Balística
Brenda Edit Morraja Morales Diplomatura de Postgrado en Criminalística Universitat Autònoma de Barcelona
Máster en Criminalística Brenda Edit Morraja Morales
Actividad voluntaria fuera del aula: Balística Se realiza el siguiente trabajo para profundizar en los conceptos adquiridos en la clase de Balística y en las prácticas realizadas en el laboratorio de la GC el pasado 07.03.2015. Se obtienen dos fotografías(1) de internet en las que se observan dos casquillos: no se conoce ninguna información, ningún dato sobre su origen o los calibres respectivos. Se plantean las siguientes cuestiones con las dos fotografías como única herramienta para contestarlas, y en el supuesto de que es la GC o el CNP quien encuentra los casquillos en algún lugar de algunos hechos: 1. ¿Podría determinarse cuantas armas han intervenido en la detonación de estos dos casquillos? 2. ¿De qué tipo de armas se trata? 3. ¿Qué información puede extraerse de los casquillos en cuestión? 4. Si en los alrededores de los casquillos se encontrara un arma, ¿qué información se podría extraer de ella? 5. Si en el lugar de los hechos se encontraran proyectiles, ¿qué información se podría extraer de ellos?
Figura 1. Casquillo número 1.
Figura 2. Casquillo número 2.
1. ¿Podría determinarse cuantas armas han intervenido en la detonación de estos dos casquillos? (2-5) Las diferentes fábricas productoras de vainas marcan sus producciones individualizándolas mediante combinaciones de letras, números o símbolos, de esta manera se puede identificar un cartucho fiablemente. El marcaje se estampa en el culote de las vainas, en la corona perimetral en torno a la cápsula iniciadora. No obstante, la conservación del marcaje en los diferentes soportes es variable y no siempre nos permitirá su identificación mediante las obras de referencia o bases de datos disponibles actualmente. La vaina se designa igual que el cartucho, tomando el calibre directamente del interior de la boca, detalle que ha de tenerse en cuenta ya que puede verse ligeramente modificado al calentarse por la deflagración del disparo y por el posterior enfriamiento. Observando las dos fotografías de los casquillos encontrados (figura 1 y figura 2), podría afirmarse que cada uno de ellos es de un calibre diferente: el casquillo 1 parece tener un calibre superior al casquillo 2. Además se observa que tampoco comparten el mismo largo total de vaina, por lo que ambos casquillos tendrán una designación o identificación completamente diferentes, aventurándome a asegurar sin disponer de ninguna referencia
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en las fotografías con las que comparar el tamaño, que el primero podría tratarse de un calibre 9 mm, .45 o .45 corto; y el segundo del .32 o .38. Teniendo en cuenta la forma que presenta el cuerpo de la vaina podremos identificar los casquillos en una base de datos. En el caso estudiado se trata de dos vainas de forma cilíndrica (figura 3b). El culote puede presentar dos variantes en cuanto a su forma: de ranura o garganta y de pestaña o reborde. Dichas variantes están relacionadas con el sistema de extracción del arma: las vainas de ranura se emplean en armas de repetición, automáticas y semiautomáticas; mientras que las de reborde se utilizan en armas de extracción manual. Los casquillos encontrados presentan ranura el primero y reborde el segundo.
Figura 3. Clasificación y partes de una vaina.
En cuanto al sistema de iniciación, mediante las fotografías proporcionadas se intuye que ambos casquillos son de percusión central (figura 3c), ya que en el caso de la segunda vaina puede percibirse que tiene el reborde plano y no ligeramente redondeado (forma característica en percusión anular debido a que en su fabricación se dobla el latón). No obstante, debería observarse el culote de los casquillos encontrados para corroborarlo y poderlos así caracterizar. Las tres características observadas, en las cuales los casquillos encontrados difieren totalmente entre sí, calibre, largo total de la vaina y forma del culote, son indicativos de que en el caso estudiado intervinieron como mínimo dos armas diferentes. 2. ¿De qué tipo de armas se trata? (3-9) En el apartado anterior se ha hecho referencia a las variantes posibles que pueden presentarse en cuanto a la forma del culote y el hecho que una forma concreta está relacionada con el sistema de extracción del arma. Teniendo en cuenta estas características y observando los casquillos encontrados, en una primera aproximación podría clasificarse la primera vaina con ranura como una utilizada por
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un arma de repetición, automática o semiautomática; y de igual modo, la segunda vaina con pestaña habría sido utilizada por un arma de extracción manual. No obstante deberá tenerse en cuenta tres excepciones posibles, expuestas a continuación, en cuanto a designar los casquillos encontrados a un tipo de arma en concreto. A. La primera excepción muestra como un revólver puede utilizar un determinado tipo de vainas, el culote de las cuales presenta ranura pero carece de reborde. La imposibilidad física de cubrir la necesidad de pistolas Colt M 1911, arma corta reglamentaria del U.S. Army por aquel entonces, obligó al gobierno Norteamericano a recurrir a las dos factorías Colt y Smith&Wesson a fin de que fabricaran un revólver del mismo calibre como arma alternativa. De esta manera se aprovecharía el utillaje existente sin tener que desarrollar otros nuevos. Ambas firmas tenían en producción modelos de armazón grande como el Colt New Service y el S&W .44 Hand Ejector Second Model, pero el problema en sí era cómo extraer los casquillos .45 ACP que poseen ranura en el culote pero carecen de reborde.
