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Ibídem

La Revista Análisis de la Realidad Nacional es una publicación digital con periodicidad quincenal del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (IPNUSAC) sobre temas y procesos sociales de actualidad. Promueve enfoques plurales e interdisciplinarios, y reivindica la tradición de libertad de cátedra, el debate vivo e informado y el ejercicio de la crítica y de la propuesta responsable.

Registrada en el Centro Internacional ISNN (International Standard Number) bajo el No. 2227-9113

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Esta revista provee acceso libre inmediato a su contenido bajo el principio de hacer disponible gratuitamente la información al público para el desarrollo de un análisis integral de lo que sucede en la actualidad, lo cual fomenta un mayor intercambio de conocimiento. Pueden ser utilizados, distribuidos y modificados bajo la condición de reconocer a los autores y mantener esta licencia para las obras derivadas.

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Autoridades Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) Murphy Paiz Recinos RectorCarlos Enrique Valladares Secretario General Autoridades Instituto Problemas Nacionales (IPNUSAC) Geidy Magali De Mata Directora del IPNUSAC Director de la RARN Edgar Celada Q. Editora Elisabeth Ávalos, Comunicación e Información Estratégica IPNUSAC Editora Gráfica Rosario González Consejo Asesor Internacional Jean-Paul Vargas, Doctor en Políticas Públicas Marianela Fuentes Forero, Abogada Constitucionalista Julio Carranza Valdés, Doctor en Economía Jefa Biblioteca Central USAC Licenciada María Celeste Morales Carrillo Bibliotecólogas Sandra López Jefa de Procesos Técnicos, Biblioteca Central USAC Apoyo estadígrafo y digital Jacqueline Rodríguez Distribución Vilma Peláez de Castillo Fotografías de portada www.academia.edu www.phottic.com www.eleconomista.net Consejo Editorial Cristhians Castillo, División Sociopolítica (IPNUSAC) Adrián Zapata, Ex Coordinador General del IPNUSAC Mario Rodríguez Acosta, Departamento de Estudios de Problemas Nacionales “Rafael Piedrasanta Arandi” Facultad de Ciencias Económicas, USAC Edgar Gutiérrez, Ex Coordinador General del IPNUSAC

Editorial

Una tarea pendiente de completar

IPNUSAC

En ocasión de cumplirse a inicios de septiembre el cincuentenario de la primera edición de una obra clásica de la historiografía nacional, La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca, nacida de la investigación y la inspiración del profesor Severo Martínez Peláez, en la Universidad de San Carlos de Guatemala se han realizado y están por efectuarse numerosos actos académicos virtuales, dedicados a la reflexión sobre ese acontecimiento científico que, literalmente, hizo y sigue haciendo época en nuestro país.

Las páginas de Revista Análisis de la Realidad Nacional han dado cabida, en una edición anterior y en esta misma, a ensayos sobre el trabajo pionero del profesor Martínez Peláez. No es el caso, en consecuencia, redundar sobre lo dicho en esos trabajos (y los próximos a publicarse) ni reiterar las ricas reflexiones planteadas por expertos en diversos foros virtuales. Sin embargo, resulta del todo pertinente llamar la atención sobre el significado de este cincuentenario, en las condiciones actuales de Guatemala y el mundo. A este respecto debe decirse, de inicio, que La patria del criollo es –lo fue desde su concepción misma, a lo largo de un paciente proceso de investigación historiográfica y otro no menos meticuloso de redacción y edición– un vivo ejemplo de cómo la ciencia, en este caso la Historia, se pone al servicio de la sociedad y de cómo la universidad, auténtica alma mater del científico, tiene entre sus múltiples proyecciones sociales la de crear condiciones para la producción creadora e innovadora.

Para la Universidad de San Carlos de Guatemala es motivo de legítimo orgullo haber sido ese espacio en el cual pudo consolidarse la vocación científica de Severo Martínez Peláez, soporte de su formación académica a partir de la cual pudo desarrollarse en los difíciles como fructuosos años de su primer exilio en México, así como el espacio donde pergeño su obra magna y multitud de otros trabajos historiográficos, proyectados todos hacia una proverbial vocación docente realizada también en nuestra casa de estudios superiores.

En ocasión del cincuentenario de La patria del criollo, se ha recordado reiteradas veces que la obra se entregó públicamente a su autor el 10 de septiembre de 1970, en un acto académico efectuado en conmemoración del 149 aniversario de la declaración de la independencia centroamericana. Recibido de manos del rector Rafael Cuevas del Cid, y del decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Rafael Piedrasanta Arandi, el libro saltó de ese modo y en esa fecha a la vida intelectual con toda la deliberación subversiva que animó a su autor. Él mismo –Severo Martínez Peláez– advierte sobre esa motivación profunda cuando en el prólogo de la obra escribe que

Inevitablemente habrá quienes, movidos por un patriotismo falso y mal intencionado, dirán que en este libro se atenta contra ciertos “valores nacionales” –así, entre comillas–. No hallarán otro recurso cuando comprueben que el análisis científico remueve la máscara bajo la cual se oculta el verdadero rostro de nuestra realidad colonial. Sin embargo, el autor sabe que esa reacción sólo ha de darse entre minorías interesadas en mantener aquella ficción histórica. Un número creciente de guatemaltecos intuye, sin equivocarse, que nuestra afirmación como pueblo exige que aprendamos a renegar de nuestro pasado en tanto que es un pasado colonial; o lo que es lo mismo, la necesidad

de reconocernos y afirmarnos más bien en nuestras posibilidades latentes proyectadas hacia el porvenir.1

Remover la máscara de la ficción historiográfica, tal es una de las tareas explícitas de esta obra modélica en muchos sentidos. Pero al proponerse subvertir la mitología disfrazada de Historia, La patria del criollo y su autor dejan planteado un desafío aún pendiente de cristalizar. Es la tarea de transitar, en palabras del propio Severo Martínez Peláez, “desde una patria de pocos hacia una patria de todos”.2

A poco más de un año de la conmemoración del bicentenario de la independencia centroamericana, en medio de un presente y un futuro inmediatos puestos en jaque por la pandemia del nuevo coronavirus, ese proyecto de una patria “sin verdugos que la profanen, sin esclavos y sin tiranos, como se expresa en nuestro himno”3 tiene muchísimas aristas pendientes. Sigue siendo una tarea que debemos completar.

