Mitologia by isabel darko

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PRIMERA EDICIÓN 2013

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MITOLOGÍA ILUSTRADA Diseñado e ilustrado por Isabel Darko


Unicornio El unicornio es una criatura mitológica representada habitualmente como un caballo blanco con patas de antílope, barba de chivo, y un cuerno en su frente. En las representaciones modernas, sin embargo, es idéntico a un caballo, sólo diferenciándose en la existencia del cuerno mencionado. El unicornio es un animal fabuloso protagonista de numerosas historias y leyendas. En la Edad Media estaba considerado como un animal fabuloso capaz de derrotar a animales más fuertes físicamente, incluso elefantes. Existen tres hipótesis que intentan explicar la aparición de la leyenda del unicornio en Europa: La primera procede de las exploraciones griega, italiana y macedonia en la India: existían relatos de criaturas de un solo cuerno, probablemente rinoceronte índicos. Si el hipopótamo fue llamado “caballo de río” por los exploradores griegos “caballo” y “río”, parece verosímil suponer que igualmente describirían a un rinoceronte indio como un caballo con un cuerno sobre la cabeza. La segunda proviene de los pueblos vikingos que comerciaban en el interior de Europa cuerno de narval; las primeras representaciones artísticas conocidas de este cetáceo en el interior de Europa eran similares a un unicornio marino. Muy probablemente, y puesto que el mito está documentado desde la antigua Grecia, los pueblos nórdicos tan solo aprovecharon la leyenda preexistente para vender colmillos de narval como si fueran cuernos de unicornio, asociados a todo tipo de propiedades curativas. La tercera tiene su origen en el reciente (el 13 de junio de 2008) descubrimiento en el parque natural de Prato (Toscana), en la italiana, en el que se ha documentado un corzo con un solo cuerno en el centro. Parece factible que esta peculiaridad se haya producido más veces a lo largo de la historia. En la reserva natural de Prato creen que un corzo con un solo cuerno, como el encontrado en su zona, pudo dar origen al mito.1 Hablando de hechos enlazando con el primer punto, hace referencia a la Cultura del valle del Indo donde se han hallado unos 2000 sellos, que representan todo tipo de animales de la zona, en la cuarta parte de los 2000 ha-


llados, encontramos grabados de animales de cuerno único y curvo (como cabía esperar, no recto); se da por válido(obviando estudios acerca de la perspectiva y la iconografía representativa), ya que el resto de grabados no poseen animales míticos, es más, esta civilización desaparecida no tenía religión conocida, ni templos ni grandes estatuas, por lo que se descartan la mitología, dioses o similares. Las primeras versiones del mito son del médico griego Ctesias, historiador griego del siglo V a. C., y datan del año 400 a. C. durante sus expediciones a la India, quien lo describió como un animal silvestre de la India con la aparencia de un caballo, pero con el cuerpo albo, la cabeza púrpura y los ojos de color azul intenso. El cuerno de esta prodigiosa bestia, según la descripción de Ctesias, era negro con la punta roja y la base blanca, y tenía propiedades medicinales que permitían sanar problemas estomacales, epilepsia o envenenamientos. También era descrito como un animal blanco con cuerpo de caballo, barba de chivo, patas de ciervo y cola de jabalí o de león, con un cuerno espiral en su frente que crecía recto hacia delante. El unicornio era un animal de há-


