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TEMA 1
Los escenarios donde se sitúan los ámbitos de la Catequesis.
CURSO LOS ÁMBITOS DE LA CATEQUESIS ITEPAL 2013
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Los escenarios donde se sitúan los ámbitos de la catequesis. 1. ¿Dónde estamos situados en el desarrollo académico del presente curso?
Les traigo a la memoria el propósito del curso que están siguiendo: Conocer los elementos básicos de la Catequética Fundamental y poder aplicarla a la vida pastoral de sus diócesis impulsando procesos catequísticos en el contexto de una Nueva Evangelización para América Latina y el Caribe.
Hasta ahora llevan cursados los ramos correspondientes a los Fundamentos de la Pastoral Catequética: o o o o
Catequética Fundamental. Procesos de la Catequesis para la Iniciación Cristiana. Animación Bíblica de la Pastoral. Dimensión Celebrativa de la Catequesis.
Con el ramo de los Ámbitos de la Catequesis se da un paso más en el plan de estudios para el diplomado que corresponde a los contextos y a la pedagogía en la teología pastoral catequética.
2. ¿Qué se entiende por ámbitos de la catequesis? Como una primera aproximación al concepto de ámbito o lugar donde se realiza la catequesis, afirmo con el catequeta español Emilio Alberich sdb, que se llaman Lugares de la Catequesis, a todas aquellas realidades o campos donde de hecho o de derecho se desarrolla la actividad catequética o catequística. En el presente curso siguiendo las orientaciones del DGC se desarrollarán algunos de los siguientes ámbitos:
La Familia. La Parroquia. La Diócesis. Los Movimientos, Comunidades y Asociaciones. La escuela católica. La piedad popular.
3 3. ¿En qué escenario se sitúan los ámbitos de la catequesis para nuestras comunidades eclesiales? (VER). Ciertamente en un contexto de grades cambios culturales que afectan la tarea evangelizadora de la Iglesia y por lo tanto también a la Catequesis. 3.1. ¿Cuáles son en síntesis esos grandes cambios que están afectando a la mayoría de la humanidad y también a la misión de la Iglesia?1
o Cambios profundos y acelerados en el orden social, económico y tecnológico. o Crisis en la trasmisión de la fe. o Una cultura secularizada. Vivir de deseos más que de necesidades. El valor de lo inmediato, de lo práctico. La indiferencia religiosa. La fragilidad, inseguridad y el pluralismo en las relaciones personales e institucionales. o Contexto antropológico Libertad sin conciencia. El ser humano se haya encerrado en la obra de sus manos. Reflexión: o Tomar el peso al momento en el cual ejercemos nuestro servicio a la Iglesia y a la sociedad. o Tomar en serio la cultura secularizada. o Nuestro tiempo es tiempo favorable para la evangelización y especialmente para la catequesis.
3.2.
¿Qué nos aporta en este contexto el documento de las Lineamentas del Sínodo de los obispos sobre la Nueva Evangelización y su mensaje final? Recojo algunos textos significativos y planteo preguntas para el trabajo personal y grupal:
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..“Esta misión la realizamos en un período de grandes cambios históricos, esto implica necesariamente un discernimiento. “El proceso de evangelización se transforma en un proceso de discernimiento; el anuncio exige que antes haya un momento de escucha, comprensión e interpretación […] Así como lo fue para San Pablo “también para nosotros la acción de evangelizar exige una acción de discernimiento análoga, simétrica y contemporánea”. ¿Realizo en mi diócesis, parroquia o lugar de trabajo pastoral alguna forma de escucha y discernimiento?
Tomado del texto: Repensar la Catequesis. Álvaro Ginel. Pág.: 45 a 63.
