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Msc. Ruth del Valle Cobar
Actualidad
Contracorriente: el desafío femenino2
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Msc. Ruth del Valle Cobar
Buenos días a todas y todos. Hoy en el sagrado calendario maya es 7 Kame, es el día de las personas muertas, de quienes se nos adelantaron en el camino, de las relaciones entre personas vivas y muertas. Por eso quiero dedicar este acto a las y los mártires sancarlistas que fueron víctimas de la represión en las décadas pasadas, a quienes dieron su sangre y su vida para que hoy podamos estar acá discutiendo, defendiendo y reclamando nuestros derechos, buscando igualdad.
2. Versión textual de las palabras pronunciadas por Ruth del Valle en el acto de presentación de la edición impresa No. 23 de Revista Análisis de la Realidad Nacional, efectuado el 10 de mayo de 2018. Asimismo, es un día propicio para rendir homenaje a cuatro mujeres de nuestro tiempo, que se nos adelantaron en el camino: Ileana Alamilla, Ceci Alfaro, Margarita Carrera y Miriam Maldonado, quienes hicieron grandes aportes a la transformación de nuestra Guatemala.
El Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala decidió que su revista impresa No. 23 fuera dedicada a las mujeres. En consonancia con el lema de Naciones Unidas: Ahora es el momento: las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres, esta revista aborda una serie de aspectos de la vida de las mujeres guatemaltecas que facilitan la reflexión sobre las condiciones en las que estamos viviendo y sobre las rutas a trazar para superar las diversas desigualdades, inequidades,
opresiones y represiones de las que somos víctimas.
El objetivo cinco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se refiere a la igualdad de género, a poner fin a la discriminación en función de buscar el desarrollo sostenible, porque se ha demostrado “que empoderar a las mujeres y niñas tiene un efecto multiplicador y ayuda a promover el crecimiento económico y el desarrollo a nivel mundial”.
Las mujeres guatemaltecas vivimos violencia, racismo, autoritarismo, desigualdad salarial, despojo de nuestras tierras, exclusión del desarrollo, pobreza y extrema pobreza, bajos niveles de atención en educación y salud, especialmente en relación con nuestros derechos sexuales y derechos reproductivos; deficitario acceso a una alimentación adecuada o a la vivienda. Todo ello es producto de un sistema social, económico y político que privilegia el lucro y la ganancia para unos pocos, un modelo extractivista en todo sentido.
La violencia que vivimos es un continuum de violencias pasadas, de la violencia de género ejercida durante el conflicto armado interno, pero también de la violencia cometida contra las mujeres de los pueblos ancestrales cuando llegaron los colonizadores al continente.
Aunque Guatemala es signataria de casi todos los instrumentos internacionales de derechos humanos, el Estado no cumple con su deber de garantizarlos y de evitar que otros los violen, léase empresas y particulares.
Las condiciones para la participación social y política de las mujeres son poco propicias, pero las mujeres nos hemos organizado desde los tiempos de la colonia; hemos cuestionado el despojo de las tierras de los pueblos ancestrales, la violencia sexual contra las mujeres de los pueblos originarios, la desigualdad en las condiciones laborales de las mujeres; hemos encabezado luchas por la democracia como durante la Primavera del 44, las jornadas estudiantiles de marzo y abril de 1962, las de 1970 y 1980.
Desde nuestras diversidades cuestionamos el orden patriarcal donde prevalece el género masculino y reclamamos todos los
derechos para todas las personas. Aportamos en las negociaciones para la paz y en la construcción de una Guatemala distinta. Ya lo decía Michelle Bachelet: cuando una mujer llega sola a la política, cambia la mujer. Cuando muchas mujeres llegan a la política, cambia la política.
Construimos y trabajamos para cambiar esas estructuras patriarcales, coloniales, capitalistas neoliberales que oprimen a las mujeres y a otros grupos en condiciones de vulnerabilidad.
Como todos los movimientos sociales, el movimiento de mujeres es diverso, tiene retos relacionados con las formas de establecer nuestras relaciones sororarias interétnicas, multiculturales; tenemos diversas posiciones frente al tipo de Estado que queremos, pero coincidimos en que no queremos un Estado patriarcal, corrupto, violador de derechos humanos.
Nuestras palabras clave son: construir, defender, transformar, convocar, cuestionar, resignificar, emerger, organizar, proponer. Lo hacemos desde nuestras identidades, ciudadanías, en una polifonía y nuevas miradas que no solo nos garanticen el disfrute de todos nuestros derechos, sino fundamentalmente el derecho a una vida libre de violencia.
Por ello valoramos este esfuerzo del IPNUSAC por visibilizar a las mujeres y sus diversas situaciones y temáticas, porque este es un paso más en el compromiso que la Universidad de San Carlos debe tener con todas las mujeres guatemaltecas –no solo con las estudiantes, docentes, profesionales y trabajadoras de la USAC–: recuperar la plenitud del “Id y enseñad a todos y todas”, llevando la academia más allá del campus universitario, partiendo del reconocimiento epistémico para las mujeres; contribuyendo a la investigación de problemas nacionales y la forma en que afectan a las mujeres; fortaleciendo las instancias propias, como el Instituto Universitario de la Mujer, la Comisión Universitaria de la Mujer; asegurando que la USAC sea un territorio libre de acoso y violencias contra las mujeres. Es fundamental que la Universidad invierta en las mujeres, porque el desarrollo no se hace con cascaritas, ni con buenas intenciones.
Les invito a leer detenidamente los artículos que escribieron las colegas en esta revista, con diversos temas, problemáticas y perspectivas, que nos van llevando por la economía y el trabajo, el trabajo doméstico, las condiciones de las mujeres rurales y campesinas, las mujeres y las niñas indígenas, el acceso a la justicia, la violencia sexual y el genocidio, la defensa del territorio, las dificultades para la participación y el ejercicio de los derechos, y una mirada a los desafíos de la USAC en relación con la educación superior y el enfoque de género. Estamos convencidas que nunca se alcanzarán condiciones ideales para el desarrollo igualitario de las mujeres, mientras persistan las causas que permiten y provocan la desigualdad y la exclusión.
Aunque es necesaria la positivación de los derechos humanos, no es suficiente; es necesario garantizar igualdad real de oportunidades, derechos y obligaciones, impulsar políticas públicas, legislación y otras acciones contundentes, identificando cuáles son los desequilibrios y disminuir las condiciones de vulnerabilidad en que viven las mujeres y las niñas.
Muchas gracias.