Figura 4. Revólver Colt U.S. Army Mod. 1917. Origen: U.S.A. Fabricante: Colt Firearms MFG. Co., Hartford (CT). Calibre: .45 ACP. Capacidad de carga: 6 cartuchos. Largo de cañón: 140 mm (5.5”). Peso: 1.200 kg (42.329 oz). Detalle de las placas semilunares diseñadas por Smith&Wesson para tres cartuchos.
La solución surgió de Smith&Wesson, que diseñó unas placas semilunares para tres cartuchos calzados por la ranura (figura 4). La estrella del extractor empujaba sobre ellas, las cuales arrastraban las cápsulas engarzadas por el cuello del culote. Este sencillo dispositivo funciona sin ocasionar problemas, pero obliga a utilizar las “medias lunas” inevitablemente, ya que en caso contrario los cartuchos se deslizarían excesivamente dentro de las recámaras del cilindro y los pistones escaparían a la acción del percutor. Para evitarlo, las nuevas recámaras fueron mecanizadas con un escalón circular donde se apoyaba el frente del culote y así se podía disparar aun careciendo de las placas auxiliares. Aunque puede surgir algún inconveniente en la extracción, por lo menos el arma no queda desactivada por falta de estas semilunas. Los revólveres Colt 1917 llevan la marca de fábrica sobre el cañón, en el lado izquierdo la inscripción “Colt D.A. 45” y debajo “United States Property”, produciéndose 150.000 unidades de ellos. A pesar de la incomodidad que supone la recarga con las láminas semilunares, la confianza que despertaron en los combatientes haciendo tándem con el cartucho .45 ACP motivó que fueran rescatados en la Guerra de Vietnam, donde se emplearon junto a su coetáneo el S&W 1917.
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La segunda y tercera excepción muestran el caso contrario, es decir, dos pistolas que pueden disparar munición a priori destinada para los revólveres, solventando así el inconveniente que el culote del casquillo utilizado presente pestaña pero no ranura. B. Durante muchos años la prueba de Arma Corta Grueso Calibre llamada actualmente Fuego Central, se realizaba con revólver, sobre todo con el S&W K38 Masterpiece. La aparición de la pistola S&W Mod. Master 52 revolucionó la prueba (figura 5). El calibre utilizado en esta modalidad era el .38 (actualmente se usa el .32 y el .38). La posibilidad de disparar el calibre .38 con pistola fue toda una revolución, ya que había la dificultad para usar el calibre .38 con bala Wad Cutter provenía de la alimentación de una punta plana (para que el corte sobre el blanco fuera perfecto a la hora de evaluar el valor de los impactos). Smith&Wesson lo resolvió con una pistola excepcionalmente precisa y sin interrupciones, la Master 52, que vio la luz en 1954 y que sigue vigente para aquellos que todavía la poseen. La modificación de la pistola Colt del calibre .38 Super para poder disparar munición del calibre .38 Special Wad Cutter hizo que aumentara la demanda de pistolas de este calibre. El éxito de su alimentación estriba en un truco del cierre y su cañón especial.
Figura 5. Pistola S&W Mod. Master 52. Origen: U.S.A. Fabricante: Smith&Wesson Performance Center, Springfield, Massachussets. Calibre: .38 Wad Cutter. Capacidad de carga: 5 cartuchos. Largo de cañón: 102 mm (5”). Peso: 1.162 kg (40.988 oz). Detalle del cañón y del cierre especiales para utilizar el calibre .38 WC.
La basculación del cañón a nivel de la zona de la recámara, así como una doble rampa, asegura el bloqueo y la alimentación. Cerca de la boca de fuego presenta un ensanchamiento que le permite, con un casquillo de diseño ad hoc, esa libertad de movimientos. Tras un disparo se produce el retroceso del cierre y la rampa resbala sobre el eje rectificado de la uña y el cañón desciende deshaciéndose de esta manera el acerrojamiento, mientras que en el ensanchamiento gira el casquillo. Tras estos movimientos y la entrada de un nuevo cartucho, el arma queda dispuesta para un nuevo disparo sin dificultades. C. La superpesada semiautomática de fabricación israelí Desert Eagle (figura 6) forma parte de una exclusiva categoría donde domina el poder. Aunque su practicidad puede ser discutida en España por la prohibición de cazar con arma corta, tiene un cierto número de adeptos a la sensación de poder dispara cartuchos de gran poder con cierta comodidad sin tener que preocuparse del retroceso que producen los revólveres en calibres equivalentes.
