Irredento
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Irredento
Vol. I: Germen del descalabro Julio de 2015 Irredentx es
el fruto de un delirium tremens compartido, similar a Sodoma un domingo por la mañana. tomarse la justicia por la pluma. un intento de antídoto para los males de nuestro tiempo, véase: una dieta saturada en grasas el consumo de drogas sintéticas la sobredosis de gente estupenda. la serenidad del suicida. el tormento del santo. una tentativa de ilustrar los principios neurofisiológicos que subyacen a la nostalgia del futuro que soñábamos con quince años. el asesinato a sangre fría del deus ex machina.
Irredentx es, sobre todas las cosas, la convicción de que el perdón está sobrevalorado y la culpa es un sentimiento abocado al fracaso. MS Gothic: María Mauriz
Garamond e ilustraciones: Diego J. Prufrock
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Callas
Callas y te gusta lo que oyes. Y no callas a menudo. A menudo gritas y pierdo los papeles y recurro a las pantallas y es todo más brillante pero menos bonito. Como una jauría de perros aquí adentro, maullando, descoloriendo los pocos mitos que se mantenían respirando en este cuarto tan pequeño que es mi guerra. Y me bato en retirada, pero nunca corro lo suficiente y ya es bastante pésima la calidad de esos besos que los adulteras con poesía barata, común y corriente, irrelevante, prescindible.
Yo inacabada e impaciente. Tú reluciente y terminada.
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Mi mejor verdugo
He dicho “te quiero” miles de veces aunque ninguna en voz alta como si al decirlo fuera a perder ese derecho, como si mi amor no fuese suficientemente bueno o importante como para tocar el aire, como si no mereciese la pena y a nadie le importase [escucharlo. He gritado algún “te quiero” al borde de un precipicio dentro de mi cabeza en un lugar en el que lanzo el miedo al vacío y lo único que queda es amarte a cielo abierto. He susurrado incoherencias buscando atajos emocionales que no me expusiesen a tu mirada a bocajarro. Igualmente me has fusilado, solo que he sido tan cobarde que ya van más de siete vidas y en cada una de mis muertes me he arrodillado, y tú, cansada de este genocidio de mí, cada vez me dedicas menos balas. Has sido mi mejor verdugo, con ningún otro he disfrutado tanto ni he sentido tanto pánico. Algún día mis últimas palabras serán un “te amo”, o incluso un “ti voglio bene assai”. Mientras tanto, no dejes de matarme con tu amor de guerrilla que aunque no lo oigas en otra dimensión me he quedado afónica de repetirte al oído que ese último latido también iba por ti.
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La dignidad por el suelo
Se me va a caer toda la dignidad por el suelo como abras otra botella de ginebra o de champán. Luego se pega toda a las baldosas y a los azulejos y por la mañana no hay un dios que la recoja. Tú te marchas. Yo paso el día frotando el piso y desinfectándome las pestañas.
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Sísifo Vivir es inmolarse día a día; pretender que algo mejore, un acto de fé.
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Amor*
*Nombre de un Asteroide, descubierto en 1932, que roza la órbita terrestre permaneciendo sin embargo en su exterior. Llevo una eternidad en órbita a tu alrededor, sin llegar sin embargo a rozarte nunca. Las leyes de la astrofísica han dictado que no me corresponde a mí ese privilegio cósmico y yo, sumisa e impotente, me hago a un lado, a millones de años luz. Me concentro en las insignificancias terrestres que sí están bajo mi control, como las transformaciones que sufren esta hoja en blanco, la arcilla que se expande entre mis manos o la mezcla exacta de ron y Coca-cola de esa copa. Tú, puede que junto a los Quasar uno de los objetos más luminosos del universo, pareces ignorar este inaudito fenómeno astronómico y te desentiendes de mi desasosiego. Realmente esto es lo más cerca que puedes estar de alguien. Por eso respeto tu fugacidad. Sigo dando vueltas consciente de que desviar mi trayectoria hacia alguna otra estrella vecina, no resultaría mas que en un insostenible invierno. Un espanto cuántico, en definitiva.