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“Nos encontramos en un momento histórico de grandes cambios y tensiones, de pérdida de equilibrio y de puntos de referencia. Esta época nos lleva a vivir cada vez más sumergidos en el presente y en lo provisional, haciendo siempre más difícil la escucha y la transmisión de la memoria histórica, y el compartir valores sobre de los cuales construir el futuro de las nuevas generaciones. En este cuadro la presencia de los cristianos, la acción de sus instituciones, es percibido en modo menos espontáneo y con mayores sospechas; en las últimas décadas se han multiplicado los interrogantes críticos dirigidos a la Iglesia y a los cristianos, al rostro del Dios que anunciamos. La tarea de la evangelización se encuentra así frente a nuevos desafíos, que cuestionan prácticas ya consolidadas, que debilitan caminos habituales y estandarizados; en una palabra, que obligan a la Iglesia a interrogarse nuevamente sobre el sentido de sus acciones del anuncio y de la transmisión de la fe”. En mi servicio a la catequesis: ¿Qué practicas catequísticas ya no funcionan o se hayan debilitadas? ¿Conozco, investigo, busco nuevos caminos para trasmitir la fe? El Concilio Vaticano II recuerda hace 50 años que «los grupos en que vive la Iglesia cambian completamente con frecuencia por varias causas, de forma que pueden originarse condiciones enteramente nuevas». Con perspectiva de futuro, los Padres conciliares han visto en el horizonte el cambio cultural que hoy es fácil de verificar. Esta nueva situación, que ha creado una condición inesperada para los creyentes, requiere una particular atención para el anuncio del Evangelio, para dar razón de nuestra fe en un contexto que, respecto al pasado, presenta muchos rasgos de novedad y de criticidad.2 Las transformaciones sociales, a las cuales hemos asistido en las últimas décadas, tienen causas complejas, tienen sus raíces lejos en el tiempo y han modificado profundamente la percepción de nuestro mundo. El lado positivo de estas transformaciones está a la vista de todos, evaluado como un bien inestimable, que ha permitido el desarrollo de la cultura y el crecimiento del hombre en muchos campos del saber. Sin embargo, estas mismas transformaciones han dado inicio también a muchos procesos de revisión crítica de los valores y de algunos fundamentos del modo común de vida, que han dañado profundamente la fe de las personas.3 Como recuerda el Papa Benedicto XVI, «si, por un lado, la humanidad ha conocido beneficios innegables de esas transformaciones y la Iglesia ha recibido posteriores estímulos para dar razón de su esperanza (cf. 1 P 3, 15). Por otro, se ha verificado una pérdida preocupante del sentido de lo sagrado, que incluso ha llegado a poner en tela de juicio los fundamentos que parecían indiscutibles, como la fe en un Dios creador y providente, la revelación de Jesucristo único salvador y la comprensión común de las experiencias fundamentales del hombre como nacer, morir, vivir en una familia, y la referencia a una ley moral natural. Sínodo Nueva Evangelización, n: 42. Ibíd. 43.
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¿Qué manifestaciones de esta nueva mentalidad encuentro en mi trabajo catequístico? Aunque algunos hayan acogido todo ello como una liberación, muy pronto nos hemos dado cuenta del desierto interior que nace donde el hombre, al querer ser el único artífice de su naturaleza y de su destino, se ve privado de lo que constituye el fundamento de todas las cosas».4 Es necesario ofrecer una respuesta a este particular momento de crisis, que afecta también la vida cristiana; la Iglesia debe saber encontrar en este momento histórico especial un estímulo ulterior para dar razón de la esperanza que anuncia (cf. 1P 3,15). El término “nueva evangelización” evoca la exigencia de una renovada modalidad de anuncio, sobre todo para aquellos que viven en un contexto, como el actual, en el cual el desarrollo de la secularización ha dejado fuertes huellas también en países de tradición cristiana. ¿Qué nuevas formas de anuncio catequístico reconozco en mi diócesis, parroquia o lugar de trabajo pastoral? Así entendida, la idea de la Nueva Evangelización ha madurado dentro del contexto eclesial y ha sido puesta en acto a través de formas muy diferentes, mientras todavía continúa, también hoy, la búsqueda de su significado. Ella ha sido considerada ante todo como una exigencia, pero además como una operación de discernimiento y como un estímulo para la Iglesia actual.5
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Benedicto XVI, Carta Apostólica en forma de motu proprio Ubicumque et semper (21 de septiembre de 2010: AAS 102 (2010) 789. 5
Sínodo Nueva Evangelización, n: 44.
