La invitación a la fe en la Catequesis Familiar1 Marcelo Alarcón A.
Introducción Abro este diálogo con tres breves anotaciones sobre su contexto. 1. Primero deseo colocar estas reflexiones en el contexto del propósito más amplio de esta semana de actualización teológica, esto es: Profundizar en los fundamentos, metodología e implementación de la Catequesis Familiar de Iniciación a la Vida Eucarística, para favorecer su implementación en la Iglesia de Cuenca. 2. La implementación de un programa catequístico supone siempre la pregunta por las condiciones socioculturales y religiosas donde se desarrollará. Sé que ustedes ya han hecho un camino reflexionando sobre la realidad sociocultural en el contexto de un cambio epocal y dicha reflexión ha quedado ricamente plasmada en el actual Plan Pastoral para el período comprendido entre los años 2011 y 2015, especialmente en la primera parte (“Realidad que evangelizamos”) y la tercera (“Ejes prioritarios”). Este primer diálogo toca precisamente el tema de la invitación a la fe y su necesaria inculturación. 3. Finalmente, esperamos que una comprensión al menos inicial de los elementos fundamentales del programa catequístico de iniciación a la vida eucarística “El Señor sale a nuestro encuentro”, que se implementa en la Arquidiócesis de Santiago de Chile y en otras Diócesis del país y del mundo, les sirva de ayuda en su tarea evangelizadora. Somos hermanos de una Iglesia que ha venido por cerca de 50 años buscando mejores formas de anunciar a Jesucristo a través de la Catequesis Familiar y hoy con sencillez colocamos a su disposición las preguntas, anhelos, aciertos, errores, búsquedas y esperanzas que nos han movido.
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Esta conferencia fue realizada en el marco de la Semana de Actualización Teológica de la Arquidiócesis de Cuenca, Ecuador, la que se desarrolló desde el 18 al 22 de Febrero de 2013.
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1. La invitación a la fe: un desafío hermenéutico Hoy se exige a toda catequesis en la Iglesia el anuncio primero de Jesucristo y la presentación de las verdades esenciales de la fe. Por tratarse de anuncio y presentación supone entrar en diálogo con las personas para llevar adelante lo que llamamos transmisión de la fe, aunque en las nuevas coordenadas del proceso de secularización vendría mejor llamarla “invitación a la fe”. Pues bien, la invitación a la fe es un problema hermenéutico pues supone siempre el encuentro entre dos horizontes de sentido. Por un lado los marcos de referencia comunitario-culturales a partir de los cuales las personas se las arreglan para vivir con sentido y, por otro lado el horizonte cristiano, cuya fisonomía está dada por las categorías del Reino de Dios, anunciado e inaugurado por Jesús, y la tradición eclesial. Este ejercicio de interpretación es recíproco. El que transmite hace suyo algo del capital cultural del otro resignificándolo desde las claves de su mensaje y el que recibe elabora su propia representación del mensaje en los códigos que su comunidad ha consensuado. En cualquier caso, la invitación a la fe en la Catequesis Familiar o en otra experiencia de evangelización, supone siempre un diálogo entre Evangelio y cultura y por ello remite a ciertas preguntas fundamentales:
¿Cuáles son las nuevas manifestaciones culturales: gestos, palabras, lugares, experiencias, etc., en las que viven las personas? ¿Cuáles son los valores más importantes que animan la vida de la gente? ¿Cuáles son los desvalores o antivalores que la debilitan? ¿Cómo están elaborando su experiencia religiosa las personas hoy? ¿Cómo describiríamos el catolicismo de Cuenca: qué piensan, sienten, valoran y hacen los católicos en relación a su vida y a su fe? ¿Qué elementos constituyen el bienestar personal de los cuencanos, es decir, por dónde van los caminos que los hacen felices? ¿Cuáles son las preguntas más significativas que se hacen las personas y dónde buscan -y encuentran- respuestas?
