memoria

Page 1

MEMORIA CRÍTICA DE LAS TRADICIONES Y MONUMENTOS DE MONFORTE POR DON MANUEL YÁÑEZ GONZÁLEZ PREMIADA EN EL CERTAMEN LITERARIO DE LUGO DE 1891


MANUEL YÁÑEZ GONZÁLEZ

Nació en Monforte en la última mitad del siglo XIX y falleció en 1904. Estudio leyes, y ejerció la abogacía en su ciudad natal. Nieto de Manuel Antero Yáñez de Rivadeneira y por tanto abuelo del actual propietario del Pazo Molinos de Antero, Matías Yáñez. Desempeñó el cargo de administrador de los bienes de la Casa de Alba en las tierras de Lemos. Acumuló gran cantidad de documentación para los fondos de su archivo familiar. Así como libros que añadió también a la biblioteca de la familia Yáñez. Era libre pensador y sus inquietudes están reflejadas en sus escritos y en los libros que adquirió. Fue partícipe activo en la política de su tiempo (Primera República Española). Además de interesarse por la historia y escribir sobre ella, cultivó otros géneros, como la poesía y el teatro, algunas de sus obras teatrales se representaron en Monforte en el siglo XIX. Memoria Crítica de las tradiciones y monumentos de Monforte, fue premiada en el Certamen Literario de Lugo de 1891. Tiene otra obra histórica inédita, titulada Memoria del Convento de San Vicente del Pino "Belleza, verdad, bondad" con fecha de 1895.


A MODO DE INTRODUCCIÓN

Mi pretensión en un principio era transcribir Memoria crítica de las tradiciones y monumentos de Monforte, con el fin colocarlo en esta web. Sabía que había interés por parte de algunos monfortinos y foráneos de tener acceso a esta obra. Existió o existe un proyecto de la Asociación de Amigos del Patrimonio de Monforte de reeditarla (pero nada sé de ello últimamente). A medida que fui releyéndola tuve necesidad de recurrir a libros que disiparan dudas en cuanto a hechos o personajes que a mí, en mi desconocimiento, me resultaban confusos, al poco me encontré tomando apuntes y de ellos surgieron las notas que añado a pie de página. Pensé que pudieran ser de ayuda para aquellos que como yo conocieran escasamente la historia de Monforte, (aunque a pocos les gusta reconocer sus carencias). Las notas que añado no enriquecen en nada a Memoria crítica de las tradiciones y monumentos de Monforte, la obrita cumple sobradamente la intención de su autor, hace un somero repaso por las tradiciones y monumentos de este pueblo y logra interesar e ilustrar. Por tanto las notas añadidas por mí son prescindibles, el atrevimiento al añadirlas responde a un pequeño homenaje que quiero rendir a mi familia, fundamentalmente a mi abuelo Javier Yáñez, hijo del autor de esta obra, él fue el que guardó esta Memoria y todo aquello que permanece en el Pazo Molinos de Antero, su libertad de pensamiento y sus ganas de compartir me enseñaron a entender la vida desde otra perspectiva en la cual no rige el materialismo ni ningún prejuicio, la fidelidad a sus ideales republicanos le perjudicó, hasta el punto que tras la guerra ningún cronista de este pueblo habló en sus escritos de la familia Yáñez (durante los siglos XVIII y XIX), de su labor de alto funcionariado o de su lucha contra los franceses, ni se hace mención en ningún libro de los cargos que desempeñaron en la Real Orden de San Juan de Jerusalén, etc., y el Pazo Molinos de Antero cayó en el ostracismo. Sin embargo, Javier Yáñez nunca mostró el más mínimo resentimiento, se limitó a vivir su vida y abrió las puertas de su casa a todos aquellos que mostraron interés en la historia de este pueblo. Él fue quien me proporcionó, cuando yo era todavía una niña, esta obra de su padre. Es por esta razón de índole personal y sentimental que me atrevo a añadir estas notas. Espero que la obra de Manuel Yáñez os resulte tan provechosa como lo fue para mí, despertó mi curiosidad y alentó mi imaginación, pude ver a Señores de la Guerra y a verdaderos Príncipes del Renacimiento, a grandes Damas de carácter e inteligencia que lucharon por el poder y el conocimiento. Memoria crítica de las tradiciones y monumentos de Monforte, fue premiada en el Certamen Literario de Lugo en 1891. Debió de ser del agrado de muchos, ya que en el año 1934 fue publicada en forma de folletín en el popular periódico monfortino "El Combate".

Sobre las notas a pie de página: - Las notas reseñadas (1) son las originales de la obra, escritas por Manuel Yáñez. - Las notas reseñadas con números diversos y asteriscos, entre paréntesis, son las añadidas por mí, y nada aportan para la mejor comprensión de la obra.

Sobre las fotografías: Las fotografías son en su mayoría copiadas de páginas de Internet, salvo aquellas que pertenecen a detalles de las pinturas del Pazo Molinos de Antero o a sus archivos.


BIBLIOGRAFIA DE LAS NOTAS AÑADIDAS - EDUARDO PARDO DE GUEVARA Y VALDÉS: Los Señores de Galicia. Edita: Fundación Pedro Barrié de la Maza. 2000 - M. HEMIDA BALADO: Monforte de Lemos. Editorial Everest. 1987 - VICTORIA ARMESTO: Galicia feudal. Editorial La Voz de Galicia. 1994 - GERMÁN VÁZQUEZ: Historia de Monforte y su tierra de Lemos. Editorial Evergráficas. 1990 - MANUEL MURGUÍA: España sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Galicia. Editorial de Daniel Cortezo. 1880 - JUAN DESCOLA: Historia de España. Editorial Juventud. 1967 - PASCUAL MADOZ: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus colonias. Madrid 1845. Imprenta Madoz y L. Sagasti - www.bermudezdecastro.net


MEMORIA CRÍTICA DE LAS TRADICIONES Y MONUMENTOS DE MONFORTE POR DON MANUEL YÁÑEZ GONZÁLEZ (PREMIADA EN EL CERTAMEN LITERARIO DE LUGO DE 1891) I Igualmente que las investigaciones geológicas dan grandes luces acerca de la zoología antidiluviana*, el estudio de las tradiciones y origen de los monumentos las da acerca del espíritu y las artes de una época. Tanto más necesario es este estudio tratándose del pueblo galaico, el que, como se infiere de las páginas de la historia, influyó tan poderosamente en la suerte de otros pueblos y cuya historia general, peculiar, íntima, por más que haya empeño por parte de algunos de completarla, yacerá por ahora tristemente sepultada en la sombra de los tiempos. Y ¿hasta cuando durará esto? En cuanto no se escriba preferentemente la historia de muchas villas y ciudades. Las empresas del historiador son las que más necesitan de la ayuda y del concurso patriótico de todos; por lo mismo antes de nada nos toca rendir nuestro reconocimiento al celo por conocer nuestra historia -con lo cual nos da un bello ejemplo a los naturales de Galicia- igualmente que a la ilustración y acierto del proponente de la presente memoria, que previó la dificultad de escribir al pronto la historia completa y cronológica de Monforte. Gracias si prestando atento oído a la tradición y no dejando escapar ninguna clase de datos, a modo que en la playa se van recogiendo y amarrando restos de un buque náufrago, según las oleadas los van trayendo, se logra que no desaparezcan todas las memorias en esas otras oleadas más inexorables de los años. Pero, siquiera no pueda uno proponerse acabar una obra histórica en la cual no se sabe que nadie haya puesto los primeros sillares, siempre es una labor grata el estudio del escogido tema, una vez que las descalabradas murallas del almenado castillo y grandiosos conventos de la ciudad de Monforte, dentro de las cuales se sabe bien que giró la vida de abades mitrados y magníficos señores, nos dicen callando las graves cuestiones y múltiples sucesos que presenciaron.

Una de las puertas de la muralla

Conjunto monumental de San Vicente del Pino, en lo más alto del monte.

Pues bueno: invoquemos recuerdos, reconstruyamos, haciendo un esfuerzo mental, el estado políticosocial de aquellos tiempo obscuros ante los ojos contemporáneos acostumbrados a otra luz; juzguemos las pretensiones del primer poder, la teocracia; asistamos después a las competencias que mediaron entre esta y la invasora aristocracia, y después veremos aparecer las tradiciones adaptándose a este cuadro, justificadas y debidamente razonadas. _________________________________________________________________________ NOTAS: *creo que el término correcto es "antediluviana". Pudo ser error del autor o de la imprenta.


II Resulta incontrovertible que si bien Castro Luetonio (1*) fue en sus principios un burgo céltico o fortaleza romana, para cuya presunción nos asisten fundados motivos, unos monjes de la orden de san benito, se refugiaron en él -como dice el P. fray Mancio- por ser sitio inculto y áspero y lleno de puntas que formaban el castro, pero en realidad, por ser y parecerles sitio bien defendido y dominar un fértil valle de seis leguas de circunferencia. Ya muy luego de la fundación de la casa, que fue, según asiente el P. fray Antonio Yepes (2*), enseguida de la conquista de España por los moros; y de todas maneras es de las más antiguas de Galicia, gozaba el feliz mortal que heredaba la abadía de jurisdicción ordinaria, casi episcopal, y archidiaconal etcétera, etc. Dábale también el monasterio el gran círculo de prestigios reales, conciliares y donaciones, y asumía el abad el señorío sobre el Castro, el monte, los campos y los ríos (1). En lo espiritual no reconocía otra autoridad que la pontificial y en lo contencioso y criminal era supremo juez, se le rendía vasallaje, disponía para sus justicias de milicia cárcel y horca. Tenia potestad en cuarenta y tantas iglesias y a ninguna orden le era lícito tener iglesia en la villa y su distrito, sino al monasterio. Era poseedor y disfrutaba, como iglesia mayor que era, de cuarenta pasos de inmunidad y sagrado. Aún después de la fundación de la villa en el año 1704 (3*), hecha so color de amparar al monasterio, por los marqueses de Sarria, y a pesar de los gastos y sacrificios ocasionados a éstos, levantaba el monasterio una parte importante en las casas, y siguieron cobrando portazgos, halendas, fumazgos, calumnias, martiniegas y otros pechos y tributos mientras que aquél gozaba de toda clase de inmunidades.