bitos solitarios y muy esquivo, pero igualmente agresivo, así que su caza era particularmente difícil. Los nobles de la Edad Media enviaban cazadores a la India para dar caza al unicornio. Durante la Edad Media era perseguido por su cuerno ya que brindaba protección contra todos los venenos así como enfermedades, lo cual lo hacía muy longevo a quien se lo administraba; los nobles y los hombres buscaban estos dones consumiendo ese cuerno en forma de polvo en la comida y bebida, preferiblemente en una copa hecha del mismo material. Por obtener este remedio contra la muerte, los nobles de la antigüedad pagaban cifras astronómicas. De este modo creían que jamás podrían ser envenenados. En realidad, la materia prima de estas milagrosas copas debía provenir de los cuernos de algún rinoceronte o del comillo del narval, una pequeña ballena cuyos machos desarrollan tales colmillos a partir de uno de los dos únicos dientes que poseen. Se ha especulado mucho sobre la identidad del animal que pudo haber dado principio a la leyenda del unicornio. La explicación más plausible es que naciera como un intento de Ctesias y sus ayudantes de describir el rinoceronte de la India, un animal de hasta cuatro toneladas que, efectivamente posee un único cuerno sobre su hocico. A su vez simbolizaba la virginidad, es por ello que se creía que la peligrosa caza del unicornio se simplificaba mucho cuando los cazadores usaban una joven virgen con la que atraer a la criatura y amansarla, de forma que matarlo resultaba mucho más sencillo.


Sirena Las sirena (en griego antiguo, Σειρήν Seirến, ‘encadenado’, relacionado quizá con el sánscrito Kimera, ‘quimera’) son seres fabulosos. En la mitología griega eran ninfas o deidades marinas, y se las describe como mujeres hermosas con una cola de pez; hechizaban a los marineros con sus cantos. Aunque en su forma en vasos las muestran como híbridos de mujer y ave, posteriormente la representación más común las describe como hermosas mujeres con cola de pez en lugar de piernas, como Tritón. Es por ello que muchas lenguas no latinas distinguen la sirena original clásica (inglés siren, alemán Sirene) de la sirena con cola de pez (inglés mermaid, alemán Meerjungfrau). Su tipología es variada, por regla general, son sirenas de tratamiento naturalista, hermoso rostro y largos cabellos, que en muchas ocasiones sostienen instrumentos musicales o se dedican a acariciar sus cabellos en actitud coqueta. En el siglo XVI, la actitud más generalizada de las sirenas fue sostener con las manos un espejo y un peine. La cola era un emblema de la prostitución y el espejo, considerado como objeto mágico, era atributo de la mujer impura, y servía para contemplar el rostro de la muerte o el culto al diablo (similitud a la actitud de afrodita en el mundo clásico).La sirena también implica un símbolo de los tiempos de transición de Carnestolendas (carne) a la cuaresma (pez). Más adelante las sirenas aparecen amamantando a sus crías. La leche de las sirenas era conocida por los alquimistas con una proteína que permitía el crecimiento rápido de los héroes abandonados en el agua. Por otra parte la tipología que gozó de mayor predicamento en las representaciones góticas, fue la sirena de cola pisciforme única. En el marco de la mitología griega, las sirenas son criaturas ligeramente difusas debido al remoto y rico trasfondo de su origen, probablemente ligado al mundo de los muertos. Según los mitos originales se trataba de seres con cuerpo de pájaro y rostro o torso de mujer, que inequívocamente se distinguen siempre por el hecho de tener una voz musical, prodigiosamente atractiva e hipnótica. La tradición las hacía habitar en una isla del Mediterráneo frente a Sorrento, en la costa de la Italia meridional (en ocasiones se