Un sosegado –y científico- diagnóstico sobre lo que viven las personas en la sociedad actual, sus búsquedas, sus anhelos, sus amarguras, sus gozos nos ayudará sin duda a elaborar e implementar procesos catequísticos adecuadamente inculturados. Esta intuición se ve hoy más reforzada al recordar que el Concilio Vaticano II insistió en que el Reino no se limita a la Iglesia y que donde quiera que ocurran buenas cosas para el desarrollo humano, el Reino está aconteciendo, dentro o fuera de la 2
expresión sociológica que llamamos Iglesia católica, aunque ciertamente ocurre en esa Iglesia de círculos concéntricos que describió tan lúcidamente el Concilio2. Me hago eco de las palabras de la Constitución Dei Verbum cuando nos enseña que en virtud de la encarnación, Dios en la persona del Hijo se hizo historia y cultura, y por ello no podemos contraponer Iglesia y mundo como si fueran dos cosas totalmente distintas, como si Dios estuviera del lado de la Iglesia y la salvación dependiera más de ella que de Él. Lumen Gentium 1, nos enseña que la Iglesia es sacramento de salvación de un mundo que, en virtud de la encarnación, es sacramento de Dios antes incluso que ella misma. En este sentido, el diálogo con la cultura no sólo favorece a los interlocutores del anuncio, sino también a quienes lo anuncian. Al acoger la cultura, nosotros nos enriquecemos con nuevas expresiones y valores, manifestamos y celebramos cada vez mejor el misterio de Cristo, logrando unir más la fe con la vida y contribuyendo así a una catolicidad más plena, no sólo geográfica, sino también cultural (Cfr. DA, 479). He aquí uno de los desafíos más complejos y hermosos del anuncio del Evangelio. Permítanme proponerles que no lo descuiden cuando entremos a comentar los aspectos más específicos del programa catequístico de iniciación a la vida eucarística “El Señor sale a nuestro encuentro”, pues incidirá en la valoración que hagamos de él y luego en las debidas adaptaciones locales. A lo largo de sus 50 años de historia, la Catequesis Familiar en Chile ha estado fuertemente condicionada por las transformaciones socioculturales. Por eso, habiendo señalado este desafío hermenéutico me propongo recorrer brevemente desde esta óptica lo que ha sido la catequesis familiar en Chile y sus características más importantes. Para ello aludiré a los contextos socioculturales en medio de los cuales se ha ido gestando.
2. Breve historia de la Catequesis Familiar3 Durante estos años la Catequesis Familiar ha sido el camino a través del cual un gran número de niños se han preparado para celebrar el Sacramento de la Eucaristía y de la Reconciliación. También, a través de este mismo camino, una gran cantidad de padres y madres se han reencontrado con su propia vocación bautismal y matrimonial, al tiempo que han tomando conciencia, en diversos grados, del papel fundamental e irreemplazable que tienen en la transmisión de la fe para sus hijos. Muchos han visto renacer su propia vida cristiana, desarrollando una amistad con Jesucristo en sintonía con la vida sacramental. La Catequesis Familiar ha sido el espacio 2 3
LG, 14-16. La información histórica ha sido tomada en parte del texto “Catequesis Familiar, Historia y descripción del método”, del P. Carlos Decker G., Instituto de Catequesis, 4 edición, Santiago de Chile, 1996.
