CHESTERTON REVISTA DE INTERCAMBIO DEL CLUB DE AMIGOS DE INTERECONOMÍA
PRIMAVERA 2015 y NÚMERO 01
Precio: 5 euros
y además... Las matanzas de CRISTIANOS en Irak El sufrimiento de los que tratan de escapar del terror del Estado Islámico
GUILLERMO o s e i v A el t r en el IES
Santiago Carrillo Aventuras de un “anarquista” inglés en la Educación Secundaria Obligatoria española págs. 8 a 12
págs. 16 a 18
Entrevista con ESLAVA GALÁN “Nos vengamos de los políticos votando al que se los cargue” págs. 30 a 35
CUBA DE AYER Cuba de hoy Decadencia y baldío en una tierra que una vez fue felicísima págs. 20 a 22
LA IGLESIA debe participar en politica Resolvemos uno de los dilemas más viejos del mundo págs. 24 y 25
Entrevista con RAMÓN TORRELLEDÓ El Must Talent Festival, un ciclo de conciertos llenos de talento págs. 46 a 51
ÍNDICE y CHESTERTON
Principios
GUILLERMO EN EL IES SANTIAGO CARRILLO
¿POR QUÉ CHESTERTON?
ÍNDICE
Portada
La nueva Revista del Club de Amigos de Intereconomía despierta de su letargo y se explica
El jefe de los proscritos llega con su familia a Madrid y se las tiene que ver con el sistema educativo español págs. 8 a 12 CHESTE
págs. 6 y 7
RTON y FICCIÓN
GUILLER MO EL T en el RAVIESO “IES SAN TIAGO C ARRILLO ”
Por JOSÉ
Mundo
Entrevista
CHESTE
RTON y
PRINCIPI OS
PRINCIP
El escritor presenta su libro sobre la Segunda Guerra Mundial y establece inevitables paralelismos con el presente
06 CHESTE
RTON y
ENTREV
ISTA
JUAN ESLA VA
GALÁN
“NO SE P UEDE CA MBIAR DINERO P OR FELIC IDAD”
ENTREV
ISTA
págs. 30 a 35
ANTONIO FÚ
STER gruñido. Para Todo em suponía una Guillermo, aquella pezó cua mudanza tragedia ndo el señ municó a portentos de genera tan. or Brown la a. Su car l de Los Pro co- un go trabajo, deb familia que por scritos no año de aus – ¡Roberto! asuntos ían pasar aguantaría encia, y así de su ma –protestó un año en noticia fue No digas se lo hizo la señora dre España. La recibida con . esas cosas saber a Brown–. parte de cier terribles. – ta Per Guillemo des todos, incl o querido , será bue uido Guiller gana por dejó caer lló algo sob le miró torvament – No sé por no para ti. la lagarti mo, quien ey re qué no pue ja muerta en la ma a su propia lo injusto de no cae mascude ir él solo que llevaba de cuentas, quien no sobre rle bien ni familia. . A fin la mader tiene que obsequió Su herma a encera – trab Per a su padre aja o querido –di r es él. no da y inju con una un coment jo su madre es un gra sta reflexió Roberto medió con mirada fría ario sobre n país… –. España n sobre lo una y llermo por qué no bía consul tonto – No le ocu y si no ser tad se ía mejor que que era Gui- gur ltes la ver que afecta o antes de tomar una le ha- en Suiza, dad, mamá ó Roberto le inte ría irreme país decisión –. Es un paí –asediableme ro. Su pad mínima sim por el que no sentía rnasen toreros s que sólo nte a re apenas al mundo ni la más patía y a ha dado le correspon su futu- ría ma donde no Aquel com . ndar a su dió con un le importa entario de hermano. - tó una –La pena su herma chispa es que seg no alende sombrío de vida en los ojo uro que lo s cargados s presentim deporToreros, ma ientos de Gui tadores… Un país que llemo. descuar-
CUBA DE AYER, CUBA DE HOY Como decía Hergeshmeler: “Hay lugares que nos quedan más cerca del corazón que nuestro propio hogar”
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CHESTE
RTON y
MUNDO MUNDO
Religión La Iglesia debe participar en política
Estilo de vida El protocolo del duelo
págs. 24 y 25
págs. 60 y 61
Entrevista Al maestro Ramón Torrelledó
Ciencia La amenaza fantástica
págs. 46 a 51
págs. 26 a 28
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“¿QUÉ HIC ISTE
CUBA DE CON EL PAÍS, COMEMIERDA?” AYER, CU BA DE HO Y
págs. 20 a 22 Por IGNA CIO PEYRÓ “Hay lugar es que nos qued corazón que nuestro propi an más cerca del Joseph Herg acariciar o hogar”, a unos indito y elegante. esheimer, narrador escribe en el Nacio s. “Al mirar olvidado nal es mejo Lamentablemente, el verdor Cuba sobre r no qued está parch nentement plateado arse porqu el mar, tuve e fue La de la adapt eado por sistemas algo que Habana. la prem de espionaje: e “Grandeza Mexic iba a ser ación a la Lo hizo en de la mayo onición de que ana”: “De es el asien para mí”. su tuvieron siemppolítica de la doble r importanc la famosa Hergeshei to, / orige moral Méjic ia ración mer escrib re las ciuda n cuando e hacia a la grand San des con aspi- / caballos, calles y grandeza de edific o eza. Como , trato, cump ios, ne la dulzu Cristóbal de La Haba 1930, el castri tras, virtud acepción smo es, entre ra limie na defies, varied del mal, la República de vivir, cuando el otras ad de oficio nto, / levoyeurismo ocasiones gobierno reserva la s, / regal sobre la vida cosas, un intenso de contento, de cia es costa para os, mejo y sus indici / primavera ajena. Esta de lo poco la arquitectur r colina ante la os, vigila inmortal / gobierno que funcio Andalucía– mo, según a –entre ilustre, religi na en el castrin- tado, / todo en del el decó y mues ón y eseste discu s- cañon configuraba Hotel Nacional. La en cada esqui tran el policía rso está azo Haba , para much uniformad na y el policí o las nueve desde el Morro, siemp cifrado”. Un tado de sensu os años, como na se en cada a no unifo portal. re repetido de la noche un esrmado hoy, el Nacio alidad trascenden a , marca la entre esta Desde aquel tal. Hoy por nal es el continuidad Habana y la curva los hoteles más estata La Habana la artillería po, pero es l de todos estata de otro tiemde la Cuba sobre el Malecón, poco lo que la mejor escen les pero todavía regalos de siempre fiel de lo que queda en constituye vio en cañón a las La Habana enviaba a Cuba entre ografía para estren Estados Unido tripulacion de anunciació México un Balbu ar la ena con ojos es de los s. Eso era n y nuevo Así cualquiera paz y la euforia de un viaje tristezas. na de hoy, mundo. En Todavía pued en el 98 de todas un mojito. se sobrepone lo esencial La Habalas pierd luctuosa e sobre es uno a lo la los posar visibl e arqui del aerop su sonri cañones pero ey tectura la uerto Martí y a el pensamien mano dó, qué qued sa una cariátide. cada día la cartelería internacional José pende menos al ¿Qué queto proa, qué se heroísmo Chávez en que mues hizo de aquel concreción que a la tra a Hugo fue en otro lugar trance de de la elega elegía: la y en maldecir Bernardo cortesía? ncia, la urban suave al Imperio de Balbuena otro tiempo cuand idad, la o pre lo o ten para La propaganda y la condensó que es una miseria comp ciudad, aquel para siem- la pregu ver quién puede imás lo que eminta es la misma pregu pero al final za que le nta de rudehicieron a Castro dos locutores de
CHESTERTON
DIRECTOR: José Antonio Fúster
REVISTA DEL CLUB DE AMIGOS DE INTERECONOMÍA
DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Nacho Cascajero
PRESIDENTE
ESCRIBEN: Kiko Méndez-Monasterio, Carlos Esteban, Ignacio Peyró, Eduardo García Serrano, Arancha Moreno, Hayda Ramos, Rocío Manzaneque y Ayoze Quintana
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Julio Ariza Irigoyen
JEFE DE PRODUCTO: Almudena de Alós
VICEPRESIDENTE
CLUB DE AMIGOS: Paula Cruzado
Diego Martínez Perán
DEPARTAMENTO COMERCIAL: Alberto González
FUNDACIÓN INTERECONOMÍA
Edita: INTERECONOMÍA PUBLICACIONES,S.L. y Deposito legal: M-12354-2015 y C/ Modesto Lafuente 42 y C.P. 28003 y Teléfono: 91 510 91 00 y Correo electrónico: club@intereconomia.eu y Madrid y España
Pedro Juan Viladrich
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LOS DE NUES PRINCIPIOS TR A REVIS TA
¿POR Q CHESTER UÉ TON?
JUAN ESLAVA GALÁN
FICCIÓN
IOS
“Chesterto n, cerró, despu la revista” nació en 2007 és de trece y la prime núme ra víctim a de la crisis ros, como ca que todav económicomunicac ía hoy azota a los medi ión. Nació que hoy aquella publi os de recuperam cación, os como Club de Amig Revista del os de Intere menaje al conomía, gran escrit en hoChesterto or n (1874-193 inglés Gilbert K. “el apóstol 6), conocido del como por sus sigla sentido común”, reconocido de los más s GKC y admirado como uno grandes articulistas Historia del de toda la Perio Su escritura dismo. poética, la sus plant originalida eamientos d de , su agud una cultu eza crític ra a y esencia de profundísima confo un rman la no es su inme genio de la narra nada pued tiva. Pero a contradeci lo que encumnso poder literario, alguna duda r su fe. Por o no sólo, si queda bra la figura , no tenem Chesterton ner, ningú os, ni debem corpulenta y n pudor os tede como en definir esta revist lo que nos “obliga” una revist a a en su a bautizar a cristiana, Chesterton honor. Por cualquier encima de constitucionalista otro aspec española, y libre. to tiana del Sólo esos mundo. Como está su visión criscuatro princ biógrafos, asegura uno inamovible ipios son Dale Ahlqu s de sus American ist, presid resto, todos en esta publicació ente Chesterton n. El Society, “nunc de la logías que los ideales o ideorecalcado lo suficiente no a se ha un pensa que Chest obstinación ataquen con dor erton fue nuestros supone un completo. Por eso, principios este autor reto para tienen caHemos llega el mundo bida en sus págin mode do a prefe as. incompleto rir el pensa rno. No somo s conservado y las cosas miento esa mane ra, no tenem fragmentadas. De res en exclusiva, ni tamnuestras poco os que pensa contradicc r en centr liberales, democristia iones; por preocupa orrefo nos, esto, no nos que nuest rmistas (?), ro traba ga nuest o distributis jo contradi- Somos todo eso. ros ideale tas. so Ortod políticas contradiga que nuestras ideas so, respetuosos con oxos en lo religi on nuestra mantenem la Doctrina la Iglesia fe, porqu os cada y Social de ecléc ticos e el aban una de ellas partimentos –dentro de ico doctr en comlo que es estancos. inal de lo verdaderam Pero Chest como “dere que se conoc erton fue ente conse cha”– en e cuente porqu política y cuente. Fue Chesterton economía. e su fe tocó consees indep bre todos endie quier todo. nte pode Escrib los de r estaba imbu temas y todo lo que ió so- po de interé temporal, asociación cualido de su escribió o grus. Su traba fe”. de jo En esa defin es el de tratar influir en mero y últim ición se encierra el de recha nosotros. El nuest el fin priro es zar cualq uier impo legendaria o de la fundación sición de aquella Somos libres inclu revista que so del propi . mismo objet hoy resuc pensamien ita con el o ivo: ofrec to de Gilbe er a los mecanism rt K. Chesterton. En lectores os de análi los e inspir él buscamos alien sis, pensa formación to mien ación, pero suficientes no y honrados to e in- debe ser, la única fuent es, ni para que la que bebam e de os.
CHESTERTON y OPINIÓN
OPINIÓN EDUARDO GARCÍA SERRANO
Gracias Con la solidaridad sucede lo contrario de lo que acontece con la libertad y el oxígeno; la necesidad de estos dos elementos vitales sólo se percibe en su ausencia. Cuando ambos te faltan, sencillamente te ahogas. Por el contrario, la solidaridad sólo se percibe cuando al pasar lista, su voz, singular o coral, grita ¡presente! y se encarna en el abrazo que te abriga, en la mano que te levanta del polvo y en las lágrimas ajenas, fluidos testigos de que tu dolor se comparte como la bota en los Sanfermines y el peligro en el encierro, cuando el buen samaritano que corre a tu lado, con un quiebro de caderas, te quita los quinientos kilos de miura del contrafuerte de las alpargatas que llevan plomo en las alas porque el corazón solo bombea miedo y fatiga. Esa solidaridad es la que todos ustedes, miembros, con o sin carné, del Club de Amigos de Intereconomía nos han regalado a manos llenas (nunca mejor dicho) para poder pagarle a Marina Geli la multa y la indemnización que la Justicia nos impuso por proclamar nuestra
indignación, sin tibieza en el adjetivo, y nuestra solidaridad con los niños que iban a ser corrompidos con su página web “Sexo Joven”. Cuando hicimos pública la sentencia y mostramos en público el escuálido fondo de nuestros bolsillos, todos ustedes gritaron ¡presente! Borges decía que todo el río cabía en la palabra Nilo, nuestra gratitud desborda la palabra GRACIAS. Dura lex sed lex. La ley es dura, pero es la ley. En el caso de Intereconomía y en el mío propio el milenario aforismo acuñado por los romanos, padres del Derecho, se ha cumplido implacablemente. No con todos los justiciables finalmente condenados es así. Con nosotros, sí. Me voy a ahorrar el tópico, de obligado cumplimiento, sobre el debido respeto, retórico y efectivo, a las sentencias judiciales para evitar malintencionadas interpretaciones por parte de los que nos han condenado en los tribunales y fuera de ellos, fundamentalmente en el resto de los medios de comunicación en los que (gracias, muchas gracias
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compañeros) han estado crucificándonos durante el último lustro sin ofrecernos la obligada cortesía profesional de una entrevista ni, por supuesto, mostrar las imágenes que provocaron las palabras contra Marina Geli y su página web “Sexo Joven” por las que Intereconomía y yo hemos sido, final e inapelablemente, condenados por la Audiencia Provincial de Madrid por la comisión de un delito de injurias graves con publicidad al pago de más de 3.000 euros de multa y de otros 18.000 de indemnización a Marina Geli. La multa de más de 3.000 euros sería evitable a cambio de mi ingreso en la cárcel durante cuatro meses, pero no así la indemnización de 18.000 euros. Es el precio de la libertad de indignación, que sólo en nuestro caso no ampara el derecho a la libertad de expresión. Es el precio judicial por enfrentarse a la corrupción moral y sexual patrocinada y amadrinada por Marina Geli. Una mujer que, además de médico, es madre.
CHESTERTON y PRINCIPIOS
PRINCIPIOS “Chesterton, la revista” nació en 2007 y cerró, después de trece números, como la primera víctima de la crisis económica que todavía hoy azota a los medios de comunicación. Nació aquella publicación, que hoy recuperamos como Revista del Club de Amigos de Intereconomía, en homenaje al gran escritor inglés Gilbert K. Chesterton (1874-1936), conocido como “el apóstol del sentido común”, reconocido por sus siglas GKC y admirado como uno de los más grandes articulistas de toda la Historia del Periodismo. Su escritura poética, la originalidad de sus planteamientos, su agudeza crítica y una cultura profundísima conforman la esencia de un genio de la narrativa. Pero no es su inmenso poder literario, o no sólo, lo que encumbra la figura corpulenta de Chesterton y lo que nos “obliga” a bautizar esta revista en su honor. Por encima de cualquier otro aspecto está su visión cristiana del mundo. Como asegura uno de sus biógrafos, Dale Ahlquist, presidente de la American Chesterton Society, “nunca se ha recalcado lo suficiente que Chesterton fue un pensador completo. Por eso, este autor supone un reto para el mundo moderno. Hemos llegado a preferir el pensamiento incompleto y las cosas fragmentadas. De esa manera, no tenemos que pensar en nuestras contradicciones; por esto, no nos preocupa que nuestro trabajo contradiga nuestros ideales o que nuestras ideas políticas contradigan nuestra fe, porque mantenemos cada una de ellas en compartimentos estancos. Pero Chesterton fue verdaderamente consecuente. Fue consecuente porque su fe tocó todo. Escribió sobre todos los temas y todo lo que escribió estaba imbuido de su fe”. En esa definición se encierra el fin primero y último de la fundación de aquella legendaria revista que hoy resucita con el mismo objetivo: ofrecer a los lectores los mecanismos de análisis, pensamiento e información suficientes y honrados para que
LOS PRINCIPIOS DE NUESTRA REVISTA
¿POR QUÉ CHESTERTON? nada pueda contradecir su fe. Por si queda alguna duda, no tenemos, ni debemos tener, ningún pudor en definir a Chesterton como una revista cristiana, española, constitucionalista y libre. Sólo esos cuatro principios son inamovibles en esta publicación. El resto, todos los ideales o ideologías que no ataquen con obstinación nuestros principios tienen cabida en sus páginas. No somos conservadores en exclusiva, ni tampoco liberales, democristianos, centrorreformistas (?), o distributistas. Somos todo eso. Ortodoxos en lo religioso, respetuosos con la Doctrina Social de la Iglesia y eclécticos –dentro de lo que es el abanico doctrinal de lo que se conoce como “derecha”– en política y economía. Chesterton es independiente de cualquier poder temporal, asociación o grupo de interés. Su trabajo es el de tratar de influir en nosotros. El nuestro es el de rechazar cualquier imposición. Somos libres incluso del propio pensamiento de Gilbert K. Chesterton. En él buscamos aliento e inspiración, pero no es, ni debe ser, la única fuente de la que bebamos.
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A FONDO y CHESTERTON
Podrá resultarle extraño a cualquier lector avezado que la revista Chesterton se defina con tanta claridad y no masculle el rumiado discurso de la corrección timorata con el fin de atraer a lectores sin importar su procedencia ideológica. Podría resultarle curioso, insistimos, a la luz de la situación de la Prensa en España, país en el que innumerables medios sin ideología se han adueñado de la calle con un notabilísimo éxito comercial. Pero esta revista no quiere la calle. Ansía el salón de su casa, su butacón favorito de lectura, la tumbona en la terraza, el sosiego de la sobremesa dominical, el vagón del tren de largo recorrido, el asiento de ventanilla en un vuelo a Roma o a Nueva York... Nuestro trabajo, en la mejor definición de Periodismo que hemos conocido, es el de conseguir que se le quede fría la taza de café.
TRINCHERA DE LA LIBERTAD
Intereconomía ha ofrecido a todos los que aquí escriben un proyecto de libertad que parte de la premisa de que no todas las páginas de papel deben acabar “envolviendo el pescado”. Nuestro éxito pasado y nuestra apuesta por el futuro de este Grupo nos conducen a creer que compartimos con ellos la certidumbre de que en España se echan de menos más medios de comunicación que confronten el sentido común con ciertas ideologías que parten de sustratos irreales, sentimentales o descaradamente demagógicos, cuando no falsarios. Vivimos tiempos de eslogan, en los que millones de personas se sienten acorralados por consignas y lemas facilones contra los que no se puede contraponer nada más que la convicción de que lo que dicen no es cierto. Pero también vivimos tiempos de corrección política y de escasa formación del pensamiento por los cuales no resulta fácil hacerse respetar. Esperamos que nuestra revista no sirva sólo como lectura distraída, sino que ofrezca las claves que permitan a los lectores tener los argumentos precisos con los que entablar combate (verbal) con cualquier adversario. Chesterton, la Revista del Club de Amigos de Intereconomía, recupera una de las grandes señas de identidad de la primigenia revista: el “reportaje ficción”; una idea nacida de la mente perturbada del enton-
ces y ahora director de Chesterton, José Antonio Fúster, que mezcla literatura y periodismo como ningún otro medio español se atrevería a publicar. La idea es original: tomamos un personaje de ficción célebre, o una personalidad histórica, y lo situamos en un contexto narrativo extemporáneo gracias al cual podamos explicar alguno de los grandes asuntos en los que está ocupada España, o los españoles; o el mundo. En este primer número de la segunda época de Chesterton, hemos decidido rescatar uno de los más celebrados reportajes de ficción publicado en la primera época y que sigue de absoluta vigencia como demuestran los informes europeos que año
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tras año destacan la pobre calidad de nuestra enseñanza pública, sometida a criterios educativos perniciosos o timoratos. “Guillermo el travieso en el Instituto de Educación Secundaria ‘Santiago Carrillo’”, con el subtítulo de “Aventura de un anarquista inglés en la Educación Secundaria Obligatoria Española”, es una pieza que sigue el espíritu del jefe de los proscritos, del gran Guillermo Brown, tal como fue parido por la pluma de Richmal Crompton. A la memoria de la gran escritora inglesa y a la benevolencia de los socios del Club de Amigos de Intereconomía nos confiamos. Chesterton ha vuelto.
