Estructura Metodológica de la CFIVE

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ESTRUCTURA METODOLÓGICA DE LA CFIVE 1.1. Orientaciones generales y principios pedagógicos de la Catequesis Familiar En primer lugar es conveniente señalar que la pedagogía, método y textos catequísticos están bajo la responsabilidad de cada Obispo y su Comisión Diocesana de Catequesis, con un sano pluralismo. Cada comisión discernirá convenientemente estos aspectos y realizará las complementaciones adecuadas, especialmente en ambientes culturales específicos como el mundo obrero, campesino, minero, indígena, etc., considerando las orientaciones de la Comisión Nacional de Catequesis1. 1.1.1. Un proceso de dos años de duración En la Catequesis Familiar de Iniciación a la Vida Eucarística: “El Señor sale a nuestro encuentro” padres y niños se integran a un proceso sistemático y prolongado de encuentro con Jesucristo y de iniciación en el camino de la fe. En dicho proceso, a partir de la Palabra de Dios se unirá el aprendizaje doctrinal con la experiencia comunitaria, la celebración de la fe y la vivencia cristiana. Porque se trata precisamente de un itinerario de encuentro personal y comunitario con Jesucristo y esto requiere el tiempo adecuado, el período catequístico será, a lo menos, de dos años2. 1.1.2. Un itinerario formado por Unidades temáticas El itinerario de la Catequesis Familiar se ha estructurado en Unidades temáticas, a través de las cuales se propone reflexionar acerca de un mismo contenido o tema desde distintos puntos de vista. Por eso, cada unidad contempla tres encuentros, lo que ofrece, por una parte, la posibilidad de que los temas sean abordados en profundidad y, por otra, que ningún padre o niño se quede sin tocar estos temas fundamentales en la eventualidad de que no asista a uno de los encuentros. El objetivo de este diseño pedagógico es ir logrando paulatinamente una identificación con la persona de Jesús y su mensaje y, al mismo tiempo, asimilar los aprendizajes esperados. Por otra parte, la distribución por unidades respeta el ritmo personal de aprendizaje. No todos crecemos al mismo ritmo ni aprendemos de la misma forma. Algunos necesitamos una mayor cantidad de información, de ejemplos o testimonios, etc. Por eso, si algo es importante con respecto a un determinado tema, el modelo de las unidades dará tiempo para acogerlo. También aquellas cosas personales y comunitarias que suscita el ambiente de confianza y amistad tendrán mayores oportunidades de ser tratadas libre y espontáneamente en el tiempo que dura la unidad. Recordemos que en la catequesis nos reunimos para gozar de la amistad del Señor, aprender a vivir como Él y crecer en la fraternidad. No estamos en una clase ni en una charla o conferencia, estamos reunidos en comunidad de hermanos y discípulos con nuestro Maestro y Señor, Jesucristo. 1 2

Cf. DPS, 248. Cf. OPS, 341.

1 Material de apoyo para los alumnos del curso Metodología de la CFIVE Tomado de: Elementos Fundamentales de la CFIVE, p. 69- 75.


De esta forma, en el marco de las Unidades, cada uno de los encuentros irá iluminando la vida con la Palabra de Dios, que nos ayudará a comprender los gestos y palabras de Jesús. Junto a los textos Bíblicos, los encuentros propondrán actividades que ayuden a compartir y dialogar, logrando que todos se sientan acogidos, escuchados y puedan crecer en la experiencia de fe. 1.1.3. El inicio de la Catequesis Familiar La Catequesis, en cuanto proceso de formación, requiere que las personas que participan hayan desarrollado ciertas competencias mínimas para que el proceso sea fructuoso. En el caso del presente proyecto se espera que el niño haya desarrollado suficientemente algunas habilidades que le permitan: - participar activamente en la catequesis, - asimilar la experiencia que vive - y responder compartiéndola con otras personas. A continuación, teniendo en cuenta lo señalado en el punto 1.10 “Características de la infancia”, queremos relevar algunas habilidades iniciales en el niño, insistiendo en que no se trata de requisitos, sino de elementos que la comunidad debe tener presente al inicio y durante todo el proceso, para decidir el momento en que se inicia el proceso, de manera que el niño realice su catequesis en forma fructuosa: o o o o o

Lee textos simples y los comprende Redacta textos simples Trabaja en grupo Escucha cuando otra persona habla Es capaz de ordenar hechos en forma secuencial3

Es sabido que no todos los niños se desarrollan de igual forma ni en todos los contextos culturales se cumplen suficientemente los requisitos de madurez psicológica y educacional. Por esta razón, más que insistir en una edad específica para el inicio del proceso, queremos proponer a la comunidad una profunda reflexión sobre las características psicológicas, culturales, educaciones, etc., de los niños que se incorporan a la catequesis, de manera que puedan contextualizar el proceso catequístico y discernir el momento más adecuado para que los niños inicien su preparación. De todas formas no debe retrasarse el comienzo de la preparación inmediata de este sacramento más allá de los nueve años4.