1. Martínez Peláez, Severo (1998) La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca. México: Fondo de Cultura Económica. Págs. 13-14. 2. Pág. 524. 3. Ibídem.

Análisis de coyuntura

Estancados

IPNUSAC

Guatemala vive un momento dominado por la sensación de estancamiento en medio de la crisis. El país flota más o menos a la deriva arrastrado por las aguas todavía procelosas de la pandemia del nuevo coronavirus y los concomitantes efectos económicos y sociales de las medidas de contención y mitigación, sumados a la continuada parálisis –ni para atrás ni para adelante– de una ya prolongada confrontación entre poderes del Estado y órganos de control constitucional, en cuyo centro por el momento se sitúa la postergada renovación del Organismo Judicial donde hace más de diez meses debió instalarse una nueva Corte Suprema de Justicia (CSJ) y nuevos magistrados de las Cortes de Apelaciones (CA).

Bajando de la cima

Desde que se detectaron más y más casos de COVID-19 en el país, se fue haciendo evidente que el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) tenía, entre sus muchas debilidades, uno muy serio con su capacidad de tener un cuadro completo –estadístico– de la progresión y localización del contagio. Desde el inicio de la emergencia sanitaria los datos del MSPAS fueron poco confiables. Al cambiar la cúpula del ministerio y al crearse la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia COVID-19 (COPRECOVID) se despertaron expectativas respecto de que todo el manejo de la epidemia podría mejorar, incluyendo el sensible ámbito de la información cualitativa y cuantitativa. Pero no ha sido así, y aunque hay un tácito reconocimiento oficial de la existencia de una indeterminada cifra negra (es decir, de casos no registrados), la única forma de hacerse una idea sobre la evolución de la pandemia en territorio nacional es a través

de las estadísticas del MSPAS. Y de acuerdo con esas estadísticas –por lo demás bajo sospecha de inconsistencia a causa de los altibajos en los reportes diarios– la curva del contagio habría entrado en una franca desaceleración, como puede apreciarse en la siguiente gráfica.

Gráfica 1 Evolución semanal del contagio de covid-19

Fuente: elaboración propia con datos del MSPAS y Laboratorio de Datos GT

La lectura básica de esa gráfica indica que el pico de la epidemia se habría alcanzado en el país entre las semanas epidemiológicas 19 y 20, es decir en la segunda quincena de julio, iniciando el descenso a lo largo de agosto. Pero lejos de ser un declive pronunciado, como el sugerido por las cifras de la semana 21, en las tres semanas siguientes (22, 23 y 24) se confirma que se trata de un descenso sinuoso, no exento de la posibilidad de que se produzcan nuevos repuntes. Como podrá verse en la siguiente gráfica –en la cual se comparan los totales de contagios por mes calendario- si bien agosto marca un declive respecto de julio, aún está más cerca ese mes que de junio, cuando los contagios eran relativamente bajos.

Gráfica 2 Casos nuevos registrados de covid-19 por mes

Fuente: elaboración propia con datos del MSPAS y Laboratorio de Datos GT

Se comprende la cautela con que la COPRECOVID ha manejado la información respecto de esta tendencia y su insistencia en que la situación está lejos de estar controlada y que durante las próximas semanas –entre septiembre y noviembre– podría ocurrir una segunda ola de contagios, como ha ocurrido en otros países luego de la “reapertura” de la actividad económica. De acuerdo con el más reciente informe quincenal de la citada comisión presidencial al Congreso de la República mientras

la primera ola de la epidemia ha iniciado su descenso en los municipios de la Región Metropolitana y Central, varios departamentos de la República muestran una tendencia al aumento de los casos lo cual

significa un desplazamiento de la epidemia hacia las áreas rurales y los centros urbanos de los municipios del Noroccidente y Nororiente del país.1

Esa expansión, que ya se había hecho notar en la quincena pasada, explica por qué en los mapas del Tablero de Alertas Sanitarias ahora aparecen más municipios en rojo (ver imagen 1), es decir en alerta máxima: en total 206 municipios, el 60 por ciento de las circunscripciones edilicias del país.

Imagen 1 Cambios en el mapa de alertas por covid-19

Fuente: tomado del Informe quincenal COPRECOVID, 28 de agosto 2020. Pág. 5

La tendencia hacia la diseminación del contagio a la mayor parte del país, coincide con una variación de la estrategia de mitigación: el énfasis en seguimiento epidemiológico. La acción del gobierno central ha ido desde el intento inicial de centralizar las decisiones, ignorando de hecho la autonomía municipal, hasta la delegación inercial y formal de responsabilidades en las 340 corporaciones

1. COPRECOVID (28 de agosto 2020) 3er Informe quincenal de la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia Covid-19 (COPRECOVID) al Congreso de la República. Pág. 4.

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