Tatuaje Japonés: Tradición Atemporal

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TRADICIÓN ATEMPORAL


Los tatuajes japoneses tienen algo especial, más allá de conservar una fuerte conexiónentre el arte popular de la cultura oriental y la estrecha relación con la historia del tatuaje en general los diseños de tattoos japoneses tienen un estilo muy reconocible, y aunqueha ido evolucionando con los años, permanece inmutable en esencia.


Introducción

Origen Desde la antigüedad, en todo el mundo los seres humanos han punzado su piel para introducir color y tatuar diseños, dibujos, símbolos o líneas que permanecieran en su cuerpo permanentemente. Los orígenes de esta costumbre no están claros. No obstante, a juzgar por las estatuillas de barro dogu del período Jōmon (entre el 14.000-400 a.C.) y haniwa (figuras características del período Kofun, desde mediados del siglo III a mediados del siglo VII) que se han encontrado, en Japón la costumbre de tatuarse el cuerpo existía ya en los albores de la historia. Sin embargo, este hecho ha sido puesto a discusión ya que no todos los estudiosos están de acuerdo en que los patrones distintivos en forma de cordón encontrados en las caras y cuerpos de esa época en efecto representen tatuajes. Pero, para los que creen, los tatuajes japoneses de esa época tienen un significado decorativo y espiritual. Muchos de los artesanos que trabajaban tallando madera para hacer impresiones y grabados, aplicaron su talento para desarrollar una técnica que ha perdurado en el tiempo. Los conocimientos que requería esta técnica tradicional, pasaban de maestros a aprendices durante años, no sólo se tenía que aprender a tatuar, la técnica tradicional japonesa de tatuado tiene sus peculiaridades tanto en el diseño del tatuaje, en la historia que narra (normalmente haciendo referencia a alguna hazaña épica popular o mitológica) o en el mezclado y la composición de las tintas.

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Se le llama “Irezumi” que hace referencia al tatuaje japonés, a la técnica y a los instrumentos que se utilizan.


Introducción

Primeros registros Entre las islas Amami y las de Ryūkyū en el sur de Japón existió una tradición por la que las mujeres se hacían un tatuaje conocido como hajichi que se extendía desde la punta de los dedos hasta el codo. Los primeros documentos en los que se registró esta costumbre datan del siglo XVI, aunque se cree que esta práctica existía desde mucho antes. Los tatuajes de la parte de la mano en las mujeres indicaban que esta había contraído matrimonio. Las novias recibían bendiciones una vez el tatuaje era completado, y su carga simbólica era la de un ritual de paso a la madurez.

Los patrones y símbolos de estos tatuajes variaban en cada isla, y había algunas en las que se creía que la mujer que moría sin el hajichi sufriría en el otro mundo. También entre los antiguos pueblos del norte de Japón como los Ainu las mujeres tatuaban el área alrededor de los labios y las manos. Hoy sabemos que de norte a sur, en muchas regiones de Japón se extendió la costumbre de tatuar el cuerpo. En el Kojiki (año 712) y el Nihon shoki (año 720), libros que cuentan de los orígenes mitológicos de Japón, también se menciona que en los pueblos fronterizos ser tatuado era un rito y en algunos casos un castigo.

Se usaba un stick de bamboo en el cual se ataban agujas (a veces más de 20 ) y se tatuaba con pigmento mezclado con sake, el espesor de la tinta variaba en función de los patrones a tatuar.

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Origen

Marca Criminal La evidencia de China sugiere que ya en el siglo III, el tatuaje fue siendo utilizado en algunas partes de Japón para denotar el rango social. Más tarde, en el siglo VIII, el libro más antiguo de la historia clásica japonesa, el Nihonshoki, relata la historia de un emperador que castiga a un traidor por haber tatuado su rostro. Los japoneses, bajo la influencia del Confucionismo durante esta época, no podían alterar o dañar intencionadamente ninguna parte de su cuerpo. Por eso lo de castigar con el destierro a aquellos que estuvieran tatuados. A medida que pasaba el tiempo, a los delincuentes se les castigaba más a menudo marcándolos con un círculo tatuado en sus brazos, algo que se hizo muy común en el período Edo. También había zonas del país donde se empleaban los tatuajes para determinar las clases sociales denominadas como los “no humanos” o Hinin (en la que encontrábamos a expresidiarios, vagabundos que trabajaban como guardias de la ciudad, limpiadores de calles o animadores), e incluso también a los de casta más baja, los Burakumin, los aldeanos, dedicados a profesiones como enterradores, verdugos, trabajadores del cuero, etc.

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Inevitablemente, encuentran su identidad en su exclusión social y se desarrolla una nueva sociedad, la gente tatuada. En esta época, la gente empezó a decorar sus marcas criminales con motivos más ornamentales, dándoles más belleza, de manera que fue extendiéndose esta moda incluso entre las cortesanas y sus amantes, y otras castas bajas sin antecedentes penales. Como la Yakuza moderna surgió durante el período Edo, de aquellas asociaciones itinerantes de jugadores de juegos tradicionales (los Bakuto), de los Burakumin y los criminales, era normal que los miembros se identificaran con tatuajes.En el período Edo, se dejó de ver el tatuaje no sólo reservado para los delitos graves, sino que se extendió a delitos menos graves. Esto también sirvió para excluir a los delincuentes menores de la sociedad, y empujarlos a los brazos de los grupos criminales que los tatuaban como símbolo de pertenencia. La popularidad en el último período de esta época de varios cuentos y relatos sobre héroes criminales, también aumentó el sentimiento de autoconciencia y del valor de los elementos criminales, con su correspondiente boom en el mundo

