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LA RENOVACIÓN PARROQUIAL A LA LUZ DEL DOCUMENTO DE APARECIDA Jorge Barros Bascuñan. Pbro.
CURSO LOS ÁMBITOS DE LA CATEQUESIS ITEPAL 2013
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LA RENOVACIÓN PARROQUIAL A LA LUZ DEL DOCUMENTO DE APARECIDA
La Parroquia es una institución fundamental en la vida pastoral de la Iglesia, tal como se ha constatado a lo largo de su historia, desde los albores del siglo IV. Sin embargo en las últimas décadas lo que parecía una realidad inamovible experimenta la necesidad de una renovación ya que se constatan elementos socio culturales que la limitan frente a una acción pastoral en el mundo occidental cada vez más marcada por la movilidad y deudora de una nueva sensibilidad centrada en la experiencia personal y comunitaria. 1 Es justamente en el Sínodo de los Obispos dedicado al tema de la “vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo” del año 1987, como en el documento post Sinodal Christifidelis Laici, del Papa Juan Pablo II, donde se aborda de forma amplia este gran tema, tanto desde una perspectiva teológica como canoníca. En este gran documento se afirma que “la comunión eclesial, aun conservando siempre su dimensión universal, encuentra su expresión más visible e inmediata en la parroquia. Se nos señala en el n: 26 que esta es la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos e hijas. Esta es una visión que mira a la institución parroquial acentuando su dimensión comunitaria sin renunciar por otro lado a su presencia en un territorio determinado, expresión de su vocación misionera, capaz de promover todas las dimensiones presentes en la vida cristiana. (ibid pag. 9) A pesar de todo lo expuesto con anterioridad y aun reconociendo las nuevas perspectivas que abre la reflexión sinodal al tema de la parroquia, hay que reconocer con honestidad, que la realidad de las parroquias en este cambio de época que estamos viviendo plantea la necesidad de promover nuevas iniciativas de renovación. Estamos necesitados de una nueva visión de la acción pastoral y de nuevos modos jurídicos que acompañen este tiempo de cambio en búsqueda de una forma de parroquia más acorde con las necesidades actuales de la vida y misión de la Iglesia. El Papa Juan XXIII en su clásica imagen sobre la institución parroquial de la década de los sesenta del siglo XX afirmaba que la parroquia era: “como una fuente de la aldea a la que todos acuden a calmar su sed”. Sin duda que es una imagen muy hermosa y sugerente pero no hay duda también que los tiempos han cambiado.
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Borras Alphonse, Routhier Giles, La nueva parroquia, Sal Terrae, Santander 2009.
3 Por una parte se podría pensar que la fuente se está secando o disminuyendo en algunos lugares donde la Iglesia realiza su misión en su capacidad de entregar el agua viva. Por otra parte hay que reconocer que entre los habitantes de una determinada zona pastoral no siempre existe el interés por ir a beber de esa fuente. De hecho hoy muchos buscan saciar su sed de vida espiritual en otras fuentes como son los nuevos movimientos o asociaciones e incluso nuevas expresiones de la experiencia religiosa que están fuera de la Iglesia Católica. De todas maneras la parroquia sigue ahí como desafiando el paso de los siglos y buscando renovarse como lo ha hecho siempre para responder a los nuevos desafíos de la cultura actual. El tema ahora es como enriquecer su estructura fundamental y de alguna manera clásica con nuevos aportes que la doten de los elementos necesarios para que realmente sea una fuente renovada que ofrezca el Evangelio a quienes se acerquen o entren en contacto con ella. En todo este proceso de renovación eclesial hay que tomar en cuenta los cambios culturales y religiosos que se han producido en la última generación. La disminución de las vocaciones religiosas al ministerio sacerdotal, el pluralismo religioso, la despoblación que pasa del mundo rural al urbano como nunca antes se dio en la historia de las culturas, las nuevas formas de vida en torno a grandes núcleos urbanos. Todo esto y mucho más que podríamos analizar da origen a una nueva forma de necesidad de reagrupar las parroquias en busca de una mayor calidad de vida cristiana que lleve a un renovado impulso misionero en medio de una sociedad que aparentemente demuestra no querer tener necesidad del anuncio del evangelio. Junto a lo anterior existen también elementos innegables en la sociedad actual que manifiestan