La integración centromericana

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LA INTEGRACIÓN CENTROAMERICANA “PARTES DISGREGADAS DE UNA MISMA NACIÓN”

Lic. Marco Vinicio Quan Ramírez, MBA

A la memoria del Dr. Roberto Jones Fajardo Incansable soñador por ver una Centro América unida


CONTENIDO.

1. 2. 3. 4. 5. 6.

Introducción. Reseña Histórica (de la Independencia a la República). Teoría General de la Integración. Los pasos seguros hacia la integración de Centro América. Conclusiones. Bibliografía

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INTRODUCCIÓN.

La República de Guatemala, al igual que los países que un día formaron parte de las Provincias Unidas del Centro de América, recorrió grandes distancias en el tiempo para lograr la consolidación integracionista que, hasta hoy en el año 2012, no se ha podido consolidar. Muchas acciones que se han derivado de “sueños concretos” se han quedado rezagadas, desde los esfuerzos federalistas plasmados en la Constitución Federal de 1824, hasta la creación de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA) en 1951, pasando por los modernos replanteamientos del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), en el año de 1996. Han transcurrido, aproximadamente, 172 años y América Central continúa en concretar su sueño de verse unida y fortalecida. Los planteamientos que el lector encontrará vertidos en este documento intentan dar a conocer, de una manera nada exhaustiva, algunos datos relacionados con lo que es la Teoría de la Integración, siendo éstos sus conceptos, tipologías, clasificación, así como algunos rasgos históricos orientados, principalmente, hacia los acontecimientos de la Integración Centroamericana. Para ello es imprescindible iniciar el recorrido en aquella mañana fría y nublada del 15 de septiembre de 1821, fecha de la cual se derivan, posteriormente, muchos de los esfuerzos integracionistas en Centro América.

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RESEÑA HISTÓRICA (DE LA INDEPENDENCIA A LA REPÚBLICA).

2.1.- LA INDEPENDENCIA DE CENTRO AMÉRICA (UN PRIMER INTENTO DE INTEGRACIÓN). El 14 de septiembre de 1821, en el Palacio Real de la Nueva Guatemala de la Asunción, en horas de la noche, el Jefe Político, Brigadier Gavino Gaínza, escribía una corta invitación en la cual citaba a una reunión a los Nobles para el día siguiente. Sin saber Gaínza que aquella reunión cambiaría los rumbos de la historia en el Reino de Guatemala. A las ocho horas de una mañana fría y nublada del 15 de septiembre de 1821 fueron arribando a uno de los salones principales del Palacio Real los 53 invitados, personalidades de los sectores civiles y eclesiásticos. El historiador guatemalteco, Horacio de Jesús Cabezas Carcache en su obra “Independencia Centroamericana. Gestión y ocaso 2


del ´Plan Pacífico´”, afirma que “además de los nobles invitados, así como otras personalidades (el Tercer Marqués de Aycinena, el Presbítero Juan José de Aycinena y Pañol, José Francisco Barrundia, Pedro Molina, Basilio Porras y Dolores Bedoya de Molina), otros vecinos estaban en los corredores, ventanas y portal del Palacio Real”. El mismo historiador sostiene que “la concurrencia con sus gritos exigía a los representantes de las distintas instituciones la inmediata emancipación política del Reino de Guatemala”. El historiador Cabezas Carcache desarrolla en su obra ya citada una magistral narración relacionada con el debate que pudo haberse desarrollado en aquel Palacio Real. Aquella mañana de frío septiembre el Jefe Político, “Gavino Gaínza declara abierta la Junta Extraordinaria”. Cuando el historiador narra lo antes descrito, el lector imagina el sonido de los tacones de bota del militar andando por uno de los salones principales hasta la silla principal y después de un “¡Silencio nobles caballeros!” se sienta dando por abierta la reunión. Después de iniciada la reunión, Gaínza “solicita a uno de los Secretarios dar lectura a la correspondencia llegada dos días antes”. La imaginación refleja la figura de un hombre delgado, bien en su vestimenta y un par de gafas que resbalan por la nariz, derivado de los nervios causados por la correspondencia a la que va a dar lectura. La correspondencia informa que “los Ayuntamientos de Chiapas, Comitán y Tuxtla (entonces parte integrante del Reino de Guatemala) informaban su decisión de declararse independientes conforme al Plan de Iguala”. Después de la lectura de la correspondencia hecha por el Secretario, el Arzobispo Casaus y Torres hace uso de la palabra con el fin de oponerse a las acciones planificadas por los Ayuntamientos antes mencionados. Sus palabras, según el historiador guatemalteco, provocaron gritos de desaprobación de las personas que se encontraban en la antesala del Palacio Real. Después de la intervención del Arzobispo, dos representantes (posiblemente del Ayuntamiento de la Nueva Guatemala de la Asunción) apoyaron la moción de la independencia conforme el Plan de Iguala. Después de aquellas acaloradas discusiones para considerar un tema que cambiaría el rumbo del Reino de Guatemala, toma la palabra José Vallei (el sabio Valle) y se pronuncia a favor de la independencia, sin embargo, haciendo gala de su sabiduría (por la cual era altamente reconocido) “condicionó que antes se consultara a las Provincias para no ser criticado como arbitrarios”. Alterado por los acontecimientos e imbuido de emoción, el Vicario General del Arzobispado, Presbítero José María Castilla intervino “en el uso de la palabra y propuso que se declarara la independencia absoluta, sin sujeción de ninguna clase ni de consultas retardatarias”. Los anteriores comentarios dieron lugar a dos reacciones. Por un lado, enardecidos gritos de apoyo, y por el otro; que los opositores (un total de 28 de los 53 asistentes) abandonaran el salón principal del Palacio Real, logrando caminar, como afirma el historiador Cabezas Carcache, de la Plaza Mayor a sus respectivas casas. El historiador guatemalteco ya antes citado, trae a colación dos consideraciones relacionadas con los acontecimientos de aquella mañana del 15 de septiembre de 1821. “Según Manuel Montúfar y Coronado, político conservador e historiador, durante el resto de la sesión del 15 de septiembre ´(…) ya no hubo formalidad alguna (…). El Gobierno quedó en las manos de Gaínza, y la Diputación Provisional convertida en Junta Provisional Consultiva. Todo esto no lo acordó ni la Junta General ni el pueblo, sino los que quedaron en la sala, incluso el Lic. Valle que extendió el acta´. 3


Opinión bastante semejante es la de Alejandro Marure: ´Como la mayoría de la Junta General había estado porque se declarase la independencia, y los concurrentes la pedían con insistencia, la Diputación Provisional y el Ayuntamiento que permanecieron reunidos y se consideraron, en este caso, como órganos legítimos de la voluntad pública, acordaron los puntos que contiene la famosa ACTA de aquel día´”. Con algarabía en las calles tratando de presionar los acontecimientos de independencia, mientras otros, por curiosidad, se sumaban a la bulla de las marimbas y los cohetes; José Valle con el apoyo de Miguel de Larreynaga, estructuraban el contenido del Acta de Independencia. El Acta de Independencia (que a final únicamente 13 de los asistentes la firmaron) hace referencia, en sus primeros párrafos, al fervoroso sentimiento de los deseos de una vida independiente del gobierno español. Dentro de los 19 puntos del acuerdo independentista, resaltan tres que son fundamentales, que al final, por los acontecimientos históricos posteriores, se retrasaron, generando un alto costo a la independencia del Reino de Guatemala. El numeral 1º del Acta de Independencia consignó: “Que siendo la independencia del gobierno Español, la voluntad general del pueblo de Guatemala, sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Señor Jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. Por su parte el numeral 2º estableció: “Que desde luego se circulen Oficios a las Provincias por Correos extraordinarios para que sin demora alguna se sirvan proceder a elegir Diputados e Representantes suyos, y estos concurran a esta Capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de independencia y fijar, en caso de acordarla, la forma de gobierno y la ley fundamental que debe regir [Sic]”. Por último, el numeral 6º determinó: “Que en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan hacer las elecciones de modo que el primero de marzo del año próximo de 1822, estén reunidos en esta Capital todos los Diputados”. Los numerales antes transcritos del Acta de Independencia dan cuenta de la importancia de crear un Congreso que fuera representativo de las diferentes Provincias del Reino de Guatemala (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica). Asimismo, es de suyo relevante resaltar las instrucciones consignadas dentro del Acta que hacen referencia a la elección de Diputados para que éstos, después de la elección, concurrieran a la Capital para la formación del Congreso. Los firmantes del Acta de Independencia instruyen para que, después de realizadas las elecciones, los congresistas de las Provincias se reunieran el 1 de marzo del año 1822 en la Capital; ello con el fin de continuar el diseño de la administración pública que la nueva Centro América necesitaba. Es de considerar, como nos dice el historiador guatemalteco Francis Polo Sifontes, “que el resto del año 1821, fue, para Centro América, un período confuso con lo que tenía que ver con su situación de gobierno, y se dejó la responsabilidad de resolver sobre este espinoso asunto al congreso ya mencionado (…)”. Lamentablemente, por la ocurrencia de otros sucesos, el Congreso nunca llegó a reunirse aquel 1 de marzo de 1822, dejando frustrados los primeros sueños integracionistas de aquellos 13 firmantes que se reunieron en uno de los salones principales del Palacio Real aquella fría y nubada mañana del 15 de septiembre de 1821. 4