del Irezumi. El impulso inicial a este desarrollo empezó con la aparición de unas pinturas hechas sobre planchas xilográficas ( en madera ) de la popular novela china Suikoden ( traducida al japonés en el s. XVIII), cuento que mostraba en sus lujosas ilustraciones, heróicas escenas de personajes de cuerpos decorados con dragones y otras bestias míticas; también con flores, tigres e imágenes religiosas. La novela tuvo un impacto inmediato y la demanda de este tipo de tatuaje fue instantánea. Los artistas xilógrafos empezaron a tatuar usando algunas de las herramientas que tenían para imprimir en planchas de madera, como cinceles, gubias, y lo más importante, una tinta conocida como tinta Nara o negro Nara. Esta tinta se caracterizaba por transformarse en azul verdoso debajo de la piel. Ésto evoluciona apareciendo una nueva figura, el Horishi, maestro tatuador, que llegó a ser venerado entre los miembros del gremio. Ellos usaban una técnica llamada Tebori ( literalmente “tatuaje hecho a mano” ), que consistía en perforar suavemente la piel con unas agujas en varas de bambú, dándole la fuerza necesaria con las manos.

El tipo de tatuaje indicaba el crimen que la persona había cometido (este tipo de castigo estaba reservado para criminales violentos) de forma que su marca en la sociedad sería permanente

El maestro de la xilografía ukiyo-e Utagawa Kuniyoshi creó una serie de grabados inspirados en la novela china Suikoden (Shuihu Zhuan en chino) en la que representó a los protagonistas con el cuerpo completamente tatuado.


Origen

Nacimiento del horishi

Los tatuajes también comenzaron a hacerse populares entre los tobi, las personas que trabajaban en la construcción o en la preparación de festivales, y que se dedicaban al mismo tiempo a la vigilancia o a la extinción de incencios en ciudades, y también entre los mensajeros. En el trabajo de estas personas vestir kimono dificulta los movimientos, por lo que muchos de ellos solían llevar simplemente un fundoshi (una especie de taparrabos), pero como mostrar el cuerpo prácticamente desnudo también era motivo de vergüenza comenzaron a cubrirlo con tatuajes. Pronto cobró fuerza entre la sociedad la imagen de que los tatuajes eran algo que tenían que llevar este tipo de profesionales, e incluso se llegaron a realizar colectas entre los comerciantes de la ciudad para tatuar el cuerpo de los jóvenes que aún no habían llenado su piel de tinta. Los hombres encargados de combatir el fuego eran conocidos como los más apuestos de Edo, y los tatuajes que llevaban eran el orgullo y la flor para cada barrio en el que vivían. A medida que iba aumentando la demanda de este tipo de tatuajes, que habían empezado con unas letras y diseños simples, fueron paulatinamente ganando en complejidad y tamaño. Esto hizo que en poco tiempo apareciese un grupo de especialistas en tatuar dibujos y caracteres en la piel de las personas. Horishi.

Como el tatuaje comenzó a afianzarse entre las clases sociales criminales del turbio mundo de Japón, al aumentar la demanda, aumenta el personal cualificado para ello, haciéndose así profesionales. Aún hoy son respetados, siendo llamados maestros o Sensei, y un cliente debe mostrar ese respeto. Los motivos utilizados por estos maestros eran diseños complejos como carpas, tigres, flores, dragones…etc, incluso figuras de héroes de la historia y cultura japonesa. Estos diseños tradicionales, hechos por un Horishi, se conocen como Horimono, en lugar de Irezumi. Hoy en día, aún existen estos Horishi, y sus diseños pueden llegar a costar hasta más de 20.000€, y tardar muchos años en completarse. Ésto ha llevado a un aumento, incluso entre la Yakuza, de la necesidad de tatuadores modernos con sus máquinas de tatuar. El dolor que se siente en un tatuaje hecho con la técnica tradicional es tal, que un gran porcentaje de personas que empiezan, no suelen acabarlos. Una vez que el diseño ha sido terminado, los clientes vuelven a ver a su Horishi en grupos, para reuniones. Tal vez, otra razón por la que la elección del Horishi sea cuidadosa, una tradición muy vinculada a la Yakuza. Comentar que el tipo de tatuaje que ellos trabajaban se denomina “Bodysuit”. Hay que señalar la costumbre de dejar el esternón sin tatuar, o Munewari, que se hacía con la intención de que al llevar el kimono no se vieran los tatuajes.

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Otros significados

Significado

Sentimental Simultáneamente al uso del tatuaje forzoso, se desarrolló la costumbre de marcar el cuerpo con fines ornamentales o para simbolizar promesas. El hecho de tatuarse voluntariamente popularizó términos como irebokuro y kishobori. El irebokuro («lunar insertado») era una especie de juramento tatuado, muy particular, dentro de la categoría más amplia de tatuajes llamados kishobori. Este tipo de tatuaje era un simple lunar dibujado en las manos de un hombre y una mujer, que simbolizaba un vínculo afectivo entre ellos. Algunos autores, dicen que el irebokuro apareció durante la segunda mitad del siglo XVII en los distritos de placer de Kamigata. Otros, sin embargo, sitúan su aparición a mediados del siglo XVIII. Por último, hay quienes afirman que el momento de la aparición del kishobori o el irebokuro no se conoce con absoluta precisión. Parece que el irebokuro fue practicado por cortesanas en los distritos de prostitución; primero en Kansai, y posteriormente en Yoshiwara, donde su forma pronto comenzó a cambiar. Los primeros núcleos de prostitución en Japón surgieron durante el periodo Heían (794-1185) en las

