La lucha por la urbanizacion de las villas y el derecho a la ciudad
Instituto de Formaci贸n e Investigaci贸n Popular "Fals Borda"
QUIÉNES SOMOS El Instituto de Formación e Investigación Popular (IFIP) Fals Borda es un proyecto que surge de la confluencia de diversos movimientos, colectivos y organizaciones populares, que venimos construyendo conocimiento crítico desde hace varios años y que nos vimos en la necesidad de unirnos y generar una herramienta que potencie dicha construcción. Por eso, a través del Instituto queremos crear una espacio que aporte a socializar, sistematizar, repensar y comunicar nuestras experiencias vividas en los territorios donde a diario se construye poder popular, y que a su vez nos permita avanzar en la disputa que damos en espacios académicos en torno a la orientación y la forma de construcción de conocimiento. Además, consideramos relevante comenzar a analizar e incidir en la elaboración, implementación y evaluación de políticas públicas de carácter participativo (o “no estatales”), que tengan como principales protagonistas a los sectores populares y las clases subalternas. A través del IFIP, nos hemos unido compañeros y compañeras de CAUCE-UBA, del Colectivo desde el Pie y del Movimiento Popular La Dignidad, pero rápidamente nos encontramos con organizaciones de todo el país con nuestras mismas necesidades y con la voluntad de confluir en este proyecto. Nos referenciamos en la Investigación-Acción-Participativa como forma de investigación militante, motivo por el cual el Instituto tiene en su nombre a Orlando Fals Borda. Pero por sobre todo, nos interesa que el trabajo colectivo que desarrollemos en este espacio pueda generar herramientas y propuestas que aporten a la transformación sustancial de la realidad.
Desde la creación del Instituto (fines de 2013), empezamos a desarrollar grupos de trabajo sobre temáticas que consideramos relevantes vinculadas a distintas luchas populares, como pueden ser la Comunicación Popular, Alternativa y Comunitaria, la problemática de Tierra y Vivienda o la problemática Ambiental. Pretendemos generar instancias de formación, insumos para debates y herramientas que permitan fortalecer la organización por abajo en el marco de estas luchas, y a su vez ir construyendo una forma de conocimiento crítica, prefigurativa de cómo nos gustaría que sea realmente la generación y el intercambio de saberes. Entendemos que estas prácticas son esencialmente contrahegemónicas y parte fundamental del camino que queremos transitar. Invitamos a los compañeros, compañeras y organizaciones hermanas, a sumarse a este proyecto de construcción colectiva de conocimiento que ya ha comenzado a andar con paso firme. ¡Arriba lxs que luchan!
Derecho a la Vivienda y Derecho a la Ciudad Panel realizado en el marco de la Carpa Villera
Buenas tardes a todos y todas. Cuarto día de huelga de hambre aquí en la Carpa Villera: ¡un aplauso por la resistencia! Esta actividad tiene por eje el derecho a la vivienda y a la ciudad. Es una actividad que pensamos desde la Carpa Villera y también a partir de un proyecto que venimos construyendo diferentes movimientos y organizaciones de un Instituto de Investigación y Formación Popular, que pueda construir conocimiento a partir de las luchas, de las resistencias que se viven en cada uno de los territorios de nuestro país y también de nuestra América. En ese sentido, nos parecía importante contar con la presencia tanto de compañeros/as que están allí, en los barrios, en las villas, construyendo poder popular, soñando, pensando y poniéndole el cuerpo a esa proyección cotidiana de otra ciudad que no sea la ciudad empresa que nos propone y que nos impone a diario el macrismo en la Ciudad de Buenos Aires, sino que se pueda pensar en una ciudad distinta, en una ciudad en donde se viva dignamente. Por eso tenemos presente a Dora Mackoviak que es compañera de la Corriente Villera Independiente y del Movimiento Popular La Dignidad de la Villa 31 bis de Retiro y a Carlos Desages que es un compañero de la Villa 21-24, de la Comisión de Derechos Humanos y también de la Mesa de Urbanización Participativa. También pensamos que era importante que en la mesa puedan estar presentes compañeros que están investigando de manera comprometida la problemática urbana, no sólo el problema de las villas y de la vivienda sino también en un plano más amplio el derecho a la ciudad. En este sentido, contamos con la presencia de Pablo Vitale, un compañero docente e investigador del área de Estudios Urbanos de la Facultad de Ciencias Sociales, quien además es fotógrafo, militante de CAUCE-UBA y viene trabajando hace más de 15 años en Villa 31 fundamentalmente, así como en otras villas de la ciudad con niños y jóvenes desde una perspectiva participativa. También esta con nosotros Silvio Schachter, un compañero arquitecto e investigador en temas urbanos, periodista, integrante del Consejo de Redacción de la revista Herramienta y que viene analizando la reconfiguración y las transformaciones urbanas que se viven aquí en la Ciudad. 4
Pablo Vitale: “Tenemos que pensar a las villas como parte constitutiva de la Ciudad” Gracias, compañeros y compañeras. Como decía Hernán en la presentación, además del trabajo que venimos desarrollando desde un punto de vista más de investigación en el área de estudios urbanos, trabajo en la Villa 31 desde el `99 y acompañamos con varios de los/as compañeros/as que están acá el proceso de la Mesa por la Urbanización, que dio la lucha y logró la Ley de Urbanización de la Villa 31, una ley más que está incumplida en la Ciudad de Buenos Aires. Es interesante pensar en el derecho a la ciudad en relación con el incumplimiento del derecho que los compañeros/as conquistaron y conquistamos a diario y que siguen pendientes de ser cumplidos, ¿no? Un poco la idea general que quería traer era la de pensar en las villas como parte constitutiva, como parte integrante de la ciudad. Muchas veces se analiza la cuestión villera o la cuestión del acceso a la ciudad y el derecho a la ciudad como si fueran accesorios que se le agregan a una dinámica urbana que va por otro lado, y en realidad lo que pasa en la villa es parte de lo que pasa en la ciudad. No existe la Ciudad de Buenos Aires
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sin sus villas, no hay posibilidad de que la Ciudad de Buenos Aires se desarrolle como se desarrolla sin sus villas y de hecho, en los últimos años, que es algo que venimos diciendo cada vez que se puede, los espacios que más crecen en la Ciudad de Buenos Aires son las villas, y no es por casualidad. En el último censo más del 50% de la población que se agrega a la ciudad de Buenos Aires en los últimos 10 años vive en villas, y al mismo tiempo, gran parte de la población que vive en villas es la que construye y hace que el resto de la ciudad funcione como funciona. No me canso de repetir esta figura: hay una película yanki que se llama Un día sin mexicanos porque los yankis tienen toda esta animadversión con los mexicanos, que son los migrantes ilegales, que son los que están en Estados Unidos supuestamente de forma irregular y son profundamente despreciados. Sin embargo, Un día sin mexicanos, la película, juega con la ficción de que un día desaparecen todos los mexicanos y por supuesto que las ciudades de Estados Unidos colapsan. Yo invito a pensar qué pasaría un día sin villeros/as, un día sin gente que construya los edificios de la ciudad formal, un día que no cumplan con todos los trabajos productivos que se desarrollan en la ciudad y que llevan adelante compañeros/ as que viven en la villa. Entonces propongo dejar de pensar al derecho al acceso a la ciudad de Buenos Aires, como si fuera algo que nos es dado. Más bien es algo que es ganado por las condiciones de vida y la forma de vida que ustedes mismos, compañeros villeros, reproducen en las villas y por otro lado por lo que le aportan a la ciudad de Buenos Aires. Si en el resto de los barrios de la ciudad de Buenos Aires, la luz, el agua, las infraestructuras generales las provee directamente la acción del gobierno, en las villas tiene que ser generada por los propios vecinos/as. El lugar en que yo trabajo desde el 99 en la villa existe desde fines de los 80, es el Bichito de Luz, el Centro de Unidad Familiar número 6, que ahora es una institución gubernamental pero que no la dio el gobierno, la construyeron los vecinos, la hicieron 6