Quizás eso sea el amor. *Sin embargo, algunos estimados colocan la probabilidad de una colisión tan alta como cada 100 años.
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Aún sigue
tu perfume
en mis sábanas: olor a promesa de primavera esbozada en invierno
olor a café y canela una mañana en los pródromos de mi enfermedad olor a los cadáveres que arrastras y a los que vas dejando en el camino.
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Yo siempre estoy sancionada
Se me ha pasado por la cabeza que aunque pase de los sesenta, si es que llego a pasar, nunca seré una persona adulta de esas. Una persona adulta va a trabajar, se casa, cría niños, come bien y devuelve a tiempo los libros. Yo, paso demasiado tiempo en el bar, soy soltera de solemnidad, no he conservado vivo ni [un bonsái, estoy cenando una croqueta y colacao con galletas y siempre [SIEMPRE] estoy sancionada en la biblioteca municipal.
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puedes [abrirme en canal y llevarte todo lo que los buitres hayan dejado - que es nada, excepto algunas luces encendidas, un coraz贸n agrio y mi maltrecho est贸mago.
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Descalabro Con delicada brutalidad detona en su pecho las palabras justas, llenando de grietas su aliento. Los bichos, chirriantes, se cuelan por las brechas blanqueando el destierro, endiosados en el néctar descompuesto. En un ademán tiránico le astilla las costillas sin alboroto, sin disfrazar la aversión, rechinando los colmillos de placer como los lobos de lluvia que merodean en manada, salivando por acabar a dentelladas lentas con los despojos del desastrado. Velma, orgullosa de haber desmembrado con su lengua, sin rocas, sin aceros, al ser que quiso permanecer a su lado a pesar de todos sus defectos, guardará orgullosa las tibias como reliquias de su fortuna torcida, de la malquerencia lujuriosa, germen del descalabro.
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Proyecto de escapismo urbano*
(Fase I)
Gritaderos públicos.
Vaciadores de angustia.
Desagües de rabia.
Cabinas de autodestrucción pasiva
en las plazas, en los auditorios, para lxs desheredados, lxs sin prozac. Vine, vi, lloré. Visualizar la derrota es fundamental.
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Habitáculos mínimos junto a cabinas telefónicas
para desgarrarse las cuerdas vocales, estallar de autocompasión en plena calle. Desplomarse y sentirse mejor [ese alivio fruto de expectativas que se precipitaron al vacío liberándonos al estallar contra la realidad. Nuestros huesos doloridos y mediocres, plenos, como adornos de Navidad fundidos.
La gente normal ¿también tiembla todo el tiempo?
*Plan General de Ordenación Emocional
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Otra vez el insomnio. Otra vez el sueño colgando de tus dedos, como una telaraña. De nuevo el dolor y las serpientes y todo el frío del invierno sujetos con alfileres a mis párpados. Otra vez la recidiva sanguinolenta de las noches esperando. Arena en la boca y las líneas que comienzan a trazar el tejido de mis pesadillas, el cénit de esta dolencia insidiosa.
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∞
Quince vidas para desconocerme en todas, ser una temeraria en trece, amar bien aunque sea en media, buscarte olvidarte en al menos nueve y no entender ninguna y no aferrarme a ninguna y no pensar en ninguna y no quedar intacta en ninguna ∞ y desperdiciarlas todas.
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Anegada
He encontrado un manantial entre mis costillas, inagotable, para tres o cuatro vidas, generaciones de plañideras. Tengo que ir más al gimnasio si quiero vivir lo suficiente para llorarlo todo a la primera vida, para no ir derramándome, no empapar el ataúd, que es de madera de cerezo, que es muy cara y es una pena estropear las cosas caras. Tienes que cuidar tus cosas. Madura muerta, madura. ¿No sabes lo que cuesta? Como si la eternidad creciese en los árboles. Madura, ten prioridades. ¿Qué van a decir de tu esqueleto inundado? Muerta, inmadura y empapada, debería darte vergüenza. Todo ese moho en la clavícula, ¿qué te crees? ¿que hidratada vas a ser más zombie? ¿menos inerte? He encontrado un manantial y no sé como parar la hemorragia.