CHESTERTON y FICCIÓN
GUILLERMO EL TRAVIESO en el
“IES SANTIAGO CARRILLO”
FICCIÓN Por JOSÉ ANTONIO FÚSTER Todo empezó cuando el señor Brown comunicó a la familia que por asuntos de trabajo, debían pasar un año en España. La noticia fue recibida con cierta desgana por parte de todos, incluido Guillermo, quien dejó caer la lagartija muerta que llevaba en la mano sobre la madera encerada y obsequió a su padre con una mirada fría y un comentario sobre por qué no se le había consultado antes de tomar una decisión que afectaría irremediablemente a su futuro. Su padre apenas le correspondió con un
gruñido. Para Guillermo, aquella mudanza suponía una tragedia portentosa. Su cargo de general de Los Proscritos no aguantaría un año de ausencia, y así se lo hizo saber a su madre. – Pero querido, será bueno para ti. – No sé por qué no puede ir él solo. A fin de cuentas, quien tiene que trabajar es él. Su hermano Roberto medió con una injusta reflexión sobre lo tonto que era Guillermo y si no sería mejor que le internasen en Suiza, país por el que no sentía ni la más mínima simpatía y a donde no le importaría mandar a su hermano. –La pena es que seguro que lo depor-
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tan. – ¡Roberto! –protestó la señora Brown–. No digas esas cosas terribles. Guillemo le miró torvamente y masculló algo sobre lo injusto de no caerle bien ni a su propia familia. – Pero querido –dijo su madre–. España es un gran país… – No le ocultes la verdad, mamá –aseguró Roberto–. Es un país que sólo ha dado toreros al mundo. Aquel comentario de su hermano alentó una chispa de vida en los ojos cargados de sombríos presentimientos de Guillemo. Toreros, matadores… Un país que descuar-
FICCIÓN y CHESTERTON
tizaba toros en público no debía poner inconvenientes a su misión de exterminio de todos los gatos del mundo. Se imaginó a sí mismo vitoreado por la muchedumbre, repartiendo tiras de piel de gato a los españoles y recibiendo los parabienes de toda su familia. – Sólo hay un problema –dijo su padre, con gesto de cansancio infinito–. El curso ya ha comenzado y no hay plaza en el Colegio Británico para Guillermo. Deberá ir a un colegio público. No es una gran tragedia. No creo que pueda aprender menos de lo que aprende aquí. – Lo dicho –aseguró Roberto– Lo deportan. – Querido… –protestó con vaguedad la señora Brown. Guillermo salió a la calle con cierta sensación de abandono. Recorrió la acera pateando una piedra y, sin saber cómo ni cuánto tiempo había transcurrido, levantó la cabeza y se dio cuenta de que había llegado hasta la casa de su profesora, la señorita Drew, quien se encontraba en el jardín recortando un rosal cuajado de capullos. – Señorita Drew… –dijo Guillermo. La señorita Drew se sobresaltó y volvió la cabeza hacia el niño sin dejar de empuñar unas enormes tijeras de podar. – Vaya, Guillermo –dijo sofocada–. Me has sobresaltado. ¿Qué es lo que pasa? – Señorita Wade… Sólo quería decirle que aunque es posible que oiga hablar de mí en los periódicos en las próximas semanas… yo estoy dispuesto a esperarla. – ¿Esperarme? Bien, pero… No sé qué… ¿No deberías estar ya en tu casa? –¡Oh, tengo tiempo de sobra! En fin, sólo quería decirle eso. Yo estoy dispuesto… si usted lo está –aseguró con un deje de varonil orgullo. – ¡Eh…! En serio, Guillermo; ya es hora de que te vayas. – No nos digamos adiós, señorita Wade. – No entiendo nada, Guillermo. ¿A dónde vas? – Voy a España; a mi padre lo trasladan allí por su incompetencia declarada para encontrar un buen trabajo en Inglaterra. Voy a convertirme en torero. ¿Le gustan a usted los toreros? – ¡Oh! –dijo la señorita Wade al dejar caer las tijeras sobre el césped. La profesora se dio media vuelta, subió
los peldaños hasta la puerta de su casa, abrió la puerta, entró, cerró y cayó dando gracias a Dios entre grandes carcajadas. Guillemo la vio subir las escaleras con ese paso desmayado y hermoso y cerrar la puerta. Comprendió que aquella mujer le esperaría hasta la eternidad. Era un amor correspondido, sin duda. El viaje a España fue rápido y casi sin incidentes. Salvo por el hecho extraordinario de que la Policía del aeropuerto de Heathrow interceptó en una de las bolsas del equipaje de la familia Brown un cargamento de lagartijas en estado terminal que los Proscritos habían regalado a su jefe como ofrenda de despedida. – Ya dije que deberíamos haberle internado en Suiza –aseguró Roberto. – Querido… –le reconvino la señora Brown–. Te pones insoportable con tu hermano. Dos días después, Guillermo decidió protestar por lo que él entendía que era un abuso de autoridad palpable. – Aquí no hay jardín. No sé cómo pre-
vor de no provocarme una jaqueca –rogó el padre. – Tiene nombre de misionero jesuita – terció Ethel, la hermana mayor de Guillermo. –¡Oh! ¿Tú crees que IES serán las siglas de los jesuitas, querida? –preguntó animada la señora Brown–. Suena a inscripción latina. – Los jesuitas tienen los mejores colegios –aseguró Ethel. – No sé por qué no puedo ir al Británico –dijo Guillemo con un tono quejumbroso–. Yo no quiero ir a un colegio católico. Los católicos matan a los anglicanos… – No digas tonterías, querido. – Ya te lo hemos dicho, Guillemo, querido. El curso ya ha comenzado… – ¡Por Dios, quitadme de encima a este niño! –gritó el padre–. A ver si ahora vamos a tener que preguntarle al señorito dónde quiere estudiar. Escúchame bien, Guillermo. Sólo si te expulsasen… –El señor Brown hizo un gesto de desmayo al darse cuenta de que había hablado de más.
“El curso ya ha comenzado y no hay plaza en el Colegio Británico de Madrid. Guillemo deberá ir a un colegio público. No creo que sea una gran tragedia” tendéis que pueda sobrevivir sin un jardín. – Esto no es Inglaterra, Guillermo. – Pues a eso es a lo que me refería –insistió Guillermo con toda la amargura de la que era capaz. – Este niño debe empezar las clases de inmediato –dijo su padre, sin mirar a Guillermo–. He hablado hoy con Winngins, de la embajada, y me ha dicho que esta best… el niño tiene plaza en un colegio llamado IES Santiago Carrillo. – ¿Y quién fue ese señor, querido? –preguntó la señora Brown. – No tengo ni idea. – Quizá fuera un comunista famoso por matar a miles de personas –comentó Roberto mientras miraba con ojos abyectos a su hermano. – No seas absurdo, Roberto. Haz el fa-
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La cara de Guillermo resplandeció. – Si me expulsan… – ¡No, por Dios! Vete a tu habitación, Guillermo. – Si me expulsasen, quiero dejar claro que no por mi culpa… –dijo Guillermo con la sonrisa beatífica de las grandes ocasiones. – Ni se te ocurra pensar… ¡Oh, por Dios! Mira, pequeño monstruo. ¡Ah! Pediré el traslado a Nueva Zelanda. ¡Lárgate de aquí! – No me hicisteis caso –dijo Roberto–. Lo mejor hubiera sido Suiza. Quizás tenéis una idea demasiado conservadora de lo que es la familia. Quizás tengáis un oscuro pasado católico… – ¡Oh, Roberto, cállate! No disgustes a tu padre. Guillemo fue a su habitación con una
CHESTERTON y FICCIÓN
idea muy clara en la cabeza: aprovechar los conocimientos adquiridos gracias a la explosión verbal de su padre. “Al fin y al cabo, soy un niño, y como tal, irresponsable de mí mismo”, se dijo Guillermo con una locuacidad que le contrarió ya que un pirata de tomo y lomo –y esa era la nada secreta vocación de Guillemo– no suele darse explicaciones muy refinadas. Repasó su arsenal: cuatro cuerpos de lagartijas, el tirachinas, un bolígrafo “bic” hueco y doscientas pelotitas de papel ensalivadas que logró hacer en un solo día bajo los efectos sedantes de la escarlatina. No era gran cosa. No tenía ni un solo útil de jardinería, armas muy apañadas en tiempos de guerra. Tampoco tenía caramelos de hierbamora, único dulce que Guillermo detestaba, pero que servían a la perfección como complemento del tirachinas. Por no tener, no tenía ni la más remota idea de cómo serían los colegios en España. Una escuela de jesuitas como aquel IES debía de ser muy estricta. Necesitaba un plan para que lo expulsasen de inmediato para así llegar al Británico. Guillemo sopesó los pros y las contras del magno proyecto y llegó al convencimiento de que sólo podría hacerse mediante una revolución. Debía convertirse en lo que él sabía que no era: un revolucionario, un bolchevique. – Papá, ¿podrías decirme qué es un bolchevique? – Jamás podré leer tranquilo el periódico. ¿Es eso lo que quieres? ¿Dónde está tu madre? ¡Llevaos a este niño! ¡Está loco! ¡Que le compren un libro…! Guillermo apenas se ofendió con los comentarios malintencionados de su padre. El pequeño Brown era un hombre con una misión, y ese pensamiento le reconfortó mientras se miraba en el espejo poniendo caras de revolucionario de las estepas ucranianas, donde quiera que aquello estuviera. A la mañana siguiente, la madre de Guillermo le corrigió el nudo de la corbata mientras le alargaba una tartera llena de pastel de riñones y otras delicias de la cocina británica. La señora Brown reparó en el tirachinas que su hijo llevaba semioculto en uno de los bolsillos traseros. – Por Dios, Guillermo. Ni se te ocurra… – No pienso utilizar el tirachinas en el colegio. Incluso aunque todos los demás alumnos me lo pidieran. Pero se supone
que debo defenderme, ¿no es cierto? No creo que queráis que vuestro hijo sea un blando, ¿no? Yo sé comportarme. – Por Dios, Guillermo. Ni se te ocurrirá… – De verdad, no creo; no puedo ni imaginarme una casa en la que haya tantas normas. No puede haber ni una sola persona en el mundo que sufra tanto como yo. La señora Brown miró a su hijo con severidad. – No digas tonterías, Guillermo. Ahora, prométeme que te portarás bien. ¿Un bolchevique, portándose bien? Aquella petición era impensable para quien sólo ansiaba la revolución. – Nadie confía en mí. No importa lo que haga. Tú me dijiste hoy mismo que me lavara la cara… ¿Acaso no lo he hecho? Cumplo con todo, no sé por qué se me da este trato injusto. Envidio a los demás niños del mundo. La señora Brown miró el churrete de suciedad que surcaba el moflete derecho de Guillermo.
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– Guillermo, sólo una cosa. Si en el colegio son jesuitas, no digas tonterías sobre los bolcheviques. Te lo ruego. El hermano mayor de Guillermo, Roberto, fue el encargado de llevar al niño al colegio. Cuando bajó del coche, frente a la puerta del “IES Santiago Carrillo”, Roberto le dirigió a Guillermo la frase más larga que le había dicho en la vida: “Recuerda, enano. No pararé hasta verte en Suiza”. Dicho lo cual, hizo con su mano derecha el gesto inequívoco de colgar a alguien por el cuello. Guillermo se sorprendió al ver el colegio. Un gran muro gris lleno de pintadas sin ninguna gracia como “Groar” o “Sputnik” ocultaba en su interior un edificio funcional, de arquitectura lineal sin concesiones, muy alejada de la estética galante de su colegio inglés. Una batería de ventanales colocados en formación militar y una bandera roja y gualda deshilachada en el centro eran lo único que rompía la monotonía del gris. En el patio, canastas de ba-
FICCIÓN y CHESTERTON
loncesto a derecha e izquierda y un campo de fútbol-sala en el centro cuyas líneas de delimitación se conectaban con las del balonmano y las de voleibol. Por más que miró, Guillermo no encontró el campo de lacrosse, aunque supuso que detrás de aquel edificio habría más instalaciones. A la izquierda de la bandera, unas letras rotuladas sin excesos anunciaban al mundo que aquel era el “IES Santiago Carrillo”. Entre tantas líneas y grises, Guillermo miró a los alumnos que entraban a borbotones por la puerta de la calle. Durante unos segundos estuvo como ausente, hasta que comprendió que en ese lugar se daba cita una fuerza muy poderosa y, lo que es peor, desconocida. Había chicas en aquel sitio. Guillermo no podía pensar en nada peor. Suponía que, al menos, las clases estarían separadas por sexos. Sabía, por propia experiencia, que las niñas y las lagartijas no combinaban en absoluto. – Oyes, tú, chaval. ¿Tú de qué vas, eres un “friki”? ¿Qué llevas en la tartera?
Guillermo se dio la vuelta para ver quién hablaba así y se encontró con un sujeto de unos 14 años con una sudadera negra y los pantalones bajados hasta la mitad del culo dejando al aire unos calzoncillos negros. – Preparad los móviles, que le voy a dar a este pringao. Guillermo vio cómo los demás chicos que rodeaban a ese ser extraño sacaban sus teléfonos y supo perfectamente lo que iba a pasar. A fin de cuentas, el general en jefe de Los Proscritos había participado en más peleas de las que un niño de doce años debía disputar en la vida. A los pocos segundos, los dos combatientes se revolcaban por el suelo en un intercambio parejo de golpes en los que Guillermo sacó algo de ventaja por el hecho de atizarle a aquel tipo con la fiambrera en la cabeza. Los “ufs” y los “ays”; los “toma” y los “dale” se repetían en una constante que sólo podía significar que no había un claro vencedor. De pronto, el matón se echó hacia atrás y miró, sonriente, a Guillermo. – Vale, sabes pelear. Podemos ser amigos. Un grito desilusionado salió de aquel grupo de aficionados a los móviles, que inmediatamente procedió a borrar el archivo, por juzgarlo indigno de una buena pelea. Guillermo estaba de pie, con la corbata hecha jirones, la gorra en el suelo, la chaqueta rozada por los brazos, un arañazo en la frente y un zapato en la mano. “Bueno –se dijo–, quizá España no sea un lugar tan malo”. – Me llamo Fran –dijo el matón, mientras le tendía la mano. – Yo soy un bolchevique –contestó Guillermo. – Tú no eres de por aquí, ¿eh? – Soy inglés. Antes era un temido pirata, pero la vida me ha hecho bolchevique. ¿Tú sabes dónde está el campo de criquet? – No tengo ni idea de lo que hablas. Eres un “friki”... Guillermo adoptó la posición correcta para continuar la pelea, pero el matón se subió un centímetro los pantalones y puntualizó: – Vale, va. Suave, hermano. Ya nos pegaremos otro día. Guillermo recogió su gorra y se la puso como debió habérsela puesto Wellington
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después de ganar cualquier batalla: desafiante. Luego, buscó la tartera y comprobó el estado de las lagartijas. Todas seguían muertas, pero en buen estado. Se deshizo de la corbata y anduvo hasta la puerta del edificio. Tenía un papel en alguna parte en el que la señora Brown le había anotado la letra del aula a la que debía ir: “1-C.” Guillermo ni se molestó en preguntar mientras deambulaba por los pasillos, tratando de encontrar su taquilla. Cinco minutos después, comprendió que allí no había taquillas, lo cual era un contratiempo difícil de sobrellevar, sobre todo cuando uno guarda cuatro cuerpos de lagartijas junto al pastel de riñones. En uno de esos viajes, vio una clase rotulada como “1-C”, justo al lado de una pintada que ponía “Rajoy, mamón, no keremos religión”. No sabía quién era Rajoy. Entró con toda la desidia del mundo. – ¡Ah! Tú debes de ser el inglés. Brown, Guillermo. Yo soy el Óscar Rebollo, el profesor de Educación para la Ciudadanía. Llámame Óscar, ¿vale?, ¿guay?. Ya me dijeron que tendría un inglés aquí. Guillemo apenas exhaló un gruñido que confirmaba su nacionalidad. – Bueno. Está bien que te expreses de la forma que creas que es mejor. En este Instituto no se coarta la libertad de los alumnos. Bien, siéntate donde quieras, eeehhh... donde encuentres un hueco libre. Vamos a comenzar la clase. A ver, alumnos, este es Guillermo Brown, un nuevo estudiante. Quizá quieras decir algunas palabras, para que te conozcan. – Preferiría no hacerlo, dijo “el pequeño Bartleby”. No creo que esté mucho tiempo. – Por supuesto, cada uno es muy libre... –dijo el profesor, ruborizándonse–. En fin, veamos. Hoy debemos hablar de los distintos tipos de familia. Como debéis de saber, la familia tradicional, tal y como se entendía, ha quedado superada en bien de la ciudadanía, que así puede interpretar las relaciones afectivas de otras formas, sin temor a que posiciones conservadoras, y por lo tanto reaccionarias y perturbadoras, puedan poner en peligro el derecho a la felicidad del que disfrutamos todos los ciudadanos del Estado. Por ejemplo, ejem, a ver... ¿Alguien puede poner un ejemplo de un nuevo tipo de familia basado en una relación afectiva? ¿Alguien? – ¿Los maricas? –dijo una voz desde el
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fondo de la clase. – No, no, no... Por favor. Bueno, aunque la libertad es un derecho, tenéis la obligación de utilizar otros sinónimos mucho más apropiados para no herir la sensibilidad de los ciudadanos y ciudadanas. – ¿Los sarasas? –correspondió otra voz. – Sí, pero ¡no! No es el nombre apropiado. Por favor. El término exacto es el de parejas “gays”. ¿Sabe alguien que significa “gay”? Es una palabra inglesa, quizá nuestro amigo Guille. Guillermo no salía de su asombro. Aquel era un colegio de jesuitas muy raro. – Este es un colegio de jesuitas muy raro –dijo Guillermo, en voz audible–. – ¿Jesuitas? Por favor. Este es un colegio público y laico. La religión no tiene cabida en estas aulas, aunque sí es verdad que la libertad de cada uno es determinante en estos casos, la verdad es que la religión debe quedar excluida de la formación. Pero no nos distraigamos. Esa fue materia del primer trimestre. Ya sé que tú no asististe a esa clase, pero no quisiera romper el ritmo de la asignatura... ¿Podrías decirme que significa “gay”? Guillermo vio el cielo abierto. El Colegio Británico se le antojaba extrañamente cercano a sus posibilidades. – Alegre. – Exacto. Hay una alegría en la homo-
sexualidad y por eso se emplea esa palabra. No quiero decir con esto que una relación heterosexual no sea alegre, pero teneís el derecho de explorar, conocer y respetar todas las tendencias sexuales... De repente, Guillemo se levantó y voceó con fuerza: – No lo entiendo. El profesor dio un respingo. Los demás alumnos aullaron de placer. – ¿Qué no entiendes? – Es que no entiendo ni una palabra de lo que dice. ¿Qué significa eso de que dos gays es una familia? La cara del profesor se puso roja de cólera, pero sólo ladeó la cabeza y corrigió: – En este país…. – Bueno, como si es en cualquier sitio... No sé por qué una familia de alegres… – No. Es ofensivo. – ¿Pero no ha dicho que somos libres? No, de verdad que no lo entiendo. Mi familia no es de alegres. En verdad, son muy tristes. Mi hermano Roberto, y Ethel… Bueno, no es de sentido común. Guillermo no sabía lo que era “el sentido común”, pero era un frase que le gustaba mucho repetir a su padre cada vez que leía las columnas de Lord Thomas Monville en el periódico de Essex. – Guillermo… – No, claro. Quizá esté diciendo algo
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que vaya en contra de este colegio. – Instituto. Instituto de Educación Secundaria. – ¿Santiago Carrillo era alegre? Un “uuuuuuuh” prolongado, mezcla a partes desiguales de admiración y ganas de pelea, llenó la clase. – Por favor, Guillermo… – No, si a lo mejor. Yo no querría, claro está. Pero si me expulsase, lo comprendería. No le guardaría rencor ni le acusaría de querer fastidiarme por el hecho de no ser alegre y ser inglés y usted ser un católico. – ¡Ya basta! – gimió el profesor. Guillermo aprovechó para sacar las lagartijas de la fiambrera y lanzárselas a una chica pelirroja de la primera fila que le miraba con cara de reprobación. El profesor no pudo aguantar más: – Guillermo… Siéntate. – Bueno, eso lo haría con gusto si no fuera porque soy libre. Y como ciudadano libre, tengo el derecho de sentarme si me apetece. ¿Quiere usted una lagartija? Yo no objetaría nada si decidiera quitarme el derecho a estar de pie y me expulsase. – ¡Ese imbécil me ha echado una lagartja! –sollozó la pelirroja. – ¡No puedo expulsarte! –gritó el profesor–. ¿No lo entiendes, grandísimo bandido? Aquí no se expulsa a nadie. No nos lo permite la inspección educativa. Además, los sindicatos… – No entiendo ni una palabra de lo que me dice. ¿Es usted un “friki”? Otro “uuuuuuuuuhhh”, este mucho más contundente que el anterior, llenó el aula. Los compañeros de Guillermo empezaron a dar puñetazos en los pupitres y a tirar papeles al aire mientras coreaban el nombre de Guillermo. – No pienso utilizar el tirachinas ni aunque me lo pidáis. Hice una promesa –anunció–. – ¡Tiene un tirachinas! – Y no pienso usarlo. – ¡Úsalo, úsalo! – Podría usarlo, pero no quiero hacerlo. – Guillermo blandió el tirachinas como si fuera un fusil de asalto. – ¡Dale en toda la cabeza! – ¡Permaneced en silencio! La primera descarga del pastel de riñones le dio al profesor de Educación para la Ciudadanía en toda la frente. Con el tira-
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chinas de Guillermo todavía humeante, el profesor Rebollo se quedó inmóvil durante unos segundos hasta que se pasó el dorso de la mano por la cabeza para librarse de esa masa pestilente. Los gritos de los alumnos habían pasado del “uuuuh” al “ooooohhh” para acabar en un “aaaaahh” y otros aullidos más típicos de un chimpancé en plena efervescencia agresiva. El profesor, sin decir palabra, salió del aula para no volver. Cinco minutos después, un señor con hechuras de bedel de colegio llegó al aula: “El director vendrá por aquí en cinco minutos. Mientras tanto, tranquilitos; estudiad, o haced lo que os dé la gana, pero en silencio”.