funcionar primero los vecinos y después viene el gobierno de la ciudad y lo hizo parte de su política pública. Y esto no es una excepción, es la forma en la que cotidianamente en las villas se desarrollan las infraestructuras y los servicios que en el resto de la ciudad son provistas por el Estado directamente. Y esto no es menor, porque no sólo están aportando la fuerza de trabajo que la ciudad necesita para reproducirse, sino que están generando sus propias condiciones de reproducción en el barrio. No sólo garantizan la reproducción de la ciudad sino que garantizan su propia reproducción en el barrio también. Y esto es algo que hay que poner en juego y que hay que hacerlo valer, ¿sí? Cuando los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires confundidos reclaman que los villeros no pagan impuestos, los villeros no pagan impuestos pero se proveen la luz, el agua, las cloacas, las infraestructuras necesarias para reproducir la vida, que valen muchísimo más que el ABL que pagan los vecinos de Barrio Norte, de Palermo o de Colegiales. Cuando se genera toda esta idea de que el villero vive de prestado en el barrio hay que empezar a parar la pelota porque no vive nadie gratis en la villa. En la villa muchas veces se gasta mucho más de lo que se gasta en el resto de la ciudad para vivir cotidianamente, el gas sale más caro, saben que las condiciones de vida muchas veces no son las mejores. Entonces en ese sentido me parece que hay un trabajo para hacer que es el que están haciendo también en la Carpa, que
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tiene que ver con una batalla cultural que es muy grande y que tenemos que dar desde los barrios para que el resto de la ciudad entienda que la villa no es algo ajeno, no es una especie de espacio que no pertenece a la ciudad como aparece en los mapas. ¿Vieron que en los mapas aparecen como zonas grises o como zonas verdes? Parece que fueran no lugares, la villa no tiene tramos, no tiene calles, no tiene casas en los mapas oficiales de la Ciudad de Buenos Aires. Aparecen espacios verdes como si fueran un parque en el mejor de los casos y si no un espacio gris como si fuera nada, ¿sí?, y sin embargo ahí hay gente que vive y no desde hace poquito. Porque algunos compañeros por ahí llegaron hace poco, pero las villas existen en la ciudad desde los años 30, no es nada novedoso, es una modalidad de vida popular que tiene muchísimos años. Y que sin embargo los gobiernos recurrentemente intentan omitir. Otro factor importante como para parar la pelota cuando se plantean cuestiones con respecto a los barrios. “Los barrios son ilegales”. Sin embargo, desde el 96 en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires se plantea el derecho a la vivienda en sentido genérico y se da prioridad a los espacios postergados como las villas para urbanizarlos. En 1998, la ley 148 garantiza que todas las villas de la ciudad de Buenos Aires tienen que ser urbanizadas con concejos participativos formados por los propios vecinos y a instancias del Gobierno de la Ciudad. Y como eso no se cumple ya tenemos tres villas con leyes propias, tenemos a la Villa 20, a la 1-11-14 y a la 31 que tienen leyes específicas de urbanización. Entonces, ¿Quién es el ilegal? ¿El que vive en un barrio que está reconocido como tal en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en las leyes, en pactos y tratados internacionales? ¿O los gobiernos, que incumplen con ese mandato de las leyes? Segunda cuestión. Y tercera cuestión, que me parece que es lo más fuerte: en lo que hay que pelear es justamente en la batalla por la legitimidad de esas leyes que se han conquistado con la lucha pero que evidentemente todavía necesitan mucha lucha más 8
para ser ejecutadas. Y en esto me parece que la pelea es una pelea por arriba y por abajo, digamos: es una pelea por arriba hacia los gobiernos, hacia el Estado, hacia la Legislatura, hacia el Poder Judicial, en donde cada vez más hay compañeros/as activando para tratar de resolver las necesidades de los barrios; pero también es por abajo, y esta es una batalla más larga, más dura y más difícil, y tiene que ver con convencer al conjunto de quienes viven en la ciudad, de que la villa tiene derecho a permanecer en donde está, ¿sí? No hay que convencer solo a los gobernadores, a los gobernantes, a los de arriba, también hay que convencer a los de abajo, que a veces están mucho más cerca, en condiciones de vida, de lo que creeríamos. En el Parque Indoamericano tuvimos una prueba: además de la banda de mafiosos que fueron a atacar el Parque, había muchos vecinos de los monoblocks que no viven mucho mejor que los compañeros que viven en la 20 o en la 1-11-14, que salían a decir barbaridades de los compañeros que viven en la villa, y a esos hay que combatirlos en un momento, pero también hay que convencerlos en otros, Y me parece que esa pelea es una pelea que tenemos que dar, que tiene que ver con esta misma invisibilización de la villa que existe en los mapas oficiales de la ciudad pero también en la cultura urbana porteña. Las favelas de Brasil están re-contra presentes en la cultura popular brasilera, sin embargo las villas en la ciudad de Buenos Aires parecen como si no fueran parte del hábitat popular de los vecinos. ¿Cuántos conventillos aparecen en telenovelas, en películas, en canciones? Y sin embargo villas hay mucho menos. Tenemos la película Elefante blanco, que retrata las villas como si todo fuera terrible, pareciera que los villeros/as nunca la pasan bien, siempre tienen peleas, narcos, policías... Es verdad que pasan muchas de estas cosas pero, ¿no hay una fiesta, no hay alegría, no hay diversidad, no hay todo lo que en realidad sabemos que existe en la villa? Esta batalla cultural creo que también es una pelea que con militancia como esta, como la Carpa, se empieza a dar. Empieza a instalarse en el centro de la ciudad de Buenos Aires y a plantearle a quienes pasan por aquí 9
que vivimos en la villa, estamos en la villa, laburamos en la villa, pero somos parte de la ciudad y estamos ahora en el centro contándoselo al conjunto de los compañeros. Originalmente tenía completamente otro mapa trazado, distinto del que terminé contando acá pero puede alcanzar. Por ahí, por último, me parece que es importante señalar que la villa es un espacio de diversidad y que está lejos de ser una comunidad ideal, organizada, como algunos de buena voluntad quieren presentar. La villa es un lugar complejo donde muchos viven muy mal, muchos viven muy bien, pero sobre todo viven en forma muy diferente. Las condiciones de vida en los barrios son bien diferentes para unos y para otros, los propietarios, los inquilinos, los que acaban de llegar, los que están hace mucho tiempo, los que viven en el fondo…Eso siempre, en la mayor parte de las villas hay algún fondo, es un fondo geográfico, un fondo simbólico, entonces, los que viven en el fondo, los que viven en el centro, todas estas diferencias existen en las villas y las villas las bancamos como son, no como nos gustaría que fueran idealmente. Las bancamos con sus problemas, con sus dificultades para desarrollarse y para vivir y a partir de eso es que las impulsamos y fortalecemos. Y también a partir de eso es que nos planteamos todo lo que tenemos que hacer para cambiarlo desde adentro al barrio. Entonces, no es necesario mistificar una especie de comunidad ideal, que vive en armonía con relaciones humanas maravillosas, sino que en realidad el barrio es complejo, tiene gente que piensa distinto políticamente, gente que viene de distintos países, gente que tiene distinta apropiación de la idea de ser villero, ¿sí? Y tienen las mismas diferencias que tiene cualquier vecino en un mismo edificio con respecto a los otros vecinos, digamos. Y a partir de esas diferencias es que me parece que tenemos que construir una identidad cultural villera. Una identidad cultural villera que sea diversa, variada y que confluya en todo caso en estos reclamos y en estas perspectivas en común.
