Sin título santiago gutierrez 1ba

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Sin título La realidad es que no existe una realidad como te venden en los cuentos de hadas, no existe algo tal. La vida, cada día, se encarga de ser más abrumador, más cruel conmigo. Desde que perdí lo que perdí, el sol no brilla, los pájaros no pían y la gente muere y roba más que antes. Pienso en esa pérdida y mi ojos lloran hasta desangrarse en un océano de palpitares nerviosos que suben hasta colapsar con ese nudo en la garganta, me provoca tanto dolor en el pecho, en la cabeza, siento que la luz por fin se va a apagar, que mi vida al fin concluirá, pero no, todo sigue siendo lo mismo de siempre, sigo siendo la misma idiota que era cuando pasó, la culpable, la única culpable del atroz final para esa magia intermitente que hubiese florecido si no se hubiese ahogado tanto en un intenso sudor de lamentos y culpa, ya me harté de esto, mi vida inundada por los más duros recuerdos, por sueños que luego se transforman en las peores y más crueles pesadillas. Sufro porque sigo viva, el suicidio ya no es una opción, no funciona… Mi respiración se agita, mis ojos supuran dolor, mi pulso quiebra y suspiro… Ya no siento mi alma malherida, la sensación de difunta vuelve con su imagen, todo me hiere, soy vulnerable de mi propio destino porque mi futuro no será otro que el que ya colmo con sollozos. Se me fue el único ser que me daba felicidad, no logro resistir más pero a petición del azar, sigo en pie vomitando dolor y contracturándome cada nervio vivo. Me siento la más ilusa robándole aire a quienes deberían seguir vivos, soy un estorbo para mi realidad… Debí ser yo, no él. Todo sucedió en el mismo tiempo que los moretones iban y las cicatrices venían, ya no se cómo continuar, hoy sería un año de que me dijeran que lo tenía conmigo, y dentro de poco ya sería un sufrido año más desde que mi corazón palpito junto al suyo por última vez… crueldad, miseria, no lo sé, pero injusticia seguro. No pude optar sobre cómo iba a suceder todo, recordar como mi cabeza ardía, mi cuello se quebraba, mi alma se desgarraba y mi cuerpo vivía al compás de las palabras de defunción es el castigo más dañino al que me pudiesen haber condenado… Su sonrisa, su mirada, su aroma emanando juventud, paz y libertad solo se presentarán en mi fúnebre y lúgubre imaginación. Me quebré millones de veces al sentir el calor y al transpirar ese frío secretar, soporté demasiadas palabras de pésame… Solo me gustaría haber sido yo y no él. Santiago Gutierrez 1ro A Bachiller en Arte- Artes Visuales


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