una gran necesidad de trascendencia, de sentido por la vida y anhelo de salvación del cual la parroquia siempre será un lugar privilegiado para acoger y encausar. (ibíd. Pág. 10) Desde este horizonte cultural y pastoral presento a continuación algunos elementos relevantes contenidos en el documento del Episcopado Latinoamericano y del Caribe nacido en el santuario mariano de Aparecida en Brasil sobre la institución parroquial que pueden ayudar en la búsqueda de un nuevo paradigma de la renovación parroquial Según el presente enfoque que hunde sus raíces en la óptica comunitaria de la eclesiología del Concilio Vaticano II, la parroquia es sobre todo una comunidad, no una simple demarcación de un determinado territorio, sino la comunidad, es decir un sujeto activo y privilegiado de la vida eclesial. De esta manera el párroco se inserta no tanto como una persona individual con responsabilidades sobre otros sino como un ministro que vive su servicio como cooperador del obispo. Lo hace con responsabilidad hacia los fieles, sus colaboradores, de los que tendrá el
4 encargo del cuidado pastoral considerándolos como miembros de un cuerpo vivo que es la misma comunidad eclesial, circunscrita a un espacio y tiempo determinado. Esto conlleva a saber vivir la acción parroquial no como una superposición de individualidades sino como una acción comunitaria de personas que se sienten llamadas a vivir una experiencia profunda de amistad, nacida de la misión y a su servicio. En pocas palabras una verdadera fraternidad eclesial. (ibíd. Pág. 14-15) Desde esta mirada invito a recoger para su posterior análisis y aplicación las líneas maestras sobre la vida pastoral parroquial expuestas en numerosos números y en diferentes capítulos de este preciado documento. Este está llamado por sus mismos autores a plasmarse en acciones pastorales concretas que ayuden a realizar una mejor evangelización desde la institución parroquial movida por los soplos que el Espíritu suscita en nuestra generación.
5 La necesidad de la renovación.
Los obispos Latinoamericanos y del Caribe constatan que están creciendo a nivel continental los esfuerzos por una autentica renovación pastoral en las parroquias que tiene sus inicios a partir del movimiento de renovación eclesial generado por el Concilio Vaticano II. Este movimiento de renovación se está realizando favoreciendo un encuentro con Cristo vivo, mediante diversos métodos pastorales que hace posible la Nueva Evangelización convocada por el bienaventurado Juan Pablo II, con el fin que la parroquia se transforme en comunidad de comunidades evangelizadas y misioneras. (cf. .99 e) La necesidad de renovar la parroquia se realiza desde un presupuesto que actúa como soporte fundamental de la eclesiología de comunión. Los pastores nos recuerdan como la Diócesis, presidida por el Obispo, es el primer ámbito de la comunión y la misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero que comunique vida espiritual en el propio territorio. Este proyecto, que surge de un camino de variada participación, hace posible que la pastoral orgánica sea capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. Porque un proyecto sólo es eficiente si cada comunidad cristiana, parroquia, comunidad educativa, de vida consagrada, asociación o movimiento y cada pequeña comunidad cristiana se insertan activamente en la pastoral orgánica de la diócesis. Cada uno está llamado a evangelizar de un modo armónico e integrado en el proyecto pastoral de la misma diócesis. (Cf. 169) Con respecto a una posible renovación de las comunidades parroquiales los obispos constatan que el Pueblo de Dios se construye como una comunión de Iglesias particulares y a través de ellas realiza un intercambio entre las culturas. En este marco las Iglesias locales insertas en esta perspectiva renovadora de la vida eclesial expresan su interés y preocupación por todas las Iglesias, especialmente por las más cercanas, reunidas en conferencias episcopales, provincias eclesiásticas, arquidiócesis, diócesis, zonas pastorales, decanatos y otras formas de asociación interdiocesana en el interior de cada nación o entre países de una misma región o continente. Estas variadas formas de comunión debieran estimular con vigor afirman nuestros pastores las “relaciones de hermandad entre las diócesis y las parroquias” fomentando “una mayor cooperación entre las iglesias hermanas”. (cf.182) En esta hora de la globalización la renovación parroquial debe incluir más que nunca el trabajo en la red eclesial.