2.2.- LOS INTENTOS DE ANEXIÓN A MÉXICO (UNA AVENTURA BREVE Y DESAFORTUNADA). Uno de los principales acontecimientos que polarizaron y obstaculizaron la reunión aquel 1 de marzo de 1822 para la constitución del Congreso de las Provincias de la América Central, fue la manifestación de algunos sectores de la nobleza por anexarse a México. Entonces, separada la América Central, apunta Polo Sifontes, “pronto surgieron corrientes de opinión que favorecían la idea de anexarla al naciente Imperio Mexicano; las interesadas eran las familias adineradas de Guatemala, que soñaban acaso, con formar parte de una futura nobleza americana”. Por su pare el historiador Cabezas Carcache apunta que “después de la Declaración de Independencia, los hermanos Mariano y Juan José de Aycinena, personas que ocupaban cargos en el Ayuntamiento de la capital y Junta Provisional Consultiva, respectivamente, se mostraron muy activos en promover la anexión a México”. De los anteriores entusiasmos, se convino llevar a cabo consultas a los distintos Ayuntamientos sobre el asunto de la anexión a México. El resultado de aquel referéndum lo destaca el historiador Polo Sifontes cuando da a conocer los siguientes resultados: a) A favor de la anexión: 104 Ayuntamientos; b) Que resolviera el Congreso que se había de integrar: 23 Ayuntamientos; c) Anexión condicionada: 11 Ayuntamientos; d) Que resolviera el Gobierno: 32 Ayuntamientos; y e) No respondieron: 67 Ayuntamientos. En vista de los resultados apuntados, las Provincias de Centro América se acercaban cada vez más a la anexión del Imperio Mexicano, mismo que ya estaba al mando de Agustín I (Agustín de Iturbide). Por su parte, Agustín de Iturbide, tuvo que llevar a cabo acciones persuasivas y de presión para lograr que las Provincias de Centro América se anexaran a su naciente Imperio. Es entonces, como lo apunta el autor Cabezas Carcache, que “en representación de los intereses de la aristocracia mexicana, Agustín de Iturbide presionó a las autoridades guatemaltecas, en especial al Jefe Político Gavino Gaínza, hasta conseguir la declaración de anexión”. 20 días después de la Declaración de Independencia de las Provincias de Centro América, ya las acciones de presión ideadas por Agustín de Iturbide eran reales y se salían de las simples propuestas. Para ello, el 5 de octubre de 1821 (apunta Cabezas Carcache), “Gaínza recibió una carta de Iturbide en la que invitaba a las nuevas autoridades a unirse al Imperio Mexicano y a enviar representantes a las Cortes Constituyentes que iban a reunirse en la Ciudad de México. Los miembros de la Junta Provisional Consultiva conocieron el contenido de tal misiva el día siguiente por la mañana y dictaminaron que José Cecilio del Valle preparase la respuesta, la que fue discutida y aprobada ese mismo día por la tarde”. La respuesta de José Valle fue evasiva y se limitó a informar de las acciones que ya se habían llevado a cabo con el fin de consolidar la Independencia de las Provincias de Centro América. “Iturbide recibió la carta el 18 de octubre, y el día siguiente (19 de octubre) escribió nuevamente a Gaínza, para insistir en la necesidad de la anexión y para coaccionarlo con la información de que había enviado tropas a Guatemala”.

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De la controversia nacida por la anexión a México, el fenómeno de conflicto social inició su proceso de escalada. Como es normal observar, de los hechos conflictivos siempre surgen actores que intervienen dentro del mismo. En el acontecimiento histórico que analizamos, se manifestaron determinados grupos, unos a favor y otros en contra de la anexión al Imperio Mexicano. Esta pugna entre sectores desgastó a sus actores en el Reino de Guatemala e hizo ver más lejanas las esperanzas de las Provincias de Centro América de estar al final unidas y fortalecidas. Uno de los principales grupos es destacado por Cabezas Carcache al apuntar que “en Nueva Guatemala de la Asunción, los principales promotores de la anexión a México fueron el Marqués Juan José de Aycinena, Gavino Gaínza y el Alcalde Pedro de Arroyave. Representaban a las principales familias de la aristocracia (Aycinena, Larrave, Larrazábal, Echeverría, Piñol, Pavón, Croquer, Urruela, Irisarri, Arriaga, Beltranena, Batres, Asturias, Saravia, Arrivillaga, Arzú, Valenzuela, Barrutia y Nájera)”. Las aguas turbulentas se agitaban cada vez más a favor de la anexión al Imperio Mexicano. Tan es así que el 2 de enero de 1822, Gavino Gaínza intentó convencer a algunos miembros de la Junta Provisional Consultiva sobre lo positivo que era el proyecto de anexión a México. Entre los miembros de la Junta Provisional Consultiva a tratar de convencer estaba José Valle, al que Gaínza ofreció beneplácitos y réditos por escribir a favor de la anexión. Sin embargo, Valle, con sus características de temperamento analítico, insistió en que debía esperarse la respuesta de 67 Ayuntamientos que estaban pendientes de expresar su disposición o no a la anexión. Gavino Gaínza, como es de suponer, juntamente con otros precursores de la anexión, rebatió los argumentos de José Valle. En un escenario de grandes dificultades y divisiones políticas tanto en México como en América Central, en donde la población de El Salvador se alzaba en armas en rechazo por la anexión de las Provincias del Reino de Guatemala a México. Derivado de ello se dio uno de los primeros conflictos bélicos entre Guatemala y El Salvador del siglo XIX. Sin embargo, a pesar de las fuertes presiones a favor y en contra de la anexión, al final el 5 de enero de 1822, siendo las veinte horas en punto, afirma el historiador Cabezas Carcache, “la Junta Provisional Consultiva aprobó el Acta de Unión al Imperio Mexicano”. Como es tradicional en aquellos que un día pensaron que la libertad era el mejor baluarte y a final la sojuzgan y limitan, Gavino Gaínza “temeroso de la reacción de los antianexionistas, el 9 de enero de 1822, promulgó un bando de la Junta Provisional Consultiva en el que dictaba la pena de sedición a las personas que fueran sorprendidas censurando la anexión a México, prohibía las conversaciones sobre el tema en calles y lugares públicos, bajo pena de sedición”; así como otras sanciones. En sustitución a la organización del evento que sería el Congreso ordenado por el numeral 6º del Acta de Independencia que se había firmado aquel 15 de septiembre de 1821, mismo que se llevaría a cabo el 1 de marzo del año 1822, se llevaba a cabo la elección de diputados a las Cortes Constituyentes de México, misma que fue convocada el 22 de enero de 1822. “El día siguiente (apunta Cabezas Carcache), Gaínza fue recompensado con el título de Teniente General de los Ejércitos Imperiales, por su empeño a favor de la anexión a México”. Al final de la jornada y como una entidad cuya estructura ya no es de utilidad para los fines imperialistas de México, la Junta Provisional Consultiva fue disuelta el 21 de febrero de 1822 (aproximadamente 10 días antes de lo que hubiera 6


sido el histórico Congreso de las Provincias del Reino de Guatemala). Luego para el 25 de febrero de 1822, Gabino Gaínza “ordenó se hiciera efectivo el juramento de adhesión al Imperio de México, lo que las autoridades políticas, civiles, religiosas y militares empezaron a cumplir a partir del 11 de marzo” (tiempo en el cual el Congreso de las Provincias del Reino de Guatemala era ya un sueño fallido). La anexión a México, desde la perspectiva de algunas Provincias del Reino de Guatemala, traería prosperidad y estabilidad. Sin embargo, México (después de su independencia el 16 de septiembre de 1810) tenía males geopolíticos graves que ponían en riesgo su estabilidad. El autor mexicano Daniel Cosío Villegas (juntamente con otros autores) apunta, entre ellos, “aislamiento internacional, líos en las fronteras, separatismo de regiones y deterioro de caminos. Desde la revolución de independencia se paralizó el tráfico naviero con el remoto Oriente, América del Sur y Europa. El Tratado Onis-Adams de 1819 no fijó suficientemente bien el lindero con Estados Unidos. Tampoco eran precisas las líneas fronterizas del sur y, sobre todo, la línea fronteriza con la colonia inglesa de Belice (…). En el orden económico la cosa era peor”. Mientras las Provincias del Reino de Guatemala trataban de hacer frente a las intrigas entre los que estaban a favor y en contra de la anexión, en México el naciente Imperio de Agustín I iniciaba los primeros atisbos de derrumbe, después de once meses en la silla imperial. El autor mexicano antes citado destaca que “en agosto (de 1822, Agustín de Iturbide) supo de una conspiración antiturbidista en la que estaban metidos algunos diputados. En octubre (Agustín de Iturbide) deshizo el Congreso y nombró en su lugar a una junta encargada de hacer un reglamento político provisional y convocar a elecciones de nuevo Congreso. En diciembre, un amigo del borlote, el brigadier Antonio López de Santa Anna, se sublevó en Veracruz y proclamó la república. En enero de 1823, el general Antonio Echáverri, enviado por el emperador para combatir la Santa Anna, pactó con el enemigo. En marzo, Agustín I se arranca la corona, restablece el disuelto Congreso y sale del país. En abril, los diputados disuelven la monarquía y nombran un triunvirato para el desempeño del Supremo Poder Ejecutivo. En julio, las provincias de Centroamérica se declaran independientes de México y en noviembre de 1823 un segundo Congreso proclama la república y elabora una Constitución”. El autor Antonio Batres Jáuregui en su obra “La América Central ante la Historia” apunta que “el 2 de diciembre de aquel año (1823), el imperio de Iturbide se deshizo como el humo”. Durante la estancia de Agustín de Iturbide al frente del Imperio Mexicano (indica Cabezas Carcache) éste “había ordenado por escrito a Gaínza entregar el mando a (Vicente) Filísola y trasladarse a México, donde se le encargaría el mando de una Provincia”. Después de la caída de Agustín de Iturbide y su efímero imperio, y después de graves acontecimientos dentro de las Provincias de Centro América, entre alzamientos y batallas; al final Vicente Filísola, al enterarse del derrocamiento de Agustín I, retornó a México con sus fuerzas armadas. Una de las acciones finales que Filísola le legó a las Provincias de Centro América y que retomó el rumbo de la anhelada integración, fue la de convocar al Congreso que debía haberse reunido un 1 de marzo de 1822, según lo había establecido el Acta de Independencia de aquel 15 de septiembre de 1821.