6 2. Los escenarios de la Nueva Evangelización y de una Catequesis renovada.6
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En las Lineamenta del Sínodo se indican "seis escenarios" que la Iglesia debe afrontar para estar "a la altura de los retos que el contexto social y cultural de nuestra época plantea a la fe cristiana". Estos seis escenarios son: la secularización, el despertar religioso, el fenómeno migratorio, los medios de comunicación, el sector económico, la investigación científica y tecnológica y el sector político. La secularización que “interesa principalmente al mundo occidental […] asumiendo las más de las veces “un tono modesto que ha permitido a esta forma cultural invadir la vida cotidiana de las personas y desarrollar una mentalidad en la cual Dios está, de hecho, ausente, en todo o en parte, de la existencia y de la consciencia humana”. Al mismo tiempo, en otras regiones del mundo “se asiste a un prometedor despertar religioso”. Sin embargo “los aspectos positivos del redescubrimiento de Dios y de lo sagrado en varias religiones se encuentran oscurecidos por fenómenos de fundamentalismo, que no pocas veces manipula la religión para justificar la violencia e incluso el terrorismo. […] Además, el proliferar de sectas representa un desafío permanente”. “Junto a este escenario cultural podemos indicar otro, más social: el gran fenómeno migratorio, que impulsa cada vez más a las personas a dejar sus países de origen y vivir en contextos urbanizados, modificando la geografía étnica de nuestras ciudades, de nuestras naciones y de nuestros continentes. Este fenómeno provoca un encuentro y una mezcla de culturas que nuestras sociedades no conocían desde hace siglos”. “El resultado cultural de estos procesos es un clima de extrema fluidez y “liquidez” dentro del cual hay siempre menos espacio para las grandes tradiciones, incluidas las religiosas, cuya función es estructurar en modo objetivo el sentido de la historia y la identidad de los sujetos”. Con este escenario se encuentra relacionado el fenómeno de la globalización…. “Esta profunda mezcolanza de culturas es el fondo sobre el cual actúa un tercer escenario, que está marcando en modo cada vez más determinante la vida de las personas y la consciencia colectiva. Se trata del desafío de los medios de comunicación social, que hoy ofrecen enormes posibilidades y representan uno de los grandes retos para la Iglesia”. Junto a los indudables beneficios que trae esta cultura, y que el texto enumera, referentes a la información, el conocimiento, el intercambio… también se pueden esconder los riesgos que una cultura de este tipo ya está generando. “El punto final al cual pueden conducir estos riesgos consiste en lo que es
Trabajo en grupos.
7 llamado la cultura del efímero, de lo inmediato, de la apariencia, es decir, una sociedad incapaz de memoria y de futuro”.
El cuarto escenario que toca la acción evangelizadora “es el económico” con “los crecientes desequilibrios entre el norte y el sur del mundo, en el acceso y distribución de las riquezas, así como el daño a la creación”. “Un quinto escenario es el de la investigación científica y tecnológica con los beneficios cotidianos que provienen de estos progresos […]” Por lo mismo se corre el riesgo de que la ciencia y la tecnología se transformen “en los nuevos ídolos del presente”. “Nos encontramos frente al surgir de nuevas formas de gnosis, que asumen la técnica como una forma de sabiduría […] y a “una afirmación de nuevos cultos que proponen en modo terapéutico prácticas religiosas que los hombres están dispuestos a vivir, estructurándose como religiones de la prosperidad y de la gratificación instantánea”. ¿Conozco alguna de ellas en mi trabajo pastoral? Un sexto y último escenario es el de la política. “La aparición en la escena mundial de nuevos actores económicos, políticos y religiosos, como el mundo islámico y el mundo asiático, ha creado una situación inédita y totalmente desconocida, rica de potencialidades, pero también plena de nuevas tentaciones de dominio y de poder. En este escenario, existen temas y sectores que han de ser iluminados con la luz del Evangelio”: la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos; el mejoramiento de las formas de gobierno mundial y nacional; la defensa de los derechos del hombre y de los pueblos, sobre todo de las minorías; la promoción de los más débiles; la protección de la creación y el empeño por el futuro de nuestro planeta…” Frente a estos nuevos escenarios, los cristianos, además de una obra de discernimiento, son llamados a “dar sabor evangélico a los grandes valores de la paz, de la justicia, del desarrollo, de la liberación de los pueblos, del respeto de los derechos humanos y de los derechos de los pueblos, sobre todo de las minorías, como también de la salvaguarda de la creación y del futuro de nuestro planeta”.
8 3. La mirada del Documento de la V Conferencia Latinoamericana y el Caribe7.
