó que rezara mucho". "Monseñor Graselli en la iglesia Stella Maris nos dijo que nos resignáramos. Que Clara Anahí estaba muy arriba, con gente de mucho poder a la que no se la podían sacar", testimonió.

“Esperábamos algo más que el silencio de nuestra Iglesia, de nuestros obispos. Mientras tanto, los niños iban cumpliendo tres, cuatro, cinco años y nosotras seguíamos recorriendo oficinas e institutos, buscándolos cada día. Cada vez que íbamos al Vaticano le dejábamos al Papa Juan Pablo II una carpeta. Luego supimos que la tenía en su mesa de luz, yo creía que para tratar de devolvernos algún chico. Finalmente me convencí de que era para aprender castellano. Hacíamos visitas a los juzgados y a las iglesias, hemos ido a ver a los obispos, a los curas de barrio, a los capellanes pero nunca conseguimos nada. Chicha Chorobik de Mariani sigue buscando a su nieta Clara Anahí. Aquí una de las cartas que mandaron al Vaticano: SS Paulo VI Con el fin de suplicar en el nombre de Dios, quiera interceder, ante quien considere conveniente, para que nos sean restituidos nuestros nietitos desaparecidos en la República Argentina. Somos algunas de las mujeres argentinas que hemos sufrido la desaparición o muerte de nuestros hijos en estos últimos dos años, y a este desgarrador dolor de madre se ha agregado el dolor de privamos de los hijos de nuestros hijos, recién nacidos o de algunos meses de edad. No entendemos esto. Nuestra razón no alcanza a comprender por qué se nos somete a esta tortura. Somos madres cristianas que no sabemos si nuestros hijos están vivos, muertos, sepultados o insepultos. No tenemos el consuelo de dirigirles una mirada si están en prisión o rezar

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ante su tumba si han sido muertos. Pero nuestros nietitos también han desaparecido: Herodes no ha vuelto a la Tierra, por lo tanto alguien los esconde no sabemos con qué fines. ¿Están en orfanatos? ¿Fueron regalados o vendidos? ¿Por qué deben crecer sin amor, cuando sus abuelitas tienen tanto amor para ayudarlos a crecer queriendo a sus semejantes?

inocentes que tienen meses y hasta más de un año.

En algunos casos la criatura por la cual clamamos es nuestro único descendiente, no queda horizonte para nosotras, sólo abismos de dolor renovados diariamente en nuestra incesante búsqueda de esos

¿Han oído hablar de Doña Rosario Ibarra y otras madres que en México buscan a sus hijos desaparecidos por el gobierno?

Hemos llamado a todas las puertas pero no hemos tenido respuesta. Por eso nos permitimos rogar a Su Señoría que interceda para poner fin a este calvario que estamos viviendo”.


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25.- Las mujeres Guatemaltecas, refugio de Vida

Comadreo: ¿Conoces la historia de las mujeres guatemaltecas?

Este informe tiene la intención de recordar los hechos de violencia que sufrieron las personas que dieron su testimonio al proyecto REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica) . Muchos de estos testimonios nos demuestran cómo se violaron los derechos humanos de las personas y de las comunidades, especialmente indígenas, durante los años que duró la lucha armada. Las víctimas que sobrevivieron a la violencia tuvieron que callar, por muchos años, Muchas personas no supieron, en aquellos años, lo que estaba pasando. Algunos se enteraron algo de lo que pasaba pero les echaban la culpa a los que morían o desaparecían, haciéndoles creer que “por andar en algo malo se lo merecían”. Otras personas o comunidades que sufrieron la violencia, creían que era únicamente

a ellas a las que les pasaba eso. Ahora sabemos que la violencia fue en todas partes, aunque a unos les tocó más fuerte que a otros. Ahora es tiempo de conocer la verdad para que los responsables del violento pasado, reconozcan sus acciones, pidan perdón y que las víctimas sanen sus dolores y necesidades. Sólo siguiendo estos pasos llegaremos a la verdadera reconciliación que nos permite tener la esperanza de que las nuevas generaciones vivan en un mejor país. El tiempo de la muerte y el silencio ya pasó. Es hora de la resurrección de la verdad y la esperanza. No olvidemos lo que pasó para que no se vuelva a repetir. su dolor y sus esperanzas. El proyecto REMHI es una iniciativa de la Iglesia Católica, que nació para que esta gente expresara los testimonios de violencia que les tocó