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orillas de los ríos y puertos de mar. Estas modestas comunidades sirvieron de atracción a clientela itinerante, tales como viajantes y marinos. No fue hasta el año 1585, decimotercer año de la era Tensho (1573 - 1592), cuando Hideyoshi autorizó formalmente el primer distrito de placer en Osaka. A este siguió el de Kioto en 1589, y el distrito de Yoshiwara en Edo. La nueva orga nización de los burdeles concentraba ya a clientes regulares, lo que favoreció, con el tiempo, que estas pequeñas ciudades del sexo comenzasen a diversificar su oferta de entretenimiento. Dentro de los vecindarios de placer se desarrolló la cultura del «mundo flotante», centrada en la diversión, la libertad y el disfrute. Muchos hombres que acudían a estos lugares de recreo, buscaban escapar temporalmente de sus giri («obligaciones sociales»), sumergiéndose en la alegre atmósfera de los teatros, casas de té y baños públicos. En este universo de promiscuidad, donde los clientes eran egulares y compartían siempre las mismas cortesanas, pudieron surgir relaciones amorosas sinceras. Quizá ifluidos por la literatura de la época, donde se exalta la lealtad, los amantes empezaron a exigir

pruebas de exclusividad afectiva, ya que no podía ser física. Comenzaron entonces a popularizarse tatuajes que simbolizaban juramentos de fidelidad mutua, y devoción amorosa de la cortesana hacia su elegido. No obstante, en muchas ocasiones, la cortesana también se tatuaba esta promesa de amor únicamente para alentar al cliente a regresar con ella, y así garantizar su patrocinio. Esta manera de expresar el ninjo («sentimiento sincero») o verdadero amor hacia otra persona, mediante un tatuaje, es lo que se conoce como kishobori. Los kishobori /«juramento tatuado») son nombres o palabras que solían tatuarse en la parte superior del brazo o el interior del muslo. Algunos kishobori eran lemas como inochi («vida») y chiyo («mil años» o «mucho tiempo»). La voz kishobori se compone de los términos ki-sho («juramento o pacto») y bori, variación eufónica de hori. Algunos investigadores traducen el término como «juramento tatuado», ya que tatuar era lo que significaba el verbo horu durante la época Edo, cuando la palabra horishi comenzó a usarse para nombrar al tatuador profesional. A parte de una promesa de fidelidad o amor


SIGNIFICADO

entre dos personas, un kishobori podía ser una oración o un juramento hecho a los dioses. También podía ser una promesa que el individuo se hacía a sí mismo, es decir, un propósito, o el recuerdo de un evento particular.

Ornamental Antes de cuajar en su forma artística definitiva, el horimoro ha pasado por varias fases a lo largo de su historia. Durante parte del período Edo, por ejemplo, el arte del tatuaje se inspiró en el estilo clásico de pintura japonesa conocido como yamato-e, y era frecuente que algunas prostitutas lo utilizarán para reforzar su encanto. Según algunos investigadores, los tatuajes figurativos usados para engalanar el cuerpo comenzaron a popularizarse tras la era Hōreki (1751 - 1764) en forma de pequeños dibujos que representaban blasones familiares y namakubi («cabezas recién cortadas») Poco tiempo después, en la era Meiwa (1764 - 1772), se pusieron de moda los tatuajes de dragones. Estos primeros tatuajes ornamentales cubrían brazos y espalda con figuras independientes entre sí, que aún no formaban ese estampado

continuo, propio del horimono más evolucionado. Además de dragones, la gente solía tatuarse retratos de la deidad budista Fudō Myō-ō, seres espectrales tales como los yōkai, escenas de gokumon («exposición en público de cabezas recién cortadas (las ya mencionadas namakubi)»), y representaciones de las tradicionales máscaras hannya utilizadas en el teatro nō. Algunos tatuajes, como los llamados ikakubori, aprovechaban las reminiscencias penales de los antiguos irezumi para infundir miedo. Por aquel entonces, muchos bandoleros y salteadores de caminos se tatuaban el cuerpo para tener un aspecto amenazador. A finales del siglo XVIII los tatuajes ganaron la suficiente complejidad como para denominarlos horimono, siento identificables como tal, ya en su forma definitiva, durante las eras Bunka y Bunsei (1804 - 1829) En aquella época, muchos de los hombres que se ganaban la vida ejerciendo de mozos de cuadra o transportistas, ya fuera cargando bultos o tirando de la popular anda oriental llamada palanquín, iban prácticamente des-

Mujer japonesa del periodo Edo tatuando el brazo de un hombre. Kitagawa Utamaro I (1750 - 1806)

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Significado

nudos y cubiertos sólo de un fundoshi («calzón japonés») Algunos de aquellos trabajadores lucían horimonos bastante extensos, remedando una especie de vestimenta suplementaria tatuada al cuerpo, semejante a una pelliza cortada hasta el muslo. Los documentos literarios, fotográficos y pictóricos, indican que algunos artesanos y vendedores ambulantes también se tatuaban, pero era más frecuente encontrar gente tatuada entre los grupos de bomberos, trabajadores de la construcción, jugadores profesionales (bakuto), portadores de palanquines, barqueros y mensajeros. Los investigadores explican el surgimiento de estos tatuajes entre los obreros y artesanos más humildes, que trabajaban semidesnudos, como una respuesta a las suntuosas vestimentas de los comerciantes y artesanos con alto poder adquisitivo. Este deseo de imitar a los ricos expresado mediante tatuajes, e inspirado en los héroes del Suikoden, influyó para formar el carácter de la población desfavorecida afincada en Edo. Los edokko —gentilicio usado para denominar a algunos habitantes nacidos en dicha ciudad, que no eran guerreros ni tampoco campesinos—, se sumaron a la moda del tatuaje a medida que fueron adquiriendo su propia personalidad y sentido de pertenencia a un grupo. El tatuaje era una manera un tanto extravagante de expresar su carácter con orgullo y convicción, a la manera de los héroes populares representados en las estampas de Kuniyoshi.

