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El camino del autoconocimiento

Por: Frida Anzarut Saad

Supervisado por la Mtra. Beatriz García Margain

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Muchas veces en la vida recibimos una sacudida: algún acontecimiento doloroso que nos hace detenernos y cuestionarnos. Un llamado del alma que nos demanda volver a nuestro interior, nos hace preguntarnos, ¿Quién soy? Y nos pide buscar una respuesta. Así es como se comienza el camino del autoconocimiento. Creemos que solo podemos llenarnos de lo exterior, pero un día descubrimos que también necesitamos llenarnos de nosotros mismos.

Dicha sacudida sucede frecuentemente durante nuestra infancia y aprendemos a vivir de una manera incómoda para adaptarnos a la vida. Por esto, es importante conocer a fondo nuestra historia para entender quiénes somos hoy y comprender qué partes de esa historia nos han marcado. Es importante poder resignificar nuestra historia para transformarla y entonces entrar en el proceso de autoconocimiento; descubrir quiénes somos y entender que venimos a este mundo a ser felices y lograr ir quitando todos los velos de lo que no somos.

Una buena analogía es el llamado a entrar a una casa que ha estado abandonada, tal vez por 30, 40, o incluso más años, aislada del mundo exterior. En el momento que ponemos un pie dentro, nos envuelve una oscuridad amenazadora, por lo que sentimos miedo. Si somos valientes, vamos adentrándonos, poco a poco, acostumbrándonos a la falta de luz, empezando a distinguir contornos de muebles y paredes. Nuestra labor sería simplemente observar, sin juzgar ni rechazar nada de lo que vemos. Conocernos a nosotros mismos se trata de comprendernos y aceptarnos tal como somos. Y sí, hasta cierto punto también observar qué cosas nos gustaría mejorar de nuestro hogar interno. Tal vez haga falta fregar el piso, arreglar algunos muebles y finalmente hacer lo que haga falta para sentirnos en verdad a gusto en nuestro propio hogar.

El autoconocimiento consiste en conocer nuestra sombra y descubrir su luz. Es un proceso incómodo y difícil, ya que muchas veces nos da miedo conectar con nuestro interior. Esto se debe a que ahí se encuentra la sensibilidad, la vulnerabilidad y el descubrir lo que se esconde dentro de nosotros. Por eso, es más fácil intentar desconectarse que explorarlo.

Se trata de observarnos, como un pintor observa su obra, un fotógrafo una escena, o un científico la ciencia. Es necesario observarse para poder comprenderse y quererse, mirarnos sin juicios, sin prejuicios, sin condicionamientos, justificaciones o autoengaños. Requiere contemplar cómo pensamos, cómo sentimos y cómo actuamos para cuestionarlo todo. Notar nuestras reacciones, hábitos de carácter, mentiras que nos creemos, las reacciones de nuestro ego, nuestras tendencias sanas e insanas. Se puede hacer en cualquier lado, rodeados de gente o solos, donde sea.

A lo largo de la vida, vamos desarrollando nuestra personalidad y nuestro ego, que se basan en las experiencias y vivencias que dan lugar a nuestras creencias. Se moldea con base en nuestro alrededor y nuestras creencias, y se convierte en lo que pensamos que somos. Conocerse a uno mismo es ver más allá de nuestro ego, reconocerlo, cuestionarlo y desmontarlo. Es analizar cuáles son los patrones, condicionamientos o modelos que me frenan y cuál es mi ser real. Todo esto, para poder separar al personaje en el que nos hemos convertido y empezar a vernos a nosotros mismos de una forma más consciente. El ego se convierte en la puerta que nos permite empezar el viaje.

El autoconocimiento es la clave de la felicidad, uno de los fundamentos del desarrollo personal y un principio básico para poder regular nuestras emociones, relacionarse con los demás y luchar por nuestros objetivos. Es también clave para el bienestar psicológico, ya que los que se conocen mejor saben lo que quieren en la vida (en lo grande y en lo cotidiano). Asimismo nos permite vivir la vida como experiencias para disfrutar o para aprender de ellas.

Los conocedores nos dicen que técnicas como el mindfulness, el yoga o la meditación son grandes herramientas para lograr conocernos. Estas prácticas nos permiten mejorar nuestra capacidad de atención, aprender a estar en el presente sin juicio a la experiencia y nos permiten conseguir eliminar los estados de oscuridad de la mente y lograr espacios de perspicacia y luz.

Cuando logramos conocernos a nosotros mismos, -y es un trabajo que probablemente nunca termina-, avanzamos hacia una mayor realización, mayor consciencia y disfrute de nuestra vida. Te invito a intentarlo.

El ego [es] la puerta que nos permite empezar el viaje.

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