veintena de caramelos de menta pequeños y concentró sus energías en liberar esa masa pegajosa de su acoplamiento con la tela. Luego procedió a retirar, con una minuciosidad sorprendente, los restos del bolsillo de los caramelos. Guillermo era un convencido de que la cantidad de caramelos que uno debía meterse en la boca era un aspecto infinitamente superior a la calidad del producto; así que cuando entendió que nada más podía hacerse, engulló toda la masa, con tela y todo, confiando en su capacidad dental para ir retirando los hilillos del forro. – ¿Guillermo Brown? –El director era un hombre normal, encerrado en un traje aja-
“El profesor de Educación para la Ciudadanía ha pedido la baja médica por estrés y me ha manifestado su interés en aceptar una plaza de cooperante en algún país en guerra. ¿Qué sabes de esto?” Todos sus compañeros vinieron a palmotear la espalda de Guillermo y luego se concentraron en sus móviles, en sus mensajes y en grabar a uno que estaba atormentando a otro. Guillermo sonrió, feliz. Sabía que su presencia en el IES Santiago Carrillo era cuestión de cinco minutos, lo que tardara en llegar el director quien, a buen seguro, en ese momento estaría llamando a la fuerza pública. Se imaginó su llegada a casa, y el abrazo que le daría su madre y los gestos de cariño de su padre al enterarse de que había sido expulsado del colegio por un enfrentamiento intelectual con un profesor que le quería convencer de que dos alegres forman una familia. Guillermo no sabía exactamente qué era eso de los alegres. A sus doce años, le hubiera dado igual que le dijeran que dos ornitorrincos de cuello blanco formaban una familia. Él mismo había criado familias de ratas blancas. Si jamás había entendido qué era un polinomio y para qué funcionaba, era de esperar que no supiera nada sobre “gays”. En ese momento recordó que llevaba pegados en el interior de la chaqueta una
do, con una corbata gris ceniza, una calvicie notable y un gesto de infinito cansancio en la mirada. – ¡Mmmpppphfff! –Era extremadamente complicado para Guillermo hacerse entender con la masa dulzona que ocupaba toda su boca; así que se la sacó y la depositó en el otro bolsillo, reservándola para más tarde. – ¿Te importaría venir conmigo, Guillermo? – Será un placer –y Guillermo no mentía. – En cuanto a vosotros –el director miró al resto de la clase–. Os recuerdo con todo el respeto que no están permitidos los móviles durante las horas lectivas. En ese momento sonó un delicioso tono polifónico de “El exorcista”, acompañado de otro con la sintonía de “Kill Bill” y de otro más que aullaba: “Pedazo de perra, coge el teléfono”. El director dio un largo suspiro y salió de la clase con Guillermo. Recorrieron los pasillos en silencio hasta el despacho del director del Instituto, una habitación funcional con las paredes cuajadas de tablones de corcho con notas
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sindicales, de la inspección educativa y dos trofeos minúsculos que Guillermo relacionó al instante con la práctica deportiva de algún juego de cartas. – Siéntate, hijo. Guillermo se sentó, sumiso. Había estado muchas veces en el despacho del director de su colegio en Inglaterra, y sabía que había llegado la hora de afrontar una durísima reprimenda que sólo podía desembocar en la expulsión inmediata e irremisible. – El profesor Rebollo ha pedido la baja médica por estrés y me ha manifestado su interés en aceptar una plaza de cooperante en algún país en guerra. Quisiera que me contaras qué sabes de todo esto. – ¿De los países en guerra? – Guillermo. En España los alumnos tenéis todos los derechos, y yo no te voy a pedir que confieses algún tipo de comportamiento irregular. Te he traído aquí para que hablemos en una relación de iguales y me digas qué es lo que te ha ofendido del profesor Rebollo. Guillermo abrió la boca hasta que su barbilla conectó con el pecho. Había algo en todo ese discurso del director que no cuadraba. Se suponía que debía expulsarle… – Eeeehhh… Mmm… Creo que he sido yo quien ha agredido al profesor, pero es que se estaba poniendo muy impertinente. Yoooo… ¡Ah! Está claro que merezco la expulsión… – ¿Expulsión? No, no. Aquí no expulsamos a nadie. Para eso tendría que, no sé, no se ha dado el caso; pero como provocar el derrumbe del Instituto o algo parecido… Aquí lo que queremos es que te formes como ciudadano, no promover castigos que pertenecen a otro tiempo. –El director giró su sillón basculante en dirección a la ventana y prosiguió–. …Tiempos difíciles, sin duda. Tiempos dictatoriales en los que la educación entraba con sangre y con abusos. Y sé de lo que hablo. Mi padre fue subsecretario de Educación en los años 60. Papá… El director miró al suelo, y aun se diría que una acuosidad se formaba en sus lagrimales. – No, Guillermo, No hay expulsiones. – No sé. Usted mismo. – Llámame de tú. – Pues eso, que tú mismo. Pero yo le he
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llevado la contraria a un profesor, me he burlado de lo que explicaba y le he agredido con un pastel de riñones. No quiero decirle cómo debe llevar su colegio, pero vamos, si por mí fuera… – Pero eso forma parte de la libertad intelectual que perseguimos en este centro… Lo que yo quiero, Guillermo, es que me digas qué te ha ofendido del profesor Rebollo. Entre tú y yo, no está afiliado ni a UGT ni a Comisiones, y le tengo ganas. Si tú me ayudaras. – No entiendo ni una palabra de lo que me dice. ¿Es usted un “friki”? – Llámame de tú. Guillermo comprendió que las cosas no iban por buen camino. Aquel director no era un director como él recordaba que eran los directores. Dudó mucho de la estabilidad mental del sujeto que tenía delante y que seguía mirando por la ventana con un gesto desmayado. El Colegio Británico se le escurría por los dedos de las manos abiertas. – Adivino en ti notables aptitudes intelectuales, Guillermo… – No, verá, si yo lo que soy, aunque a decir de mi hermano Roberto, claro; hummm… yo lo que soy es tonto. – Es el sistema represivo en el que te has instalado. Te ayudaremos… – ¿No lo entiende? Soy un tipo violento, un pirata. – Desarrollar tus cualidades de liderazgo es bueno, sin duda. Aunque la violencia no debe ser jamás el camino. El diálogo, basado en el consenso de la mayoría, en una solución… – Odio a los jesuitas. – ¡Oh, qué alegría! Ya somos dos. Creo que hemos conectado, Guillermo. – No tengo ningún respeto por la autoridad; soy un anarquista. – Nuestro compromiso está basado en la inclusión de todos y de todas. Te ayudaremos. – Llevo cuatro lagartijas muertas en una fiambrera. – Tu interés por la biología es encomiable. – Casi siempre suspendo la mitad de las asignaturas. – Ningún problema. Aquí no queremos frustrados ni frustradas. Pasarás de curso. Te ayudaremos. El Ministerio ha planteado
una política de evitar cualquier tensión innecesaria. – Soy un inmoral –Guillermo no sabía qué quería decir exactamente esa palabra, pero la había oído tantas veces de boca de su padre… – Es el puritanismo de una sociedad enferma la que habla por ti, Guillermo. La inmoralidad puede ser una suerte de ética personal. Aquí preferimos la palabra ética; no tiene componentes religiosos. – ¿No lo entiende? ¡Soy un bolchevique! – ¡Ah, camarada! Este instituto está bautizado en honor de una de las personas más grandes de la Historia de este país. Un comunista como tú y como yo. Ya sabía yo que habíamos conectado. Guillermo se levantó como un resorte, sacó el tirachinas del bolsillo y la masa pegajosa de los caramelos y cargó su arma. El director dio un respingo y se colocó pegado a la pared, con los brazos en posición defensiva. – Guillermo, baja eso. La violencia… – ¿Comunista, yo? ¡Que quiero que me expulse! – No creo que quieras hacerme daño. Somos camaradas, ¿no? No quiero disciplinarte, sino ayudarte. No soy tu director; soy tu amigo. – Si, claro. Lo comprendo todo perfectamente. He sido tonto. Usted es alegre, ¿no? Guillermo llegó a su casa abatido. No conseguía comprender qué es lo que ha-
tal en el colegio? – Eeeeh, verás. Quiero decir que no ha sido por mi culpa; bueno, no enteramente por mi culpa. Había unos alegres que… Y me he peleado. Aunque lo peor fue cuando el director me dijo que era un monstruo sediento de sang… – ¿Pero qué bobadas dices, Guillermo? –dijo su madre, sin perder la sonrisa–. Nos ha llamado el director, un jesuita muy simpático, me ha parecido; y nos ha comentado que te han nombrado delegado interaular de los alumnos de integración. Que eras un muchacho notable y libre. No veas qué alegría. Llegas a tiempo de tomar el té. Guillermo miró horrorizado a su madre, a su hermana y al carrito de té que se adivinaba al fondo del salón, junto a la biblioteca. Sólo tras un segundo vistazo vio la figura de su hermano Roberto, que le miraba con ojos atónitos. – No puede ser, no puede ser… –dijo Roberto–. ¿Notable? Guillermo, malhumorado, le sacó la lengua con desprecio. Las chanzas de su hermano se prolongarían hasta el infinito… – Bueno, –dijo Ethel–. Y cuéntanos, Guillermo... ¿ya te has enterado de quién fue Santiago Carrillo? Guillermo engulló un bocado de pastel de moras y, con la boca llena, dijo en voz alta: – No es un colegio, es un instituto. Y ese tipo era un comunista. Deberíamos volver
Guillermo comprendió que las cosas no iban por buen camino. Aquel director no era un director como él recordaba que eran los directores bía pasado. Imaginó por un momento que su padre había sobornado a las autoridades educativas, o que la embajada habría presionado al director… Imaginó muchas conspiraciones, todas pensadas para anular su personalidad. A la puerta de la casa le esperaba su madre junto a su hermana Ethel. Las dos mujeres sonreían con aprobación. – ¡Ah, Guillermo, mi querido niño! ¿Qué
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a casa. – Este niño es tonto –clamó Roberto–. – ¡Roberto! No digas esas cosas –terció la señora Brown–. Ahora es delegado interaular. En el colegio están orgullosos de su raciocinio y de su compromiso con la sociedad. Bueno, eso no lo he entendido muy bien, pero es lo que dijo el director. ¡Ah, ya dicen que los jesuitas son unos educadores magníficos!.
CHESTERTON y A FONDO
“ANTES PODÍAMOS SER CRISTIANOS,
AHORA NOS DECAPITAN” Un cristiano iraquí narra el sufrimiento de los refugiados huidos de uno de los bastiones de su religión en Irak, aplastado por el Estado Islámico.
A FONDO
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A FONDO y CHESTERTON
Por ROCIO MANZANEQUE Fotografías REUTERS “Nunca antes había llorado hasta que supe lo que había allí”, murmura Khalid Mikha, cortando el silencio. Cristianos enterrados vivos, violaciones a mujeres que más tarde serían vendidas como objetos por 1.000 euros en el supermercado del pueblo y el éxodo de cientos de miles de personas hacia la miseria. Mikha habla del sufrimiento de su familia, antaño acaudalados iraquíes y, ahora, inmigrantes en Erbil (Kurdistán iraquí), Jordania o Turquía que dejaron atrás su futuro en lo que era su hogar, la ciudad cristiana de Qaraqosh (Irak), aplastada por los terroristas del Estado Islámico (IS).
Khalid Mikha, residente en Madrid desde hace dos décadas, es profesor y dueño de un restaurante lleno de vida en el distrito de Moncloa. En la puerta de su negocio ha marcado la decimocuarta letra del abecedario árabe, nun ()ن, y primera de la palabra nasara, que en español se traduce por nazareno. Es la forma que los islamistas han usado para estigmatizar a los cristianos de territorios iraquíes y, en la actualidad, la marca que usan para su eliminación. Mikha, sin embargo, no quiere esconder de dónde procede porque toda su familia aún sigue en Irak huyendo de la barbarie, sin posibilidad de reunirse con él en España. Los yihadistas tomaron el pasado julio la ciudad de Qaraqosh, su hogar, el de su familia y el de 40.000 cristianos. Situado a alrededor de 30 kilómetros de Mosul, era
uno de los últimos reductos de los cristianos de Irak hasta la invasión del Estado Islámico. El fuego cruzado entre los soldados del Gobierno Regional Kurdo y los terroristas dio inicio a la huida de sus habitantes, aunque el éxodo masivo se produjo sólo en una noche. “Imagina que cenas, te vas a dormir, y cuando te despiertas no queda nada”, comienza Mikha, con la mirada perdida mientras recuerda aquel momento en que ganaron los terroristas. “Todos tenían sus casas, sus trabajos, vivían como cualquier persona, el 80% de ellos eran ricos”, continúa. Cuando entró el IS, Qaraqosh se convirtió en un “pueblo fantasma”. “El 98% de los habitantes huyó a Erbil. Sólo quedó gente mayor, gente que pensaba que no les pasaría nada”, añade. Las casas se quedaron abiertas y familias enteras huyeron con lo
Cristianos y yazidíes se han visto obligados a dejar sus vidas atrás por el avance de los terroristas del Estado Islámico en Irak y Siria. / Reuters
Tras poner sus vidas en riesgo, los más perjudicados por el éxodo sobreviven en campamentos de refugiados como el de Erbil. / Reuters
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CHESTERTON y A FONDO
“Todo el mundo habla de derechos humanos, pero nadie hace nada por ellos” “Si vieras cómo están viviendo…”, se lamenta Mikha, negando con la cabeza con pesar y, casi en un murmullo, añade: “Es una barbaridad”. “Mi tío tenía una granja y está destruida, ahora vive de alquiler en Jordania con el dinero que les queda. Mi cuñado acababa de hacerse una casa cuando tuvo que huir y que ahora está saqueada, a mi sobrina le quedaban dos exámenes para terminar la carrera cuando la universidad cerró, ni siquiera pudo graduarse”, explica este cristiano, que no ve posible el regreso de su familia a sus tierras y suplica por una oportunidad para traerlos a Europa, no con dinero, sino ofreciendo un lugar donde acogerles. “Si vuelven a sus casas, ¿qué van a ver? ¿Una bomba en su jardín? ¿En su armario? ¿En el baño?”. A los yihadistas del Estado Islámico no se les puede decir que no, afirma de forma categórica Khalid Mikha. “Su mundo pasa primero por la destrucción, es la imposición de la fuerza y la vuelta a los tiempos de Mahoma”, asegura. Entonces saca el móvil y me enseña fotografías de “las barbaridades” que perpetran los terroristas, de un cartel con el símbolo nun que chorrea sangre y la imagen de un perro que equipara a los cristianos con animales. “Pero no renunciaremos al cristianismo”, defiende. “Todo el mundo habla de derechos humanos, pero nadie hace nada por ellos”. Después, muestra un vídeo del arzobispo de la ciudad de Qaraqosh que les sigue infundiendo esperanza. Él me traduce sus palabras: “Nosotros no tenemos miedo porque somos gente de paz”.
puesto, dejando atrás sus pertenencias, pasaportes y su futuro. “Se fueron andando, o en coche, pero cuando llegaban a los controles les hacían bajar y les pedían las llaves para quedarse con todo su dinero”, describe. A algunos los mataron, a otros los torturaron. “Le exigieron a un hombre su anillo de compromiso, que en ese momento no se pudo quitar. Le cortaron el dedo”. Los que se quedaron en Qaraqosh, religiosos y personas mayores, se refugiaron en una residencia, pero Mikha asegura que les han cortado el agua, apenas les permiten salir a por pan y, a la luz del día, el miedo les impide poner un pie en la calle. Cuenta entonces la historia de un hombre de 65 años que consiguió huir en noche cerrada y anduvo durante 60 kilómetros hasta el Kurdistán. “¿Qué les ocurre si se niegan a convertirse?”, le pregunto. “A los hombres les obligan a unirse al Estado Islámico. A las cristianas las obligan a taparse y a casarse. O las violan y las venden en el supermercado por 1.000 dólares”, indica. Añade que las kurdas valen 800 dólares. “Como si estuviéramos en el siglo XV…”. Si no pagan un impuesto, se convierten al Islam o huyen, les espera la muerte. La peor parte se la llevó el pueblo vecino de Sinjar, escenario de la matanza de miles de personas por los terroristas del IS. “Los enterraron vivos, violaron a las mujeres, los decapitaron”, recuerda. “Mataron a un grupo de 1.500 personas y los tiraron al río. Uno sobrevivió y oí su testimonio: cuando abrió los ojos por la noche sólo quería correr, ¿pero a dónde?”.
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CHESTERTON y MUNDO
MUNDO “¿QUÉ HICISTE CON EL PAÍS, COMEMIERDA?”
CUBA DE AYER, CUBA DE HOY
Por IGNACIO PEYRÓ
“Hay lugares que nos quedan más cerca del corazón que nuestro propio hogar”, escribe Joseph Hergesheimer, narrador olvidado y elegante. “Al mirar el verdor plateado de Cuba sobre el mar, tuve la premonición de algo que iba a ser de la mayor importancia para mí”. Hergesheimer escribe hacia 1930, cuando San Cristóbal de La Habana define la dulzura de vivir, cuando el gobierno de la República reserva la mejor colina ante la costa para la arquitectura –entre el decó y Andalucía– del Hotel Nacional. La Habana se configuraba, para muchos años, como un estado de sensualidad trascendental. Hoy por hoy, el Nacional es el más estatal de todos los hoteles estatales pero todavía constituye la mejor escenografía para estrenar un viaje a Cuba entre la paz y la euforia de un mojito. Así cualquiera se sobrepone a la arquitectura luctuosa del aeropuerto internacional José Martí y a la cartelería que muestra a Hugo Chávez en trance de maldecir al Imperio o
acariciar a unos inditos. Lamentablemente, en el Nacional es mejor no quedarse porque está parcheado por sistemas de espionaje: es la adaptación a la política de la doble moral que tuvieron siempre las ciudades con aspiración a la grandeza. Como acepción del mal, el castrismo es, entre otras cosas, un intenso voyeurismo sobre la vida ajena. Esta vigilancia es de lo poco que funciona en el castrismo, según muestran el policía uniformado en cada esquina y el policía no uniformado en cada portal. Desde aquella curva sobre el Malecón, la artillería de la Cuba siempre fiel enviaba regalos de cañón a las tripulaciones de los Estados Unidos. Eso era en el 98 de todas las tristezas. Todavía puede uno posar la mano sobre los cañones pero el pensamiento propende menos al heroísmo que a la elegía: fue en otro lugar y en otro tiempo cuando Bernardo de Balbuena condensó para siempre lo que es una ciudad, aquello que emi-
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nentemente fue La Habana. Lo hizo en su “Grandeza Mexicana”: “De la famosa Méjico el asiento, / origen y grandeza de edificios, / caballos, calles, trato, cumplimiento, / letras, virtudes, variedad de oficios, / regalos, ocasiones de contento, / primavera inmortal y sus indicios, / gobierno ilustre, religión y estado, / todo en este discurso está cifrado”. Un cañonazo desde el Morro, siempre repetido a las nueve de la noche, marca la continuidad entre esta Habana y La Habana de otro tiempo, pero es poco lo que queda en La Habana de lo que vio en México un Balbuena con ojos de anunciación y nuevo mundo. En La Habana de hoy, lo esencial es lo visible y cada día pierde su sonrisa una cariátide. ¿Qué quedó, qué queda, qué se hizo de aquella suave concreción de la elegancia, la urbanidad, la cortesía? La propaganda y la miseria compiten para ver quién puede más pero al final la pregunta es la misma pregunta de rudeza que le hicieron a Castro dos locutores de
CHESTERTON y MUNDO
Miami: ¿qué hiciste con el país, comemierda? Con el sentimentalismo de los momentos críticos, se dice que los españoles se trajeron de Cuba “un poco de tierra para besarla eternamente”. Fue justo después de dejar en La Habana los sabios espacios urbanos de El Vedado, para que más tarde la ciudad cruzara el Almendares y se expandiera –barrio de embajadas y de boîtes– allá por Miramar. Aún al cabo de unos años, la España agradecida y próspera que emigró a Cuba alzó en doble homenaje la arquitectura impar del Centro Gallego y del Centro Asturiano. Hablamos de otra concepción de la inmigración. Casi un siglo después, la Administración de los Estados Unidos plantea al Gobierno de España otras cuestiones: en concreto, si con nuestra nueva actitud ministerial no tememos alimentar el futuro resentimiento de los cubanos. Al final, la izquierda española siempre reprochó a los Estados Unidos sus cercanías con Franco y es casi por ley de fatalidad histórica que algún día se abrirá en La Habana un primer McDonald’s, quizá un Zara. Al margen del vaivén de la política, lo más honesto es decir que el español va a La Habana con la pose de amateur revolucionario o predador sexual.
de pragmatismo, la política delineada por el Gobierno socialista le ha de conseguir el reproche interno del PP, el enfado de los Estados Unidos, el desprecio del castrismo y el penar casi sin fin de una disidencia que fuerza y fuerza su buena fe pero asiste a su olvido con la magnitud de una traición histórica. Esa es la única grandeza que ha conseguido la política española hacia Cuba, hasta el día de hoy. Aun con poco espacio para la maniobra, lo menos cínico y lo más esperado era apoyar la causa de la libertad. Es posible que aún haya de pasar bastante tiempo hasta que la izquierda europea mire al castrismo por el espejo retrovisor, haga examen de conciencia y proceda a darse golpes en el pecho. La agonía de Fidel coincide en el tiempo con la algidez propagandística del régimen, alentado con el bombeo petrolero de Hugo Chávez, dispuesto a cualquier agarradero para una diplomacia de subsistencia que tiene sus éxitos. En la fascinación de la izquierda española por la
EL PREDADOR SEXUAL ESPAÑOL
está por todas partes pero se le puede confundir con el predador sexual canadiense o italiano. Como biotipo, llevan siempre pantalones cortos bajo vientres expandidos, en busca del retour de l’âge, del abrazo venal de una muchacha negra. El amateur revolucionario llega también de aquí y de allá pero en España –en el País Vasco, por ejemplo– se exporta casi en calidad de endemismo regional. Al amateur revolucionario ya se le detecta en el vuelo de Air Europa y es el joven aprendiz de barbudo que viaja a lo barato, que sale de casa para olvidar la higiene, que vuelve a Cuba con la reliquia de la camiseta del Che que se compró en el primer viaje junto a unos puros de estricto contrabando. Muy posiblemente, es así como viajó Eric Campos cuando acudió a La Habana como representante de las Juventudes Socialistas, para reunirse no con la disidencia sino con la tiranía, avalado por la autoridad moral de Arnaldo Otegui o de un Boff que pensó en la Cuba de Fidel como encarnación del cielo aquí en la tierra. Resulta desconcertante incluso como pragmatismo: precisamente en términos
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ruina del castrismo hay no poco de la seducción de la serpiente. Es duro decirlo pero ahí está la querencia de la naturaleza humana por el abuso de poder. La disidencia interna, por el contrario, representa, en palabras de Havel, ese “poder de los sin poder” como instancia moral frente al autoritarismo. Son Oswaldo Payá, las Damas de Blanco, Elizardo Sánchez, Vladimiro Roca. Son los millones de cubanos en el exilio, en Miami o en Madrid, recolocados como geografía cubana en virtud del comunismo. El hambre y el dengue, la decadencia y el baldío rigen hoy donde una vez sonriera aquella Cuba felicísima, de Pinar a Camagüey y de Las Tunas a Santiago. Asistimos al último boquear del viejo dinosaurio. En el damero internacional, Cuba aparece como una cena para demasiados invitados pero ante todo es de esperar que los cubanos también tengan su parte. Aunque sea por esas deudas de la sentimentalidad que, según Hergesheimer, tienen su importancia.