Testimonio “Preparando la Conferencia de Aparecida, era muy común escuchar frases como ‘deberíamos buscar un nuevo modelo pastoral… el actual ya está agotado’. Y si reflexionamos profundamente nos damos cuenta que es cierto. No podemos seguir haciendo más de lo mismo. Decía un hermano: ‘No sólo hay que hacer cambios en la casa sino CAMBIAR DE CASA. Los cambios culturales son muy grandes. Hay tremendas arremetidas culturales que nos traen una sociedad sin Dios. Por otro lado nos preocupa el éxodo de muchos bautizados a otras comunidades no católicas. Para tiempos difíciles se necesitan nuevos discípulos. El Sínodo de América nos presentó el ‘Encuentro con Jesucristo vivo como un camino de conversión, comunión y solidaridad’. Se vio claramente que era necesario re-proponer de modo impactante y gozoso el encuentro con Cristo. ¿Es la Iglesia una Institución que recibe a la clientela o una Madre que busca a la oveja perdida? ¿Estamos haciendo discípulos? ¿Estamos, tal vez, más preocupados por la doctrina, la disciplina o la moral? Mucha gente está esperando la conversión de los pastores. ¿De veras estamos haciendo misioneros a nuestros bautizados? ¿Buscamos solamente que cambie su conducta personal primero, o somos capaces de infundir la pasión por el Reino? Esa es la razón por la cual uno se entrega. Y con una tónica de alegría y esperanza. Se echa de menos una proximidad pastoral, una presencia que nos recuerde el: ‘cuídalas’ ‘apacienta mis ovejas’, con cariño, como nos dice el Señor. Es necesario compartir el ímpetu misionero y educativo. Que cada cristiano se sienta corresponsable de la implantación del Reino. Y entonces debemos preguntarnos: ¿Está cada cristiano realmente convencido de que Cristo es el camino, la verdad y la vida? Muchos ven a la Iglesia simplemente como una serie de normas, de leyes, de prohibiciones. Un hermano Obispo relataba el resultado de los dibujos que 7
Texto tomado de la exposición entregada en la Semana Teológico Pastoral de la Arquidiócesis de Santiago de Chile en el año 2008 que lleva por título: La conversión personal y pastoral que nos pide Aparecida del P. José Luis Fernández de Valderrama MSpS
9 hicieron unos niños de la Iglesia en Santiago de Chile: puertas cerradas, el cura o no estaba o estaba detrás del campanario. El fenómeno del clericalismo no es raro. Por otra parte hay algunos laicos pasivos ad extra que buscan ser clericalizados. O en otros extremos los integristas que enfatizan sólo lo disciplinar ignorando las bienaventuranzas”8.
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Más allá de lo anecdótico y algo provocador del testimonio del Cardenal Madariaga, tenemos que coincidir con él que efectivamente este es el gran desafío que nos plantea Aparecida al inicio, en medio y al final de sus reflexiones. La conversión personal, pastoral, eclesial, y más específicamente la renovación misionera de nuestra Iglesia es fundamental para que la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe puedan responder a los desafíos que la sociedad contemporánea sometida a un cambio de época nos demanda. Me pregunto con ustedes: ¿Cómo estamos aplicando estos principios a nuestro trabajo catequístico?
Cardenal Oscar Rodríguez Madariaga, Una conversión pastoral: el desafío, en: Testigos de Aparecida, vol. I, CELAM, Bogotá 2008, pp. 412-413.
10 Las preocupaciones e invitaciones urgentes de Aparecida. Preocupación
Nuestros pastores, reunidos en el santuario de nuestra Señora de Aparecida, vivieron y experimentaron la gracia del don de la comunión y participación que brota de la propia naturaleza de la Iglesia, misterio de comunión con Cristo en el Espíritu. Se propusieron “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios” (10), dando “continuidad al camino de renovación recorrido por la Iglesia católica desde el Concilio Vaticano II y en las anteriores Conferencias Generales”9, para “seguir impulsando la acción evangelizadora de la Iglesia” (1)10. Este camino ha sido iluminado y enriquecido por los importantes acontecimientos eclesiales y documentos magisteriales de los últimos años. Tenemos abundantes y claros diagnósticos, generalmente conocidos y aceptados por todos. Las necesidades, los temas y las metas fundamentales, aunque formuladas de diversas maneras, también están claramente definidas y mayoritariamente asumidas. De hecho, también Aparecida realiza la mirada creyente de la realidad social y de la Iglesia, constatando con honestidad y crudeza sus luces y sombras (cf. cap.2). Algunas preocupaciones tienen una relevancia especial: o “Se abre paso un nuevo período de la historia con desafíos y exigencias, caracterizado por el desconcierto generalizado que se propaga por nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la emergencia de varias ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan nuestros pueblos” (10). o “No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente
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Mensaje final, introducción. Los números entre paréntesis en el texto son del Documento conclusivo de Aparecida (DA), publicado por la Conferencia Episcopal de Chile, Santiago 2007. 10
11 todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”11 (12)
“En efecto, es una contradicción dolorosa que el Continente del mayor número de católicos sea también el de mayor inequidad social” (527). O sea… parece ser que no nos está siendo tan fácil descubrir los caminos para responder a esas necesidades y las pedagogías adecuadas para acercarnos a la consecución de las metas anheladas. Y esto es urgente… pues está en juego todo. Es aquí, donde la V Conferencia, como acontecimiento y en su Documento conclusivo, nos ofrece un aporte sumamente significativo. Aparecida en realidad no nos entrega datos nuevos en el diagnóstico de la realidad social y eclesial, ni temas nuevos a considerar12. Ni siquiera pone el acento en lo que tenemos que hacer, aunque lo señale constantemente, ni en los planes o estrategias, aunque también nos hable de su necesidad. La preocupación fundamental de Aparecida está en la urgencia de encontrar el “cómo”, las condiciones y los caminos necesarios para alcanzar las metas.