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A principios del siglo XIX, la iconografía del horimono se enriqueció hasta el punto de rivalizar con el ukiyo-e, y su técnica alcanzó niveles de refinamiento similares al de la nishiki-e («estampa policromada») realizada con planchas de madera.​Los primeros horimono carecían de ese contorno tan característico que los distingue de otros tatuajes, dentro del cual, se enmarcan las figuras principales rodeadas de una atmósfera envolvente y continua, llena de elementos naturales tales como vegetación, olas espumosas, nubes y rayos. Estos horimono rudimentarios atrajeron la atención del shogunato, que restringió su práctica mediante las leyes promulgadas por Matsudaira Sadanobu entre 1787 y 1793, como parte de las reformas de Kansei. Un control más laxo del bakufu, y una revitalización de la industria del entretenimiento durante el principio del siglo XIX, permitió al tatuaje tradicional alcanzar su madurez. Es entonces cuando aparecieron los primeros tatuadores profesionales, llamados horishi o irezumishi. Los tatuajes más difundidos por aquella época se conocían con el nombre de datebori, y solían cubrir solo brazos y hombros. Estos tatuajes se citan en un documento escrito entre 1801 y 1805 por Ishihara Masaakira, diciendo de ellos que son habituales entre los integrantes de los diferentes cuerpos de bomberos de la época.

En efecto, los hikeshi («bomberos») fueron uno de los colectivos donde más floreció el arte del tatuaje ornamental. Es importante saber que durante la época Edo los edificios se fabricaban enteramente con madera, y en las zonas más humildes de los grandes núcleos urbanos, se agrupaban formando tortuosas callejuelas donde proliferan incendios con frecuencia devastadores. Esto era así, por ejemplo, en el área del casco viejo de la ciudad de Tokio conocida como shitamachi. Durante el gran incendio de Meireki sucedido en 1657,​las llamas se descontrolaron durante tres días en la ciudad de Edo, destruyendo las grandes mansiones de los daimyō y parte del castillo del shōgun. Los hikeshi de entonces, descritos como hombres valerosos y rebeldes, fueron cruciales para defender la ciudad de las llamas. Tras el gran incendio de Meireki, los hasta entonces descarriados grupos de bomberos, se organizaron por distritos con protocolos de gobierno y jurisdicciones bien establecidas. Se formaron tres cuerpos de bomberos distintos: los jōbikeshi, o bomberos regulares; los daimyo-hikeshi, o bomberos encargados de proteger los templos y graneros del clan Tokugawa; y los machibikeshi, o bomberos metropolitanos.

Mujer japonesa del periodo Edo cauterizando un tatuaje para su eliminación. Kitao Shigemasa (1739 - 1820)


PERÍODO MEiJI:

EL TATUAJE SE VE AMENAZADO

Significado

Contemplación de las peonías, Yôshû Chikanobu (1838-1912), 1888. Dos estampas ukiyo-e, técnica nishiki-e.

Cuando el gobierno japonés prohibió el tatuaje en el inicio del período Meiji (1868 - 1912), esto sólo sirvió para afianzarlo como un signo de lealtad entre el gremio delincuente. Pero la moda siguió evolucionando en gran parte gracias a los extranjeros que, a menudo, buscaban un Horishi que los tatuaran a ellos también, maravillados y atraídos por este arte como manera de decorar sus cuerpos. Incluso, el rey Jorge V de Inglaterra se llegó a tatuar un dragón en un brazo, durante su visita a Japón cuando era príncipe. En esta época el tatuaje era discriminado, pero la Yakuza lo usaba como símbolo de lealtad hacia sus jefes y marcaba laposición y estatus dentro del grupo. Pero muchos funcionarios del período Meiji quemaron los libros de diseños de los Horishi, y muchos tuvieron que quedarse escondidos hasta después de la 2ª Guerra Mundial. El Gobierno Meiji consideró problemático que en Occidente estas prácticas pudiesen interpretarse como un aspecto primitivo de Japón, y por esto en 1872 decidió establecer una ley que regulará tanto el oficio de tatuador como a las personas que decidían llevar tatuajes. Con el comienzo del siglo XX se impuso entre la sociedad la norma de ir siempre vestidos (y no solo con un fundoshi), por lo que los tatuajes pasaron a ser algo que se escondía debajo de la ropa.

Cabe recordar que estas regulaciones afectaron seriamente también a las mujeres de Okinawa y del pueblo Ainu de Hokkaidō entre las que existía la costumbre de tatuarse. Aunque había personas que continuaban tatuándose en la clandestinidad, cuando eran arrestadas por la policía eran sometidas al borrado de sus tatuajes mediante prácticas brutales como la cirugía o la eliminación con ácido clorhídrico. Hoy este patrimonio ancestral único de la práctica de los tatuajes en estas culturas ha desaparecido completamente.