CHESTERTON y RELIGIÓN
DESMONTANDO LOS MITOS DE LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA
LA IGLESIA DEBE PARTICIPAR EN POLÍTICA Este dilema es tan viejo como la Iglesia. Ensoñaciones románticas aparte, las fricciones de la Iglesia con el poder temporal han sido siempre frecuentes.
RELIGIÓN
Es normal que los titulares del poder político se sientan incómodos ante la presencia de una institución que reivindica el monopolio de las verdades últimas y que no deriva su legitimidad ni de derechos dinásticos ni de la soberanía popular. A finales del siglo XII, el rey de Inglaterra Enrique II mantuvo un litigio con el arzobispo Becket por los privilegios eclesiásticos que el monarca quería liquidar, y acabó liquidando al santo arzobispo. Aún no se había fraguado la doctrina del prejuicio sistemático contra la
intervención temporal de la Iglesia. Aquel acto bárbaro no cuestionaba la unión del trono y del altar. El mismo rey acudió a la tumba del mártir, en hábito de penitente, para purgar su pecado. A comienzos del siglo XIV empezó a tomar cuerpo una tendencia hacia la independencia del poder temporal respecto de la Iglesia. Es el cesarismo de Felipe el Hermoso. El Papa Bonifacio VIII le planta cara declarando la superioridad del poder espiritual y su derecho-deber de intervenir ante
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los abusos del poder civil. Después, el 1galicanismo se aliará con el 2jansenismo para oponerse a toda iniciativa de la Iglesia en el orden civil. Es el auge de los absolutismos, que aspiraban a poner la Iglesia a su servicio. Cuando advino la Revolución Francesa, ésta llevó hasta el extremo las tendencias laicistas-galicanas del absolutismo. Desde entonces el prejuicio contra la acción política de la Iglesia se ha consolidado, es el telón de fondo de la democracia. Antes de la Revolución, el absolutismo
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Los católicos tenemos dos obstáculos: uno externo, el laicismo político; y otro interno: el abandono de la doctrina del Reinado Social de Cristo galicano pretendía amaestrar a la Iglesia al servicio del monarca, después el liberalismo llega a las últimas consecuencias de esos postulados, reclamando que la acción de la Iglesia se confine a los límites de la conciencia individual y se ciña a ser inspiradora de la acción de los cristianos: es la ideología del laicismo, entraña misma de la masonería y uno de los mitos fundacionales del sistema actual. La Iglesia reaccionó tanto contra el galicanismo como contra el laicismo liberal. Hubo clérigos galicanos y católicos liberales que quisieron reconciliar la doctrina de la Iglesia y el republicanismo laico. El “catolicismo liberal” nació con el pretexto de defender a la Iglesia. Vistos los efectos que produjo el galicanismo extremo de la Revolución, un grupo de católicos pensó que la prioridad era luchar contra la dominación del poder temporal sobre la Iglesia reclamando su total separación y pidiendo que se respetara la independencia del catolicismo como la de cualquier agente social. Que la Iglesia renunciara a su posición de privilegio para evitar que el Estado la controlara con la excusa de otorgarle un trato preferente. El programa del masón Cavour “una Iglesia libre en un Estado libre” resume perfectamente las aspiraciones cato-liberales. A raíz de la aparición del catolicismo
liberal (condenado por los papas), el problema de la acción política de la Iglesia se vuelve equívoco. Porque en realidad se quieren decir dos cosas diferentes. Por un lado, la Iglesia, sociedad perfecta de origen sobrenatural, instituida por Dios mismo, reivindicó su derecho a que las políticas del poder civil fueran conformes a la doctrina católica y a la Ley natural. La Iglesia reclamaba su derecho a colaborar con el poder temporal, mientras que los adversarios –los galicanos– pretendían instrumentalizarla en función del poder político. Por otro lado, a partir de la aparición del catolicismo liberal, los cato-liberales reclaman también un derecho de los cristianos a intervenir en política (de aquí el equívoco), pero en un sentido opuesto al reclamado por el Magisterio de la Iglesia. Lo que piden es que la Iglesia se libere de todo vínculo con el poder y de todo privilegio, y que a cambio se le respete su derecho a concurrir dentro de la sociedad liberal como un agente que aspira a influir en la toma de decisiones. La Iglesia se convierte, conforme a la aspiración laicista, en mera inspiración ética para la actividad política de sus miembros. No causa sorpresa que la razón de Estado haya sido y siga siendo hostil a la fe católica. Que las políticas de los recientes gobiernos hayan llegado a cotas nunca vis1
tas de desprecio de la ley natural y divina es algo evidente. Pero en eso la modernidad “no hace mudanza en su costumbre”. Lo asombroso es que somos los católicos los que no tenemos claro cuál debe ser nuestra reacción ante esta situación. Sobre la separación de la Iglesia y el Estado, postulado irrenunciable de los cato-liberales, San Pío X dijo: “Que sea necesario separar al Estado de la Iglesia es una tesis absolutamente falsa y un error pernicioso, porque, basada en el principio de que el Estado no debe reconocer culto religioso alguno, es gravemente injuriosa a Dios, fundador y conservador de las sociedades humanas, al cual debemos tributar culto público y social”. Sin embargo, desde el Concilio Vaticano II se ha producido un cambio que nos confunde. En la reciente instrucción de los obispos españoles “Orientaciones morales ante la situación actual de España”, se dice: “No se puede confundir la condición de aconfesionalidad o laicidad del Estado con la desvinculación moral y la exención de obligaciones morales objetivas para los dirigentes políticos.(...) no pretendemos que los gobernantes se sometan a los criterios de la moral católica, pero sí al conjunto de los valores morales vigentes en nuestra sociedad, vista con respeto y realismo, como resultado de la contribución de los diversos agentes sociales”. Si esto no es “catolicismo liberal”, que venga Montalembert y lo vea. Así, se ha convertido en tópico decir que no hay que confundir laicismo con una sana laicidad. Parece difícil reconciliar esa “sana laicidad” o “sana indiferencia” con la doctrina del Reinado Social de Cristo, que reclama una “sana injerencia” en el orden temporal. A la hora de promover la acción de la Iglesia en política, los católicos encontramos un doble obstáculo: uno externo, el laicismo político; y otro –más dramático–, interno: el abandono de la doctrina del Reinado Social de Cristo y la exaltación de los contradictorios principios del liberalismo llamado católico que, por liberal, como decía Veuillot, siempre pone tronos a las premisas y cadalsos a las conclusiones. Triste espectáculo el que ofrecemos los católicos, lamentándonos de la descristianización de nuestra sociedad sin querer modificar los principios liberales que nos han conducido a la apostasía social y personal. Somos la causa de nuestra propia ruina.
Galicanismo. Postula la disminución del poder del Papa en favor del episcopado y la subordinación de la Iglesia al Estado. 2 Jansenismo. Propugnaba la autoridad de los obispos, las regalías de la Corona y la limitación del poder papal.
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CHESTERTON y RELIGIÓN CIENCIA
CIENCIA ¿POR QUÉ TEMER LOS CAMBIOS EN UN PLANETA QUE JAMÁS HA SIDO ESTABLE?
LA AMENAZA FANTÁSTICA
Más de 4.500 millones de años son muchos para permanecer inalterado. La historia de la Tierra es la de un planeta en constante evolución y la de la continua adaptación de los seres vivos que ella crea y destruye. Hace unos 560 millones de años surgieron los primeros organismos pluricelulares, emergieron los continentes y algunos sistemas montañosos. Poco a poco, las masas continentales de la Tierra se reunieron en una sola llamada Pangea. En el Jurásico, los dinosaurios alcanzaron su máximo esplendor y la evolución hizo que a finales del periodo siguiente –el Cretáceo, hace 145 millones de años– el 75 por ciento de las especies invertebradas
desaparecieran en una extinción masiva. Sin embargo, nacieron los mamíferos y las aves primitivas. En el Cenozoico, el clima se enfrió y llegaron las glaciaciones. Los mamíferos tuvieron que adaptarse a este cambio y así nació el mamut –una especie de elefante enorme preparado para vivir en un clima gélido–. Tras una etapa más cálida, comenzó una tendencia al enfriamiento global que culminó en los periodos glaciales del Pleistoceno, en los que los glaciares cubrieron una cuarta parte de la superficie terrestre y se extinguieron, entre otros, el mastodonte y el perezoso gigante. El deshielo –hace 10.000 años– hizo subir más
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de treinta metros el nivel del mar, lo que provocó la inundación de grandes superficies terrestres. A lo largo de su vida, la Tierra ha vivido numerosos cambios a los que ha sabido adaptarse y resistir. Sin embargo, desde hace tiempo, el cambio climático se ha convertido en uno de los asuntos más recurrentes para políticos e intelectuales de todo el mundo. Entra y sale de la agenda de los medios de comunicación con una facilidad alarmante. El ex vicepresidente de los EE UU durante el mandato de Bill Clinton, Al Gore, ha recorrido medio mundo pronunciando conferencias sobre su película-documental “Una verdad in-
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“No hay datos que indiquen que estamos en una situación límite. Los científicos no hablan del cambio climático, sólo hablan de ello Al Gore y gente que no tiene ni idea” cómoda”, en la que se alerta del cambio climático y sus nefastas consecuencias para el Planeta. Tantas opiniones dispares sobre el mismo asunto han provocado la alarma generalizada rebatida por el Doctor en Económicas, consejero del Tribunal de Cuentas y Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales Juan Velarde Fuertes al afirmar que “no hay estadísticas ni datos ni nada que nos indique que estamos en una situación límite. Los científicos de verdad no hablan del cambio climático, sólo hablan de ello Al Gore y gente así que no tiene ni idea”. Además, el prestigioso economista explica que el problema reside en el miedo: “La Revolución Industrial lo cambia todo, con ella llegan los pánicos. El primero surge cuando se empieza a decir que la Tierra no va a poder dar los recursos necesarios para alimentar a todo el mundo. El segundo lo anuncia William Stanley Jevons cuando asegura que con el fin del carbón todo acabará porque no hay forma de satisfacer las necesidades de la población. Ahora estamos ante el pánico del cambio climático, siempre estaremos ante algún tipo de pánico”. Si todo es fruto del miedo o de la evidencia científica es algo que debe plan-
tearse empezando por el principio: ¿qué es el cambio climático? El pasado febrero, 2.500 científicos amparados por las Naciones Unidas presentaron el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) y determinaron en el artículo 2 que el cambio climático era “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables”. Diez años antes, el Instituto Nacional de Meteorología apuntaba que “lo que se entiende por cambio climático no debe confundirse con las variaciones que perciben los ciudadanos en el comportamiento del clima a lo largo de sus vidas”. El catedrático en Geografía Física de la Universidad Complutense de Madrid, Juan José Sanz Donaire, va más allá
y considera que “desgraciadamente, no hay una definición operativa sobre lo que se considera cambio climático –al hablar de definición operativa me refiero a unos límites claros–. Ante esta carencia, hablamos de cambio cuando hay una variación estadísticamente significativa respecto de periodos anteriores. Si el cambio se invierte en periodos sucesivos, se puede hablar de anomalía climática”. Con frecuencia se emplean como sinónimos los términos clima y temperatura, sin embargo, hay que recordar que las temperaturas son sólo un elemento más del clima. El tiempo cambia cada día, el clima no. En 1880, se comenzaron a registrar las temperaturas y, según estos datos, el actual invierno es “el más cálido de la Historia”, es decir, el menos frío en 127 años y no en la totalidad de la historia de la Tierra, para la que 127 años representa un periodo minúsculo dentro de sus 4.500 millones de años. Desde este punto, es necesario explicar las diferencias que existen entre el cambio climático y el ascenso de las temperaturas. Un cambio climático se produce como consecuencia de las modificaciones en el balance radiactivo terrestre. Mª Eugenia Pérez González, del depar-
“El problema no es el cambio climático sino el futuro energético, en el que están representadas las políticas de natalidad, desarrollo social y económico...” tamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la UCM, puntualiza que “los más evidentes se han producido por cambios en la radiación solar, aunque también los producen las erupciones volcánicas, los terremotos, las corrientes oceánicas, etc. Es necesario tener presente que dos tercios del Planeta son océanos y su dinámica tiene una impronta fundamental en los cambios climáticos”. Por su parte, el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, Javier Martín-Vide, considera que aunque “los cambios climáticos pasados tuvieron causas naturales externas (radiación solar) e internas (actividad volcánica) el actual es antrópico, fruto de las emisiones de gases
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Al Gore y su documental lideran la visión más catastrofista del cambio climático / AFP
de efecto invernadero producidas por el ser humano”. Sanz Donaire explica que “una de las premisas del cambio climático es la relación directa entre el aumento del CO2 en la atmósfera producido por la acción humana y las temperaturas. Esta relación directa no tiene por qué obedecer a una relación de causa-efecto (si aumenta el CO2 atmosférico, aumentará la temperatura). ¿No podrían ser ambos resultado de una causa común?”. Respecto a las temperaturas, Mª Eugenia Pérez González reconoce que “es cierto que en las últimas décadas se ha observado una tendencia ascendente de la temperatura media, sin embargo, hay numerosos observatorios en el Planeta que no registran esta tendencia. Por ejemplo, la fachada pacífica de Alaska y Canadá, Zimbabue y las islas Orcadas (situadas en Argentina, próximas a la Antártida)”. En este sentido, explica que “las Orcadas son fundamentales para entender la evolución de las temperaturas en la Antártida porque se llevan registrando 100 años. Así, se sabe que el incremento actual ofrece valores de temperatura similares a las de los primeros años del siglo XX, época en la que los contaminantes humanos eran en volumen insignifi-
“En la Revolución Industrial tuvimos miedo de no poder alimentar a todo el mundo, después al fin del carbón; ahora, al cambio climático. Siempre estaremos en pánico” cantes. Lo anómalo fueron las bajas temperaturas de los años sesenta y setenta del siglo XX”. Por lo tanto, la profesora Pérez González no cree que exista el riesgo catastrofista de un deshielo inminente en la Antártida. Tampoco lo creen Enrique Isla y Josep María Gili, dos científicos españoles que participan en el proyecto CLIMAT –que estudia las consecuencias del calentamiento global en la Antártida–. Tras la investigación del fondo marino, el equipo ha anunciado que “los efectos del cambio climático son buenos. La naturaleza utiliza los cambios para volver a generar vida”. Así, han explicado que tras analizar el acoplamiento que se produce entre el fondo marino y la columna de agua del continente blanco, el fondo marino es mucho más rico y diverso en animales de lo que esperaban. Por lo tanto, el deshielo y los desprendimiento de icebergs no se
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pueden considerar negativos. Gili también ha comentado que la mayor amenaza para este ecosistema no es el calentamiento global (“tras 40 millones de años congelándose, la Antártida no se descongelará en 100”) sino el aumento de las cuotas de pesca de krill, un crustáceo que sirve de alimento a muchas especies polares, como las ballenas. La posible llegada de una era glacial es otro de los aspectos con más eco y que más alarma despiertan en la sociedad. La historia de la Tierra demuestra que de manera periódica hay eras glaciales, la última sucedió hace 115.000 años y desde hace unos 12.000 años vivimos un periodo interglacial. Si se mantiene esta evolución “dentro de unos miles de años ‘tocará’ una nueva era glacial, por causa natural. Los modelos climáticos prevén un incremento progresivo y sustancial de la temperatura a lo largo del siglo XXI”.
CHESTERTON y ENTREVISTA
JUAN ESLAVA GALÁN
“NO SE PUEDE CAMBIAR DINERO POR FELICIDAD”
ENTREVISTA
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JUAN ESLAVA GALÁN Por ARANCHA MORENO Libro a libro, Juan Eslava Galán se afianza como un narrador capaz de hipnotizar incluso a los que no disfrutan demasiado leyendo obras históricas. Después de publicar el año pasado ‘La Primera Guerra Mundial contada para escépticos’, el escritor -y Doctor en Letras- ha llegado a tiempo para contarnos, justo en el 70 aniversario de su fin, los episodios más fascinantes, desconocidos y reveladores de la Segunda Guerra Mundial. Una guerra “perdida desde el principio” y urgida por “un loco” que arrastró a Alemania y al mundo a la mayor catástrofe bélica de todos los tiempos. Y nos lo cuenta con sus habituales píldoras, rápidas, visuales, absorbentes, con un relato tan cinematográfico que Hitler, Mussolini o el propio Franco parecen caminar ante nuestros ojos. Lo relata en ‘La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos’ (Planeta, 2015). En ‘La Primera Guerra Mundial contada para escépticos’, dijo que aquella fue “la gran olvidada” de las guerras. ¿Cómo denominaría a la Segunda Guerra Mundial? Como la gran recordada. Es una guerra muy popular, todo el mundo sabe algo de ella. Venía estudiando las dos por igual desde mis primeros libros, de cuando tenía 14 años. Llevo toda la vida estudiando el asunto. Suele frecuentar los escenarios de los conflictos para poder narrarlos con mayor viveza. ¿Cuáles le fueron más útiles esta vez? Voy todos los años a los escenarios de estas guerras o a los de las napoleónicas. Las fotos que hay en el libro son de mi colección o tomadas por mí, sobre todo los museos. Cuando vas a Normandía encuentras poco de lo que fue aquello. Los museos rusos y los ingleses son impresionantes, fantásticos. Dice que esta guerra era previsible. ¿Dónde hervía más el agua del caldero que la provocó? Quizá lo principal fue el trato injusto y abusivo que se dio a Alemania cuando perdió la Primera Guerra Mundial. Eso quedó como una herida abierta que tenía el pueblo alemán, que era orgulloso. Bastó que saliera un tipo loco, un visionario, diciendo la doctrina
“Sabemos que los políticos son unos corruptos y nos vengamos de ellos votando al que se los cargue” de revancha para que se fueran detrás de él. Este loco surgió por el descrédito de la democracia, la república de Weimar estaba muy desacreditada, tuvo mala suerte. También por la espantosa crisis económica que hubo a finales de los 20, que repercutió especialmente en Alemania, hubo mucha pobreza, mucho paro… Se echaron en brazos de Hitler como los españoles se echan en brazos de Podemos: descerebradamente y sin pensar las consecuencias que puede tener. Seguir a Hitler en aquella contienda fue un error. ¿Votar a Podemos, también? A mi juicio sí. Con Hitler lo tengo más claro porque tengo muchos más datos, pero el discurso que larga Podemos a mí no me sirve, no acabo de encontrarlo coherente. Es inevitable establecer conexiones entre el pasado y el presente. Siempre conviene, el alma humana es siempre la misma, y ante las mismas circunstancias reaccionamos de la misma manera: tirando por el camino del medio. Sabemos
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JUAN ESLAVA GALÁN que los políticos son unos corruptos, tanto de derechas como de izquierdas, y decimos: “Ah bien, me voy a vengar de ellos votando a este que se los va a cargar a todos”. Los alemanes se vengaron de los republicanos votando a Hitler, que se los iba a cargar a todos.