____________________________________________________________________________________ (1*) Castro Dactonio, le llama Plinio: "Estos lemaborus tuvieron como centro y capitalidad el Castro" También lo nombran, Tolomeo, Estrabon y Ponponio Mela. Alfonso VI, fue de la opinión de que estos territorios merecían la consideración de pechos y derechos de pleno señorío de "las tierras de Lemos para que edificasen una población en lo alto y falda del monte que llaman Castro Antonio o Luetonio. (de este Privilegio de Alfonso VI, hace mención y nota el autor en esta misma pagina) Según E. Pardo de Guevara y Valdés, en su obra Los señores de Galicia, el centro de todo el territorio era el Castro Dactonio, que Plotomeo localiza en Geographike Hisphegesis a treinta millas al sur de la ciudad de Lugo. La célebre Castro Dactonio fue destruida por los árabes, sobre sus ruinas se fundó en tiempos de Alfonso II, el monasterio de San Vicente del Pino. (2*) Fray Antonio Yepes, autor de: Crónica general de la orden de San Benito patriarca de las religiones, edición y estudio de Fr. Justo Pérez de Urbel, B.A.E. CXXIII, CXXIV y CXXV. (1) En privilegio de Alfonso VI se concede al monasterio, entre otras cosas, el barrio de las "Cortes" del otro lado del "Cabia" (hoy Cabe), donde por hallarse firmados varios privilegios en dicho barrio o Villa se supone que fuera el paradero de los Reyes. También se le conceden las lagunas y eras para hacer sal, de cuya industria no aparece el más leve indicio. (3*) Se refiere M. Yáñez a la confirmación del Conde de Galicia, que Yepes equivocadamente lo sitúa en 1074. El año correcto es 1094, en esta fecha don Froila Díaz (señor de Lemos y de Sarria) y su esposa unieron para siempre sus nombres a la historia de Monforte, con la llamada Refundación o Fundación de Monforte, donde los de Borgoña don Ramón y doña Urraca, Condes de Galicia, concedían a don Froila y a su esposa la fundación de la Villa, plasmada en escritura de donación con fecha de 10 de abril de 1094, en la cual don Ramón de Borgoña creaba el pueblo de Monforte en el antiguo castro, en el mismo diploma se ordenaba que hubiese mercado y feria, para este fin la abadía debía ceder terrenos en la falda del monte. Suscribieron éstos diplomas, además del señor de Lemos, don Froila y los Condes de Galicia los Monarcas, Alfonso VI y doña Constanza. Don Froila, en escritura, dono al convento propiedades en compensación a lo que los benedictinos habían cedido al pueblo de Monforte, estos diplomas fueron ratificadas por los reyes y los príncipes.


Pero a contar desde la fundación y exenciones a ella inherentes, ya en la jurisdicción del abad se ingiriera cierto espíritu advenedizo y hostil que sobradamente se manifestó en las devastaciones, incendios y sustracción de documentos que sufrió el monasterio (4*). Ya hacía el año 1390 los condes, en su serie continuada, habían realzado sus sienes con muchos estados, encomiendas, beneficios y presentaciones, y si bien los reyes trataban sin duda de contrapesar los dos poderes confirmando las antiguas ejecutorias del convento, ya la codicia y animadversión de que fuera y seguía siendo objeto el monasterio por parte de poderosos señores tales como Pedro de Castillón, Diego Fernández de Lemos, Sr. de Ferreira y los Castros, fueron rebasando del cauce natural, generalizándose y confundiéndose andando los tiempos, en la tenaz, despiadada y legendaria lucha en que se agitaron en el siglo XIV la teocracia y estado llano.(5*) Ya se avecinan estos tiempos, y como los Condes anduvieran ocupados en el servicio de los reyes, o ya en sus empresas particulares de ambición y amparo, encontrábanse en Monforte sin fortalezas. Es verdad que existía el castillo, sin duda fundado por los condes primitivos aunque los monjes se atribuían la fundación, pero estos se atribuían tanto la propiedad de aquel como de todo el suelo del Castro; y efectivamente, algún titulo hubieron de reconocer los condes cuando en cambio de los suelos y feudos de los palacios nuevos y viejos con su huerta que está detrás (1)(6*), fundación que se hizo enseguida del año de 1400 la condesa doña Beatriz Enríquez de Castro (7*) cedió terrenos en recompensa; es verdad que se dice que antes se los había usurpado al monasterio. Este disputaba cada palmo de terreno con pleito lo cual indica que siendo los atropellamientos tantos pleitos y querellas eran muchísimos, y efectivamente, ¡mal podía vivir un abad de báculo y ballesta junto a un Señor de horca y cuchillo! Por este tiempo asentó el feudalismo sus reales en Monforte y llegó pronto a su apogeo, y el convento, ya quebrantadísimo y miserable con sus luchas domésticas entre los abades, tuvo que luchar con otro constante rival: el obispo de Lugo, pariente de los condes. Hecho cargo de la casa el primer abad reformador de San Benito el Real de Valladolid, Fray Andrés Pardo (8*), hombre atrevido y de infatigable celo (de quien más adelante nos hablará la tradición) en vista del estado decadente y mala administración de la casa, promovió largas ediciones de pleitos. ____________________________________________________________________________________ (4*) El incendio del monasterio tuvo lugar en fecha cercana a 1094, devastó casi toda la documentación del archivo. Tras este suceso, los Condes de Galicia mandaron hacer un inventario de los bienes inmuebles que eran de su propiedad, consta ello en una escritura de don Ramón de Borgoña y de doña Urraca, en esta escritura se hacen nuevas donaciones al convento, ya que los diplomas por los cuales los reyes habían entregado posesiones se habían quemado en el incendio. (5*) Ya a partir del siglo XII se crearon hermandades con el fin de defender los intereses comunes del pueblo llano, antecedentes de las luchas Irmandiñas. (1) Catalogo de abades. (6*) (6*) Supongo que se refiere el autor a "Catalogo de abades" del Padre Arias. (7*) Doña Beatriz Enríquez de Castro, hija de don Pedro Enríquez de Castilla y de doña Isabel de Castro Enríquez y hermana de don Fadrique, Señor de Lemos, contrajo matrimonio con don Pedro Álvarez Osorio de linaje leones. En fecha de 1425 el rey Juan II (1406-1454) le concede a su hermano don Fadrique Enríquez de Castro los condados de Lemos, Trastmara y Sarria, también le entrega el titulo de duque de Anjona, en 1423. Años mas tarde don Fadrique caería en desgracia con este mismo rey don Juan II, que dudaría de su lealtad quizás movido por los celos y lo desposeería de sus señoríos y posesiones. (8*) Andrés Pardo 1509-1512. De A. Pardo, nos dice el P. Arias: El Reverendísimo P. Andrés Pardo, abad del Monasterio de San Vicente del Pino, mártir de desenfrenada codicia de un Conde de Lemos. B.R.A.G. Coincide el periodo de abad de A. Pardo con el II Conde hereditario de Lemos don Enríquez de Castro, también nombrado Enríquez de Osorio, nació en 1459, falleció en 1522. Infiero por lo que encontré a la hora de informarme (digo esto con toda modestia) que el tal Andrés Pardo era un abad esforzado, e hizo lo que pudo para mejorar el convento, sus bienes y poder (que esto era, lo que debía hacer a opinión de los que de esto hablan y escriben).


Pero ¡qué importaba! El miedo de sus excelencias lo dominaba todo: se retraían los testigos, los escribanos no daban fe sin permiso de su señor, los tribunales ordinarios, como puestos ya por los condes, no fallaban según justicia y la real Audiencia de Galicia también cedía a la misma influencia. Aún en el caso de mediar una sentencia a favor del monasterio, no se cumplía. Por estos años la antedicha doña Beatriz hizo las murallas nuevas que dan al campo sobrenombrado de la Virgen, obligando a sus vasallos, igualmente que a los del monasterio, a los acarreatos. Tomó el castillo, "que era propio del monasterio" y estando como estaba demolido por la parte de éste, hizo como en casa suya la parte que le faltaba, poniendo el escudo de armas que tiene hacia la plazuela del repetido monasterio, de lo que se infiere que es obra moderna como de ella, mirada con cuidado, aún hoy se reconoce. Hizo la casa palacio, que se llamo del Castillo, en suelo también del convento y dentro de la huerta antigua. Sigo, bien a mi gusto, la relación textual de las obras y edificios condales hecha por los monjes, de una parte, porque dan idea más cabal de lo que pudiéramos llamar la corte de los condes, que la que pudiéramos presentar hoy solo a la vista de las ruinas y, de otra, a fin de que no se crea que estas aserciones tan graves son enteramente nuestras. Tendrían los monjes su razón en ellas, pero inmediatamente de la introducción de la familia de los Castros en el condado de la Villa, en el año de 1336, (1)(*) hay una donación hecha por don Pedro I, rey de León, a favor de don Fernando de Castro, su alférez mayor y adelantado mayor en León, Asturias y Galicia del condado de Trastámara (9*) , Lemos y Sarria, "de donde era conde el traidor don Enrique (10*) , con su justicia y jurisdicción, señorío y rentas, pecho y derechos, villas y castillos y tierras llanas y con todos sus terrenos y plantados pastos y sotos y montes y aguas corrientes y manantes y estantes".

___________________________________________________________________________________ (1) En Santiago, 27 de julio de 1366. (*) El autor da fecha de 27 de junio de 1366, siendo la fecha correcta 27 de julio, pudo ser error de impresión. (9*) La casa de Trastámara, hace referencia en su nombre a las tierras regadas por el rió Tambre y da nombre a la dinastía de los reyes que gobernaron en Castilla de 1369 a 1504, en Aragón de 1429 a 1516, en Navarra de 1425 a 1479, y en Nápoles de 1458 a 1501 (10*) A don Enrique Enríquez de Castro, le había entregado el condado el rey Alfonso XI, sería el II conde no hereditario. En fecha de 1366 pierde sus estados gallegos que le son confiscados por el rey don Pedro I, nombrado "el Cruel", que era su medio-hermano. El rey se los entrega a Fernán Ruiz de Castro. "todas las lealtades de España por cédula dada por el rey de Castilla y León Pedro I en Santiago de Compostela a 27 de junio de 1336 siendo su fiel Mayordomo Mayor, e hijo de rico hombre gallego, Pedro Fernández de Castro, "el de la guerra" ( primer señor jurisdiccional de Monforte de Lemos". Don Enrique batallara con Pedro el cruel hasta la muerte de este, más tarde será rey de Castilla con el nombre Enrique II de Trastámara.


Pero volvamos a la historia. Terminadas completamente las obras de habitación y fortificación señoriales viéndose el monasterio preso dentro del recinto feudal; en las mandíbulas, digámoslo así, de los lobos heráldicos de Lemos (1)(*), tuvieron miedo y pidieron autorización para trasladar el monasterio. En cambio la condesa Beatriz recabó una bula para desterrar los monjes y reedificar en el convento sus palacios, y en el interino aquéllos, con la urgencia que el caso requería, ante la amenaza del inminente peligro, imploraron la protección del emperador Carlos V, el cual efectivamente los recibió con sus y cotos criados por el patronato real.

