APOSTOLADO DE LA ORACIÓN “Un servicio a la Iglesia desde el Corazón de Cristo.”
NOVIEMBRE CREO EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida (Santo Domingo, moribundo, a sus hermanos,). Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús). (CEC 956) La comunión con los difuntos. "La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones `pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados” (2 M 12, 45)" (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor. (CEC 958)
En la festividad de Todos los Santos (1º de Noviembre) y los Fieles Difuntos (2 de Noviembre), reflexionemos –a la luz del Catecismo de la Iglesia Católica (CEC)sobre un fragmento de nuestra profesión de fe, el Credo. “Creo en la comunión de los santos” La intercesión de los santos. "Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" (LG 49):
"Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones" (CEC 962) Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular
el sacrificio eucarístico (Cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos: Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (Cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo). (CEC 1032)
Fiesta de Todos los Santos Celebramos a las personas que han llegado al cielo, conocidas y desconocidas. (1º. De Noviembre) Ellos –los santos- participan activamente en la vida de la Iglesia, por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. La intercesión de los santos significa que ellos, al estar íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana. Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero. Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos especialmente a rezar a los
santos para pedir su intercesión. Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a todos a la santidad. Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van a presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo; el agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y las omisiones.
Dios. Tratamos sus imágenes con respeto, al igual que lo haríamos con la fotografía de un ser querido. No veneramos a la imagen, sino a lo que representa. - Hiperdulía o Veneración especial: Este culto lo reservamos para la Virgen María por ser superior respecto a los santos. Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de Dios e intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e imitando sus virtudes, pero no con la adoración. MANERAS ESPECÍFICAS DE PEDIR POR NUESTROS DIFUNTOS.
¿Como puedo alcanzar la santidad? - Detectando el defecto dominante y planteando metas para combatirlo a corto y/o a largo plazo. - Orando humildemente, reconociendo que sin Dios no podemos hacer nada. - Escuchándolo a través de Su Palabra; Acercándonos frecuentemente a los sacramentos (Penitencia y Eucaristía) Categorías de culto católico Los católicos distinguimos tres categorías de culto: - Latría o Adoración: Latría viene del griego latreia, que quiere decir servicio a un amo, al señor soberano. El culto de adoración es el culto interno y externo que se rinde sólo a Dios. - Dulía o Veneración: Dulía viene del griego doulos que quiere decir servidor, servidumbre. La veneración se tributa a los siervos de Dios, los ángeles y los bienaventurados, por razón de la gracia eminente que han recibido de Dios. Este es el culto que se tributa a los santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión y en la intercesión de los santos, pero jamás los adoramos como a
SANTA MISA “La Misa es el don más grande que se puede ofrecer al Señor por las almas, para sacarlas del purgatorio, librarlas de sus penas y llevarlas a gozar de la gloria.” San Bernardo de Sena. Siempre que podamos, mandemos decir Misas en su favor y acudamos con frecuencia a la Eucaristía, ofreciéndola por su eterno descanso. Viviendo la Santa Misa, en estado de gracia. SANTO ROSARIO El rezo del Santo Rosario es un continuo acto de fe, de esperanza y amor; de adoración y reparación. La Santísima Virgen María es una
gran intercesora ante Dios en favor de las Almas del Purgatorio. ORACIONES POR PURGATORIO
LAS
ALMAS
DEL
Nuestro Señor mostró a Santa Gertrudis un vasto número de almas dejando el Purgatorio, ¡cerca de 1000, cada vez que recitaba la siguiente oración! Y yendo al Cielo como resultado de esta oración, la cual la Santa acostumbraba decir frecuentemente durante el día. “Padre Eterno, yo te ofrezco la Preciosísima Sangre de tu Divino Hijo, Jesús, en unión con todas las Misas celebradas en el mundo en este día, por las benditas Almas del Purgatorio y por todos los pecadores del mundo. Amén. “La mejor obra de caridad que podemos hacer es ayudar a una persona a bien morir, y ayudar a un alma que está en el purgatorio.” Jesuita P. Jorge Loring. Él Padre Loring hace la siguiente oración dos veces, en la Santa Misa, justamente en la Consagración, cuando eleva la Sagrada Hostia y cuando eleva la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en el Caliz. «Señor mío y Dios mío: que tu santa redención consiga mi salvación eterna y la de todos los que van a morir hoy. Amén». Haciendo Actos de Amor continuos. Jesús enseñó a Sor María Consolata Betrone un Acto de Amor sencillísimo que debía repetir frecuentemente, prometiéndole que cada Acto de Amor salvaría el alma de un pecador y que repararía mil blasfemias. La fórmula de este Acto es: "Jesús, María, Os Amo, Salvad las Almas"