Retiro de Adviento

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ARZOBISPADO DE SANTIAGO DEPTO. DE ESPIRITUALIDAD.

RETIRO DE ADVIENTO “VEN SEÑOR JESUS” (Ap 22,20)

NOTAS METODOLOGICAS: •

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ADVIENTO es el tiempo litúrgico que nos prepara para celebrar el gesto de amor más grande que nos ha hecho nuestro Padre Dios: la Encarnación de su Hijo Jesús, por obra y gracia del Espíritu Santo en el vientre purísimo de la Virgen María. Dios viene a nosotros en su Hijo que por nosotros se hace hombre y niño para que nadie sienta temor de Él y todos puedan acogerlo en la fe. Viene en el silencio y en la pobreza de Belén, por eso sólo pueden descubrirlo aquéllos capaces de hacer silencio y tener corazón de pobre. Este retiro quiere ser una oportunidad para pacificarnos, callar, reconocernos necesitados de un Salvador y exclamar desde el fondo del alma: ¡Ven Señor Jesús, ven Salvador! Y, como Juan el Bautista, ayudar a otros a reconocer su presencia cercana y liberadora. Desde el punto de vista metodológico, el retiro tiene momentos de oración personal, oración comunitaria y oración grupal. Es recomendable que sea realizado por un Equipo de Monitores, convenientemente capacitados y asesorados por un sacerdote, una religiosa o un diácono. Esto permitirá que los participantes puedan trabajar en grupos no superiores a 6 o 7 personas. Los puntos de cada meditación los puede dar un sacerdote, religiosa, diácono o laico capacitado, a todos los participantes en conjunto, o bien, cada monitor a su grupo pequeño. Es necesario tener copias tanto de la primera meditación como de la segunda para cada participante y entregarlas en el momento oportuno. Nunca las dos juntas. El retiro requiere de varios materiales y de un mínimo de organización y distribución de tareas, que hay que preparar con la debida antelación.


HORARIO

09:00 09:15

INSCRIPCION (Se anotan los nombres de los participantes y después el equipo organizador del retiro los distribuye en grupos de 6 o 7 personas)

ORACIÓN INICIAL (en el templo): “VEN SEÑOR JESÚS” (buscar textos y cantos propios de Adviento) 09:30 INTRODUCCION: q OBJETIVO Y METODO DEL RETIRO (importancia del silencio) q DISTRIBUCION DE GRUPOS (se nombran y presentan los monitores y se llama por su nombre a los integrantes de los grupos) 09:45 PRIMERA MEDITACION: “MIRA QUE ESTOY A LA PUERTA Y LLAMO” o Breve presentación de los integrantes del grupo o Puntos de Meditación o Pistas para la oración personal 10:15 ORACION PERSONAL 11:15 COMPARTIR GRUPAL 12:00 DESCANSO 12:15 SEGUNDA MEDITACION: “PREPAREN LOS CAMINOS DEL SEÑOR” o Puntos de meditación o Pistas para la oración personal 12:30 ORACION PERSONAL 13:30 ORACION COMUNITARIA: peticiones y acciones de gracia traídas por los Participantes – cantos de Adviento 14:00 FIN

PRIMERA MEDITACION : “MIRA QUE ESTOY A LA PUERTA Y LLAMO”


1. Con el tiempo de ADVIENTO damos inicio a nuevo Año Litúrgico, el cual nos

recuerda una verdad fundamental en nuestra vida cristiana: nuestro Dios es un Dios que siempre viene a nosotros: vino en Belén, vendrá al fin de los tiempos, viene espiritualmente en cualquier momento y de las maneras más sorpresivas: en una persona que nos quiere, en un pobre, en una lectura, en un hermoso atardecer, en la sencillez del Pan y del Vino consagrados. 2. ¿Y por qué viene? Porque Dios es amor y el verdadero amor es así: siempre toma la iniciativa. No necesita que lo llamen. Y viene porque nosotros lo necesitamos a El. Lejos de El nuestra vida se oscurece, aunque tengamos muchas cosas materiales. Cerca de El nuestra vida se ilumina, se alegra, renace la esperanza. De ahí la invitación del profeta Isaías: “ven casa de Jacob caminemos a la luz del Señor” (Is 2,5), que tiene eco en el Apóstol Pablo: “abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz” (Rm 13,12). 3. Creemos en un Dios cercano, en un Dios que humildemente golpea la puerta de nuestro corazón. Si le abrimos, entrará con gusto y compartirá nuestra mesa. Será nuestro amigo y nos cambiará la vida: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con El y El conmigo” (Ap 3, 20). 4. Sin embargo, hay que estar muy atentos y con los oídos muy abiertos porque su llegada nunca es estrepitosa. Belén es el ícono que nos muestra el modo en que llega Jesús a nuestras vidas: en el silencio, en la sencillez, en la humildad, rodeado de amor, de alegría y de esperanza. 5. Por eso nos cuesta descubrirlo. A veces estamos tan ocupados, tan distraídos o tan sordos por causa de una sociedad de consumo que ha convertido la Navidad en un festival de compra y venta, que no escuchamos la voz del Señor ni percibimos su presencia. 6. Por eso, ADVIENTO es un tiempo propicio para ejercitarnos en el arte de buscar al Señor, de oír sus llamadas, de anhelar su presencia transformadora en nuestras vidas y disponernos para que nuestros corazones sean el pesebre en el cual El vuelva a nacer. Nos ayudará mucho para esto intensificar nuestra oración personal y comunitaria, en silencio ante Jesús Sacramentado o ante el pesebre. También haciendo lectura orante de su Palabra (“Lectio divina”) y participando en la Eucaristía. 7. La oración más intensa de este tiempo nos ayudará a descubrir nuestras fallas y pecados y nos impulsará a un cambio cada vez más profundo en nuestra vida personal, comunitaria y social. En una palabra, el Espíritu Santo nos moverá interiormente a una auténtica CONVERSION PERSONAL Y PASTORAL y a expresar nuestro arrepentimiento en el sacramento del Perdón. Jesús no ha venido para condenarnos sino para salvarnos. El es el Rostro misericordioso del Padre. 8. La conversión personal y pastoral es siempre un paso adelante en nuestro seguimiento de Jesús, nuestro Señor y Maestro. El Espíritu Santo nos va configurando con Cristo de tal modo que cada uno de nosotros tenga sus mismos sentimientos, actitudes y estilo de vida. La caridad misericordiosa es el criterio de autenticidad de nuestro seguimiento de Jesús ya que El, dice el IX Sínodo de Santiago, es MISERICORDIA y se expresa preferencialmente hacia los más pobres: “la misericordia de Jesús es universal,