Armas de los Señores de Lemos En estos tiempos el Obispo de Lugo, alentado y auxiliado por el conde, que quitó a San Vicente el carácter de iglesia matriz, dando entrada a otras órdenes religiosas y fundando magníficos edificios dentro de la Villa, se propasó en su tendencia que siempre tuvo de arrogarse la jurisdicción del convento, hizo prender monjes, entrar a la fuerza more castrorum en la iglesia de la Régoa; demoler la capilla de Nuestra Señora del Campo, solo por ser levantada previa licencia del abad y revocó otras muchas licencias que éste diera. Esta rivalidad se convirtió en animadversión por parte de todas las comunidades del pueblo, incluso de su concejo. En 1588 el corregidor de esta Villa, al frente de "ciento cincuenta" personas, los más estudiantes y probablemente con autorización superior, vinieron armados al monasterio, abrieron las puertas y abrieron las del sagrario, crisma y óleos, mientras entretenían falsamente al abad; éste los excomulgaba y aquellos se burlaban de sus excomuniones y censuras. En tiempo del cuadragésimo sexto abad y por los años de 1558 ss hizo una gran probanza de como al monasterio y a sus abades pertenecían la mitad de los portazgos de la Villa y condado de Lemos; noveno de las "voces" y "calumnias"; jurisdicción civil y criminal en los cotos de Valverde, Duade y Recemil; elegir con la justicia y regimiento alcalde ordinario cada año, darle nombramiento el abad y entregarle la vara para que ejerciera, nombrar procurador general para la Villa sobre las aguas, aceñas, pozos, pesca, y otras muchas regalías que tenía el monasterio y ya por estos años se le hubieran quitado y obscurecido. No obstante, primero la influencia que les daba a los condes sobre el romano Pontífice su calidad de embajadores y virreyes de Italia, después y sobre todo el nuevo giro de las ideas e imperiosa necesidad de los tiempos dejaron esta casa, tan poderosa antes, reducida a un buen servicio de Dios en el que perseveró hasta este sigo. ___________________________________________________________________ (1) El escudo de los condes de Lemos consta de unos lobos y seis blancos, y no como dice Villamil de un castillo y un monte peñascoso. (*)Creo que este Villamil sería: J. Castro y Villamil, autor de: Los pertigueros de la iglesia de Santiago, Estudios históricos acerca del señorío temporal de los obispos de Lugo en sus relaciones con el municipio en la Edad Media, El mariscal Pardo de Cela, Rodrigo Gómez: cuadrohistórico de las costumbres de la nobleza gallega en el siglo XIII, Mobiliario litúrgico de las iglesias gallegas en la Edad Media.


LA PRUEBA CALDARIA El hecho más antiguo que se refiere a la historia de Monforte, del que no la tradición, pero si precisamente se ocupa un instrumento que juntamente con algún otro fechado en aquellos tiempos se salvaron milagrosamente de los varios incendios que hicieron presa en el archivo del convento, este hecho, decimos, que es el que mejor explica la antigüedad, índole y costumbres en que fue levantado aquél, es el de la "prueba caldaria". Parece ser que a la muerte de Espasando, distinguido abad de Monforte (11*), quedó tan indeterminado el derecho a la herencia de la dignidad abacial en las cabezas de don Emesindo y don Arianoni- pretendientes ambos de ella - que los encargados de resolver la competencia, temerosos de equivocarse en materia tan ambigua, remitieron, como era entonces frecuente y corriente, el juicio a un milagro de las llamas. Reunidos por orden del rey Ordoño (12*) el año de 915 los jueces y más de 55 testigos fueron juramentados por la Santísima Trinidad y un solo Dios verdadero, por los sagrados doce apóstoles, por los cuatro santos evangelios, por los polos del cielo y fábrica del mundo, por la sangre de Jesucristo que lo redimió, por la reliquia de San Martín, obispo y confesor que está y se venera en la iglesia de Villanueva del valle de Lemos, y declararon los últimos que vieran a Galindo, pariente de Arianoni, siendo abad en Santa María o San Vicente y teniendo a sus pies desde aquel alto del Castro Cletonio rendidas todas las iglesias. Después enseguida pasóse a hacer la prueba del fuego, que da una idea del fanatismo y odioso servilismo de aquellos tiempos bárbaros: en aquella en que Santa Kunegunda

Representación de Santa Cunegunda

acrisoló su inocencia ante su marido Eurico Pío, solamente fue ella la que se expuso, como era razonable (13*). Pero en este caso de que vamos a tratar puestos árbitros, jueces y testigos a la vista de una grande hoguera, eligieron los contendientes dos hombres para que dieran en el fuego cuenta de justicia.

Arianoni nombró un llamado Macedonio, el cual arrojado por mano del verdugo Guimaro en medio de las llamas se conservó entre ellas indemne por espacio de tres días, con admiración de todos los pueblos circunvecinos, que asistieron al espectáculo. Lo cual, influyendo en el ánimo del nombrado por Emesindo, no quiso o no se atrevió a afrontar el rigor de las llamas. En virtud de una demostración tan evidente y decisiva del cielo, rechazóse el pretendido derecho de Emesindo, y tomo Arianoni posesión de la abadía, en la que duro veintitrés años. ________________________________________________________________________ (11*) Espasando, siglo IX, que recibió plena jurisdicción sobre las iglesias que había en tierra de Lemos, además del derecho a castigar y reformar las costumbres "in tota terra de Lembus". Esta afirmación se fundamenta en la copia de una cláusula de las actas de un concilio celebrado en Oviedo en el año 811. Este documento fue publicado por primera vez por el padre Yepes. Ver -Pardo de Guevara y Valdés - Los señores de Galicia. Hay varios Espasando que ocuparon el cargo de Abad, la coincidencia del nombres confusión a distintos autores. (12*) Ordoño II de León, se caso con Sancha, hija del rey de Navarra Sancho García I, consolidando de esta manera la alianza entre León y Navarra. Murió en el 924, un año después de su matrimonio. (13*) Santa Cunegunda o Kunegunda, su padre era Sigfrido, conde de Luxemburgo. Se casó con Enrique II, (Eurico Pío) duque de Baviera, quien más tarde seria emperador del Sacro Imperio Romano. Se convirtió en emperador en Roma en el año 1014 donde recibió junto a su esposa la corona imperial de manos del papa Benedicto VIII. Cunegunda llevó una vida casta con el consentimiento de su esposo, pues había hecho voto de virginidad antes de contraer matrimonio. La calumniaron acusándola de conducta escandalosa pero su inocencia fue probada por la Divina Providencia, cuando caminó sobre hierros candentes sin sufrir daño alguno. Al enviudar tomo el hábito e ingreso en el monasterio benedictino que ella misma había construido.


FRAY ANDRÉS PARDO Este prelado es el protagonista de un drama cuya noticia es nos más o menos desfigurada, pero rigurosamente trasmitida (14*) como testimonio del encono que existió siempre entre los dos poderes principales de la Edad Media y que no ignoran siquiera los niños. Y teniendo la dicha de encontrar un manuscrito de la primera mitad del siglo pasado, que se ocupa de este hecho, igualmente que del siguiente, confirmando la tradición, nos sujetaremos a él no se precise, sin duda por respeto a ellos, quiénes eran los condes por entonces, sobre entiéndese que mandaba los estados de Lemos la condesa doña Beatriz Enrique de Castro (15*). Estaba casada esta señora con Pedro Osorio (16*), un caballero que si bien lo era servía en su casa y era criado suyo, a cuyo caso encaja la siguiente tradición: Parece ser que su padre don Pedro había llevado a mal estos amores, y mucho más desde que su hija le significara su deseo de efectuar un enlace tan desigual, y parece que ésta entonces ordeno sagazmente y delante de su padre al paje encargado de abrevar sus caballerías en el río que les sirviera agua en la orilla en unas fuentes de plata, hacíalo así el criado y a la vuelta, a preguntas de la joven condesa, contaba como la gente de la villa, que presenciaba el hecho, se desataba contra sus amos, compadeciendo su estado propio que la humanidad de aquellos hacían muy inferior al de los caballos. ________________________________________________________________________ (14*) Ver nota (8*). La leyenda se contiene en un manuscrito del monasterio de San Vicente del Pino, redactado en 1728 por un fraile de San Esteban de Ribas de Sil. Los señores de Galicia, E. Pardo de Guevara y Valdés. Esta historia popular, es recogida por la tradición de otros pueblos de la península con ligeras variantes. Nos dice Murguía que la tradición pudo venir de los rubios germánicos. Es de entender habida la necesidad de contarnos cuentos para explicarnos cosas, o conjurar nuestros miedos. Cada momento tiene su estilo, su parafernalia, sus utensilios… que seguramente sean alegóricos diran unos, simbólicos otros, y si nos apuramos rayamos hasta los arquetipos, dicho esto con todos mis respetos a la imaginación, y al gusto por indagar. Cabe, pues, lo gore en sitio preferente con la validez de lo actual y regusto en el hurgar en lo cárnico y primigenio. Por la vía imaginativa, nos encaminamos hacia lo junguiano, o bien caminamos por los derroteros del cuento popular y su interpretación iniciatica. En la de Lemos, los autores que la recogen hacen referencia a dos abades, esto es: a veces al protagonista, se le nombra a Diego García, abad que lo fue en el periodo 1312-1334, según el P. Boo Pita y el otro seria Andrés Pardo, que desempeño el cargo entre 1509 y 1512. (15*) Doña Beatriz Enríquez de Castro, hija de don Pedro Enríquez de Castilla y de doña Isabel de Castro Enríquez y hermana de don Fadrique, Señor de Lemos, contrajo matrimonio con don Pedro Álvarez Osorio de linaje leones. En fecha de 1425 el rey Juan II (1406-1454) le concede a su hermano don Fadrique Enríquez de Castro los condados de Lemos, Trastámara y Sarria, también le otorga el titulo de duque de Anjona, en 1423. Años más tarde don Fadrique caería en desgracia con este mismo rey don Juan que dudaría de su lealtad quizás movido por los celos y lo desposeería de sus señoríos y posesiones. (16*) Don Pedro Álvarez Osorio fue por nacimiento un destacado magnate leones, aunque su herencia era mermada. Gracias a los oficios de don Alonso, hermano de doña Adonza Enríquez esposa que era de don Rodrigo Álvarez e hija de don Alonso, señor de Medina de Rioseco, se logro concertar un enlace con doña Beatriz Enríquez de Castro, sobrina también de doña Adonza. El enlace se trasformó en poco tiempo en una unión de intereses, ya que doña Beatriz no quería renunciar a la herencia de su hermano don Fadrique. Fue fundamental este enlace para reunificar el patrimonio de la casa de Lemos. Don Alonso buscó el acercamiento a don Juan II que seria quien respaldaría las reclamaciones de doña Beatriz. Ver: Los señores de Galicia, de E. Pardo de Guevara y Valdés. Don Pedro Álvarez Osorio fue el primer Conde de Lemos (titulo con carácter hereditario, en los siglos anteriores los llamados "tenentes" o "condes" ejercían la función de regir y administrar, eran de oficio y no de honor, podía ser revocada por el monarca) tuvo un hijo, don Alonso Osorio de Castro con doña Beatriz Enríquez de Castro, que falleció en vida de su padre. Este don Alonso no dejó descendencia de su primera esposa doña Leonor Pimentel, pero tuvo dos hijos naturales: don Rodrigo Enríquez Osorio y don Fernando de Castilla. Alfredo Bermúdez de Castro (www.bermudezdecastro.net) nos dicen al respecto de este enlace lo siguiente: estando sometido Fadrique a la sospecha de no ser leal a Juan II y habiéndole este confiscado sus bienes y señoríos recluyéndole en prisión, en el castillo de Peñafiel donde murió en 1430. Fadrique en prevención de estos hechos, pocos años antes obtuvo cédulas pontificias para sacar a su hermana del convento de las Clarisas, con el fin de darla en matrimonio a su sobrino, Pedro Álvarez Osorio, señor de Cabrera y Rivera, que tenia veinte años, siendo Beatriz su tía, con la finalidad de seguir su sucesión a trabes de su hermana. Germán Vázquez en su obra Historia de Monforte y sus tierras de Lemos, dice que doña Beatriz se, caso en primeras nuncias con Diego López Dávalos del cual enviudo sin tener descendencia. Se retiró al convento de Santo Domingo el Real de Toledo. Cuando tenía 42 años fueron a buscarla los caballeros de su casa para que se casara con don Pedro A. Osorio, del cual era tía. Se casaron con doble dispensa apostólica dados sus votos y el parentesco de los contrayentes.