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Figura 6. Pistola Desert Eagle. Origen: Israel. Fabricante: I.M.I. (Israel Military Industries). Calibre: .357, .41, .44 Magnum y .50 AE. Capacidad de carga: 9-8-8 y 7 cartuchos (s/calibre), cargador monohilera. Largo de cañón: 161 mm (versión estándar). Peso: 1.760 kg en .357 Magnum.
La producción de esta pistola se inició en 1981 para el calibre .357 Magnum provista de un armazón de aleación ligera con opción de acero. Posteriormente se incorporaron los calibres .44 y .41 Magnum. Estos tres calibres inicialmente eran disparados con revólveres, hecho que determina su formato con pestaña y que resulta un gran obstáculo salvado en los cargadores de la Desert Eagle, funcionando ésta perfectamente. Sólo el calibre .50 AE presenta ranura para la extracción (rasgo comprensible dado su gran diámetro). En la actualidad el I.M.I (Israel Military Industries Ldt.) produce la Desert Eagle con armazón de acero y conserva toda la gama de calibres enumerados. 3. ¿Qué información puede extraerse de los casquillos en cuestión? (5,8,10) Dentro de los campos diferenciados de la balística, balística interior, balística exterior, balística de los efectos, se encuentra el campo de la balística identificativa, claramente separada y diferenciada de los anteriores y de una gran importancia desde el punto de vista de la operativa policial y de la criminalística. El objetivo en la balística identificativa difiere del enfoque del resto de las balísticas, partiendo de una vaina o bala percutida o disparada, respectivamente, para averiguar qué arma ha efectuado la percusión o el disparo, pudiéndole imputar de esta manera un determinado hecho delictivo. Los elementos que pueden producir marcas en la vaina y por lo tanto en los que se deberá prestar atención al evaluar los casquillos encontrados, son los siguientes: la recámara, el tope de expulsión, la aguja percutora, la culata de cierre, el cañón, la ventana de expulsión, el cargador, la rampa de alimentación, la uña extractora y el indicador de carga. Estas lesiones en las vainas podrán identificarse posteriormente en un laboratorio de balística mediante la utilización de los modernos e importantes microscopios de comparación. 4. Si en los alrededores de los casquillos se encontrara un arma, ¿qué información se podría extraer de ella? (9-12) La experiencia señala que no hay dos armas, aun aquellas de la misma marca y modelo y que fueran producidas consecutivamente por las mismas herramientas, que produzcan las mismas características en un proyectil o cápsula servida. Habrá una semejanza de familia en cuanto al diámetro,
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número, ancho, paso e inclinación de campos y macizos, es decir, que tendrán las mismas características de rayado, pero si bien las improntas pueden ser suficientemente parecidas como para caracterizar una marca y modelo, no lo son como para atribuirlas a una misma arma. Tal y como refiere Guzmán “Dos gotas de agua ofrecen tal parecido que se afirmaría rotundamente que son idénticas. Sin embargo, pueden diferenciarse en el peso, en el volumen, en los microorganismos que contengan etc. Aun coincidiendo en ello, tampoco serían idénticas porque, siendo dos, fatalmente han de ser distintas espacial o temporalmente”. Mediante las técnicas de laboratorio de balística se podrá proceder a la identificación del arma encontrada. Deberá tenerse en cuenta que en el arma puede haber huellas dactilares de un posible agresor o de cualquier sujeto involucrado, por lo que su manipulación ha de realizarse con las debidas precauciones. Se deberán contrastar los posibles proyectiles hallados con el arma encontrada. A través del estudio técnico del arma pueden obtenerse precisiones acerca de la distancia de disparo, además de poderse realizar pruebas experimentales disparando a un blanco a distancias variables y correlacionando después los resultados. Será de extremo interés pericial el análisis de los restos de la deflagración de pólvora en el ánima del arma encontrada, ya que cuando el proyectil atraviesa el cañón del arma para disparar, se origina en su interior un depósito parcial de componentes resultantes de la deflagración y de la propia pólvora. La correcta interpretación de restos de lubricante, restos incompletamente formados en la pólvora, óxido de hierro y partículas extrañas, puede constituir un especial elemento de prueba. Para detectar la presencia de estos restos en el cañón o en los alvéolos (en el caso de un revólver), la técnica a utilizar consiste en la colocación de un hisopo de algodón en el interior de tales elementos, con la ayuda de una varilla de vidrio de diámetro adecuado. En su desplazamiento el algodón arrastra los restos de depósitos asentados que, en primer término, se someterán a reconocimiento físico. Como resultado de ello pueden surgir las siguientes posibilidades: que el algodón aparezca cubierto de herrumbre, que el algodón aparezca impregnado con aceite lubricante o que el algodón posea partículas negruzcas, de tamaño y forma irregular, sin presencia de herrumbre o lubricante. Dichos residuos (restos de lubricante, óxidos, pólvora, etc.) no son totalmente inertes, ya que con el paso del tiempo sufren transformaciones que permitirán aproximar el tiempo de disparo. Cabe indicar que actualmente no existe ningún método de análisis que permita establecer fehacientemente la fecha exacta en la que un arma fue accionada por última vez. En este sentido, el perito deberá limitarse a informar que ha sido o no accionada conforme a los resultados de la investigación de restos de pólvora en el interior del cañón, dejando aclarado que una cuidadosa limpieza después de su uso pudo haber eliminado dichos restos, originando la correspondiente duda al respecto. 5. Si en el lugar de los hechos se encontraran proyectiles, ¿qué información se podría extraer de ellos? (2,4,8-10) El proyectil o bala se cataloga según su calibre, la forma, la formación y la presencia o ausencia de estrías en él. Será necesaria su descripción siguiendo estas características con el fin de obtener la máxima información de ellos.