El oficio de el tatuador en el extranjero Entre las personas que llegaban a Japón en esa época había quienes se hacían un tatuaje a modo de souvenir característico del país. Como ya se nombró, el rey Jorge V del Reino Unido cuando era príncipe o el zar Nicolás II de Rusia se hicieron tatuajes durante su visita a Japón. En los periódicos anglosajones también se pueden encontrar los testimonios de miembros de la marina que vivieron la experiencia de tatuarse en Japón, unos relatos que despiertan un creciente interés en muchas personas. Los tatuadores japoneses respondieron a esa ola de curiosidad por su arte visitando el extranjero. Los tatuadores de entonces se ocultaban en Japón bajo la fachada de negocios que corresponden a lo que hoy podemos ver en las calles anunciado en carteles como “dibujantes de octavillas” (ebira-ya)

o “fabricantes de linternas de papel” (chōchin-ya). Estos profesionales emigraron a lugares como Hong Kong, Singapur, Filipinas, Tailandia, India, el Reino Unido o los Estados Unidos en busca de un entorno en el que pudieran realizar su trabajo en libertad. Hemos podido conocer más sobre la historia de estos tatuadores japoneses que trabajaron en el Reino Unido y los Estados Unidos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX gracias a la investigación del profesor Koyama Noboru y a la que esta propia autora ha realizado continuando esta línea de trabajo. Los tatuadores que se marcharon al extranjero encontraron mucho trabajo entre los miembros de la tripulación de los barcos y los pasajeros, y por ello establecieron sus negocios cerca de los puertos o alquilaban habitaciones de hotel en las que tatuar, cambiando de lugar con frecuencia. Un ejemplo es el famoso tatuador Yoshisuke Horitoyo, que trabajó en ciudades como Londres o Nueva York entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, y que según un reportero de la época también había estado en China, Hong Kong o París entre otras ciudades, llegando a afirmar que había tatuado al mismísimo primer presidente de Filipinas Emilio Aguinaldo. Aunque la fama de las avanzadas técnicas de los tatuadores japoneses iba en aumento, la mayoría de los clientes solo pedían pequeños tatuajes que pudieran ser realizados fácilmente, y al no haber apenas clientes que acudieran con regularidad durante largo tiempo estos no tenían la oportunidad de mostrar toda su destreza.

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Yakuza

Yakuza

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La yakuza es el equivalente del crimen organizado; es una mafia japonesa que data del siglo XVII. El origen de la palabra no se conoce con exactitud, pero se dice que proviene de un juego de cartas llamado hanafuda, muy famoso entre los bakuto, en el que la peor mano consiste en un 8 (ya), un 9 (ku) y un 3 (za). La yakuza moderna ha extendido sus actividades a la corrupción bancaria y política. En 2009, el último año del que se tiene registro, se calcula que tenía unos 87 900 miembros en Japón.

así que muchos samuráis eran despedidos porque resultaban inútiles a los nuevos destinos de la nación y se convertían en mercenarios ambulantes conocidos como rōnin. Estos siguieron haciendo trabajos de manera independiente para sus jefes y la alta sociedad. Al cabo del tiempo se empezaron a organizar en bandas paramilitares que protegían regiones a cambio de comida y comodidades que proporcionaba la comunidad. Poco tiempo después terminan dominando los negocios ilegales de Japón.

Es la mafia más temida de Japón. Durante el período Edo, la figura del samurái era privilegiada dentro de la sociedad debido a su eficiencia militar y los servicios de seguridad que prestaban a la comunidad, a través de los daimyō, señores feudales o Shōgun (emperador). Al final del período de guerras, Japón inicia su era moderna y continúa unificándose en un solo gobierno,

A finales del siglo XIX y al iniciarse el XX tenían el control de las apuestas, el contrabando, lavado de dinero, los espectáculos, la especulación de bienes inmobiliarios, la extorsión, el tráfico de drogas y armas. Además, después de la Segunda Guerra Mundial ciertas bandas de ideología ultraderechista comenzaron a operar y extorsionar dentro de grupos políticos.

Su organización se derivó de los códigos de los samuráis pero mucho más estructurados y fortalecidos; todo el clan se considera una familia donde se profesa la fidelidad absoluta a la banda, el ultranacionalismo, la obediencia al mayor rango y su estricto y brutal código de honor. Los novatos se adoctrinan a través del sistema senpai-kōhai, en el cual se especifican los procedimientos de castigo a la deslealtad, como por ejemplo la amputación de un dedo meñique para aquel miembro que cometa algún fallo grave o incurra en traición. Dicha amputación sirve aún en la actualidad para reconocer a los miembros retirados o disidentes. La amputación se realizaba principalmente en el dedo meñique de la mano izquierda, ya que es el dedo que aplica más fuerza a la hora de realizar un corte con la katana, al perder ese dedo no podrías ser mortífero en combate con katanas, te volvías inservible y acababas degradado o expulsado de la organización.

Los tatuajes dentro de la organización son muy importantes; revelan muchas veces el rango dentro de la organización, el clan al que se pertenece, el lema del clan, algunos incluyen dragones y referencias a su genealogía samurái. La mayoría empieza como un tatuaje pequeño al que se le hacen adiciones y terminan cubriendo grandes partes del cuerpo; el tatuaje es uno de los rasgos físicos más característicos de la yakuza. Tales tatuajes son aplicados con la técnica tebori, la cual es muy dolorosa, y el tiempo que lleva terminar el tatuaje puede ser de meses o hasta años; no se tatúa con una sola aguja sino con varias. Los yakuzas llevan estos tatuajes para demostrar que pueden soportar el dolor.