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Esta habilidad es especialmente importante en este modelo catequístico debido a que el texto bíblico es central y se trata generalmente de un relato, una narración. El niño comprenderá mejor el sentido del mensaje siguiendo la secuencia de hechos que plantea. Además, la metodología del encuentro, en la medida en que está planteada en clave de Lectio Divina, requiere que el niño haya desarrollado básicamente esta habilidad cognitiva y pueda entonces realizar un proceso en forma sistemática y gradual: 1. ¿Qué dice el texto?, 2. ¿Qué me dice el texto?, etc. Esto lo ayudará a comprender el mensaje del relato e internalizar su sentido. 4 Cf. CDC, 914; DPSS, 142; DPSS, 327; OPS, 341; P. Carlos Decker, op. cit., p. 4.

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1.1.4. La participación de los Padres Como se señaló anteriormente, la participación de los Padres es muy importante en el presente proceso catequístico. Por esta razón, tanto en las parroquias como en los colegios y otros lugares semejantes, es necesario hacer todos los esfuerzos para que éstos participen activamente en el proceso, asumiendo como propia la iniciación a la vida eucarística de sus hijos, con la orientación y apoyo de los catequistas y la comunidad. Al mismo tiempo, conviene acoger con especial atención al niño cuyo padre o madre es decididamente no católico o no practicante, si el otro cónyuge se compromete en el proceso de la formación de la fe de su hijo(a)5. 1.1.5. La comunidad de Catequesis En la Catequesis Familiar queremos que los padres formen una comunidad bajo la responsabilidad de un matrimonio catequista perteneciente a la comunidad parroquial o escolar correspondiente. También es posible que sea solamente papá o mamá catequista. Sin embargo esto dificulta la exigencia de que el matrimonio participe a la preparación y no sólo la mamá6. Los niños, además de ser catequizados por sus padres, se reunirán con el mismo ritmo semanal que ellos acompañados por los Catequistas de Niños (CN), quienes les ayudarán a vivir la experiencia de encuentro con Cristo y el crecimiento de la fe como comunidad eclesial a través de una metodología adaptada a su edad7. 1.1.6. Celebración de la primera participación plena en la Eucaristía Con la Catequesis Familiar queremos que los niños y sus padres se transformen en cristianos eucarísticos que, más que “haber cumplido, recibiendo la primera comunión”, hayan hecho suya una forma de vida inspirada en el mensaje y la obra de Jesús y se alimenten habitualmente en la Eucaristía para poder vivirla. Recordemos que la finalidad de la Catequesis Familiar no es el sacramento, sino el crecimiento de la fe y la vida sacramental: en definitiva la santidad. Como dice Juan Pablo II: “La vocación a la santidad hunde sus raíces en el Bautismo… principalmente en la Eucaristía… Los cristianos son ‘santos’, y por eso quedan capacitados y comprometidos a manifestar la santidad de su ser en la santidad de todo su obrar”8. Por eso la celebración de la primera participación plena en la Eucaristía, donde los niños reciben el Cuerpo y la Sangre de Cristo, debe revestir para ellos y sus familias una fiesta bella y de profundo sentido cristiano y eclesial9.

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Cf. DPSS, 238. Sobre los niños sin apoyo religioso familiar véase lo señalado en el punto 1.9: “Considera el rol fundamental de los padres en la transmisión de la fe a sus hijos”. 6 Cf. DPSS, 240. 7 Cf. DPSS, 241. 8 Ch L, 16. 9 Es conveniente que, al celebrar la Eucaristía con los niños, se tenga presente lo que se sugiere en el Directorio para las Misas con Niños, de la Congregación para el Culto Divino, sus valiosas indicaciones, las adaptaciones a su mentalidad y expresiones culturales.