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2.3.-

LA ASAMBLEA DE INTEGRACIONISTAS).

1823

(EL

RETORNO

A

LOS

ESFUERZOS

La noche del 29 de marzo de 1823 Vicente Filísola citó a la Diputación Provisional para reunirse en forma extraordinaria esa misma noche (según lo afirma el historiador guatemalteco Cabezas Carcache) “para informarles sobre el decreto que iba a promulgar y mediante el cual, con base a lo ordenado por el Acta de Independencia, convocaba al Congreso Constituyente, para que éste decidiera el futuro político de las Provincias que habían formado el Reino de Guatemala”. Este acontecimiento, a pesar de los problemas que continuaban en las Provincias de Centro América, fue un hito de suma importancia, ya que permitió volver a visualizar una Provincia con esfuerzos de integración. Continúa el historiador guatemalteco antes mencionado: “La Asamblea Nacional Constituyente, nombre que se le dio al tal Congreso a propuesta del Diputado José Francisco Córdoba (…), se instaló en el Salón Mayor de la Universidad de San Carlos de Guatemala, el 24 de junio de 1823, con 41 representantes y sin la concurrencia de los diputados de Comayagua, Nicaragua y Costa Rica que señalaron que no lo harían, mientras tropas del Ejército Trigarante permanecieran acantonadas en la ciudad de Guatemala. Chiapas decidió no asistir y Soconusco nombró como representante a Francisco Carrascal, Cura de Chinautla (…)”. Después de cálidas discusiones que se dieron a partir de aquel 29 de junio de 1823, relativas a la inmediata declaración de independencia absoluta y a la solicitud de las esperas correspondientes por la no presencia de representantes de algunas Provincias; el diputado José Francisco Córdoba propuso una seria moción relacionada con la declaración de independencia. Las proposiciones que el diputado Córdoba dio a conocer a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente son la base que sirvieron para la realización del Acta de Independencia Absoluta. Es fundamental destacar los primeros tres puntos de la proposición, siendo éstos los siguientes: “1) Las provincias del antiguo Reyno [Sic] de Guatemala que hoy se hallan reunidas y representadas en este Congreso, ratifican, confirman y sancionan el pronunciamiento de su independencia del Gobierno español, verificadas por ellas mismas en el año de 1821; 2) Declaran nula su incorporación al Estado mejicano, y se separan de él, quedando en aptitud de entablar con el mismo todas las relaciones de de amistad, alianza y demás que exige el interés de dos pueblos vecinos y hermanos, pero recíprocamente independientes; 3) Se declaran libres e independientes de toda potencia extraña, así del antiguo como del nuevo mundo, y constituidas por consiguiente en nación soberana (…)”. Las proposiciones del diputado Córdoba fueron aplaudidas y aprobadas por unanimidad, fue así como el día 1 de julio de 1823 (1 año y 4 meses después de la verdadera intención de congregar al Congreso y declarar la independencia absoluta), la Asamblea Nacional Constituyente de las Provincias de Centro América declaró la Independencia Absoluta tanto de España como de México. Un aspecto que es muy importante de resaltar es la intencionalidad de las Provincias de continuar unidas en su esfuerzo por integrarse y desarrollarse juntamente. Razón por la cual se hicieron llamar: Provincias Unidas del Centro de América. 8


2.4.-

LA CONSTITUCIÓN FEDERAL (PRIMER INSTRUMENTO INTENCIONES DE INTEGRACIONISMO EN CENTRO AMÉRICA).

CON

De la Asamblea Constituyente a la Constitución Federal de 1824 se dieron una serie de acontecimientos que pusieron en riesgo los esfuerzos integracionistas. Uno de ellos fue la asonada de Rafael Ariza y Torres dada la madrugada del 14 de septiembre de 1823. Los efectos de la asonada trajeron como consecuencia movimientos políticos que llevaron a cabo algunos diputados dentro de la Asamblea Nacional Constituyente. Asimismo, provocó otros hechos, por ejemplo, la creación de ejércitos y el reclutamiento de fuerzas armadas. Por la importancia que revisten las consideraciones de los historiadores guatemaltecos, volvemos a fijar nuestra atención en Horacio de Jesús Cabezas Carcache, quien destaca que “la comisión encargada de la redacción del Proyecto de Constitución estuvo integrada por cuatro diputados liberales que consideraron a la Constitución de 1787 de Estados Unidos de América, como el escrito básico a tener en cuenta, y dejaron como libro de consulta secundaria a la Constitución Gaditana. El 25 de octubre de 1823, presentó el Pleno de la Asamblea el documento Bases de Constitución Federal, conformado por 45 artículos, distribuidos en diez secciones”. El mismo autor resalta que “la Asamblea Nacional Constituyente terminó sus labores el 23 de enero de 1825 y el primer Congreso de la República Federal quedó instalado el 6 de febrero del mismo año. El 10 de abril se publicó y juró la Constitución Federal de la República de Centro América que estuvo vigente hasta 1838”. Después de las consideraciones hechas por el historiador guatemalteca se intuye lo arduo de la labor realizado por la Asamblea Nacional Constituyente para generar la Constitución Federal. Este instrumento constitutivo de la estructura administrativa de la Federación Centroamericana fue promulgado el 22 de noviembre de 1824 y una de sus principales aportes fue dar forma administrativa y política a la Federación de Centro América. Esto es importante destacarlo, ya que en el Acta de Independencia del 15 de septiembre de 1821 no se hacía mención a la estructura administrativa que tendrían las Provincias de Centro América; circunstancia lógica por el contexto histórico en el que aquella Acta fue elaborada y firmada. Asimismo, la Constitución Federal diseñó importantes símbolos que fueron los que definieron la identidad del pueblo Centroamericano, tal como su bandera y el lema naciente de la nueva Federación: Dios, Unión, Libertad. 2.5.- LA FEDERACIÓN (UNA LABOR INTEGRACIONISTA EN UN ESCENARIO DÉBIL Y CONVULSIVO) Y LA FUNDACIÓN DE LA REPÚBLICA. Desde una perspectiva teórica, tal como nos enseña el autor Manuel Ossorio, la Federación o Federalismo es “un sistema jurídico y político opuesto al unitarismo estatal, que considera al gobierno federal como la forma que mejor sirve a las ideas de libertad. En ese régimen, las distintas regiones que componen el país se rige de manera autónoma; pero 9


ceden parte de sus competencias al gobierno federal, quedándose con las no transferidas (…)”. Después de la idea conceptual antes transcrita del autor argentino, cabe hacerse la siguiente interrogante: ¿Estaba América Central preparada, después de tantas convulsiones políticas, para hacer frente a un sistema federal? Parte de la respuesta nos la comparte el autor guatemalteco Batres Jáuregui cuando hace referencia a que “en 1823 se discutió si el gobierno debía ser unitario o federal. Los moderados o conservadores, estuvieron por la forma unitaria, como que era la más tradicional, la menos costosa, la más sencilla y acomodada a los pueblos recién salidos del coloniaje. Los liberales o fiebres, deseando imitar la constitución de los Estados Unidos, y deslumbrados por las teorías francesas, fueron partidarios del sistema federativo. Se convocó una Asamblea Constituyente. De buena fe, y en la creencia de que seguían el mejor camino, decretaron una Constitución defectuosa, que en aquella época no era fácil remediar, y que en la práctica, resultó insostenible. Aún prescindiendo de eso, en todo caso, no hubiera sido dable mantener al Federación, por ser sumamente costoso y estar el país muy pobre; porque tal sistema presupone inmediata intervención del pueblo, y era analfabeto, compuesto en su mayor parte por indígenas, que no sabían hablar español, y de gente acostumbrada a la obediencia ciega, exigida por la autoridad real y la autoridad eclesiástica”. Es entonces que, con las anteriores afirmaciones, Batres Jáuregui remata la Federación en Centro América asegurando que “la unión de los Estados necesitaba que persistiera la cohesión, vínculos de vida común, afectos mutuos, intereses análogos y atmósfera de concordia y paz. Y lo que había en aquellos perturbados tiempos, era todo lo contrario: odios añejos, espíritu bélico, miseria, ignorancia, opuestas miras; en una palabra, no existía pueblos democráticos, ni mucho menos elementos para llevar a cabo lo que realizaron los Estados Unidos de América”. Bajo un escenario político y social en vías del descalabro, las Provincias de América Central querían hacer el esfuerzo por la instauración de un régimen federal. Es comprensible la posible buena intención de aquellos que querían el bienestar para sus pueblos. Sin embargo, las condiciones en las que se encontraban las Provincias no hubiera permitido la consolidación del sistema federal. Haga propicia esta oportunidad para tomar como propias las palabras de Batres Jáuregui: “La Federación empezó bajo malos auspicios y acabó peor”. La anarquía era un actor protagónico en los esfuerzos por diseñar y poner en práctica la federación. El año de 1826 fue para las Provincias de América Central un año funesto, difícil y sangriento. Las ideas escritas en la consagrada Constitución Federal de las Repúblicas de América Central nada tenían que ver con la realidad social, política y económica que en la realidad estaban teniendo los pueblos de América Central. Las ideas consagradas en la Constitución diseñaban un Estado Federal, si embargo, años de historia convulsionada estaba diseñando el fracaso de esas ideas federativas. Tanto es así que el 5 de septiembre de 1826 el Presidente de la República Federal puso preso al Primer Jefe de Estado de Guatemala, Juan Barrundia. Por otro lado, el general Manuel José Arce sufrió ataques emanadas de José Valle (el sabio Valle), quien creía tener derecho a la Presidencia. Todos estos hechos, así como otros que se quedan en el tintero de la historia, provocaron la 10