Repitió el criado por muchos días el agasajo a éstos; la gente tornaba a vociferar y la condesa a recoger el eco de sus voces por boca de su mandatario hasta que al cabo, haciéndole aquella indispensable pregunta, el criado le contesto un día: -Hoy no decían ya nada, señora. -Pues lo mismo padre mío-, dijo la condesa- pasará con nuestro casamiento: al principio hablaran mucho, después ya nadie se acordara de eso, y en paz. (17*) Es más que probable que también se hallara en Lemos por el tiempo que a que nos vamos a referir don Rodrigo Enrique de Castro (18*), nieto reconocido por legítimo por el Papa, de don Pedro y a quien éste hiciera conde de varios estados (19*). Ya hemos dicho al principio de nuestra memoria como este abad reformador encontrara este monasterio sin hacienda y sin observancia monástica, porque aquélla había faltado por los pleitos que los abades claustrales tuvieran entre sí y ésta, sin medios para su sostenimiento, había llegado al estado lamentable de constituirla un abad y un monje; eran muchas las necesidades del monasterio, muchas las

Foro del II Conde hereditario de Lemos.

usurpaciones que sufriera, muchas las demandas que

Don Rodrigo Enrique De Castro.

tenía que promover; pero ¿cuántos obstáculos había que

Archivo del Pazo Molinos de Antero.

remover? Aquí trasladaremos la relación literal que algunas partes obscurecen nieblas que nosotros no sabremos disipar.

"Así, estrechado por todas partes el animoso abad, se miraba con muchas obligaciones que mantener y pocos o ningunos medios para sustentarlas; y pudiendo decir: multiplica "stingente sed non magnificaste latitiam" la mantenía grande afianzado en Dios y en su causa. No obstante que aún no había tomado resolución, aunque se hallaba en ánimo de tomarla, llegaron los temores a la casa de Lemos que le hizo saber que cesase y no emprendiese pretensiones que aunque al monasterio fuesen favorables, eran odiosas a la casa de Lemos". Parece ser que aunque estas amenazas llegaron a los oídos del invicto Prelado, ni se dio por entendido ni desistió del empeño. Por lo que se llegó a otros medios más violentos y tiranos y a la resolución más alevosa y cruel que se lee en las historias. Referiráse sinceramente, sin ánimo de injuria ni ofensa, siguiendo las noticias de la tradición y las que resultan de las informaciones y memorial ajustado que se halla en nuestro archivo, en las que, no obstante el temor, hay testigos de vista, oídos y dignos de entera fe, aunque las excepciones de la parte contraria (que no se probaron) quieran hacerlos de mala. ____________________________________________________________________________________ (17*) Esta leyenda creo que es apócrifa. Hubo intereses en la unión de doña Beatriz Enríquez y don Pedro Álvarez Osorio. Además don Pedro Enríquez de Castilla padre de doña Beatriz había fallecido en 1400, antes del segundo matrimonio de su hija. Ver nota (19*). (18*) Don Rodrigo Enríquez de Casto, también nombrado don Rodrigo Enríquez Osorio, nació en 1459, II Conde de Lemos, titulo con carácter hereditario, nieto de Pedro Álvarez Osorio e hijo de don Alonso de Castro el cual falleció antes de heredar el Condado de Lemos. En la primera distinción hecha por el Emperador Carlos V en 1520, tuvo el honor de ser nombrado Grande de España por éste monarca, esta dignidad se le concedió a 25 grandes Casas. (19*) Pedro Enríquez de Castilla, IV conde no hereditario, condestable de Castilla, hijo del hermano gemelo del rey Enrique II. Se caso con su prima-hermana doña Isabel de Castro Enríquez hija de Fernán Ruiz de Castro y de la infanta Juana Enríquez de Castilla. Con Isabel de Castro tuvo dos hijos, don Fadrique y doña Beatriz. Fallece don Pedro el 2 de mayo de 1400, los condados vuelven a la Corona. En 1425 Juan II rey de Castilla y León concede los condados al hijo de don Pedro Enríquez, don Fadrique Enríquez de Castro. Ver nota anterior.


Dicen, pues, unos y otros que conocieron a don Fray Andrés Pardo, abad de Monforte y arcediano, y que vieron unos y oyeron decir todos que un día del año 1512 fue convidado a la casa y palacio de los condes de Lemos para comer con sus excelencias; que después de la comida se introdujo como por último plato la especie y pretensión del abad, procurando disuadirle con halagos, promesas y amenazas, y no habiendo bastado ni las unas y las otras, se apeló a las más sacrílega temeridad: mandó el conde que los pajes y criados, como si "fuesen ministros de heredes o del infierno, trajesen una mitra de hierro candente y que se la pusiesen, como de hecho se le puso. Concluido aquel horrendo inaudito sacrificio, que se ejecutó en la víctima abacial, no se sabe, ni los testigos lo dicen, se murió, como es de suponer, al instante, o si aún le quedó vida para venir con ella a despedirse de sus monjes y comunidad. Sábese, si que algunas personas, o por piedad o por mandato de los condes, lo pasaron al monasterio, "Después de explicar el manuscrito la razón mediante la cual fue levantado su sepulcro y enterrado en la iglesia de Santa Maria de la Régoa, razones que también nosotros daremos más adelante, prosigue": No hay duda que si se atiende a los motivos y los fines que dan el ser a las acciones, se hallara que fue la más tirana la que se ejecutó con nuestro inocente prelado que si se atiende a los que asistieron a su muerte, esta fue preciosa y que le ponen en el numero de los mártires: como tal le trata Fray Mancio, que vivió pocos años después en el monasterio. Es tradición y voz común que Dios, por los méritos de este abad, hacia muchos prodigios con los fieles que adolecían de tercianas, males de cabeza, muelas, oídos y otras dolencias, y que estando como estaba su sepulcro elevado de la tierra y sobre cuatro leones que servían de pilares para sustentarle, pasaban los enfermos por debajo de él. Después, habiéndose terraplenado la iglesia para librarla de las aguas y humedades que se recogían dentro y hacían daño en los cimientos del edificio, hubo la incuria de dejar el sepulcro casi sepultado y se quitó a los fieles la piadosa devoción de pasar por debajo de él y por consiguiente la que tenían en sus angustias y trabajos buscándole para alivio. Algunos dicen que aquel suntuoso y bien trabajado sepulcro lo mandaron fabricar los señores de la casa de Lemos; puede ser que quisieran honrar en muerte a quién habían ultrajado en vida". (20*) _____________________________________________________________ (20*) Se conserva en la iglesia de San Vicente del Pino, un sepulcro de la antigua iglesia benedictina, perteneciente al abad Diego García (fot.9), algunos autores relacionan este enterramiento con la leyenda del abad mitrado. Antonio López Peláez historiador del monasterio monfortino, tras un análisis detallado de los datos que dan forma a esta anécdota, la califica de mera fantasía.