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Carlos Desages: “En el proceso de construcción de nuestros barrios la iniciativa siempre fue de los vecinos” Me gustó mucho la exposición de Pablo... Yo voy a empezar por otro lado. Más bien contarles algunas cosas, algunas historias que para la mayoría de los aquí presentes les van a resultar muy conocidas o muy familiares. Básicamente les voy a contar de la villa 21-24, que está ubicada a la orilla del Riachuelo. Son unas cuantas manzanas que, como bien señalaba Pablo, si uno mira un mapa de la ciudad es como un espacio en blanco, sólo se ven los límites, las calles que la rodean. Está detrás de la cancha de Huracán, ¿Saben por qué les dicen quemeros? Porque estaba la quema de basura de la ciudad. Muchas décadas atrás, inclusive antes de que yo fuera chico, o sea hace mucho, la basura en la ciudad no se compactaba en estos camiones que ustedes ven ahora, sino que en cada esquina se volcaba la basura, se juntaba en unos camiones, se la llevaba a la zona sur de la ciudad y ahí se quemaba. No solo en Parque Patricios, sino también para el lado de Soldati, inclusive en Villa Lugano, se juntaba la
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basura y se la quemaba. Estos terrenos, a su vez, eran bajos y se inundaban fácilmente, eran como grandes estanques de agua; allí no había nada décadas atrás. Para los años 40, 50, cuando en nuestro país y en otros países, alrededor de las ciudades más importantes se iban asentando fábricas, esas fábricas necesitaban de mano de obra, de gente que trabajara en esas fábricas. Si uno se para hoy en los bordes de la Villa 21-24 va a ver un montón de galpones, algunos están en uso, algunos estuvieron en desuso y ahora se los vuelve a activar, pero hay muchos que siguen estando vacíos y en desuso. Hoy en día los pueden ver, Molinos Río de la Plata, Clarín, etcétera. Pero antaño estaban no solamente Clarín, La Nación, La Opinión, sino que también se ensamblaban los autos Citroën; estaba la General Electric. Entonces, alrededor de la ciudad se va juntando gente que viene en general de zonas rurales buscando tener laburo. Obviamente, como las familias que venían, venían con una mano atrás y otra adelante, se instalaban donde podían. En el caso de la 21-24 se fueron rellenando de a poquitito sus terrenos bajos e inundables y la gente se fue asentando ahí. Inclusive hasta hace muy poco tiempo, la calle Osvaldo Cruz donde está la parroquia de Caacupé, estaba cerrada. Ahí detrás pasando Caacupé había una especie de lagunita y al lado estaba lo que se llamaba el pollero o el chanchero le decían algunos; que tenía algunos chanchos, gallinas, de todo, una lagunita de agua podrida y ahí la gente tiraba la basura y de golpe en 2 días eso se fue llenando de basura y más basura hasta que un día uno tiró una carpeta y ahí se hizo una casa y al lado unos arbolitos y así se fue rellenando con basura y hoy hay casas y casas de tres pisos. Con todo esto ¿A qué voy? Hoy les decimos villas, pero eran villas miseria, así fue el nombre que les dieron, que les dio el pueblo, digamos, a estos barrios. Los funcionarios tratando de esconder un poco ese nombre tan revulsivo, les empezaron a llamar villas de emergencia, pero lo cierto, es que estas villas miseria señalaban no solamente la miseria económica, la 12
pobreza que las familias traían cuando se iban asentando. Yo creo que más bien se referían claramente a la miseria de una sociedad que se organiza de una manera en la cual hay unos pocos que tienen muchas cosas y son dueños de todas esas cosas y hay muchas familias, muchas personas, que no tienen nada o casi nada y que lo que tienen que hacer es venir, laburar y ubicarse en cualquier lugar para vivir, para hacer funcionar la sociedad de esos que más tienen. Dentro de esa lógica funciona la ciudad, y la vivienda. Es decir, la vivienda como cualquier inmueble que hay en la ciudad, tiene un precio de compra, un precio de venta, y tiene un valor, un valor porque fue construida por aquellos que pusieron el lomo, que pusieron los ladrillos, que pusieron inteligencia para construirla. Pero en el mercado, como funciona una sociedad capitalista, eso tiene un precio de compra y un precio de venta, no importa el valor de aquellos que pusieron el trabajo para construirla. Dentro de esa lógica es que también se entiende que haya gente, familias, que tengan que vivir de la manera en que nosotros vivimos para que después ellos mismos señalen que eso es una manera irregular de vivir y que vivimos incumpliendo leyes, como muy bien señaló Pablo recién. En nuestro barrio, casi todo lo que ustedes pueden ver, desde los pasillos, las cloacas, la luz, el agua, las mismas casas, los lugares comunes, la canchita de fútbol, la primera salita, todo fue construido por los vecinos entre sí. La iniciativa siempre, siempre fue de los vecinos. Es decir, tenemos una cantidad de familias que de la basura de la ciudad han construido lugares para vivir, han construido SU lugar donde vivir, un lugar que no encontraron otro mejor, pero sí le pusieron todo su empeño y todas sus ganas para que 13
ese lugar que era miseria se transformara en otra cosa, y que al calor de nuestra vida, de aquellos que anhelan y de aquellas que anhelan una vida digna, ya tiene una cierta dignidad. Pero no alcanza, seguimos peleando y seguimos luchando porque nuestra vida sea digna y como bien dice el cartelito de acá atrás, nosotros luchamos por una vivienda pero no cualquier vivienda, porque vivienda ya tenemos todos, casi todos los que estamos acá, lo que queremos es una vivienda digna, en un hábitat digno, en un ambiente digno. Esa lucha continúa. La misma Constitución que Pablo acaba de mencionar, artículo 31, a su vez reconoce el derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado, para ello: 1. Resuelve progresivamente el déficit habitacional, de infraestructura y servicios, dando prioridad a las personas de sectores de pobreza crítica y con necesidades especiales de escasos recursos. 2. Auspicia la incorporación de los inmuebles ociosos, promueve los planes autogestionados, la integración urbanística y social de los pobladores marginados, la recuperación de las viviendas precarias y la regularización dominial y catastral, con criterios de radicación definitiva. Esto del año 94, Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y hasta ahora, los cuatro intendentes o jefes de gobierno que tuvo la ciudad elegidos por el voto democrático se han encargado de incumplir. Mucho más acentuado el presente gobierno. Yo no voy a extenderme mucho más, quizá después cuando pasemos al momento de intercambiar opiniones pueda expresar alguna otra cosita. Lo último que quería señalar era que últimamente escucho que muchos funcionarios dicen que urbanizar sería transformar las villas en barrios y yo con eso más bien estoy de acuerdo con la opinión que tienen los curas y la Pastoral Villera, que sostienen que las villas ya son barrios, quizá no son barrios urbanizados y con la lógica con que está construida la ciudad, pero son barrios, allí vivimos, allí cocinamos, no tienen la lógica que tiene el resto de la ciudad, pero es un barrio. Así que lo que queremos, insisto, lo que queremos es construir un barrio que sea digno para que vivan nuestras familias y nuestros hijos crezcan como deben crecer. Gracias. 14
Silvio Schachter: “El derecho a la ciudad es el derecho a ser protagonistas para transformarla” Hola, buenas noches, agradezco la posibilidad de compartir esta experiencia con ustedes, intercambiar algunas reflexiones y de alguna manera ser solidario con esta lucha tan importante que están librando aquí. Yo no me quiero referir particularmente a las vivencias, a las luchas, a las formas de vida que se dan en las villas porque son ustedes los que viven ahí y la conocen mucho mejor que yo. Me voy a referir quizás a la mirada de lo que en la academia se llama la ciudad formal y de las estructuras de poder hacia la villa. Partiendo de un concepto que hoy se tocó que es el derecho a la ciudad. No sé si ustedes saben que es un término que no es tan antiguo, un término que se forja en la década del 60, básicamente a partir de un material que produce un francés que se llama Lefebvre, que plantea por primera vez la relación entre el espacio físico y el espacio social y el derecho de todos los habitantes a poder ser protagonistas, productores de ese espacio físico/espacial y de ese espacio social. Él no solamente lo plantea como un hecho dado, es decir, ésta es la ciudad que nos pertenece a todos, una ciudad en la cual tenemos que vivir, tenemos derecho a la centralidad, a usar de sus servicios, sino que el derecho a la ciudad él lo plantea como un concepto vinculado a nuestra utopía, es decir, de un espacio diferente que lucha por cambiar esta ciudad, no por asimilarse a esta ciudad. No queremos vivir lo que esta ciudad representa por su polo civilizatorio, por su forma de vida; queremos ser protagonistas, ser partícipes de la evolución social de la ciudad para transformarla en una cosa superadora, y en ese sentido él plantea que el derecho a la ciudad son muchos derechos. Y creo que esto está vigente. Obviamente el primer derecho es el derecho a la vivienda. El derecho a vivir en la ciudad. Y aquel pasado en el que Lefebvre lanzó su tesis adquiere una relevancia excepcional. ¿Por qué? 15