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MEMORIA, VERDAD Y ESPERANZA

Guatemala: Nunca Más Versión popularizada del informe REMHI

“Yo le quisiera contar esto, a mí me había dolido bastante, antes de empezar a contar yo estaba muy tensa y hasta ahorita siento algo aquí, más por pensar en todas esas cosas, porque ya lo veo desde otro punto de vista, ya no me duele más que el momento que lo estaba viviendo, claro lo he vivido de otra forma pues… Caso 5017, San Pedro Necta, Huehuetenango, 1982.

“Por ese sufrimiento y dolor hoy mi corazón no se siente bien, me duele mucho mi hijo, pero ya no pudo hacer nada, no sé dónde estará tirado su cuerpo y su sangre. Pido a Dios que lo cuide, lo ilumine, recoja su alma. ¡¿Por qué tuvo que ir a comprar maíz ese día, si maíz había otro día?!” Caso 2195, Alta Verapaz, 1981.

En los años 60 se dieron algunos cambios en la Iglesia Católica que beneficiaron a la sociedad. Entre ellos se recuperó la Sagrada Escritura como fuente de reflexión teológica, se comenzó a hablar de la Iglesia como pueblo de Dios, se dio preferencia a la pastoral de conjunto y a la lucha por la justicia y la paz.

¡Que bueno que la iglesia dejó de ser solo sacramentos…!

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…. Y está defendiendo las necesidades de las comunidades


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Durante la década de los 70 la Iglesia Católica desarrolló, sobre todo en las áreas rurales, un fuerte trabajo de formación de comunidades cristianas. En ellas se promovió la toma de conciencia, a través de la formación de líderes cristianos (catequistas, delegados de la Palabra, coordinadores, animadores de la fe). En este proceso trabajaron con entrega sacerdotes y religiosas, apoyados por los obispos que veían un camino para la evangelización, formación y desarrollo de las comunidades cristianas.

Se quería desaparecer todo lo que pareciera ―organización‖ por considerarlo una amenaza para el gobierno

Los policías y otros cuerpos de seguridad actuaban de tal forma que no se sabía exactamente quiénes hacían desaparecer a quiénes mataban

No se podía hablar ni decir nada: “Era muy peligroso y arriesgado pasar el día, no se podía hablar ni decir nada, a cada rato se llamaba al orden para no comentar nada. Así oía yo, era muy peligroso como vivía cada una de las personas.”

Caso 553,Chiquisis, Alta Verapaz, 1982.

Ya no se seguía en la organización: “Como en ese tiempo se empezaban a ver las muertes, ya había mucho temor en la gente, empezaron a retirarse.” Caso 2267, Nojoyá, Huehuetenango, 1980.

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En el campo, el miedo al Ejército y las atrocidades que vieron hizo que la gente huyera o apoyara a la guerrilla, para sentirse protegida o participar de lleno en la guerrilla. Algunos testimonios de los años 1980 a 1982 hablan de cómo la guerilla también obligó a algunas familias o comunidades a ser más activas en la guerra o a no ayudar al Ejército. En algunas zonas, el miedo a ser visto como ―oreja‖ obligó a algunas personas a tomar partido. En 1982 el Ejército hizo una campaña contra la guerrilla, utilizando a la mayor parte de sus soldados. Una de las acciones del Ejército fue ―quitarle el agua al pez‖ (es decir, eliminar el apoyo del pueblo a la guerrilla). El ataque dirigido contra campesinos e indígenas, dejó miles de víctimas e hizo que muchas personas se fueran a vivir a otros pueblos. Aunque la guerrilla no quedó muy afectada, perdió el apoyo de las comunidades.