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RATZINGER, J., Situación actual de la fe y la teología. Conferencia pronunciada en el Encuentro de Presidentes de Comisiones Episcopales de América Latina para la doctrina de la fe, celebrado en Guadalajara, México, 1996. Publicado en L'Osservatore Romano, el 1 de noviembre de 1996. 12
A excepción de los temas de la exclusión, la ecología y la pastoral urbana, que por otra parte ya estaban presentes en la reflexión teológico pastoral actual.
12 Invitación.
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Lo que casi uno esperaría escuchar inmediatamente son las cosas que tenemos o deberíamos hacer, pero nos encontramos con la gran intuición profética de Aparecida: con una llamada al “ser”, a volver y renovar el acontecimiento fundante de nuestra identidad cristiana, a “recomenzar desde Cristo” (12). El texto recuerda a todos los cristianos que, en virtud de nuestro bautismo, estamos “llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (10), y que la misión evangelizadora de la Iglesia es una “llamada a hacer de todos sus miembros discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él” (1). Ante los diagnósticos y las metas planteadas para responder a los grandes desafíos y necesidades, Aparecida nos mueve a mirar al sujeto, personal y eclesial, y a la vivencia de nuestra identidad constitutiva y fundante de discípulos misioneros de Jesucristo, llamados en el encuentro con Él a vivir en su seguimiento, a configurarnos con el Maestro en el discipulado comunitario y a continuar su misión de anunciar el Evangelio, de hacer discípulos a todos los pueblos (cf. Mt 28,19) y de servir al Reino de la Vida plena para todos. “Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu” (11). “Lo que nos define no son las circunstancias dramáticas de la vida, ni los desafíos de la sociedad, ni las tareas que debemos emprender, sino ante todo el amor recibido del Padre gracias a Jesucristo por la unción del Espíritu Santo. Esta prioridad fundamental es la que ha presidido todos nuestros trabajos, ofreciéndolos a Dios, a nuestra Iglesia, a nuestro pueblo, a cada uno de los latinoamericanos, mientras elevamos al Espíritu Santo nuestra súplica confiada para que redescubramos la belleza y la alegría de ser cristianos. Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es el mejor servicio -¡su servicio!- que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones13” (14). Cf. EN 1.
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Aquí está la opción fundamental de Aparecida, verdadera intuición profética, que nos llama a todos los cristianos, como muy bien recoge el lema, a “ser y hacer” discípulos misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan Vida. Nos invita, pues, a reencontrarnos, a recomenzar desde Cristo, y revitalizar nuestra adhesión y seguimiento personal como discípulos en la comunidad eclesial, y a compartir, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo.
“Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado” (18).
Esta llamada a “recomenzar” desde Cristo, no significa, para nuestras comunidades y diócesis particulares, una llamada a comenzar de cero o de nuevo, desvalorizando el camino andado. Al contrario, es una confirmación del hermoso camino que venimos recorriendo desde hace más de cinco siglos y del cual formamos parte. Efectivamente, juntos hemos trabajado por favorecer el encuentro con Jesucristo vivo, una Iglesia de comunión y participación, para evangelizar nuestras comunidades e iglesias particulares. Mucho tenemos que agradecer al Señor, al estilo de María, de las grandes obras que ha hecho en nosotros y de la hermosa Iglesia latinoamericana y del Caribe que nos ha regalado y que ha madurado para dar a un sucesor de Pedro que conduzca a toda la Iglesia de Cristo. Sí, El Espíritu Santo y nuestros pastores en Aparecida confirman nuestro caminar, pero nos siguen invitando a ir más allá, a remar mar adentro, a profundizar y crecer en nuestra vocación y misión, a ser más santos, a parecernos más a Jesús y ser su sacramento, su memoria viviente, para que la vida de nuestras hermanas y hermanos en cada una de nuestras diócesis sea más plena y feliz.