ira de Francisco Morazán y es así como sobrevino la guerra funesta y sangrienta. Así las cosas, nos imaginamos una América Central convulsionada, vilipendiada, abierta a lid política, social y económica; incapaz de sostener aquel sueño que se generó en 1824. Los factores de insurrección, así como de cruentas batallas y el sufrimiento del sistema federal, eran solamente un lado del diamante. En la República Federal se daban otros factores que estaban llevando al fracaso la Federación. Por ejemplo, las provincias de América Central no contaban con sistemas eficaces de vías de comunicación, haciendo que se acentuara, como dice Francis Polo Sifóntes, “el sentido provinciano y localista”. Por otro lado las rentas de la República Federal eran precarias y en las circunstancias en las que se encontraban se podría imaginar que jamás serían suficientes para consolidar la Federación. Para el eficiente sostenimiento del erario federal era fundamental dinamizar la economía, tanto nacional como internacional. Sin embargo, el añil, único producto de exportación, fue sustituido por tintes artificiales en el marcado internacional; generando la crisis en uno de los productos de exportación más importantes y, por ende, a las finanzas federales y desarrollo de la República Federal. Otro de los factores que hacían disímiles los esfuerzos federales fueron las diferencias culturales existentes. Por ejemplo, en el Estado de Guatemala, se hablaba por entonces más de veinticinco lenguas diferentes, mismas que representaban a un número igual de comunidades lingüísticas. En aquellos convulsionados tiempos, es necesario no dejar de apuntar que el Presidente de la Federación, general Manuel José Arce entró en conflicto con el Jefe del Estado de Guatemala, señor Juan Barrundia y que, en 1826, Arce disolvió el Congreso Federal. Estos hechos históricos causaron pugnas entre los liberales y los conservadores y las protestas no se dejaron de escuchar, principalmente las que provenían de El Salvador y Honduras. La escalada del conflicto entre los principales actores que un 1824 imaginaron la República Federal dio lugar a guerras fratricidas, sin embargo, un hecho que es importante de resaltar es el surgimiento de un personaje que sobresalió de entre las pugnas: Francisco Morazán. En el escenario de la Federación, Francisco Morazán derrocó al Presidente Arce, para posteriormente sitiar la ciudad de Guatemala y tomarla el 13 de abril de 1829. Después de la debilidad que generó en la ciudad y una vez ésta desgastada y deteriorada, Morazán con las autoridades guatemaltecas suscribieron una capitulación que permitió llevar breves momentos de paz. Los tiempos de paz fueron interrumpidos cuando Morazán, de manera unilateral dejó sin efecto la capitulación y continuaron los atropellos en la ciudad. Una de sus últimas acciones en ciudad de Guatemala fue quitar a ésta la sede de la Federación y ordenar su traslado a El Salador en 1835 (lugar que hasta la fecha, año 2012, se encuentra; ya que en la República de El Salvador se encuentra la sede del Sistema de Integración Centro Americano, SICA). El autor guatemalteco José Mata Gavidia, en su obra “Anotaciones de Historia Patria Centroamericana” hace algunas breves consideraciones de Francisco Morazán al mencionar que “la figura militar más importante de estas luchas fratricidas lo 11


fue sin duda Francisco Morzán (…). Fue caudillo que son sus poderosas armas llega a ser el segundo Presidente de la Federación (…) y sucumbe en 1842, fusilado en San José de Costa Rica. (…). Saqueó en 1829 la capital de Guatemala. Expulsó la brillante intelectualidad de este país. Esto lo hizo odioso a los guatemaltecos, que ya no vieron en él sino un resentido contra la sede de la antigua Capitanía General”. La Federación ya daba manifestaciones de debilidad extrema, después de los acontecimientos antes descritos. No es sino hasta el 30 de mayo de 1838 que el Congreso Federal deja en libertad a los Estados de Centro América de organizarse en la forma que mejor les convenga a sus necesidades. Entonces, derivado de ello, el 2 de febrero de 1839, queda legalmente disuelta la Federación que haber concluido el segundo período de Francisco Morazán, sin que éste llamara a elecciones. El efecto del rompimiento de la Federación tuvo diferentes impactos en cada uno de los Estados que lo conformaron. En el caso de Guatemala, ésta quedó en una situación de incertidumbre. Derivado de aquella ambigua situación, la cual podría conllevar perjuicios en el desarrollo del Estado, ya que era necesario consolidar sus relaciones comerciales, diplomáticas, políticas en el contexto internacional y obtener el reconocimiento del concierto de naciones. En historiador guatemalteco Francis Polo Sifóntes afirma lo siguiente: “Así que los hombres que gobernaban el Estado de Guatemala en 1847, optaron por el sistema republicano y así, cupo su lugar a otra de las fechas memorables (…)”. Siendo ésta el 21 de marzo de 1847, cuando el Presidente Rafael Carrera, a través del Decreto número 15, funda la República de Guatemala. Derivado de todos los anteriores acontecimientos, es importante resaltar que los anhelos integracionistas de aquellos que una vez firmaron el Acta de Independencia una fría mañana del 15 de septiembre de 1821, se fueron deteriorando y dieron como resultado pugnas ideológicas. Estas pugnas y controversias ideológicas por aquellos que veían de maneras distintas los entornos políticos y sociales dieron lugar a la toma de decisiones que, a la luz de la historia, se consideran fueron erróneas para las Provincias de Centro América, tal como lo fue la anexión a México. Esta anexión confirmó, tiempo después, que la dirección integracionista o federalista era la mejor vía para llevar desarrollo a los pueblos, razón por la cual se iniciaron los esfuerzos por consolidarla a través de la Constitución Federal de la República de América Central en 1824. Como ya quedó apuntado, la Federación quedó formalmente disuelta el 2 de febrero de 1838 (aproximadamente 17 años después del primer sueño integracionista). A pesar de lo anterior, Centro América nunca dejó de soñarse unida y es así como después de grandes cambios sociales y mundiales, en el año de 1951 se realizan nuevos intentos por formalizar la integración en nuestras naciones.

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TEORÍA GENERAL DE LA INTEGRACIÓN (BREVES IDEAS PARA SU COMPRENSIÓN).

La historia de Centro América, como se puede determinar desde su origen en la época de su independencia, ha sido siempre orientada hacia intentos integracionistas. Desde la firma del Acta de Independencia el 15 de septiembre de 1821 se percibían claras intenciones de la unión de los Estados. Muchos años y esfuerzos, así como recursos fueron invertidos por los Estados de Centro América. En esta parte del documento, después de haber dado a conocer que la tendencia integracionista siempre prevaleció en Centro América, es necesario comprender lo que es la “Integración” desde la perspectiva teórica. Ello para contar con elementos que permitan interpretar la realidad de la Integración Centroamericana a la luz del siglo XXI. 3.1.- LA SOBERANÍA. El profesor guatemalteco y ex Canciller Alberto Herrarte, continuando con sus acertadas consideraciones recoge en una de sus magnas obras “El Derecho de Integración (Ensayo de Sistematización)” que “(…) en la Edad Media se tuvo (…) el término comparativo sourerian, que significó tanto como la autoridad que cada señor feudal tenía en su circunscripción territorial, y que Bodin transformara en el superlativo soberano. Como suprema potestad del Estado, la soberanía no admite ninguna otra autoridad por encima ni concurrente”. Tratando de profundizar más dentro del tema de la “soberanía”, el autor Sánchez Viamonte, ha explicado que, “en las Repúblicas democráticas, no puede haber más soberanía interna o externa que la popular; por lo que, desde un punto de vista político, la soberanía es la voluntad de la mayoría, si bien la validez de la expresión de la voluntad mayoritaria ha de estar sujeta a su conformidad con el ordenamiento jurídico, precisamente porque la democracia en el Estado de Derecho, sometido a éste en la totalidad de su existencia y manifestación; de modo que la soberanía política quede subordinada a la soberanía jurídica, problema vinculado a las de la vigencia constitucional y de la supremacía de la Constitución”. El mismo Viamonte llega a definir la soberanía de la siguiente manera: “La plenitud lograda por la voluntad política del pueblo para determinarse y para manifestarse, de suerte que esta comprendida en ella la autodeterminación o la sujeción de determinadas normas, establecidas como condición para su validez, y así, las formas jurídicas adquieren la importancia y jerarquía de condiciones impuestas por la soberanía… y de cuyo cumplimiento depende la legitimidad y validez de la voluntad política”. Las ideas conceptuales de soberanía, que ya han sido apuntadas por los autores, son conceptos tanto jurídicos como políticos. Se puede determinar que la soberanía es una realidad jurídica, social y política que a través de los siglos los Estados han consolidado y que han materializado dentro de sus relaciones bilaterales con otros Estado.