sin sombra alguna de discriminación, pero que se expresaba con más fuerza ahí donde la miseria era mayor: los pecadores y alejados (Mc 2,13-­‐17); los pobres, los oprimidos, los sufrientes y despreciados (Lc 6,17-­‐21)”1. 9. Oración más intensa que nos impulsa a la conversión personal y comunitaria y a despojarnos de aquello que nos aleja de Dios aunque nos cueste y nos duela (penitencia), y que nos transforma en testigos del amor de Dios en el mundo, son los medios principales que nos ofrece la Iglesia en este TIEMPO DE ADVIENTO para dejar que el Verbo se haga carne en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades eclesiales. 10. La Virgen María, los santos y santas son un ejemplo vivo de lo que significa abrirse con decisión y docilidad a la acción del Espíritu de Dios en nuestra Vidas para que El engendre en nosotros a Jesús, nos haga sus discípulos y colaboradores en la venida de su Reino. ¡VEN SEÑOR JESUS! ¡VENGA A NOSOTROS TU REINO!

PARA LA ORACION PERSONAL • Meditar el texto de 1 Reyes 19,1-­‐13: el profeta Elías perseguido, asustado y deprimido sólo desea morir; Dios lo levanta y viene a su encuentro en una “brisa suave”. ¿He vivido yo experiencias parecidas a la de Elías? ¿Qué ha hecho el Señor por mí en esos casos? Agradecer. • Mateo 11,1-­‐13: al ver la calidad de la oración de Jesús, los discípulos a pesar de ser judíos piadosos se dan cuenta que no saben orar y le piden que les enseñe a hacer oración. Jesús les enseña el Padrenuestro y los invita a orar con insistencia y confianza en la bondad del Padre Dios. ¿Cómo es mi oración personal y comunitaria? ¿Soy perseverante? ¿lo hago con confianza? ¿cómo puedo mejorar la calidad de mi oración personal? Pedir al Señor la gracia de saber orar. • Mateo 25,31-­‐40: cuando Jesús venga al final de los tiempos a juzgar a los vivos y a los muertos, nos preguntará por la calidad de nuestro amor hacia los más necesitados. El se identifica con cada uno de ellos y transforma así la solidaridad en un acto religioso, en un encuentro con El. ¿Cómo puedo en este tiempo de Adviento ser más misericordioso y solidario? Pensar en personas concretas a quien ayudar y regalar mi presencia y mi cariño en esta Navidad.

SEGUNDA MEDITACION: “PREPAREN LOS CAMINOS DEL SEÑOR”. 1

Ver IX Sínodo de Santiago, Conclusiones, n. 47 y siguientes.