LUCAS FERREIRO "En el año de 1523 dio el monasterio querella en la Audiencia de este reino contra esta señora condesa doña Beatriz Enríquez de Castro (21*), diciendo que había despojado al monasterio del río, aguas y aceñas, que todo era propio; que quitó las cercas de la huerta cerca de la fortaleza; que ella y su padre tomaron el coto y término de Doade, el coto de Valverde con sus jurisdicciones civiles y criminales y el Casal de Cereda; que apremiaba al casero de Rivasaltas, siendo como los demás libre, a que pagase serventías; que lo mismo hacía con los de Santa Lucia de Guntín; que llevó a los de Doade e hizo que se les quitasen tres bueyes que hizo matar en la carnicería, con otros muchos bienes, que tomó por la fuerza ella y su padre el suelo de los Palacios nuevos, que era del monasterio; que el conde don Rodrigo (22*) entró en la iglesia y saco violentamente un reo que se había refugiado y que quito y llevo el órgano, por lo que fue condenado en 500 fánegas de cal para las obras de la iglesia (que se había comenzado) y que no las quería pagar. Para todo pidió justicia y que para la averiguación se despachasen ministros, que no consta hubiesen venido". A todas estas quejas respondió la condesa "sumarísimamente" con disculpas frívolas, pero suficientes para que los ministros de la Audiencia, acaso por no atreverse, no hubiesen hecho caso como se pedía de la averiguación. Y de su respuesta se infiere que en caso de radicarse estas quejas en los tribunales, quería fuese en los del reino, pero no en los de Valladolid ni Consejos Supremos de Castilla. Hasta los años de 1558 no parece se hizo averiguación alguna de semejantes temeridades y aunque de la información y gran probanza resultan las muchas instancias que el monasterio hacía frecuentemente. Los vecinos y vasallos de Doade dieron poder al abad para que los defendiese. Lo supo la condesa y prendiéndole mandó que se le cortase una pierna para imposibilitarle al recurso, como de hecho se le cortó y estuvo, como deponen los testigos, de 20 a 21 años pendiente de unas escarpias a las puertas de la villa, sin que ninguno se atreviese a quitarla y darle sepultura y hasta que pudriéndose los nervios, se fueron cayendo los huesos. Pero el fiel vasallo, más temeroso de Dios que de las furias humanas, acudió sobre unas muletas a la Audiencia vociferando e implorando la justicia, lo que primero que el tribunal atemorizado con tantas crueldades, oyó a la condesa Doña Beatriz quien haciéndole preso segunda vez y viendo que su primer ardid y castigo no habían sido bastantes para contenerlo, mandó que al dicho Lucas Ferreiro y otros criados los llevasen y arrojasen en el "suétano"- así llamaban al calabozo subterráneo del castillo de Caldelas- como lo hicieron, y allí con otros muchos fenecieron inmediatamente. ___________________________________________________________________ (21*) No seria doña Beatriz Enríquez de Castro pues ésta ya habría fallecido en la fecha en que el autor sitúa la anécdota (1523) que además parece ser apócrifa. Doña Beatriz Enríquez de Castro murió en 1455 y su marido don Pedro Álvarez de Osorio en fecha de1483. La protagonista de la historia o leyenda podría ser doña Beatriz de Casto Osorio, hija del segundo conde de Lemos don Rodrigo Enríquez Osorio nombrado también de Castro y de Teresa Osorio, hija a su vez de Álvaro Osorio señor de Villalobos Conde de Trastámara y de Leonor Enríquez. Beatriz, llamada "La Hermosa" por su belleza, fertilidad y donaire, contrajo matrimonio en 1501 con Dionisi o Dionis de Portugal (hijo de Fernando II). Este enlace lo convino la reina católica Isabel II y el Conde de Lemos. Su segundo matrimonio fue con su primo hermano Álvaro Osorio. Falleció en Valladolid en 1570, fue enterrada junto a su padre en el convento de San Antonio en Monforte de Lemos. Podría referirse el autor, por la coincidencias de fechas, a doña Teresa Osorio madre de la antedicha Beatriz de Castro Osorio, o bien a doña Teresa de Andrade Zúñiga y Ulloa hija de Fernando Andrade (conde de Villalba y Andrade y de doña Francisca Zúñiga y Ulloa, condesa de Monterrey, esposa de don Fernán Ruiz de Castro Osorio (IV Conde de Lemos). Mi opinión es que este episodio se concierne a la tercera condesa de Lemos Beatriz Osorio. (22*) Hay únicamente una confusión de apellidos en la condesa doña Beatriz, pues, M. Yáñez dice que su padre era don Rodrigo (Enríquez Osorio) y lo era efectivamente de doña B. de Castro Osorio, III Condesa de Lemos. Ver nota (18*)


No poseemos datos alguno para atribuir esta tradición a época determinada, es más, no hemos visto documento alguno que se ocupe de la misma (23*); pero es tan común y está tan generalizado este hecho, salvándose a pesar del olvidadizo carácter de los años, y tales circunstancias lo abonan, y de tal modo hacen referencia a cierta prevención aún hoy existente entre Monforte y La Puebla de Brollón, cabeza de jurisdicción que es indubitable su fondo de verdad. Se infiere que la Puebla gozaba de ciertas inmunidades y derechos como efectos de una carta-puebla concedida en lo antiguo, y la, que es fácil le diera el nombre que lleva. Parece aludir a ella Mariana (24*), cuando dice que los Reyes Católicos pusieran unas tierras en manos del Conde de Lemos, cuyos pobladores se rebelaban. Mas sea así o como fuere, atropellárase o no un derecho antiguo, lo cierto es que la Puebla se rebelaba, y es voz común que cuando los emisarios del Conde iban a cobrar tributos a aquella jurisdicción, los habitantes se oponían, o arrojaban el "cuarto", que era el impuesto, por debajo de las puertas; es igualmente público que nunca se les pudo obligar a aclamar a su Conde "Meu señor", sino únicamente "Bon señor". Más el Conde, cansado de las continuas revueltas, dispuso como el mejor medio de acabarlas la aprehensión del jefe de la rebelión, llamado Guimaro, y con él la de los documentos garantizadores de los derechos de la Puebla y que ésta le confiara como a sus más esforzado paladín. Más perseguido de cerca, no tuvo otro remedio que esconderse en un sótano, y vigilados los alrededores tuvo que permanecer en aquel escondite muchos días, no sin que sus parciales se olvidaran de su sustento; pero vendida a los secuaces del conde la persona encargada de suministrárselo, acordó con ellos, a fin de que no se sospechase ni castigase su deslealtad por los de la Puebla, llevar un manojo de paja al tiempo de conducirle la comida, e ir soltando ésta seguidamente, con objeto de hacerles una pista que les llevase derechos a su escondrijo. Cuéntase que una vez capturado, hízose con él lo que con Lucas Ferreiro, y que también como él fue con muletas al alcanzar de los reyes, donde pidiendo justicia a grandes voces, en ocasión que estaba con el rey el conde de Lemos, éste al principio metió grande bulla a fin de ahogar sus gritos; después quiso hacerlo pasar por loco, pero el rey, comprendiendo que era grave lo que ocurría, tanto en sus ademanes, como en su palidez como en las razones que el otro daba, hizo subir al noble, prestando oídos al recién venido. Dícese que el rey, enternecido e indignado, ante tantos desaguisados, condenó al conde a indemnizar con una fuerte pensión al infeliz mutilado por los perjuicios que le había ocasionado y a respetar, de allí en adelante los derechos de la Puebla. Y dícese también, que de regreso el conde a sus estados, obedeció y cumplió tan exactamente las ordenes del rey, que no descansó hasta ver preso y descuartizado a Guimaro, como así ejecutó. (25*) Estas son las únicas tradiciones que hemos recogido, cuidando más de la fidelidad de su relato que de revestirlo de un romántico y atractivo ropaje. Pídale, enhorabuena, a la fábula para éste y sus adornos tela el poeta y el novelista; pero nuestra misión se limita a presentar los hechos escuetos y misteriosos. _______________________________________________________________ (23*) Nos dice el M. Yáñez que no posee datos ni documentos para situar esta tradición, no obstante si nos da los nombres de los protagonistas, doña Beatriz, don Rodrigo, don Lucas Ferreiro. No logre encontrar nada que haga referencia a esta tradición. (24*) Supongo que el autor, hace mención a Juan de Mariana (1536-1627), pensador del Siglo de Oro, nació el padre Mariana en Talavera de la Reina, se ordeno jesuita y fue profesor en las universidades de Roma y Paris. Se retiro de sus cargos en 1574 para refugiarse en Toledo con finde dedicarse a escribir. Entre sus obras destacan: De Rege et Regis institutione (1599), De Rebus Hispaniae (1592). (25*) No encontré ninguna información sobre Guimaro, pero sí es cierto que a lo largo de la Edad Media hubo varias revueltas contra el conde de Lemos por parte de los de La Puebla de Brollón. Las tierras de La Puebla, recibieron cartas de fundación del rey Fernando II, estas tierras a finales de la Edad Media pertenecían a la jurisdicción del conde, que les exigió pagos injustos, de ahí la rebelión. En el escudo del municipio de la Puebla, se representa un pino, que hace mención al pino bajo el cual se reunían en asamblea los vecinos para organizarse contra el conde, resistirían hasta que el árbol se secara. A los vecinos de la Puebla se les llama guimaros: rudos, valientes.


MONUMENTOS En humilde actitud se mantiene aún la ciudad de Monforte, tendida a la falda del monte, como a los pies de los símbolos de las antiguas soberanías, que ocuparon el pináculo como un trono al que sirve de dosel la gasa azul del firmamento. No obstante, estos símbolos están yertos y exánimes, como dos tigres que se aniquilan disputando la presa, en cuya comparación hay su fondo de verdad. Hoy no merece otra atención que la de deletrear, en sus proporciones y contextura, el pasado calamitoso de nuestros antecesores; por esta razón les concederemos el honor de la preferencia que se les debe a los ancianos. La muralla que comprende por la parte de mediodía, bastante más que la meseta del monte está demolida y distribuida entre las casas cuyos gruesos pedruscos las ha ofrecido, y aún de los cinco torreones que flanquean sus cortinas sirven algunos de habitación y otro proporciona seguro local para cárcel del pueblo (1). En el sitio más eminente próximo a un torreón y dentro de un reducto yérguese el castillo (26*), soberbia fabrica de sillería, cuyas paredes tienen dieciséis cuartas de espesor.

Torre del Homenaje Los hidalgos con cuyas carcajadas hizo resonar Vicceto (27*) estas paredes, no tenían más que subir tres pisos de madera para ver desde su terrado y a una altura de veinte metros el valle más fértil y abundante de Galicia, como llama Yepes al de Lemos. Tiene mucho cuerpo la tradición de que existen conductos subterráneos entre el castillo y los palacios, igualmente que al río a donde se baja ocultamente por agua, y al fin de descubrir estos pasillos se hicieron inútiles trabajos. Existe también la tradición de que las almenas eran las horcas, y ésta si que la confirma la presencia de las escarpias. ___________________________________________________________________________________ (1)En las observaciones preliminares de esta Memoria, se trata de la fundación de las obras condales. (26*) La torre del homenaje es la estructura mejor conservada de todo el castillo, su planta es casi cuadrada, 13m x 12,5m, sus muros tienen un espesor aproximado de 3m y su altura es de 30m., las ventanas son geminadas. Su sillería es de granito gallego. Tiene cuatro niveles, la escalera es de madera. Remata toda la estructura en una cornisa de matacanes y almenas defensivas. Desde ella se puede contemplar toda la panorámica del Valle de Lemos. Actualmente es un museo que exhibe piezas fundamentalmente de mobiliario, donadas por Juan Suárez (Juan de Forcados, benefactor de Monforte) (27*) Hace referencia M. Yáñez a Benito Vicceto y a su obra Los hidalgos de Monforte.


En cuanto a los palacios condales derruidos, que estaban delante del convento, quedan tan solo los nuevos (28*), que denotan bien su pertenencia con sus piedras de de armas de mármol, su escalera regía, sus habitaciones grandiosas que parecen retener todavía algún ambiente señorial, sus techumbres talladas, sus sótanos y caballerizas

Palacio Condal reformado, hoy Parador

ahuecadas en la peña y

Nacional

pinturas hechas a principios

Detalle de una pintura de Castinande. Remedo de un

de este siglo por el artista

cortinaje. Pazo Molinos de

monfortino Castinande (29*).

Antero.

