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por John Piper Quien soy en Cristo

¿Qué es el evangelio?

Billy Graham

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Justo antes de que yo saliera a cumplir con uno de mis compromisos de predicación en África, un vecino me preguntó con cierto desdén: “¿Por qué va a África a llevar su religión? Ellos tienen sus propias religiones. ¿Por qué molestarlos con la suya?”. Se sorprendió mucho cuando le aseguré que no vamos a ninguna parte a predicar “religión”.

Nuestro mensaje es el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Yo no cruzaría ni la calle –mucho menos, el océano– para lograr que alguien se interesara en la religión; pero estoy dispuesto a ir a cualquier lugar del mundo a predicar el evangelio del Hijo de Dios.

A lo largo de los siglos, ha habido cientos de miles de personas que han tenido la misma dedicación de Pablo, el principal apóstol: “Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24). Hay miles de religiones, pero solo un evangelio.

Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Romanos 1:16).

El evangelio es el poder de Dios que toma a un ladrón y lo convierte en una persona honesta. El evangelio es el poder de Dios que transforma a un asesino en alguien con un corazón lleno de amor. El evangelio es el poder de Dios que toma a un hombre o a una mujer caídos, levanta a esa persona y la hace pura como un ángel. ¡El evangelio de Jesucristo es el poder de Dios que puede cambiarlo a usted!

Después de 2000 años, el evangelio no ha perdido nada de su antiguo poder. Es tanto el poder de Dios para salvación hoy como lo fue cuando se lo predicó por primera vez. Puede vencer todos los obstáculos y romper todas las barreras. El pecado no es obstáculo, ya que aun en los extremos de desesperanza y degradación, el evangelio florece, porque lleva consigo la abundante gracia de Dios.

Dios es tan rico que no vende nada de esto. Aun los más ricos son tan lastimosamente pobres que no podrían comprarlo. Es un regalo gratuito: por fe, por medio de la fe, y nada más.

Siempre el mismo fruto El evangelio funciona en cualquier lugar, en todo lugar. Ha sido declarado en todos los continentes de la tierra, en todas las condiciones sociales, raciales, culturales y económicas que sea posible imaginar. Siempre funciona y siempre produce el mismo fruto. Despeja las tinieblas, libera de ataduras, libera a los cautivos del pecado e imparte libertad y paz.

Aun entre los cristianos, hay una ignorancia generalizada en cuanto a los ingredien

tes que componen el evangelio. La Biblia nos advierte sobre quienes “quieren tergiversar el evangelio de Cristo” (Gálatas 1:7). ¿Acaso hay advertencia más severa que las palabras de Gálatas 1:9? “Si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición!”. Dado que este evangelio es el evangelio de la gloria de Dios, la persona que predica “otro evangelio” (es decir, un poco de ley, un poco de gracia, un poco de Cristo, un poco del yo, un poco de fe, un poco de obras) le roba la gloria a Dios y la esperanza al pecador.

No hay nada más importante para conocer y tener en claro en nuestra mente, que el evangelio de Jesucristo. El Nuevo Testamento insiste en que somos salvos por creer el evangelio. Si usted cree el evangelio, será liberado del castigo y el poder del pecado aquí y ahora, y cuando esta breve vida terrenal termine, irá al cielo. Si no cree el evangelio, estará perdido en las tinieblas de afuera. Cualquier cosa que determine nuestro destino eterno, sin duda, merece que la estudiemos con máxima atención. ¿Qué es, entonces, el evangelio de la gracia de Dios? Si la Biblia enseña que somos salvos por creer el evangelio, ¿qué es lo que debemos creer?

Pidámosle la respuesta a Pablo. Él nos señala en 1 Corintios 15:1-4: “Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron

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