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Tu rostro hundiĂŠndose en el agua, entre nenĂşfares y flor de loto. En el lecho del estanque, olvido y redenciĂłn.
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Turno de réplica
Odio saber ya lo que voy a hacer mañana odio este equilibrio insípido odio mis reglas odio sentirme cómoda encadenada odio tener mil revoluciones en la cabeza y una vía recta a mis pies odio la autoflagelación por tener todo sin hacer prácticamente nada odio definirme más por lo que odio que por lo que me apasiona y me rebato persistentemente como gotas de lluvia cayendo furiosas contra mis neuronas. Absurda no dejo de interferir con mi supervivencia, colisionando contra la realidad terca y anodina Aún con todas estas taras ingrávidas] que me machacan las cervicales, chaladuras neuróticas, vacíos emocionales ... aún me rebato (:) Amo despertarme sin rumbo amo el caos anárquico-vital me apasiona el desequilibrio intenso, vivificador amo ese punto de incertidumbre que te lanza a las estaciones y los aeropuertos amo esta maldita calavera en ruinas
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amo y sigo adelante con la pena como energía renovable. Por eso pienso aquí angustiosamente estática donde todo ha sido sospechosamente fácil, pienso en lo lejos que llegan ellxs sin nada y en lo extraña que quedo yo aquí con todo el escribir compulsivo la turbia contención poética y pienso también que tengo que salir de este lugar tengo que huir con lo puesto tirar millas para despertar.
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Vuelve cuando el tiempo haya limado las aristas cuando la estancia esté en penumbra y el dolor sólo se intuya cuando sepa distinguir si la arena en los pulmones es lo que dejó el desastre o sólo el cambio de estación. Pero hasta entonces dame una o dos vidas de serenidad.
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Fenómenos cuánticos En otros mundos sí has nacido entre temores colectivos inconcretos, bandas callejeras de ancianos, niños con metralletas... y otros fenómenos cuánticos. Como todos los soles de la galaxia juntos, colapsan y explotan.
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El orbe en mi pecho se mimetiza con la luz zafoniana de esta ciudad, enferma de recuerdos. - ÂżO son las calles las que se oscurecen a mi paso? De cualquier modo, se hace preciso en la tiniebla andar a tientas. Te siento colgar de mi cuello roto - losa que me arrastra al fondo y salgo a buscarte, husmeando tu rastro - como el lobo bajo el embrujo amarillento de las luces de la calle. Entonces recuerdo que solĂas decir que nadie te habĂa tocado como yo. Pero no fue suficiente.
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Penumbra, y el frío espectral de los edificios abandonados, merodeando por el espinazo corrientes de aire gélido ululando por pasillos desolados. La primera estancia, el salón, plagado de fotografías -testigos silentes de la urgencia de la huida vistiendo con resignación la luz cetrina que se cuela entre las rendijas de los tablones que tapian las ventanas. Más adelante, los dormitorios, c y llanto c cerrados a sal
Deambula a sus anchas, fantasmagórico, el desamparo
y al fondo, en lo más oscuro de la cocina, ese puto grifo que nunca deja de gotear.
A veces pienso en mí como una casa. 25
Lunes
A veces soy un lunes. Menguo perdida en mi entropía. Me paso la vida pagando deudas que no recuerdo cuándo ni con quién contraje. Respondo a lealtades invisibles, ancestrales, con huidas épicas y atrincheramientos mentales. Soy un lunes, a ratos, con un complejo de inferioridad de dimensiones bíblicas. Por eso escribo a brochazos por las paredes de mi diminuto cuarto. Escribo compulsivamente y sin sentido de cualquier manera a modo de escapismo ritual. Pensarás que mi ego está muy por encima de mis posibilidades intelectuales pero tengo una tablet y todo el conocimiento del mundo en la punta de los dedos. ¡Ah! [y un montón de likes.