alude concretamente a Capri). El primer testimonio escrito que se tiene de ellas es su mención en la Odisea de Homero. Sin embargo, ya figuraban con la citada forma en las representaciones artísticas más antiguas de Grecia, muchas de las cuales son monumentos y ofrendas funerarios. Se deduce así su presumible vínculo con el otro mundo, unido al frecuente uso iconográfico de los seres alados para representar a los espíritus de los difuntos. Si bien es un tema que sigue siendo objeto de debate entre los expertos, parece plausible que, en un principio, los griegos hubieran visto a las sirenas como las encargadas de transportar las almas al Hades (función que posteriormente acabaría asumiendo el dios Hermes en su papel de psicopompo). En época preclásica comenzaron ya a asimilar, aunque nunca plenamente, ciertos aspectos aislados de otras ninfas como las náyades o las nereidas: en concreto, la asociación más o menos directa con el medio líquido y la fatalidad de su atractivo. Náyades y nereidas resultaban letales para los hombres debido a su naturaleza acuática, si bien eran normalmente benéficas y les prestaban ayuda; en cambio, las sirenas adquirieron un carácter maligno de matiz monstruoso, pues el influjo irresistible de su canto llevaba intencionadamente a la perdición. Las naves que se acercaban a su isla acababan estrellándose contra las rocas y ellas devoraban a los marineros, dejando la costa repleta de huesos. Los antropólogos que suscriben el parentesco de las sirenas con el más allá plantean una teoría: en paralelo con arquetipos de otras mitologías, quizá estos seres fueran inicialmente genios que guardaban el paso hacia las Puertas de la Muerte. Puertas que muy bien podrían estar simbólicamente emparentadas con el paso de Escila y Caribdis, al que las sirenas están próximas en los cantos homéricos. Eurípides, en una estrofa del coro de Helena (verso 168) las llama παρθηνικοι κοραι parthenikoi korai, ‘jóvenes doncellas’; en este fragmento se apoyan Laurence Kahn-Lyotard y Nicole Loraux para incluirlas dentro de las figuras del Más Allá, identificándolas con las cantoras de las Islas de los Bienaventurados descritas por Platón. Distintos relatos las hacen descender de los dioses fluviales Aqueloo —una versión, en concreto, las hacía proceder de su sangre, cuando esta fue derramada por Heracles— o Forcis, sea sin intervención femenina o con la de las musas Estérope, Melpómene o Terpsícore, relacionadas con el canto y el baile. Su número es también impreciso, contándose entre dos y cinco. Los nombres registrados incluyen Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes) o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (como un ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta).


Medusa Gorgona o Medusa (en griego antiguo Μέδουσα Médousa, ‘guardiana’, ‘protectora’) es uno de los personajes femeninos más enigmáticos y característicos de la mitología grecorromana. Su origen posiblemente se encuentra en Oriente Próximo, pues comparte atributos con deidades “grotescas” como Bes, Path Pateco o Humbaba, que luego se hicieron muy populares por todo el Mediterráneo en la Antigüedad. Las referencias anteriores al siglo V a.C. cuentan de ella que era la única mortal de las tres serpientes hermanas conocidas como Gorgonas, hijas de los titanes marinos Forcis y Ceto. Así mismo fue la única entre ellas en tener descendencia, pues el dios Poseidón llegó a conseguir seducirla. Tanto Homero como Hesíodo recogen descripciones similares de las Gorgonas en sus obras: dos serpientes saliendo de sus cinturas y que luego se plegaban sobre sus cabezas; bocas de las que saldría una lengua vibrante; mandíbulas furiosas batiéndose incesantemente y terribles miradas capaces de causar la muerte al que se las devolviera. De esta época aún temprana proviene posiblemente el aspecto más “canónico” de Medusa: rostro a modo de máscara monstruosa, serpientes por cabellos y una gran boca abierta de la que asoman una larga lengua y en ocasiones hasta colmillos semejantes a los de un jabalí. Éstos y otros atributos conforman el llamado Gorgoneion, un muy popular talismán de protección que solía utilizarse en la Antigüedad sobre tumbas, escudos, piezas de armadura, o en estatuas domésticas y puertas de ciudades. Según avanza el tiempo, sin embargo, tanto la historia como el aspecto de la Gorgona irán cambiando hacia formas más amables. Durante la época clásica griega, Medusa seguiría siendo hermana de las Gorgonas Esteno y Euríale, pero únicamente ella no presentaría un aspecto totalmente monstruoso. Los autores latinos como Ovidio ya se refieren a ella como una bella joven que servía como sacerdotisa en el templo de Atenea. Su posición obligaba a estas mujeres a no poder contraer matrimonio y a permanecer



