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Su pasión por el tenis ha sido transmitida de generación en generación. El abuelo, el jefe de este clan amante del deporte, fue el primer socio del club de tenis. Y él ha ido transfiriendo ese amor por el tenis, hasta llegar al nuevo campeón Carlos Alcaraz. Es Carlos, un fenómeno que desde muy jovencito comenzó a dedicarse en cuerpo y alma a un deporte que le ha convertido en alguien admirado por todos: los que saben y aman el tenis y quienes se han enterado, por sus méritos, que un joven de 20 años apunta a convertirse en un icono mundial. Todos recuerdan sus años juveniles con ternura.

Así, una de sus profesoras, comenta que “cuando Carlos ganaba algún campeonato, era difícil entablar una conversación con él porque era vergonzoso, pero dueño de grandes valores, algo que demostraba en el colegio y ahora, lo sigue demostrando en su vida particular y profesional”.

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“Carlitos” como se dirigen a él en su pueblo, es un chico normal “que hoy día, rodeado de tantos compromisos, seguramente estará deseando -como hacía todos los veranos- pasar unos días inolvidables ¡como aquellos! en Los Urrutias…”

Quienes conocen sus gustos, comentan que este impresionante campeón del tenis mundial, “hora y media antes de cada partido come pasta ambrosía y las noches previas a los encuentros, cena sushi”.

Detalles que desconoce el gran público, aunque lo que no podemos ignorar, son los días, meses y años que Carlos Alcaraz ha venido dedicando a convertirse en lo que hoy es…

Su entrenador de aquellos años juveniles recuerda que “la diferencia de un niño que va a una escuela de tenis, es que cuando acaba su clase, se marcha a su casa, pero Carlos no, al contrario, se metía en alguna pista a jugar un partido, se enganchaba con otro grupo para seguir entrenando… Siempre buscaba algún sitio para seguir jugando al tenis”.

En El Palmar -Murcia-, no caben en sí de alegría y emoción tras la impresionante victoria que ha colocado a Carlos Alcaraz en la portada de la prensa mundial…

“Siempre hemos creído en Carlos, es un orgullo muy grande el que sentimos”, nos comentan

Su padre: “le compré su primera raqueta

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