14 Conclusión
Es importante comprender como ya lo señalo la II Conferencia del Episcopado en Medellín que los contextos son parte del anuncio de la misión catequística. Existe una profunda unidad entre el proyecto salvador de Dos, realizado en Cristo, y las aspiraciones del hombre por una parte y por otra, las situaciones históricas y las expectativas auténticamente humanas con el contenido del mensaje catequético. Esta premisa teológica ha originado modelos, procesos, y una pedagogía que se reconocen fácilmente en la llamada: “Catequesis de los acontecimientos”, “la catequesis de los signos de los tiempos”, “la catequesis de los valores humanos, la “catequesis situacional” y la “catequesis de lo social”.14 Todo lo anterior valida de esta manera el tiempo que dediquemos en un estudio pastoral y por lo tato catequético al análisis de la situación y de los contextos donde se hayan situadas nuestras diócesis, comunidades parroquiales, movimientos y obras de evangelización.
4. Los lugares o ámbitos de la Catequesis Introducción
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Es importante ubicar los lugares y vías de la catequesis, de manera que podamos potenciarlos y en nuestro servicio a la Iglesia dar respuesta a los retos que hoy tenemos y responder a los desafíos que se le presentan al ministerio de la catequesis hoy en día. La catequesis es la educación progresiva y sistemática de la fe. Esta puede desarrollarse en distintos ámbitos, lugares o vías. Como principio teológico pastoral diremos a la luz del Concilio Vaticano II que la Iglesia es comunión. El Señor Jesús, por medio de la acción del Espíritu Santo, nos ofrece el regalo de la «comunión» (koinonia). Este regalo lo encontramos, concretamente, en la comunidad cristiana entendida como el espacio vital donde se acoge y vive la fe de la Iglesia. La «comunión» es un rasgo central de la identidad de la Iglesia Católica. Esta, se hace cercana a las personas en las múltiples iglesias particulares (diócesis), que constituyen para los discípulos la comunidad cristiana referencial. De ahí se desprende que los diferentes ámbitos de la catequesis van a tender a crear siempre esa comunión y pastoral orgánica o de conjunto.
Francisco Merlos. Pbro. Catequesis, esperanza y proyecto de Iglesia., pag: 24.
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La “comunión” expresa el núcleo profundo de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, que constituyen la comunidad cristiana que actúa como referente para toda otra forma de comunidad dentro de la Iglesia. Esta se hace cercana y se visibiliza en la rica variedad de las comunidades cristianas inmediatas, en las que los cristianos nacen a la fe, se educan en ella y la viven. Estos son los «lugares» de la catequesis, es decir, los espacios comunitarios donde se realiza la catequesis. La catequesis siempre es la misma. Sin embargo, hay lugares o ámbitos donde la catequesis tiene lugar y se desarrolla a lo largo de un periodo de la historia. Es importante conocer cuál es la función de cada uno de ellos en orden a la catequesis.15 La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la catequesis. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del Evangelio, invitando a hombres y mujeres a convertirse y seguir a Jesucristo (martyria). Esa es la misma comunidad que acoge a los que desean conocer al Señor y adentrarse en una vida nueva, reconociendo a los demás miembros como “hermanos” (koinonia). Ella enseña cómo alabar y rogar, junto a otros o individualmente, al Señor de la Vida (leiturgia). Con solicitud maternal, les hace partícipes de su propia experiencia de receptora de los regalos del Señor, y los envía a santificar el mundo ejercitando la caridad (diakonia). 16 Textos para la reflexión, trabajo personal o grupal:17
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Los escenarios de la Nueva Evangelización. Emilio Alberich. SDB. Los nuevos contextos de evangelización interrogan a la acción catequética. Álvaro Ginel SDB, Repensar la catequesis.
Hermanas Catequistas de Jesus Crucificado, curso de formación para catequistas. Nivel avanzado. N: 9. 16 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 1997, nº 253254. 17 Trabajo grupal para la primera tarde.