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La teoría afirma que la soberanía se presenta en dos formas: a) Soberanía Externa; y b) Soberanía Interna. La “soberanía externa” podría considerarse como sinónimo de “independencia”, que no admite sujeción a ningún otro poder externo; percibiéndose este como un concepto negativo. La “soberanía interna” es comprendida como la suprema autoridad que el Estado ejerce sobre los individuos que lo forman, en su respectivo territorio. Tal como lo ha venido afirmando Sánchez Viamonte, se afirma que la soberanía es una y que no admite divisiones; que la soberanía externa es la interna vista desde fuera; o bien, que la soberanía solo se concibe en las relaciones internacionales; porque solamente en el exterior es donde expresa la idea de independencia, en tanto que en el interior se le confunde con el Estado, su personalidad y su capacidad. Derivado de las anteriores consideraciones teóricas relacionadas con la “soberanía” el lector se hará la siguiente interrogante: ¿Qué relación tiene la soberanía con la integración, si ambos son conceptos que se contraponen? Es necesario, para dar respuesta a esta interrogante, manifestar que desde los años en que se reflexionó la realización de órganos internacionales, tales como la Sociedad de las Naciones o, después, la Organización de las Naciones Unidas los líderes de los Estados han cavilado y reflexionado respecto al tema de la “soberanía”. En aquellas primeros momentos (1919 y 1945) la euforia por el fin de las guerras mundiales conllevó los intentos por el replanteamiento de la soberanía, uno de esos principales nuevos planteamientos fue la negación del concepto de soberanía, devenida esta reflexión por el rechazo que en aquellas épocas, a la política de fuerza de ciertos Estados europeos. Tal como lo afirma Alberto Herrarte, en aquella oportunidad “flotaba en el ambiente (…) y se soñaba con una posible federación mundial”. Lo anterior era una utopía extremadamente difícil y compleja de realizar, sin embargo, de ahí nacieron las ideas de los dos organismos internacionales y antes mencionados. Después de la utópica federación mundial y después de la creación de la Organización de las Naciones Unidas, surgió una idea conceptual importante que relaciona los conceptos de soberanía e integración. Esa idea es lo que hoy se denomina la “supranacionalidad”. Este es un concepto que tiene estrecha relación con la sujeción de la soberanía de los Estados a un Organismo Internacional que da directrices dentro del ámbito de las relaciones internacionales multilaterales. De esa cuenta, los Estados ceden parte de su soberanía externa a la Organización de las Naciones Unidas para que ésta pueda actuar y proporcionar orientaciones a los Estados, sujetos del Derecho Internacional que deben acatar las disposiciones. Entonces, más que limitar la soberanía sometiéndose a un Organismo Internacional, los Estados se fortalecen porque asumen estrategias de cooperación que desarrollan a sus pueblos. Los Estados de Centro América, en la etapa federal, ya intuían la “supranacionalidad”, que era someter a una organizacional regional (tal como el Congreso Federal) parte de su soberanía. Con el tiempo, los esfuerzos de federación, como quedó plenamente establecido en los primeros párrafos de este documento, quedaron frustrados. Sin embargo, la idea de la supranacionalidad continuó presente en el pensamiento de aquellos que siempre comprendieron una Centro América unida.

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3.2.- LA INTEGRACIÓN. Antes de dar inicio a estas consideraciones es necesario destacar que el estudio de la integración tiene estrecha relación con la ciencia de las Relaciones Internacionales. El fenómeno de la integración se relaciona con la política, la economía, así como con otras ciencias sociales. Asimismo, para nuestros fines, hay que visualizar la importancia de la integración dentro del contexto de los Estados de Centro América. Para comprender la definición de integración el autor Ernst Haas en su artículo publicado en la Revista de la Integración del Instituto para la Integración de América Latina denominado “El estudio de la Integración regional: reflexiones acerca de la alegría y la angustia de pre-teorizar”, establece lo siguiente: “El proceso por el cual los actores políticos en diversos y distintos ámbitos nacionales, aceptan desviar sus lealtades, expectativas y actitudes políticas hacia un nuevo centro, cuyas instituciones poseen o demandan jurisdicción sobre los Estados nacionales preexistentes”. Con el objetivo de comprender mejor con conceptos, también apoyamos nuestro aprendizaje en Karl W. Deutshe, quien dice: “Por integración queremos significar el logro, dentro de un territorio, de un sentido de comunidad y de instituciones y prácticas lo suficientemente fuertes y extendidas como para asegurar a la población, durante un largo tiempo, expectativas firmes de una cambio pacífico”. Es importante apuntar que el proceso de integración es esencialmente voluntario; cuando no es voluntario puede conllevar efectos desfavorables para aquellos Estados que no están conformes con su estatus. Las definiciones apuntadas anteriormente por los dos autores son fundamentales para comprender lo que es la “integración”. Ambos destacan algunos rasgos conceptuales que ponen en evidencia que la “integración” es un proceso o sea “el conjunto de las fases de un fenómeno en evolución”. El proceso de la integración debe ser ordenado y debe ir evolucionando paso a paso con el objetivo de fortalecerse cada vez más. Un ejemplo claro de este aspecto lo constituye lo que hoy es la Unión Europea, esta integración de Estados europeos fue tomando forma luego de una serie de fases que iniciaron con la integración de tipo económico, para luego pasar a las fases políticas. Es complejo pensar que los Estados hagan intentos por intentar integrarse políticamente si aún no han transitado por una integración económica. Otro elemento importante de considerar es que la integración se da entre Estados, ya que éstos son los sujetos del Derecho Internacional por excelencia. Asimismo, porque la misma se da dentro del ámbito de las Relaciones Internacionales. Por otro lado es necesario destacar que este fenómeno social de la integración se puede dar en diversos ámbitos, por ejemplo, políticos, económicos; entre otros. El autor Ernst Haas manifiesta lo siguiente: “(…) aceptan desviar sus lealtades, expectativas y actitudes políticas hacia un nuevo centro (…)”. De lo anterior se infiere que los Estados que aceptan voluntariamente el proceso de integración orientan “su soberanía” hacia una nueva estructura mundial o regional que permite dirigir los esfuerzos integracionistas. Esta “nueva estructura” que proporciona directrices es la organización supranacional a la cual los Estados se sujetan. Para ello el mismo autor destaca: “(…) cuyas instituciones poseen o demandan jurisdicción sobre los Estados nacionales preexistentes (…)”. 15


Por otro lado, el autor Karl Deutsch queriendo fortalecer la definición de “integración”, agrega al mismo un elemento cultural; cuando afirma que ésta posee un sentido de comunidad. Asimismo, adiciona la importancia de que las instituciones y prácticas a las que los Estados se sometan deben ser fuertes, todas orientadas hacia el desarrollo integral de su población. Por último, hace visibles dos elementos adicionales, uno de ellos es el temporal cuando hace referencia a que la intención de la “integración” dure muchos años; considerando el tiempo desde su instauración, su fortalecimiento y su proyección hacia el futuro. Otro elemento a ser destacado es que los Estados se encaminan hacia procesos de integración para mantener relaciones pacíficas entre ellos. 3.3.- LAS TEORÍAS DE LA INTEGRACIÓN. 3.3.1.- EL FEDERALISMO. Las teorías federalistas son las más tradicionales al hablar de integración. La expresión se deriva del latín foedus y su genitivo foederis, en su significación de pacto, tratado, convención o alianza mediante los cuales varios jefes de familia, municipios, grupos de pueblos o Estados se obligan, en forma recíproca e igual a llevar a cabo una o más finalidades especiales, cuya realización recae desde ese momento sobre los miembros federados. Para una mayor comprensión de lo que es el federalismo, volvemos a tomar en cuenta las palabras del autor Manuel Ossorio cuando apunta que el federalismo es “un sistema jurídico y político opuesto al unitarismo estatal, que considera al gobierno federal como la forma que mejor sirve a las ideas de libertad. En ese régimen, las distintas regiones que componen el país se rige de manera autónoma; pero ceden parte de sus competencias al gobierno federal, quedándose con las no transferidas (…)”. 3.3.2.- EL FUNCIONALISMO. El Doctor Alberto Herrarte nos comparte los comentarios vertidos por Ernst Haas extraídos de su obra “Bayond the Nation-State”, quien afirma que “al hablarnos sobre el funcionalismo ha querido, en primer lugar, expresarse sobre el valor semántico de función para después analizar lo que es el funcionalismo en términos genéricos. Según él (Ernst Haas) función es tanto como utilidad, propósito, motivo, intención, objetivo, consecuencia. Por lo tanto, en la ciencia, función iguala a ´ocupación´ (…). Función, en su acepción más simple significa tarea (task), de donde funcionalismo podría tenerse como tarea organizada. El funcionalismo podría definirse como el mecanismo analítico para la crítica de un presente deplorable y una prescripción ideológica de un futro mejor. La tarea puede cumplirse en su propósito inicial; pero, una vez implementada, puede caer una situación complementara nueva, señalando nuevas relaciones que afectan el contexto total en que la acción se verifica”.