1. La fe en el Señor Jesús, en su venida pasada, presente y futura no brota espontáneamente en el corazón de las personas, aunque tenemos una predisposición a acogerlo porque hemos sido hechos para El: “Nos has hecho para ti Señor y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti” (San Agustín). 2. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, un “corazón recto”, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios” (n. 30). 3. Nuestra principal tarea como Iglesia es pues enseñar a otros a buscar a Dios ya que sólo en El encontrarán paz y sentido a sus vidas. Esta tarea no es fácil de realizar ya que las sociedades modernas han ido sacando a Dios de la vida pública, se han “secularizado” y han adorado a otros dioses: el dinero, el consumo, el prestigio, el poder, el placer. Los canales tradicionales para transmitir la fe cristiana también se han contagiado con esta idolatría: la familia, las escuelas, los medios de comunicación, la cultura en general. Por eso, el último Sínodo de Obispos en Roma tuvo como tema principal la TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA en el mundo de hoy. 4. Esta constatación nos lleva a fijar nuestros ojos en la figura de San Juan Bautista ya que Dios le dio como misión en este mundo “preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”, tal como se lo dijo el Ángel Gabriel a su padre Zacarías (Lucas 1,17) y él mismo lo canta el día de la circuncisión de Juan el Bautista: “Y tu niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos” (Lucas 1,76). 5. Juan el Bautista no improvisa su misión. Se va treinta años al desierto (Lc 1,80; 3,2), vive en completo anonimato dedicado a la oración, a la escucha de la Palabra de Dios, a la lectura de los signos de los tiempos, llevando un estilo de vida muy austero (Mt 3,4). De esta profunda comunión con Dios obtiene la fuerza para anunciar al Mesías Cristo, denunciar el pecado de Herodes y de los fariseos, llamar a todos a la conversión, soportar la cárcel y finalmente dar su vida por el Evangelio de la Verdad y la Justicia. Con razón Jesús lo llama “lámpara ardiente y luminosa” (Jn 5,35) y afirma que es el profeta más grande nacido de mujer (cfr. Mateo 11,11). 6. Junto a este testimonio de vida potente y a la fuerza profética de su Palabra, debemos destacar en Juan Bautista su humildad. Se define a sí mismo simplemente como “una voz que grita en el desierto” (Lc 3,4); él no es la Palabra salvadora sino solamente la voz de la Palabra. Y ante las dudas de su pueblo les dice: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”(Lc 3,16). 7. Si cada uno revisa su historia de fe, podrá reconocer que han intervenido en ella muchos “Juanes Bautistas”, hombres y mujeres que con su testimonio de vida, de amor entregado, de servicio incondicional a los más pobres nos han acercado a Jesús. Lo han dicho con claridad muchas personas a propósito del P. Pierre Dubois que recientemente ha partido a la casa del Padre. Son otros quienes nos han enseñado a rezar, a conocer las verdades de nuestra fe en la catequesis, a vivirla y compartirla en nuestras Comunidades Cristianas, a celebrarla en nuestras liturgias, a profundizarla en los retiros y a expresarla en nuestras acciones de solidaridad. Si hoy tenemos fe es porque en las diversas etapas de nuestra vida (infancia, juventud, adultez, vejez), el Señor nos ha regalado “Juanes Bautistas” que han preparado sus caminos para que


nosotros podamos acogerlo, convertirnos, creer en El y hacernos sus discípulos misioneros. 8. Contemplando a San Juan Bautista en los Santos Evangelios y a los “Juanes Bautistas” que han sido los instrumentos de Dios en nuestras vidas para abrirnos la “puerta de la fe” y consolidarla, oigamos su llamado en este Adviento a ser también nosotros “Juanes Bautistas” para otros. La fe se transmite persona a persona, ayudados ciertamente por muchos otros medios (publicaciones escritas, imágenes, audiovisuales, etc.), pero nada sustituye el contacto personal, la escucha atenta, el diálogo sereno, la presencia amistosa, la bondad incondicional. 9. Para ello démonos tiempos más largos de preparación espiritual, como lo hizo San Juan Bautista. La tradición espiritual los llama “días de desierto”, en los cuáles Dios nos hablará al corazón (cfr. Os 2,16). Dice el bienaventurado Carlos de Foucauld: “Es necesario pasar por el desierto y vivir en él para recibir la gracia de Dios; allí es donde nos vaciamos, donde arrojamos de nosotros todo cuanto no es Dios (…) Es un tiempo de gracia, un período por el cual necesariamente ha de pasar el alma que quiere producir fruto”. 10. Estos tiempos de soledad y silencio nos ayudarán a despojarnos de todo lo superfluo, a crecer en austeridad, a tener una mayor sensibilidad social y a compartir lo nuestro con los que nada tienen. Nos predisponen así a acoger la enseñanza de nuestros Obispos para “humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile”2, sin creernos nunca los salvadores de la Patria. Sólo Dios salva y hace crecer su reino. Lo nuestro es, por lo tanto, disminuir para que El y su reinado crezcan (cfr. Jn 3,30).

PARA LA ORACION PERSONAL • •

En el silencio de la oración contemplar a Juan el Bautista y dejarnos interpelar por su testimonio y su predicación: Lucas 3,1-­‐20. Repasar mi historia de fe identificando los “juanes bautistas” que el Señor me ha regalado en las distintas etapas de mi vida. Recordar sus rostros, testimonios y palabras. Agradecerlos de corazón. Releer el “canto de Zacarías” (Lucas 1,67-­‐79) sintiéndolo como una invitación a ser Juan el Bautista para otras personas en mi familia, trabajo, vecindario, organización social, deportiva o artística. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Qué me falta? Pedir al Señor la gracia de pasar por el desierto para poder preparar sus caminos y anunciarlo con fuerza y convicción.

TAREA

Preparar una oración de petición y/o de acción de gracias para compartirla en la ORACION COMUNITARIA con la cual termina nuestro retiro.

2

Carta Pastoral del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile”, Septiembre 2012.


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