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donde redescubrieron a Cristo y a la Iglesia, despertándose en ellos una auténtica vocación de servicio a la comunidad cristiana y a la sociedad. La realización de la Catequesis Familiar, a pesar de todas sus limitaciones, ha probado desde la práctica pastoral cómo el Sacramento de la Eucaristía puede convertirse en “fuente y cumbre de toda la vida cristiana” (LG 11). La Catequesis Familiar nació en Chile hacia fines de la década de los años sesenta como fruto de la renovación teológico pastoral realizada por la Iglesia Católica a partir de la celebración del Concilio Vaticano II y las primeras Conferencias del Episcopado Latinoamericano4. Estos importantes acontecimientos eclesiales despertaron una mayor toma de conciencia acerca del papel de la catequesis como un proceso dinámico de educación en la fe para los cristianos. En ese momento en Chile: - Las personas se casan entre los 18 y los 25 años. Tienen, en promedio, cinco hijos (uno más de los que tendrán en la década siguiente). - Llega la píldora anticonceptiva en 1962. Por primera vez se comienza a hablar de “planificación familiar”. - Sólo el 3,4% de los matrimonio se anula. Sólo el 2% de las personas mayores de 15 años declara que su estado civil es conviviente. - El rol de la madre tiene énfasis en lo doméstico. No se trata sólo de que la casa funcione, sino que cada integrante tenga de todo, incluyendo la formación religiosa, puesta culturalmente en manos de la madre. Las madres viven con la tensión permanente de tener que responder en todo.5 - Prácticamente 7 de cada 10 mujeres (67,3%) entre 25 y 54 años tiene 6,7 años de estudio en promedio y, por lo tanto, desde el punto de vista de la alfabetización, está mínimamente capacitada para asumir una tarea formativa con sus hijos. - Se acelera el estilo de vida y la mujer sale de la casa para entrar poco a poco al trabajo: son el 21% de la fuerza laboral chilena, trabajan 43,8 horas a la semana (tres horas menos que el promedio nacional). - “Las madres viven con la tensión permanente de tener que responder en todo, lo que no significa que no tengan crisis, sino que las viven en secreto”.6 En el año 1969, el entonces Cardenal Raúl Silva Enríquez reorganiza el Departamento de Catequesis de la Arquidiócesis de Santiago con el fin de aplicar los grandes anhelos e intuiciones del Concilio Vaticano II y de la II Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Medellín un año antes. Buscaba renovar la catequesis del Sacramento de la Eucaristía. 4
Hasta ese entonces se habían realizado las Conferencias de Río de Janeiro (1955) y Medellín (1968). Cfr. Javier Romero, sociólogo de la Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile. 6 Idem. 5
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En sus inicios la Catequesis fue una preparación a la Primera Comunión de los niños y era realizada por las madres con la ayuda de algún laico adulto que las catequizaba a ellas para que luego lo hicieran con sus hijos. Desde sus orígenes estuvo la intuición de que la responsabilidad primera en la formación religiosa de los niños recae en la familia, idealmente en sus padres aunque también en otros adultos significativos. Esta Catequesis se realizaba en períodos reducidos de tiempo como el Mes de María o durante las misiones de verano. La experiencia fue madurando. ¿Por qué la Catequesis tiene que ser sólo una preparación a la Primera Comunión? ¿No sería mejor hacer de ella un itinerario integral de crecimiento en la fe? Fue entonces que se reconoció con mayor lucidez el gran valor de la práctica catequística realizada por las madres y se consideró que sería aún mucho más fecunda si lograba involucrar también a los padres, a los jóvenes de la comunidad y a los mismos sacerdotes, religiosos y religiosas de las comunidades7. Significó comprender además la necesidad de formar catequistas que favorecieran la vida en comunidad y acompañaran las distintas etapas de la preparación de los niños a la recepción de los Sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía. Con la valoración de la presencia de las madres y la incorporación de los varones, el modelo fue evolucionando lentamente hacia una evangelización y catequesis de los propios adultos con ocasión de la iniciación eucarística de sus hijos. 8 Medellín nos había invitado a superar la costumbre de “dar catecismo” y avanzar hacia una verdadera evangelización de bautizados y nuevas formas de catecumenado en la catequesis de adultos9 y comenzaban a verse los primeros frutos Estamos en la década de los 70. La sociedad experimenta uno de sus cambios más profundos: se inicia la era de la planificación familiar con la masificación del uso de la píldora anticonceptiva, que tres años antes (1967) se incorporó a las políticas de salud pública. Comienza a desarrollarse un cambio en los roles familiares. Sobre todo la mujer busca desarrollar su vida más allá del ser madre. El 19% de las mujeres está soltera al tener su hijo; las parejas que conviven representan el 3,5% del total de personas con pareja en 1970. (1,5% más que en la década anterior). El 20,3% de los hogares tiene a una mujer como jefa de 7
En la última década, la Catequesis Familiar ha dejado de ser una experiencia exclusivamente latinoamericana, encontrando también sus propios caminos de realización en Europa, Norteamérica y Asia. Actualmente está presente en algunas diócesis de veinticinco países de diversos continentes. Cf. Dr. Joaquín Silva Soler, Congreso Internacional de Catequesis Familiar de Iniciación Eucarística, Santiago, 2005. 8 Cfr. LG 11b; GS 48, 52. 9 Medellín 8,9-10. “La familia debe ser objeto de la acción catequística, para que sea dignificada y sea capaz de cumplir su misión”.