Porque en la década del 60, en Europa, que era el centro urbanizado del planeta, todavía había un porcentaje de vida rural importante; hay que pensar que a comienzos del siglo XX en Europa el 30% de la población vivía solamente en las ciudades. Y en el resto, lo que hoy se llamaría el Tercer Mundo, países no centrales, era el 80-90% a principios del siglo XX. Y este proceso ha cambiado completamente en los últimos años. Vivimos un proceso acelerado de urbanización producto de la globalización capitalista, producto del capitalismo que sigue técnicas de apropiación de los espacios, de los recursos naturales, fenómenos de usurpación a partir de la sojización, de la extensión de la frontera ganadera, del cambio climático, etc. etc. Entonces lo que antes la Humanidad produjo en miles de años, ahora se está produciendo en décadas, en pocos años. No hablo ya del fenómeno de China, que hasta hace 20 años atrás tenía cientos de millones de campesinos y de golpe ahora tiene mil ciudades donde viven millones de personas. Me refiero a la propia Argentina, ¿sí? Entonces hoy, que en nuestro país las estadísticas dicen que hay 90% de población urbana, el derecho a vivir en la ciudad es el derecho a vivir. Porque no hay otra opción que vivir en la ciudad. Entonces defender este derecho no es una alternativa para vivir un poco mejor. Es la única alternativa que hay, no se puede pensar en otra opción. Entonces yo creo que el primer punto a reivindicar es ese derecho, sí. El derecho a nuestra existencia, porque vivir en la ciudad es la única opción que tenemos para vivir, para nosotros, para nuestras familias, etcétera. Obviamente dentro de esos derechos el derecho a la vivienda es prioritario, pero no se agota solamente en la vivienda, como acá también decían los compañeros. Tiene que ver con el disfrute, el esparcimiento, hasta con la belleza escénica, que no puede ser solamente patrimonio del rico, con los servicios de salud, los servicios de infraestructura, de educación, etcétera. Ahora bien: ¿Por qué se hace tan difícil y no se logra, a pesar de que existe una legislación explícita, que esos derechos se apliquen? Porque como decía José Martí los verdaderos derechos son los que 16
se ejercen, no los que se declaman. ¿Por qué cuesta tanto que estos derechos sean ejercidos a pesar de estar en el papel? Es porque esta globalización capitalista se basa en una matriz de apropiación del suelo que es la propiedad privada, entonces al ser propiedad privada hay una feroz y voraz disputa por esa propiedad. Entonces la negación del uso del suelo o del valor del suelo como un valor social le impone a este suelo un valor de cambio, como acá decía Pablo, y no un valor de uso. En la medida en que esta globalización capitalista se desarrolla, la disputa por el territorio, por el suelo, se hace cada vez más salvaje, más brutal. Por eso hay tanta resistencia a entregarlo. Por eso hay tanta resistencia a transformarlo en un bien social para las mayorías que están... digamos... segregadas, fragmentadas de ese cuerpo social. ¿Por qué es un bien tan preciado? Porque el suelo, al igual que el agua, al igual que los recursos del subsuelo, no es un bien reproducible. Por algo se llama bien raíz, está en un solo lugar, nadie puede fabricar suelo urbano, ¿sí? Entonces es un bien agotable, es un bien limitado, y la disputa por ese bien limitado, así como puede ser por los recursos mineros o la tierra para la sojización, etcétera, se ha transformado en el eje de la disputa del siglo XXI. Esto es lo que explica de alguna manera, también, junto a otros elementos de carácter cultural e ideológico, la resistencia a darles la tierra y darles el suelo urbano a aquellos que no pueden comprarlo, que no pueden entrar en el juego del negocio de la mercancía. Porque el suelo se ha transformado en una mercancía, y una mercancía muy cara, ¿sí? Y mucho más cara en la ciudad de Buenos Aires. No sé si ustedes recordarán uno de los procesos más nefastos que ha habido en la ciudad de Buenos Aires, que fue durante la dictadura la gestión de Cacciatore. Cacciatore fue quien produjo la transformación de función gravitante de una ciudad más importante de la historia argentina y, salvando las guerras latinoamericanas, quizá de la más relevante de Latinoamérica. Más de 170.000 personas fueron expulsadas de su hábitat en la ciudad de Buenos Aires. En algunas villas 17
como la Villa 31 quedaron algunas pocas casas que resistieron, rodeadas de contenedores a partir del juicio que alguna abogada pudo hacer en ese momento y de la lucha que dieron los vecinos, pero la realidad es que barrió con esta villa que tenía muchísimos años de existencia en la ciudad. Ahora: el intendente Cacciatore tenía un secretario de Planeamiento que justificó todas estas acciones diciendo “Buenos Aires no es para todos, Buenos Aires es para los que tienen recursos, para los que tienen nivel cultural, para los que tienen la posibilidad de gastar y consumir en esta ciudad, y de aportar los impuestos correspondientes”. Pensando en términos de dictadura, parece un discurso coherente. Pero si nos venimos para este tiempo, para el gobierno actual de la ciudad de Buenos Aires, este es el mismo discurso que usó el señor subsecretario de Planeamiento Héctor Lostri, que dijo públicamente, y esto está registrado no solamente en los medios gráficos, sino también en la película AU3, en relación a una de las autopistas que ha construido Cacciatore, que cerrando la paradoja la terminó de entregar y privatizar el gobierno de Macri, este señor Lostri dice en la película, “Acá en la zona sur hay mucho terreno disponible, el problema es que está ocupado”. O sea: él mira a las villas como una usurpación ilegal. Y en algún momento lo van a terminar de resolver. O sea: no solamente es “yo no les quiero permitir que sean propietarios, que haya urbanización, sino que en mi mira está que se tienen que ir, porque son usurpadores de un territorio que nosotros tenemos que negociar”. Ya quedan pocos lugares de la ciudad de Buenos Aires donde se puedan hacer proyectos de negocios importantes, donde pueda haber especulación inmobiliaria a gran escala como quieren hacer los sectores a los cuales este gobierno representa sus intereses. Entonces empiezan a mirar hacia el sur, ¿sí? Esa es la mirada que tiene este gobierno sobre la ciudad. Esa es la coherencia que tiene este gobierno que está en función de defender los intereses de los grandes especuladores inmobiliarios. Volviendo entonces al tema este de la disputa por el territorio, quiero aclarar que no es una disputa argentina, no es una disputa en 18
la ciudad de Buenos Aires: se da en todo el país pero además se da en el mundo. Acá Pablo hablaba de las favelas, y yo lamento decepcionarlo, pero en realidad esa cultura de la favela, esa cultura de la comunidad de las favelas, sirve simplemente para que haya algunos pequeños tours a la favela La Rosinha, pero la realidad es que en las favelas de Río se vive una situación de altísima violencia por parte del aparato estatal y en estos días sabemos que se han producido en relación al Mundial enormes desplazamientos e invasiones de favelas y erradicación de gente (la semana pasada por ejemplo desalojaron un edificio público en el que vivían cientos de personas para ampliar la playa de estacionamiento del Maracaná) Por eso hay tanta resistencia en la sociedad en torno al Mundial. No solamente por la corrupción sino por el modelo urbano que está llevando a cabo, de “limpieza” social. Hasta hace no muchos años, como decía Pablo, uno agarraba un mapa de Brasil y aparecían marcadas las favelas; en los folletos turísticos que están empezando a preparar para el Mundial desaparecieron las favelas. Este proceso de disputa por la tierra, esta disputa violenta, agresiva, sin límite, podríamos decir, con signo de barbarie, implica que por ejemplo en los alrededores del Maracaná, redujeron a un tercio una de las favelas con más historia, y a la gente que vivía en esa favela se la llevaron en camiones en una sola noche. Las dejaron... las tiraron así, en las afueras de Río. Esta batalla por la tierra, en el marco de un proceso acelerado de globalización capitalista, se está dando en todo el planeta. Hay un sociólogo norteamericano, Mike Davis, que sacó un libro que habla del planeta favela o planeta miseria, que dice que estos mecanismos van a llevar a que en muy pocos años lo que se llama ciudad formal va a ser una isla rodeada de asentamientos precarios. Muchas ciudades, inclusive de África, por ejemplo, la capital de Nigeria, que hace 10 o 15 años atrás tenía 500.000 habitantes, hoy tiene 9 millones que viven en gigantescos asentamientos precarios. Este es un punto que yo quería señalar. El otro aspecto que me parece importante es por qué Macri y los anteriores gobiernos tienen una historia de negación 19
