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¡Créelo! Copyright © 2012 - Richard M. DeVos • Taller del Éxito Título en inglés: Believe! Traducción: © 2012 Taller del Éxito Inc. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida, por ninguna forma o medio, incluyendo: fotocopiado, grabación o cualquier otro método electrónico o mecánico, sin la autorización previa por escrito del autor o editor, excepto en el caso de breves reseñas utilizadas en críticas literarias y ciertos usos no comerciales dispuestos por la Ley de Derechos de autor. Las citas bíblicas en este libro han sido tomadas de la versión Reina Valera (1960). Se imprime la versión de “Un barco navega rumbo al este”, escrito por Ella Wheeler Wilcox, bajo la autorización de Rand McNally & Company. Este libro es un esfuerzo conjunto. El material introductorio de cada capítulo es de autoría de Charles Paul Conn. El texto de los capítulos fue escrito por Richard M. DeVos. Publicado por: Taller del Éxito, Inc. 1669 N.W. 144 Terrace, Suite 210 Sunrise, Florida 33323 Estados Unidos Editorial dedicada a la difusión de libros y audiolibros de desarrollo personal, crecimiento personal, liderazgo y motivación. Diseño de carátula y diagramación: Diego Cruz

ISBN 10: 1-607380ISBN 13: 978-1-60738-0

Printed in the United States of America Impreso en Estados Unidos

Primera edición

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Este libro estรก dedicado a mi esposa Helen y a nuestros hijos Dick, Dan, Cher y Doug, a quienes amo profundamente

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Contenido Introducción..............................................................................1 Prefacio.......................................................................................9 Capítulo 1................................................................................11 ¡Cree! En el potencial ilimitado............................................13 Capítulo 2................................................................................25 ¡Cree! En nuestra responsabilidad de rendir cuentas......27 Capítulo 3................................................................................39 ¡Cree! En la perspectiva progresista....................................41 Capítulo 4................................................................................53 ¡Cree! En la libre empresa.....................................................55 Capítulo 5................................................................................69 Cree! En la dignidad humana...............................................71 Capítulo 6................................................................................83 ¡Cree! En América...................................................................85 Capítulo 7................................................................................97 ¡Cree! En el poder de la persistencia...................................99 Capítulo 8............................................................................. 109 ¡Cree! En Dios y en Su Iglesia............................................ 111 Capítulo 9............................................................................. 125 ¡Cree! En la familia............................................................... 127 vii

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Introducción Richard M. DeVos representa al prototipo moderno del patriota americano. Es empresario en Michigan y Presidente de la Corporación Amway. Es un hombre enérgico y un gran promotor del estilo de vida americano a través de su carrera. Sin embargo, la reputación de patriota de DeVos se remonta a mucho tiempo antes de su participación en actividades políticas. Durante dos décadas ha sido quien lleva la batuta en América, ha pronunciado cientos de discursos ante audiencias en clubes sociales, grupos de comerciantes y en universidades y colegios de toda clase. El tema de su disertación es siempre el mismo: “Estados Unidos de América es un gran país para vivir. No es la tierra perfecta pero es la mejor que hay; y es nuestra, de modo que debemos sentirnos muy orgullosos de ella y motivados a poner de nuestra parte para hacer que sea mejor”. Aunque ese mensaje en sí mismo no es inusual, DeVos lo transmite con intensidad excepcional. Sin importar si está dirigiéndose a ejecutivos corporativos o a Boy Scouts, reconoce de forma instintiva a su audiencia; logra identificarse con lo que su auditorio piensa y con las emociones que experimenta. Convence a su público, lo hace vibrar, así como también consigue que se sienta sosegado; asimismo conoce la forma de animar a otros —en 1