vírgenes, siguiendo el ejemplo de la diosa a la que rendían culto. Sin embargo, Medusa fue seducida y ultrajada por Poseidón en la zona más sagrada del mismo templo donde habitaba y, al enterarse Atenea, lejos de castigar al causante de la desgracia de su sierva, decidió transformarla a ella en un ser monstruoso con serpientes por cabellos y mirada mortale que impidiera a otros hombres acercársele jamás. Sea como fuere, la historia de Medusa quedaría incompleta si no hiciéramos referencia a su más famoso antagonista: el héroe y semidió fador en muchas hazañas, Perseo, al igual que otros héroes, ambicionaba el poder de la mirada mortal de la temible Gorgona y, con ayuda de Hermes y la propia Atenea se adentra en su guarida para darle muerte. Para evitar quedar petrificado por la mirada del monstruo, Perseo se guiará por el antro mediante el reflejo de su escudo. Finalmente halla a Medusa dormida, reposando la pesadez de su preñez, y la decapita con su espada. De su cuello sangrante nacerán el corcel alado Pegaso y el gigante Crisaor, a su vez futuro padre de Gerión, el que será considerado primer rey mítico de Tartessos. Desde entonces, Perseo contará con un arma de lo más eficaz en sus peligrosas misiones para el rey Polidectes, siendo capaz de convertir a cualquier enemigo en piedra. Tras su victoria final, Perseo entregará la cabeza a la antigua enemiga de Medusa, Atenea, que la fijará en su Égida. Por último, es posible que la figura de Medusa sea una reminiscencia de la oscura divinidad que se adoraba en los festivales agrarios y los cultos mistéricos de la Grecia pre-homérica. En esta época el lugar de honor no lo ocuparían los dioses masculinos del luminoso panteón olímpico sino una diosa ominosa (que podía ser una, tres o muchas), madre tanto de los vivos como de los muertos y con un espíritu oscuro y lleno de terror.


Dragon El dragón (del latín draco, y este del griego δρακων, drakon, ‘víbora’ o ‘serpiente’) es un animal mitológico que aparece en diversas formas en varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados. Las interpretaciones más familiares de dragones son los dragones europeos, derivados de la tradición popular y de la mitología de Grecia, Escandinavia y Oriente Próximo, y también los dragones orientales. La palabra dragón deriva del griego δράκων (drákōn), “dragón, serpiente de gran tamaño, o serpiente de agua”, que probablemente viene del verbo δρακεῖν “ver claramente”. En función de las diversas culturas que lo han representado, la figura del dragón juega un papel importante como dios o guardián, o como monstruo y poderoso enemigo. Se le atribuyen cualidades y habilidades tales como ser poseedor de una gran sabiduría y conocimiento o pecar de gran avaricia y codicia que le conduzca a devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros. Por lo tanto, la imagen y figura del dragón ha ido variando y ha sido interpretada de muy diversas formas a lo largo de la historia. Las culturas occidentales y orientales han imaginado reptiles gigantes y alados; puede ser debido al contacto con cocodrilos, caimanes o gaviales. Los dragones occidentales tienen por lo general apariencia de un gran lagarto o cocodrilo, con alas, aliento de fuego, cuernos y gran ferocidad. Los dragones orientales tienen por lo general apariencia serpentina mezclada con características de otros animales, estos casi nunca tienen alas. Los dragones han sido famosos a lo largo de los años en la literatura y en el mundo cinematográfico. El mito de la existencia de los dragones se sustenta en una diversa cantidad de leyendas y representaciones, diseminadas entre las distintas culturas que lo representan. Se ha planteado, como explicación de este fenómeno, el descubrimiento de fósiles de dinosaurio que llevasen a esas culturas a imaginar seres parecidos. También cabe señalar que los dragones en cada cultura presentan aspectos y características diferentes. Así, en la Edad Media, se creía que los cadáveres de cocodrilo, llevados a