___________________________________________________________________________________________ (28*) La revuelta de los Irmandiños y el incendio posterior 1672 causaron graves destrozos a los palacios condales. En el siglo XVIII fue restaurado conservando la portada original con las armas de los Castro, Enríquez y Osorio. Hoy forma parte del conjunto monumental del Parador. Estuvo durante muchos años casi abandonado. A finales de la década de los setenta, con las obras de acceso al Monte del Pino perdió parte de sus impresionantes sótanos que fueron rellenados con escombros, con el fin hacer una explanada delante del palacio y de la iglesia. En fecha más reciente, debido a las reformas para adecuarlo como salones para el parador cambió su estructura de grandes salones palaciegos de altos techos y se perdieron la mayor parte de las pinturas de Castinande, así como su escalera de piedra. (29*) Juan Bernardo Pérez de Castinande. Pintor neoclásico del último tercio del siglo XVIII y principios del XIX. Nació en Anllo, Sober, en el Sitio de Castinande, de ahí su nombre artístico. En su taller también colaboraba uno de sus hermanos que se dedicaba a dorador y talla. Curso, Castinande, breves estudios en la Escuela de San Fernando, se le puede considerar un artista autodidacta. Era muralista, hoy lo consideraríamos un buen "decorador", esto es: se dedicaba a las artes decorativas, pintaba las paredes de: pazos, rectorales e iglesias, a la manera de la moda de la época, inspirándose en las telas pintadas de los franceses y en los trampantojos. Sus motivos pictóricos eran fundamentalmente recogidos de la naturaleza de su entorno: motivos florales, hojas de laurel, hiedra, espigas de cereal. Y como seguidor de las tendencias neoclásicas: pinturas que imitaban telas, columnas, grecas geométricas, alegorías, cordones, guirnaldas florales. De su obra pictórica, sirva como ejemplo, el Palacio de Bóveda en el que pinto en el techo de una sala episodios del Quijote, el Palacio Condal en el que queda poco de su obra, la Casa Grande de Rosende en la que pinto la capilla y una puerta a modo de trampantojo, la Rectoral de Anllo en la que decoro un pequeño oratorio y pinto la puerta de un armario con un motivo floral, y el Pazo Molinos de Antero, que es el lugar que más conserva de las pinturas de Castinande, su capilla con retablo pictórico y sus paredes a modo de telas adamascadas, y todas sus salas están decoradas con los motivos que le eran propios al artista, columnas de distintos ordenes, guirnaldas de flores y hojas, motivos geométricos, cereales, telas, alegorías, caduceo de Mercurio, medalla de Carlos III, trampantojos que disimulan puertas etc. También decoro iglesias en la costa Lucense.


SAN VICENTE Este vasto edificio, que ocupa en la meseta del monte ciento noventa y seis metros de superficie, no conserva de su antigüedad respetable sino muy leves reliquias. En una inscripción lateral se lee que se comenzó el templo en el año de 1538, siendo rey de España Carlos V. No obstante algo antes debió haberse comenzado, pues así se dice en el manuscrito que trata del antes mencionado abad Pardo, quien encontrando la iglesia antigua nada decente ni capaz para los oficios divinos, determinó hacerla nueva y a su muerte, ocurrida en 1512, no se le pudo dar sepultura en dicha iglesia por hallarse ya empezada, "aunque muy en los comienzos". La iglesia tiene de largo hasta el altar mayor treinta metros y doce entre los costados. Conserva el templo de su antigüedad algunos bajo-relieves góticos en los frisos, una escultura de Santa Ana y otra de la vida de San Antonio que forma el retablo de la capilla de dicho santo a la vuelta de un brazo de la cruz de la iglesia. En la vuelta del otro brazo está el altar de la Virgen de Montserrat, en la cual tiene confianza el país de Lemos. Este altar es plateresco y tan original como de buen gusto. La venerada imagen está detrás de un intercolumnio, rodeada de mucha hoja de vid y detrás de un muro de más de un metro de ancho, que forma un templete, y la circunvalan ángeles, y de día como una aureola de luz que entra de lado. El altar mayor, uniformemente dorado, lo componen columnas salomónicas, esculturas de pontífices trasladando su inspiración a los libros y una pintura que no tiene otro merito que sus grandes proporciones. En los costados de la nave ábrense hornacinas, donde se les dio asiento a otras tantas capillas y en otra reposan las cenizas de un abad, bajo una inscripción gótica que rechaza la suposición de que sea Fray Pardo (30*)

Sepulcro del Abad Diego García. Iglesia de San Vicente. Puede verse el símbolo abacial. Encima de una de estas capillas llama la atención un cuadro bellísimo representando el acto del desenclavo. El coro y sillería, laboriosamente tallados, da una idea de la importancia del Monasterio. El convento, reedificado posteriormente al templo y que parece haberse concluido en este siglo, es de la arquitectura de todos los edificios de su género del siglo pasado (31*). Su fachada es de notable severidad; las columnas del pórtico de orden toscano y sobre el entablamento vénse las armas reales y una estatua, efigie pintada de San Benito.


Detalle de la fachada del monasterio de San

Claustro del monasterio de San Vicente. En primer

Vicente del Pino

plano, el aljibe abovedado.

Lo que encierra la originalidad del convento es el magnifico aljibe abovedado que ahueca todo el patio de los claustros, que está enlastrado, y cuya agua recoge juntamente con la de la vertiente interior del convento. Su grifo proporcionaba a las necesidades de la casa agua todo el año, y todo conspira a demostrar que los monjes se preocupaban de si el conde los sitiaría por agua y que se prevenían contra todo evento. ___________________________________________________________________ (30*) Sobre dicho sepulcro nos dice Manuel Murguía en su obra Historia de Galicia : "La inscripción del sepulcro -este último sencillo y sin otro adorno que el báculo abacial que parte á lo largo la inscripción á que nos referimos-". Ver nota (20*) referente al sepulcro del abad. (31*) Manuel Yáñez, hace sobrada descripción del monasterio de San Vicente, aun así me permito añadir una breve reseña. El actual edificio es de estilo Neoclásico construido en el siglo XVI. Posee una balconada, en la fachada, sostenida por columnas de orden dórico que enmarca todo el conjunto, presidido por un frontón con pináculos y la imagen escultórica policromada de San Benito, (de todo ello hace mención el autor) El claustro central es de cantería también Neoclásico, conserva aun hoy un ingenioso sistema de canalillos que recorren el pavimento de piedra con el fin de recoger las aguas pluviales y conducirlas al aljibe. Hoy en día forma parte del conjunto monumental que constituye el Parador.


LA RÉGOA - SAN FRANCISCO Ni vestigios existen ya, como no sea en la memoria de los ancianos, de estas dos iglesias; la primera de grande antigüedad, pues en el año 931 fue donado al monasterio y otra de colosales proporciones y asiento de la religión de los Franciscos menores observantes. Poco tenemos que decir de ambos edificios, como no sea de Santa Maria de la Régoa (32*), iglesia que ocupaba el centro de la que hoy se llama plaza de la Constitución, de esta ciudad, y causa de tantas discordias entre el abad y el obispo de Lugo, fue restaurada por los condes de Lemos, cuyos escudos pusieron sobre las paredes mezclados con las armas reales; y en cuanto a San Francisco (33*), que fue edificado por don Rodrigo Enríquez de Castro (año 1514) en el campo de San Antonio y en suelo y fundo por el que pagó renta al monasterio de San Vicente. Lo más notable de su construcción era el terrado y la balaustrada del mismo, por ser el objeto del fundador: se puso en él estudio de humanidades y de artes. No cabe lugar a duda que cuando el cardenal que fundó el edificio de la Compañía venia a Monforte, tenía su habitación o parada en este monasterio (34*) ____________________________________________________________________ (32*) Iglesia Románica, fue demolida en el siglo XIX, daba nombre a la parroquia de Santa Maria de la Régoa. Estaba situada en la plaza de la Constitución, así nos dice el autor que se llamaba en el momento que el escribe la obra, hoy es la Plaza de España. (33*) Se construyó en el margen derecho del río Cabe, en el actual barrio de San Antonio, para lo cual previamente don R. Enríquez Osorio había conseguido una bula del Pontífice Alejandro VI. Dedicado este convento a los padres franciscanos, en esto pudo influir el hermano del conde, don Fernando de Castro, que había construido en fecha anterior una casa de esta misma comunidad de religiosos menores en Villabad. Don Rodrigo no pudo ver acabado este monasterio pues falleció al poco de comenzar la obra, le encomendó el conde su terminación a su hija doña Beatriz de Castro, III condesa de Lemos y también colaboraron en gran manera los hijos de ésta, nietos por tanto del fundador: don Pedro de Castro Obispo de Salamanca y el Cardenal don Rodrigo. La comunidad llego a tener 50 religiosos. Durante la Guerra de Independencia, las tropas francesas le causaron grandes daños, incluso muertes, llegando al punto que los religiosos tuvieron que abandonarlo. En abandono y estado de ruina permaneció hasta la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, en esas fechas fue demolido, y algunos de sus elementos arquitectónicos reutilizados. Sobre don Rodrigo, ver nota (18*). (34*) Con fecha 15 de noviembre de 1584, el Cardenal da orden de hacer un espacioso dormitorio, y concluir el claustro, se contrata con este fin al maestro cantero Antonio Díaz, vecino de Orense. Ver Diccionario de artistas de Pablo Pérez Constante


SANTO DOMINGO - SANTA CLARA

En el convento de Santo Domingo, cuya iglesia es actualmente parroquial, estaba la congregación de la orden de Predicadores (35*). Fue fundado por don Pedro Fernández de Castro, séptimo conde de Lemos, virrey y capitán general de Nápoles, protector de Miguel de Cervantes Saavedra (36*) Santo Domingo

Don Pedro Fernández de Castro, VII Conde de Lemos

__________________________________________________________________________________ (35*) Santo Domingo, Convento de San Jacinto, obra del siglo XVI, pertenecía a la categoría de conventos menores, cuyo número de religiosos no excedía de dieciséis. Lo fundo don Pedro Fernández de Castro Andrade y Portugal, VII Conde de Lemos. La esposa del conde doña Catalina de la Cerda y Sandoval al enviudar se convirtió en su mayor benefactora. Hizo donaciones para que en este convento se impartiese la enseñanza de teología, pero seguramente se enseñaban otras materias. Su nombre de san Jacinto de su antigua advocación ha desaparecido, conociéndose como iglesia de santo Domingo. Arquitectónicamente es de destacar el claustro, de dos pisos, de maestro anónimo, encabezado el superior una cornisa sobre arcos, las pilastras alcanzan las dos alturas, todo ello sobriamente labrado. La iglesia conventual es hoy la parroquia de la Régoa, antes dependiente de la propia iglesia llamada de la Régoa, demolida en el siglo XIX, que estaba situada en la plaza que actualmente se llama de España, y en la época en que se escribe esta obrita recibía el nombre de la Constitución, el propio autor nos lo dice. A principios del siglo XX, fue entregando el convento a las hermanas Calasancias, para que lo dedicaran a la enseñanza. (36*) Don Pedro Fernández de Castro Andrade y Portugal, VII Conde de Lemos, hijo de don Fernando Ruiz de Castro Andrade y Portugal y de doña Catalina de Zúñiga y Sandoval. Nació en 1576. Los investigadores no se ponen de acuerdo en el lugar de su nacimiento, pudo ser en Madrid o bien en Monforte, es mas probable que fuera en Madrid.