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hogar. Poco a poco vamos conociendo diversos tipos de familia y será una realidad que tendremos que reflexionar y acoger. El tamaño de la familia comienza a ser menor (4 hijos promedio), lo que permite a las mujeres hacer otras cosas, como estudiar. Así, la escolaridad promedio de las mujeres entre 25 y 54 años llega a 9,1 años. 4 de 10 mujeres entre 25 a 40 años y con uno a dos hijos, trabaja. Entre las que tienen tres a cuatro hijos, lo hace el 24,5%. Entre 1973 y 1977, veinte de cada cien trabajadores son mujeres. Con todo, el rol masculino se mantiene similar a las generaciones anteriores. Es el varón proveedor, la cabeza y autoridad en la familia. A pesar de la mayor liberación producto del uso de la píldora anticonceptiva, las mujeres todavía se mantienen mayoritariamente en los espacios privados.
La Catequesis Familiar es desafiada nuevamente por el aparecimiento de nuevas formas que adquiere la institución familiar. Familias monoparentales, mujeres incorporándose al ámbito público, convivencia de parejas, etc. La catequesis avanza y busca incorporar a los padres (varones) a la catequesis de sus hijos. Esto permitió darle un carácter muy novedoso al proceso catequístico y llegó a constituir uno de sus principales aportes. La participación de ambos padres se presentó -y se justificó- como una excelente oportunidad para que asumieran el compromiso bautismal de educar en la fe cristiana a los hijos. Reflexionar con los padres (o en su defecto, con otros adultos significativos para los niños) acerca de diversos temas religiosos, de una manera ordenada y periódica, constituyó una experiencia absolutamente inédita, aunque fuera todavía de una manera precaria y no sistemática. A esto, se agregó que el hogar encontraba con esta catequesis un elemento relevante para convertirse en una “Iglesia doméstica”, es decir, un lugar de transmisión de la fe, de lectura de la Palabra de Dios, de invitación a celebrar la Eucaristía y orar en familia, y un lugar de compromiso con la vida de la Iglesia y mayor comunicación entre sus miembros y de estos con la comunidad local. Para llevar a cabo esta tarea fue necesario elaborar un cuaderno para el niño y otro para los padres. Con estas ayudas, la Catequesis Familiar se limitó en un primer momento a enseñar a los padres un método para entregar determinadas verdades de fe a sus hijos. Sin embargo, pronto se constató que muchos de ellos no habían vivido una experiencia personal de encuentro con Jesucristo, de conversión, ni de instrucción religiosa, por lo cual no se los podía convertir en “profesores de religión” de sus hijos. Efectivamente, la mayoría no había establecido una relación de amistad y seguimiento de Jesucristo, ni se había incorporado a la vida de la Iglesia. Estábamos constatando en los hechos lo que años después Aparecida describiría con a frase “muchos bautizados y pocos discípulos”. Fue evidente que no podrían guiar a sus hijos por el camino del discipulado cristiano si ellos mismos no lo habían iniciado o era todavía muy incipiente. 6
El desafío era grande. Evangelizar no sólo a los niños sino que también a los adultos. A pesar de los avances, los años ochenta y noventa hicieron ver la urgencia de hacer del proceso catequístico en su conjunto un verdadero camino de evangelización como lo había priorizado Medellín. Fue así como la Catequesis Familiar comenzó adquirir un carácter Kerygmático que recuerda el primer anuncio de la fe realizado por la Iglesia naciente. La tradicional distinción entre kerygma, catequesis y parénnesis requería ahora una vinculación más estrecha. De aquí en adelante la catequesis fue tomando la forma de un pastoral evangelizadora-catequístico. Como consecuencia de esto, el método de la Catequesis Familiar, que nació como instrumento al servicio de la educación de la fe de los niños, fue transformándose paulatinamente en uno de los instrumentos de evangelización para adultos más eficientes de los últimos tiempos. De hecho, muchos padres de familia que eran catequizados con este método se incorporaban gradualmente a la vida de la Iglesia. Por otra parte los catequistas descubrieron una nueva vocación pastoral: la de invitar a otros adultos a convertirse en discípulos de Jesucristo. Esta labor adquirió un carácter muy peculiar y favorable por el hecho de realizarse