mercados y demás sitios de exhibición europeos desde Egipto y Arabia durante la época de Las Cruzadas, eran vistos como si se tratasen de cadáveres de dragón. El simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha.2 La lucha entre el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos significados. En estos míticos combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián, que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera, cuya acción implica la muerte –o el nacimiento– de un orden universal.2 Así, en un principio, los dragones fueron devoradores de dioses –algunos mitos se refieren a los dragones como la causa de los eclipses, por ejemplo–, o sus enemigos –caso de Apofis y Pithon, enemigos del sol–; posteriormente los dragones fueron fuerzas a la que se les ofrecían doncellas en sacrificio y no tardaron en concebirse como comedores de hombres. De todos modos, ese papel no se aleja del de guardián, que implica la espera y el mantenimiento de un orden que preludia una reinvención del universo o el descubrimiento de un lugar sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que simbolizan el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe. Las actitudes tomadas en las culturas del mundo frente a la figura del dragón y la lucha que supone se distancian en ocasiones, particularmente si se compara la idea de dragón que existe en el lejano Oriente con la predominante en Occidente. Los dragones chinos (o long), los japoneses (o ryū) y los coreanos son vistos generalmente como seres benévolos, mientras que los europeos son en su mayoría malévolos. Sin embargo, los dragones malévolos no están restringidos a Europa: entre otras culturas, esta interpretación se mantiene también en la mitología persa. El tema es complejo y ha variado a lo largo de la historia. Como ejemplo, entre los romanos, típicos representantes del Occidente antiguo, el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría.


Elfos Los elfos son criaturas de la mitología nórdica y germánica. Originalmente se trataba de una raza menor de la fertilidad y representados como hombres jóvenes y mujeres de gran belleza que viven en bosques, cuevas o fuentes. Se les consideraba como seres de larga vida o inmortales y con poderes de vida. Los elfos germanos originales (sajón antiguo alf; alto alemán medio: alb, alp; plural elbe, elber; antiguo alto alemán alb, del siglo XIII15 ) se cree que eran ligeras criaturas que vivían en el cielo durante la era del paganismo germánico, y puede que haya incluido elfos oscuros o enanos subterráneos (ya que se entendía que eran similares a los álfr de la antigua mitología nórdica). En el folclore post-cristiano comenzaron a ser descritos como pícaros maliciosos que podían provocar enfermedades en el ganado y la gente, y además provocar malos sueños. La palabra alemana para pesadilla, Albtraum, significa “sueño de elfo”. La forma arcaica Albdruck significa “agobio elfo”; se creía que las pesadillas eran provocadas por un elfo sentado en el pecho de una persona durmiendo. Este aspecto de las creencias germanas en los elfos se corresponde de manera similar con las creencias escandinavas en mara. También guarda cierta similitud con las leyendas sobre los íncubos y súcubos.16 En el folclore de Dinamarca y Suecia aparecen muy ocasionalmente reyes elfos, pero hay una predominancia de mujeres elfas. En la época germana media de Nibelungenlied, un enano llamado Alberich juega un importante papel. Alberich cuyo nombre es literalmente “elfo soberano” contribuye aún más en la confusión entre elfos y enanos que viene ya desde la Edda prosaica. A través del francés Alberon, la palabra entró al idioma inglés como Oberón – rey de los elfos y las hadas en la obra de Shakespeare, El sueño de una noche de verano. La leyenda de Der Erlkönig parece haberse originado en una época más reciente en Dinamarca y Goethe basó su poema en “Erlkönigs Tochter” (“La hija de Erlkönig”), una obra danesa traducida al alemán por Johann Gottfried Herder.