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Soy un lunes, a menudo, de esos difusos, con regusto amargo a domingo, tan disfuncional como una familia sin televisor.
Por ejemplo, tecleo siete horas al día cosas que no me importan sobre gente que no conozco, que no veré nunca, que me odiará siempre porque no le regalé a su hijo el puto IPhone 6. Tecleando siete horas quizás podría pagarme un alquiler, podría darme el lujo de otro cañón en el Rastrel y aún así me quejo y es para darme una o dos manadas de hostias porque hay gente que no puede comer. Aún así es miércoles. Yo soy lunes otra vez. Como el resto del mundo, me odio. Añoro cuando solía ser un viernes, [incluso un sábado resacoso, añoro saberme perdida e improductiva,
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echada a perder pero querida en mi decrepitud ociosa. Soy hoy tan lunes: mi vida me da pereza las vuestras me dan envidia la ginebra y los mapas, nostalgia. Como lunes, tengo un don:
lo habrás notado, la autocompasión.
Por favor, si alguien, si mi exnovia, o cualquier otrx, me está escuchando, por favor, hazme viernes, hazme día de fiesta, hazme lo que quieras.
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Aprender a marcharse
Cuando muera, que podría hacerlo en cualquier momento [no seré yo la impertinente con las Moiras, cuando muera quisiera que mis latidos se fueran espaciando para poder despedirme con la calma de la eternidad plácida de todo lo que he amado.
lento,
Es raro, pero ahora quisiera morir despacio, recreándome en el poder y la magia que entraña esta finitud nuestra. Quisiera aprender en algún momento a marcharme de los sitios sin prisa, y dicen que nunca es tarde si la dicha es buena. Si pudiera elegir, escogería apagarme como los rescoldos de una hoguera grande, alrededor de la que se ha calentado el alma mucha gente buena el tiempo que sus llamas se hayan adherido al oxigeno en la noche más larga, la noche en la que arden las decepciones y las derrotas y el calor se transforma en sueños renovados y resurge la fe en un dios que quizás esté ahí o quizás esté en otro cielo, quién sabe, en Marte, velando por seres menos arrogantes. Me gustaría arder, puestxs a pedir, en un pico alto que acaricie el cielo y el silencio sacro. Sí, querré silencio, querré escuchar al fin. Con mis huesos se consumirá el ego y serán ceniza las absurdas ambiciones mortales, la necesidad de aprobación de nadie. Habrá tiempo para acompañar los ecos sin el ruido molesto y constante de un reloj.
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Querré además que a ese pico, mi lecho rocoso, lo cubra el musgo empapado de vida en primavera y la nieve revitalizante en invierno, y que a pesar de todo, de la evolución de mi materia en polvo, sienta de vez en cuando el escalofrío de la vida por mi espinazo etéreo. Si de mí dependiera, al morir me velarían los grillos y las salamandras y mientras vosotrxs no dejaríais de celebrar la vida en algún lugar hermoso, cerca del mar y del cielo, un lugar de esos que al recogerte consiguen hacerte sentir diminutx, ponerte en tu sitio en el/los universo(s) sin que dejes por ello de saberte valiosx, [hermosx incluso a un nivel microscópico. Pediría que permanecieseis juntxs aún a miles de kilómetros, sabixs, conscientes de que cada latido avala que sois en esencia un milagro cósmico, que ignorar vuestra fuerza es profanar la naturaleza, que estar perdidxs no os da derecho a confinar vuestros dones. Comprenderíais que al final las ausencias se tornan tesoros hondos, antiguos, y no espacios en blanco, que el dolor se forjó para romper vuestros límites y expandir vuestra mirada, no para achicarla. Pediría, en definitiva, que el resto del camino siguierais con la sonrisa irrevocable y el corazón por delante.
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