de derechos y pueden sostener esta política. Y yo creo que acá además de la disputa por la tierra hay otro elemento determinante: hay un consenso en la “ciudad formal” para que esta política se aplique. Esa es una gran batalla que no es solamente la batalla contra las esferas del poder, exigirle a Macri que cumpla, que hay que hacerlo, en todos los terrenos y estratos posibles. Hay que dar la batalla por esa otra parte de la sociedad que ha estigmatizado al habitante de las villas, que ha invertido la lógica del fetichismo; porque ustedes saben que el fetichismo es transformar a las cosas y darles vida humana, como el dinero o el automóvil. Esta parte de la sociedad lo ha hecho al revés: ha cosificado al habitante de las villas. Se ha generado un hábitat hostil, y con eso se ha podido construir en la conciencia de la gente ese otro, del que va a salir la sensación de inseguridad, en vez de mirarse hacia sí mismo y decir por qué tengo miedo, por qué hay inseguridad, por qué hay violencia. En lugar de esa mirada, que supondría una mirada crítica, que nos cuestione por el tipo de civilización en la que estamos viviendo, es más fácil construir enemigos, un otro abominable, y descargar sobre él todos nuestros miedos, todo nuestro terror, todos nuestros prejuicios, xenofobia, racismo, clasismo, violencia de género, etcétera. Entonces yo creo que estos temas para trabajar son fundamentales, lograr otra manera de plantear el discurso, como están haciendo ustedes acá en la Carpa. Con la excusa del narcotráfico, se ha instalado otra vez la militarización de los barrios pobres, con mecanismos de control, gatillo fácil, formas autoritarias, porque hay una parte de la sociedad que reclama control, que está dispuesta a sacrificar hasta su propia libertad, con tal de garantizarse la seguridad. Porque hay un otro peligroso, hay un otro que habita en un territorio que no conocemos, y hay que enfrentarlo utilizando los mismos métodos que se utilizan en la guerra. En la guerra, el enemigo no tiene nombre, el enemigo no tiene familia, el enemigo no tiene historia, porque si conozco todo eso no lo puedo atacar; entonces acá se construye un enemigo que se criminaliza, se le atribuye una cantidad de nombres y 20
adjetivos, estereotipos. Los medios de comunicación cabalgan permanentemente sobre eso, y también en la búsqueda de invisibilizarlos. Dicen simplemente que es un lugar donde se genera el crimen, donde se genera la violencia, etcétera, etcétera. Lo cual es una enorme mentira, no porque allí no haya problemas: los problemas están en toda la ciudad, la violencia está en toda la ciudad, basta con ver la violencia de género, que el idiota de nuestro jefe de gobierno anda diciendo que a las mujeres les gusta que les alaben el culo cuando caminan por la calle, basta con ver lo que pasa dentro del fútbol, que involucra a dirigentes, barras, negocios, droga... Son expresiones de violencia que no tienen que ver con la villa ni con los pobres, ¿sí?, la violencia atraviesa toda la sociedad. Lo que sucede es que para los medios y para aquellos que detentan la tradición familiar e intelectual, es muchísimo más fácil construir un enemigo vulnerable y estigmatizarlo. Si nosotros, si ustedes, en conjunto, no logramos romper estas barreras, no logramos atravesar estas barreras físicas y virtuales va a ser muy difícil dar batalla. Va a ser una batalla en minoría, más allá de que hayan creado todas las condiciones para que sea posible. Para terminar, yo creo que es muy importante reivindicar como acá se hace el derecho a la vivienda, el derecho a tener el acceso a un barrio, el derecho a urbanizarlo, pero a eso hay que agregarle el derecho a ser protagonistas en la transformación de todo en la ciudad. Lo que hay aquí, en la carpa, no es una parte negada de la ciudad, esta ES la ciudad, y entonces el derecho a la ciudad es el derecho a ser protagonistas para transformarla, para hacer en esta ciudad otro tipo de ciudad. No queremos que la vida se transforme en lo que es la otra ciudad, la “formal”. No queremos eso. No queremos gente que mire la sociedad a través de una reja, a través de alarmas, a través de vigilancia en la puerta, a través de chicos que no saben actuar en la calle, chicos que no saben andar en bicicleta. Esa sociedad no la queremos... no es el modelo...Queremos una sociedad, una civilización solidaria, comunitaria, donde se vuelvan a construir los lazos de amistad, donde quepan nuestros sueños. Muchas gracias. 21
Dora Mackoviak: “Al gobierno no le importa si nuestra gente esta mal o bien, lo que le importó siempre fue el negocio inmobiliario” Bueno, yo voy a comenzar contando cómo comenzamos como Corriente Villera. Empezamos hablando con uno a uno de nuestros compañeros de las diferentes villas, barrios, haciendo reuniones. Y de ahí fuimos juntando nuestras opiniones y nuestras necesidades, y fuimos reconociéndonos como vecinas y vecinos de cada villa. Hoy somos 17 villas todas juntas, con similares problemas con respecto a la necesidad de urbanización. Y también como Corriente Villera Independiente empezamos a hacer en el barrio trabajo voluntario, que fue lo que nos hizo crecer como organización, como vecinos, como vecinas, y hoy estamos juntos acá peleando por la urbanización con radicación para todas las villas, para las que están con nosotros y las que no están también… Pensamos siempre en la denominación que tenemos como villeros. Siempre se nos considera negros villeros, muchas veces no tenemos acceso a la salud ni a la educación, ni el derecho de salir limpios de nuestras casas para llegar a nuestros trabajos, a veces tenemos que llevar nuestra pilcha de reserva para llegar al laburo presentables, como villeros no podemos dar nuestra identidad correcta, dar nuestro domicilio correcto, porque si no, no conseguimos trabajo. Entonces, todas esas cosas fuimos poniendo en común. Y el resultado que vemos hoy, de nuestro trabajo y nuestras ideas, es que tenemos ocho vecinos/as en huelga de hambre en nuestra Carpa, sin ninguna respuesta de los malos gobiernos. ¿Qué podemos pensar, que al gobierno no le importa si nuestra gente está mal o está bien? Lo que le importó siempre fue el negocio inmobiliario. Porque sabemos que en algunas villas sí tenemos leyes ganadas y en otras villas no tenemos ni siquiera reconocimiento. Entonces mucho menos vamos a tener una calle o una vivienda digna. Este es el motivo de la lucha, y los logros los vamos a conseguir luchando, por 22
más que le pese y le duela a quien sea. Estamos dispuestos a seguir luchando y dando muchas más batallas. Nosotros no somos el bicho raro, el bicho del otro mundo. Nosotros somos personas humanas que estamos ahí por la casualidad de la vida, por no tener otra oportunidad o por no poseer posibilidades económicas que nos permitan vivir en otros barrios, que nos permita comprar otro tipo de vivienda, y es por eso que exigimos la urbanización con radicación y con todo lo que implica en las leyes como derechos de cada uno, de cada persona que viva ahí adentro, de cada niño, de cada niña, de cada anciano, de cada persona, independientemente de dónde provenga. Porque somos hermanos y así tenemos que seguir siendo y ojalá pudiéramos explicar a mucha más gente para que lo entendieran así, los de afuera, los de alrededores de la villa, que no nos reconocen como personas, no nos quieren reconocer como hermanos. Sí, somos hermanos, tenemos el derecho de pisar este suelo y de tener una vivienda, como manda en muchos casos la ley, aunque no nos quiere amparar. Sí tenemos el derecho de tener una vivienda digna, sí tenemos el derecho de tener acceso a la salud, sí tenemos derecho a tener una calle asfaltada, sí tenemos derecho a que un taxi entre dentro de nuestro barrio, sí tenemos derecho a muchísimas cosas para la educación de nuestros hijos, a que nuestros hijos puedan salir limpios para ir a la escuela, porque muchas veces por pisar la mierda dentro de nuestro barrio nuestros hijos llegan sucios a la escuela, y sufren discriminaciones. Y eso queremos que cambie, tenemos las ganas, la fuerza y ponemos mucho cuerpo, mucha lucha para todo esto. Nada más. 23
LA PROBLEMÁTICA DE LA VILLAS Y EL DERECHO A LA CIUDAD Entrevista a María Cristina Cravino (Docente e investigadora de la Universidad Nacional de General Sarmiento)
Esta entrevista se enmarca en la instalación frente al Obelisco de la Carpa Villera para exigir la urbanización con radicación de todas las villas de la ciudad de Buenos Aires, una problemática de larga data que los medios hegemónicos de comunicación no abordan, o que en general desvirtúan, pero que ha cobrado visibilidad e irrumpió con mucha legitimidad en la agenda publica, a partir de un reclamo esencialmente político. Queríamos comenzar preguntándote cómo surgen las villas de emergencia y los asentamientos. Sabemos que es un proceso sumamente complejo en términos históricos; en muchas ocasiones se ha mencionado la paradoja del desarrollo y la expansión de la industrialización del propio capitalismo y la proliferación de las villas. Entonces, ¿En qué condiciones más generales y estructurales emergen? ¿Cuál es la situación actual, en particular en la Ciudad de Buenos Aires? Surgen mayormente en la década del ´30, en plena crisis mundial. Sobre todo trabajadores portuarios que eran jornaleros, esto es, que cobraban día a día, quedan desocupados. Una parte que no se cuenta muchas veces, es que el Estado en muchos casos colaboró en su emergencia, al darle un lugar a la gente para que viva, y después se conformó la villa. Así surge la Villa 31: el Estado le dio vagones desocupados y ahí conformaron sus ollas populares. Después, en la década del ‘40, hay una situación de atracción de mano de obra hacia las grandes ciudades (sobe todo comienza por migración interna, después por migración externa), empieza a venir gente del interior que 24
