Escuela virtual – INPAS Online Pedagogía para la transmisión de la Fe
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Conocimiento del estudiante. “Sólo la creatividad se iguala al conocimiento” Albert Einstein Introducción Una de las tareas más importantes que debe asumir un formador en el proceso de educación/formación es la selección de los contenidos que propondrá a los estudiantes, para que ellos sean asimilados en el proceso de aprendizaje. Para que la selección de estos contenidos sea la más adecuada, es indispensable que el formador conozca muy bien a sus alumnos, asumiendo sus experiencias y los conocimientos adquiridos previamente, validándolos como un sustrato fundamental, y que durante el proceso formativo, serán contrastados con los nuevos contenidos que se irán abordando. Desde esta perspectiva, el contenido seleccionado profundizará y ampliará estas experiencias y conocimientos previos de los formandos. Este proceso consciente realizado por el formador tiene como base el llamado razonamiento pedagógico, definido como el conocimiento profundo que debe tener el formador respecto de lo que va a enseñar (los contenidos formales), las estrategias con las cuáles realizará el proceso de aprendizaje (cómo enseñará estos contenidos) y a qué contextos situacionales de sus estudiantes podrán ser aplicados los nuevos aprendizajes. Por este motivo, el razonamiento pedagógico realizado en todo proceso formativo debe considerar como presupuesto fundamental, el conocimiento profundo de las características del formando, su forma de pensamiento (atención, motivación, procesos mentales, etc.), el contexto en el cual está inserto, para así intencionar y facilitar de manera coherente el logro de los objetivos propuestos en el Plan de Formación de Laicos. Contenido temático El razonamiento pedagógico se refiere a las ideas, argumentos y razones que tiene un formador para organizar y orientar los contenidos hacia un objetivo, que está determinado por un programa de formación y/o de estudios. Este proceso se realiza a partir de las características socio-‐culturales, religiosas y de aprendizaje de los formandos. Así, los contenidos intencionados a través de metodologías adecuadas, posibilitan la comprensión de la novedad (nuevo saber) que se le presenta al formando desde sus propios conocimientos previos. Conocer al alumno y ofrecerle contenidos adecuados, que sean pertinentes a su desarrollo y contexto, facilita la asimilación y comprensión de los contenidos. En primer lugar, al hablar de razonamiento pedagógico estamos refiriéndonos al conocimiento disciplinar que debe tener un formador para hacer enseñable un contenido, puesto que el acto pedagógico es, principalmente, la acción que se realiza con un conjunto de saberes (conocimientos) que buscan tener impacto en el proceso educativo, y por ende, en la persona sujeto del aprendizaje. Pero para que un formador pueda intencionar procesos de aprendizaje coherentes e idóneos, además de tener un conocimiento de los contenidos que enseñará, también debe reflexionar y poseer las habilidades pedagógicas necesarias para establecer cuál es el método
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más adecuado para que los contenidos sean mejor comprendidos por los formandos. Esto significa que el formador, a partir de un concepto, idea o contenido, puede conformar una “poderosa representación, analogías, ilustraciones, ejemplos, explicaciones y demostraciones para que, respecto del contenido, se pueda construir una comprensión que haga posible el aprendizaje de tópicos difíciles de asimilar”1. Con este proceso consciente e intencionado, el formador reflexiona pedagógicamente sobre su acción educativa y construye las mejores representaciones para facilitar el proceso de aprendizaje de los formandos. Para desarrollar el razonamiento pedagógico, el formador debe formular preguntas que le ayudarán a construir el conocimiento necesario para su acción formativa. Entre ellas: • ¿Qué quiero que aprendan los formandos? • ¿Cómo lo enseñaré? ¿Qué procedimientos, ejemplos, métodos, aplicaciones, imágenes, etc. utilizaré? • ¿Por qué es importante que aprendan esto? • ¿Para qué lo tienen que