La guerrilla no tenía el poder que los militares creían, aunque éstos temían que la población la apoyara. Por eso el Ejército comenzó a masacrar las comunidades, lo que se llamó estrategia de tierra arrasada. 84


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―Se llevaron nuestras cosas, gallinas, reses. A los ocho días de haberse ido, sacaron sus cosas y le echaron fuego. Sacaron café, dulce, cama, amueblados, tenía bestias, no dejaron ni un santo parado. A mi hija que mataron ya no tenía ropa. Se llevaron doce vacas paridas, mi perol lo destruyeron, mi máquina de caña, a tres casas les echaron fuego. Empezaron a llevar nuestras ropas nuevas, gallinas, vacas, lo comieron cerca de la clínica, se llevaron una mi vaca gorda, pelaron mi vaca, se la comieron los soldados y civiles. Cortaron nuestra milpa, guineos, caña; se llevaron cortes, fajas, azadones, machetes‖. Caso 7463, Chichupac, Rabinal, Baja Verapaz, 1982-83. ―El primero de noviembre de 1982, a las 6 de la mañana, fueron sorprendidas por las PAC (de la finca San Francisco, Santa Avelina, Pamaxán) cuando dormían en un lugar escondido y empezaron a salir corriendo. Cuando se agotaron de correr entre el monte, las PAC les alcanzaron: en el mismo lugar quedaron matados a puro machetazos. Pedazos ya por pedazos tirados donde fueron matados. La hija mayor fue torturada y violada, hasta las 12 del mediodía la mataron‖. Caso 3931, San Pedro La Esperanza, Uspantán, Quiché, 1982.

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En los tres primeros meses de 1984 se registraron quince masacres, con 296 muertos. Destacan los bombardeos masivos de áreas pobladas por campesinos refugiados. Muchas aldeas de las parroquias de Rabinal, Chisec Raxruha, San Cristóbal Verapaz, habían quedado sin habitantes. Otras aldeas tenían una gran cantidad de viudas y huérfanos. En Guatemala, el terror, el desprecio completo por la vida, llegó a su extremo con torturas públicas, cadáveres expuestos, cuerpos mutilados tirados con señales de tortura. Con la llegada del gobierno m litar de Efraín Ríos Montt, disminuyó la persecución contra sacerdotes de la Iglesia Católica, pero aumentó la represión en el área rural, especialmente contra activistas de Acción Católica y catequistas. El 7 de junio de 1983 la Conferencia Episcopal Guatemalteca publicó la carta pastoral ‗Confirmados en la fe‘, con la que condenaba el sistema de gobierno. Durante este año, los ataques del Ejército guatemalteco causaron el desplazamiento de los campamentos de refugiados en México. Mucho de ellos regresaron al país y aumentó la población de las CPR en el Ixcán.

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―Estuvimos cinco o seis meses sin probar tortilla. Mi papá y mi mamá murieron, sus restos quedaron en la montaña. A los niños los hacían pedazos, los cortaban con machete. A los enfermos, hinchados por el frío, si los encontraban, acababan con ellos. A veces les prendían fuego. Lo siento mucho en mi corazón, ya no tengo a nadie, ya no viven mis padres y siento como que tengo un cuchillo en el corazón. Hemos estado arrastrando a los muertos, teníamos que enterrarlos y nosotros con miedo. Mi mamá murió en Xelabé y mi papá en otro lado. Todos los cadáveres no quedaron juntos, quedaron ahí regados, perdidos en la montaña. Cuando llegaba la patrulla les partían con machete y unos salían en cuatro pedazos. Pues esperamos que les terminen de matar y después volvemos a buscarlos, los encontramos y medio los enterramos y también hubo gente que murió que no se pudo sepultar.‖ Caso 2052, Alta Verapaz, 1982.