“Occidente es superior al mundo árabe en nuestra visión política, no hay que tener complejos” En una entrevista anterior en Gaceta.es, afirmó que Hitler era un perfecto desgraciado al que la guerra le vino muy bien. En este libro le describe como un pintor mediocre, desarraigado, con pocas lecturas mal digeridas. ¿Cómo alguien con semejante perfil pudo abanderar una contienda tan cruenta? Él consiguió arrastrar al pueblo alemán. Tuvo la suerte del principiante: se puso a dirigir la guerra contra el parecer de los generales, que querían hacer una guerra más convencional, él quería hacer una guerra tan revolucionaria que sorprendió a los franceses y les ganó la partida. Pero a partir de entonces todo fueron errores: la guerra la dirige un loco que no tiene conocimientos militares, frente a los militares que, como es un dictador sanguinario, no se atreven a rechistar. La guerra está perdida desde el principio porque una guerra se hace con acero y con petróleo y Alemania no tiene ni una cosa ni la otra. Los aliados dominaban el 90% del mercado del petróleo. Alemania, Italia y Japón dominaban sólo el 3% del carbón. A la larga, tienen que perder. En la cuestión demográfica, es un pueblo de 70 millones de habitantes que está luchando contra 500 millones de habitantes. No podían mandar al frente tanta gente como los otros. A sabiendas de que iban abocados al desastre, ¿no hubo más de un golpe de estado para parar los impulsos de Hitler? Yo lo cuento aquí, porque casi no se ha contado. Desde antes de la guerra, los militares
quieren destituir a Hitler, pero nunca se atreven. Como es un dictador, nunca se dan las circunstancias. A lo largo de la guerra, hay hasta cuatro intentos de cargárselo y nunca salen bien. Los militares desde el principio estaban horrorizados con él. En el libro plantea la complicidad del pueblo alemán, que se dejó arrastrar por el dictador. Es evidente. Cuando acabó la guerra, las barbaridades que habían hecho eran de tal calibre que en un principio los aliados americanos pensaban dejar a Alemania sin industria, criando vacas. Pero como al acabar la guerra empieza la Guerra Fría contra el comunismo, no tuvieron más remedio que darle cancha a Alemania para que fuera un estado tapón frente al mundo comunista. Se inventaron un deslizamiento semántico muy interesante: en lugar de hablar de alemanes, se hablaba de nazis. Los que habían hecho las barbaridades eran los nazis, no los alemanes. Pero los alemanes eran nazis, fueron ellos los que lo hicieron. Después, por esa cuestión política, ha habido que exculparles. Plantea que tal vez en ninguna otra sociedad ha prosperado tamaño monstruo, pero a juzgar por los atentados yihadistas, o el terror que siembra el Estado Islamico en Irak, sí que prosperan ese tipo de monstruos, lo que pasa es que no son seguidos a gran escala. Pero claro, son sociedades tribales, hay que distinguirlo. El mundo árabe se basa en que el tipo que corta cabezas es el jefe, es muy distinto a Occidente. Aquí hemos evolucionado, sobre todo desde la revolución francesa. Pensamos en el ideal de la libertad y en el ideal de la democracia, y gobierna el que obtiene la mayoría de votos, aunque sea torpe. Todos los países del mundo musulmán son dictaduras. Somos superiores en nuestra visión política, no hay que tener complejos. Este caldo de cultivo actual, ¿genera una inquietud que podría acabar en la Tercera Guerra Mundial? La tercera guerra ya se está pergeñando, pero es muy distinta, ya no va a tener frentes, es una guerra en la que te vuelan unos tre-
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JUAN ESLAVA GALÁN nes en Atocha, o te vuelan un vagón de metro en Londres, o las Torres Gemelas. Es una guerra de guerrillas pero te la hacen en tu propio territorio, las minorías externas que no respetan tu civilización y quieren imponerte la suya. Huyen del tipo de política de sus países pero se la traen consigo y te la quieren imponer. Si vienes, hazte europeo como nosotros. No tener frentes supone un factor sorpresa muy peligroso. Nadie está preparado. Se pueden parar muchos palos por medio del servicio secreto, pero no se pueden parar todos. Con eso hay que convivir. Como los pobres desgraciados que fueron a comprar comida al supermercado judío en París y el tío se los cargó. El enemigo está en cualquier parte, porque no lo conoces. En el libro se refiere a los “benditos errores” que cometió Hitler, que extrapoló la mediocridad que tenía en el arte al mando. ¿Cuál fue su fallo más grave: sus tácticas, ignorar a sus propios generales o creerse superior al enemigo? Despreciar al enemigo. El peor error fue despreciar a los rusos, pensar que eran infrahombres. Y demostraron que eran hombres valerosos y que las armas que hacían eran más efectivas que las de los alemanes, a pesar de la superabundancia de ingeniería que tenían los alemanes. Eso les perjudicó, porque se dedicaron a hacer armas tan virgueras que no se podían hacer en suficiente número. El mejor tanque que hacen los alemanes es el Tiger, hicieron 1.300 ejemplares en toda la guerra, luego hicieron 500 más de una versión mejorada, el Koenig Tiger. Los rusos tuvieron el mejor tanque de la guerra, el T-34, e hicieron 80.000. Los americanos del Sherman hacen 40.000. No hay color. Lo de creerse superior al enemigo ha ocurrido a lo largo de toda la historia. Les ocurrió a los ingleses en Cartagena de Indias, cuando acuñaron monedas en las que aparecía el español Blas de Lezo arrodillado, y resultó que fueron ellos los que perdieron la batalla. El enemigo nunca es tan tonto como tú piensas. A lo largo de toda la guerra los ingleses
les leyeron las comunicaciones a todos los alemanes, comunicaciones cifradas. Saben perfectamente las ideas que tienen y lo que van a hacer. Los rusos tiene infiltrados espías en Alemania y los alemanes nunca lo descubrieron. Los rusos tenían muchos espías en Alemania, comunistas que están colaborando con Rusia tenían una información espléndida. De hecho, usted escribe que los alemanes empezaron sacando toda la artillería, y conforme avanzaba la guerra y tiraban de “fondo de armario”, las armas eran cada vez peores. Sí, y los otros cada vez mejores y más realistas. Todos los aliados se complementaban a la perfección: los ingleses aportaban actitud, los americanos medios y los rusos el coraje de jugarse muchas vidas. Una unión muy provechosa. -Son gente sensata, cada uno aporta lo que tiene a la empresa común. Los generales alemanes ven que Hitler hace barbaridades y no se atreven a rechistar porque les pueden fusilar. Porque Hitler fusila a unos cuantos,
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JUAN ESLAVA GALÁN a otros los manda a casa… y aguantan que dirija la guerra un cabo que es un indocumentado. La entrada de Italia le trajo más problemas a los alemanes que beneficios. ¿Por qué? Mussolini estaba deseoso de la grandeza, los italianos son gente que quiere vivir bien y sin problemas. Se metieron en una guerra que su pueblo no quería. Era un ejército que estaba muy mal preparado, donde quiera que iban perdían, y los alemanes tenían que ir a ayudarles a contener el frente. En la Primera Guerra Mundial les ocurrió al unirse a Austria, decían que estaban uncidos a un cadáver. Y en la Segunda Guerra Mundial cometen el mismo error. No saben elegir compañeros. Fueron guerras rápidas, sangrientas, despiadadas… ¿y poco inteligentes? Hubo de todo. Los rusos, con gran desprecio de la vida porque tienen un ejército demográfico importante, empiezan a hacer la guerra con una gran torpeza, pero aprenden rápidamente de los alemanes, y cuando pasan un par de años ya saben tanto como ellos, aprenden del enemigo. Los alemanes no. En el libro imagina a Franco estudiando los mapas de guerra iluminado por su lámpara de noche en el Palacio del Pardo, mientras valora si entrar o no en la guerra. ¿Por qué hubo acercamientos y alejamientos entre él y Hitler? Al principio, cuando cree que los alemanes van a arrollarlo todo, intenta aliarse con ellos y manda a un general a entrevistarse con ellos, pero Hitler ya había cargado con Mussolini, que era un torpe, y no tenía necesidad de cargar con Franco, así que lo desprecia. Pero unos meses
después, cuando ha fracasado Hitler en el verano del 40 en la batalla de Inglaterra piensa en un plan b, que es cortarle las comunicaciones a los ingleses por el Mediterráneo. Y si se aliaba con Franco sí podía atacarlos por tierra, cruzando España y tomando Gibraltar. La reunión en Hendaya es para que Franco entre en guerra, pero Franco está más cauto y ya no le interesa. Cuando Franco quiso entrar en la guerra, Hitler lo despreció, y viceversa. ¿Y si hubiéramos entrado en la guerra? Evidentemente habríamos perdido, habrían desembarcado los americanos o los ingleses en España, pero sobre todo habría perdido la guerra Franco y habrían impuesto un régimen democrático en el 45, la República seguramente, o al posible rey, Don Juan. Franco no habría prevalecido. “Hitler estaba resentido con los judíos por un motivo personal” En medio de esta bárbara guerra de poderes, ¿por qué ese ensañamiento contra los judíos? Los judíos tuvieron la desgracia de que Hitler, por un motivo personal, era un hombre resentido. En su juventud en Viena había visto cómo triunfaban los artistas judíos: pintores, músicos… había una cultura judía en Viena impresionante, y él era un pordiosero que andaba por la calle y dormía en albergues y comía en comedores de caridad. Él tiene un resentimiento hacia los judíos porque ve que triunfan, y porque hay millonarios judíos en Viena que mantienen todo el esplendor del imperio. Cuando accede al poder, Hitler les culpa de todos los males de la Humanidad, pero especialmente de haber traicionado a los alemanes en la Primera Guerra Mundial. Él concibe
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JUAN ESLAVA GALÁN la idea de cargárselos de un modo obsesivo. En el 44, cuando ya están perdiendo la guerra los alemanes, en vez de intentar ganar la guerra sigue buscando judíos por Hungría, Bulgaria, Francia… cuando distraen tropas y material. En este libro menciona la teoría del posible autobombardeo de EEUU para entrar en la guerra. ¿Cree en ello? Hay una teoría de la conspiración, pero no está probada. Los portaviones más importantes de la marina no estaban en Pearl Harbour aquel día, lo que se hundieron fueron barcos más viejos que luego pudieron reflotar, pero no hay pruebas. Sí hay pruebas de que EEUU e Inglaterra le dan un ultimátum a Japón: o abandonan sus conquistas en China o les cortan el grifo del petróleo. Y Japón sin el petróleo inglés y americano no se podían mantener más de un mes. Prácticamente los empujan a la guerra, pero también podían evacuar China. Pero les salió mal, porque dirigieron desastrosamente la guerra en el Pacífico. Con tal capacidad para contar la Historia, ¿sigue dudando si su verdadera vocación es la de lector, la de novelista o historiador? Cada vez tengo más claro que lo que más me gusta es leer, sigo haciendo libros porque es mi profesión, pero lo que más me gusta es aprender. ¿Y qué acostumbra a leer? Soy muy variado, en literatura leo poca cosa moderna, yo releo los clásicos, los libros que me han gustado desde que empecé a leer con 14 o 15 años. Y luego los libros de historia: la guerra mundial, el mundo de Roma, la Edad Media… Soy más lector que otra cosa. Seguro que esta vez también tiene una película favorita sobre la Segunda Guerra Mundial que recomendar a los lectores. Sería obvio decir ‘Salvar al soldado Ryan’. En cuanto a cómo se hace la guerra, esa. ‘La lista de Schindler’ es fundamental para ver la mentalidad de los alemanes y de los judíos. El otro día me dijo Arturo Pérez Reverte que había visto ‘Corazones de acero’ y me dijo que la primera mitad de la película es muy interesante, yo no la he visto todavía. Creo que de
la Segunda Guerra Mundial hay más series documentales interesantes que películas, como ‘Apocalypse’, la serie que hiceron los franceses. ¿Los españoles hemos perdido la guerra de la propaganda? Efectivamente, la guerra de la propaganda la hemos perdido por completo, entre otras cosas porque las imprentas estaban en manos de los protestantes, sobre todo de los holandeses y alemanes. Y en tiempos de los Austrias, la propaganda adversa a los españoles nos mostraba como monstruos en toda Europa. Cuando yo era joven y vivía en Inglaterra, tenía unos amigos alemanes que una vez me echaron en cara que la Inquisición española que quemaba la gente. Yo les dije: “¿Es que no sabéis lo que hicieron los alemanes con los judíos?”. La Inquisición mató a 20.000 personas en tres siglos, pero ellos mataron a 6 millones solo por ser judíos. Tenían veintitantos años, eran chicos cultos y no lo sabían. Después de narrar las dos grandes guerras, ¿adónde le llevará la pluma esta vez? Tengo dos o tres novelas, alguna acabada que tengo que repasar, quizá emprenda algo con una novela que ocurre en la Guerra Mundial. Ahora no lo sé, sólo estoy leyendo. En estos días no tengo fijación, estoy muy disperso. Llego a casa, ceno y me quedo leyendo hasta las tres de la mañana. Pero mientras leo, hay un libro que me está pidiendo paso. Cuando acabe con todo esto, me pondré con una novela, seguramente.
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CHESTERTON y LOS ARTÍCULOS DE CHESTERTON
ARTÍCULOS PUBLICADO EN The Daily News (16 de mayo de 1906)
Por G. K. CHESTERTON
GALLO QUE NO CANTA En mi última mañana en la costa de Holanda, cuando sabía que en unas horas estaría en Inglaterra, me fijé en uno de los relieves góticos que abundan en Flandes. No sé si era muy antiguo, aunque desde luego estaba deteriorado e indescifrable y ciertamente era del estilo y de la tradición de la Alta Edad Media. Parecía representar hombres doblándose (por no decir retorciéndose) sobre determinados oficios elementales. Unos parecían ser marineros cazando cabos; otros, creo, estaban segando; otros estaban vertiendo enérgicamente algo de un sitio a otro. Esto es totalmente característico de las pinturas y los relieves de principios del siglo XIII, quizá la época más puramente vigorosa de toda la Historia. Los grandes griegos prefirieron representar a sus dioses y a sus héroes sin hacer nada. Siendo su compostura espléndida y filosófica, siempre hay un matiz que recuerda al amo de muchos esclavos. Pero si algo les gustaba a los medievales era representar a la gente haciendo algo: dedicados a la caza o a la cetrería o remando en un barco o pisando la uva o haciendo zapatos o cocinando en una cacerola. Quicquid agunt homines votum timor ira voluptas. (Cito de memoria.) La Edad Media está llena de ese espíritu en todos sus monumentos y manuscritos. Chaucer lo conserva en su jovial insistencia en el tipo de oficio y labor de cada personaje. Era la primera y la más joven resurrección de Europa. El tiempo en el que el orden social se estaba fortaleciendo pero sin haberse vuelto todavía opresivo, el tiempo en el que la fe religiosa era fuerte pero aún no se había
exasperado. Por este motivo, el efecto de los relieves griegos es totalmente diferente al de los góticos. Las figuras en los mármoles del Partenón, aunque a menudo alzan sus corceles un instante en el aire, parecen congeladas para siempre en ese instante perfecto. Pero un relieve medieval parece en realidad una especie de batiburrillo o rebullicio en piedra. A veces uno no puede evitar la sensación de que los grupos se están moviendo y mezclando, y toda la fachada de la grandiosa catedral tiene el zumbido de una colmena colosal. Pero estas figuras en particular presentaban una peculiaridad sobre la cual yo no podía estar muy seguro. Las cabezas que se conservaban eran muy curiosas, y me parecía que tenían la boca abierta. No sabía si significaba algo o era un accidente propio de un arte primerizo; pero, mientras reflexionaba, caí en la cuenta de que el canto estaba relacionado con muchas de las tareas ahí representadas, de que existían canciones para segadores cuando siegan y canciones para marineros cuando cazan cabos. Todavía estaba pensando en este problema cuando, recorriendo el muelle de Ostende, escuché a unos marineros articulando un grito medido a la vez que trabajaban. Recordé que los marineros todavía cantan a coro mientras trabajan y cantan, incluso, distintas canciones según qué faena estén realizando. Un poco después, terminada mi travesía marítima, la contemplación de los hombres trabajando en los campos ingleses, me recordó de nuevo que todavía hay canciones de siega y canciones para otras
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muchas labores del campo. Y de repente me pregunté por qué es (si es que es así) absolutamente inaudito que algún oficio o negocio moderno tenga una poesía ritual. ¿Cómo llegó la gente a cantar poemas toscos mientras recogía ciertos frutos o cazaba ciertos cabos, y por qué nadie hace lo propio mientras produce las cosas de hoy? ¿Por qué un periódico moderno nunca es editado por gente que cante a coro? ¿Por qué los tenderos cantan tan poco, si es que lo hacen alguna vez? Si los segadores cantan mientras siegan, ¿por qué no deberían los auditores cantar mientras auditan y los banqueros mientras banquean? Si hay canciones para cada una de las cosas que hay que hacer en un barco, ¿por qué no hay canciones para cada una de las cosas que hay que hacer en un banco? Mientras el tren de Dover atravesaba los huertos de Kent, yo intenté escribir unas canciones apropiadas para los señores que se dedican al comercio. Así, los oficinistas de los bancos, en el trabajo de sumar las columnas, podrían comenzar con un atronador coro en alabanza de la suma simple: ¡Ánimo a todos! ¡Fuera pereza!, hay muchos cálculos / que realizar. Los astros gritan: –“Dos más dos, son cuatro”. / Y aunque reinos y credos caigan, y aunque arruinados / lloremos, y aunque rujan los sofistas… ¡son cuatro! También, por supuesto, se necesitaría otra canción para tiempos de crisis financiera y coraje, una canción con unos versos más fieros y pavorosos, como un galope de caballos en la noche: ¡Alerta! / El director perdió el timón, / el secretario bebe ron / y la campana a la tripulación / reclama en la cubierta / para bregar… / ¡Alerta! / De nuestro banco (o
LOS ARTÍCULOS DE CHESTERTON y CHESTERTON
entidad financiera) / defenderemos los pendones / hasta que la leyenda refiera / que disparó sus cien cañones / por caja… / antes de que se hundiera… Al entrar en la nube de Londres, me encontré con un amigo que, precisamente, trabaja en un banco, y sometí a su consideración el uso por parte de sus colegas de estas mis sugerencias líricas. No se mostró muy ilusionado con el asunto. No era –me aseguró– que despreciase los versos ni que lamentase en ningún sentido su tosquedad. No; era más bien un algo indefinible en el ambiente en que vivimos que hace espiritualmente muy difícil que en los bancos se cante. Y creo que mi amigo debe de tener razón, aunque el asunto es muy misterioso. Además, creo que debe haber algún error en las previsiones de los socialistas, porque ellos le echan la culpa de todas nuestras aflicciones no a un tono moral, sino al caos de la empresa privada. Pues bien, los bancos son privados; pero el Servicio de Correos es público: en consecuencia, debería esperarse que, conforme a su naturaleza, Correos acogiera con entusiasmo la idea colectivista de un coro. Imagínense mi sorpresa cuando la señora que atiende la oficina de Correos de mi barrio, al animarla yo a cantar, rechazó la idea de una manera mucho más fría que el oficinista bancario. Es más, ella parecía estar considerablemente más depresiva que él. Por si alguien pudiera suponer que esto era efecto de los versos, considero justo decir que el “Himno del Servicio de Correos” rezaba así: Caen cartas sobre Londres como cae una nevada; / y, como el raudo rayo, se entrega el telegrama. / Son noticias que anuncian la boda de una dama / o que una dulce anciana ha sido asesinada. / [CORO con ritmo enérgico y alegre] O que una dulce anciana ha sido asesinada. Y cuanto más pensaba sobre el asunto, más tristemente seguro estaba de que las cosas más típicamente modernas no pueden ser hechas cantando a coro. Uno no podría ser un financiero importante y cantar, porque la esencia de un financiero importante es estarse callado. Ni siquiera se puede en la mayoría de los círculos modernos ser un hombre público y cantar,
porque la esencia de un hombre público es hacer casi todo en privado. Nadie se imagina un coro de prestamistas. Todo el mundo conoce la historia de aquel cuerpo de voluntarios formado por abogados que, cuando el coronel en el campo de batalla ordenó: “¡Carguen!”, dijeron al unísono: “Son seis chelines con ocho peniques”. Los hombres pueden cantar mientras cargan militarmente, pero no si cargan en sentido crematístico. Y al final de mis reflexiones, no he llegado más que al mismo sentimiento subconsciente de mi amigo, el oficinista bancario: hay algo espiritualmente sofocante en nuestra vida, no exclusivamente en nuestras leyes, sino en toda nuestra vida. Los oficinistas bancarios carecen de canciones no porque sean pobres, sino porque están tristes. Los marineros son mucho más pobres. Volviendo a casa, pasé por un pequeño edificio de latón perteneciente a alguna agrupación religiosa, que estaba siendo sacudida por un griterío del mismo modo que vibra una trompeta con su propia música. Al menos allí estaban cantando; y yo tuve por un instante una idea que ya había tenido antes: que sólo encontramos lo natural en lo sobrenatural. La naturaleza humana se siente perseguida, y se ha acogido a sagrado.
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CUENTOS
CHESTERTON y CUENTOS CON ALMA
MARTÍN DESCALZO: Toledo 1930-Madrid 1991. Sacerdote antes que nada, periodista de ABC y escritor clásico de teatro, poesía, artículos, novelas... Nada escapó a la visión cristiana que paría su pluma humanista.
LA SIESTA INFINITA Pase –dijo–. Supongo que es usted el visitante que nos habían anunciado. Durante una milésima de segundo la respuesta buscó la salida de mis labios, pero al fin preferí contestar sólo con un leve gesto afirmativo de cabeza. Él sonrió, o tal vez sea más exacto decir que simplemente acentuó un poco más su sonrisa. En realidad, sonreía siempre. Y era aquella sonrisa permanente, excesiva, la que me estaba poniendo nervioso. “Excesiva”, sí, esta era la palabra. En él todo resultaba excesivo. Demasiado joven, demasido elegante, demasiado sonriente, demasiado cortés. Tal vez era esa demasía la que hacía irrespirable el aire en torno suyo. Cuando logré dejar de mirarle comprendí que no era sólo él quien resultaba excesivo.