La naturaleza de Erlkönig ha sido tema de varios debates. El nombre traducido literalmente del alemán sería “rey Alder” más que su habitual traducción del inglés de, “rey elfo” (que sería en alemán Elfenkönig). Se ha sugerido en ocasiones que Erlkönig es un error de traducción de la fuente original danesa ellerkonge o elverkonge, que en este caso si significa “rey elfo”. De acuerdo al folclore germano y danés, el Erlkönig aparece como un presagio de muerte, de manera similar a banshee en la mitología irlandesa. A diferencia de banshee, el Erlkönig se le aparece solamente a un persona a punto de morir. Su forma y expresión dice a la persona que tipo de muerte tendrá: una expresión de sufrimiento indica una muerte dolorosa, una pacífica es señal de muerte tranquila e indolora. Este aspecto de la leyenda fue inmortalizado por Goethe en su poema Der Erlkönig, que más tarde sería musicalizado por Franz Schubert. En la primera historia del cuento de hadas de los hermanos Grimm, Die Wichtelmänner, los protagonistas que dan título al cuento son dos pequeños seres que ayudan a un zapatero en su trabajo. Cuando recompensa su trabajo con pequeñas ropas, están tan encantados, que se alejan corriendo y nunca los vuelve a ver. Aunque los Wichtelmänner son similares a seres como los kobolds, enanos y brownies, los protagonistas del relato han sido traducidos en ocasiones como elfos. Variaciones de los elfos germanos en el folclore incluye a la gente de los árboles17 y las damas blancas. Jacob Grimm no los asocia directamente con los elfos, pero otros investigadores ven una posible conexión a los brillantes elfos de luz de los antiguos nórdicos.


Centauro En la mitología griega, el centauro (en griego Κένταυρος Kentauros, ‘matador de toros’, ‘cien fuertes’, plural Κένταυρι Kentauri; en latín Centaurus/Centauri) es una criatura con la cabeza, los brazos y el torso de un humano y el cuerpo y las piernas de un caballo. Las versiones femeninas reciben el nombre de centáurides.1 2 Vivían en las montañas de Tesalia y se les consideraba hijos de Kentauros (el hijo de Ixión y Néfele) y algunas yeguas magnesias, o de Apolo y Hebe. Los centauros son muy conocidos por la lucha que mantuvieron con los lápitas, provocada por su intento de raptar a Hipodamía el día de su boda con Pirítoo, rey de los lapitas y también hijo de Ixión. La riña entre estos primos es una metáfora del conflicto entre los bajos instintos y el comportamiento civilizado en la humanidad. Teseo, un héroe y fundador de ciudades que estaba presente, inclinó la balanza del lado del orden correcto de las cosas, y ayudó a Pirítoo. Los centauros huyeron. (Plutarco, Teseo, 30; Ovidio, Las metamorfosis xii. 210; Diodoro Sículo iv. 69, 70.) Escenas de la batalla entre los lápitas y los centauros fueron esculpidas en bajorrelieves en el friso del Partenón, que estaba dedicado a la sabia Atenea. Como la Titanomaquia, la derrota de los Titanes por los dioses olímpicos, las contiendas con los centauros representan la lucha entre la civilización y el barbarismo y es conocida como Centauromaquia. El personaje general de los centauros es el de seres salvajes, sin leyes ni hospitalidad, esclavos de las pasiones animales. Dos excepciones a esta reglas son Folo y Quirón, que expresaban su «buena» naturaleza, siendo centauros sabios y amables. Entre los centauros, el tercero con una identidad individual es Neso. El episodio mitológico del centauro Neso raptando a Deyanira, la prometida de Heracles, también proporcionó a Giambologna (1529-1608), un escultor flamenco que trabajó en Italia, espléndidas oportunidades de concebir



composiciones con dos formas en violenta interacción. Giambologna realizó varias versiones de Neso raptando a Deyanira, representados por los ejemplos conservados en diversos museos. Sus seguidores, como Adriaen de Vries y Pietro Tacca, continuaron esculpiendo incontables repeticiones del tema. Cuando Albert-Ernest Carrier-Belleuse abordó la misma composición de formas en el siglo XIX, la tituló Rapto de Hipodamía. En antiguas vasijas pintadas áticas los centauros eran representados como seres humanos de frente, con el cuerpo y las patas traseras de un caballo sujetos a la espalda. Posteriormente, fueron hombres sólo hasta la cintura. La batalla con los lápitas y la aventura de Heracles con Folo (Apolodoro, ii. 5; Diodoro Sículo, iv. li) son temas favoritos del arte griego. Muchas leyendas sobre los centauros sostienen que son criaturas muy inconstantes, que miran con frecuencia al cielo para determinar sus destinos. Son grandes astrólogos y muy aficionados a la adivinación.