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pocas palabras, sabe comunicarse con sus oyentes y con frecuencia, para citar las palabras de Green Bay Gazette: “Logra ir de ovación en ovación”. El congresista de Michigan, Guy Vander Jagt, Miembro de la Casa de Representantes por el Distrito de Grand Rapids, quien es admirador del estilo de DeVos, recientemente introdujo en el Registro del Congreso un texto de un discurso de DeVos que fue galardonado —el cual lleva por título “‘Vendiendo’ a América”— en el que se comentaba: “Rich DeVos es verdaderamente uno de los mejores ‘vendedores’ de América. Algo mucho más apasionante que el éxito de su negocio es su dedicación a los principios que han hecho de ésta una gran nación, así como sus esfuerzos llenos de entusiasmo por ‘vender’ a América. DeVos no ve a este país a través de lentes color rosado, ignorando sus deficiencias y dificultades. Más bien se concentra en nuestras virtudes y hace énfasis en aquellas cualidades que hacen de América el mejor lugar del mundo”. El éxito en los negocios al que se refiere Vander Jagt es el de la Corporación Amway, la cual produce y comercializa productos para el hogar desde su sede en Ada, Michigan. DeVos y Jay Van Andel, amigos y socios desde la secundaria, empezaron la empresa desde los sótanos de sus casas en 1959 hasta convertirla en una compañía internacional con más de un millón de distribuidores independientes que comercializan cada año en todo el mundo sus productos por un valor de USD $1.4 billones de dólares. Ambos socios aún son dueños de Amway y dirigen la organización como presidentes sobre una base de igualdad; la compañía es la plataforma sobre la cual los dos promueven sus posiciones políticas y programas civiles. (Van Andel recientemente completó un periodo como Presidente Nacional de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.) 2

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El crecimiento de Amway, desde sus orígenes modestos hasta su tamaño y vitalidad actuales, ha hecho que la historia de DeVos y Van Andel se haya convertido en algo parecido a una leyenda en los círculos empresariales, lo cual les ha dado a juntos un lugar muy destacado en la arena pública. En años anteriores, Amway adquirió a Mutual Broadcasting System, las estaciones de radio más grandes de Nueva York y de Chicago, así como también varios hoteles en los Estados Unidos y el Caribe. DeVos y Van Andel han sido objeto en una larga lista de artículos en diferentes publicaciones desde Reader´s Digest, que los llamó “los sorprendentes gemelos holandeses”, hasta la radical revista Mother Jones, la cual los apodó “los padrinos del nuevo Derecho”. Estos hombres son en sí mismos la mejor evidencia de que el sistema americano todavía les permite a sus ciudadanos la oportunidad de trasladarse desde la oscuridad hacia la élite poderosa de una generación singular. Nació en 1926, en un hogar cuyo padre fue agente de ventas. DeVos creció en la comunidad holandesa americana de Grand Rapids. Fue hijo de “La Depresión” y perteneció a la típica familia en la que todos tenían que trabajar para aportar al hogar. “Vendía periódicos en las calles, trabajaba en las gasolineras y en ese tipo de oficios. Pero eso no representaba ningún problema. Todo el mundo lo hacía. Nosotros éramos pobres pero ciertamente no nos sentíamos mal por ello. No lo fuimos más que el resto de la gente de esa época”. El padre DeVos transmitió a su único hijo un optimismo a prueba de fuego respecto a la vida en general y particularmente, en cuanto al mundo de los negocios. “Siempre era positivo, siempre optimista”, recuerda DeVos, “y constantemente deseaba participar por sí mismo en el mundo de los negocios. Se mantenía diciéndome, 3