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También las paredes, también las luces, también el silencio. Pero el joven no me dio mucho tiempo para pensar. Sonriendo siempre me indicó que le siguiera. Y vi entonces el interminable pasillo. “No crea que tenemos muchos visitantes aquí”, dijo mientras caminaba. Luego volvió la cabeza y sonrió aún más. Se corrigió como bromeando: “Quiero decir visitantes vivos, como usted”. También aquella puerta se abrió demasido silenciosamente. Y tras ella apareció el refulgente pabellón infinito. He dicho “infinito” y no voy a corregirme. Yo al menos no logré ver el fin de aquel túnel que iluminaba una luz incolora, de hospital. No sé por qué supe enseguida que no se
CUENTOS CON ALMA y CHESTERTON
trataba de un hospital, aunque lo pareciera. A derecha e izquierda dos hileras inacabables de camas, ocupadas todas ellas por hombres como yo. –Tenemos millones –dijo el joven que me acompañaba. –¿Millones de camas? –Quiero decir millones de salas como ésta. Sonreía ahora casi con maldad. Se diría que gozaba desconcertándome. –Haga un cálculo. Son algo más de seis billones de camas. Se precisan muchos millones de dormitorios. Pero, en realidad, es éste el único que tiene interés. Son los de este año. Recién llegados. Los de años y siglos anteriores son una especie de siesta infinita. Éste a las doce se animará un poco. Vi ahora el enorme reloj que presidía la sala. Mentalmente calculé que la esfera mediría más de diez metros de diámetro. Y las manillas avanzaban con el mismo silencio con que se había abierto la puerta. Cuando el minutero alcanzó las doce todo en la sala pareció despertar. ¿Todo? No, no todo. En una buena parte de los lechos los dormidos continuaron durmiendo. Pero muchos otros se incorporaron. Y todos cuantos despertaban lo hacían sonriendo. Se estiraban, contemplaban el mundo con un cierto asombro, como si acabaran de nacer en él. Bastantes se levantaban y se acercaban a las ventanas tras las que brillaba un sol incoherente. El silencio seguía siendo silencio. Cada uno de los recién despertados parecían ignorar a todos los demás. Se les veía felices, pero felices en soledad. Tal vez no se veían de tan felices que eran, como si tuvieran que aprovechar aquel sol, aquella luz que cantaba tras las ventanas. Porque la felicidad era corta. Los más, tras muy pocos minutos de contemplar el sol, regresaban a sus lechos y descendían a la siesta de la que momentos antes habían emergido. Muchos ni siquiera llegaban a levantarse de la cama. Contemplaban el mundo desde el lecho, sonreían uno, dos minutos, y volvían nuevamente a dormir. Y también eran muchos lo que ni siquiera llegaban a despertar. Pocos, muy pocos los que cruzaban la puerta que conducía al jardín para canturrear gozosos bajo el sol. Algo absurdo me golpeó la frente: tenía la impresión de que conocía a muchos de los afortunados que podían salir al jardín. Bastantes eran rostros que había visto en los periódicos de los días anteriores: toreros, escritores, estadistas.
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Oí a mis espaldas la voz de mi acompañante. –¿Sorprendido? –Asustado –respondí–. Y sin comprender nada. –Es natural –dijo–, le falta por ver lo más importante. El fulgor de los brillos hirió ahora mis ojos. Y sentí algo demasiado parecido a un mareo. Me pareció ver millones y millones de ruedas que giraban incesantes en una especie de computadora que tuviera kilómetros y kilómetros de longitud. Cuando pude volver a abrir mis ojos supe que el brillar de las ruedas giratorias no había sido un invento de mis ojos ni de mi imaginación. Estaban allí, innumerables. Y junto a cada una parpadeaba una lucecita roja. Para ser exacto diré que todas las ruedas tenían una luz, pero que no todas parpadeaban. En realidad, sólo puede decirse que parpadeaban algunas de la primera fila, se encendían y apagaban con frecuencia las de las segunda, luego, el número de encendidos disminuía con el alejarse de las filas. El encendido era una especie de pequeño flash rojo que, no sé por qué, producía alegría. –Cada uno de nuestros muertos tiene su cinta computadora. Estos de la primera fila son los muertos de ayer. Cada fila es un día. Muchos miles, como ve. –¿Y las luces? –Se encienden cada vez que alguien en el mundo piensa en uno de nuestros muertos. Como verá –por primera vez su sonrisa tuvo un tinte amargo–, ustedes, los humanos, no piensan mucho en ellos cuando pasan siete días. –¿Puedo saber para qué contabilizan nuestros recuerdos? –El anciano se lo explicará. Ahora caminaba de nuevo delante de mí y me pareció que más lentamente. Estaba comenzando a dolerme el corazón. Pero seguía sin entender qué tenían que ver aquellas luces rojas con el inmenso dormitorio de los muertos. –Adelante. Póngase cómodo. También el viejo sonreía sin descanso. Pero su sonrisa era humana, caliente. Se diría incluso que un poco triste. –¿Ha visto nuestras instalaciones? –se reía–. A mí me parecen ridículas. Pero decían que teníamos que ponernos al día. Y yo puedo ser viejo, pero no anticuado. Ha sido para mí como una broma divertida. Aunque –su rostro se nubló– un poco triste. No, no me ha gustado ponerme a la moderna. Pero ¿qué quiere usted? Se pasaban la
CHESTERTON y CUENTOS CON ALMA
vida maldiciendo mi infierno y olvidando mi cielo. Por lo visto yo era un monstruo si condenaba a los hombres a la hogera. Uno se cansa ¿sabe? Uno se cansa de que le llamen injusto. Allá abajo todo se lo sabían muy bien. Ellos habrían hecho las cosas mucho mejor si hubieran estado en sus manos. Y decidí dejarles a ellos esa triste tarea de juzgar. Usted ha visto el fruto. –Hizo un largo silencio y las paredes de la sala comenzaron a rezumar amargura. Yo seguía sin entender, pero las preguntas no lograban salir de los labios. Al fin, el viejo siguió: –Sí, pensé: que sean ellos mismos, los hombres, los que decidan cómo pasarán la eternidad. Decían que el único premio de la bondad era estar vivos, y que estar muertos ya era bastante castigo. Pues bien; que sea así. Y que sean los que quedan abajo los que juzguen quiénes después de morir seguirán vivos y quiénes estarán verdaderamente muertos. Luego... En el silencio que siguió me dí cuenta de hasta qué punto era niño: en sus labios estaba naciendo una sonrisa pícara de chiquillo travieso. –Luego la fórmula concreta ya fue un juego mío. Decidí que los muertos vivirían aquí tantos minutos como personas pensaran en ellos durante el día anterior. El resultado... usted lo ha visto. Algo dentro de mí quiso protestar. Creo que incluso llegué a decir alguna palabra, pero él no debió de oírme, porque siguió: –No es que yo esté decepcionado del hombre, no – sonrió–. Yo sé bien cómo lo hice. Pero sois terriblemente débiles de memoria. Ni para odiar sois buenos. Después de la muerte no hay odio que dure cuatro días, ni amor que dure tres semanas. ¿Ha visto qué siesta infinita duerme la mayoría? Algunos hay que llevan muertos años y años sin despertar. Y no digamos los que han muerto hace más de una generación. Esos están más dormidos que piedras. Ahora sí protesté: –No es verdad: yo sigo recordando a mi madre y hace más de diez años que murió. No hay día en que no la recuerde. El viejo me miró ahora con ternura. Apretó un botón. En la pantalla de televisor que había frente a nostros apareció mi nombre y el de mi madre luego. Y toda una teoría de puntos y de sombras. El viejo las examinó atentamente:
–Te felicito. Eres un buen hijo. Te acordaste de ella los once primeros días. En el día doce después de su muerte no pensaste en ella ni una sola vez. Luego volviste a recordarla en los días siguientes. La olvidaste de nuevo los días 22 y 29. En el tercer mes después de su muerte ya hubo once días en que no la recordaste. En el cuarto año ya hubo 22 días seguidos en que no la recordaste. Ahora la recuerdas cuatro o cinco veces al mes. Si tus hermanos son como tú, puede decirse que tu madre es afortunada. Aún logra vivir unos cuantos minutos cada día. No, no protestes. Los más altos amores apenas logran vivir cien o doscientos días al año. –Es cruel –dije. –Sí –dijo el viejo–, es cruel. Mucho más cruel que mi infierno. Pero presumíais tanto de amaros los unos a los otros... –Vivimos muy ocupados –quise explicar. –Sí, lo sé. Ocupadísimos. Tenéis tiempo de todo menos de amar. Pero no quiero que me sigan acusando de injusto. Así, el que ame mucho podrá seguir viviendo aquí. –No basta amar –grité–, hace falta que a uno le amen. –Supongo que si uno siembra amor, recogerá amor. –No –le dije–. Cada amor que siembras recoge una décima de amor, no diez gramos de amor. –No entiendo eso –respondió–. Mi amor multiplica, no divide. –Era preferible tu justicia. –Supongo que sí –dijo. Y sonreía. Algo hizo latir entonces más fuerte mi corazón. ¿Cuántos –pensaba– me recordarían después de mi muerte? Me imaginé la noticia en los periódicos. Tal vez –yo era orgulloso y me creía importante– algunos amigos escribirían artículos sobre mí. ¿No iba a lograr que 1.440 personas me recordaran? Sí, tuve la osadía de pensar que al menos el primer día después de mi muerte seguiría vivo. Pero... ¿y el segundo, y el tercer día? ¿Serían más de diez los que me recordaran alguna vez un mes después de mi muerte? ¿Y al cabo de un año? ¿Y al cabo de diez años? Sí, estaba seguro: al cabo de diez años yo sólo sería una piedra dormida. Tendí mis ojos al viejo como tiende un mendigo la mano. Y él me dio su triste sonrisa como una limosna.
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CHESTERTON y EL VERSO BLANCO
Yo, poeta decadente Yo, poeta decadente, español del siglo veinte, que los toros he elogiado, y cantado las golfas y el aguardiente..., y la noche de Madrid, y los rincones impuros, y los vicios más oscuros de estos bisnietos del Cid: de tanta canallería harto estar un poco debo; ya estoy malo, y ya no bebo lo que han dicho que bebía. Porque ya una cosa es la poesía y otra cosa lo que está grabado en el alma mía... Grabado, lugar común. Alma, palabra gastada. Mía... No sabemos nada. Todo es conforme y según.
Adelfos Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron –soy de la raza mora, vieja amiga del sol–, que todo lo ganaron y todo lo perdieron. Tengo el ama de nardo del árabe español. Mi voluntad se ha muerto una noche de luna en que era muy hermoso no pensar ni querer... Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna... De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer. En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos... y la rosa simbólica de mi única pasión es una flor que nace en tierras ignoradas y que no tiene aroma, ni forma, ni color. Besos, ¡pero no darlos! Gloria... ¡la que me deben! ¡Que todo como un aura se venga para mí! Que las olas me traigan y las olas me lleven y que jamás me obliguen el camino a elegir. ¡Ambición!, no la tengo. ¡Amor!, no lo he sentido. No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud. Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido. Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud. De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo. No se ganan, se heredan elegancia y blasón... Pero el lema de casa, el mote del escudo, es una nube vaga que eclipsa un vano sol.
MANUEL MACHADO
Entre la absenta y la manzanilla “No sabía que Manuel tenía un hermano”, dijo Borges cuando le preguntaron por Antonio Machado. Era un irónico dardo a quienes querían olvidar al hermano mayor sólo porque le hizo versos a José Antonio y a Franco, pecado capital para esa hemipléjica intelectualidad que ya no recuerda los centenares de poemas que sus genios le han dedicado a Stalin Por KIKO MÉNDEZ-MONASTERIO Jorge Luis Borges le debía a Manuel el haber reivindicado el cuento literario con relatos magníficos, cuidadísimos y apasionados textos para enaltecer un género que siendo el más grande algunos llamaban menor, y sin el cual el argentino no hubiese existido nunca para las letras universales. Y, además de los cuentos, también han quedado sus obras de teatro, pintadas a dúo con su hermano, como “La Lola se va a los puertos”, junto con media docena de títulos más. Pero Manuel Machado (1874-1947) es poesía, sobre todo poesía. Versos que saltaban sin chirriar entre Montmartre y la Macarena, la absenta y la manzanilla, Verlaine y los banderilleros, que sólo en él se mezclan sin estridencia la juventud calavera y parisina con las raíces sevillanas, como si se pusiesen a cantar por soleares los personajes bohemios de Enrique de Murger. Vivió en Sevilla, en Madrid, en París. Le dio al modernismo unas alas que no envidiaban ni a las del mismísimo Darío, y luego su voz se fue agostando, se hizo más grave, le llegó tarde esa religiosa preocupación por la muerte que había obsesionado a sus coetáneos del 98. Pasó por la Escuela Libre de Enseñanza, se licenció en Filosofía y Letras, saboreó el aplauso del público y ocupó con todo merecimiento un sillón de la Academia.
Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme lo que hago por vosotros hacer podéis por mí... ¡Que la vida se tome la pena de matarme, ya que yo no me tomo la pena de vivir!... Mi voluntad se ha muerto una noche de luna en que era muy hermoso no pensar ni querer... De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna. ¡El beso generoso que no he de devolver!
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CHESTERTON y DOS LECTURAS
EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO Kiko MÉNDEZ-MONASTERIO
Apología de Holden Escritor y periodista. Director de gaceta.es Ha sido premiado en numerosos certámenes literarios, entre los que destaca el Camilo José Cela
Cuando J.D. Salinger escribió las primeras frases de “El guardián entre el centeno”, no podía imaginar que acabarían acusándole de tener algo que ver con la muerte de John Lennon, o con la de JFK. Es verdad que el asesino del músico llevaba encima un ejemplar de la novela cuando se lió a tiros frente al edifico Dakota, y es cierto que Harry Oswald también la había leído, pero establecer una relación entre la historia de Holden Caulfield y esos asesinatos es algo así como hacer responsable a Goya de la muerte de Manolete, por haber pintado el sordo sus tauromaquias. Afortunadamente la crítica que se hace de su novela no es siempre tan delirante. A Salinger le acusan de ejercer una influencia nefasta en la juventud, de mostrar un personaje ácido cuya sensibilidad se traduce en desprecio hacia el género humano, en un pesimismo casi enfermizo y en una visión cruel de la existencia, donde no hay sitio para lo trascendente ni para la religión. También se ha criticado la presencia del sexo en el relato, del lenguaje ordinario y de algunas escenas sórdidas que, en los años cincuenta, cuando se publicó la novela, quizá causasen algún revuelo en la Norteamérica más puritana, pero que desde luego son incapaces de escandalizar a una mente algo formada. Es verdad que hay sexo (mucho menos del que hay en la publicidad actual) y vacío, y nihilismo, y frustración, pero es que de todo eso hay en las adolescencias postmodernas, y resulta que Salinger no pretendió
escribir un tratado de moral, sino una novela. La historia de Holden Caulfield es hermosa, trágica, a veces estúpida, casi siempre pueril... pero sobre todo es la historia de un alma perdida y sensible. Holden añora la infancia como símbolo de la pureza, de la inocencia, y se rebela contra el paso del tiempo que le conduce a la vida de los adultos, en la que sólo quiere ver hipocresía y maldad. Su pecado es vivir demasiado intensamente esa época atroz, confusa, que va de la piruleta al cigarrillo, donde verdaderamente se acaban de modelar las personas, y que demasiado a menudo menospreciamos. Pero la novela no es culpable. Casi nunca lo son. Salinger se limita a cumplir con mucho talento las misiones del artista: la de reflejar en su obra el espíritu de su tiempo; la de decir, o esculpir, o pintar verdades, sin preocuparse de que sean toda la verdad. Porque si pretendiesen explicar el mundo, y encontrarle un sentido y una respuesta a todo, dejarían de ser artistas para convertirse en profetas. No es Miguel Ángel el que crea el Renacimiento, sino el que lo plasma con su genio en el David. No es Cervantes el culpable de la decadencia española, sino el que es capaz de advertir el cansancio del espíritu castellano, casi medio siglo antes de Rocroi. Y el hallazgo genial de Salinger es encontrar en Holden, preso de una pubertad estúpidamente alargada, el germen de lo que estallaría un poco más tarde: ese sesentayochismo que
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ya late en la juventud de los cincuenta, y que acabaría reventando en la universidad de la década siguiente. Si los intelectuales conservadores, en vez de condenar a la hoguera el libro, se hubiesen ocupado de entender cuánto de verdad mostraban sus páginas, cuánto había cambiado la percepción del mundo para los que se asomaban a él mientras la guerra enterraba a cincuenta millones de semejantes, quizá se habrían armado para la avalancha nihilista que más tarde sacudiría occidente desde el mayo parisino hasta las praderas de Woodstock. Otra cosa es recomendar el libro en la enseñanza secundaria. Yo mismo prohibiría la lectura de El Quijote hasta bien entrada la veintena. La literatura es arte, y como tal requiere una formación de la sensibilidad del receptor. La literatura es arte, no propaganda. Para dirigir corazones y mentes ya nacieron los periódicos, y la publicidad, y los atriles, y la literatura está tan lejos de todo eso como la Venus de Milo de la pornografía. Exactamente el mismo abismo que existe entre la mentira y la verdad. Definitivamente Holden no fabrica nihilistas. Pero nos ayuda a entender por qué hay personas que llegan a esa visión atroz de la existencia. Y a compadecerse de ellos, y hasta de nosotros mismos, porque quién no habrá querido alguna vez, al enfrentarse al mundo y sus miserias, ser simplemente un guardián entre el centeno, ocupado sólo de proteger el juego de los niños.
DOS LECTURAS y CHESTERTON Su lectura ha sido presentada como incitadora de la violencia e incluso del crímen y, sin embargo, es obligatoria en la escuela de los EE UU y recomendada en la española. Sepa cuáles son las claves que hacen de “El guardián entre el centeno”, de J. D. Salinger, uno de los libros más polémicos del siglo XX
Carlos ESTEBAN
¡Pobrecito Holden! El primer director del legendario semanario Alba, uno de los mejores, más inteligentes y más ácidos articulistas de la prensa española
Esta es la historia de dos lecturas de una misma novela. Leí por primera vez “El Guardián entre el centeno” cuando tenía 16 años, la edad de Holden Caulfield, su protagonista, y la terminé con la misma sensación de haber recibido una revelación privada con que la han leído miles de adolescentes en todo el mundo. Pero igual que hay obras que soportan mal el paso de los siglos, “El guardián” no aguanta el paso de la edad. La volví a leer cuando ya era un adulto y el Caulfield que en mi adolescencia me había parecido un genio incomprendido, un prodigio de sensibilidad y honestidad que sólo podía abocarle al manicomio, se me antojó un adolescente monstruosamente egocéntrico, insensible para todo lo que no fuera su diminuto mundo interior, pagado de sí mismo y autocompasivo hasta la náusea. En el mundo real no merecería el manicomio sino dos buenas bofetadas. Hay dos razones principales por las que un libro puede gozar de un éxito masivo y continuado más allá del destino efímero de los superventas al uso: conectar con lo universal en el hombre, que es lo que consiguen los clásicos, o responder hábilmente a las obsesiones y tendencias de una época, como es el caso de “El guardian”. La clave de la novela se anticipa ya en sus primeras líneas: “Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo
ese rollo de la infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso”. El protagonista cita a David Copperfield porque quiere presentar a una víctima, a un protagonista que inspire compasión, pero al mismo tiempo lo rechaza porque las desgracias que hacen del huérfano inglés ideado por Charles Dickens digno de lástima son objetivas, reales. Y Salinger era lo bastante hábil como para comprender que su protagonista debía ser normal y petit bourgeois en su vida exterior para permitir que se identificaran con él miles de adolescentes americanos sin destinos especialmente crueles, pero lo bastante desgraciado y “único” como para halagar y alimentar la insaciable ansia de reconocimiento y autocompasión de esos mismos adolescentes. Con novelas como “David Copperfield”, “Oliver Twist” o “La Pequeña Dorrit”, Charles Dickens se ha ganado fama de escritor sentimental. Pero es una fama inexacta. Dickens era melodramático; no hay nada especialmente sentimental en sentir pena de un huérfano abandonado y explotado por el desalmado Faggin, porque son situaciones objetivamente dignas de compasión. El sentimentalismo, verdadera plaga de nuestro tiempo, no es la exageración, sino la perversión del sentimiento. Sa-
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bemos que Copperfield es desgraciado porque le suceden cosas que cualquier persona normal reconoce como desgracias; sabemos, en cambio, que Caulfield es desgraciado porque no para de repetirlo desde la primera página a la última. La novela viene a ser una perversa terapia, un modo de animar a los adolescentes a disfrutar de una orgía de resentimiento –todos los adultos son unos farsantes– y autocompasión sin tener que desarrollar un solo pensamiento lúcido. Como casi todas las películas que salen de Hollywood destinadas al público adolescente, “El guardián entre el centeno” pulsa los resortes emocionales del lector adolescente sin apelar una sola vez a su razón. Esto es lo que convierte a Holden Caulfield en un héroe moderno, y a la novela en un precursor de ese sentimentalismo difuso e irresponsable que está sustituyendo a la razón y a la búsqueda de la verdad en Occidente, el do your thing de la Beat Generation, el “si te hace sentir bien, es bueno para ti” de los baby-boomers, el culto a una espontaneidad como summum bonum que se revuelve en egoísmo en estado puro y salvaje insolidaridad. En los diarios de Eric Harris y Dylan Klebold, los autores de la matanza de Columbine, late el espíritu de Holden Caulfield, su corazón tan minucioso para inventariar los propios agravios y tan generalizador y grosero para el resto de la Humanidad.