Los tatuajes vuelven a la vida

Significado

En 1948, pocos años después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial, Japón eliminó por completo las regulaciones en torno a los tatuajes. Bajo la ocupación de la Comandancia Suprema de las Fuerzas Aliadas se establecieron bases del ejército estadounidense en cada región del país, y muchos tatuadores comenzaron a trabajar cerca de la base de Yokosuka donde tatuaban a los soldados estadounidenses destinados allí. Estos clientes preferían tatuajes con el estilo de los Estados Unidos en lugar de diseños japoneses, y hubo una gran demanda durante las épocas de las guerras de Corea y de Vietnam. Tras un largo tiempo en la clandestinidad entre la sociedad japonesa, el arte del irezumi volvió a salir a la luz en forma de libros de expertos tatuadores y exposiciones en la década de 1970. Durante esta época diseñadores de moda como Issey Miyake o Yamamoto Kansai crearon vestidos inspirados en el

arte del tatuaje japonés. En la década de 1980 un creciente número de jóvenes japoneses comenzaron a sentir interés por los tatuajes al ver cómo los miembros de sus bandas de rock favoritas de los Estados Unidos los llevaban. Desde entonces este interés ha ido en aumento, y cada vez más personas optan por los diseños tradicionales del irezumi japonés. Una encuesta realizada al azar en 2014 por la Federación de Asociaciones de Abogados de Kanto entre 1.000 hombres y mujeres de entre 20 y 60 años reveló que 16 de ellos estaban tatuados. Esto representa una cifra baja si lo comparamos con otras naciones del extranjero, donde entre un 10 % y un cuarto de la población está tatuada. Sin embargo, podríamos afirmar que hoy los tatuajes en Japón están comenzando a establecerse como parte de la moda.

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Técnica

Técnicas En Japón existen dos métodos o maneras de tatuar: el tradicional y el occidental. El método occidental se conoce como kikaibori o mashīn-bori («grabado mecánico»), y consiste en usar una máquina de tatuar para introducir tinta bajo la piel. Este es el método normalmente usado en todo el mundo para realizar cualquier tipo de tatuaje. A la forma tradicional de tatuar se le dice tebori («grabado manual»), y consiste en «pinchar» manualmente la piel con una herramienta específica que actúa a modo de cincel o buril, en lugar de hacerlo con una máquina de tatuar eléctrica. Esta forma artesanal de tatuar es más lenta que el kikaibori occidental, pues el estampado de la piel se realiza perforando la epidermis a un ritmo inferior al de la máquina. Mediante el tebori, cada perforación del «cincel» impregnado en tinta, equivale a un movimiento muy preciso de la mano del artista, y requiere de una concentración extrema. Es importante resaltar dos cosas: la primera es que, a diferencia del método mecánico, esta forma artesanal de tatuar es específica de la cultura japonesa; la segunda es que la palabra tebori hace referencia a una manera de

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trabajar, y no a un estilo de tatuaje, como hace el término horimono. Por tanto, es frecuente encontrar tatuadores de horimono que emplean para realizar sus trabajos las técnicas de kikaibori y tebori conjuntamente. Durante la Ocupación de Japón tras la Segunda Guerra Mundial, la máquina de tatuaje llegó al país introducida por los estadounidenses. Este hecho cambió completamente el mundo del tatuaje japonés, pues «la máquina» se convirtió en la opción preferida de los clientes, restando popularidad a la técnica de tatuado tradicional.​Gracias a las convenciones internacionales de tatuaje y a la Internet ha habido un relativo resurgir del estilo tradicional, muy admirado entre los entendidos por su dificultad, resultados y el virtuosismo de los artistas que lo mantienen vivo. En todo caso, no es la opción de tatuaje mayoritariamente elegida entre japoneses y visitantes para decorar sus cuerpos. Algunos apasionados del horimono aprecian más los trabajos hechos con el método tradicional de tatuaje, alegando que tienen mejor calidad debido al tiempo y tesón empleados en realizarlos.

El método occidental kikaibori o mashīn-bori («grabado mecánico») consiste en usar una máquina de tatuar para introducir tinta bajo la piel.

La forma tradicional de tatuar, tebori («grabado manual») consiste en «pinchar» manualmente la piel


Técnica

Herramientas Los instrumentos de trabajo de un tatuador tradicional japonés comparten nombre con las dōgu («herramientas») usadas para tallar las planchas de madera empleadas en los grabados ukiyo-e. Generalmente, cada horishi diseña y elabora sus propias herramientas dotandolas de longitudes, pesos, grosores y adornos, acordes a su gusto y técnica particulares. A parte de la tinta, los horishi que tatúan de forma artesanal usan básicamente dos herramientas: el nomi («una suerte de cincel», «varilla» o «mango fino y alargado») y el hari («cabezal de agujas»)​El nomi tiene unos veinte o treinta centímetros de longitud, y el propio maestro tatuador lo fabrica con una rama de madera o bambú. En uno de los extremos del nomi se encaja el hari. Como ya se ha mencionado, el hari es un cabezal armado con una serie de agujas soldadas entre sí, que, a modo de pluma o tiralíneas, sirve para absorber la tinta necesaria que luego se introducirá mediante presión bajo la piel. Tradicionalmente, el cabezal de agujas llamado hari, se une al nomi (la varilla de bambú) anudándolo con hilo de

seda. El número de agujas que se emplea puede variar de entre tres a veinticinco, dependiendo del resultado que se quiera obtener. Las nuevas generaciones de horishi siguen utilizando el nomi para realizar sus horimono, pero, con frecuencia, se ayudan de la máquina de tatuar para conseguir ciertos efectos. Según Horikazu —un tatuador empeñado en preservar la antigua estética japonesa—, no existe realmente ningún horishi artesanal desde Asakusa Horicho, el último maestro tatuador que realizaba sus trabajos empleando únicamente «varillas de agujas» tradicionales.