6 Los obispos Latinoamericanos y del Caribe señalan que entre las comunidades eclesiales en las que viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo sobresalen las Parroquias. Ellas son células vivas de la Iglesia2 y por lo tanto el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de comunión eclesial3. Esta institución esta llamada a ser casa y escuela de comunión. Los pastores expresan claramente que uno de los anhelos más grandes que se han mencionado en las Iglesias de América Latina y de El Caribe con motivo de la preparación de la V Conferencia General, es una valiente acción renovadora de las Parroquias a fin de que sean de verdad “espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supra parroquiales y a las realidades circundantes”4. (cf. 170) Nuestros obispos nos recuerdan como todos los miembros de la comunidad parroquial son responsables de la evangelización de los hombres y mujeres en cada ambiente. Como el Espíritu Santo que actúa en Jesucristo es también enviado a todos en cuanto miembros de la comunidad, porque su acción no se limita al ámbito individual, sino que abre siempre a las comunidades a la tarea misionera, así como ocurrió en Pentecostés (cf. Hch 2, 1-13). (cf.171)
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AA 10; SD 55 EAm, 41 4 Ibid. 3
7 Los elementos que dan forma a la renovación parroquial
Los obispos latinoamericanos y del Caribe nos señalan como la renovación de las parroquias exige reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión con toda la Iglesia. 1. Es desde la parroquia que hay que anunciar lo que Jesucristo “hizo y enseñó” (Hch 1, 1) mientras estuvo con nosotros. Su Persona y su obra son la buena noticia de salvación anunciada por los ministros y testigos de la Palabra que el Espíritu suscita e inspira. La Palabra acogida es salvífica y reveladora del misterio de Dios y de su voluntad. Toda parroquia está llamada a ser el espacio donde se recibe y acoge la Palabra. Donde se celebra y expresa la adoración del Cuerpo de Cristo convirtiéndose en la fuente dinámica del discipulado misionero. Su propia renovación exige que se deje iluminar siempre de nuevo por la Palabra viva y eficaz. (cf.172) 2. La V Conferencia General solicita encarecidamente que todas nuestras parroquias se vuelvan misioneras. Nos hace tomar conciencia del limitado número de católicos que llegan a nuestra celebración dominical, la existencia de un inmenso número de los alejados, así como de los que no conocen a Cristo. La renovación misionera de las parroquias se impone tanto en la evangelización de las grandes ciudades como del mundo rural de nuestro continente, que nos está exigiendo imaginación y creatividad para llegar a las multitudes que anhelan el Evangelio de Jesucristo. 3. Por otra parte nos señalan, que para el mundo urbano se plantea la necesidad de la creación de nuevas estructuras pastorales, puesto que muchas de ellas nacieron en otras épocas para responder a las necesidades del ámbito rural. (cf.173). 4. Para los tiempos actuales se necesita emplear los mejores esfuerzos de las parroquias para la convocatoria y la formación de laicos misioneros. Solamente a través de la multiplicación de ellos se puede pensar en responder a las exigencias misioneras del momento actual. También es importante destacar que los obispos recuerdan que el primer campo de la misión de los laicos esta en el campo específico del mundo del trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la política, los medios de comunicación y la economía, así como los ámbitos de la familia, la
8 educación, la vida profesional, sobre todo en los contextos donde la Iglesia se hace presente solamente por ellos5. (cf.174) 5. Para los obispos del continente Latinoamericano y del Caribe la renovación de la parroquia pasa por seguir con gran fidelidad el ejemplo de la primera comunidad cristiana (cf. Hch 2, 46-47). A partir de este modelo por excelencia la comunidad parroquial se reúne para partir el pan de la Palabra y la Eucaristía, participar en la catequesis, en la vida sacramental y en la práctica de la caridad6. Es en la celebración eucarística donde la parroquia renueva día a día su vida en Cristo. Es en la Eucaristía donde se fortalece la comunidad de los discípulos y se convierte en escuela de vida cristiana. Es en la celebración eucarística juntamente con la adoración y la práctica del sacramento de la reconciliación que se preparan los miembros de la comunidad parroquial para poder dar frutos permanentes de caridad, reconciliación y justicia en medio de la sociedad en que les toca vivir. (cf. 175) 6. Otro elemento fundamental que está presente en la mente y el corazón de los obispos al trazar los elementos constitutivos de una autentica renovación de la parroquia es el llamado a una evangelización integral que arranca de