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San Ignacio Miní

Ubicadas en la provincia de Misiones en Argentina, son las ruinas jesuíticas de los siglos XVII y XVIII más grandes y mejor conservadas.

San Ignacio Miní fue fundada por los Padres José Cataldino y Simón Maceta, en una primera instancia en la región de Guairá (actualmente Paraná en Brasil), como otras misiones (o reducciones) a partir de 1609. Esas primeras reducciones debieron ser trasladadas hacia el sudeste por los contínuos ataques de los comerciantes de esclavos portugueses. Luego de un tiempo a orillas del río Yabebirí en Misiones a partir de 1632, San Ignacio Miní fue establecida definitivamente en 1696 en el lugar en el que hasta hoy se preserva. El estilo edilicio es denominado “barroco - guaraní”. Alrededor de 1715 vivían allí unas 4000 personas. Con la expulsión de los jesuitas de América en 1767 comenzó el rápido deterioro de las reducciones. San Ignacio fue además destruída en 1817 por tropas paraguayas.

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Ya en la década de los 1940 comenzó la protección y restauración de las ruinas de San Ignacio Miní. En la actualidad San Ignacio Miní es la mejor conservada de las misiones jesuíticas de los siglos XVI y XVII en territorio argentino. Esta reducción tiene el estilo tipico de las construcciones jesuíticas, alrededor de una plaza central se distribuyen la Iglesia, la Casa de los Padres, el Cementerio, las viviendas y el Cabildo. En la construcción de San Ignacio se empleó la piedra local, el asperón rojo, en grandes piezas. La dimensión de los trabajos ha permitido que, pese a años de deterioro, la mayor parte de los muros siga en pie.

La Reduccion Jesuítica San Ignacio Miní, junto con las de Nuestra Señora de Loreto, Santa Ana y Santa María la Mayor (ubicadas en la Argentina) fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1984. La famosa película “La Misión” de Roland Joffé (1986), con Jeremy Irons y Robert de Niro como protagonistas, se refiere a aquellos acontecimientos históricos. Un espectáculo de luz y sonido se ofrece varios días a la semana y revive la vida en las misiones entre los siglos XVII y XVIII a través de relatos acompañados de música y juegos de luces e imágenes proyectadas sobre pantallas de bruma de agua.

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