en el corazón de pequeños grupos de adultos, que se reúnen semanalmente, en un ambiente de oración y confianza, lo que posibilitó el intercambio de la fe y de la vida junto con la participación, en alguna medida, de los miembros de la familia en la vida de la Iglesia. Es importante destacar que, al estar la catequesis de los niños en manos de los padres de familia, ésta debió sufrir ciertas modificaciones fruto de la experiencia realizada. La razón estaba dada por un porcentaje significativo de padres catequistas que no podían cumplir la tarea demandada para ellos. Fue necesario crear un tipo de catequistas auxiliares que apoyaran este trabajo reuniendo semanalmente a los niños para reforzar lo vivido y aprendido en casa. Fue así como surgieron los Animadores de la Catequesis de Niños (ACN). Hoy hemos redefinido la tarea que le corresponde dentro del método. El joven o el adulto Catequista de Niños ya no es sólo un animador sino un auténtico catequista, que complementa la labor de los padres y en algunas ocasiones la suple. El inicio del tercer milenio nos trajo nuevos desafíos y fue necesario abrirse a los profundos cambios culturales que vivimos. Era necesario incluir los avances de la pastoral catequética, las líneas más recientes del Magisterio y los progresos de las ciencias de la educación. Todo de cara a las nuevas circunstancias culturales en las que se encuentran las personas, de manera que la experiencia de fe pudiera sintonizar con las grandes preguntas en los nuevos contextos.
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¿Por dónde van los caminos de felicidad y realización de las personas hoy y cuáles son aquellas cosas que las motivan? 10 A continuación presento algunas preguntas que nos parecen relevantes y sus respuestas respecto del contexto chileno que nos toca enfrentar. ¿Cuáles son las cuatro cosas que lo harían sentirse una persona totalmente realizada?11 56
SER AMADO SATISFACER LAS NECEDIDADES DE SU FAMILIA
47 40
SER RESPETADO 33
TENER PAZ INTERIOR
31
SER RESPONSABLE
28
TENER FE ¿Cuál diría usted que es una motivación importante en su vida?12 Motivación importante en su vida Tener una familia unida Tener una buena relación de pareja
Católico 68% 75%
De ninguna religión 75% 62%
Total 85% 74%
% que responde Extremadamente importante + Muy importante.
¿Cuán felices somos?13 Nivel de felicidad con la vida MUY FELIZ
Total
Católico
Evangélico
65%
66%
64%
De ninguna religión 61%
¿Cuáles eran los grandes temas en el ámbito religioso y en la experiencia cristiana católica? El catolicismo chileno en particular, está viviendo lo que se ha llamado el “Cisma emocional” o “Cisma blanco”, es decir, creyentes católicos nominales que creen, hacen, piensan y sienten en muchas cuestiones de su vida, sobre todo en las más decisivas, de modo discordante con las enseñanzas de la Iglesia14. 10
En este punto sigo el estudio realizado por el Instituto Pastoral Apóstol Santiago “La formación en la Arquidiócesis de Santiago. Situación actual, desafíos, propuestas”. Santiago, julio 2012. 11 Estudio “Chile3D, Marcas y estilos de vida de los chilenos”. Collect GfK, 2011. 12 Estudio Chilescopio 2011 – Visión humana. 13 Estudio Chilescopio 2011 – Visión humana. 14 “El servicio de la esperanza, la diaconía de la confianza, debería ser la gran aportación de la Iglesia a un mundo cuya herejía principal no es el alejamiento de las creencias cristianas tradicionales, sino la “herejía
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Algunos ejemplos considerando el 63% de la población chilena que se considera católica15: ¿En qué creen?
El 93% de los católicos cree en Dios (muestra total 92%) hay un 7% que no. (Encuesta 2010). Un 39% considera que Dios es una persona con la que uno se puede comunicar (36% muestra total); un 30% considera que es una fuerza impersonal que se puede sentir (Muestra total 29%). En torno al 63% cree que hay vida después de la muerte. Prácticamente 4 de 10 católicos no cree en esto. El 51% cree que existe el infierno. El 45% cree en la reencarnación, un 60% en la resurrección16. Un 54% cree en el mal de ojo (45% evangélicos; 47% ninguna religión), un 38% en la casas embrujadas (39% evangélicos; 28% ninguna religión), el 28% en brujas (30% evangélicos; 31% ninguna religión), un 28% en el karma (16% evangélicos; 29% ninguna religión). Un 60% cree en la religión17.