Dogū («figura de la tierra») son figuras de pequeños humanoides hechas a finales del período Jōmon (14.000 – 400 a. C.) de la prehistoria de Japón.

El nomi, una especie de mango fino, tiene unos veinte o treinta centímetros de longitud, uno de los extremos del nomi se encaja el hari, que es un cabezal armado con una serie de agujas soldadas entre sí, que, sirve para absorber la tinta.

En el pasado, el horimono limitaba su colorido al azul, negro, verde, rojo y amarillo. La tinta se elaboraba a partir de pigmentos vegetales o minerales, y se mezclaba con pasta de arroz para lograr su consistencia. Algunos pigmentos antiguos incluían sulfato ferroso entre sus ingredientes, una sustancia tóxica muy dolorosa para los clientes y que, además, les provocaba fiebre. La aparición de la tinta sintética, en forma líquida o en polvo, volvió inocuo el tatuaje y supuso una considerable ampliación de la gama de colores.

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Técnica

Proceso El proceso para hacer un horimono siguiendo la técnica tradicional se puede dividir a grandes rasgos en los siguientes pasos: montaje y desinfección de las herramientas; preparado de la tinta —esto es en cada sesión—; abocetado del tatuaje; realización del contorno y algunos sombreados; y finalmente coloreado. Dependiendo del maestro y los materiales utilizados, la preparación de las herramientas puede llevar de una a dos horas. Hay que tener en cuenta que, si se usa tinta en polvo, es necesario diluirla en agua sobre una superficie de madera hasta que adquiera la consistencia deseada; y si, además, el horishi emplea varillas de bambú para encajar las agujas, dedicará un tiempo adicional montándolas y desinfectándolas.

Alex Reinke tatuando.

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Quien tatúa a la manera tradicional, usando la técnica tebori, aboceta el horimono directamente sobre la piel del cliente sin transferirlo desde un «calco», como normalmente hacen los tatuadores de occidente. De esta manera, e igual que hacían nuestros ancestros en el arte rupestre, hacen surgir la imagen considerando los relieves e imperfecciones de la superficie donde realizan su dibujo, en este caso, el cuerpo.​Una vex terminado el boceto, se realiza el sujibori («contorno») del tatuaje difuminando la tinta en las áreas más extensas que requieran sombreado, mediante una técnica conocida como bokashi o bokashibori («difuminar, degradar o sombrear»). El pigmento debe introducirse en la piel, entre la epidermis y la dermis, con mucho cuidado de no traspasar esta última para evitar que la tinta se diluya y deje el dibujo borroso. Antes de cada nueva sesión sobre un trabajo ya comenzado, el horishi estira cuidadosamente la piel de su cliente con las manos

para revisar si ha habido pérdidas de tinta durante el proceso de curación. Estas pérdidas pueden darse si se coagula demasiada sangre sobre la herida, pues, a medida que se desprende la «costra», la piel corre el riesgo de agrietarse evacuando la tinta recién fijada. Para delinear el contorno de las figuras se utilizan pocas agujas, entre tres y siete, a discreción del maestro tatuador. Para el sombreado o relleno de las líneas principales, se utiliza un hari con entre quince y veinticinco agujas, dependiendo de la superficie a colorear. Valiéndose de la técnica de sombreado bokashibori, el horishi dispone lasagujas del hari en forma de doble abanico superpuesto, con objeto de conseguir efectos vaporosos, coloridos particulares, y fondos negros y opacos característicos del tatuaje tradicional japonés. Las áreas más grandes del tatuaje se sombrean usando el método hanebori («punción oscilante»), que consiste en «agitar» u oscilar levemente las agujas tras punzar la piel para ensanchar el orificio resultante y permitir que penetre más cantidad de tinta. Los procesos de sombreado son la parte más dolorosa del tatuaje. El horishi trabaja sentado en el suelo, mientras que su cliente se extiende sobre el tatami del estudio. El maestro ejecuta sus dibujos apoyando la palma de una mano sobre la zona que desea tatuar, a la vez que, con la otra, empuña su «varilla» e incide con ella sobre la piel a un ritmo constante y acompasado. Al introducirse las agujas en la piel se produce un sonido muy peculiar conocido en el argot como shaki-shaki, o simplemente shakki («palabra formada por onomatopeya que imita el sonido deslizante de las agujas»)​


Diseños Particulares

Diseño

Características

Gradientes y rellenos

El tatuaje japonés se caracteriza por un diseño fuerte y rudo aunque las figuras encierran un estilo grácil y delicado. Además, una de las señas de identidad es el horror vacui que cubre toda la piel. Las composiciones suelen estar formadas por una o varias figuras principales de mayor tamaño que ocupan los espacios centrales y para rellenar el espacio vacío se utilizan nubes, corrientes de agua, remolinos de viento, flores, pétalos, hojas de arce, etc; Todo depende de la temática principal del tatuaje. Se suelen aprovechar las zonas del cuerpo poco visibles como partes internas de los brazos para realizar tatuajes más subidos de tono relacionados por ejemplo con el shunga o de temática sexual, especialmente de mujeres.

Los matices están presentes solo en el fondo. Para ser honesto, ni siquiera son matices reales: están llenos de gris. El gris sólido no es más que un corte negro con más fino.Los colores se usan solo para los temas principales y son planos, uniformes y particularmente saturados. En las asignaturas principales no hay matices. Una de las principales características del tatuaje japonés es el fuerte contraste entre el fondo y los sujetos principales. Si bien los temas se informan comúnmente en la piel mediante una plantilla, las decoraciones se dibujan a mano, especialmente las barras de viento.

