Cuentos cortos infantiles.

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CUENTOS CORTOS INFANTILES. Colegio de la presentaciรณn Aguacatal 11ยบ Isabella Velรกsquez Robles


La mujer pequeñita Había una vez en un pequeñito bosque, una pequeñita casa. La pequeñita casa contaba con dos pequeñitas ventanas y una pequeñita puerta. En la casa pequeñita vivía una mujercita muy pequeña, toda la gente pequeñita de ese bosque pequeñito la quería mucho, porque su cuerpo era muy pequeñito, pero su alma era muy grande, y todas sus pequeñas cosas a la gente disponía. Esta mujer pequeñita era muy feliz, pero una pequeñita noche que trascurría, la pobre moriría pues una pequeña digestión, en la cama la tiraría. Hay pobre mujer tan pequeñita su vida llego a su pequeñito final. Y todos lloraron una pequeñita lágrima por aquella mujer tan pequeñita. Dicen por ahí que la vida es tan pequeñita, que dura tan solo un segundo, así como pequeñito es este cuento, para que reflexiones contento.


El mundo al revés Había una vez un bosque donde pasaban cosas muy raras: los pájaros maullaban, los lobos cantaban, las vacas, gruñían y los toros hacían un sonido muy raro que se parecía a este:¡fre!,¡fre! Un búho se mudo ha ese mismo bosque y se quedó impresionado de lo desordenado que estaba el lugar y empezó a investigar lo que pasaba. Le pregunto al pájaro:¿tú sabes lo que está pasando aquí??Esto no es normal. -¡¡¡¡Miaou!!!!¡¡¡Miaou!!! Despéesele pregunto al lobo: -¿¿¿Sabes que pasa aquí??? -¡Pio pio pio! Luego le pregunto a la vaca: -Y tu,¿sabes que pasa aquí? -Grrrrr,Grrrrr. Para acabar le pregunto al toro: -¿¿¿Por lo menos tu sabrás que pasa aquí no??? -¡Fre!,¡Fre! -¡Ya estoy harto de esto voy a enseñar a estos raritos a hablar! Primero enseño a hablar a los pájaros. Después les enseño a hablar a los lobos. A continuación les enseño a hablar a las vacas. Por ultimo les enseño a hablar a los toros. -Esto si esto ya es otra cosa.


El perro perdido Érase una vez un perro callejero que se llamaba Rudy. Por otro lado, en una casa preciosa vivía un perro exactamente igual a Rudy (el callejero), sólo que era chica y se llamaba Flor. Un día Flor salió al jardín y vio a Rudy, se fue detrás de él y se perdió. Entonces Rudy volvió a la casa de Flor y ocupó su sitio. Los dueños no se dieron cuenta de que Flor era en realidad Rudy. Pero pronto se dieron cuenta de que ese perro tan mal educado no podía ser su preciosa Flor, así que, una vez dejaron salir a Rudy al jardín y lo siguieron por las calles hasta que encontraron a Flor. La alegría de la perrita al ver a sus dueños fue infinita. A los dueños les daba pena dejar a Rudy en su casa, pues era el vertedero de basura de la ciudad, así que decidieron llevárselo a la casa y enseñarle buenos modales. Cuando aprendió a comportarse, Flor se enamoró perdidamente de él, y como Rudy ya amaba a Flor desde el primer día que la vio, se casaron y tuvieron cuatro cachorritos igualitos a ellos. Todos fueron muy felices.


El pequeño lobito El pequeño lobito había quedado huérfano y papá sol y mamá luna decidieron adoptarlo, un día lobito quedo al cuidado de papá sol, pero papá sol se distrajo porque paso una nube por enfrente de él. Y lobito se perdió en el bosque oscuro en donde papá sol no podía verlo, papá so lo busco todo el día pero no encontró a lobito, por la tarde ya cansado y vencido acudió a mamá luna, quien salió presurosa con todo su esplendor al caer la noche y comenzó a llamar a su lobito. Mientras lobito que estaba muy asustado en lo profundo del bosque subió a lo alto de unas rocas y comenzó a llamar a su madre con un grito fuerte y claro que retumbaba en todas partes y así mamá luna y lobito se encontraron, ella dándole luz con todo su amor para guiarle y él aullando para avisarle donde está.