CHESTERTON y ENTREVISTA
RAMÓN TORRELLEDÓ
ENTREVISTA “HAY QUE ESTAR ALERTA PARA DETECTAR EL TALENTO” El director de orquesta de Intereconomía prepara un ciclo de conciertos de jóvenes talentos llamado Must Talent Festival. Se celebrará en mayo, junio y julio en el Ateneo Por ARANCHA MORENO
Son jóvenes con un talento único, entregados completamente a la música desde niños. Sin embargo, muchas veces ese virtuosismo permanece escondido, hasta que alguien lo muestra en público. Con esa vocación nace Must Talent Festival, un ciclo de nueve conciertos que se celebran los
meses de mayo, junio y julio en el Ateneo de Madrid, dirigidos por el maestro Ramón Torrelledó. Un director de orquesta muy especial, que se autodenomina “exiliado cultural” porque tuvo que abandonar España para ejercer su profesión en Rusia, y regresó hace siete años.
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ENTREVISTA y CHESTERTON
RAMÓN TORRELLEDÓ Dice que el Must Talent Festival parte de un sueño, ¿cuál? Es el sueño de los chicos, la empatía de ponerse en el lugar de un niño que empezó a tocar con cuatro años, cuya familia ha apostado todo por un futuro muy incierto pero guiados por la vocación, por el talento, por la música. Es el sueño de quien comenzó una aventura, desea tocar las grandes páginas de la música, en las grandes salas de concierto. ¿Qué ocurre cuando se descubre el talento? El talento es tan irrefrenable que lo tienes que seguir. El problema es cuando tus padres detectan que tienes talento, porque saben que la sociedad no valora tu profesión, no puedes pagar el recibo de la luz. Esto no es una carrera de cuatro años, que si no sale bien haces un master y cambias. Son veintitantos años de estudio, todo el día en ello. Cuando los padres detectan este talento tienen la obligación moral de desarrollarlo, es un gran riesgo en el que se moviliza toda la familia, aunque no tenga disposición económica. Hay una niña de doce años que va desde Madrid a Badajoz todas las semanas para estudiar piano y violín, toca las dos cosas a nivel muy alto. Hay una historia detrás. ¿Qué persigue este festival? Es un apoyo a toda la gente que vive con absoluta verdad. Son músicos cargados de talento, superdotados. Les vamos a ayudar poniéndoles un escenario para desarrollar el talento. Les sacamos del anonimato. Intentamos que la gente conozca esta realidad. Las melodías de tres minutos, copla estribillo, son divertidas. A mí me gustan los conguitos, pero sé que no son lo mejor. Aquí están creciendo, gente que se dedica al estudio de la música. A mi me encantan los acordes también, pero la música está hecha de géneros, y tienen que saber que hay muchos: el del garaje y el de la sinfonía de dos horas. El Must Talent Festival lo conforman nueve conciertos matutinos en el Ateneo de Madrid. Son ciclos-conferencia. ¿En qué consisten? Cada uno actúa solo. Hay dos conciertos que voy a dirigir desde el clave, tengo un grupo que se llama L’aPartytura Consort, pero para
“Los padres tienen la obligación moral de desarrollar el talento detectado en su hijo”
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CHESTERTON y ENTREVISTA
RAMÓN TORRELLEDÓ
el primer domingo he seleccionado a músicos jóvenes con talento que van a tocar conmigo, somos seis o siete personas. El siguiente domingo viene un pianista solo, y otro día también, luego vuelvo a aparecer yo. Hay un programa doble, en el que dos hermanas tocan la viola y el violín, y después el pianista. ¿Es un ciclo completo hilvanado con sentido? Sí, son conferencias concierto, y cada domingo aunque el músico toque su repertorio hay un leitmotive: el talento en las composiciones, en el que lo hace y el talento a través de la historia y el talento de la familia que protege todo eso. Hay una parte humana, las experiencias de vida de cada chico. El chico que está ocho horas jugando a la consola es feliz, pero el que está ocho horas estudiando el piano es un monstruo. ¿Cuántos jóvenes participan en este ciclo? Son veinte solistas más un coro de niños de la Escolanía de Segovia, de la Fundación Juan de Borbón. Es muy importante cantar, antes de palabra somos música. Cuando cantas desarrollas la empatía, cantas y le das lo mejor
al otro, es un mundo de emoción y de interconexión tan grande que te estás desarrollando para la vida. No hay un instrumento mejor y más directo que el de un coro angelical de niños. Ni Sabina, ni Mozart son mejores que los niños cantando. ¿Cuál es la historia de Elina Rubio? Elina tiene 17 años y su madre es violinista, toca en la Orquesta del Palau de Valencia, es buenísima la orquesta. Quizá para que ese talento progrese adecuadamente, si eliminas cargas familiares de dependencia y de intoxicación doméstica en el desarrollo puede ser positivo. La chica se va a Dresde con el beneplácito de la familia y allí está triunfando. La han cogido como imagen de una multinacional alemana, sale en todas las televisiones. Ella podría tener la manutención aquí, pero quiere más, y toman esa determinación familiar de amor: vete, sigue tu camino, sé quien tienes que ser, no la persona que yo quiera. Hay un acto de libertad. ¿Y Paula Sánchez? Tiene 12 años y toca el piano y el violín, pero no en plan familiar, toca en una sala de conciertos, toca las obras de los grandes
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CHESTERTON y ENTREVISTA
RAMÓN TORRELLEDÓ al piano y al violín, termina con un instrumento y va con el otro, que tienen técnicas completamente diferentes. Tiene 12 años y es absolutamente normal. Este festival es para contribuir a normalizar las situaciones. Ojalá pudiéramos hacer más y obligar a la música entrar en el sistema educativo. Quizá el problema es que en España se trata la música como ocio, y no como una forma de inculcar valores. Exacto, está cargada de valores. ¿Qué tiene más valor que ir confeccionando tus conexiones neuronales como para ponerte delante del público con 7 años y hacerlo tú solo? Tienes que hacerlo solo, y no se puede repetir, es ese momento. Eso te da una herramienta de fortalecimiento interior para la vida. Los músicos tenemos una cabeza muy estructurada, la música es estructura pura. Sostiene que hay que proteger y desarrollar el talento. ¿Se fomenta poco el talento hoy día? En el aspecto educativo, generalmente no. La gran discusión es el decreto sobre la educación. ¿Cuál es el fin de la educación? Si son enseñanzas para incentivar a la gente, si hay una parte científica, la socialización, las matemáticas… falta determinar a qué se va a dedicar el individuo. Parece que estamos haciendo una educación para hámsters, gente que consuma, que trabaje para que gaste. En ese sentido no se apoya el talento, ojalá se apoyase. Hay instituciones privadas que sí lo hacen, pero institucionalmente no. Sí se hacen golpes de marketing para apoyarlo, como las campañas de las empresas que apoyan el talento, o la publicidad que ahora dice que es con emoción. ¡Es increíble! Yo no he vivido mi vida si no es con emoción, no he hecho otra cosa que emocionarme. No se ha apoyado la música por falta de modelo explícito.
“El chico que juega ocho horas a la consola es feliz, el que las pasa tocando el piano es un monstruo”
¿Cómo descubrió usted la música? Mi padre, somos seis hermanos y mi padre era músico, era compositor, dirigía coros, era un chalado de la música. He crecido con su piano, con su cigarro en la boca mientras componía. Todos los hermanos tocan instrumentos, pero él detectó en mi un talento
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ENTREVISTA y CHESTERTON
RAMÓN TORRELLEDÓ diferente al resto de los hermanos. Yo no era consciente, en la salita teníamos la televisión y había un piano, y cuando él determina que tengo que ser músico, me quitaba de la televisión y me ponía a tocar. Fue esa determinación, que yo no entendía, la que me hizo crecer en la música. Cuando hablo de la familia no es sólo amor, es ser muy determinante con el reto. Y se hizo director de orquesta. Soy un exiliado cultural, quise ser director de orquesta en su momento y aquí no había orquestas cuando empecé. Me fui a Rusia, cuna de las orquestas, allí me metía a las 9 de la mañana en el teatro y salía a las 10 de la noche, y era feliz. He vivido en Rusia 16 años, vine a España circunstancialmente hace 7 años, pero estando allí ha tenido
mucha relación con estos chicos, he dado conciertos para la UNESCO, chicos filandeses, japoneses… Muy asociado con las fundaciones. ¿Cómo animaría a las familias a que descubran la música a sus hijos? Partiendo de que no existe un gabinete psicopedagógico en los colegios, detectando el talento, hay que estar alerta para saber a qué cosas responde el niño con más fruición. Cuando le pones música en casa, si le pones una música, el niño reacciona, y tú observas, y le preguntas qué le ha sugerido. Juegas pero a la vez detectas cosas. Todos tenemos una capacidad. Cuando las familias llevan a sus hijos, los niños se identifican, y les abren ese camino. Es un espejo, claro. Los niños cuando ven a otros niños se identifican, son pares. Por lo menos, si no se va a dedicar a la música, ha descubierto un mundo. Es una actividad pedagógica en su máxima expresión. Es la primera edición de este ciclo, ¿nace con vocación de repetirse? Absolutamente. En el folleto hay una bailarina tocando el violín, porque la idea es que no sólo sea música. La idea es hacerlo bonito, con el máximo respeto.
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CHESTERTON y SALUD
LA INJUSTICIA DE LLORAR
POR LA DISLEXIA
SALUD
La dislexia está en la persona; el problema, en el entorno y en el sistema, que no entienden que una dificultad en el aprendizaje no implica menor inteligencia. Por HAYDA RAMOS Imágenes 123RF
La vida es un castillo que se derrumba una noche cualquiera cuando, después de un día de clase, tu hija te dice, con rabia, “mamá, yo no soy tonta”: una madre sabe que si una niña pronuncia esas palabras, es porque han hecho que se sienta señalada, desplazada, incomprendida... y tonta. La dislexia está en la niña; el verdadero problema, en el entorno y en el sistema, que no entienden que una dificultad en el aprendizaje no implica una menor inteligencia. Y que no todos tenemos por qué aprender ni de la misma manera ni a igual ritmo. A estas alturas nadie debería dudar: las personas con dislexia “son plenamente capaces de hacer todo. Son,
además, muy creativas e imaginativas. Y son un activo para la sociedad”, recuerda María Sanz-Pastor, presidenta de la asociación Madrid con la Dislexia y madre de seis hijos con este trastorno. Steve Jobs o Albert Einstein son solo dos de los grandes nombres propios de la historia ligados
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para siempre a la dislexia, “pero eso no es lo normal. Lo normal no es tener un Jobs o un Einstein en casa”. Lo normal en España -que no lo lógico- es luchar contra un sistema que tiene que desterrar para siempre los “eres tonto” y los “no te enteras”, y que tiene que com-
SALUD y CHESTERTON
prender que, ante la dislexia, “repetir no es la solución”. Esfuerzos no recompensados, suspensos no merecidos y eternas tardes y noches de deberes se traducen, con el tiempo, en inmensos problemas de autoestima. “Todo niño necesita sentirse un rey, algo que solo pasa durante la etapa de Educación Infantil”. Después, durante toda la educación obligatoria, la mochila de la autoimagen se va llenando de complejos por ser diferente, de lágrimas por las notas leídas en alto, de la acumulación de faltas de ortografía señaladas en rojo en los exámenes, de la sensación de quedarse atrás con respecto a los compañeros... “Hay que reconducir y buscar soluciones antes, en las primeras etapas, no dejar que el niño se rompa”. De la falta de autoestima se deriva, irremediablemente, la ausencia de motivación y de confianza en uno mismo. “Si el estudiante piensa que en un examen va a sacar un 4, no se esfuerza ni para un 1. ¿Para qué? Si va a suspender de todas maneras...”. Desde su experiencia, Sanz-Pastor considera que “es una injusticia que el sistema haga llorar a los niños y sus familias por una dislexia”, término que explica el calvario. Un problema que tiene solución para que “todos los niños puedan aprender igual”: es necesario “crear un marco legal, formar al profesorado e implantar métodos de detección temprana y adecuaciones a la hora de evaluar”. También es importante que los estudiantes puedan acudir a terapia, por lo que su acceso debe estar garantizado por parte de la Administración: “Es imprescindible que los niños cuenten con la ayuda de un logopeda”. Pero las medidas también son de otro tipo: “Si se apostara por aulas emocionalmente saludables, en las que la dislexia fuera normalizada, desaparecerían muchos problemas. Es incomprensible que se cuiden las condiciones ergonómicas en los puestos de trabajo pero no en el aula”, advierte Sanz-Pastor, que añade que “exactamente igual que nadie pone en duda que una persona con miopía necesite gafas, nadie debería dudar que una con dislexia necesite una metodología diferente. Si un alumno no sabe las respuestas, no podrá contestar por mucho que se le lean las preguntas”.
EL DIFÍCIL EQUILIBRIO DE LAS FAMILIAS Miles de alumnos en España quedan, cada curso, en manos del azar: “Cuando te toca un profesor formado y sensibilizado todo cambia y el niño mejora”. Pero la situación es de tal disparidad entre autonomías que, en 2014, por ejemplo, Murcia impartió siete cursos, por uno solo de Madrid con el que se formaron “70 profesores”. “Cataluña, Canarias y País Vasco son las que mejor atienden; Madrid, la más atrasada”. En casa, la dislexia es sinónimo de “soledad, incomprensión y mucho estrés”, según Guida Cubillo, directora de Relaciones Públicas e Institucionales de Madrid con la Dislexia, que añade que “los horarios laborales son muy duros para conciliar” al tiempo que destaca “el miedo que hay a la palabra dislexia”. Por su parte, Sanz-Pastor, que es también autora
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del blog Mis disléxicos, reconoce que las dificultades que tienen que afrontar las familias suponen un peligro para el matrimonio y las relaciones entre hermanos, aunque la lucha, afirma, “merece la pena”. Niños rechazados por unos planes de estudios que no les comprenden,; “niños que duplican la ansiedad de sus madres”. Niños, también, “con una gran capacidad de resiliencia, ya que se han caído y han tenido que levantarse en infinidad de ocasiones”. Niños a los que hacen sentir tontos y que “en la adolescencia no quieren verse marcados por la dislexia”, explica Cubillo. Niños que deben superar una barrera invisible, pero que merecen “ser felices, estar contentos y motivados”. Niños, concluye, a los que “hay que dejar volar, y no meter en una urna”.
CHESTERTON y ENTREVISTA
ÁNGELA NAVARRO
RECUPERAR LA IMAGEN PERDIDA
ENTREVISTA Querida Ángela, lo primero darte las gracias por recibir al Club de amigos de Intereconomía y dejarnos un ratito de tu tiempo para ésta entrevista. Gracias! ¿Cómo nace éste proyecto? ¿Cómo nace la Fundación y qué fines tiene?
Este proyecto surge hace más de 15 años, una clienta y amiga nuestra, la periodista Ana Muñoz enferma de cáncer y nosotros le recompusimos la imagen. Cuando acudía al hospital a recibir las sesiones de quimio había otros pacientes en el mismo centro que la preguntaban porque
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ENTREVISTA y CHESTERTON
ÁNGELA NAVARRO a ella no se le había caído el pelo, las cejas, etc…. Ella fue la que me animo a dar a conocer el proyecto y ayudar a otras personas en su misma situación. Fue entonces cuando decidí formarme para poder ayudar a estos pacientes. Desde el Centro de Estética aplicada a la salud ayudamos a los pacientes a recuperar su imagen, no solo a los enfermos de cáncer también tratamos cualquier otra patología que conlleve deterioro físico: quemados, accidentes de tráfico, etc… Desde la Fundación Ángela Navarro intentamos ayudar a pacientes sin recursos a recuperar su imagen, además damos cursos de formación y sobre todo intentamos invertir en I+D para conseguir nuevos materiales que no causen tantas alergias.
Comienzas muy joven a trabajar y además de manera vocacional… ¿de dónde o quién te hace sentir ésta vocación? Es algo familiar? No, en mi casa no hay más peluqueras que yo y mis cuatro hermanas. La vocación creo que me vino por la importancia que mi madre le daba a llevar bien el pelo, si no estaba bien peinada no salía de casa. Has trabajado para el mundo del cine, en todas las películas de Almodóvar, la publicidad, la fotografía y la moda, con modelos como Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Linda Evangelista o la española Martina Klein…..para los mejores diseñadores nacionales e internacionales, Jesús del Pozo, Loewe, Roberto Verino!! Peluquera oficial de la Pasarela Cibeles durante años. Qué cambio tan radical, ¡como dicen ahora! ¿Lo añoras? Mis etapas profesionales han sido muy variadas, primero me apasiono la peluquería convencional pero después de muchos años me aburría enormemente porque todas las señoras querían peinarse igual. Conocí un fotógrafo que me permitió ver su trabajo, pero entonces no se peinaba a las modelos, solo se las maquillaba. Yo no sabía que la peluquería tuviera tantas posibilidades, como por ejemplo la moda, personajes, publicidad en tv y revistas, revistas de moda, cine, teatro, etc… Me apasiona aprender y empezar proyectos nuevos así que no añoro ninguna de las etapas vividas, de todas ellas he aprendido mucho. ¿Cómo es un día para ti? Las personas en éstos casos te aportarán tal cantidad de vivencias y de sentimientos… Mi día son 12 horas de trabajo, ahora mismo estoy diseñando una nueva colección de accesorios y complementos para el pelo, además estoy trabajando en un proyecto musical en Méjico. Día a día estoy al habla con los diferentes laboratorios para mejorar y cubrir los nuevos efectos secundarios producidos por los nuevos tratamientos. Como verás estoy muy entretenida, te voy a contar algo divertido, me he reservado 5 días para llevar a mis nietos a Eurodisney.
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CHESTERTON y ENTREVISTA
ÁNGELA NAVARRO “Hay pacientes que no quieren recuperar su imagen anterior, sino algo completamente distinto” Sabemos estás rodeada de un equipo de profesionales maravilloso que hacen que el paciente que llega por primera vez a vosotros se sienta al menos arropado, cuéntanos alguna experiencia… Vivimos muchísimas experiencias maravillosas, te voy a contar una muy reciente que nos emocionamos todo: estamos recuperando la imagen de un niño de 9 años que sufrió quemaduras en el cuero cabelludo y tiene injertos (no es paciente con cáncer), siempre contamos con la opinión de los pacientes a la hora de recuperar su imagen hay veces en que quieren seguir con la misma pero hay veces que nos sorprenden queriendo algo totalmente distinto a lo anterior, el caso es que este niño nos dijo que quería parecerse a Ronaldo, no sabéis que emoción sentimos todo el equipo cuando al abrir el espejo vimos la cara de felicidad y asombro que se le puso al verse, pero lo más gracioso fue que me dijo: “Ángela se te ha olvidado el pendiente” Quiero dar las gracias a mi maravilloso equipo que para mí son imprescindibles y la labor tan maravillo que hacen con los pacientes Sin formación nada funciona y yo creo que tengo el equipo mejor formado. Qué satisfacción ha de producir ver el cambio en la actitud de las personas, sintiéndose bien externamente…pues los cambios que se producen durante la enfermedad son tanto a nivel estético como psicológico… La satisfacción que tenemos con este proyecto es el agradecimiento y los comentarios tan positivos que nos llegan de los pacientes. Eso es lo que nos hace seguir adelante cada día. ¿Qué porcentaje de hombres y mujeres recibís? ¿Cambia mucho lo que os solicita un hombre y una mujer que padece cáncer?, los efectos secundarios son diferentes según el protocolo del tratamiento e influyen también factores como la edad, el estado de sa-
lud previo y la predisposición psicológica. Hay más porcentaje de mujeres que de hombre, pero mi asombro es que el hombre le da tanta importancia al aspecto físico como la mujer. Por supuesto ese es el gran problema, cada paciente en un mundo y el mismo tratamiento no produce los mismos efectos secundarios en los pacientes, además cada caso tiene diferente diagnostico y pronostico. Cada paciente es único por eso nosotros personalizamos en cada caso. Humanamente dedicarse a esto dice mucho de ti Ángela. Por algo eres una de las peluqueras más importantes e influyentes del panorama nacional y por algo recibes en 2007 el premio EMPRESARIA DEL AÑO que concede la Asociación Española de Mujeres Empresarias de Madrid, en colaboración con las Cámaras de Comercio y CEIM. El dedicarme a esto no ha sido idea mía, siempre ha sido porque el paciente se me metía en casa pidiendo soluciones y he tenido que informarme y formarme para poder ayudarle. Espero poder seguir ayudando todo lo que pueda Ese premio fue una sorpresa para mí porque jamás me he sentido empresaria, me han dado muchos premios pero este es el que más me ha sorprendido y estoy muy agradecida a quien voto para que me lo dieran a mí. ¿Enviarías algún mensaje de ánimo a algún lector de la revista que te esté leyendo y padezca algún tipo de cáncer? Se es una pregunta de difícil respuesta… El mensaje de ánimo siempre lo mando.. Además le diría que la investigación ha avanzado mucho…. Vamos a celebrar que hoy vivimos, puesto que cuando yo empecé este proyecto la gente moría de una larga enfermedad, ahora son pacientes crónicos pero viven! Por mi experiencia es decirles que sigan con su vida en lo posible, aquí estamos para ayudares, el lema de nuestro centro es “Cuando nos vemos bien nos sentimos mejor” gracias a esto olvida un poco el problema y nuestra enfermedad Gracias por éstos minutos de tu tiempo, gracias Ángela.