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Los niños, junto con prepararse para esta celebración eucarística, han de hacerlo también para la celebración del sacramento de la Reconciliación con una catequesis adecuada, y celebrar este sacramento antes de participar plenamente en la Eucaristía. Por eso, como ya vimos, es conveniente, que el sacramento de la Reconciliación se celebre al término del primer año, tal como se propone en este itinerario, y en algunas ocasiones durante el segundo año, para adquirir hábitos de vida sacramental10. La fecha de la celebración de la primera participación plena en la Eucaristía ha de ser preferentemente al inicio del Tiempo Pascual por su sentido litúrgico y teológico. Además, desde el punto de vista pastoral, facilita la continuidad y una mayor perseverancia de los padres y los niños en grupos y comunidades cristianas11. Este proceso catequístico, basado en el catecumenado, permite que los niños estén preparados para recibir por primera vez a Jesucristo en la Eucaristía después del encuentro número 24: “Nos hacemos uno con Cristo y su misión”, encuentro que se realiza durante el primer semestre del segundo año, normalmente en tiempo pascual. En ese momento el niño y su familia han recibido los elementos catequísticos fundamentales que lo preparan para recibir a Jesucristo. A partir de este momento las unidades, encuentros y celebraciones profundizarán en la vivencia del sacramento y prepararán para una plena inserción en la vida de la Iglesia. Se agrega a las razones anteriores el hecho de que la cuarta etapa del catecumenado trascurre normalmente durante el pleno desarrollo del año civil sin la interrupción de las vacaciones de verano que postergan cualquier tipo de participación en la vida pastoral. Creemos que esta opción ayuda a la maduración de las familias en su compromiso con la participación dominical y en una incorporación más activa con la vida de la Iglesia. La celebración del sacramento de la Eucaristía al final del año natural guarda relación con una tradición multisecular de la práctica pastoral en Chile, que se adapta mejor al ritmo propio del calendario tanto a nivel estudiantil, laboral y pastoral, con el agregado de la belleza y atractivo de culminar el proceso catequístico durante el tradicional “Mes de María”. Por lo tanto, esta sigue siendo una opción válida donde los párrocos o directores de colegio lo estimen conveniente. Existe una tercera posibilidad, que también recoge los beneficios teológicos y pastorales ya señalados. Consiste en realizar la celebración al inicio del tiempo pascual, es decir, al inicio del año siguiente después de la realización de los dos años del proceso, facilitando la posterior continuidad de los padres y los niños, para comenzar después el inicio de un nuevo primer año de la Catequesis Familiar con los Catequistas que acompañaron el proceso anterior. Cualquiera de estas opciones pastorales son alternativas plenamente válidas y quedan sujetas para su implementación a la decisión del párroco y su consejo pastoral, teniendo en cuenta las orientaciones y/o decisiones del Obispo de su Diócesis. También será necesario acomodar este texto y proceso formativo cuando se ocupe, como ya ocurre, en algunas Diócesis del hemisferio norte, donde el año civil, el ciclo litúrgico y la vida

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Cf. CDC 914; DPS 145; DPSS 261. Cf. DPS 147; DPSS 251.

4 Material de apoyo para los alumnos del curso Metodología de la CFIVE Tomado de: Elementos Fundamentales de la CFIVE, p. 69- 75.


pastoral guardan relación con el año solar, lo que favorece indudablemente la unidad entre el ciclo litúrgico y las estaciones. Finalmente nos parece oportuno señalar algunos criterios que nos ayuden a discernir cuándo se ha logrado una adecuada preparación de los niños para celebrar plenamente la Eucaristía12. -

Que el niño reconozca y exprese, a su nivel y con sus capacidades, que se ha encontrado con Jesús, que se siente amado por Él, que quiere ser su amigo, vivir siempre con Él y aprender a vivir como Él. Que manifieste una adhesión viva a la persona de Jesús y la exprese especialmente a través del amor al prójimo. Que muestre empeño por vivir cada día como Jesús y por lo que Él vivió. Que conozca y entienda, de acuerdo a su edad, las verdades fundamentales de nuestra fe cristiana. Que sepa explicar con sus palabras en qué consiste ser cristiano: discípulo-testigomisionero de Jesucristo. Que haya adquirido cierta práctica de oración personal, comunitaria y litúrgica. Que sepa hacer la señal de la cruz, rezar las principales oraciones del cristiano, como hábitos personales adquiridos. Que se muestre sensible y generoso para la vida en comunidad dentro de la Iglesia y solidario con los más necesitados. Que haya preparado y celebrado el sacramento de la Reconciliación. Que dé una razonable garantía de perseverancia en la vida cristiana catequística y sacramental apoyado por sus mayores.

1.1.7. El camino cristiano después de la Catequesis13 Padres y niños formarán pequeñas comunidades cristianas a lo largo del proceso de la Catequesis. Por ello es importante animarlos a continuar su vida de fe vinculados a la comunidad. Conviene estimular y acompañar a los padres para que perseveren en esta experiencia comunitaria o bien en otras formas de integración a la vida de la Iglesia. En el caso de los niños será importante ofrecerles otros espacios de crecimiento en grupos prejuveniles de profundización y encuentro con Cristo, de actividades apostólicas y misioneras y de búsqueda de su propia vocación14. Todo esto, sin olvidar que será siempre la Eucaristía dominical el gran momento de encuentro de las familias y los niños con el resto de la comunidad eclesial15. De este modo, las parroquias, las CEBs, los colegios y los movimientos, la pastoral familiar, con niños, con jóvenes… serán espacios de acogida y ofrecerán canales de participación para los grupos de niños y de padres de familia que se forman con ocasión de la Catequesis Familiar, para que, en lo sucesivo, continúen su participación y comunión en la Iglesia que los acogió y ahora los alimenta y acompaña como discípulos misioneros. 12

Cf. OPS, 346; DPS 143; DPSS 249. Ver 4.3: La Catequesis Familiar en el contexto de la catequesis parroquial. ¿Y después de la Catequesis Familiar qué? 14 Cf. DPS 150; DPSS 264. 15 Cf. DPS 150; DPSS 265. 13

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