El antropólogo y escritor Robert Graves especuló con que los centauros de la mitología griega fueran una reminiscencia de una secta prehelénica que considerase al caballo un tótem. Una teoría parecida aparece en El toro del mar de Mary Renault. Otras fuentes especulan con la idea de que los centauros provengan de la primera reacción de una cultura que no conociese la equitación, como el mundo egeo minoico, hacia los nómadas que sí montaban a caballo. La teoría señala que tales jinetes parecerían mitad hombres mitad caballos. La cultura de doma y monta de caballos surgió primero en las estepas del sur de Asia Central, quizá aproximadamente en la actual Kazajistán.


Fenix El fénix (griego antiguo: φοῖνιξ, romanización: phoînix, correspondiente al Bennu egipcio, es un ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de fuerte pico y garras. Se trataba de un ave fabulosa que se consumía por acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir de sus cenizas. Según algunos mitos, vivía en una región que comprendía la zona del Oriente Medio y la India, llegando hasta Egipto, en el norte de África. Muy presente en la poesía árabe (En árabe: Al- Anka). El mito del ave Fénix, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el Más allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria. Según el mito, poseía varios dones, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas. En el Antiguo Egipto se le denominaba Bennu y fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol. El Fénix ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad. Para Heródoto, Plinio el Viejo y Epifanio de Salamina, esta sagrada ave viajaba a Egipto cada quinientos años, y aparecía en la ciudad de Heliópolis, llevando sobre sus hombros el cadáver de su padre, a donde este iba a morir, para depositarlo en la puerta del templo del Sol. Probablemente la leyenda del Fénix pasó a de la tradición egipcia a la grecorromana a través del historiador Heródoto (484 - 425 a. C.), quien cuenta en sus historias que viajó a Egipto y conoció a los sacerdotes egipcios de Heliópolis. En adelante, el mito aparece en obras de autores clásicos diversos: el naturalista Plinio el Viejo, el escritor Luciano, el retórico Séneca, y los poetas Ovidio y Claudio Claudiano, o los cristianos Pablo de Tarso, el Papa Clemente de Roma, Epifanio o San Ambrosio. Según la leyenda cristianizada [cita requerida], el ave Fénix vivía en el Jardín del Paraíso, y anidaba en un rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de la espada del ángel que los desterró surgió una chispa que prendió el nido del Fénix, haciendo que ardieran éste y su inquilino. Por ser la única



bestia que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones, siendo el más destacado la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas. Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años. Para San Ambrosio, el ave Fénix muere consumida por el Sol, convertida en cenizas de las que renace, después de arder su cuerpo, como un pequeño animal sin miembros, un gusano muy blanco que crece y se aloja dentro de un huevo redondo, como si fuera una oruga que se vuelve mariposa, hasta que dejando de ser implume se transforma en un águila celeste que surca el firmamento estrellado. Durante el reinado del emperador Claudio, un supuesto Fénix fue capturado en Egipto y trasladado a Roma, donde éste mandó exponerlo. Nadie se lo tomó en serio.



Fuente de los textos: Centauros: http://es.wikipedia.org/wiki/Centauro Fénix: http://es.wikipedia.org/?title=F%C3%A9nix Elfos: http://es.wikipedia.org/wiki/Elfo Dragón: http://es.wikipedia.org/wiki/Drag%C3%B3n Unicornio: http://es.wikipedia.org/wiki/Unicornio Sirena: http://es.wikipedia.org/wiki/Sirena Medusa: Escrito por Iris Rodríguez Alcaide.



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