piensa en instalarse en un lugar provisoriamente, para luego acceder a un lote y tener una casa propia. Sin embargo, estas situaciones continúan, y lo que apareció como transitorio después se configuró en permanente, y ahí es cuando la gente empieza a reivindicar mejoras en las condiciones de vida de sus barrios. Comienza a organizarse, y una cosa que también conviene resaltar es que fue la misma gente la que se proveyó de electricidad, agua, cloaca e hizo las veredas. El Estado no tuvo en este campo mucha participación en las primeras décadas de conformación de las villas. Luego ya comienza una etapa donde el Estado creía que la solución era viviendas en conjunto, y comenzó con políticas de erradicación. La particularidad de la última dictadura militar, con respecto a épocas anteriores, es que se trató de una erradicación sin vivienda a cambio. Con lo cual lo único que hizo fue generar peores condiciones y que mucha gente se fuera al conurbano bonarense, los trasladaban en camiones de basura hacia allí, y que crecieran las villas en los alrededores de la Capital, que también en muchos casos crecieron al lado de fábricas que solicitaban mano de obra, pero donde nadie se había ocupado de la vivienda. Después de los años 80 se comenzó a re-poblar, porque la solución habitacional nunca fue 25
dada y la gente comenzó también a reivindicar ese lugar como lugar permanente, y que el Estado interviniera para mejorar, para urbanizar. Actualmente creo que lo que habría que discutir mucho es qué significa urbanizar en estas condiciones: el gobierno actual tiene una política que uno puede llamar de maquillaje urbano, que es pintar los frentes, a veces con pintura de colores, mejorar un poco el espacio público. Pero hay un problema serio que es habitacional: la gente no puede acceder a una vivienda, más de la mitad de la gente en las villas vive en alquiler, esa es gente que necesita una vivienda nueva, o en las villas viven en condición de hacinamiento. Con lo cual intervenir hoy en las villas en la Ciudad de Buenos Aires, urbanizar, significa construir vivienda y mejorar las viviendas que pueden ser recuperadas, porque no todas tienen que ser tiradas abajo. Entonces tiene que ser un trabajo muy complejo: de apertura de calles, construcción de viviendas nuevas, de mejoramiento de lo que está, de mejoramiento de los servicios; a veces no se habla, pero la gente no tiene buena calidad de agua, tiene problemas permanentes con la electricidad, con las cloacas y no tiene gas en red.
permanentemente lo escucha en los funcionarios públicos del gobierno de la Ciudad, o en los foros de lectores de los diarios. Entonces ahí hay que remarcar que hay derecho a la centralidad, porque si uno está en un lugar donde no tiene acceso a la salud, a la educación, al trabajo, no significa vida urbana. Vivir en la periferia pero sin acceso a educación, salud y trabajo, es lo mismo que no vivir en una ciudad. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, hay que resaltar que la Constitución misma, en el artículo 31, establece el principio de la radicación, con lo cual todos los habitantes de las villas tienen derecho a permanecer en el lugar donde están. Ahí hay también contrapropuestas: en el caso por ejemplo de Camino de Sirga, lindero al Riachuelo, hay propuestas de trasladarlos a lugares muy lejanos, en algunos desalojos el gobierno los mando por ejemplo a Florencio Varela. Eso no es posible, no hay que permitir eso, porque la gente necesita acceder a la centralidad, para acceder al trabajo y a otros servicios. Entonces el derecho a la ciudad marca que no es un problema solo de acceso a la vivienda, sino que es derecho a todos los servicios que implica la ciudad, que incluyen entre otros el derecho al trabajo.
Un eje que aparece, que trasciende incluso a nuestro país, y que tiene que ver con una realidad continental e incluso mundial, es el derecho a la ciudad. No sólo el reclamo y la exigencia de una vivienda digna, sino la posibilidad de accesibilidad a los servicios públicos, de educación, de salud, de garantizar el hábitat popular entendiéndolo en un sentido integral. ¿Que podes comentarnos al respecto en el caso especifico de las villas?
Otro eje que también es relevante es cuáles son las políticas públicas que se vienen implementando, entendiendo no solo la acción del Estado, sino también su omisión. En el caso específico del macrismo en la Ciudad de Buenos Aires, si podes brevemente hacer una reseña de cuál es la política habitacional, la política pública en un plano mas amplio referido a villas y asentamientos.
Creo que el derecho a la ciudad es una lucha muy amplia por las condiciones urbanas. En el caso particular de las villas de Capital, creo que habría que resaltar dentro de los derechos que se enmarcan como “derecho a la ciudad”, el derecho a la localización, a la centralidad. Hay como una especie de mito de que la gente pobre tiene que irse a la periferia, y uno 26
No es fácil hacer una reseña en pocas palabras porque el macrismo fue mutando su política, una política muy pragmática, que justamente implica que no tiene una política clara de mejoramiento de las villas, sino que en cada caso ve la correlación de fuerzas, ve las condiciones. Es una política muy cínica, porque habla de regularización dominial en la villa 19, y ahora aparece la propuesta de toda la comuna 8, y eso hay 27
que discutirlo mucho. Significa que se la va otorgar la tierra a la gente, eso parece muy bueno en principio, pero el cómo es central. Lo que se propone es que en un máximo de 72 m2, que subvierte toda la idea de la normativa de los 90, que era un mínimo de 72m2 por familia en un lote, lo convierte ahora en un condominio donde pueden vivir 18 familias en 1m2 y eso no importa. No importa si la casa se viene abajo, qué sucede arriba. Esa es la propuesta en cuanto a regularización dominial del macrismo, absolutamente perversa. Después, en el tema vivienda no tiene política, porque lo que esta clarísimo que el gobierno de la ciudad no quiere, es construir vivienda para gente en la villa. Entonces es una intervención de bajo costo y alto impacto. Pintar de colores, poner un par de juegos en la entrada y con eso se supone que ya cumplió con lo que es la política respecto a las villas. Y en realidad está dejando por detrás el problema de la vivienda. El espacio publico es central, pero tampoco es que se está cumpliendo con todo lo que corresponde al espacio público. Además, a alguna villa si, a otra no, en una se desaloja, en otra se entrega tierra, es una política completamente fragmentada, pragmática y muy perversa. Otro punto que también apareció con fuerza a nivel mediático y que es producto de esa desidia conjunta del gobierno nacional y de la ciudad en el caso del Indoamericano, es la situación de villa 20, y en particular la reciente toma de tierras de un predio lindero, en un conflicto que todavía no se ha resuelto. ¿Qué podes decirnos respecto de la (in)acción del gobierno de la ciudad en la ocupación del Indoamericano en aquel entonces, y cuál es la situación actual en ese barrio? Incluso es importante mencionar que a nivel judicial hay una exigencia para que el gobierno de la Ciudad avance en la urbanización de la villa 20. Ahí hay varias cosas. El punto clave es qué son los inquilinos. Los inquilinos no pueden acceder a ninguna vivienda, viven en condiciones de hacinamiento, expulsados, a veces quienes 28
les alquilan incluso no aceptan a los chicos. Con lo cual si no se interviene en otorgar vivienda, esta situación de la villa 20 se va a repetir en todos lados donde haya un pedacito de tierra. La gente no tiene nada que perder ocupando, porque tiene a lo mejor una chance mínima de recibir una vivienda y con eso se juega las condiciones de vida. La segunda cuestión es que incluso yo encontré mucha gente en la toma de la 20 que había participado del Indoamericano, con lo cual un elemento muy interesante para tener en cuenta es la desconfianza de la gente. Muchos sufrieron la situación del Indoamericano, les prometieron una solución, salieron con una promesa y esa promesa no se cumplió; por eso es la terquedad de los que ocupan ahora al lado de la villa 20, porque no creen, no creen que si se van después vayan a darles las viviendas, entonces están dispuestos hasta a sacrificarse y que el saneamiento se haga con ellos viviendo ahí. Entonces también hay que pensar que esto es consecuencia del no cumplimiento de las promesas del Indoamericano, y también hay que tener en cuenta que lo que sucede en la villa 20 va a suceder en todos lados, de hecho sucedió hace muy poco en 29
la villa 31, paso en la villa 1-11-14. Todas las villas grandes se expanden porque los inqulinos no tienen como acceder a la vivienda. Mencionaste algo que es central para entender la metamorfosis de las villas: es el proceso de crecimiento de los alquileres, una dinámica al interior de las villas que implica ya no el crecimiento horizontal sino vertical, hacia arriba. ¿Como ves esta transformación, en donde muchos habitantes, familias enteras contadas por miles hoy son inquilinas dentro de las propias villas? En los orígenes, las villas surgen porque la gente ocupaba un terreno vacante, por lo general degradado, basurales, abandonado. La gente urbanizó lo que era un terreno abandonado y ocupó; y cuando venía alguien, por mucha solidaridad le hacían un lugar, o venia un pariente, o alguna persona que a veces caía, así, sin nada, a la ciudad. Como ya no hay más terreno para ocupar, comienza la verticalización y la construcción de piezas para alquilar. Ya después era el alquiler la puerta de entrada a la villa, alquilaban, luego de un tiempo ahorraban plata y compraban una casa en la villa. Esto ya no es posible, con lo cual la mitad de la gente que vive en la villa vive en mayor condición de precariedad, inestabilidad, e insalubridad por ser inquilino, que supone gastar la mitad de sus ingresos en alquilar una pieza con baño compartido entre varias familias. Por eso digo, la política es perversa porque con maquillaje urbano no se resuelve la condición de vida, la condición de hacinamiento, los chicos no tienen ni una mesa donde estudiar, no hay ventilación, uno ve un montón de familias que tienen un espacio para la cama, para un cochecito, una garrafa y un banquito. ¿En qué lugar estudian los chicos? Con lo cual el tema de los inquilinos es un tema urgente para ser tratado, y es toda gente que necesita vivienda. No hay otra forma que acceso a la vivienda. 30