una celebración eucarística celebrada en forma consciente, activa y fructuosa. Los obispos constatan que la inmensa mayoría de los católicos de nuestro continente viven bajo el flagelo de la pobreza. Esta tiene diversas expresiones como la dimensión: económica, física, espiritual y moral. Si Jesús de Nazaret vino para que todos tengamos vida en plenitud, la parroquia, tiene la hermosa misión de responder a las grandes necesidades de nuestros pueblos. Para ello tiene que seguir el camino de Jesús y llegar a ser una buena samaritana como Él. Cada parroquia debe llegar a concretar en signos solidarios su compromiso social en los diversos medios en que ella se mueve, con toda “la imaginación de la caridad”. No puede ser ajena a los grandes sufrimientos que vive la mayoría de nuestra gente y que con mucha frecuencia son pobrezas escondidas. Los pastores afirman que toda auténtica misión parroquial, unifica la preocupación por la dimensión trascendente del ser humano con todas sus necesidades concretas, para que todos alcancen la plenitud que Jesucristo ofrece. (cf.176) 7. Un elemento importante que está previsto por nuestros pastores siguiendo el pensamiento del papa Benedicto XVI es que “el amor a la Eucaristía lleva también a apreciar cada vez más el Sacramento de la Reconciliación”7. Ellos constatan cono nuestra sociedad vive en medio de una cultura marcada por un fuerte relativismo y una pérdida del sentido del pecado que nos lleva a olvidar la 5
LG 31.33; GS 43; AA 2 BENEDICTO XVI, Audiencia General, Viaje Apostólico a Brasil, 23 de mayo de 2007. 7 SC 20 6
9 necesidad del sacramento de la Reconciliación para acercarnos dignamente a recibir la Eucaristía. Como pastores ellos desean que la parroquia renovada fomente la confesión frecuente. Invitan a los sacerdotes a dedicar tiempo suficiente para ofrecer el sacramento de la reconciliación con celo pastoral y entrañas de misericordia preparando dignamente los lugares de la celebración de manera que sean expresión del significado de este sacramento. Igualmente piden a los fieles valorar este regalo maravilloso de Dios y acercarse a él para renovar la gracia bautismal y vivir, con mayor autenticidad, la llamada de Jesús a ser sus discípulos y misioneros. Más aun afirman que tanto los obispos como los sacerdotes están llamados a vivir de manera particular, la amistad profunda y verdadera con el Maestro. Los pastores son conscientes de la debilidad y de la necesidad de ser purificados que tiene cada ministro consagrado por la gracia del sacramento, que se ofrece para identificarnos cada vez más con Cristo, Buen Pastor y misionero del Padre. (cf.177) 8. Un nuevo elemento para hacer efectiva la reforma parroquial se refiere al carácter estructural. Nuestros pastores hacen referencia a la existencia de parroquias demasiado grandes que dificultan el ejercicio de una pastoral adecuada. Parroquias muy pobres que hacen que los pastores se tengan que dedicar a otras tareas para poder subsistir. Parroquias situadas en sectores de extrema violencia e inseguridad. Otro elemento relevante en la hora de una renovación parroquial es la existencia de la falta y mala distribución de presbíteros en las parroquias del Continente. (cf.197) 9. Otro elemento necesario, a la luz de la última Conferencia General del episcopado para renovar auténticamente una comunidad parroquial, dice relación con sus párrocos y vicarios parroquiales. La renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella. La primera exigencia que colocan los obispos es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo. Afirman que sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero agregan que al mismo tiempo, ese pastor bueno debe ser un ardoroso misionero, que viva el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contente con la simple administración parroquial. (cf. 201) 10. La conferencia de los obispos afirma sin embargo que no basta la entrega generosa del sacerdote y de las comunidades de consagrados. Se requiere que todos los laicos se sientan corresponsables en la formación como discípulos para la misión. Esto implica que los párrocos sean promotores y animadores de la diversidad misionera. De esta manera una parroquia renovada se caracterizara por incorporar y multiplicar personas que prestan servicios pastorales diversos y