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‘Debes incursionar en los negocios por ti mismo’. Así que para el tiempo que regresé de prestar mi servicio militar, nunca hablamos del tema de ir y conseguir un trabajo. No recuerdo haber pensado jamás en buscar empleo o considerado que debía ir y trabajar para otra persona. Fui muy afortunado de tener un socio sensacional y un gran amigo en la secundaria. Lo único que nos preocupaba era conseguir algún tipo de negocio y encontrar aquello en lo que queríamos estar, de modo que avanzamos en esa dirección con confianza positiva en nuestras habilidades para alcanzar metas maravillosas. Mi padre decía, ‘Tienes que hacer cosas mejores de las que yo he hecho. Debes avanzar mucho más. Tienes que ser mejor para que puedas ir más lejos y lograr mucho más de lo que yo he logrado’”. Al terminar su secundaria, DeVos fue directamente a servir en la Fuerza Aérea. De allí pasó a formar una sociedad con Van Andel, hecho que eventualmente condujo a la formación de Amway en 1959. Sin embargo, a pesar que su suerte ha cambiado mucho desde aquellos años, el enfoque patriótico de DeVos ha permanecido totalmente incambiable. Aunque su negocio era pequeño y desconocido, DeVos dedicó mucho de su tiempo a dar discursos que hablaban sobre las bendiciones que se tienen por el hecho de ser americano. En ese tiempo, como ahora, él continúa abogando por los beneficios del sistema de la libre empresa y del emprendimiento empresarial que puede realizar cada persona, como asuntos que van ligados inseparablemente el uno del otro. Y al igual que sucede con cualquier presidente de una corporación multimillonaria, el tiempo de DeVos es su recurso más valioso, no obstante él lo dedica de forma generosa para promocionar el sistema de vida americano. DeVos dijo hace poco ante un auditorio reunido en una convención: “Creo que siempre tendré el corazón de 4

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un hombre que tiene un negocio pequeño, quien por supuesto, tiene que actuar como empresario, como creador, como el hombre que debe estar dispuesto a darse la oportunidad de hacer algo diferente y mejor, de forma más económica y más rápida. Este país alcanzó su grandeza a través de pequeños comerciantes, hombres y mujeres, y a mí me interesa que conservemos el mismo clima que lo hizo posible para mí y para millones de otras personas, para que tengan la oportunidad de comenzar su propio negocio y hacerlo prosperar… me siento muy orgulloso de ser parte de este sistema… de este país, y estoy preparado para presentar una defensa de todo esto en cualquier foro y en cualquier momento”. El “foro” de DeVos no es siempre el estrado del orador. En 1975, él expresó su punto de vista en un libro que fue titulado de forma sencilla como Believe! (¡Créelo!). El libro vendió cientos de miles de copias y se convirtió en Best Seller en 10 de los mejores periódicos como Chicago Tribune, Long Island Daily News y la revista comercial sobre publicaciones Bookstore Journal. Un comentador lo definió como “un clásico inspirador” y el libro continúa vendiéndose a buen ritmo diez años después de su lanzamiento. Y basándose en el libro y utilizando el mismo nombre, en 1981, DeVos fue objeto de una película de gran formato. Producida por Gospel Films, Inc., la cinta documental presenta a DeVos como vocero de los principios de Dios, como conciudadano de América y como amigo. Y al igual de lo que ocurrió con el libro, DeVos se rehusó a aceptar remuneración por su trabajo en la película. “Este no es un filme sobre mi vida”, dice DeVos en la película. “Mi vida no es más importante que la vida de cada uno de ustedes. Ésta es más bien una película sobre algunas de mis creencias. Espero que usted le encuentre algún valor”. 5