Hay también allí quizás una ruptura de lo que es la identidad propiamente villera o barrial, en la medida que aparece la posibilidad del flujo migratorio inter-villas por parte de vecinos y vecinas que ya no tienen un arraigo fuerte en un mismo barrio, sino que se ven obligados a alquilar y a transitar por diferentes villas. ¿Cómo juega esta política de proliferación de los alquileres en vulnerar o desmembrar un poco más lo que era la identidad fuerte del villero o la villera en un territorio específico? El inquilino quiere arraigarse en un lugar, tener un espacio propio, seguro, no seguir pagando tanto dinero en alquiler, aunque sea una cosa muy modesta, pero permanecer en el lugar. Y muchas veces la situación de ir rotando de lugar en lugar no les permite el arraigo, e incluso muchos de ellos no tienen acceso a los planes sociales, porque a veces cuando se los censa, el propietario como no hay ninguna cosa declarada tiene miedo de que se sepa que alquila, porque no hay un debate sobre eso. Entonces no acceden a planes sociales, están de acá para allá, y ellos quieren tener un lugar donde arraigarse, donde dejar de cambiar de pieza en pieza, y no pueden, porque no hay una política de urbanización. En una política de urbanización, a los que son “propietarios” se les puede mejorar la vivienda, y a los inquilinos, construir una vivienda nueva. Otro fenómeno que también complejiza aun más el panorama en el caso de las villas y los asentamientos es el tema del narcotráfico, que si bien es diferente en Rosario, la ciudad de Buenos Aires o el conurbano, tiene algunos puntos en común. ¿Cómo ves esta conflictividad al interior de los propios barrios y las villas? Sobre todo teniendo en cuenta el accionar del Estado, más en términos represivos con la presencia de la Gendarmería, de la Prefectura, de la Policía Federal e incluso el involucramiento del Ejército en casos como La Carbonilla y el Municipio de Quilmes. 31
Es un tema interesante y muy complejo. Yo creo que no se puede negar la presencia del narcotráfico en las villas, pero claramente está muy asociada a la presencia policial. Por eso la Gendarmería y la Prefectura a veces son bien recibidas, porque implica otros actores distintos a los que son parte del problema. A mi me parece que hay que partir de políticas mucho mas creativas, y pensar como una perspectiva de derechos humanos te puede dar seguridad y no la sola represión. Empezar por que los habitantes tienen que ser reconocidos como sujetos de derecho de seguridad, porque siempre están vistos como los victimarios, y en realidad son víctimas. Porque muchos de ellos todos los días cuentan que son asaltados cuando van a trabajar, o son amenazados, entonces hay que partir del reconocimiento que ellos tienen derecho a la seguridad, y ver cómo se garantiza ese derecho, no la policía para controlarlos. Porque en muchos casos a mi me parece muy nefasta la mirada de que la Prefectura es para rodear los barrios y que no contaminen o no salgan al resto de la ciudad. Lo que hay que pensar es al revés, qué herramientas de seguridad hay que brindar para la gente que vive en los barrios. Eso es lo que está faltando, y está
claro que también está asociado a una reforma policial, porque todo el mundo sabe que la policía es parte del problema, no de la solución. Entonces hay que encarar una cosa institucional de la policía, pero también pensar qué mecanismos hay para garantizar que la gente tenga el mismo derecho a la seguridad. Porque si un vecino de clase media va a denunciar un robo, sale en televisión; en cambio, cuando un villero va a denunciar un robo le dicen “pero vos vivís en una villa, jorobate”, no son considerados como sujetos de derecho de la seguridad. Y ese es el punto en el que hay que comenzar, a través de los mecanismos más idóneos para eso. Yo no soy especialista en el tema, pero esto no lo veo en ninguna política. Apareció tímidamente en una policía de proximidad, una experiencia piloto que se levantó rápidamente en la 31, que no pude ver realmente los resultados. Pero algún tipo de política distinta hay que experimentar, pero reconociéndolos como sujetos de derecho. Existe también por parte de los medios masivos de comunicación una estigmatización, una asociación de “villa igual delincuencia”, “villa igual narcotráfico”. ¿Cómo ves el papel de los grandes medios en la segregación, en este reforzamiento de la estigmatización, de asociar la cultura y la identidad villera a la “inseguridad” y al delito? ¿Cómo interpretas ese entramado que termina siendo un círculo vicioso que revictimiza y estigmatiza aún más a aquellos que ya padecen esta vulneración de sus derechos por ser villeros/as? Yo lo veo como de las peores cosas que están pasando en la actualidad. A veces hay una mirada superficial que intenta acercarse, pero como queda en superficialidad no aporta nada. Hay una mirada de ponerlos como exóticos, como los raros de la ciudad, y después siempre como los victimarios. No se habla en los mismos términos cuando se habla de los narcos que se encuentran en barrios cerrados, sobre todo la zona norte, Tigre, San Isidro, Pilar, no se cuestiona a esos barrios como un núcleo
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de los narcotraficantes. Sin embargo, cuando hay un operativo, permanentemente se supone que esos barrios son lugares de narcotráfico. Acá lo que hay que ver es al narcotráfico como un proceso más complejo, incluso internacional, con un montón de actores, y se corta por el hilo más débil, en los lugares que hay en las villas, que los hay, pero los que lo organizan no están en las villas. Entonces me parece que acá hay un doble estándar de estigmatizar y asociar a las villas con el narcotráfico, y en realidad hay actores mucho más grandes, hay una cadena mucho más compleja y que no está en las villas. Eso es lo que denuncian y remarcan los curas villeros: los que organizan el narcotráfico no están en las villas. En este proceso migratorio en donde ya la movilidad no tiene que ver solo con las provincias del resto del país, sino con países limítrofes, sabemos que en los últimos quince años mucha de la población de las villas proviene de la comunidad boliviana, la peruana y paraguaya, entre otras. ¿Cómo ves este enriquecimiento y resignificación de la cultura popular de las villas en tus vivencias y en los testimonios que fuiste registrando en todos estos años? ¿En qué medida muta y se recrea la identidad villera a partir de estas comunidades migrantes de los países limítrofes de nuestra América? Una primera cosa es que también están estigmatizados los migrantes, y se invisibiliza su aporte a la economía urbana. El migrante en general es el que está desesperado por conseguir trabajo, si uno ve la tasa de empleo de las villas es mucho más alta del promedio de la Ciudad. Con lo cual la gente migrante inmediatamente necesita trabajo, y trabaja, e incluso hacen tareas que no quieren hacer los argentinos, como limpiar las casas, construir edificios en altura y demás. Actualmente es más fuerte la migración paraguaya, producto de una transformación muy fuerte de expulsión del campo en Paraguay por el profundo proyecto de sojización, hay menos migración boliviana, y la peruana es más con cuentagotas, pero es una novedad de los 34
90, porque la paraguaya y la boliviana en los 60 y 70 ya tenía cierta presencia. Lo que uno ve es una especie de sincretismo donde, por ejemplo, comparten festividades religiosas: si uno va al festejo de la virgen de Copacabana en la Villa 31 también participan paraguayos, argentinos, peruanos; lo mismo la virgen de Cacupé. Digamos, participan de las fiestas de cada una de las comunidades. Comparten también cuando son delegados de distintas manzanas, conforman una organización barrial, y si bien tienen a veces un discurso de mucha queja entre ellos sobre particularidades de cada comunidad, en la práctica tienen un trabajo mucho más conjunto. Acá hay una diferencia que hay que marcar y resaltar, que la clase media en la ciudad en su conjunto es muy discriminadora, lo que pasa que no se asume como tal porque siempre empieza con la frase “yo no discrimino pero... los bolivianos, los paraguayos” entonces creo que hay que revisar nuestra mirada de que no discriminamos pero..., poner el acento en el “pero” y no en la frase “no discriminamos”. En el barrio, se habla más de las críticas a otras colectividades, pero en la práctica trabajan juntos. Pensando en el eje levantado por la Corriente Villera Independiente en la Carpa, de la urbanización con radicación, vos mencionabas al comienzo la necesidad de analizar de manera más compleja y amplia, con todas sus aristas problemáticas, al proceso de urbanización, ¿Cómo podemos concebir una urbanización participativa, que involucre como protagonistas a los vecinos y vecinas de las distintas villas?
