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La dimensión ética: la credibilidad

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Bibliografía

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Voz y por el medio Vía País, integrante del mismo grupo, que se edita en versión digital exclusivamente.

Consultados por las causas de los achicamientos y cierres de los medios en los que se desempeñaban, los trabajadores consultados indicaron que las respuestas a sus consultas siempre fueron respondidas con argumentos vinculados a la caída de las ventas en los ejemplares, del achicamiento de las inversiones en publicidad convencional por parte de las empresas en los medios, y a la reducción en la rentabilidad del negocio de medios periodísticos.

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Diferente es la experiencia de medios locales que surgieron gracias a las posibilidades tecnológicas que se fueron abriendo. Portales digitales o periódicos de pequeña tirada, fueron ocupando algunos nichos que fue dejando el repliegue de los grandes medios y su necesidad de atender a los públicos más masivos. Sin embargo, el acceso a empresas y gobiernos capaces de pagar una mayor pauta y de un modo más regular, sigue siendo el principal desafío de este tipo de emprendimientos periodísticos.

La dimensión ética: la credibilidad

En el periodismo existe una tensión permanente entre su promesa de veracidad y la subjetividad que le imprimen los periodistas al elaborar la información. Esto es así porque desde el momento mismo en que la realidad no puede ser abarcada en todas sus dimensiones, el periodista realiza en primer término un recorte al elegir la agenda de hechos a abordar. De esos hechos seleccionados, necesariamente se selecciona un enfoque o un número limitado de enfoques, de los múltiples que podría tener. Lo mismo sucede con las fuentes, con los antecedentes y con las posibles repercusiones del hecho. La realidad es inabarcable y la tarea periodística siempre implica recortes y selecciones, en los que influirán aspectos subjetivos del periodista, como lo que él cree más relevante, o las dimensiones del suceso que él considere priorizables.

Marín señala que existe un abanico de opciones a ser analizadas para que un hecho sea considerado de índole periodístico, y que el “espacio y los tiempos que se les destinen a los hechos, son el resultado de una forma de conocer e interpretar la vida y reflejan, inevitablemente, una concepción filosófica, una forma cultural: una ideología”. (Marín, 2003,

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p.12). Esto indica que la sola decisión de abordar un asunto o otorgarle más o menos espacio en el medio, indica una ideología, una valoración, una interpretación de su importancia.

Algunos autores, no sólo reconocen esto, sino que lo incorporan como una dimensión necesaria y deseable del periodismo.

En el desarrollo de su concepto de periodismo, McNair se refiere a los hechos como materia fundamental de la información periodística pero no se limita a ellos, sino que los vincula a datos, significados y contexto, para de este modo permitir que un autor construya un “relato”, con supuestos, actitudes, creencias y valores, y una particular visión del mundo con contenido ideológico que permite no sólo comprender los eventos sino también otorgarles un sentido que competirá con otros sentidos que circulan socialmente en torno a los mismos hechos.

Para él, los datos pasan a ser Periodismo sólo cuando se les ha dado significado y contexto: cuando han sido transformados en relato por un autor, es decir cuando se han enriquecido con una contextualización en torno a un conjunto de supuestos, creencias y valores. En este sentido, el periodismo es un escenario para la lucha entre maneras competitivas de conferir sentido; una expresión de un determinado "equilibrio de poder" existente en contexto determinado, que puede también cambiar, en parte, a la presentación por el periodismo de ideas alternativas, o incluso opuestas, a las ideas dominantes.

De este modo, en la mirada de McNair, el periodismo tiene una dimensión subjetiva insoslayable, no solo inevitable sino inherente al periodismo como discurso o relato del acontecer social.

En su definición, Lorenzo Gomis (1992) dice que el periodismo es un modo de interpretación que primero selecciona lo que sucede (en la actualidad), y lo traduce en forma de noticia.

A pesar de que existen géneros del discurso periodístico donde se permite un mayor nivel de subjetividad, como la editorial o la columna, donde se permiten valoraciones, interpretaciones y hasta proyecciones a futuro de los hechos, Marín y McNair reconocen que la subjetividad individual y la ideología del medio están presentes en cualquiera de los “relatos” que elabora el periodista.

Pero la pérdida de la credibilidad no solo está vinculada a la caída del mito de la objetividad en la elaboración de los productos periodísticos. También hay factores

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