Rosita, el pájaro sin plumas. Había una vez un pájaro que se llamaba Rosita. Ella vivía en un bosque tropical. Ella tenía un problema, había nacido sin plumas como todos los bebes pájaros pero cuando creció no le nacieron plumas como a sus hermanos Jorje y Pedro. Rosita se sentía muy triste porque no tenía plumas. También se sentía muy sola porque no tenía amigas. Ella no tenía amigas porque sentía vergüenza de salir a juagar en el bosque y que la vieran sin plumas. Los hermanos sin embargo tenían muchos amigos porque ellos eran pájaros normales. Los padres de Rosita la amaban mucho, ellos sabían que Rosita tenía vergüenza de salir al bosque. Entonces, por el amor que ellos sentían, ellos buscaban comida para Rosita. Rosita siempre se quedaba en su nido. Mientras Rosita se quedaba en su nido, Jorje y Pedro jugaban en un bosque. Ellos vivían en un nido que estaba en una rama sobre la rama donde vivía Rosita. Ella se sentía celosa de las plumas de sus hermanos y soñaba con volar muy alto por el bosque tropical como ellos. Un día Rosita tuvo una idea, ella quería pegarse las plumas que encontraba cerca de su nido en su cuerpo pero las plumas no se le pegaban. Entonces esa idea no funcionó. Un día mientras Rosita estaba durmiendo, Jorge y Pedro estaban comiendo piña en su nido. El jugo de la piña calló en el cuerpo de Rosita. Cuando ella se levantó sintió que su cuerpo estaba pegajoso y entonces se le ocurrió otra idea. Ella recogió plumas que se callan de los otros pájaros para pegárselos en su cuerpo ya que estaba pegajoso. Ahora ella tenía plumas pero eran de todos colores entonces parecía un arco iris y se miraba chistosa y no quería salir al boque. Esa noche mientras ella dormía sus hermanos estaban nuevamente disfrutando de un sabroso mango. Al igual que antes el néctar a calló esta vez en sus plumas. Entre más mango comían, más néctar le caía en sus plumas. El néctar transformaba las plumas en color oro. La siguiente mañana ella se dio cuenta que sus plumas eran diferentes, ¡ahora ya tenían color! y Rosita se puso muy feliz porque ya por fin tenía plumas. Al final Rosita fue a jugar con los otros pájaros y todos admiraban sus brillantes plumas bonitas y después de muchos días de compartir con otros pájaros y volar por todos lados, Rosita ya conocía el bosque y tenía muchas amistades.


Anita y la mariposa Anita tiene una mariposa de colores tan vivos, que al sol parecen reflejos maravillosos. Esa mariposa soy yo, y contaré mi pequeña historia desde mi jaulita: -Una tarde de verano, andaba yo de flor de flor en flor, llevando conmigo el néctar que libaba de cada rosal, cuando sentí que algo me cubría. Era como un velo transparente que cayó sobre mi cuerpo, sin poder evitarlo. Muy pronto me di cuenta de lo que estaba sucediendo. Yo era prisionera de una niña que coleccionaba mariposas. Dentro del colador, mis alitas dejaron de moverse pero luego, Anita se sentó en la hierba, me tomó entre sus manitas con mucho cuidado y me posó en la falda de su vestido, mientras me hablaba dulcemente. -¿Sabes que eres hermosa, querida mariposita? Tus colores, se parecen a los del arcoíris. ¿Nunca te has mirado en el espejo? Pero yo pensaba en silencio: -Las mariposas no sabemos de esas cosas, solo queremos volar y volar, disfrutar el aire puro, y libar las flores de los jardines. Si me pudiera escapar, todo sería diferente, no quiero terminar disecada y pegada en una cartulina. La niña, continuó su charla muy risueña, ajena a lo que yo pensaba. -Mariposita, hoy es mi cumpleaños. ¿Quieres ir a mi fiesta? Al oír esto, cerré los ojos avergonzada, mientras me decía: -Las mariposas no sabemos hacer regalos. Y si escapo, ella va a llorar por mi culpa. ¡UF!,,¡Allá voy! Anita se quedó llorando cuando eché a volar, pero quiero ir hacia el jardín. Esa no, aquella no, la otra no, ésta, esta es la más bella. -Me acabo de posar en su faldita nuevamente. Ahora, Anita está mirando la flor, y me lleva de regreso a la jaulita, pero no ha cerrado la puerta


Un venado vanidoso Un día de mucho calor, un venado muy vanidoso se fue al rio a tomar agua. Después de beber, se contempló en el reflejo del agua. Orgulloso, vio que tenía una gran cornamenta y pensó: ¡Que hermoso soy! ¡No hay nadie en el bosque con unos cuernos tan bellos!”. Pero también vio que tenía unas patas delgadas y largas. Esto lo desilusionó. Mirando al cielo, se quejó: "¡oh, Dios! Me has hecho con una hermosa cabeza que luce una gran cornamenta, pero me has dado unas feas patas que no van con mi elegancia. ¡Qué pesar, que dolor más profundo! ¿Por qué no hay gloria completa en este mundo?”. Se quejaba así de su suerte, cuando de repente vio venir a un león. Se veía furioso y hambriento, y lo empezó a perseguir. El venado corrió por unos potreros. Pronto se ganó una gran distancia, pues la fuerza de los venados está en sus largas patas. Pero cuando llego a un bosque, sus cuernos se engancharon en las ramas de los árboles y lo detuvieron. Tuvo que hacer un tremendo esfuerzo para escapar, pero tuvo suerte y al final el león no lo alcanzó. Cuando ya estuvo a salvo pensó:"¡que tonto he sido! Mis patas que me parecían despreciables, me han salvado la vida. Y los cuernos, que eran mi orgullo, casi me causan la muerte.