―Nosotros salimos escondidos bajo el cafetal, yo con mis seis niños. Esa noche agarramos para el río, lo tanteamos para que no oyera la lloradera de mi nene, después cuando estábamos dentro del río Suchiate, mis chamaquitos lloraban por el frío. ¡Ay, mis varoncitos! Cuando amaneció pero bien verdes estaban por el frío, no tenían ropa, yo me quité mi blusa y se la puse a mi nene. Caminamos en puro monte para llegar a Toquian Grande.‖ Caso 8632, Tajumulco, San Marcos, 1982. 87


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―Cinco niños quedaron a mi cargo, porque también estaba uno que sólo es de él y que es el más grande, era de su esposa anterior, y cuatro que son míos, entonces ya me quedaron cinco niños a mi cargo, pero yo tuve que luchar para criar a estos niños, porque estaban pequeñitos cuando se quedaron. Ahora pues ya he descansado un poquito, porque ya está grande el mayor de ellos, ahora hay otros tres que todavía no se pueden cuidar y alimentar, que todavía están pequeños. Nosotros sufrimos para que crecieran porque ya no teníamos cómo alimentar a estos niños, ya nos habíamos quedado.‖ Caso 2793 (Asesinato de su marido), Quiché, 1984.

―Mi familia y yo pensamos, como soy persona, que me están tocando la dignidad. En ese momento pensé algo en contra de ellos, de que soy gente, soy capaz de hacer algo con alguno de ellos, pero en el momento pensé en mi familia, en mis hermanos y en los vecinos. De plano que si hago algo nos quedamos todos muertos y la familia, entonces pensé en aguantarme.‖

La lucha por la tierra, la presencia de los movimientos indígenas, las denuncias por violaciones a los derechos humanos, los movimientos de retorno o reubicación de los desplazados y refugiados, fueron los hechos principales de 1993 a 1995.

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Caso 2273 (Tortura y amenazas), Huehuetenango, 1981.


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Las madres, esposas, hijas y hermanas de los desaparecidos se atrevieron a enfrentar la situación de violencia que se vivía. Su lucha se convirtió en un movimiento social que reclamó, investigó, manifestó y se organizó en contra de las desapariciones. ―Después, cuando íbamos a Guatemala, al GAM , llegamos e íbamos a gritarle a Mejía Víctores, que entregara a los desaparecidos, porque él sabía, él era el gobernante que estaba allí y qué le pasaba con su Ejército que no investigaba lo que estaba haciendo, pues si él no lo sabía que lo investigara porque estaban matando gente injustamente. Entonces fuimos a la Catedral y allí estuvimos como ocho días. Pero lo que sí, al año nos dijeron que se los habían llevado de Poptún, un muchacho que estaba allí dijo que un año los habían tenido allí y que se los habían llevado a Casa Presidencial y hasta allá fuimos nosotras y cuando nos miraron nos decían: ´Pero ¿cómo vienen a reclamar, señoras, si aquí no hay nada?´ Pues sí, nosotras venimos a reclamar para que hagan investigaciones y busquen en las cárceles, tal vez allí los tienen detenidos, lo que queremos es que declaren si ya los mataron o qué los hicieron.” Caso 1791, Santa Ana, Petén, 1984. Así, las mujeres abrieron nuevos caminos de lucha en una Guatemala cada vez más reprimida. Fueron el pilar de la lucha por los derechos humanos. Esa lucha pasó por la denuncia, la investigación de masacres, el acompañamiento a exhumaciones, hasta demandas de justicia e indemnización. “Cuando las mujeres empezamos a reclamar por nuestros familiares desaparecidos, por la vida, la libertad, contra dictaduras militares que tienen al país totalmente dominados, la participación de las mujeres empieza a ser más evidente. Incluso hay sorpresa por parte del Ejército. Es increíble que estas mujercitas, ahí chiquitías, todas endebles, se enfrenten a un Ejército que siempre ha sido temido. Ahí es donde se empiezan a dar cuenta de que la participación de la mujer es efectiva, que la mujer es valiente. Porque nadie podía creer que nosotras nos pudiéramos enfrentar y perseguir y correr al Ejército y por lo menos así salió, literalmente salió: ´Mujeres corren al Ejército´. No era que se pudiera, es que nos atrevíamos a hacerlo.” Entrevista 0151

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Comadres

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