Líneas En el tatuaje tradicional japonés, se usa solo una aguja abierta y de gran tamaño. En el pasado, se usaban agujas calentadas, es decir, agujas de línea (round liner) ampliado por calentamiento. Hasta la fecha, la mayoría de los artistas han ido directamente a round shader: tanto por conveniencia como por economía.

Neo Japonés La escuela de San Francisco, también conocida como neo japonés, es un estilo de tatuaje que se puede definir como una modernización del tatuaje tradicional japonés. Es una mezcla de irezumi y old school/neo traditional. En el neo japonés hay un diseño muy suave, sofisticado y detallado. Los matices están presentes tanto en los temas principales como en el fondo y, a diferencia del irizumi, donde se trabaja con una sola aguja calibrada grande, en el neo japonés hay líneas más gruesas para los exteriores y líneas más sutiles para los detalles.

Un gran ejemplo de estas características de barra de viento.

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DISEÑO

SAKURAS - Lotos

KOI - CARPA

TIGRE

Las flores de cerezo han sido parte de la cultura japonesa durante siglos. Considere que el período de floración, llamado Hanami, se considera un evento nacional, una ocasión propicia. En el tatuaje simbolizan belleza, alegría: su delicadeza permite al artista suavizar y embellecer el tatuaje en sí. También representan la vida y su fragilidad. En Oriente, la flor de Loto representa la pureza espiritual, esta planta acuática es muy común en los tatuajes japoneses y en otras representaciones artísticas como acuarelas o grabados.

Los mitos alrededor de la carpa se encuentran entre los más famosos de todo Japón. Tradicionalmente se asocia con el flujo de agua y simboliza el coraje, la fortaleza y la determinación. También se asocia con cualidades masculinas como y es el símbolo por excelencia del “Día del Niño”.

Se dice que los tigres pueden alejar la fortuna y los demonios. El tigre es considerado un animal sagrado y es un símbolo de coraje, larga vida y fuerza. Como también representa el otoño, se asocia tradicionalmente con barras de viento y hojas de arce. El tigre es un animal muy presente en el arte oriental, símbolo de fuerza, realeza y libertad, así como de coraje y pasión.

Según el color de la flor de Loto, se le atribuyen diversos significados. Por un lado si la flor es azul, representa sabiduría y conocimiento, una flor blanca es símbolo de pureza y unión entre el cuerpo y la mente.

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El pez japonés (Goldfish) o la carpa Koi, son motivos muy recurrentes en las representaciones artísticas de los tattoos orientales. Estos dos peces han protagonizado numerosas leyendas populares en Japón, por esto es muy común ver tatuajes de un pez japonés y tatuajes de carpa Koi. En general, también se utilizan para simbolizar la buena suerte.

Es una especie tan respetada y venerada como temida. Su interpretación varía según el sentido que se quiera dar a la representación del tigre, un tatuaje de tigre japonés puede simbolizar el coraje y la fuerza, pero también el poder y la venganza.


Diseño

MÁSCARAS - HANNYA

DRAGÓN

SAMURAIS - GEISHAS

Estas máscaras japonesas se empleaban en el teatro tradicional de Oriente ya en el siglo XVI. La máscara Hannya representa a una mujer llena de odio por la traición que ha sufrido por parte de su amado, esta furia la lleva a convertirse en un demonio que transforma totalmente su rostro.

El dragón es uno de los temas más característicos de ìrezumi. A diferencia de Oriente, donde se asocia con la maldad y la astucia, en Japón este animal fantástico encarna cualidades como la sabiduría y la fuerza. La elección de tatuar un dragón japonés generalmente indica la aspiración de lograr cualidades morales como la bondad, la sabiduría y el equilibrio espiritual. Tradicionalmente puede ser coloreado o emplumado y también puede asociarse con la llamada “flor de loto cerrada“, una especie de bola que representa la esencia del universo.

El samurái ha sido símbolo del valor y el coraje propio de estos soldados. Un tatuaje de samurái representa por tanto los valores por los que se regían estos guerreros: El camino recto, la justicia y el honor. Se pueden hacer auténticas obras de arte con la figura de estos guerreros orientales.

En cuanto al color de la máscara, varía según el rango social de la mujer. Los tonos claros pertenecen a una mujer de la aristocracia, los tonos rosados se atribuyen a mujeres de clase baja. Cuando la máscara es de un rojo intenso, representa un demonio verdadero, mientras que tonos más oscuros hacen referencia a un mayor grado de odio y violencia por parte de quien lleva la máscara.

El dragón es símbolo del poder supremo, la sabiduría y la fuerza. Es uno de los tatuajes japoneses más comunes y su significado varía según la interpretación que quiera hacer su portador de los valores que este dragón representa.

Las geishas pertenecen al arte tradicional japonés, tras muchos años de aprendizaje y educación, tenían la labor de acompañar y entretener en fiestas, cantar o recitar poesía. Actualmente sigue habiendo esta tradición, pero en una cantidad insignificante en comparación con los siglos XVII al XIX. La geisha es otro tema perteneciente a la iconografía japonesa. Es el símbolo del arte, el misterio y la belleza.

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bibliografía piercingytatuajes.com Tatuajes Japoneses; nippon.com Una Historia de los Tatuajes en Japón - Yamamoto Yoshimi (2017); tattooers. net Tatuaje Japones: Historia dej Irezumi; ranaidojo.com Historia del Tatuaje Japonés - RanAi Dojo (2016); brainked.com Hajichi (2020); wikipedia.org Horimono (2021); inkme.com Tatuaje Japonés: Guía Completa. Abril- Mayo 2021. Isabella Borda. Editorial: El Espectador. Bogotá, Colombia.


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