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talleres y comercios deben ser incluidos como un derecho en la urbanización. Muchas veces se urbanizan barrios y se les niega que pongan kioskos, y cualquier espacio de la ciudad tiene kioskos, ¿Por qué no los va a tener una villa urbanizada.
Es un principio básico: no puede haber urbanización sin participación. Una participación real de la gente, porque cada barrio también tiene derecho a diseñar cómo quiere que sea su barrio, en que condiciones se da, cuáles son las prioridades de quienes tienen que acceder a una vivienda nueva, aquellos que están en peores condiciones. Cada caso es único, y lo que si no se puede negar es que tiene que hacerse una mirada integral, que incluya tanto a la vivienda, como al espacio público, como al transporte, la salud, la educación, acceso a la cultura. En Capital hay más acceso al trabajo, pero si fuese en la periferia, tiene que incluir formas de trabajo. Por ejemplo, si es población cartonera, pensar si tienen un espacio para el acopio, el reciclado, si tiene lugar para caballos, para huerta, Hay otra cosa que es central, muy negada desde la visión de los urbanistas, y es que en muchos casos coinciden el espacio residencial y el espacio laboral: la gente tiene pequeños talleres, se fabrican cosas en las casas. Entonces, cuando se diseña el plan de urbanización, tiene que incluirse siempre también el proceso productivo, que sea acorde a lo residencial, no puede ser una industria contaminante, pero todos los pequeños 36
Entonces acá hay muchas cosas a tener en cuenta pero sobre todo una mirada integral, y sobre todo la participación de la gente, que muchas veces tienen más claro que los técnicos qué tipo de barrio quieren, la solución o cuáles son las etapas y las prioridades. No se puede poner el acento sólo en la vivienda, o sólo en el espacio público, o en las fachadas, como pasa ahora, sin saber qué pasa adentro de las casas, si tienen acceso al agua, si el agua es potable, qué pasa con las cloacas, cuántos ambientes tiene la gente. Es un proceso muy complejo, que requiere la participación de la gente, y cuanto más participación está claro que mejor es el proyecto. Tiene que haber continuidad en ese proceso, las rupturas generan desconfianza, y eso es lo que muchas veces pasa también. A modo de cierre queríamos preguntarte por la instalación fuertemente mediática de la Carpa Villera. Resulta extraño el tratamiento que ha tenido la exigencia de urbanización con radicación en los grandes medios, algo que por lo general es invisibilizado o desvirtuado. ¿Por qué te parece que se ha instalado con tanta fuerza, en este caso a partir de la Carpa en el Obelisco, y ha sido asumido como un discurso en la agenda pública por parte incluso de los grandes medios de comunicación? Hay dos cosas que me parecen muy importantes de la Carpa villera: uno, contestar el discurso del macrismo que dice que están trabajando en las villas, que las están urbanizando, que las están poniendo lindas. Acá hay una respuesta de que esto es mentira, y me parece fundamental. Y la segunda cosa es que hay muchos barrios juntos: la política del macrismo es tratar caso por caso, y por lo tanto también dividir. Entonces, 37
una mirada de conjunto, la idea de que hay una problemática común a todas las villas, es central. El primer punto también es desmentir que estamos haciendo una “experiencia Medellín”, que incluso hay que discutirla bastante. Yo estuve en Medellín, recorrí y la verdad es que no es un modelo a tomar de urbanización de asentamientos, sobre todo porque en Medellín no se urbanizan los asentamientos. Ahora están armando un proyecto de tranvía, (además del metrobus, metrocable y demás) que sale millones y millones de dólares, y la gente dice: “yo prefiero que hagan las bases de las casas, porque están en una zona de riesgo de derrumbe”. Pero no hacen las bases de las casas, y hacen un tranvía de alta tecnología que se ve en una foto, que no le cambia tanto la vida a la gente. El modelo Medellín es bastante falaz. Yo primero desconfío de todos estos modelos, en realidad son operaciones de marketing urbano donde a veces consultores también venden su trabajo en otros lados, eso hay que plantearlo en esos términos. Entre Medellin y la Ciudad de Buenos Aires hay en realidad distancias muy grandes: Medellín tiene como un 70% de asentamientos informales, con lo cual como ciudad en sí misma no es un modelo, porque uno ve un gran asentamiento con un pequeño centro administrativo e histórico. En lo que sí tuvo una política interesante es respecto al transporte, porque producto de la topografía muy pronunciada en cuanto a pendientes, era bastante difícil el traslado de un lugar a otro. Hubo ciertas mejoras en el transporte entonces, pero también bastante puntuales. Uno recorre los barrios, y no cambian las viviendas, no cambian las condiciones de vida, algunos acceden a ciertos puntos, pero para comunicarse dentro de los barrios, la gente tiene que recurrir a pie, a pequeñas motos, pequeños ómnibus, etc. Medellín lo que pasa es que hizo una operación de marketing urbano: recordemos que estuvo hasta hace poco la mini serie de Pablo Escobar; Medellin necesitaba cambiar la imagen de ser la capital mundial del narcotráfico a ser una ciudad modelo, entonces muchas de sus operaciones urbanas tenían 38
que ver con un cambio de imagen. Tienen entonces ese estilo de operaciones no baratas, como el macrismo, sino altamente costosas, pero más puntuales, y sobre todo en el transporte, sin cambiar las condiciones de acceso a la salud, la educación, a la vivienda, al peligro de derrumbe, a las situaciones de violencia. Esto es lo que sobre todo copia el macrismo, el marketing, hacer dos cosas, sacarse 40 fotos, un video, y listo, ¿no? Entonces creo que la Carpa Villera lo que muestra es que hace falta una política coherente, integral y de fondo en las villas, no maquillaje urbano, y segundo, que es una problemática de todas las villas y que hay que trabajar y discutir participativamente, incluso no sólo en cada barrio, sino también una participación del conjunto de villas, como hubo en otro momento, que el Gobierno de la Ciudad discutía con el movimiento villero qué prioridades, qué obras, qué hacer. Tampoco la cuestión fragmentada, muy clientelar, con cooperativas que gastan fortuna en pequeñas obras y lo más importante no se hace. Creo que está visibilizando y desnudando un discurso muy cínico de que la Ciudad de Buenos Aires es como el modelo Medellín de Argentina.
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“Donde el pueblo manda el gobierno obedece”
Instituto de Formación e Investigación Popular "Fals Borda"