¿Qué hacen los católicos?:
Rezar (fuera de la Eucaristía u otra celebración): 82% católicos - 78% muestra total. Leer la Biblia: 47% católicos – 49% muestra total. Asistir a Misa a menos una vez al mes: 37% católicos – 37% muestra total; 62% otra religión. Llevar un amuleto: 16% católicos, 9% evangélicos, 14% ninguna religión. Un 13% de la población se cambió alguna vez de religión. De este grupo el 42% fue de católico a evangélico, el 26% lo hizo en un momento de enfermedad. El 21% fue de católico a no creyente. Ante la afirmación “En general trato de dar testimonio de mi fe”: 31% de acuerdo o muy de acuerdo, 52% en desacuerdo-muy en desacuerdo.
¿Qué piensan o sienten los católicos?:
emocional” es decir, la pérdida de ánimo, el desánimo, el desaliento”. Pedro José Gómez Serrano, citando a José Arregui. En El cisma emocional y sus raíces. Revista Mensaje, enero-febrero de 2007. 15 Encuesta Nacional Bicentenario. Una mirada al alma de Chile. Universidad Católica de Chile-Adimark, 2006-2010. Los pronósticos del Censo lo sitúan en un 59%. 16 Estudio Chilescopio 2011 – Visión humana. 17 Ibid.
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Un 68% prefiere estar o alabar a Dios a solas antes que como miembro de un grupo. 43% se siente en general parte de la Iglesia católica. 37% no le interesa demasiado educar a sus hijos en la fe. 26% reconoce que la Iglesia católica lo ha alejado más que acercado a Dios. La creencia de que “El matrimonio es un compromiso para toda la vida” es sostenida por un 73% católico y 70% muestra total para la opción Muy de acuerdo+acuerdo (Encuesta 2008). El aborto bajo ninguna circunstancia: 53% católico; 54% muestra total (Encuesta 2008) Valores más importantes en la vida18:
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
Salud Familia Tranquilidad Seguridad Amor Honestidad Libertad Armonía interior Justicia Logro de objetivos Solidaridad Tolerancia Bienestar económico Autenticidad Fe religiosa Amistad
Católicos De ninguna religión Total 50% 49% 50% 49% 48% 49% 37% 36% 37% 36% 34% 35% 34% 35% 34% 31% 32% 34% 30% 39% 32% 29% 30% 30% 27% 32% 29% 26% 30% 27% 24% 24% 25% 22% 26% 24% 25% 21% 24% 23% 23% 24% 22% 23% 10% 21% 24% 21% (En negrita algunos valores asociados al Reino)
Hoy el ser católico no hace mucha diferencia en la sociedad chilena. El supuesto de que los católicos están catequizados, formados o educados en lo que podríamos llamar la fe de la Iglesia, al menos en lo esencial, no pasa de ser un buen deseo. La práctica de la fe católica disminuye, cae la asistencia a la Eucaristía, la celebración del Bautismo y la Reconciliación19 . La religión ocupa el lugar 12 entre los católicos como tema de interés, después de la música, el cuidado personal, moda y belleza y el bienestar y la vida sana, etc.20
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Estudio Chilescopio… Asistencia a Eucaristía dominical que no sea matrimonio o funeral: 46% en el 2011, 63% en 2009, 81% en 2008. Datos 2009 para celebración de sacramento de la Reconciliación: 59%. Interesante notar que de todos los que han asistido a la Eucaristía el 66% comulgó. Fuente: “Estudios de hábitos Iglesia Católica”. Collect GFK, Abril 2011. 20 Chile3D. 19
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Asistimos a una interrupción de la transmisión de la fe de las generaciones anteriores a las nuevas. Los padres no son capaces de transmitir la experiencia de fe a sus hijos. Se reconocen como responsables de ello, pero no saben cómo hacerlo21. Cada vez más los cristianos lo serán por opción y menos por tradición y esto pasará por contagio, uno a uno. Por otro lado, las personas construyen su identidad religiosa en función de los intereses, disposiciones y aspiraciones que ellas ponen en juego en las situaciones concretas de su vida. Si las instituciones no están en sintonía con estas aspiraciones es “natural que se pueda creer” -tal como ocurre en la actualidad- sin adherir a una iglesia o a una institución, pues sin duda que las personas hallarán grupos de referencia con quienes compartan y confirmen sus creencias. Se trata de pequeñas “comunidades” formadas según afinidad personal, cultural