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CHESTERTON y ESTILO DE VIDA
ESTILO DE VIDA
EL PROTOCOLO
DEL DUELO En este mundo en que vivimos, en donde parece que estamos de vuelta de todo, nos sigue dando pánico la muerte. El hombre moderno la siente lejana, le produce rechazo, la oculta y la silencia. Aunque la vemos a diario en las noticias, nos enfrentamos a ella cara a cara con menor frecuencia que nuestros antepasados y las estadísticas nos dicen que de media cada 13 años muere un miembro de la familia. Nuestra esperanza de vida es ya la segunda más alta de toda la Unión Europea y alcanza los 83,76 años en mujeres y 77,33 en varones. También España, en esto de la muerte, es singular. Las costumbres funerarias no sólo varían por regiones, sino incluso registran diferencias
notables entre aldeas vecinas. En el mundo rural el duelo adquiría su aspecto más social, pues todos los vecinos participaban y el tiempo se detenía con el repicar de las campanas de la parroquia. Hoy, el ceremonial de la muerte ha pasado a ser, especialmente en las grandes ciudades, un visto y no visto a base de duelos cortos y más íntimos, quedando el aspecto social reducido a la misa funeral. Sin embargo, según los psicólogos, esta minimización de los ritos no acorta el dolor, sino que va en detrimento de la capacidad de soportar el sufrimiento de después. Al menos, conocer el protocolo nos facilita actuar en estos momentos tan difíciles.
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El protocolo del duelo en España es parte de nuestra tradición, aunque es uno de los que más ha variado con el tiempo. Lo primero es comunicar el fallecimiento y realizar los trámites necesarios. Si los familiares más cercanos están muy afectados, lo idóneo es contar para estos cometidos con otros parientes. Hoy, lo lógico es avisar por teléfono. Con cada llamada se creará una natural cadena informativa que llegará a todos los amigos y conocidos. Otro familiar deberá hacerse cargo de los papeleos (certificados, funeraria, cementerio, etc).Su perfil idóneo es una persona que pueda pensar con claridad, que sepa elegir y a ser posible que tenga experiencia. El segundo paso es poner en marcha la capilla ardiente o velatorio en el que tradicionalmente sólo los familiares, amigos
ESTILO DE VIDA y CHESTERTON
El duelo itinerante de Juana la Loca visto por Pradilla, en un cuadro de la exposición “El siglo XIX en el Prado”
íntimos y compañeros directos de trabajo acompañan a la familia del difunto antes del entierro. Las costumbres en España son variopintas y muy locales, por lo que el mejor consejo es, como dice el refrán, “donde fueres haz lo que vieres”. No obstante, hay dos tipos de velatorios: el realizado en casa, que hoy en día es menos habitual, y el que está más en vigor, que es el que se realiza en una funeraria o tanatorio. Si bien es más impersonal tiene muchas ventajas, tanto para la familia como para los que acuden, ya que estos establecimientos suelen contar con unas instalaciones amplias, un horario concreto y otra serie de servicios adicionales. Su auge está también propiciado porque el 78 por ciento de las personas que mueren en nuestro país lo hace en un centro sanitario. Una actitud seria y respetuosa es lo adecuado. No acuda con centros ni coronas de flores, éstos se deben enviar. El vestuario será discreto y, si es familiar directo, el luto no estorba. Más que palabras, es el momento del gesto afectuoso que comunica nuestro dolor y apoyo. El tiempo de la visita
aumenta en función del parentesco o amistad con el fallecido o con sus familiares. De media para un amigo, compañero de trabajo o familiar no directo durará entre 15 y 30 minutos. Eso sí, en ningún caso abandone el velatorio si no hay ninguna otra persona con la familia. No es obligatorio que pase a ver al difunto. No obstante si le invitan a ello, pero prefiere recordarle en vida, dígalo abierta y respetuosamente. No es una descortesía y le comprenderán. Antes del entierro se puede realizar una misa corpore in sepulto en donde el ataúd, porteado por familiares y amigos, o bien por la empresa funeraria, es colocado al pie del altar del templo con los pies mirando hacia el altar. Mientras que el cortejo fúnebre formado por los familiares deben entrar y salir tras el féretro, los asistentes deben llegar antes y no abandonar el templo hasta la salida del mismo. Si el fallecido es militar o de alguna profesión con uniforme, puede ponerse su gorra, espada o alguna pertenencia de este tipo encima del ataúd, que cubrirá también la bandera cuando haya muerto al servicio de la patria, y sobre la cual es preceptivo que se impongan las condecoraciones póstumas. Al finalizar la ceremonia, el féretro es trasladado al cementerio donde tras el último responso, se procede al entierro, a dar cristiana sepultura. El 20 por ciento elige la modalidad de la incineración, prohibida durante siglos y permitida desde 1963 por la Iglesia católica. Las urnas pueden depositarse en los columbarios de los cementerios y la ceremonia suele ser estrictamente privada. Antiguamente se solían hacer por parte de la familia unas tarjetas recordatorio que los allegados guardaban después en su misal, aunque esta costumbre prácticamente se ha abandonado. El siguiente paso es la publicación por parte de los familiares de una esquela en un periódico de tirada local o nacional. También es costumbre que si el difunto tenía un cargo representativo o era muy querido en la empresa o institución en donde trabajaba, ésta, en representación de sus compañeros publique otra esquela. La redacción debe ser clara, respetuosa y sencilla, evitando detalles innecesarios que no aportan información relevante y que incluso pueden procurar una comicidad inoportuna. Añadir en la esquela que era
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aficionado a la caza y pesca, o amante de la ópera sencillamente sobra. No es usual poner la causa de fallecimiento, salvo que haya sido en una tragedia conocida o que el fallecido fuera muy joven y de esta manera se aclara el desconcierto lógico que provoca una muerte a temprana edad. La familia debe aparecer por orden de importancia: cónyuge, hijos, padres, hermanos, nietos, hijos políticos, sobrinos, primos, etc. Y suele ponerse la coletilla “... y demás familia”. Ya, en la parte inferior, se informará acerca del funeral. Para una mayor difusión tenga en cuenta que cuando más se leen los periódicos es en fin de semana, por lo que una opción acertada es publicar la esquela el domingo previo.
CARIÑOSO Y BREVE Dar el pésame es difícil. Se da al familiar más próximo evitando frases manidas, con sencillez y sinceridad al expresar su dolor. Si nos resulta imposible acudir al velatorio podemos dar el pésame por teléfono o bien hacerlo por escrito que es más elegante. Enviaremos un telegrama si queremos llegar a tiempo, o una carta o tarjetón si queremos expresarnos más extensamente. Esta comunicación será enviada por correo tradicional, no electrónico y siempre estará escrita a mano. Recuerde que aunque sentida será breve y sencilla huyendo de cursiladas y sin ampararse en tópicos. En el funeral, hay que mantener una actitud de máxima seriedad y respeto. No hay una imagen más terrible que una familia destrozada y a pocos metros un grupo de amigos conversando jocosamente. Tras la misa comienza la línea de pésame. Los asistentes se acercan por orden y en fila a los bancos delanteros en donde se encuentra la familia directa. Sea cariñoso y breve, máxime si son muchos los que tras de usted esperan su turno. Para terminar, una última reflexión. El protocolo del duelo va más allá de las ceremonias y se extiende más allá del funeral. Acompañar, confortar, escuchar y atender a alguien que ha perdido a un ser querido mientras y hasta que el dolor se mitigue suficientemente es la auténtica esencia del saber ser y saber estar. Se trata tal vez de la parte de protocolo menos vistoso, pero quizás el más difícil y abnegado, en donde la humanidad eleva de rango a la cortesía.
CHESTERTON y PÓNGASE A PRUEBA
Hace dos años, la revista Time situó a una mujer africana de nacimiento y europea de adopción entre las 100 personas más influyentes del mundo. Su nombre: Ayaan Hirsi Ali. Ayaan significa “afortunada” en somalí. Aunque muchos juzgarán su biografía como una sucesión de calamidades, Ayaan, después de todo lo que ha vivido, se considera una mujer con suerte. Nació en 1969 en Mogadiscio (Somalia). A los cinco años, y por orden de su abuela, un herrero itinerante le practicó la ablación. “Lo oí perfectamente. Clack. Como cuando se corta en una carnicería un pedazo de carne. El dolor que se experimenta no tiene palabras”, recuerda Ayaan. Su padre era un político opuesto al dictadorzuelo de turno, por lo que tras una de las periódicas guerras civiles que asolan el país, la familia marchó a un exilio que les llevó a Kenia, donde Ayaan se educó en lengua inglesa en el Instituto Nairobi de Chicas Musulmanas. En 1992, su padre le concertó un matrimonio con un primo suyo que vivía en Canadá y al que Ayaan nunca había visto, y le pagó un billete de avión para que fuese a conocerlo. Cuando hizo trasbordo en Alemania, Ayaan se escapó y pidió asilo diplomático en Holanda. En este país, trabajó como limpiadora y clasificando cartas en una oficina de correos mientras obtenía una licenciatura y un master en Ciencias Políticas por la Universidad de Leiden. Tras finalizar sus estudios, entró en la política activa a través del Partido de Trabajo, de tendencia socialdemócrata, y emprendió sus críticas al islam y a la política de inmigración holandesa basada en el multiculturalismo pues, a su juicio, “mantiene las normas que sojuzgan a las mujeres inmigrantes”. Entonces comenzaron las amenazas de islamistas, lo que la obligó a refugiarse durante un breve tiempo en los EE UU. Tras su regreso a Holanda, Ayaan entró en el Partido Popular por la Libertad y la Democracia, y escribió el guión de un corto cinematográfico, “Submission”, dirigido por Theo van Gogh, en el que trataba la violencia contra las mujeres en el mundo musulmán. El corto indignó a los emigrantes mahometanos europeos y sus dos autores fueron amenazados de
EUROPÉENNE JOIE DE VIVRE
Vs.
PÓNGASE
muerte. Ayaan hizo caso de las amenazas y se escondió de nuevo. Theo no, y el 2 de noviembre de 2004, cuando paseaba por los canales de Amsterdam, murió apuñalado por un joven holandés de ascendencia marroquí. Mucha gente se solidarizó con Ayaan, pero sus vecinos rehuyeron su compañía temerosos de ser “víctimas colaterales” en algún atentado contra ella y solicitaron que fuese expulsada de su ur-
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banización. Dos años más tarde, la ministra de Inmigración, Rita Verdonk, basándose en unos tecnicismos jurídicos, intentó revocar su nacionalidad holandesa. Ese mismo día, Ayaan abandonó para siempre el parlamento neerlandés. Al poco tiempo, el American Entreprise Institute, un think tank conservador norteamericano, le ofreció un trabajo en Washington. Ella, sin casa, trabajo ni nacionalidad, lo
PÓNGASE A PRUEBA y CHESTERTON
AMERICAN WAY OF LIFE
A PRUEBA aceptó. Desde septiembre de 2006 vive en la capital de los EE UU. El politólogo yanqui Robert Kagan escribió en un artículo una frase que hizo fortuna a la hora de resumir la actual situación de Occidente: “Los europeos son de Venus y los americanos de Marte”. Según su tesis, por un lado se encuentra, grosso modo, la Europa continental, adalid de la multiculturalidad y del apaciguamiento, cuya raíz
intelectual (a parte del sustrato cristiano, cada vez más testimonial que otra cosa) es la Ilustración iluminista francesa. Esta Europa, que reniega de su pasado, sueña con una multipolaridad internacional que trate de igual a igual a todas las culturas, tradiciones y religiones, para así abandonar la Historia y construir de una vez por todas la kantiana paz perpetua. Con fino ingenio, Benedicto XVI la retrató así: “Es una Euro-
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pa que piensa que todas las culturas y religiones son iguales, menos la occidental cristiana, que es peor”. Y al otro lado del Atlántico tenemos a los EE UU, una nación que, asumiendo la visión hobbesiana de la Historia como un lugar de constante lucha, quiere permanecer en ella para defender y extender los valores occidentales de la democracia liberal. Jorge Soley, director de American Review (boletín informativo sobre la actualidad estadounidense) analiza las causas del mar de fondo entre los EE UU y Europa: “El reto islamista es la piedra de toque que ha puesto de manifiesto diferencias muy profundas entre Europa y los EE UU a la hora de comprender y valorar aspectos capitales de la civilización occidental. Durante la Guerra Fría, estas diferencias permanecieron latentes debido al frente común que se formó en contra de la Unión Soviética. Desaparecido el enemigo comunista, en la Unión Europea ha aflorado un nihilismo apaciguador y multiculturalista que reina tanto entre las élites político-económicas como entre la población. En cambio, en los EE UU todavía hay importantes sectores que se resisten a ceder posiciones ante esa ruina cultural. A Europa le falta lo que los EE UU aún tienen: la conciencia de que las raíces de su ser residen en los valores judeocristianos y la convicción de que a esto no se puede renunciar”. Estos análisis pueden parecernos muy abstractos, pero no hace falta haber tenido la vida de Ayaan Hirsi Alí para ver que tienen consecuencias prácticas en el día a día de, por ejemplo, cualquier padre de familia. Si usted vive en los EE UU “reales”, no en los que muestran las películas de Hollywood, es probable que su familia sea más numerosa que en Europa. Es un hecho empíricamente demostrado que cuanto más secularizado está un país, menos niños nacen. En plenos años 70, cuando la revolución hippie campaba a sus anchas desde Maine hasta San Diego, la tasa de natalidad del país se situaba en 1’7 hijos por pareja. Tras el éxito de la revolución conservadora que culmina con Reagan, actualmente la tasa se sitúa en los 2’1 hijos por mujer. Además, con el dinero de sus impuestos podrá escoger el tipo de educación que desea para sus hijos. El cheque escolar funciona de manera experimental en numerosos Estados y la Admi-
CHESTERTON y PÓNGASE A PRUEBA
nistración Bush, ante el fracaso de la escuela pública (también en Estados Unidos), se planteó extenderlo al conjunto de la Unión. El grado de satisfacción que muestran padres y alumnos cuando se les presenta esta opción, en especial entre los más desfavorecidos socio-económicamente, es el mejor aval de esta medida. Y, si es una persona religiosa, podrá esperar de los políticos a los que vota que las tengan en cuenta. Como ya observó hace más de 150 años Alexis de Tocqueville en su célebre viaje por tierras americanas, el cristianismo en este país siempre se ha visto como un baluarte de libertad frente a los riesgos de injerencia del Estado. A día de hoy, Dios ocupa un lugar importante en el espacio político norteamericano. La reforma del Estado del Bienestar emprendida por el Gobierno norteamericano a mediados de los años ochenta hará que pague menos impuestos y no tenga que sufrir la injerencia de la omnipresente burocracia. Hay un principio económico que también tiene validez en lo social: cuando el Estado subvenciona una actividad, esta tiende a perpetuarse.ç El recorte de ayudas a las comunidades más marginadas ha hecho que dichas bolsas de pobreza disminuyan. Un ejemplo palmario lo encontramos en la comunidad
afroamericana: 1’6 millones de niños negros han salido de la pobreza desde 1995. Asimismo, al incentivar una actitud libre y responsable, el número de familias que solicitan la asistencia pública se ha reducido de 2’3 millones en 1996 a 1’9.
LOS DIOSES DE 1789 En la secularizadísima Europa occidental y debido a sus bajas tasas de natalidad, las previsiones de caída de población para los próximos años oscilan entre el 4 y el 12 por ciento. A tenor de la ausencia de una política familiar que intente frenar este suicidio demográfico, parece que el hecho no preocupa excesivamente a las élites europeas, cuyas únicas iniciativas en este terreno (salvo honrosas excepciones) son la equiparación jurídica de las uniones homosexuales con el matrimonio y la promoción del aborto. La ausencia de libertad real en el sistema educativo, que se acrecienta a medida que el Estado asume un papel cada vez más relevante, es otro de los temas que hoy en día, en Europa, simplemente no se discuten. Nuestra élite política envía a sus retoños a caros colegios privados mientras impone la educación pública como modelo único que asfixia a los centros concertados, sin importarle las preferencias de elección de los padres con menos recursos.
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CODA Dejemos que las reflexiones de Jor-
ge Soley concluyan el presente artículo: “La gran partida no se juega únicamente entre Occidente y el islam, sino que existe una disputa mayor en el interior de Occidente entre los herederos del iluminismo ilustrado, la Europa actual, y quienes se resisten a ver erradicada toda referencia religiosa del ámbito público. De hecho, esta lucha interna es la que explica la debilidad occidental para enfrentarse al reto de una creciente inmigración musulmana y los fallidos intentos de integración de la misma. En una conversación, no hace muchos meses, con un destacado editor norteamericano, al hablar del futuro de Europa, me dijo: ‘Sintiéndolo mucho creo que lo más probable es que acabéis siendo como el norte de África. Tras la romanización y el florecer de una potente cultura cristiana que dio a la Iglesia figuras de la talla de san Agustín, la ribera sur del Mediterráneo quedó anegada por la marea islámica que ha borrado todo recuerdo de aquella civilización cristiana’”. Desde hace 2000 años, La Didajé, ese texto tan querido por los primeros Padres de la Iglesia, nos recuerda que “hay dos caminos, el de la vida y el de la muerte”. Ahora sólo falta que usted complete el siguiente test para saber qué camino es el suyo, el de Europa o el de los Estados Unidos.
PÓNGASE A PRUEBA y CHESTERTON
¿Es usted europeófilo o pro-yanqui? Toda cosmovisión se conforma a partir de gustos, formas de ocio, opciones políticas y culturales, en definitiva, de maneras de entender la vida. Sepa con este test si la suya está más cerca de estilo de vida europeo o del estadounidense
El “matrimonio” homosexual.
El ayuntamiento planea ceder terreno público para una mezquita frente a su casa. ¿Cómo lo ve?
a) Reconociendo este derecho básico a la comunidad gay por fin hemos saldado una deuda histórica de, al menos, 2.000 años. b) Mejor, así se repaerten más tías por barba. c) Ante esta cuestión, el sujeto encuestado enmudece mientras su rostro se pone cada vez más rojo y unas venitas le empiezan a palpitar en la frente.
a) Algo que repercutirá en un mayor grado de muticulturalidad del barrio, cosa que en sí misma es siempre positiva. ¡Tengo unas ganas de conocer a Alí y a Mohamed! b) Bien. Seguro que luego montan un Döner Kebab. Los kebabs me gustan mucho, ¿sabe? C) Hombre… ilusión, lo que se dice ilusión, pues no me hace, la verdad.
¿Qué le parece el “cheque escolar”? a) Un truco para perpetuar las desigualdades socio-culturales que el Estado debe limar con una educación homogénea para todas y todos. b) Si es que le van a pagar al tarugo de mi hijo para que no haga pellas, por mi encantado. c) Una necesidad y un reconocimiento del derecho de los padres a elegir.
¿Qué le parece si reducimos un poquito, sólo un poquito, el Estado del Bienestar? a) Pe-Pe-Pero… ¡Cómo se atreve a platear siquiera tamaña salvajada! ¡Es usted un ser cruel y sin principios! ¡Un amoral! Un…¡capitalista! b) Hombre, yo creo que todo lo que sea estar bien hay que apoyarlo, digo yo. C) Todo lo que implique reducir el nivel de vida de los políticos es bueno.
¿Cómo reaccionar ante los ataques terroristas?
¿Qué le parece la asignatura de religión?
a) Con firmeza, entereza y fortaleza, y un poquito de compresión para con los activistas. b) Yo voy a todas las manis en contra, a menos que me toque partido de fulbito, o quede con mi novia, o con los colegas, o tenga sueño. c) “Operación: Justicia Infinita” suena bonito, ¿verdad? Pues eso.
a) El residuo de 2.000 años de opresiva barbarie inquisitorial. b) Pues… no sé, me sugiere… la Semana Santa, ¿no? c) Nos explica el sentido último de toda la cultura en la que educamos a nuestros hijos.
¿Cómo calificaría a los Latin Kings?
¿Cómo solucionar el fracaso del cine europeo?
a) De asociación cultural. b) Antes de responder, me gustaría saber si hay algún latin king por aquí cerca. c) Una banda de peligrosos delincuentes.
a) Más subvenciones a la producción europea y restriccion de la exhibición de cine yanqui. b) ¿Dando palomitas gratis cuando vas a ver una peli española? Ay, no sé. c) No hay cine europeo y cine americano, hay películas buenas y películas malas. Y el público escoge.
El Estado de Israel, así, sin más. a) El sufrimiento del pueblo judío no impide nuestra solidaridad con los palestinos que, como todo el mundo sabe… (sigue y sigue) b) Antes de responder, me gustaría saber si hay algún miembro del Mossad por aquí cerca. c) La única democracia occidental, libre y próspera de todo Oriente Medio tiene que ser nuestro aliado número uno en la zona.
¿Con qué gran estadista de la UE se identifica más, con Robert Shuman o con Giscard d’Estaing? a) Con Valéry Giscard d’Estaing.. b) Ahhh, esta es una pregunta-trampa… ¡Schuman era músico! c) Con Robert Schuman.
SOLUCIONES Mayoría de A
Mayoría de B
A base de grandilocuentes abstracciones y “buenismo” en estado puro, a usted, más que gustarle la Europa real, le gusta una Europa que queda justo al lado del País de la Golosina, según cruza el Castillo de la Piruleta a mano izquierda. Pero, ¿a quién le importa si es feliz así?
Mire, no sabemos si usted es europeófilo o americanófilo, pero tras finalizar este test podemos concluir que: no sabe comer con palillos, no tiene ni idea de quien fue Robert Schuman, le gustan los kebabs y muy probablemente las mujeres y el vino. Por lo tanto, es usted un gran tipo.
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Mayoría de C Amigou, no se qué hace viviendo en España. Sin duda pensará que el demiurgo se equivocó cuando desde el cielo empíreo envió su alma a este erial. Venda todas sus posesiones, solicite un visado en la embajada estadounidense y cómprese un rancho en Texas.
CLUB DE AMIGOS y CHESTERTON
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