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De acuerdo a lo declarado por los representantes de Gospel Films, la película se exhibe sin costo alguno ante auditorios de escuelas secundarias y preparatorias por todo el territorio de Norteamérica dejando gran impacto en estas instituciones, así como en otros eventos de servicio público donde también se muestra. Quienes conocen a DeVos bastante bien saben que su patriotismo es más que simple retórica, saben que su devoción patriota nace desde lo más profundo de su ser, mucho más allá de los pronunciamientos públicos. Uno de sus amigos recuerda haber compartido con él, junto con un grupo reducido de otras personas cercanas, una pequeña cena conmemorativa en un pueblo pequeño de Dinamarca en una noche de 4 de julio. En aquella ocasión DeVos habló de forma tan espontánea sobre el país que amaba, y lo hizo tan elocuentemente, que parecía que estuviera hablando ante una audiencia de más de 8.000 personas y no ante ocho. La ocasión terminó con una declaración sentida de “Dios bendiga a América” de entre todos los asistentes. Todo esto hace parte de la personalidad de DeVos. Para él el 4 de julio es más que un día en el que tan sólo se celebra con juegos pirotécnicos. Su patriotismo es un asunto del corazón. Noel Black, ejecutivo de Amway, quien ingresó a la compañía en 1970, rememora su primer contacto directo con DeVos: “Lo recuerdo muy bien, fue durante mi primer año en la compañía. Cierta noche yo estaba parado al lado del ala del avión alistándome para abordarlo cuando DeVos me dijo, ‘Noel, ningún negocio prosperará a menos que tenga una misión más allá de sí mismo. Uno puede simplemente fabricar “artículos” de cualquier clase y esperar que ese hecho en sí sea gratificante. Pero debe haber una causa; y la causa que nosotros tenemos en nuestro negocio es la conservación de la libre empresa y de la libertad individual. Éstas dos cosas son inseparables. La libre empresa no existe

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sin personas que disfruten de libertad. Ésa es la causa que necesitamos hacer que continúe funcionando’”. Charles Paul Conn Reimpreso de Saturday Evening Post Julio/Agosto de 1982

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Prefacio

Este libro no pretende contar la historia de mi vida, más bien constituye una declaración de las cosas que creo. Si fuese una biografía, habría tenido que hablar acerca de mis debilidades y desaciertos. Por lo tanto, estoy agradecido con mis amigos cercanos por manifestar su afecto hacia mí a pesar que me conocen bien; y estoy agradecido con Dios, quien me ama a pesar de mis debilidades y quien nos utiliza a todos a pesar de nosotros mismos. Estoy agradecido con Él por todo lo que soy y tengo, y por ayudarme a reconocer que Él puede utilizar a alguien como yo para hacer que todo esto suceda. Richard M. DeVos

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Capítulo 1

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n casi cada conversación que se tenga con Rich DeVos, la frase que uno más escucha es la expresión de tres palabras “Jay y yo”.

La persona cuyo nombre surge con frecuencia en las conversaciones con DeVos es Jay Van Andel, su socio comercial y el hombre con el cual su vida está inseparablemente entretejida. Juntos hicieron realidad la Corporación Amway y entre los dos dirigen sus grandes operaciones comerciales. Pero su relación es mucho más que un vínculo meramente profesional. Ambos tienen antecedentes holandeses, hay entre ellos una escasa diferencia de dos años en edad y ambos nacieron y crecieron en Grand Rapids. Se conocieron cuando asistían a una escuela secundaria cristiana en esa ciudad. La historia fue desenvolviéndose de la siguiente manera: Van Andel tenía un automóvil y el joven DeVos, quien no tenía medio de transporte, concordó con él en pagarle 0.25 centavos a la semana por su servicio de transporte de ida y vuelta a la escuela. Fue así como ambos descubrieron que tenían en común muchos inte11