10 acrecienta los ministerios para un mejor servicio de la misma. Igualmente, en este campo se requiere imaginación para encontrar respuesta a los muchos y siempre cambiantes desafíos que plantea la realidad, exigiendo nuevos servicios y ministerios. La integración de todos ellos en la unidad de un único proyecto evangelizador es esencial para asegurar una comunión misionera. (cf.202) 11. Otro elemento importante en esta hora de renovación parroquial se refiere a que esta debe hacer todo lo posible por alejar de sus organismos y estructuras cualquier forma de burocracia. Los Consejos Pastorales Parroquiales tendrán que estar formados por personas constantemente preocupadas por llegar a todos especialmente los más alejados de la estructura parroquial. El Consejo de Asuntos Económicos, junto a toda la comunidad parroquial, trabajará para obtener los recursos necesarios, de manera que la misión avance y se haga realidad en todos los ambientes. Estos y todos los organismos han de estar animados por una espiritualidad de comunión misionera: “Sin este camino espiritual de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento”. (cf.203) 12. La parroquia renovada incluye para nuestros pastores el ministerio del diaconado permanente. Este debe cultivar esmeradamente su inserción en la misión de la Iglesia, en fiel comunión con su obispo y en estrecha unidad con los presbíteros y demás miembros del pueblo de Dios. Agregan los obispos que cuando los diáconos están al servicio de una parroquia es necesario que estos y los presbíteros busquen el diálogo y trabajen en comunión. (cf. 206) 13. Una característica central de la parroquia renovada a la luz del documento de Aparecida es también la incorporación de la dimensión cristiana de la Comunión. Los obispos afirman que hoy más que nunca no puede existir una vida cristiana autentica si esta no se realiza en comunidad. Entre sus variadas expresiones sobresalen las familias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas comunidades y movimientos. De esta manera como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, los discípulos de Jesucristo participan en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en fraternidad solidaria. También son acompañados y estimulados por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu. (cf. 278 D) 14. Un elemento de novedosa importancia colocan nuestros obispos dentro de una concepción de comunidad parroquial renovada. Se refiere al lugar que ocupa la iniciación cristiana. Esta tendrá como tareas irrenunciables: iniciar en la vida
11 cristiana a los adultos bautizados y no suficientemente evangelizados, educar en la fe a los niños bautizados en un proceso que los lleve a completar su iniciación cristiana, iniciar a los no bautizados que habiendo escuchado el primer anuncio quieren abrazar la fe. Para esta correcta iniciación parroquial recomienda encarecidamente el estudio y la asimilación del RICA. (cf.293) Este elemento de particular importancia para la renovación parroquial asumiendo la iniciación cristiana exige no sólo una renovación de la modalidad catequística para la parroquia. Los obispos proponen que el proceso catequístico formativo adoptado por la Iglesia para la iniciación cristiana sea asumido en todo el Continente como la manera común para introducir en la vida cristiana y como la catequesis básica y fundamental para la vida sacramental. Después vendrá la catequesis permanente que continúa el proceso de maduración en la fe en la que se debe incorporar un discernimiento vocacional y la iluminación para proyectos personales de vida. (cf.294) Para lograr este gran objetivo catequístico ingrediente esencial para renovar auténticamente una comunidad parroquial no bastan la formación teológica y pedagógica de los catequistas que suele no ser la deseable. Los materiales y subsidios catequísticos son con frecuencia muy variados y no se integran en una pastoral de conjunto. No siempre son portadores de métodos pedagógicos actualizados. Los servicios catequísticos de las parroquias carecen con frecuencia de una colaboración cercana de las familias. Los párrocos y demás responsables no asumen con mayor empeño la función que les corresponde como primeros catequistas. Esto en la parroquia renovada tiene que cambiar. (cf. 296) 15. Una parroquia renovada para los obispos reunidos en el santuario de Aparecida debe incluir la pastoral de la familia. Ella es, “patrimonio de la humanidad”, constituye uno de los tesoros más valiosos de los pueblos latinoamericanos. La familia ha sido y es espacio y escuela de comunión, fuente de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente. De esta manera para que la familia sea “escuela de la fe” y pueda ayudar a los padres a ser los primeros catequistas de sus hijos, la pastoral familiar parroquial debe ofrecer espacios formativos, materiales catequísticos, momentos celebrativos, que le permitan cumplir su misión educativa. La familia está llamada a introducir a los hijos en el camino de la iniciación cristiana. La familia, pequeña Iglesia, debe ser junto con la Parroquia el primer lugar para la iniciación cristiana de los niños. Ella ofrece a los hijos un sentido cristiano de existencia y los acompaña en la elaboración de su proyecto de vida, como discípulos misioneros. (cf.302)