y espiritual. En este contexto, el Departamento de Catequesis de la Arquidiócesis de Santiago de Chile le encargó al Instituto Pastoral Apóstol Santiago en el año 2006 la tarea de renovar el itinerario catequístico y los textos que hasta ese momento se utilizaban en la Arquidiócesis, teniendo en cuenta además las orientaciones del Documento de Aparecida: «Sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciación en la vida cristiana que comience por el kerygma y, guiado por la Palabra de Dios, permita un encuentro personal cada vez mayor con Jesucristo, experimentado como plenitud de la humanidad, y que lleve a la conversión, al seguimiento en una comunidad eclesial y a una maduración de fe en la práctica de los sacramentos, el servicio y la misión» (DA 289). La esperada renovación cristalizó en el proyecto de Catequesis Familiar de Iniciación a la Vida Eucarística (CFIVE), con el título: “El Señor sale a nuestro encuentro”. Durante el año 2007 se trabajó en el marco teórico y en los fundamentos de la Catequesis renovada. Luego, durante los años 2007 y 2008 se confeccionaron los Libros para primer año y durante el año 2009 los del segundo. Al mismo tiempo se realizó una labor de presentación del proyecto en los distintos niveles de la Iglesia diocesana, de información y promoción con los Responsables de la Catequesis Familiar de las diferentes diócesis de nuestro país.
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Cfr. Evaluación del proceso de aplicación del Primer Año. Catequesis Familiar de Iniciación a la Vida Eucarística – CFIVE. Instituto Pastoral Apóstol Santiago, CISOC – Universidad Alberto Hurtado. Santiago, agosto de 2011. Disponible en www.inpas.cl
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Agradecemos al Señor el regalo de la Catequesis Familiar y valoramos los grandes aportes, hasta ahora vigentes, del método:
Descubrimiento de la familia como agente de evangelización. La mejoría y composición de las relaciones familiares. La promoción humana y social de las familias catequizadas. La evangelización del ambiente familiar. Los progresos que se constatan en la educación religiosa e iniciación cristiana de los niños y de sus padres. La promoción e inserción de los adultos en la comunidad cristiana. La catequesis como lugar donde los laicos han aprendido a reconocer la corresponsabilidad eclesial y su misión en la sociedad. Una mayor comprensión y vivencia del Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía. La iniciación en la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia para las familias. El nacimiento de nuevas comunidades cristianas. La incorporación de numerosos jóvenes a la tarea evangelizadora de la Iglesia. La renovación eclesial a nivel parroquial y diocesano, con vocaciones para el servicio pastoral y eclesial, como el diaconado permanente.
Apunte final.22 La eficacia en la invitación a la fe de parte de los padres depende mucho de su congruencia religiosa y de la fortaleza de la creencia. El mecanismo de transferencia es muy robusto cuando los padres comparten y practican una creencia religiosa determinada, pero se resiente inmediatamente cuando esto no ocurre. La observancia religiosa de los padres importa en la medida que indica una fe capaz de dar testimonio de sí misma, lo que constituye su mecanismo más eficaz de trasmisión. Cuando ambos padres no son creyentes y/o activos, la probabilidad de que el hijo lo sea tiende a 0; cuando ambos padres son creyentes, la probabilidad sube hasta 0,5 y cuando solamente uno de los padres es creyente y/o activo, la probabilidad oscila en torno a 0,25. La brecha de secularización está indicada por esta dificultad que tienen incluso ambos padres creyentes en acompañar el desarrollo de la fe de sus hijos. He aquí el desafío más importante de cara a la implementación de un proceso catequístico como el que hemos reseñado.
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Cfr. Valenzuela, E. y otros. “¿En qué creen los Chilenos? Naturaleza y alcance del cambio religioso en Chile. Instituto de Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2012.
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