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reses, particularmente el hecho de su deseo mutuo por conseguir un negocio independiente. Y así sucedió; después que ambos pasaron dos años en el servicio militar, empezaron a llevar a cabo su sueño como socios. La combinación funcionó como un hechizo. Los dos socios compartieron las responsabilidades y el estatus de presidentes de la corporación, siendo DeVos quien recibía el título de Presidente mientras que Van Andel figuraba como el Presidente de la Junta Directiva. Ambos comparten las decisiones sobre políticas corporativas en todos los niveles y es común escuchar que la gente de Amway se maravilla al ver que las diferentes habilidades y fortalezas de estos dos hombres se complementan unas con otras. La admiración que DeVos tiene por su socio sale a relucir constantemente tanto en sus discursos como en sus conversaciones casuales. “Creo que Jay es uno de los hombres más inteligentes que conozco”, dice. “Cuando estábamos en la secundaria era uno de esos estudiantes que lograba obtener las mejores notas sin siquiera abrir un libro. Tiene una mente fantástica que logra almacenar y procesar información como lo hace una computadora. Él puede enterarse de un problema, dimensionarlo, analizar sus puntos a favor y en contra y establecer los hechos desde su punto de vista. Él realmente es sorprendente”. En la recepción del edificio de su sede corporativa principal, hay unas estatuas en bronce tanto de DeVos como de Van Andel, las cuales fueron dadas como regalo a ellos por la Asociación de Distribuidores de Amway. Es interesante el hecho de que las dos estatuas, aunque están separadas, forman una sola pieza de escultura singular, comparten la misma base, aunque son distintas la una de la otra. Tanto en la escultura, como en la vida misma, ambos hombres están inseparablemente vinculados el uno al otro. No podría ser de otra manera. 12

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¡Cree! En el potencial ilimitado Las personas cuyo desempeño es siempre bajo por lo general no intentan conseguir ninguna meta. Y por eso nunca logran nada. Pero la vida no debe ser de esa manera. Yo considero que una de las fuerzas más poderosas del mundo es la del hombre que cree en sí mismo, que se atreve a apuntar hacia lo alto y que va con convicción por las cosas que desea de la vida. “Yo puedo”. Esa es una frase muy poderosa: “Yo puedo”. Es sorprendente saber que la gente puede utilizar esa frase de forma realista. Para una inmensa mayoría de personas, esa frase es totalmente verídica. Realmente funciona. La gente obtiene lo que cree que puede conseguir. A diferencia de las pocas personas en el mundo que se encuentran en un estado de engaño psicótico, la brecha entre lo que un hombre considera que puede obtener y lo que en realidad es posible para él, es muy, muy pequeña. Pero primero debe poder creer que en realidad puede. Establezcamos un asunto: mi intensión no es pretender que soy un experto en el tema de la motivación. Yo no tengo más conocimiento sobre este aspecto que el común de la gente. Puesto que Amway ha crecido tan rápidamente, y debido a que su éxito ha dependido de más de 200 mil distribuidores independientes, con frecuencia me preguntan acerca de mis nociones sobre motivación, como por ejemplo, “¿Qué hace que algunas personas alcancen el éxito mientras que otras fracasen?” O me preguntan por mis “secretos” sobre la motivación, como si 13

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yo estuviera en posición de dar algún trozo de sabiduría profunda sobre porqué un hombre logra establecer nuevos records de ventas mientras que otro se rezaga y renuncia. Odio tener que decepcionar a esas personas, pero el asunto es que yo no cuento con ningún truco o palabra mágica que haga que la gente logre alcanzar el éxito. Y aunque no poseo ningún conocimiento especial sobre técnicas de motivación, tengo la firme convicción de que a casi todo individuo le es posible lograr la realización de cualquier meta que se sienta capaz de realizar. La meta en sí misma realmente no logra ninguna diferencia. Cuando yo era joven, tenía la ambición de tener un negocio propio y lograr el éxito en ello. Esa era mi “meta”, en la plena definición de esa palabra. Mi interés particular no era graduarme de la universidad, ni viajar por todo el mundo, ni convertirme en el mejor golfista de la PGA, ni ser el hombre más destacado de la legislatura de Michigan. No hay nada de malo con ninguna de estas cosas —todas ellas son metas legítimas— pero ninguna de éstas me llamaban la atención en ese momento. Mi meta era lograr el éxito en mi propio negocio y yo tenía la plena convicción de poder conseguirlo. Y por supuesto, no hay manera de saberlo con certeza, pero yo creo que el resultado hubiera sido el mismo sin importar la meta que hubiera escogido. El asunto es que no existen aspectos de la vida que no sean inmunes a la combinación de la fe y el esfuerzo. La filosofía personal del “yo puedo”, no aplica solamente a los negocios, sino también a la Política, la Educación, el trabajo en una iglesia, el Atletismo, las Artes o cualquier otro campo imaginable. “Yo puedo” aplica a todas las áreas de la vida. Puede convertirse en el factor común más grande en logros diversos como obtener un Doctorado, ganar un 14