Últimas voluntades de Doña Catalina de Zúñiga, 1628. Archivo del Pazo Molinos de Antero

Revisión de las últimas voluntades de Doña Catalina de Zúñiga, testamentaria del Duque de Berwick y Alba, 1855. Archivo del Pazo Molinos de Antero

En 1598 su padre le cede el marquesado de Sarria, y en este mismo año contrae matrimonio con su prima Catalina de la Cerda y Sandoval, hija del primer duque de Lerma, Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, primer ministro del rey. Con fecha de 1601 sucede a su padre en la casa de Castro. En 1603 es nombrado por Felipe II, Presidente del Consejo de las Indias, cargo que desempeñara hasta 1610. Fue Virrey de Nápoles en 1610. Nos dice E. González López: "promulgó treinta y cuatro leyes, todas ellas de gran prudencia y sabiduría. Fomento las ferias y las obras públicas. Nápoles debe al conde de Lemos, la construcción del magnifico edificio de la Universidad, orgullo y ornamento de aquella población." A su regreso de Nápoles en 1616, es nombrado para el cargo de Presidente del Consejo de Italia puesto que ocupa hasta 1618, año en el que se retira a Monforte. Fue también Comendador de la Zarza en la Orden de Alcántara. Mecenas de los literatos más destacados de su tiempo: Cervantes, Lope de Vega, los hermanos Argensola, Góngora, Quevedo… Falleció el conde en Madrid el 19 de octubre de 1622, sin dejar descendencia, poco después de la muerte de su madre Catalina de Zúñiga. Lo sucederá su hermano Francisco Ruiz de Castro Andrade y Portugal.


Era intento del fundador, como así fue en efecto, el que se pusiere en él enseñanza de teología; más habiendo fallecido éste, su mujer doña Catalina de la Cerda y Sandoval (37*), hija del duque de Lerma, favorito de Felipe III, profesó en el estrecho convento de Monjas Franciscanas, que estaba situado a pocos pasos del monasterio de San Vicente y fundara una tía suya. La traslación de las religiosas al convento que actualmente ocupan e inauguraron entonces, fundado por la viuda, en el entretanto de ingresar en dicha orden, efectúose en 1646(1). Muchas y esplendidas fueron las obras pías y dotaciones que hizo esta señora y de estas últimas apenas se conservan por parte de los herederos de la casa de Lemos sino la obligación de Doña Catalina de la Cerda y Sandoval

sostener cinco capellanes.

_____________________________________________________________ (37*) Catalina de la Cerda y Sandoval, nació en la villa de Cigales, Valladolid, el 17 de septiembre de 1580, hija de don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, I Duque de Lerma, primer ministro de Felipe III, y de doña Catalina de la Cerda, camarera de la reina. Contrajo matrimonio en 1598 con su primo Pedro Fernández de Castro Andrade, VII Conde de Lemos. Fue virreina de Nápoles 1610-1616. Su mayor anhelo era fundar un convento de monjas en Monforte, que en un principio iba a llamarse de la Asunción pero mas tarde fue puesto bajo la advocación de la Purísima Concepción. Antes de construirse el edificio que sería residencia de franciscanas habilita unas casas en la rua Falagueira, calle que conduce a san Vicente. Inauguró este convento provisional en 1622, poco después fallecía su esposo, esta circunstancia decidió a doña Catalina a internarse en el convento por ella fundado, aun así tardaría doce años en ingresar como novicia. Tomo los hábitos definitivos en 1634, como sor Catalina de la Concepción, en este mismo año se inician las obras del nuevo convento, al margen derecho del Cabe, se inaugurara este doce años más tarde. Doña Catalina, durante su virreinato en Nápoles, recopilo gran cantidad de reliquias, algunas de ellas obsequios del Papa, las cuales dono al convento. Murió la condesa dos años después de inaugurarse el convento. (1) Hemos leído un manuscrito que se ocupa de este acto, al que asistieron el arzobispo de Santiago Ilmo.Sr.D. Fernando Andrade y Sotomayor, el obispo de Orense y el de Astorga. Trasladáronse juntamente al panteón que se preparó en dicho monasterio las cenizas de de doña Lucrecia, de su hijo el conde don Pedro marido de la religiosa fundadora y de otras personas de la misma estirpe. Con esta ocasión celebráronse unas fiestas memorables que duraron cinco días. Repicaban las campanas de las ocho iglesias de Monforte, haciánse disparos al aire, sonaban las chirimías, la Real capilla de Santiago hacía oír dulcísimas melodías, cantaronse villancicos e hiciéronse comedias y torneos.


El monasterio ocupa una gran extensión y, como está entre las casas, no solicita las miradas (38*). No obstante, hemos leído un documento que dice no se le ha dado mayor amplitud a causa de lo situado. Ocupa el lugar llamado de las Cortes en la donación que de él se hizo al tantas veces repetido monasterio de San Vicente y como propiedad de éste se le pagó renta por él. Convento de las Clarisas ____________________________________________________________________ (38*) Santa Clara, monasterio de Franciscanas Descalzas. Se inaugura el convento el 27 de agosto de 1646, anteriormente y de forma provisional (24 años) las hermanas habían vivido en dos casas que doña Catalina de la Cerda, su fundadora, habilitara en la rua Falagueira. Hay sin embargo documentos que indican que había sido doña Catalina de Zúñiga quien habilitara tal casa en la Falagueira, ya en fecha anterior. En sus últimas voluntades, hay datos que nos llevan a deducirlo. El autor de esta memoria hace alusión a ello. Ver fotos página 22, últimas voluntades. El convento definitivo se construyo en el margen del río Cabe, en las inmediaciones del puente romano, cerca del Campo de san Antonio, donde en ese momento estaba el monasterio de san Francisco. Para su inauguración hubo grandes fastos en Monforte, ceremonias religiosas oficiadas por el arzobispo de Santiago, don Fernando de Andrade y Sotomayor, que venia acompañado de su cabildo cardenalicio. También los prelados de Orense, el arzobispo de Burgos y Sevilla, el obispo de Astorga, y los cardenales: Castro, Spínosa, y Valcárcel. (De esto nos habla el autor en su nota al respecto de la inauguración) La comunidad religiosa contaba en esos días con 42 hermanas, la mayoría pertenecientes a las grandes Casas de España. El convento esta realizado enteramente con sillares de granito, es de factura muy sencilla. Destaca un mirador situado a más altura que el tejado. Sobre el portón de acceso al patio del convento se exhibe el escudo de armas de los Castro-Osorio. El elemento arquitectónico más visible es el campanario. Ya dentro del convento lo más destacable es el claustro, sobre los arcos balcones y ventanas que recorren los cuatro lados, que lógicamente lo conforman. La iglesia quedo inconclusa a la muerte de sor Catalina, quizás por esa razón fue de factura más bien humilde. A principios del siglo XX, se erigió la actual iglesia, de cantería y estilo neogótico, el maestro de obras o ya podemos llamarlo arquitecto fue Secundino Couto. El interior es de una sola nave que termina en ábside. El museo de las hermanas Clarisas esta considerado uno de los mejore de España de arte sacro, ya que posee piezas de gran valor artístico, la mayoría de ellas donadas por la condesa, que hizo acopio de ellas, sobre todo en el periodo en que los condes fueran Virreyes de Nápoles.

Cristo yacente, de Gregorio Fernández. Museo de las Clarisas


COMPAÑIA Soberbia vista ofrece este grandioso edificio desde el campo donde se hace la feria, al que limita por un lado con sus robustas columnas de orden toscano del pórtico de la iglesia y su galería larguísima con ventanas de medio punto (39*). Este edificio (40*), cuya fachada tiene de largo 117 metros, consta de un cuerpo más eminente coronado de una gruesa cúpula, que es la de la iglesia, y de dos alas iguales en que están, en una las celdas de los Padres y refectorio, y en la de Mediodía celdas también y los locales para las escuelas, que ha sido el fin primordial de la fundación.

Cúpula de Nuestra Señora de Detalle de la fachada de la Antigua vista desde el Nuestra Señora de la Antigua Nuestra Señora de la Antigua interior de la iglesia, al fondo retablo de Moure _____________________________________________________________________ (39*) Se trasladará el campo de la feria, a principios de la década de los setenta del siglo XX al lugar donde estaba situada la "cárcel vieja", hoy zona de la "Pinguela". Desde hace años existe en Monforte un Mercado Ganadero sito en la carretera de Currelos. (40*)Fue deseo del Cardenal crear un gran centro educativo, entregándolo al cuidado de la congregación de los hermanos jesuitas, posiblemente esta elección venga al caso de las buenas relaciones que mantenía don Rodrigo con los jesuitas de Sevilla. Se crearan varias cátedras de latín, arte y moral, también se enseñaran a los niños las primeras letras. En 1591 formula la escritura de dotación con el fin de iniciar las obras prontamente. El emplazamiento del edificio será al suroeste del Cabe, en una llanura del valle. Y estará bajo la advocación y nombre de Nuestra Señora de la Antigua. Para comenzar las obras el Cardenal envía plenos poderes a su sobrino, VI Conde de Lemos, don Fernán Ruiz de Castro. El maestro de obra será el jesuita Andrés Ruiz y con este colaboro en el trazado, Vermudo Resta. El también jesuita Juan de Tolosa, al cabo del tiempo hizo modificaciones en los diseños originales del Colegio. La obra del templo corrió al cargo de Juan de Cajigas. Diego de Isla hizo el trazado del claustro, que más tarde fue sustituido por no cumplir con lo convenido, por los hermanos Fatón, Gregorio y Gonzalo. A la muerte de Juan de Cajigas se paralizan las obras, don Rodrigo ante esta eventualidad y al no poder personarse en Monforte, da plenos poderes, para impulsar la continuidad de las obras, a doña Catalina de Zúñiga, se ocupa ella de formalizar un contrato con Juan de Tolosa y con los hermanos Fatón. De la bóveda, las escaleras de estudio y la principal se encargo Diego Belaez, este también llevo a cabo junto con Gonzalo de Güemez las obras de la iglesia, que había dejado muy avanzadas Juan de Cajigas. Del retablo de la iglesia se hizo cargo Francisco de Moure, que muere antes de finalizarlo, lo termina su hijo. La planta del edificio es de cruz latina, el cuerpo central de la fachada, de estilo herreriano, se divide en dos compartimentos. En la parte baja se abre la entrada a la iglesia. La parte superior lleva las armas del Cardenal. La fachada es renacentista de sillares de granito gallego. Consta de tres cuerpos verticales y Geométricos. El claustro es de estilo dórico romano, mide 22 metros de lado. La iglesia es de planta de cruz latina En fecha de 2 de abril de 1769 por disposición real se expulsa a los jesuitas de España. Ciento cincuenta años permanecieron los jesuitas en el Colegio de Monforte. Se hizo cargo del gobierno del edificio, con carácter provisional el Regidor de la Villa. Una real orden de 1765 dispone que se retiren de la fachada del Colegio los emblemas de los jesuitas y se coloquen en su lugar las armas de la Casa Real. Solo habían pasado seis meses, de la expulsión de los jesuitas, cuando gracias al celo de doña Rosa-Maria de Castro, XII condesa de Lemos, es autorizado el colegio para instruir en varios magisterios. En 1873 se les entrega a los padres Escolapios la regencia del Colegio, y en sus manos permanece hasta nuestros días.