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El calibre de la bala es su grosor máximo (en milímetros), la forma se describe teniendo en cuenta la ojiva, el cuerpo y la base, aunque generalmente se designa omitiendo el cuerpo. Se distinguen tres tipos básicos de proyectiles según su formación: los macizos, semiblindados y blindados. El proyectil macizo está formado íntegramente del mismo metal, el semiblindado por una mezcla de metales y el blindado se compone de una envuelta y un núcleo. La envuelta, que constituye el blindaje del proyectil, rara vez recubre en su totalidad el núcleo, por lo que la base permitirá comprobar que dicho proyectil está blindado y de qué metal es el núcleo.
Figura 7. Ejemplo de estrías formadas en un proyectil al pasar por el cañón. Izquierda: formación de estrías levógiras. Derecha: formación de estrías dextrógiras.
Un aspecto interesante son las estrías (figura 7): su presencia en el proyectil se debe a que el ánima del cañón está estriado o rayado formando un suave giro. Cuando el proyectil se dispara, se dilata ligeramente por el calor de la explosión y al pasar por el cañón se ve forzado a girar sobre sí mismo adoptando un movimiento giroscópico que contribuye a estabilizar su trayectoria. Mediante la descripción del número y dirección (levógira o dextrógira) de las estrías observadas en los proyectiles, y el estudio de éstos en un microscopio comparativo o en un laboratorio de balística, es posible individualizar el arma que disparó dichas balas. A efectos de describir la bala habrá que tener en cuenta también otros aspectos útiles como son su estado de conservación, posibles deformaciones que haya sufrido y otros tipos de marcas que presente o huellas de impacto.
Bibliografía: (1) iStock. 2015; Disponible en: http://www.istockphoto.com/photos/bullet#10c9f8ac, 2015. (2) Goñi Fernández MJ. Tiro y munición. Arma corta, arma larga y arco. 1ª ed. Madrid: MP Multipress S.A.; 1999. (3) Guzmán CA. Balística. Manual de Criminalística. Buenos Aires: Ediciones La Rocca; 2000. p. 231. (4) Guzmán CA. El calibre. Manual de Criminalística. Buenos Aires: Ediciones La Rocca; 2000. p. 375. (5) Otto K. Armas cortas del siglo XX. 1ª ed.: Hobby Press S.A. con la colaboración de SigSauer SigArms; 1998. (6) Guzmán CA. Armas. Manual de Criminalística. Buenos Aires: Ediciones La Rocca; 2000. p. 329. (7) Guzmán CA. Sistema de puntería. Manual de Criminalística. Buenos Aires: Ediciones La Rocca; 2000. p. 363. (8) Guzmán CA. Munición y cartucho. Manual de Criminalística. Buenos Aires: Ediciones La Rocca; 2000. p. 417. (9) Guzmán CA. Restos de deflagraciones. Manual de Criminalística. Buenos Aires: Ediciones La Rocca; 2000. p. 483. (10) Guzmán CA. Identificaciones balísticas. Manual de Criminalística. Buenos Aires: Ediciones La Rocca; 2000. p. 505. (11) Delgado Bueno S. Investigación de la escena del crimen. Tratado de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Patología y Biología Forense. España: Bosch; 2011. p. 873. (12) Verdú Pascal F. Del indicio a la evidencia. Técnicas de criminalística. 1ª ed.: Comares; 2006.
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