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8. concLuSión
8. CoNCLUsIÓN
cuando comenzamos la investigación recogida en estas páginas, perseguíamos dos objetivos: identificar el paradero de las piezas halladas en La Bastida y recopilar la información relativa a las excavaciones efectuadas en el yacimiento durante los últimos 140 años, incluyendo también la de cualquier otra actividad que le hubiese afectado. no hay duda de que hemos conseguido mucho más de lo que imaginábamos, mediante una labor a veces detectivesca. Pero, además, unas pesquisas en principio estrictamente empíricas (¿quién, cuándo, dónde y cómo excavó?, ¿dónde están los hallazgos?) nos han ofrecido la oportunidad de repasar la historia de la arqueología en España y, de refilón, algunos episodios de la historia de este país en general.
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de la mano de inchaurrandieta y Siret, asistimos a la etapa en que la arqueología y, en especial, la arqueología prehistórica, comenzaba a articularse como actividad ordenada y rigurosa enfocada al conocimiento del pasado. Es interesante observar que esta labor fundamental no recayó en “gente de letras”, sino en profesionales técnicos, ingenieros en concreto, que aplicaron principios básicos de la documentación y análisis de los fenómenos físicos a conjuntos de objetos por entonces desconocidos. de especial mérito fueron los tempranos trabajos de inchaurrandieta, aunque a falta de una mayor difusión quedaron eclipsados por la obra de los hermanos Siret. La Bastida no fue para ellos un yacimiento de referencia, al estar relativamente alejado de su radio de acción y haber sufrido ya por aquel entonces rebuscas y daños importantes. La historia de estas intervenciones, casi siempre anónimas y en ocasiones devastadoras, resulta insoslayable al referirse a La Bastida, aunque por encima de todas destacan las incluidas en el relato protagonizado por “El corro” y “El Rosao”. Popularizadas por la pluma ágil de Juan cuadrado, las peripecias de
estos dos totaneros en torno a hallazgos y falsificaciones de objetos procedentes de La Bastida han conformado un ejemplo de picaresca con los ingredientes típicos del género: ingeniosos y pillos burladores, gitanos por más señas, burlados ricos e incautos y de nuevo burladores víctimas de su propia audacia. Sin embargo, hemos argumentado que la realidad pudo ser distinta, semejándose más a una floreciente industria del expolio arqueológico y del engaño orquestada por miembros de las clases acomodadas (francisco cayuela), que se beneficiaba de la demanda generada por coleccionistas públicos y privados.
Las excavaciones de Juan cuadrado Ruiz aportaron una notable colección de objetos, pero, por desgracia, muy poca información acerca de su procedencia. Pese a ello, su experiencia pudo ser útil al equipo del Seminario de Historia Primitiva del Hombre que excavó La Bastida entre 1944 y 1950. dirigidas las de 1944 y 1945 tan sólo nominalmente por Julio Martínez Santa-olalla, e inédita la de 1950, han aportado hasta el momento la mayoría de la información publicada sobre el yacimiento. a estos trabajos hemos dedicado una buena parte del presente texto, presentando gran cantidad de documentos inéditos, analizando las circunstancias de su desarrollo, evaluando los resultados y, en ciertos casos, corrigiendo o matizando las informaciones publicadas. dejando de lado las motivaciones políticas y personales que pudieron impulsar las excavaciones del SHPH en Murcia, son de valorar las aplicaciones metodológicas ensayadas durante aquellas campañas, en especial las dos primeras. no se ha destacado lo bastante que, hasta la puesta en marcha de diversos proyectos sobre arqueología prehistórica en el sureste a partir de la década de 1970, las excavaciones del SHPH habían proporcionado el registro más extenso sobre estructuras de habitación argáricas y la trama urbana de los grandes asentamientos en cerro. Por otro lado, hemos constatado también que el rigor metodológico no siempre se tradujo en una secuencia acertada de las ocupaciones prehistóricas en La Bastida lo que, a su vez, condicionó erróneamente ulteriores interpretaciones sobre el origen de la sociedad argárica.
Los objetos hallados a lo largo de más de un siglo de excavaciones y rebuscas emprendieron periplos que han acabado por configurar una auténtica diáspora: Bruselas, gante, Madrid, almería, Murcia, Lorca, cartagena y Mazarrón son los museos públicos que custodian piezas de La Bastida, una lista a la que habría que añadir la casa-museo arrese en corella y un número indeterminado de colecciones privadas. Hemos de congratularnos por haber sido capaces de identificar como procedentes de La Bastida un buen número de piezas
anónimas o mal catalogadas y, también, de contar hoy en día con información segura sobre su paradero. Ello indica lo mucho que resta por descubrir en archivos y museos, y permite comenzar a idear programas de estudios analíticos centrados en conjuntos amplios de piezas. Sin embargo, esa misma diáspora debería servir como enseñanza respecto a los perjuicios que ocasiona la falta de continuidad de las iniciativas arqueológicas y las deficiencias en cuanto al depósito y la vigilancia de los yacimientos y de los objetos descubiertos. La Bastida reúne las condiciones para convertirse en un yacimiento de referencia científico, educativo, museístico y cultural para nuestro pasado. así lo consideraron los miembros del SHPH en los años 40, la diputación de Murcia en los 60 e investigadoras como garcía López en los 80 y 90. compartimos con todas estas personas e instituciones el mismo objetivo, y esperemos que ahora este empeño tenga la continuidad que merece.