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3.3.3.- EL NEO-FUNCIONALISMO. La teoría neo-funcionalista da “gran importancia a los problemas políticos derivados de la integración, contrariamente a los funcionalistas y no insisten en un solo tipo ideal de condición final”. “Es relevante destacar (tal como lo afirma en Dr. Herrarte) que los neofuncionalistas piensan que la supranacionalidad puede ser un modelo adecuado y un fin en sí mismo en vez de una federación. El proceso de integración ya no es irreversible como pensaban los funcionalistas y creen en la dinámica de la integración política, a pesar de las tendencias de la desintegración que siempre se observan en el proceso”. 3.4.- LOS TIPOS DE INTEGRACIÓN. En el contexto que ahora abordamos es necesario considerar la existencia de tres de integración, siendo éstas: a) Integración Económica; b) Integración Social; y c) Integración Política. Al llevar a cabo la interrelación de los tipos de integración se puede inferir que los tres mencionados están íntimamente vinculados. Por ejemplo, al hacer mención de la “integración política” se podría pensar que ésta envuelve a todas las demás, siempre que sea considerada como en la formación de un nuevo Estado. Por otro lado, haciendo alusión a los comentarios tan importantes y útiles del Dr. Alberto Herrarte, quien afirma que la integración económica pretende llegar a realizar, en un proceso poco más o menos largo, la integración política. Por último, es necesario resaltar que hay tendencias que consideran como única finalidad la integración económica basada en la supranacionalidad. 3.4.1.- LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA. La autora mexicana Loretta Ortiz Ahlf en su obra “Derecho Internacional Público” destaca que “en el lenguaje cotidiano, la palara integración denota el agrupamiento de partes de un modo. En el contexto económico, dicho término tiene una acepción específica. La doctrina la define como el proceso socioeconómico que destruye barreras económicas y sociales dentro de los participantes en las actividades económicas”. Por su lado, el Dr. Alberto Herrarte hace mención que el autor Bela Balassa, uno de los más eminentes teóricos en materia de “integración económica”, afirmación y juicio que respaldamos por considerar que sus afirmaciones son ciertas. El autor Balassa define la integración económica de la siguiente manera: “Medidas dirigidas a abolir la discriminación entre las unidades económicas pertenecientes a diferentes naciones; vista como una situación de negocios, la integración viene a caracterizarse por la ausencia de varias formas de discriminación entre economías nacionales”. En ocasiones, tal como afirma Balassa, la integración económica es confundida con la cooperación, sin embargo, es importante apuntar que la orientación de este tipo de integración va dirigida hacia disminuir la discriminación.

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Desde su instauración, después del mercantilismo, pasando por la Revolución Industrial, el libre cambio, hasta el llamado bilateralismo económico, la integración se ha desarrollado y ha manifestado grandes ventajas, entre las cuales se pueden mencionar las siguientes: a) b) c) d)

La creación de grandes mercados. El ensanchamiento de la industria. La promoción del desarrollo económico. La promoción del empleo.

Recordemos que en una oportunidad se hizo mención que uno de los elementos de la integración es que la misma es “un proceso” y pudimos establecer que también se puede comprender (el proceso) como “el conjunto de las fases de un fenómeno en evolución”. Por esta razón, la autora mexicana Ortiz Ahlf da a conocer que el proceso de integración económica se divide en varios grados, siendo estos los siguientes: a) El Área o Zona de Libre Comercio: Para efectos teóricos asentamos la idea conceptual de este grado en el artículo XXIV, numeral 8, inciso b) de lo que fue el GATT (ahora OMC), cuando consignaba que “el área de libre comercio esta constituida por un grupo de dos o más territorios aduaneros, entre los cuales se eliminan los derechos de aduana y las demás restricciones aplicables a lo esencial de los intercambios comerciales de los productos originarios de los territorios constitutivos de dicha zona de libre comercio, dejando a sus Estados miembros en libertad de fijar el arancel aplicables a las importaciones provenientes de terceros países”. Entonces, los Estados miembros se comprometen a reducir (o en su caso eliminar) las tarifas arancelarias y otras restricciones que obstaculicen el comercio entre ellos, sin embargo, cada uno al mismo tiempo mantiene sus mismos aranceles frente a terceros países, no asociados. b) La Unión Aduanera: La sustitución de dos o más territorios aduaneros por uno solo, de manera que, por una parte, los derechos de aduana y las demás restricciones al comercio sean eliminados respecto a lo esencial de los cambios comerciales entre los territorios constitutivos de la unión y, por la otra, que cada uno de los miembros de la propia unión aplique un régimen sustancialmente idéntico a su comercio con los territorios que no estén comprendidos dentro de la misma. La unión aduanera busca suprimir cualquier medida discriminatoria en el movimiento de mercancías, además de establecer una barrera arancelaria común frente a terceros Estados no miembros. c) La Unión Económica: La doctrina califica a este grado como uno de los más avanzados y completos dentro del ámbito de la integración económica. Se caracteriza por los siguientes elementos: 1) La eliminación de tarifas arancelarias en el territorio de la comunidad y la existencia de un arancel común frente a terceros países; 2) Libertad de circulación de personas, bienes, servicios y capitales; 3) Armonización de las políticas económica, fiscal y social; y 4) Creación de instituciones monetarias de carácter supranacional, con funciones normativas y judiciales. 18


d) El Mercado Común: Es la unificación del territorio y de la población de los Estados miembros con la finalidad de someterlos a una legislación e instituciones económicas comunes. e) La Integración Económica Total o Integración Política: Este grado o forma de integración económica corresponde al último peldaño de la escala, ya que presupone la unificación de las políticas económicas, fiscales, etcétera y requiere establecer una autoridad supranacional cuyas decisiones obliguen a los Estados miembros. 3.4.2.- LA INTEGRACIÓN SOCIAL. Uno de los principales fines que consagra la “integración” es conllevar el desarrollo integral y bienestar de todos los pueblos que forman parte de los Estados que hacen el esfuerzo por unir esfuerzos integracionistas. Por lo anterior en los procesos de integración no es dable la omisión de aspectos sociales. La naturaleza misma de Organismos Internacionales como la Organización de las Naciones Unidas asienta sus esfuerzos, no solamente en el mantenimiento de la paz, sino también el desarrollo social. Ya que estamos haciendo alusión a la ONU cabe hacer mención que su Carta constitutiva es ilustrativa para estos efectos. En el preámbulo de la Carta de la ONU se destaca: “(…) la fe de los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y el propósito de promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad (…)”. A nivel regional también se han firmado pactos sobre los mismos objetivos, como la Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales y la Carta Social Europea (para los países europeos). En el caso de los países americanos se dan Instrumentos Internacionales tales como la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Carta Internacional Americana de Garantías Sociales. 3.4.3.- LA INTEGRACIÓN POLÍTICA. Las consideraciones del Dr. Alberto Herrarte en este aspecto es relevante cuando afirma que “si la integración política es la meta de la integración económica, según los funcionalistas, ellos significa que es la culminación del proceso, el resultado del mismo; la forma más completa y deseable de la integración”. Los grados o fases de la “integración económica” dan lugar a comprender que su fin último es la “integración política”. Continúa afirmando el Dr. Herrarte: “Naturalmente, cuando hablamos de integración política nos referimos a la formación de un nuevo Estado, que en adelante representa a las partes que se integran. No hablamos de fusión, porque esto puede interpretarse como la completa desaparición de las anteriores entidades. Por eso se ha dicho

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que la forma más perfecta de integración política es la federal, siempre que se trate de entidades independientes; (…)”.

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4.1.-

LOS PASOS SEGUROS HACIA LA INTEGRACIÓN DE CENTRO AMÉRICA. LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS CENTROAMERICANOS (ODECA). LA GÉNESIS DE LA INTEGRACIÓN EN CENTRO AMÉRICA.