aprender? Esta reflexión sitúa al formador como facilitador y mediador del proceso de enseñanza-‐ aprendizaje, articulando todos los elementos que permiten desarrollar la formación. Entre los elementos que se necesita articular para conformar el conocimiento pedagógico e intencionar la acción educativa de los procesos formativos, destacamos: • Lo que tiene que enseñar el formador. • Las actividades de enseñanza. • El sujeto-‐formando y su contexto. En relación a estos elementos, se estructuran preguntas que orientan la acción pedagógica explicitando, explicando y justificando los componentes del proceso educativo. Respecto a lo que tiene que enseñar el formador, podemos establecer que las preguntas fundamentales están orientadas a reconocer los conceptos esenciales a enseñar, asumiendo el manejo disciplinar de los contenidos y la aplicación de éstos en diferentes escenarios y sujetos de aprendizaje posibles. Ejemplos de preguntas a realizar serían: - ¿Cuáles son los conceptos esenciales del contenido que debo enseñar? - ¿Cuáles son las preguntas que puedo plantear abrir el concepto, aclararlo y profundizar en su significado y relaciones? - ¿Qué relación tiene este concepto con las experiencias de vida de los formandos? - ¿Con qué otros conceptos (bíblicos, teológicos, magisteriales) puedo relacionar estos conceptos, para establecer nexos y ampliar sus significados? Respecto de las actividades de enseñanza que el formador diseñará en pos de una mejor comprensión y adquisición de los contenidos a enseñar por parte de los formandos, surgen variadas preguntas que se enfocan a determinar las estrategias, actividades y procedimientos más adecuados y coherentes con los objetivos trazados para el aprendizaje. El formador se puede preguntar:
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Susana Francis, El conocimiento pedagógico del contenido como categoría de estudio de la formación docente en Revista Electrónica Actualidades investigativas en educación, 5.
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¿Qué estrategias son las más adecuadas de implementar atendiendo a las características de los formandos? En relación a los contenidos que quiero enseñar ¿cuáles son los procedimientos y actividades que facilitarán el aprendizaje de los formandos? ¿Qué estrategias me permiten enseñar aquellos conceptos más difíciles de comprender dentro del cuerpo de contenidos?
Respecto del sujeto-‐formando y su contexto rescatamos las herramientas pedagógicas que permiten contextualizar los contenidos en las situaciones particulares del formando, ayudándolo en las relaciones y aplicaciones pertinentes de los contenidos en esas situaciones específicas. Aquí nos podemos preguntar: - ¿Con qué problemas éticos, sociales o ambientales que son parte del contexto de los formandos, puedo relacionar los contenidos a enseñar? - ¿Qué concepciones, actitudes o disposiciones cotidianas de los formandos se ponen en juego con estos contenidos? - ¿Qué potencialidad significativa tienen estos conceptos en relación con los intereses y necesidades de los formandos? (sean estos jóvenes, adultos, ancianos, catequistas, misioneros, animadores, etc.) Finalmente, queremos recordar que el razonamiento pedagógico será insuficiente si no se organiza en función de los propósitos formativos. Es decir, el formador debe guiar su acción pedagógica hacia aquellos aspectos del quehacer educativo que expresan lo que se quiere lograr con el proceso formativo. Los propósitos permiten tener claro desde dónde (el “ser” del formando), el para qué, el qué y el cómo se realizará el proceso pedagógico. Es así como el propósito aclara el sentido y la finalidad de lo que se pretende alcanzar por medio del contenido que se enseña, según las realidades socioculturales y religiosas de los formandos. El razonamiento pedagógico promueve la reflexión constante del quehacer educativo, de las implicancias del proceso de aprendizaje de los formandos, facilitando la articulación de todos los elementos que permiten crear un ambiente adecuado para que se desarrolle la labor formativa y así, cada formando pueda asimilar nuevos contenidos a partir de sus conocimientos y experiencias previas.