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millón de dólares, llegar a ser un General de cinco estrellas o convertirse en el ganador en las competencias de Churchill Downs. Cuando miro en retrospectiva mis cuarenta y tantos años de vida, parece que más que cualquier otra lección particular, mis experiencias han conspirado para enseñarme el valor de la determinación y del esfuerzo lleno de convicción. Durante la mayor parte de mi vida he estado asociado con Jay Van Andel. Comenzamos juntos la Corporación Amway en 1959, pero mucho antes de eso —desde que éramos adolescentes en la secundaria— estábamos compartiendo experiencias que nos enseñaron contundentemente el poder que envuelve el hecho de decir “Yo puedo”. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial Jay y yo regresamos a casa convencidos de que el negocio de la aviación era el negocio del futuro. Veíamos modelos de aviones en muchos garajes y millones de personas aprendiendo a volar, ese tipo de cosas. De modo que quisimos incursionar en el tema de la aviación. Apenas teníamos unos cuantos cientos de dólares pero compramos un pequeño avión Piper Cub y nos alistamos para abrir una escuela de aviación. Sin embargo teníamos un pequeño problema: ¡ninguno de nosotros sabía cómo volar un avión! A pesar de la situación, no dejamos que eso nos detuviera. Simplemente contratamos pilotos experimentados para que dieran las clases de pilotaje, mientras que nosotros nos manteníamos ocupados vendiendo las clases al público. El asunto es que nosotros habíamos decidido operar un servicio aeronáutico y estábamos resueltos a no dejar que nada nos robara nuestro entusiasmo —ni siquiera ese detalle pequeño de no saber cómo volar un 15

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avión. Pero encontramos otro obstáculo —cuando logramos que nuestros clientes firmaran y ya habíamos contratado a los instructores, descubrimos que las pistas de despegue del pequeño aeropuerto no estaban todavía listas. No había nada más que unas grandes vetas de barro. Entonces improvisamos. Justo al lado de la pista del aeropuerto corría un río, de modo que compramos unos flotadores para nuestro Piper Cub y empezamos a despegar y a aterriza en el agua mediante estos dispositivos. (¡Eventualmente tuvimos dos estudiantes que se graduaron del curso y que nunca aterrizaron un avión en tierra seca!) También se suponía que debíamos instalar nuestras oficinas al lado del aeropuerto, pero se llegó el momento en el que tuvimos que abrir y nuestras oficinas todavía no estaban construidas. Fue necesario hacer algo al respecto. Compramos el gallinero de un granjero que vivía a lo largo del camino, lo transportamos hasta la pista de aterrizaje, lo lavamos, lo pintamos, pusimos un candado en la puerta y colocamos un letrero grande sobre él que leía: SERVICIOS AÉREOS WOLVERINE. Nos habíamos propuesto participar en el negocio de la aviación y estábamos en él. El fin de la historia es que construimos un negocio próspero, compramos una docena de aviones y con el tiempo llegamos a tener uno de los servicios de aviación más grandes de la ciudad. Pero todo ello fue posible únicamente porque desde el mismísimo principio creímos en nosotros mismos. Sentíamos en nuestra médula que podíamos hacerlo y lo hicimos a pesar de los impedimentos iniciales que tuvimos que enfrentar. Si hubiéramos emprendido el proyecto sin entusiasmo, sin creer demasiado en él, siempre buscando excusas para desfallecer y 16

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