El ex Canciller guatemalteco, Dr. Alberto Herrarte, en su obra “La Unión de Centro América” destaca las acciones y esfuerzos que los países de América Central realizaron por volver a poner sobre la mesa el tema de la integración. Después de la fundación de la República de Guatemala (1847) tanto Centro América como el mundo entero pasan por dos guerras mundiales, mismas que dejaron grandes secuelas en el diseño de las naciones. En el caso de la segunda guerra mundial, uno de sus efectos más complejos fue el dividir al mundo en dos ideologías que mantuvieron por muchos años la hegemonía en lo que se le denominó “la guerra fría”. América Central no fue ajena a los efectos de la guerra fría, misma que algunos autores determinan su inicio en 1948. En el contexto de la guerra fría se encontraban nuestras naciones cuando (según apunta el Dr. Alberto Herrarte) “los Estados se preocuparon de nuevo por buscar su acercamiento y encontrar una fórmula de organización. La iniciativa partió (…) del gobierno salvadoreño presidida por el coronel Oscar Osorio. El canciller Roberto Canessa invitó a una reunión de Ministros de Relaciones Exteriores, que se inauguró solemnemente en San Salvador, el ocho de octubre de 1951. En esta ocasión, Nicaragua propuso que se procediera de inmediato a la Unión Política de Centro América y que para el efecto se verificase una reunión de los cinco presidentes. Como la ponencia no tuvo unanimidad, fue desechada conforme al reglamento de la reunión. Prosperó la ponencia del canciller guatemalteco Manuel Galich, sobre una “Organización Centro Americana”, que tuviera cierta analogía con la Organización de Estados Americanos o la Organización de las Naciones Unidas. La idea de una organización era evidente”. Es evidente que nuestros pueblos Centroamericanos siempre, desde su establecimiento el 15 de septiembre de 1821, tuvieron aspiraciones integracionistas. En todas las ocasiones que la historia les dio, se hicieron intentos por continuar unidos y en 1951, cuando se dio la oportunidad y la coyuntura, los gobiernos llevaron a cabo las propuestas y las aspiraciones. En aquel año Centro América, después de tener los modelos de la OEA y la ONU, planteaba la necesidad de diseñar una organización que permitiera ordenar las estrategias y acciones integracionistas. Sin embargo, estaban conscientes de que las cosas no resultarían sencillas. Esta aspiración quedó plasmada en el discurso inaugural, cuando se resaltó lo siguiente: “No se podrá obtener de esta primera conferencia de Cancilleres una solución completa sobre un determinado problema, para ello necesitamos la creación de un organismo que se encargue permanentemente de buscar soluciones adecuadas. Esta no es una panacea milagrosa, sino que es la única solución práctica para

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todos aquellos que tenemos la íntima decisión de llagar a la unión de nuestros Estados por medio del progreso y la cooperación pacífica entre ellos”. Posteriormente a una serie de conversatorios la ponencia de Guatemala fue aceptada, luego de una varias modificaciones. De esta manera nació la Carta de la Organización de los Estados Centroamericanos, conocida también como la Carta de San Salvador. El espíritu de la nueva Organización quedó plasmado en su artículo 1, consignando que “los cinco Estados constituyen la Organización de los Estados Centroamericanos (ODECA), para fortalecer los vínculos que los unen, consultarse mutuamente, para afianzar y mantener la convivencia fraterna, prevenir y conjurar toda desavenencia y asegurar la solución pacífica de cualquier conflicto que pudiera surgir entre ellos; auxiliarse entre sí; buscar solución conjunta a sus problemas comunes y promover su desarrollo económico, cultural y social, mediante la acción cooperativa y solidaria”. Es importante resaltar que, según apuntes del Dr. Alberto Herrarte, “la Carta de la Organización de los Estados Centroamericanos está calcada más sobre el modelo de la Carta de las Naciones Unidas, en su esquema de propósitos, principios y órganos, que sobre la Carta de la Organización de los Estados Americanos”. Todos los estados de Centro América (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) ratificaron la Carta de la ODECA. Aunque el instrumento regional no llenaba totalmente las expectativas y aspiraciones, si era un medio para fundamentar las esperanzas por fortalecer la unión de los países que la conformaba. El contexto internacional tuvo importantes incidencias dentro de la relación entre los Estados de Centro América. La guerra fría, así como las persecuciones ideológicas que se daban entre los dos bandos que tenían la hegemonía mundial, influyeron en la recién creada Organización. Lo anterior lo ilustra el Dr. Herrarte al narrar lo siguiente: “(…) cuando se preparaba la primera reunión de ministros de Relaciones Exteriores que se efectuaría en Guatemala, se anunció que la Cancillería salvadoreña sometería a la Reunión una ponencia relativa a contrarrestar la acción subversiva del comunismo internacional, y esto fue motivo para que el gobierno de Guatemala, presidido por el coronel Jacobo Arbenz Guzmán, definitivamente inclinado hacia la extrema izquierda, en nota 4 de abril de 1953, denunciara a los demás gobiernos centroamericanos la Carta de San Salvador y su retiro de la ODECA, acompañando la nota que había dirigido a la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas, en donde anunciaba amenazas de intervención en su territorio”. La reacción del gobierno de El Salvador no se hizo esperar, rechazando con énfasis las acusaciones vertidas por Guatemala y lamentando el retroceso generado por Guatemala en la intención integracionista. Asimismo, el gobierno salvadoreño recalcó que su intención era poner sobre la mesa la discusión de un convenio de seguridad y tranquilidad mutuas a los vecinos centroamericanos. Derivado del retiro de Guatemala de la ODECA, apunta el Dr. Alberto Herrarte que “el 16 de abril de 1953 se reunieron en San José de Costa Rica los ministros de Relaciones Exteriores de Costa Rica, El Salvador, Honduras y Nicaragua y emitieron la llamada Declaración de San José, en la cual, tomando en cuenta la decisión del gobierno de Guatemala de retirarse de la ODECA, declararon su firme decisión de mantenerse unidos y solidarios dentro de la misma, invitaron al gobierno de Guatemala a que reconsiderara su 21


renuncia, y, en caso que dicho gobierno no la reconsiderara, acordaron celebrar a la mayor brevedad una Reunión Extraordinaria de ministros de Relaciones Exteriores en Nicaragua, con el fin de introducir las reformas a la Carta que fueran necesarias con motivo de este retiro”. El Estado de Guatemala no reconsideró la propuesta hecha por los otros Estados de América Central y, por lo tanto, continuó sosteniendo su renuncia de la ODECA. Como consecuencia de esta reiteración, los Estados (tal como habían convenido en la Declaración de San José) llevaron a cabo, en Managua, Nicaragua; la II Reunión Extraordinaria de ministros de Relaciones Exteriores, del 10 al 12de julio de 1953. Luego de una serie de consideraciones se estimó improcedente la modificación de la Carta de San Salvador, ya que el retiro de Guatemala no modificaba principios sustentados en la ODECA. Además, Guatemala podía reincorporase cuando lo estimare conveniente. Los acontecimientos entre los Estados de América Central hicieron que la ODECA no pudiera entrar en funcionamiento. Fue necesario que la situación política en Guatemala cambiara radicalmente para que la ODECA cobrara nuevo impulso. Y así tuvo que haber sido, porque “el nuevo gobierno de Guatemala, presidido por el coronel Carlos Castillo Armas, instalado después de la revolución que derrocó al gobierno arbencista, no solamente reingresó a la Organización, sino que comenzó a preparar con todo entusiasmo la I Reunión Ordinaria de ministros de Relaciones Exteriores”. “La Reunión (tal como la confirma el Dr. Alberto Herrarte) se verificó en la ciudad de Antigua Guatemala, del 17 del 24 de agosto de 1955, con asistencia de los cinco ministros de Relaciones Exteriores de Centro América y las numerosas delegaciones, de observadores de la república de Panamá y de los principales organismos internacionales vinculados con los Estados Miembros”. Durante los días de la Reunión fue electo el primer Secretario General de la ODECA (Dr. Guillermo Trabanino), asimismo, se formuló la “Declaración de principios de convivencia centroamericana” (la también denominada “Declaración de Antigua Guatemala”), en la cual se reiteró la decisión de reforzar los vínculos existentes hasta lograr la Unión Centroamericana. De la Reunión llevada a cabo en el mes de agosto del año de 1955 se destaca la clara intención de los Estados de Centro América de fortalecer los vínculos integracionistas; dando continuidad a las acciones por “lograr la Unión Centroamericana”. A pesar de los entusiasmos y las motivaciones, los contextos internacionales no pueden ser descartados cuando se tiene la intención de hacer funcionar un Organismo Regional como la ODECA. Los diferentes conflictos que se daban dentro de cada uno de los Estados, que debían ser atendidos por sus líderes, así como limitaciones organizacionales que se pudieron observar en la práctica en la ODECA; hicieron que ésta no diera los pasos contundentes que se esperaban hacia la integración. A ello se suman las asimetrías y diferencias entre cada uno de los Estados de Centro América. Las dependencias que fueron creadas para la labor ejecutiva en la ODECA no desarrollaron sus funciones de manera eficiente, dando como efecto que, en los años transcurridos, los resultados de la ODECA fueran pobres. Una las principales causas fue que los órganos 22


