¿Q UÉ ES EDUCACIÓN? ¿QUÉ ES FORMACIÓN? Educar a alguien no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía…
1. Introducción Al comenzar este curso de formadores, es indispensable comprender que Educación y Formación son dos conceptos complementarios y continuos en todo proceso formativo, por eso en esta primera clase queremos definir el concepto de Educación y de Formación. El concepto de Educación hay que abordarlo en relación al desarrollo evolutivo del sujeto, sus características y aportes al progreso cultural y sus implicancias pedagógicas. Por otra parte, el concepto de Formación se entiende desde la mirada que el formador pueda desarrollar sus capacidades y habilidades para favorecer el descubrimiento de su vocación, por medio de la realización de las tareas y servicios concretos que la Iglesia le solicite de acuerdo a los carismas que ha recibido1. Por lo tanto, formar implica desarrollar ideas, creencias y valores que permiten comprender la cultura como también desarrollar las habilidades para accionar en ella, transformándola de acuerdo a las propias creencias.
2. Contenido temático La educación es un elemento esencial en el proceso de desarrollo humano. La especie humana en su proceso histórico se ha construido en torno a los procesos de enseñanza, que proporciona el conocimiento que le permite al individuo la adaptación al mundo natural y a la tradición cultural. Desde esta primera afirmación, comprendemos que somos seres sociales y que dependemos unos de otros para el desarrollo de nuestra humanidad, así podemos decir que educar es: “establecer una forma elemental de relación entre dos personas que cohabitan en un contexto cultural”. En ella hay un sujeto que enseña -formador-, el cual se relaciona con otro que aprende, -formando-, proporcionándole la información necesaria y ayudándole a descubrir sus potencialidades que le permitan incorporarse plena y originalmente a la comunidad social.
1
Cf. Arzobispado de Santiago, Plan de Formación para Laicos. Material del curso “Pedagogía para la transmisión de la fe”, Curso pedagógico para formadores, Nivel I, modalidad Online. Instituto Pastoral Apóstol Santiago.
1
El individuo necesita ser conducido, a modo de acompañamiento, en su integración a la vida social y cultural, es decir, todo ser humano necesita ser instruido y guiado por otros en la comprensión de los significados del lenguaje, los signos y convenciones sociales, sobre el uso de la información, costumbres y tradiciones, como de las instituciones que constituyen su cultura. Llamaremos, entonces, Educación al:
Mecanismo por medio del cual transmitimos fidedignamente los conocimientos, creencias y valores que son indispensables para que todo individuo pueda insertarse en sus grupos sociales como sujeto pleno, autónomo y responsable. Como se ha mencionado con anterioridad, el ser humano se ve obligado a interactuar con su medio natural y cultural, activando las capacidades personales que le permitan realizar acciones para la adaptación, creación y transformación. Es precisamente la incerteza, que le proporciona una serie de situaciones cotidianas de diferentes complejidades, la que sirve de catalizador para que realice un proceso personal de elaboración de creencias, conocimientos y valores que le permitirán dar respuestas o adquirir un comportamiento ajustado a esa realidad. Es la interrelación con el medio socio/cultural el que activa en el individuo el despliegue de sus capacidades creadoras. Efectivamente el medio lo interpela y lo desafía, lo lleva a tener una posición y dar una respuesta creativa y original. Desde esta primera mirada, formarse es también el proceso por el cual asumimos como propias las creencias y valores de la organización o comunidad a la cual se pertenece. Esta adhesión libre y voluntaria abre la posibilidad de participar de la identidad institucional, identificándose el sujeto con esas creencias y valores. Sumada a esta mirada existe una segunda posibilidad para definir qué es formarse, como el proceso por el cual el individuo adquiere conocimientos y competencias con el propósito de hacerse cargo de la interrelación con el medio socio/cultural, ampliando su capacidad de adaptación y mejorando su rendimiento en las tareas y funciones que ha asumido libre y responsablemente dentro de un grupo social. Por tanto formarse es hacerse responsable de la vida personal, social y cultural, contribuyendo a su desarrollo integrando e interrelacionando los conocimientos con creatividad e innovación. Por eso el proceso de formación de alguna manera también es educar, ya que como resultado se producen nuevas ideas, que a partir de las creencias, valores y nuevos conocimientos mueven a la acción.
Formarse es el proceso por el cual asumimos como propias las creencias y valores de la organización o comunidad a la cual se pertenece...
Material del curso “Pedagogía para la transmisión de la fe”, Curso pedagógico para formadores, Nivel I, modalidad Online. Instituto Pastoral Apóstol Santiago.
2
Según lo descrito, el proceso educativo potencia en las personas los conocimientos y habilidades básicas que le permitirán incorporarse a la vida intelectual y cultural, pero es el proceso formativo el que proporcionará las herramientas especificas para el ejercicio de un oficio o profesión -o realizar algún ministerio en la Iglesia- y desde él contribuir al desarrollo de las potencialidades creativas y transformadoras de su cultura, instituciones o grupo de referencia. Así la auténtica educación lleva implícita la formación para el desarrollo pleno de todo hombre y de todos los hombres2. A partir de estas ideas y supuestos podemos definir el procedo formativo como:
El proceso por el cual el individuo construye, con ayuda de alguien más experimentado, representaciones internas del mundo circundante, por medio de conceptos, creencias, valores y actitudes que son compartidas y consensuadas socialmente. Estas representaciones tienen un carácter funcional e instrumental respecto de la acción, la adaptación y la transformación de sus contextos sociales y culturales. También tienen la finalidad de lograr la adhesión del individuo a las creencias de los grupos sociales a los cuales pertenecen. Por tanto, el proceso formativo, tiene suma importancia para cimentar el sentido de lo humano, a partir de los valores universales reconocidos por la humanidad como imprescindibles para el auténtico desarrollo del hombre. Para los cristianos el fundamento antropológico que da sentido está en la luz de Cristo Vivo, que responde al para qué del desarrollo cultural y social, y a su vez sacia la sed de sentido que busca en última instancia todo hombre y mujer. En esta perspectiva el proceso formativo es para un cristiano un camino que nos transforma en discípulos de Cristo, es decir, una “invitación a reconocer y revitalizar nuestra vocación, identidad y misión como cristianos, agraciados e incorporados por el Espíritu en el Bautismo a Cristo y a su Iglesia, para ser hijos del Padre en el Hijo y continuar su misión en el mundo”3. Para esto nos dirán los Obispos de América en el mensaje final de Aparecida, que “La primera invitación que Jesús hace a toda persona que ha vivido el encuentro con Él, es la de ser su discípulo, para poner sus pasos en sus huellas y formar parte de su comunidad. ¡Nuestra mayor alegría es ser discípulos suyos!4.
2
Cf. DA, 505; Pablo VI, Encíclica Populorum Progressio. Aparecida, Discípulos Misioneros al Servicio de la Vida Nº 12. El proceso de formación de los discípulos misioneros, 3. 4 Ibíd., 4. 3
Material del curso “Pedagogía para la transmisión de la fe”, Curso pedagógico para formadores, Nivel I, modalidad Online. Instituto Pastoral Apóstol Santiago.
3