12 Para lograr este objetivo la parroquia renovada apoya e impulsa centros parroquiales con una pastoral de atención integral a la familia, especialmente a aquellas que están en situaciones difíciles: madres adolescentes y solteras, viudas y viudos, personas de la tercera edad, niños abandonados, etc. (cf.437-f)
13 Características de la parroquia renovada
1. La formación comunitaria cultivada con diversas celebraciones e iniciativas, especialmente con la Eucaristía dominical, que es “momento privilegiado del encuentro de las comunidades con el Señor resucitado”. Los fieles deben experimentar la parroquia como una familia en la fe y la caridad en la que mutuamente se acompañen y ayuden en el seguimiento de Cristo. (cf.305) 2. Las Parroquias deben ser centros de irradiación misionera en sus propios territorios y lugares de formación permanente. Esto requiere que se organicen en ellas variadas instancias formativas que aseguren el acompañamiento y la maduración de todos los agentes pastorales y de los laicos insertos en el mundo. (cf.306) 3. La parroquia debe incluir en su estructura y vida pastoral pequeñas comunidades vivas y dinámicas. Para ello es necesario suscitar en ellas una espiritualidad sólida, basada en la Palabra de Dios, que las mantenga en plena comunión de vida con la Iglesia local, en particular, con la comunidad parroquial. Así la parroquia llegará a ser «comunidad de comunidades» y movimientos. (cf.309) 4. Una parroquia en clave de renovación no se puede entender sin que procure suscitar vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. La pastoral vocacional, que es responsabilidad de todo el pueblo de Dios, comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana, debe dirigirse a los niños y especialmente a los jóvenes para ayudarlos a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno, acompañándolos en su proceso de discernimiento. Esta debe estar plenamente integrada en el ámbito de la pastoral ordinaria, fruto de una sólida pastoral de conjunto, en las familias, en las escuelas católicas y en las demás instituciones eclesiales. (cf. 310) 5. La parroquia renovada en las claves de Aparecida es necesariamente una parroquia misionera. Esta opción por la misión debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos, y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad parroquial debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe. (cf. 365)
14 6. Una parroquia con criterios de renovación post Aparecida debe tomar en cuenta las dimensiones de nuestras comunidades parroquiales. Por lo tanto nuestros obispos recomiendan donde sea aconsejable la sectorización en unidades territoriales más pequeñas, con equipos propios de animación y coordinación que permitan una mayor proximidad a las personas y grupos que viven en el territorio. (cf. 372) 7. La parroquia renovada trabaja la pastoral en forma orgánica interesándose por la formación religiosa de los fieles que asisten a las escuelas públicas de gestión estatal, procurando acompañarlos a través de otras instancias formativas como la catequesis. Los obispos agradecen a los profesores de religión de las escuelas públicas y los animan en esta tarea. Agradecen a quienes, por la oración y la vida comunitaria, se esfuerzan por ser testimonio de fe y de coherencia en estas escuelas. (cf.483). En relación a esta dimensión de la pastoral parroquial urge a la parroquia renovada trabajar en red tanto con las escuelas católicas como municipales que están presentes en su territorio. 8. Una parroquia renovada también es gestora de la nueva cultura. Dado que la exclusión digital es evidente, afirman nuestros obispos es necesario que las parroquias, comunidades, centros culturales e instituciones educacionales católicas puedan ser estimuladoras de la creación de puntos de red y salas digitales para promover la inclusión, desarrollando nuevas iniciativas y aprovechando, con una mirada positiva, aquellas que ya existen. Nuestros pastores nos señalan que en América Latina y El Caribe existen revistas, periódicos, sitios, portales y servicios on line que llevan contenidos informativos y formativos, además de orientaciones religiosas y sociales diversas, tales como “sacerdote”, “orientador espiritual”, “orientador vocacional”, “profesor”, “médico”, entre otros. Hay innumerables escuelas e instituciones católicas que ofrecen cursos a distancia de teología y cultura bíblica que una comunidad parroquia debe saber aprovechar para su desarrollo integral. (cf.490)
15 Conclusión A partir de la síntesis de los aportes de nuestros obispos en relación al papel que debe desempeñar la institución parroquial en el camino de la nueva evangelización del continente Latinoamericano y el Caribe propongo una línea de trabajo para la renovación de la misma en la comisión destinada para tal labor.
Jorge Barros Bascuñan. Pbro.