principales y los subordinados no sostenían reuniones y ello dio como resultado la falta de progreso en las labores integracionistas. 4.2.- EL MERCADO COMÚN CENTROAMERICANO (MCCA). En el año de 1960 el proyecto integracionista en Centro América, después de constituir la estructura institucional que serviría de base para la tan añorada integración de Centro América, fundó sus esfuerzos en el Mercado Común Centroamericano (MCCA). Este esfuerzo ya vislumbra una de las primeras fases de la “integración económica” y quedó establecido dentro del Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Centroamericana que fue firmado en el año de 1958. Uno de los principales objetivos del mencionado instrumento fue el establecimiento de un área de libre comercio en un plano de 10 años. El 13 de diciembre de 1960 las Repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua suscribieron en Tratado General de Integración Económica Centroamericana en la ciudad de Managua, Nicaragua. Este instrumento da origen al marco básico para la integración dentro del aspecto económico. En el año de 1962, la República de Costa Rica se incorporó al Tratado. El Tratado General de Integración Económica Centroamericana fundamentó las bases para la creación del Mercado Común Centroamericano. Sus disposiciones también crean el Consejo Económico Centroamericano integrado por los distintos Ministros de Economía de cada uno de los países miembros. Este órgano tenía la finalidad de diseñar las políticas económicas, sustentadas en la sustitución de importaciones y en la consolidación del aparato productivo. La politóloga Rossangela Nisthal Lemus, después de un análisis profundo del Mercado Común Centroamericano destaca que “haciendo un balance de los beneficios y costos que trajo consigo este modelo de integración, podemos darnos cuenta que si bien en la primera etapa el comercio interregional creció al mismo tiempo que se observaba una mayor diversificación de las exportaciones a nivel regional, la denominada sustitución de importaciones y el formato de la industrialización mostró serias deficiencias, siendo a su vez desigual. En primero lugar se generó una mayor dependencia de importaciones como consecuencia de las necesidades de materia prima para la producción de bienes acabados, de igual forma las industrias se ubicaron de forma desigual entre los países, lo que posteriormente desencadenaría conflictos comerciales entre estos. Sumado a ello es importante destacar que los beneficios comerciales nunca se tradujeron en beneficios tangibles para el grueso de la población”. Los conflictos existentes entre algunos Estados de Centro América conllevaron a la crisis dentro del Mercado Común Centroamericano. Por ejemplo, el punto culminante fue en el año de 1969, con la ruptura de relaciones diplomáticas entre El Salvador y Honduras, debido a la insatisfacción de Honduras con el proceso de integración económica por los beneficios desiguales del intercambio de la región, así como los problemas de carácter bilaterales con El Salvador; principalmente fronterizos que los llevaron a una gesta armada, trayendo efectos negativos para toda Centro América. 23


Con el anterior acontecimiento la integración económica hizo descubrir deficiencias que hicieron que el sistema funcionara de manera anormal, teniendo graves efectos en la liberalización del intercambio y se acrecentó la desigualdad de oportunidades de industrialización. Esto, y otros factores políticos y sociales, significaron una serie de crisis del sistema institucional de la integración económica, misma que quedó prácticamente desarticulada; sin una definición clara de sus competencias y atribuciones dentro del proceso de integración económica. En los inicios del año de 1970 se dio una nula variación del comercio interregional. Durante la mitad de la década de 1970 a 1980, el avance del intercambio comercial disminuyó considerablemente como producto de diversos acontecimientos, destacándose entre ellos la guerra entre El Salvador y Honduras. A los umbrales del año de 1980, Centro América inicia con condiciones internas y externas que dieron lugar a un estancamiento dentro de los ámbitos políticos y económicos dentro del proceso de integración. Los años 80´s tuvieron la característica de ser denominados como “la década perdida” en la cual se manifestaron algunos efectos económicos que tuvieron incidencia dentro de países como los de Centro América. La región mantuvo inestabilidades dentro del sistema democrático, esto ocasionó el deterioro del MCCA y el Arancel Externo Común; aunado a ello, con la aplicación de medidas unilaterales acordes a las Políticas de Ajuste Estructural. Otro factor que contribuyó a la escalada de la crisis fue el surgimiento de regímenes totalitarios, tal como el caso del Sandinismo en Nicaragua. 4.3.- EL REPLANTEAMIENTO Y REACTIVACIÓN DE LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN CENTRO AMÉRICA. Centro América, desde su independencia, ha recorrido grandes dificultades para lograr su propio sistema de integración. De los años de 1960 a 1990 ocurrieron acontecimientos que pusieron en vilo la integración. El principal fue el desencadenamiento de los distintos conflictos bélicos que se desataron en los países de Centro América. A mediados de la década de los años de 1980 se pusieron sobre la mesa argumentos sólidos que hacían repensar la situación social y política por la que la región estaba pasando. Derivado de ello, dieron inicia los importantes procesos de pacificación para Centro América. “Con la relativa estabilidad democrática (destaca la autora Nisthal Lemus) obtenida a través de los procesos de pacificación en la región, sumado a la celebración de procesos electorales libres, la redefinición de las políticas comerciales hacia el mercado externo, Centroamérica se encontraba lista para realizar su propio proceso de integración, pero en esta ocasión redefinido en base al contexto internacional prevaleciente y a las transformaciones económicas resultado del fin de la guerra fría, y de la consolidación de las políticas de apertura comercial, que fijarían un nuevo rumbo para el proyecto centroamericano, que en esta ocasión tendría un carácter integral, siguiendo un modelo 24


neofuncionalista de integración, que promoviera la unificación de las políticas en ámbitos tan diversos como el político, económico, social, cultural, medio ambiente, entre otros”. Con el replanteamiento del modelo de integración en Centro América se suscribe el 13 de noviembre de 1991 el Protocolo de Tegucigalpa a la Carta de la ODECA. Dentro del mismo se promueve el reordenamiento del marco normativo que regula la institucionalidad; ya que (anteriormente) existían instituciones regionales que en la práctica se encontraban dispersas y sin coherencia organizacional dentro del modelo de integración Centroamericano (entre ellas el Banco Centroamericano de Integración Centroamericano –BCIE-, la Secretaría de Integración Económica –SIECA-, Parlamento Centroamericano –PARLCEN-, Corte Centroamericana de Justicia –CCJ-, entre otros); que son retomados y reubicados dentro de la estructura organizacional y a la vez son creados nuevos órganos. Con el Protocolo de Tegucigalpa se institucionaliza la institución orientada hacia la integración en Centro América. Es así como el 1 de febrero de 1993 se establece el marco institucional de la integración que se denomina Sistema de Integración Centroamericano (SICA). El entorno del sistema internacional en el cual dinamiza sus acciones el SICA ha venido evolucionando a grandes zancadas y los temas que dan origen a las acciones, cada vez se tornan más complejos. Sin embargo, el SICA ha sabido adaptarse y responder a temas, tales como: Seguridad Regional, Políticas de Medio Ambiente, Turismo, Desarrollo Social, Tecnología, Desarrollo Sostenible, entre otros. A pesar de lo anterior el SICA no ha podido llegar a vislumbrar el perfeccionamiento y funcionalidad de sus instancias. Un ejemplo de la limitación en el proceso de integración es porque los Presidentes y los Ministros dominan con sus decisiones consensuadas el proceso de integración, mientras que las competencias de órganos regionales, tales como el Parlamento Centroamericano y la Corte Centroamericana de Justicia (que deberían ser órganos supranacionales) no son de naturaleza obligatoria, sino de asesoría y sus reprimendas a Estados de Centro América son morales. Durante los años 90´(1 de febrero de 1993) se da inicio la reingeniería de procesos dentro de los órganos de la SICA. Los esquemas de los Tratados de Libre Comercio han proporcionado nuevos lineamientos dentro de la dinámica comercial internacional y los Estados de Centro América no han sido ajenos a ellos. Razón por la cual se retoman esfuerzos ya realizados como la unión aduanera, la zona de libre comercio, entre otros aspectos. Los esfuerzos, según los estudiosos de la integración en Centro América, consideran “que el proceso de integración en los primeros años del siglo XXI, continúa alejándose más de la concepción multidimensional y progresiva que fue establecida a principios de los años 90´s, por medio del Protocolo de Tegucigalpa, para que en la práctica se acercara a más a un modelo economicista de integración, que enfrenta el enorme reto de traducir los beneficios de carácter económico, en una mayor estabilidad y desarrollo sostenible (…)” (Licenciada Rossangela Nisthal Lemus). 25


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CONCLUSIÓN.

Una de las primeras inferencias a las cuales se arriba es que la idea de integración siempre prevaleció en los deseos de aquellos que iniciaron los esfuerzos independentistas en América Central. Un breve paseo por distintas etapas de nuestra historia dan pie a percatarnos que “América Central siempre se soñó unida”. Acontecimientos tanto internos como externos (dentro del contexto de las naciones) incidieron en las intenciones integracionistas, así como en la estructura organizacional de la integración. Con ello lo que deseamos manifestar es que diversos acontecimientos, tales como la guerra fría, tuvieron efectos en los esfuerzos por consolidar la integración. Por último, es importante que se comprendiera la Teoría de la Integración, ya que de esa manera podemos establecer en qué momento del proceso se encuentra Centro América.

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José Cecilio del Valle. 27


"El Señor Marco Vinicio Quan Ramírez es Diplomático de Carrera con el rango de Segundo Secretario, desempeñando sus funciones de apoyo en la Comisión de Belice (COMBEL) de la Cancillería en la República de Guatemala. Es Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, cuenta con una Maestría en Gestión de Organizaciones de la Universidad de Valparaíso, República de Chile. Asimismo, tiene cierre de pensum en la Maestría de Política y Comunicación de la Universidad Panamericana de Guatemala y en curso la Maestría en Resolución de Conflictos y Mediación en la Universidad de León, España. El Señor Quan Ramírez también desempaña labores docentes en la Universidad Rafael Landivar y Universidad Galileo (en la Maestría de Relaciones Internacionales y Diplomacia).

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