Fue comenzado en el año 1586 por voluntad y a expensas del cardenal Rodrigo de Castro, hijo de don Pedro Osorio y de doña Beatriz (41*), a quien la villa de Monforte en atención a ser para obra filantrópica, cedió el campo para fundar el edificio y el mismo fundador la villa y otras tierras que comprara antes y que hoy son y constituyen la huerta del convento (1) (42*).

Retrato del Cardenal Don Rodrigo de Castro La iglesia, que es proporcionada a la grandeza del edificio y la mayor del pueblo, es de orden compuesto. Tiene su cúpula 50 metros de elevación (ver foto cúpula página anterior) y está adornada con angelotes pintados. Lástima que los brazos de la cruz sean cortos y rematen en un muro caleado que desdice del resto de la fábrica, que es toda de sillería. A lo largo y a ambos lados de la nave arrancan esbeltos arcos que dan acceso a capillas con comunicación también entre sí. Junto a la puerta de ingreso está el sagrario, estilo Berruguete, con muchos dorados, en donde se guardan las preciosas reliquias que el cardenal fundador donó al monasterio, y en muchas de las cuales y costosísimos relicarios hicieron presa los franceses. Aun así y todo se venera un casco de la cabeza de San Lino, una espina de la corona de Nuestro Señor Jesucristo y un pedazo del signo "in crucis". _______________________________________________________________________ (41*) Cardenal Rodrigo de Castro, confunde aquí el autor la ascendencia del cardenal, no fue su padre don Pedro Osorio, como el nos dice, sino que lo fue don Álvaro de Osorio, segundo esposo de doña Beatriz de Castro III, Condesa de Lemos. Don Rodrigo de Castro, nació el 5 de marzo de 1523, algunos autores sitúan su nacimiento en Monforte, pero este punto no esta nada claro. Inicio sus estudios en Monforte, y con fecha de 1541 viaja a Salamanca para continuar su educación en la universidad, allí fue nombrado rector. En 1545 se licencio en derecho. Viajo con su hermano a Inglaterra, Italia, Francia, Flandes, Alemania y Portugal, donde muestra grandes dotes diplomáticas. Recibió las órdenes sacerdotales en el año 1559, en este mismo año fue elegido canónigo y chantre de la iglesia de Cuenca. Fue inquisidor, nombrado por Felipe II en el Colegio Supremo. En 1573 cuando tenia cuarenta años le nombran obispo de Calahorra cargo que no llego a asumir ya que por estas fechas, se hizo cargo de la mitra de Zamora. También fue obispo de Cuenca, designado por Felipe II en 1578. Alcanzo el arzobispado de Sevilla en 1582, esta era una de las sedes más importantes junto con la de Toledo. El 14 de diciembre de 1588 fue elevado a la dignidad cardenalicia por el Papa Gregorio XIII. Fue el Cardenal mecenas de las artes. Se le puede considerar "un príncipe" del Renacimiento español. (1) El testamento de D. Rodrigo de Castro, 1593. (42*) La antigua huerta de los condes fue donada, en fecha cercana al pueblo de Monforte, por la duquesa de Alba, hoy es zona ajardinada y se le nombra Parque de los Condes.


Vese también una magnífica pintura flamenca que representa la adoración de los Reyes y una encantadora efigie de la Dolorosa. Pero aparte esto, lo que absorbe de pronto toda la atención y constituye la singularidad del templo es el retablo de Moure. (43*) ¡Que diríamos de aquellas escenas de encantadora verdad de la Sagrada Familia, en donde la profusión de detalles no daña la perspectiva ni quita la unidad a la acción!. ¡Que diremos de los caprichos con que el genio del artista vestía de una aureola de gloria los asuntos en que cada conjunto es una inspiración, cada detalle un símbolo!. ¡Que diremos de aquel esbelto y primoroso tabernáculo coronado por el sacrificio de Abrahan! (44*). No nos es posible en los estrechos límites de una Memoria seguir al genio en su alto y rematado vuelo, y así remitiremos al lector al pequeño pero bien escrito libro de D. José Hermida, que describe el retablo minuciosamente. Consta en el pleito seguido por los Jesuitas contra Moure y que subsiste en el archivo del convento que éste recibió seis mil ducados, que fue lo estipulado en el contrato (1)(45*) , que traía seis oficiales y otras veces menos, los cuales, por no estar sino varias veces a su vista el maestro, no hacían las cosas al placer de los Jesuitas y que a la muerte de Francisco de Moure que ocurrió enseguida de haberse comenzado la obra, se le embargaron los bienes a su mujer Angela de Lemos. (47*) A este convento vinieron a parar las cenizas del cardenal por virtud de sus últimas disposiciones, y en él se ve dentro del presbiterio y en un lucillo la tumba coronada con su estatua de bronce (48*). Fundaron también los condes de Lemos en 1754 el hospital de San Juan de Dios, que no nos ofrece otra cosa en particular (49*). ____________________________________________________________ (43*) Francisco Moure, nace en Santiago en 1525 y fallece en Monforte en 1636. Descubre su vocación en Orense junto a su abuelo materno, que era cantero. Fue aprendiz de Alonso Martínez en Orense. Viejo a Castilla donde conoció la obra de Berruguete y Juan de Juni, quienes le dejaron profunda huella e influyeron en su obra. (44*) Al respecto del retablo, nos dice Manuel Murguía en su obra Historia de Galicia : "bastara decir que la talla es, en general, de lo bueno que se conoce en Galicia. Suelta, sentida, apropiada al asunto, no toda, sin embargo, digna de igual aplauso ni aun debida al maestro. Que si hay unidad en el total y apenas se diferencian sus diversas partes entre sí, bien se echa de ver que en unas puso Moure la mano y aun el cuidado, y otras las dejó en paz á sus oficiales". (1) Contrato con Moure, 1634. (45*) El contrato en escritura es de 1625, en Orense ante el escribano Antonio Fernández. En el se estipulaba el traslado de residencia de F. de Moure, con el fin de que el retablo se concluyera con prontitud. Se comprometía el escultor a proporcionar seis oficiales y a no ausentarse más de tres meses durante el tiempo que durase la obra. La fecha de contrato que nos da el autor, en la nota (1) de esta pagina, 1634, no es del contrato si no de pleito, al que lo convocaron los Jesuitas por no estar satisfechos con la marcha de la obra, como bien nos lo relata M. Yáñez, debido a lo cual el artista hubo de comprometerse a cumplir las cláusulas del contrato en escritura de 1625. De ahí que Moure estableciese su domicilio en Monforte y que se acelerasen los trabajos. (47*) Muere Francisco de Moure en Monforte, el 15 de septiembre de 1636, se inicia en fecha cercana un pleito de los Jesuitas contra la mujer del escultor Angela de Lemos, que se resuelve mediante la entrega, de los herederos de Moure, de doscientos ducados. (48*) De la estatua de bronce nos dice M. Murgía, en Historia de Galicia : "La estatua orante del cardenal es de bronce y fue fundida en Florencia, y en verdad que se necesita que conste así de una cláusula del testamento para creerlo, pues si la cabeza es buena y su aspecto total no desmerece, está bien lejos de corresponder á lo que sin duda esperaba don Rodrigo, y podíamos esperar nosotros, de una obra de aquel tiempo, de aquella importancia y de aquella ciudad". (49*) En octubre de 1752 donaron los Condes de Lemos en escritura hecha en Madrid, el Hospital de Sancti-Spiritus a los hermanos de San Juan de Dios. El hospital de Sancti-Spiritu es fundado en fecha desconocida, hay documentos referidos a el que se suponen del siglo XII ó XIII. También lo cita el cardenal Rodrigo de Castro en su testamento nombrándolo como Hospital de Arrabal, haciendo referencia al lugar donde estaba situado, el barrio del Arrabal, actual calle del Comercio. Con la ley de Desamortización de Mendizábal se trasladaron las funciones de caridad del hospital al monasterio de san Vicente del Pino. El hospital fue habilitado para casa consistorial, y ahí permaneció el Concello hasta fecha bien próxima. En el Diccionario Madoz, (1848): "La municipalidad se encuentra en la villa de Monforte y convento, que fue San Juan de Dios. A cargo del ayuntamiento se halla un hospital de fundación inmemorial, llamado de Sancti-Spiritus"


Creemos con lo dicho satisfacer exactamente la curiosidad que se podría despertar a la vista de los monumentos de Monforte. Hemos creído conveniente, más que detenernos en su materialidad, que no escapa a las ojeadas, profundizar y esclarecer su historia, armonizándola con la general del pueblo y disipando en lo posible tantos errores y prejuicios como reinan sobre el particular. Fue nuestro objeto en toda nuestra reseña seguir un orden cronológico y dar cabida en él, por lo contrario de repetir lo que otros dijeron y es sabido, a datos inéditos y originales. Conocemos los móviles de las antiguas generaciones; sufrieron nuestros nervios al unísono de los que en pasados tiempos vivían y poseían sin ley que los amparase. Llegamos a aborrecer aquellos tiempos y aquellos poderes; pero ahora es preciso que, en estos tiempos en que hay libertad e impera la ciencia, el pueblo de Monforte haga justicia y honre a quienes debe sus magníficos edificios, las primeras enseñanzas y mucha de su gloria; a los condes de Lemos, en fin; que en los últimos años de su dominio tuvieron cariñosa predilección por su condado.

MANUEL YÁÑEZ GONZÁLEZ


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.