La masita grande Había una vez una abuelita llamada Juanita, a ella le gustaba mucho hacer pastelitos, los hacía de todos los tipos y sabores, un día le sobro un poco de masa y decidió hacer unos pancitos, la primera masa era grande, la segunda también, cuando iba a hacer la tercera se dio cuenta que le quedaba poca masa, entonces hizo una bien chiquita, de pronto las masas grandes se empezaron a reír de la más chica, y le decían que era la masa más chica que nunca habían visto jajaja, nunca crecerás, la masa chiquita empezó a llorar, porque ella quería ser un pancito grande y rico, y les pidió que no se burlaran de ella, al rato llego la abuelita Juanita a poner las masas al horno, calentó el horno y listo!! Las masas se estaban cocinando, cuando de pronto las grandes masas no crecían si no que se pusieron todas quemaditas y feítas, mientras que la masa chiquita empezó a crecer y crecer y crecer!! Era hermosa...La abuelita saco los panes del horno y vio que dos estaban feítas y quemadas pero la más rica y grande de todas era la que un día fue una masa chiquita, entonces la masita que ahora era un pan tan rico y grande dijo… Soy un pancito feliz ahora soy grande y nadie se burla de mí. Mientras que las otras masas grandes y feas lloraban.


La niña que brillaba como el sol Erase que era una pequeña niña de ojos claros y cabello como el sol. Erase que era tan hermosa que hasta el mismo sol sonreía cada vez que la veía. La niña tenía todo lo que una niña podía anhelar. Solo le faltaba una cosa que le hacía ponerse muy triste: la niña no podía hacer nada. Si, como lo leéis, no os extrañéis, es verdad. Y no podía hacer nada porque pensaba que no servía para nada, que no sabía hacer nada. La niña vivía desde dentro y para dentro y los demás sencillamente la ignoraban, era invisible a sus ojos. Cuando quería decir algo, se le ponía como un nudo en la garganta y la voz no le salía por más que ella lo intentara. Hasta se ponía roja del esfuerzo, y como finalmente no podía, una rabia cada vez mayor se iba apoderando de ella, aunque muchas veces no se daba cuenta de ello. Y claro los demás, incluidas hasta su propia madre, no se daban cuenta de nada y solo pensaban: esta niña es muy calladita. Y no digamos ya cantar, eso era imposible, inimaginable, pero como le encantaba la música y ya hemos dicho que la niña vivía desde dentro y para dentro se pasaba el día imaginando y cantando para sí misma canciones. Y tampoco pintaba, ni escribía, ni jugaba con otros niños, no podía hacerlo, porque había una vez en su cabecita que le decía: “me sale todo mal”. Y de esta forma iban pasando los días, uno a uno. Sobreviviendo a través de su imaginación. No era extraño verla hablar sola o a sus muñecas, y cantarles cuando nadie le escuchaba, todas las canciones que se había inventado. Como la niña, que ni nombre tenía, no podía ni sabía expresar hacia fuera, aprendió a ser sabia, a conocerse a si misma y a conocer a los demás, y cuando por fin, un hada buena y generosa, le concedió el deseo de poder hablar, cantar y expresarse, ayudó a conocerse a sí mismas a todas las personas que en su ignorancia, ni siquiera sabían que esta niña existía y que su existencia.


La ballena feliz Había una vez una ballena, que estaba jugando en el agua y de repente se cayó en la arena y unas niñas iban al mar con sus papás y se encontraron a la ballena y dijeron ¡vamos a llamar a nuestros papás! y toda la gente vino para que ayudaran a la ballena a que se metiera al mar. Vinieron en su ayuda unos helicópteros para ayudar a la ballena ella se movía mucho y se hundía más y más en la arena. Entonces los señores al ver que se hundía cada vez más la ataron muy bien de los helicópteros y la elevaron por el aire hasta que por fin la dejaron en el mar. La ballena al sentir el agua se metió en ella muy feliz, entonces vio que se estaba elevando hacia arriba y en las nubes brinco y brinco hasta que llego al fondo del mar donde vivió muy feliz con su familia para siempre.


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